Kick-Ass es una película malísima, infecta, aburrida, absurda, deshilvanada, pretenciosa, ridícula, lamentable, putrefacta, vergonzosa, estúpida, fofa, burra...

Carece de interés, de coherencia, de gracia, de lógica y no digamos de guión.

Los actores son directamente vomitivos y Nicolas Cage hace el peor papel de su vida, lo cual es quizás lo que más mérito tiene, dado el historial de este buen hombre.

Esta es la verdad sobre Kick-Ass y todo los inútiles intentos de asignarle alguna clase de mérito, alguna clase de interés o algún tipo de atractivo no son más que vanos intentos de legitimar el propio mal gusto o una industria decadente que debe recurrir a los peores comics para vender entradas de cine.

Un buen día Joaquin Phoenix decidió gastar una bromita y el resultado de ello fue este tedioso documental, que no sólo no tiene ningún interés, sino que destruye las neuronas de cualquiera que se preste a contemplarlo. Creo que es una obligación para mí contribuir a preservar la salud pública y mental y prevenir de los efectos adversos que esta cosa puede provocar en cualquier ser humano inteligente.

Y no tengo mucho más que añadir. Si desnudo estaba el rey del cuento, no imaginais lo desnudo que queda toda esta fabulación de Phoenix, que no está al nivel ni de una emisión de "Callejeros". Y es una pena, porque al hombre se le ve simpático y podía haber hecho una cosa cuando menos graciosa, pero de tanto tomarse en serio su ocurrencia, ha echado por la borda cualquier oportunidad de hacer algo de provecho.

Al baul de la historia, pues, con este documental y bien abajo para que nadie lo encuentre.

No entiendo muy bien que objetivos pretende alcanzar Álex de la Iglesia con el enfoque que da a su cine. Supondré que pretende clasificarse en una suerte de cine un tanto gamberro, al que por mucho que pasen los años no suceden obras de mayor calado, más disfrutables y menos histriónicas.

Muchos elementos positivos podrían haber convertido a Balada en un trabajo memorable. Gracias al estilo burtoniano que recorre el film, Álex nos muestra una guerra civil diferente y un circo diferente a todos los circos mostrados antes en España tanto en pantalla grande como pequeña. Cuenta además con un arranque de altura, por mucho que desconcierte la fecha que elige de inicio del film, al que rápidamente siguen una batalla surrealista y unos escenarios postbélicos que no producen indiferencia, hasta llegar a ese otro circo más cercano en el tiempo, del que Antonio de la Torre es dueño y señor. Y cuando estamos en ese entorno que transmite una oscuridad absoluta, pasa poco tiempo hasta que todo empieza a desmoronarse, donde domina la violencia gratuita y absurda y donde poco a poco la pelicula se convierte en una mala tragicomedia de cine español, aunque eso sí, con un cierto estilo.

Todo este embrollo en que la película deriva anula por completo cualquier interés por la reflexión metafórica que propone Álex, la cual, además, aun mirándose con generosidad, resulta totalmente superflua y carente de interés.

Así que bueno, seguiremos esperando ese gran trabajo que este director puede hacer. Quizás si algún día empieza a tomarse en serio a sí mismo...

Oportunidad perdida la de este hombre lobo de Johnston, para poner al día el mito del licántropo. Con los medios actuales y las aportaciones al cine fantástico en las últimas décadas, no faltan fuentes de inspiración para construir un gran hombre lobo y viendo el reparto, con Del Toro, Hopkins,Weaving y Blunt de primeros espadas, uno esperaría encontrar un, si no grande, al menos buen trabajo. No es así. Lo que sin duda no cabía esperar es el bajísimo nivel de esta producción, que no hay por donde cogerla.

¿Problemas? Por todas partes. El primero y más grande, el peor uso imaginable de la digitalización, que lejos de transportarnos con credibilidad por situaciones imposibles (hombres que se transforman en lobos, lobos que saltan por los tejados) o no tan imposibles (sangre, vísceras...), nos recuerda una y otra vez que lo que estamos viendo es una recreación mediocre, que no supera los mínimos de calidad exigibles hoy en día. La causa: una terrible falta de inspiración o de presupuesto en efectos especiales, no sé.

