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Críticas ordenadas por:
Vengadores: Infinity War
Vengadores: Infinity War (2018)
  • 7,5
    44.995
  • Estados Unidos Anthony Russo, Joe Russo
  • Robert Downey Jr., Chris Hemsworth, Benedict Cumberbatch ...
10
El crossover definitivo
No hay tiempo para presentaciones, apenas lo hay para explicaciones. Los primeros minutos de la decimonovena entrega del Universo Marvel Cinematográfico se encarga de ponernos en situación y enviar un mensaje muy claro: Thanos ya está aquí. Y no, el Titán Loco no va a andarse con hostias.

Estructurada como una desesperada huida coral hacia adelante, Vengadores: Infinity War consigue transmitir una sensación de estrés y amenaza constantes. Ninguna película de superhéroes había aprovechado tan bien el sentido de la urgencia como ésta. Su ritmo implacable deja poco lugar para escenas más contemplativas —que las hay, y bien utilizadas— y sus responsables consiguen que después de dos horas y media de metraje parezca que hayamos visto un corto.

Los hermanos Russo tenían muchos retos por delante. Superar lo que ya habían hecho en sus películas del Capitán América, manejar al reparto más tocho que se ha visto nunca en este género dándoles a todos la importancia adecuada y su momento de lucimiento a la par que ofrecer una conclusión satisfactoria para las tramas y personajes que llevamos siguiendo desde que se estrenó la primera Iron Man hace ya una década. Esta Infinity War tenía que ser espectacular, sí, pero sin permitirse el lujo de abandonar lo terrenal. Tocaba mojarse. Tocaba romper las reglas. Tocaba liarla.

Por suerte, aunque los Russo tuvieran que enfrentarse ante un reto tan grande, contaban con un arma mucho más poderosa. Exacto. Estoy hablando de sus huevos. Porque no es que los tengan gordos, es que cada uno (de los cuatro que hay) podría ocupar campo y medio de fútbol. Debido a esto, Infinity War no sólo le va a dar al espectador exactamente lo que quiere, sino que va a jugar con sus expectativas a su antojo y le va a dejar con la mandíbula por los suelos en muchas más ocasiones de las que un ser humano podría soportar. Preveo lloros en la sala, niños traumatizados y adultos tardando días en superar la montaña rusa emocional ante la cual han sido sometidos sin piedad.

No todo es bajón, claro. Hay comedia, por supuesto que la hay. No estamos ante Thor Ragnarok, pero el enorme carisma de sus personajes y los múltiples choques de ego que tienen lugar en pantalla resultan divertidísimos de presenciar. El fanservice se da por hecho antes de entrar en la sala, pero desde luego tampoco decepciona. Los guionistas aciertan al dividir a los protagonistas en diferentes equipos, cada uno cubriendo un terreno diferente y con sus propias misiones particulares. Todas con un objetivo en común: evitar que Thanos consiga las Gemas del Infinito.

Josh Brolin —captura de movimiento mediante— se consolida como el mejor villano que ha parido el Marvel cinematográfico. No quiero decir mucho para no destripar mas de la cuenta, pero han huido sabiamente del típico coco megalomaníaco al que curtir el lomo. Thanos acojona, sí. Acojona de verdad porque sabemos de lo que es capaz, sabemos que lo puede conseguir y lo mejor de todo es que podemos llegar a entender sus motivaciones. La actuación desgarradora de Brolin convierte a Thanos en el auténtico protagonista de la cinta. Ésta es una de las decisiones más deliciosamente arriesgadas que he visto en mucho tiempo, sobre todo si tenemos en cuenta que ésta es una de las películas más caras de la historia.

Aunque el héroe (jé) de la función sea el villano, también se agradece que sus secuaces no sean unos simples masillas. No es que tengan un desarrollo muy marcado, ni siquiera un arco argumental propio, pero sí que gracias a ellos tenemos unas set-pieces de lo más vistosas y en contextos inesperados. Desde la emisión de los episodios de paintball de Community sabemos que los hermanos Russo ruedan la acción como nadie. Aquí consiguen lo imposible, que en su película más marciana y cósmica los combates sean siempre dinámicos y tensos. Nunca son un simple trámite ligerito para los héroes, esta vez las pasarán canutas para salir vivos de las situaciones en las que se ven envueltos.

No me quiero alargar más, no tiene sentido. Voy a decir ya lo que tengo que decir. Vengadores: Infinity War es oficialmente la mejor película que ha salido de Marvel Studios. Es el blockbuster palomitero rozando la perfección en todos sus aspectos. Esto es así y no reconocerlo sería tan injusto como no decir también que hace trampa. Mucha trampa. Porque pese a tener el final más kamikaze que he visto en mucho tiempo es importante recordar que la cosa no termina aquí. La tercera entrega de Vengadores se concibió como una cinta en dos partes y —aunque luego decidieran rebautizarse comercialmente como dos películas independientes— lo cierto es que el año que viene tendremos la otra mitad en Vengadores 4. Y lo más posible es que sea peor que la que se acaba de estrenar.

Aún no sabemos su título, aunque sin entrar en spoilers seguramente será algo muy parecido a «Vengadores 4: Recogida de Cable». Claro, que también es verdad que ya van tres veces que subestimo los huevazos de los hermanos Russo y luego me tengo que callar, así que no sería muy descabellado pensar que el año que viene igual estoy comiéndome mis palabras por cuarta vez consecutiva. No lo sé. Hasta entonces, creo que lo mejor que podéis hacer es ir corriendo al cine al gozar de estas dos horas y media de pura ambrosía superheróica.

Crítica original en: http://www.cineenserio.com/vengadores-infinity-war-el-crossover-definitivo/
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11 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un lugar tranquilo
Un lugar tranquilo (2018)
  • 6,6
    36.045
  • Estados Unidos John Krasinski
  • Emily Blunt, John Krasinski, Millicent Simmonds ...
7
Silencio, por favor
Todo aquel que se disponga a rodar un film de terror saliéndose de los cánones preestablecidos y de los clichés más sobados lo tiene muy difícil: si se pasa de arriesgado seguramente encantará a la crítica pero aburrirá a la mayoría de su público potencial, pero si llena su película de sustos baratos lo único que conseguirá es un producto de usar y tirar que pasará sin pena ni gloria. Un lugar tranquilo no es ni una cosa ni la otra. No es un delirio gafapastil, pero por suerte tampoco es un tren de la bruja del todo a cien e intenta ofrecer algo original.

Cuando la humanidad se ve acechada por unos bichardos muy jodidos —que ni se acaba de saber de dónde salen ni falta que hace—, aparentemente indestructibles y que sólo parecen estar por la labor de montar una carnicería y acabar violentamente con la vida de cualquier ser al que puedan oír, la única solución viable consiste en procurar mantenerse en silencio a sabiendas de que el mínimo desliz puede provocar tu inevitable masacre en unos pocos segundos.

En Un lugar tranquilo seguiremos el día a día de una familia que, sobre todo, trata de sobrevivir sin hacer ruido bajo ningún concepto. Debido a esto, las líneas de diálogo serán más bien escasas y nos encontraremos ante una cinta prácticamente muda durante la mayor parte de su metraje. Y aquí había una oportunidad de oro. Los seguidores del terror sabemos que la mayoría de películas englobadas en este género se sustentan en sobresaltos previamente anunciados por un progresivo descenso del volumen o por acentuación musical. ¿Qué mejor forma de tener en tensión al público que eliminando esas pistas y convirtiendo toda la experiencia en una agonía donde no se pudiera intuir en ningún momento cuándo les van a asustar? Por desgracia, los responsables de este film decidieron incluir una banda sonora omnipresente que no sólo desaprovecha esta oportunidad sino que resta efectividad a muchas escenas que habrían ganado enteros sin ningún tipo de acompañamiento musical.

Y hablando de artificios innecesarios, hay que mencionar a los monstruos. Un lugar tranquilo se beneficia, sobre todo, de la tensión que provoca la situación en la que se encuentran sus protagonistas al evitar atraer la atención de estas horribles e implacables criaturas. Pero, a la hora de la verdad, cuando éstas terminan mostrándose en todo su esplendor, la cosa pierde bastante gracia. Y esto ocurre porque, una vez más, han tirado de CGI para crearlas. Y no es que sea un CGI malo del todo —el resultado final está a medio camino entre el jefe final de algún Resident Evil de mediados de los 2000 y los bichos de Cloverfield—, pero sí que evita que nos den tanto miedo o asco como cabría esperar.

John Krasinski, el eterno Jim de la versión americana de The Office, hace aquí un trabajo mucho más que digno: como director es capaz de marcarse unas set-pieces de lo más resultonas y como actor logra expresar una cantidad ingente de emociones sin mediar palabra. Lástima (o no) que en ese aspecto quien salga ganando sea Emily Blunt, que se adueña de la función al protagonizar la mejor escena de la cinta. Algo por debajo están Millicent Simmonds y Noah Jupe en el papel de los pequeñuelos de la casa. Por suerte, al no oírles hablar demasiado, nos caerán mejor que algunos de sus compañeros prepúberes de profesión.

Por lo demás, más allá de un acusado sentido de la urgencia y algunos tramos que pondrán a prueba nuestra capacidad para no mordernos las uñas, el guión de Un lugar tranquilo no es nada del otro mundo. Ni sus personajes resultan especialmente complejos ni la trama contiene giro alguno que no nos viésemos venir desde los primeros minutos. En base a esto, llegamos a la conclusión de que no se trata de ninguna obra maestra, pero sí de una evasión muy disfrutable dirigida con pulso y diseñada para arrasar con la taquilla de cualquier sala en la que se exhiba. En Estados Unidos ya ha sido un fenómeno, ¿lo conseguirá aquí también? Deseémosle buena suerte a Jim, el tipo se lo merece.

