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Críticas ordenadas por:
Yo capitán
Yo capitán (2023)
  • 7,2
    1.691
  • Italia Matteo Garrone
  • Seydou Sarr, Moustapha Fall, Issaka Sawadogo ...
8
Gran película sobre una historia que merece ser contada
Hay ocasiones en las que tras salir del cine, durante esos instantes de trance entre la ficción y la realidad, cuando se esboza un juicio preliminar mientras los créditos se suceden y uno trata de organizar el trasiego de ideas y emociones que han surgido con la narración proyectada, recurro, pocas veces, a la sentencia de "me gusta que exista esta película porque creo que es necesaria". Y esa misma secuencia me ha sucedido al finalizar, a continuación de uno de los planos más arrebatadores del año, Io capitano. Esta intuición por sí sola casi nunca es indicativa de estar ante una gran obra; es una sensación impulsiva que, posiblemente, hable más de mí mismo que de la película. No obstante, en el caso de Io capitano creo que no es solo una buena idea o una historia que merecía contarse, sino que hay argumentos cinematográficos que sustentan su valor propio como film y justifican su reconocimiento en los diferentes festivales y premiaciones en los que ha participado, así como la generalizada buena acogida del público.

Esta odisea homérica, tal y cómo la define el propio director Matteo Garrone*, retrata el drama de la inmigración africana bajo la mirada de dos jóvenes senegaleses con el sueño ingenuo de encontrar el paraíso europeo. A partir de esta síntesis surgen diversas cuestiones que se conectan con la construcción de la mirada. Así pues, el punto de vista del espectador se erige sobre la inocencia de dos chicos de 16 años que deciden emprender un viaje del que los europeos conocemos su final, pero solo intuimos el largo e infausto proceso. A través de esa colisión entre la mirada ingenua de sus protagonistas y el terror de sus vivencias migratorias, la narración permite hilvanar diversos tonos y géneros cinematográficos con gran naturalidad: estructura de road movie y buddy film que entronca con el drama y la aventura, pasando por secuencias propias del bélico, hasta alcanzar cotas de fantasía. En este sentido, uno de los grandes méritos de la película es que, en efecto, todas las partes funcionan y se integran entre sí de forma armónica gracias precisamente a esa mirada que proyecta Seydou, el joven protagonista de la historia que merece un párrafo independiente. El mismo Matteo Garrone, insistía que el enfoque técnico hacia la película era el de hacer un buen trabajo al tiempo que se trataba de esconder el artificio cinematográfico, esto es, a la estela de los maestros del cine clásico, invisibilizar la cámara para fluir con las necesidades de lo que se pretende narrar. Un ejercicio que, tras su visionado, se puede confirmar como satisfactorio. De hecho, Garrone no es un director con un sello autoral demasiado hermético, su filmografía transita, al igual que esta película, entre diferentes tonos y géneros. No obstante, de su autoría se pueden destacar dos aspectos recurrentes que se comunican magistralmente en Io Capitano: la atención a la violencia como producto insalvable de la propia humanidad (Gomorra o Dogman) y la fantasía como vía de escape y fórmula de encuentro con la belleza (El cuento de los cuentos o Pinocchio). No hay estridencias, todo funciona a favor del relato.

Otro de los puntos más destacables de la película se encuentra en el apartado interpretativo, en especial el trabajo de Seydou Sarr. Vivimos en su mirada durante dos horas y, tras acabar la película, todavía permanece**. No existe película sin Seydou Sarr, aunque, curiosamente, el director también contaba que el joven actor estuvo a punto de no acudir a la audición porque se encontraba jugando a fútbol, su verdadera pasión. Hemos de agradecer a su madre y hermana la insistencia, porque nos han brindado la posibilidad de contemplar una interpretación francamente inolvidable.

