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Críticas ordenadas por:
Her
Her (2013)
  • 7,5
    79.264
  • Estados Unidos Spike Jonze
  • Joaquin Phoenix, Amy Adams, Rooney Mara ...
8
Carta de amor a Spike Jonze
Querido Spike Jonze,

Seguramente tenía que haber enviado esta carta de amor tiempo atrás aunque no me arrepiento de hacerlo en este momento. Puedes pensar que soy un oportunista por tratar de escribirte ahora y no en el pasado cuando me compré el DVD con tus gloriosos clips a Björk, Beastie Boys, Daft Punk o Fatboy Slim y casi lo desgasto de tanto ponerlo y tener la dificultad de manosearlo convenientemente por tener dos caras. Tampoco me atreví a dirigirte unas palabras y posiblemente pecara de considerar a Charlie Kaufman responsable de los méritos de “Cómo ser John Malkovich” y “Adaptation”. Ni te remití ninguna frase de agradecimiento por superar la ruptura de su cordón umbilical gracias a Maurice Sendak y Karen O en “Donde viven los monstruos”. Ni te compensé lo suficiente por tu corto de amor robótico titulado “I'm Here” o esa fructífera unión con Arcade Fire. Te pido disculpas, lo siento. Soy un bastardo, ¿qué esperabas? Pero como si el destino hubiera tensado y fundido lo anterior, todo aquello que fue transitado se hizo presente. Un eterno presente aunque, tal y como dices, el pasado es una historia que nos contamos a nosotros. Una historia que se hizo amor y carta (de amor) en “Her”.

Te criticaran por ceñirte a la estructura clásica de la película romántica. Dirán que la cinta es incluso rutinaria, superflua y previsible pero todos sabemos que el amor no puede reinventarse pese a ser abstracto e invisible. Tu película desciframos que forma parte del reflejo de amar a un sueño, como en “Vértigo”, como en “Laura”, como en “Her”. Pero realmente tu film no habla de la soledad sino de asimilar la ruptura, de la dificultad que tenemos de superar el adiós y la facilidad para aislarnos en la depresión por muy luminoso y moderno que sea nuestro entorno. Seguramente se deba a que somos seres que enmascaramos nuestra simpleza en capas de complejidad para eludir nuestras incapacidades y frustraciones, que actualmente nos abocamos a la tecnología como escape y pretexto para evitar interactuar con el mundo real. Y seguramente en el futuro acabemos utilizando a gatos muertos para estrangulamientos sexuales virtuales o sistemas operativos de inteligencia artificial complemente conscientes ante nuestra inconsciencia. Siempre queremos ir a más pero tenemos miedo al futuro y volvemos hacía atrás, incapaces de avanzar, atrapados en el tiempo y elementos pasados. Lo llamamos vintage por no decir retro, por no afirmar que somos unos cobardes que seguirán pidiendo en el futuro que otros escriban sus cartas y plasmen sus emociones más íntimas en BeautifulWrittenLetters.com. No hace falta disfrutar de cada página de tu cuento para darse cuenta de esconde una maliciosa y perversa historia de amor que debido a nuestra limitada capacidad racional no pudiéramos entender. Somos humanos y nos quedamos al lado de Theodore como hubiéramos seguido los pasos de Amy. Somos, en realidad, demasiados diminutos para entender una película tan inmensa como “Her”.

Quiero pensar que tu película parte de esa luz que nos golpea y nos despierta, que nos estimula a aventurarnos en nuevas historias que se proyectan ante nuestros ojos, que nos hipnotiza para que volvamos a reproducir otra canción melancólica en nuestro día a día. Solo quería que supieras que todos nos podemos sentir como Theodore o Amy, perdidos en la inmensidad del destino y simplemente separados físicamente por un muro. Ahora, “Her” forma parte de mí y te estoy agradecido por eso y donde sea que te encuentres en el mundo te envió mi amor.

Con amor eterno, Maldito Bastardo.
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290 de 344 usuarios han encontrado esta crítica útil
La LEGO película
La LEGO película (2014)
  • 6,7
    25.357
  • Australia Phil Lord, Christopher Miller
  • Animación, Will Ferrell, Jadon Sand ...
7
Mondo LEGO
==(( ¡PRECAUCIÓN! ))==

Esta película puede hacer que acabe cantando ‘Todo es fabuloso’ y que le parezca… ‘todo fabuloso’.

==(( Instrucciones y recomendaciones a tener en cuenta ))==

Para todos aquellos que aman el cine de animación.
Para los fetichistas del plástico.
Para los amantes del orden.
Para los apasionados del caos.
Para todos aquellos constructores de mundos… y los millones de don nadie.
Para a todos aquellos que probaron a animar sus legos y subir los vídeos a youtube.
Para los fans del clip de Michel Gondry para The White Stripes (Fell In Love With A Girl).
Para todos los públicos (ser friki es opcional).

==((Consideraciones ))==

Meta en una caja precintada junto con las piezas rotas las críticas que escuchará sobre “La LEGO película”. De acuerdo, la película es un ‘reciclado’ de otras muchas porque el espíritu y proposición argumental nos anima a reconstruir un nuevo mundo con pedazos de otros universos. De acuerdo, la película es un ‘gran anuncio’ de figuritas pero LEGO es una marca de juguetes. ¿Qué se esperaban, pues, aquellos que critican (y criticarán) la película por su ©?

Y, después de todo lo anterior, disfrute de la mejor blockbuster de animación desde “Toy Story 3”.

==(( Opinión ))==

Después de “Transformers” y “Battleship” podríamos aferrarnos al escepticismo con la llegada de “La LEGO película”, aunque sepamos que detrás están los responsables de “Brooklyn Nine-Nine”, “Infiltrados en clase” y “Lluvia de albóndigas”. Podríamos aferrarnos a que “Matrix” y “Terminator 2: El juicio final” han sido dos de los colosales bloques que han estigmatizado todo el universo de referencias en las últimas décadas y la cinta de animación de Phil Lord y Christopher Miller utiliza la estructura del film de los Wachowski para construir una inmensa torre babilónica de entretenimiento. Como si estuviéramos delante de un extraordinario prólogo de “Toy Story 3”, “La LEGO película” trata de hallar el equilibrio entre la referencia, el homenaje, el entretenimiento y la emoción en un parque de atracciones y espectáculo repleto de imaginación.

Todas las piezas y chispeantes pedazos van encajando y sumiendo al espectador en su butaca, dejándole la cara amarilla y provocando que module sus gestos como reflejo de aquello que se proyecta en la palpitante y tridimensional pantalla que tiene delante. Sus estructuras no son nuevas y conocemos ese mastodóntico bloque de edificios, pero la gracia de la cinta es que la suma y exceso generan una nueva entidad plástica y manejable para crear mecanismos tan cúbicos como calculados, tan coloristas como imaginativos, tan enérgicos y explosivos como predecibles en su recorrido.

Nos conocemos esa montaña rusa pero la gravedad del conjunto provoca que levantemos las manos y nos sumemos a la melodía resonante, porque “La LEGO” película consigue aquello que busca toda cinta mainstream de animación: ser ese ‘Kragle’ que provoque que el propio espectador se quede adherido, como una figurita de Lego, a la butaca de la sala de cine gracias a un pegamento llamado diversión.

==(( ¡ATENCIÓN! ))==

• Esta película puede producir terribles efectos secundarios:

—SUFRIRÁ ESTRÉS cuando vaya a pedir un café en un bar/cafetería y espere (aterrado) a que el dependiente/a o camarero/a le diga que son 42 dólares.

—LLORARÁ porque Hollywood no se ha dignado todavía a hacer una película de los clicks de Playmobil. ¡Los Playclicks también tienen derechos, ‘centimientoz’ y ‘corasón’!

—GRITARÁ (y comenzará a recoger firmas compulsivamente) para que el Batman de “La LEGO película” sea el protagonista de “Batman vs. Superman” y NO Ben Affleck.


[Versión LEGO en http://cinemaadhoc.info/2014/02/criticas-la-lego-pelicula/]
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103 de 125 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nymphomaniac. Volumen 2
Nymphomaniac. Volumen 2 (2013)
  • 6,6
    16.161
  • Dinamarca Lars von Trier
  • Charlotte Gainsbourg, Stellan Skarsgård, Shia LaBeouf ...
7
Todo sobre mi (). Parte 2
Si consideramos el primer volumen como un fálico tren en el que el ‘enfant terrible’ del cine europeo pasó por todas esas paradas (y vulgares-comunes habituales del cine porno) para desmitificar y, al mismo tiempo, embellecer la vida de su ninfómana protagonista, ahora llegamos a un oscuro túnel antes de la última estación. “Nymphomaniac. Volumen 2” es mucho más lóbrega, cruel, psicóloga, dolorosa y con menos (inclusive) escenas de sexo explícito. A la espera de comprobar el resultado al completo y sin censura, la mutilación a conciencia para la distribución internacional de “Nymphomaniac” nos deja también un sorprendente díptico en el que el director danés revela sus intenciones sin engañar a nadie desde su póster, como en las desgastadas portadas de una cinta X de videoclub. El porno fue utilizado como herramienta provocativa (y comercial) y gancho enmarcado en un ejercicio de pesca en su primera entrega y, ahora con la segunda, toca sufrir. ¿Si usted odió “Nymphomaniac. Volumen 1”, qué hace aquí?, parece decirle Von Trier a sus haters mientras prepara su fusta de diseño y ornamental antes de arrearles en su desnudo pompis con otra nueva ración de su cine.

