Con motivo del 25º aniversario de su primera proyección en España, 'Cinema Paradiso' ha regresado a la gran pantalla para que nuevas generaciones puedan acercarse a ella. Desde la distribuidora encargada de ello transmiten la idea de que no sólo se trata de un motivo de celebración sino que además es, como la propia película, un homenaje a todos los trabajadores que se han ganado y se ganan la vida en las salas de cine. Personas, todas ellas, a las que el amor por su profesión les debe pesar, en una época de reconversión digital y crisis generalizada.

La cinta, toda una obra maestra del cine italiano, ganadora del Oscar y el Globo de Oro a mejor película de habla no inglesa, narra una pasión: la pasión por el cine.

El director italiano Giusseppe Tornatore muestra en este film el regreso de Salvatore, director de cine de éxito, a su pueblo natal en Sicilia debido a la muerte de Alfredo, el que fuera el proyeccionista del pequeño Cinema Paradiso. Esta vuelta a casa traerá a su memoria todos los recuerdos de juventud y de su primer amor, Elena. Siempre conectados con ese cine, que se presenta como núcleo en ebullición de la propia vida. Ninguna otra película conseguirá jamás reunir de una forma más bella todos los besos de la historia del cine.

La obra cuenta, además, con la intensa y siempre emocionante partitura de Ennio Morricone y la preciosa luz de Italia captada por la visión de Blasco Giurato. Mención especial también deben recibir los ojos risueños y el desparpajo del debutante Salvatore Cascio, que encarna al Salvatore niño, el pequeño Totó, y la bondad y cariño que sabe transmitir como nadie Philippe Noiret en su interpretación de Alfredo.

La ternura y nostalgia que producen en el espectador bordean el tono melodramático, sin perderse en él. Y no se pierde en él precisamente porque consigue conectar con el público, porque todos hemos crecido con películas que han marcado nuestro recuerdo, que nos han hecho madurar, que ya sólo podemos recordar ligadas a una época de nuestra vida.

‘Cinema Paradiso’ es una cinta para todos aquellos que adoren las pequeñas cosas íntimas, los placeres sencillos, los detalles cotidianos, esos que tan bien sabe reunir la magia del cine.

El director de la aclamada 'Once', especialmente en la escena independiente, regresa a la pantalla grande con ¡Volver a empezar', una historia sobre la amistad, el amor y el poder vital de la música. Sin embargo el inicio, y la propia sinopsis del film, pronostican una película bastante convencional. La perspectiva da un giro de 360º cuando Gretta (interpretada por una Keira Knightley dulce pero con las ideas claras) conoce a Dan, un productor con dos Emmys pero que vuela en horas bajas, inmerso en una vida cada vez más caótica. Mark Ruffalo encarna a este personaje con una innegable complicidad con la actriz inglesa. Y es en este momento, cuando John Carney muestra su audacia y estilo propio, al combinar la melodía de 'A step you can't take back' con una inteligente e innovadora escena, en la que Dan deja volar su imaginación de productor musical.

El cineasta irlandés repite la fórmula de la ya mencionada 'Once' convirtiendo a la música en el verdadero motor que vértebra la película, que podría ser narrada perfectamente a través de las letras de las canciones de su cuidada y elegante banda sonora. Pese a ello, 'Begin Again' pierde algo de la autenticidad de la primera en favor de la búsqueda de un público más amplio. Lo que no la hace menos interesante, ni menos entretenida, simplemente menos espontánea puesto que todo parece estar perfectamente "colocado" en ella, eso sí con un gusto exquisito y natural al mismo tiempo.

Como telón de fondo, no sólo Nueva York y su sonido, escenario de grandes películas musicales, sino también la propia industria musical, a la que precisamente John Carney crítica por hacer perder el alma a sus intérpretes en busca de una falsa autenticidad, que no deja de ser una pose.

El filme cuenta, además, con un elenco de secundarios de lujo: Adam Levine, líder de la banda Maroon 5, es el ex novio de Gretta, cantante también que ha alcanzado el éxito que nunca habían pretendido; Catherine Keener ('El último concierto', 'Hacia rutas salvajes') da vida a una divertida y correcta ex mujer de Dan; mientras la joven Hailee Steinfield, que sin embargo ya se puso bajo la dirección de los hermanos Cohen en 'Valor de ley', interpreta a la hija adolescente de Dan con la que éste no sabe comunicarse.