En definitiva, se trata de una película que, además de necesaria por su capacidad de ahondar en uno de los dramas de nuestra actualidad globalizada, se descubre notable por sus irreprochables fundamentos cinematográficos. Enfrentarse a un relato como este desde una perspectiva europeísta, como la que inevitablemente porta Garrone, es un asunto complejo, ya que cabe la posibilidad de convertirse en un discurso manierista que usurpa el drama y la experiencia ajena. No obstante, el autor es consciente del riesgo y no pretende apropiarse de una situación que no le pertenece para enmarcar su palabra, sino que asume su papel como interlocutor entre dos mundos incomunicados para componer un relato de alerta que se dirige hacia sus conciudadanos occidentales. No es la película que hubiera realizado un africano, pero tampoco lo pretende. Al director italiano le basta con construir sobre dos atributos esenciales, aunque complicados de acatar y transmitir. El primero es narrar desde el respeto hacia ese otro al que mira, como por ejemplo, se demuestra con el importante uso de las lenguas minorizadas africanas o el retrato de ese choque entre los valores y ritos inherentes a la diversidad cultural del continente y las fórmulas occidentales que se transmiten a través de la colonización digital. El segundo consiste en describir a los potenciales espectadores de la orilla privilegiada del mediterráneo desde la honestidad, como en el caso de la trascendental decisión de no exponer la migración como un suceso únicamente derivado de situaciones extremas como la guerra o los desastres naturales, sino como un hecho inevitable de la convivencia global. De esta forma, la película, sustentada sobre la inagotable mirada de Seydou, adquiere esa desbordante forma de cuento terrible de la que nos sentimos partícipes, acompañantes de la ruta. Así pues, es admirable el propósito y la conclusión, ya que sin excesivos recursos melodramáticos, reiterativos o de regocijo sobre el dolor extranjero, el film permite alcanzar de una forma natural el estado reflexivo al que invita Garrone.

No es mi película favorita del año, pero todo lo que se propone está bien llevado. Es una gran película sobre una historia que merece ser contada.
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3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
TÁR
TÁR (2022)
  • 6,8
    8.460
  • Estados Unidos Todd Field
  • Cate Blanchett, Nina Hoss, Noémie Merlant ...
7
Una propuesta reflexiva interesante en una película distante
Me interesa su reflexión, me intriga su protagonista, pero me distancia su narración.

Mi criterio personal no juzga a través de la dualidad buena o mala película, sino que trato de comprender las intenciones y valorar la capacidad de la obra para transmitirlas. En este caso, entiendo que la película trata de constituirse como un ejercicio reflexivo que, sin embargo, no termina de integrarse completamente con la historia que se cuenta. Tár es, ante todo, una tesis introspectiva con forma de película. Esta descripción resulta ilustrativa de lo que son sus mayores logros y, al mismo tiempo, sus mayores debilidades. Me es imposible comprenderla como obra cinematográfica de pleno derecho, ya que, aunque presenta bondades técnicas e interpretativas evidentes, estas no consiguen elevar el relato a un plano de fascinación artística. Considero que la construcción narrativa, haciendo uso de la parábola musical, es ciertamente disonante e impide que la atrevida tesis central trascienda el plano de lo analítico y se consagre como obra narrativa.

Para comprender esta disonancia es necesario comenzar por el posicionamiento reflexivo, la tesis sobre la que se erige la trama. Esta contiene una decisión valiente y, posiblemente, controversial, la de materializar el abuso de poder como una cuestión autónoma y transversal al género. En este sentido, el poder se plantea desde abajo, en términos de Foucault, como una fuerza estratégica que parte desde las desigualdades en las condiciones internas de los sujetos y que existe en tanto que se acciona en las constantes micro-relaciones. A través de este planteamiento emerge el personaje de Lydia Tár, supurando poder y oponiéndose a la sujeción normativa. Desde la primera secuencia, una entrevista en la que se presenta la carrera del personaje, la protagonista, entre otras cosas, queda definida en su supremacía cínica al negar como mujer la naturaleza patriarcal de las instituciones. A continuación, su posición de poder queda nuevamente reafirmada en otra dimensión por contraproposición a la vulgaridad de otro director con el que conversa en un restaurante. Lydia Tár desborda narcisismo y se mira a sí misma como una agente de sentido legítima, con capacidad para interpretar las obras y trascenderlas de forma creativa. Esta premisa es fundamental, ya que es esta comprensión del poder como condición propia lo que confiere al personaje tanto su mayor virtud, el ímpetu artístico, como su mayor defecto, la inmunidad para ejercer el abuso y la tiranía sobre todas sus relaciones.

