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33 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
Senderos de gloria
Recientemente leí un artículo el cual afirmaba que durante los mundiales de fútbol de Rusia, los cines estaban registrando las recaudaciones más bajas en mucho tiempo. Al vivir al margen, en la medida de lo posible, del mundanal ruido y no tener amigos aficionados a esta clase de eventos, nunca pensé que esto guardara algún tipo de relación, fíjese usted dónde llega mi ignorancia. Para colmo, mañana entramos en el mes de Julio, y el verano sigue siendo, no sé por qué una época maldita para la exhibición, cuando en Estados Unidos y en otros países, es cuando las taquillas hacen su agosto, nunca mejor dicho. En España el cine, en teoría no da dinero y no se miden las audiencias en televisión. El mundo al revés. ¿Algún idiota se podría plantear que en pleno siglo XXI y cuando muchos disfrutan de sus vacaciones, es precisamente cuando hay público que puede ver la televisión o ir al cine? ¿O es que los que se van de vacaciones abandonando sus responsabilidades son los jefazos que, al estar apoltronados, no tienen la necesidad de renovarse o esforzarse?


El caso es que ayer se estrenó en nuestro país la película que comentamos, “Nos vemos allá arriba”, y en la sesión de tarde éramos cinco personas. Nadie comía palomitas. Silencio total. Perfecto para visionarla disfrutando. Pero una pena que una película tan interesante vaya a pasar desapercibida para el público y sin hacer la caja que merecería, aunque en su país de origen, Francia, la hayan visto más de dos millones de espectadores y se llevara cinco “Césars” del cine francés de las trece categorías a las que fue candidata. Su pase fuera de concurso en el Festival de San Sebastián tampoco parece que haya repercutido en su escasa asistencia. De cualquier forma, quede ahí nuestra recomendación para cualquiera que quiera ver una buena película y a ser posible en cine, porque en este caso, es para verla en una sala, en pantalla grande y buen sonido.


Albert Dupontel junto a Pierre Lemaître son los encargados de la adaptación a la pantalla de la novela de este último. La gran ventaja de escribir con el autor es la compenetración entre ambos y que, Dupontel, hábil y con cierto rodaje en estas lides, tenía claro qué clave quería utilizar. Sin duda se trata de su proyecto más difícil y ambicioso, pero ha salido muy bien parado. Aunque como actor la Academia de cine francés no le premió, sí le otorgó el premio al mejor guionista y el de mejor director. Su esforzada labor es indiscutible. Este drama, con tintes de humor negro, posee unos personajes perfectamente definidos, aunque el hubiéramos querido saber más sobre cómo se unen los personajes de la niña y de Edouard. Los acontecimientos que se suceden están contados con ritmo, interesando en todo momento. La dirección es muy acertada. En las escenas de batalla y trincheras son impecables, incluso el manejo de la cámara, la fotografía de Vincent Mathias, y toda su planificación. A veces, Dupontel, sigue utilizando la fotografía como objeto de virtuosismo, pero sin excederse, y a medida que el film va avanzando parece que su énfasis se va aplacando, para su mayor acierto. Los ayudantes de dirección incluso se hacen notar, y para bien, en escenas de masas y tumultuosas, perfectamente “orquestadas”.


Los actores están ensamblados en esta maquinaria que Dupontel ha logrado controlar desde el principio: él mismo, como protagonista, pero no como ser egocéntrico, está muy bien. Nahuel Pérez Biscayart como Edouard, quizás el personaje más difícil, logra un trabajo excepcional, aunque ni siquiera fuese nominado. También Niels Arestrup como Marcel, un actor de gran versatilidad al que recordamos sobre todo por su magnífica labor en “Un profeta” y que cada día nos recuerda más a Richard Harris. Y el resto, desde las actrices a cualquier secundario están medidos y más que correctos, sobre todo Laurent Lafitte como el aborrecible Henri, en una de sus más logradas interpretaciones.


Su bestial presupuesto, de casi veinte millones de euros, luce a todo trapo, desde sus efectos visuales y sonoros a su esplendorosa ambientación, tanto barroca como hipnótica a veces, con muy buen gusto: su vestuario, su dirección artística o el precioso diseño de máscaras que, en algunos momentos nos evocan a muchas películas del cine galo y que puede ser hasta casi un homenaje a esos rostros que aparecían en clásicos maravillosos como “Los niños del paraíso” de Carné o a “Los ojos sin rostro” de Franju. Todo resplandece pero en ningún momento se sobrepasan o queda como pretensión de nuevo rico.


