Confieso que sólo conocía un film de Wenders, la desgarradora historia de "París, Texas" y me he rendido ante las imágenes de esta película, tan denostada como admirada. Es evidente que no es una película fácil y que influye mucho la falta o la presencia de prejuicios respecto no solo a la historia -entes angelicales, ¿existen, no existen?- sino a la estética presentada, de evidente influencia en otros cineastas y creadores publicitarios.
La belleza de las imágenes, el magistral uso de la grúa y los movimientos de la cámara dotan a la película de una especial capacidad para engancharte y literalmente dejarte llevar simplemente por lo que va aconteciendo. Bruno Ganz, genial en sus caras y en sus sonrisas, ninguna igual que otra. La presencia de Solveig Dommartin, enternecedora después de saber de su temprana desaparición. Y la presencia de Peter Falk, curiosa pero en nada chirriante.