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Críticas ordenadas por:
Jurassic World: El reino caído
Jurassic World: El reino caído (2018)
  • 5,5
    30.263
  • Estados Unidos J.A. Bayona
  • Chris Pratt, Bryce Dallas Howard, James Cromwell ...
5
Dinosaurios S.A.
Tras tres entregas de “Jurassic Park” y la anterior, “Jurassic World”, es evidente que el interés por continuar con esta franquicia es meramente económico. No cabe otra explicación al hecho de seguir explotando una idea lo suficientemente exprimida ya. Admito que la primera cinta de la saga, dirigida por el maestro Steven Spielberg, me entretuvo. Bastaban para ello la novedad y la indiscutible habilidad del cineasta. Sin embargo, todo lo que vino a continuación dejó de interesarme por completo. Desde el punto de vista de la acción, poco o nada quedaba por aportar. Y, en cuanto a los personajes, no hay duda de que los protagonistas de la historia son unos seres ya extinguidos. Por lo tanto, solo me restaba repetir la experiencia por el mero placer de una reincidencia que, cinematográficamente hablando, no suscita mi atención en lo más mínimo. Es verdad que este último estreno de Colin Trevorrow puede presumir de una mayor perfección de los efectos especiales y de escenas más grandilocuentes, pero la fórmula, la esencia, el motor del guion, son una copia calcada del pasado. Bien es cierto que “Jurassic World” recaudó más de mil seiscientos millones de dólares en todo el mundo, de modo que, con cifras de ese tenor, ¿quién desea algo nuevo? De lo que se trata es, precisamente, de repetir.
Es a este escenario al que llega el prestigioso realizador español J.A. Bayona, autor de cintas taquilleras y, a su vez, muy arriesgadas e innovadoras, como “Lo imposible” o “Un monstruo viene a verme”, para recoger el testigo y situarse tras la cámara de “Jurassic World: El reino caído”. Nadie puede discutir su capacidad para rodar secuencias intensas, generar ansiedad y desbordar visualmente a los espectadores. En todos y cada uno de esos ámbitos el cineasta catalán aprueba con excelente nota. Sin embargo, a mí no me interesa en absoluto lo que cuenta. Su demostrada solvencia y su sobrada aptitud, al menos en mi caso, no evitan que el tedio termine por apoderarse de mí.
Una erupción volcánica pone en peligro a los dinosaurios que todavía habitan en la abandonada Isla Nublar. Dichas criaturas campan libremente después de la desaparición del parque temático. Algunos antiguos trabajadores, preocupados por la suerte de los animales, regresan a la zona, arriesgándose a unos peligros que ya conocen, generados cuando se aproximan a esta especie. En unas declaraciones con motivo de la promoción de este trabajo, Bayona declaró que "El 'Blockbuster', como los dinosaurios, amenaza con devorarnos". Cierto. Semejante obsesión por filmar la película más desmesurada, con el presupuesto más elevado y los efectos especiales más asombrosos va a terminar por empequeñecer al cine y condenarlo a ser una diminuta manifestación artística. Nada tengo en contra de la precisión técnica, ni de los trucos visuales, siempre y cuando sean vehículos para contar un relato. Pero, francamente, no sé qué historia se nos quiere transmitir en esta ocasión. Después de gastar más de doscientos sesenta millones de dólares en “Jurassic World: El reino caído”, me asalta la sensación de que se ha tirado el dinero, por mucho que en la taquilla la inversión se recupere con creces. Es obvio, pues, que yo sería un pésimo productor de cine.
Las estrellas de la anterior entrega repiten de nuevo en el reparto. Bryce Dallas Howard, hija del director Ron Howard, ha participado en “Criadas y señoras”, “Spider-Man 3”, “Más allá de la vida” o “La joven del agua”. Chris Pratt compagina la presente saga con la de “Guardianes de la galaxia” y también hemos podido verle en la versión de Antoine Fuqua de “Los siete magníficos” y en “La noche más oscura”. Jeff Goldblum se mantiene desde aquel origen a cargo de Steven Spielberg y se suman, como secundarios, algunos rostros populares, como James Cromwell, Geraldine Chaplin y Toby Jones. De todas formas, los mejores planos, son para ellos: los dinosaurios. Podría decirse que, incluso, disfrutan de las mejores frases del guion.
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@gerardo_perez_s
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1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en hechos reales
Basada en hechos reales (2017)
  • 5,2
    3.857
  • Francia Roman Polanski
  • Emmanuelle Seigner, Eva Green, Vincent Pérez ...
5
El libro sobre la película
No sé cuál hubiese sido mi opinión sobre la película “Basada en hechos reales” de no haber leído el libro previamente, pero lo cierto es que me compré la novela de Delphine de Vigan nada más salir a la venta. Su anterior trabajo, “Nada se opone a la noche”, me gustó tanto que me apresuré a adquirir un ejemplar de su nueva obra en cuanto me enteré de que ya estaba en las librerías. Y, aunque ya no me encandiló tanto, confieso que disfruté con su lectura. Como regla general, esta circunstancia resulta un hándicap cuando se pretende adaptar una historia a la gran pantalla, a lo que hay que añadir, además, que Roman Polanski es un cineasta atípico, de esos que arrastran una popularidad personal paralela a la profesional. En su caso, le acompañan a cada estreno una serie de escándalos, tragedias y polémicas acumuladas durante años y que generan a su alrededor una aureola de amores y odios encontrados. Ganador de un Oscar por “El pianista”, forman parte de su filmografía cintas tan notables como “Chinatown”, “Tess”, “Frenético”, “El escritor” o “Un dios salvaje”.
Creo que en “Basada en hechos reales”, el realizador no ha sabido narrar con acierto lo que sí había logrado transmitir con éxito la escritora francesa y, aunque en un inicio capta la atención, no llega a alcanzar la intensidad necesaria para sacar adelante el proyecto. Tal vez sea porque el listón estaba muy alto, tanto en lo que se refiere a los films del director polaco como a la repercusión del libro. Los prometedores primeros minutos dan paso a otros ligeramente monótonos y anodinos, por más que la estética y el pulso del montaje mantengan el ritmo de la proyección. Y, a pesar de sus destellos de elegancia, el largometraje deriva errático y un punto desnortado en cuanto a la coherencia del hilo argumental.
Delphine, una exitosa escritora, vive paralizada ante la idea de tener que comenzar un nuevo texto. Es entonces cuando se cruza en su camino una joven encantadora, inteligente e intuitiva que parece comprenderla mejor que nadie y que pronto se convertirá en su confidente. La autora le abre las puertas de su vida, necesitada de cierta estabilidad a raíz de comenzar a recibir una serie de cartas anónimas.
De Vigan aborda la trama con las palabras de un modo claramente superior que Polanski con la cámara. A punto de cumplir ochenta y cinco años, parece haber perdido gran parte de su instinto para conectar con el público, si bien hace apenas siete años todavía demostró su reconocida habilidad en “El escritor” y “Un dios salvaje”. En esta producción cinematográfica ofrece ciertos divertimentos apetecibles pero, en conjunto, no deja de ser una obra menor. En esta ocasión, el libro supera claramente a la película, que suspende en su intento de resultar interesante y atrayente. Rodada en 2017, ni siquiera le ha ayudado su estreno en el reciente Festival de Cannes. Aun con el sustento de un “best seller” literario y el reconocimiento de alguna actuación meritoria, sus resultados de crítica y público tan solo pueden calificarse de decepcionantes.
Levemente perdida en su personaje, pero conformando al final una correcta interpretación, la actriz francesa Emmanuelle Seigner -musa y pareja del cineasta- encabeza el reparto. Elevando el nivel, le gana la partida su compatriota Eva Green, famosa por encarnar a la chica Bond de “Casino Royale” y asombrar en la sugerente “Soñadores”, de Bernardo Bertolucci. También figuran en el elenco Vincent Pérez (“Cyrano de Bergerac”) y Dominique Pinon (“Amélie”). En conclusión, lean mejor el libro o, a poder ser, la obra anterior de la autora, porque es una auténtica delicia.
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@gerardo_perez_s
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Han Solo: Una historia de Star Wars
Han Solo: Una historia de Star Wars (2018)
  • 6,0
    24.955
  • Estados Unidos Ron Howard
  • Alden Ehrenreich, Emilia Clarke, Woody Harrelson ...
4
Desangelada precuela
Hay desastres que se ven venir de lejos. Desde un principio, la producción de “Han Solo: Una historia de Star Wars” parecía estar gafada. La propuesta de contar la historia de uno de los personajes icónicos y con mayor carisma de la saga espacial más emblemática del Séptimo Arte ya era, en sí misma, una osadía. Phil Lord y Chris Miller, responsables de “LEGO: La película”, comenzaron siendo los directores del proyecto, pero las diferencias creativas con los productores y algunos miembros del elenco artístico dieron lugar a que, en mitad del rodaje y con buena parte del mismo ya filmada, se cambiase tanto a la pareja de cineastas como al editor contratado. Para minimizar el impacto de semejante descalabro, se mantuvo a Lord y Miller como productores ejecutivos, asumiendo la labor detrás de la cámara Ron Howard y Pietro Scalia el montaje. Como en otras ocasiones, no ha quedado claro qué concreto material rodado debería contener la firma de los despedidos. En todo caso, no hay duda de que nos hallamos ante un trabajo que carece de una autoría clara. Se trata de una película huérfana y desangelada que emborrona el prestigio cinematográfico que Han Solo exhibía hasta la fecha.
Es verdad que la altura del listón era muy elevada. Se partía de un papel estelar caracterizado por su chispa irónica y su magnetismo natural. El potencial del atractivo piloto aventurero se debía en gran medida a la presencia y desparpajo de un joven Harrison Ford, así como al acompañamiento del universo esencial de “Star Wars”. Sin embargo, todo ello desaparece por desgracia en este largometraje. Se sustituye a un peso pesado por un aspirante a peso pluma. Desaparecen Luke Skywalker, la princesa Leia y los legendarios Jedis. Se parte de un guion artificial no ideado por el creador de la verdadera historia. El resultado final, por lo tanto, ha sido más que previsible: una cinta correcta desde el punto de vista técnico, pero carente de alma. Mecánica, pero sin el espíritu inspirador que ha convertido a la saga de “Star Wars” en un indiscutible referente mundial.