Tár es una película concebida con inteligencia y construida con precisión para evocar un clima de extrañeza y conflicto con nosotros mismos. El constante paralelismo con la realidad funciona como referencia necesaria para posicionarnos como espectadores. Así pues, del mismo modo que hemos sido testigos de las acusaciones hacia algunos de nuestros ídolos y nos resistimos a admitir la decepción que suponen sus presuntos actos, en la película nos vemos vinculados emocionalmente con una protagonista que admiramos al tiempo que detestamos. Lydia Tár encierra una mirada fascinante, con una capacidad crítica envidiable y una fuerza creativa desbordante. Incluso, en escenas como la llegada al apartamento, en la que calma a su compañera con una delicadeza admirable, podemos detectar, bajo la capa de frialdad que luce con orgullo, un interior profundamente sensible del que emana todo su vigor artístico. No obstante, cómo ya había planteado, desde el primer momento, advertimos una egolatría palpitante, nos sumimos en su nube de superioridad inalcanzable. Desde luego, es un personaje que desprende cierto halo de falsedad e incomodidad, pero del que Cate Blachett se adueña a la perfección, encarnando toda su complejidad y ambivalencia con una empatía sin la que el relato se desmoronaría.
Asimismo, el director, Todd Field, es diestro manejando esa intriga sobre el concepto de verdad y la presunción de inocencia. Nunca conocemos los hechos concretos, tal y como sucede en la experiencia de la vida, todo está encuadrado por los límites de nuestra subjetividad. Al contrario del mecanismo del suspense Hitchcockiano, en esta historia al espectador le faltan piezas del rompecabezas, tan sólo tenemos voces de acusación y la sugerencia de algunas pruebas sujetas a la interpretación. La cámara se sitúa en el presente y, por lo tanto, el pasado queda adscrito a todas los posibilidades que brinda su desconocimiento. Esto, cómo señalaba anteriormente, traslada a la pantalla toda la incomodidad y ambigüedad que surge ante la necesidad de emitir un juicio hacia una personalidad artística admirable como, en este caso, la maestro Lydia Tár. De este modo, la película nos posiciona como espectadores en un limbo sin respuesta moral acertada. La propia cinta, en un ejercicio autorreferencial, nos advierte en un diálogo acerca de la composición de Bach que lo interesante reside en la capacidad para proponer una pregunta, no tanto su resolución, al fin y al cabo, resolver una melodía es siempre un ejercicio de consonancia, dependiente siempre del acorde anterior. A través de esta premisa narrativa, la película nos enfrenta a nuestros propios enjuiciamientos más allá de la ficción cinematográfica. La condena nos pertenece a nosotros, somos los espectadores los que debemos posicionarnos a favor o en contra del destino de nuestra protagonista, del mismo modo que lo hacemos ante casos reales de semejante naturaleza.

Así pues, a pesar del audaz subtexto y el complejo planteamiento reflexivo, la película permanece lejos de la perfección. Personalmente, la frialdad que sentí al alcanzar el final del relato me produjo cierta frustración al abandonar la sala de cine. Intuía que las imágenes que había presenciado contenían algo poderoso, pero me encontraba tan distante y desapegado de la historia que no podía decir con rotundidad que me hubiera gustado...

*Continúa en spoilers sin desvelar nada*
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26 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy pensando en dejarlo
Estoy pensando en dejarlo (2020)
  • 5,9
    9.756
  • Estados Unidos Charlie Kaufman
  • Jessie Buckley, Jesse Plemons, Toni Collette ...
9
Lo universal de lo concreto
La humanidad reducida a un sentimiento de eterna tristeza solo amparada por la casi eterna esperanza.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Joker
Joker (2019)
  • 8,0
    72.251
  • Estados Unidos Todd Phillips
  • Joaquin Phoenix, Robert De Niro, Zazie Beetz ...
9
Smile - Nat King Cole
No sé por dónde empezar esta reseña. Acabo de salir del cine y aún me tiemblan las piernas. Tengo unas ganas incontrolables de volverla a ver para disfrutar y también de comprar la versión doméstica para poderla analizar con detenimiento. Las ideas revolotean sin orden en mi cabeza.

Hagámoslo sencillo. Juguemos como si esto fuera un clásico del blues. Pregunta y respuesta, guitarra y voz.

- ¿Es tan buena como se ha dicho?
- Sí, “Joker” es una maravilla, una experiencia psicológicamente desafiante.

- En serio, ¿cumple con las enormes expectativas?
- ¿No te has enterado de lo que acabo decir? Por supuesto que las cumple, aunque nunca es complaciente. Más bien, podemos decir que las reinventa.