El segundo, la falta de profundidad dramática del relato: es todo tan plano y tan previsible y tan aburrido, que cansa. Para decirlo más claramente es un guión penoso, que además viene acompañado de escenas absolutamente ridículas. Sólo un director que ni se respeta a sí mismo ni a los espectadores es capaz de meter juntos en una película sobre el hombre lobo a Hugo Weaving y a un tipo maquillado como si fuera el hermano de Gólum. Sin duda es la combinación más ridícula que he visto en mucho tiempo, sólo entendible en una parodia a lo Scary Movie. Si a ello sumamos que los decorados parecen sacados del Drácula de Cóppola y que Hopkins también está por allí, no podemos ignorar que nos encontramos ante un plagio de dimensiones cósmicas.

En cuanto a los actores, pues en fin... Supongo que no es culpa suya, pero también es muy triste su imagen. La química entre Blunt y Del Toro, 0 patatero, y además, se observan grandes contrastes en sus actuaciones: mentras que Del Toro está fatal, Blunt intenta estar bastante bien, al igual que Weaving, aunque con las limitaciones propias e inmensas de sus personajes. En cuanto a Hopkins, cumple con un papel que está muy por debajo de los retos que se le pueden y se le deben exigir, pero el despropósito de guión y de escenografía lo pone demasiadas veces en ridículo.

Aún añadiré otro gran problema: el guión, que no sólo es plano, lo cual ya se deduce de lo comentado anteriormente, sino que tiene más agujeros que un queso de gruyere. No los voy a repasar porque no me apetece ni creo que haga falta, pero la consistencia no es algo que se hayan planteado en ningún momento.

Poco más que añadir, salvo una cosa: todo un hallazgo el de poner a Geraldine Chaplin de gitana. Ese detalle sí que me gustó.

Conclusión final: no vale la pena dedicarle tiempo. Me ofende mucho que con estos medios, con este plantel y con estas pretensiones, salga una obra de tan inexistente calidad.

Ermessenda forma parte de ese conjunto de personajes nobles del Casal de Barcelona, a los que siempre se evoca para relatar la profundidad histórica del autogobierno catalán (o barcelonés, según se prefiera) pero de los que nada se sabe fuera de un reducido círculo académico. Desde este punto de vista, es interesante que sean llevados a televisión, pero bien puede ser que el resultado sea decepcionante para paladares exigentes, como en este caso. Concebida como una dramatización de la biografía de la mandataria, Ermessenda se mueve más en el enfoque culebronesco propio de las teleseries catalanas que en las procelosas aguas de la recreación del proceso de feudalización de los condados catalanes.

Ello tiene dos consecuencias graves.

La primera, que como consecuencia de dicha dramatización culebronesca, se presentan con apariencia de veraces hechos que son rigurosamente falsos (como la forma que se presenta la muerte de Berenguer Ramon I, personaje por cierto muy maltratado en esta recreación), mientras que en un ejemplo de imaginación desbordante se inventan relaciones y amoríos por doquier. Además, no se da la importancia debida a conflictos que sí que existieron (como los existentes con Mir Geribert, personaje muy desdibujado en este folletín), ni se asiste a rasgos relevantes de la época, con alguna excepción como el juicio per albatum.

La segunda, que no se invierte ningún esfuerzo en retratar la época en toda su complejidad. Ermessenda no consiste más que en una escenificación novelesca de luchas cortesanas, pero la importantísima época que se aborda exigía de mucha más atención a los elementos claves del periodo, muchos de los cuales se mencionan, pero no se tratan con la profundidad debida: el conflicto entre el poder público y el poder feudal, las acciones de los señores sobre los campesinos libres, las tensiones entre el nobles y eclesiásticos, etc. Otros aspectos claves, como las relaciones con los gobiernos islámicos y el cobro de las parias, se omiten tristemente. Son todo ello cuestiones que van a determinar la evolución del medievo en Cataluña, por lo que sin duda merecían una aproximación mucho más ambiciosa y ante todo, pedagógica.

Para ir acabando, comentar que hay una muy buena ambientación en interiores, gracias a los decoradores, y un muy buen trabajo de vestuario, lo que contrasta negativamente con el bajo interés por los exteriores. Los actores se muestran por lo general en buena forma, especialmente la protagonista, pero quedan un tanto desaprovechados por la falta de mejores textos. Finalmente, lamentar la incomprensible decisión de no incluir en la serie el periodo de gobierno con Ramon Borrell, esencial para comprender el descontento nobiliario en los años anteriores.

Por todo esto, la nota no puede ser muy buena: un 4 para este encomiable tentativa, fallida en demasiadas cuestiones esenciales.