El esperanzador final, que desprende una enorme vitalidad pese a cierto tono agridulce, pone el broche final a una película que encantará a algunos y difícilmente desagradará al público en general.

'Begin Again' transmite la importancia de las segundas oportunidades, la fuerza de las personas para resurgir tras sus peores momentos y, sobre todo, la trascendencia de distinguir qué trenes debemos dejar pasar, y a cuáles debemos saltar sin pensarlo.

Scorsese utiliza como excusa la vida de un personaje real, Jordan Belfort, para realizar una crítica brutal al corazón financiero americano y a los valores (más bien a la inexistencia de estos) sobre los que se basa el capitalismo y nuestra sociedad actual. Estos lobos, o corderos convertidos en lobos por el sistema, sólo se rinden ante un Dios, un dios de color verde: el dinero.

Claramente relacionada con la anterior filmografía del director italoamericano, pretende realizar el mismo proceso que "Gangs of New York" mostraba con los orígenes de la ciudad de Nueva York a manos de latones, asesinos y personajes corruptos en todos los sentidos posibles.

Sin embargo, sigue el camino inverso al escogido por Coppola en el mítico film "El Padrino", Éste focalizaba en un colectivo que la sociedad manquea situaba del lasco de "los malos" y nos mostraba que eran violentos si, pero que se regían por un código de honor y que éste era el motor que gobernaba sus relaciones. Scorsese plantea justo o contrario en "El Lobo de Wall Street": centra su atención en un colectivo de un elevado estatus social y hace patente la degradación moral y física que se encuentra en su interior.

Mención especial merece el que ya puede ser considerado como uno de los mejores actores del siglo XXI: Leonardo Di Caprio, quien realiza una interpretación sublime y que consigue alcanzar el exceso que necesita este personaje, sin llegar a aburrir al espectador y manteniéndole con la mirada fija en la pantalla durante todo el film.

También el montaje y la banda sonora caben ser destacados por el relieve que dan a la sucesión de anécdotas en las que consiste la película. Ese es, quizás, el único fallo que se le puede achacar a la cinta: una excesiva redundancia en un metraje que podía verse reducido sin afectar en absoluto a su mensaje.

Her es una película que trata sobre el amor, sobre el amor entre un solitario hombre que ha perdido toda esperanza de encontrarlo y una aplicación con voz femenina que está expectante y ansiosa por conocer el mundo. Her es un drama romántico con apariencia de ciencia ficción. Her trata de hacernos reflexionar sobre la realidad de los sentimientos. ¿Es menos real lo que sentimos por una persona de carne y hueso, que la emoción que despierta en nosotros un libro, una película o la última aplicación tecnológica? ¿Acaso los sentimientos pueden incluirse en el terreno de lo real? ¿No es más cierto que todo sentimiento es más bien un reflejo de nosotros mismos y por tanto es indiferente sobre quién o sobre qué se proyecte?

Con una sencilla y luminosa lentitud va evolucionando la relación de esta curiosa pareja, que sin embargo, pasará por todas las fases convencionales de cualquier relación.

La cuarta película de Spike Jonze pretende mostrarnos todo el proceso de enamoramiento desde el inicio hasta su final. Desde la idea que nos hacemos de una persona y que nos consigue enamorar, hasta el choque con la realidad, al comprobar que el modo de ser de una persona no es algo que nos pertenezca, ni que se mantenga inmutable, sino que todos crecemos y evolucionamos ajenos al resto del mundo.

Una persona nunca pertence a nadie. Ella si, aunque ella sólo fue suya al principio.

En lugar de madre, hija. En lugar de ojos, lengua. En lugar de destino divino, venganza humana. Blanco nieve, rojo sangre y pecado, negro dolor y siempre Evergreen. Un hombre encerrado 15 años frente a un televisor, ¿por qué? ¿cuál fue su pecado? Oh Dae-su deberá elegir entre venganza o verdad, pero ¿se puede elegir entre ambas sin abrir la Caja de Pandora? Visualmente impecable, preciosistamente horrenda, una película con envoltorio oriental pero corazón de tragedia griega.Todo ello ensalzado por el concierto para violín "Invierno", contenido en "Las cuatro estaciones de Vivaldi". Símbolo del invierno en la vida del protagonista que le separa de su primaveral Mido.Violencia lírica, venganza extrema. "Sea un grano de arena o una piedra, en el agua se hunde igual", pero no ascienden del mismo modo con una ráfaga de viento y la historia del cine elevará este obra muy alto.

