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62 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
¿Quién teme al miedo?
Primer largometraje de Mike Nichols, procedente del mundo de la escena. Se basa en la obra de teatro en 3 actos "Who's Afraid Of Virginia Woolf?", de Edward Albee, adaptada con singular brillantez por Ernest Lehman. Se rodó en Cambridge, Red Basket y Smith College (Massachusetts) y en los Warner Studios (Burbank, CA). Nominada a 15 Oscar, ganó 5. Producida por Ernest Lehman, se estrenó el 22-VI-1966 (EEUU).

La acción tiene lugar en el campus de la Universidad de una pequeña ciudad, New Carthago (Nueva Inglaterra), entre las 2 h y el amanecer. Georg (Burton), de 46 años, y Martha (Taylor), de 52, forman una pareja autodestructiva. Él, débil y alcohólico, con notable resistencia emocional, ejerce como profesor de Historia. Ella es dominante, psicótica y amargada. Tras una fiesta, invitan a una pareja joven, Nick (George Segal) y Honey (Sandy Dennis), a tomar una última copa en casa.

La película desarrolla un relato dramático, que se basa en un cescendo de ironías, desaires, insultos, agresiones verbales, humillaciones, amenazas, dominación y destrucción, que pone de manifiesto las miserias y secretos del matrimonio y saca a la luz los miedos, ansiedades, frustraciones, malicia, fobias, apetitos y deseos, de los protagonistas. El juego cruzado de ofensa/recriminación y agresión/reacción, se da en el marco de una elevada ambigüedad, extraños interrognates y la defensa de la inexistencia de límites claros entre realidad y fantasía. El proceso arrastra a la pareja de invitados, lo que incrementa la tensión dramática. Incluye referencias a hechos irreales (hijo), falsos (embarazo psicológico) e inciertos (¿Es Georg el niño que mató a la madre hace 30 años?). El lenguaje, tomado de Albee, hace uso de expresiones y palabras insólitas hasta entonces en cine, que no sobrepasan los límites de los usos coloquiales y que son fuente de naturalidad, realismo y esponteaneidad. El título constituye una parodia de la canción "Who's Afraid On The Big Bad Wolf?", de "Los tres cerditos" (Disney), que se entona con una melodía diferente. Los nombres de Georg y Martha coinciden con los del primer presidente de EEUU y de su esposa. Destaca la parodia que Taylor hace de Bette Davis, homenaje a la actriz. Simpática referencia a Mallorca en boca de Georg.

La música, de Alex North, se basa en una breve partitura original, con un magnífico tema central de gitarra, de aires románticos, que evoca el amor entre dos personas. Fue nominada al Oscar. La fotografía, en B/N, de fuertes contrastes y excelente claroscuro, se sirve de un buen trabajo de cámara, con planos cenitales, imágenes subjetivas, primeros planos psicológicos, travellings al hombro documentalistas, que se enmarcan en un contexto de grata sobriedad. El guión aporta unos diálogos bien construidos, un relato envolvente y personajes complejos bien definidos. Las interpretaciones son magníficas. Está considerada como una de las mejores adaptaciones al cine de una pieza teatral.
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115 de 126 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
LA NOCHE MÁS TORTUOSA EN LA HISTORIA DEL CINE
Magnífica adaptación cinematográfica de la epónima obra teatral del dramaturgo Edward Albee, llevada a cabo por el cineasta del Graduado (aún por llegar) Mike Nichols.

Ambientada con una maravillosa banda sonora a cargo de Alex North, la obra se desarrolla durante una tortuosa noche, tal vez influída por el también escaso horizonte temporal de la obra Miss Daloway de la autora Virginia Woolf.

Así la pareja protagonista (espectacular química entre Burton y Taylor, no en vano por aquella época eran pareja en la vida real, aunque por supuesto no de por sentado dicha premisa) George y Martha, regresan de madrugada a su casa provenientes de la habitual fiesta-reunión universitaria de los sábados en casa de los padres de Martha (rector de la universidad).

Nada más llegar a casa ambos inician lo que parece una suerte de "autodestructivos juegos de pareja", donde los protagonistas continuamente profieren ataques y reproches mutuos que poco a poco y a medida que avanza la trama van haciéndonos comprender de qué va la historia.

A todo ello, dos inesperados visitantes son testigos presenciales de las vituperaciones y vejaciones de la pareja de anfitriones, a la vez que progresivamente y tal vez por el efecto del alcohol (es increíble la cantidad de litros de alcohol que se destilan por las venas de los cuatro protagonistas durante todo el metraje, no parecen cansarse de empinar el codo, a la vez que ir desnudando sus miedos, ansias y deseos) van arremolinándose a sí mismo en torno al mismo marasmo de intensos sentimientos encontrados.