Sin duda Brigada Central es una producción muy digna y representativa de una época. A pesar de tener poco más de veinte años, nos describe unos cuerpos policiales que podrían calificarse perfectamente de postfranquistas, muy alejados de esa sofisticación que se refleja en series modernas como CSI. Unos cuerpos en donde las comunicaciones se establecen a gritos, donde la solidaridad entre compañeros deja mucho que desear, donde la violencia policial no es nada excepcional y donde se siente ese aroma a España profunda sin salir mayormente de la muy urbana ciudad de Madrid.

Por lo tanto tenemos en "Brigada Central" una serie del periodo en que los personajes no se sometían a fuertes procesos de higienización, como si pasaría en posteriores aproximaciones al género policial, sino que se pretende destacar sobre todo sus defectos y sus facetas más turbias. Mención a parte merece, sin embargo, el tratamiento de los personajes femeninos. Digamos simplemente que es difícil de imaginar una serie más machista que ésta.

En definitiva, un producto que yo recomiendo ver, aunque el paso de los años no lo ha envejecido demasiado bien, y al que le falta un poco de arte para lograr ser un gran trabajo. Sin duda encontrarás cosas que te dejarán un recuerdo inolvidable, como los gritos de Jose Manuel Cervino, omnipresentes en todos los capítulos, y en menor medida los de Imanol Arias. La música también es bastante inolvidable, así como cierto secundarios que comento en el spoiler.

Interesante aproximación al fenómeno petrolífero la que ofrece este drama protagonizado por Daniel Day-Lewis, no exento de polémica y de grandes diferencias entre los cinéfilos en cuanto a su calidad.

Aquí vamos a situarnos en un punto medio: tiene cosas de gran trabajo y también de trabajo de poca monta y eso hace difícil formular una opinión consistente sobre la película. Posiblemente sus principales debilidades tienen que ver con una dirección un tanto débil, que no mejora un guión un tanto endeble en la construcción de la historia, a pesar de que se muestra eficaz en los primeros pasos, sobre todo durante ese largo silencio que recorre la apertura del primer pozo.

También hay que valorar convenientemente a su brillante actor protagonista, al que no pocos acusan de excesivo, aunque pienso que de manera injusta. Está claro que Daniel Day-Lewis se desvive en dar consistencia a un personaje que, por guión, no es fácil de sobrellevar: si escuchamos detenidamente todo lo que dice y observamos lo que hace, no hay tanto donde agarrarse y me parece descomunal el trabajo del actor para intentar dar profundidad a su personaje. Es, pues, la fuerza en escena de este tipo la que permite culminar 150 minutos de cine en que cualquier otro actor es una mera comparsa.

Personalmente recomiendo su visionado si se tiene tiempo y no una lista muy larga de películas pendientes. No me parece una película inolvidable pero es interesante de ver por los espacios por donde nos lleva o por los conflictos individuales y sociales que pretende mostrar. Y lo mejor es no hacerse demasiadas preguntas sobre lo que sucede: con mirar y escuchar, basta y sobra.

Divina inspiración la que mueve a esta película, como en su día "Señales del futuro", "Señales" o tantas otras. Y no bastaba con recurrir a la predestinación o con defender el mito de la fe, como la película hace abiertamente, sino que esta vez nos acompaña una gran idea principal: si salvas una Biblia, salvas el mundo. Sí, amigos, porque la Biblia es una gran fuente de poder, que devolverá al mundo a su recto camino, según Denzel Washington y Gary Oldman, a la vez que una fuente de inspiración en un mundo corrompido por el sálvese quien pueda. Bueno, hasta cierto punto, ya que la película premia también a los que, aun careciendo de Biblia, toman medidas para hacer que el mundo vuelva a ser el que era, pero no nos despistemos. Lo esencial en un mundo en ruinas es que la Biblia llegue al destino que han ordenado que alcancen unas misteriosas voces y de eso va la película (No, no os pregunteis si pondrías la salvación del mundo en manos de alguien que oye voces).

Nuevo panfleto religioso, pues, del cine estadounidense, que cada año nos ha de ofrecer alguna alegoría, por mucho que después la película vaya de arrancarle las tripas a la gente. Buena ambientación, aunque ya lo vimos en "The road" -película mucho más interesante que ésta- y buen Denzel Washington, como siempre. Eso sí, estaría bien verlo en alguna película un poco más interesante para variar, que entre trenes que se la pegan, metros conducidos por Travoltas y misiones postapocalipiticas vive entregado a un cine muy de estar por casa e hiperpalomitero. Pero supongo que si le pagan le da igual.