La música es buena, pero hay un tema, que se utiliza en varios momentos, por lo que se escucha “demasiado”, que nos suena demasiado a Morricone, no sé a él cómo le habrá sentado, y que nos lleva al Morricone de principios de los setenta, sobre todo a la partitura de “Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha”.
Pero poco hay que achacarle a esta gran producción, capaz de demostrar que un gran presupuesto no deshumaniza ninguna película, si hay talento que articule semejante maquinaria y que sea capaz de transmitir las emociones que en cada momento se pretende. A ver si aprendemos nosotros, que tanta falta nos hace y así engrandecer algo nuestro cine patrio. Pero para aprender la lección no solamente haría falta humildad, no escoger a dedo y dejarnos de amiguismos, si no al menos verla.
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43 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Así se hace una película
Aquí hay una obra rodada a puro talento, desborde creativo, elenco excepcional y unos movimientos de cámara deslumbrantes.

El director —quien también la protagoniza y escribe el guión adaptando una novela— Albert Dupontel tiene la virtud de contarnos en un tono de comedia (a veces usando el humor negro) el drama de los postergados de la guerra, de la "carne de cañón" de los ejércitos que son olvidados y desamparados por los oficiales, el sistema sanitario, los gobiernos y toda una red de bribones que lucran con la posguerra. Por suerte tanto la sinopsis como el trailer no dicen ni sugieren nada del argumento, que es muy, pero muy original. Yo creo que esta película debe ir a verse contando con la menor información argumental posible, porque en el guión la novela de Pierre Lemaitre ha sido trasladada con mucho ingenio y cualquier desarrollo de la trama en una reseña haría perder la magia que el relato posee. Digamos que, a grandes rasgos, hay todo un hilo secuencial de personajes que no aparecen en vano desde el inicio y que, luego van encajando en un círculo virtuoso haciendo que el desenlace sea un resorte brillantemente resuelto para que el filme cierre como se inicia. Tal vez pueda achacársele al libreto que las definiciones psicológicas son cortadas a hachazos (los malos son malísimos, los buenos son víctimas) y que las casualidades resultan algo inverosímiles, pero si uno entra en el juego de espejos que te propone el director seguramente podrás pasar por alto este maniqueísmo y quedarás fascinado con la propuesta.

Como coprotagonista el argentino Nahuel Pérez Bizcayart, hace un trabajo deslumbrante de interpretación exclusivamente con los ojos y las manos porque casi siempre está debajo de alguna máscara. Los efectos especiales son francamente magníficos y están al servicio de una cámara en permanente travelling que se eleva y desciende vertiginosamente con la grúa para mostrarnos escenas de masas (los 3 planos secuencia del principio son antológicos) permitiendo una reconstrucción de época que sería imposible lograr sin usar sobreimpresiones.

La fotografía y la música te subyugan y, como si fuera poco, tiene uno de los finales más emotivos que recordaré para siempre. Una verdadera fiesta para los sentidos, obra que te conmoverá el espíritu y los sentimientos y que recomiendo calurosamente.
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32 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Papá... ¡mírame! Estoy aquí abajo
La I Guerra Mundial (1914-1918), tan cruel como innecesaria, tan salvaje como olvidada… Significó el fin rotundo del antiguo régimen clasista, elitista y predemocrático que hoy nos resulta tan lejano como incomprensible, que además señaló el entierro de la ensimismada, prepotente y opulenta Europa como dueña y señora en materia política, económica y cultural. Los millones de muertos y mutilados por aquella farsa promovida por unas aristocracias ajadas – que creían poder resolver los conflictos en meriendas versallescas ajenas a las necesidades de sus conciudadanos – aún no han sido ni sepultados ni sanados. Nadie como Kubrick en su magistral “Senderos de gloria” (1957) reflejó aquel aquelarre funesto y patético que trajo unos diluvios nacionalistas que aún hoy asolan nuestras fatigadas tierras patrias, que malviven hurgándose el ombligo y desdeñando, como avestruces, los problemas reales que nada tienen que ver con la ajada estructura política que tenemos.

