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La sombra del pasado
La sombra del pasado (2018)
  • 6,7
    2.524
  • Alemania Florian Henckel von Donnersmarck
  • Sebastian Koch, Tom Schilling, Paula Beer ...
6
Crítica de La sombra del pasado por Cinemagavia
Puntuación: 6,5

Aunque Florian Henckel von Donnersmarck se saca la espinita clavada de su mala experiencia en Estados Unidos con su anterior trabajo, The Tourist (2010), La Sombra del Pasado parece demasiado desequilibrada, tanto en la ejecución como en el contenido, y queda lejos de estar a la altura de La Vida de los Otros (2006)

Inclusive este desequilibrio se percibe dentro de las propias escenas. Un ejemplo lo tenemos cuando el pequeño Kurt se despierta por la noche debido al ensordecedor ruido de los aviones que sobrevuelan los cielos de Dresde en febrero de 1945. Miles de trozos de papeles plateados caen del cielo, una forma de incomunicar radios y radares. La belleza de esa imagen en combinación con los bombardeos de la ciudad que transformó la magnífica ciudad del valle Elba en un mar desolado de escombros y cenizas, es abrumadora con lo que viene a continuación.

De repente, esa fuerza y belleza visual desaparece ante nuestros ojos. Florian Henckel von Donnersmarck da paso a las imágenes de Elisabeth conducida a la cámara de gas junto con otros “enfermos mentales y degenerados”. Las imágenes de la cámara de gas son clichés innecesarios y que no aportan nada. Un recurso fácil para apropiarse de las emociones de la audiencia.

La sutileza brilla por su ausencia

Después de la guerra, Kurt (Tom Schilling, conocido por su papel protagonista en Oh Boy) termina en la Academia de Arte, donde el régimen comunista enseña el realismo social. La conformidad es una virtud, salirse de las pautas marcadas cuenta como fracaso. La Alemania Oriental de posguerra ha cambiado una norma represiva por otra y Von Donnersmarck (quien también escribió el guión) enfatiza de forma repetitiva en el tema a lo largo de la trama, desde el plano histórico hasta el personal.

Una forma de rizar el rizo es cuando Kurt conoce a una mujer (Paula Beer) en la academia de arte que se parece en algo a su tía y que también se llama Elisabeth. Kurt le dirá que le recuerda a alguien por si todavía queda algún espectador por percatarse de la relación. Y, además, su padre también es el hombre que anteriormente tuvo el destino de la otra Elisabeth. La Sombra del Pasado está llena de momentos y situaciones de este tipo donde la sutileza queda bastante en entredicho.

La interpretación de Sebastian Koch sobresale del resto

El papel de Elisabeth interpretada por la siempre brillante Paula Beer, lamentablemente se reduce cada vez más a su hermoso cuerpo en la segunda mitad de la película. Von Donnersmarck se pasa la mayor parte del tiempo en poner el cuerpo de la actriz en tomas de cámara silenciosas y gregarias en la luz correcta y capturarlo en tomas estéticas.

La colaboración del director con Sebastian Koch vuelve a funcionar bien. Koch interpreta a un patriarca familiar manipulador y un médico nazi sin escrúpulos de una manera más que convincente. De esta manera, coloca al resto de protagonistas un poco a su sombra. Sus personajes se mantienen algo planos.

El personaje de Oliver Masucci, interpretando al profesor Antonius van Verten, quizás sea la figura clave de La Sombra del Pasado. Este pintor y maestro dará la pista y la clave a Kurt para encontrar la esencia de su arte. Van Verten le hace a Kurt la pregunta crucial: ¿quién eres?. En la respuesta encontrará los materiales y la forma de pintar y expresar su arte.

La música

Muchas escenas ocurren silenciosamente sin música de fondo, pero cuando se trata de transmitir emociones y estados de ánimo de manera eficaz, Florian Henckel von Donnersmarck también utiliza las herramientas de la música de cine clásica y acompaña a muchos momentos opresivos y exultantes con música orquestal maravillosa, compuesta por Max Richter.

Recorrido por la historia de Alemania

La Sombra del Pasado cronológicamente se desarrolla durante el período nazi, el ascenso del socialismo de Alemania del Este y la construcción del Muro de Berlín. Durante estos episodios de la historia alemana, Kurt Barnert, un personaje basado en Gerhard Richter, el fundador del movimiento artístico “realismo capitalista”, nunca mira hacia otro lado. Como artista, siempre quiere mostrar sus sentimientos más profundos en el lienzo. Florian Henckel von Donnersmarck se pregunta si la autenticidad individual es el objetivo más alto en el arte o si el arte debe servir al colectivo, como en la RDA y durante el régimen nazi.

En la Alemania de los nacionalsocialistas, el arte debía estar al servicio del imperio. Las obras que no glorificaron al nacionalsocialismo fueron consideradas de arte degenerado y prohibidas. Las personas que no podían ser útiles para el imperio eran consideradas impuras e inútiles. La Sombra del Pasado nos muestra cómo las personas, el arte y básicamente todo era secundario al sistema político.

Conclusión

En la película, sin embargo, deja una lectura un tanto cliché del trauma como fuente de gran arte. A Florian Henckel von Donnersmarck no se le puede negar la ambición. En más de tres horas, que nunca resultan aburridas, La Sombra del Pasado recorre durante tres décadas Alemania Oriental y Occidental. Pero como retrato de un artista, la película no profundiza lo suficiente en el proceso de creación. El trauma como fuente de inspiración es un enfoque demasiado cliché, al igual que el retrato realizado de Alemania resulta demasiado simplista.

https://cinemagavia.es/la-sombra-del-pasado-pelicula-critica/
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33 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Border
Border (2018)
  • 6,5
    11.480
  • Suecia Ali Abbasi
  • Eva Melander, Eero Milonoff, Viktor Åkerblom ...
7
Crítica de Border por Cinemagavia
Puntuación: 7,5

Un sabueso en la aduana

En esta singular y curiosa producción sueca, nos encontramos a la horrible y repulsiva oficial de aduanas Tina (Eva Melander). Una mujer con la nariz como la de un sabueso, que utiliza para olfatear a los viajeros por si pueden tener algo que ocultar.

Ella no solo huele contrabando tradicional (alcohol, drogas) sino que también detecta a un hombre con una tarjeta SD llena de pornografía infantil. Tina es capaz de oler sentimientos de las personas como la culpa, la vergüenza o el miedo. Una característica que la hace perfecta para ser funcionaria de aduanas.

A pesar de ser un activo importante y vital en el servicio de aduanas, es una mujer sensible que no lo tiene nada fácil en su día a día. Oler la miseria en todas partes, sacarla a la luz cuando apuntas a la gente y ser consciente todos los días de que tienes un físico completamente diferente al del habitante promedio de Estocolmo, ciertamente debe ser doloroso. Ella se ve diferente pero atribuye su apariencia a un trastorno hereditario.

Tina se verá algo más que diferente cuando un día conoce al misterioso Vore (Eero Milonoff) durante su trabajo como agente de aduanas. Ese día, toda su vida cambia, cuando ese hombre con apariencia y habilidades similares cruza la frontera. Esto lleva a una relación entre ellos que hace que Tina comience a reflexionar sobre quién es ella realmente. Este será el comienzo de un viaje aterrador y tortuoso que marcará su existencia.

Border trasciende el género

El director Ali Abbasi, nacido en Irán pero residente en Suecia, debutó en el mundo del largometraje hace apenas tres años con su película Shelley en la sección Panorama de la Berlinale y en la sección oficial del Festival de Sitges. Ahora, nos presenta su segundo proyecto, Border, basado en la novela homónima de John Ajvide Lindqvist.

Recordemos que Lindqvist es el autor de la novela Dejame Entrar que se llevó al cine en 2008 por Tomas Alfredson. Una aparente película de vampiros, aunque la realidad es bien distinta, que cosechó un gran éxito de taquilla, crítica y premios. Aunque este ha sido el principal reclamo inicial para despertar el interés por Border, ambas coinciden en que trascienden el género.

Tina podría haber sido el personaje principal de un cuento de hadas, una princesa al estilo de Fiona como en la película de Shrek. En cambio, Border muestra cómo tratamos a las personas que se desvían de lo cotidiano y que son diferentes. Al mismo tiempo de como es para Tina ese proceso de aceptación, cuando conoce a alguien que se ve tan “singular y peculiar” como ella misma.

Que Border pertenece al mismo autor que Déjame Entrar se refleja en los personajes. El personaje de Tina es como Eli, enigmática y muy complejo. Su inteligencia no se manifiesta explícitamente, pero puede deducirse por el hecho de que puede funcionar perfectamente como un ser monstruoso en una sociedad humana y civilizada. Se ha adaptado bien y ya no la preocupa lo que las personas digan sobre su apariencia después de acostumbrarse a una vida llena de intimidación.

Conexión con la naturaleza

La conexión de Border con la naturaleza es una constante a lo largo del metraje. Se puede apreciar en las bellas y relajantes caminatas de Tina por el bosque. Su amor por los animales proporciona momentos sorprendentes.

Border está repleta de hermosas escenas. La de Tina haciendo una pequeña pausa en un trayecto en coche porque siente que un montón de ciervos quiere cruzar la calle. O aquella otra en la que vemos como se baña en el río.

Variedad de géneros

Ali Abbasi sabe rascar de forma muy acertada varios géneros con diferentes tonos narrativos. A veces Border resulta un cuento de hadas cómico, a veces un thriller opresivo, y otras un romance trágico.

La película es desafiante e impredecible de principio a fin. Contiene una buena mezcla de drama y fantasía. Nada resulta excesivamente exagerado y lo dramático prevalece sobre lo fantástico. La fantasía es solo una parte, pero ciertamente importante. Border es extravagante e increíblemente audaz con una dosis de emoción.

En un principio la historia resulta desconcertante, ambigua y mantiene al espectador constantemente a la expectativa, siempre a la espera de encontrar un sentido a todo lo que ve. De repente, todos esos elementos aparentemente dispares se convierten en parte de una trampa narrativa inteligente. El último acto de Border se despliega inesperadamente a un abismo, los límites de género se revientan, la película alcanza una nueva complejidad y entrega a cada espectador una dosis llena de elementos para pensar y reflexionar.

Conclusión

Border brindará al espectador una experiencia única y extraña, aunque, claro está, la historia no es impecable y podemos encontrar alguna ligera inconsistencia. Sin embargo, nos ofrece muchos giros y sorpresas, además, de atreverse a profundizar de forma existencial sobre ciertos problemas de exclusión social.

https://cinemagavia.es/border-critica-pelicula/
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85 de 100 usuarios han encontrado esta crítica útil
Utoya. 22 de julio
Utoya. 22 de julio (2018)
  • 6,4
    3.961
  • Noruega Erik Poppe
  • Andrea Berntzen, Aleksander Holmen, Magnus Moen ...
7
Crítica de Utoya. 22 de julio por Cinemagavia
Puntuación 7,5

En este intenso drama de Erik Poppe (La Decisión del Rey), volvemos al recuerdo de unos hechos sucedidos el 22 de julio de 2011 que conmocionaron a Noruega y al mundo entero. El país nórdico se vio sorprendido por dos actos terroristas. Primeramente explotó una bomba en el edificio del primer ministro Stoltenberg. Posteriormente, el terrorista de extrema derecha viajó a la isla de Utøya, donde la sección juvenil del partido laborista sueco celebraba un campamento de verano. El perpetrador se vistió como policía para pasar desapercibido y acceder con facilidad al lugar de los jóvenes. Entonces comenzó el tiroteo. Tardó 72 minutos. 69 niños murieron.

