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108 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
Park Chan-Woo, el Tarantino poeta
Esta película es mágica:

No suele suceder habitualmente que una misma película combine, de una manera tan delicada, una intriga trepidante, una historia de amor tan desgarrada y una fotografía tan apabullante. Ciertas películas eligen el camino de contar una historia, armar una trama. Otras eligen centrarse en la puesta en escena y la fotografía, relegando la trama a un segundo plano. Esta película es capaz de tomar ambos caminos a la vez, y el director coreano da, así, una magistral lección de cine a sus contemporáneos.

El que el film esté ambientado en la Corea y el Japón de los años 30, nos mete de lleno, ya de por sí, en la atmosféra asiática embriagadora y sensual de nuestras fantasías. Ese es el sin duda el primer punto fuerte de la película.

La historia de amor, contada con un ciudado y un cariño infitinos, y la intriga tipo "nada es lo que parece" acompañan perfectamente la suave, incluso lenta cadencia del film. Hay más mucha más poesía en el film, poesía sórdida, que versa en torno a las obsesiones sexuales y los fetiches del tío rico de la protagonista. Su biblioteca es un santuario secreto y bellísimo de perversiones y sirve de escenario a una de las escenas más intensas que he visto en mucho, mucho tiempo (en spoiler).

Maravillada por la fuerza de la fotografía, por las explícitas e hiptonizantes escenas de sexo, y por la turbadora historia de amor, puedo decir que es una de las mejores peliculas que he visto en mucho tiempo. Tal vez en mi vida.

Por favor, véanla en su versión original, no maten parte de la magia de esta maravilla del cine asiático.

Inolvidable.
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190 de 209 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Hay Park Chan-wook para rato
Park Chan-wook regresa como un grande con esta propuesta, no queda lugar a dudas sobre su destreza como director, ya no estamos hablando de la Trilogía de Venganza. Esta vez, es un drama de época totalmente recomendable. Una historia contada de forma inteligente, con precisión y astucia para ensamblar cada parte a un ritmo que aliviana las mas de dos horas de duración. El manejo de la cámara es excelente, cada encuadre que vemos aporta de forma sugerente al argumento, y esto no puede ser obra mas que de un director que sabe lo que quiere transmitir y es virtuoso haciéndolo.

Y es que todo cumple en esta película: la música, las actuaciones, la estética de la película es hermosa, el diseño de producción, el vestuario, maquillaje, todo mostrado por una gran fotografía tanto en interiores como exteriores.

Un guión muy elaborado y sorpresivo (no daré mas detalles sobre ello, mejor que cada quien vea la película) en donde el erotismo y la intriga son manejados de forma fuerte pero elegante. Porque si, esta es una película muy sexual y explícita, pero acorde con el contexto. La cámara de Park no se anda por las ramas, y nos brinda algunas de las mejores escenas eróticas que haya visto en una película. Por otra parte, la violencia física también es resuelta de buena forma, sin querer hacer una película gore, el director, fiel a su estilo, nos brinda la dosis de violencia sangrienta y retorcida adecuada.

En fin, puede que muchos no queden enamorados de esta película, pero yo no encuentro nada que criticarle de forma negativa.
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97 de 112 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Otra obra maestra de Park Chan-Wook. Y van… (Crítica sin spoilers!)
Sí, otra delicatessen de Park Chan-wook. Otra más… Libre y genial adaptación de la novela de Sarah Waters "Falsa identidad", salpicada con gotas literarias del Marqués de Sade, "La doncella" es una obra que se podría enmarcar como algo a caballo entre el thriller, el drama y el cine erótico pero que viene a ser, como la mayoría de trabajos del director, una película inclasificable por la brutal mezcla de géneros que se da en ella, por su exagerada riqueza simbólica y por esos latigazos de humor negro que esconde en sus entrañas; tres huellas más que familiares para los amantes del cine del maestro Park. Por otro lado, la peculiar manera en que está narrada y la gran agilidad y astucia con la que el director la va retorciendo, con giros, giros y más giros, nos hace ver que "La doncella" es mucho más que la simple adaptación de una novela.