Crítica original en: http://www.cineenserio.com/un-lugar-tranquilo/
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2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ready Player One
Ready Player One (2018)
  • 6,7
    39.335
  • Estados Unidos Steven Spielberg
  • Tye Sheridan, Olivia Cooke, Ben Mendelsohn ...
5
Onanismo ochentero
Hablemos de Ready Player One, la novela escrita por Ernest Cline —un pajillero de los 80 que rezuma narcisismo por cada poro de su piel— en la cual se dedica a canalizar sus fantasías más sexuales y ególatras, bombardeándonos con un sinfín de referencias a la cultura pop hiladas por un amago de historia más propia de un fanfic de tres al cuarto que del best-seller en el que finalmente se convirtió. Lo peor es que este señor no sólo se hizo de oro con su aberración literaria, sino que además llamó la atención de gente tan influyente como George R. R. Martin o Steven Spielberg. Este último, por supuesto, es el que ha dirigido la adaptación cinematográfica que hoy se estrena en salas españolas.

Siendo positivos, quedaba claro que con un titán como Spielberg detrás de las cámaras teníamos la garantía de que, como mínimo, no nos íbamos a encontrar con un completo desastre. Por desgracia, el guión de la película lo firmaba el propio Ernest Cline, así que ya podíamos ir descartando una hipotética mejoría con respecto al material original. Como os podéis imaginar, mis expectativas estaban por los suelos. Esto ha jugado a su favor, claro, porque me esperaba un truño tan grande que a poco que no me ofendiera demasiado iba a salir satisfecho. Y así ha sido. Con matices.

Con un inicio que no puede describirse de otra forma que no sea como un vómito de explicaciones, el guionista consigue que nos perdamos en la trama casi antes de empezar. Acompañado, cómo no, de un derroche de CGI que nos recuerda que no estamos viendo una película sino el tutorial de un videojuego. Tanto es así que llega un punto en el que al menos yo preferiría que me dieran un casco de realidad virtual y ponerme a jugar yo mismo a OASIS en lugar de ver a otro capullo haciéndolo durante dos horas. Pero hay que tener muy en cuenta una cosa: Ready Player One está enfocada a la generación que disfruta consumiendo gameplays narrados por adolescentes con sinusitis.

Lo cierto es que la historia no es demasiado complicada, lo que pasa es que Ernest Cline se empeña en contárnosla con la punta de su polla. La trama consiste, a grandes rasgos, en un chaval que quiere follarse al avatar de una pelirroja que ha conocido dentro de un mundo virtual lleno de referencias ochenteras. Para que os hagáis una idea, es es como si San Junipero lo hubieran escrito los instigadores del Gamergate. Pero la trama es lo de menos, porque lo que verdaderamente le interesa al escritor y guionista es mostrar en pantalla un festival de guiños cómplices al espectador que haya consumido las mismas películas y jugado a los mismos videojuegos que él. Sí, algunas pueden esbozarnos una tímida sonrisa en el rostro durante unos segundos, pero la mayoría no funcionan porque están integradas tan a machete y suceden a una velocidad tan frenética que nos perdemos la mitad al pestañear o simplemente nos morimos de saturación.

Ready Player One está ambientada en una sociedad distópica donde OASIS —un videojuego de realidad virtual—, consiste no sólo en el mayor entretenimiento evasivo de una población jodidísima por la pobreza que les rodea, sino que además es una enorme potencia económica en sí mismo. Su creador, un señor más forrado que Steve Jobs, escondió un huevo de pascua en el juego antes de morir para que quien lo encontrara tuviera todo el control sobre el mismo. Heredando también toda su fortuna en el proceso, por supuesto. ¿Y cómo pueden los jugadores encontrar ese huevo de pascua? En esencia, memorizando toda la cultura pop con la que su creador estaba obsesionado. Es un problema cuando el supuesto mundo distópico que te presenta una película parece más bien el sueño erótico de su guionista. Y si resulta que la clave para disfrutar del film consiste en haber consumido los mismos productos que Ernest Cline, ¿significa que estamos viviendo ya en esa distopía?

Reflexiones apocalípticas a un lado, hay que decir que no todo es malo. La selección musical está bastante bien, aunque dé un poco de rabia que tanto temazo haya sido malgastado en una producción que no se los merece. Lo que viene a ser el efecto Escuadrón Suicida, vaya. Y no sólo pasa con la música. La presencia de Simon Pegg y Mark Rylance delante de las cámaras, al igual que la de Spielberg detrás de ellas, también parece absolutamente desaprovechada. Aunque consigan elevar unas décimas la calidad del producto final, no sé hasta qué punto salía a cuenta. La cosa se crece cuando Spielberg quita el piloto automático y se acuerda de que es el puto Steven Spielberg marcándose alguna secuencia genuinamente molona para el recuerdo.

Muy de agradecer también que se hayan rebajado considerablemente los segmentos más problemáticos —y, por qué no decirlo, más machistas— de la novela. Por momentos, hasta parece que el director quiere reírse un poco de lo puto friki que llega a ser Ernest Cline. Son pequeños matices, ínfimos, microscópicos, muy sutiles, pero que me hacen inmensamente feliz. Lástima que no hayamos conseguido librarnos también de una trama amorosa de lo más plana y con tramos ridículos para enmarcar (la escena de la marca de nacimiento es, os lo juro, de traca).

Estoy seguro de que la experiencia se haría mucho más llevadera si su insufrible tercer acto no se alargase tanto como lo hace. Y todo para que, al final, la moraleja de Ready Player One sea que tenemos que apartarnos de la consola, abrir la ventana para que se airee un poco la cuadra, salir a la calle y dejar de ser unos gordacos sebosos. Que ya vamos teniendo una edad para dejar de masturbarnos pensando en avatares.

Una cosa le concedo: es fundamentalmente inofensiva.

Crítica original en: http://www.cineenserio.com/ready-player-one/
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26 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
El justiciero
El justiciero (2018)
  • 5,4
    5.337
  • Estados Unidos Eli Roth
  • Bruce Willis, Vincent D'Onofrio, Elisabeth Shue ...
5
La Parca Calva
–Estoy feliz.
–Pues díselo a tu cara.

Éste, que es uno de de los primeros diálogos que pueden escucharse en El justiciero, podría pasar perfectamente por una de las múltiples discusiones que me imagino a los productores de la cinta teniendo con su actor principal. Bruce Willis no es el mayor de los problemas de la nueva adaptación cinematográfica de la novela de Brian Garfield —que ya dio pie a una larga saga protagonizada por Charles Bronson allá por los 70— dirigida por Eli Roth, pero os garantizo que tampoco es una de sus virtudes.

Si juntamos a un actor en horas bajas con un director que nunca ha tenido horas altas, no nos debería extrañar que la película que salga de ahí sea bastante justita en el mejor de los casos y una abominación terrible en el más probable de ellos. Por suerte, los astros se han alineado y podemos estar muy agradecidos de que el resultado final no sea tan chungo (ni tan largo) como podría haber sido.

Dejémoslo claro: como entretenimiento funciona como un tiro (jé), pero es la enésima cinta de venganzas que ya hemos visto mil veces. No es la mejor dentro de su género ni tampoco es la peor. No puedo afirmar que me alegre especialmente de haberla visto, pero tampoco me arrepiento. Lo malo es que esta indefinición se puede emplear también para hablar de su tono. Pues ni es lo suficiente violenta y cachonda como para ser un explotation que va a por todas ni parece querer cuestionarse si las acciones de su protagonista son moralmente reprochables o no. Cero atisbo de petardeo y guasa, cero interés en abrir debate.

Esto ha sido un problema en Estados Unidos, donde su estreno ha levantado bastantes ampollas por su cercanía con el terrible tiroteo que tuvo lugar en un instituto de Florida durante el mes pasado. Y no es extraño que esto haya ocurrido, teniendo en cuenta que El justiciero tampoco hace ningún esfuerzo por dejar claro qué es lo que nos está intentando contar. Sinceramente, a mí me gustaría interpretarla como una sátira. Hay momentos que apuntan a ello. Por desgracia, durante la gran parte del metraje parece que nos encontremos ante una apología de las armas que además se las apaña para ser vagamente racista (aunque sólo ligeramente machista) en el proceso. Me cuesta poco asumir que habrá provocado mastodónticas erecciones a cualquier miembro de la Asociación Nacional del Rifle que haya tenido el placer de ir a verla.

En definitiva, pese a su indudable mal timing, El justiciero no es una película del todo terrible. Si asumimos que Bruce Willis se va a pasar hora y media poniendo cara de acelga (y aun así os garantizo que se esfuerza mil veces más que en sus últimas películas directas a DVD), que nunca sabremos hasta qué punto el guión va en serio o en broma y que parece más bien un film de transición para un Eli Roth que busca a toda costa salir de su zona de confort… pues oye, que si la echan un domingo por la tarde en la tele y no dan nada más, tampoco pasa nada si la dejáis puesta de fondo.

Crítica original en: http://www.cineenserio.com/el-justiciero/
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27 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tomb Raider
Tomb Raider (2018)
  • 5,4
    14.981
  • Estados Unidos Roar Uthaug
  • Alicia Vikander, Daniel Wu, Dominic West ...
6
Lo del padre
Dios me libre de ser el típico crítico que se queja cada dos por tres de que los estudios no quieren invertir en ideas nuevas y que únicamente apuestan por franquicias, adaptaciones, secuelas, remakes o reboots. Pero claro. Cuando veo que se estrena el reboot cinematográfico basado en un videojuego que en sí ya era el segundo reboot de su propia saga, no sólo se me complica un poco rebatir este argumento sino que además me vería incapaz de explicarle esta última frase a mi madre. Y eso que mi madre es joven.

La nueva versión de Tomb Raider pretende alejarse a toda costa de la que capitaneó Angelina Jolie a principios de los 2000. Alicia Vikander recoge el testigo con gracia, conquistándonos desde el minuto cero con una Lara Croft divertida, enérgica y carismática. Durante el primer acto de la cinta disfrutaremos bastante de las desventuras ligeritas de la heredera de una enorme fortuna que se niega aceptarla, ya que para ello tendría que firmar la defunción de su padre desaparecido siete años atrás en una misteriosa expedición.