Al igual que plasmó en la imprescindible “Riget” respecto al cine de terror, el director se replantea la comedia negra como solución a los clichés que delimitan los géneros, de trazar una solución sexual como mero recurso dentro de un drama que debate los mecanismos que utiliza la pornografía y sus articulaciones de narración: gratuitas, desiguales, caóticas. Si nos quedamos en ese anticlímax, vacío existencial, absoluta soledad y también el infierno (y pérdida del placer dentro del relato interno) de nuestra antiheroína, continuamos con su ‘folletín’ y relato cuestionado por un cultivado (y más sabio) espectador. El juego de roles de Joe y Seligman prosigue y la reconstrucción a lo Keyser Söze es desmitificada y cuestionada por un anti-narrador. Nada nuevo, aunque “Nymphomaniac. Volumen 2” sigue dejando ese choque entre la coherencia y el caos con sus manifiestas interiorizaciones buñuelianas donde nada realmente encaja. La actual Joe (Charlotte Gainsbourg) es idealizada en las figuras antagónicas de Ananya Berg o Stacy Martin, así como su padre permanece inmortal (y joven) dentro del cuerpo de Christian Slater o Michael Pas desmitifica a Shia LaBeouf, por ejemplo. Gainsbourg demacra su personaje y los rasgos provectos de Willem Dafoe o Udo Kier junto con sketches fálicos sirven a ese plantemiento de anticine del director danés para que la razón y la locura choquen como si fueran dos grandes y mastodónticos trenes (con órganos sexuales).

Este segundo volumen (y conclusión) es más turbio y sucio, más amoral y oscuro. Dejamos la pesca o la polifonía y nos centremos en el nudo Prusik, Poe, Freud e incluso Ian Fleming junto a ‘El Decamerón’ y ‘Las mil y una noches’ para arremeter con un debate controvertido sobre los pedófilos pasivos o la hipocresía reinante en la sociedad y democracia. El filtro del relato lo ejercerán lo profano y blasfemo y el discurso psicológico y la perspectiva maternal desempeñarán una manipulación y abstracción mucho más cruel dentro de ese mosaico de referencias culturales. La asexualidad es la cura de la sobredosis de sexo pero, ¿podemos llegar a serlo? ¿Es posible llegar a convertirse en ese solitario e inclinado árbol sobre una colina perdida e inaccesible?

El chiste queda como epílogo de la novelesca recitación y enmarca la moraleja de una coherente, agónica, mutilada y brutal obra: los seres humanos estamos atrapados dentro de nuestra propia sexualidad, dentro de nuestra propia mentira y máscara que disfrazados de raciocinio frente a la sociedad. Los dos volúmenes de “Nymphomaniac” realmente conjugan una gran burla que admite cuantiosas lecturas: todo es mentira y todo es real dentro de un gran espectro en el que el director de “Dogville” teatraliza y reinterpreta las cintas Gerard Damiano (“Memories Within Miss Aggie”, “Garganta Profunda”) para someterlas a su juego cinematográfico y a esa interrogación intelectual en su pornográfica visión de un drama existencial sobre la soledad, la vida y la muerte. ¿Es un troll cinematográfico Von Trier o un absoluto y controvertido genio? El tiempo dirá si ese árbol inclinado sobre una enigmática y solitaria cumbre se cae o prevalece a todos nosotros, series expectantes de una lubricidad superficial (y máscara) fílmica que esconde profundas y potentes reflexiones. Porque la incuestionable verdad es que nadie toma en serio al danés hasta que le volvemos a tomar en serio. He ahí su sádico truco y vuelta de tuerca: conseguir hacer que un supuesto chiste se deforme, como el sexo, en una tan oscura y profana como luminosa y mística revelación.
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45 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
El lobo de Wall Street
El lobo de Wall Street (2013)
  • 7,6
    104.212
  • Estados Unidos Martin Scorsese
  • Leonardo DiCaprio, Jonah Hill, Margot Robbie ...
8
El dinero como religión
El dinero es la mayor de las religiones de la era moderna pero pocas películas habían entablado el correcto diálogo entre la fe y la codicia, entre el sistema capitalista y la creencia en el poder de la riqueza. Martin Scorsese y Terence Winter se han vuelto a aliar para narrar la vida, obra y milagros de Jordan Belfort y “El lobo de Wall Street” podría dirigirnos directamente al Henry Hill de “Uno de los nuestros”, por ser una revisión estructural ambientada en Wall Street con otro tipo de tiburones que no necesitan una pistola sino cocaína para marcar más rápido los números de teléfono como afiladas balas. El nuevo crimen organizado parte de ese recital y discurso aleccionador del gurú que interpreta Matthew McConaughey, que servirá a Belfort de glorificada inspiración. Sobreviviendo que a la crisis bursátil del 87 y el nefasto ‘Lunes Negro’ se reinventó reclutando a vendedores de marihuana que actuarían como su Apóstoles, construyendo su propio imperio entre pensamientos, voces en off y siendo el dinero tratado como la fe de una nueva religión.

No existe nada gratuito en ese carrusel de citas y excesos donde la pantalla se hace transparente y la obscenidad toma el control desde su propia perspectiva. Tenemos delante a un personaje real que nos vende su propia versión de los hechos, una intersección más socarrona de Eric Packer y Patrick Bateman bajo el prisma de un libreto en el que Winter se encarga de evidenciar convirtiéndonos en cómplices de insaciable apetito de cocaína, sexo y dinero, la santísima trinidad y carne de Wall Street. Scorsese se empapa de la banalidad que rodea la obra y milagros de su antihéroe, se contamina con la misma droga y alcohol que consume, se sumerge en la lascivia de la avaricia y se impregna del olor a sexo. El exceso se convierte en película y la película en exceso, nos secuestran en largas secuencias que se alejan y se aproximan a la comedia de situación y la screwball y nos atan a ese tiovivo de hedonismo en la comedia más políticamente incorrecta, por coherencia y honestidad, que se ha engendrado en el Siglo XXI.

No todo es un caudal y recital de impudicia porque, al igual que sucedía en la ficción (“Glengarry Glen Ross”, “Wall Street”, “Margin Call”) o la realidad (“Enron, los tipos que estafaron a América”, “Inside Job”), habita un discurso crítico sobre esos tiburones sin escrúpulos que marcaron y gangrenaron el sistema. El sueño americano está al alcance de cualquiera (que no tenga moral) y Scorsese delimita el dinero y el compulsivo e inabarcable apetito de riqueza como una adicción mayor que la droga (y el exceso) que lo rodea. Belfort forma desde su púlpito una iglesia y legión de sectarios en ese universo de mentiras donde las acciones son polvo de hadas, un útil ‘fugazi’ con el que seducir a cualquier ser humano que desea hacerse rico. Y como en todo culto, habita el pecado. El de Belfort fue su coherencia sobre esa religión (fugazi y fraude) que él mismo predicaba y no inclinarse y redimirse a ese sistema permisivo con el engaño al precio de una millonaria comisión. Sabemos que ese depravado Robin Hood capitalista, rebelde y tremendista será domesticado y el criminal tratará de redimirse y dejar de ejercer de ese rol de villano de una de James Bond que se ha labrado. La comedia se torna en drama (que no tragedia) y el humor y la mueca se deforman lentamente. El sexo (y su carnalidad) ya no es erótico ni divertido, es incómodo y doloroso. Sabemos que el chiste no tendrá gracia, que el director de “Toro salvaje” soltará una terrible bofetada en su arrogante protagonista y sobre la propia audiencia, dando fin a una farsa que, en realidad, fue tan real como excesiva y espeluznante.

Al final la transparencia se impone en el discurso, como si el propio protagonista nos hubiera vendido su historia engendrada desde la codicia, una brutal y amoral simetría y una tal vez invisible redención. Una historia y cuento reproducido desde ese bolígrafo que ahora mismo nos cede para que se lo tratemos de vender como una parte de ese insignificante mundo en el que todo está en venta y en el que somos el trabajador del McDonalds, parte del (d)olor del sufrido y recto funcionario que tendrá que volver con sus bolsas escrotales sudadas en un deprimente metro dentro de un traje re(-re-y-re-)utilizado días atrás o aquellos seres cuya vida es una simple y anodina cerveza sin alcohol. Queramos o no, somos parte del público… Únete a la manada o espera ser devorado por los lobos, pues.
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162 de 202 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dallas Buyers Club
Dallas Buyers Club (2013)
  • 7,5
    56.701
  • Estados Unidos Jean-Marc Vallée
  • Matthew McConaughey, Jennifer Garner, Jared Leto ...
6
La vida como un rodeo
Allá por finales de 2012, cuando se empezaron a conocer los primeros detalles (y filtraciones fotográficas) de “Dallas Buyers Club”, el proyecto de Jean-Marc Vallée cobró una inusitada atención por las mutaciones Matthew Mcconaughey y Jared Leto. Después, teníamos constancia de su argumento —un biopic de Ron Woodroof: drogadicto, heterosexual y homófobo al que en 1986 se le diagnosticó SIDA y le dieron treinta días de vida— y nos preguntábamos el potencial que un director tan personal podría sacar en su primer largometraje netamente norteamericano. Una vez vista la película aparecen muchas preguntas sobre las posibilidades de una propuesta y sus decisiones dramáticas, argumentales y visuales. El libreto de Craig Borten y Melisa Wallack nos desvela que el director de “C.R.A.Z.Y.” da la impresión de que no ha podido hincar el diente a una oscilación entre un proyecto de encargo y una cinta más ajustada al Gus Van Sant de “Tierra prometida” y, sobre todo, “Mi nombre es Harvey Milk”.

Si alguien busca información sobre alguna posible conexión encuentra una entrevista y fotografías del director de “Paranoid Park” a Jared Leto, uno de los actores favoritos para conseguir el Oscar al mejor actor de reparto, en vmagazine. Y realmente la cinta de Jean-Marc Vallée, en una parcela determinada, parece ser un proyecto furtivo de Van Sant… porque su mayor debilidad es que no concreta el tipo de película que quiere ser, como si quisiera agradar a varios posibles frentes sin perfilar una forma definida. Habita un arco argumental que abre y cierra la película de ese diario (y contabilidad manifiesta) de los días a los que Ron Woodfroof tiene que ajustar su nueva cuenta atrás al darle los médicos apenas un mes de vida. Disponemos también de esa evolución de un homófobo que acaba convertido en uno de los estandartes de la lucha contra el virus del SIDA y precisamente su batalla contra la Administración de Alimentos y Medicamentos y los intereses de las farmacéuticas norteamericanas da la impresión de dejar un poso de filme tanto de denuncia como de exaltación de un héroe involuntario y atípico. Incluso podríamos tener cierta tensión sexual (y triangulo imposible) entre los personajes de McConaughey, Leto y Ganer como otra pieza dramática. En realidad, no hay demasiado atisbo autoral en la recreación de un libreto (tal vez impuesto y de encargo) por parte de Jean-Marc Vallée, aunque el director explota hábilmente ese sonido que marca la cercanía de la sentencia del muerte del protagonista o consigue una secuencia que conjuga la belleza que habita en la muerte en una sala de una clínica repleta de maravillosas luminosas y resplandecientes.