- ¿Y este Joker es mejor o peor que sus predecesores cinematográficos?
- Todos son diferentes. El cómic es un mundo en constante movimiento, Batman lleva 80 años protagonizando historietas, lo que da como resultado una amplia selección de etapas. Una de las facetas que más enriquecen al noveno arte es el hecho de que los personajes no están atados a una sola visión, el personaje está a disposición del autor. Al leer cómics no hay un único Batman o Spiderman, hay miles. Cada autor es libre de expresar y construir al personaje de la manera que personalmente lo interprete. Evoluciona y se adapta a los contextos históricos, a inquietudes subjetivas, a necesidades sociales etc El Joker no tiene origen definido, ese origen está a disposición de su maltratada psyché. Alan Moore creó uno, Paul Dini otro, Christopher Nolan jugaba con ello y ahora Todd Phillips retrata uno nuevo. Hasta DC tiene planeado para este 2019 un cómic de Geoff Johns titulado “Tres Jokers” y que abordará la posibilidad de que el Príncipe Payaso haya sido tres diferentes personas. Al final, lo que importa es el símbolo, todas y cada una de las versiones del personaje aportan un significado nuevo para demostrar la complejidad y profundidad que subyace en El Joker.

- Vale, vale. Qué intensito. Bueno, ¿y Joaquin Phoenix cómo lo hace? ¿Para Oscar?
- Su actuación es una proeza. Siempre me ha gustado su forma de entender la interpretación y el cine. Con “I’m still here” dejó claro que era el actor perfecto para Joker. Se pasó dos años interpretando a un actor en decadencia y en un proceso autodestructivo que quería “ser el mejor rapero del mundo”. Demostró con ello la superficialidad de la industria del espectáculo, todo el mundo se reía de él y nadie trató de ayudarle (¿Os suena todo esto?). Sus cambios de voz, esa forma de partir la cara y gritar auxilio a través de los ojos mientras ríe desconsoladamente, sus andares. Construye algo que duele. Perfecto. ¿Candidato al Oscar? Sí, pero ¿qué más da? Lo importante está ya en la pantalla del cine.

- Tiene buena pinta, y ¿qué hay de la dirección? Todd Phillips tiene una filmografía repleta de comedias simplonas. Seguro que este proyecto se le queda grande.
- Para nada, este es su proyecto. Lo ha creado desde el guión, lo ama, lo respeta y pone todo lo que tiene a su disposición para alcanzar la perfección. Solo hace falta estar atento a la construcción de las escenas y a los colores empleados para darse cuenta de que aquí no solo hay un buen director sino un soberbio autor. En un arte gráfico como el cómic, el color o la ausencia de éste es clave para narrar. Lo primero en lo que uno se percata al entrar en una viñeta es en el color. Frank Miller, icono del cómic y un narrador impecable, no hubiera alcanzado el estatus que posee a día de hoy sin su colorista (y mujer hasta 2005) Lynn Varley. En el cine ocurre igual con la fotografía y la de Joker es una maravilla. Dependiendo de los colores utilizados y de dónde se ubican o cómo se relacionan podemos comprender que está ocurriendo en la cabeza de Arthur Fleck. Tenemos 4 colores clave: azul (melancolía, tristeza, depresión), amarillo (problema, inestabilidad, felicidad), verde (LOCURA) y rojo (pasión, violencia, desorden, CAOS). Todos ellos presentes en el aspecto definitivo de este Joker. Por fuera rojo en su traje, por dentro amarillo en su chaleco, azul en los espejos del alma (ojos) y verde en su pelo, LOCURA en su cabeza.

- Técnicamente parece genial pero ¿qué hay de su mensaje? En EEUU la han masacrado por ello. ¿Tan horrible es? ¡¿Cuántos asesinatos va a provocar esta película?! ¿!Es que nadie va a pensar en los niños!?
- Tranquilo, tranquilo. Para empezar, esto es una ficción al igual que también lo es el humor. Y la ficción es un lugar maravilloso porque tenemos la libertad que el mundo real nos quita por aquello de ser seres sociales. La ficción es el terreno de la exploración y la reflexión. Por favor, hagámonos un favor y no atemos a la ficción a un sesgado código moral. Resulta que Gotham al igual que Springfield es una hiperbolización de nuestra sociedad. En Los Simpsons se aborda desde la sátira y en los cómics de Batman desde una perspectiva sórdida donde los extremos del bien y el mal se encuentran en continuo conflicto. Ambas ciudades son ficciones que sirven como alerta. Que la imaginación cinematográfica retrate a un ser psicópata y violento que se revela contra un sistema que lo margina no significa que eso deba ocurrir en la realidad. Joker es desafiante pero al mismo tiempo es una oda al humanismo y un mensaje de socorro.