Hablemos de lo del padre. Por desgracia, esta trama no sólo es el hilo conductor de la película sino que además todo su peso dramático recae en ella. Y esto es una cagada, porque significa que todo el guión se sustenta sobre un cliché que además de haberlo visto ya cientos de veces en pantalla aquí es abordado con una pereza desoladora. Incluso el pobre Dominic West, interpretando al padre de Lara, parece estar hasta los cojones de su papel y con ganas de cobrar el cheque e irse a su casa cuanto antes.

La decisión de centrar Tomb Raider en lo del padre lastra por completo una película que, por otra parte, tampoco está del todo mal. A diferencia de otras adaptaciones de videojuego, aquí parece existir una intención clara de ofrecer una película de verdad. Lástima que esa película que nos ofrecen no sea del todo buena, pero al menos se puede decir que tiene sus encantos: una divertida aparición de Nick Frost, algún guiño a la Lara Croft primigenia y un ritmo con el que es imposible aburrirse.

Como era de esperar, Vikander demuestra un talento muy superior al requerido para participar en una producción de este tipo y consigue que nos olvidemos —si no lo habíamos hecho ya— de la adaptación anterior. Ella sola se come la pantalla, pero un así creo que se habría agradecido un mayor número de intervenciones del simpatiquísimo Daniel Wu y que el guión no diluyese tanto al villano encarnado por Walton Goggins después de unos primeros minutos suyos muy prometedores que terminan quedándose en nada.

A nivel puramente palomitero, las escenas de acción intentan acercarse a las de los últimos videojuegos de la saga. Es decir, siendo menos fantasmas de lo habitual (que lo son) y derrochando menos CGI (que lo derrochan). Lo malo es que al final tampoco contienen ningún tramo particularmente memorable o emocionante, algo a lo que desde luego no ha ayudado una dirección de lo más impersonal por parte de Roar Uthaug, a quien prefiero rodando terror noruego antes que blockbusters americanos.

En definitiva, esta nueva Tomb Raider consigue superar ampliamente a su predecesora, pero eso no significa que sea un peliculón ni muchísimo menos. Sí que la catalogaría entre una de las mejores cintas basadas en un videojuego que se hayan producido, aunque teniendo en cuenta que es un género entre el que se encuentran títulos como ‘Doom' o 'House of The Dead', tampoco sé si eso es decir mucho. No me importaría ver una secuela de esto si cayera en mejores manos, pero si alguien me pregunta estoy casi seguro que le diría que prefiero volver a ver a Lara dándole un puñetazo en la cara a un tiburón antes que aguantar otra vez el tostón de lo del padre.

Crítica original en: http://www.cineenserio.com/tomb-raider/
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La tribu
La tribu (2018)
  • 4,9
    7.281
  • España Fernando Colomo
  • Paco León, Carmen Machi, Luis Bermejo ...
5
El Hombre Lapa
La noche antes del pase de prensa de La tribu, la nueva comedia de Fernando Colomo protagonizada por Paco León y Carmen Machi, cometí una imprudencia terrible: ir a un Wok e inflarme a tallarines con salsa agripicante, gambas y jalapeños. No es que nunca antes hubiera cenado algo parecido, pues ya conocía de sobra el terrible efecto que provocaría en mi estómago ese explosivo e indigesto manjar. Y por mucho que me pasara las últimas horas de aquella madrugada en el cuarto de baño, mi destino estaba más que sellado.

A la mañana siguiente, sentado en la butaca del Cinesa Diagonal y en compañía de diversos críticos y periodistas, yo, Juan Carlos Ferrer Aranda, me estaba cagando como un hijo de puta. Y aun así, contra todo pronóstico, agonizando entre retortijones varios, la película se me hizo corta. Y creedme, es el mayor piropo que tengo para un producto de estas características. Si fuera por mí, esta crítica acabaría aquí. Creo que ya he dicho todo lo que tenía que decir al respecto. Pero como no quiero que los responsables de esta página me echen a patadas intentaré hacer unos cuantos apuntes más.

Todo jugaba en su contra, hay que decirlo. Pues, más allá de mis ardores estomacales, el uso de un videoclip de reggaeton sin ápice alguno de ironía —pese a lo mucho que se prestaba a ello por motivos argumentales— durante los primeros compases de la cinta no ayudó demasiado a sobrellevar mis ansias de ir a chocolatear la taza. Y, por supuesto, ninguno de los múltiples gags que contiene lograron arrancarme más allá de una leve sonrisa en ocasiones contadas.

Ahora bien, sería justo mencionar que por lo menos tampoco contiene (casi) ningún chiste particularmente ofensivo ni que provoque más vergüenza ajena de la que debería. De esto, que parece el motivo más pocho posible por el que alegrarse, tienen la culpa otros estrenos recientes como ‘Operación Concha’ o 'Señor, dame paciencia’ que han conseguido bajar mi listón de forma considerable. Jugando en la misma liga, La tribu está bastantes peldaños por encima. Algo es algo, visto lo visto.

De hecho, si suspendemos al máximo nuestra incredulidad, si nos tragamos que ninguno de los ex-empleados de una multinacional reconozca al tipo que les despidió teniéndolo delante de sus narices, que únicamente una persona se digna a buscar por Internet el nombre de un amnésico para saber quién es y si asumimos que nos vamos a reír más bien poco… pues la verdad es que no está del todo mal.

Hay que entender que La tribu es una feel-good movie de manual, pero que también intenta juntar crítica social con comedia costumbrista, feminismo para que lo entienda tu cuñado y números musicales a lo Step-Up. Y que si bien no profundiza absolutamente en ninguno de los conceptos que propone y su tercer acto de lo más atropellado, lo cierto es que me estaba cagando. Y terminó pronto.

El reparto está bastante acertado, al menos. Aunque infrautilizar a Julián López sea un delito que no debería cometer ninguna obra audiovisual en la que apareciera, por lo menos tenemos a Carmen Machi bailando y dándolo todo. Pocas veces ha tenido esta actriz una oportunidad tan grande de molar en pantalla grande, y aquí la aprovecha bastante bien. Paco León también hace lo que puede con un papel que le obliga a parecer imbécil durante gran parte del metraje y que consigue sobrellevar con bastante soltura.

Al final, la cosa está en hacer la vista gorda con un par de chistes raros fuera de lugar y tratar de pasar un rato agradable con unos personajes que terminan cayéndote de lo más simpáticos. Me costaría creer que La tribu vaya a reventar la taquilla española y posiblemente algo se me moriría en el alma si lo hiciera. Por otra parte, también me daría un poco de rabia que se fuera de vacío. No es nada del otro mundo, desde luego, pero me da la sensación de que sus implicados lo han intentado y le han puesto ganas. Ya es más de lo que puedo decir de muchas otras.

Y ahora, si me disculpáis, me vuelvo al baño a hacer unas gestiones.

Crítica original en: http://www.cineenserio.com/la-tribu/
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3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo el dinero del mundo
Todo el dinero del mundo (2017)
  • 6,2
    9.082
  • Estados Unidos Ridley Scott
  • Michelle Williams, Mark Wahlberg, Christopher Plummer ...
7
Panojita desgravable
Qué chunga fue la vida de John Paul Getty III.

El pobre diablo no tuvo suficiente con ser secuestrado, mutilado y verse despreciado por su familia, sino que además terminó convirtiéndose en un clon de El Dioni durante sus últimos años de vida. Ésta habría sido la oportunidad perfecta de homenajearle tomándose alguna licencia creativa y que la película terminase con él librándose de sus captores robando un furgón. Pero eso habría sido para soñar.

Lo que tenemos, en cambio, es una cinta eficiente y entretenida pero que parece dirigida con el piloto automático y que tiene un guión sorprendentemente plano cuyas licencias creativas sólo han sido aprovechadas para plagarlo de clichés y personajes unidimensionales sólo salvados por el buen hacer de sus protagonistas. Michelle Williams nos ofrece una interpretación espléndida, pero Kevin Sp… digo… Christopher Plummer parece haber nacido para el papel.

Chascarrilos aparte, no pude sentir más que alivio ante la decisión de sustituir a Kevin Spacey en Todo el dinero del mundo. Ya no sólo por la polémica que habría supuesto mantenerlo, ni siquiera quiero entrar en si me parece un acto motivado por la ética o tan solo una maniobra financiera para evitar un suicidio comercial. No. Todo eso me da (relativamente) igual. Lo importante es que nos hemos librado de un nauseabundo maquillaje propio de La Hora Chanante y que ya en su día consiguió horrorizarme en sus primeros tráilers.

Aunque no deja de hacerme profundamente feliz el hecho de que se hayan gastado un dinero en maquillar a un señor de mediana edad para que pareciera un yayo y que después tuvieran que gastarse aún más dinero en contratar a un yayo de verdad para que volviera a rodar sus escenas. Lo que perdemos en maquillaje cutrongo lo ganamos en cromas mal disimulados, pero creo que sale a cuenta. No entiendo, eso sí, por qué no han aprovechado para borrar también a Mark Wahlberg. Asumo que irían mal de tiempo, pero ya que estaban habría sido un detalle. No, el truco de ponerle gafas para que parezca más listo no funciona.

Pero, curiosamente, Todo el dinero del mundo no es un desastre en absoluto. Está dirigida con pulso, es entretenida y contiene algunos momentos de tensión bien conseguidos. Se puede decir que a grandes rasgos funciona. Y lo hace porque, sí, incluso un Ridley Scott desganado sigue siendo mejor que muchos otros directores a todo gas. Lo malo es que cuando el guión no acompaña tampoco podemos esperar que nos entregue algo extraordinario.

Recomendada para todo aquel que quiera conocer la historia de lo miserable que podía llegar a ser el Tío Gilito de la vida real que la protagoniza. Y, aun así, quizá sería más prudente esperar a ver qué tal sale la versión televisiva que prepara Danny Boyle sobre el mismo caso.

