Raoul Walsh fue un director enorme que dejó momentos memorables en las salas de cine. Por ello, pensar que iba a hacer una cinta de corte similar a "Lo que el viento se llevó" solamente puede llevar al entusiasmo. De hecho, logró tener para ello a la estrella masculina de dicho épico drama en la Guerra de la Secesión, nada menos que Clark Gable.

Gable, presencia siempre con magnetismo y carismas, repite muchas de sus fórmulas para generar a un truhán carismático. No obstante, pese a su oficio, nunca miramos al dueño de la plantación con las simpatías que generaba Rhett Butler. De hecho, creo que buena parte de la audiencia perdonara sus pecados con bastante menos facilidad que con el capitán sudista.

Siempre me ha llamado la atención que en el magnífico documental "I am not your negro" no se abordase el papel racial de esta película, verdadero paradigma de uno de los temas con más controversia y polémica en país norteamericano. Los personajes que interpretan con energía Sidney Poitier e Yvonne De Carlo sufren un extraño síndrome de Estocolmo por la persona que es explota.

Con todo, Walsh nos deja verdaderos hallazgos en el film y escenas de un poderío visual que atrapa. Lástima que le falte esa alma de verdad que permita elevar el contenido por encima de los males de su tiempo. "Lo que el viento se llevó" permanecía solitaria en su pedestal sin una sucesora a la altura.

Es un ejercicio de sana nostalgia. El opening de "It" hace una promesa de que, si se aceptan las reglas, vamos a disfrutar. Stephen King estaría orgulloso de este primer acto de un remake que no era necesario pero, desde luego, no nos estorba. Andrés Muschietti maneja los elementos con acierto, aunque es una pena que el guiño a la época condicione la evolución de algunos personajes.

Hay un mal oscuro y con carisma, además de existir el atractivo que muchos de los adultos que rodean a esta pandilla de jóvenes son casi igual de peligrosos que ese diabólico payaso. Desde el Joker pasando por "Balada triste de trompeta", estos artistas circenses ven con facilidad cómo se los puede poner en el reverso del espejo. Casi siempre da buen resultado.

El casting está realizado con acierto. De hecho, el film parodia y escenifica con acierto esa jungla absurda que son los institutos estadounidenses con los "ganadores" y los "perdedores".

A nivel de terror, quizás sea el punto más cuestionable. No llega a romper y a salir de los clichés, la cinta es mucho más entretenida que terrorífica, aunque algunos momentos visuales sean impactantes.

Sean bienvenidos, nuevamente, a los ochenta. Y sí, tiene pinta de que había ganas de sembrar las raíces para una futura secuela antes de terminar de rodar esta.

Con esas palabras en sus camisetas durante el calentamiento, Lebron James y el resto de la plantilla de los Cleveland Cavaliers denunciaron el asesinato de Eric Garner en New York por un abuso policial. A pesar de ser un acontecimiento de los que podrían haber sido denunciados en este documental de James Baldwin, aconteció en nuestro tiempo.

"I am not your negro" aborda la figura de este director y activista, se trata de un rendido homenaje en forma documental a cargo de Raoul Peck. Baldwin caminó en tiempos de gigantes, conoció a personalidades como el doctor King o Malcolm X, también fascinó a estrellas como Marlon Brando, con quien compartió el sueño de unos Estados Unidos diferentes.

El reportaje usa diferentes cuestiones, aunque fundamentalmente el cine, para demostrar los muchos sinsabores de una comunidad. Resulta fascinante cómo el séptimo arte hizo que todo el país se viera siempre como John Wayne y nunca se generase empatía con los indios. Incluso estrellas afro-americanas como Sidney Poitier se vieron condicionados por cuestiones que escapaban más allá del arte a determinados roles.

Se descubre una perspectiva nueva sobre el imaginario popular de USA a través de las salas de cines. Eso sí, se echan en falta filmes como "La esclava libre" que hubiera sido muy interesante ver analizadas bajo este prisma.

