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Críticas ordenadas por:
El hombre más buscado
El hombre más buscado (2014)
  • 6,2
    9.528
  • Reino Unido Anton Corbijn
  • Philip Seymour Hoffman, Willem Dafoe, Rachel McAdams ...
7
El oficio de espía II / Despedida entre cigarrillos
Nueva adaptación del célebre John le Carré, escritor que en general ha tenido mucha fortuna en la traslación de sus novelas de espías al cine. "El hombre más buscado", ya desde sus primeras secuencias, huele a Le Carré por los cuatro costados: un mundo del espionaje frío, sórdido, a años luz de cualquier tipo de glamour o elegancia, cuyos componentes son tipos grises hastiados de sus vidas y de sus profesiones. Anton Corbijn vuela más alto que con "El americano", y logra una adaptación fiel al espíritu y la atmósfera del escritor. Su película recuerda poderosamente a "El topo", la anterior adaptación, ya que, aunque aquella estuviera ambientada en plena Guerra Fría en los años 60 con la URSS como némesis y ésta se sitúe en la actualidad con el yihadismo internacional como antagonista invisible; las coordenadas emocionales y argumentales son las mismas. Allí estaba George Smiley y aquí está Günther Bachmann, ambos espías a su pesar, pero eficientes, sobrios y con un pasado doloroso que, en el caso del alemán, a veces resurge del fondo del tercer whisky o entre el humo del vigésimo cigarrillo de la mañana. La película nos sitúa en Hamburgo, nido de terroristas islámicos desde lo del 11-S, adonde llega un silencioso musulmán que se convierte en el hombre más buscado para todo el mundo: el servicio secreto alemán, la CIA y la policía alemana. Todos con sus motivos, pero Bachmann sospecha que este musulmán, con lazos con el yihadismo, podría ponerse en contacto con cierto filántropo y hombre de negocios también musulmán, alguien dedicado a obras benéficas, pero sobre el cual recaen dudas acerca de si podría estar financiando al terrorismo mediante empresas tapadera.

La película tiene dos vertientes. Por un lado, como dije antes, es de nuevo un retrato frío y desolador del mundo del espionaje, mostrando el oficio de espía como algo ingrato, desagradecido, que obliga a personas honradas a hacer cosas que no desean hacer, y donde los intereses gubernamentales o políticos pasan por encima de cualquier tipo de derecho humano. Al mismo tiempo, la película es, desde el principio hasta el final, Philip Seymour Hoffman. La verdad es que su despedida final (su papelito secundario en "Los juegos del hambre" no lo cuento) es dignísima y a la altura de su ya legendaria e inolvidable carrera. Seymour Hoffman se mimetiza con su personaje y compone a un Günther Bachmann, acento alemán incluido, que fuma cigarrillo tras cigarrillo y que está hastiado de ese mundo. Exiliado en la gris y fría Hamburgo tras un error trágico en su pasado, Bachmann deambula por pasillos y oficinas mientras realiza su trabajo eficazmente pasando de jefes y superiores, a los que odia y no hace la pelota. Mientras la trama gira y se enreda en torno al misterioso musulmán checheno y sus conexiones con cierto dinero depositado en un banco, Bachmann juega sus cartas y lidia con jefes y superiores, e incluso hasta con enviados de la CIA (Robin Wright) que van a su bola y con sus propios planes. Y Seymour Hoffman da en el clavo con su personaje destartalado, fumando sin parar, mal afeitado y cansado de todo ese mundo y el cinismo que le rodea. Bachmann no es Smiley, pero ambos representan al profesional del espionaje en toda su amplitud: eficaces e inmejorables en su oficio, pero casi sin vida privada ni ninguna expectativa en su futuro que les permita superar el gris presente que viven.

Lo cierto es que esta película no alcanza la hondura que sí tenía la dirigida por Tomas Alfredson. Quizá porque aquella tenía una galería de personajes fabulosa que ésta no tiene, y que servían para retratar no ya solo un oficio, sino un tiempo, una época y una atmósfera muy concretas. Aquí la trama es interesante, pero de los secundarios sólo el de Rachel McAdams, el de Nina Hoss (esas miradas y gestos hacia Bachmann que revelan toda una historia detrás) y, por supuesto, el musulmán que interpreta Grigoriy Dobrygin, tienen verdadero poso y ofrecen varias lecturas. Por ello, toda la investigación navega a velocidad cadenciosa y lenta con imágenes potentes y una fotografía encomiable, y aplicando un ritmo que poco a poco va yendo a más según transcurre el metraje, hasta llegar a un final de gran tensión y suspense que cierra el círculo y deja a Bachmann ante la constatación de su presente y su futuro.

En fin, sin llegar a la altura dramática de "El topo" o "El jardinero fiel", esta adaptación resulta estupenda y logra captar la esencia pesimista y triste de las novelas de Le Carré, con un tema de permanente actualidad como el islamismo radical en Europa, con actores conocidos y muy en sus papeles (aunque alguno, como Daniel Brühl, solo tengan dos o tres líneas), pero sobre todo, con alguien que es ya mito del cine como Philip Seymour Hoffman, actor que será recordado para siempre y que aquí se despide del buen cine y de las grandes interpretaciones con una última clase maestra sobre cómo se construye un personaje desde la mirada, los gestos y el interior. Una muy recomendable película.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cristiada
Cristiada (2012)
  • 5,5
    740
  • México Dean Wright
  • Andy García, Oscar Isaac, Mauricio Kuri ...
5
Santos inmaculados y villanos sádicos. Maniqueísmo a la mexicana.
Torticera, manipuladora y tóxica recreación del famoso episodio de la historia de México sobre las Guerras Cristeras. El argumento era, en cierto modo, atractivo para que un guionista y un director en condiciones pudieran realizar una aproximación objetiva, racional y reflexiva sobre este turbulento episodio. Obviamente, el director Dean Wright no es que lo intentara: es que se ha tirado, y de cabeza, a la peor versión que podría realizarse sobre este acontecimiento. Al acabar la película, no pude dejar de recordar otro caso parecido: el de "Encontrarás dragones", es decir, un proyecto con todas las papeletas para caer en la exaltación cristiana y católica de mártires y héroes contra malvados ateos y rojos. Esta película también fue un fracaso, pero a mí me pareció bastante decente y bastante mejor de lo que me esperaba. ¿La razón?. Que esta la dirigió un auténtico cineasta como Roland Joffé (aunque sí, ahora ya no es lo que fue y deambule con proyectos de Tercera División), que supo dar a la película un tono serio, didáctico, nada maniqueo y sí hasta cierto punto objetivo. Y "Cristiada" ha sido dirigida por un debutante, un especialista en efectos especiales de Hollywood. Y eso ha sido como dejar un frasco de nitroglicerina en manos de un enfermo de Parkinson.

Siendo como es la película más cara jamás producida por la industria cinematográfica mexicana, la factura es bastante buena, una conseguida ambientación del México de los años 20 y una galería de buenos actores que, la verdad sea dicha, es lo mejor de la película. Cualquier bodrio se pasa mejor si vemos por ahí a actores tan sólidos como Bruce Greenwood, Peter O'Toole, Oscar Isaac o Catalina Sandino Moreno. Lo de Eva Longoria, que sale en dos secuencias cortitas, es de risa, y la incluyen en el póster en un lugar preponderante en detrimento del mencionado Isaac, con un papel mayor. En fin... ¿y el guión, la historia?. Pues una producción que habrán aplaudido en masa la Conferencia Episcopal, el Vaticano y cualquier obispo que la haya visto. Uno no es experto en historia mexicana ni en ese episodio en concreto, pero no hace falta para ver lo evidente: la película toma descaradamente partido por los cristeros y los defensores de la Iglesia frente al Gobierno Federal del presidente Calles. No es que ello sea malo per se, sino que jamás y prácticamente en ningún momento se toma la más mínima molestia en juzgar a ambos bandos en igualdad. Los cristeros son santos, héroes, bondadosos, valientes y justos; mientras que los soldados del ejército son mero ganado que muere en masa ante las (santísimas) balas de los rebeldes. Y el presidente Calles (Rubén Blades hace lo que puede para no convertirlo en un villano de cómic y otorgarle algún atisbo de profundidad) es un déspota diabólico que sólo buscaba muerte y destrucción por doquier. Pues muy bien.