Al final comprendemos el por qué de muchos interrogantes como el definitivo ¿quién teme a Virginia Woolf? (recurrentemente cantado al ritmo del Money, money de Minnelli) tan temido por Martha, o el "...por favor no hables de nuestro hijo..." tan temido por George....

Al final de la tortuosa noche, todos, los cuatros protagonistas e incluso el espectador, tienen la sensación de haberse levantado con la camisa húmeda de una galopante pesadilla descubriendo al fin que todo podría haber sido diferente de no ser por ese necesario proceso de desgaste que les ha hecho ascender un grado en el escalafón de la madurez a la hora de afrontar la siempre penosa,dura y difícil etapa de desgaste en una pareja.

Para los amantes de las adaptaciones teatrales a la gran pantalla sin perder un ápice de enjundia y empaque.
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53 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
"Yo le Temo, Yo le Temo"
Debo confesar que ví la cinta debido a las maravillosas críticas que la tildaban de clásico, y que aún así la ví con mis reservas, ya que se ha tildado de clásico a tanto bodrio; pero afortunadamente para mí, y para todos quienes hayan visto esta cinta, he aquí la excepción.
"¿Quién Teme a Virginia Woolf?" es la obra maestra de Mike Nichols (que chistoso, siendo su primer película crea una de las mejores de toda la hitoria y nunca la supere), y es un profundo análisis del amor, del desamor, del desamor a través del amor, y del miedo a amar, y sobretodo, del miedo a ser feliz, aún cuando es lo que más se desea.
Elizabeth Taylor resulta magnífica en este pepel, de verdad, no existen palabras suficientes como para describir su interpretación, lo único que se puede decir es: Bravo. Sandy Dennis no podría ser más intensa y conmovedora en su retrato de una mujer que ha sido testigo, y, por lo tanto, expuesta los abusos de la vida, y a las consecuencias de estos, así como a la crueldad hacia las personas que más se ama; todo esto provocando en su personaje una evolución y una caída terrible hasta la más grotesca decadencia. Richard Burton logra transmitir esa sensación de hastío, al mismo tiempo que trnsmite un vacío emocional terrible; mientras que George Segal también brilla con un personaje que va de lo amoroso a lo aberrante en este viaje de emociones.
"¿Quién Teme a Virginia Woolf?" es más que una película, es una representación de la vida misma, de sus crueldades su crudeza, las cuales son muchas veces causadasd por nosotros mismos, por nuestras inhabilidades de ser felices ya que cuando se es infeliz toda una vida, no se conoce nada más, y todo lo nuevo, es digno de temer.
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35 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Quién teme a la vida?
Celebro haber encontrado estas dos críticas previas a la mía porque las suscribo plenamente en todos sus contenidos y porque me ahorran buena parte del trabajo que pensaba delinear. Para empezar, como bien decía la anterior, es un filme perfecto para los que gustamos de textos teatrales y que tan raramente se dejan caer en pantalla o las tantas veces incomprendidos para aquellos que prefieren otro tipo de adaptaciones.

El estilo del filme es exquisitamente realista con algunos toques Beckettianos (pese a la aparente contradicción que esta afirmación pueda suponer) ayudado perfectamente por la fotografía de Haskell Wexler, básicamente en fuertes contrastes y notoria iluminación que le propina aun si cabe mayor dramatismo a las escenas. Contribuyó en buena medida para romper ciertos tabues en el lenguaje cinematográfico del modelo Hollywoodiense que incluía la decisión de rodarlo en blanco y negro.
Todos y cada uno de los actos y frases de la obra del dramaturgo Edward Albee se encuentran practicamente a nivel de transcripción (si bien algo más simplificados intelectualmente y cambiando algunos detalles) en cada una de las escenas (tuve el capricho una de las veces de reseguir el texto en mano a la par que el filme)

La realización es impecable, con buenos momentos de cámara en mano y cantidad de primeros planos que enfatizan las emociones de sus personajes y sobre todo con una comprensión de lujo del significado del espacio escénico en el que se desarrolla la película.

Las interpretaciones alcanzan una de las cotas más altas de las que he podido ser testigo, en las que la Taylor se nota que acometió su personaje en profundidad, inteligencia y pura dedicación con una energía pocas veces vista. Creo que pocas veces se ha podido ver tan impresionante duelo interpretativo de esta pareja, Burton Taylor, que lo fué en la ficción y en la vida real, por aquel entonces, destilando potencia y rabia a ingentes dosis en contrapunto a las no menos destacables labores de sus partenaires de reparto.