Esta película francesa – adaptación de una novela de éxito – vuelve sobre aquellos aciagos días bañados de sangre, trincheras infectas y mugre purulenta, tratando de recrear aquella matanza europea, basculando entre la farsa y el esperpento, para desentrañar algunas de sus tenaces consecuencias que aún nos asolan: corrupción, picaresca, insensibilidad y barbarie. Cuando ignoramos de dónde venimos, estamos abocados a repetir los errores y horrores del pasado. Aunque el tema central de esta cinta orbita sobre un dolor más intimo y personal: la mirada (ausente o indiferente) del padre. Cuando creemos que nuestro progenitor no nos ama o nos rechaza, nuestra orfandad semeja un pozo sin fondo donde nos hundimos sin remisión y donde el resentimiento tiñe nuestra mirada hasta volvernos ciegos. Querer ser vistos, identificados y aprobados es nuestra común aspiración y nada de lo que podamos acometer tendrá gusto alguno si no percibimos al acompañamiento y complicidad de nuestra progenie.

Por ello, al tiempo que se nos ofrece un retablo sobrecogedor de aquella infausta carnicería se nos presenta una herida más honda y visceral que no tiene cura ni bálsamo cicatrizante que la sane: la apatía o rechazo de nuestra estirpe, la falta de amor, la ausencia de cariño y tolerancia por quién somos – aunque eso signifique no cumplir con las expectativas que habían depositado implícita o explícitamente sobre nosotros. El abandono y soledad en la que ese repudio e incomprensión nos despeña nos durará toda la vida y nos marcará para siempre como un juguete roto, inservible para la vida.

Barroca y teatrera, ampulosa y sobrecargada, sin embargo, nos consigue emocionar y seducir pese a su excesiva exuberancia y artificiosidad. Hay mucho amor en la mirada que nos refleja el calvario íntimo de dos perdedores de una contienda incivil y fraudulenta. Y cuando llega el perdón, volamos.
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27 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
"LA AUTENTICIDAD"
¡Qué forma de hacer cine más impresionante! He estado visionando una película auténtica.
De "las grandes obras maestras de la cinematografía". No tengo palabras para expresar la gran satisfacción que me ha producido.
Teniendo en cuenta que se basa en una argumentación tan dura y cruel como fue la Gran Guerra; el director, con inteligencia y eficacia, ha ido construyendo una película donde los efectos artísticos, las interpretaciones, la música y sobre todo un buenísimo guión bien hilvanado hasta en los más mínimos detalles...ha conseguido, sin ninguna duda, demostrarnos a los cinéfilos que aún nos queda la esperanza de seguir teniendo la oportunidad de ver "CINE" en MAYÚSCULAS.
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16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Excelente trabajo de Albert Dupontel, tanto delante como tras las cámaras
Excelente filme francés, dirigido e interpretado por Albert Dupontel, que una vez más demuestra podría delante y detrás de las cámaras.
Adapta de forma ambiciosa y espectacular, amén de intimista, la novela de Pierre Lemaitre, siendo ayudado en este menester por el propio autor.
Técnicamente irreprochable, con una perfecta ambientación, muy difícil de plasmar de forma totalmente creíble en la pantalla pero a fe que lo consigue, gracias a una impecable dirección artística donde vestuario y peluquería, amén de maquillaje, consigue introducirnos en una época esplendorosa tras una muy cruenta contienda mundial donde tanta muerte y destrucción se causó.
Dupontel, en casi dos horas de duración, que se ven en un suspiro, nos narra una historia de amistad, traiciones, especulaciones y corrupciones al más alto nivel, amén de una preciosa relación paterno-filial que en sus últimos minutos finales emocionan de veras.
Muy bien interpretada, se sigue con verdadero interés, también por mor de un sentido del humor presente en todo el metraje, que se hace muy agradecido (ejemplo la relación y diálogos entre el Presidente y su estúpido y pelota ayudante/secretario).
Muy buena película, practicamente no ya ninguneada sino directamente maltratada en el último Festival Internacional de Cine de Donostia-San Sebastián, donde solo se emitió una proyección y a las 14 h. Ni que decir que practicamente no la vio nadie (no, tampoco yo, que la sacrifiqué por comer).

