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Los vikingos
Los vikingos (1958)
  • 7,4
    16.578
  • Estados Unidos Richard Fleischer
  • Kirk Douglas, Tony Curtis, Ernest Borgnine ...
10
EINAR EL TUERTO
"Los vikingos" es una de las mejores películas de aventuras de todos los tiempos y de las más destacadas en la amplia filmografía de ese gran director llamado Richard Fleischer, auntor, entre otras, de "El estrangulador de Boston" y "El estrangulador de Rillington Place".
Fleischer es ante todo un gran artesano que llega a imprimir, en ocasiones, ráfagas de genialidad en algunas de sus películas. Así ocurre con "Los vikingos". Obra producida por su actor principal, Kirk Douglas, narra una historia clásica, casi folletinesca, como las escritas por Walter Scott, de vikingos, reyes malvados, hijos bastardos, bellas princesas, aventuras marítimas y luchas a espada. Es decir, con todos los componentes habituales del género. Pero el director le da tal tono épico, tal encanto, que la historia alcanza la cima del heroísmo y la tragedia. El guión es consistente, los personajes con el suficiente carácter como para despertar el interés del espectador de cabo a rabo; los decorados, vestuario, fotografía y música (ésta de Mario Nascimembe) le dan tal encanto a "Los vikingos" que su visión se vuelve un placer inolvidable.
Interpretada por un magnífico elenco, encabezado por Kirk Doulglas en el papel de Einar, hijo de Regnar (una interpretación memorable con notables rasgos de sadismo), Tony Curtis (Eric el hermano bastardo), Ernst Borgnine (el rey Regnar,) y Janeth Leigth, "Los vikingos" resulta ser un espectáculo mayúsculo, narrado con brío y pulso firme. En la retina quedarán imborrables algunas escenas maestras: la danza de Einar sobre los remos de su nave vikinga, Regnar lanzándose al foso de los lobos al grito de ¡Odín!, el ataque del halcón de Eric que deja tuerto a su hermanastro y, sobre todo, la enorme energía, vitalidad y ganas de aventura que toda esta obra maestra indiscutible enciende en el pecho de los que aún nos dejamos arrastrar por las fantasías de héroes y villanos hechas con autenticidad y entusiasmo.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ordet (La palabra)
Ordet (La palabra) (1955)
  • 8,2
    12.079
  • Dinamarca Carl Theodor Dreyer
  • Henrik Malberg, Emil Hass Christensen, Preben Lerdorff Rye ...
9
LA METAFÍSICA DE LA INMANENCIA
"Ordet", titulada aquí "La palabra", es, junto a "Dies Irae", "Gertrud" y, por supuesto "La pasión de Juana de Arco" la suma tetralogía capitolina de ese genio del cine llamado Carl Theodor Dreyer. Porque hablar de Dreyer, como de Bergman, es hacerlo de dos de las más altas cumbres del séptimo arte.

La película que voy a reseñar ahora es de sinopsis fácil, pero de calado profundo, tanto que ninguna crítica puede hacerle el debido honor. Johannes, hijo alucinado de la familia Borgen, cree estar en contacto o ser él mismo el Mesías redivivo. Su carácter casi autista, apenas habla en toda la película y sus fugas de casa, recuerdan en cierta manera al Quijote, éste enloquecido por la lectura de libros de caballería, aquél por los textos de Kierkegard. Sin embargo, aquí, el humor está casi ausente, y una extraña trascendencia empapa el blanco y negro de los fotogramas. Las disputas teológicas, la incapacidad por vivir según unas creencias y unos dogmas demasiado estrictos e incomprensibles, todo envuelto en la atmósfera rural de una aldea protestante ( de nuevo la referencia obligada al Bergman de "Los comulgantes"), la fe y la esperanza, la duda y la voluntad del hombre, hacen de "Ordet" un ejemplo magnífico de cine intimista y de inquietudes metafísicas, de preguntas sin respuesta. Es difícil definir esta obra maestra de cine religioso. No es dogmática, ni da lecciones morales, y su trascendencia es más humanista que sobrenatural. Incluso la resurrección final es, según mi opinión, una acción que apoya más bien la ausencia de Dios. El poder del hombre, de Johannes, es su voluntad, y las facciones de la muerta resucitada son más bien vampíricas, ávidas de la vida que un ser mortal , no Dios, le ha dado. El guión es, como el resto de la obra, un ejemplo de depuración y profundidad, al que Dreyer le impele un ritmo sosegado, contemplativo, a la vez que tenso y angustioso, un tono sombrío por cuyos pliegues asoma el poso incomprensible del ser humano. Unos actores desconocidos por estos lares, interpretan muy bien tanto física como psicológicamente, a unos personajes inusuales. La fotografía, excelente, juega con las luces y las sombras (no sólo estéticas, pues apuntalan los anhelos y congojas de los protagonistas) y da un sorprendente relieve a los espacios naturales.
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12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anticristo
Anticristo (2009)
  • 6,1
    25.386
  • Dinamarca Lars von Trier
  • Willem Dafoe, Charlotte Gainsbourg
7
OBRA ABIERTA Y FASCINANTE
"Anticristo" es una película que no dejará indiferente a nadie que se atreva a verla. Unos la odiarán porque no comprenderán el discurso que sustenta sus imágenes o se hastiarán al ser incapaces de aceptar el reto de penetrar en el juego fascinante que les ofrece Lars von Trier. Otros, la amarán precisamente por lo contrario, porque "Anticristo" será un reto intelectual que les permitirá tejer una serie de interpretaciones a partir de un original abierto a la propia exégesis personal y también se dejarán seducir por la potencia visual de uno de los directores más radicales del panorama cinematográfico actual.
Lars von Trier moldea, como barro en manos de un demiurgo, a ese par de actores, entregados y cómplices , cuyo talento se pone al servicio de la voluntad de un creador que esculpe en sus cuerpos las particulares obsesiones que le atormentan y estimulan a la par.
Aquí, en "Edén" no hay lugar para la sugerencia del acto sexual ni de la violencia física, porque la ambigüedad surge precisamente de las rendijas morales y filosóficas de la materia desnuda y lacerada por la tristeza, el dolor y la desesperanza en un mundo que es el reino de Satán y donde Dios no deja de ser la última burla de la desesperación.
"Anticristo" es una obra de arte, imperfecta y llena de requiebros intangibles y vislumbres fugitivos. Atreveos a penetrar en el jardín agreste y cruel, sólo desde la limitada visión del ser mortal, donde el Mal se perpetúa a través de la vagina, productora de la carne que pone los cimientos de los palacios de la Naturaleza. Atreveos a entrar en el reino de Lilith. Y, tal como escribió Dante, perded toda esperanza.
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7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
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