31 Críticas de los usuarios

Decidido: la obra más importante y perfecta del irrepetible Mario Bava sigue siendo este primerizo y genial ejercicio de estilo que, hurgando en unas formas de terror clásico, saca algo inédito que es en realidad puro arte decadente de raigambre eminentemente gótica y europea. Una gozada que hipnotiza ya desde su mítico prólogo, con esa negra ceremonia medieval y esa inolvidable máscara de clavos. Desde aquí, todo cuesta arriba: castillos inmensos, pasadizos secretos, carromatos avanzando entre la niebla a cámara lenta, muertos sin descanso, maldiciones, multitudes enfurecidas, criptas, bellas y pálidas princesas, almas condenadas a la hoguera...

Lo de Bava es de antología porque demuestra un conocimiento en el arte de la puesta en escena que deslumbra por su precisión e imaginación, por su acertado diseño de producción y su vasta cultura en materia de brujería y en el manejo de los resortes más llamativos del género (brillantes secundarios, cautivadora fotografía, inventiva en sus acometidas terroríficas, etc.). Bava cita a los clásicos (bien aprendidas las lecciones de Tourneur y Freda) para formularse a sí mismo. ¿Consecuencia?: nació un film rebosante de un talento tan excepcional y caprichoso que todas las miradas fueron a parar a él, a ese desconocido director de fotografía italiano que encabezaría el resurgir del género en su país (y en toda Europa). Cine inmenso y acojonante, en definitiva.

Lo mejor: un estilazo impropio de un debutante.
Lo peor: nada.

Ante una introducción magnífica, soberbia, que estremece y llama al escalofrío son muy buenas las expectativas que nos podemos crear. Pero a medida que avanza el metraje el esquemático argumento hace que la historia decaiga en demasía y se quede en lo que pudo ser y no fue. Lo más notable de la cinta es la excelente ambientación, de las mejores que he visto en películas de este género, y más aún teniendo en cuenta el año en el que se rodó (1960), por eso insisto en que es una lástima que el argumento no hubiera estado un poco más elaborado, porque con poco más estaríamos sin duda ante una película mucho mejor.

Una cinta de terror sobrenatural sobre maldiciones y brujerías magníficamente ambientada desde su estética lóbrega y tenebrosa, que posee una férrea y sugestiva puesta en escena y que se beneficia mucho de los ambientes góticos y medievales donde se desarrolla el relato.

La historia es convencional pero efectiva, una narración sobre demoníacos brujos vengativos que vuelven a la vida para posesionar almas de gente viva y cobrarse revancha por haber sido asesinados en el pasado.

Un relato oscuro, inquietante en su atmósfera donde la negrura de las tinieblas se hace presente en todo el relato.
Hay una excelente aclimatación gracias a escenarios muy sugestivos y efectos lumínicos que coadyuvan para lograr tensión y sobresalto.

No es menor todo el tema del vestuario y el maquillaje para dar vida a lo misterioso y paranormal, como así también es meritorio el crispante acompañamiento musical.

Un relato inquietante que despliega una tenue dosis de romanticismo que sobrevive en frías y tétricas circunstancias donde el odio y la cruel venganza se apoderan de la pantalla.

La historia sin ser nada excepcional, tiene su atractivo desde la intriga y desde lo sombrío de su carácter. Pero lo mejor del filme viene de la mano de la gótica estética que envuelve cada escena, que nos transporta a unas locaciones místicas donde lo mórbido y maléfico acecha a quienes inocentemente deambulan desprevenidos en terrenos malditos.

“El Viyi”, un cuento del escritor ruso Nikolaej Gogol (1809-1952) le sirvió al italiano Mario Bava para que emprendiera la tarea de realizar una de las piezas góticas cinematográficas, de un romanticismo siniestro, más logradas del cine de terror de los sesenta, con un público acostumbrado a dejarse llevar por las producciones de la Hammer o las películas de série B de Roger Corman, la mayoría adaptaciones literarias de Edgar Allan Poe surtidas de violentos colores para resaltar los efectos especiales muy restringidos en cintas de esas características.