Pese al esfuerzo desplegado, “Han Solo: Una historia de Star Wars” se ve lastrada por unas continuas comparaciones de las que siempre sale perdiendo y por una permanente sensación de representar una copia de segundo nivel. No cuenta ni con la música de John Williams, ni con el personaje originario ni con la esencia verdadera. Parece una de esas falsificaciones de marcas de prestigio realizada en Taiwan. Puntualmente puede dar el pego pero, a la larga, la diferencia resulta evidente. Al final se llega a la conclusión que ya se intuía al oír hablar del proyecto por primera vez. En definitiva, un film prescindible que, tras sobrepasar el presupuesto previsto a causa de los cambios inesperados de producción, deja mucho que desear.
Alden Ehrenreich ha sido el actor elegido para sustituir a Harrison Ford. Hasta ahora había participado en títulos como “La excepción a la regla”, de Warren Beatty, “Ave, César”, de los hermanos Coen o “Stoker”, de Chan-wook Park. Pese a hacer todo lo que puede, no evita un absoluto descontrol a su alrededor. Le acompañan el polifacético Woody Harrelson, la pujante Emilia Clarke y el irregular Paul Bettany. Menos mal que aparece Chewbacca, de largo el que mejor resiste la comparativa.
Se rumorea que, tanto Alden Ehrenreich como Emilia Clarke, han firmado sendos contratos que aseguran las secuelas de esta precuela. De ser así, se confirman mis sospechas acerca de la existencia de un peligro claro e inminente que amenaza la supervivencia del cine como arte creativo destinado a contar historias. Definitivamente, habrá que prepararse para la reconversión de la denominada “industria de los sueños” en otra industria más al uso.
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@gerardo_perez_s
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11 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Deadpool 2
Deadpool 2 (2018)
  • 6,7
    31.873
  • Estados Unidos David Leitch
  • Ryan Reynolds, Josh Brolin, Zazie Beetz ...
6
La parodia descontrolada
Reconozco que en varios momentos de “Deadpool 2” me reí con ganas, ya que mantiene esa irreverencia insolente recubierta con cierta genialidad para burlarse de todo. La combinación de vulgaridad casposa y humor corrosivo funciona en numerosas fases del metraje. Y es precisamente ese aire desenfadado el que salva la película, ya que la acción, los héroes y los villanos solo pueden digerirse porque están rebozados de una picante capa de comicidad. Sin embargo, desde un punto de vista cinematográfico, sus carencias resultan tan evidentes como la desproporción de esta segunda parte. El largometraje es una concatenación de “gags” que resultarían igual de efectivos si se hubiesen equivocado en la sala de montaje al ordenar las escenas. De la misma forma que el tráiler por sí solo ya arrancaba alguna sonrisa, o el famoso vídeo de promoción junto al ex futbolista David Beckham parecía muy divertido, lo mismo sucede con numerosas secuencias del film. En ese sentido, considerando que el divertimento es su principal (más bien, su único) objetivo, justo es reconocerle que lo alcanza. Cuestión distinta supone valorar la historia, la narración, el estilo, el ritmo, la puesta en escena, es decir, el producto cinematográfico. Y en ese ámbito los déficits son importantes.
Como ya me sucediera con títulos como la primera parte de “Kick-Ass” o alguna de las entregas de “Austin Powers”, la descontrolada furia aderezada de gracia de la una y el desenfreno ocurrente de la otra me hicieron disfrutar durante varias tramos de la proyección, si bien su visión en conjunto me produjo mayor pereza. En el caso de “Deadpool 2”, su afán por la parodia -incluyendo la autoparodia- se agradece y, además, neutraliza el peligro de fomentar la grandilocuencia y el exceso. Explosiones, persecuciones, huidas y peleas se diluyen en su propia desproporción, dado que la sobredosis de chistes y gracias nos recuerda que nada de lo que se ve debe tomarse en serio y que todo está al servicio de una mofa, a veces ingeniosa, a veces chabacana, pero siempre irónica.
Dirige David Leitch, un experimentado especialista que ha participado coreografiando secuencias de acción y sustituyendo en las escenas peligrosas a los protagonistas de títulos tan destacados como “El ultimátum de Bourne”, “V de Vendetta” o “Sr. y Sra. Smith”. Como realizador ha firmado la decepcionante “Atómica”, junto a Charlize Theron y la irregular “John Wick” (si bien su labor no aparezca reflejada en los títulos de crédito). Consigue adaptarse bien a un producto muy marcado por el descaro. Lo que cuenta, en realidad, da igual. No ofrece una trama convencional, pero tampoco lo pretende. En esta parodia desmesurada lo único que cuenta es la capacidad para provocar. El toque gamberro constituye la auténtica marca que define a una saga que, como ya era previsible, ha anunciado su tercera entrega.
Ryan Reynolds vuelve a interpretar a la dualidad Wade Wilson/Deadpool. Se trata de un intérprete con muchos y sonoros desatinos en su carrera profesional, pero también con algunos trabajos interesantes (“Buried”, “Definitivamente, quizás”). Su intención de explotar el éxito de esta franquicia en “X-Force” y “Deadpool 3” y de reiterar errores pasados como participar en una segunda parte de “El otro guardaespaldas”, evidencia su errática trayectoria. Le acompañan Josh Brolin (“No es país para viejos”, “Mi nombre es Harvey Milk”, “Sicario”), Morena Baccarin (vista en la serie televisiva “Homeland”), Zazie Beetz (“Geostorm”) y Brianna Hildebrand (“First Girl I Loved”). Todos ellos se entregan a este descaro políticamente incorrecto y cinematográficamente discutible, pero humorísticamente efectivo.
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@gerardo_perez_s
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37 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
Operación: Huracán
Operación: Huracán (2018)
  • 4,4
    1.536
  • Estados Unidos Rob Cohen
  • Toby Kebbell, Maggie Grace, Ryan Kwanten ...
3
Cine de categoría “uno”
Llevando a cabo un símil con las categorías de los fenómenos meteorológicos, si los fuertes vientos y las adversas condiciones climatológicas que refleja la película “Operación: Huracán” la hacen merecedora de un cinco sobre cinco, desde un punto de vista cinematográfico no pasa de un raquítico uno. He de reconocer que este proyecto previsible, reiterativo y absurdo, de poca fuerza, nula originalidad y escasa inventiva, no fue mi primera opción. Comencé a visionar primero otro de los estrenos de la semana, en concreto “Verdad o reto”, pero no fui capaz de aguantar hasta el final. La trama, diseñada para apaciguar las hormonas adolescentes, resultaba tan precaria y vulgar que no pude resistir demasiado tiempo. Pero como el deber de la crítica se imponía y no contaba con otras alternativas a mi alcance, acabe viendo esta “Operación: Huracán”, a pesar de que ya el propio título no presagiaba nada bueno. Ignoro cómo concluyó la cinta de terror de la que escapé decepcionado. Quizá remontase al final de la proyección. Lo que sí puedo asegurar es que, por desgracia, mi decisión de cambio no mejoró el nivel.
Su director, Rob Cohen, es habitual de una modalidad dentro del género de acción centrada en inundar de testosterona cualquier plano. Responsable de la primera entrega de la saga “The Fast and the Furious”, de “Pánico en el túnel”, con Sylvester Stallone al frente del reparto, de la tercera parte de “La Momia”, protagonizada por Brendan Fraser, de “xXx”, junto a Vin Diesel o de “Obsesión”, interpretada por Jennifer López, su cine es facilón y mayoritariamente dirigido a un público poco exigente. Las peleas, las persecuciones y el gancho de los actores principales se proyectan en la pantalla sin necesidad de ir acompañados de un guion elaborado. En otras palabras, su filmografía se dirige a un perfil de público que, cuando comienzan las imágenes, desconecta mentalmente hasta tal punto que prescinde de cualquier filtro que detecte una mínima calidad de la narración visual o una lógica en el relato.
Un grupo de delincuentes pretende robar un botín de cientos de millones de dólares cuando, coincidiendo con la puesta en marcha de su plan, un peligroso huracán de categoría cinco asola el lugar. Ante tal situación, las dos únicas personas con posibilidades de detener a los ladrones son un agente del tesoro y un meteorólogo. Ni el aspecto referido al atraco, ni el que se apoya en la catástrofe atmosférica, ni el desarrollo del suspense ni, por supuesto, las pretendidas pinceladas dramáticas, demuestran sentido alguno. Estando relativamente reciente el estreno de la también muy decepcionante “Geostorm”, el presente proyecto ahonda en los defectos más habituales de estas producciones. En todo caso, como ya no pude huir por segunda vez, afronté la proyección mirando continuamente al reloj. Una auténtica pérdida de tiempo.
Estrenada en los Estados Unidos a principios del mes de marzo, tan solo ha logrado recaudar seis millones de dólares, una cantidad muy inferior a los casi cuarenta que costó su rodaje. El desastre artístico, pues, tampoco se ha visto compensado en esta ocasión por una rentabilidad económica. El fiasco es total y a todos los niveles. En el elenco figuran nombres como Toby Kebbell -visto en “La guerra del planeta de los simios”, en su predecesora “El amanecer del planeta de los simios” y en la película española “Un monstruo viene a verme”-, Maggie Grace (que intervino en la serie de televisión “Perdidos” y en las dos entregas de “La saga Crepúsculo: Amanecer”) y Ryan Kwanten (con actuaciones en “Ga'Hoole La leyenda de los guardianes” y “Disparo letal”).
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@gerardo_perez_s
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vengadores: Infinity War
Vengadores: Infinity War (2018)
  • 7,5
    45.169
  • Estados Unidos Anthony Russo, Joe Russo
  • Robert Downey Jr., Chris Hemsworth, Benedict Cumberbatch ...
