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131 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
Por una cucharada de borsch.
La película no es sólo un film de propaganda (como Raza por ejemplo). Busca construir un drama universal a partir de un hecho puntual, de tal manera que su mensaje va más allá del público ruso del 25 y la exaltación del fervor revolucionario y comunista (aunque fuera su objetivo). Y va más allá porque sienta las bases del lenguaje cinematográfico y del montaje.

Virtudes (técnicas por supuesto): contraste entre imágenes para provocar espanto, empleo por primera vez en la cinematografía soviética del travelling (las cámaras de la época eran enormes y muy difíciles de mover), la crispación de los puños de los marineros cerrándose, el aprovechamiento del espacio dentro del plano con una composición que queda muy natural pero “llenando” el plano de forma artificial (los maestros del cine clásico americano como Howard Hawks eran expertos y hoy parece que nadie es capaz de hacerlo igual), el carrito en la escalera, las caras, la discordancia entre el ritmo interno de la escena y el ritmo del montaje, la imagen como símbolo, intercambio de lentes en lugar cambiar de lugar la cámara, el uso del foco diferencial, la fotografía de Tissé, angulaciones para generar sensaciones, hacernos creer que el barco está en alta mar, un extraordinario manejo del ritmo con momentos de pausa y otros de crispación, expresivos primeros planos, el plano picado, el recurso de la repetición de imágenes para evocar ideas y para generar tensión en las acciones (no, no lo inventó John Woo) etc. Todo ello, es cierto, pasando olímpicamente del raccord (gente corriendo hacia lados contrarios, cubos quietos que luego se balancean...).

Defectos (para mí sin importancia, la perspectiva histórica tiene que prevalecer en estos casos): La concepción del cine como herramienta tendenciosa para manejar al público, ofrecer una selección de sucesos conmovedores pero falsos. La veracidad de la película es escasa y el argumento es propaganda de exagerado patetismo para exaltar ánimos. En bloque mantiene una estructura lógica pero introduce imágenes que buscan algo más que narrar una peripecia.

Montaje de atracciones: considera el montaje más importante que la puesta en escena o la colocación de la cámara. Trata de “asociar” los hechos de los planos mediante el montaje, esos planos cobrarán sentido todos unidos por el montaje y no por separado. Todo esto está hoy día superado (la publicidad y el cine sobre todo de acción no se entienden de otra forma), pero no olvidemos que está superado gracias a que tipos como Eisenstein lo plantearon. No se trata, por tanto, de que el montaje esté condicionado por las necesidades del relato (uniendo tomas individuales), sino de que cobre protagonismo como elemento de cohesión de partes sueltas que al unirlas consiguen un objetivo concreto. La yuxtaposición de imágenes no sirve exclusivamente para unir secuencias que tengan valor por sí mismas, sino para confrontar imágenes y provocar así sensaciones, tensión...
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213 de 241 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
No hay que pasarse.
"El acorazado Potemkin" es una buena película pero fundamentalmente por motivos técnicos.
La mayoría de las personas que vean "El acorazado" sin una mirada centrada en la técnica cinematográfica lo más seguro es que piensen que resulta aburrida porque estamos acostumbrados al montaje norteamericano, al montaje "invisible", donde la historia está por encima del montaje expresivo y en "El acorazado" es justo lo contrario, el hilo narrativo está supeditado al montaje y a la consecución de planos.

Si vemos una película norteamericana de los 30, 40...no nos fijamos en los cortes, los planos, etc...porque el director no suele querer que "estés viendo una película", quiere que la trama te absorba por completo, y la manera de hacer esto es haciendo un montaje silencioso o invisible(el típico). Si vemos las películas de la escuela rusa, Eisenstein, Pudovkin...el montaje es diametralmente opuesto y aquí sí que el montaje no es silencioso y se convierte en un elemento esencial narrativo. El montaje nos está condicionando, está siendo lo más expresivo, más que los protagonistas, porque de hecho no hay protagonista único, el protagonista es el pueblo(faltaría más...)

Montaje violento, montaje de choque, montaje expresivo...esto artísticamente es distinto a lo que estamos acostumbrados a ver en Hollywood pero por desgracia ese montaje ruso nos aleja de la película y dificulta que nos veamos inmersos en la trama, la sentimos desde fuera. Por eso digo que si una persona ve la película sin mirada crítica enfocada a la técnica narrativa dirá, y con razón, que esto es aburrido y no vale un pimiento.

Saludos.
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201 de 257 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La revuelta de 1905
Segundo largometraje de Sergei M: Eisenstein. El guión de Eisenstein, sobre argumento propio y de Nina Agadjanova-Shutko, mezcla ficción y realidad. Se rueda en exteriores de Odesa y alrededores y en estudio. Producido por Jacob Bliokh para Goskino, se estrena el 21-XII-1925 (Moscú).