Y que no se me olvide: el final, con la nueva elegida para la causa armada hasta los dientes, y con la prodigiosa memoria de Denzel, inenarrable.

Recomendación: Ignorarla y ver "The Road" ('La carretera', de Viggo Mortensen)

Bueno, a pesar de la puntuación, que creo que es adecuada dado que no nos encontramos ante una gran película o siquiera ante un trabajo con varios elementos destacados, me gustaría depositar aquí unos cuantos comentarios positivos, por aquello de que no predominen tanto los descalificativos hacia esta película.

1) Agradezco que Shyalaman se haya alejado de sus trucos narrativos habituales y que haya contenido sus pretensiones metafísicas. A pesar del enfoque misionero del avatar y de la omnipresencia de los espíritus, esos ingredientes me parecen aceptables en un trabajo tan claramente de cine fantástico.

2) Agradezco también la ausencia total de tufillo Disney en la película, algo de lo cual obras peores que ésta como la saga de "las Crónicas de Narnia" no se libran.

3) Hay que reconocerle la belleza de los entornos y la rica gestualidad de la película, especialmente cuando los maestros convocan los elementos.

4) El protagonista es estupendo y da empaque a su personaje, cosa nada fácil teniéndolo que interpretar un niño (Antes de cogerle manía, hay que probar la versión original)

5) El reparto está correcto, dentro de sus limitaciones, y se ve bien dirigido.

Y aquí me quedo. Quizás con un concepto algo más rico y una trama más sólida, estaríamos ante un trabajo meritorio, pero no ha sido el caso. Aun así, a mí es la película que más me ha gustado del director desde "El sexto sentido", eso sí, básicamente porque la mayoría de su filmografía me resulta insufrible y en algunos casos incluso deplorable. Ojalá se quede a vivir para siempre en este género.

Tan pronto como empiezas a ver "Pa negre", te das cuenta de que no estás ante otra película catalana del montón, sino ante una obra más importante. Cada minuto que pasa en bastante más de la primera mitad de la película es una pieza que parece apuntar hacia una gran obra donde todo funciona, desde la narrativa hasta el mosaico de actores y situaciones. Y, sin embargo, cuando crees que deberías estar llegando al punto culminante de la obra, una sacsejada i la casa s'ensorra.

Tal vez sea culpa de Emili Teixidor o tal vez lo sea de Agustí Villaronga, es igual, pero el caso es que me produjo una decepción enorme el desenlace de esta obra. No porque los actores decaigan, ni porque la atmósfera perfectamente construida se degrade, simplemente el hilo narrativo se viene abajo tras el amago de funeral y los personajes entran en un proceso degenerativo completo.

Y he aquí lo que diferencia un gran director de un director correcto. Un gran director coge esa parte final de la novela o de ese guión y lo conduce a terrenos solventes dentro de lo fílmico. El nuestro en cambio se ha prestado al barullo y a base de escenas que herirían la sensibilidad de las asociaciones en defensa de los animales y de las entidades feministas, deriva en un embrutecimiento tan inmerecido como innecesario. Es difícil no pensar en "La lengua de las mariposas" en el final elegido para el film, pero no era ni mucho menos el mejor final que se le podía dar.

Trabajo, pues, interesante, pero que no nos lleva al éxtasis que el cinema catalá y el cine español necesitan para ganar verdadero prestigio, ese que da el buen cine ad aeternam y no del prefabricado a base de obsequiar con estatuillas. No está mal, pero pudo estar mucho mejor.

Hay dos cosas que sin dura resultan complicadas: gestionar una película con más silencios que conversaciones y retratar a una menor víctima de una violación. Mis alabanzas a los responsables de este trabajo por intentarlo y por conseguir algunos logros parciales con él, pero mucho me temo que el conjunto de la película no resiste la prueba del algodón.