En Utoya 22 de julio experimentamos esos 72 minutos infernales a través de los ojos del personaje ficticio kaja (Interpretado magníficamente por Andrea Berntzen). Poco antes del tiroteo ella se pelea con su hermana menor Emilie, y ambas toman caminos diferentes. A pesar del miedo de nuestra protagonista al tirador, toda su obsesión es saber de su hermana para protegerla. Gracias a esa búsqueda incesante de Emilie, el espectador experimenta muy de cerca como debieron haber sido los hechos en la isla. Con Kaja de guía, vemos a los jóvenes corriendo desesperados, a los moribundos tirados por el suelo, a niños asustados, a jóvenes intentando salir de la isla a nado, el pánico, el caos……

Rodada como un docudrama, muy al estilo de United 93 o El Hijo de Saúl, con imágenes tomadas en streaming, cámara al hombro, sin música, y sin imágenes claras del perpetrador. Al seguir la ficción de Kaja obtenemos probablemente una imagen bastante completa y fidedigna de como sucedieron los hechos.

Al principio sentimos miedo con cada disparo y nos relajamos un rato cuando cesan por un tiempo. Nuestro conocimiento del suceso nos da una ventaja sobre las víctimas, porque sabemos que solo hay un tirador y no es policía, mientras que los niños piensan que hay varios tiradores todo el tiempo y que pertenecen a las fuerzas de seguridad, por lo que el desconcierto, el miedo y el caos generado es mayor aún.

https://cinemagavia.es/pelicula-utoya-22-de-julio-seminci/
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11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Guilty
The Guilty (2018)
  • 6,8
    10.579
  • Dinamarca Gustav Möller
  • Jakob Cedergren, Jessica Dinnage, Omar Shargawi ...
9
Crítica de The Guilty por Cinemagavia
Jakob Cedergren interpreta el papel de Asger Holm, un policía que se encuentra en unos momentos de gran crisis personal. Durante toda película, Cedergren está sentado en un escritorio con unos auriculares. Solo tiene su mirada, sus gestos y su voz para representar la tensión, la frustración, la concentración, la ira, el desconcierto y el pánico de su personaje.

Mientras está siendo filmado casi continuamente en primer plano, en un espacio limitado y opresivo, Cedergren consigue utilizar de manera eficaz todos esos elementos para realizar una interpretación mas que convincente. La música (Caspar Hesselager y Carl Coleman) es muy sutil y siempre subordinada a los largos silencios y al penetrante timbre del teléfono.

La puesta en escena en The Guilty se simplifica a un único espacio, una sala de control. Allí vemos al testarudo policía Holm constantemente con un teléfono y frente al ordenador. A pesar de ello, con la ayuda de unas buenas grabaciones de sonido, la emoción es constante. El espectador se mueve pensando en los lugares donde puede estar víctima que está detrás del teléfono.

The Guilty usa incesantemente primeros planos de orejas, ojos y boca. El aspecto intuitivo de esto se proyecta en el espectador de una manera muy ingeniosa y perspicaz. Debido a que no está nunca claro para el espectador lo que sucede en el otro lado de la línea telefónica, Gustav Möller sabe cómo aumentar el desasosiego y la angustia de manera extremadamente efectiva en cada momento.

Estamos ante un thriller con alguna que otra escena desagradable e inclusive de violencia, que las hace extremadamente terribles al ser vistas por cada espectador de una manera diferente en función de su imaginación. Al dejar que la imaginación haga su trabajo, la tensión aumenta. The Guilty es una maravilla en lo referente a su guion, con continuos giros que mantendrá constantemente atento al espectador, sin pestañear, deseoso de cual será el desenlace final.

https://cinemagavia.es/the-guilty-seminci-2018/
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67 de 89 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dogman
Dogman (2018)
  • 6,8
    9.949
  • Italia Matteo Garrone
  • Marcello Fonte, Edoardo Pesce, Nunzia Schiano ...
8
Crítica de Dogman por Cinemagavia
Puntuación: 8,5

La última película de Matteo Garrone no va sobre la Mafia como lo hiciera su célebre Gomorra. Sin embargo, son las relaciones humanas en los suburbios pobres de Roma lo que marca la pauta.

Garrone es un genio creando la atmósfera. El tempo y la existencia de los personajes en la película coinciden. El paso lento de unas vidas sin esperanza, con algún momento de impulsos y situaciones violentas, coincide con el gran trabajo de cámara del director. Son las vidas de seres temerosos que se mueven como aturdidos, como caracoles cruzando el fango.

Dogman es una película cruda en la que la tensión se acumula lentamente. Y todo eso con un actor novel, Marcello Fonte, que realiza una soberbia interpretación como si llevara toda la vida haciéndolo. Este gran trabajo no pasó desapercibido en Cannes donde fue galardonado con la Palma de Oro al Mejor Actor. Su personaje, Marcello, es un cero a la izquierda, afable y bondadoso. Ayuda a la gente sin pedir nada a cambio, podría haber sido retratado sin palabras, rodeado de la cacofonía de la vida cotidiana que no parece ser suya.

Desde el punto de vista estructural, la película está perfectamente construida. Empieza con calma y poco a poco el ritmo va in crescenso hasta el final. El escenario también encaja perfectamente con la historia. Los personajes principales no tienen nada y tratan de hacer algo en la vida. No siempre de una manera justa, pero que mas puedes hacer. Los edificios en mal estado, el aire gris del mar y la desolación en las calles describen esa desesperanza. A través de una serie de escenas sueltas y perdidas, vemos a padre e hija buceando en aguas azules, como si el agua simbolizara ese escape que nunca llega.

https://cinemagavia.es/pelicula-dogman-seminci-2018/
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17 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tu hijo
Tu hijo (2018)
  • 6,0
    8.596
  • España Miguel Ángel Vivas
  • José Coronado, Pol Monen, Asia Ortega Leiva ...
7
Crítica de Tu Hijo por Cinemagavia
Es difícil dar una pequeña impresión de esta película y no meter la pata con algún spoiler. No obstante, no hay que preocuparse porque no lo haré. Un thriller donde los primeros 40 minutos cuesta trabajo introducirte en ella, quizás porque parece muy predecible todo, muchos clichés, y la trama resulta algo lenta. Sin embargo, a partir del segundo tercio la trama empieza a coger fuerza e intensidad.

Tu Hijo no es una película con mucha acción, aunque veremos algunas escenas violentas propias de un thriller o del cine negro, sino que toda la tensión del metraje está prácticamente dentro de la cabeza de Jaime, el personaje interpretado magistralmente por José Coronado. El actor ocupa la mayoría de los planos, está narrada en primera persona para que el espectador se desplace a través de Jaime. De esta forma podamos sentir, sufrir, e imaginarnos el estado mental del personaje.

“Que no haría un padre por un hijo”, comenta José Coronado en la rueda de prensa de la primera jornada Seminci 2018. De alguna manera, el espectador se pone en la piel de Jaime para justificar sus actos. Aunque la cámara sigue constantemente a José Coronado, y parece tener este todo el protagonismo, las verdaderas protagonistas en Tu Hijo son las mujeres, según comenta el director Miguel Ángel Vivas.

Los personajes femeninos tienen que decir mucho a lo largo de Tu Hijo, a pesar de que la cámara pase de puntillas sobre ellas. La mujer parece olvidada en la trama, al igual que ocurre muchas otras veces en la sociedad actual. De hecho, en la mayoría de las ocasiones, “los padres no tratan igual a un hijo que a una hija”, comenta la joven actriz Asia Ortega en rueda de prensa.

Al final de la película nos damos cuenta que quizás no estamos siguiendo al personaje adecuado, es decir, posiblemente nos desviemos de la persona que realmente tiene algo que contar. Tu Hijo es un reflejo de la sociedad en la que vivimos, la gran brecha generacional existente entre padres e hijos, la incomunicación. Un drama con tintes de thriller donde la ciudad de Sevilla es un personaje más de la trama.

Gran actuación de José Coronado. Un actor en estado de gracia, que hace grande cualquier película en la que intervenga, tan solo con su presencia. Admirable su gran capacidad de comunicar y de expresar tanto sin decir nada, tan solo con una simple mirada. En Tu Hijo aparecen constantes primeros planos del rostro de José Coronado, muchos de ellos, son silencios de dolor, angustia, desesperación e impotencia.

https://cinemagavia.es/primera-jornada-seminci-2018/
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5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cold War
Cold War (2018)
  • 7,1
    16.436
  • Polonia Pawel Pawlikowski
  • Joanna Kulig, Tomasz Kot, Agata Kulesza ...
8
Crítica de Cold War por Cinemagavia
Puntuación: 8,5

Situemos la acción

Al comienzo de Cold War con la Guerra Fría de por medio vemos constantemente un camión recorriendo el árido paisaje de la Polonia de posguerra, en busca no de personas, lugares o propiedades, sino de sonidos y música. Un acordeón, una ruidosa gaita, la canción de una solitaria niña. Todo se captura en una grabadora, o más bien, se custodia, como si de una valiosa materia prima se tratase. El material recopilado aparece como una masa multiforme, difícil de encontrar un claro significado para ser utilizado con un propósito determinado.

El pianista Wiktor (Tomasz Kot) es una especie de investigador en el terreno musical. Poco después del final de la Segunda Guerra Mundial, Wiktor junto a su colega y amante Irena (Agata Kulesza) recopilan por todo el país canciones populares tradicionales con una grabadora. Con todo el material recopilado como base, fundan un conservatorio y convocan ensayos entre los campesinos y trabajadores de la zona. La idea es encontrar a jóvenes cantantes y bailarines con talento para subirlos al escenario.

A continuación se crea un coro, con la intención de llevar la música tradicional de la población rural y montañosa polaca a las ciudades e incluso de gira por el extranjero. Los bailes se ensayan en una antigua casa señorial, medio destruida.

Entre los jóvenes que solicitan ser admitidos en la Academia se encuentra Zula (Joanna Kulig), que tiene un talento musical extraordinario, pero cuyo pasado tiene una oscura sombra. Rápidamente Wiktor se quedará fascinado y prendado con ella por su naturaleza rebelde y su canto.

Promocionar canciones populares y tradicionales

La finalidad del proyecto de Wiktor e Irena está encaminado a promocionar canciones populares y tradicionales en el olvido, y de esta manera, enriquecer la vida cultural del país. Además, intentar devolver a Polonia su identidad nacional, utilizando la música popular para conectar con las personas. Sin embargo, el partido pronto reconoce el potencial propagandístico de los sonidos patrióticos y tendrá otros planes más oportunistas…

El retrato de este meticuloso y mecánico proceso de investigación y selección, sobre el que las restricciones políticas, culturales e históricas marcadas por el establishment, parecen actuar más allá de las decisiones y la voluntad de los individuos involucrados en el proyecto, es, uno de los aspectos más destacados, interesantes y efectivos de Cold War.

Un amor imposible

Durante más de dos décadas, la historia de amor filmada con seductoras imágenes en blanco y negro, sigue a la pareja que, a pesar del gran muro que atraviesa y divide a Europa, no puede alejarse el uno del otro. Su destino está determinado por la agitación existente en la historia polaca reciente y, al mismo tiempo, refleja las duras restricciones de la política cultural bajo el periodo de Stalin, el deshielo en la época de Krushchev y el renovado endurecimiento en los años sesenta.