Finalmente, como decía al principio, suscribo la sensación de pesadilla nocturna apuntada anteriormente, a través de uno de los juegos matrimoniales de ficción más violentos y retóricos que se hayan podido filmar.
Como dato anecdótico, solo podemos pensar en qué hubiera sucedido si el filme lo hubieran protagonizado Bette Davis y James Mason, como era el deseo en primer momento del dramaturgo Albee o la propia Katherin Hepburn, que dicen las malas (o buenas) lenguas, que insinuó rechazar el guión.
Pero la cosa acabó así: Tres oscars. A la fotografía, a la Taylor y la secundaria. Ahí es nada.
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32 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
¿Quién teme al buen cine?
Si tu respuesta es no, y aún no has visto la ópera prima de Mike Nichols, preparaté para disfrutar o sufrir con dos horas de autenticas puñaladas verbales. Con un lenguaje obsceno para la época y costumbres de la Warner Bros., y cuatro interpretaciones que te quitan el aliento “Who's afraid of Virginia Woolf?” es la adaptación teatral que Ernest Lehman escribió para que un director desconocido consiguiera por primera vez (y no sé si por última) una nominación en cada una de las categorías al Oscar que por aquel entonces había.

La relación amorosa-tormentosa que Elizabeth Taylor y Richard Burton llevaba fuera de la pantalla la trasladaron al set de rodaje de lo que fue una de sus seis colaboraciones juntos. Es a mi juicio Burton, el mejor de los cuatro. Los primeros planos de Nichols consiguen un Burton descompuesto, aniquilado por el presente y angustiado por el futuro. Sus facciones me descolocan y su dolor se me cuela hasta la médula. Maravilloso duelo durante dos horas con una impresionante Elizabeth Taylor pero que no llega a la altura interpretativa que consiguió con “La gata sobre el tejado de zinc” (Richard Brooks, 1958). La Taylor se movía bien en adaptaciones teatrales.

La película arranca con la música de Alex North que compone una banda sonora majestuosa que Mike Nichols supo aprovechar. Grandísimo inicio de un director que nos ha dado varias alegrías y que hace unos años, cuando nadie daba un duro por él, nos sedujo a todos con otra fabulosa adaptación teatral protagonizada por otro cuarteto: “Closer”. Deseando estoy de ver “La guerra de Charlie Wilson”.
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31 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
¿Quién le teme al buen Cine?
Hay historias de películas que no se olvidan y hay películas que el cine no olvida en su historia. Esta película es ambos casos.
Richard Burton y sobre todo Elizabeth Taylor se descomponen aquí de todo el glamour en que estaban envueltos desde los inicios de sus carreras y en sus películas anteriores. De hecho todos los actores de esta producción fueron nominados a los premios de la academia. Lo que se tenían Richard Burton y Elizabeth Taylor era amor tumultuoso, salvaje. Ese sentimiento no apto para temerosos que a cambio te susurra al oído que estás vivo. También puede hacer de ti un muestrario de desequilibrios psicológicos.
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22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Imitar a Nichols o a los bononos. He aquí la cuestión.
El ser humano ha sido siempre una especie animal muy brutal. No es nuevo evidentemente, pero lo que resulta más llamativo es que a partir de los años sesenta del pasado siglo, le gusta mostrar sus miserias al resto de la humanidad de forma pública.

Vídeos con ejecuciones, asesinatos, peleas, accidentes y todo tipo de salvajadas varias pueden verlo en YouTube y otras páginas similares. Digamos que esa es la adrenalina más espectacular, pero luego está el capítulo de las discusiones familiares. Dicen muchos especialistas que hablar día sí y día también en los medios de comunicación sobre la violencia doméstica, no ayuda a su disminución sino que aumenta porque la gente mimetiza lo que ve. Y es cierto.

Pero seguimos lastrados por la falsa ilusión de decisión propia creada por la democracia. Todos nosotros, unos más que otros, estamos severamente condicionados por el entorno. Por eso el grano de arena puramente provocativo y hasta demencial que inserta Mike Nichols en su primera película es digno de estudio.

Ver despedazarse a una pareja madura, faltarse al respeto, insultarse y caer muy bajo entre otras cosas resulta que lo llaman un drama humano de alto calado. Primero se vulgarizó el arte, luego los contenidos y finalmente le tocó el turno a las interrelaciones humanas.

¿Cuál es el resultado final de toda esta campaña luciferina? Pues que si se hace una película familiar con enseñanzas nobles se dice que es muy ñoña, y en cambio si se presenta un tío cortando los dedos de otro semejante es cojonuda.

Los bononos son los seres vivos que más tienen en común con el hombre, compartimos con ellos un 98,5 % de nuestros genes, son seres muy pacíficos, matriarcales y que no suelen salvo raras excepciones discutir entre ellos y mucho menos matarse. Utilizan entre otras herramientas la negociación y el sexo para apaciguar los ánimos.

Nosotros seguimos prefiriendo hacer daño, y lo que es peor, enseñar a los demás como se hace.