- Parece perfecta entonces, ¿cuándo sale la segunda parte? ¿Cuándo se va a conectar con el universo cinematográfico de DC?
- Espero que nunca. No hay necesidad. Estoy cansado de los universos blockbuster. Como fanático del cómic y de los superhéroes añoro cosas más pequeñas, más concretas, más potentes, más autorales...más cómic.

- Tendré que comprobar por mí mismo si todo eso es cierto. Me voy al cine.
- No te arrepentirás, son 2 horas de una experiencia inclasificable. Apaga el móvil y disfruta de... ¿una obra maestra? Podría serlo, tengo que comprobarlo por mí mismo otra vez. Espera, que me voy contigo al cine. La vemos en versión original, eh.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiempo después
Tiempo después (2018)
  • 5,5
    8.168
  • España José Luis Cuerda
  • Roberto Álamo, Miguel Rellán, Blanca Suárez ...
7
Admirando el epílogo del Maestro Cuerda
Soy admirador de Cuerda: lo admiro como persona irónica, lo admiro como director estrambótico, lo admiro como artista enfurecido, lo admiro como mente crítica y lo admiro por su mera existencia. Por todo ello me conmovieron profundamente las palabras de Buenafuente presentando en "Late Motiv", su programa, la nueva película del maestro: "Tiempo después es un milagro solo por el mero hecho de existir". Me enfureció irremediablemente saber que este era un proyecto que Cuerda arrastraba desde hacía mucho tiempo y que nadie se lo había permitido hacer. Tuvo momentos de rendición en los que no veía posible llevar esta historia a su medio, al cine, por lo que en 2015 decidió publicarla en un libro del mismo nombre. Sus amigos e hijos de la comedia le animaron a seguir intentándolo tras comprobar el magnífico potencial de la obra. Algunos de ellos como el propio Andreu Buenafuente y Arturo Valls con sus productoras mediante (El Terrat y Pólvora films, respectivamente) utilizaron su influencia para dar vida a la que quizá y por desgracia sea la última película de un delicado director albaceteño.

Hoy por fin podemos contemplar el resultado de todo ese esfuerzo relatado. Muchos la tildan de decepcionante y sí, es verdad que está un peldaño por debajo de las grandes obras maestras de Cuerda pero mantiene la firme idiosincrasia de una película de Cuerda por lo que jamás podrá ser decepcionante. "Tiempo después" pertenece a esa parte de su universo donde residen "Amanece que no es poco" y "El bosque animado" y se aleja del drama que demostró que también puede realizar en la elegante "La lengua de las mariposas".

Jose Luís Cuerda es al cine lo que Valle Inclán a la literatura: dos almas esperpénticas. Es ácidamente crítica para elaborar su sátira y hace un retrato desmedido de la sociedad. Cuerda ofrece a través de estereotipos su visión de la realidad, y ojalá fuera la nuestra tan divertida. Desglosa las luchas y las problemáticas sociales: evidente se hace en la narrativa principal la metáfora de la lucha de clases ante el denominado "capitalismo salvaje", que endulzada con tramas secundarias y sketches varios flagela con cultas palabras el borreguismo imperante, la filosofía ascendente del hedonismo mal entendido, el papel del funcionariado incompetente con el idiotizado rey a la cabeza, los fanatismos nacionales y religiosos de gran carga hipócrita e incluso la tendencia estúpidamente humana de ser una identidad. Sería un error imperdonable actuar como esa persona en la sala de cine que ante los créditos enunció "menuda tontería de película" mientras se levantaba. Ese comentario demuestra superficialidad en el entendimiento, es insultante para Cuerda (un guionista antes que director con todo lo que eso conlleva) no profundizar en el mensaje de cada conversación o cada detalle.