La acción tiene lugar en Odesa a lo largo de una semana, en junio de 1905. A causa del trato inhumano y de una comida con parásitos, los marinos del Potemkin, que regresa de la guerra con Japón, se amotinan y se ganan la simpatía de la población de Odesa, que les envía víveres.

El film es una película muda clásica que suma los géneros de drama, historia y guerra. Mientras termina el montaje de "La huelga" (1924), Eisenstein, de 27 años, recibe el encargo oficial de rodar 8 episodios de las revueltas de 1905. El proyecto inicial se concreta en el rodaje de una de las obras más destacadas del cine.

Como las tragedias clásicas, se divide en 5 actos. Prescinde de los dramas individuales y centra la atención en los personajes colectivos: marinos, habitantes de Odesa, mandos zaristas, flota rusa, soldados cosacos. Su objetivo es exaltar los ideales de la Revolución de Octubre (1917). El trabajo del realizador acusa la influencia del teatro, la ópera y la pintura constructivista.

Eisenstein aporta al film una concepción innovadora del montaje, que confiere a la narración una gran fuerza y que influye decisivamente en el cine posterior. El film contiene 1.209 planos, una cifra muy superior a la habitual en 1925. Su juxtaposición crea secuencias que aceleran el ritmo (planos por tiempo) en los momentos culminantes; mantiene ritmos constantes y obsesivos para crear sentimientos de temor (cosacos en escalinata); ofrece ritmos cambiantes para sugerir caos y desorden (civiles en escalinata); suma varias narraciones en paralelo para ofrecer visiones del cuadro completo, etc. El montaje es una forma de estilo y, a la vez, un medio de trasmisión de ideas, sentimientos y actitudes.

Aprovecha el encuadre para orientar la expresividad de las imágenes (zaristas sin cabeza en cuadro, sombras inquietantes de cosacos...). Presenta juegos visuales (3 leones de piedra vistos sucesivamente parecen levantarse) y composiciones imaginarias (visión de marinos ahorcados en las vergas del mástil). Mezcla actores profesionales y no profesionales y rueda en exteriores. La obra ha sido fuente de numerosas citas visuales cinéfilas: "Los intocables", "Bonnie y Clyde", "Bananas", "Brazil", "El padrino", "Star Wars", "Titanic", etc.

La música, de Edmund Meisel, compuesta en 12 días, incluye reiteraciones, que en la sonorización de 1950 se obvían con fragmentos de Shostakovich y Krioukov, a cargo de una orquesta de cámara. La fotografía, de Eduard Tissé, está impregnada de sentido documentalista. Crea composiciones de magnífico dibujo, sin vacíos. Ofrece primeros planos que trasmiten emociones. Usa algunas maquetas. Film de gran fuerza, imprescindible.
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101 de 110 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Universidad del Cine
Sin duda este film hizo escuela y los motivos son muchos, a saber: El poderío visual de sus imágenes, el manejo de la luz y sombra, los primeros planos, la profundidad de campo, los travelling (en 1925), el lente captando con extraordinario poderío a las multitudes corriendo para todos lados, el volver atrás para reforzar imágenes, la violencia y el terror plasmados en la pantalla llevando al espectador en un in crescendo grado de tensión y suspenso hasta el final.
Todo lo anterior puesto al servicio del Sr. Montaje que es la estructura narrativa de la película, y aunque todos los elementos son muy meritorios, el montaje es tan brillante que literalmente hace la película con los grandes elementos asociados, lo que redunda en una perfecta expresión de técnica pura.
De esta film nace mucho de lo que vemos ahora, pasa de escuela a Universidad para un sin número de cineastas y lo más importante de géneros, al mezclar el drama, la acción, bélica, terror y suspenso.
Obra de arte
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36 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
"Los hombres y las larvas"
Muda, consigue transmitir todo lo que se propone el director: indignación por el mal trato que recibe la tripulación, emoción cuando los marineros se hacen con el acorazado, tristeza y rabia por la muerte de Vakulinchuk, horror en la escena de las escaleras de Odesa y alegría cuando ilustra utópicamente el triunfo de la revolución rusa al final de la película.

Aparte de una dirección magnífica, cuenta con un avanzado equipo técnico del momento que permitió una buena realización, en el que muchos recursos cinematográficos, como primeros planos, efectos de iluminación, posición de la cámara, etc., fueron nuevos y significaron un gran avance para la evolución del cine. La película en sí parece transmitir un mensaje claro del que ya se ha hablado mucho para bien o para mal (propagandístico), pero insisto que la forma como consigue hacerlo Eisenstein es magistral.