https://filmsencajatonta.blogspot.com
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14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Devolver la pelota, con mucha clase.
Hace años que no voy tanto al cine. Antes dos o tres veces a la semana mínimo. Problema: te cuentan una y otra vez la misma historia.
A veces, te llegan noticias por referencias que alguien ha rodado algo diferente.
Y esto es "Nos vemos allá arriba".
Interpretación: contenida, excepcional el protagonista: Nahuel. Creíbles personajes, son planos. Hay un humor ácido, que si eres aficionado al cine francés lo entiendes bien (sobre todo los monólogos del personaje de Albert Dupontel).
Música y fotografía: clave. Cada secuencia tiene su melodía, correcta, emotiva.
La fotografía es en tonos pastel, muy bonita.
Recuerda a las producciones de los años 60,en decorados y exteriores.
Guión: desde el minuto uno sabes que te van a contar una historia diferente.
A veces tengo la sensación que han rodado muy rápido alguna secuencia. Puede ser en el montaje (me gustaría ver, si la hay el montaje del director).
Lo mejor: la historia, es muy original. Las máscaras. El desenlace. La interpretación de Nahuel, el herido, me ha encantado. Me han hecho reír y llorar a la vez.
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11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Crítica de Nos vemos allá arriba por Cinemagavia
Para su primera adaptación literaria, Albert Dupontel se ha fijado en la novela de Pierre Lemaitre, célebre autor de obras policíacas. El director ha rediseñado el best-seller para la pantalla grande, con el beneplácito del autor que también ha colaborado en el guion. La historia ha sufrido bastantes cambios como escenas añadidas o eliminadas y, en particular, una terminación alternativa que se aleja de la conclusión del libro. A pesar de que Pierre Lemaitre, dejó cierta libertad creativa al cineasta, Dupontel se mantuvo relativamente fiel a la novela, centrándose en el drama humano experimentado por los dos personajes principales, interpretados por Nahuel Pérez Biscayart y él mismo.

Sobrevivir a una guerra a veces es algo relativo, muchos soldados sobrevivieron a la Primera Guerra Mundial, pero a costa de las heridas más horrendas. El largometraje Nos Vemos allá Arriba trata sobre dos soldados que regresan del frente. El modesto contable Albert Maillard (Albert Dupontel) llega intacto, y el artista Edouard Péricourt (Nahuel Pérez Biscayart) con el rostro severamente mutilado. La culpa la tiene el cruel y despiadado teniente Pradelle (Laurent Lafitte) al ordenar una acción de ataque insensata en vísperas de un armisticio.

Después de la guerra, los dos excombatientes se retiran a un gran estudio, donde, con la ayuda de una niña huérfana Louise (Héloïse Balster), planean vengarse de Pradelle. Para sobrevivir, ambos organizan una estafa en torno a los monumentos de los soldados caídos durante la guerra. Paralelamente, vemos como el oficial Pradelle se enriquece con el fraude de tumbas de guerra y ataúdes. Al final, las dos historias se unirán de forma natural.

Es muy difícil clasificar y establecer un género a Nos Vemos allá Arriba. No es una comedia, aunque se utiliza un tono burlesco y jocoso en la narración. No es un thriller ni una película de crímenes, a pesar de que hay muchos cadáveres en escena. Y tampoco es un drama bélico, aunque la película tiene un espectacular primer cuarto de hora con magníficas tomas de guerra muy bien rodadas. Se presenta una historia consistente e intensa, llena de sorpresas, y por muchos momentos parecerá poco creíble, debido a unos personajes demasiado caricaturizados y por su tendencia a lo grotesco. Sin embargo, Nos Vemos allá Arriba fascinará desde el minuto uno hasta el final.

El crimen y la comedia van de la mano. Al igual que en 1997 Roberto Benigni con su maravillosa “La Vida es Bella” se burló de forma sutil y emotiva de algo tan terrible como la Segunda Guerra Mundial, Albert Dupontel, esta vez con la Primera Guerra Mundial de fondo, hace lo propio con las tumbas de los soldados y los monumentos funerarios.