Así, durante los larguísimos 142 minutos, vemos cómo cualquier atisbo de objetividad o de al menos retratar con humanidad a los dos bandos (como en cualquier guerra: en ambos lados, siempre hay desequilibrios, injusticias y sangre) casi desaparece nada más verse: por ejemplo, en ese guerrillero cínico que da vida Oscar Isaac, o en el mismo general Gorostieta. Ambos personajes, junto con el presidente de México, eran los que podrían haberse desarrollado más, haberles dado profundidad y convicciones o dudas ante lo que estaba haciendo. Pues nada.

En fin, el tal Dean Wright, como buen debutante con mucho presupuesto, comete muchos errores típicos de debutantes con mucho presupuesto en sus manos: abuso hasta el vómito de cámaras lentas (supongo que lo vio en las películas de Sam Peckinpah y decidió que quedaban muy bien), una dirección de fotografía de telefilme, escenas de batallas aburridas y sin ninguna emoción, y varias secuencias de vergüenza ajena.

Con todo el presupuesto gastado, podrían haberse evitado a Eva Longoria y a algún que otro secundario con escena de medio minuto (¿qué pinta por ahí Bruce McGill?), y haber contratado a un guionista de verdad. De todas formas, el público pío y creyente (que no sea demasiado cinéfilo o conocedor del medio, claro) aplaudirá la película con las orejas: los cristeros gritan "Viva Cristo Rey" casi cada tres minutos de película, sin exagerar; las secuencias del niño José, casi un Marcelino mexicano trasmutado (Vía Crucis incluida, con bastante poco sutileza) en Jesucristo, cuyos padres, por cierto, son mostrados como auténticos retrasados mentales que dejan ir a su hijo de diez años a la guerra con una sonrisa y un cachete; el sacerdote que quema un tren con sus pasajeros dentro debido, vaya por Dios, a un "descuido"; esos créditos finales con descripciones larguísimas e interminables de los personajes reales, que enumeran hasta el hartazgo todas las beatificaciones que tuvieron la mayoría de manos del Papa; etc, etc.

Lo único reseñable en este panfleto católico es, como dije antes, la factura, casi todos los actores (lástima de último papel sin sustancia del eterno Peter O'Toole) y una excelente partitura de James Horner, que el director, eso sí, se encarga de ponernos machaconamente en las secuencias más sensibleras y lacrimales. Como documento histórico no vale un pimiento y seguro que, para los interesados en el episodio de la Guerra Cristera, hay excelentes documentales que serán bastante más ecuánimes y objetivos sobre este asunto. Película especialmente indicada para fervorosos creyentes, fans de Andy García, fans de James Horner o para curiosos amantes de la Historia. Los demás, absteneos.
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2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El topo
El topo (2011)
  • 6,4
    24.317
  • Reino Unido Tomas Alfredson
  • Gary Oldman, Colin Firth, Tom Hardy ...
8
El oficio de espía
Compleja y no apta para todos los paladares adaptación de la novela de Le Carré. Con una narración extremadamente pausada y cuidadosamente fragmentada, Alfredson nos sumerge en la psicología del espía, en sus paranoias y sus silencios, en su rutina y en sus desventuras. No hay persecuciones de coches ni explosiones, sino los rostros y las almas al descubierto de una serie de personajes aislados, con sentimientos aislados y ocultados por su propio trabajo. La Guerra Fría, el topo infiltrado, las deserciones o las traiciones en un bando y en otro son casi lo de menos, casi un macguffin que permite al director y a los guionistas, ayudados por la atmosférica y densa música de Alberto Iglesias, irradiar una frialdad casi polar en el mundo del MI6 y sus secretos. Ayuda la puesta en escena, deliberadamente gris y decadente, con pisos y casas completamente anodinos (incluso la misma sede del MI6 parece una oficina del montón, a excepción de la habitación secreta donde se reúne la cúpula de la organización). Incluso se opta por pasar de planos "postales", tan típicos en las películas cuando la acción transcurre en ciudades pintorescas, y Londres, Estambul y Budapest casi salen desapercibidas.

Decía antes que no es apta para todos los paladares, y es que el filme pide al espectador concentración absoluta, porque su narración fragmentada juega con flashbacks (bien hilvanados) entre varias historias protagonizadas por varios personajes, que el protagonista, George Smiley, va uniéndolas poco a poco. Y son microhistorias tan apasionantes como la principal, puesto que descubren la turbiedad y el sacrificio que requiere el oficio de espía (y más durante los convulsos años de la Guerra Fría), y permiten al espectador acceder a las torturadas personalidades de sus protagonistas. Particularmente destacan las desventuras de Tom Hardy en Turquía con la espía rusa (un destello de lirismo y emoción en medio de la fealdad y frialdad de la película), y sobre todo la de un enorme Mark Strong, espía torturado (física y emocionalmente) que cobra toda la importancia de la película hacia el final. Y es que esencialmente, ésta es una película de actores, porque cada personaje, en mayor o menor medida, tiene construida su personalidad, sus motivaciones íntimas dentro de ese tiovivo gélido que es el MI6. El doble rasero miserable de Toby Jones, la eficiencia y el desconcierto de Benedict Cumberbatch, los secretos tras un cuidado cinismo de Colin Firth y los ya mencionados Hardy y Strong. Por encima de todos ellos, Gary Oldman, la misma gelidez hecha carne, la eficacia burocrática y paciente que buscará incansablemente al topo infiltrado. Un hombre de muchos silencios y muchos desencantos, que en puntuales miradas y en mínimos gestos, deja a veces entrever una furia interior (bien por la caída que tuvo años atrás junto a su ex-jefe John Hurt, bien por saber que ha anclado su vida y su futuro a un oficio desagradecido), parapetada y oculta a través de sus gestos y sus grandes gafas.

Hombres todos ellos hastiados, insatisfechos con sus vidas unos, y miserables otros con su indiferencia. Si se consigue entrar, poco a poco, en el alma de la película y en su narrativa, la atmósfera va calando poco a poco en el espectador, y hasta el mismo argumento, que hasta entonces había que hacer encajar como piezas sueltas de un puzzle (ejercicio, como digo, que requiere paciencia y mucha atención), va cobrando sentido. Aun así, en una jugada arriesgada e inteligente, Alfredson deja algunos huecos e interrogantes al propio gusto del espectador. Es la antítesis del cine mascado y sobreexplicado de espionaje de cualquier Bond o de cualquier misión imposible, porque es el propio espectador el que debe llenar algunos agujeros con pistas y datos desvelados a lo largo del metraje. Sospecho que ésta es de las películas que necesitan y que ganan con un segundo y tercer visionado. Con todo, yo sí que entré en la atmósfera y en el juego mental de la trama, y el final de la película supone todo un disparo al cerebro y al corazón, un lamento en forma de último trozo de un flashback que va a apareciendo en trozos casi desde el principio (una fiesta con todos los protagonistas, en un pasado no muy lejano, donde todos eran más humanos), y la conjunción de ese flashback con la imagen de Mark Strong con un rifle, al son de la canción "La Mer" suponen todo un resumen de la misma alma y significado de lo que nos han contado. Compleja, intrincada, fría, emocional, mental, tensa, laberíntica y actoral, sin duda, una de las películas del 2011.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excalibur
Excalibur (1981)
  • 7,3
    26.179
  • Reino Unido John Boorman
  • Nicol Williamson, Nigel Terry, Cherie Lunghi ...
10
Un crítico en la corte del rey Arturo
El mito es un jinete con armadura apareciendo entre jirones de niebla. La leyenda, una espada volando por encima de la superficie de un lago. La magia, árboles floreciendo al paso de un grupo de caballeros al galope. Lo místico, un barco perdiéndose en el horizonte llevando el cuerpo de un rey.