Crítica original en: http://www.cineenserio.com/todo-el-dinero-del-mundo/
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0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El aviso
El aviso (2018)
  • 5,2
    6.815
  • España Daniel Calparsoro
  • Raúl Arévalo, Aura Garrido, Hugo Arbués ...
5
Hacer por vivir
Un exceso de regalos y agasajos por parte de la distribuidora de una película durante su pase de prensa no suele augurar nada positivo. Suele ser matemático: si te regalan un póster plastificado es que las probabilidades de que sea una mierda son muy altas. Pero en esta ocasión no se limitaron únicamente a eso, no.

Aparte del póster de El aviso, la nueva cinta de Daniel Calparsoro, los asistentes al pase también fuimos obsequiados con un falso periódico (impreso en una calidad y papel excelentes) ambientado en la trama del film. Pero, por si esto no fuera suficiente, también nos pudimos llevar un ejemplar de la novela original escrita por Paul Pen en la cual se basa el largometraje que hoy nos ocupa.

Como no me gusta sacar conclusiones precipitadas, conjeturé que quizá esto se debía a dos motivos igual de plausibles. O la distribuidora sabía perfectamente que El aviso era un truño de proporciones bíblicas y querían que los críticos la tratásemos con la mayor benevolencia posible o quizá la editorial se vino muy arriba al sacar una nueva edición del libro (sólo para añadir a Raúl Arévalo en la portada) y sospechan que la mayoría de su nuevo stock terminará pudriéndose en algún garaje. Una hora y cuarenta minutos después, llegué a la conclusión de que lo más seguro es que sea una mezcla entre las dos cosas.

Al final, con El aviso pasa lo mismo que pasa en casi todas las películas de Calparsoro —buen artesano, relegado últimamente a encargos de tres al cuarto—, donde una muy solvente factura técnica y un indiscutible buen oficio delante y detrás de las cámaras por parte de todos sus implicados son incapaces de salvar un guión que está peligrosamente cerca de ser un puchero de heces en mal estado y que desaprovecha una premisa de lo más interesante. Sorprende que el nombre de Jorge Guerricaechevarría, quien suele estar bastante más afinado en otras ocasiones, se encuentre entre los responsables de dicho libreto.

Faltan dedos para contar el número de despropósitos que contiene: desde unos anacronismos que te golpean en la cara desde sus diez primeros minutos (niños robando revistas pornográficas en una gasolinera, en pleno 2018) a unos personajes con los que resulta imposible empatizar por culpa de su estupidez (una madre arrastrando deliberadamente a su hijo, que ya de por sí es imbécil y hace poco por vivir, a una situación de vida o muerte), unos clichés más que vergonzantes a estas alturas (el comienzo es digno de telefilm de Antena 3 de domingo tarde, donde ves a una familia de felicidad hiperbólica y sabes que de un minuto a otro la niñera va a secuestrar al bebé y asesinar al marido) y un misterio central plagado de giros de guión siempre unos peldaños por debajo en cuanto a impacto e inteligencia de los que el espectador se podría haber montado ya en su cabeza.

Por supuesto, esto no sería obra de Calparsoro si no intentase plagiar de forma descarada el estilo de algún otro cineasta. Si en su célebre Combustión nos brindó una imposible mezcla entre Drive y A todo gas, aquí nos encontraremos con una versión descafeinada de los thrillers sobrenaturales (o no) con giro final que nos brindaba M. Night Shyamalan a principios de los 2000. Por momentos, El aviso parece que quiere ser El protegido. El problema es que se parece bastante más a El incidente. Y claro. A ver. No.

Y da mucha rabia, porque quitando el guión (como eso si fuera poco) no se le puede poner pegas en ningún otro aspecto. En ocasiones como ésta, es inevitable fantasear con que la producción sea mil veces más cutre de lo que es, porque al menos habría cierta coherencia y no nos daría la sensación de que están derrochando dinero y recursos de una forma que roza lo criminal. Pero, en cualquier caso, habrá que intentar sacarle el lado positivo: con un poco de suerte, la novela estará mejor.

Afortunadamente, podré descubrirlo gratis.

Crítica original en: http://www.cineenserio.com/el-aviso-hacer-por-vivir/
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15 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Florida Project
The Florida Project (2017)
  • 7,1
    17.159
  • Estados Unidos Sean Baker
  • Brooklynn Prince, Willem Dafoe, Bria Vinaite ...
8
Festividad marginal
Tenía muchísimas ganas de enfrentarme a The Florida Project, la nueva película de Sean Baker, que hasta la fecha siempre ha logrado hipnotizarme con sus historias plagadas de personajes a veces moralmente cuestionables pero siempre profundamente humanos; esas personas a las que ni el cine ni la sociedad tiende a prestar mucha atención o a empatizar con ellos, pero que al fin y al cabo están ahí. Afortunadamente, las altas expectativas que tenía puestas en ella se han cumplido con creces.

The Florida Project, en el fondo, no deja de ser una especie de spin-off de Tangerine protagonizada por niños quinquis. No sólo por ser también un caramelo visual hortera de primer nivel, sino por su estructura que recuerda mucho a la de ésta: escenas grotescas, cómicas, emotivas, cargadísimas de mala leche y en ocasiones incluso estremecedoras se suceden orgánicamente sin que el tono general de pochez festiva y marginal se resienta en ningún momento.

Porque la cinta es una fiesta. Una fiesta sobre la crisis, sobre el fin de la infancia, sobre economías paralelas y sobre la ironía que representa el vivir al lado de Disneyland sin poder permitirte pagar una entrada. El milagro es que todos sus mensajes se entiendan perfectamente sin que el director nos los tenga que restregar por la cara de forma constante, aunque Baker tampoco sea un cineasta que se caracterice por su sutileza. El guión consigue ser provocativo, subversivo y borrico sin necesidad de ocultar el enorme corazón que tiene y no le cabe en el pecho.

Con una nominación merecidísima al Oscar a mejor actor secundario, Willem Dafoe nos ofrece una de las mejores interpretaciones de su carrera. O, como mínimo, una de las más tiernas. A veces cuesta ver a este hombre en papeles agradables, por lo que se agradece un cambio de aires de vez en cuando. Pero las dos grandes sorpresas actorales vienen de la mano de Bria Vinaite y Brooklynn Prince (aka. Lo Más Bonico del Planeta) en el papel de madre e hija en una relación muy complicada pero cargada de una ternura creíble pese a las circunstancias.

Quizá no sea perfecta, quizá el ritmo flojee un poco durante el segundo acto, quizá haya demasiadas distracciones por el camino, pero su final es completamente redondo. Los últimos cinco minutos de The Florida Project son tan poéticos, tristes, bellos y conmovedores que no puedo hacer otra cosa que no sea recomendársela a todo el mundo, aunque sea plenamente consciente de que alienará a gran parte del público y que más de uno querrá tirármela por la cabeza después de verla.

Crítica original en: http://www.cineenserio.com/the-florida-project-festividad-marginal/
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Call Me by Your Name
Call Me by Your Name (2017)
  • 7,2
    28.925
  • Italia Luca Guadagnino
  • Timothée Chalamet, Armie Hammer, Michael Stuhlbarg ...
7
Italian Apricot
Más allá de lo que os pueda parecer Call Me by Your Name, la nueva película dirigida por Luca Guadanigno, sus créditos finales ya merecen por sí mismos el precio de la entrada, incluso si éste ronda los doce pavos que los multicines insisten en clavarnos cada fin de semana. Esto no admite discusión, su final es redondo. Su última media hora es redonda. La cinta está plagada de escenas redondas y que perdurarán eternamente en la retina del espectador. Esto es así.

Me gustaría decir que el resto de metraje también está a la misma altura, que me ha maravillado tanto como a los demás seres humanos del planeta y que no tengo nada malo que decir de ella. Sólo os puedo dar por válida la tercera afirmación. A veces me planteo si soy un monstruo, un ser sin corazón o si simplemente el pase de prensa me pilló con el pie cambiado. Después de todo, tuve los cojones de llorar con el tercio final de Señor, dame paciencia, así que algo podrido tiene que habitar en mí. Definitivamente.

Pero aunque piense que Call Me by Your Name dura tranquilamente una hora más de lo que debería, cierto es que por cada tramo que se me hacía algo pesado había alguna escena capaz de transmitirme sensaciones y emociones que ninguna otra película hasta la fecha había conseguido. Y son las escenas más tontas: bailes ochenteros, miradas que lo dicen todo, conversaciones en clave y albaricoques con aliño. Algo tiene. No sé lo que es. Pero ahí está. Evitando que aparte la mirada de la pantalla o que me quede dormido en pleno pase matinal.

Aunque me temo que ese algo tendrá mucho que ver con las excelentes actuaciones de Armie Hammer (injustamente ninguneado en los Oscar) y Timothée Chalamet, cuya química en pantalla arrasa sencillamente con todo y que, por desgracia, hace que el interés decaiga hasta límites insospechados en (casi) todas las escenas que no comparten juntos. Su dilatadísima tensión sexual es una de las más logradas, realistas y peculiares que he visto nunca en el cine. Lo curioso es que no resulta complicado verse reflejado en ella. Y sin necesidad de ser un jovencito confuso burgués que se pasa el verano tocándose la polla a dos manos, bañándose en la piscina de su casa y yendo a pasear en bicicleta con el maromo más follable de todo Hollywood.

Se agradece también una inusual humanidad en los personajes, el cero interés por parte del guionista de hacerlos más agradables o privarles de tomar decisiones irracionales o moralmente cuestionables cada dos por tres. Es imposible dejar de pensar en lo absurdamente patanes que llegan a ser, pero tampoco podemos evitar que en el fondo nos dé un poco igual. Bueno, a no ser que seamos James Woods. Que entonces sí, nos cabrearemos un montón.

Call Me by Your Name merece la pena. Las cosas como son. Y no puedo decir que sea la mejor película que he visto en mi vida, ni que me parezca absolutamente perfecta y maravillosa. Pero sí que sería un crimen decir que no la recomiendo encarecidamente: por esos momentos inolvidables, por esa química inigualable, por ese gusto estético, por haber mosqueado a James Woods, por esos créditos finales y por tener el mejor uso que he visto nunca del Radio Varsavia de Franco Battiato. Entre los planes de su director se encuentra el hacer cuatro secuelas. Y, pese a lo que pueda decir ahora, me juego el cuello a que si logra estrenarlas iré a ver todas y cada una de ellas.

