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Crítica de Chris Jiménez
Murcia, España
4
Harry el ejecutor
Harry el ejecutor (1976)
  • 6,2
    7.356
  • Estados Unidos James Fargo, Robert Daley
  • Clint Eastwood, Tyne Daly, Harry Guardino ...

Callahan, un cómico transigente

8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las piernas de una rubia ramera se tostan al Sol esperando a unas presas para desgajar. De esta manera tan sucia, desenfadada y casi "grindhouse" empieza otra aventura del implacable, irreverente y poco ortodoxo Harry Callahan, figura anacrónica de la justicia, cazador deambulante que se cura con la acción y la violencia.

Pero los tiempos cambian, y con ellos también los héroes. "Magnum Force" vino a significar la respuesta visual del sr. Eastwood al aluvión de demoledoras críticas que tanto éste como su álter-ego, el inspector de San Francisco, se habían llevado (ambos siendo tachados de fascistas y racistas), capitaneadas por la "prestigiosa" periodista del New Yorker Pauline Kael; aquel segundo intento creaba con astucia la distancia con la original de Siegel poniendo a Callahan en la difícil situación de enfrentarse contra unos policías erigidos en jueces y verdugos, impersonales retratos-robot del propio protagonista según los críticos.
Había pasado un año cuando los estudiantes S.W. Schurr y Gail M. Hickman escribieron un borrador donde incluían al inspector en una nueva aventura; según se cuenta, éste último fue al restaurante de Eastwood en Carmel para ofrecerle el guión, el cual aceptó un socio del local. El actor/director decidió unir esa historia a otra que había concebido Silliphant, contando con la ayuda de su habitual colaborador Riesner; este intento de mezclar varios dudosos argumentos en uno (a Harry le asignan una agente asiático-americana y se enfrenta a un grupo revolucionario) daría como resultado "The Enforcer" en 1.976, el opus 3 de la saga.

Eastwood pensó ponerse tras la cámara pero dejó ese honor a otro antiguo compañero, James Fargo, uno de sus asistentes de dirección (quien también realizaría "Duro de Pelar"), aunque esto no impidió al actor tomar todas las decisiones que hicieron falta. Mientras Callahan se las tiene que ver con un montón de peligros en la agitada San Francisco, unos chiflados "revolucionarios" roban una gran cantidad de explosivos y más tarde secuestran al alcalde de la ciudad; entre tanto el inspector seguirá sufriendo los tormentos de sus superiores, quienes le asignan una compañera para que le ayude en la investigación.
Si "El Fuerte" venía a disipar las acusaciones de fascista sobre Eastwood, esta 3.ª pretende lograrlo con las de machista (curioso, teniendo en cuenta con qué escena se inicia), dejando que una fémina de fuerte carácter afronte el riesgo junto a él, sustituyéndose así la carne vieja (DiGiorgio) por la nueva (Moore) y extirpando, una vez más, otra de las características del protagonista, hombre intolerante y arcaico ("No siente favoritismo por nadie, odia a todo el mundo", se decía en la primera). En la estrafalaria entrevista a los candidatos, la desagradable subsecretaria del alcalde, un entero reflejo de Kael, anuncia "El personal de este departamento debe actuar en la línea del siglo en que vivimos". Las críticas han vencido, definitivamente.

De apariencia vulnerable y pánfila (a raíz de la pésima capacidad interpretativa de Tyne Daly, conocida por sus personajes reivindicativos), sin verdadera personalidad y con un "voy a morir al final" escrito en la frente con letras grandes, el elemento decorativo que es en realidad Moore protagoniza el cara a cara más flojo de Eastwood con una mujer, situación a la que se ha enfrentado mejor en otros títulos ("El Seductor", "Escalofrío en la Noche", sus encuentros con Sondra Locke...). Aparte de esto se proponen otros dos importantes cambios en nuestro sufrido policía:
El primero servirá para revocar las críticas de racismo (Harry hará tratos con un militante negro encarnado, para más inri, por el mismo actor al que apuntaba con su 44 en la primera entrega). El segundo será la innecesaria necesidad de darle un enfoque humorístico al protagonista, lo que se nos revela desde el inicio en el atraco a la licorería ("Es mi mejor chaqueta", responde torpemente a los maleantes, y se hace una burla directa a "Brannigan", de John Wayne) o esa secuencia en la que un borracho finge un ataque cardíaco en un restaurante; cada situación será de este modo afrontada desde la comedia más grotesca y abochornante. Nunca hubo un Callahan menos Callahan, y todo para supuestamente contribuir a la humanización del personaje (perdiendo con ello su vitalidad, dureza y locura neurótica).

Es bien sabido que Eastwood siempre intentó destruir su imagen de Harry metiéndose en la piel de otros agentes (el alcohólico Shockley, el depravado Block, el fanfarrón Pulovski), lo que lleva a pensar que la película hubiese funcionado mejor con el actor interpretando a otro policía, y no a su mítico Callahan. Pero "The Enforcer" tiene algo a su favor, y es el de resultar emocionante de principio a fin, dejando a un lado el aspecto psicológico y centrándose en la acción, el entretenimiento y la ligereza cómica (a veces tediosa), cuya inverosímil trama alcanza su clímax de forma espectacular, nada menos que en "La Roca" (visitada más tarde por Eastwood en "Fuga de Alcatraz").
Por tanto es preferible dejarse llevar por la diversión y ese toque "buddy movie" junto a la pareja Callahan/Moore e intentar no pensar en la bufonesca alusión a la América post-Vietnam y la cada vez mayor degeneración del protagonista, quien está acompañado de los buenos John Crawford, Harry Guardino y John Mitchum, éstos dos por última vez en la saga, y Albert Popwell y Bradford Dillman, quienes repetirían en "Impacto Súbito". Fargo demuestra oficio en su rol de director y el público se rinde ante el film, que supera en cinco veces su presupuesto.

No obstante, "The Enforcer" es largamente fallida y perezosa, con momentos que rozan el absurdo (a destacar el del prostíbulo), la peor entrega de las aventuras del policía tras la muy infame 5.ª parte.
Habría que esperar siete largos años para que la saga se reactivara, recuperando algo de su crudeza y dignidad, esta vez con el propio Eastwood tanto delante como detrás de la cámara...
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