El director coreano vuelve a sus orígenes, después de su fallida aventura en Hollywood, con una obra deslumbrante se mire por donde se mire. Visualmente cautivadora, con contrastes y juegos de cámara sólo al alcance de un genio como es el director que la firma, "La doncella" nos sumerge en un retorcido y oscuro cuento erótico para adultos ambientado en la Corea de 1930, en plena colonización japonesa, una etapa también oscura y retorcida que parece que el cine coreano se ha empeñado en evocar y reivindicar en estos últimos años.

Desde un primer momento, el espectador se sentirá cautivado, no sólo por la belleza de las imágenes, sino por el hecho de descubrir un mundo nuevo de la mano de la protagonista principal. Y es que, al igual que le ocurre a Sookee, la doncella que entra como sirvienta en la mansión de una rica y acomodada familia de la época, al espectador se le caerá la baba viendo cada rincón de ese lujoso espacio que combina los estilos arquitectónicos y decorativos británico y japonés. Dejando a un lado esa fascinación, también se sentirá partícipe y querrá saber qué esconde cada estancia, cada rincón e incluso cada cajón de dicha mansión. En este sentido, hay que hacer una mención especial al papel que juega el espacio en los dos primeros tercios de la película. Un espacio que ejerce la función de resorte dramático y que influye claramente en los personajes que se encuentran allí atrapados, entre paredes y muros que oyen y ven, y sótanos que guardan oscuros secretos. El espacio es, pues, un personaje más de la película, que viene a representar una prisión de diamantes, para unos, y, para otros, lo inalcanzable; lo lejos que quedan los sueños de la gente humilde que espera poder alcanzar ese paraíso material que sólo disfrutan unos pocos. Todo ello, al ritmo de las delicadas notas de una banda sonora realmente espectacular y que nos lleva en volandas por esa carretera plagada de sensuales caricias y de abruptos giros de guión que es "La doncella". Una banda sonora que se funde de manera natural con la imagen y lo narrado y que, al igual que el espacio, ocupa un lugar más que destacable dentro del total del film. Me acordé de "Oldboy"… (sic).

En este espacio y en este contexto totalmente narcotizantes, Park Chan-Wook nos hace partícipes de un juego maquiavélico en el que se entremezclan los sentimientos de Hideko y Sokee, dos bellas mujeres en dos situaciones vitales más que complicadas. Aquí entran en juego la mentira, el engaño, la seducción, el amor, la traición, la complicidad, la esperanza, la decepción, el dominio, la sumisión, la emancipación, la obsesión, la perversión, la deseperación, la venganza, el sexo, la locura, la libertad… Esta es la montaña rusa de emociones que nos depara esta película. Ahí es nada! Muy de lejos, lo mejor que he visto en este 2016.

Para algunos, misógina. Para otros, la ruptura de una lanza en pos de la libertad de la mujer frente al dominio ejercido por el hombre. "La doncella" es un film que no dejará a nadie indiferente. Hará las delicias de los amantes de las perversiones del Marqués de Sade y del voyeurismo, o arrastrará a los no versados hacia esos oscuros y húmedos rincones. Nadie escapará a los juegos de contrastes y de miradas que plantea el director. Nadie escapará al placer proporcionado por esas cámaras que acarician y que recorren cuerpos, mejillas, labios… y que erizarán el vello de todo aquel que entre en el juego. Nadie se querrá ir sin conocer los secretos que aguardan, y que se resolverán con cuentagotas, en las más de dos horas de pura lujuria cinéfila que nos regala Park Chan-Wook con "La doncella". Una obra de extraordinaria belleza, simbólica, astuta, perversa, extremadamente sensual y, ante todo, profundamente humana. Si tienen la ocasión, no renuncien al placer de verla en pantalla grande.
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72 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Amantes.
238/07(07/12/16) Buen y sugestivo film del coreano Park Chan-wook, turbador relato mezcla el thriller erótico, misterio, romance, y todo en equilibrio narrativo, apoyado en fascinante ambientación, de una elegancia exquisita, y apoyándose en un cuarteto protagónico vibrante, sobre todo en el apartado femenino, las deliciosas Min-hee Kim y Tae-ri Kim. El sinuoso guión del propio director y de Seo-Kyung Chung (“Sympathy for lady Vengeance”) adapta la novela “Figersmith” de la galesa Sarah Waters, cambiando de la época victoriana en que acontece el libro a la corea bajo la ocupación japonés en el SXX. Relato de tintes psicológicos que analiza las complejas relaciones humanas que se pueden dar en condiciones extremas, ahondando en las perversiones sexuales y en como el amor puede ser arbitrario.

