Crítica de Natxo Borràs
Natxo Borràs
Centelles, Italia
Barton Fink (1991)
- Joel Coen
- John Turturro, John Goodman, Judy Davis ...
EL DRAMA DEL DRAMATURGO
23 de enero de 20172 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Exponentes de un complejo y difícil modo de entender del humor negro llevado hasta sus últimas consecuencias, en algunos de sus mejores films dejan huella de ello , los hermanos Coen obtuvieron su reconocimiento con ésta peculiar mezcla de drama, comedia con sus pequeñas dosis de surrealismo absurdo ambientado en los Ángeles previos a la intervención norteamericana en la II Guerra Mundial.
El Teatro y el Cine se enfrentan como en una batalla en la mente confusa del dramaturgo recién llegado de Nueva York interpretado por John Turturro. Reclamado por Hollywood gracias a su triunfo en Broadway por devolverle al Teatro a sus orígenes más humanos y realistas, Barton Fink accede la propuesta de un ambicioso productor (interpretado por un soberbio Michael Lerner) para que le elabore un guión a la medida de las grandes producciones de segunda categoría, en una Indústria del Cine que no cesa de crecer con toda clase de baratijas destinadas al entretenimiento y a la poca credibilidad en el campo de la dramatúrgia.
Encerrado en la claustrofóbica habitación de un hotel , los Coen someten a su personaje como un conejillo de indias enfrentándose a unas ideas fáciles pero muy difíciles de concebir en un gran ingenio. El conflicto entre el ingenio y la tarea fácil de caer en las tentaciones más simplistas y temidas para un hombre de escena frente a los monstruos del celuloide lo divagan a ser o prisionero de un tormento solo equiparable a su orgullo o evadirse a la ayuda de terceros, desde un misterioso vecino de habitación (otro grande, John Goodman, alejándose de su modelo de padre trabajador de clase media baja en la sitcom “Roseanne”) y una extravagante pareja formada por un escritor alcohólico (John Mahoney) y su inseparable secretaria y amante (Judy Davis).
Una de las grandes películas de los hermanos Coen (Joel en la dirección y Ethan ayudando a éste en el guión) que hay que tener en cuenta y que ayuda a hacernos a la idea de dónde van sus pautas cinematográficas, sin resaltar un género por encima de otro pero sin olvidar su grotesca lectura que los alejan de los tópicos convencionales.
El Teatro y el Cine se enfrentan como en una batalla en la mente confusa del dramaturgo recién llegado de Nueva York interpretado por John Turturro. Reclamado por Hollywood gracias a su triunfo en Broadway por devolverle al Teatro a sus orígenes más humanos y realistas, Barton Fink accede la propuesta de un ambicioso productor (interpretado por un soberbio Michael Lerner) para que le elabore un guión a la medida de las grandes producciones de segunda categoría, en una Indústria del Cine que no cesa de crecer con toda clase de baratijas destinadas al entretenimiento y a la poca credibilidad en el campo de la dramatúrgia.
Encerrado en la claustrofóbica habitación de un hotel , los Coen someten a su personaje como un conejillo de indias enfrentándose a unas ideas fáciles pero muy difíciles de concebir en un gran ingenio. El conflicto entre el ingenio y la tarea fácil de caer en las tentaciones más simplistas y temidas para un hombre de escena frente a los monstruos del celuloide lo divagan a ser o prisionero de un tormento solo equiparable a su orgullo o evadirse a la ayuda de terceros, desde un misterioso vecino de habitación (otro grande, John Goodman, alejándose de su modelo de padre trabajador de clase media baja en la sitcom “Roseanne”) y una extravagante pareja formada por un escritor alcohólico (John Mahoney) y su inseparable secretaria y amante (Judy Davis).
Una de las grandes películas de los hermanos Coen (Joel en la dirección y Ethan ayudando a éste en el guión) que hay que tener en cuenta y que ayuda a hacernos a la idea de dónde van sus pautas cinematográficas, sin resaltar un género por encima de otro pero sin olvidar su grotesca lectura que los alejan de los tópicos convencionales.