Por cierto, la mejor actuación de la película es de Richard Burton de largo. No ganó, claro, no estaba tan endemoniado como la otra.
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39 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Martha y George.
195/09(24/11/15) Vibrante ópera prima de Mike Nichols, hasta entonces trabajaba en el teatro, y se nota, para su debut nada mejor que apoyarse en un texto teatral, una obra del dramaturgo Edward Albee en tres actos, "Who's Afraid Of Virginia Woolf?", adaptada por Ernest Lehman (“Con la muerte en los talones”), que a través de una meliflua noche se hace una mordaz radiografía del matrimonio, se pone en el foco uno ya en la madurez al borde del abismo, cínicos, punzantes, frustrados, hirientes entre sí, frente a la bisoñez de uno joven, se hace una descarnada deconstrucción de las complejas relaciones maritales. Se desarrolla a base de un lenguaje bastante fuerte para la época, lo cual hizo tuviera grandes problemas con la censura. Fue nominada a 13 Oscars, incluyendo Película y Director, uno de los dos films nominados en todas las categorías elegibles en los Oscars (la otra es “Cimarron”), los cuatro actores fueron nominados (Richard y Liz en principal, Sandy y George en reparto), ganó cinco, fue el segundo por Elizabeth Taylor y el primero para Sandy Dennis.
El escenario principal es una casa en el campus de la Universidad de New Carthago (Nueva Inglaterra), acontece entre las dos de la mañana y el amanecer, los protagonistas son el matrimonio de mediana edad George (Richard Burton), de 46 años, es profesor de historia, y Martha (Liz Taylor), hija del decano, una pareja con una compleja relación de amor-odio. Tras una fiesta invitan a tomar una copa a su hogar a un joven matrimonio, Nick (George Segal), profesor de biología, y Honey (Sandy Dennis), derivando en una noche tormentosa emocionalmente, donde el alcohol ejercerá papel importante en la desinhibición.

Es un film de corte dramático, con un cuarteto protagónico perfectamente delineado, un furibundo y electrizante torur de forcé, donde el ganador es el espectador. Puesta en escena que se respira por su escaso elenco en teatral, pero no en su ágil puesta en escena, muy dinámica y fluida, con una narración salpicada de hoscas dosis de humor negro, ello en un desarrollo de un crescendo opresivo asfixiante, donde el ambiente se va cerrando más y más sobre el cuarteto, transmitiéndonos claustrofobia anímica, enmarcado en diálogos soeces, espinosos, cínicos, humillantes, dejando relucir las miserias y patetismos del patio trasero de los supuestos matrimonios felices (y comieron perdices), y por ende de nuestra sociedad, el patio-basurero donde recalan los miedos, frustraciones, remordimientos, anhelos, esperanzas, rabia, autoengaños, secretos, inseguridades, amargura, fragilidad, y sobre todo mucha infelicidad, convirtiéndose el relato en una sucesión constante de juegos maliciosos, perversos, en los que brotan mentiras, puyas, ataques, en el que cada uno intenta hacer más daño que el otro. Todo expuesto en un microcosmos de enorme ambigüedad, de complejas mentiras y medias verdades, donde se confunden realidad y quimeras, donde la tensión dramática se puede cortar por la densidad que llega a alcanzar, expuestas estas retorcidas relaciones a cuatro bandas con un lenguaje muy natural , cargado de lenguaje soez, provocando enfrentamientos verbales de gran fuerza y crudeza. Un lienzo despiadado sobre los traumas matrimoniales que les hace autodestruirse mutuamente, siendo unos títeres en sus perversas manos un joven matrimonio tomado como “rehén” nocturno, también nacido de mentiras y sinsabores, derivando en briosos duelos dialécticos que apenas dan descanso.

No es redonda, tiene sus taras, pues hay tramos en que se le va la mano con situaciones muy forzadas, muy exageradas y excesivas, con un dramatismo sobreexplotado, derivando en cierto grado de pérdida de credibilidad, componiendo situaciones artificiosas, perdiendo conforme avanza, en su segunda mitad sobre todo naturalidad, no se entiende que el matrimonio joven aguante esta aparatosa batalla matrimonial y no se marche, tanto quieren imprimir de tintes psicológico-freudianos que se pasan, haciéndose en algunos momentos atropellado tanto diálogo melodramático, te hace no entiendas ciertamente que se achacan uno al otro, llega a parecer que nos han hurtado de información necesaria para entender algo esta patológica relación malsana, llega a saturarte tanta vuelta de tuerca, seguramente le hubiera ido mejor un recorte de metraje para hacerla más sólida, y no cayera en algo de reiteración que hace te aleje de los personajes.