Un film que todos deberíamos ver.

"El fundador" trabaja un material de altura. John Lee Hancock rueda bien y su equipo técnico le permite recrear de manera muy verosímil los Estados Unidos de su época. Apenas vemos la primera perorata de Croc para vender sus productos, nos queda claro qué tipo de negociante es y lo cómodo que un Michael Keaton espléndido se halla para darle vida.

Nick Offerman y Jon Carroll Lynch adoptan el rol de los dos hermanos McDonald; buenos sin esfuerzo, los dos intérpretes le dan ternura, ingenuidad y humanidad a esta pareja de hamburgueseros que tienen la bendición/maldición de dejar entrar a un lobo de los negocios en su vida. Y es que el emporio de comida rápida por todo el globo no fue eso en un inicio.

La cinta avanza a buen ritmo y da algunas pequeñas clases de economía que ya quisiéramos ver en un telediario o un debate político. Croc se da cuenta de que no es en la comida donde está e futuro de la franquicia, la cuestión fundamental era quién iba a ser el arrendador de los terrenos.

Una pregunta oscila durante todo el metraje, ¿estás dispuesto a pisar la cabeza de tu competidor para ser más rico? Keaton endemonia a su protagonista y el director parece incluso caer bajo su hechizo. Se desaprovechan otras perspectivas, gustaría más tener la óptica de la primera mujer del futuro magnate (Laura Dern) o esa ternura que imprime Carroll Lynch a ese negocio familiar.

"El fundador" habla de las claves del éxito. De una lección triste. De como un tipo sin escrúpulos y persistente es peor rival que la más talentosa de las personas si a esta la maniatan los códigos éticos.

No deja de ser una etapa de placer culpable. Las españoladas que se dieron en las taquillas españolas durante el aperturismo dejaron no pocos momentos sonrojantes. No obstante, el público reaccionó en masa y muy favorablemente en aquellos días a esa fórmula, en la que se acomodaron directores como Mariano Ozores. Y no deja de ser una pena en cierto sentido porque previamente había dejado algunas obras iniciales francamente buenas y otras cintas de solvencia.

De cualquier modo, "Los chulos" ya sería un ejemplo perfecto de lo desaliñado y casposo. Con dos de las grandes estrellas cómicas del momento, Andrés Pajares y Fernando Esteso, Ozores hizo comedias como "Los bingueros", "Yo hice a Roque III" o "Todos al suelo". Pueden gustar más o menos, propiciar X carcajadas, pero son dignas en su facturación.

Aquí ya nos enmarcamos en el re-doblaje cuando el intérprete claramente no mueve los labios, los culos al aire sin ton ni son (que no pasa nada por ponerlos, pero no cuesta tanto darle un cierto sentido a un desnudo o un propósito humorístico al menos), etc.

A nivel interpretativo, la pareja se muestra muy cómoda mutuamente en estos años dorados que, irónicamente, también propiciaron un encasillamiento. Puede rescatarse varios gags de mérito y algún diálogo ingenioso. Los acompañan otros fijos como Juanito Navarro en el papel del obispo y secundarias de lujo como Florinda Chico.

El problema es que esos méritos quedan empañados entre tanta caspa.

Eso exclama una adorable y confundida Claudia Cardinale en una de las escenas claves del film. "La chica con la maleta" pertenece a un género de cintas que ocultan su gran talento bajo una supuesta simplicidad. Valerio Zurlini cuenta una historia de amor de las que, según diría Woody Allen, son las que más perduran, las del romance no correspondido.

En primer lugar, debe decirse que todo está muy bien narrado. Esa carretera a ninguna parte donde el joven burgués ya se ve tentado de abandonar a su incauta presa nos advierte de qué va el asunto. Cardinale aprovecha su presencia muy bien en pantalla, perfectamente seguida por el montaje, especialmente su imperial salida cuando se ha dado un baño en la casa del hermano pequeño de su burlador.