Crítica original en: http://www.cineenserio.com/call-me-by-your-name/
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3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Disaster Artist
The Disaster Artist (2017)
  • 6,8
    21.725
  • Estados Unidos James Franco
  • James Franco, Dave Franco, Seth Rogen ...
9
El Ritmo de la Noche
Para quien no la conozca, The Room es uno de los desastres cinematográficos más anómalos y extrañamente disfrutables que se hayan rodado jamás. Poco puede decirse sobre ella que le haga justicia. La ópera prima de Tommy Wiseau es una cinta terrible, si, pero también hipnótica y fascinante. E hilarante. A partes iguales. Es una película que no se puede explicar con palabras, hay que verla para creerla. Es más, os ordeno que la veáis. Ahora mismo. Sí. De aquí no me muevo. Dejad este párrafo, corred hacia vuestro proveedor de torrents/cine underground más cercano y cuando la hayáis visto volvéis.

¿Ya? ¿Seguro? No hagáis trampas, ¿eh? A ver si la vamos a tener.

Ahora estoy seguro de que tendréis millones de preguntas. ¿Quién demonios es Tommy Wiseau? ¿De dónde sale? ¿Quién le dijo alguna vez que podría actuar? ¿Cómo consiguió financiación para rodar semejante zurullo? ¿Alguien pensó en algún momento que sería una buena idea o todos sus implicados sabían a ciencia cierta que estaban formando parte de una abominación? Muchas de estas preguntas son contestadas en el libro The Disaster Artist, escrito por Greg Sestero (actor que interpreta a Mark en la cinta y lo más parecido a un amigo íntimo que tiene Wiseau), y muchas otras quedarían en el aire para alimentar el aura de misterio que rodea a su director.

Tomándose algunas licencias, aunque menos de las que cabría esperar, The Disaster Artist es una adaptación de este libro que sirve como homenaje al enorme fenómeno de culto que ha supuesto The Room a la vez que nos cuenta cómo la historia sobre cómo fue llevada a cabo y por qué. Y no, The Disaster Artist no es sólo una comedia más de James Franco y Seth Rogen, que lo es. Ni tampoco una fascinante reflexión sobre lo relativo del fracaso en el mundo del arte, aunque también lo es. No, sobre todas las cosas, lo que nos encontramos es ante la divertidísima, tierna (y muy jodida por momentos) historia sobre la improbable amistad entre dos sujetos que a priori no podrían tener menos que ver.

Imperdonable me parecería que The Disaster Artist no se llevara más de una nominación a los Oscar. Puedo decir tranquilamente y sin despeinarme que se trata de uno de los cinco mejores films del año. Su impecable guión escrito a pachas entre Scott Neustadter y Michael H. Weber se toma su tiempo para respirar y empezar con calma. Entenderemos qué le lleva a sus personajes a tomar las cuestionabilísimas decisiones que toman y nos maravillaremos con sus rarezas. Al principio parece que el rodaje de The Room vaya a abordarse sólo de forma anecdótica, pero no es así. Cuando The Room entra en escena, se apodera de la película y nos proporcionará un festival de carcajadas y situaciones tensas.

La labor de James Franco detrás y al frente de las cámara, titánica donde las haya, consigue no sólo recrear con una precisión milimétrica las escenas originales de The Room (ojo al increíble detalle con el que han replicado los sets), sino que logra mimetizarse por completo ante la figura de Tommy Wiseau. Y no, no es que el resto de los actores lo hagan mal —Dave Franco es un excelente Greg Sestero—, pero James Franco consigue que no le veamos en ningún momento. Logra que nos olvidemos de quién es y que veamos única y exclusivamente a Tommy.

No es una imitación caricaturesca basada en la parodia, es un acto camaleónico donde los haya. Me he reído con los manierismos de Tommy, con sus risas inadecuadas y su nefasta forma de interpretar. He sentido en todo momento que me reía de Tommy. No de James Franco imitando a Tommy. Y eso es muy difícil de conseguir. Sencillamente, viendo entrevistas a posteriori, tengo la teoría de que Franco era único el actor adecuado para este papel porque tanto él como Tommy provienen del mismo planeta.

Y es en este rechazo a la parodia, tanto a la hora de retratar al personaje principal como a las situaciones que le rodean, donde está la clave de su encanto. En su ausencia total de una coraza, de una distancia irónica. Aquí todo va en serio y de corazón. The Disaster Artist se merece ser violada con galardones por todos sus orificios: te hará reír a carcajadas, te obligará a apartar la mirada de la pantalla, te empañará los ojos en lágrimas y te hará arder en deseos de ir corriendo a Google para comprobar si todo lo que se cuenta en ella es cierto. Os lo adelanto yo: casi todo. No tengáis mucha prisa en abandonar la sala, no querréis perderos el mejor cameo de todo el metraje escondido tras los créditos finales. De nada.

Crítica original en: http://www.cineenserio.com/the-disaster-artist-the-room/
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ferdinand
Ferdinand (2017)
  • 6,0
    5.137
  • Estados Unidos Carlos Saldanha
  • Animación, (Voz: John Cena, Kate McKinnon) ...
6
¡Ay, torito guapo!
Como ya sabéis, la nueva obra de Blue Sky Studios (Ice Age, Río) se trata de la cinta de animación más esperada desde Papá, soy una zombie y Pos Eso. Sin lugar a dudas, el enorme descenso en taquilla de Los Últimos Jedi se ha debido a la entrada de Ferdinand en los cines españoles: caos, colas, gente disfrazada de torero en sus concurridos preestrenos a medianoche, locura, expectación. Que no pare la fiesta de Ferdinand.

Sorna y fracasos taquilleros aparte, la nueva adaptación del relato de Munro Leaf —la anterior siendo el famoso y controvertido corto de Disney— no es el mojón de enormes proporciones que daba por hecho que estaba a punto de comerme justo en el momento de sentarme en la butaca, cual cordero en un matadero, esperándome lo peor. La historia de Ferdinand quizá no daba para un largometraje, y menos aún a cargo de los responsables de Robots, pero por lo menos cumplirá la misión de entretener a vuestros hijos durante hora y media sin crearles secuelas psicológicas irreversibles.

Huelga decir que mis temores infundados parecían estar a punto de cumplirse durante gran parte del film: sus dos primeros actos son potencialmente problemáticos, están plagados de chistes tonal y moralmente cuestionables (en muchos aspectos no deja de ser una versión para todos los públicos de La fiesta de las salchichas) y por momentos da la impresión de que nos encontramos ante una extrañísima glorificación y oda cinematográfica a la tauromaquia. Las batallas musicales protagonizadas por caballos maricas (sic) no le ayudan a sumar puntos a su favor. Pero al final todo se arregla.

Y no es que los chistes empiecen a tener gracia de repente, ni que las referencias a España dejen de ser deliciosamente racistas (en su defensa, al menos esta vez se han documentado lo suficiente como para no meter sombreros mexicanos por doquier), aunque sí que queda mucho más claro el mensaje que busca defender la película. Un mensaje genuinamente poderoso, transmitido simplemente con imágenes. Unas imágenes muy sencillas, pero que sin embargo sé que perdurarán clavadas en mi retina durante mucho tiempo. Aunque luego me olvide del resto. Que lo haré.

Hablando de imágenes, está claro que los de Blue Sky Studios no son Disney/Pixar. Ni Dreamworks. Ni siquiera Illumination. La animación no pasa de ser meramente funcional y los diseños pecan de simples y bastante feúchos. Bien es verdad que podría ser peor. En peores plazas animadas hemos toreado los espectadores y, por suerte, Ferdinand no es una aberración al nivel de Foodfight. No nos deslumbrará más allá de algunos momentos puntuales, pero al menos cumple su propósito. Que no es poco, visto lo visto.

Por desgracia, no puedo comentar sobre qué tal están John Cena, Kate McKinnon, David Tennant o Miguel Ángel Silvestre en sus respectivos papeles. El pase al que accedí proyectaba la versión doblada al español. Algo positivo que sí puedo decir con respecto a dicho doblaje es que no he percibido la voz de ningún famosete o youtuber de tres al cuarto distrayendo y destrozando la cinta. Algo es algo. La traducción también parecía bastante decente, así que cero pegas más allá de mi pedante preferencia por la versión original.

No os voy a mentir, Ferdinand no os va a cambiar la vida. No será la película favorita de los más pequeños de la casa, ni va a reventar la taquilla en ninguna parte, ni se venderán moñecos del torete estas navidades. Pero es fundamentalmente inofensiva, tiene un buen mensaje y, exceptuando el tono rotísimo que tiene en sus dos primeros actos, no se me ocurre ningún defecto apocalíptico que achacarle. Es, fácilmente, la séptima o novena mejor opción en taquilla para acudir al cine esta semana. Haced lo que queráis.

Crítica original en: http://www.cineenserio.com/ferdinand-ay-torito-guapo/
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Black Panther
Black Panther (2018)
  • 5,9
    32.541
  • Estados Unidos Ryan Coogler
  • Chadwick Boseman, Michael B. Jordan, Lupita Nyong'o ...
8
¡Menudo Rabo!
El Universo Marvel Cinematográfico no necesita presentación alguna: es un enorme mostrenco en manos de Disney que durante la última década lleva consolidándose como el Violador de Taquillas™ oficial, arrasando allá por donde pasa y amasando una obscena cantidad de dólares en el proceso. Como todos sabemos, gracias al bombardeo publicitario, a este universo le acaba de crecer una nueva polla que ha sido bautizada con el nombre comercial de Black Panther. Y, como es de esperar, viene juguetona.