Hoy en día, en una época donde se destila el hiperrealismo y la fantasía convertida en algo cercano, palpable y mundano, una película como "Excalibur" no encontraría su sitio y probablemente sería incomprendida (leyendo ciertas críticas de la gente, menos dudas tengo al respecto). Pocas películas recogen la misma esencia del mito y la leyenda y son capaces de transmitirla como la de John Boorman. Pocas películas concentran tantos elementos que encajen y transmitan conjuntamente tiempos lejanos y fantásticos, sin edad, sin fechas.

Boorman (y su guionista Rospo Pallenberg), su director de fotografía Alex Thomson y el compositor Trevor Jones son los tres responsables que consiguieron crear perfectamente ese lugar remoto de nuestros subconscientes donde héroes legendarios habitan en sus propias leyendas. La leyenda de Arturo y la Mesa Redonda, tantas veces transmitida en celuloide (y con los más variados registros, desde la solemnidad sui géneris de Bresson, el puro espectáculo hollywoodiense de estudio de los años 50, hasta la animación o la blandenguería a lo Richard Gere) encuentra aquí el vehículo perfecto para transmitir todo su romanticismo desaforado, sus recovecos oscuros y el retrato de unos personajes a medio camino entre el ideal de caballería típico de los cantares de gesta y la autoconciencia de los seres mitológicos a medio camino entre los hombres y los dioses. Con tintes incluso junguianos en determinados momentos donde animales y elementos naturales revelan el espíritu de sus personajes.

Si a la obra de sir Thomas Malory le damos una capa de romanticismo típicamente decimonónico, implícito en las óperas de Richard Wagner, (cuyos fragmentos musicales de "El anillo del nibelungo" y "Tristán e Isolda" jalonan y vertebran secuencias enteras de la película), tenemos la versión más completa y profunda sobre el mito artúrico que jamás se ha hecho. Boorman buscaba retratar a Arturo, Merlín, Ginebra y Lancelot como seres perplejos ante su realidad, ante el conocimiento de ser mortales con sentimientos y pasiones humanas con un pie en la leyenda y últimos vestigios de unos tiempos lejanos y extraños que tocarían a su fin (la llegada del cristianismo y el único Dios). La película es, pues, un relato de tintes operísticos (interpretaciones semi-teatrales, decorados enormes, ambiente irreal y atemporal, diálogos cuidadosamente arcaicos) que fluye en intervalos de oscuridad-luz. Desde unas primeras secuencias oscuras y bárbaras con la concepción de Arturo, hasta el surgimiento de Camelot y el reinado de Arturo, pasando por su caída y su posterior renacimiento glorioso y canto de cisne final.

Al uso fabuloso y milimétrico de la música de Wagner (y el propio score de Trevor Jones) se le une un reparto completamente británico en permanente estado de gracia, donde Nigel Terry compone y crea el Arturo definitivo, doliente, humano y semidiós; y Cherie Lunghi y Nicholas Clay forman con él un triángulo de pasión desbordada. Nicol Williamson roba todas las escenas que protagoniza, su Merlín es alguien que se sabe no humano, pero que se mira a sí mismo con cierta ironía y guasa, sabiéndose poseedor de una magia y una tradición a punto de desaparecer (error en el que cae la malvada Helen Mirren, cuyas ansias por tener esa magia le hacen olvidar lo efímero de ese poder).

Con escenas para el recuerdo, como el prólogo nocturno en el bosque, la creación de la Mesa Redonda, las apariciones de la Dama del Lago y el inolvidable final, "Excalibur" no sólo es la mejor adaptación de la leyenda artúrica. Es una de las pocas películas en las que, a través de sus imágenes, sus personajes, su música y su aliento, se palpa y se saborea la Leyenda y el Mito casi en su esencia pura y libérrima, atemporal e infinita.

En el SPOILER resuelvo el misterio del título de esta crítica.
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47 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mayerling
Mayerling (1968)
  • 5,5
    339
  • Reino Unido Terence Young
  • Omar Sharif, Catherine Deneuve, James Mason ...
5
Folletín austro-húngaro servido con salsa francesa y especias egipcias
Intento fallido de retomar las esencias folletinescas y rosas de la Viena austro-húngara, esta coproducción anglo-francesa toma como punto de partida la enigmática historia (real) del romance entre el heredero al trono del Imperio, el archiduque Rodolfo y la baronesa María Vetseva, con las tensiones sociales de fondo del vasto territorio centroeuropeo. Con un fastuoso despliegue de decorados y vestuario, y un elenco formidable de actores de primera fila, la cinta falla en lo primero en donde no tenía que fallar: director y guión. Terence Young, conocido en aquellos años por dirigir las primeras aventuras de Sean Connery como James Bond, venía de realizar una estupenda película, "Sola en la oscuridad", pero el Imperio austro-húngaro le vino demasiado grande. La película comete el pecado de ser larga y no aprovechar esos 140 minutos adecuadamente para reconstruir con veracidad las tensiones entre el emperador y su heredero, y los dilemas morales que el romance de éste provocó.

Escribiendo él mismo el guión, Young demuestra estar muy lejos de ser David Lean o Franklin J. Schaffner para dotar de solidez, armonía y calidad a la historia, y acaba aburriendo con largos parlamentos que los actores recitan. Uno se distrae con el vestuario, el ambiente decimonónico aristocrático, la buena banda sonora de Francis Lai, el porte de Omar Sharif o los valses que se marcan de cuando en cuando, pero no se llega a sentir la pasión o la angustia de los dos amantes. Principalmente porque Catherine Deneuve tiene cero química con el pobre Sharif, y su actuación es fría y sosa. Sería más creíble convirtiéndola en amante del iceberg que hundió al Titanic.

La película, entre bostezo y bostezo, se eleva algo cada vez que salen en escena los magníficos James Mason y Ava Gardner, que aportan algo de brillo a esta superproducción desvaída y poco consistente. El fondo político e histórico, algo que hubiera dotado de vida al argumento, queda reducido a un par de escenas y poco más, algo impensable en los anteriormente mencionados Lean o Schaffner. Así, la película se pierde en el cajón de "lo que pudo ser y no fue". Una pena.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Oro negro
Oro negro (2011)
  • 5,7
    2.168
  • Francia Jean-Jacques Annaud
  • Tahar Rahim, Antonio Banderas, Freida Pinto ...
7
"¿Es que piensan instalar un Parlamento en este país?"/"Pregúnteme eso cuando tenga un país"
Resulta curioso el evidente ninguneo que ha sufrido "Oro negro" en su paso por las salas españolas. Vaya eso por delante de todo lo demás, porque lo que apuntaba como un estreno comercial, una cinta de aventuras con cierto sabor añejo, con director conocido y estrella conocida (y local), ha tenido un paso discreto. Eufemismos aparte, lo cierto es que no ha interesado a casi nadie (ha durado dos semanas, terminando arrinconada en una o dos salas diminutas), quién sabe, tal vez porque no atrae en estos tiempos ver una película de jeques y sultanes y arenas del desierto si no es con humor barato, protagonista enseñando bíceps o 250 millones de presupuesto (sí, estoy pensando en "Prince of Persia"), y aquí no lo hay. Cosas que pasan en la ancha Castilla.

Terminado este prólogo aclaratorio, tengo que reseñar dos sensaciones: lo enorme que hubiera podido ser esta película con otro guión, y la admiración que me producen cineastas como Jean-Jacques Annaud. La película, en su conjunto, es un buen ejemplo de aventuras con trasfondo político, cine que aúna entretenimiento y cierta reflexión. O sea, cine que escasea mucho hoy en día. Annaud no pretende llegar a cotas de otras cintas ambientadas en el desierto, caso de la mismísima "Lawrence de Arabia" (a quien pertenece la frase que da título a la crítica), o "El viento y el león", película, por cierto, con la que comparte muchos puntos en común. Pero sí que intenta, a partir de esquemas melodramáticos, llegar a una reflexión sobre el propio pueblo árabe y musulmán, y sus relaciones con Occidente, más allá de su península.