Este tono distendido y relajado también se aplica en el modo de tratar la mutilación sufrida por Edouard en su rostro. Toda la mandíbula inferior ha sido destrozada. Sin embargo, él sabe perfectamente disimular y camuflar esto por medio de una máscara facial, y dado que Edouard es un magnífico artista, sus máscaras se vuelven cada vez más hermosas y extravagantes durante la película. A destacar la magistral cabeza de león realizada con billetes de banco.

La historia es impredecible e incluso a mitad de la película es difícil adivinar hacia dónde se dirigirá la historia, pero los protagonistas son carismáticos, los villanos son despreciables y el drama es desgarrador.

Los efectos visuales como el estilo absurdo de la película nos recuerda a los inicios de Jean Pierre Jeunet con “Delicatessen” (1991) o a la hermosa “Amelie” (2001). Esta relación no debería resultar muy descabellada en cuanto que Jeunet en 2004 hizo una película sobre la Primera Guerra Mundial, “Largo Domingo de Noviazgo” (2004). Esta vez el protagonista es un personaje masculino.

La puesta en escena se identifica por movimientos largos y amplios de cámara, lo que permite una inmersión rápida del espectador en el corazón de la historia. Esto es particularmente efectivo en la parte de la película que tiene lugar en las trincheras. En la apertura de la historia narrada por Albert Maillard vemos una espectacular secuencia aérea donde un perro corre portando un documento en el que se informa de que pronto se firmará un armisticio. La cámara sigue al perro desde un dispositivo de vuelo no tripulado, para bajar y pasar a otro objetivo, que recorrerá la trinchera misma. Una gran exhibición inicial de manejo de cámara.

Nos Vemos allá Arriba elegantemente realizada, combina muchos y variopintos personajes con suma facilidad, y capta perfectamente la atmósfera de París después de la guerra (1919) con unas cuidadosas reconstrucciones. Los bellos y minuciosos decorados, el notable diseño de vestuario, la memorable puesta en escena y la rica fotografía consiguen que la película se sienta viva en todo momento.

https://cinemagavia.es/nos-vemos-alla-arriba-pelicula-critica/
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10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
LEAN EL LIBRO
Cuando Pierre Lemaitre (París / 1951) decidió tomarse un descanso de su serie de novelas negras (excelentes) ganó el prestigioso Gouncourt con la novela que ahora se adapta a la pantalla y que él mismo ayuda a guionizar junto al director y actor Dupontel que nos tiene acostumbrados a ejercer de "Juan Palomo".  La Academia de Cine Francés les ha premiado con 5 Cesar al mejor guión adaptado y dirección entre otros. Aún reconociendo que la dirección de Dupontel debe ser la mejor de sus cinco películas anteriores y que la labor de síntesis de la novela es notable, me parecen esos dos premios exagerados y fuera de lugar. Claro que ya le dieron en el 2013 el Cesar a mejor guión a Dupontel y cinco nominaciones a esa chorrada insufrible que fue: " 9 meses... de condena".

Uno dudó a tenor de su filmografía anterior que Dupontel fuera el director más adecuado para "meterle mano" a la maravillosa novela de Lemaitre. Y uno no deja de sentir cierta pena por todos aquellos que visionarán esta película, que no deja de ser otra cosa que una sinopsis visual acelerada de un original que probablemente no leerán.

En el papel, cada uno de los personajes importa y mucho, en la pantalla se empastan unos con otros aplanándose en una fábula coral que apenas deja entrever de que va el asunto. Dupontel subraya lo estético notablemente con la inestimable colaboración de Vincente Mathias en la fotografía y convierte los personajes en esbozos de la complejidad y el volumen psicológico que atesoran en la novela. La Gran Guerra, la amistad, el sufrimiento, la culpa, la corrupción, el drama familiar, el thriller y la maldad sin escrúpulos asoman la patita por debajo de la puerta. Si quieren ver de verdad lo que hay detrás de ella lean el libro. No se arrepentirán.