Aunque no tenga suficientes conocimientos históricos y cinematográficos como para contextualizarla y apreciar su técnica y significado a la perfección, pienso que es una película buena y muy importante, necesaria en la colección de cualquier cinéfilo.
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38 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Esto con el zar no pasaba (¿qué es propaganda?)
Estamos ante una obra maestra del cine de vanguardia soviético, paradigma del cine puño de Eisenstein. Prodigio de montaje y base para el lenguaje cinematográfico posterior. Quizás puede resultar aburrida la primera vez que la ves (a mí me lo pareció) al estar acostumbrado al montaje invisible institucionalizado por Hollywood, provocando que no te identifiques con el drama que la obra plantea y haciendo que la hora y poco que dura se te haga demasiado larga. Aun así contiene imágenes muy poderosas que no dejan indiferente a nadie. De todos modos no sería justo condenar a esta película por no estar acostumbrados a esta forma alternativa de hacer cine. Tampoco lo podemos hacer por el supuesto carácter propagandístico que tanta gente, quizás temerosa de que la película les despierte una pulsión comunista, ha encontrado en ella. A todos ellos les propongo revisar su concepto de propaganda que según la RAE es la ''Acción o efecto de dar a conocer algo con el fin de atraer adeptos o compradores''.

Cabría ahora preguntarse a qué fin atiende la película, ¿de qué es propaganda? A mí más bien me parece que esta obsesión por estigmatizar la película responde a una paranoia general, un prejuicio hacia todo el cine que viene de la URSS: la sombra de la caza de brujas es alargada.
Plantear por tanto El Acorazado Potemkin como un film de propaganda es partir de un planteamiento reaccionario y anticomunista y faltar a una de las obras cumbres del cine mudo pues por ejemplo nunca se habla en los mismos términos cuando se trata de otra de las cintas clave de la época: El nacimiento de una nación de Griffith. Esta película mantiene un discurso xenófobo y enaltece al Ku Kux Klan. A pesar de esto (¿o gracias a ello?) no tuvo problemas de exhibición y fue todo un éxito de crítica y público y consiguió que creciese el sentimiento racista y el KKK engrosara sus filas provocando que desde su proyección aumentaran significativamente los linchamientos públicos de gente negra. Es decir, la película cumplió con su fin ¿no es esto propaganda pura y dura?
¿Por qué entonces El Nacimiento de una nación no está estigmatizada en ese sentido? La respuesta es sencilla: viene de los Estados unidos.
Del mismo modo tampoco se suele hablar de propaganda en los western, que ayudaron a justificar la masacre india o las comedias de los años 30, brillantemente satirizadas por el genio Lubitsch, que en plena Gran Depresión vendieron a toda costa el ideal del sueño americano. Tampoco se habla de propaganda en el cine negro, en la que la mujer sólo podía ser o una sumisa esposa o una femme fatale, quintaesencia del mal por estar sexualmente liberada. Son sólo algunos ejemplos cercanos-en el tiempo-a El Acorazado Potemkin.

La cuestión es que todas las películas llevan consigo un discurso e inherente a él, de una forma más o menos evidente, una ideología y el problema es que sólo son consideradas ''de propaganda'' aquellas que vienen de la URSS o cuyos autores son sospechosos de comunismo. ¿Acaso estamos aún en la Guerra Fría o seguimos creyendo en las conspiraciones judeomasónico-comunistas de las que hablaba Franco?

Como decíamos antes el cine de Eisenstein fue definido por él mismo como ''cine puño'' (en alusión al ''cine ojo'' de Vertov), se refería a un cine que pretendía sacudir las conciencias de los espectadores. Por tanto, como toda película, tiene un objetivo. Pero, visto lo visto, me niego a calificarla de propaganda, y dando un paso más, aun a riesgo de ganarme los votos negativos de toda la parroquia de Filmaffinity, defenderé El Acorazado Potemkin como una película de ''antipropaganda'' o en términos gramcianos de contra hegemonía en tanto que golpea contra el pensamiento hegemónico capitalista difundido por la industria cultural cinematográfica estadounidense.