Tampoco podemos escarbar mucho más en esas capas narrativas un tanto desequilibradas que evitan sacar otros satélites colindantes en la vida real de Ron Woodfroof como una hija y una hermana. A los guionistas les interesa tratar demasiadas cosas en vez de focalizarse en una vertiente netamente dramática y centrarse únicamente en sus personajes. Les interesa la épica y la contra-crónica en esa lucha frente a médicos, empresas farmacéuticas y el propio gobierno por buscar unas vías de tratamiento alternativo y no tóxico para prolongar su vida. La moraleja es que Woodfroof consiguió siete años de vida adicional cuando le habían sentenciado a uno mes y realmente, al final de todo, el discurso se reduce a que el personaje se suba a ese (toro de) rodeo que es la vida y no se baje del mismo. No obstante, “Dallas Buyers Club” interesa; no sólo por las interpretaciones de McConaughey y Leto sino por aportar otro punto de vista inédito bajo un foco dramático menos moralista de lo que se podía pensar a un tema del que creíamos que estaba todo dicho.
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70 de 89 usuarios han encontrado esta crítica útil
La gran estafa americana
La gran estafa americana (2013)
  • 6,3
    47.745
  • Estados Unidos David O. Russell
  • Christian Bale, Amy Adams, Bradley Cooper ...
7
Caos y control
David O. Russell se ha convertido en uno de los más certeros francotiradores de (sub)géneros del cine presente norteamericano. En cierta medida estamos ante un director incomprendido al quedar equidistante, por sus peculiaridades, entre la aceptación del público, el mimo de la crítica y convertirse en un habitual de los Oscars en sus últimas producciones… alejándole de un reconocimiento de la prensa especializada más hiperbólica y cultivada. Si bien siempre quedará el poso del ataque de fingir y enmascarase bajo una etiqueta indie que realmente no corresponde y su asociación con Harvey Weinstein incentivó más si cabe dicho rótulo, pocos recuerdan que la producción más mastodóntica del director de “Flirteando con el desastre” fue “Tres reyes” casi una década y lustro atrás… “La gran estafa americana (American Hustle)” es su segunda mayor producción alejado de la mano (y dinero) de Weinstein y donde O. Russell utiliza la operación Abscam, que destapó un caso de corrupción político que afectó a varios congresistas e incluso un senador de EEUU a finales de los 70 y comienzos de los 80, para representar una nueva farsa de un país que es mera imagen y siempre tiene una doble y contradictoria lectura. Podríamos definir la propuesta en ese ‘elaborado’ peinado de Irving Rosenfeld (Christian Bale) frente a la permanente de Richie DiMaso (Bradley Cooper) o esa lucha de escotes de Sydney Prosser (Amy Adams) y Rosalyn Rosenfeld (Jennifer Lawrence), entre innumerables detalles para idealizar el mundo tenebroso y criminal de la mafia y política norteamericana.

No es la cinta de estafas (y estafadores) clásica sino que el enredo entre víctimas y verdugos se entrelaza en sus sentimientos y ofrece otro tipo de engaños emocionales para evolucionar. Todos los personajes viven bajo la sombra de una trampa propia y otra impuesta y todos los actores (y estrellas) interpretan roles con los que nunca habían tratado y que a su vez fingen ser otras personas. Eso sí, Louis C.K. igual de desgraciado que de costumbre. Todo ese cúmulo de engaños, propios y externos, metaficcionales y vinculantes a nuestra presente realidad, propician al director a retratar que todo aparente triunfo oculta otra historia más oscura donde habita el fracaso. Desconozco si parte de la potenciación del discurso del cineasta pasaba por la consciencia de incluir en el reparto a Jack Huston y Shea Whigham de “Boardwalk Empire” y esos lazos de conexión con Atlantic City. Del mismo modo, la inclusión de Robert De Niro da la impresión de establecer un vínculo con Scorsese a niveles cinematográficos y trazar su incursión en un género/estilo ajeno para iconizar (de manera socarrona) la leyenda de un personaje. Pero finalmente la mafia ocupa aquí un telón de fondo para esos artistas del engaño. Hay dinero en juego pero, por supuesto, amor que dote de mayor complejidad a esos farsantes que tenemos ante nuestros ojos. El propio director es consciente de la dramatización/estilización y nos desvela como primera de las cartas que ‘algo’ de lo veremos realmente pasó. La historia real escondía otra que pudiera ser o no verdad. A O. Russell realmente no le importa sino el juego de caos y control que propicia la misma en ese intercambio de roles.

Y es que, en realidad, al director de “El lado bueno de las cosas” aquello que le interesa son sus personajes por encima de la historia y vuelve a acerarse y alejarse de ellos como les dota de chillidos, tensión y sobreactuaciones dignas de una tirante screwball. En “La gran estafa americana (American Hustle)” la indefinición se convierte en una certera arma y la cinta queda perfectamente compensada tanto el la pareja principal (Irving y Sydney) como en la secundaria (DiMaso y Rosalyn) esquematizando una lucha de sexos en el equilibrio de todos los puntos de vista. Toda esa gran estafa (y mentira) queda reducida a dos grandes verdades: la amistad y el amor; ambos, valores tan efímeros, como el poder, grandeza y dinero que está en juego en un tablero repleto de traiciones y alianzas. Un tablero que representa ese mundo de apariencias donde, efectivamente, «no te puedes engañar a ti mismo por mucho tiempo… así que tu próxima reinvención, más vale que se haga bien». La vida (y por extensión el cine) son una farsa. O una doble mascarada como parece potenciar y definir O. Russell: aquella que vendemos a la verdad y la otra con la que nos engañamos a nosotros mismos, equiparable para un pueblo y su nación. La dicotomía del caos y el control tanto de la obra como de los propios personajes (mejor concebidos para el lucimiento de Lawrence que de Cooper) parece una metáfora del jazz (y también del cine) como respuesta a esa otra verdad de la que tratamos de huir creando una farsa: la vida misma. No se preocupe, siempre nos quedará Duke Ellington o películas tan brillantes y auto-conscientes en su juego de mentir al espectador como “American Hustle”.
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39 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
A propósito de Llewyn Davis
A propósito de Llewyn Davis (2013)
  • 6,7
    25.921
  • Estados Unidos Joel Coen, Ethan Coen
  • Oscar Isaac, Carey Mulligan, John Goodman ...
7
La vida es cine y el cine una canción de folk
La película se convierte en una canción repleta de sentimiento, ironía y desventura encapsulada sobre líneas y más líneas circulares, sobre un gran telón negro que acaba siendo un vinilo con la portada de la vida soñada del protagonista. “A propósito de Llewyn Davis” es el futuro para acabar con todas las toneladas de mala suerte y negror en surcos que realmente atrapan su objetivo. El destino de la desgracia está grabado y mezclado, estampado en una sola cara y es el patrón de cada día de adversidad. ¿Conseguirá Llewyn Davis escapar de su propio disco, vida y película? ¿Logrará expulsar todo ese sentimiento pulido milimétricamente en líneas circulares que giran alrededor de un mecanismo inamovible y que sentencian su destino?

Los hermanos Coen son esa afilada aguja suspendida sobre la que pasa un guión hecho vinilo, hecho canción, en la que todo aquello que es la vida gira todavía en un lugar a determinar, sin saber si entre la elipsis existencial despertaremos en el mañana o el ayer. El (mal)vivir pasa por un sofá, por desconectar de un mundo gélido en que no hay ningún enlace con sus habitantes incluso por encima de la biología o el supuesto amor, caminando por unas calles que no son suyas con un gato sin nombre (ni sexo), cabalgando por estaciones y carreteras desconocidas con extraños forasteros y en el que solamente queda la música para exorcizar esos demonios interiores. Aunque no queda nada porque no hay nada que contar en una canción que quedó atrapada dentro de un sueño que ella misma construyó, donde el artista da la impresión de estar por encima de todo cuando sobresale de ese escenario que marca un pulido y afilado guión, montaje y dirección.

Que “A propósito de Llewyn Davis” conecte con “O Brother!” (T. Bone Burnett y Ulises) no es de extrañar en esa filmografía también circular donde se dan cita paralelismos de “Barton Fink” y de cualquiera de sus road-movies y singulares pasajeros. Podemos situarnos en el punto de vista del productor, el Sr. Grossman (F. Murray Abraham), y mirar directamente a la cara de ‘la película’ y decir no vemos mucho dinero en todo el asunto. Es arte es estado puro y puede ser diseccionado, mutilado y enmascarado para fines comerciales y conectarlo directamente con el público; enlatado para el disfrute de esa audiencia entregada a letras frívolas, pasajeras y cegado por sonrisas, destellos y mitos. Y precisamente al final de todo aparece un gran cuento de invierno, donde nuestro trovador nos cuenta su historia mientras canta y da el relevo a aquel que será leyenda. Él no es el protagonista de su propia historia, es el Tony Wilson de esta década cinematográfica. No hay ninguna concesión emocional en ese punto muerto en el que estará atascado perpetuamente su antihéroe, como si toda la cinta fuera consciente de ser ese vinilo que se repetirá una y otra vez a lo “La rosa púrpura del Cairo”, como si la vida y muerte fueran las dos caras del mismo disco, de esa melancólica, carretera sin ruta y, en definitiva, canción de folk.
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39 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Act of Killing
The Act of Killing (2012)
Documental
  • 7,8
    8.093
  • Dinamarca Joshua Oppenheimer, Christine Cynn ...
  • Documental
7
La arcada como catarsis
¿Cómo afrontar realizar un documental sobre un genocidio en el que los autores (y asesinos) campan a sus anchas triunfantes con los amorales actos cometidos? Joshua Oppenheimer se enfrenta a las matanzas de comunistas en Indonesia durante los 60 mediante un punto de vista fascinante, perturbador y aterrador ya que dota al asesino de un arma (el cine) para transformar en ficción y realidad reinterpretada los crímenes por los que no siente en absoluto remordimientos. El documento (y realidad pasada) pasa el filtro de la ficción y se erige como arma poderosa pero, al mismo tiempo, juega con la moralidad de los actos del ejecutor, la víctima y el propio director. La historia siempre la escriben los vencedores y evidentemente en el inclasificable documental de Oppenheimer el triunfo (si es que existe) lo marca el propio espectador dentro de esos actos (de matar) que solamente pueden ser reproducidos por una lluvia de arcadas.