Relato triangular, visto desde tres puntos: Primero será el de la doncella, Sooke-Tamako, la conoceremos, asistiremos a como gradualmente crece su relación con la Sra.; Segunda parte los hechos desde Hideko, conoceremos su infancia, seremos testigos de su posible futuro en manos de su tío, mediante perturbadores flash-backs, de cómo este utilizó a su tía (So-ri Moon) como su monitora sexual, cómo esta era una singular narradora de relatos eróticos ante una audiencia de élite; Tercer y último segmento se unirán las dos visiones para avanzar a un potente clímax final.

La cinta explora con bisturí envenenado a las clases altas, su hedonismo, su hipocresía, su corrupción moral, su arrogancia clasista, y esto es desarrollado por el realizador con un sentido lírico-visual exacerbado, brotando de cada fotograma un sentido estético sibarita, con momentos que manan sensualidad escalofriante, ello enmarcado en sugerentes juegos de seducción, de inteligencias, de manipulación de poder, de sometimiento, de dominación, de intentos de emancipación, donde los sentimientos son retorcidos en aras de verdades y medias mentiras, traiciones y lealtades de conveniencia, ello salpicado de intriga, misterio, y giros de guión desconcertantes, gracias ello a un hábil libreto, que deconstruye mordazmente las obsesiones sexuales, auscultando el amor que nace de la lujuria, de la complicidad, sabiendo el director puntear la narración de humor oscuro, en una evolución que te atrapa en sus malsanas redes, con un ritmo sereno pero fluido, donde lo imprevisible te hace estar alerta y no desconectar. Esto se produce desde su potente arranque, donde nos sentiremos Sooke, como ella nos inquietaremos por este universo extraño en el que entra, una mansión decadente extraña, de fachada victoriana y de interiores japoneses, nos sentiremos intrigados por este perturbador escenario, y a medida que avanza la trama nos sentiremos un tanto desconcertados por las sorpresas que encierra este “caramelo”. El realizador crea un microuniverso potente en su energía: Mansiones decadentes victorianas, turbadores marionetas sexuales, psiquiátricos mugrientos, guantes negros fetichistas, dedales dentales, tintero, pañuelo, libros eróticos, para el pelo, corsés, bolas chinas, cerezo del ahorcada; todo esto incrustado en una historia con efluvios sadomasoquistas, donde las fantasías sexuales priman sobre la realidad.

Filmando con una elegancia y sofisticación estremecedora (por momentos), experimentando en cierto modo sobre una idea similar a la “Rashomon” (1950) de Kurosawa, encarando una historia desde distintos prismas de los protagonistas, pero en este caso no son versiones filtradas por los narradores, en este caso no son versiones, es poner la cámara en un lado u otro de la verdad y de este modo los hechos tienen diferentes acomodos. Al contarnos la historia desde diferentes lados hace que la cámara casi se comporte cuasi-acariciando a los personajes, esto hace que nos sintamos en cierto modo muy cerca de la piel desnuda de las protagonistas, asimismo juega con recursos que me recuerdan a “Memento” (2000) de Nolan, por lo de gotear elementos inquietantes por el metraje como la soga en el árbol, y que después nos enteramos su significado.

Curioso ver como hay quien ha visto un ejercicio de machismo, esto apoyándose en el modo exquisito de rodar las escenas de sexo entre las dos amantes, recurriendo a clichés fantasiosos masculinos. Pero esto solo es una percha esteta, cuando en realidad (bajo mi modesto ver) todo es una oda a la libertad femenina, a sus ansias de emancipación del yugo hetero-patriarcal, de cómo la mujer puede ser más inteligente que el hombre, de cómo puede escoger a quien amar, sin ser esclava de las normas sociales impuestas, donde los hombres son unos pervertidos misóginos autoritarios, y donde la mujer es la única capaz de disfrutar de su cuerpo, del sexo. Park edifica un microuniverso regido por hombres dominantes, que usan a la mujer como objeto sexual, sin atender a sus sentimientos, y donde este darwinismo de roles será socavado por estas dos féminas, dos valientes que han decidido destrozar estas imposiciones para apartar a los hombres de su camino, derivando en un canto al amor puro, a la libertad y a la emancipación sexual.