En este contexto, Pawlikowski explora las emociones de la pareja de manera radical, pero siempre con ternura, delicadeza y afecto. Una pasión destructiva que se prolongará durante más de quince años en Berlín, París, Yugoslavia y con muchas elipses cinematográficas precisas y perfectas.

Al igual que el folklore se ha convertido en un instrumento de propaganda durante el periodo de la Guerra Fría, la relación entre Zula y Wiktor es de desconfianza mutua, de lucha permanente, sin esperanza de resolución o cumplimiento.

Si alguien piensa que un amor como el descrito en Cold War, tan apasionado y al mismo tiempo tan destructivo, es imposible su existencia, al final de la película tenemos una sorpresa. Pawel Pawlikowski dedica esta película a sus padres.

Maravillosa fotografía en blanco y negro

La nueva película de Pawel Pawlikowski tiene mucho en común con “Ida” (2013): la trama está ubicada en el periodo de la Guerra Fría, y vuelve a repetir como responsable de la fotografia, Lukasz Zal. Las hipnóticas imágenes vuelven a estar filmadas en blanco y negro casi cuadradas, en las que los personajes a menudo se pierden en las líneas y formas rígidas de su entorno. Este formato implica menos detalles.

El ritmo también es muy rico y elíptico: las escenas a menudo se interrumpen bruscamente, se reducen a miradas, gestos y frases individuales por el cambio abrupto y los saltos en el tiempo.

En Cold War, Pawel Pawlikowski, logra crear una atmósfera infinitamente sensual y cautivadora, gracias a sus imágenes en blanco y negro cristalinas en formato 4: 3, entremezcladas con interludios musicales. Un hermoso espectáculo, que consigue hacer de las canciones populares polacas representadas por el coro, una música armoniosa, agradable y melódica a los oídos del espectador. A destacar, casi siempre en primeros planos, a una bella Joanna Kulig, que en muchos momentos nos hará recordar a la gran Jeanne Moreau.

Punto y final

Pawlikowski es un maestro de la omisión. Cada una de las secuencias de la película se da en otro lugar, a menudo uno o dos años después. Y siempre de una manera completamente natural y espontánea.

Pawel Pawlikowski consigue plasmar en tan solo 85 minutos un preciso y enormemente conciso retrato de una trágica, tormentosa e imposible historia de amor en el entorno de la posguerra. Las escenas y los diálogos están tan estéticamente comprimidos y condensados, y el montaje está tan sumamente apretado que Cold War te dejará casi sin aliento y conmovido al ver como esta pareja va directamente hacía el abismo.

Todo esto hace de Cold War un drama elíptico enormemente denso, cautivador, envolvente y estructuralmente melodramático. Una película con mucha música, jazz, imágenes maravillosas, poderosas y conmovedoras, personajes legendarios y grandiosos más de cine que de la vida cotidiana. En definitiva, cine en estado puro, se respira cine por los cuatro costados.

https://cinemagavia.es/cold-war-pelicula-critica/
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3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Girl
Girl (2018)
  • 7,1
    5.578
  • Bélgica Lukas Dhont
  • Victor Polster, Arieh Worthalter, Valentijn Dhaenens ...
8
Crítica de Girl por Cinemagavia
*El enfrentamiento interior y las inquietudes de Lara

Más que exponer el bullying o la intolerancia hacia Lara, el realizador Lukas Dhont aborda el enfrentamiento interior y las inquietudes de la joven. Dhont nos sumerge en el interior de las rutinas, descubrimientos, temores, inquietudes, conquistas y derrotas del día a día de la protagonista. Casi siempre a través de pequeños episodios que enriquecen la trama y desarrollan al personaje.

Son episodios que contribuyen no sólo a conocer el personaje y sus anhelos, sino que también ayudan a crear un vínculo tan fuerte entre el espectador y la adolescente, que se sentirá compelido a compartir las sensaciones de ésta, tales como alegría, dolor, o tristeza.

En Girl todo está mostrado con enorme contención, y tratado con una magistral sutileza a lo largo de este profundo, envolvente y delicado drama.

Esta delicadeza es particularmente notoria en la relación casi maternal que la protagonista mantiene con Milo (Oliver Bodart), el hermano menor, o en la relación de enorme proximidad y complicidad con Mathias (Arieh Worthalter), su padre. Worthalter consigue insertar a la perfección una postura afable, comprensiva y tierna a su personaje, Mathias, un taxista que apoya a su hija en todas sus decisiones.

A pesar del apoyo del entorno más cercano (colegio, amigos, médicos..), la comprensión del padre, de mentalidad abierta, y de su hermano, Lara, encuentra repetidamente los límites de género en los vestuarios o en la intimidad con un vecino adolescente.

*Gran manejo de la cámara

Por mucho que Lara se sienta prisionera de su cuerpo, el foco de Girl no se centra tanto en el tema transgénero, sino en los problemas universales que conlleva la pubertad. Dhont resalta esa discordancia física a través de imágenes suaves, gracias al excepcional trabajo de Frank Van den Eeden, y a los tonos cortantes (Valentin Hadjadj). Sorprendente combinación para este sensible, intimo, afectuoso y cálido pero también brutal retrato transgénero.

Girl cuenta con un espléndido manejo de la cámara por parte de Lukas Dhont. Realizada con finura, a veces de forma estilizada, y consiguiendo en todo momento dotar al elenco de actores de una gran naturalidad.

La cámara en mano gira en torno de una Lara a veces sonriente, otras veces atrapada en las intersecciones de una cara agónica durante sus sobrios movimientos de ballet, en el sangrado de sus pies debido a los duros entrenamientos o en las imágenes de su cuerpo masculino reflejadas a través del espejo. El sufrimiento interior de Lara esta perfectamente personificado gracias a la gran labor interpretativa del joven actor Victor Polster. Una actuación sublime e impresionantemente creíble.

*Un papel hecho a la medida de Victor Polster

Victor Polster, también bailarín del Ballet Vlaanderen, interioriza y caracteriza completamente el papel transgénero de Lara tanto física como mentalmente. Con una actuación delicada, precisa y con la fragilidad de una porcelana consigue desde el principio encandilar al espectador. Un personaje hecho a la médida del andrógino Victor Polster, al igual que el papel de Daniela Vega en “Una Mujer Fantástica“.

El actor ofrece una actuación contenida en términos de composición, pero rica en matices y en las pequeñas variaciones requeridas por cada escena. El aparente estoicismo ante las agresiones es contradecido por el dolor reflejado en su cara.

Durante la mayor parte de la proyección, el entramado de la historia nos dejará un nudo en la garganta, como si la adolescente no pudiera o no supiera verbalizar todos los complejos sentimientos que posee. Girl es una gran película que nos presenta el tema de la transexualidad de una forma natural, normalizada, muy original, y sobre todo tratada con mucha delicadeza y sutileza.

https://cinemagavia.es/critica-girl-pelicula-lukas-dhont/
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54 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
El viaje de Nisha
El viaje de Nisha (2017)
  • 6,9
    2.424
  • Noruega Iram Haq
  • Maria Mozhdah, Adil Hussain, Ekavali Khanna ...
8
Crítica de El viaje de Nisha por Cinemagavia
Vemos a Nisha correr. La cámara observa a la adolescente de 16 años corriendo a su casa después de una reunión con amigos. Allí, el padre la espera. Se trata de una figura pensativa con una mirada escéptica. En El Viaje de Nisha, rara vez se le otorga un momento de calma a la joven. Correr es una constante y uno de los temas centrales de esta maravillosa producción noruego-alemana-sueca.

Nisha (Maria Mozhdah) vive bien integrada en una ciudad noruega, pero al mismo tiempo en la cultura paquistaní de su familia. Ella se siente como un noruego más. Esto incluye comer patatas fritas y arenques salados o ahumados, y hacer lo típico que hacen los jóvenes europeos cuando salen de casa con amigos: jugar al baloncesto, a veces beber alcohol y tontear con algún chico de su edad de manera bastante inocente.

Una adolescente atrapada entre dos mundos: proviene de una familia culturalmente tradicional y muy conservadora, pero participa en una sociedad liberal occidental. Con sus amigos, disfruta del alcohol y las fiestas, pero en su casa tiene que someterse a las reglas de sus padres estrictamente conservadores.

El gran conflicto con sus padres está pre-programado para Nisha, sin que ella siquiera se dé cuenta. Después de todo, ella tiene una buena relación con ellos, especialmente con su padre. Él está orgulloso de que su hija sea muy buena estudiante. La directora y guionista Iram Haq desde un principio presenta los fuertes contrastes que existen en la vida de Nisha y va preparando de forma sutil al espectador sobre lo que se avecina.

La escena del cumpleaños con música árabe y baile folklórico encuentra una contrapartida en una típica fiesta de adolescentes. En casa, Nisha, a quien le gusta vestir con ropa recortada, debe someterse a ciertas limitaciones sobre su indumentaria. Para ella, el smartphone actúa como un puente entre las dos culturas, en el que se mueve con soltura, naturalidad, de forma descuidada y aparentemente con confianza. Pero la sensación de seguridad es engañosa.

Después de una confrontación con el padre (Adil Hussain), tras ser atrapada con un joven en su habitación, automáticamente la situación explota. Para su padre significa que hubo relaciones sexuales, y la única solución posible es el matrimonio, algo a lo que Nisha se niega. La familia de Nisha se siente deshonrada, teme la muerte social en su entorno pakistaní.

Nisha, que según las ideas de su familia se supone que es una adolescente paquistaní, diferente de los jóvenes “idiotas occidentales”, pierde su libertad y autodeterminación. El hermano y el padre la llevan contra su voluntad a Pakistán, para ser reconducida por el camino correcto a través de parientes.

Hasta aquí no he comentado nada nuevo que no supiéramos de la sinopsis.

El Viaje de Nisha ( “What Will People Say” en inglés / “Hva vil folk si” en noruego, o lo que es lo mismo “Qué dirá la gente” en español) retrata muy claramente la angustia en que se encuentra Nisha, que ama a sus padres y no quiere nada más que reconciliarse con ellos.

El drama muestra también lo difícil que es para los servicios sociales de Noruega hablar con Nisha en una conversación, superar la barrera cultural y comprender su mentalidad.

Iram Haq, se basa en sus propias experiencias para filmar El Viaje de Nisha. Con la edad de 14 años, tras crecer y formarse en Noruega como una adolescente occidental, sus padres la obligaron a vivir un año y medio en Pakistán, país de origen de la familia. De ahí que la directora no tenga una visión unilateral y parcial a la hora de contar la historia de Nisha, sino todo lo contrario, intenta respetar y hacer justicia con ambos mundos para que el espectador pueda comprender mejor las diferentes visiones y posturas. Según sus propias palabras, “quería contar una historia de amor imposible entre estos padres y su hija, que no puede tener un final feliz mientras la brecha entre estas dos culturas sea tan grande.”

Haq trabaja de manera muy precisa y auténtica para contarnos cómo los adolescentes pueden sufrir bajo la tradición, cómo pueden ser limitados en su libertad, pero también cómo las tradiciones pueden amenazar a familias enteras. Al mismo tiempo, nunca se atreve a criticar de forma contundente ciertas conductas, demuestra comprensión por la familia conservadora y permanece firme hasta el final.

Iram Haq se apoya en El Viaje de Nisha en dos magníficas actuaciones: Maria Mozhdah, con apenas experiencia como actriz, y de Adil Hussain, todo un veterano de Bollywood, que participó en “La Vida de Pi” (2012) de Ang Lee.