Puesta en escena bastante buena, con notable diseño de producción de Richard Sylbert (“Rosemary’s baby”, “El graduado” o “Chinatown”), rodándose en varios lugares de Massachusetts, como Cambridge, Red Basket y Smith College y en los Warner Studios (Burbank, CA), con muy realistas escenarios, esto embellecido en glorioso b/n por Haskell Wexler (“En el calor de la noche”, “Alguien voló sobre el nido del cuco”), con un contrastes de negros, blancos y grises, jugando con habilidad con los contraluces, los claroscuros, las sombras, hiper-expresivos primeros planos, cenitales, subjetivos, travellings sugestivos, con un cuidado por el detalle primoroso, sabiendo sacar de cada escena lo mejor, y de las actuaciones emociones, como experimentando con la cámara a modo de transmitir el estado lisérgico-alcohólico de los personajes, con tomas y encuadres de gran poderío dramático. A esto se suma la música de Alex North (“Vivas Zapata!”, “Spartacus” o “Cleopatra”), acentuando con bellas melodías la turbadora atmósfera, sobresaliendo el tema central a guitarra, de efluvios emotivos y románticos, acunando sin intrusismo la telaraña enfermiza de estos disfuncionales matrimonios, estuvo nominada al Oscar. (sigue en spoiler)
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15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Esperpéntica batalla matrimonial
Quiero empezar por lo que a mi me ha parecido mejor de la peícula, sobre todo la cota de intensidad (emocional e intelectual) a la que la película se eleva, ya desde los primeros diálogos, a partir de los cuales no hay tregua ya para el espectador, que asiste aturdido a esta enloquecida noche aciaga, y de la que no baja hasta que se hace de día, volviendo todo a la calma. Las pullas que se lanzan, sus bromas, los abrazos que Elizabeth Taylor implora y no recibe, los arrebatos de ira de un Richard Burton frío, cínico, amargo y frustrado, maravilloso en esta película, y en fin las continuas situciones límite, que parecen sin retorno, pero que vuelven, y que se suceden sin apenas momentos de respiro (como el del columpio, en el que Richard Burton parece abatdo y en el que parece poderse cimentar al menos un afecto sin brechas entre los dos hombres de la película).
La esperanza de vida de ella, la falta de carácter de él para afrontar la vida, las mentiras y los silencios que se crean, necesarios para mantener los vinculos, todas las vísceras malolientes de cualquier relación puestas sobre la mesa, como 40 años después hará (en mi opinión con mucha mayor maestría) en Closer.
Lo que no me ha gustado de la película es que a mi en ningún momento me resulta verosímil. El espectáculo empieza y uno no se cree nada. Aunque Nichols pretenda darle el tratamiento de un matrimonio medio americano no puedo creer en un matrimonio que oscile así entre la complicidad y el terror. Nadie puede creer que unos invitados acepten y asistan a los "juegos" de Burton con su eposa y con ellos, tan sañudos, tan gratuitamente, que ninguno de los cuatro se deje maltratar de esa manera. Puede ser que no haya sido capaz de ver a estos dos matrimonios americanos como vi a los cuatro personajes de Closer, como estereotipos. La película no se decide, me parece, entre si la actitud de los personajes es propa de un circo o es más bien la cruda y nocturna realidad de un matrimonio frustrado de mediana edad, enfrentado a las bisoñas pretensiones de un matrimonio joven, uno y otro puestos delante del espejo del tiempo, de lo que fueron a lo que serán, y al revés. Hay un abismo en la película entre el esperpento y una razón dicursva que hace que los personajes se expliquen, el mismo que existe entre ficción y realidad dentro del matrimonio, y creo que la película naufraga un poco en este abismo que separa un formato del otro, no quedándose en ninguno. Termina, apagan la luz cansados, y podría haber sido todo un mal sueño de una mala noche de septiembre, pero no, porque algo así ocurre mensualmente, porque continuamente se echan en cara llevar años los dos en ese mismo juego... la historia del matrimonio joven no me parece mucho más verosímil.
Closer es poco recomendable para parejas o matrimonios jóvenes. Esta sospecho que sería letal para parejas de casados (¿sin hijos?) de mediana edad, demasiado agria.
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22 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Sí, pero...
Puedo entender la multitud de elogios y buenas críticas que ha cosechado esta película. Es una de las mejores interpretaciones de Taylor y Burton, los diálogos son ingeniosos y la crítica es mordaz. Nichols hace un trabajo de adaptación estupendo, este film es un modelo de utilización de los recursos cinematográficos (movimientos de cámara, fotografía, iluminación), pero con una fidelidad casi reverencial al espíritu de la obra de teatro en que se inspira. Reconozco que "¿Quién teme a Virginia Woolf?" es una sacudida demoledora a las conciencias de la sociedad norteamericana provinciana de los años sesenta (y, por extensión, de nuestra civilización occidental, tan democráticamente pulcra y asépticamente feliz). Admito que la película ha provocado en mí la reacción que sin duda buscaba: opresión, incomodidad, casi repugnancia... No obstante, no puedo evitar una cierta sensación de saturación, de densidad desmedida y artificiosa. Quizá el metraje (acorde con la duración de la obra de teatro) sea excesivo, pero lo cierto es que hay momentos, sobre todo en la segunda mitad de la película, que no son del todo verosímiles. Sé que no es problema de la versión de Nichols, sino del original en que se inspira, porque ya he experimentado esta misma sensación al enfrentarme a la versión teatral. Percibo una especie de masoquismo en todos los personajes, que parecen disfrutar revolcándose entre su propia porquería, y ello no me resulta del todo creíble, sobre todo en lo que respecta al matrimonio joven. Con ello, a pesar de haberme enfrentado a esta obra en diferentes formatos y versiones, nunca he podido evitar el desengancharme en su último tramo, como si ya estuviese saturado de asco y de emociones autorreprimidas. Y, sin embargo, cuando llega el final, queda el regusto de haber visto una obra arriesgada, vital, nada autocomplaciente...
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17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Yo temo a Virginia Woolf...
Han pasado unos días desde que ví esta película, Si bien el impacto fue profundo e incurable tenía claro que debía rumiar lo que decir sobre ella.
Quién teme a Virginia Woolf? es una película en la que los golpes que se nos propinarán serán constantes y cada vez más duros. Nos hallamos ante una obra de teatro salpicada tal vez en demasía de intelectuales pretensiones cuya adaptación al cine no podría ser mejor.