6
Apelotonamiento de superhéroes
Hay quien se plantea el cine como una reivindicación constante del “más difícil todavía”, a la manera de un tradicional espectáculo circense. Sin embargo, teniendo en cuenta el actual nivel de progreso tecnológico, tratar de competir sobre la base de un mayor realismo de los efectos especiales o de una grandilocuencia superlativa de las escenas de acción comienza a resultar difícil, por no decir imposible. Así las cosas y como vía de progresión, el mundo del cómic parece haber optado por acumular en un mismo plano más y más héroes. Ya no se ruedan películas de Spiderman, ni tampoco de Ironman o Hulk. Ahora se trata de reunirlos uno a uno, cuantos más mejor y al mismo tiempo. En un único largometraje figuran todos ellos, conformando un auténtico apelotonamiento de seres poderosos que inunda la gran pantalla. Si la factoría “DC” unió a Superman y a Batman, su competencia de “Marvel” no se contentó con aglutinar en la primera entrega de “Los Vengadores” a nada menos que cinco personajes (“Ironman”, “Capitán América”, “Hulk”, “Thor” y “La viuda negra”), sino que en la última apretujó aún más si cabe a los protagonistas, para incluir a “Spiderman”, “Pantera Negra”, el “Doctor Strange” y los integrantes de la saga “Guardianes de la galaxia”, entre otros.
No puedo discutir sobre su elevada calidad técnica e, incluso, estoy dispuesto a reconocer su acertado ritmo narrativo. Pero, contemplada en su conjunto, “Los Vengadores: Infinity War” me parece una apresurada y caótica carrera cuyo único fin radica en apabullar visualmente al espectador, alienándolo por medio de un atracón de superhéroes. Para no dejar lugar a dudas, no soy en absoluto reacio al género cinematográfico proveniente del cómic. De hecho, me gustaron los trabajos de Sam Raimi sobre “Spiderman”, soy un gran devoto de la labor realizada por Christopher Nolan con “Batman”, admiro varias de las cintas de los “X-Men” (la última, “Logan”, me parece una pequeña joya) y hasta disfruté con las aventuras iniciales de “Capitán América”. Pero en este estreno de “Los Vengadores” me ha resultado más patente que nunca la artificialidad de la producción y la carencia de un guion capaz de estar a la altura de los grandes títulos del género. Es innegable que se conduce al público sobre una montaña rusa a través de un sinfín de secuencias asombrosas, pero con un metraje tan excesivo (dos horas y media) que terminé consultando el reloj en varias ocasiones. Por lo visto, los productores no han compartido esta sensación, ya que se han puesto manos a la obra en “Los Vengadores: Infinity War 2ª parte” para su estreno en 2019. Confieso que me surge la curiosidad de a qué nuevo superhéroe pretenden añadir, en el hipotético caso de que quepa alguno más.
Un nuevo peligro acecha a la Humanidad. Thanos, el infame tirano intergaláctico, se traza el objetivo de reunir las seis Gemas del Infinito, unos artefactos de poder inimaginable que pretende usar para imponer su perversa voluntad. “Los Vengadores” y sus aliados deberán luchar contra el mayor villano al que jamás se han enfrentado y evitar de ese modo que se haga con el control de la galaxia.
Es más que probable que el film agrade a los aficionados de la saga. Como ya he indicado anteriormente, los méritos que presenta no pueden obviarse. En cualquier caso, no seré yo quien vea ese futuro proyecto previsto para el próximo año. Mi saturación es absoluta, al margen de que “Loki” siempre me ha parecido un malvado muy por debajo de sus contrincantes.
Como es lógico, el elenco de actores resulta tan interminable como, ciertamente, destacado. Scarlett Johansson, Chris Evans, Chris Hemsworth, Benedict Cumberbatch, Mark Ruffalo, Tom Holland, Josh Brolin, Zoe Saldana, Robert Downey Jr., Gwyneth Paltrow, Michael Douglas o Idris Elba representan una pequeña parte de ese extensísimo casting que colapsa las pantallas. Entre semejante aluvión de estrellas no es fácil destacar. Ahora bien, apuesto a que lo han pasado genial rodando el largometraje.
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@gerardo_perez_s
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0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Roman J. Israel, Esq.
Roman J. Israel, Esq. (2017)
  • 6,0
    5.277
  • Estados Unidos Dan Gilroy
  • Denzel Washington, Colin Farrell, Carmen Ejogo ...
5
Denzel Washington sobre todas las cosas
El actor Denzel Washington es un intérprete todoterreno que ha logrado triunfar con solvencia en diversos géneros cinematográficos. Su capacidad de encandilar a la cámara y de mejorar cada plano con su presencia se ha puesto de manifiesto en numerosos títulos. Ganador de dos Oscars (“Día de entrenamiento” y “Tiempos de gloria”), ha desarrollado sus mejores trabajos en “Grita libertad”, “Malcolm X”, “Huracán Carter”, “American Gangster” o “Fences” (donde también asumió la labor de dirección). Versátil, eficaz y contundente, su participación en cualquier largometraje es garantía de una interpretación creíble y de la construcción de un personaje sólido. Su última nominación al premio de la Academia de Hollywood responde a su participación en “Roman J. Israel, Esq.”, cinta dirigida por Dan Gilroy, quien se dio a conocer con la extraña, original y desconcertante “Nightcrawler”, si bien su carrera más extensa la centre en su faceta de guionista.
La película constituye la recreación de la vida de un abogado, a modo de auge y caída (o caída y auge, según se mire) y se asienta sobre una gran actuación y una ambientación muy precisa. Su principal mérito, además de la intervención del propio Washington, estriba en algunas secuencias con diálogos mordaces y una filmación acertada. Sin embargo, el conjunto está presidido por un tono monótono que, por desgracia, provoca cierto aburrimiento. Sus más de dos horas de duración resultan excesivamente largas, al tiempo que las escenas brillantes son demasiado breves. Podría compararse con un guiso cuyas materias primas son de primera calidad pero que han sido elaboradas con un inadecuado sistema de cocción. El plato final, pese a ser comestible, dista mucho de poder ser calificado de manjar.
Un letrado idealista y poco convencional trabaja en un modesto despacho, pero su vida da un giro radical con el fallecimiento de su maestro y mentor. Al cambiar de clientes y de estilo profesional se dará cuenta de que existen otros modos de ejercer la abogacía, poniendo así a prueba aquel activismo que siempre defendió ante los tribunales e introduciéndose en unas esferas peligrosas e incontrolables.
La cinta engancha en un principio, ya que augura unos personajes interesantes, una trama atractiva y cierta dosis de suspense. Sin embargo, a medida que avanza el metraje, evoluciona a medio gas y deja al espectador con buena parte de sus expectativas frustradas. La combinación entre drama y thriller no termina de convencer, el ritmo narrativo se torna confuso y el pretendido clímax nunca llega a aparecer. Es muy probable que el proyecto contara en su concepción con notables posibilidades y loables intenciones que quedaron por el camino, dando paso tan solo a una realización en exceso sobria y a un guion errático. Otro ejemplo de cómo una magnífica idea inicial queda desdibujada durante su desarrollo y se pierde finalmente en un desenlace huérfano de lógica y distante de su perspectiva de origen.
El esfuerzo de Denzel Washington se manifiesta de modo patente y su entrega es más que meritoria, hasta el punto de enfrentarse a un papel que será recordado muy por encima de la película. Lástima que los aplausos que sin duda merece queden ensombrecidos por culpa de esa sensación de decepción generalizada.
Le acompañan en el elenco el actor Colin Farrell, atrapado por sus lineales y previsibles personajes protagonistas, pero que tiende a brillar cuando se le relega a un segundo plano y se le deja experimentar con registros más alejados de lo habitual, Carmen Ejogo (“Selma”, “Alien: Covenant”) y Amanda Warren (vista recientemente en la galardonada y aclamada “Tres anuncios en las afueras”).
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2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un lugar tranquilo
Un lugar tranquilo (2018)
  • 6,6
    36.228
  • Estados Unidos John Krasinski
  • Emily Blunt, John Krasinski, Millicent Simmonds ...
7
El silencio como mecanismo para el terror
Hasta la fecha el actor John Krasinski ha realizado alguna pequeña incursión artística detrás de las cámaras. Su participación en la serie de televisión “The Office” y en películas como “Aloha”, “Algo prestado” o “Ella es el partido”, le han catalogado más bien como un cómico asociado a un tipo de humor muy característico. Por eso me sorprendió sobremanera que dirigiera y protagonizara una cinta de terror dramático sin concesión alguna a las bromas ni al desenfado. Porque “Un lugar tranquilo”, pese a lo engañoso de su título, es una cinta angustiosa que se encuadra dentro del género más terrorífico. Con un exiguo reparto y una sobredosis de ingenio ha conseguido dar forma a un sólido largometraje que se añade a otros recientes y que también han logrado revitalizar una modalidad cinematográfica que se hallaba en un claro estancamiento.
En los últimos años, “It Follows” o la original (aunque, a mi juicio, excesivamente sobrevalorada) “Déjame salir”, han sobresalido dentro de un conjunto de proyectos previsibles y reiterativos que dominaban lo que en Estados Unidos se conoce como “Horror”. Lo cierto es que Krasinski, aun respetando las fórmulas tradicionales de esta clase de producciones, ofrece una narración interesante y alcanza un elevadísimo grado de tensión. En el primer puesto de la taquilla norteamericana desde su estreno, ha recaudado en apenas tres días más de cincuenta millones de dólares, partiendo de un presupuesto de tan solo diecisiete.
Una familia, amenazada por misteriosas criaturas que atacan guiadas por el sonido, trata de sobrevivir en el más absoluto de los silencios. Mientras no les oigan, no les podrán atrapar, por lo que la total ausencia de ruido es su única vía para escapar de la muerte. La premisa parece sencilla, incluso endeble, pero el realizador es capaz de filmar una aventura de tal intensidad que produce escalofríos. Y, pese a que su productor sea el conocido Michael Bay, “Un lugar tranquilo” constituye la antítesis del cine que este ha popularizado permanentemente. El tono minimalista y contenido del cineasta nada tiene que ver con la grandilocuencia descontrolada de Bay.