Pero a Bava le fue suficiente emplear la excelente fotografía en blanco y negro (el contraste de luces y sombras, amenizados con una excelente música a piano, ofrecen un aspecto más lúgubre en los tenebrosos escenarios en que se desarrolla la acción) para poder entrar en los más mínimos detalles (atisbos al gore cuando la tumba de la bruja es profanada por accidente, por ejemplo) o en las secuencias de la tormenta, la niebla; fenómenos de la naturaleza decisivos para invocar de nuevo al Mal y desenmarañar la maldición que transcurre a lo largo de su argumento.

“La Máscara del Demonio” (con la absurda traducción anglosajona de “Black Sunday”, es decir, Domingo Negro) nos lleva al siglo XVII dónde dos príncipes prometidos (Barbara Steele y Arturo Dominici) son procesados por herejía por la Inquisición. Antes de morir se les inserta la Máscara del Demonio. Dos siglos después, la maldición de los antepasados prevalece en la familia Vajda; el padre (Ivo Garrani) y los dos hijos, Katia y Constantine (Barbara Steele y Enrico Olivieri). La cripta, en ruinas, será el punto de parada de dos viajeros (John Richardson y Andrea Checci) atraídos por la curiosidad, desaten de nuevo las fuerzas malignas y resuciten de nuevo a la bruja Asa y su prometido Javutich para saciar así su venganza.

El primer largometraje que realizó enteramente Mario Bava, (trabajó al lado de Ricardo Fredda en “Caltiki, il Monstro Inmortale”, producción de 1959) ya le encumbró como el maestro del horror gótico italiano y que perduraría décadas más tarde resurgiendo nombres tan destacados como Lucio Fulci (Una Largartija con Piel de Mujer), Antonio Margheriti (Danza Macabra), Sergio Martino (La Cola del Escorpión), Darío Argento (El Pájaro de las Plumas de Cristal), o el mismo hijo de Mario, Lamberto (Demons), más radical que su progenitor que a finales de los ochenta rendiría un homenaje moderno en formato remake televisivo de éste inmortal clásico, contando con la modelo berlusconiana Deborah Caprioglio (conocida por su intervención en “Los Burdeles de Paprika” de Tinto Brass).

145/14(14/06/08) Interesante cinta de terror, con un aire muy decadente y por momentos demasiado inocente. En un ambiente gótico, con todos los tópicos del género de época, pasadizos secretos, maldiciones familiares y muertes repentinas, vampiros que se levantan de sus tumbas para atacar a los vivos. Comienza con una ejecución terrorífica, en la que clavan una máscara con clavos interiores en el rostro de una bruja, bruja que echa una maldición. Recomendada para amantes del terror inocente. Fuerza y honor!!!

La película cumplió de sobra las expectativas respecto a la atmósfera, representación, música y detalles.
Pero tiene un problema de argumento, demasiado tosco para mi gusto personal, y como es una parte muy importante para analizar una película pues le he bajado la nota bastante, aún así es una película cuya ambientación lúgubre y tenebrosa consigue emocionarme de sobremanera. También es de sobresaliente la actuación de la actriz que representa a la bruja, un 10 para ella.
Por culpa del argumento no pasa del 6/10

Una bruja condenada a muerte dos siglos atrás junto a su amante, vuelve a la vida para vengarse de los descendientes de sus verdugos.

El primer film acreditado de Mario Bava y todo un hito del cine fantástico italiano, por su gran sentido del terror gótico y el impresionante debut de su protagonista, Barbara Steele en un doble papel macabro/fascinador, instituida a partir de aquí como la reina del subgénero. Una obra maestra, procedente de un relato de Nikolái Gógol.



"¡Desde las tinieblas yo volveré para atormentaros y aniquilaros a todos!"