Y recogiendo el guante que he lanzado antes; frente a los discursos patriarcales, xenófobos y de falseamiento e idealización social que proponía Hollywood ¿qué mensaje lanzó El Acorazado Potemkin?. Parece ser que fue un mensaje peligroso pues la película fue prohibida en diversos países-capitalistas-como Suecia, España, Gran Bretaña o Francia. Este mensaje, al que parece que nos seguimos oponiendo hoy , no era otro que el de la necesidad de apoyo y solidaridad entre compañeros, un llamado a la lucha contra la opresión de los patrones, así como una denuncia contra las condiciones a las que estaban sometidos los trabajadores durante el zarismo. Condiciones probablemente demasiado parecidas a las que sufrían muchos trabajadores en los países donde la película fue prohibida, precisamente quizás, para que los espectadores de la época no tomaran como ejemplo el ''peligroso'' ejercicio de solidaridad y apoyo mutuo del marinero Vakulinchuk y sus compañeros.
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30 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Rebelión a bordo
A nadie le gusta comer carne podrida.
A nadie le gusta que lo maten de hambre, que lo traten peor que a un perro apaleado, y ver que hasta las ratas viven mejor.
Eso les ocurrió a los marineros del Potemkin. Se hartaron de ser pisoteados por unos oficiales demasiado duros, por un régimen en el que una miseria endémica llevaba cebándose desde tiempos inmemoriales en los ciudadanos de a pie, en los campesinos de la vasta e interminable Rusia, en todos los humildes trabajadores.
Aquellos marineros fueron el punto de partida de una revolución que derrocaría la peste zarista para instaurar la peste comunista. Fuera como fuese, Rusia estaba condenada al hambre y a la pobreza compartida, pero las revoluciones como las que se originaron en 1905 ofrecían algo de ilusión de cambio y de renovación. Aunque no fuese más que para salir de la boca del lobo y meterse en la del diablo.
Eisenstein eligió uno de los episodios clave de la convulsa historia de Rusia, el que fue el detonante de la caída del imperialismo y el alzamiento del comunismo, para filmar una de las películas más atrevidas de su tiempo. Atrevida en muchos rasgos. Se han vertido ríos de tinta acerca de la insólita y excelente labor de edición y montaje, que influiría posteriormente en el cine mundial. Los actores eran amateurs; nada de figuras ni estrellas de la pantalla. Multitudes heterogéneas de gente que abarrotan la escena en múltiples planos que derrochan dinamismo, con el espectador casi tocando la inquietud de la masa que se mueve en pos de un objetivo común e incendiario, que corre como la llama en una mecha. Perspectivas visuales en constante cambio, expresionismo que se sirve de la presencia viva del barco, de las olas del mar, del reflejo del sol y de la luna en las aguas, de la niebla, de los misterios de la luz, del movimiento incesante, elipsis magistrales, efectos de imagen osados, sorprendentes para su tiempo. Regueros de personas como hormigas. Una de las secuencias más recordadas y laureadas de la historia, la de las escaleras de Odessa, con esas bayonetas avanzando inexorablemente y sembrando el pánico. Gritos mudos que, por algún extraño efecto, se oyen estruendosamente en el alma, fervor de muchedumbres que se huele, disparos y cañonazos que retumban en su silencio. ¿Hace falta el sonido? Asombrosamente, no se echa mucho de menos. El realizador letón compensó brillantemente la carencia de sonido con una inundación visual insuperable.
Historia, drama social, espectáculo y genuino cine unidos en una combinación que rompió moldes.
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41 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El acorazado Potemkin (1925)
Obra de encargo realizada por Eisenstein, director soviético, uno de los cineastas que contribuyeron a la creación de las bases del lenguaje cinematográfico, principalmente por su uso innovador del proceso de montaje. En 1923 publicó 'El montaje de atracciones', su primer ensayo específico sobre dicha técnica, teoría que sigue vigente hoy en día.

En ella, Eisenstein establece de modo consistente la forma en la cual el espectador tiene que ser sometido a estímulos de acción psicológica y sensorial, con el fin de provocarle un choque emocional. 'El acorazado Potemkin' es la película donde el cineasta alcanza una conexión perfecta entre sus teorías y la materialización de éstas en el cine.

Para ello, Eisenstein innovó empleando tomas de tres segundos para acentuar el dramatismo de la acción –en el cine estadounidense de los años 20, duraban unos cinco segundos de media–. Además, usó un montaje que no tuvo en cuenta factores como la continuidad, el eje de relación o el salto progresivo entre planos.

Llena de desenfoques, claroscuros y sombras, el filme sirvió para conmemorar el vigésimo aniversario de la revuelta social de 1905 de Odesa y para exaltar los ideales de la Revolución de Octubre, pretendiendo así la legitimación ideológica del régimen comunista. Sin lugar a dudas, una de las películas más influyentes en la historia del séptimo arte.
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19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Montaje
'El acorazado Potemkin', de 1925, es tan extremadamente moderna que, irónicamente, adolece de males semejantes a los del cine actual.

Eisenstein sienta el primer precedente sobre la capacidad de expresión emocional que se puede obtener del montaje. Entendió que la presentación consecutiva de imágenes precisa una medición, un tiempo de exposición concreto, una coherencia interna; un ritmo. Dos imágenes, tres, cuatro, cinco... todas enlazadas de la forma adecuada consiguen que la inmersión se dispare. Enlazadas con atonía, pueden ocasionar que la atención se diluya.

¿Eisenstein un personaje advenedizo? Puede ser. ¿Apología soviética en 'El acorazado Potemkin'? Sí. Pero, ¡para apología, la que el director hace sobre su hallazgo técnico!