Una boda de dos adolescentes que tiene lugar el día en que España juega la final del Mundial de Fútbol. Señales por todos lados que indican que esa boda no debería tener lugar, señales que indican que hay mucho más bajo las banderas y los saltos de alegría que producen los goles.

Como un reflejo de la propia España, la película va de menos a más, de la comedia romántica hollywoodiense a la comedia costumbrista de la España actual, que acaba tornándose en drama, para que finalmente Sánchez Arévalo acabe convenciendo con el brillo de las lágrimas.

Dos referentes imprescindibles tienen un fuerte peso en el film:

- La gran familia de F. Palacios y Rafael J. Salvia, estrenada en 1962 y de la que recoge la tradición de esas grandes familias llenas de hermanos felices de la época franquista. Pero en esta ocasión la democracia ha llegado y su esplendor ha pasado, los hermanos han crecido y lo que antes eran simples riñas fraternales se han convertido en rencores e historias por resolver. La acidez de los tiempos y la asimilación de nuestros complejos (primer paso para superarlos) se ha hecho con la familia española, pese haber conseguido ganar por fin el Mundial de Fútbol. Lo que antes eran risas y travesuras, ahora son sentimientos profundos vestidos de risas y travesuras.

- Y, por supuesto, la citada Siete novias para siete hermanos, que da nombre a los hermanos de esta familia y que es el génesis de esta historia. Simboliza ese querer y no poder que los españoles hemos puesto en práctica tantas veces, ese intento de vivir lo que nos muestran las películas de Hollywood. Ese intento de ser algo que no somos y que sólo nos conduce a no ser honestos con nosotros mismos.

El tiempo ha pasado y nuestro quesito se ha puesto malo, pero tendremos que inventar una receta para comérnoslo y el primer paso es reconocer que está malo.

No estamos ante una película perfecta, pero es que los españoles y ninguna familia lo son, ¡y qué más da!

Lo mejor: lo reales que resultan los sentimientos de los personajes, pese a estar representado clichés.

Lo peor: lo bruscamente que está introducido el número musical al arranque de la boda.

Como un Huckelberry Finn y un Tom Sawyer actuales, que no sólo deben abandonar la infancia, sino también su modo de vida libre y salvaje al lado del río Mississippi, Ellis y Neckbone, viven ese verano decisivo que les hará abandonar la infancia. Uno deslizándose en medio del divorcio de sus padres, el otro huérfano al cuidado de su tío, ambos anhelantes de una figura masculina a la que admirar y en la que verse reflejados.

En ese camino se encontrarán con Mud un misterioso, rudo y tierno hombre, destruido por creer en un amor que no estaba más que en su mente, y que se esconde en un barco encaramado a un árbol, en medio de una isla solo habitada por venenosas serpientes, a la espera de reunirse con su adorada Juniper.

Esta es una historia sobre la madurez, sobre el desengaño, sobre la necesidad de evolucionar, aunque no podamos evitar recordar con nostalgia el pasado. Pero es también una historia sobre algo que se encuentra cada vez más presente en el cine actual: el derrumbamiento del padre, el derrumbamiento de la masculinidad, de los valores que regían una sociedad en la que el hombre era el centro del universo. Las mujeres han tomado la palabra y deciden por sí mismas, ya no están dispuestas a someterse incondicionalmente a los deseos del hombre, por mucho que éstos las puedan amar y por mucho que ellas les amen. Por eso hay una frontera tan grande entre los personajes masculinos y femeninos en este film, una frontera que es tan grande como el propio río Mississippi. Por eso los hombres consideran desleales a las mujeres, pero también por eso al final comprenden y continúan su camino hacia mar abierto.

Totalmente creíble y conmovedora interpretación la de Tye Sheridan (Ellis), que ya empezó con fuerza su carrera en la maravillosa El Árbol de la Vida de Terrence Malick y el cada día más convincente Matthew McConaughey brillan en su exaltación de la amistad.