Siendo dirigida por Ryan Coogler —quien años atrás nos sorprendió con su buen hacer en Fruitvale Station y Creed— y ejerciendo de secuela directa de Capitán América: Civil War, donde el personaje ya funcionó a las mil maravillas como secundario, no se podía decir que los fanáticos (entre los que, admitámoslo, me incluyo) anduviéramos faltos de ganas. Pero no os voy a mentir, Black Panther no es la mejor película de Marvel Studios hasta la fecha (porque Civil War ya existe). Tampoco es la más divertida (Thor: Ragnarok), ni la más espectacular (Los Vengadores), ni la más emocional (Guardianes de la Galaxia Vol. 2), ni la visualmente más interesante (Doctor Strange), ni siquiera es la más adulta (Capitán América: Soldado de Invierno) como muchos podrían afirmar.

Lo que sí que es, y no es moco de pavo, es un enorme soplo de aire fresco que se agradece frente a tanta saturación superheroica. Si no os importa que sea una mezcla entre Capitán América: Soldado de Invierno y El Rey León (aunque asumo que para muchos esto será más bien un aliciente), Black Panther os parecerá una muy interesante adición al género y un fantástico aperitivo para lo que se nos vendrá encima en Vengadores: Infinity War. Y digo que es un soplo de aire fresco porque, durante la mayoría del metraje, ni siquiera parece un film de superhéroes. Funciona mejor como cinta de aventuras, como thriller colorido (que sorprendentemente no se corta demasiado a la hora de mostrar la violencia en pantalla) e incluso como entrega de James Bond al estilo Marvel. Está claro que si buscamos una fiesta como la que fue Spider-Man: Homecoming no la encontraremos aquí, el tono es bastante más grisáceo, pero eso no es malo (sólo cuando Zack Snyder lo hace mal). Es diferente. Y se agradece.

También se agradece una inusual presencia de personajes femeninos fuertes e interesantes, así como un bienvenido discurso de reivindicación social (semejante al que puede verse en Luke Cage, serie de la misma factoría, pero mostrado de un modo más sutil) que al menos nos dejará con la sensación de que no hemos visto un simple teaser de las próximas diez películas de Marvel que estén por venir, sino de ser una obra con entidad propia, que funciona por sí misma y que tiene más ambiciones de dejar poso en el espectador que el blockbuster medio.

La proeza que consigue el guión firmado por Ryan Coogler y Joe Robert Cole no es sencilla: funciona como pieza individual dentro de una saga que roza la veintena de títulos, logra presentarnos al personaje principal sin colarnos la enésima historia de orígenes hecha con plantilla y sirve como secuela de lo visto hasta ahora sin que sus múltiples conexiones con el resto del universo cinematográfico al que pertenece parezcan forzadas. De hecho, todo fluye orgánicamente y pocas pegas podríamos ponerle en ese aspecto.

Donde sí me falla un poco es desde el punto de vista técnico. No me malinterpretéis, la dirección artística es bellísima y Ryan Coogler sabe marcarse un par de set-pieces de lo más vibrantes, pero a veces me cuesta quitarme de la cabeza la idea de que Disney haya racaneado un poco en el presupuesto desconfiando de las posibilidades comerciales del film. Por momentos me recuerda demasiado a Wonder Woman debido al terrible uso de cromas cantosos en escenas vitales para el desarrollo de la trama. Tramos así podrían (y deberían) evitarse, ya que distraen la atención mucho más de lo que deberían. Por no hablar de que me parecen imperdonables en cualquier producción cuyo presupuesto sobrepase los 100 millones de dólares.

Por suerte, pasaremos (ligeramente) por alto estos errores gracias a un reparto para soñar y que está involucradísimo con la causa. Chadwick Boseman encarnando al rey T’Challa nos demuestra que es capaz de asumir un rol protagonista sin que se resienta el carisma de su personaje y me aventuraría a decir que querremos ver a Letitia Wright y a Martin Freeman en cada cinta de Marvel a partir de ahora. Para variar, incluso los villanos están bien en esta ocasión: Andy Serkis aporta una presencia hilarante y amenazadora a la vez, mientras que con Michael B. Jordan nos será imposible no acabar empatizando pese a lo terrible de sus acciones.

En resumen, Black Panther quizá no dé para tantas pajorras como muchos críticos entusiastas se han apresurado en decir. Ni siquiera me parece, a título personal, mejor que cualquiera de los tres films que Marvel estrenó el año pasado. No es la segunda venida de Cristo, desde luego, pero tampoco es precisamente mala. Más bien todo lo contrario. Es un ejemplo paradigmático de lo que debería ser un blockbuster de superhéroes: es divertida, emocionante, ambiciosa y con un gran mensaje detrás.

Crítica original en: http://www.cineenserio.com/black-panther-menudo-rabo/
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10 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Super Dark Times
Super Dark Times (2017)
  • 5,8
    1.854
  • Estados Unidos Kevin Phillips
  • Owen Campbell, Charlie Tahan, Elizabeth Cappuccino ...
7
Caramelito visual noventero
La primera media hora de Super Dark Times no invita precisamente al optimismo. La ópera prima del director Kevin Phillips empieza como una versión sobrehormonada de Stranger Things protagonizada por una pandilla de adolescentes que sólo piensan en mojar. Sustituyendo ambientación ochentera por ambientación noventera pero manteniendo los paseos en bicicleta y la estética visual de la serie de Netflix.

Esta introducción puede hacérsele un poco cuesta arriba a los espectadores ya que los intérpretes actúan demasiado bien. Y eso significa, al tratarse de adolescentes insufribles, que provocan muchísimo asco. En definitiva, que lo que viene a ser empatizar con ellos sin compartir franja de edad (y aun así) se convierte en una proeza a la altura de los peores sociópatas del planeta. Pensad en los primeros actos de Hostel o Red State y sabréis a lo que me refiero.

Afortunadamente, la cosa va de menos a más. Superado el primer bache, se revela como un thriller con sus buenas dosis de tensión, dilemas morales, secuencias oníricas pesadillescas de las que quizá se abuse un poco y momentos escabrosos. Y si bien el guión no es nada del otro mundo y algunos giros de cara a la recta final son ejecutados de forma algo más torpe de la deseable, algo tiene Super Dark Times que te hipnotiza frente a la pantalla y te sumerge de lleno en su oscuridad.

Seguramente ese algo tenga mucho que ver con su director, Kevin Phillips, del que ya podríamos aventurarnos a decir que le espera un futuro de lo más prometedor. Phillips tiene una capacidad tremenda —que recuerda en muchos aspectos a la de realizadores como Cary Fukunaga— para estremecernos e inquietarnos visualmente aunque el libreto no acompañe. La escena con la que abre la cinta es sugestiva, triste, grimosa, cruda y te pone rápidamente en situación para lo que está por venir aun sin estar directamente relacionada con su trama posterior.

Es muy posible que dentro de unos meses ya no recuerde apenas ningún detalle sobre la trama de Super Dark Times, pero estoy muy seguro de que sus imágenes se me quedarán grabadas en la retina durante mucho tiempo. Concluimos entonces con que a este señor lo que le hace falta es un buen guionista para desarrollar todo su potencial. Cuando lo esté petando dentro de unos años, recordad que lo leísteis aquí primero. Y si al final resulta que no vuelve a rodar un carajo o que su siguiente película es un truño, pues os calláis y aquí no ha pasao nada.

Por lo demás, Super Dark Times es carne de festival: tensa, perturbadora y plagada de oscurité. Recomendada para todo aquel que quiera pasar un buen mal rato sin muchas complicaciones.

Crítica original en: http://www.cineenserio.com/terror-molins-super-dark-times/
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1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Perfectos desconocidos
Perfectos desconocidos (2017)
  • 6,4
    39.870
  • España Álex de la Iglesia
  • Belén Rueda, Eduard Fernández, Ernesto Alterio ...
7
Luna de sangre
«Esta conversación es antigua y rancia», dice uno de los personajes durante el clímax final de la cinta. Y no va falto de razón. Perfectos Desconocidos está plagada de individuos casi tan desagradables como fácilmente identificables. Son esos seres cuñadiles con los que tenemos que lidiar durante nuestro día a día, ya sea por compromisos familiares, laborales o porque inexplicablemente formen parte de nuestro círculo de amistades. Existen. Están ahí. Nos vemos obligados a soportarlos. Y la gracia —o carencia de ella, según se mire— es que aquí son retratados con una precisión milimétrica.

En una cena formada por un grupo de amigos de toda la vida, se propone jugar a un juego que consiste en dejar los teléfonos móviles encima de la mesa y leer en voz alta todos los mensajes que les vayan llegando durante la velada. Naturalmente, este acto kamikaze acabará destapando todos los secretos que guardasen entre ellos. Que no serán pocos, claro, porque de lo contrario no habría película. Como es de esperar, tendrán lugar varios giros, traiciones, alianzas inesperadas y alguna que otra trampa para intentar no arruinar sus vidas para siempre.

Pese a que parece una propuesta idónea para que Álex de la Iglesia dé rienda suelta a todos sus tics habituales, aquí nos toparemos con una versión suya mucho más contenida y comedida que de costumbre: poca violencia, poco desfase y poco peligro en las alturas. Seguramente esto se deba al hecho de que se trate de un remake de la italiana Perfetti Sconosciuti y haya preferido seguir a pies juntillas su argumento. De todos modos, no resulta muy complicado adivinar a ciegas cuáles han sido las aportaciones de Álex y su compinche Jorge Guerricaechevarría al guión original. Sin entrar en detalles, la mayoría de cambios consisten en adaptar los diálogos, pero hay un añadido que destaca sobre todos los demás hasta el punto de parecer que nos hayan colado, sin avisar, un remake encubierto de Coherence.

A excepción de Eduardo Noriega, que ya tal, el casting es espectacular. Podemos hablar ya de la mejor actuación que se ha visto en pantalla de Belén Rueda, pero todos hacen un trabajo excepcional y resultan creíbles, naturales y cercanos. Concretamente, Eduard Fernández protagoniza una escena inesperadamente emotiva y profundamente humana en lo que, por otra parte, es una película cargada de misantropía. No es raro que en el cine de Álex de la Iglesia termine abusándose del histrionismo y el griterío, al fin y al cabo es marca de la casa (y, en su defensa, suele funcionar), pero aquí se opta por una tensión mucho más sutil donde la cosa no se desmadra hasta que sea estrictamente necesario.