Jacques Perrin transmite ingenuidad y una fe inquebrantable en que los milagros son posibles. Tino Santoni capta a la perfección lo que quiere su director y regala una fotografía en blanco y negro que evoca muy bien los sentimientos que se están tocando.

A pesar de esos desgarros pasionales, "La chica de la maleta" no deja de ser una historia escrita con una fuerte dosis de ternura. Esa es la clave de su éxito.

Película aparte en la filmografía del maestro transalpino. Todavía hoy genera adeptos y detractores. Gente que se aburre en este elevado metraje sobre el dolce fare niente de la gente de bien de la Roma Eterna. Otro sector habla de una de las mejores cintas de siempre. Su valor resulta indudable, aupó todavía más la carrera del joven Marcello Mastroianni y ha sido una influencia notable en sucesoras de la talla y valía de "La gran belleza".

Un recorrido loco y noctámbulo, con un personaje tan integrado en la superficie como vacío por dentro, un joven periodista pasa entre una horda de paparazzi y gente chic, a cual peor. Pese a la breve aparición, Anita Ekberg logra perdurar en el recuerdo con una escena que marcó un antes y un después para Fontana di Trevi. Un homenaje a la sensualidad elegante.

Mastroianni se echa a las espadas un viaje extraño a ninguna parte, una disección, a veces con muy pocas palabras, de la aristocracia caduca, la molicie burguesa y el hastío vital de cuando se tiene todo lo material. Se alternan elementos católicos con el más puro y primitivo paganismo.

Todavía a día de hoy sigue generando debate la forma de narrar este periplo por parte de Fellini. Desde la genialidad absoluta a que "La Dolce Vita" está envejeciendo mal. Toda opinión es respetable en este sentido, de lo que no cabe duda es que marca una tendencia, se apropia de un estilo y estuvo en el momento adecuado con el reparto correcto.

El mundo onírico y la depresión en la Ciudad Eterna.

No era tarea fácil. Adaptar una pieza teatral de uno de los más grandes dramaturgos de todos los tiempos en Estados Unidos, Arthur Miller. Sin embargo, Irving Reis lo hace con inteligencia, capta la esencia del texto de Miller y hace encajar elementos cinematográficos, puesto que hay trucos eficaces en el escenario que cantan al pasar ante la cámara.

Una buena muestra de ello es el inteligente empleo de los flashbacks antes que los soliloquios. Además, esta versión cuenta con un coloso de la actuación, Edward G. Robinson. Un tipo perfecto para reflejar al americano maduro medio, un padre de familia que ha cimentado con éxito una empresa en su pueblo. Este protagonista, Joe, puede presumir de ser un hombre hecho a sí mismo. Eso sí, el precio a pagar por ese éxito capital descarnado ha sido altísimo.

El dinero puede comprar silencios y voluntades, aunque la verdad tiene el mal hábito de emerger cuando menos se la espera. La posible visita del hijo del antiguo socio de Joe, el cual cumple condena en prisión por una negligencia muy grave, alterará mucho a este hombre con aparentes recursos para todo, ufano como primer inter pares en su casa y negocio.

Un reparto muy sólido acompaña a Robinson. Especialmente un Burt Lancaster que hace las veces del segundo hijo de Joe, puesto que el primero desapareció durante la II Guerra Mundial. A pesar de su buena relación, hay una tensión latente, puesto que el chico avanza en una clandestina relación con la que era la novia de su difunto hermano. Mady Christians es la progenitora, quizá la única que mantiene la llama de la esperanza para que el muchacho perdido vuelva.

Muchos fantasmas en un nuevo giro de tuerca para retorcer las supuestas promesas del sueño del american way of life.

El proyecto de la cadena de dar vida en televisión a los héroes y heroínas más callejeros del universo Marvel comenzó muy fuerte. Daredevil dio todo lo que podían esperar los amantes del noire y las artes marciales, sabiamente mezclados. Jessica Jones fue un alarde de originalidad con una protagonista atípica y carismática. Con más filias y fobias, no pocos caímos rendidos ante el carisma de Luke Cage, una reflexión más profunda de lo que parece sobre la comunidad de Harlem y la hipocresía con la que el mundo podría acoger a un héroe según el color de su piel.