cineziete.wordpress.com
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Sobre cómo la amistad y el arte exorcizan los demonios de la guerra
Vi “Au revoir là-haut” (“Nos vemos allá arriba”, Francia, 2017) dirigida por Albert Dupontel [1964-], quien se ha caracterizado por dirigir y protagonizar sus propios filmes, casi todos con importante sabor a comedia, y escrita por el propio director junto con Pierre Lemaitre [1951-], basándose en una novela homónima de este último. La fotografía es mérito de Vincent Mathias [1967-] (aplausos). El reparto está integrado, como ya lo dije, por Albert Dupontel (aplausos), Nahuel Pérez Biscayart y Niels Arestrup, entre otros. En cuanto al género, estamos ante una cinta justo en la frontera entre el drama bélico y la comedia. La película narra la amistad entre dos sobrevivientes de la Gran Guerra (1914-1918), Albert Maillard (Dupontel) y Édouard Péricourt (Pérez), amistad que nació en las trincheras y que se sostiene a pesar de sus diferencias socioeconómicas y las heridas que desfiguraron el rostro de Édouard, heridas que hacen imposible la comunicación entre ellos dos, salvo por medio de una niña que le interpreta a Albert, cual Hermes, el significado de los gruñidos de Édouard. Estos dos veteranos montan en 1919 una estafa ofreciendo a los ayuntamientos hermosos monumentos en honor de los caídos en la guerra, mientras tanto, cada uno exorciza sus propios demonios. Antes que nada, empezamos resaltando que la obra arrasó con los Premios César del 2017. Entre sus méritos está una muy buena dirección, una gran fotografía y un guion tan original como exótico. Podríamos sintetizar los elementos estéticos diciendo que el filme goza de un gran esplendor visual que deleita, de entrada, al espectador. Esto va aparejado a las buenas recreaciones de la época y, en especial, de la guerra: las escenas bélicas (lucha de trincheras) están bien logradas. En relación con el guion y la manera de narrar la historia, hay que decir que los recursos utilizados (como el recuento que hace el protagonista ante un gendarme francés en África) son interesantes; sin embargo, sentí en algunas oportunidades que la historia está sobrecargada de giros narrativos y de hechos inauditos (verbigracia que el hijo de un alto político francés sea reclutado como soldado raso y enviado a primera línea del combate), giros y hechos que si bien contribuyen al aire cómico y excéntrico que se buscaba, terminaron por afectar la elegancia que brinda la imagen. Ya desde un aspecto más de contenido, quisiera resaltar algunos temas. En primer lugar, es importante rastrear el sentido de las máscaras de Édouard, que no solo nos informan del contexto de la escena sino también de sus demonios más íntimos. En segundo lugar, si bien no es el propósito del director, podría considerarse la cinta como antibelicista, por la manera en que se resalta cómo seres inescrupulosos son los que terminan ganando del esfuerzo y la tragedia de los combatientes. En este sentido, la estafa en los monumentos fue la manera de los sobrevivientes de reclamar su porción ante lo que perdieron en una guerra que consideraron fútil. Igualmente, atendiendo las heridas que recibió uno de los sobrevivientes, rememoré la película antibélica “Johnny got his gun” (1971, Dir. Dalton Trumbo), con la diferencia que, en esta obra de 2017, el herido desfigurado reclama su muerte simbólica para evadir su familia, mientras que en el filme de 1971 aparece con fuerza el tema tabú de la eutanasia. En tercer lugar, si bien hay claros elementos de comedia, género tradicional de Dupontel, la tragedia y la melancolía siempre están a la vuelta de la esquina, especialmente en dos casos: rehacer la vida luego de la guerra y el drama familiar propio del parricidio simbólico (la tensión permanente padre-hijo en la fijación de las reglas de vida). En cuarto lugar, el contexto de corrupción política y la forma inescrupulosa con la que ciertos hombres de negocio se hacen ricos con la guerra y la posguerra, también entra muy bien en el juego de los análisis. A fin de cuentas, los conflictos bélicos son, antes que manifestaciones nacionalistas, excelentes oportunidades de negocio, y no solo con la venta de armas, sino también con la venta del imaginario de los “héroes caídos por la patria”. En conclusión, a pesar de los abusos de excentricidad en ciertos momentos, de los tonos inverosímiles en algunos giros narrativos, sigue siendo una buena cinta, en especial para disfrutar su carga visual, de un lado, y la tragicomedia de una buena historia, del otro. 2019-01-23.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
INGENIOSA.
Esta es una de esas películas a las que le doy una oportunidad en busca de un tipo de entretenimiento diferente. Pienso, que si siempre veo lo mismo, los resultados serán idénticos... y está muy bien, de vez en cuando, salir de los cánones de mis intereses establecidos.