Está claro nada más ver la primera secuencia de La Maschera del demonio (La máscara del demonio) que bebe gustosamente de la literatura considerada como gótica e iniciada a lo largo del siglo XIX. Y desde luego, hay en sus fotogramas un evidente homenaje (no diremos plagio porque no sería en absoluto justo con la película de Bava) a la novela de Bram Stoker, la célebre Drácula, que por otra parte, tantas adaptaciones ha traído al cine. Y es que en la máscara del demonio sale a la luz el tema vampírico, pero además encontramos otros paralelismos. La ambientación entre novela y película es bastante similar, no sólo por la etapa cronológica en la que se inscriben los hechos, sino especialmente por el lugar donde transcurre la película. El pueblo alejado de la mano de Dios en el que habitaba el conde Drácula es casi el mismo que encontramos en La máscara del demonio. El miedo de los campesinos ante su mítico conde se transfigura en la película en el carretero que lleva a nuestros protagonistas, advirtiéndoles que no es aconsejable pasar por el atajo por el que pretenden, pues existe una leyenda negra. Sí en Drácula nos encontrábamos con la impotente presencia del castillo donde habitaba el mal, en La máscara del demonio nos encontramos con una mansión familiar ciertamente parecida. En dicha mansión, además de una ambientación muy propia de la imaginación gótica, nos encontramos con elementos muy singulares como los retratos de la familia (indispensable en una película de estas características) y pasadizos que ocultan tenebrosos secretos. En realidad, la película de Bava está basada en un relato de Gógol, escritor ruso del que volvería a retomar una obra en otra película célebre, I tre volti della paura (Las tres caras del miedo, 1963)

No es realmente en el argumento donde encontramos lo mejor de la película. Resumiendo, nos encontramos ante una película clásica de terror, donde una leyenda contada en el prólogo nos advierte de una maldición que al cabo de dos siglos puede acabar destrozando a la familia heredera de los sucesos que tienen lugar. Los pactos con el diablo, fantasmas y brujerías son el pan cotidiano del relato, que no se esfuerza en las líneas generales por diferenciarse de cualquier otra película de terror coetánea (recordemos que mientras Bava dirige esta película en el mismo año Hitchcock hace la rompedora Psicosis).

Si es cierto que hay detalles muy jugosos y que rompen con por ejemplo, el Drácula clásico de Bela Lugosi (por poner un ejemplo después de haber comparado la obra literaria con la película). En La máscara del demonio, los elementos góticos se llevan al extremo de las posibilidades, para el año que corría cuando se dirigió la película. En el solemne prólogo en el que se condena y sacrifica a las brujas se puede observar claramente, con el gesto sanguinolento de la máscara que le colocan a la enviada del diablo. La máscara (que por cierto, no tiene ningún tipo de parecido con alguna real de la época, parece más bien un anacronismo) está absolutamente recubierta de púas metálicas, y Bava, emplazándose a la tradición de la tortura medieval nos enseña el trágico destino de la víctima. Pero el italiano no omite ningún plano. Difícilmente esto habría ocurrido en el cine clásico de Hollywood. Primero nos muestra un plano detalle de la máscara por fuera, y después, demostrando el interés por el sadismo, un plano detalle de la máscara por dentro, con sus peligrosas púas. Podría parecer algo simplemente atrevido hasta ahí, pero es que Bava llega incluso un paso más adelante, mostrándonos la ejecución de la bruja. Sin duda la máscara del demonio abre una puerta que el propio Mario Bava acabaría atravesando en no muchos años. Otro detalle ciertamente interesante y diferencial es la sexualidad torcida de la película. En ciertos momentos de la película, se nos enseña el cadáver de la bruja difunta, interpretada por la bella Barbara Steele que aún teniendo el cuerpo destrozado ante el evidente paso del tiempo, se insinúa explícitamente a los protagonistas. Hay una doble visión acerca de esta belleza lasciva, pues Steele interpreta a la vez dos papeles, el de bruja maligna y el de heredera inocente. Las dos caras de la moneda forman uno de los temas principales del film.