Me explico con un ejemplo. 'Un domingo cualquiera', de Oliver Stone, ejemplo de producción contemporánea, es decir, videoclipera y espídica, posee alrededor de 3500 planos en su montaje final. 'El acorazado Potemkin' rodada casi 80 años antes, alberga unos 1300. Eso sí, dura la mitad. Y está realizada en la época de Murnau, Wiene y Chaplin. Reeditada, insertando en ella diálogos y color, podría pasar por una producción de nuevo cuño. Su montaje, amparado en la virtud de lo nuevo, en ocasiones lo siento sobrecargado.

Cuestión de entusiasmo, quizás de redundancia explicativa; el resultado es tan visionario como saturado. Y la saturación, aturde.

El recreo conceptual no impide que las imágenes que enlaza Eisenstein superen en intensidad, corazón y significado a la mayor parte del último cine. La archifamosa escena que acontece en la escalinata de Odesa es uno de los momentos de mayor potencia visual que yo haya podido disfrutar delante de una pantalla, utilizando únicamente un elemento puramente cinematográfico, como es el orden y duración de los planos.

Eisenstein mueve los fotogramas como un trilero; vemos su realización, y le vemos a él, orgulloso de su logro estético. 'El acorazado Potemkin' es excelente cine; y el autor no se corta en incidir en ello.

Gracias.
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17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Grande como un acorazado
La maravilla del montaje... De Eisenstein nació el concepto de cine, de la importancia del montaje, base del cine. Con él nació el cine moderno, con películas como El Acorazado Potemkin.
Es sorprendente cómo una película con más de ochenta años a sus espaldas nos sigue cautivando y emocionando. Su inusual vigor y fuerza aún nos mantienen pegados a la pantalla. Su expresionismo feroz, que alcanza su más terrible dramatismo en la escena de la escalera, es una maravilla del séptimo arte.
Los orígenes del cine son estos. Da igual que sea cine de propaganda; es más que eso. A partir de aquí han nacido bodrios y maravillas. Pero nadie puede negar que Eisenstein es el principio de todo.
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23 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El "Potemkin" o la excusa del montaje.
En 1945 se publica un maravilloso libro de filosofía -y algo más- que se titula “El reino de la cantidad y los signos de los tiempos” de René Guenón. En ese libro el maestro Guenon nos dice lo que desgraciadamente se ha confirmado que lo cuantitativo se ha impuesto a lo cualitativo.

Esa es la historia del siglo XX en cuanto a movimientos político-sociales, en especial al comunismo y al fascismo, y a sus manifestaciones artísticas en general. La venerada “El acorazado Potemkin” con sus 1290 planos en total y escenas como la escalinata con 170 planos suponen entrar de lleno en ese paradigma.

Pero es que ya no es un asunto meramente técnico, sino narrativo y lo que es peor ideológico.

En 1922, el mayor asesino en serie de todos los tiempos, Josef Stalin fue nombrado Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de todas las Rusias y comienza el Terror con mayúsculas más impresionante que ha conocido el ser humano.
Cuando se estrena el “Potemkin”, Lenin ya había muerto un año antes y los Gulag están funcionando a pleno rendimiento. La película es una apología del odio, hablar mal de los sacerdotes, del cristianismo, de los judíos, de la nobleza, de los oficiales del ejército... y presentar como seres benefactores y fuerza redentora a los marineros, obreros, campesinos...es de una perversión zoroastriana patética.

Y esto sólo lo podía hacer un personaje sin escrúpulos como Serguéi Eisenstein, que nunca dudó en hacer lo que fuera para estar cerca del poder.

Conozco a muchos letones que se avergüenzan de Eisenstein igual que muchos vascos lo hacen con el creador del Talgo. Y es que Eisenstein no duda en criticar a los judíos cuando el mismo lo era, o tampoco le tiembla la mano en suprimir todo los metros de cinta donde aparece Trotsky en la película “Octubre” porque ya no es políticamente correcto. Es más, no tengo la más mínima duda que si en Estados Unidos le hubieran dado bola –cosa que intentó- hubiera acabado haciendo una película bélica con Errol Flynn bombardeando a japoneses, alemanes o rusos. Que importa la ética cuando se cree uno un genio.

Pero como dice el refrán “Cría cuervos...”, Stalin nunca confió en los pelotas, porque sabía que su apoyo era ficticio y que con una mejor oferta cambiarían de chaqueta rápidamente. El viaje por Norteamérica de Eisenstein acabó con él ya que siempre sería ya sospechoso para el monstruo georgiano.