Lo que más me gustó aparte de la historia, es su buen ritmo, que no se detiene sobrecargando la trama. Elementos discordantes dentro de un enfoque y propuestas atractivas por lo inesperadas. Ignoras hacia donde te dirigirá la próxima secuencia, lo que la convierte en muy amena, a un admitiendo su parte excéntrica... o tal vez gracias a ella.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
BUEN CINE, COMO MEDICAMENTO A LA MALA VIDA...
Hubiera podido cerrarse en hora y media, haciendo ajustes al eliminar secuencias poco trascendentes... Es una buena película, sorprendente, canalla; en algunos momentos cómica, en otros... un paseo infeliz. El arte de curar corazones rotos.

En los últimos minutos se regodea en si misma, dejando un saborcillo mustio, tampoco inocente... Ya todo está contado.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
ATROPELLADA Y HUECA
Empiezo por decir que he leído el libro en que está basada esta película y que esta es en mi opinión una de las mejores narraciones que yo he leído en los últimos años. Digo esto porque soy el primero en reconocer lo condicionado de mi opinión al haber leído el libro cuando este además te ha gustado mucho. Tras esto, rara vez resulta positiva la apreciación del film posterior.

Pues efectivamente, dicho esto, no me ha gustado la película, pero creo que puedo argumentarlo fuera de la lectura del libro, puesto que veo aspectos de origen en la película que me resulta irritantes desde el punto de vista estrictamente cinematográfico.

El gran problema es que se trata de una narración atropellada y artificial donde sin más y a todo correr se nos muestra una sucesión de hechos protagonizados por unos personajes sobre los que ni se profundiza ni empatiza. Parece que desde una indudable exhuberancia visual y técnica que reconozco hubiera que contar muchas cosas y que no se quedara nada fuera, pero al mismo tiempo nos hubiéramos olvidado de transmitir la emoción implícita de la historia.

Una pena, no hay alma.
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16 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Una historia completa
Cinta con un comienzo algo desorientador, ya que comienza con una firme propuesta bélica, a medida que avanza se va convirtiendo en un cúmulo de sorpresas para el espectador, lleno de humor, venganza, corrupción y eso toque inconfundible que por desgracia pocas veces veo y la mayoría de veces se relacionan con el cine francés. Buenas interpretaciones, aportan suficiente grado de realismo a la historia, cuenta con una estética muy cuidada y eso siempre es de agradecer. En conjunto cinta apasionante que no dejará indiferente a nadie.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Amigos para siempre
Se trata de una buena película dramática, con estupendos toques de humor negro, que gira en torno a la amistad entre dos soldados: un contable y un joven artista de buena familia. La fuerza de este largometraje, dirigido y protagonizado por Albert Dupontel, está en sus actores, sus escenarios, sus decorados...(no puedo pasar por alto la magnífica colección de máscaras) que en conjunto nos ofrecen una riqueza visual que me ha mantenido boquiabierta. La presencia de Nahuel Pérez Biscayart es maravillosa, le descubrí en "120 pulsaciones por minuto" y ya es difícil que le olvide.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Las máscaras que no esconden, mejoran.
Comienzo mi reseña aclarando que leí la novela y que por ende, ninguna palabra que escriba, estará libre de ese condicionamiento.
Ahora bien, la película está muy bien lograda y le imparte justicia al libro. En este caso, es plausible que el director haya tomado un propio camino narrativo alternativo y que potencia una historia que ya era buena desde su concepción. No es que las diferencias sean drásticas, pero justamente ahí es donde radica el pulso de Albert Dupontel detrás de escena. La película se vale de detalles concisos para terminar configurando una obra ambiciosa por sus elementos pero pequeña por sus historias íntimas.
Ojalá que más adaptaciones cinematográficas tuvieran la misma valentía y no se limitaran simplemente a traducir visual y literalmente lo que ya está escrito.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Nos vemos allá arriba, sí, pero mejor si lo hacemos para leer el libro.
Me da lástima escribir que es una película fallida.
Puede que para los que no hayan tenido el placer/desasosiego de leer el libro la historia (original y atrayente de todas maneras) les resulte interesante plasmada en imágenes. Pero es que esas imágenes son un simple esbozo de lo que en el libro es profundidad tanto en personajes como en trama. A su favor el intento de dar toques diferentes a algunas cosas, con el consentimiento del autor de la novela ,es de suponer, ya que colabora en el filme. Pero a mí ese intento me resulta vano viendo el resultado.
La falta de talento en la dirección, el quedarse a medias con los personajes/ actores con lo que tenían entre manos( y más con el autor de la novela por ahí), es decepcionante.