En la película, a pesar de las grandes ideas e intenciones, se perciben ciertos errores. Destacando por encima de todos la sobregarca de chistes, que aunque producen situaciones realmente graciosas, crean también cierta incomodidad cuando no funcionan. Incluso, a causa de este problema, se pueden llegar a advertir algunas escenas intrusas y determinadas tramas perezosas que diluyen el ritmo narrativo (el impostado triángulo amoroso o la desconectada historia de los barberos amafiosados). Todas estas cuestiones no son exclusivas de esta nueva historia sino que es parte de la filmografía de Cuerda, algunos lo achacan al montaje, yo me ceñiré a recordar unas palabras que ya expuse en un párrafo anterior "el maestro albaceteño es guionista antes que director con todo lo que eso conlleva". Sin embargo, su obra más clásica y por la que siempre será recordado, Amanece que no es poco, es tan sumamente graciosa, exagerada y fresca que todos los problemas se disimulan mejor.

Me gustaría destacar, por último, al elenco coral tan identificativo. Todos son figuras conocidas del mundo de la televisión y del cine y consiguen alcanzar un nivel nada desdeñable que a muchos sorprenderá. Un texto de Cuerda se tiene que interpretar con una carga cómica prácticamente exclusiva del propio director, por eso se hace admirable toda la participación. Son todos hijos de Cuerda, formar parte de "Tiempo después" es un honor que le agradecen con jolgorio y devoción, en cada chiste los actores le dan las gracias ya que un día decidieron que su vocación era la risa tras ver una de sus películas. El único inconveniente apreciable para mí es la incursión de Roberto Álamo en el papel principal, siendo un buen actor como demostró en "Que Dios nos perdone", le sobra rudeza, echo en falta un arquetipo de inocencia al estilo de Tito Valverde como Geraldo en "El bosque animado".

No es perfecta pero tampoco lo necesita, es una película por encima de la media con un estilo particular marca de la casa que además se permite el lujo de transmitir delicadas y profundas reflexiones envueltas de risa. Ya lo dijo Christopher Nolan "el único género con el que nunca me atreveré a trabajar será la comedia ya que el arte de hacer reír es el más complicado". Por eso hemos de dar gracias a Cuerda por contarnos algunos buenos chistes y regalarnos como en todas sus películas más de un par de frases que calan en el alma.

Un placer y nos vemos un "tiempo después"... espero.
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36 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
Star Wars: Los últimos Jedi
Star Wars: Los últimos Jedi (2017)
  • 6,1
    43.086
  • Estados Unidos Rian Johnson
  • Daisy Ridley, John Boyega, Adam Driver ...
5
RELATO DE UNA DECEPCIÓN
Y llegó el día. No el día de disfrutar y volver a ser un niño con Star Wars sino el día en el que Star Wars hizo algo imperdonable. Fuimos al cine pensando en la espectacularidad, la emoción, el sentido…y la coherencia. Salimos imaginado haber estado soñando durante dos horas y media.

Reconozco que no fui un gran defensor del episodio VII. No tengo ningún problema en decir que hasta fui crítico con todos esos errores sometidos a análisis por mucha gente, demasiada. Sin embargo, y tras varios visionados la película me fue ganando y emocionando. Llegué a aceptar la doble moralidad de Kylo Ren como una virtud, la sorprendente cualidad de Jedi de Rey como fruto de un entrenamiento que más tarde veríamos, la (casi) no aparición de Luke como un recurso narrativo para mantener la tensión y el misterio, el nada disimulado paralelismo con el episodio IV como parte necesaria para la formación del héroe… Lo acepté todo como una semilla que veríamos convertirse en una bella y firme flor que crecería en los siguientes episodios. Y conseguí que me gustara, que me entusiasmara y deseara seguir la nueva aventura que se fraguaba en Disney.

Rogue One no hizo más que aumentar mi ilusión. ¡Cómo me encantó esa película!. Tenía todo lo que necesitaba una película de Star Wars. Darth Vader consiguió volver a dar miedo 50 años después, los personajes desprendían pasión, la historia seguía un hilo argumental sencillo pero vibrante, las batallas galácticas que hicieron grandes a la trilogía original volvían a ser hermosas y emocionantes…Parecía que la gente encargada sabía lo que era Star Wars y como se tenía que plasmar. Todo indicaba como consecuencia que el episodio VIII sería impecable como película de la saga, la luz se cerniría sobre la obscuridad y recuperaríamos el equilibrio en esta nuestra galaxia cinematográfica.

Estaban los ingredientes, el estilo, el dinero e incluso los fans habían sido recuperados. Y tras salir del cine lo único que puedo decir es ¿qué ha pasado? Mi entusiasmo era completo y ahora me siento incluso enfadado.