Lo del mérito del montaje del “Potemkin” siempre me ha parecido una excusa, mejor dicho un eufemismo, de una gran cantidad de críticos y personajes de este mundillo que siendo rojos no se atreven a decirlo públicamente y les pone el mensaje de la película. Ya se sabe eso de que el protagonista sea la masa, el pueblo, es algo que provoca orgasmos a mucha gente. Que el argumento sea el conflicto de clases y que encima las individualidades queden postergadas al grupo ya es como la repanocha.
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54 de 96 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La chispa
No me tiemblan los dedos al escribir que "El acorazado Potemkin" es una de las películas más bellas de toda la historia del cine.

El montaje juega con la propia percepción visual, con lo que Eisenstein entendió como el lenguaje de la tercera imagen. Una imagen que surge en la mente del espectador cuando este ve otras dos dispares entre sí e, inconscientemente, trata de completar este tramo con su imaginación. Es por ello que asistimos a una lluvia de planos fijos que dan vueltas entorno a un mismo mensaje, el que nos invita a ponernos la gorra de marinero, remangarnos la camisa y ascender a la cubierta del Potemkin para participar en todos los acontecimientos que se narran. "El acorazado Potemkin" es pues una pieza única a la hora de dar caza a lo que ya desde tiempos de los Lumiere ha sido El Dorado del cine: Hacer que el espectador se sumerja en la cinta desde el primer minuto, que participe en ella. Dicho esto, el afamado montaje es a su vez una obra de gran sensibilidad artística, en el que nada queda al aire, en el que todos los personajes aparecen y desaparecen durante las revueltas como en una coreografía que no deja ni un segundo de descanso.

El Potemkin no solo estará "a la vanguardia de la revolución", si no también a la vanguardia del cine. Eisenstein nos lo demuestra con originales travelings, picados y contrapicados, todos de enorme virtuosismo, que convergen en la que es una de esas grandes escenas de la historia del cine: La escalera de Odesa. Y no solo todo lo que tiene que ver con el cochecito del bebé, también la figura de la madre, el pueblo, los cosacos y todas las desgracias que se suceden. El montaje en este momento es crucial, y la forma en lo que lo resuelve Eisenstein merece una corona de laurel.

La BSO es otra de sus bazas. De carácter, por supuesto, ruso; orquestal y con gran peso de la percusión, las piezas animan a los insurrectos a participar en todas las revueltas, a combatir y a defender sus ideales. A mi gusto destacar los minutos en los que las piezas de Dimitri Shostakovich dominan el ambiente.

Hasta aquí decir que de "El acorazado Potemkin" se puede decir eso tan cacareado de: "es una obra maestra". En este caso no hay nada de baladí en tal sentencia, sin duda, el acorazado, lo es.

¿Que añadir en su contra? Si algo he de decir es quizá que el acontecer de los sucesos es exagerado, en parte, por la condición política de la cinta. Los habitantes de Odesa pasan de la calma más parsimoniosa al grito de "¡muerte a la autocracia!", sin duda, cosa curiosa. No creo que todo el tema del carácter político del "Acorazado" sea algo del todo criticable. El arte es producto de una idea, esta es expresada de tal forma que los sentidos la perciban. No se puede culpar el carácter político de una obra, ello sería atentar contra los pilares del arte, con su carácter historiográfico.
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12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Cien películas elegidas por otros (6): El Acorazado Potemkin
Combinando las listas de las películas más importantes de la Historia según los más expertos, he obtenido una lista de listas con 100 títulos. Ordenadas por año, dejo aquí mi breve comentario completamente subjetivo que irá siempre en spoiler. He dividido las cien elegidas en cinco grandes grupos, de una a cinco estrellas, siendo cinco el máximo, que corresponde a las más citadas.


Película: El Acorazado Potemkin (1925)

Grupo: (* * *)
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24 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Mi vida ya no es igual
Tenía ya barba poblada cuando en 1989 se le ocurrió a Juan Carlos, un amigo de la Universidad, llevarme cual nene chico al cine a ver una obra clásica de esas que hacen historia. En fin, como de siempre me gustó el séptimo arte no puse muchas pegas y me dispuse a ver una de mis primeras pelis mudas, serias y encima rusa. No me las prometía muy felices.
Cuando encendieron las luces tras la proyección ya nada fue igual; a la misma vez que la sala, se iluminó mi mente dejándome tonto de por vida ante lo que acababa de descubrir: prácticamente todo el cine que había visto hasta ese día era una basura y ya se había inventado en 1925.

Evidentemente, quien prefiera la Historia que pase de esta peli y de Eisenstein en general, pero el arte es algo más que lo que puede o no ser cierto, el paradigma es el genial D. W. Griffith con su magistral y odiosa "El nacimiento de una nación".

Gracias, maestro ruso, porque a partir de 1989 disfruto más con el King-Kong de cartón piedra del 33 que con el pluscuamperfecto y digital de Peter Jackson.
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18 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Una escena que merece el aprobado.
Menos mal que tenemos la suerte de no haber sufrido la época del cine mudo, porque si bien la historia puede resultar interesante (como en este caso), la falta de subtítulos, en multitud de ocasiones, no te permite seguir la trama ni el desarrollo de lo que el director nos quiere transmitir. Y si además las interpretaciones resultan bastante mejorables....