Por ello, mientras se contaban los días para "The Defenders", es digno de agradecerse que Netflix siguiese un orden. Eso sí, "Iron Fist" se obligaba a ser la estación de paso, el patito feo por el que había que tragar para ver al cisne. Además, es la serie con menor presupuesto. Y se comete el error de alargar a trece episodios algo que se podría contar sin problemas en ocho.

Dicho lo cual, no estaría de más admitir sus virtudes. Finn Jones coge a este atípico budista para darle una ternura a Danny que difícilmente hubiera tenido sin él. La siempre necesaria presencia de Rosario Dawson permite explica sus futuras conexiones con los otros héroes, mientras que Jessica Henwick es el complemento perfecto para este príncipe mendigo retornado a New York.

En la comparativa con sus otros colegas siempre caerá, sin embargo, era necesario que estuviéramos informados de las conjuras de La Mano con respecto a la Gran Manzana. "Iron Fist" tiene el síndrome de los jueves, le ha tocado estar en medio.

Los tiempos cambios y el legendario Spiderman no podía ser menos. El héroe arácnido vuelve a la cartelera en un proyecto integrador de Marvel, algo que queda reflejado en la participación de Tony Stark (Robert Downey Junior) como una especie de mentor del simpático arácnido. El prólogo ya advierte que debe tenerse el bagaje de los filmes de Los Vengadores para entender por qué se producen algunas situaciones.

Tom Holland trae un Peter Parker nuevamente en su adolescencia, parece que la industria cinematográfica no quiere alejar en exceso al lanzarredes de los institutos; como mucho, transigen con la universidad, aunque haya etapas muy interesantes del personaje en períodos más maduros a lo largo de las viñetas. Como fuere, Holland crea a un Petey con sus habilidades y defectos característicos, siendo fácil empatizar con él. Concesión a los tiempos, aquí es más un youtuber que un futuro fotógrafo del Bugle. Eso sí, los vídeos que el Capitán América manda a los jóvenes estudiantes valen su peso en oro.

Jon Watts tiene el acierto de ahorrar excesivos detalles en la transformación por la picadura de la araña. El fantasma del tío Ben otea e horizonte, pero tampoco se profundiza. Giro cómico válido es que la venerable tía May en este rejuvenecimiento de la franquicia es una madura y muy atractiva Marisa Tomei. Menos adecuados quizás sean los personajes de retablo del centro donde acude el protagonista (amigo freak, compañera por la que está colado y a la que no dice nada, el pullitas que la tiene cogida con él, etc.).

Reconozco (tal vez sea problema de la edad del usuario que esto escribe) que por primera vez me interesaba más en pantalla grande el universo del villano antes que el de Spiderman. Michael Keaton regala a un Buitre veraz, creíble, convincente y con códigos. Incluso cómo se gana su sobrenombre es un inteligente acierto del argumento. Sin duda, la experiencia es un grado y roba bastantes focos de "Homecoming".

Es amena, fresca y divertida. Pero menos original y no tan superior a anteriores entregas como se ha querido vender. Ni mucho menos una decepción, una buena película, un taquillazo esperado. A ver qué hacen con esos ingredientes ahora en futuras secuelas.

De acuerdo, tal vez "Iron Fist" fuera una de las series más alargadas y menos deseadas a priori de los últimos años en Netflix. No es menos cierto que "The Defenders" habría quedado coja sin ella. Da la sensación de que hay calma y saber hacer en este equipo televisivo responsable de traernos tan buenos momentos de los héroes Marvel más a pie de calle.