La estética, que es uno de los puntos fuertes del film, nos traslada a las entrañas de esa América de white trash, de deshechos al lado del río, que subsisten intentando conservar un modo de vida al que el mundo ha dado la espalda. Hermanada claramente con Bestias del sur salvaje nos muestra otra perspectiva de esa "bañera" en la que se han convertido muchas zonas de EE. UU.

Con una emotividad sencilla y sin adornos, un aparentemente intrascendente profesor de música en el paro, Clemant Mathieu (excelentemente encarnado por Gérard Jugnot), se convierte en la nota que lo transforma todo, en el hasta entonces frío y triste centro para chicos conflictivos en el que rige la "acción-reacción" sin piedad de su director Rachin.

Dos formas opuestas de educación chocan en el Fondo del Estanque cuando llega Mathieu, y no solo eso, también dos formas diametralmente opuestas de enfrentarse a la vida. Mathieu se ganará nuestros corazones transmitiéndonos la necesidad de una verdadera oportunidad para que pueda producirse el cambio, el poder que ejerce la esperanza en nuestras vida y la necesidad de la fe en el bien y en la posibilidad de ser mejores.

Ternura infinita la que genera el pequeño Pepinot y admiración y deleite la que despierta la belleza del orgulloso e incomprendido Morhange.

Todo ello aderezado por esas voces que suben tan alto como los aviones de papel y que siempre llegan los sábados.

Sylvain Chomet y Tati expresan en esta pequeña ilusión la dificultad de encontrar un lugar para la magia en las sociedades modernas en las que toda ilusión se ha perdido y en las que parece que todo tiene que ser cada vez más asombroso y, al mismo tiempo, cómo hacer ese hueco a la magia en nuestro corazón cuando crecemos. La clave puede encontrarse en un pequeño y gruñón conejo: nadie dijo que nos lo tuviésemos que comer, simplemente debemos dejarlo en libertad y seguir creyendo. Una joya que sólo aquellos dispuestos a creer en la magia podrán paladear pues, pese al final, Chomet y Tati nos hacen creer en la magia.

Fría, dura, real y al mismo tiempo delicada y tierna. Igual que los paisajes del Yorkshire inglés. Tierra, lodo, niebla. Rayos de Sol, a veces. Emotiva al descargar la historia de todo, de todo salvo de sus protagonistas, de los sentimientos y de ese paisaje que también es protagonista, el más importante si acaso.

Un amor imposible el de Catherine y Heathcliff y un paisaje que les une y les separa. Violento y salvaje como su amor.

Heathcliff es negro en su versión, y eso lo cambia todo y no cambia nada. Pero acentúa ese orgullo que se multiplica al pertenecer a una raza que ha sido humillada durante siglos y que grita en silencio que se acabó.

Interesante y prometedora visión nos ofrece Andrea Arnold que busca la poesía escondida en la novela de Emily Brönte para trasladarnosla en forma de bellas imágenes.

Esta es la película de una travesía, de una travesía de la que no hay retorno posible. Thor Hederyahl, emprende una aventura, con la misma decisión y fortaleza del dios que le da nombre. Convencido de que los indígenas anteriores a Colón fueron los primeros en llegar a la Polinesia, decide cruzar el Pacífico en una pequeña balsa como habrían hecho ellos, con la ayuda de aquellos que sin temer su convencimiento están tan locos por vivir una aventura como él.

Bellas imágenes del mar, arriesgarlo todo por un sueño, la travesía y las pérdidas que el viaje produce son los ingredientes de este film de aventuras que quiere llegar a algo más, pero se queda a medio camino. Sin embargo propone una interesante reflexion sobre aquellas personas que pasan su vida persiguiendo amaneceres.

La Fuga se llama el cuarteto de cuerda protagonista. Desde luego no es aleatorio. Todos los personajes huyen de algo. 4 personas y 25 años de relación. 25 años de relación que parece que van a llegar a su fin cuando al chelista le diagnostican Parkinson y todo el universo que se habían esforzado en construir se derrumba a su alrededor. Celos, mentiras, deseos se entremezclan con su trabajo.