Annaud se sirve de la historia de dos hijos de un sultán que pasan a ser tutelados por su enemigo para poder mantener una tregua respecto a cierta parte del desierto, situada entre los territorios de ambos reyezuelos. A través de la historia, trufada de momentos románticos, protagonizados por la bellísima Freida Pinto, dramáticos y levemente humorísticos, el director hace fluir el metraje con presteza hasta el momento en que hace su aparición el oro negro en plena tierra de nadie. Y los mejores momentos de la película empiezan a partir de ahí.

Lo peor de la película, lamentablemente, es su propio guión. Menno Meyjes no puede o no sabe desarrollar bien una historia, más allá de la corrección, con tantas posibilidades. El comienzo y la primera parte de la película se desarrolla a trompicones, demasiado deprisa, como si hubiera necesidad de llegar a la madurez de los protagonistas. Con todo, los personajes están suficientemente bien dibujados, personificando cada uno formas distintas de ver a Arabia y el papel que puede jugar en el mundo, desde un turbio y muy en su papel Antonio Banderas, abierto sin complejos de ningún tipo al capitalismo y al dinero; y el siempre magnífico Mark Strong, caracterizado fabulosamente, dando vida a la parte más arraigada al pasado, más anclada en sus tradiciones y en su religión y en cerrarse a toda influencia exterior. (Sigo en SPOILERS)
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34 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal
Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal (2008)
  • 5,4
    75.927
  • Estados Unidos Steven Spielberg
  • Harrison Ford, Cate Blanchett, Shia LaBeouf ...
6
Dos aliens domestican al héroe
Indiana Jones le decía a una joven Marion en su aventura del arca perdida "no son los años, son los kilómetros". Pero como a todos, los años terminan por pasar. A Indy, a Spielberg y a Lucas. Y me temo que sobre todo, a éste último. Lo cierto es que la idea de traer de vuelta al héroe del sombrero y el látigo, al profe de arqueología con mucho tiempo libre, era demasiado tentadora, y Lucas, ahora en la sombra tras culminar su segunda trilogía galáctica, se moría de ganas por volver al escenario. Spielberg le fue dando largas año tras año, ocupado con sus proyectos con Tom Cruise y Tom Hanks, y también porque ningún guión conseguía reunir el encanto y la jovialidad de la trilogía mítica indianajonesca. Pero Lucas insistía hasta que, quizá para quitarse la cosa de encima, Spielberg terminó por aceptar.

Y lo que aceptó fue un guión de David Koepp que, estoy casi seguro, no le debió de convencer demasiado. El guión y, en fin, la película misma, sigue a rajatabla el esquema de las Indy-películas: prólogo, visita al Marshall College, detonante de la aventura y despegue del avión. La película cuenta con muchas de las simpáticas fantasmadas de las otras, solo que esta vez se les ha ido un poco la mano. Sí, me refiero a la nevera voladora, a la explosión nuclear y a unos rusos un poco de opereta. El caso es que tras un prólogo atómico, la historia da un giro interesante, presentando a Indiana como un profesor seguido por el FBI, cansado, algo desamparado tras la desaparición de dos amigos y apoyos como eran su propio padre y Marcus Brody. Alguien que escoge el exilio y cambiar de vida. Un leve tono crepuscular, solo apuntado, que podría haber enriquecido al personaje, interpretado muy bien por un ajustado Harrison Ford.

Pero entonces llega Marlon Brando. Perdón, Shia LaBeouf, y se cae un poco el invento crepuscular. El macguffin de turno no engancha tanto como el arca, las piedras Sankara o el Grial, y es por ahí por donde el guión de Koepp empieza a hacer aguas. Se cambia el tono crepuscular por una comedia trufada de toques sobrenaturales livianos. Por que lamentablemente no. No terminan por convencer ni la mala Cate Blanchett, ni los ggggusos ni las dichosas calaveras de cristal que le vuelven tonto a uno (que le pregunten al pobre John Hurt) ni casi la vertiginosa persecución por la selva. Toda aventura de Indiana tiene su persecución memorable (y la más memorable entre las memorables fue la del desierto egipcio con el camión transportando el arca), pero aquí Koepp se empeña en introducir toques cómicos que rebajan el ritmo, la emoción y el peligro. Luchas de esgrima, tarzanianos desplazamientos por lianas, caídas a lo parque de atracciones por cataratas... Todo rebaja el tono serio y trepidante a un tono directamente adolescente y casi infantil. Por otra parte, como si de un abuelo con problemas de próstata se tratara, Indy acaba siendo acompañado al final en su aventura por ¡4 personas!, diluyendo al protagonista y sus decisiones.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La lista de Schindler
La lista de Schindler (1993)
  • 8,6
    175.870
  • Estados Unidos Steven Spielberg
  • Liam Neeson, Ben Kingsley, Ralph Fiennes ...
10
¿Por qué no?
Más allá de otras consideraciones, ésta es la película con la que Spielberg pasó de la adolescencia a la madurez casi instantáneamente. O dicho de otra forma, esta película representó para el cineasta su oportunidad de mostrar al mundo su forma de mirar al mundo, al hombre y a sus circunstancias. Y de reflejar su propia personalidad en esas imágenes. Y luego están los Oscars, sí, pero hablaremos de eso más adelante.

"La lista de Schindler" es una película imperfecta, hay cosas que sobran y quizá otras que falten. Y sí, a pesar de eso, la he plantado un 10 de nota, pero hablaremos de eso más adelante. Prácticamente cada cineasta que hubiera dirigido este guión y esta historia hubiera terminado por reflejar su propia personalidad en las imágenes y en la construcción de las secuencias, principalmente porque la potentísima carga dramática que conlleva el Holocausto, los campos de concentración, la propia historia de Schindler y el drama humano de aquellos años son un reto emocional para el propio director. Wilder, Bresson, Tarkovski, Godard... cada cineasta, repito, adaptaría la historia a su propio lenguaje cinematográfico, a su tempo narrativo y a su forma de ver aquel drama. Cada uno se haría unas preguntas, cada uno aplicaría su visión y forma de ser a la historia: frialdad, tristeza, pesimismo, ira, rabia...

Pero es Spielberg el que ha dirigido esta película. Spielberg, judío y de familia judía, con lo que la carga personal es ya evidente. Y casi puedo imaginarme los años 1991, 1992, cuando muchos de los muchísimos detractores que tiene este director se echarían las manos a la cabeza. El director de los Indiana Jones y de Hook, narrando la historia (Historia, más bien) de los nazis, los campos de concentración y de exterminio y del drama del pueblo judío. Tela. Y lo que parecía el descalabro definitivo de un Spielberg que venía encadenando dos fracasos seguidos (Always y Hook), se convirtió en el triunfo definitivo de uno de los nombres importantes del cine mundial de los últimos 40 años. Su cénit, quizá, que dura todavía.

No resumiré aquí la ya famosa historia de Oskar Schindler, su relación con los nazis y cómo salvó a sus judíos trabajadores en su fábrica. Es de sobra conocida. Para empezar, la reconstrucción histórica, presentada en elegante y fúnebre blanco y negro cortesía de Janusz Kaminski, es apabullante. La Cracovia invadida por los alemanes, el campo de exterminio construido por la Schutzstaffel o SS, todo ello nos sumerge de lleno en una historia que va en crescendo continuo. Spielberg se arremangó y se estrujó la cabeza para sacar lo mejor de sí, lo mejor que nunca había dado. Porque una de los episodios más tristes y espantosos de la existencia de la raza humana merecía un esfuerzo semejante.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conan, el bárbaro
Conan, el bárbaro (1982)
  • 6,6
    67.463
  • Estados Unidos John Milius
  • Arnold Schwarzenegger, James Earl Jones, Sandahl Bergman ...
8
Conan en la ONU
¿Qué sería Conan si viviera en el mundo actual?. Y no, no me refiero a Arnold Schwarzenegger en sí, sino al personaje de Robert E. Howard. ¿Político? ¿Policía? ¿Indignado del 15-M? ¿Matón carcelario? ¿Filósofo activista?. Quizá un poco de todo eso. En cualquier caso, hay algo seguro al respecto: Conan no se hubiera quedado de brazos cruzados ante la escabechina actual de nuestra sociedad. Con palabras o con su espada atlante, Conan siempre miraba el mundo y la gente que le rodeaba, y actuaba en consecuencia. Hasta el final.