Indudablemente, para disfrutarla hay que haberse sumergido en todo lo anterior. Hay un corpus bastante al estilo de la Casa de las Ideas que exige conocer las notas a pie de página que aquí se van dando. Es digno de agradecerse que haya explicación para que La Mano se obsesione así con New York, abandonando el ombliguismo del que a veces hace gala la industria norteamericana. Sigourney Weaver (más que un cameo, menos de lo que nos hubiera gustado disfrutarla en pantalla) ya lo advierte: "Es solo una ciudad. Debes acostumbrarte. Verás caer muchas".

Obra para fans. Antesala de "Born Again" para Daredevil, vuelve a reflejarse esa tensión no resuelta entre Luke Cage y Jessica Jones (una Krysten Ritter que maneja a su personaje como quiere, con un delicioso y agridulce humor).

En esta ocasión, las secuencias de lucha van bastante orientadas a las artes marciales antes que a lo propiamente superheroico. Tal vez falte un clímax de verdad. Habida cuenta de que "Iron Fist" tuvo trece episodios, este cruce de vidas paralelas bien pudo sobrepasar los ocho.

Alto voltaje en el estreno de Pierce Brosnan como agente 007. Teniendo en cuenta el repertorio del que no se suele salir la franquicia, "Goldeneye" es un modelo perfecto de los ingredientes que deben tener los filmes protagonizados por el célebre espía. El nuevo intérprete se muestra correcto, aportando presencia y porte para muchas postales de anuncio con vehículos de altas velocidades.

No obstante, si por algo funciona la cinta es por una galería de carismáticos villanos. Sean Bean da presencia a un ex amigo ahora tornado en el peor rival posible para Bond, mientras que Famke Janssen merece título aparte como una mujer fatal de perversos juegos. Sin duda, la escena de la sauna puede ser una de las más surrealistas que puedan verse en la saga.

Con ritmo y una excelente banda sonora, Martin Campbell firmaba uno de los mejores títulos que se habían dado sobre el tipo con licencia para matar en los últimos años. La fórmula, por repetida, no deja de garantizar buena taquilla cuando se hace bien; sin duda, este es uno de esos casos.

Dignos de agradecerse esos toques de humor para que la aventura no se tome demasiado en serio a sí misma.

Interesante y muy provocadora película de Visconti sobre un romance de época en los tiempos donde la unificación italiana era inminente. De la mano de una Alida Valli haciendo el papel de su vida, la condesa Serpieri se erige en una de las protagonistas femeninas más contradictorias, vulnerables e interesantes de aquellos días en el celuloide.

Eclipsada por otros títulos de ese mismo director, "Senso" merecería ocupar un lugar más destacado en su filmografía. La cinta tiene nervio, pulso y toca una serie de teclas universales (la pasión, el desencanto, la venganza, la crueldad, etc.).

No tiene nada de extraño que el maestro Martin Scorsese la escogiese para su documental sobre cine transalpino. Aquí hallamos muchos de los rasgos de distinción de Visconti, con el atractivo del marco incomparable que es la ciudad de las góndolas.

Si no la han visto todavía, déjense arrastrar por esta improbable y morbosa relación.

"¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?" no tiene un mal arranque. Una comedia picante que se cimienta, con acierto, sobre el repertorio cómico que siempre ha tenido Verónica Forqué como actriz. Sin embargo, la cinta de Manuel Gómez Pereira tardará poco en abandonar ese tono para entregarse en los malentendidos típicos de cualquier capítulo de transición en una comedia situación.

Junto con el buen hacer de Forqué, encontramos también a Jorge Sanz en uno de los momentos de mayor presencia de dicho intérprete en cartelera. El elenco de secundarios es sólido, destacando la pareja formada por Rosa María Sardá y Fernando Guillén. Eso sí, hay desperdicios como tener a gente de la talla de Isabel Ordaz o Tito Valverde en el banquillo, en papeles muy pequeños que no les permiten ningún lucimiento.

Abandonando la irreverencia basada en el mundo porno del principio, el film transita sin sobresaltos sobre cuestiones de equívocos y suplantaciones de identidades.