Si tuviera que elegir una palabra del diccionario para definir este nuevo episodio escogería “traidor/a”. Podría perdonar errores como ya hice con la falta de imaginación del episodio VII al crear la cansina tercera estrella de la muerte pero en este episodio es diferente, el fallo va más allá y se convierte en un hábil puñal afilado. Star Wars se ha convertido en un fenómeno social gracias a dos cosas: los efectos visuales y los personajes. En el VIII capítulo los primeros deslumbran creando espectáculo y los segundos se hunden en la oscuridad arrebatando el alma a este universo. Creo que el trato que reciben aquí todos los personajes es realmente pobre y en muchos casos decepcionante. Son incoherentes con lo que conocemos y se desarrollan de una forma traidora. Algunos dirán que sorprenden y aportan novedades, yo soy incapaz de comprender semejantes afirmaciones. Estas personas creo que se olvidan de que Star Wars es un mundo cuidado con sentido narrativo y coherencia. Las acciones de los personajes han tenido mucho valor a lo largo de toda la saga y en este episodio a pesar de buenas intenciones nos encontramos con cambios de personalidad y tramas apresuradas.

Lo que encontramos aquí es un ansia desbordante por sorprender. Se recurre entonces a desmontar todo lo que se había construido previamente para crear una novedad que no corresponde. Según tengo entendido las historias se forman a base de sobreponer acontecimientos consecuentes. Tengo la sensación, como ya he dicho antes, de que por culpa de esto los personajes han sido traicionados en su naturaleza y evolución. Estas palabras parecerán delirios de un crío apasionado y ojalá fuera así, soy el primero que quería que le gustara pero resulta un auténtico desastre.

La película, sin embargo, no se queda ahí y acumula errores hasta que saltan los créditos. Uno de estos es una historia torpe e incluso estúpida que se alarga, satura y aburre. La narrativa dista de ser ejemplar y nos aleja de la emoción que corresponde a un episodio de Star Wars. Nos sentimos atascados ya que se olvidan de la necesidad de que el espectador esté implicado para tirarnos imágenes a la cara sin más propósito que rellenar. Sinceramente, no me importa lo más mínimo toda la trama de la Resistencia y la Nueva Orden.

Por último a destacar, la falta de imaginación y la vuelta a calcar (otra vez) los episodios originales. Esta vez intentan despistar inútilmente mezclando “El Imperio contraataca” y “El retorno del Jedi”: El refrito ya no cuela y menos si se hacen tan poco disimuladamente. Hay partes en las que extraen toda una escena y la incorporan paso a paso. Diálogos, movimientos, acciones, encuadres…TODO. Lo consentí en “El despertar de la Fuerza” porque al menos ahí se hacia medianamente disimulado pero ya me es imposible de soportar.

No todo es malo, por supuesto. Visualmente mantiene un estilo impecable que nos hace descubrir nuevos mundos y criaturas. Además hay un par de escenas que muestran un atisbo de lo que podría haber sido…y por desgracia no fue.

Tras escribir esto me quedo sin fuerzas, completamente derrotado por el Lado Oscuro. Mi enfado ha desembocado en tristeza. No me quito de la cabeza ese momento en que las letras azules ocupaban la galaxia de la pantalla mientras Jonh Williams nos deleitaba con su grandiosa composición clásica, ese triste momento en el que el cine aplaudió.

Siendo un tanto populista me doy el lujo de parafrasear a Padme en el episodio III “La venganza de los Sith”.

“Así es como muere la saga, con un estruendoso aplauso”.
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8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Perfectos desconocidos
Perfectos desconocidos (2017)
  • 6,4
    39.924
  • España Álex de la Iglesia
  • Belén Rueda, Eduard Fernández, Ernesto Alterio ...
4
Innecesaria...
Creo que esa simple palabra de cinco sílabas resume a la perfección mi opinión por esta película. Considero a Perfectos Desconocidos un producto comercial sin más sentido de ser que de recaudar un buen pastizal en taquilla. Y sinceramente me arrepiento bastante de haber entrado en su juego y haberle regalado una parte de mi sueldo.