Se trata de uno de los pocos largometrajes de terror en los que se cuida a sus protagonistas con verdadero mimo y dedicación. No resultan otro mero objeto al servicio del objetivo final de asustar al espectador, sino que se alzan como el motor de una trama que termina enganchando y siendo efectiva. Obviamente, es recomendable ser aficionado al género pero, incluso quienes no lo sean, podrán sentirse conmovidos y compelidos por este estreno que trasciende a la habitualidad. Con una duración ajustada (apenas hora y media), no cae en las reiteraciones innecesarias ni en la trampa de alargar artificialmente el metraje. La propuesta se ajusta perfectamente a los noventa minutos de proyección, en los que el ritmo no decae ni se resiente el nivel de intriga y expectación. Lo bueno, si breve, dos veces bueno.
Junto al actor y director, forma parte del elenco la versátil Emily Blunt, como ya ha demostrado en la comedia (“El diablo viste de Prada”, “La pesca del salmón en Yemen”), la acción (“Al filo del mañana”, “Sicario”, “Looper”), el thriller (“La chica del tren”) y el drama (“La reina Victoria”). A finales del presente 2018 se enfrentará al desafío de una nueva adaptación del clásico “Mary Poppins”, evidenciando que es una actriz que no se encasilla ni se acomoda. Aquí interpreta varias secuencias que, a buen seguro, serán recordadas con el paso del tiempo. Les acompañan los niños Millicent Simmonds (“Wonderstruck. El museo de las maravillas”), Noah Jupe (“Wonder”, “Suburbicon”) y el debutante Cade Woodward. Todos juntos integran una atormentada familia al servicio de uno de los placeres cinematográficos más antiguos: pasar miedo en una sala de proyección.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Proyecto Rampage
Proyecto Rampage (2018)
  • 4,8
    11.323
  • Estados Unidos Brad Peyton
  • Dwayne Johnson, Naomie Harris, Jeffrey Dean Morgan ...
3
El cine desproporcionado
Dwayne Johnson es uno de esos raros especímenes que ha llegado al cine por una extraña vía: la que los músculos han logrado abrir a su paso. Tras varios años dedicado realizar coreografías embrutecidas en espectáculos de lucha, logró rentabilizar sus bíceps y su desarrollada masa corporal en el medio televisivo para, posteriormente, dar el salto a la gran pantalla. Es justo reconocer que a esa transición ayudó una tan innegable como efectiva vis cómica, brindándole una mayor oportunidad de conexión con el público, normalmente más agradecido a las risas que a los golpes. En todo caso, basta con repasar su carrera profesional para concluir que el físico ha sido la piedra angular de su trayectoria: “El regreso de la momia”, “El rey Escorpión”, “Sed de venganza”, la saga “Fast & Furious”, “Hércules”, “San Andrés” o “G.I. Joe: La venganza” dan fe de ello. Incluso sus proyectos más humorísticos, como la nueva versión de “Jumanji” o la parodia de “Los vigilantes de la playa”, recurren a su musculatura como eje central de unas historias diseñadas exclusivamente para su lucimiento.
Gracias a una sonrisa contagiosa, un estilo desenfado y un tipo de acción desmadrada y excesiva acumula hasta la fecha numerosos éxitos de taquilla, por más que llega un punto en el que semejante loa a la desproporción comienza a resultar irritante. El abuso de efectos especiales en aras de la explosión más grande, el salto más alto, la carrera más rápida, la pelea más dura y el derrumbe más aparatoso termina por parecer cansino. En “Proyecto Rampage”, se logran unos primeros minutos aceptables a base de concatenar las graciosas secuencias de rigor con unas iniciales exhibiciones de fuerza, pero después todo se deja ya en manos del circense lema “más difícil todavía”: los gorilas más salvajes, los monstruos más peligrosos y la destrucción más apocalíptica. Más, más, más, que, en realidad, es menos, puesto que evidencia una flagrante carencia de relato. Absolutamente todo se basa en el lucimiento de un héroe musculado frente a una amenaza infantiloide.
Un científico mantiene un sólido vínculo con un gorila al que ha estado cuidando desde que nació. Sin embargo, un experimento genético transforma al apacible simio en una descontrolada y brutal criatura. Otros animales comienzan a sufrir la misma alteración de carácter y a destruir todo lo que se interpone en su camino. El protagonista se alía entonces con un ingeniero genético de nulo prestigio para conseguir un antídoto. Tratará así de evitar una catástrofe mundial y, de paso, salvar a su amigo primate.
La película está inspirada libremente en un videojuego, lo que explicaría su mera pretensión de entretener a través de espectaculares imágenes, entendiendo el calificativo “espectacular” como sinónimo de grandilocuencia superficial y vacío interior. Salta a la vista que la trama carece de sustento alguno (ni interpretativo, ni artístico, ni imaginativo, ni cinematográfico). Lo fía todo a la efectividad de algunas bromas y a un constante correcalles que deje sin aliento al espectador, meta que solo logrará con el público entregado al formato de la Play Station o similares.
El realizador es Brad Peyton, con quien Dwayne Johnson coincidió en “San Andrés” (cuya segunda parte ya se ha anunciado) y en “Viaje al centro de la Tierra 2: La isla misteriosa”. No se puede negar que forman un tándem muy rentable en términos de taquilla, pero ineficaz para progresar desde el punto de vista profesional.
Junto a “La Roca”, encontramos en el reparto a Malin Akerman (“Watchmen”, “27 vestidos”), Joe Manganiello (“La liga de la Justicia”, “Spiderman 3”) y Marley Shelton (“Grindhouse: Planet Terror”, “Sin City: Ciudad del pecado”), prácticamente tapados por las dimensiones de Johnson y el resto de criaturas pero, sobre todo, por la ausencia de un guion sobre el que se asiente el largometraje.
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@gerardo_perez_s
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5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El justiciero
El justiciero (2018)
  • 5,4
    5.392
  • Estados Unidos Eli Roth
  • Bruce Willis, Vincent D'Onofrio, Elisabeth Shue ...
3
Del tópico al topicazo
¿Existe algo peor para un actor que caer en el encasillamiento? Sí, existe. Caer en el conformismo después de ser consciente de tal circunstancia. En la película “Batman Begins” le decían a Bruce Wayne a modo de enseñanza: “¿Por qué nos caemos? Para aprender a levantarnos”. El problema no estriba, pues, en el encasillamiento, sino en la apatía de quien se deja arrastrar por la fama de un personaje para dedicar toda su carrera a repetir un mismo perfil. Bruce Willis es un ejemplo de buen actor que, habiendo brillado en el género de acción y siendo capaz de despuntar con interpretaciones arriesgadas e, incluso, diversas, se ha convertido en los últimos años en una caricatura de sí mismo. La magnífica película “Jungla de cristal” dio origen a una saga irregular, pero aportó numerosos beneficios a esa modalidad cinematográfica. Durante algún tiempo, Willis se dedicó a abordar nuevos proyectos, unos con notable acierto (“Pulp Fiction”, “La muerte os sienta tan bien”, “Doce monos”, “El sexto sentido”, “El protegido”) y otros, sin demasiada suerte (“El último hombre”, “La hoguera de las vanidades”). Pero, en todo caso, con esa trayectoria se forjó un nombre propio. Sin embargo, llegó a un punto en el que se limitó a explotar su faceta de tipo duro y correoso. Estiró demasiado el papel de John McClane, se involucró en otros seriales de la gran pantalla como “Los mercenarios”, “G.I. Joe” o “Red”, y participó en propuestas tipo “El último disparo” o “Actos de violencia”. En lo que llevamos de milenio, tan solo “Looper” merece ser destacada.
En esa dinámica de apatía, reincidencia de tópicos, reproducción de viejos estereotipos y repetición de fórmulas usadas se encuadra “El justiciero”, enésimo film que recurre a la violencia como fórmula para presentar una trama simple y básica que justifique el desenlace final. Tal vez pueda funcionar la primera docena de veces que se ve, pero cuesta digerirse cuando son centenares los trabajos similares que ya han pasado por las carteleras. Su principal reclamo es contemplar a Bruce Willis pretendiendo ser un tipo afable y normal que, ante un cruel acto de maldad, no duda en tomar las armas y liarse a mamporrazos para obtener esa justicia que el civilizado sistema judicial es incapaz de conseguir. Su condición de cariñoso, tranquilo y hogareño cirujano que presta sus servicios en un hospital cambia de forma traumática cuando tres criminales asaltan su casa, matan a su mujer y dejan a su hija malherida. La pasividad de la policía le obligará a llevar a cabo un plan de venganza, cuya primera medida consistirá en dar caza a los culpables.
Dudo mucho que se genere ningún malentendido de fondo entre los espectadores que acudan a las salas de proyección. Desde luego, no podrán alegar expectativas frustradas porque, ciertamente, “El justiciero” ofrece lo que promete. Es una historia plana, lineal y previsible que satisface un doble objetivo: el castigo de los malvados y el triunfo de su perseguidor. De hecho, se trata de un remake de “El justiciero de la ciudad”, protagonizado por Charles Bronson en 1974. Willis posee más versatilidad y efectividad que Bronson, juega mejor con el humor y revela una mayor capacidad para sostener el peso de la historia sobre sus exclusivos hombros. Aun así, no puedo evitar preguntarme por qué ha desaprovechado su talento claudicando ante este permanente encasillamiento.
Le acompañan en el reparto otros intérpretes que antaño realizaron actuaciones meritorias, pero que están en franco retroceso profesional, como la oscarizada Elisabeth Shue (“Leaving Las Vegas”, “El hombre sin sombra”, las dos últimas entregas de “Regreso al futuro”) y Vincent D'Onofrio (“Men in Black”, “Ed Wood”, “J.F.K. Caso abierto”).
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3 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ready Player One
Ready Player One (2018)
  • 6,7
    39.523
  • Estados Unidos Steven Spielberg
  • Tye Sheridan, Olivia Cooke, Ben Mendelsohn ...