El documental, la película y el cine ahora son un medio intercomunicado entre el cineasta, los responsables de un genocidio sobre presuntos comunistas tras un golpe militar y las propias víctimas, que poseen los cuerpos de esos actores (in)voluntarios en la farsa, donde poder recrear esa supuesta victoria (y genocidio). Los puntos de vista los determina los vencedores pero aquí aparece el cine y esa idealización del gánster (free-man) imprimado en el cine norteamericano. Desde el musical hasta el cine de terror se dan cita en otra película que subsiste dentro de “The Act of Killing” pero no nos importa, forma parte de ese medio que conoceremos que utilizará el director como un arma punzante y de doble filo. Todo ese conjunto reflexivo, subversivo y excepcional cederá a un surrealismo sobre una tragedia real. El espectador también asiste a la recreación por parte del verdugo real que se congratula de sus actos y apacigua a sus víctimas al conocer que todo forma parte de una ficción. Y si desde una ficción se pude sentir parte del dolor real, ¿qué sufrirán en sus propias carnes las víctimas de los hechos pasados y verídicos? No lo sabemos pero lo intuimos y con esa agonía engendrada dentro de esa otra invención y las implicaciones morales originadas en el posicionamiento de Oppenheimer, ejerciendo de Jigsaw, amarrando poco a poco un conjunto y catarsis desagradable, perturbadora y peligrosa.

La conciencia no perdona y no importa que un aparente abuelo bondadoso —que quiere que sus nietos vean un asesinato ficcionado con torturas como parte de su aprendizaje y actos que le convirtieron en leyenda del país— sea el mayor de los genocidas. Los asesinos bailan sobre las tumbas de sus víctimas, se jactan sobre todos esos seres humanos a las que mataron, alaban el perfeccionamiento de sus métodos de muerte, son salvaguardaos por los gobernantes actuales del país donde dejaron un incontable regadero de muertes y son parte fundamental y respetada de la actual sociedad. Son tratados como héroes nacionales y se cuestionan el debate sobre ‘Los Derechos Humanos’ en el ámbito internacional y lo pero de todo es que pueden sacar los colores a las mayores potencias: vivimos en un mundo genocidas que ocultan sus actos tras el sonido de las trompetas. Tampoco temen ningún acto de venganza o represalia porque mataron a todos aquellos que podrían cometerla y sonríen delante de una cámara mientras se congratulan con tal hecho. «Los asesinos han escapado de la justicia pero no del castigo», señala Werner Herzog, productor del documental. Y es que “The Act of Killing” establece en ese acto de matar y esa película devastadora, desconcertante, que combina a los David Lynch y Busby Berkeley más imaginativos y fantasmagóricos, un ensueño que acaba convertido en pesadilla. Siempre nos quedará Voltaire [«Matar está prohibido, por tanto, todos los asesinos son castigados, a menos que maten en grandes cantidades y al sonido de las trompetas»] y esa excusa para ‘el acto de matar’. Efectivamente sólo queda la arcada como respuesta ante esos escuadrones de la muerte paramilitares y sus sicarios criminales reclutados. La conciencia no perdona y después de todo crimen siempre queda un castigo aunque la arcada sea el único medio que propone esa extraña catarsis y conquista que propone “The Act of Killing”. Lamentablemente no podemos vomitar porque no queda nada en nuestro interior después la experiencia de ver el mejor documental estrenado en 2013.
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40 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Searching for Sugar Man
Searching for Sugar Man (2012)
Documental
  • 8,0
    28.287
  • Suecia Malik Bendjelloul
  • Documental, (Intervenciones de: Sixto Rodríguez)
7
El mito que fue historia, la historia que fue mito
Podríamos ceder a la post-vorágine del hype y posicionarnos, como espectador que ha llegado tarde a uno de los 10 documentales más celebrados y populares del Siglo XXI, dentro de un territorio de inconformismo gritando sobre un escenario que estamos ante el timo cinematográfico más sobrevalorado de los últimos años. Y timo con razón porque se puede acusar a “Searching for Sugar Man” —ganador del Oscar y decenas de premios sumados al añadido de las ‘Cinco Estrellas’ de rigor en cada crítica escrita y originada tras su visionado— de ser un fake… si seguimos por esa vía tremendista. (Sixto) Rodriguez fue ninguneado en su país y época pero fue considerado un mito mayor a Dylan o Elvis en Sudáfrica donde le creían muerto… hasta que descubrieron que realmente vivía en el anonimato del fracasado siendo arrastrado a una gira de masas que le redimía del éxito arrebatado. Todo lo que cuenta Malik Bendjelloul es cierto, pero omitió (presumiblemente y a conciencia) detalles que apartan del misticismo, magia y emoción la inédita y misteriosa historia (digna de leyenda urbana) de Rodriguez. ¿Qué pasó en realidad?

Pasó que antes de Sudáfrica (y esas líneas revolucionarias que no se cree nadie) existió Australia, donde realizó dos giras repletas de fama (y todo aquello que propone Bendjelloul) a finales de los setenta y ochenta. ¡E incluso el propio Rodriguez tenía una web activa desde finales los 90 apartando el halo de misterio de esa búsqueda sobre su paradero y que tanto metraje se lleva en el la primera parte del documental! Si “Searching for Sugar Man” relatara los hechos reales en orden cronológico perdería ese final que incita a cualquier cinéfilo a bajarse los pantalones y masturbarse compulsivamente mientras que moja su sexo con las lágrimas que caen por su rostro. En resumen, entre hispters y el hype (con ese halo de fake) se ha construido un mito que ha demostrado en los conciertos que ha dado a rebufo del documental que no está a la altura de las circunstancias. No es que estemos ante Tamara Seisdedos diciendo que está afónica para evitar cantar hacer el ridículo, pese a copiar parte del estilismo a la diva, sino que la leyenda ha envejecido mal y su minúsculo repertorio no funciona correctamente en directo más allá de la historia que ampara al mito. Entonces, ¿merece o no merece la pena “Searching for Sugar Man” o la culpa del hype también la tiene la piratería?

En realidad, merece la pena por un simple y decisivo motivo: el propio mito (como ficción, fábula y leyenda) que ha construido Malik Bendjelloul gracias a la historia manipulada tanto en guión como en sala de montaje sigue vigente con el documental, por encima de la polémica, controversia y contradicciones internas. Porque le gran misterio que construye el misterio es que Rodriguez se aparta de la (recreación de su) historia que propone el director sueco y queda ensombrecido por esa oscura ventana que rodea a ese otro cuento inspirador, insólito y conmovedor de principio a fin. Y sin protagonista, queda el icono y aquello que se fabula sobre el mismo. Realmente “Searching for Sugar Man” (y su polémica generada) es el perfecto documento para reflejar el mito que desprende toda canción y artista, por olvidado o confirmado que quede, por mucha crítica, arañazo, historia negra colindante. El icono siempre sobrevive gracias a la música que lo creó. Como si fueran dos figuras distanciadas entre sí a través de esa ventana que separa al personaje real del propio espectador de su obra. Rodriguez sobrevive gracias a la música. Y, en resumen y sentencia definitiva, “Searching for Sugarman” hace lo propio con el cine, como mecanismo de ficción por encima del documental, como herramienta para construir un mito que ya es historia. ¿O es al revés?
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23 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bienvenidos al Lolita (Serie de TV)
Bienvenidos al Lolita (2014)
Serie
  • 3,3
    823
  • España Álex Pina (Creador), Daniel Écija (Creador) ...
  • Beatriz Carvajal, Natalia Verbeke, Roberto Álamo ...
1
La película porno de Carmen de Mairena tiene más clase y glamour
Anunciada como una comedia dramática tan real como la vida misma y con personajes de la noche convertidos en personas de carne y hueso, si nos fiamos de la audiencia del primer capítulo de “Bienvenidos al Lolita” y la campaña en redes sociales más insidiosa de lo que llevamos de año tenemos la Mejor Serie de la Historia de la Televisión. Como poco. La vida y ese día a día de esos personajes tan humanos, creíbles, repletos de amores imposibles y que forman esa gran familia de padres, hijos, hermanos y otros parentescos. La nueva serie de Antena 3 ya ha sido definida como un puticlub de otras muchas fulanas (y series) patrias en ese cruce imposible de “UPA Dance” y “Los Serrano”. El recital de ficción casposa spanish para no dejarse ningún target posible se convirtió en las ladillas de la crítica televisiva y el lubricante de la plebe adicta a este tipo de traumáticas experiencias. En la propia serie dicen que un cabaret es un puticlub encubierto, pero “Bienvenidos al Lolita” es un puticlub de los malos. ¡Hasta la película porno de Carmen de Mairena tiene más clase y glamour! Parece hasta “Casablanca” comparado con esta defecación catódica.

Me niego a comentar algo más del primer capítulo más allá de lo que dicen los personajes o la propia audiencia. Nos dicen que los huevos pequeños y apretados al culo, como un tigre porque, efectivamente, así se te quedan viendo este engendro que es más malo que esnifar heroína. Con frases intelectuales como «Puede orinar donde quiera» y una clara incitación al suicidio de la propia audiencia, el número musical es para subir a una azotea y saltar gracias a ese cúmulo de lugares comunes, situaciones de vergüenza ajena y ese nuevo torso argentino de Rodrigo Guirao como carnaca para las marujas y las moja-bragas habituales en estas series tan inteligentes, originales y cercanas. Éstas luego son las mismas que hablan de belleza interior, de no criticar por las apariencias y todas esas 'soplaflocheces' varias… Así nos va.