Todo esto lo bueno, pero la cinta peca de cierta irregularidad que le impide elevarse más. Empezando por un metraje desmedido, para un relato que no da para tanto, esto hace que sea difícil mantener el nivel de atención, sobre todo cuando hay bastante redundancia, regodeo, cuando en muchos tramos el envoltorio estético devora a la historia, provocando inevitables bajones de ritmo, no hay recursos narrativos para tanta duración, lo cual implica que haya remansos que se hacen densos, esto se hace notorio en su tramo final, en que no alcanza a magnetizar al espectador, por la saturación de efectismo visual. Tampoco ayudan unas situaciones un tanto forzadas en su desarrollo orgánico, manipuladoras y tramposillas, a las que hay que darle licencia de corso para seguir con el disfrute de la historia.
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49 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
CUANDO IR AL CINE ES UNA EXPERIENCIA ÚNICA
Menudo peliculón se ha marcado Park Chan-wook. Para mí a la altura de Oldboy, que también me había fascinado en su momento. La sensación que tuve durante el visionado la puedo comparar a saborear un pastel delicioso durante 140 min., pues no recuerdo una película que hubiera apelado tanto a los sentidos como ésta, y creo no exagerar: Es una auténtica delicia visual y sonora.

Así, el film es una especie de tétrico cuento/thriller oriental, ambientado en los años 30 durante la ocupación de Korea por Japón. Está rodada con una alta carga de sensualidad y sentido del humor que nos acompañará durante todo el metraje.

No recuerdo haber disfrutado tanto en una sala de cine en años, pues como comento en el titular, ver "La doncella" se convierte en algo más que ver una película, se convierte en una experiencia única.
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42 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
A la deriva
Si algo se puede destacar de esta película es su calidad estética: los movimientos de cámara, los encuadres, las tonalidades... Me quito el sombrero. Los primeros 45 minutos de película me parecieron excelentes. El tema del sadismo y demás no me parece nada relevante, especialmente si se trata de manera tan superficial y con el único objetivo de impactar. Supongo que a los desprevenidos con poco recorrido les atraerá ese sadismo, esa violencia gratuita y ese erotismo lésbico superestetizado. El caramelo para los incautos.

No obstante, la película tiene un gran problema: su estructura narrativa, tremendamente manipulativa y reiterativa. El metraje ya de por sí es largo, casi dos horas y media, pero es que además asistimos a las mismas escenas dos veces, la segunda vez con mayor información. Es decir, el director manipula al espectador quitándole información primero y dándosela después cuando le apetece con el fin de reservarse dos o tres giros que den un poco de vidilla a la película. Como espectador inteligente que me considero, no encuentro necesaria esa manipulación, más bien es una carencia del director que no sabe cómo generar giros dramáticos sin repetir escenas y sin apoyarse en el truco barato de la omisión de información. Esa repetición de escenas provoca que la duración de la película sea excesiva y algo aburrida en su segunda mitad. Muy decepcionante que a estas alturas de carrera el señor Park Chan-wook tenga que recurrir a estas triquiñuelas.

Incluso pasando por alto los tejemanejes narrativos, más allá del ejercicio estético y la provocación, esta película no llega a ninguna parte, no tiene ninguna trascendencia. Quizás pueda tener más impacto en un público asiático, ya que intenta reflejar ciertos aspectos de la ocupación japonesa de Corea, pero para alguien no familiarizado con el asunto dudo mucho que la carga histórica levante alguna sensación.
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66 de 107 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Sensualidad, erotismo y juego de traiciones
Park Chan-Wook vuelve en excelente forma. Después de unos últimos trabajos inferiores a su calidad real como director, y tras una fallida incursión en Hollywood, el director coreano nos entrega una película a la altura de su mejor cine.
Adaptación personal del director de la novela Fingersmith, de Sarah Waters, libro ambientado en la Inglaterra victoriana y que ya fue adaptado en formato miniserie por la BBC, con tremendo éxito. Ahora Park Chan-Wook, traslada los acontecimientos a la Corea ocupada por los japoneses, sin que por ello se pierda el barroquismo, ni varíen los giros de guión que ya contenía el libro.