8
Melancolía moderna
La capacidad del cineasta Steven Spielberg para narrar historias visualmente es innata y apabullante. Su estilo resulta plenamente reconocible y eficaz. La forma de colocar la cámara, el uso de la luz, el ritmo de las imágenes y la habilidad para potenciar al máximo cada secuencia le convierten en un maestro indiscutible de la cinematografía. No obstante, he de reconocer que comencé a ver “Ready Player One” con algún que otro reparo, persuadido de que la trama no iba a conectar conmigo y de que se trataba de un proyecto demasiado artificial, dirigido a un público al que se satisface con la mera acción y a base de efectos especiales. Pero, sin negar que tras la proyección me reafirmo en dichas apreciaciones, debo admitir que la propuesta me entretuvo y, además, me agradó. Porque ahí radica la diferencia entre situar tras la cámara a un responsable apto para sacar adelante un proyecto o contar con un profesional con mayúsculas, capaz de mejorar plano a plano las ideas aportadas por guionistas y productores.
“Ready Player One” supone una loa a la melancolía moderna, plena de referencias a clásicos del Séptimo Arte y de la cultura en general, pero envuelta, a su vez, en una estética futurista y sintética. El mismo Spielberg que me maravilló compaginando de una forma tan certera la ciencia ficción y la acción en “Minority Report” retoma su faceta de mago de la diversión para volver a demostrar que, con setenta y un años cumplidos, conserva sus eternas agilidad y creatividad. No obstante, en esta ocasión los personajes y el guion son más planos y simples, de modo que, pese a los intentos de distracción por parte del realizador con estridentes juegos de luces y colores, no puede evitar que eso se note, si bien no impide dejarse arrastrar con satisfacción por su oferta.
En el año 2045, mientras las grandes multinacionales se reparten enormes ganancias, el mundo se encuentra en una irreversible decadencia y la mayor parte de la población sobrevive en condiciones precarias. En ese escenario, un joven se aficiona a un videojuego de realidad virtual llamado OASIS, que le proporciona una vía de escape. El excéntrico y millonario creador de dicho entretenimiento es un apasionado de la década de los ochenta y, después de su fallecimiento, se anuncia públicamente que el juego contiene un particular tesoro y que aquella persona que lo encuentre heredará toda su fortuna. El joven Wade decidirá, como tantos otros, lanzarse a la búsqueda, resolviendo para ello una serie de pruebas cuyas claves se basan en la cultura ochentera.
Pese a no ser una de las obras más destacadas del cineasta de Ohio (circunstancia normal, habida cuenta su envidiable y sobresaliente currículum), consigue enganchar tanto a los espectadores más proclives a la nostalgia del pasado como a quienes aspiran a una evasión entretenida. Spielberg prácticamente logra hipnotizar con unos planos luminosos y un ritmo acelerado aunque, a mi juicio, la postiza creación del videojuego lastra en cierta medida el largometraje. Con todo, soy consciente de que para algunos esa perspectiva constituirá un aliciente y un mérito, aunque yo me inclino por los personajes de carne y hueso y por las realidades palpables. A ratos, esa recreación artificial evidencia las carencias de unos protagonistas escasamente interesantes pero, en cualquier caso, los defectos se diluyen dentro del notable espectáculo.
Encabeza el elenco el actor Tye Sheridan, desconocido para el gran público pero que cuenta con destacadas interpretaciones en títulos como “Mud”, junto a Matthew McConaughey. Le acompañan Olivia Cooke (“Ouija”) y Ben Mendelsohn (“Rogue One: Una historia de Star Wars”). Se comenta que los próximos proyectos del “maestro” serán un remake de “West Side Story” y una nueva entrega de Indiana Jones. En principio, ambos objetivos me parecen, como mínimo, discutibles. Ni creo que deba revisarse el clásico de Jerome Robbins y Robert Wise ni creo que deba estirarse más la saga del célebre arqueólogo. Sin embargo, y visto lo visto, continúa siendo obligatorio apostar por el talento de este artista indiscutible.
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aniquilación
Aniquilación (2018)
  • 6,0
    29.120
  • Reino Unido Alex Garland
  • Natalie Portman, Oscar Isaac, Jennifer Jason Leigh ...
6
Origen y apocalipsis
Las nuevas plataformas como “Netflix”, “H.B.O.” o “Amazon” están cambiando el concepto tradicional de la industria del cine. El Séptimo Arte comienza a no estar necesariamente asociado a los estrenos en pantalla grande. Así, desde el pasado día 12 de marzo, los clientes españoles de “Netflix” ya pueden ver “Aniquilación”, la nueva película de Natalie Portman dirigida por Alex Garland, reputado guionista (“Nunca me abandones”, “28 días después”) y exitoso realizador con su debut (“Ex Machina”). No se trata de un telefilm ni tampoco de una producción menor, sino de un proyecto con un presupuesto de más de cuarenta millones de dólares, con un reparto de estrellas y un equipo técnico y artístico de primer nivel. En Norteamérica sí ha llegado a las salas de proyección, pero en España, al menos por el momento, no tiene fecha de estreno en los cines convencionales. Es posible disfrutarla a través del móvil, “tablet”, televisión u ordenador, tras darse de alta en la mencionada plataforma de entretenimiento. Resulta un sistema algo extraño todavía, pero llamado a ser cada vez más usual.
En cualquier caso, “Aniquilación” es una correcta cinta de ciencia ficción que a lo largo de casi hora y media mantiene unos niveles de intensidad y suspense muy dignos, con recreaciones creíbles e interpretaciones adecuadas. El problema se manifiesta en sus últimos veinte minutos, inconveniente común en numerosas producciones de este tipo, que saben crear una trama inicial intrigante y un conflicto interesante pero que, cuando se trata de apostar por un desenlace, no saben escoger uno que dé la talla. Lanzarse en brazos de la fantasía y de la ficción más imaginativa supone alejarse del aparente rigor previo y dejarse arrastrar por el imán de los efectos especiales, los juegos visuales y demás alucinaciones. Por esa razón, me gustaron el planteamiento introductorio y la narración intermedia, pero el final me dejó un regusto extraño. En definitiva, buen origen e irregular apocalipsis para esta sugestiva aventura.
Una bióloga y profesora, antigua militar, se ve obligada a introducirse en una misteriosa zona controlada por fuerzas incomprensibles para la mente humana. Su marido ya acudió allí en una misión secreta y regresó en insólitas circunstancias, debatiéndose entre la vida y la muerte. Una vez en el interior de ese sector controlado por supuestas manos alienígenas, se percata de que no rigen las mismas leyes de la Naturaleza conocidas por la Humanidad. En compañía de otras investigadoras, intentará descubrir qué ocurrió con las anteriores expediciones y comprender lo que sucede en su seno.
Gran parte de la puesta en escena resulta atrevida y, sobre todo, revela una especial atención por el suspense psicológico y una cautivadora presentación de los personajes. No puede negarse que recurre a algunos tópicos para asustar en determinadas secuencias al espectador y que el relato se enreda en sí mismo a medida que avanza la historia. Sin embargo, conforma una producción superior a la media habitual dentro de los estrenos de este peculiar género cinematográfico. Sin alcanzar los niveles magistrales de Christopher Nolan en “Origen” e “Interstellar”, no deja de ser un film a ratos perturbador y a ratos, visionario.
Destaca en el equipo artístico la labor de Natalie Portman, uno de los rostros más expresivos del panorama interpretativo actual. Su capacidad para transmitir dolor, inquietud o felicidad, variando apenas los músculos faciales, es realmente llamativa. Ganadora de un Oscar por su actuación en “Cisne negro”, títulos como “Closer”, “Leon: El profesional”, “Cold Mountain” y “V de Vendetta” le avalan como una de las figuras más relevantes de su profesión. Su participación apuntala, sin duda, los méritos de “Aniquilación”. Le acompañan un efectivo Oscar Isaac (“El año más violento”, la ya citada “Ex Machina”) y Jennifer Jason Leigh (“Los odiosos ocho”, “La Sra. Parker y el círculo vicioso”).
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0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
María Magdalena
María Magdalena (2018)
  • 5,7
    2.421
  • Reino Unido Garth Davis
  • Rooney Mara, Joaquin Phoenix, Chiwetel Ejiofor ...
5
Solemnidad monótona
Nunca me ha llamado la atención el cine de género religioso. Me desespera la excesiva teatralidad de las producciones antiguas y la artificial intensidad de las modernas. Si tuviera que elegir un título de mi agrado, me decantaría por “Jesucristo Superstar”, ya que la magistral habilidad rítmica y musical de Andrew Lloyd Weber, unida a la capacidad narrativa de Norman Jewison, dieron lugar a una obra muy digna. Superproducciones como “Ben-Hur”, de William Wyler, se aproximan más a la aventura y al entretenimiento que a la recreación bíblica. En cuanto a las más recientes, “Noe”, de Darren Aronofsky resulta una loa megalómana y pretenciosa, mientras que “Exodus: dioses y reyes”, de Ridley Scott, exhibe una reiteración de tópicos y una ostentosa reivindicación de presupuesto desorbitado, que se derrocha en fastuosas y estériles imágenes. Las más clásicas, que se programan con insistencia año tras año en las fechas del calendario marcadas en rojo, son ejemplos de títulos de cartón piedra que envejecen mal. Y, por lo que se refiere a las tildadas de comprometidas (tipo “La última tentación de Cristo”), constituyen un ejercicio vacuo y presuntuoso de intelectualidad muy difícil de digerir.
Con semejantes antecedentes, confieso que me dispuse a ver “María Magdalena” con muchos reparos, y eso que el anterior trabajo de su director, Garth Davis, me llamó la atención en su momento. “Lion”, además de recibir seis nominaciones a los Oscar y cuatro a los Globos de Oro, puede considerarse una cinta honesta y vital que merece ser destacada. Sin embargo, “María Magdalena” termina pecando de los mismos defectos que centenares de obras similares a ella. Trata de contentar a un público devoto, pero sin renunciar a la originalidad y la innovación. Dicho objetivo es altamente complicado y, por ello, se pierde en una filmación densa, irregular, petulante y monótona que lastra la bienintencionada inventiva de su realizador. Destacan pequeñas perlas de interés que naufragan en sus dos horas de proyección de aburrida solemnidad, pese a que los intérpretes se desfonden en un titánico y loable esfuerzo. No creo que convenza ni a los espectadores de fe ni tampoco a los más escépticos en materia religiosa.