Entre los muchos clichés que adornan ciertos personajes y mitos del mundo del cine, de las revistas pulp o de los cómics, está el de ver a Conan el cimmerio como una montaña de músculos que va decapitando hombres y destripando fieras. Prueba de ello es el tratamiento vergonzoso que se le da en la nueva versión chapucera, donde sus responsables (director, guionistas) merecerían una crucifixión en el desierto acompañada con picotazos de buitres. Por lo menos. Una lectura de los libros de Howard (y algunos cómics) nos ofrece una versión rica y con matices del mítico bárbaro de la Era Hiboria. Del mismo modo, una revisión de esta película, nos ofrece varios apuntes y aspectos que van más allá de los meros espadazos o las caras que pone el Suache.

Es una desgracia para el cine que gente como John Milius se semi-retire, o que no pueda rodar todo lo que podría rodar. El director de "Dillinger" o la maravillosa "El viento y el león", y guionista de "Apocalypse Now", compañero de armas de Coppola, Spielberg, Lucas y Scorsese, es una figura algo infravalorada, un artesano de los que a mí me gustan, de los que cogen cualquier historia, hace un buen guión y rueda una película notable. En este caso, y aunque creo que conocía la obra de Howard fue el por aquel entonces guionista Oliver Stone el verdadero fanático, el alma del proyecto. Y con esos mimbres, a nuestras muy castizas tierras españoles se vinieron a rodar.
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hannibal
Hannibal (2001)
  • 6,4
    76.636
  • Estados Unidos Ridley Scott
  • Anthony Hopkins, Julianne Moore, Gary Oldman ...
7
El camino del hombre libre
Hannibal Lecter, icono desde que Anthony Hopkins se calzara la máscara y enumerara sus gustos gastronómicos, merecía un regreso así. En plena forma y por la puerta grande, como los toreros, cortando dos orejas y rabo (y comiéndoselos también, supongo). En esta película, que merece más de una revisión a pesar de los palos caprichosos que la muy caprichosa crítica le dio en su día, Ridley Scott oficia de maestro de ceremonias para la vuelta al escenario del mejor gourmet de la historia. Importa muy poco que Clarice ya no sea la Clarice aplicada, alumna y jovencita de la primera película. Ni siquiera que no sea la diminuta Jodie Foster y lo sea la sensual y curvilínea Julianne Moore. Porque ésta es una película por, para y desde Hannibal. Ya desde su propio título.

Ridley Scott sabía lo que se hacía, sabía que había aceptado la patata caliente de volver a tocar un personaje santificado por Hollywood, los Oscars y la mitomanía cinéfila. De manera que él, Steve Zaillian y David Mamet (tres nombres de aupa) decidieron, sencillamente, abrirle la jaula al caníbal y dejarle libre. Por ello, la primera hora de película es asombrosa. "El silencio de los corderos" era una película sobre Clarice Starling, no sobre un Hannibal encerrado en su jaula, divagando, riéndose y psicoanalizando a su alumna. Aquí, el doctor tiene a toda Florencia a su disposición. Tiene sus calles, sus cafés, sus monumentos, sus palazzos, sus vinos, su aroma. Vive en libertad, y se siente satisfecho y en paz. Tan en paz, que el ser descubierto por un nervioso y decidido inspector de policía italiano (un buen Giancarlo Giannini) no le supondrá más que pequeñas molestias y unas buenas ganas de (sangriento) cachondeo a su costa. Y encima dando lecciones de historia del Renacimiento. O sea: Hannibal Lecter en su más perfecta salsa.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio
Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio (2011)
  • 6,7
    52.310
  • Estados Unidos Steven Spielberg
  • Animación, Jamie Bell, Andy Serkis ...
8
Cuando Spielberg encontró a Tintín y lo mostró al mundo
No me extenderé demasiado sobre cómo Steven Spielberg descubrió las aventuras de Tintín y a su creador, Georges Remi, Hergé, porque es de sobra conocido. Me limitaré, pues, a aplaudir la vuelta del mejor Spielberg aventurero desde "Indiana Jones y la última cruzada". Así, sin más. El visionado y la recepción del filme variarán, quizá, en si quien lo ve es fan de los álbumes de Hergé y quien no ha leído uno en su vida. Yo me cuento entre los primeros (digamos que Tintín forma parte de mi infancia), y lo mejor es que la película es abierta a todos. Spielberg y Jackson han sabido abrir el mundo de Tintín a todo el mundo, han tenido la necesaria inteligencia y habilidad para ser fieles hasta el tuétano con el espíritu lúdico, aventurero y vertiginoso de Hergé y sus viñetas, y saber dotarles de ritmo y acción. Igual los puristas se echan las manos a la cabeza con la mezcolanza que han hecho los guionistas con tres álbumes en los que se basa la historia, eliminando personajes y situaciones, creando otras muchas nuevas (sobre todo en su parte final), hasta crear algo completamente nuevo. Pero en el fondo da lo mismo: funciona la historia de la búsqueda del tesoro, funcionan todas las secuencias como un reloj, y casi todos los personajes tienen alma y una razón para estar ahí.

Gana el capitán Haddock, otra muesca de Serkis en su carrera, borracho permanentemente durante media hora, pero Tintín, personaje difícil de encuadrar y acusado muchas veces de soso o insípido, gana enteros y se convierte en un cruce entre un joven Indiana Jones y un joven Sherlock Homes, cuyo Watson es un Milú tan adorable como el de Hergé. El ritmo es frenético y medido al milímetro al más puro estilo indianajonesco (motivo de discordia para algunos fans), donde se suceden escenas en un Bruselas de los años 40, en un barco en medio del mar, en el desierto, en una suerte de Tánger imaginaria, etc, etc. Y los guiños al mundo de Hergé son continuos para los tintinófilos atentos, merecerá la pena visionarla de nuevo para saborear cada fotograma, donde el record conseguido con "Avatar" es igualado, con un diseño y una recreación por ordenador absolutamente acojonantes.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quantum of Solace
Quantum of Solace (2008)
  • 5,9
    59.145
  • Reino Unido Marc Forster
  • Daniel Craig, Judi Dench, Olga Kurylenko ...
6
Bond da un paso atrás
Como cualquier icono mediático del imaginario popular, el agente 007 siempre ha pasado por diferentes fases, acomodándose al ritmo y a la moda de los tiempos. Fue ye-ye en los 60, pop e histriónico en los 70-80, testosterónico y adrenalítico en los 90, y llegó así al siglo XXI. Una buena noticia para los que nos divertimos con las fantasmadas de Bond, pero que al mismo tiempo reclamamos un mínimo de inteligencia y de saber hacer en el guión (sí, pura contradicción, qué le vamos a hacer), fue la llegada de Daniel Craig al papel y su debut en "Casino Royale", el mejor Bond desde hacía una década, con una historia impecable, seria, entretenidísima y bien hecha. Con semejantes mimbres, no éramos pocos los que nos frotábamos las manos con la siguiente película, dirigida por el intrigante Marc Forster.