Dividida narrativamente en tres partes. Unos primeros 50 minutos donde vemos los acontecimientos desde el punto de vista de la criada, Sooke, contratada por un aventurero que quiere seducir a una rica heredera, Hideko, para luego deshacerse de ella dejándola en el manicomio.
Una segunda parte de otros 50 minutos, contando los mismos hechos desde el punto de vista de Hideko, donde vemos que las cosas son distintas a lo que parecía. Incluyendo unos jugosos flash-backs sobre el pasado de Hideko cuando era niña, y la educación sexual abierta que recibía de su tía, luego suicidada, así como la relación traumática de Hideko con su tío político, del que busca escapar.
Una tercera parte de media hora, retoma la historia donde quedó, para darnos un buen desenlace.

Por supuesto, tiene dos escenas de sexo lésbico, una de ellas con la que acaba la cinta, que están entre las mejor rodadas en toda la historia del cine erótico. Muy buena película, que destila a partes iguales, erotismo y poesía visual. Gran trabajo de director y actores. Sin duda, digna de entrar en mi lista de mejores películas del cine coreano.
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36 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El erotismo de Park Chan-wook
Park Chan-wook nunca deja indiferente e impregna cada película con su estilo. La Doncella no es una excepción. Al principio parece una película normal, pero luego empieza a cambiar, con saltos temporales, una fotografía y un esteticismo muy ciudado al filmar y las grandes actuaciones del trío principal. Las geniales y bellísimas Kim Min-hee y Kim Tae-Ri destilan realidad y erotismo durante toda la película. Y a pesar de que esto no tenga nada que ver con la trilogía de la venganza, el estilo de Park está todo el rato presente, con los giros argumentales, la crudeza de algunos momentos, y la belleza con la que casi todas las escenas están filmadas, mención aparte a la fantástica banda sonora. Una película arriesgada, atrevida, y con un poderosísimo mensaje al final de ella. Mejor que Stoker y casi casi al nivel de Oldboy, Park Chan-wook sigue sorprendiéndenos
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27 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Chiste verde
La doncella desata toda la capacidad técnica del director para retratar de manera fiel el entorno en la que historia tiene lugar: los decorados son perfectos, el vestuario notable y los juegos de luces más que decentes. Pero sobre todo, lo más asombroso es el detalle con la que biblioteca ha sido cuidada, con sus magníficas encuadernaciones e ilustraciones de cada libro, para deleite del espectador. Sin embargo, más allá del apartado técnico, da la impresión que Chan-Wook se ha quedado a medio gas.

La película narra la llegada de una joven sirviente coreana a la mansión de un poderoso collecionista japonés en plena ocupación nipona. Esta doncella debe encargarse del bienestar de su superiora, sobrina del noble coleccionista que organiza lecturas de su colección de novelas eróticas en su biblioteca. Poco a poco, entre ambas mujeres comienza a surgir una relación mucho más pasional entre ambas... salvo que se trata de una pasión demasiado artificial como para poder permanecer en la historia durante las dos horas y pico de metraje.

No conviene abusar de los giros de guión. En Oldboy el recurso fue introducido con éxito elevando aún más la potencia de la película. En La doncella se utiliza un giro de guión que interrumpe la historia, alargando demasiado el relato para luego... utilizar un segundo giro de guión y alargar incluso más la obra. Si se hubiera condensado las tres subtramas de manera que la intriga fuera invadiendo al espectador paulatinamente, quizá el resultado hubiera sido mucho más notable, pues la belleza de cada plano no siempre logra mantener el interés de unos personajes un tanto monótonos.