María Magdalena es una mujer joven que busca su espacio en la sociedad de la época. Restringida y limitada por diversas jerarquías, desafía a su familia tradicional y a la comunidad de la que forma parte cuando se une a un nuevo movimiento encabezado por Jesús de Nazareth. Dentro de ese grupo se sentirá realizada y comenzará un viaje que la conducirá a Jerusalén.
Por desgracia, el intento de rupturismo y singularidad de Davis no termina de fructificar, y su afán por resultar feminista y moderno choca con la tradición, quedándose a medio camino. La apuesta es meritoria pero el resultado de su tentativa decepciona y, a pesar del empeño, no persuade.
Por el contrario, las interpretaciones sí pueden calificarse de sobresalientes. La actriz Rooney Mara continúa consolidando su carrera con acierto, gracias a su incuestionable calidad y a la apropiada elección de papeles arriesgados. Su maravillosa interpretación en “Carol” y su notable actuación en la versión de “Millennium: los hombres que no amaban a las mujeres” evidencian que nos hallamos ante una excelente profesional delante de las cámaras. Por su parte, el nada convencional actor Joaquin Phoenix sigue acumulando interesantes rarezas de elevado valor artístico. “Gladiator”, “En la cuerda floja” o “Her” dan buena cuenta de ello. Ambos son, sin duda, lo más destacado de la película. Completan el reparto Chiwetel Ejiofor (“12 años de esclavitud”) y Tahar Rahim (“Un profeta”).
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10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un pliegue en el tiempo
Un pliegue en el tiempo (2018)
  • 3,3
    2.026
  • Estados Unidos Ava DuVernay
  • Oprah Winfrey, Reese Witherspoon, Mindy Kaling ...
3
Un cuento desafortunado
La factoría “Disney” está perdiendo esas señas de identidad que durante décadas le hicieron mundialmente popular. Al haber ampliado desde hace años su oferta a otros géneros más diversos, ha sobrepasado su vinculación al cine infantil y de animación. En la actualidad abarca estrenos de ciencia ficción, aventuras y acción, y los pequeños de la casa han dejado de ser su público principal. Ha adquirido la saga de “Star Wars”, ha entrado de lleno en el mundo del cómic y se ha asociado con productores como Jerry Bruckheimer, un peso pesado en la puesta en marcha de megaproyectos trepidantes y superproducciones desnortadas en lo que al ritmo narrativo se refiere. Todo parece indicar que el periodo de la infancia es cada vez más breve y que los niños dan el paso a la adolescencia prematuramente.
Y lo cierto es que los responsables de Disney parecen querer adaptarse a estos nuevos tiempos en los que la inocencia y la ingenuidad de la niñez ya no son lo que eran. Tal vez por ello, cuando la célebre productora ha vuelto a apostar de repente por una película netamente infantil, con su magia y su fantasía, con sus brujas y sus hadas, y con una notable carga de buenas intenciones, transmite la sensación de sentirse desubicada y deja al descubierto una de serie carencias a la hora de regresar a su especialidad de antaño. Resulta difícil saber qué fue primero, si el huevo o la gallina. Quizá sean los propios espectadores quienes hayan cambiado de mentalidad. O, por el contrario, sean los directores y productores los que ya no sean capaces de captar la esencia de esa cinematografía creada para las edades más tempranas. O, simplemente, sea que yo esté envejeciendo y no tolere como antaño decorados prefabricados ni hechiceras voladoras dentro de universos imaginarios. Sea como fuere, la visión de “Un pliegue en el tiempo” me parece desafortunada, artificial, carente de gracia y ausente de sentido.
Prefiero pensar que no soy yo, ya que me siguen fascinando algunas recreaciones pertenecientes al mundo infantil, como Peter Pan, conservo cierta propensión a la fantasía y reviso periódicamente algunos títulos como “La princesa prometida” o “Pesadilla antes de Navidad”. Por lo tanto, el problema de “Un pliegue en el tiempo” debe radicar en que sus artífices no han sabido contar una historia apta para todos, aunque con un marcado acento infantil.
Cuenta la historia de un científico que desaparece de forma misteriosa mientras trabaja en un enigmático experimento. Su hija decide ir en su busca y para ello viaja con su hermano pequeño y un amigo a través del tiempo y del espacio. En su aventura, los jóvenes contarán con la ayuda de tres damas mágicas: la filosófica “Señora Quién”, la inquisitiva “Señora Qué” y la líder de todas ellas, la “Señora Cuál”.
Con una estética mejorable, un ritmo cuestionable y una inadecuada dirección de actores, el visionado chirría casi en cada escena. Se trata de un producto alejado de este tiempo, con unas interpretaciones excesivamente teatrales y una narración forzada. La permanente sensación de que todo es postizo y fingido lastra irremediablemente un proyecto que, probablemente, gozó de muy buenas intenciones cuando comenzó a elaborarse.
La protagonista es la niña Storm Reid, vista en “12 años de esclavitud”, a quien acompañan dando vida al trío de señoras Oprah Winfrey, Reese Witherspoon y Mindy Kaling. También forman parte del elenco Chris Pine (“Star Treck”) y Michael Peña (“Crash”). Unas y otros se ven afectados negativamente por la falta de acierto al plasmar las imágenes y al contar cinematográficamente la trama.
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30 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gorrión rojo
Gorrión rojo (2018)
  • 6,4
    23.396
  • Estados Unidos Francis Lawrence
  • Jennifer Lawrence, Joel Edgerton, Jeremy Irons ...
5
Gorrión rojo, película gris
“Gorrión rojo” forma parte de ese prototipo de películas cimentadas sobre coloridos anzuelos y aparentes intrigas. Son un par de ganchos suficientes para hechizar durante un rato al espectador con un entretenimiento sustentado fácilmente sobre clichés efectivos y trampas de guion. Si este planteamiento se adapta a la pretensión de sus productores y a las expectativas de su potencial público, ambos quedarán sin duda satisfechos, ya que la cinta cumple con creces como pasatiempo visual, aunque pase sin pena ni gloria. Juega con la belleza, la elegancia de las localizaciones, el tirón del erotismo y una pizca de suspense. Por lo tanto, resulta muy sencillo y, en algunos momentos, hasta apetecible, dejarse llevar por esta fórmula. Sin embargo, es preciso poner de manifiesto algunas de sus carencias más que evidentes, así como su total ausencia de originalidad.
Para empezar, la trama no está bien hilvanada y los personajes son calcos de otros tantos vistos hasta la fecha. El esfuerzo se concentra en exprimir de tal manera la sensualidad y el falso glamour de los espías y los agentes dobles que queda en el olvido la aportación de un mínimo de credibilidad a la historia. El motor del largometraje, pues, peca de simpleza y, además, la duración es excesiva. El lucimiento físico de la protagonista, unido al reclamo de ese mundo sórdido y lujoso en el que se desenvuelve, han bastado al realizador para saberse vencedor con su propuesta, sin considerar que el problema estriba en el modo de concebir visual, narrativa y cinematográficamente su trabajo.
Mientras veía alguna de las secuencias no dejaba de venirme a la mente aquella “Nikita” que estrenó Luc Besson en 1990 y que derivó en muchas y desafortunadas versiones para la pequeña y la gran pantallas. El papel que interpretó casi tres décadas atrás Anne Parillaud, pese a exhibir los artificios propios de este peculiar género, resultaba más auténtico y daba lugar a un resultado claramente superior. No trato de menospreciar ni reprochar la actuación de Jennifer Lawrence, que se limita a cumplir con las directrices recibidas. Pero, dicho esto, sorprende que una actriz con su trayectoria profesional se haya sentido interesada en un proyecto como el que nos ocupa. A quienes salgan satisfechos después de ver “Gorrión rojo” les reto a que visionen la cinta de Besson y observarán que, una vez retirado el velo de la hermosura, no hallarán espacio a la comparación.
Una joven y bella mujer rusa es reclutada por los Servicios Secretos de su país tras la muerte de su padre. Bajo el pretexto de ayudar a su madre enferma, ingresa en una escuela donde aprenderá el arte del espionaje utilizando métodos de seducción. Uno de sus objetivos será un agente novato de la CIA afincado en Rusia y que está relacionado con un topo que lleva varios años infiltrado en las altas esferas del Servicio de Inteligencia soviético. Su misión será descubrir la identidad del traidor, lo que la conducirá a una espiral de amenazas, engaños y atracción sexual que pondrá en peligro, tanto sus carreras, como la seguridad de sus respectivas naciones.
Jennifer Lawrence, después de ganar el Oscar por “El lado bueno de las cosas”, recibir otras tres nominaciones por “Winter's Bone”, “La gran estafa americana” y “Joy”, y participar en sagas exitosas como “X-Men” o “Los juegos del hambre”, pertenece al grupo de máximas estrellas de Hollywood. En atención a su indiscutible talento, solo espero que vuelva a encauzar correctamente su carrera artística. Le acompañan Joel Edgerton (“El gran Gatsby”, “Exodus: dioses y reyes”), Charlotte Rampling -en un perfil con sonoras reminiscencias al que asumió en “Nunca me abandones”-, Mary-Louise Parker (siempre recordada por “Tomates verdes fritos”) y Jeremy Irons, acomodado desde hace mucho tiempo a dar vida a secundarios sin riesgo y alejado, por tanto, de su época dorada de “La mujer del teniente francés”, “Herida”, “La misión” o “El misterio Von Bulow”.
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11 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lady Bird
Lady Bird (2017)
  • 6,6
    27.319
  • Estados Unidos Greta Gerwig
  • Saoirse Ronan, Laurie Metcalf, Lucas Hedges ...