NO es una película para ver con el cubo de palomitas, ni si se van a suceder interrupciones, ni si hemos tenido un día regular...

Quién teme a Virginia Woolf? es una película que requiere un esfuerzo intelectual y si lo realizamos, además requerirá de nosotros un esfuerzo espiritual.

La decadencia y degradación de un matrimonio con varias décadas a sus espaldas se mostrará sin ambages a una joven pareja durante toda una noche. Los sucesos nos aturdirán y confundirán, tendremos que renunciar a lo políticamnete correcto y a los prejuicios, pero sobre todo tendremos que enfrentarnos a la verdad. Y es que es inevitable hablar de catarsis en este film (como en toda buena obra teatral).

Cabe destacar el magistral trabajo de Elisabeth Taylor quien simplemente realiza una de las mejores interpretaciones de la historia del cine, excelentemente acompañada por Richard Burton y Sandy Dennis. Y sin duda hay que reconocer la labor de Mike Nichols quien aunque el que escribe todavía no se lo crea debutó en el cine con esta obra maestra, posiblemente no superada en toda su carrera. No se lo podemos reprochar.
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13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Lucha de Titanes
Sin ninguna duda me parece la mejor película de Mike Nichols junto a El Graduado, aunque ésta última no llegue al nivel alcanzado en la primera. Lo cierto es que teniendo como punto de partida la genial obra de teatro de Albee no es para nada extraño que el guión sea prácticamente magistral, algo que unido a la buena dirección de Nichols y a las interpretaciones de estos dos titanes que son Taylor y Burton, dan como resultado una de las mejores películas de los sesenta, y en general, de toda la historia del cine.

Los sentimientos de frustación, incapacidad, desengaño, rabia, cólera, agonía, infelicidad, pesar y sufrimiento, entre otros muchos de la misma índole, desembocan en una vida que transcurre agonizante por una senda espinosa que tiene como parada final la destrucción de estas dos personas tan espectacularmente interpretadas. La imposibilidad de la forzada vida en común entre cónyuges nunca había estado tan bien reflejada en la pantalla como en este gran film.

Elisabeth Taylor y Richard Burton están que lo bordan en la totalidad de la película, siendo muy posiblemente la mejor muestra perenne (junto a otra grande: Cleopatra) de que han sido actores insuperables que nos brindaron el gran privilegio de verlos juntos cara a cara en la gran pantalla. Su aportación es sin duda enorme, dando la impresión de que estos personajes fueron creados especialmente para su lucimiento maestro en el mundo de la interpretación.