Y con un ojo y medio puestos en la saga de espionaje hija de los tiempos post 11-S, la de Jason Bourne, Bond ha dado un paso atrás. Y justo por el elemento clave: el guión. Si en el anterior filme se apostaba por dosificar astutamente las escenas de acción sólo en momentos puntuales de la trama, y se primaba la intriga, las conversaciones y el misterio; en "Quantum" el único ritmo que hay son secuencias de acción a todo ritmo, con escasas escenas de diálogo e informativas insertadas entre tiroteo y tiroteo. No hay tiempo para que los actores puedan lucirse o aportar algo a sus personajes, no hay un mínimo de profundidad. De cuando en cuando vemos ligeros apuntes, esbozos, que inmediatamente se cortan. Y las referencias a Bourne vienen de las hiperrealistas escenas de acción, a veces con un cansino abuso de montaje videoclipero a ritmo infernal. El paso atrás también se ha dado en el argumento en sí (en Spoilers), incluso en los actores, aunque ya digo que no tienen tiempo para aportar algo más a sus estereotipados personajes. Mathieu Amalric no le hace sombra a la turbiedad y sordidez de Le Chiffre que tan bien interpretara Mads Mikkelsen en la anterior. Su Dominic Greene parece un chiflado nuevo rico autoconsciente de ser un villano Bond. Ídem con la Kurylenko, aunque pensaba que interpretativamente iba a ser un desastre, se defiende bastante bien y actúa con dignidad, pero no tiene nada que hacer con el recuerdo (suspiro) de Eva Green.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alien³
Alien³ (1992)
  • 5,9
    56.314
  • Estados Unidos David Fincher
  • Sigourney Weaver, Charles S. Dutton, Charles Dance ...
7
Seven galáctico
Película a película, sin hacer demasiado ruido, David Fincher se está labrando una carrera más que prestigiosa, en la que ninguna película sobra, y prácticamente todas ellas son ejercicios de auténtico maestro a la hora de crear atmósferas e historias que encajen como un guante en esas atmósferas. Algunas de ellas, como "Seven", "Zodiac" o "El curioso caso de Benjamin Button" rozan la maravilla y la perfección, y ninguna se parece a las otras. Por eso, no deja de ser curioso que el debut de Fincher en la dirección fuera en medio de una de las sagas más famosas del cine, la del oscuro asesino espacial que surgiera de la enfermiza imaginación de H.R. Giger y de la poderosa inventiva visual de un Ridley Scott en su apogeo (su "Alien" llegó tras "Los duelistas" y antes de "Blade Runner", nada menos). En 1992 la saga no parecía que tuviera nada más que ofrecer, tras ese brillante espectáculo de acción espacial que el mejor James Cameron ochentero nos ofreció en la continuación de la obra maestra de Scott. Es evidente, claro está, que los productores de la Fox querían seguir estrujando a la gallina de los huevos de oro de la saga, de modo que, tras tantear a varios directores (Renny Harlin entre ellos), Fincher se encontró al frente de la nueva entrega. Un Fincher que, como se vio después, tenía un universo personal, un estilo visual nuevo que podía encajar perfectamente en el universo Alien. El director se entregó a fondo, y con el beneplácito de la protagonista y a la vez productora, Sigourney Weaver, tomó la continuación de la historia, donde Ripley y los supervivientes de la película anterior partían al espacio en estado de hibernación, y los hizo estrellarse en un oscuro planeta inhóspito, sede de una cárcel de máxima seguridad donde los presos más peligrosos pululaban por oscuros corredores, entregados a la extracción de mineral, y únicamente controlados por un capataz autoritario y una especie de líder religioso. Semejante argumento daba pie a que Fincher desplegara su posteriormente demostrada querencia por las atmósferas opresivas, decadentes y casi asfixiantes, reflejos de una misma sociedad o grupo humano igualmente decadente y asfixiante. Esto lo llevaría al infinito con "Seven", pero aquí ya mostraba parte de sus cartas utilizando esa cárcel y a ese grupo de violadores y asesinos rapados, jadeantes por ver a una mujer después de años y desquiciados por las soflamas religiosas de su profeta, para mantener un continuo estado de tensión latente y de peligros tras cada esquina. Hasta el único personaje aparentemente amable, como es el del médico interpretado estupendamente por el actor británico Charles Dance, tiene un lado inquietante.

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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las hermanas Bolena
Las hermanas Bolena (2008)
  • 6,1
    15.251
  • Reino Unido Justin Chadwick
  • Natalie Portman, Scarlett Johansson, Eric Bana ...
5
Las Bolena no dan pena
Últimamente, nos está llegando desde Albión un nuevo tipo de películas históricas que se pasan la Historia por el forro. Es una nueva manera de reescribir la historia al antojo de los productores: se potencian unos personajes, a los que se les pone la etiqueta de "buenos" y se degradan otros, plantándoles un rótulo de MALVADO en la frente. El paradigma de este cine es "Elizabeth: la edad de oro", producto indigesto e infecto donde el director y los productores pasaban gran parte de la historia del siglo XVI en Inglaterra a través de un filtro "starwarsiano", dando como resultado una historieta entre los buenos ingleses blancos y los malos españoles negros, con Juana de Arco... perdón, con Isabel I arcangelizada en la piel de Cate Blanchett. Con nominación al Oscar y todo, oiga.

En fin, con "Las hermanas Bolena" tenemos un ejemplo similar (y habrá más, me temo, es muy rentable reescribir la Historia), aunque no tan indigesto, porque más que reescribir la historia, lo que hacen aquí sencillamente es teñir todo el lío de Enrique VIII con Ana Bolena, sus quebraderos de cabeza y su abrazo al anglicanismo para quitarse de enmedio a Catalina de Aragón, de un color rosa palo intenso. Ya desde su preciosista primer imagen, la película es un sinfín de líos, amoríos, desengaños, perversidades, dudas y pasiones que harían las delicias de Corín Tellado o de cualquier guionista de culebrón televisivo. Justin Chadwick, realizador televisivo, no ha querido mojarse con rollos históricos ni con matices religiosos o políticos, y se ha cargado de un plumazo personajes relevantes como el cardenal Wolsey o Tomás Moro. Prima el triángulo amoroso entre las dos hijas de la oportunista (y trepa) familia Bolena, y el rey. Por supuesto, ambas son maniqueamente complementarias: la buena y la mala, la inocente y la calculadora, la sencilla y la ambiciosa. No hay más matices ni psicología, y Scarlett Johansson y Natalie Portman hacen lo que pueden con sus endebles y tópicos personajes. Natalie está muy bien, ligeramente sobreactuada en ciertas escenas, pero salva con dignidad su papel de seductora-ambiciosa-sin-escrúpulos-que-al-final-demuestra-que-tiene-corazón.

Eric Bana, buen y solvente actor (véase "Troya" o "Munich"), también intenta levantar su personaje de alguna manera, pero su Enrique VIII termina siendo una parodia, alternando la duda con la ira sin descanso, no dando muestras de grandeza o de majestad, sino de ser un pelele usado por la nobleza. Una lástima, como lástima es también la galería de secundarios tópicos y cansinos, desde la oscura mente que está detrás de todos los acontecimientos (el duque de Norfolk), el oportunista al que la situación se le escapa de las manos o la madre sufridora y digna. En fin.

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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Avatar
Avatar (2009)
  • 7,2
    167.272
  • Estados Unidos James Cameron
  • Sam Worthington, Zoe Saldana, Sigourney Weaver ...
7
El nuevo mundo
Tras la mastodóntica campaña de promoción, y la promesa de que iba a cambiar el rumbo del cine (revolucionar, era la palabra exacta), "Avatar" ha resultado ser menos que eso, pero más de lo que los escépticos preveían. Visualmente, y es de esto lo que hay que hablar primero, es muy posible que nunca se haya visto nada igual. Ni siquiera George Lucas ha podido recrear con ese nivel de fastuosidad y realismo un ecosistema entero, con esa riqueza medioambiental, y esos paisajes que ya han quedado grabados en las retinas. La película entera, desde que llegamos a Pandora, no deja de sorprendernos con multitud de paisajes tropicales-galácticos, de noches bioluminescentes impresionantes y de toda clase de criaturas surgidas de la imaginación de Cameron. Quizá la revolución era ésa: construir solamente con herramientas informáticas todo un mundo nuevo, con tal nivel de realismo, que al segundo minuto nos olvidemos por completo que todo está recreado infográficamente, y que creamos realmente que el equipo de rodaje estuvo allí y lo rodó en esos parajes.