8
La comedia como forma de drama
Greta Gerwig es una joven actriz, guionista y directora que ha conquistado a crítica y público con una divertida, fresca y corrosiva visión de una adolescente en busca de su lugar en el mundo. Acostumbrado a los habituales ejemplos cinematográficos norteamericanos sobre el concreto mundo “teen” que proliferan en las salas de proyección, y que se caracterizan por una sobredosis de vulgaridad, artificialidad y descarado déficit de autenticidad y brillantez, la apuesta de Gerwig es toda una revelación. Los diálogos son ingeniosos, los personajes resultan creíbles y las emociones parecen sinceras, pese a abundar las secuencias alocadas y cierto halo de creación forzada. La cineasta, a la que hemos visto en su faceta de intérprete en títulos como “Jackie”, de Pablo Larraín, “La sombra del actor”, de Barry Levinson o “A Roma con amor”, de Woody Allen, demuestra con este largometraje (bastante más ambicioso de lo que su bajo presupuesto pudiera augurar) que se expresa mucho mejor detrás de la cámara que frente a ella.
Conforme avanza la proyección, los espectadores van siendo conscientes del viaje a través de la sátira, la ironía y la emotividad -ejercidas con acierto y con rasgos de autenticidad y credibilidad- que supone ver “Lady Bird”. La realizadora construye con mimo los personajes para, sobre ellos, cimentar su trabajo y ofrecer una película de guion e interpretaciones que desprende verosimilitud y evidencia un elevado nivel de cariño y cuidado en la forma de ser narrada, lo que invita a deducir una profunda implicación entre la artista y su obra, más allá de la mera profesionalidad. La realizadora sabe, sin duda, de lo que habla y así lo pone de manifiesto, tanto cuando le impregna un ritmo desenfadado como cuando potencia su cariz más sensible.
Christine McPherson, apodada “Lady Bird”, es una joven en busca de su propio camino que abandona el norte de California con la intención de conseguir una mejor vida en la costa Este, más cerca de la cultura cosmopolita y el ambiente universitario que anhela, para así poder colmar sus inclinaciones artísticas e intelectuales. La chica, que mantiene una permanente relación de amor-odio con su madre, está marcada por las dificultades económicas familiares y rodeada de personas que terminan afianzando su proceso de madurez.
Cuenta con cinco nominaciones a los premios Oscar (película, dirección, actriz principal, actriz secundaria y guion original) y ya ha obtenido los Globos de Oro a la mejor comedia del año y a la mejor actriz de cómica, así como numerosas candidaturas y menciones en la mayor parte de certámenes y asociaciones de críticos cinematográficos. Como ocurre con “Call Me By Your Name”, su modesta producción y distribución otorgan aún más mérito a estos logros y lo convierten en uno de los mejores largometrajes del año.
En el apartado artístico, la relación de intérpretes es magnífica. Saoirse Ronan, verdadera alma de esta historia, realiza una actuación muy notable. Ya había evidenciado su talento en actuaciones como las “Expiación”, “The Lovely Bones” o “Brooklyn” y ahora se consolida de promesa a realidad indiscutible. Laurie Metcalf, firme candidata a la estatuilla dorada, posee un destacado bagaje televisivo en series como “Big Bang”, “Mujeres desesperadas” o “Anatomía de Grey”. Por su parte, Timothée Chalamet se ha convertido en el actor de moda gracias a la mencionada “Call Me By Your Name” y a sus participaciones de 2017 en dos relevantes obras que le han otorgado prestigio y popularidad. También se ha podido apreciar su buen hacer en “Interstellar” y en la serie televisiva “Homeland”. Participará junto a Elle Fanning en el próximo proyecto de Woody Allen. Completan el reparto Tracy Letts (“La gran apuesta”, “Agosto”) y Lucas Hedges (“Manchester frente al mar”, “Tres anuncios en las afueras”).
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11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La forma del agua
La forma del agua (2017)
  • 6,4
    45.940
  • Estados Unidos Guillermo del Toro
  • Sally Hawkins, Doug Jones, Michael Shannon ...
7
En los límites de la realidad
No hay duda de que Guillermo del Toro es un cineasta especial. Basta con echar un vistazo a su filmografía para constatar que sus conceptos de realidad y ficción, fantasía y veracidad, se confunden y entremezclan, formando un universo propio. De hecho, no creo que para él dichas palabras posean el mismo significado que para la mayoría de los mortales. Cualquier obra suya se acompaña de un halo de espejismos, ilusiones y alucinaciones, con independencia de la trama de fondo. Ya sea un relato sobre la Guerra Civil española (“El laberinto del Fauno”, “El espinazo del diablo”), un cuento de terror (“Cronos”) o una recreación de superhéroes del cómic (“Hellboy”), el plantel de seres extraños, al más puro estilo de “La parada de los monstruos”, se hace presente como denominador común en todos sus proyectos.
No es de extrañar, pues, que cuando se ha decidido a rodar su largometraje más romántico y tierno, pleno de sensibilidad y filmado en tonos pastel, el motor de la historia haya adoptado la forma de un engendro no catalogable. Pese a contar con una estética delicada y con el germen de un cuento infantil, este célebre mexicano se las ingenia para trasladar a imágenes crueldad, maldad y violencia, combinando personas convencionales con una criatura deforme para, posteriormente, dotar de los rasgos más humanos a quien no lo es, sin que por ello proceda hablar de incoherencia. Puede considerarse una versión libre de otros títulos entrañables y emotivos, una especie de “Amélie” alejada de Francia, que habida cuenta que la tendencia del realizador hacia el surrealismo y el tono grotesco le acerca hasta los límites de la realidad para, a continuación, traspasarlos sin recelos.
En la década de los sesenta, en plena Guerra Fría y con la carrera militar y espacial entre los Estados Unidos y la U.R.S.S. en su nivel máximo, una limpiadora discapacitada que presta sus servicios en unos laboratorios secretos gubernamentales descubre a un ser enigmático, mezcla entre hombre y pez, auténtica anomalía de la Naturaleza que vive encerrada y es víctima de diversos experimentos con fines bélicos. Entre la mujer y el espécimen surge una fuerte conexión. Sin embargo, el mundo no es un lugar seguro para que mantengan su particular relación.
Es preciso que los espectadores acudan a la sala de proyección con la mente abierta, apartando de ella, aunque sea momentáneamente, los tradicionales cánones que marcan la frontera entre lo creíble y lo increíble. Si no es así, la óptica de Guillermo del Toro tal vez les parezca absurda. Por el contrario, si se dejan llevar y liberan la imaginación, disfrutarán de una película bonita, entretenida y muy elegante. Como el Tim Burton más lúcido de antaño, el director nos introduce en una fábula que vuela directamente al corazón, sin pasar antes por el cerebro. Permitir la introducción del más mínimo raciocinio desmoronaría de golpe la magia y dejaría al descubierto sus carencias, pero sus preciosas secuencias son auténticos regalos capaces de conmover cuantas veces se contemplen.
“La forma del agua” se alza como una de las obras más premiadas y reconocidas del presente año. Ganadora de dos Globos de Oro (mejor dirección y banda sonora), parte con trece nominaciones en la inminente ceremonia de entrega de los Oscars y con doce en los BAFTA británicos. Ganó asimismo el León de Oro en el Festival de Venecia, junto a una interminable relación de candidaturas y galardones por parte de las más relevantes Asociaciones de Críticos. Por lo tanto, su visión es recomendable. Del Toro ha sido también reconocido como mejor cineasta del año por el Sindicato de Directores de Estados Unidos y todo hace presagiar que la suya será la cinta triunfadora en la noche del próximo 4 de marzo en Hollywood.
Está protagonizada por Sally Hawkins, a la que hemos visto en “Blue Jasmine”, “Nunca me abandones” o “An Education”. Su actuación resulta cálida y meritoria. Le acompañan un efectivo Richard Jenkins (“Spotlight”, “Mátalos suavemente”, “Come, reza, ama”) y el tenebroso Michael Shannon (“Animales nocturnos”, “Loving”). Aparece, además, la cada vez más prolífica Octavia Spencer (“Criadas y señoras”, “Figuras ocultas”).
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@gerardo_perez_s
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Florida Project
The Florida Project (2017)
  • 7,1
    17.211
  • Estados Unidos Sean Baker
  • Brooklynn Prince, Willem Dafoe, Bria Vinaite ...
7
Una mirada infantil hacia el mundo adulto
El director Sean Baker se caracteriza por su especial sensibilidad para abordar la fragilidad humana y la inocencia infantil, y por ensalzar lo que de extraordinario se esconde en las vidas cotidianas. Transita por ese interesante pero complicado mundo del denominado “cine independiente” y en dicho círculo goza de una reconocida posición. Ganador del premio “Independent Spirit Awards” en 2013 y ocho veces nominado a lo largo de su carrera profesional, puede presumir de arrancar los más encendidos aplausos en festivales tan dispares como el de Sundance, Los Ángeles o Sidney. Películas como “Scarlet” (2012) o “Tangerine” (2015) descubrieron a un cineasta obsesionado con los personajes corrientes y las realidades cotidianas. Sin recurrir a grandes precisiones técnicas ni a minuciosas formalidades, se centra en relatar historias comunes y fácilmente reconocibles con las que el espectador tiende a empatizar.
Ahora presenta “The Florida Project”, sin duda su mejor trabajo hasta la fecha. Con él ha dado el salto de la exhibición y distribución minoritarias a las del gran público y, de ahí, a aspirar a los galardones de los más prestigiosos certámenes. Vuelve a poner el foco sobre unos supuestos perdedores (tal vez habría que definir primero qué se entiende en esta vida por ganadores y perdedores) y, para ello, se decanta por la siempre pura e imaginativa visión de los niños. Es habitual que los títulos protagonizados ellos supongan un arma de doble filo. Sin embargo, en este concreto caso, Baker encauza correctamente los impulsos y la energía quizá poco sofisticada de los menores en beneficio de su obra.