Pero sin duda, la película pasará a la historia por la magnífica (por momentos) fotografía en blanco y negro, que realiza el mismo director, Mario Bava. La película explota su temática sádica y tenebrista con unos claroscuros muy expresivos que son visibles en gran parte de la película. Cuanta más intensidad dramática nos encontramos en escena, más fuerte es el claroscuro que realiza Bava. De hecho, la película resulta inimaginable de haberse hecho en color. El Blanco y negro es el recurso perfecto que emplea el director italiano para conferir a sus imágenes un tono sobrenatural que casa perfectamente con lo que se está contando. Si hay que poner algún pero es a la inutilidad de Bava en los momentos más pausados del film, con un tratamiento poco naturalista que llega incluso a doler a los ojos, de la gran cantidad de luz empleada en la secuencias que suceden de día.

http://neokunst.wordpress.com/2014/04/18/mario-bava-la-mascara-del-demonio/

"La máscara del demonio" es eso: UNA OBRA MAESTRA. Ver sus decorados asfixiantes, su fotografía, su vestuario, sus actuaciones, sus escenas enormemente grotescas, su ambientación fantasmal y pesadillesca, su dirección ágil, su banda sonora,... es uno de esos filmes tan extrañamente atractivos y envolventes que solo puedes quitarte el sombrero ante su gran maestría. Toda una lección de arte y ensayo y una excelente labor del irrepetible Mario Bava (creador del giallo), me pregunto por qué tan injustamente no se ha tenido en cuenta ninguno de sus trabajos para los Oscars, porque realmente merecérselos se lo merecían (aunque claro estaban los petardos de Bergman y Fellini comiendo terreno todo el día con sus truños neorrealistas y filosóficos). El gran descubrimiento del film fue además la perversa, hipnótica y magistral Barbara Steele, la primera estrella femenina en concreto del género de terror, con una interpretación excepcional (un doble papel irrepetible), bella, malévola, sensual... FANTÁSTICA. "La máscara del demonio" es una joya del cine, una gran obra del género y un film sórdido y espectacular a partes iguales...

Soy cinéfilo, un apasionado del Fantástico y escritor de novelas, las cuales muestran una cierta influencia cinematográfica. Filmaffinitty es un punto de referencia para todo aficionado al cine, que desea saber si una película merece o no la pena, a pesar de que opiniones las hay como estrellas en el firmamento. De buena a mala, o simplemente pasable, la película que nos ocupa merece el calificativo de: PASABLE.
Otro de los mitos del género a rebajar en su calificación original. El filme es una sucesión de fotogramas góticos, a cual más evocador -solo hace falta pausar los planos-; pero ello no es bastante para lo que nos ocupa. Es un cine de terror pasado de moda. Los decorados y el atrezzo son cuidados; sin embargo las actuaciones son planas y los encuadres buscan continuamente el golpe de efecto. Tal vez si Bava hubiera contado con algún actor preeminente puede que el registro dramático se hubiera visto favorecido. Puede que sea objeto de culto para los estudiosos y otras raras avis; no obstante, ese no es el perfil del espectador medio, que planeará por el filme como el que va a la atracción de un parque temático, pero sin sustos. Y si una película de terror ya no nos puede asustar o sugestionar, lo único que nos queda es un apático paseo entre las tumbas del camposanto.

Inspirada en uno de los relatos terribles de N. Gogol, lo primero que llama la atención en la película que presenta M. Bava es la ingenua utilización de los efectos especiales y su tendencia a la simplicidad narrativa.
También en el ámbito de la caracterización de los personajes se abusa del esquematismo y de la definición escasa.
Largometraje poco trabajado.

El recuerdo que nos trae del escritor ruso representa una invitación a retomar su lectura.
Lo mejor del film.

El clásico de Mario Bava parece un total anacronismo por su acercamiento al terror clásico de la Universal, pero lo cierto es que parece tejer un puente entre este y lo que aportaría al género la Hammer un década más tarde.

Aunque la trama es interesante, lo cierto es que la exagerada exposición de su guión juega en contra de las posibilidades de filme de misterio que todos sus elementos tiene.

La puesta en escena y la fotografía, por otro lado, son soberbias y ayudan a Bava a encontrar el tono macabro perfecto.

Una película que se debería tener en cuenta más a menudo.

Este clásico del terror, quizás la película más icónica del cine de Mario Bava. bien podría tener una producción británica de la Hammer: reúne todos los ingredientes de las grandes obras maestras del horror: una leyenda, muerte, misterio y amor (y el estilismo británico). Todos los elementos románticos que contiene el vampirismo están aquí, además, es una de las películas favoritas de Stephen King.