Al final, parece un episodio un tanto alargado que podríamos ver un jueves por la noche.

"Vikingos" tuvo la mala fortuna de coger su auge en una época donde existían productos tan adictivos como "Juego de Tronos". Sin embargo, esta serie jamás pretendió ser de fantasía heroica, Ragnar no es Conan el Bárbaro, tampoco se pretende que lo sea. Incluso puede que la crítica estadounidense la haya machacado en exceso por tener un ritmo más acorde con la realidad histórica.

No obstante, sus méritos no resultan desdeñables. Travis Fimmel (hermano gemelo separado al nacer de Charlie Hunnam) es más que competente en su papel, pareciendo incluso en ocasiones más un descendiente de Odín que el mismísimo Chris Hemsworth como Thor. Además, la primera temporada se permite el lujo de la colaboración especial de un intérprete de la talla de Gabriel Byrne.

Entre los creadores y productores hallamos nombres como el de Michael Hirst, a quien hemos visto asimismo en incursiones para productos como "Los Borgia" o "Los Tudor". Creo que es elogiable destacar que, en este sentido, la recreación es más fiel en los niveles de suciedad que en las anteriores. Se refleja bastante bien la dureza de la vida cotidiana del pueblo vikingo y sus sinsabores.

Pese a algunos dardos lanzados a este respecto, la dosis de violencia es bastante adecuada al período que refleja y la cámara no sea recrea, muchas cuestiones se insinúan. Hay una curiosa re-formulación de Caín y Abel, además de personajes femeninos fuertes como el caracterizado por Katheryn Winnick.

Sin ser un tratado de Historia, arrojan bastantes datos sobre la cultura de este pueblo feroz y fascinante. Podría estar mejor, pero lo que se olvida decir es que también muchísimo peor. "Vikingos" es un programa más que digno y acerca, aunque sea tangencialmente, a una etapa de descubrimientos y temor al Ragnarok.

Película ligera de uno de los grandes maestros del género en Italia. Risi nos brinda una comedia muy costumbrista y con bastantes valores atávicos. Eso sí, la dirección aprovecha el encanto de la ciudad veneciana y goza de un reparto muy sólido, encabezado por el célebre Alberto Sordi.

La trama se centra en el complejo de don juanismo del descendiente de un linaje de gondoleros, casi unos hombres-lobo cuyo efecto al salir a la Luna es caer presa de los encantos de sus clientas. El carisma de Sordi salva varias escenas que quedarían muy inverosímiles y bastante tontas sin él.

Ingeborg Schöner está supeditada por los muchos frenos de su personaje, una veneciana obsesionada con casarse (en ocasiones, casi parece que daría igual el con quién) y propensa a los malentendidos. Por su lado, el talento de Nino Manfredi le permite sobrevolar a su personaje, elevándolo por encima del libreto y dando alguno de los momentos más divertidos del film.

Puede verse por disfrutar a sus intérpretes y el encanto de la Serenissima República con sus góndolas.

Pixar ha malacostumbrado a su audiencia. Hoy por hoy, no me parecería exagerado afirmar que "Cars 3" sea una de las cosas más flojas que han ofertado a la cartelera en los últimos años. Asimismo, en honor a la verdad, no es menos verdadero señalar que una Pixar de encargo o en horario de oficina siempre va a dejar algo digno y que pueda verse para todas las edades.

Esta tercera entrega repite algunas de las fórmuas que, con tanto éxito, ha llevado Stallone a su saga de Rocky Balboa. Auge, caída y redención del campeón. Rayo McQueen va viendo que el paso del tiempo no perdona ni a los más sagrados campeones. Deberá re-inventarse o quedar en una especie de taller de viejas glorias.

Son suficientes premisas para crear una buena historia. Y en cierto sentido se hace. Pero todo parece demasiado automatizado, sin el necesario nervio para llegar a enganchar. Hay aciertos como la entrenadora que se incorpora al staff del protagonista, aunque todo va transcurriendo de una manera bastante previsible.