Pero realmente mi crítica es una excusa para copiar y pegar, como hace (generalizando) la ficción española, un comentario en vertele de un tal Juan con el que sentí completamente identificado:

«Lo han conseguido. Creí que la época de las series horrorosas había acabado, pero siempre hay alguien que da el do de pecho y se supera. Y con “Bienvenidos al Lolita”, se han superado con creces. Mira que he visto series regulares, malas y muy malas. Pues ésta es aún peor. Sin pies ni cabeza. Personajes planos, un guión extraordinariamente malo, las mismas situaciones de siempre pero dadas la vuelta para parecer originales. ¿Y el ‘casting’? Sin palabras… Así que, en 90 minutos, el Lolita está cerrado (Beatriz Carvajal, haciendo casi el mismo papel que Gregoria en “La que se avecina”, pero un poco más seria); aparece el gran Luis Varela (el único que se salva) junto con su sobrino (qué fácil era convertirlo en pueblerino haciéndolo pasar por gallego, ¿verdad?), abandonado por su novia en el altar, para salvarlo (¡pero ojo!, no es para salvarlo, es para otra cosa); mientras tanto, aparecen por allí personajes como Roxy (la hermana de Paz Vega haciendo de Paz Vega), el camarero guapetón, dos intentos de suicidio, una hija abandonada y desahuciada (Natalia Verbeke es malísima, y si canta, doblemente mala), dos niños, un exnovio (Roberto Álamo, un pedazo de actor desaprovechadísimo)…¡qué agotamiento!, y, por supuesto, el Lolita, con todos estos ingredientes y alguno más (ah, sí, la chica que se lía con el padre de su exnovio, que deja de trabajar en un hospital para regresar al Lolita), ¡¡¡se salva!!! Y ahora, ¿qué? Mejor me lo contáis vosotros, o mejor que nadie la vea, que cierren la serie, y que nos lo cuente Antena 3 en un post».


P.D.: Gracias Juan.
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24 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
InAPPropriate Comedy
InAPPropriate Comedy (2013)
  • 3,0
    84
  • Estados Unidos Vince Offer
  • Rob Schneider, Michelle Rodriguez, Lindsay Lohan ...
1
La segunda peor película de 2013...
... y alguno se preguntará: ¿¡cómo 'cojons' será la primera!?

Vince Offer es el autor de “The Underground Comedy Movie”, considerada una de las 100 peores películas de la historia según los votantes de Imdb. Posiblemente haya pensado en pasar a la posteridad al ver que este año se estrenaban “Movie 43” y “Scary Movie 5” como súmmum de la inmundicia humana que será estudiado por la Antropología del Siglo XXI o sencillamente se le ocurrió el juego de palabros que propiciaban inappropriate (inapropiado) y APP (aplicación informática). El funcionamiento de este bodrio, que forma parte ya de las finalistas para optar a las candidaturas de los Razzies y fue considerada la segunda peor película de 2013 por crítica y público, se basa en dicha conjunción: aplicaciones que den posibilidad a sketches independientes bajo un fondo de racismo, escatología o tocando a cánones de la masculinidad. Es cierto que la carrera de Adrien Brody con “Predators” y “Manolete” estaba más perdida que la cabeza de Rafa Mora en una biblioteca pero “El profesor”, “Back to 1942” y “Midnight in Paris” habían aupado de nuevo al ganador de un Oscar… para caer de nuevo por un precipicio que consigue con su papel de Flirty Harry (El Coqueto Harry) por parodiar a Harry el sucio. ¿Pecado mortal?

Desde la presentación y parodia de “127 horas”, nos presentan esa tablet y sus APPs que irán surgiendo ‘de la raja’ de una marilynmonroeizada Lindsay Lohan. Tendremos ‘Blackass’ por “Jackass”, ‘The Amazing Racist’ por ‘The Amazing Race’, The Porno Review para que Rob Schneider y Michelle Rodríguez hagan de críticos de cine X o ‘Psychology World’ para parodiar tonterías en un diván. Con esperma por palomitas como medidor, “InAPPropriate Comedy” nos confirma que el porno con subtítulos oculta el vello, el cine erótico oriental no necesita ser parodiado y el ‘Lago de esperma’ puede que sea el único show en internet que hará que los hombres dejen de masturbarse. Yo diría más bien que practicarse el harakiri con esta bazofia… La película también provocará que dejes de reírte durante unos días y tu vida sea similar a ir a un funeral donde toda tu familia fue masacrada y devorada por tiburones dentro un tornado. Sí, doble humillación moral y social…

Que el sketch final ¿y mejor? sea ver a Lindsay Lohan a lo Marilyn Monroe siendo fotografiada por paparazzis y que ésta les pida si puede hacerles unos ‘shots’ (fotografías en Klingon) para sacar un par de pistolas y acabar con todos ellos, deja claro que esta película quiere acabar también a ‘shots’ con tu cerebro. Aburridísima, anti-divertida y monumentalmente estúpida, esta defecación cinematográfica nos plantea si el Observatorio de Derechos Humanos Internacional debería hacer una lista de películas con carácter anual para advertir de los riesgos neuronales y de pérdida de tiempo al que puede someterse la raza humana. Si alguien le dice que esta es la peor película que ha visto en su vida, por favor, abrácele fuerte y dele consuelo. ¡Esa persona necesita HAMOR! Tortura en su máxima extensión, quince minutos de “InAPPropriate Comedy” deberían considerarse como ataque con arma blanca y obligar a alguien a ver la película un disparo en la sien. Inapropiada en todos los sentidos, lo único maravilloso del largometraje de Vince Offer es que convierte a “Movie 43” y “Scary Movie 5” en “Aterriza como puedas” y “Top Secret!” respetivamente… y digo yo que alguien lo agradecerá, ¿no?
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9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Stranded
Stranded (2013)
  • 2,7
    108
  • Canadá Roger Christian
  • Christian Slater, Brendan Fehr, Amy Matysio ...
1
La tercera peor película de 2013
El inevitable deber del ser bastardo que escribe en esta web y su blog de series y cine cutre por tratar de abarca toda la ignominia cinematográfica de cada año le lleva a lidiar no sólo con bodrios como “Stranded” sino tratar de hallar las causas de tal desgracia. Podemos reducir el asunto a que Christian Slater necesita (mucha) pasta debido a los altos costes de la cocaína, prostitutas y vida de Hollywood o que Roger Christian deseaba volver a hacer cine en EEUU después de ser deportado a India (“American Daylight”) y México (“Bandido”) por dirigir “Campo de batalla: la tierra”, designada la Peor Película de la historia de los Razzies. Es cierto que Christian (y no Slater) ganó un Oscar… pero compartido con otras 3 personas por poner decorados en “Star Wars”… y aquí hemos descubierto que sus intenciones reales pasaban por volver a hacer cine (o hacer que pone decorados) en América pasando por Canadá. En cambio, Christian Slater ansiaba volver a auparse siendo el protagonista de la Peor Película del Año después de “La bala del asesino” y su participación en “Nymphomaniac. Volumen 1” es simple fachada para seguir protagonizando los mayores bodrios de cada primavera… ¿para invocar a una maligna deidad con todo el dolor y odio que generan sus films?

Slater interpreta al coronel Gerard Brauchman, que dirige una base lunar que se dedican a extraer minerales y setas alucinógenas hasta que son fusilados por una lluvia de meteoritos con mojón alienígena (y esporas) de regalo. “Stranded” tiene el acabado de una película de SyFy Channel y el low-cost se impone a todos los niveles: guión mierder, personajes unidimensionales, iluminación de puticlub de carretera, accesorios tecnológicos robados de un todo a chien, efectos especiales peores que una de The Asyluym e interpretaciones a juego con la productora de mockbusters. Después de que la salvadora de la misión se corte el dedo al tratar los materiales biológicos de la manera más estúpida posible, tendremos la versión más cutre y sin pretensiones de “Alien, el octavo pasajero” mezclada con momentos de “La semilla del diablo”, “¡Estoy vivo! (¡Está vivo!)”, “La cosa”, “Solaris” y “Prometheus”. En apariencia el refrito pudiera ser interesante pero ninguna imagen se salva, los giros son tan alucinógenos y estúpidos como la trama y los personajes (quéjate tú ahora del geólogo y biólogo de la criticada y controvertida película de Ridley Scott) y, para terminal de asesinar nuestras neuronas, las inverosimilitudes (hasta para ser ciencia ficción) están al nivel de “Los nuevos extraterrestres”.

Que la heroína se llame Ava Cameron no sabemos si es un homenaje a “Avatar” y James Cameron o, por el contrario, a Ava-HORROR de “Aliens vs. Avatars”… porque el survival-HORROR se queda en lo último. ¡Qué espanto de película! ¡Qué sopor! No entendemos por qué la amenaza alienígena no les puso esta película para acabar con ellos rápidamente porque aquí la falta de oxígeno se traslada al espectador… ¿El BODRIO se llama ‘Varados’ porque así quedan nuestros cerebros después de tan terrible e inolvidable experiencia? Aunque lo mejor llega al final con ese lanzamiento de moneda que provoca que la sufrida audiencia se quede con la cara de merluza congelada y ese cierre que quiere ser un cliffhanger y nos deja más perdidos que el montador de esta película. En definitiva, que este PEDAZO de BODRIO está para aquellos que nos quejábamos del Pulpo Paul de y las otras 1.569.666 millones de incoherencias y absurdos de “Prometheus”… porque buscar otra explicación a esta defecación cinematográfica… podría suponer un derrame cerebral. NO LO HAGA o NO LA VEA. Bueno, haga lo que quiera con su cuerpo… si es que le dejan, claro.
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12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
ATM
ATM (2012)
  • 4,1
    348
  • Estados Unidos David Brooks
  • Alice Eve, Josh Peck, Brian Geraghty ...
1
A-bsurda T-ontería M-onumental
“ATM” no es ‘Automatic Teller Machine’ sino una ‘Absurda Tontería Monumental’. Contar con un guión de Chris Sparling (“Buried”) es tan peligroso y afilado si todo se convierte en una spoof-movie con asesino en serie y cajero automático en vez de socorrido gañán y ataúd. Que tres JASP queden encerrados en un cajero automático en una gélida noche tras volver de la fiesta de Navidad de su empresa con un psicópata sin rostro, puede dejar puertas abiertas para una revisión de “La trampa del mal” o un carrusel hitchcokiano con conspiración de fondo. Y aparente parecía así… con un triángulo y demasiadas casualidades para no pensar que una venganza o plan maquiavélico estaba siendo plasmada por ese asesino que abre los títulos de créditos y estudia meticulosamente los planos del lugar del crimen. Nada de nada, este ATM es una ‘Absurda Tontería Monumental’ y olvídense de cualquier distintivo de originalidad o brillantez.