Hay para mi tres elementos que condenan a este trabajo a la inanidad. El primero, la ridícula narración que domina la primera parte de la película, no porque Ramon Madaula lea mal - al contrario-, sino porque el texto es infumable. Uno se acuerda, además, de otras películas narradas, como por ejemplo Amelie, y no resiste la menor comparación en integración de lo narrado en el film. El segundo es el inexistente desarrollo de los personajes, la ausencia de roles definidos de padre, madre, hermano o hermana en la historia, ya no por su falta de desarrollo verbal, sino por su incapacidad de jugar papel alguno en todo el embrollo, simplemente están por ahí. Fuera de la(s) protagonista(s), todo el mundo es perfectamente prescindible y olvidable. Y finalmente el propio mecanismo narrativo, fuertemente basado en imágenes y en intentar transmitir el desasosiego de la protagonista. De esto sólo decir que hace falta más talento o más oficio tras la cámara para meterse en un reto tan complejo y salir bien parado. Capítulo a parte merece el ridículo final, pero en eso ya no quiero entrar.

Así pues, la crítica no es buena. Le reconozco al trabajo cierto preciosismo en algunas imágenes (no en todas, el fragmento en el Tibidabo es bastante bochornoso en algunos tramos) y también el esfuerzo de las actrices protagonistas para darle contenido al asunto, un esfuerzo que al final resulta en vano. Y todo esto se enmarca además en una tendencia del cine catalán de pretender ofrecer trabajos vanguardistas y homologables al mejor cine europeo, cuando clarísimamente se encuentra varios peldaños por debajo en medios, creatividad y talento. Es así...

Con el cine español corremos siempre el riesgo de quedarnos cortos o pasarnos de largo. En general los críticos suelen ser muy generosos con las valoraciones del cine de casa, pero no lo fueron demasiado con esta experiencia de José Corbacho al frente de la dirección. A mí en cambio me sorprendió muy positivamente, preocupado ante el riesgo de encontrarme con una película chabacana. Por el contrario, lo que encontré fue una película de gran sensibilidad, marcada con acierto por un realismo que se ve moderado por situaciones un tanto ficticias. También una evocación de la soledad, un eficaz relato transgeneracional, una historia intimista... En definitiva, una película muy muy completa.

"Tapas" es, pues, una película muy satisfactoria, más de 6,5 que de 7, porque a Corbacho y Cruz les falta un poco de estilo detras de la cámara, pero su narración es muy buena, su selección de actores impecable y el rendimiento del reparto ejemplar. Si esta película fuera francesa, habría tenido mucho más impacto, pero ese es un precio que hay que pagar por formar parte de un país volcado sobre todo hacia un cine de pocos vuelos y a menudo muy carente de imaginación. Afortunadamente, ese no es el caso de "Tapas".

El bueno de Martin Scorsese nos convence una vez más de lo talentoso que es, en una película, no sé si negra o negrísima, que puede inducirte una depresión permanente en una tarde de domingo. Varias son las cualidades de este trabajo, pero yo subrayaría el efecto absolutamente desolador que transmite sobre el cuerpo y la mente. Ello es consecuencia de exponerse durante más de dos horas a un universo opresivo, en el que toda lucidez corre peligro ante el viaje hacia las zonas oscuras del ser humano al que nos somete.

Gran trabajo, pues, del director en la ambientación o incluso en la narración de una historia desgarradora, pero entonces, ¿por qué sólo "pasable"?

Bueno... Primero porque el reparto es flojo: se divide entre los que cumplen, como Ruffalo o Von Sydow, y los que chirrían, como Kingsley, quien francamente creo que ya no tiene gran cosa que aportar al cine, y desde luego DiCaprio, completamente superado por una historia que no le viene grande, sino grandísima. Con él Scorsese consigue algo meritorio, que es dar bastante plausibilidad a la evolución del personaje, pero lo cierto es que el hombre pone mucho de su parte para impedirlo. Sin duda hacía falta otro tipo de actor, más capaz de dar verosimilitud a historias complejas, para esa clase de papel.

Segundo, el director no narra una historia perfecta, sino que utiliza varios trucos argumentales. Por razones de discreción ante los que no la hayan visto no los voy a comentar, pero es gracias ciertas escenas incoherentes que el director nos transmite la idea que nos quiere imponer, más preocupado por el efecto, que por la verosimilitud.

Y tercero, el recurso al flash-back, en general pesado y fuertemente sobrecargado, sirve más para densificar el metraje que para favorecer el avance narrativo. Al final ha salido una película muy larga e imperfecta.

Total, que en "Shutter Island" el maestro Scorsese sigue existiendo, pero no le sale su mejor trabajo. ¿Caprichos de casting, comercialidad? Quien sabe... Bueno, la próxima vez las cosas irán mejor.