Leí que está película estaba inspirada en el cuento de Nikolái Gógol "El Viy". Una vez vista, no niego que les pudiese servir de inspiración pero son dos historias que se parecen tanto como Rambo y Terminator; en las dos hay una bruja pero aquí acaban las similitudes. También puede ser que de donde he sacado la información esté equivocado y no esté basado en este cuento.

La ambientación, decorados y vestuario son buenos y aparecen algunos efectos visuales que son interesantes para la época. Por lo demás la película es flojita como la gran mayoría de este género. El guión es un estándar del terror; actuaciones normalitas; ritmo irregular, empieza muy bien y va bajando el ritmo hasta llegar al final donde vuelven a apretar; personajes planos y una banda sonora que pasa desapercibida.

No me parece excepcional, como esta hay un montón de pelis pero se deja ver.

Película tranquila con una buena fotografía en B/N y buena ambientación que se puede ver, las actuaciones de los actores son correctas. El ritmo no es que sea muy trepidante que digamos, aunque también hay que tener en cuenta el contexto de su época (1960). En la actualidad puede que esté un poco desfasada ante los ojos de una persona del siglo XXI, aunque al menos esta se puede ver mejor que algunas más actuales y con más fama que no la merecen como por ejemplo "Déjame entrar" (2008).

Clásico del terror gótico, de atmósfera irrepetible. El debut de Mario Bava es un homenaje a las películas de monstruos de los años 30, de las cuales toma el aspecto gótico expresionista y el desarrollo narrativo central. El director italiano muestra su talento en todos los aspectos, pues ‘La máscara del demonio’ rezuma maestría. Planos hipnóticos, secuencias apabullantes, una fotografía en blanco y negro desasosegante. Es una pesadilla gótica terrorífica y, al mismo tiempo, cine en su máxima expresión.

La historia es oscura, de venganza desde ultratumba, brujería, vampirismo, maldiciones… Maligna podredumbre se palpa en el ambiente. Escenarios sombríos entre los que visitamos fríos castillos de secretos pasadizos, tétricos cementerios, bosques amenazantes… Un demente cuento infernal.

Perturbadores efectos especiales y de maquillaje, en especial los referentes a la bruja. En el apartado interpretativo destaca Barbara Steele en su doble rol, melancólica inocente por un lado, sádica lunática por el otro. Inmortal escena la de su primera aparición en el cementerio, así como el aspecto perforado por la máscara de su otro personaje.

Le pondría la nota máxima, pero no me gusta el final, incluso me sorprende que alguien tan innovador y retorcido como Bava, que de hecho suele clavarlo en los desenlaces, opte aquí por una resolución común. Entiendo que puede verse como parte del homenaje a aquel terror clásico de la Universal y así lo acepto, y también que es 1960, o sea, no hay nada ni remotamente cercano al sadismo que muestra esta película en esa época (fue prohibida en multitud de países, y según qué doblaje se puede perder el aspecto incestuoso de la historia), pero no puedo evitar pensar en lo bien que hubiese quedado otro cierre diferente. Puestos a ser transgresores, que sea en todo.

Igualmente la película es una obra de arte. Imprescindible.

Estamos ante la primera película que dirigió Mario Bava en solitario (antes dirigió tres con Riccardo Freda en la dirección también). Combina brujería y vampiros de forma interesante y se la puede considerar una de las precursoras del giallo, así como un referente para el cine de terror.

Francis Ford Coppola recréo algunas escenas de esta película en su "Drácula de Bram Stoker" (1992), así como sirvió de inspiración a Tim Burton para "Sleepy Hollow" (1999). En 1989 se estrenó un remake y claramente influyó en "Demons" (1985), que también presenta la idea de máscaras malditas.

La atmósfera de "La maschera del demonio" es de alabar. Ese ambiente gótico de bosques, cementerios y castillos tenebrosos rodeados por la niebla.
Tiene un arranque muy bueno y aunque la historia es simple y las actuaciones no destacan (tampoco los diálogos), es la brillante atmósfera la que tiene mérito.