David Brooks ha perpetrado una de las peores películas de 2012, tan estúpida como desconcertante con una estrategia criminal que no sabemos identificar. O el asesino en serie es el hombre con más suerte del planeta o es el propio guionista de la película. La gracia de dejar al villano oculto y alejado de ellos como suspense se pierde en la incapacidad de disponer de mecanismos convincentes y un guión con tantas lagunas que repasarlas se convierte en obligación. Para empezar, ¿por qué cojons aparcan a tomar por culo una fría noche de invierno si tenían todo el aparcamiento para ellos? ¿Y el tema de los móviles? ¡Y eso que estamos en la premisa...! Podríamos proseguir con tantas, tantas y tantas objeciones que finalmente nos daríamos cuenta de que todo el guión es un gran agujero negro defecado en un cajero automático y donde el billete lo ponemos nosotros.

No importa, “ATM” es una ‘Absurda Tontería Monumental’ en la que nada tiene sentido y con una moraleja aterradora: un asesino en serie sigue suelto y con una policía tan idiota usted puede ser su siguiente próxima víctima. ¡Y no le van a creer por muy convincente que sea su historia! ¡No le van a creer! ¡NO! Aquí el espectador consigue también sentirse atrapado entre una gélida y estúpida trama que nunca entiende y de la que no puede escapar vivo... o con alguna neurona a salvo.
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Liga de la Justicia: La paradoja del tiempo
La Liga de la Justicia: La paradoja del tiempo (2013)
  • 7,1
    2.279
  • Estados Unidos Jay Oliva
  • Animación
7
La película con la que se masturba compulsivamente Sheldon Copper cada noche
¡Que nos dejen de engañar ya! Ni Whedon ni Nolan están haciendo las mejores películas de superhéroes sino Jay Oliva. En “La Liga de la Justicia: La paradoja del tiempo” es capaz de trabajar con cantidad indigente de señores y señoras con traje y poderes para voltear el universo del cómic y establecer una paradoja dentro del cine de animación. Nos queda claro que esta película es aquella con la que se masturba compulsivamente Sheldon Copper cada noche para conciliar el sueño, aunque que sea la película más violenta de universo DC animado no descarta alguna pesadilla al más imprudente e infantil… El argumento puede parecer inicialmente una locura tras el prólogo con una guerra entre las amazonas de Wonder Woman y Aquaman de Atlantes y sus hombres que puede acabar con todo el mundo, pero cualquier película de actores reales cuyo objeto sea la Liga de la Justicia debería plantearse los aciertos y el elegante conjunto que ofrece la película de Oliva.

Basada en el comic ‘Flashpoint’, escrito por Geoff Johns, y tomando sus diferencias como sorpresas para los fans más allá de cambios traumáticos por necesidades de la comprensión de la historia, “La Liga de la Justicia: La paradoja del tiempo” es uno de los mejores hallazgos para el mundo de los superhéroes. Oliva complementa el largometraje perfectamente con una estructura que marca la parábola temporal y ofrece contrapuntos para los seguidores con versiones alternativas imposibles donde las cabezas ruedan al mismo ritmo que la violencia y la sangre. Y es que la oscuridad y la imprimación trágica funcionan esta vez sobre el sensacionalismo que podría proponer un universo alternativo. ¿Qué hubiera pasado si Superman hubiera caído en manos del gobierno estadounidense, por ejemplo? Y es que una interminable serie de consecuencias serán provocadas con la muerte/salvación de la madre de Flash demostrando la necesidad de la defunción se seres queridos para construir a los superhéroes. Sí, lo sentimos mamá/papá/novia/animal-de-compañía...

Creo que pocos podrán criticar la animación y el ritmo de la historia que no decae en ningún momento y está perfectamente estructurada y concebida sobre las espaldas dramáticas de Flash y Barry Allen. Que WonderWoman y Aquaman sea unos villanos que pongan en peligro a todo el mundo y, que al mismo tiempo, se filtre una historia de amor y odio entre ambos no deja de tener un sentido adulto de la responsabilidad. Y es que las aportaciones de Oliva, por encima de la fuerte violencia a las que están expuestas, muestran una madurez que no es propia de esas fallidas adaptaciones anteriores. Porque en realidad esa brutalidad y lado adulto ya estaba en las viñetas originales pero siempre faltaban agallas o imposiciones de las grandes productoras de plasmar una violencia explícita y necesaria sin ser efectista. “La Liga de la Justicia: La paradoja del tiempo” junto a las adaptaciones de “Batman: The Dark Knight Returns” son prueba de un fenomenal nuevo concepto de la acción donde Oliva sabe perfectamente manejar numerosas decenas de personajes y distintos tonos dramáticos entre toneladas de acción y homenajes. Olvídense pues, de “El hombre de acero”, de “Iron Man 3”, de “Thor: El mundo oscuro” o “Lobezno inmortal” porque el director con acento de aceituna ha confeccionado las dos mejores películas de superhéroes del año.
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21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hatchet III
Hatchet III (2013)
  • 5,1
    753
  • Estados Unidos BJ McDonnell
  • Danielle Harris, Kane Hodder, Zach Galligan ...
5
«¡Quiero a un abogado no a un bloggero!»
La trilogía Hatchet siempre ha sido de extremos: o crees en Victor Crowley o llamas loco (y otros innombrables adjetivos) a la gente que cree en esos fantasmas adictos al picadillo y al kétchup. BJ McDonnell toma el relevo de Adam Green y es evidente que vamos a tener un constatado cambio de timón en la política de excesos pese a mantener sus credenciales hiperbólicas y repetir Parry Shen y Rileah Vanderbilt junto a guiños a pasadas entregas con una aparición estelar de Sid Haig. “Hatchet III” decide comenzar fuerte y donde lo dejó sumando un desenlace a lo remake de “Evil Dead” para dejar claras las cosas: Victor Crowley será triturado a golpe de motosierra pero no descenderá a los infiernos ya que recordemos que la maldición está siempre presente… y es en ese punto donde vamos a ser testigos de cómo corren el ensangrentado telón para presentarnos la historia. Sumamos los fichajes de Zach Galligan (“Gremlins 2: La nueva generación” y “Gremlins”) para dejar claro el componente metaficcional cuya ex mujer es Caroline Williams (“La matanza de Texas 2”) sigue intacto, junto a otros visibles guiños e incluso autohomenajes. “Hatchet III”, en definitiva, quiere ser una gran fiesta de excesos sin importarle perder el sentido de la orientación.

Así, el deambular de la cinta de BJ McDonnell está plagado de referencias con una ducha a lo “Rambo” o una transformación de la saga en “Aliens: el regreso” divisada en parte ya en su anterior entrega, aunque “Hatchet 3” también tiene un espacio narrativo dentro de un terreno poco explotado por el género: ¿qué ocurre después de todo el frenesí de sangre, vísceras y masacre? ¿Quién puede creer que un fantasma es causante de una pesadilla real? Desde la frase «¡Quiero a un abogado no a un bloggero!» se establece el remake como condena y repetición, como si la propia película fuera siempre autoconsciente de ese juego sobre fantasmas y maldiciones, sobre repetidores y no-muertos.

Es una incontestable verdad que el gore con tono cartoon que propone la franquicia y la sucesión de ultra-violencia no es para nada gratuita con un personaje como Victor Crownley, pero la película es realista con un hecho: hay tantos cadáveres en el lugar de los brutales crímenes que nadie puede negar lo evidente… por fantasmagórico que parezca. BJ McDonnell ha decidido dar ciertos toques ochenteros al conjunto trazando una trama en paralelo con la heroína que piensa que ha concluido su aventura pero se encuentra atrapada en una repetición como aquella que vivió en “Hatchet II”. Netamente absurda en sus planteamientos, el desenfrene entre maldiciones, soluciones improvisadas y el frenesí de la violencia con una llamativa distinción en cada asesinato y descuartizamiento del anterior, levantando y ondeando una nueva bandera compuesta por órganos vitales. No hace más que ceder a ese desfibrilador que ejerce la crítica para dejarse caer, como si la propia película fuera consciente de la decepción que pudiera crear. Y ahí nos deja con el último aliento y una luz como si nosotros decidiéramos si la pesadilla ha llegado a su fin y despertar…
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La gran boda
La gran boda (2013)
  • 4,4
    6.212
  • Estados Unidos Justin Zackham
  • Robert De Niro, Katherine Heigl, Diane Keaton ...
2
Un gran BODRIO… ¿disfrutable?
Es fácil sumar elementos en un bodrio de título y renombre donde emerge, cual mojón saliendo de nuevo de la taza del váter a lo Jason en el final de “Viernes 13”, el palabro «boda» y figure en su reparto la actriz nominada al Razzie Katherine Heigl. Todo lo anterior posibilita el lanzamiento indirecto del espectador a la salida más cercana entre alaridos de espanto. ¡Qué horror, otra de la Heighl probándose vestiditos y produciendo derrames cerebrales! No, en esta no se casa y tanto su look y estado de ánimo se asemeja a la de una lesbiana después de haber visto “La vida de Adèle”. No importa quién se case ni quién engaña a quién, lo normal es que cualquier ser con un poco de sentido y arcada común… correrá y ni mirará atrás mientras grita. El caso es que “La Gran Boda” no es por supuesto esa película horrible que parecía ser. ¡Es algo incluso peor! Justin Zackham es el autor de cosas que pocos habían visto y muchos han reivindicado como “Lights Out” pero aquello que ha evacuado ahora es todo un cruce fecal de una screwball cutre con un toque de hedor de comedia francesa… muy alejado a lo que suele realizar Hollywood para que no te incluyan en su lista de negra de sicarios a sueldo. El resultado es sorprendentemente irrefutable: “La gran boda” es todo un pedazo de BODRIO, una de las peores películas de 2013 y aspirante a copiosos premios Razzies.