Eran los primeros 90 cuando Oliver Stone transmitía mediante su célebre "The Doors" el legado de este grupo a nuevas generaciones. Habían pasado veinte años desde su desaparición, en 1971,y el mito de Morrison volvía con toda su fuerza para atraer nuevos seguidores. Veinte años después de Stone, DiCillo ha montado en un nuevo documental otro polo de atracción, mucho más modesto y con mucho menos impacto, pero también muy efectivo para el que se acerque a visitarlo.

"When you're Strange" consiste en una revisión de la biografía de Jim Morrison, focalizada lógicamente en su vida y muerte como miembro del grupo. Para otro momento quedarán el acercarse más a las peculiaridades del resto de componentes o una ubicación precisa de The Doors en el panorama musical de la época, aspectos totalmente tangenciales en este documental. El atractivo principal vuelve a ser el mítico Jim, quien a diferencia de otras ocasiones recibe un trato más humanizado y menos pendiente de la hagiografía, la cual, a pesar de todo y de manera inevitable, fluye en varios momentos-.

Estructuralmente se compone de un repaso a los primeros años del grupo, para detenerse y profundizar en los años más movidos, esto es, entre el 68 y el 71, cuando el alcohol y otras sustancias hacen mella en el ídolo de las masas y destruyen a la estrella del rock. Para su presentación el film recurre básicamente a metraje contemporáneo, integrado con inteligencia y montado con una estructura que permite algunas degustaciones de las canciones más conocidas o de algunas rarezas, como la versión de The End interpretada en la Isla de Wight. También, asistimos a algunos relatos muy detallados, como lo acontecido en el famoso concierto de Miami, al que Stone le dedicó en su día un buen espacio.

Total, que con When You're Strange nos reencontramos con un Morrison que ya habíamos visto si habíamos conocido un poco al personaje previamente, lo cual pone manifiestamente en duda la pretensión del trabajo de utilizar mucho metraje inédito (la inmensa mayoría de lo que se visualiza ha sido publicado ya comercialmente en productos diversos), pero que queda muy bien presentado. Además se beneficia de una orientación narrativa mediante la voz de Johny Depp, que nos evita unas entrevistas a los miembros supervivientes que nada nuevo podrían aportar al conocimiento de la figura de Morrison. Finalmente, DiCillo carece del talento de Stone para vender la magia del grupo, pero hace una disquisición mucho más equilibrada y desmitificante. Por eso le hemos llamado el complemento adecuado a la película de Oliver.

A pesar de las críticas no demasiado buenas recibidas y de sus evidentes carencias, me gusta el resultado de "Piratas del Caribe 3".

Con su primer trabajo, 'Piratas del Caribe' hacía una tentativa de revitalizar el cine de piratas desde la parodia y empezaba construir un nuevo universo, movido en gran medida por los criterios de la superproducción y la llamada al gran público. Su rotundo éxito en taquilla propició el surgimiento de dos secuelas, que se beneficiaron de elementos preexistentes ya consolidados, pero en la primera de ellas cundían poco, puesto que una historia no demasiado bien planteada conducía la película por pasajes poco convincentes y no se despojaba lo bastante del corsé de ser una superproducción y de ser también la precuela del tercer trabajo.

Pero llego 'En el fin del mundo'. En un marco en que el taquillazo había creado mejores espacios para la libertad creativa de todos, por fin Johny Depp tenía rienda suelta para demostrar lo enorme actor que es y se le concedían espacios propios para el lucimiento de sus amplias cualidades -notablemente en las de sus 'desdoblamientos de personalidad'. Por fin el trabajo de Depp encontraba un punto de apoyo en otro genial actor, Geoffrey Rush, mucho más interesante como compañero que como némesis. Por fin Keira Knightley se hacía mayor y se imponía en los 'duelos de poder'. Por fin los personajes alcanzaban un buen rendimiento coral. Y además la parodia del mundo de la piratería alcanzaba sus momentos más sublimes (muy especialmente en la reunión de los señores de la piratería, con un Keith Richards genialmente acompañado de su instrumento). También debemos valorarla desde el punto de vista del noble arte de la comedia y el humor. Un humor, por cierto, fino, nada grueso, gestual... Y esa poderosísima puesta en escena, un vestuario inmejorable... No es poco...