Entre la tempestad de sentimientos el chelista les pedirá que <<empiecen con el Opus 131 de Beethoven, que tiene 7 movimientos, cuando el estándar era 4. Y están todos conectados. No se debe parar entre movimientos. Beethoven insistió en que se tocara attacca, sin pausa. ¿Intentaba quizá indicar cierta cohesión, cierta unidad entre los fortuitos actos de la vida? O quizá por estar sordo, solo y presintiendo el fin, sintió que no le quedaba tiempo para hacer una pausa y respirar. Para nosotros significa que al tocar tanto sin pausa, nuestros instrumentos se desafinan con el tiempo, cada uno de una manera diferente. Es un desastre. ¿Qué vamos a hacer? ¿Parar? ¿O luchar para ajustarnos a los demás hasta el final incluso si estamos desafinados?>>.

Una película íntima, que encierra un enorme dramatismo entre cuatro pequeñas paredes. Una película sobre las heridas cicatrizadas pero no cerradas. Una película sobre el relevo y la aceptación.

Irma la dulce nunca se desprende de sus medias, pero cada noche se inventa una Irma distinta para conquistar el bolsillo de sus clientes en las concurridas habitaciones del Hostal Casanova, en el parisino barrio de Les Halles. Mercado de carne por excelencia.

Nestor Patou, un honesto e inocente policía novato, le pregunta un día a Irma, ¿por qué lleva medias de color verde?. Ella responde que porque van a juego con su lazo y con su ropa interior. Él no se entera de nada. Así es ella mitad inocencia, mitad picardía y así se conocen y queda su destino ligado.

Pero esta no es una película sobre el amor únicamente. Ese amor que el personaje de Moustache, que juega a ser una especie de Dios (pues lo ha sido todo y está en todo momento presente), dice que es ilegal, mientras que el odio se puede practicar a todas horas y en todo momento. Eso no es amor, le responde Nestor. No pienses como un pequeño burgués le dice Moustache.

Esta es una película fundamentalmente sobre la inocencia, sobre la honestidad. Sobre cómo la honestidad hace que los que la practican acaben tocando fondo en un mundo deshonesto. Sobre cómo una persona inocente se ve envuelto en una mentira que le condena.

Ácida e hilarante a partes iguales, quizás solo tiene un fallo:

Años 60. Boy-Scouts. Libros. Prismáticos. Cartas. Maletas. Mapas. Vinilos. Rebeldía. Pactos secretos. Un amor tan inocente como natural. Un amor indestructible. Romanticismo mostrado a golpe de desternillante frescura, de patetismo encantador, de fragilidad y fortaleza reunidas en dos pequeños cuerpos. La historia de una huída que el amor convierte en la mayor aventura. Suzy y Sam salen corriendo juntos para enfrentarse al mundo y decirle que se quieren. ¿Por qué? Porque si, porque solo se tienen el uno al otro. Porque se quieren con la ternura del primer y último amor de la infancia.

Wes Anderson capta la esencia del mundo infantil y la fuerza de sus sentimientos como solo alguien que nunca ha dejado de ser un niño puede hacer.

Excelente fotografía, excelente dirección artística y excelente banda sonora completan una película para volver a creer en el verdadero amor.

<< -Dear Suzy, when?
-Dear Sam, where?>>.

Sólo podía ser en Moonrise Kingdom.

Entre Pequeña Miss Sunshine y Angel Baby. El lado bueno de las cosas se queda en una aceptable comedia que podría haber llegado mucho más lejos, pero cuyo baile final, con una gran química entre los actores y que transmite tan buenas vibraciones, deja con buen sabor de boca al espectador. Sin embargo, no consigue el gamberrismo, la locura y la frescura de la primera, ni el desgarrador realismo de la segunda. Se queda en tierra de nadie y será fácilmente olvidada.

La ley frente al amor convertido en única ley, el castigo frente al perdón, la bondad como única fuente de bondad, siempre que seamos capaces de aceptarla, la unión de los débiles que se convierte en la mayor fortaleza.

Cinco grandes personajes que forman parte de todo ser humano:
- El policía cuya única meta en la vida es vigilar que se cumpla la ley, sin plantearse si aquella es justa o no, simplemente porque es la ley.
-El anhelo de otra realidad de aquellos que no tuvieron suerte en la vida, y la aceptación de que a pesar de no cumplirse lo anhelado, podemos ser felices con la realidad.
- La lucha por sobrevivir y por amor hacia alguien, que nos arrastra hacia un infierno tras un dorado sueño veraniego.
- La luz, la belleza y la dulzura que sin hacer nada, todo lo tocan.
- El pecador arrepentido, cuyo pecado será siempre menor que el de aquellos que crean no haber pecado jamás, siempre que otorgue su vida al bien.