La ironía con la que se tratan todos los oscuros pasajes del matrimonio, los pullazos dolorosos escupidos a la cara, el alcohol regando cada rincón de la casa, y el tenso ambiente de destrucción palpable en todo momento, anuncian una explosión final digna del más sonoro apocalipsis. Memorable y muy recomendable.
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12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
¿QUIEN TEME A VIRGINIA WOOLF?
El lema del autor de esta obra teatral, Edward Albee, queda bien patente en todo espectador capaz de resistir las acometidas de estas dos panteras de diferente sexo, en que se convierten, ante nuestros atónitos ojos, Richard Burton y Elizabeth Taylor. ¿Qué cuál era el lema? ¡Perdón, se me olvidaba!: "Convivir es sufrir" (y si además te aburres, ¡agárrate que vienen curvas!). Es esta, pues, una obra cargada de mala "milk", o seáse, "leche", y con más de una manía persecutoria por parte de ambos protagonistas, que, como supervivientes del naufragio matrimonial, casi tan tóxico (¡o tópico, qué más da!) como un tormento chino, dedicarán parte de su tiempo, o de sus noches, invitados incluídos, a planear su propia autodestrucción. Es una obra muy de autor, bien dirigida por Mike Nichols, de caracteres fuertes, separados y unidos por las diversas fuentes de ese dichoso "love", siempre tan maltratado y mal comprendido, y que por mor de las intrigas nocturnas a que siempre puede mover un exceso de alcohol, acaba por empozoñar la existencia del más pintado. ¡Los tacos de la obra son de órdago, así que es mucho más aconsejable escucharla en inglés y deleitarse con los subtítulos! Burton y Taylor son mastodónticos, sus interpretaciones son de chuparse los dedos. Ella ganó el Oscar, ¡él no!, pero se lo merecía con creces. George Segal y Sandy Dennis, los dos invitados, que, sin pretenderlo, se convierten en víctimas de la leonada situación que esgrimen Mr. Burton y Mrs. Taylor, salen del lío como pueden, pero con cierto tufillo a podrido también. Hay que verla con indulgencia, y como niños que no entienden a sus mayores. La música de Alex North es estupenda.
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12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Una noche inolvidable
Seré breve. Me ha dejado descompuesto. Tan, tan humana, los personajes tan llenos de vida, con sus claros y sus oscuros. Desgarradora, son dos horas de un torrente de emociones que no pueden dejar indiferente a nadie que la vea. El tema de guitarra principal va genial con el tintineo de los hielos.

Una película sobre sobre el odio y el amor. Sobre los sueños rotos.

Imprescindible para su disfrute estar tan ebrio como los protagonistas.
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11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Ellos dos y el resto
Una pareja soberbia para dar rienda suelta a todas las miserias que puedan imaginarse en las relaciones de una pareja que ha llegado hasta el limite de su relación. Un guión de altura y, sobre todo, una interpretación excelente de Elizabeth Taylor convierten a esta película en un "tour de force" que llega a la emoción y a la pesadilla. Sirve para todos aquellos que quieran ver en la contención dramática de Richard Burton y el desgarro de Elizabeth Taylor unas actuaciones fuera de serie. Eso sí, es muy teatral y,al final, se hace un poco larga, más que nada por la pesadilla que se está viendo en la pantalla, que parece no acabar nunca. Pero, de todas maneras, es interesante.
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10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
¿Quién teme a nuestro hijo?
Si bien ahora, en la época reciente, no resulte tan acojonantemente provocativa, se me antoja que el día de su estreno pudieron haber rodado cabezas. El lenguaje usado, el tema, la forma, se convierten en una espada en busca del tabú. Con ganas de degollarlo desde la primera escena; dejando claras sus intenciones.
Querían provocar, meter el dedo en la llaga, escupir a los mariditos y mujercitas perfectos, vomitar sobre América... y además, salir airosos. Lo consiguen con un amplio margen de barbaridades. Amén por los cuatro personajes principales borrachos durante toda la función.

Doy la razón a alguno de nuetros compis de filmaffinity cuando dijo, muy acertadamente, que hay que estar de humor ante Virginia. Mi humor estaba por los suelos, un dolor de cabeza inaguantable, de esos que ni el paracetamol te puede ayudar... buscaba un nuevo (e indoloro) punto de atención; y conseguí desde el principio que mi cabeza dejase de palpitar. La sofistificación adulta del guión, y su complejidad moral me alejaron de mis cuatro paredes y me colocaron frente a una ventana de la casa de Martha y George... y desde ahí, borracho, asistí al juego.
Esperando que alguno de ellos me matase.

Lo mejor: Richard Burton y Elizabeth Taylor.
Lo peor: la locura racional de sus personajes se ve eclipsada a veces por la sobreactuada e idiota loca Sandy Dennis. Y se llevó un Oscar... Y Burton perdió siete... ¿Quién teme a Virginia Woolf?
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11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Misión explosiva
¿Quien teme a Virginia Woolf? es un verdadero ejercicio de estilo narrativo y actoral condensado en dos horas de diálogos y situaciones explosivas que nos llevan al Elia Kazan más potente de los cincuenta.

Sí, sin duda alguna, esta excelente película bebe del cine americano de los cincuenta, de la narrativa del genial Tennesse Williams y del magnífico soporte que es la disección sin cortapisas de la sociedad americana. Una sociedad que, para bien o para mal, ofrece unas posibilidades a aquellos que las analizan que van más allá del mero estudio sociológico.