Además, hay un ligero problema con las escenas más carnales: la primera es sublime y delicada, la segunda un tanto más vulgar pero ardiente y la final... un chiste verde. El paralelismo de la última media hora con las rocambolescas historias de gore y sexo que la protagonista narra en las reuniones, imagino que no es en vano. Sin embargo, si quisiéramos contar una historia de viejos picarones con jovencitas inquietas lo mejor hubiera sido asumirse desde el minuto uno y no cambiar de estilo de manera tan brusca, echando por tierra los logros de la historia.
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38 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La Doncella y la Señora
Después del irregular debut en inglés del director coreano Park Chan-wook con Stoker (2013) vuelve a sus orígenes, a su lengua materna con La Doncella, adaptación de la novela Fingersmith, escrita por la galesa Sarah Waters y ambientada en el Londres victoriano del siglo XIX, para trasladar la acción a la Corea de 1930 bajo el yugo de los invasores imperialistas japoneses. Sin embargo, el sentido de la hipocresía sexual de la época y la lucha feminista se mantienen firmemente en ambos relatos.

La historia gira fundamentalmente en torno a cuatro personajes. Sook-Hee (Kim Tae-ri) es una ladrona cuya madre fue ahorcada y vive con una pandilla de maleantes y timadores que manejan un lucrativo negocio de bebés utilizados para la adopción en el mercado japonés. Ella será captada por un consumado estafador (Jung-Woo Ha), el cual se hará pasar por un apuesto y rico aristócrata japonés bajo el nombre de Conde Fujiwara. Ambos trazan un meticuloso plan para apoderarse de la herencia de una noble japonesa huérfana, Lady Hideko (Min-hee Kim) y luego encerrarla en un manicomio. La delicada e ingenua Lady Hideko ha sido severamente criada y educada por su pervertido tío Kouzuki (Jin-woong Jo) que también tiene interés por arrebatar la herencia de su sobrina.

La película consta de tres partes, llena de detalles y sorpresas constantes, cada sección aumenta y enriquece la historia y ofrece una perspectiva diferente de los hechos, con una impecable puesta en escena acompañada de continuos cambios en el tiempo, la línea de la trama se retuerce sobre sí misma más de una vez y sucesivamente se revela una nueva cara de la historia. La trama se inicia desde la visión de Sook-Hee que entra en la casa como doncella personal de Hideko con la intención de persuadir a esta para que se fugue con el Conde Fujiwara y liberarse de la sofocante vida con su tío. Pero surge un pequeño imprevisto que pondrá en peligro el plan trazado inicialmente debido al enamoramiento de Sook-Hee hacía Hideko. Esta primera parte termina de tal forma que socava y pone en duda todo lo visto hasta ahora.

En la segunda parte vemos la historia a través de los ojos de Lady Hideko donde descubrimos sorprendentes revelaciones sobre su personalidad y lo que implican realmente las lecturas de esos libros tan raros de su tío. A partir de aquí, de forma fascinante la película da un giro, se acumulan las traiciones, los flashbacks revelan trucos secretos y sórdidas historias, las alianzas se reconfiguran constantemente, y deja de ser la historia de un robo con engaño para convertirse en otra bien distinta y que conoce muy bien Park Chan-wook, un cuento de venganza por mujeres humilladas cuyo objetivo no es otro que el patriarcado. La tercera y última parte revela cuál es el plan que realmente se concreta.

En la gran mansión donde se desarrolla el núcleo de la trama, Park Chan-wook realiza de forma sutil una minuciosa descripción de los diferentes espacios de la casa para reflejar la mezcla de culturas y estilos que caracterizó a Corea en su momento. Se trata de una combinación de influencias occidentales, en concreto victorianas, con otra parte japonesa y más tradicional dentro de un entorno formado por espeso bosque coreano.

La película profundiza en la sexualidad, la perversidad y la violencia pero más como un examen de la naturaleza humana y la forma en que la cohabitación forzada a menudo puede provocar manifestaciones inesperadas, siempre con un gran sentido estético y prestando una especial atención a los más pequeños detalles visuales donde destacan los colores saturados. La duración y el contenido de las escenas de sexo, cargadas de gran sensualidad y erotismo puede interpretarse de forma errónea y dar la sensación de estar viendo un porno suave y no sólo un thriller erótico. Las dos actrices que interpretan a Lady Hideka (Kim Min-Hee) y Sookee (Kim Tae-ri) poseen una química perfecta, una elegante y bella complicidad, una vibrante y eléctrica intensidad sexual, que consiguen convertir la pornografía en algo sublime, en arte en su máxima expresión. Posiblemente la escena más erótica de la película implica poco más que un dedal y un diente.

