El giro final hace explícita y descarnada la metáfora en torno a la brutalidad que supone la expropiación del cuerpo de las mujeres y la perversión que suponen prácticas como la gestación subrogada.

La metáfora del lesbianismo de Maria Bello convierte esta peli en un folletín homófobo y propatriarcal francamente cómico. Como no era suficientemente obvio con que la criatura de las sombras (Diana) fuera "amiga íntima" durante la adolescencia de la madre de los protagonistas y que todos los adultos quisieran separarlas, que ahora duerman juntas y que la madre se desentienda de sus parejas por ella, como no quedaba suficientemente claro, además ponen a Diana a vivir EN UN ARMARIO. Pura sutileza. Para más inri el mal asociado a Diana permanece mientras las mujeres se alejan de los hombres que podrían protegerlas, como la madre no es capaz de rechazar su "simpatía" por Diana, es "el hombre" que aporta su hija el que salva a todos, pero no hasta que ella se ha comprometido a dejarle un cajón en su casa y ceder al esquema de pareja que él plantea. La escena final, con la familia tradicional reconfigurada y papá tranquilizando a mamá y al niño ante la luz que parpadea es de traca. Lo peor es que los guionistas probablemente no se han dado cuenta de lo que estaban contando, lo que permitirá a "nunca apagues la luz" pelear fuerte en la categoría "comedias involuntarias". A rescatar: el juego luz negra-luz blanca de la escena del sótano es francamente digno.

Valga para resumir toda la filosofía del film que utilice una eyaculación hacia la cámara como un elemento provocador; eso es esta película, el raaancio mensaje "el semen es guay para echar pero no para recibir, quita, quita, qué asco".

El baile "de guerrera a mujer" deberá aparecer en algún museo en el futuro.
El detalle de coger al mismo actor para interpretar al hijo y al padre y no cambiarle ni siquiera el bigote puede resultar cutre o fascinante, según se mire.

Mención especial a la dualidad argumental locura/posesión de la protagonista; no se explicita y no es preciso explicitarlo porque la película funciona igual de bien.

Ooootra película que basa todo su funcionamiento en un enfermo mental descrito de una forma estigmatizante. Los personajes principales se quedan un tanto solos a nivel narrativo, desaprovechándose subtramas (policía, marchante de arte...) que habrían dado más enjundia a la historia. Uso nefasto del fuego en la escena final (una cosa es el suspenso de crédito para lo "fantástico" y otra violar las leyes elementales de la física y que el fuego sólo se propague donde le parezca a uno).

Final tranquilizador, especialmente en torno al villano. Mención especial a la escena "motivacional" entre los policías, enseñándose las respectivas cicatrices para recordarse quienes son, cómico y desolador a iguales partes.
Personajes femeninos muy secundarios y con mención explícita innecesaria a la "futilidad femenina", que desvirtúa un tanto la, por lo demás excelente, escena de rechazo del soborno.

Debería llevarse un premio a la mejor inclusión de conversación a base de emojis en una película EVER.

Perfecta para detectar mansplainers; la libre elección de una de las protagonistas acerca de continuar o no su embarazo pese a tener permiso del espectador para abortar será leída por los mansplainers como alegato pro-vida; sin que haya nada como tal en el film.

Ooootra película basada en el tremendo combo: lo muy importante que es para una mujer tener un hombre que la proteja de que la violen otros a cambio de utilizarla sexualmente a su merecer + qué malas son las mujeres entre ellas, que se traicionan a cambio de estar con un hombre que las proteja de que...

La utilización narrativa de los personajes femeninos, cosificados por completo, resulta pestilente. De forma irrelevante para la narración, las mujeres son seres "muditos y violables" cuya existencia entorpece a los hombres: únicos seres con capacidad de decisión, libre albedrío y hasta lenguaje.

Crítica ácida y muy bien representada a la figura del "nice guy", tan habitual en el cine como héroe incontestable: ese chico bueno que se enamora y cree que puede imponer su criterio y sus decisiones en base a lo muy enamorado que está. La aparición del personaje femenino hacia el final de la película, descrito hasta ese momento (desde el punto de vista del "nice guy") como un objeto, rompe radicalmente con esa visión, demostrando ser un personaje completo en sí mismo y al cual ha generado múltiples problemas ese amor desaforado del "nice guy" pese a lo cual se le da un trato benévolo al susodicho.