Y sí, está lejos de ser una película perfecta. Es cierto que la relación ritmo / historia no funciona del todo, pero al menos es densa en acontecimientos. Es cierto que algunos actores como Orlando Bloom no dan de sí, pero el nivel de este señor es el nivel medio de otras superproducciones al uso. Y también es cierto que le falta algo de genialidad y mucha profundidad, pero contiene suficientes atractivos, entre ellos uno importante: hacer pasar al espectador por un rato agradable.

Podemos sucumbir a "Avatar" tras elevarla al Olimpo del cine por su explotación de la tercera dimensión. También podemos cargar contra ella, por someter tanta tecnología a una mera película de acción y un esquema argumental un tanto tosco. Pero Avatar no es tanto ni tan poco.

Avatar tiene un extraño encanto. Hay algo en la creación de James Cameron que se sitúa por encima de su tosco guión, un mundo de fantasía lleno de encanto y fascinante por algo más que no son sólo las tres dimensiones. Resulta desaprovechado, sin duda, en una historia que no conduce a ninguna parte y que sigue la senda barata de trabajos como "Apocalypto", marcados por ese maniqueísmo característico, pero consigue ser igualmente cautivadora.

Las dos cosas hay que tenerlas en cuenta, así que hemos de ser justos con Avatar. Esta película abre con brillantez una nueva página de la fantasía llevada al cine pero paradójicamente la somete a dos de los grandes vicios del cine de donde procede, la superficialidad de las dinámicas narradas y el gusto por la acción violenta como única salida a conflictos posibles y como pauta de exhibición. La suma de estos dos elementos produce un pésimo encaje y convierte lo que pudo ser una lección sobre la humanidad en una historia de barra de bar, pero aun así esos paisajes, ese planeta, esa relación entre los seres vivos, esa recreación del buen salvaje... logra fascinar.

(Dejo en el spoiler un comentario sobre las atribuciones ecologistas que recibe Avatar)

Revolutions es la película con la que culmina la saga Matrix. Difícilmente puede considerarse un cierre notable.

Es curioso que estando tan entrelazadas la segunda y la tercera, presenten tantas diferencias. Si Reloaded nos revelaba las numerosas posibilidades de desarrollo del universo de Matrix, con Revolutions recibimos una cápsula superconcentrada de peleas y ametrallamientos varios. Si Reloaded nos llevaba por nuevos y sorprendentes escenarios, aquí todo transcurre en unas pocas habitaciones y casi todas ya conocidas. Si Neo se desendiosaba un poco en Reloaded, aquí se endiosa más si cabe. El cine se retira casi por completo y el videojuego se abre camino...

De lo que va Revolutions es del choque final entre seres humanos y máquinas. Ciertamente no se trata de un duelo intelectual, sino que es violento a más no poder. De este desenlace sólo queda para el recuerdo el buen trabajo de los actores secundarios y ese sugerente juego de tono colores y tonos que constituye la marca Matrix, siempre decantada hacia el verde, los grises y el negro. Una estética notable desaprovechada en un film bastante plano.

Pocos considerarán que Reloaded supere a su predecesora, por lo que es bueno que alguien, pongamos que yo mismo, defienda dicha superioridad. Ciertamente no soy un gran admirador de la trilogía, ni creo que la primera entrega perturbara mediante ese artificio argumental, no demasiado original en la tradición de la ciencia ficción, las normas del cine de dicho género. "Matrix" era fundamentalmente una transición del cine fantástico al cine de superhéroes, que estrenaba además como efecto llamada los saltos a cámara lenta. Un producto no muy alejado de la mediocridad del cine fantástico de finales del siglo XX, que malgastaba la evolución de los efectos especiales en historias poco significativas.

Todos sabemos que Mátrix fue un exitazo, de modo que cabía esperar una secuela, que unos años después acabaría apareciendo en dos partes bastante bien diferenciadas. ¿Había cambiado mucho Mátrix en cuatro años? Pues la verdad es que sí. El tedioso gusto por las peleas y las persecuciones seguía incolumne, pero Neo se había desendiosado y volvía a estar sometido al "programa". Ello nos devolvía a un personaje que tendría que trabajarse mucho más sus objetivos, lo que iba a permitir un largo viaje por Mátrix o por el hogar de los seres humanos, en el que se introducían nuevos conceptos, nuevos equilibrios (o desequilibrios), que curiosamente emitían un aroma mucho más saludable. La cámara también había progresado mucho, las imágenes resultaban menos comiqueras y más cinematográficas, con mejores decorados y mucha más profundidad de imagen. Esos dos detalles, bien acompañados por el sonido, además de los ingredientes anteriores, acabaron por convertir una película de argumento bastante peregrino, en una experiencia disfrutable.