Aburridísima de principio a fin, nos encontramos con un producto digno para torturar al personal y a seres odiados y que no produce ninguna sonrisa. ¡Ninguna! Funciona con soltura, eso sí, para defecar en una tarde de verano… o para echar la pota en un domingo de resaca. En fiestas navideñas y orgías gastronómicas es idónea para la bacanal romana de comer hasta reventar, ponerse cinco minutos de “La gran boda”, vomitar hasta la primera papilla y seguir zampando… con alguna arcada lógica por medio por el traumático paso ocular por un catálogo de clichés sin gracia del que cuesta recuperarse.

Pese a que no tiene mayor pretensión que hacer pasar un rato agradable en sus actuales y cortos 90 minutos, los daños cerebrales hubieran podido ser mucho mayores con un minuto más de insoportable metraje. ¡GRACIAS Justin Zackham! ¡GRACIAS! El título de esta defecación fílmica hace mención a la boda del hijo adoptado de Robert de Niro y Diane Keaton que se separaron en una historia que poco nos importa y que acabó con de Niro viviendo con Susan Sarandon y lidiando con sus hijos interpretados por Topher Grace y Katherine Heigl. Amanda Seyfried ejerce de novia que se casa con otro hijo adoptado y, realizadas las presentaciones, nos queda morir neuronalmente repasando el tinglado típico de desaprobación, problemas matrimoniales del peor vodevil, giros que no sorprenderían ni a un bebé y reacciones emocionales narradas tan torpemente como Robin Williams oficiando una boda. Tenga, como resumen y moraleja, claro una única cuestión: si alguien le dice que esta película es divertida, déjele de hablar inmediatamente. Y no se olvide de vomitarle encima antes de dar la vuelta y salir gritando y corriendo buscando la salida más cercana.
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7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La gran belleza
La gran belleza (2013)
  • 7,4
    37.875
  • Italia Paolo Sorrentino
  • Toni Servillo, Carlo Verdone, Sabrina Ferilli ...
8
‘La dolce vita’ del Siglo XXI
He aquí la historia del autor atrapado, de aquel que desea olvidarse del pasado y queda encerado en esa tela de araña que conforma el recuerdo. De aquel que trata de ser el cronista de la Ciudad Eterna y acercarse como si fuera la primera vez a los monumentos que la componen… pero queda confinado en sus propios recuerdos. Ya sea el primer amor, ya sea Fellini, ya sea por adentrarse en la dicotomía de lo sagrado y lo profano. Es normal que “La gran belleza” lleve la etiqueta (que no título) de ser “La dolce vita” del Siglo XXI pero considero que Paolo Sorrentino da la impresión de establecer un diálogo entre Marcello Rubini y Guido Anselmi en la figura de Jep Gambardella, en traer la melancolía y sus anécdotas personales para sacar a relucir la nostalgia que habita en el cinismo y el la crónica de lo mundano. Pero, aparte del recuerdo y la obsesión por el sentido de la vida entre una lluvia de fugaces planos en constante movimiento, brota la espiritualidad avocada a la ironía en toda esa puesta en escena religiosa. Como si las monjas, cardenales y santas fueran en sí mismas una evolución en las preguntas más profundas que se plantea el personaje principal. Y el fondo es el gran escenario: Roma, la belleza, la gran belleza… sobre la que tratan de amoldarse sus terrenales habitantes. Aquella belleza que permanece imperturbable y silenciosa, testigo de las oportunidades perdidas durante las generaciones desde que fue alzada.

Y en ese punto es un escritor decepcionado por su vida aquel que descompone su deprimente entorno carnal sobre otro eterno muerto de fondo pero, al mismo tiempo, con más vida por ser una constante sobre esos entes variables. El choque de esa miseria humana respecto a la inalterable e inamovible belleza forma parte de ese ‘aparato humano’ y extasiada burguesía que se esconde en la mascarada de la orgiástica y hedonista fiesta para evitar enfrentarse a sí misma, a su vejez y al recuerdo de una biografía cada vez más condenada a ser una simple hoja en blanco. Todo el teatro vital que conforma “La gran belleza” queda empequeñecido por el conflicto de la vulgaridad latente y de una ciudad que, en realidad, parece distanciada de sus propios habitantes. Es la chispa de ese primer amor la única luz entre esa oscuridad que viene y va, como las olas de un mar malogrado de falsa eternidad. De un sueño inexistente sobre la cabeza del autor que ha sido devastado por su propia insolencia, por ese mundo repleto de fama, dinero, mujeres, fiestas y drogas para rellenar un vacio inabarcable.

El viaje a la imaginación que propone Sorrentino abarca desde la desilusión a la fatiga dentro de ese final que ejerce la muerte, el fin del camino y experiencia. Pero, antes, Jep Gambardella se replantea su vida… bajo esa membrana que palpita por el ruido y los murmullos, por los sentimientos y el silencio, iluminados por la belleza frente a la miserable observación. Porque más allá, efectivamente, está el más allá… nos recuerda en sus líneas finales el propio Gambardella, como parte de una crónica de un circo de excéntricos y de la vida como truco por encima del sueño. Y desde la cita de apertura de Louis-Ferdinand Céline la ilusión se torna en un viaje del día a la noche, en el que la propia película se convierte en monumento y el espectador en un turista que aprecia la (gran) belleza de la obra con vocación de ser eterna y productor de interminables infartos y desvanecimientos.
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95 de 125 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida de Adèle
La vida de Adèle (2013)
  • 7,4
    39.690
  • Francia Abdellatif Kechiche
  • Adèle Exarchopoulos, Léa Seydoux, Salim Kechiouche ...
8
Carta a todas las lesbianas cabreadas
No me gusta recurrir a clichés, generalizar y frases hechas pero, después las furibundas reacciones sobre “La vida de Adèle”, nadie entiende a las mujeres… y mucho menos si son lesbianas cabreadas. Es una indudable verdad que a las mujeres no se las entiende, se las quiere… y punto. Y por ese motivo (después del último punto) llega el arranque de esta carta de HAMOR a todas las lesbianas iracundas, esas mujeres que han defecado excrementos por su boca sobre esas alargadas y polémicas escenas sexo entre dos actrices heterosexuales, la deshonestidad de la propuesta y el oportunismo (conformista) de la cinta de Abdellatif Kechiche. Aquellas señoras que han clamado desde el bostezo contra la película que se ha ganado el corazón de la crítica (hiperbólica), alzado con la Palma de Oro en Cannes y que, en definitiva, ha sido nominada a los Globos de Oro, Satellite Awards, Premios del Cine Europeo o Independent Spirit Awards. Que si es una aburridísima fantasía pornográfica disfrazada de transcendencia y calado dramático, que si es morbo despreciable, que si no tiene argumento ni guión y muestra a gente durmiendo todo el rato (¡Warhol sólo hay uno, hijos de fruta gabachos!), que si las películas con grandes historias de amor tienen que ser tan castas como “Casablanca”, que si para ESO se inventó la elipsis y que si todo es un monotema sexual para crear polémica gratuita en un país hipócrita y falso. ¡Qué vuelan los Tomates Asesinos (castos y heterosexuales) a Francia YA! En definitiva y resumen, esta carta va dirigida a esas hembras que han criticado hasta la bilis el morbo gratuito de una propuesta reputada como pornográfica e irritante, enfocada únicamente al público heterosexual (corto de miras y voyeur nato, según ellas) para su material masturbatorio y segregación bucal. Porque al cine uno va a hacerse un dedo o una paja, ¿no?

Queridas lesbianas cabreadas, el (gran) cine vive muchas veces de la polémica y las largas secuencias de sexo que protagonizan Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux no surgen ahí por casualidad (ni furor escrotal o uterino), ni Abdellatif Kechiche estaba ocupado bajándose la cremallera durante el rodaje y extasiado dándole a la zambomba eludiendo decir CORTEN. No, se trata de una prueba de fuego para que el propio espectador se enfrente a sí mismo y a sus prejuicios sobre la aceptación de ver a dos mujeres que se aman practicar sexo (a tiempo real). Así de simple, así de natural. No hay nada más dentro de ese hiperrealismo en que queda enmarcada la propuesta… y vosotras, lesbianas cabreadas, no habéis superado la prueba porque habéis demostrado que realmente no os aceptáis a vosotras mismas ni a cómo os ven otros. Otra cuestión es que podemos aceptar la crítica desde el conocimiento y que deberían haber contratado a actrices lesbianas (o consultoras o asesoras homosexuales) que hubieran enseñado a las actrices a usar las manos (que luego van a la comida) y perfeccionar la ‘tijereta’ como plausible ejercicio de realidad. “La vida de Adèle” quiere, pretende y se desvive por ser un docudrama de amor en toda su extensión trascendental y, por si lo desconocíais amadas lesbianas cabreadas, la gente que se quiere también folla en cuadrupedia o en misionero, pero folla al fin y al rabo. ¡No tenéis la exclusividad de ciertas posturas ni inventásteis el kamasutra, hijas mías!