El sensacional escritor sueco Söderberg decía en su obra maestra Gertrud (la misma que luego llevaría a la gran pantalla el imprescindible Dreyer) "A true soul need not hide his thoughts". Pues bien, el tandem Ernets Lehman-Nichols retoman la cita para reinterpretarla de la manera más cruda posible, a saber, la oscuridad y la decadencia acaban por destruir la esencia misma del hombre.

Esencia que por alusión invade a la pareja, icono de tranquilidad americana que aquí se desmenuza con especial sangría dialéctica: frustración, dolor, perlas de la desidia (esos continuos insultos), bacanal reprimida, represión explícita. Elementos que sucumben a la realidad más obvia: no hay animal que soporte la soledad.

Esta película, obra de teatro televisada o lo que se quiera, no sería lo que es sin ese cuarteto protagonista que, en mi opinión, pocas veces ha estado tan brillante: un apoteósico Burton-Taylor que trasciende la realidad para convertirse en una de las mejores interpretaciones de pareja de todos los tiempos. A la zaga, brillantes Sandy Dennis y George Segal.

Ellas se hicieron con sendos Oscars, ellos se quedaron a las puertas.

En fin, obra maestra sin contemplaciones que permanece intocable al paso del tiempo.
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9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Pues yo sí que la temería... Están actuando o sólo pusieron la cámara y...?
Buena película -lo siento, nada de obra maestra-, con dos interpretaciones notables de los grandes Taylor y Burton. La ambientación y el blanco y negro le sientan de fábula y la dirección del exitoso después Nichols es acertada también.
Los odios in crescendo, primero tibios para pasar luego a viscerales entre la pareja protagonista tienen momentos hilarantes, otros ocurrentes y alguno de mezquindad terrible. El dúo espectador que contempla e interviene activamente en el combate también está bien.
Tomaron ideas de su propia y aireada/tormentosa relación amor odio Taylor y Burton?
A mi se me hizo pelín largo el rollete de los juegos.
Hasta pronto amigos.
PD. Ah!! me olvidaba, cómo bebían como caballos en abrevadero los tíos...
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13 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
¿Saben lo que es el divorcio?
Supongo que sí lo saben, pero lo inconcebible es que Martha y George se quieren. Se aman y se necesitan como dos bichos en simbiosis, como dos monstruos que se retroalimentan devorándose mutuamente, como enemigos que sobreviven haciéndose la guerra, como los gusanos en los cadáveres, como... Bueno, se entiende ¿no?

Me temía algo espantoso por el argumento en sí, pero al ver que andaba Mike Nichols detrás de la cámara mis esperanzas se recobraron. Lo cierto es que «¿Quién teme a Virgina Woolf?» es demasiado exagerada y esconde un secreto respecto a determinado hijo que es rizar el rizo de un modo casi estrafalario. A veces la sencillez, la contención, los silencios pueden lograr más repercusión y precisión sobre la naturaleza humana que los diálogos constantes y sesudos, los gritos y las palabrotas. ¿No hacen estos personajes mucho teatro, en el sentido figurado del término? Pues sí, lo hacen. El colmo es que la parejita joven entre en ese juego macabro y desmesurado de sus anfitriones. Es que ni borracho perdido harías lo que el rubiales y la histérica hacen. Finalmente, nos quedamos un poco hartos de tanta palabrería y, lo que es más sorprendente, nos damos cuenta de que la película, que pretende ser repulsiva, transgresora, violenta, dura, no consigue ese objetivo y pasa por nuestras cabezas sin que se asiente ni se recuerde.

Lo que sí hay que destacar es al cuarteto protagonista. Elizabeth Tylor está hecha un animal, Richar Burton es estupendo, George Segal hace de guaperas desencantado con toda naturalidad y Sandy Dennis está absolutamente genial, para mi es la mejor del reparto, a pesar de tener un personaje incomprensible.

Medio aceptable.
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13 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
¿Quién teme a Virginia Woolf? (1966) (7.9)
Película desgarradora en todo su desarrollo, por mostrarnos al ser humano desvestido de prejuicios y enseñarnos la realidad con todas sus alegrías y desgracias. El matrimonio, la ambición por obtener algo a toda costa, incluso bordeando los limites de la locura; las paradojas de la vida, en una historia de dos matrimonios unidos increíblemente por sus diferencias. Gran dirección, excelente guión, fotografía y musicalización. Las actuaciones de Elizabeth Taylor y Richard Burton realmente brillantes. Una mirada a los mas bajos instintos y pensamientos del ser humano, en una desoladora noche inmersa en los peligros del alcohol.

"Verdad e ilusión.
No sabes la diferencia.
-No, pero debemos creer que sí."
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8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
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