Crítica de Adrián Klas
Adrián Klas
Buenos Aires, Argentina
El misterio de la felicidad (2013)
- Daniel Burman
- Guillermo Francella, Inés Estévez, Alejandro Awada ...
"Pinta tu pueblo y pintarás el mundo" (no siempre, amigo Tolstoi)
22 de marzo de 20158 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
A priori solemos suponer que la obra artística, para ser tal, debe tener universalidad. Bueno... no siempre. Mientras que a los espectadores españoles el film parece no haberles emocionado, a los de por aquí les ha resonada más íntimamente.
Con solo leer la nacionalidad y valoración que se le ha dado hasta este momento, podemos comprobar que las mejores opiniones surgieron de argentinos, mientras otros han sido más críticos. ¿Por qué?
En nuestra sociedad "paralegal", de descendientes de supervivientes llegados de diversos lugares del mundo, las alianzas construídas a partir de la amistad son propias de nuestra idiosincracía (entendida ella desde una perspectiva intersubjetiva, no ideológica). Y de ahí que esa relación simbiótica entre dos hombres maduros, esa peculiar "homosexualidad heterosexual" que caracteriza el vínculo que dá lugar a la historia que nos ofrece el autor, es como el abrazo de los futbolistas al convertir un gol.
El Misterio de la Felicidad tiene - para quien esto escribe - el notable mérito de ser profunda sin ser tortuosa. De ser compleja sin ser complicada. Cuenta una historia posible, lo hace correctamente, no es pretenciosa en sentido efectista y resulta efectiva.
Y si bien plantea un dilema existencial que atañe a todas las edades, contradictoriamente no son los jóvenes quienes vayan a entenderla en su real dimensión, por la sencilla razón de no haber vivido lo suficiente como para aún les ocurriera lo que a los protagonistas.
Dicho de otro modo, difícil es caer en la alienación que lleva al cuestionamiento existencial cuando todavía no ha pasado el tiempo vital que requieren los vínculos y las experiencias para detonar el conflicto.
No es una comedia, estrictamente; es un drama con unos cuantos momentos simpáticos. Y una película romántica, tanto temática como filosóficamente. Una película sobre lo dicho y lo oculto. Sobre lo aparentemente íntimo y lo profundamente personal.
Y discurre a través de una suma de situaciones de color local que, si bien pueden tener correlato universal, se abordan con un nivel de lenguaje - puramente porteño - que solo a quienes lo han mamado les resulta "expresión de verdad". Empáticamente.
Tal vez no se trate de una "gran" película, pero a mi - "un reblandecido jóven de 60 años" - Burman me ha conmovido otra vez.
La recomiendo.
Con solo leer la nacionalidad y valoración que se le ha dado hasta este momento, podemos comprobar que las mejores opiniones surgieron de argentinos, mientras otros han sido más críticos. ¿Por qué?
En nuestra sociedad "paralegal", de descendientes de supervivientes llegados de diversos lugares del mundo, las alianzas construídas a partir de la amistad son propias de nuestra idiosincracía (entendida ella desde una perspectiva intersubjetiva, no ideológica). Y de ahí que esa relación simbiótica entre dos hombres maduros, esa peculiar "homosexualidad heterosexual" que caracteriza el vínculo que dá lugar a la historia que nos ofrece el autor, es como el abrazo de los futbolistas al convertir un gol.
El Misterio de la Felicidad tiene - para quien esto escribe - el notable mérito de ser profunda sin ser tortuosa. De ser compleja sin ser complicada. Cuenta una historia posible, lo hace correctamente, no es pretenciosa en sentido efectista y resulta efectiva.
Y si bien plantea un dilema existencial que atañe a todas las edades, contradictoriamente no son los jóvenes quienes vayan a entenderla en su real dimensión, por la sencilla razón de no haber vivido lo suficiente como para aún les ocurriera lo que a los protagonistas.
Dicho de otro modo, difícil es caer en la alienación que lleva al cuestionamiento existencial cuando todavía no ha pasado el tiempo vital que requieren los vínculos y las experiencias para detonar el conflicto.
No es una comedia, estrictamente; es un drama con unos cuantos momentos simpáticos. Y una película romántica, tanto temática como filosóficamente. Una película sobre lo dicho y lo oculto. Sobre lo aparentemente íntimo y lo profundamente personal.
Y discurre a través de una suma de situaciones de color local que, si bien pueden tener correlato universal, se abordan con un nivel de lenguaje - puramente porteño - que solo a quienes lo han mamado les resulta "expresión de verdad". Empáticamente.
Tal vez no se trate de una "gran" película, pero a mi - "un reblandecido jóven de 60 años" - Burman me ha conmovido otra vez.
La recomiendo.