Pero claro, luego está el meollo de la cuestión: si la revolución tenía que ser completa, debía tener una historia a su altura, un guión nuevo, original, rompedor. Y me canso de poner el mismo ejemplo: "2001: Una odisea en el espacio", que sí fue revolucionaria por una razón sencilla. Porque utilizó unos efectos especiales jamás vistos hasta entonces para contar una historia jamás vista hasta entonces. Y aquí, aunque Cameron demuestra tablas y experiencia, y con un buen guión y un sabio uso del tempo narrativo y del ritmo, nos cuenta la historia de Jake Sully y los Na'Vi sin permitirnos casi un momento de respiro, pero dejando que los personajes hablen y muestren sus dudas... pues no alcanza la cuadratura del círculo.

Y es que los homenajes/guiños/clichés a otras películas, otros mundos y otras obras, son demasiado visibles. Ya se han dicho por aquí: "Bailando con lobos", o la historia del hombre que deja su mundo y su raza para encontrar su lugar en otra raza más espiritual y apegada a la tierra, "El nuevo mundo"/"Pocahontas", o la misma historia añadiendo el inevitable romance y las inevitables carreras por el bosque a medianoche, aparte de que los Na'Vi recuerda poderosamente a ciertas tribus indias (más aun, si resulta que al jefe de la tribu le pone voz Wes Studi, tantísimamente visto y caracterizado como indio en "Bailando con lobos", "Gerónimo", "El último mohicano" o "El nuevo mundo"). Cierto que el concepto del avatar puede ser algo novedoso, y que ciertas escenas bélicas y de destrucción por parte de los militares puede ser una especie de "denuncia" al apego que tienen los yankis por arrasar con todo en la parte del mundo que sea. Pero para mí no es suficiente, necesitaba algo más rompedor, algo más hipnótico y novedoso para que saliera deslumbrado y asombrado de la sala.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mar adentro
Mar adentro (2004)
  • 7,2
    102.548
  • España Alejandro Amenábar
  • Javier Bardem, Belén Rueda, Lola Dueñas ...
6
Correcta, efectista, oscarizada
Tardé mucho en ver esta película, hasta que no me la regalaron en DVD. La película se estrenó en 2004, y aún recuerdo la que se montó, con prácticamente el 90% de crítica y público celebrándolo como un peliculón de los que hacen época. El circo prosiguió en USA, hasta ganar, como todos sabemos, el Oscar. El argumento no hace falta que lo explique, ya todos lo sabemos. Pues bien, por fin vi el filme.

No sé si cuenta tanto que te predispongan de una manera determinada para ver una película. Un director alemán famoso, pero cuyo nombre ahora no recuerdo, dijo una vez que habría que ver las películas, y luego leer opiniones y contrastar críticas. Llegar virgen al visionado, vamos. Es bastante complicado, sobre todo para los que estamos ávidos de nuevas películas, y queremos saber qué opinan los "expertos". Bueno, pues tantas alabanzas y tal fue la excelencia que me prometieron con esta película, que me acabó decepcionando. La historia de Ramón Sampedro, con todos sus matices y complejidades, merecía mucha sutileza y maestría, para no caer en cierta brocha gorda y lugares comunes. Y, tras haber visto dos veces la película ya, Amenábar no lo consigue. O al menos, son las sensaciones que me provoca. Digamos que la película, lentamente, va de más a menos.

Empieza bien, mostrando la rutina diaria de Sampedro, con todas las limitaciones físicas, pero con toda la agudeza y campechanía de su personalidad. Pero a medida que observamos los conflictos que va teniendo con los que le rodean (Julia, su sobrino, con los abogados, con su padre) el guión va cayendo en lugares más comunes, y termina por seguir un rumbo que busca más forzadamente la empatía con el espectador y con el personaje de Sampedro. Hay buenas secuencias (el flashback de su juventud y su accidente), pero otras sobran completamente. Por ejemplo, la secuencia con el sacerdote y su ayudante, que pretende ser una crítica al anquilosamiento de la Iglesia en el tema de la eutanasia. Lástima que Amenábar use el humor y la famosa brocha gorda en un aspecto delicado y controvertido de la película, que exige más sutilidad y matizaciones. Dicho de otro modo, que Clint Eastwood hubiera hecho esa escena de otro modo.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
2001: Una odisea del espacio
2001: Una odisea del espacio (1968)
  • 7,8
    116.027
  • Reino Unido Stanley Kubrick
  • Keir Dullea, Gary Lockwood, William Sylvester ...
9
Hypnos
Con el tiempo me he dado cuenta que con Kubrick casi no hay medias tintas: o lo amas o lo odias. Es uno de los directores más extraños y geniales que ha dado el séptimo arte. Tiene una filmografía escasa, pero a partir de "Senderos de gloria" no tiene más que clásicos y películas renombradísimas. Y algo más importante: tocó todos y cada uno de los géneros (le faltó el western, aunque a punto estuvo de rodar "El rostro impenetrable"). En mi opinión, con sus películas, aparte de maravillarme con algunas, Kubrick logra hipnotizarme como casi ningún otro cineasta lo consigue. Y "2001" es el ejemplo paradigmático. Comprendo perfectamente a quienes puedan acusar a Kubrick de "pretencioso" por las intenciones que pudiera tener a la hora de llevar al cine la obra de Arthur C. Clarke: nada menos que trasladar en imágenes el pasado y el futuro de la raza humana en el Universo. Ahí es nada.

Es inútil resumir aquí la película entera, porque aparte de que quedan ya pocos que no la han visto, sus escenas forma ya parte de la misma Historia del cine: el amanecer del hombre, el monolito negro y sus voces extrañas, el Danubio azul sonando en el futuro del cosmos, la nave Discovery, HAL hablando en la inmensidad del espacio, Bowman navegando en su cápsula hacia el infinito... Si el cine, como un arte más, es un emisor de sensaciones y emociones, Kubrick logra ante todo hipnotizarme. No sé cómo lo hace, pero cuando esas imágenes lentas y largas pudieran parecerme, como a otros, aburridas y pesadas, a mí me provocan una sensación de hipnosis total. Creo que se debe a muchos factores, todos ellos garantes de la genialidad del director, como una conjunción de las imágenes sumado a una perfecta selección musical, sumado a la asunción del tema del que Kubrick está hablando y cómo lo está mostrando.

Es un todo, y es algo que se repite con cada película de Kubrick: veo y observo esas imágenes que desde que vi la película por primera vez me han fascinado, inquietado y perturbado, y escucho los diálogos, la música clásica que enmarca el espacio y a los personajes que transitan por él, y tomo conciencia de la manera tan extraña y fascinante de narrarnos todo el proceso de la evolución del Hombre, de su pasado y de su enigmático futuro.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lawrence de Arabia
Lawrence de Arabia (1962)
  • 8,0
    48.133
  • Reino Unido David Lean
  • Peter O'Toole, Omar Sharif, Alec Guinness ...
10
Los espacios abiertos del alma
Uno nunca sabe qué película es la que le va a marcar, de la misma forma que nunca se sabe qué libro, qué melodía o qué persona perdurará en nuestra memoria para siempre. Yo nunca imaginaría que la película sobre el famoso Thomas Edward Lawrence, más conocido por Lawrence de Arabia, el coronel inglés del Departamento Árabe que, en plena Primera Guerra Mundial, contactó con los árabes y sus líderes, convenciéndolos de aunar fuerzas para combatir a los turcos, aliados de los alemanes (y sí, a mayor gloria del Imperio Británico); me marcaría de la forma que lo hizo, hasta el punto de considerar que, ya para el resto de mi vida, este filme estaría en un lugar especial, más allá del bien y del mal.