Adil Hussain tiene una papeleta difícil de solventar pero lo consigue de forma convincente. Retrata a un hombre empujado al límite emocional por el amor hacia su hija y la necesidad de proteger su estatus social. La mayoría de las veces, logra evitar parecer un monstruo furioso, pero la naturaleza de sus acciones es extrema.

Sin embargo, Maria Mozhdah, que protagoniza su primer largometraje, es la verdadera estrella de la película. Interpreta fantásticamente a una chica adolescente atrapada entre la fragilidad y la fuerza, entre la tolerancia y la rebelión. La fuerza de su interpretación crece a medida que la película avanza a una situación cada vez más kafkiana y angustiosa, empujada a encerrarse en un mutismo, y obligada a expresar sus tormentos mediante sutiles juegos de miradas.

El Viaje de Nisha es una película intensa y terriblemente dura sobre la brecha casi insalvable entre la tradición y la modernidad. Su fuerza radica en parte en mostrarnos la ambivalencia del sistema tradicional: la utilización de reglas muy estrictas por un lado coexistiendo con otros momentos más positivos, como la cohesión de la familia. Lo que más importa es cómo otros miembros de su comunidad étnica perciben a la familia, el “que dirá la gente”.

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21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
El rehén (Beirut)
El rehén (Beirut) (2018)
  • 6,0
    3.341
  • Estados Unidos Brad Anderson
  • Jon Hamm, Rosamund Pike, Mark Pellegrino ...
7
Crítica de El rehén por Cinemagavia
Puntuación: 6,5

Situemos la acción
A finales de los años 60, tras ser expulsada la organización palestina OLP de Jordania por fomentar un golpe de estado, fueron acogidos por el Líbano. Lo que pretendió ser un gesto humanitario, se convirtió en una pesadilla para el gobierno libanés, porque Arafat y compañía siguieron desde allí su campaña contra Israel, con lo que hizo que éste reaccionara con ataques militares. Posteriormente seguiría la fundación de Hamas en 1987, y la intervención en el conflicto de Irán y Siria. Todo ello complicó el destino del Líbano.

La caótica situación de Oriente Medio siempre ha sido fuente de inspiración para crear tramas complejas, repletas de conspiraciones, coaliciones y enemistades, estrategias geopolíticas, debido a los múltiples conflictos que a menudo se han fermentado en países como Siria, Israel, Irán o el Líbano durante décadas. Hay toda una serie de estados y organizaciones que luchan por el poder en la zona. El origen del conflicto está motivado tanto por cuestiones religiosas como económicas (influencia y dinero).

Hacer un seguimiento de quién se está peleando con quién, por qué y para quién es casi imposible para legos en la materia, más aún si dentro de un país los grupos están peleándose entre sí. El Rehén no es una excepción, y la ciudad de Beirut donde se desarrolla la acción, es la punta del iceberg de una narrativa enmarañada, con mucha información, a veces excesiva, difícil de digerir tanto para iniciados como para doctos en la materia.

Más cerca de John Le Carré que de Jason Bourne

Rivalidades internas entre los servicios de inteligencia y los grupos terroristas, enredos casi inescrutables entre todas las partes implicadas, forman un cóctel perfecto para crear un escenario propio de las mejores novelas del maestro John Le Carré. El director Brad Anderson nos muestra un mundo cínico lleno de personajes oscuros donde el destino de las personas e incluso de poblaciones enteras no cuentan para nada.

El encargado de realizar el guion de este thriller político es Tony Giroy quien ha demostrado repetidamente su debilidad por historias extremadamente intrincadas. Esto se puede apreciar fácilmente tanto en sus trabajos como director en “Michael Clayton” (2007) y “Duplicity” (2009), como en sus cuatro guiones para la saga “Bourne“. Ahora con El Rehén, intenta describir de forma extensa, el conflicto del Líbano en todas sus facetas políticas, económicas y sociológicas.

Los fanáticos del cine de acción es fácil que no acaben muy contentos con El Rehén, porque el enfoque de Brad Anderson no es crear escenas repletas de acción y adrenalina. Su intención no es simplemente satisfacer la necesidad del espectador por disfrutar con explosiones en cada esquina y dejarlo sin aliento. Mas bien, se trata de un cine más intrincado, cuya finalidad es hacer reflexionar y pensar, a través de copiosos y profundos diálogos, y de dar entrada a oscuros y complejos personajes. En definitiva, una película mas cerca de John Le Carré que de Jason Bourne.

El Rehén se queda a medio camino

La película se mueve de forma eficaz en dos órbitas narrativas bien diferentes. Por un lado, el drama humano del personaje principal, Mason Skiles, interpretado magníficamente por Jon Hamm (con registros muy parecidos al mítico Don Draper de la serie “Mad Men“), un hombre roto, ebrio y obsesionado, caminando hacia lo desconocido sin la más mínima esperanza en el horizonte. Y por otro lado, el thriller político, donde Skiles tiene que mostrar todo su valor para enfrentarse a personajes corruptos, conspiradores y terroristas.

El Rehén tiene todos los elementos necesarios para crear un thriller tenso y triunfar sin embargo se queda a medio camino, una sensación de que falta algo, quizás porque no se involucra por completo. Por ejemplo, la película pierde una gran oportunidad para profundizar en la relación entre Mason Skiles y Karim. Observamos a Karim desamparado continuamente debido a sus conflictos internos, sin embargo, El Rehén no profundiza en dichos conflictos. Una pena.

Conclusión

El Rehén no aporta nada nuevo al género, es mas bien un film predecible, sin embargo, resulta interesante y entretenido. A resaltar, las buenas actuaciones del reparto y algún tipo de diálogo convincente, capaz de profundizar en los personajes. Quizás porque el final está claramente predestinado y, a pesar de que el escenario donde se desarrolla la acción es una bomba de relojería, curiosamente no sentimos que los personajes estén nunca en grave peligro.

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29 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buenos vecinos
Buenos vecinos (2017)
  • 6,3
    2.020
  • Islandia Hafsteinn Gunnar Sigurðsson
  • Steinþór Hróar Steinþórsson, Edda Björgvinsdóttir, Sigurður Sigurjónsson ...
7
Crítica de Buenos Vecinos por Cinemagavia
Buenos Vecinos del director Hafsteinn Gunnar Sigurðsson, es una comedia negra que causó sensación en el último Festival de Venecia. En ella, vemos cómo tres familias gradualmente se ven afectadas por la paranoia, el egoísmo y la obstinación. En Buenos Vecinos se combina de forma sutil y elegante la inexpresiva comedia islandesa con el drama psicológico. Todo un éxito de taquilla y crítica en su país de origen, Islandia, elegida en la carrera para los Oscar como Mejor Película de habla no inglesa.

Las mujeres llevan la iniciativa

El germen de la discusión es un árbol que impide el paso de la luz natural a un jardín. Algo que en España pudiera resultar absurdo, en un país como Islandia (donde los árboles son escasos y hay poca luz solar) puede tener cierta relevancia.

De un intercambio de palabras nada cordiales, la cosa se va poniendo cada vez más fea para transformarse en una disputa, y acabar en una verdadera batalla campal, con una pareja invadiendo el espacio de la otra. Surgen auténticos enfrentamientos entre ellos: neumáticos del coche pinchadas, destrozos en sus casas, aparición de gnomos de jardín en poses indiscretas….

En Buenos Vecinos llama la atención como los personajes masculinos son incapaces de tener iniciativas viables para resolver los conflictos y no tienen respuesta al papel dominante de sus esposas. Las mujeres son inducidas en Buenos Vecinos por los celos, la envidia y el enojo reprimido. En la película los hombres parecen retoños, como niños atrapados en un conflicto provocado por sus esposas.

La madre de Atli, Inga, es una mujer emocionalmente inestable y neurótica. Al mismo tiempo es muy creativa, retorcida y enfermiza. Es la fuerza motriz de la disputa vecinal. Su estado de confusión es el producto de una tragedia familiar, la desaparición de su otro hijo, que muchos creen que fue un suicidio.

Toda la disputa sobre el árbol parece provenir del resentimiento mutuo entre dos mujeres: Inga y Eybjorg. Continuos insultos, y arrojo de basura en los setos bien cuidados de ambas partes. Al principio, sus maridos simplemente intentan sofocar la tempestad que parece estar gestándose, pero al final ellos también terminarán compitiendo para ver quien queda por encima del otro. Todo se trata más que de un simple árbol. Se trata de ganar.

Del drama familiar a la comedia negra
Las tramas del hombre adúltero que le pide perdón a su esposa porque quiere seguir viendo a su hija y la de la disputa con los vecinos, avanzan en paralelo a través de una escalada de tensas situaciones que provocarán en el espectador una sensación extraña de risa y lloriqueo.

Lo que parece en un principio una historia sobre los problemas de una pareja, la infidelidad, la custodia de una niña, termina por unos derroteros bien distintos. De las historias cotidianas de una pareja, de un drama familiar, pasamos sin darnos apenas cuenta a la comedia negra.

En Buenos Vecinos, el director islandés Hafsteinn Gunnar Sigurðsson combina a la perfección y de forma muy elegante, el sutil estilo árido del norte de Europa con una trama dramática llena de humor negro. Cuanto mas dura se vuelve la película propiciada por las tensas situaciones, más absurdo nos parecerá todo.

Conclusión

El tema frontal y central de la película no es la pequeña disputa. El árbol es un pretexto, un símbolo para reflejar un torrente de frustraciones reprimidas de un grupo de personas en un momento de crisis en sus vidas. Simplemente viven los unos al lado de los otros.

Abrazando el cliché de la impotencia de los vecinos para llegar a un acuerdo sobre la banalidad, Sigurdsson pinta un eficaz retrato colectivo de la neurosis enmarcada como una sátira social. Buenos Vecinos ofrece una visión muy cínica de la humanidad y el amor.

La parte final de la película, más dinámica y clara, es, quizás, lo mejor, especialmente porque no está en sintonía con el resto. Buenos Vecinos tiene algunas dificultades al principio para encontrar un enfoque definido. Durante mucho tiempo es un drama algo desequilibrado y difícil de descifrar por parte del espectador al cambiar continuamente de tono.

Aún así, la película resulta fascinante de principio a fin, porque observamos con angustia como Sigurðsson consigue descarrilar a unas familias sumidas en problemas banales que se desmoronan lentamente, alimentadas por ese único árbol.

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8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nico, 1988
Nico, 1988 (2017)
  • 6,2
    312
  • Italia Susanna Nicchiarelli
  • Trine Dyrholm, John Gordon Sinclair, Anamaria Marinca ...
7
Crítica de Nico, 1988
Puntuación: 7,5

Cronológicamente, Nico 1988 viaja a lo largo de la mítica vida de Christa Päffgen (Nico). Se inicia en la niñez, en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial. Continua en la adolescencia, con 16 años es una top model e icono publicitario en París. Sobre esta época, Nico comenta con ironía, el hambre padecido de niña por culpa de la guerra, para luego posteriormente, seguir en la misma situación al estar obligada a ponerse a dieta para ejercer como modelo.