No voy a restar caprichosamente méritos a la película, pero si algunos la aclaman como la película pionera en el montaje y no dan más argumentos para defender su supuesta excelencia cinematográfica, mal vamos, pues son muy pobres argumentos.

De todas formas, me quito el sombrero ante la escena de la matanza de la población de Odessa perpetrada por los cosacos. Por si sola eleva la nota media del film y no resulta en absoluto pasada de moda, es realmente muy dura y realista. Y eso es un mérito innegable del director teniendo en cuenta los años que han pasado desde el rodaje.


Lo mejor: la fotografía y la mencionada escena.

Lo peor: la repetitiva banda sonora, los ridículos subtítulos en español, cierto aire de documental cutre y excesiva propaganda partidista en el mensaje de Eisenstein.
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40 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Magnífica película
Quisiera destacar la versión de 1976, que utiliza como banda sonora fragmentos de diferentes sinfonías de Dmitri Shostakovich (este compositor estaba amenazado por el régimen soviético). Los extractos estan bien escogidos, y le dan a la película un carácter más profundo.
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16 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Un film "comunista"
Hace más de 80 años que esta película apareció por primera vez, y sin embargo aún hoy, hay pocos cinéfilos que se precien que no sean capaces de reconocer la película a la primera. ¿Porqué?

Explicarlo en unas pocas líneas es bastante complicado, ya que detrás este film, dirigido por Sergei M. Eisenstein hay un extraordinario y estudiado trabajo acerca de la puesta en escena, y sobretodo el montaje. A estas alturas todo el mundo está de acuerdo que el film es sobretodo un vehículo de propaganda para justificar la revolución rusa, contando un hecho real, acaecido en 1905, sobre cómo el regimen zarista acalló una revuelta popular.

Eisenstein subraya la crueldad de los oficiales zaristas del acorazado los cuales se ensañan con los tripulantes, que representan el pueblo llano. Es evidente que hay maniqueismo, exacerbado y manipulado en la tabla de montaje.

De alguna manera, Eisenstein justifica la insurrección como algo inevitable, y para el recuerdo quedan las famosas escenas de las escaleras, todavía hoy consideradas como un prodigio del montaje.

Sin duda, el principal acierto de este film coral, en el que el protagonista es el pueblo llano, sin que destaque ningún actor por encima de otro, se encuentra en la mesa de montaje. Con un estilo semi-documental, y cediendo el protagonismo a los más humildes, frente a una masa cruel que son los que interpretan a los partidarios de los zaristas, que son esbozados levemente en toda su maldad.

Tal vez, para lo que estamos acostumbrados hoy dia, el film sea un tanto simplista, aunque técnicamente todavía tiene mucho que decir. Sin duda Eisenstein abrió el camino hacia el cine moderno, demostrando cómo se puede manipular una película para obtener el enfoque deseado. Sin duda los grandes cineastas posteriores tomaron buena nota de las enseñanzas de Eisenstein. Y todo ello a pesar de su mensaje claramente propagandístico.
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11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Una clase magistral
Un día mi profesor de Historia Contemporánea tenía que explicarnos la Revolución Rusa. Y en vez de leernos datos, cifras y estadísticas, o de empaparnos en manifiestos ideológicos o meternos en la biblioteca para que recorriéramos la dura estepa siberiana, nos proyectó en clase la escena de las escaleras de Odessa de la peli EL ACORAZADO POTEMKIN. Yo, que siempre he mordisqueado los bolis, me comí medio capuchón de mi bic... Tal vez pensaba que una imagen vale más que mil palabras. Se equivocó: vimos los pocos minutos que dura la escena, y nos tiramos una hora como locos, quitándonos la palabra de la boca unos a otros. El profe solo intervenía para resolvernos dudas o plantearnos más. Y para sonreír. Había conseguido interesarnos (¡y cómo!) en un tema que prometía ser un rollo macabeo. Él nos había advertido que era una peli propagandística y que iba a intentar llevarnos al huerto (o al puerto) y hacer que viéramos y que sintiéramos lo que él quería que viéramos y sintiéramos. Lo consiguió. Nos pareció emocionante, espeluznante, terrible y sobrecogedora. Nos impresionó ver toda esa gente aterrorizada, corriendo loca de miedo, mientras los soldados los masacraban. Una multitud de seres frágiles, desconcertados, y se diría que inocentes, aplastados por una fuerza que no se detenía ni ante bebés, niños, mujeres o ancianos... Verlos a mogollón era terrible, pero, uno a uno, como esa mujer que le aplastan al niño, la madre joven, el carrito del bebé desbocado por las escaleras, la anciana que le pegan el tiro... Hay muchas formas de explicar las cosas, unas son claras, otras confusas, algunas tendenciosas y otras geniales. Como la de Eisenstein en esa peli. En diez minutos había contado las 20.000 historias que quería contar, y las habías entendido y, además, habías visto lo que él había querido que vieras. Ni más ni menos. Dicen que se encargó para contar al mundo los prolegómenos de la Revolución de Octubre. Desde luego esa escena era más convincente que miles de discursos. Es verdad: una imagen vale más que mil palabras, igual que un sentimiento vale más que mil teorías.