Porque esta película sobrepasa cualquier consideración que se le haga únicamente como "película de aventuras". No, es un error que siempre ha estado ahí. ¿"2001" es solo una "película de ciencia-ficción"?. ¿"El Padrino II" es solo una película de gángsters?. "Lawrence" no es, ni mucho menos, una más de tantas películas de aventuras. "Lawrence de Arabia" es el más brillante ejercicio de análisis del alma de un hombre, cristalizado en el paisaje y el ambiente que le rodea, que yo haya experimentado jamás. Quizá el verdadero T.E. Lawrence no fuera exactamente así. O no. Sospecho que las ardientes arenas del desierto deben de provocar algo más que fascinación cuando no has crecido entre ellas y te empeñas en amarlas y fundirte con ellas. En convertirte en beduino, como intentó Lawrence-O'Toole. David Lean nos advierte del precio que ello conlleva, entre otras muchas cosas. El director se atreve, como nunca antes se había hecho, a dotar de relecturas psicológicas y reflexiones acerca de las transformaciones de personas corrientes en héroes y mitos; y todo ello desde el marco de la más ambiciosa y colosal producción hollywoodiense. Y, amigos, eso es lo más impresionante de Lean, algo que ya nunca volvió a conseguir después ("Doctor Zhivago", obra maestra también, fue masacrada por la crítica de la época, más pendiente por aquel entonces de Godard y sus muchachos).

Algunos habéis mencionado, con razón, cierta debilidad (interesada o no) en la parte política del asunto, así como del retrato que de los árabes hace el filme. No os negaré parte de razón. Pero los derroteros, las intenciones del tándem Bolt-Lean no son las de hacer un retrato político de la Arabia de principios de siglo XX. Si me apuráis, solamente hay dos protagonistas en la película: Lawrence y el desierto. Es lo que a Lean le interesa, cómo el desierto es fiel reflejo, durante las 3 horas y media inolvidables que dura la película, del alma del protagonista: luminosa y romántica al principio del viaje, sucia y casi grotesca hacia el final. La interpretación de Peter O'Toole hace más fácil esta comprensión, el viaje del protagonista desde lo más alto a lo más bajo del espíritu humano.


(Sigo en en el spoiler)
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36 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Merlín (Miniserie de TV)
Merlín (1998)
Miniserie
  • 5,8
    2.894
  • Estados Unidos Steve Barron
  • Sam Neill, Helena Bonham Carter, Miranda Richardson ...
7
La leyenda de Emrys
Las miniseries televisivas casi siempre me han dado más alegrías que decepciones. Y me refiero a esas producciones de corte histórico o fantástico, con repartos muy estimulantes, que a menudo suelen ofrecer lo que lujosas superproducciones no hacen: un gusto por el diálogo, por el ritmo más pausado, por la recreación histórica (dentro de lo que diga el presupuesto) y por el lucimiento de los intérpretes. Dado que estas miniseries suelen dividirse en dos segmentos de hora y media cada uno, el tiempo para explayarse en los hechos lo tienen asegurado.
Ejemplos los hay en cantidad: "Jasón y los argonautas", "La Odisea", "Shackleton", "La solución final", "Atila el huno"...

La que nos ocupa ahora es de las primeras que tuve ocasión de ver y apreciar, gracias a la insistencia de un buen amigo. Esta miniserie narra la historia que ya ha tenido su reflejo en el cine: Merlín, el bardo, el mentor del Rey Arturo, y figura mítica y clave en la leyenda artúrica. En esta ocasión, se nos muestra su historia desde el principio: su nacimiento, cómo fue adquiriendo sus poderes y cómo empezó a influir en la historia de la Britannia del siglo V. La magia y un ambiente de cuento dominan toda la producción, más allá de cualquier intento de aportar veracidad histórica. Aquellos tiempos nos son bastante desconocidos, pues nos ha llegado muy poco de aquella época oscura, y la verdad histórica y la leyenda se han fusionado hasta tal extremo que se hace complicado investigar dónde acaba una y empieza la otra (sobre todo, gracias a autores como Geoffrey de Monmouth y Thomas Malory, que fueron los que impulsaron y dieron cuerpo a la verdadera leyenda de Arturo y Merlín).

En cualquier caso, las 3 horas de producción se hacen muy amenas, puesto que aparte de unos actores muy en su papel (destacando un perfecto Sam Neill, y unos pérfidos Rutger Hauer y Miranda Richardson, en los papeles de Vortigern y Mab), y unos efectos visuales muy decentes, el diseño de producción es realmente meritorio, recreando bastante adecuadamente la época. La banda sonora de Trevor Jones es muy superior a las que suelen ofrecer para cualquier miniserie. La historia cobra las licencias históricas que se le presumen, y aunque renuncia a cotas más ambiciosas artísticamente hablando (no llega al nivel de "Excalibur", en cuanto a reflexión profunda sobre el mito y sus reflejos freudianos), es un notable relato fantástico y de aventuras. En el debe, quizá haya que mencionar que el personaje del Rey Arturo merecía un actor con mucha más presencia física y actoral, que la que aporta el tal Paul Curran (que al lado de Sam Neill o Miranda Richardson, se diluye bastante). También habría que decir lo mismo de Jason Done y su Mordred.

En definitiva, una leyenda inmortal, la del bardo Merlín (también conocido por sus acepciones celtas y galesas, Myrddin o Emrys), contada aquí de forma muy solvente y atrayente. Y encima, con un final precioso. Recomendable.
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18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elizabeth: La edad de oro
Elizabeth: La edad de oro (2007)
  • 5,6
    7.017
  • Reino Unido Shekhar Kapur
  • Cate Blanchett, Clive Owen, Geoffrey Rush ...
2
La Reina blanca y el Rey negro
De todos es sabido los ingleses siempre han tenido una capacidad impresionante para reescribir la Historia a su antojo, a glorificar hasta el hartazgo sus más grandes leyendas, y a correr un tupido velo sobre ciertos episodios vergonzosos de su gloriosa historia. Y en esta tarea, España y los españoles siempre hemos recibido nuestra ración de desprecio y olvido; y el cine no ha sido ajeno a esto, habiendo habido películas de aventuras sobre piratas ingleses buenos y nobles que luchaban por la libertad contra fanáticos y feos españoles. En fin.

Lo más sorprendente es que en pleno siglo XXI, en una Europa moderna, multicultural y abierta (al menos, es lo que nos quieren hacer ver), aun sigamos con éstas. Porque lo que ocurre con la película que nos ocupa no es ni más ni menos que la misma historia (Historia, más bien) contada sesgadamente con el mismo estilo sesgado y maniqueo de siempre. "Elizabeth, la edad de oro" nos lleva a la segunda mitad del siglo XVI, cuando España dominaba con su imperio el mundo y hacía más enemigos que nunca. En Inglaterra reina Isabel Tudor, que reinó durante 44 años, y llevó a su país a un esplendor cultural (que no económico, pues la guerra contra los españoles resultó muy cara). Hasta aquí, la Historia. La película, desvergonzadamente y disimulándolo todo con un fastuoso, grandilocuente y excesivo diseño de producción; borra todo lo anterior y recrea una Guerra de las Galaxias en el siglo XVI: a saber, un malvado imperio donde todos visten de negro, son fanáticos católicos y viven bajo el yugo de un rey diabólico, estúpido, ignorante y cojitranco que quiere acabar con Inglaterra, luz de Occidente y faro de la esperanza para la libertad y el progreso, regida bajo la maternal y sabia mano de la Reina Virgen, Isabel, quien con su inteligencia, atractivo, sabiduría y valentía, encenderá el valor y el ánimo en los corazones de sus súbditos. Dejando la guasa aparte, la película es una tomadura de pelo para quien tenga una mínima noción de Historia, y la verdad es que no se sabe muy bien si hay que tomárselo a coña o cabreándose.

En lo referente a los aspectos formales, la película es lujosa en cuanto a vestuario y decorados, pero esos picados y contrapicados en los parlamentos importantes de los protagonistas, esa música "a lo Vangelis", y esos efectos digitales lastran definitivamente el cotarro. Todo es tan tópico y tan reinterpretado que la alucinación (o el cabreo) no permiten fijarse en los esbozos psicológicos de los personajes, sacados directamente de cualquier película de aventuras de los 40: la Reina sufre porque ama al bravo, intrépido y aventurero pirata Walter Raleigh, que ama a una de sus damas de compañía. Entre amores y amores, los fanáticos y feos españoles se conjuran para sumir a Europa y al mundo en las tinieblas, por lo que la dulce Reina se pone su armadura (menuda escenita la de la arenga a lo William Wallace) y guía a su pueblo a la gloria. Lo demás, es Historia (reescrita)
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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
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