Lamentablemente no sabremos lo que podría haber hecho algún director de la talla de Nolan o Villeneuve o por qué no Weir (para dar un amplio abanico de estilos cinematográficos), con semejante material. De todas formas sea como fuere, si no lo han hecho, lean el libro. No estoy de acuerdo con eso de que siempre es mejor la novela que la película, pero en mi modesta opinión este es un claro ejemplo de que efectivamente la experiencia de leer el libro supera con creces a la de ver esta película.
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5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Personajes desdibujados
Bien rodada y con un buen despliegue técnico digno de aplaudir (el presupuesto que maneja la película no es para menos). Sin embargo, le falta contexto y desarrollo de personajes. La trama va a trompicones sin reparar en la relación entre los personajes, los porqués de cada uno, el escenario de crisis de posguerra en el que se enmarca... La esencia de la novela se pierde en un sinfín de imágenes efectistas y un sentido del humor que no termina de casar con las circunstancias de los protagonistas. Una pena ver esbozos de personajes tan maravillosos como Eduard, Albert o Madelaine totalmente desdibujados.

La película aborda una historia larga y compleja, díficil de adaptar. El resultado termina siendo un esquema simplificado: una puesta en escena muy trabajada y elegante que se despliega atropelladamente sobre una trama sin vida.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La belleza en la tragedia
Magnífica película, emocionante, espectacular e inesperada, que te mantiene en vilo hasta el último minuto dando giros imprevisibles y a la vez esperados. El director sabe conjugar sentimientos tan fuertes como amistad, altruismo, camaradería y amor, de elevado valor moral, junto con otras pasiones no menos tempestuosas como el odio, la violencia gratuita o el deseo egoísta de poder a cualquier precio. Todo ello en un ambiente perfectamente recreado pero con un toque sustancial artístico que hace bello lo que podría ser espantoso. Recuerda algunos temas míticos del cine, pero de un modo muy personalizado y distinto, fuera de lo acostumbrado. Del llanto a la sonrisa en menos de un segundo, de la tragedia al humor que supera la adversidad. Una historia de amor polifacética, cargada de crítica social y pacifista en un ambiente de guerra mundial. La novedad consiste en ver tantas cosas quizá ya antes vistas, pero nunca todas juntas y con un halo de sensibilidad nuevo que te deja un sabor dulce, a pesar de la amarga tragedia que acabamos de ver, que aumenta las ganas de seguir viviendo en un mundo en donde todavía hay muchas cosas bellas, porque son eternas.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Una gran sorpresa
Gran película, gracias a un guión sólido basado en una buena novela.
De nuevo el tema interminable de las desgracias de la Gran Guerra, que ha dado ya para tanto. Pero aquí se muestra desde una historia original, algo macabra.
Interpretada por todos de un modo sobrio, a pesar de la excentricidad de algunas situaciones.
A destacar también la excelente escenografía.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Los desastres de la guerra
"Nos vemos allá arriba" (Au revoir là-haut) (2017) de Albert Dupontel, es una verdadera maravilla tanto de forma como de contenido. Con aire de fábula o cuento, en una recreación absorbente del periodo de entre guerras. Nos regala un guión original, lleno de humor, ternura, locura y arte, apoyadas por unas actuaciones en estado de gracia y una sólida dirección, usando de forma brillante el juego de planos. Destaca la autocrítica, es decir poniendo el acento en los horrores de la guerra no es exclusivo de un bando, y habla sobre la ambigüedad moral de un mismo delito lo que llama poderosamente la atención. Es cierto que en algunos segmentos pierde algo de ritmo, y parece que se le va a escapar parte de su "magia", pero pronto vuelve a recuperarla. Sin desvelar nada, decir que el final es un poco forzado, pero si lo vemos dentro de una fábula no desencaja. Es totalmente recomendable para todos aquellos que buscan historias con un toque de originalidad, aunque no le hubiera ido mal del todo algo más de "locura".
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