Se nos narra la relación con Alain Delon, quien nunca reconoció al hijo que tuvieron juntos: Ari. Posteriormente, su aparición en la escena underground de Nueva York de los años 60 como “Chelsea Girl“. Se trata del nombre del Álbum en el que Nico debutó como solista, además de ser el título de la película de Andy Warhol realizada en 1966 donde ella es la protagonista. Luego, la carrera como cantante solista. Después en los años setenta su regreso a París donde tuvo una prolífica relación artística con el cineasta underground Philippe Garrel. Para finalizar con su abundante consumo de heroína y su muerte en Ibiza tras sufrir un ataque al corazón durante un paseo en bicicleta junto a su hijo.

La directora Susanna Nicchiarelli eligió filmar los dos últimos años de vida Nico. Aquellos sobre su última gira en minibús por Europa durante la Guerra Fría, siempre acompañada por una buena dosis de heroína y de una grabadora portátil con la que intenta capturar el sonido de sus recuerdos de una Berlín ardiendo por los bombardeos, el sonido final de la guerra o como ella misma define, “el sonido de la derrota”.

Susanna Nicchiarelli va descubriendo uno a uno todos los traumas de Christa Päffgen (Nico), como huellas del pasado, que inevitablemente forjarán la personalidad de la artista. Introvertida, con una obsesión por la decadencia y la destrucción. La heroína, como algo natural, forma parte de su vida cotidiana.

Su adicción a las drogas y el riesgo constante de suicidio de su hijo Ari, cohabitan con el trauma de una guerra que se llevó a su padre, con los recuerdos de una infancia rodeada de escombros, y con el ruido ensordecedor de los aviones sobrevolando una ciudad desolada y destruida.

El personaje de Nico es interpretado de forma magistral por la actriz danesa Trine Dyrholm. A pesar de que la apariencia física de la actriz está alejada de la verdadera Nico, no es obstáculo alguno para que el espectador se crea el personaje, debido a que Dyrholm sabe cómo crear un impresionante retrato para amoldarse a las características de su personaje tanto en los gestos como en la modulación de su voz. Nico desarrolló un estilo musical peculiar y oscuro, acompañado por su voz grave y armoniosa.

La actriz muestra a la perfección los gestos de una cara desgastada, la sombría mirada de unos ojos azules abiertos como si estuvieran forzados, sin ningún tipo de alegría ni ganas de vivir. Una inmensa Trine Dyrholm cuyo cuerpo y voz se ponen al servicio de una contundente actuación que recuerda y revive los estados de ánimo y los sentimientos de la verdadera Nico .

Los personajes secundarios son tratados de modo casi minimalista. Tanto el personaje de la violinista, interpretado por la magnífica actriz Anamaria Marinca (“4 meses, 3 semanas, 2 días”), que se fija en compañeros sentimentales equivocados, como el manager de la gira (John Gordon Sinclair) que oculta sus sentimientos hasta que es demasiado tarde, están poco desarrollados.

Las canciones están muy bien dosificadas a lo largo del metraje. Todas ellas cantadas por Dyrholm con virtuosismo, mucho entusiasmo y brillantez. Gracias a las letras de las canciones adquirimos un mayor conocimiento de la psique de la cantante así como también conocemos los profundos sentimientos de amor hacía su hijo.

Algunos números musicales son insólitos e incluso ponen la piel de gallina. En particular, el concierto ilegal de Nico y su banda detrás del telón de acero, en la antigua Checoslovaquia, en Praga. Los jóvenes organizadores arriesgan sus vidas para realizar el concierto donde está presente la represión.

Uno de los momentos claves de Nico 1988, es cuando la cantante y su séquito salen de Praga y se cruzan con un grupo de personas que celebran el Día de Todos los Santos (Dušičky). Nico siempre, en todo momento, ha tenido muy presente en vida a la muerte, incluso a llegado a jugar con ella. Algo que seguramente aprendió de sus electrizantes encuentros con Jim Morrison, muerto precozmente a los 27 años, muy posiblemente (no se le llegó a realizar autopsia) de sobredosis de heroína.

Un biopic musical muy emotivo, lleno de sexo, drogas y rock and roll, donde se retrata la apasionante vida, siempre al límite, de una mujer única, que además de haber sido musa de artistas de la talla de Andy Warhol o Philippe Garrel, ha influido en multitud de bandas y artistas como Leonard Cohen, Patti Smith o Marcus Reeves. The Cult hizo su particular homenaje creando la canción “Nico” incluido en el álbum “Beyong good and evil”.

No puedes dejar escapar los créditos finales con una emocionante versión de “Big Japan” en la voz de Trine Dyrholm, clásico de la música pop de los años 80 del grupo Alphaville.

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12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La número uno
La número uno (2017)
  • 5,6
    450
  • Francia Tonie Marshall
  • Emmanuelle Devos, Suzanne Clément, Richard Berry ...
7
Crítica de La Número Uno por Cinemagavia
La directora francesa Tonie Marshall en La Número Uno denuncia la dificultad a la que se enfrentan las mujeres para acceder a puestos directivos en la empresas francesas aunque también puede ser perfectamente aplicable dicha situación en nuestro país. Este drama corporativo con ciertos elementos de thriller, está protagonizado por una sensacional Emmanuelle Devos en el papel de una mujer ingeniosa y de mucho talento, que ha de enfrentarse contra el patriarcado y el machismo existente dentro del mundo de las grandes corporaciones. La Número Uno clausuró la primera edición de Cine por Mujeres celebrado el pasado mes de abril en Madrid.

Para ser un número uno en la vida hay tres motores esenciales: poder, sexo y dinero. Sin embargo, ningún hombre puede manejar los tres a la vez, a lo sumo dos. Esta es la declaración de intereses expresada por uno de los personajes masculinos de la película. En esta filosofía o modus operandi se tiene que mover nuestra heroína. Pero, ¿para una mujer ser la número uno en un mundo corporativo significa lo mismo?.

Emmanuelle Blachey (Emmanuelle Devos) es una ejecutiva senior miembro de la junta directiva de una importante corporación energética francesa. Un influyente grupo de presión feminista se acerca a ella para pedirla que se presente a la presidencia de la compañía de agua más grande de Francia. Emmanuelle podría estar ante el hito histórico de ser la primera mujer en dirigir una empresa del CAC 40 (el equivalente a nuestro IBEX 35).

Para Emmanuelle tener éxito significa poder desarrollar y realizar todo su potencial formativo y profesional. Estamos ante una mujer que ha trabajado duro para construir una carrera llena de éxitos en donde nunca tuvo que jugar con la carta feminista. Sin embargo, cuando se le ofrece la posibilidad de ser la primera directora ejecutiva femenina en la historia de Francia, se da cuenta de que no podrá llegar a donde quiere sin el apoyo y la solidaridad femenina, y lo que es más importante, a saber jugar con las mismas armas utilizadas por los hombres.

A partir de aquí la trama se calienta. Para llegar al apreciado cargo no será nada fácil, tendrá que prepararse para una dura y larga travesía, llena de obstáculos, en un mundo dirigido y dominado tradicionalmente por hombres que no soportarán ver a una mujer acceder a tal posición de responsabilidad. Se enfrentará al machismo y a las sucias tretas de sus competidores, encabezados por el manipulador Jean Beaumel (Richard Berry).

Emmanuelle se enrolará en una guerra de guerrillas de sexos, en donde tendrá que aprender a convivir con los celos y las malicias de sus colegas masculinos y con el día a día de las puñaladas traperas por la espalda (el elemento paisajístico más común). Además, debe luchar contra sus problemas psicológicos (su madre perdió la vida ahogada cuando tan solo era una niña), y las rabietas de su marido que al pasar a ocupar un segundo plano tiene que decidir si sacrifica su vida profesional.

La guinda del pastel, como en cualquier historia de este tipo, no estaría lo suficiente completa sin la existencia de un traidor. Uno especialmente deslumbrante y seductor que se confraternizará con su enemigo.

En la elaboración del guion, Tonie Marshall y su co-guionista Marion Doussot, con la inestimable colaboración de la reportera Raphaelle Bacqué, se han documentado ampliamente. Para ello se han puesto en contacto con muchas mujeres próximas al poder conocedoras del tema (Anne Lauvergeon, Claire Pedini o Laurence Parisot).

En la película se aprecia montones de detalles que describen con preocupación la realidad existente en ciertas altas esferas, donde la lucha por el poder está enquistada, marcada y dominada por determinadas prácticas obstinadas, tradicionalistas y machistas que impiden una renovación o transformación. En contrapartida, aparece un nuevo tipo de géstion, practicado por mujeres altamente preparadas y cualificadas que no tienen nada que envidiar a sus homólogos masculinos, a las que se las cuestiona sus habilidades y autoridad, y que ejercen de manera diferente.

Tonie Marshall crea una puesta en escena dinámica y de gran tensión en la carrera hacía el poder. Describe muy bien las pequeñas humillaciones sufridas por las mujeres en su día a día, inclusive en puestos de relevancia, donde tienen que lidiar con un sexismo no acorde a los tiempos en que vivimos, sino más propios de otras épocas.

La interpretación de Emmanuelle Devos es estelar. Tonie Marshall teje una serie de personajes secundarios de gran relevancia, con su propia personalidad, bien desarrollados, alrededor de la protagonista, que ayudan a fortalecer la actuación de Devos. Algunos de ellos memorables, especialmente el de Richard Berry, en el papel de un despiadado ejecutivo, o el de Sami Frey como el carismático padre de Emmanuelle, un profesor de filosofía jubilado, ingresado en un hospital, que ama a su hija pero a la que nunca ha valorado lo suficiente su éxito.

También debemos destacar a Suzanne Clément en su interpretación de Véra Jacob, una confidente y amiga ferozmente feminista, y sobre todo, a Benjamin Biolay como Marc Ronsin, con una interpretación mas que convincente, con múltiples registros, personaje crucial en la trama, y es el que más evoluciona de todos ( no se si a alguien más le pasará igual, pero me recuerda mucho a Benicio del Toro).

Interesante drama con tintes de thriller sobre el mundo corporativo, en la que describe de manera fascinante las complejidades de la lucha por el poder, y nos deja un inquietante y claro mensaje, la batalla para ser la primera mujer número uno no acaba con su consecución. Una vez obtenido el cargo, cada decisión tomada por la ejecutiva, solo por el hecho de ser mujer, será cuestionada y analizada con más profundidad de lo que se le haría a un hombre.

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6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos vemos allá arriba
Nos vemos allá arriba (2017)
  • 6,7
    3.295
  • Francia Albert Dupontel
  • Albert Dupontel, Nahuel Pérez Biscayart, Niels Arestrup ...
8
Crítica de Nos vemos allá arriba por Cinemagavia
Para su primera adaptación literaria, Albert Dupontel se ha fijado en la novela de Pierre Lemaitre, célebre autor de obras policíacas. El director ha rediseñado el best-seller para la pantalla grande, con el beneplácito del autor que también ha colaborado en el guion. La historia ha sufrido bastantes cambios como escenas añadidas o eliminadas y, en particular, una terminación alternativa que se aleja de la conclusión del libro. A pesar de que Pierre Lemaitre, dejó cierta libertad creativa al cineasta, Dupontel se mantuvo relativamente fiel a la novela, centrándose en el drama humano experimentado por los dos personajes principales, interpretados por Nahuel Pérez Biscayart y él mismo.

Sobrevivir a una guerra a veces es algo relativo, muchos soldados sobrevivieron a la Primera Guerra Mundial, pero a costa de las heridas más horrendas. El largometraje Nos Vemos allá Arriba trata sobre dos soldados que regresan del frente. El modesto contable Albert Maillard (Albert Dupontel) llega intacto, y el artista Edouard Péricourt (Nahuel Pérez Biscayart) con el rostro severamente mutilado. La culpa la tiene el cruel y despiadado teniente Pradelle (Laurent Lafitte) al ordenar una acción de ataque insensata en vísperas de un armisticio.