El azul es un color cálido y aquí representa el amor. La puesta en escena de Kechiche circula sobre un ciclo vital de la propia Adèle: la vemos soñar, comer, caminar, bailar sobre una cambiante banda sonora, conversar desde la vacuidad al arte al relacionarse con otras personas, volver a su hogar, crecer y, por supuesto, fornicar. La propia película parece repetir esa aparente monótona estructura como si estableciera una vinculación orgánica pero también habita una transformación azulada de la protagonista, vampirizada por ese amor que emerge en su adolescencia y con el que se sumerge en la madurez, en ese mar de deseo que al final sabe a amor y en el que ahoga sus penas. Evita la devastación y exuberante tristeza del material original para sentenciar el sufrimiento significativo de ese camino de Adèle perfilado sobre el destino y ese contraplano final que invita a la despedida del espectador. No elegimos de quién nos enamoramos. Nadie lo hace. Y aquel torbellino de sentimientos a flor de piel, de realismo construido a base de diálogos en apariencia improvisados, gemidos, lameteos y miradas luminosas se convierte en un huracán de universalidad. En matices de un teatro que representa al amor condenado a fracasar y ser arrastrado dentro del recuerdo. Tan banal y física como profunda y emotiva, “La vida de Adèle”, queridas lesbianas cabreadas, sencillamente no os ha gustado porque sabéis que en realidad no habla sólo de vosotras sino de todos nosotros, de ese amor puro y la pérdida del mismo, del reencuentro y la separación sobre un telón en el que no importa el sexo o la orientación sexual. Porque, al final del cuento, todos somos una lesbiana cabreada vestida de azul que debe volver sola recordando el camino por el que anduvo previamente. Así es la vida, te llames Adèle o Ambrosio.
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203 de 302 usuarios han encontrado esta crítica útil
15 años y un día
15 años y un día (2013)
  • 5,3
    4.335
  • España Gracia Querejeta
  • Maribel Verdú, Tito Valverde, Arón Piper ...
4
15 años y un día… sin ganar un Oscar
Creo que cualquier cinéfilo con dedos de frente no puede entender por qué la Academia de Hollywood ha dejado fuera a “15 años y un día” a favor de (entre otras) “Alabama Monroe” (5 nominaciones a los Premios del Cine Europeo), “Un episodio en la vida de un chatarrero” (Gran Premio del Jurado y Mejor actor en el Festival de Berlín), “L'image manquante” y “Omar” (Mejor película y Premio del Jurado respectivamente de la sección ‘Un Certain Regard’ del Festival de Cannes), “La caza” (nominada prácticamente a todo desde su estreno), “El gran cuaderno” (Mejor Película en Karlovy Vary), “The Grandmaster” de Wong Kar-Wai o la flamante ganadora de los últimos Premios del Cine Europeo, “La gran belleza” de Paolo Sorrentino. Nadie da crédito a tal desprecio. Pero si la película de Gracia Querejeta arrasó en el Festival de Málaga… Pero si ya hubiera querido Hitchcock para “Marnie, la ladrona” una transición rojo putón para reavivar el flashback traumático. ¡Pero si Nicholas Ray mataría por las grandes e incomparables ideas que hay aquí para su “Rebelde sin causa”! En resumen: NO LO ENTENDEMOS. ¡Nadie lo entiende! ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Tampoco se comprende por qué los Premios Feroz hayan ignorado a nuestra candidata a los Oscars de este año. ¡Ni una nominación! ¡Pero si “Los amantes pasajeros” tiene cinco nominaciones allí! ¿Y esos se hacen llamar ‘informadores cinematográficos’? WTF!? Esperemos que “15 años y un día” arrase, al menos, en los Goya porque, entonces, ¿qué sentido tenía que los mismos que la mandaron a Hollywood ahora la den la espalda salvo trollear a Pedro Almodóvar? Lo irrebatible es que Gracia Querejeta ha dedicado una película a su padre repleta de cáncer, suicidios, secretos, puñaladas traperas, proclamas independentistas (TONI MARICÓN), maltrato animal, con títulos de crédito sacados de un puticlub de carretera y, por supuesto, mucho HAMOR de madre. Que Maribel Verdú, cuyo papel es de una actriz gafe pisa-mierdas que anunció pasta de dientes con dentífrico (presumiblemente a base de semen), no enseñe las tetas muestra cierta madurez… aunque dicho hecho provocase que la película apenas recaudara un 15% en taquilla de los 3,6 millones de euros que formaron su presupuesto. ¿Es una españolada ver durante hora y media a Tito Valverde haciendo footing, echando un quiqui con una furcia en una secuencia de montaje y plasmando un pseudo plagio en plan cutre del papel de Tommy Lee Jones en “En el valle de Elah” con canís y en la Costa de la Luz? Pues no, aunque nos encanta ver el reflejo de España, ese país donde las enfermeras mandan al orden a las inspectoras de policía y las niñas marroquíes son explotadas (laboralmente) por sus padres y tienen menos memoria que un pez.

Sin aire acondicionado, sin música ni televisión y, por supuesto, sin cine. Todo está roto con las manos de estropajo y parafilias por lavar el pelo a moribundos. Es incomprensible que la Academia de Hollywood haya pasado por alto a una película-manifiesto donde se retrata claramente que la causa de la crisis y el paro es no aceptar socialmente trabajos tan respetables como ‘rellenador de aceitunas’, donde la culpa de todo es de los ecuatorianos (que en realidad son interpretados por actores catalanes) que viene a ‘robarnos’ y que tienen, además, un oído tan afilado que saben la orientación sexual de una persona con escucharla tocar el piano. En definitiva, este país que es España y que manda lecciones vitales del tipo:

— Era un chulo… pero de ahí a que haya muerto… tan joven… No sé. Mi padre dice que los chulos viven 80 años, pero con éste se ha equivocado.

— Tu padre es una especie de filósofo, ¿no?

— Bueno, es mi padre.

Es nuestra película seleccionada y hay que defenderla a muerte salvo que usted sea uno de esos que coge al chucho y lo deja en la carretera una vez llegan las vacaciones... Algo, que al parecer, se le da la mar de bien a nuestra Academia y que ha demostrado con la perruna “15 años y un día”, que hace honor a su título: desde “Mar adentro” ni nos nominan al Oscar y la película de Alejandro Amenábar es del 2004… O sea, 1-2-3-4-5-6-7-8-y-9... Jo, nos quedan 6 años para mojar. Jo, ¿y por qué? ¿por qué? ¿por qué? ¿Es que no sabemos hacer cine festivalero internacional para que los académicos americanos mojen sus bragas o esto forma parte de la campaña para perseguir al fútbol español porque nos tienen envidia?

Sí, sí, sí... nos tienen envidia. Confirmado.
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9 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kick-Ass 2: Con un par
Kick-Ass 2: Con un par (2013)
  • 6,0
    27.006
  • Reino Unido Jeff Wadlow
  • Aaron Taylor-Johnson, Chloë Grace Moretz, Christopher Mintz-Plasse ...
6
Promesas
Vamos a desquitarnos de las innumerables denuncias propiciadas por el defensor del menor en “Kick-Ass: Listo para machacar” (2010): niñas de once años que no paraban de decir palabrotas, tiroteadas por su propio padre, que éste fuera Nicolas Cage, que asesinasen a decenas de personas con ensañamiento, sorna, sadismo, por arma blanca y descuartizándoles y, lo peor de todo, ataviadas con un traje escasamente conjuntado con una peluca barata. Superado el trauma y llegada la adolescencia, “Kick-Ass 2: Con un par” tiene elementos muchos más interesantes por encima de la forma que delimitaba la cinta de Matthew Vaughn. Podríamos centrarnos en ese relevo que ejerce Hit-Girl / Mindy Macready sobre su padre —iconizado correctamente en ese traje bastardo de Batman e ironizado en el complemento mortal con la foto sonriente de Cage— sobre Kick-Ass / Dave Lizewski. Más allá de la lectura de un filme de maestra y discípulo —e incluso entendiendo ambas partes como una gran prólogo a una película de superhéroes que posiblemente nunca exista, como ocurrió con “El protegido” de M. Night Shyamalan— nos encontramos ante un componente dramático y existencial jugoso por encima de sus capas y pulpa pop.

Es cierto que en “Kick-Ass 2: Con un par” habita una piel donde se siguen mencionado a las redes sociales y los patrones de popularidad, pero esta vez llega como un punto de encuentro para otros superhéroes encadenados a trabajos sociales como nuevo rumbo de la sociedad contemporánea. Sí, ser superhéroe (sin ánimo de lucro) es comunista / socialista / progresista y no entiendo cómo en EEUU el Tea Party no se ha pronunciado al respecto o el ámbito político más conservador ejerce como antagonista. Y si nos apartamos del fondo, nos quedamos en la superficie. En “Kick-Ass: Listo para machacar” sonaban desde ‘El Barbero de Sevilla’ a Prodigy, pero ahora la banda sonora pasa a un segundo plano escénico. La carcasa y fachada se desmorona, la historia se impone y estamos ante un cuento de promesas con los paralelismos de Mindy y Dave al mismo tiempo que surge otro supervillano de las sombras: la propia vida y cosmos de instituto. Hit-Girl se tendrá que enfrentar a los más terribles villanos encarnados por las chicas malas de secundaria mientras que Dave se une Justicia Eterna, un grupo dirigido por un ex miembro del hampa reconvertido —El Coronel Barras y Estrellas interpretado por Jim Carrey, que protagonizó cierta polémica durante la promoción de la cinta a rebufo de la matanza de Sandy Hook—.

Jeff Wadlow se desquita de la poca mordida real (que no visual) de la propuesta de Vaughn para lanzar un pequeño discurso sobre el sentido de la responsabilidad y del poder, tanto por parte de ese villano tan infantil como sanguinario y estúpido, que paga todo a golpe de talonario, como de su antagonista que trata de ser un héroe como mecanismo de una sociedad (y damnificados del destino) necesitada de cierta esperanza. ¿Estamos ante un discurso socialista y sobre el poder del pueblo por encima de la opresión del poder desmedido? Los tutores y vigilantes, tanto de Mindy (Hit-Girl) como de Dave (Kick-Ass) constan como contraplano moral, ejerciendo en sendas promesas un compromiso y madurez frente a la venganza (o ajusticiamiento criminal) sinsentido. “Kick-Ass 2: Con un par” podría incluso considerarse como una película sociológica por encima del individualismo (y ombligüismo) habitual del subgénero anexado a la misoginia, homofobia, racismo o el bullying; elementos que ofrecen en paralelo una capa transgresora sobre lo políticamente incorrecto con una oda a la escatología y el mal gusto gramático para que la inmadurez exterior contraste con la lucidez interna de la obra. El deliro, pues, queda compensando con el heroísmo en su sentido más moral y propicio, como si el propio pueblo exigiera la figura del enmascarado como nuevo icono democrático y caricaturesco de una realidad accidentada. La violencia mostrada justifica la respuesta dentro de la cinta como una sanación metaficcional y el fiasco (injusto) de público y crítica presumiblemente eluda la confirmación de una precuela dividida en dos actos y dos películas que, internamente, muestran la cruz y cara de la misma moneda.
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8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
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