Con un final ligeramente menos decepcionante que el de su referente —aunque más previsible debido a su propia naturaleza y a las pistas que nos van dejando durante el metraje—, Perfectos Desconocidos nos deja con la sensación de que su punto de partida daba para muchísimo más. Algunos chistes están un poco anticuados y a veces es difícil distinguir cuándo los personajes están siendo unos cuñaos y cuándo lo está siendo el guionista. Aun así, no por ello deja de funcionar como un tiro. Tensa, divertida a ratos, con un ritmo perfecto, unas actuaciones sorprendentes y un mensaje ambiguo. No será el mejor trabajo de su director, pero tampoco es el encargo impersonal que podría haber sido. Echadle un ojo si queréis, raro sería que os arrepintierais.

Crítica original en: http://cineenserio.com/perfectos-desconocidos/
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58 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
Saw VIII
Saw VIII (2017)
  • 5,0
    6.677
  • Estados Unidos Michael Spierig, Peter Spierig ...
  • Matt Passmore, Callum Keith Rennie, Clé Bennett ...
7
Jigsaw para millennials
Siete años después de su última entrega, vuelve a la gran pantalla la saga creada por James Wan y Leigh Whannell. Poco se imaginarían en 2004 aquellos dos jovenzuelos australianos que su modesta película rodada en dieciocho días y con cuatro duros iba a convertirse en un auténtico fenómeno de masas, en una franquicia multimillonaria y que su villano Jigsaw pasaría a ser una nueva referencia icónica para el cine de terror a la altura de Freddy Krueger, Michael Myers o Jason Voorhees.

Precisamente, este último es quien le da el nombre a la película que hoy nos ocupa. Bueno, eso aquí en España no lo sabemos, ya que la distribuidora ha decidido tomar al público por imbécil y han retitulado Jigsaw como Saw VIII. Que no sea que, si no nos llevan de la mano y nos lo dan todo mascado, luego nos perdamos y no sepamos lo que vamos a ver. De todos modos, se entiende que la intención original de no numerar el título es para expresar que no se trata de una secuela más, que el plan es distanciarse un poco de lo ofrecido en éstas y expandir su público hacia las nuevas generaciones.

Lionsgate se presenta aquí con dos nuevos guionistas (Josh Stolberg y Pete Goldfinger), dos nuevos directores (los hermanos Spierig) y el tiempo suficiente como para oxigenarse y poder pensar en ideas novedosas que representen un soplo de aire fresco para el espectador. ¿Será suficiente con los directores de Predestination para darle un buen lavado de cara a la franquicia? ¿De verdad era buena idea contratar a los guionistas de Piraña 3D para escribir el libreto de Saw VIII?

Hay que decir que Saw VIII al menos se asemeja más a una película que las anteriores. En lo visual apuesta claramente por un estilo mucho más cinematográfico. Se agradece que por primera vez en mucho tiempo una Saw no parezca un videoclip noventero, lástima que sea a costa de perder por el camino sus señas de identidad. El diseño de los créditos iniciales, la música que los acompaña (un remix del ya conocido Hello Zepp), la chocante presencia de exteriores y el hecho de que no dé la impresión de haber sido rodada en un zulo le otorga unos aires de superproducción que —aunque no tarden mucho en desinflarse— se agradecen.

Sin llegar a ser realmente un reboot ni tampoco una secuela al uso (dar más detalles sobre esto sería destripar la experiencia), se puede decir que Saw VIII es la entrega menos dependiente del canon preestablecido. Los guionistas se deshacen de viejas tramas y personajes ya quemados para que la historia pueda entenderse sin necesidad de haber visto previamente la saga o conocerse todos los detalles al dedillo. Aquí la cosa va de enganchar al espectador casual y de arrasar en taquilla. El problema es que, pese al relativo borrón y cuenta nueva que aquí se nos ofrece, la cinta no tarda mucho en recaer en los vicios y errores que ya lastraron a las anteriores. Por desgracia parece que sólo hayan deshecho la madeja para volverla a liar de peor manera, perdiendo así la oportunidad de explorar nuevos caminos.

Y no es que los fans no estemos preparados para los giros más rocambolescos posibles. Tratando siempre de repetir el impacto irrepicable que supuso en su día el final de la película original, las intentonas de giro en sus continuaciones a veces no hacían más que rizar el rizo de forma absurda. Con todo, formaba parte del encanto. Más que las trampas o la casquería, si uno va a ver Saw es porque quiere que le dejen el ojete torcido con el final. Irónicamente, cada vez es más difícil sorprender en una franquicia que ya ha hecho de la continuidad retroactiva un arte. Por eso el espectador más experimentado adivinará cuál va a ser el giro simplemente con ver el tráiler y el neófito se preguntará por qué tantas vueltas para terminar con un final tan rematadamente estúpido. No ayuda que la ejecución de dicho giro incluya un ETERNO flashback explicativo que destroce por completo cualquier atisbo de tensión que la escena previa pretendiera construir.

(sigo en spoiler, sin spoilers)
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20 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hounds of Love
Hounds of Love (2016)
  • 6,3
    1.665
  • Australia Ben Young
  • Emma Booth, Ashleigh Cummings, Stephen Curry ...
7
Divide y vencerás
Vicki (Ashleigh Cummings) es una adolescente rebelde visiblemente afectada por el divorcio de sus padres que un día tiene la mala fortuna de ser secuestrada por un matrimonio en crisis (Emma Booth y Stephen Curry) que la torturará y hará partícipe de sus escabrosos juegos sexuales. Pronto Vicki se dará cuenta de que, si quiere sobrevivir, tendrá que crear una brecha entre sus captores.

Hounds of Love, debut como director de Ben Young es una de esas agradables sorpresas que logran dibujarte una sonrisa en la cara y producirte una satisfacción enorme tras haberla visto, pese a la enorme colección de malos ratos que seguramente te hayan hecho pasar durante su visionado. Lo que podría haber sido una bazofia insípida como Compulsión o un festival de violencia explícita y torture-porn, resulta ser una obra muchísimo más interesante.

Sin recrearse en ningún momento en las escenas más desagradables ni mostrando su violencia de forma demasiado explícita, Hounds of Love es un excelente retrato psicológico sobre cómo funcionan las relaciones co-dependientes y las fantasías de poder. Cargada de un evidente subtexto feminista, podríamos estar hablando del mayor alegato cinematográfico a favor de divorcio que se ha rodado jamás.

El guión, firmado por el propio Young, es uno de los puntos fuertes de la cinta. Los personajes son tridimensionales, creíbles, aterradoramente humanos y las situaciones en las que se ven envueltos evitan caer en lugares comunes. Si bien es imposible huir por completo de los clichés y hasta cierto punto sea fácil prever muchos puntos claves de la historia, está tan bien contada que es difícil que esto nos moleste.

Aun con unos travellings que parecen sacados de los créditos iniciales de Shaun of The Dead y un uso de la cámara lenta muy propio de Zack Snyder, la dirección intenta no recrearse demasiado en las florituras estéticas y se centra en contarnos lo que nos quiere contar. El estilo está al servicio de la trama y no al revés. Sin distracciones innecesarias, más allá de algunos merecidos instantes de calma para el espectador.

Pero el punto fuerte de Hounds of Love son las actuaciones. Espectaculares, sin más. Emma Booth aporta presencia y fragilidad a un personaje cargado de matices, Ashleigh Cummings quizá tenga un aspecto demasiado viejoven para colar como adolescente pero sabe compensarlo interpretativamente y Stephen Curry consigue cubrir con una pátina de patetismo a quien en otras manos habría sido un tópico andante.

A caballo entre el drama y el horror, combinando sátira con tensión y dándonos unos últimos veinte minutos de infarto que nos mantendrán el culo pegado al asiento mientras atentamos a mordiscos contra nuestras sufridas uñas, una curiosa selección musical nos acompañará durante los compases finales de una película que sin lugar a dudas se merece todo nuestro amor.

Crítica original en: http://www.cineenserio.com/terror-molins-hounds-of-love/
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los olvidados de Phoenix
Los olvidados de Phoenix (2017)
  • 4,6
    582
  • Estados Unidos Justin Barber
  • Florence Hartigan, Jeanine Jackson, Chelsea Lopez ...
4
Avistamientos reguleros
Mucho ha llovido desde el estreno de El Proyecto de la Bruja de Blair. Desde entonces no han parado de salir clones, secuelas poco inspiradas o cintas que de alguna forma u otra intentaban capitalizar el éxito de ésta. El género de metraje encontrado (o “found footage”, como dirían los anglosajones) tuvo su apogeo en cuanto a popularidad durante la primera década de los 2000, aunque sería justo admitir que muy poca cosa decente salió de ahí. Más allá de la primera entrega de [•REC] (saga que rápidamente abandonó ese género para no estancarse) o Monstruoso, prácticamente cualquier otra propuesta del estilo ha sido una turra muy gorda. Y con el género ya en horas bajas nos llega Phoenix Forgotten.

El debut como director de Justin Barber —producido nada más y nada menos que por Ridley Scott— parece nacer con la intención de darle una vuelta de tuerca al asunto experimentando con otros formatos. El resultado final es un batiburrillo moderadamente entretenido que no es tan desastroso como podría haber sido (hay que ver la última entrega de Paranormal Activity para saber lo que es el dolor), pero que tampoco es para echar cohetes.

Basada libremente en el famoso caso de avistamiento de OVNIs en Phoenix sucedido en 1997, el film empieza como lo que podría ser un episodio hipervitaminado de Cuarto Milenio. Imágenes de archivo, viejas cintas de vídeo y una voz en off explicando lo ocurrido forman una narración que por momentos se asemeja mucho a la de los documentales ‘true crime’ al estilo Making a Murderer que tan de moda están estos días.