Viéndola te vendrán a la mente películas de terror italianas posteriores y algunas de Argento y lo cierto es que sentó las bases de ese cine de terror italiano que tan próspero fue durante la década de los setenta.
No hay gore, pero la película se acerca sugiriendo (para la imaginación) algunos momentos sangrientos (el de la máscara) y con escenas grotescas que en su época resultaban impactantes. También hay cierto erotismo aunque disimulado.

En resumen, se trata de una decente historia de brujas y vampiros pese a que Barbara Steele es algo irritante por momentos y el desarrollo un poco torpe.

6,0/10

Vista con ojo crítico, esta película deja bastante que desear. Pero uno no es crítico las veinticuatro horas del día. Uno tiene momentos en que prevalece la simpatía y el sentimiento, que le permiten disfrutar de cosas que, siendo muy racional, te dejarían insatisfecho. "La máscara del demonio" es un cuento gótico, sobre la resurrección de una bruja y su diabólico amante, dos siglos después de su paso por el patíbulo. No da terror ni causa sorpresa porque todo resulta más que típico y previsible, pero... la escenografía, el ambiente, la banda sonora y la actriz protagonista son demasiado sugestivas para aburrirnos.
Uno está tan a gusto en esos lugares y climas, que, aunque preferiría que no pasara nada en ellos, que todo se quedara en miedos y amenazas sin concreción, no le cuesta perdonarle al director el cúmulo de hechos truculentos y completamente fantásticos que turban el ambiente.

El debut de Mario Bava se erigió desde el primer momento en título de culto e icono de la cinematografía italiana, de la serie B y del género terrorífico en su conjunto.
Está considerada, asimismo, la mejor película de un realizador que, junto a Dario Argento, daría a luz el conocido como “Giallo”, inefable mezcla de horror y “sexploitation”, con sus escenografías barroquizantes, litros de hemoglobina y saturación cromática no apta para epilépticos. Aunque de esto último carece la cinta que nos ocupa, filmada en sobrio —y económico— blanco y negro, sí encontramos en ella abundantes pistas de todo lo demás.
“La máscara del demonio” pone en imágenes “El Viyi”, cuento de terror gótico firmado por el maestro Nikólai Gógol. Pese a que el paso del tiempo no le ha sentado todo lo bien que sería deseable —las interpretaciones se antojan más rígidas que los decorados de cartón-piedra—, atesora el encanto artesanal de este tipo de films, honestos y sencillos, sin otra pretensión que hacernos pasar un estupendo mal rato.
Bava recrea con eficacia la inconfundible atmósfera: noche y niebla, truenos, rayos y centellas, intrincados bosques, ciénagas plagadas de batracios, el decadente castillo en lo alto del risco, la correspondiente y mohosa cripta y, por supuesto, un cementerio con media docena de lápidas torcidas. Motivos recurrentes también en las producciones de la británica Hammer, coetáneas y con las que no cuesta emparentar a ese “Giallo” que anunciaba “La máscara del demonio”.
En fin, insalubre entretenimiento de la mano de un director que ejercería una influencia capital en el cine “Pulp” y de terror, impronta que, por desgracia, acabará por derivar en el vacuo esteticismo de “Suspiria” (ídem, 1977), celebrada —a mi juicio, bastante inmerecidamente— apoteosis del subgénero a cargo del antedicho Argento.

En mi modesta opinión, "La máscara del demonio" puede que sea la mejor, junto a "Las tres caras del miedo", de todas las películas de terror que rodara Mario Bava.

De gran elegancia, con unos decorados y un sentido de la iluminación magnífico, esta película podría pasar por una de las tantas joyas que fabricó la Universal. Todo en ella recuerda a la mítica productora. No encontramos ni un ápice del estilo italiano tan característico.
Incluso constantemente a través de sus fotogramas parece beber del cine mudo. Ahí es donde los actores demuestran su potencial interpretativo, luciendo especialmente Barbara Steele, en el papel que le otorgó la fama dentro del género.

Una película de terror de las de antes, con una buena historia detrás, de ritmo pausado, para poder degustarse poco a poco.

Muy recomendable