Una niña y su heterogéneo y pintoresco grupo de amigos disfrutan de sus vacaciones de verano. Mientras tanto, los adultos de su entorno se ven obligados a lidiar con la crisis y a asumir sus responsabilidades. La pequeña sueña con ir a Disneylandia, aunque lo más cerca que ha estado de allí es un motel barato en el que vive con su joven madre a las afueras de Orlando. A su vez, lo más parecido que tiene a un padre es el gerente de dicho establecimiento, llamado a preocuparse por cuestiones que exceden a sus meras ocupaciones laborales.
Se evidencian algunas carencias técnicas y el estilo narrativo es simple pero, aun así, se suple con una sobredosis de sentimiento y autenticidad. La capacidad para plasmar hermosura y emotividad a partir de la derrota y el desamparo es un virtud muy destacable y propia de este cineasta. Logra contagiar un halo de alegría a partir de una filmación fuertemente crítica con la precariedad a la que se ven abocados numerosos seres humanos. Es imposible, pues, no sentirse conmovido y compelido por esa mezcla de optimismo y denuncia que acompaña a la proyección de “The Florida Project”.
Tanto la National Board of Review como el American Film Institute han elegido “The Florida Project” entre las diez mejores producciones del año y la London Film Critics' Circle ha distinguido a Sean Baker como mejor realizador. Willem Dafoe opta asimismo al Oscar y al BAFTA al mejor actor secundario, y también compitió en los Globos de Oro dentro de la citada categoría. En definitiva, el film se trata de una admirable rareza que de cuando en cuando se cuela en las salas de proyección.
Dentro del elenco artístico destaca el ya citado Willem Dafoe, un peso pesado cuyo larguísimo currículum se compone de algunas cintas memorables (“Platoon”, “Arde Mississippi”, “Nacido el cuatro de julio”, “El paciente inglés”) y que figura en todas las quinielas gracias a esta interpretación honesta y efectiva. Le acompañan la jovencísima y precoz Brooklynn Prince y Bria Vinaite, sin bagaje previo pero con desparpajo de sobra para llevar a cabo un buen trabajo.
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@gerardo_perez_s
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hilo invisible
El hilo invisible (2017)
  • 6,8
    17.390
  • Estados Unidos Paul Thomas Anderson
  • Daniel Day-Lewis, Vicky Krieps, Lesley Manville ...
8
Hilos visibles e invisibles
No cabe duda de que Paul Thomas Anderson es un cineasta atípico. Proclive a rodar películas densas, complejas y extrañas, posee la rara característica de reflejar en todas sus obras su marca personal, aunque no se parezcan en nada unas a otras. La ágil y corrosiva “Boogie Nights”, la profunda e intensa “Magnolia”, la etérea y surrealista “Embriagado de amor”, la precisa y dura “Pozos de ambición” y la intrincada y atormentada “The Master” conforman una filmografía que, a buen seguro, haría las delicias de algunos psicólogos especializados en mentes laberínticas y jeroglíficas. Ahora presenta “El hilo invisible”, otra minuciosa cinta que desarrolla sobre una serie de personajes interesantes, a los que disecciona, moldea y expone para construir sobre ellos una trama bien rodada y ambientada. Pese a contar con un menor número de excentricidades y diversas recreaciones más convencionales, continúa destilando ese aroma a singularidad y originalidad que acompaña siempre al realizador californiano. Cabe afirmar que, a través de hilos visibles e invisibles, lleva la historia a un terreno en el que se encuentra muy cómodo. Sin embargo, puede no decirse lo mismo de los espectadores, a quienes apabulla con su recreación obsesiva.
Ambientada en el Londres de los años cincuenta, muestra la vida de un diseñador de moda responsable de crear el vestuario de las clases sociales adineradas, incluso de la realeza. Su existencia acomodada dará un notable giro cuando conoce a una bella joven que terminará convirtiéndose en su musa y amante. Pero la compatibilidad entre su mundo particular y el de la chica es dificultosa, hasta el punto de que su estructurada y organizada rutina se ve expuesta a sufrir una serie de efectos no deseados.
Film con una estética de corte clásico, la fotografía, dirección artística, vestuario, banda sonora e incluso ritmo del metraje nos trasladan a una época y a unas formas artísticas tradicionales. No así el guion ni la naturaleza de los protagonistas, que albergan más matices y dobleces. A lo largo de la proyección se percibe la textura del drama, pero también su mezcla con toques de suspense. Al final, las aristas y los mensajes subliminales que contiene, condimentados a base de silencios, miradas y gestos, indican que se abarcará mejor su esencia en posteriores visionados. Cuestión distinta es que resulte aconsejable volver a verla inmediatamente. Personalmente, dejaría transcurrir un plazo razonable. Ante tanta contundencia, una sobredosis de Paul Thomas Anderson no parece ahora mismo lo más recomendable.
Le avalan seis nominaciones a los Oscar (película, director, actor protagonista, actriz secundaria, banda sonora y vestuario) y ha logrado asimismo diversas candidaturas a los BAFTA británicos, los Globos de Oro y los galardones de las Asociaciones de Críticos más prestigiosas. Aun así, y después de ocho ocasiones de haberse hecho acreedor de la estatuilla dorada Hollywood, es improbable que este año pueda llevársela tampoco a casa. El triunfo siempre le ronda, pero no termina de acercarse a él lo suficiente. En mi opinión, ni falta que le hace, habida cuenta su sólida carrera profesional, su importante legión de seguidores y sus numerosos reconocimientos. Sin discusión, estamos ante un artista que no se traiciona a sí mismo.
Para concluir, es justo mencionar de modo especial a Daniel Day-Lewis, otro extraño, portentoso y poco convencional talento, como sucede con el propio director. Contemplándole en la pantalla, me recordaba por momentos a su Newland Archer de “La edad de la inocencia” y, a partir de ahí, a un sinfín de interpretaciones memorables. Sus tres merecidos Oscars dan cuenta de una portentosa habilidad para la actuación. Sobre él recae buena parte del peso de “El hilo invisible”, que parece soportar sin dificultad ni sufrimiento. Le acompañan en el reparto la luxemburguesa Vicky Krieps (“El hombre más buscado”, “Hanna”) y Lesley Manville (“Viajo sola”, “Maléfica”).
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@gerardo_perez_s
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5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Call Me by Your Name
Call Me by Your Name (2017)
  • 7,2
    29.100
  • Italia Luca Guadagnino
  • Timothée Chalamet, Armie Hammer, Michael Stuhlbarg ...
8
Historia de aquel plácido verano
Uno de los acontecimientos cinematográficos del año ha sido sin duda “Llámame por tu nombre”, una modesta producción independiente que versa sobre amores veraniegos y vacaciones estivales en hermosos, tranquilos y alejados pueblos interiores y que rescata una forma de hacer cine casi olvidada para el público mayoritario. Su ritmo pausado, su estilo natural y su trama basada en la plasmación de lo cotidiano la aleja por completo del desenfreno, de la estridencia y de la extravagancia como fórmulas más usadas para llamar la atención de los espectadores. Planos de reuniones familiares alrededor de la mesa, de juegos en la naturaleza, de paseos en bicicleta hacia el pueblo, de momentos de lectura y, entre el devenir de lo habitual y de lo reconocible, entre horas de siesta y mañanas tomando el sol, varias perlas diseminadas a modo de diálogos, de secuencias con una notable carga de sensibilidad y, sobre todo, de una elevada cota de autenticidad.
Hacía mucho tiempo que había perdido la pista de James Ivory quien, a punto de cumplir noventa años, ha escrito un guion muy meritorio, pulido a base de genuina realidad y sobrada delicadeza. Para mí siempre será el director de títulos como “Lo que queda del día”, “Regreso a Howards End” o “Maurice”, cintas que reflejan en buena medida el estilo de “Llámame por tu nombre” y que tan bien ha entendido el realizador italiano Luca Guadagnino.
Narra la historia de un joven que pasa un cálido y soleado verano de principios de los ochenta en la casa de campo de sus padres en el norte de Italia. Holgazanea, escucha música, lee libros, toca el piano y coquetea con chicas. Pero un día aparece el nuevo ayudante americano de su padre. Encantador, culto, independiente, atractivo y seguro de sí mismo. Poco a poco comienzan a realizar actividades juntos y, conforme las semanas avanzan, se genera entre ambos una mutua atracción.
Es probable que el film no conecte con ese citado público mayoritario cuyos gustos han sido moldeados por los férreos estereotipos de las grandes productoras de cine y que esté acostumbrado al estrépito, la acción vertiginosa y los efectos especiales apabullantes. Aquí, por el contrario, priman los largos planos cuyo objetivo es simplemente reflejar una realidad sosegada y unos hábitos tranquilos para, poco a poco, lograr una sensación de certera verosimilitud que llega a hacer creíbles a los personajes. Recurriendo a aparentes banalidades, se describen situaciones y sentimientos con los que resulta muy fácil sentirse identificado. Entre piscinas, paseos, comidas, bailes nocturnos y horas muertas se cuelan el amor, el sexo, el deseo, el temor, la inseguridad y, como consecuencia de todo ello, esa felicidad y esa alegría que suelen ir acompañadas de la tristeza y el dolor. Un verdadero ejercicio de cine a contracorriente que merece ser abrazado. Y, como colofón, un monólogo del padre aleccionando a su hijo sobre el sentido de la vida, al verle abatido tras separarse de su amante.
Cuenta con tres candidaturas a los Oscar en las relevantes categorías de mejor película, actor y guion adaptado. Tales méritos han sido reconocidos ya unánimemente. Los Globos de Oro, los BAFTA británicos, el American Film Institute, la National Board of Review, las Asociaciones de Críticos de Los Ángeles y Nueva York y los Festivales de Berlín y San Sebastián han apostado por esta obra sencilla de corte clásico que ha emergido como una gran revolución.
Dentro de su elenco artístico destaca el joven Timothée Chalamet, con una temporada extraordinaria en la que, a la presente actuación, añade su interpretación en “Lady Bird”, otro de los largometrajes más aclamados de 2017. Aborda un papel auténtico y efectivo. Le acompañan Armie Hammer (“La red social”), Michael Stuhlbarg (“La forma del agua”) y Esther Garrel (“Casa de tolerancia”).
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@gerardo_perez_s
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3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
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