Después de la guerra, los dos excombatientes se retiran a un gran estudio, donde, con la ayuda de una niña huérfana Louise (Héloïse Balster), planean vengarse de Pradelle. Para sobrevivir, ambos organizan una estafa en torno a los monumentos de los soldados caídos durante la guerra. Paralelamente, vemos como el oficial Pradelle se enriquece con el fraude de tumbas de guerra y ataúdes. Al final, las dos historias se unirán de forma natural.

Es muy difícil clasificar y establecer un género a Nos Vemos allá Arriba. No es una comedia, aunque se utiliza un tono burlesco y jocoso en la narración. No es un thriller ni una película de crímenes, a pesar de que hay muchos cadáveres en escena. Y tampoco es un drama bélico, aunque la película tiene un espectacular primer cuarto de hora con magníficas tomas de guerra muy bien rodadas. Se presenta una historia consistente e intensa, llena de sorpresas, y por muchos momentos parecerá poco creíble, debido a unos personajes demasiado caricaturizados y por su tendencia a lo grotesco. Sin embargo, Nos Vemos allá Arriba fascinará desde el minuto uno hasta el final.

El crimen y la comedia van de la mano. Al igual que en 1997 Roberto Benigni con su maravillosa “La Vida es Bella” se burló de forma sutil y emotiva de algo tan terrible como la Segunda Guerra Mundial, Albert Dupontel, esta vez con la Primera Guerra Mundial de fondo, hace lo propio con las tumbas de los soldados y los monumentos funerarios.

Este tono distendido y relajado también se aplica en el modo de tratar la mutilación sufrida por Edouard en su rostro. Toda la mandíbula inferior ha sido destrozada. Sin embargo, él sabe perfectamente disimular y camuflar esto por medio de una máscara facial, y dado que Edouard es un magnífico artista, sus máscaras se vuelven cada vez más hermosas y extravagantes durante la película. A destacar la magistral cabeza de león realizada con billetes de banco.

La historia es impredecible e incluso a mitad de la película es difícil adivinar hacia dónde se dirigirá la historia, pero los protagonistas son carismáticos, los villanos son despreciables y el drama es desgarrador.

Los efectos visuales como el estilo absurdo de la película nos recuerda a los inicios de Jean Pierre Jeunet con “Delicatessen” (1991) o a la hermosa “Amelie” (2001). Esta relación no debería resultar muy descabellada en cuanto que Jeunet en 2004 hizo una película sobre la Primera Guerra Mundial, “Largo Domingo de Noviazgo” (2004). Esta vez el protagonista es un personaje masculino.

La puesta en escena se identifica por movimientos largos y amplios de cámara, lo que permite una inmersión rápida del espectador en el corazón de la historia. Esto es particularmente efectivo en la parte de la película que tiene lugar en las trincheras. En la apertura de la historia narrada por Albert Maillard vemos una espectacular secuencia aérea donde un perro corre portando un documento en el que se informa de que pronto se firmará un armisticio. La cámara sigue al perro desde un dispositivo de vuelo no tripulado, para bajar y pasar a otro objetivo, que recorrerá la trinchera misma. Una gran exhibición inicial de manejo de cámara.

Nos Vemos allá Arriba elegantemente realizada, combina muchos y variopintos personajes con suma facilidad, y capta perfectamente la atmósfera de París después de la guerra (1919) con unas cuidadosas reconstrucciones. Los bellos y minuciosos decorados, el notable diseño de vestuario, la memorable puesta en escena y la rica fotografía consiguen que la película se sienta viva en todo momento.

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10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
En tránsito
En tránsito (2018)
  • 6,2
    1.173
  • Alemania Christian Petzold
  • Franz Rogowski, Paula Beer, Godehard Giese ...
7
Crítica de En Tránsito por Cinemagavia
En Tránsito una voz en off surge de la nada. Alguien habla de forma continuada a lo largo de la película de Christian Petzold sin que el espectador tenga muy claro a quien escucha, pero tampoco tendrá claro lo que realmente se cuenta. La voz comienza cuando Georg (Franz Rogowski) huye de las tropas alemanas y lee un manuscrito que ha dejado el escritor Weidel antes de morir.

Al principio todo parece indicar que pertenece al literato, y por lo tanto se trata de una reproducción del texto, sin embargo, posteriormente nos damos cuenta de que nuestro pensamiento iba en otra dirección: la voz surge desde otra perspectiva dentro de la trama. Pero esto se revela mucho más tarde. Al final llegamos a la conclusión, de que la intriga de saber quien es el narrador, es lo de menos y no tiene importancia. Estamos ante una película en la que las personas y las palabras se disuelven constantemente, donde nada se soluciona y todo está en el limbo.

En Tránsito cuenta cómo Georg intenta abandonar Europa mientras todavía está atrapado en Marsella como ilegal. Cuando surge la oportunidad de suplantar la identidad de Weidel y viajar a México con una visa, conoce a Marie (Paula Beer), la esposa del escritor. Georg se enamora de ella, pero no le dice nada sobre sus planes. Mientras tanto, Marie considera abandonar el país con su amante (Godehard Giese), pero la incertidumbre sobre el destino de su esposo la mantiene.

La indecisión juega un papel importante en los personajes y estos, parecen condenados a una existencia eterna en tránsito. Estar en tránsito significa no estar en ninguna parte, no estar enraizado, ni siquiera pertenecer a algo o a alguien. Es estar atrapado en un estado intermediario. Es no tener pasado, siempre con la esperanza de un futuro mejor pero condenado en el presente indefinidamente sin presencia real. Estar en tránsito también se convierte en una experiencia física y mental.

Es bastante clarividente, que la llegada de tropas alemanes a la ciudad de Marsella mencionadas En Tránsito se refiere a la ocupación nazi. A pesar de encontrarnos en un contexto histórico diferente, en un país mas o menos contemporáneo, con edificios y automóviles modernos y televisiones de pantallas planas, Christian Petzold utiliza hábilmente este recurso metafórico para realizar una crítica a la crisis de los refugiados.

Marsella escenifica un lugar que no es real sino un purgatorio en el que pasado y presente ya no se pueden separar el uno del otro. Marsella parece un pueblo fantasma. La ciudad con su importante puerto, es el punto de tránsito, donde todos los refugiados se encuentran, en los cafés, los hoteles baratos, las embajadas, las tiendas…. todo ello debido a la interminable búsqueda de visas para huir a los Estados Unidos o México. Es imposible evitar la conexión de En Tránsito con el clásico de culto “Casablanca” (1942). En ambas, la acción se desarrolla en un puntos importantes para huir de los alemanes, en esta ocasión, de Europa a América.

Christian Petzold construye un deslumbrante drama lleno de incertidumbres entre dos épocas: el presente y la Segunda Guerra Mundial, momento en el que tiene lugar la acción de la novela de Anna Seghers en la que basa la película. La mezcla del ayer y el hoy, y ese enredo de anacronismos donde se combina de forma ambigua lo fantasmal y lo real, provocan en el espectador una irritación inteligente que funciona increíblemente bien.

Además, las imágenes en CinemaScope con colores saturados del director de fotografía Hans Fromm, también contribuyen a esa irritación y confusión en el espectador. Tales imágenes consiguen recalcar la indeterminación del momento en el que se desarrolla la acción de la película. Los colores elegidos son más adecuadas para una época pasada que chocan con las imágenes de una Marsella actual.

En Tránsito es una película inteligentemente diseñada, a pesar de la confusión generada en el espectador, liberada de toda opulencia escenificada, y sobre la incapacidad de olvidar. Por lo tanto, aunque no sea la intención de Petzold, En Tránsito es una película de advertencia ante el resurgir de ciertos movimientos, grupos y partidos políticos xenófogos y fascistas en Europa. Una llamada de atención para que no se vuelva a repetir la historia.

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12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
En tiempos de luz menguante
En tiempos de luz menguante (2017)
  • 5,8
    338
  • Alemania Matti Geschonneck
  • Bruno Ganz, Alexander Fehling, Sylvester Groth ...
6
Crítica de En tiempos de luz menguante por Cinemagavia
En Tiempos de Luz Menguante está dirigida por el veterano de cine y televisión Matti Geschonneck y escrita por el eminente guionista alemán Wolfgang Kohlhaase. Es un drama desarrollado en un pequeño escenario. Una reunión familiar claustrofóbica poco antes de la caída del Muro de Berlín, donde se refleja el desvanecimiento del sistema comunista a través de una familia cada vez más quebrada y dividida. Una historia de sueños fallidos e ilusiones destruidas en el contexto de un régimen colapsado.

Nos situamos en Berlín, 1989. La República Democrática Alemana está llegando a su fin, pero parece ser que no todos se dan cuenta. El resplandor de la utopía comunista parece que se desvanece. Cada vez más jóvenes huyen a la República Federal de Alemania y el viento del cambio sopla en numerosos estados del bloque oriental.

En este entorno, En Tiempos de Luz Menguante, pone el foco en los preparativos y el desarrollo de la fiesta de cumpleaños del patriarca de la familia Powileit, Wilhelm (Bruno Ganz). En un escenario comprimido, casi claustrofóbico se reúnen cuatro generaciones y muchos miembros del Partido de los Trabajadores. Wilhelm todavía cree fervientemente en sus valores idealistas y socialistas, aunque las siguientes generaciones están llenas de dudas, como su nieto Sascha (Alexander Fehling), que ha huido al otro lado del muro, al capitalismo occidental.

La mayoría de los presentes en el acto se encuentran allí más por un sentido del deber que por devoción o amor. Además Wilhelm no tiene muchas ganas de celebrar nada. Demasiada gente está allí, incluso algunos que él no conoce en absoluto. A pesar de la obstinación del viejo patriarca, su esposa Charlotte (Hildegard Schmahl) está haciendo todo lo posible para garantizar que la celebración sea un éxito. Sin embargo, la amenaza de catástrofe absoluta sobrevuela cada vez más cerca a la reunión familiar, debido a la huida de Sascha. Pero esto no debe conocerlo nadie para evitar un escándalo.

En la familia tampoco están muy contentos algunos miembros. Irina (Evgenia Dodina), la madre de Sascha es una mujer amargada que cura sus heridas con el vodka desde hace mucho tiempo, y Charlotte, la esposa de Wilhelm, muestra la tensión y frustración de vivir a la sombra de su marido.

En un momento de su carrera, Wilhelm Powileit pensó que lo enviarían a México para ayudar a asesinar a Trotsky. Al menos eso hubiera sido un logro. En cambio, sus superiores se olvidaron temporalmente de él. Fue una de las muchas desilusiones en su carrera. A pesar de ello, sigue siendo fanáticamente leal al Partido Comunista, y observado en su cumpleaños desde un prisma diferente, por un desfile de funcionarios generacionalmente más jóvenes. Sin embargo, la deserción de Sascha solo personaliza lo que todos los invitados ya saben: los días de la Alemania del Este como territorio estalinista están contados.

El guionista Wolfgang Kohlhaase ha decidido condensar la historia familiar de 50 años de la novela de Eugen Ruge en una fiesta de cumpleaños, en la que están representadas todas las generaciones. Una decisión valiente porque la novela de Ruges no termina en 1989, sino que se extiende hasta el año 2001.