Y como amante del cine, también me pareció espectacular. Yo no entiendo nada de planos o contraplanos, pero sin ver, casi, ni una gota de sangre, sabes que hay cientos de personas que van a ser aplastadas y destruidas en unas escaleras interminables donde hay un puro terror histérico colectivo y unas botas fuertes, organizadas y disciplinadas, bajando, bajando, bajando... Y la música al mismo ritmo... Al encuentro unos de otros. Y todo lo que va a pasar es malo. Y no te gustaría estar ahí, pero el jodido director te ha metido y no puedes salir hasta que el no quiera... Uf!, aunque sea para sufrir, el cine es auténticamente un arte.

Ah! el trabajo que hicimos sobre la Revolución Rusa fue, unánimemente, el que mejor nos salió del curso. Sobresaliente general para todo el comité, perdón, para toda la clase...
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11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La escalera de Odesa
Hace unos días se recordó en México un suceso escalofriante… la masacre de una multitud en la explanada de Tlatelolco. A manos del ejército.
Viendo la impactante masacre que aparece en las escaleras ensangrentadas de Odesa, Ucrania, dentro del filme “El acorazado Potemkin” nos sentimos consternados e indignados ante tanta barbarie. No es la primera ni será la última. En México en el mes de un negro octubre cayeron varias personas bajo la ráfaga de comandos y francotiradores, del estado mayor presidencial así como soldados del ejército. Señoras, niños, bebés y ancianos también cayeron ante las balas que perseguían a los jóvenes. Muchos compatriotas perdieron a sus familiares ese 2 de octubre en la plaza de las tres culturas. Así que nos remitimos a las escaleras de Odesa, parece que el cine de Eiseistein fue profético en recrear los terroríficos hechos de un mundo cambiante. De pueblos reprimidos por las armas.
El legado de Eiseisten refresca la memoria de los pueblos y esta presente en homenajes y tributos rendidos en recreación del camino del angelito en una carriola bajando las escaleras dramáticamente, mientras las balas ladran y los cuerpos caen. Como en la película de “Los Intocables” donde el héroe es Kevin Costner.
Eiseistein no revolucionó al mundo. Solo fue un ruso negro, un ruso blanco que sembró la semilla en campos cinéfilos, para que posteriores cineastas cultivaran un cine que recreara sucesos violentos y otras veces sucesos bellos y plásticos de los pueblos cultos y religiosos que estaban en ebullición, dentro de épocas de revolución o autoritarismos. Algunas veces escondidos tras el fantasma del comunismo, otras tras las ideas anarquistas de caudillos trágicos.
La memoria sepultada de estos pueblos dolidos, resurge de ultratumba a cada instante ante el legado de un acorazado llamado Sergei M. Eiseinstein.
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10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Breve reseña: El acorazado Potemkin.
Una sublime lección de historia de la mano de Sergei M. Eisenstein, figura clave en el cine propagandístico comunista de los años 20, que configura una innovación formal respecto al montaje de planos, donde, parafraseando al autor, reside la verdadera fuerza creadora del cine, y de donde se obtiene la tensión dramática. Esto sustentó un nuevo aporte para la narración visual cinematográfica tras el trabajo de Griffith; se experimentó inclinando las cámaras, dándole nuevos enfoques a los planos…

Revolucionaria en cuanto a técnica, ‘El acorazado Potemkin’ refleja el espíritu de la fallida revolución rusa de 1905. Nos narra la sublevación producida dentro de la citada nave, que desembocará en un levantamiento contra la tiranía zarista, siguiendo una premisa de coralidad comunista; el protagonismo se le concede al pueblo alzado en armas contra la opresión.

El filme se divide en varios actos, o partes, dentro y fuera del propio barco; imposible no nombrar la mil veces imitada escena de la escalera de Odesa; la brutal matanza de inocentes por parte de los cosacos y el coche del bebé cayendo por las escaleras; secuencia de la que buena cuenta daría Brian de Palma en sus ‘Intocables’.

Así pues, ‘El acorazado Potemkin’ se presenta como una obra indispensable para comprender la evolución del cine y la propia historia, así como un instrumento que con cierta manipulación propagandística, enaltece la lucha de las causas colectivas en un reflejo del ideal comunista.
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