Todas mis críticas en:
http://timejust.es/author/barriodelensanchegmail-com/
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23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
El erotismo está en la rareza.
Park Chang Wook por fin se ha desmelenado(más aún) y consigue retomar su propio estilo de una forma más depurada y estilizada. De una belleza grotesca, sensual e irónicamente divertida, sin duda, estamos ante unas de las obras del año, y digan lo que digan, no solo de tijeritas va la obra, también es uno de los mejores thrillers que he visto en los últimos años. Con tiempos perfectamente cronometrados, la narrativa es impecable, te atrapa desde un primer momento, sorprende, y, vuelve a sorprender cuando menos te lo esperas, y aún así, más sorprendente es el deleite visual al que nos somete este director Surcoreano durante casi 2 horas y media, que harán las delicias de los que saben apreciar el erotismo en las rarezas.
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18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El arte del engaño
Park Chan-Wook recuperando su mejor nivel desde su trilogía de la venganza, en The Handmaiden nos deslumbra con una buena mezcla de juegos de poder y manipulación. Una película perversa, estéticamente preciosa, sensual y sexual.

Adaptación de la novela Fingersmith, de Sarah Waters, ambientada en la Inglaterra victoriana y que el director traslada a la Corea ocupada por los japoneses. La película se divide en 3 partes, la primera donde se nos cuenta la historia desde el punto de vista de la doncella, la segunda que se explica lo mismo pero desde la perspectiva de la señora y la tercera con el desenlace final. La fórmula es perfecta para ir encajando las piezas de esta historia de engaños y dominio.

El guión, las actuaciones, la música, la fotografía, el vestuario, las localizaciones, todo cuidado al detalle. La cámara de Park Chan-Wook logra introducirnos en un mundo estéticamente muy cuidado y a la vez transmitirnos todos los matices de las interpretaciones y que no perdamos detalle de la historia. A destacar la capacidad para transmitir la sensualidad de las protagonistas y dejando para el recuerdo dos escenas de sexo.

A medida que avanza la historia va apareciendo la violencia, uno de los rasgos más característicos del director coreano, al principio solo se intuye, luego se ejerce mediante el control y acaba por convertirse en física.
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16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Asombroso y perverso rompecabezas
Tras la pequeña decepción que supuso la aventura norteamericana de Park Chan-wook con "Stoker" (Id., 2013), el cineasta surcoreano vuelve a su país natal con ganas de reivindicarse y de firmar una nueva película en la que se despoje de todas las ataduras creativas que impone la industria hollywoodiense; y vaya si lo ha conseguido, ya que su último largometraje, titulado "La doncella (The handmaiden)" es probablemente su mejor película hasta la fecha, superando incluso el nivel de su aclamada "Trilogía de la venganza" (Sympathy for Mr. Vengeance, Oldboy y Sympathy for Lady Vengeance).

De entrada, se puede afirmar que "La doncella" es una película argumentalmente compleja, y desgranar el desarrollo de su premisa supondría una molestia importante, ya que obviamente se reventarían las numerosas sorpresas que esconde en su interior, y como tal joya cinematográfica que se precie, merece ser descubierta y disfrutada en su plenitud.

Chan-wook, en su primer filme de época, adapta libremente la novela de la galesa Sarah Waters "Falsa identidad" (Fingersmith, 2002), pero trasladando la acción de la Inglaterra victoriana a la Corea colonizada por Japón en los años treinta. Una joven carterista de baja estafa llamada Sookee, es contratada como criada de una rica mujer japonesa, llamada Hideko, que vive recluida en una gran mansión de estilo victoriano bajo la influencia de su tiránico tío Kouzuki. Sookee guarda un secreto, y con la ayuda de un estafador que se hace pasar por un conde japonés de nombre Fujiwara, planea contraer matrimonio con Hideko y robarle toda su fortuna.