Las tramas y los conflictos convergen desde diferentes perspectivas en esta celebración de cumpleaños, condensando la imagen de una sociedad que se hunde, irónicamente, en las habitaciones de Wilhelm y Charlotte. De los miembros de la familia, de su historia y vida, sin embargo, los espectadores sabemos muy poco. Quizás esto sea uno de los puntos débiles de En Tiempos de Luz Menguante al restar perspectiva para comprender mejor a los personajes.

La casa de la familia Powileit impone una atmósfera cada vez más claustrofóbica, anticuada y arcaica. Esto se refleja en el maravilloso diseño del interior de la casa. En todas partes hay pequeños detalles de una vida larga y obsoleta. Una casa recargada, extravagante, llena de recuerdos de un tiempo anterior. Un hogar que también resulta opresivo, enmohecido, francamente agobiante, sin vistas al exterior.

Toda la acción se ubica en un solo día. Un enfoque simplista pero efectista, en un entorno modesto y con una reducida inversión en actores. Matti Geschonneck realiza un buen trabajo al equilibrar con éxito el drama con la comedia, fluyendo a la perfección los dos géneros, e incluso desviándose al ámbito de la farsa a veces.

Aunque el fondo de los temas y las emociones tratados En Tiempos de Luz Menguante requieren la mayor seriedad posible, la delicada situación en la que se encuentra la sociedad alemana del momento, es retratada eficazmente por una serie de elementos cómicos: una iguana disecada, un policía local que nunca puede llegar al baño y una mesa desvencijada llena de comida.

Los momentos más extraños, atípicos y extravagantes se mezclan con otros más reflexivos. Escenas que nos pueden hacer sonreír se entremezclan con otras más amargas que hablan de vidas mal hechas, privaciones, decepciones y pérdidas.

Los reducidos escenarios de En Tiempos de Luz Menguante, que se limitan prácticamente a la casa de William y Charlotte, dan a la película un indudable sabor teatral. Sinceramente, por los temas tan interesantes abordados y por ser la adaptación de una novela de éxito con varios premios me esperaba bastante más. Quizás intentar condensar la historia de 50 años de una familia en un solo día, a pesar de ser una decisión valiente, deja muchos cabos sueltos, y la sensación de que falta algo más.

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7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en hechos reales
Basada en hechos reales (2017)
  • 5,2
    3.836
  • Francia Roman Polanski
  • Emmanuelle Seigner, Eva Green, Vincent Pérez ...
6
Crítica de Basada en hechos reales por Cinemagavia
Puntuación: 5,5

Roman Polanski centra la trama en una novelista parisina, Delphine (Emmanuelle Seigner), curiosamente el mismo nombre de la autora de la novela en la que se basa la película: Delphine de Vigan. Delphine es una escritora en crisis que vive en un elegante apartamento de París. Su última novela autobiográfica, en la que revela detalles de su historia familiar, ha tenido un gran éxito tanto de crítica como de lectores. Se encuentra muy agotada, su último trabajo le ha supuesto mucho esfuerzo y desgaste.

Al bloqueo mental típico de los escritores que impide seguir escribiendo, se une las pocas ganas de su familia por pasar tiempo con ella. En contraste con la aparición de un misterioso personaje que se hace llamar Elle (Eva Green). Una groupie de la novelista que se ofrece a trabajar con ella y ayudarla a salir de esa situación de bloqueo.

Elle está contratada como escritora fantasma o negro, dedicada a escribir bajo el nombre de otras personas. Ahora con Delphine, se ocupa de organizar toda la correspondencia y eventualmente se muda a su apartamento. A medida que pasan tiempo juntas, la adicción crece, también los celos de Elle.

Cuanto más espacio tiene Elle en la vida de Delpine, más se adapta a ella visualmente, mas se va mimetizando, desde los botines hasta el color del pelo.

Basada en Hechos Reales es una historia de fantasmas o de una doble historia cuyo tema central es el intruso: alguien se introduce en secreto en la vida de otra persona y se apodera de su identidad. Lo que comienza como una simbiosis termina como un duelo que amenaza la existencia.

Roman Polanski sigue reflexionando sobre la relación entre realidad y ficción, algo que siempre ha estado presente a lo largo de su filmografía. En esta ocasión utiliza la transposición de la novela “Basada en hechos Reales“, de Delphine de Vigan, para representar a un escritor en plena crisis creativa y jugar con esa dualidad.

El ambiguo juego de espejos y la manipulación de la realidad creada por Polanski con la complicidad en el guion de Olivier Assayas, termina volviéndose un poco vacío. Se puede pensar que es algo intencional y que el director es capaz de llevarnos a su terreno, justo lo que él quiere, donde la linea divisoria entre la realidad y la ficción es tan fina que se encuentran. Aunque este fuera el motivo más que probable, el problema reside en la inconsistencia del conjunto, demasiados cabos sueltos con muchos frentes abiertos y poco legibles.

Lo mejor de Basada en Hechos Reales es, sin duda, la música de Alexandre Desplat que acompaña incesantemente y progresivamente a los personajes. Una magnífica banda sonora muy hitchcockiana, capaz de transformar de forma magistral en sonido el estado de ánimo ansioso y atormentado de delphine.

En realidad, lo único que mantiene la curiosidad de los espectadores es si los enigmas sobre Elle se resolverán al final. Pero incluso esta resolución sigue siendo insatisfactoria en la película: el círculo se cierra y todo parece comenzar desde el principio. Todo, desde un inicio hasta el final, lamentablemente es demasiado predecible.

Lo bueno que se puede sacar de Basada en Hechos Reales, es la habilidad de Polanski, todavía a sus 84 años, para mostrarnos escenarios elegantes, mujeres fuertes y crear cierto suspense. A pesar de todo ese atractivo mosaico mostrado de la ciudad parisina la chispa no termina de encender. El resultado final es una mezcla entre “El Sirviente“(1963) de Joseph Losey y “Misery” (1990) de Rob Reiner, sin olvidarnos de su propio trabajo realizado en 2010, “El Escritor“. A pesar de contar con un buen argumento y de excelentes actores, este thriller psicológico permanece extrañamente carente de emociones. Solo aconsejable para los muy acérrimos al cine de Roman Polanski.

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16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como nuestros padres
Como nuestros padres (2017)
  • 6,1
    581
  • Brasil Laís Bodanzky
  • Maria Ribeiro, Paulho Vilhena, Clarisse Abujamra ...
8
Crítica de Como nuestros padres por Cinemagavia
Puntuación: 7,5

El drama brasileño Como Nuestros Padres está centrado en Rosa (Maria Ribeiro), de 37 años, una mujer altruista, madre de dos hijas pequeñas y redactora de una empresa que vende productos de baño. Siempre está ocupada intentando cubrir todas las necesidades de su familia para conseguir mantenerla unida y feliz. Sus hijos cada vez requieren mas atención y exigencias, por lo general su marido siempre se encuentra ausente y a su madre la siente constantemente distante.

Apenas tiene oportunidad de dedicarse y pensar en ella misma, ha dejado sus ambiciones como escritora aparcadas hace tiempo. Sin embargo, a través de una serie de sucesos repentinos en su vida, se ve obligada a descubrir quien es ella en realidad, junto a su madre, como hija y esposa.

En las primeras escenas, vemos a Rosa y su familia visitando a su madre Clarice (Clarisse Abujamra), una mujer de espíritu libre durante una comida dominical. Allí también estará su hermano. La comida se interrumpe repentinamente debido a una sorprendente revelación de Clarice: Rosa no es realmente hija del que ha considerado siempre su padre, Homero, un artista medio hippy. Esta revelación le quitará de un plumazo toda su identidad. De repente, Rosa comprende mejor por qué la relación con su madre siempre ha sido difícil.

La búsqueda de su verdadero padre al que su madre conoció hace casi cuarenta años la lleva a confrontarse con su identidad como mujer. Los hombres en la película brillan por su ausencia. Dado (Paulo Vilhena), el marido de Rosa, trabaja como antropólogo activista para salvar la región amazónica, convirtiendo a Rosa en el motor principal de la familia, no solo lleva el peso económico, sino también la educación de sus hijas y la organización del hogar.

Una “super woman” moderna que tiene que hacer verdaderos malabarismos para encajar sus responsabilidades domésticas con la faceta profesional. Debido a esto, ella ha tenido que sacrificar sus ambiciones como escritora. Parece que la vida se repite ya que su madre mantenía a Homero (Jorge Mautner).

En la segunda mitad de Como Nuestros Padres el espectador comienza a comprender y justificar la transformación de Rosa. Primeramente por la necesidad de descubrir quien es, la búsqueda de su identidad y, a continuación, por los comportamientos de su madre con la que tuvo durante toda su vida un resentimiento por el trato recibido, si bien ahora, empieza a comprenderla y darse cuenta de que se trata de una mujer libre, sin perjuicios, y alejada de estereotipos. Probablemente Rosa se da cuenta de que al final todos seremos “como nuestros padres”.

Es evidente que la película plantea un escenario para hacer reflexionar sobre la evidente necesidad de realizar una revaluación y replanteamiento del contexto de la Mujer en el siglo XXI. Se cuestiona el amor, porque se vuelve no como un sentimiento, sino como un concepto impuesto por la sociedad; y la fidelidad como una reprensión que traba nuestros devaneos.

En Como Nuestros Padres reflexionamos hasta que punto la emancipación y el empoderamiento femenino se han convertido en una realidad concreta en el día a día de la mayoría de las mujeres. Rosa es hija, esposa, madre y profesional. Tiene demasiadas tareas que realizar al mismo tiempo y se siente demasiado agobiada por las múltiples obligaciones que son impuestas a la mujer independiente del siglo XXI.

La película tiene el mérito de no convertirse en un mero panfleto feminista reivindicativo, gracias a un equilibrado guion, escrito entre la propia directora, Laís Bodanzky, y su marido Luiz Bolognesi. Se adentran en la profundidad del tema de una manera agradable y tranquila. No tratan de contar una historia que sea la mujer contra el hombre, sino de la mujer con el hombre, en la que ambos transformen juntos ciertos conceptos e ideas preconcebidas de la sociedad actual.

Para unos Rosa puede parecer una mujer burguesa acomodada que no puede imaginar la vida fuera la unidad familiar tradicional. Para otros una egoísta que se queja sin tener muchas razones para ello, con una vida confortable de la que se siente insatisfecha. Lejos de todo ello, la realidad es que Rosa no sabe bien quien es ni lo que quiere ser, pero si tiene claro, que está harta de ser una “super woman”, capaz de mantener ella sola un hogar, trabajar fuera de casa y encargarse del cuidado de sus hijas. Rosa es una mujer que aboga por sus propios sueños, al igual que su marido cumple los suyos como activista ecológico por tiempo prolongado en el Amazonas.

Los conflictos existentes entre generaciones son perfectamente reconocibles a lo largo de la película. Cuando Caru (Antonia Baudouin), la hija menor de Homero de una relación posterior, se muda temporalmente con Rosa a su casa, ésta queda atrapada entre dos generaciones. Por un lado hippies jubilados en la figura de su padre y por otro hipsters como su hermanastra, la cual cuestiona a Rosa sobre las hipocresías del modelo tradicional de familia. Ambos personajes harán sentir a Rosa con dolor y tristeza lo anodina que se ha convertido su aburguesada vida.