En Phoenix Forgotten se nos contará la historia de un grupo de tres adolescentes que desaparecieron en los bosques mientras investigaban la aparición de unas misteriosas luces en el cielo. Durante sus dos primeros actos, la película alternará entre el falso documental producido en la actualidad por la hermana de uno de los chavales con las cintas encontradas a posteriori y que fueron grabadas por ellos la noche en que desaparecieron. Toda esta parte resulta entretenida e incluso, a ratos, bastante intrigante. Me cuesta muy poco imaginar la enorme erección que tendría Iker Jiménez si la viera. Pero eso me pasa porque tengo problemas graves. Este párrafo es una llamada de auxilio.

Todo se va un poco al garete en la recta final, donde ya nos enfrentaremos al metraje encontrado puro y sin cortar durante una última media hora repleta de todos y cada uno de los clichés del género. Si pensabais que la fórmula ya estaba agotadísima en Blair Witch (2016), aquí no vais a cambiar de opinión. La única diferencia que Phoenix Forgotten tiene que ofrecer es que sustituye al terror psicológico y paranormal por la paranoia extraterrestre con guiños a Expediente X. Todo esto sin ningún atisbo de tensión, claro, puesto que ya sabemos exactamente lo que va a ocurrir porque lo vimos hace dieciocho años en la cinta de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez.

Más cargante que innovadora, más rutinaria que divertida. Si hay algo muy positivo que le puedo sacar es lo cortita que es. Los créditos finales aparecerán en pantalla antes de que nos demos cuenta o nos dé tiempo a aburrirnos. ¿Ha sido una pérdida de tiempo? Posiblemente.

Crítica original en: http://www.cineenserio.com/terror-molins-phoenix-forgotten/
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Liga de la Justicia
Liga de la Justicia (2017)
  • 5,3
    24.011
  • Estados Unidos Joss Whedon, Zack Snyder
  • Ben Affleck, Gal Gadot, Ezra Miller ...
6
Simplificando la propuesta
Lo que está pasando con el universo cinematográfico de Warner/DC empieza a parecerse sospechosamente a la trama de un culebrón venezolano. Después de la justita El Hombre de Acero, el horror de Batman v Superman, el horror hortera de Escuadrón Suicida y lo que parecía ser por fin un paso hacia el buen camino en Wonder Woman, llega a nuestras pantallas Liga de la Justicia. La buena noticia es que se parece más a Wonder Woman que a las otras tres. La mala noticia es que cada fotograma es un perfecto reflejo del proceso tortuoso que ha llevado a su creación.

Liga de la Justicia fue dirigida por Zack Snyder hasta que se vio obligado a abandonar el proyecto debido a una tragedia familiar. Le pasó el testigo a Joss Whedon (Los Vengadores), que se encargó de tomar las riendas en la post-producción y de efectuar los rodajes adicionales. No es poco habitual en una cinta de estas características tener que rodar algunas secuencias a posteriori, pero en este caso los rodajes adicionales han sido más extensos y han costado mucho más dinero del que estaba previsto. Se han centrado, además, en un único objetivo: aligerar el tono solemne de Snyder y acercarlo más al que podría verse en una propuesta de Marvel Studios.

Es inevitable entonces no darse cuenta de que estamos, una vez más, ante un monstruo de Frankenstein. No ayuda que Ben Affleck se haya puesto fanegas en estos últimos meses y que Henry Cavill tuviera que acudir a los reshoots con un bigotazo que daba gusto verlo—totalmente prohibido afeitarse por motivos contractuales con Paramount, ya que lo requería para su papel en la sexta entrega de Misión Imposible— y que tuvo que ser borrado digitalmente. El cinéfilo que tenga un ojo entrenado podrá distinguir sin ningún problema lo que ha dirigido Snyder de lo de Whedon simplemente comparando la calidad de sus composiciones, pero sin necesidad de ponernos pedantes sólo hay que fijarse en la CARAZA que echa Affleck de un plano a otro o en el abominable bigote fantasma de Cavill.

Concededme que siga hablando de ese bigote durante un párrafo más. Sin entrar mucho en detalles, es prácticamente con lo primero que nos encontraremos en pantalla nada más empezar. Al pobre Superman le han hecho una escabechina en la cara de muy mala manera y los sufridos espectadores transitaremos con mucha incomodidad por el valle inquietante cada vez que haga acto de presencia. A veces parece que le hayan borrado medio labio y en otras ocasiones parece que estemos volviendo a ver a la princesa Leia de Rogue One. No obstante, hay que rendirse ante la evidencia de que el parecido más razonable se encuentra en José María Aznar cuando se afeita. Uno se pregunta si no hubiera sido mejor decisión volver a rodar todas sus escenas previas por otras ya con el mostacho puesto y dejarlo tal cual. El resultado habría sido impagable y os juro que distraería menos.

Este bigote (os juro que ya paro) es una prueba más de que Warner/DC deben ponerse las pilas de cara al futuro y preparar mejor sus proyectos desde el principio para no tener que ir mutilándolas a posteriori. No, Liga de la Justicia no es el desastre tonal de Escuadrón Suicida ni el estropicio de lo que quiera que fuera Cuatro Fantásticos. Aun así, hay que empezar a pulir aristas ya antes de que sea demasiado tarde y empiecen a palmar en taquilla. Como resultado de tantos vaivenes, la narrativa resulta atropellada y el montaje vuelve a ser un chocho mareao. Por suerte, es algo más corta de lo habitual y eso ayuda a disimular sus carencias. El cabreo ya te lo llevas después, cuando caes en todos los agujeros de guión.

Pero Liga de la Justicia hace muchas cosas bien. Entre ellas, el buen tratamiento de todos los miembros del grupo superheróico que le da nombre. Todos molan. Los que ya lo hacían de antes y los que no también. Batman y Superman tienen un merecido renacimiento después del coñazo que nos dieron en el film anterior, Wonder Woman sigue demostrando que Gal Gadot ha nacido para interpretarla, Aquaman claramente ha venido aquí A MOLAR, Flash a ser el alivio cómico cuqui y Cyborg… Cyborg sospecho que no va a ser el favorito de nadie, porque no deja de ser un MacGuffin con patas y perpetua cara de estreñimiento (que algo hemos mejorado, porque hasta hace un par de años así es como eran todos). Cada uno tiene un arco argumental que funciona y demuestran una buena química como equipo en pantalla. Sospecho que Whedon ha tenido mucho que ver en esto, no es casualidad que muchos momentos nos recuerden a las reuniones en el cuartel de Los Vengadores.

Las escenas de acción rodadas por Snyder parece que han sido lo que menos tijeretazos se ha llevado, para regocijo de algunos y desgracia de otros. El que sea fan de su estilo no se verá defraudado, pero quien no pueda con sus hostias hiperbólicas, su festival de cámaras lentas y sus planos sacados directamente de las viñetas no gozará mucho de la experiencia. Además, es posible que los efectos especiales canten aquí un poco más de lo habitual. Intuyo que esto se debe al uso de una fotografía mucho más colorida de lo que nos tenían acostumbrados, pero afortunadamente no se llega nunca al nivel de terribles cromas de Wonder Woman.

(sigo en spoiler, sin spoilers)
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12 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Habit
Habit (2017)
  • 4,8
    30
  • Reino Unido Simeon Halligan
  • Elliot James Langridge, Jessica Barden, Roxanne Pallett ...
4
La familia es lo primero
Basada en la novela homónima de Stephen McGeagh, Habit se presenta en España por primera vez en el Festival de Cine de Terror de Molins de Rei. Ante mi desconocimiento total sobre la obra original en la que se basa, pude enfrentarme a su visionado completamente virgen. Un milagro en estos tiempos que corren. Lo malo es que, debo reconocerlo, he salido de él bastante desconcertado. Y diría que no en el buen sentido. En todo caso, vayamos por partes.

Lo primero que llama la atención de Habit es su excelente trabajo de ambientación que consigue sumergirnos de pleno en la ciudad de Manchester. Concretamente en sus pubs, prostíbulos y barrios marginales. Nos sentiremos como si fuéramos un cani alcohólico británico más. Su factura técnica resulta impecable y está extremadamente cuidada aun tratándose claramente de una producción independiente más bien modesta.

Sus actores tampoco desentonan: Elliot James Langridge ofrece un trabajo muy solvente como protagonista y la enigmática a la par que adorable presencia de Jessica Barden nos atrae desde un primer momento. En general, casi todas las interpretaciones del film rozan el mismo nivel con una notable excepción. Robert Beck está absolutamente fuera de tono y cualquiera de sus ridículas aportaciones provoca vergüenza ajena en cantidades industriales. Irónicamente, sus escenas acaban siendo lo mejor de todo el metraje.

Y es que Habit funciona mucho mejor cuando no se toma a sí misma demasiado en serio. Sus primeros compases se ven muy beneficiados gracias a un tono ligero que mezcla toques de neo-noir con gotas de humor negro resultando en una combinación muy orgánica a la par que entretenida. Si bien nos sentiremos intrigados, no tendremos mucha prisa en saber por dónde va a tirar la trama. El viaje es lo suficientemente placentero como para que no nos preocupe desconocer el destino.

El problema, como ya os imaginaréis, viene cuando el argumento decide mostrar sus cartas: el interés tarda menos en decaer que las motivaciones de sus personajes en difuminarse. Y en cuanto lo hacen desaparece por completo cualquier atisbo de empatía que hasta el momento pudiéramos sentir por ellos. Digno de mención es el flaco favor que les hace el guionista, condenándolos a desaparecer de la pantalla arbitrariamente por mucho más tiempo del deseable y, en ocasiones, sin explicación alguna (estoy casi seguro de que el personaje de Andrew Ellis se desvanece sin más antes del último acto).

Unos altibajos de ritmo dignos de la más impía montaña rusa y un final de lo más anticlimático acaban de rematar una película que no sé todavía muy bien qué es lo que me querían contar sus responsables con ella. Quizá la culpa fuera mía. Igual no supe leer entre líneas o me perdí su trasfondo por culpa de distraerme con los múltiples bostezos que se oían en la sala. A saber.

Crítica original en: http://www.cineenserio.com/terror-molins-2017-habit/
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
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