Así pues, sin demasiados elogios, Reloaded eleva la perdurabilidad de la saga, como en si día hizo "El Imperio contraataca" con Star Wars. Resulta extraño pero es así.

Los opinadores que han intervenido antes que yo y han puntuado "inception" entre el 6 y el 3 han manifestado un conjunto de reservas frente al resultado de esta película que más o menos comparto. Por no añadir otra larga explicación con otro conjunto de reservas diversas hacia la obra de Nolan, citaré con brevedad los problemas que le veo.

"Inception" es una película de acción con pretensiones intelectuales que no van muy allá. Alguna de las películas de este director, particularmente "The Dark Knight", "pecan" de lo mismo o también la famosa saga Mátrix. Eso no es necesariamente malo. Si consideramos esas pretensiones como un elemento que pretende agrandar un poco el estrecho espacio que dejan habitualmente persecuciones, peleas y hierbas similares, ya me parece bien. Ahora bien, si pretendemos vender una película de acción como una obra conceptual, como el súmum de las capas argumentales o como una fantástica recreación de los sueños, nos estamos equivocando de director. Porque "inception" no es ni de lejos una obra maestra, ni siquiera la mejor película de Nolan.

El principal problema, y no es pequeño, es la falta de alma de la película, su escasa emotividad. El drama del protagonista no provoca mucho más que indiferencia, mientras que el tiempo dedicado a hablar de los sueños, lejos de desbrozar la comprensión de los fenómenos del subconsciente, tan sólo establece un sencillo andamiaje, un conjunto de parámetros arquitectónicos donde instalar todo el extraño edificio por el que transcurre la historia de Nolan. Ese edificio resultante tiene un cierto encanto, es bonito para dar un paseo y nos ayuda a pasar una entretenida tarde. Sin enbargo, acabado el metraje, poco es lo que queda en nuestra retina o en nuestro recuerdo.

Por lo tanto, "Inception" es una película entretenida, digna de dedicarle tiempo de relax. En cambio como experiencia, no es de las más memorables.

Las expectativas eran altas por descubrir con que película Stallone daría más vergüenza ajena, si con el retorno de Rocky o con el retorno de Rambo. Al final la primera salió mucho mejor de lo que cabía esperar de Sylvester -lo que no quiere decir que sea formidable ni nada de eso, tan sólo que sonroja lo justo-, pero la cuarta de Rambo acumuló suficiente vergüenza por las dos. Para comprender porque es sumamente lamentable, hay que partir de lo fundamental: Rambo no es ningún mito sino un personaje creado por una mente de extrema derecha, ejerciendo funciones de héroe del militarismo en su primera aparición y de superhéroe anticomunista en su segunda y tercera parte. Lo cierto es que, por estilo de vida, Rambo podría ser perfectamente un nazi alemán decapitando judíos en Centroeuropa, pero como el hombre es de otra generación, consagró su vida a la manera de entender el mundo del republicanismo estadounidense de los años 1980.

Pero claro, un superhéroe ha de ser vistosillo y con sus más de sesenta años a Stallone ya no le cae bien el traje de mallas. Sus míticos músculos hace tiempo que son serrín y le salen arrugas hasta en las plantas de los pies, por lo que el soldado perfecto más bien parece aquí por aspecto un discípulo tardío del coronel Kurtz. Para colmo se mete en un argumento absolutamente inverosímil y de manera supuestamente involuntaria se parodia a sí mismo en diversas escenas, como la del arco, en la que parece correr perseguido por los celadores de "Alguien voló sobre el nido del cuco".

Así las cosas, los esfuerzos que hace el resto del reparto para lograr que esto sólo sea otra mala película de acción resultan fallidos. La sombra decrépita de Rambo lo cubre todo, empezando por la inteligencia, el buen gusto y la calidad cinematográfica, y el resultado es una obra, ya no crepuscular, sino podrida, pero a la que increíblemente y contra todo pronóstico no emitido desde la fría máquina de hacer dinero, le espera una secuela. ¿Tan grande es la nostalgia de la infancia, como para que miles de personas pierdan su dinero llenando los cines para ver esta bazofia?