Estamos ante una película por la que estoy seguro se sentirán reflejadas e identificadas muchas mujeres españolas cuando la vean, aunque la trama se desarrolle en Brasil. Es el perfecto retrato de millones de mujeres en todo el mundo que realizan malabarismos sobrehumanos para conciliar la vida familiar, profesional, íntima y personal, sin descuidar en ningún momento de sus obligaciones impuestas, cumplirlas a la perfección, pero sin sentir reconocimiento alguno por el descomunal trabajo realizado.

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6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sweet Country
Sweet Country (2017)
  • 6,6
    992
  • Australia Warwick Thornton
  • Hamilton Morris, Bryan Brown, Sam Neill ...
8
Crítica de Sweet Country por Cinemagavia
En su extraordinario debut cinematográfico con “Samson and Delilah” en 2009, el realizador, guionista y director de fotografía Warwick Thornton esboza brillantemente los problemas contemporáneos de su pueblo, los aborígenes. Sitúa la acción en una sociedad donde son considerados como ciudadanos de segunda clase, sufren la pobreza, padecen adicciones y con un índice muy bajo de alfabetización.

Esa idea inicial sobre los aborígenes desfavorecidos que luchan contra los perjuicios preconcebidos de la sociedad australiana contemporánea inspiraría a Thornton a realizar una versión moderna de la historia bíblica de amor entre Sansón y Dalila. Ahora con Sweet Country, el director australiano muestra la forma en la que han sido tratados los habitantes originarios de Australia durante décadas, y como los problemas a los que se enfrentan los aborígenes han sido creados por el propio opresor blanco. La tierra de las tribus aborígenes fue arrebatada, su cultura y tradiciones destruidas y la gente humillada. En ambas películas sus protagonistas huyen tras una tragedia.

La trama de Sweet Country se basa en una historia real que el guionista David Tranter (aborigen al igual que el director Warwick Thornton) oyó una vez a su abuelo, sobre un juicio ocurrido en los años veinte donde un nativo fue arrestado y juzgado por el asesinato de un hombre blanco. En la película el personaje se llama Sam Kelly (Hamilton Morris) que junto con su esposa Lizzie (Natassia Gorey Furber) viven bajo la custodia del afable predicador Fred Smith (Sam Neill). El matrimonio es tratado por el religioso con dignidad y de forma igualitaria. Esta relación lamentablemente es una excepcionalidad en aquella época ya que la mayoría de los aborígenes tienen dificultades con sus amos.

La caridad y fraternidad de Fred conlleva prestar a Sam y Lizzie a su nuevo vecino, Harry March (Ewen Leslie), un militar recién llegado del frente que desea la ayuda de Sam para arreglar su valla. Una decisión equivocada que dará lugar a unos trágicos acontecimientos. Harry es una bomba siempre a punto de explotar, un hombre amargado y violento que trata a los aborígenes con desprecio. Este hecho provocará situaciones conflictivas y tensas, fuera de control, que terminarán con la muerte de March por Sam en defensa propia. El matrimonio se ve obligado a huir al desierto. Un grupo dirigido por el sargento Fletcher (Bryan Brown) comienza una persecución contra Sam y Lizzie.

Tiene todos los elementos propios de un western clásico: vaqueros, disparos, paisajes polvorientos, personajes taciturnos, bebidas, los sombreros característicos, la frontera……..Sweet Country bajo la envoltura de un western narra una historia sobre racismo, y el sometimiento de todo un pueblo.

En el western clásico, los blancos son los “buenos” y los indios los “malos”, sin embargo, Sweet Country se desvía de esa idea, y aparentemente en un inicio concebimos a los aborígenes como héroes sobreviviendo ante la explotación del hombre blanco. Digo aparentemente, porque al finalizar la película te das cuenta que, no todos son tan buenos en un bando ni tan malos en el otro. Todos intentan sobrevivir a su manera en un mundo duro y despiadado.

Warwick Thornton deliberadamente no utiliza música en su película, a excepción de “Peace in the Valley” de Johnny Cash bajo los créditos, de esta manera los sonidos ambientales adquieren un papel relevante y exigen nuestra atención. La hábil forma de utilizar y jugar con el sonido ambiente contribuye a intensificar situaciones inquietantes y turbadoras.

A través de fragmentos de flashbacks y forwards, Thornton revela lo que sucedió o está a punto de suceder. Estamos ante una película amarga, con una puesta en escena sencilla y austera, desprovista de adornos, y con un reparto muy justo sin apenas extras.

El paisaje es otro elemento inconfundible y característico de la película. Al igual que el Gran Cañón está interconectado con el Oeste de Estados Unidos, Outback, región interior de Australia, impregna de carácter a Sweet Country. Los alrededores de Alice Springs, la única gran ciudad del interior y lugar de nacimiento del director, son hermosos e impresionantes, y están bellamente filmados por Thornton y su hijo Dylan River.

La naturaleza salvaje de la zona con las áridas praderas adornadas de elementos rocosos, los charcos de agua en medio de desiertos de sal, sirven de hermoso telón de fondo para reflejar la dura realidad a la que se tiene que enfrentar y adaptar el hombre y el ganado para sobrevivir. La muerte parece estar siempre al acecho en este paisaje.

Las dilatadas imágenes de la superficie de la tierra adquieren con frecuencia una belleza adicional debido a que van acompañadas de peculiares fuentes de luz, como la luna llena o el amanecer, filmadas con mucha sensibilidad y cuidado por Warwick Thornton.

Sweet Country con la utilización de un ritmo comedido, escasos diálogos y el apoyo de la impresionante belleza del interior de Australia, parece que Warwick Thornton intenta transmitir al espectador un mensaje donde deja entrever que realmente se ha avanzado bien poco desde 1929 hasta nuestros días en cuanto al trato y reconocimiento de su pueblo.

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11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Borg McEnroe. La película
Borg McEnroe. La película (2017)
  • 6,4
    5.492
  • Suecia Janus Metz Pedersen
  • Sverrir Gudnason, Shia LaBeouf, Stellan Skarsgård ...
7
Crítica de Borg McEnroe. La película por Cinemagavia
Aparentemente ambos, de cara al exterior, parecen ser totalmente opuestos, tanto en su forma de jugar como en su manera de comportarse en las pistas.

Sin embargo, a través de flashbacks veremos como los dos tienen más en común de lo que cabría esperar a primera vista. Lo que verdaderamente diferencia a ambos, es la manera en la que fueron formados como jugadores de tenis.

Borg en su época de juveniles fue muy conocido no solo por ser un gran jugador con una buena zurda, sino también por su problemático y fuerte carácter en la pistas, debido a su desbordante genio. Tuvo muchísimos problemas de niño debido a sus continuos arrebatos, motivo por el cual estuvo a punto de ser excluido del tenis.

En realidad, no es un jugador relajado y tranquilo, sino una bomba siempre a punto de estallar. Björn Borg de adolescente fue extremadamente impulsivo e incontrolable, sus emociones en el campo de juego se volvían alocadas y le causaban tantos problemas como a John McEnroe.

Sin embargo, su legendario entrenador Lennart Bergelin (Stellan Skarsgård) consiguió enseñarle a contener la tensión, la ira y la furia, a interiorizar sus emociones. De esta manera convierte a Borg en el tenista que conocemos: equilibrado, estoico, además de obsesivo, maniático e inaccesible. Los buenos consejos de su mentor hicieron que Borg pudiera canalizar toda esa ira hacia sus manos, dirigida con fuerza y precisión a cada golpeo de raqueta.

Por otro lado, también podemos ver cómo la federación sueca quiere beneficiarse de su talento y como ejerce la presión sobre él desde muy pequeño. Hay que recordar que Björn Borg tiene tan solo 24 años en la final de Wimbledon de 1980, y que jugó su primer partido como profesional a la edad de 15 años.

En cuanto a McEnroe, a simple vista puede parecer un memo, sin embargo, a través de flashbacks observamos que no lo tuvo nada fácil cuando era niño, porque sus padres tenían creadas unas aspiraciones demasiado altas para él, que le hicieron sentirse constantemente obligado a luchar por cumplir esas expectativas de sus progenitores. De alguna manera había encontrado una manera diferente de expresar sus frustraciones.

Borg, proveniente de una modesta familia sueca, tuvo que aprender a luchar desde el principio contra la idea de que el tenis no era un deporte para todas las clases sociales y, McEnroe sufría en un hogar donde sus padres siempre le cuestionaban.

En los arrebatos de ira es donde Borg McEnroe ve una de las muchas conexiones entre ambos deportistas. Sin embargo, mientras que Borg aprendió a usar su ira como fuente de energía para su tenis, McEnroe, por su parte, tiene que gritar de rabia en la cancha para fortalecerse. Por lo tanto, Borg entiende el comportamiento de McEnroe, y la película sugiere en cierta forma, que esta comprensión también justificó la amistad posterior de estos jugadores.

A pesar de que Borg McEnroe es el primer largometraje de ficción dirigido por Janus Metz ( anteriormente dirigió el documental “Armadillo” y se encargó de algunos episodios de la segunda temporada de “True Detective”), se le ve con mucha soltura y consigue un buen equilibrio entre los flashbacks y los emocionantes momentos deportivos. La dirección de Janus Metz es firme, competente y muy creativa.

La otra agradable sorpresa, es Sverrir Gudnason en el papel de Borg, casi desconocido en el mundillo del cine. Este actor de 39 años es conocido principalmente por su trabajo en el teatro y por su papel en la serie de “Wallander”. Pero con Borg, demuestra que es capaz de ponerse al frente de una gran película con un personaje complejo. Realiza una magnífica interpretación para meterse en la piel del icónico tenista sueco con una actuación matizada y en capas.

Shia LaBoeuf, también realiza una espléndida labor interpretativa en el papel del errático McEnroe, y consigue transmitir de forma natural, sin llegar nunca a la caricatura, esa enorme energía del tenista americano y sus alocados arrebatos. Además de saber representar con suma eficacia la vulnerabilidad e inestabilidad mental de su personaje.

La elección de los actores es impecable e imposible de mejorar. Sverrir Gudnason tiene un parecido asombroso con Borg y Shia LaBeouf está inmenso como ‘enfant terrible’ McEnroe. A pesar de que los dos actores son bastante más mayores que sus respectivos personajes, su magnífica actuación hace que no lo tomes a consideración. Es difícil saber cual de los dos está mejor. Gudnason está parcialmente limitado porque su personaje le obliga a realizar una actuación contenida y poner poca emoción. Sin embargo, logra transmitir maravillosamente como su Borg es un resorte demasiado apretado, a punto de explotar en cualquier momento.

La final de Wimbledon de 1980 en última instancia constituye el clímax de la película. El encuentro de casi cuatro horas, es resumido sutil e ingeniosamente por Janus Metz en una serie de puntos cruciales y decisivos, consiguiendo que cada segundo sea intenso, emotivo y fascinante, a pesar de que el ganador de la final ya es conocido por el espectador.

El objetivo de ambos jugadores es silenciar los miedos y las angustias existentes en el interior de sus cabezas y pagar el precio que exige el estatus de leyenda. Se trata de una guerra psicológica enardecedora, una lucha contra sus propios demonios.

El partido está bellamente retratado con ingeniosos y creativos ángulos de cámara. El director de fotografía Niels Thastum y Janus Metz logran capturar el drama y el suspense del juego con imágenes impactantes y precisas. Una y otra vez, la cámara está muy cerca de los jugadores y de cada uno de sus movimientos. Además, Metz hace un uso notable de las imágenes de archivo.

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47 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
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