Como muchos sabréis esta película es un descarado remake de la película italiana Perfetti sconosciuti de Paolo Genovese. Esta película original se estrenó hace apenas un año y de hecho en Italia cosechó un gran reconocimiento llevándose el premio David di Donatello a mejor película. Conociendo estos datos imagino que ya os habréis dado cuenta de por dónde va mi crítica. ¿Teniendo esta cinta italiana para qué hacer una versión española? La única respuesta que se me ocurre es que el grueso de público hispano-hablante es demasiado vago como para interesarse por el gran cine italiano que tanto ha regalado al séptimo arte. Y ni siquiera eso es una respuesta, es una pequeña reflexión que justifica muy mínimamente la existencia de Perfectos Desconocidos.

Me cabrea bastante que los deshonestos directivos de Mediaset se atrevan a publicitar esto como la nueva película de Alex de la Iglesia cuando conociendo lo mencionado en el párrafo anterior sabemos que no es más que un producto de encargo. Y aún me indigna más que uno de los que considero mejores directores en activo del cine español se preste a ser el títere de esta farsa.

Es obvio que no es una mala película porque parte de una materia prima realmente buena pero no puedo evitar puntuarla con un suspenso. Al menos si Alex de la Iglesia hubiera arriesgado un poco y hubiera llevado la historia por su propio sendero tendría algún valor. Sin embargo, el aclamado director reproduce pieza a pieza la cinta en la que se basa sin aportar una nueva visión o una nueva forma de entender la historia. Mismos personajes, mismas situaciones, mismo desarrollo e incluso mismos diálogos. ¿Suprime un par de cosas y añade alguna tontería y ya se puede considerar una nueva película? Lo siento pero no. Además las pequeñas modificaciones lejos de aportar molestan y entorpecen, es decir, lo poco que se cambia la hace peor película (ver en spoiler). No entiendo por más que lo intente la necesidad que había de realizar esta obra a la española.

Aspectos técnicos, ¿qué queréis que os diga? Están bien. El elenco se desenvuelve bien a pesar de que no considero ninguna actuación realmente destacable. La fotografía consigue que algunas escenas con la luna sangrante sean muy interesantes a la vista. Los movimientos de cámara son simples pero acertados en todo momento. Y la música, bueno, la música digamos que no entorpece la película y simplemente cumple con su cometido.

En fin, una película que sinceramente no recomiendo que vayáis a verla al cine. No dejéis que Mediaset os vuelva a engañar vendiendo una moneda como si fuera de oro y que al final es de insaboro chocolate industrial. Alex de la Iglesia ofrece aquí la versión más comercial y menos personal de su carrera ya que calca una película que ya estaba bien escrita, bien rodada, bien actuada y sobre todo bien desarrollada. Mi recomendación, es que busquéis la película original y disfrutéis de una cinta interesante y ORIGINAL que de verdad tiene sentido de existencia.
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310 de 493 usuarios han encontrado esta crítica útil
Batman v. Superman: El amanecer de la Justicia
Batman v. Superman: El amanecer de la Justicia (2016)
  • 5,5
    37.410
  • Estados Unidos Zack Snyder
  • Ben Affleck, Henry Cavill, Amy Adams ...
6
CURIOSIDADES Y GUIÑOS
Todo se ha dicho de esta película épica pero con un guión agujereado. La discusión está en marcha y yo no me voy a meter ella por eso traigo unas cuantas curiosidades (easter eggs) para quién quiera profundizar un poco más en ella. Estoy seguro de que algún friki más como yo habrá por aquí. Los easter eggs los dejo en la sección de spoiler por razones obvias

Solo decir y/o aclarar que como seguidor de cómics, me ha gustado mucho a pesar de esos inconvenientes ya repetidos tantas veces.
Empezamos por dos referencias sin spoiler al inicio de cada héroe.

-En un momento de la discusión que Perry tiene con Clark, le dice: “Podrías tener ideales si estuviéramos en 1938”. Una clara referencia a la fecha de aparición de Superman en el primer número de Action Comics.

-En la escena en la que vemos a Batman por primera vez, escuchamos que a los dos oficiales de policía les han avisado de “un incidente con disparos en el nº 1939 de la calle…” 1939 es el año en el que apareció Batman en el número 27 de Detective Comics.

Una referencia a algo que todo el mundo conoce.

-La pistola enganchada al collar de perlas de Martha Wayne es una referencia visual tomada del cómic The Dark Knight Returns, de Frank Miller.
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124 de 143 usuarios han encontrado esta crítica útil
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