A pesar de haber logrado ser una rentable trilogía, sospecho que "Cars" quedará en los anales a bastantes vueltas de distancia de otras obras maestras de Pixar.

Lo primero que haría que decir es que "Zombieland" tiene un casting espectacular. Jesse Eisenberg y Emma Stone han demostrado con holgura en estos años que tienen una gran capacidad para hacer diversos tipos de papeles, siendo una garantía en taquilla. Sumen a ello al siempre eficaz Woody Harrelson (en su salsa para este género) y es difícil que algo salga mal en el cóctel.

Sin embargo, ellos y los otros están muy desperdiciados. Aunque pudiera parecerlo a simple vista, el personaje protagónico no es precisamente un futurible integrante de "The Big Bang Theory". Su vena freak no sale de jugar alguna noche al World of Warcraft. Termina resultando una visión simple y tópica, si bien el actor solventa y mejora la papeleta.

Siendo divertido el tema de las reglas para sobrevivir al Holocausto, esta parodia no explota los diferentes escenarios que este universo permite. La inserción de la pareja de chicas ni estorba ni ayuda a mejorar la cuestión, fraguándose alianzas bastante inverosímiles.

Saltando el simpático cameo de Bill Murray, terminamos quedándonos impresionados por el fuego de artificio del parque de atracciones. Pero ninguna de sus montañas rusas llega a convencer.

Divertido remake de una antigua película de Vittorio De Sica, quien aquí se relega a un destacado papel secundario para lucimiento del romanista Alberto Sordi, uno de esos actores de comedia irrepetibles de la mejor generación del cine transalpino.

Entre los secundarios, es inevitable hablar del magnífico Juan Calvo, un actor impresionante y que dotaba de humanidad cualquier escena. "El conde Max" es una fábula costumbrista sin excesivas complicaciones, aunque sus personajes despiertan simpatía y lanza atinados dardos a la aristocracia transalpina por su vacuidad.

La historia incluye un viaje (plagado de tópicos, por otra parte) a España, con muchos momentos para lucimiento de un Sordi que podría hacer su papel con los ojos cerrados. Mención especial cuando coincide con De Sica simplemente magnífico, volviendo a demostrar por qué es uno de los nombres clave en la historia del séptimo arte.

Ingenua pero absolutamente encantadora en varios compases.

No esperen una especie de "Broma asesina". Tampoco al magnífico y oscuro Batman de Frank Miller en su etapa de mayor inspiración. Menos aguarden al Goliat de Gotham más psicópata y radical que, curiosamente, el propio Miller ubicó en un hipotético futuro en una de sus ideas más incendiarias. Aquí viajamos a otra de las interpretaciones, todas bien válidas y respetables, del Caballero Oscuro, la realizada por el equipo de Bruce Timm.

Además, a un momento muy particular, a esas últimas temporadas donde un humor hiperbólico impregnó bastante a este universo. Si les gustaron esos compases, esta nueva/vieja Harley les va a gustar mucho. Si no, quizás se impacienten y alarmen. Eso sí, solamente por la voz que Melissa Rauch da a la ex del Joker y volver a gozar de Kevin Conroy y su vozarrón como Batman, ya valdría la pena la entrada.

La trama es ingeniosa, aunque se echa de menos al ingenioso y legendario Paul Dini para darle su toque maestro como hacía en la serie de animación. Eso sí, los diálogos fluyen, especialmente en la parte de road movie, con interesantes movimientos de acercamiento entre Nightwin y la miembro del Escuadrón Suicida.

Hay muchos más guiños de los que parecen a simple vista al universo DC. Deberán abrocharse el cinturón y dejarse llevar. A veces, cae en el humor más infantil pero, cuando coge ritmo, se convierte en un ejercicio de muy sana nostalgia que jamás comete el error de tomarse demasiado en serio a sí misma.

Atentos a esos créditos iniciales dignos de la Pantera Rosa.