Y, por encima de todos ellos, Dios, que deja de ser ley y se disuelve en amor por la humanidad, en amor por todos aquellos a los que llamamos Miserables.

Hasta aquí la obra maestra de Víctor Hugo.

Después, el mejor musical y a la vez el más alejado del género que se pueda ver. Con una novedosa forma de rodaje en la que los actores cantan en directo en cada toma. Con unos movimientos de cámara que pretenden elevarnos para verlo todo desde las alturas divinas, y que pueden marear, pero es que la vida marea. Con unos actores exquisitos en sus papeles (increíblemente creíbles las actuaciones de Anne Hathaway, como el pequeño pajarito herido Fantine; y de Hugh Jackman, como ese fuerte, honesto y bondadoso pecador que es Jean Valjean). Tiene todos los ingredientes para pasar a la Historia del Cine en mayúsculas.

Un joven hindú que no sabe en qué Dios creer, un tigre, un mono, una cebra y una odiosa hiena, perdidos en una barca en medio del Océano Pacífico.

Una pequeña y colorida fábula sobre la armonía con Dios y con la Naturaleza, sobre la lucha por la supervivencia, sobre lo que creemos ver en los demás y sobre lo que decidimos creer. Una historia fascinante y una historia real, ¿en cuál prefieres creer tú?

El fallo: que esta gran idea que es la fuerza motora de la aventura de Pi solo nos es mostrada al final. Solo entonces adquiere significado todo lo que hemos visto. Hasta ese momento solo podemos hablar de un simbolismo preciosista si, pero vacío.

Con una estética impecable, el film te hace palpar la textura del lodo y las hojas cuando la tumba se abre y El Cuervo vuelve a la Tierra, te hace sentir el calor del fuego que quema la diabólica ciudad, te hace notar ese aire fresco cuando El Cuervo aparece y desaparece, te hace sentir las gotas de lluvia en la piel, y sobre todo ello, consigue que te envuelva la oscuridad del Mal que se ha apoderado de toda la ciudad.

Reseñable es también la profundidad de sus personajes secundarios: la inocencia de la niña que intenta sobrevivir en la horrible ciudad, la miserable y desdichada vida de su perdida madre, la bondad del policía que intenta luchar como puede contra la maldad y el caos, y el amor y la dulzura que emergen de los flashes de la amada Sarah.

Eric Draven es el superhéroe con mayor fuerza, profundidad y amargura que se ha creado hasta el momento. Una fascinante estética gótica y ochentera a la vez. Una banda sonora que marcó una época.

Y además Brandon Lee. Y además su trágico final.

Quizás la película deje un regusto de imperfección o de exceso en ciertos momentos. Pero más importante que discurrir acerca de si es una excelente película o no, creo que es más importante destacar el momento en el que Baz Luhrman ha querido que conectemos con la obra de Scott Fitzgerald.

¿Por qué hacer que en una fiesta de los locos años 20 suene hip hop? Quizás porque al leer el libro Baz Luhrman tuvo la impresión de que Scott Fitzgerald hablaba desde una "generación perdida" a otra "generación perdida". Quizás porque tras el desenfreno llegó el crack del 29. Quizás para recordarnos que no solo durante los locos años 20 la gente se vestía de fiesta por fuera, mientras se llenaba de vacío por dentro.

Increíblemente mágico cuento de hadas que ahonda en las ciénagas de la realidad que han sido golpeadas por el hielo, pero nunca destruidas. Un cuento sobre la madurez de una niña que ha de ser "el hombre" en un mundo salvaje. Un cuento sobre la supervivencia y la lucha, transmitida de padres a hijos. <<Yo soy tu padre y mi trabajo es cuidarte, pero un día tú tendrás que ser el hombre>>. Un cuento sobre aquellos que no necesitan de nadie para sobrevivir. Un cuento sobre la fortaleza de los seres pequeños. Un cuento de profundos ojos negros. Un cuento sobre una niña en una bañera que tiene que aprender a sobrevivir cuando ésta se desborde.