Es conveniente matizar que Park Chan-wook es de aquellos realizadores que te hace disfrutar con cada nueva película que llevan a cabo, demostrando su talento innato. En esta ocasión, compone un exquisito rompecabezas relatado desde tres puntos de vista distintos, uno por cada protagonista del filme, siendo la doncella, la señora y el falso conde. También cabe señalar que, a pesar del evidente cambio de escenario, su fidelidad argumental con respecto a la novela de Sarah Warters es absoluta. Las dos mujeres protagonistas, interpretadas por unas geniales e inmensas Kim Min-hee y la debutante Kim Tae-ri (la cual tuvo que superar un casting multitudinario en el que participaron hasta 1500 aspirantes), desarrollan a lo largo del metraje enemistades, enfrentamientos, atracciones, seducciones y alianzas. Por otro lado, un cierto erotismo, suntuoso y perverso a partes iguales, impregna el filme. Los personajes masculinos, encabezados por un estupendo Jung-woo Ha, que encarna al conde Fujiwara y un caracterizado Jo Jin-ung, que interpreta de forma magistral al tiránico (y bastante patético) tío Kouzuki, del que huelga decir que es amante de los libros eróticos y prácticas sadomasoquistas, ostentan el poder sobre los personajes femeninos; sin embargo, sus fantasías sexuales y de dominación son solo eso, fantasías, ya que permanecen siempre en el estado de la sugerencia, dedicándose solamente a escuchar relatos de corte erótico declamados por las mujeres de la cinta, que en contraste con lo anteriormente dicho, son las mujeres precisamente las únicas que disfrutan del contacto físico, sabiendo emanciparse siempre del dominio masculino; y es que en esencia, "La doncella" es una sincera historia de amor verdadero, así como una oda a la libertad.

El despliegue técnico que nos obsequia el cineasta surcoreano es realmente sublime, con una puesta en escena majestuosa de ambientación gótica, repleta de decorados apabullantes y preciosistas, a caballo entre los estilos arquitectónicos británico y japonés. Hay un uso constante de plano y contraplano, para contextualizar el lugar donde discurren las acciones. Los espejos y las ventanas, así como los enfoques y desenfoques que realiza su director cobran especial importancia, como aquellas imágenes mostradas a través de los reflejos, siendo todas ellas clave para entender la naturaleza de la propuesta. También destaca una fotografía elegante, intimista y cuidada milimétricamente, de igual modo que la dirección artística, vestuario, caracterización, banda sonora, edición de sonido...; en resumidas cuentas, podríamos decir que en este sentido "La doncella" es una auténtica virguería que nos cautiva todos los sentidos.

En síntesis, "La doncella" es una obra maestra, una película impresionante con alma voyeurista al más puro estilo hitchconiano (basta con ver el maravilloso arranque que bien recuerda al clásico "Rebeca" (Id., 1940) con la criada entrando fascinada en el caserón tras los pasos de la siniestra ama de llaves); asimismo, comparte varias similitudes narrativas con el clásico de Akira Kurosawa "Rashomon" (Rashômon, 1950), así como a los cuentos del mítico Charles Dickens...; todo ello envuelto de la mejor forma posible, con una magistral factura técnica al servicio de una historia que desprende belleza en cada plano. "La doncella" es compleja, ambigua y exquisita... sin duda, una de las mejores películas de este año 2016.
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15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Alianza decrépita
Han pasado ya doce años desde que Park Chan-Wook se diera a conocer internacionalmente con Oldboy, la película más aclamada de su filmografía, ganadora del Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes. Ahora llega a nuestros cines La doncella (The Handmaiden), una nueva historia de venganza que también tuvo su presentación en la Sección Oficial del festival de la costa azul francesa. Si hay algo en lo que coinciden los aficionados y detractores de su cine, es en que nos encontramos ante un provocador nato, un amante de la manipulación visual y narrativa con un estilo único e irremplazable.

La doncella supone la definitiva depuración estética, que no ética, de su cine. Tomando como punto de partida la novela Falsa identidad de Sarah Waters, el coreano desarrolla un ejercicio de estilo en torno al ámbito candente y erótico de temas como la dominación y la sumisión. El contexto victoriano de la obra de Waters pasa a ser la Corea de los años 30 en la película, en plena ocupación japonesa del país natal del cineasta. La joven Sooke es contratada como criada de Hideko, una dama aristocrática que vive bajo el yugo de un tirano sexualmente perverso en una gran mansión. Sin embargo, nada es lo que aparenta ser, y las imágenes se contagian del engaño al que se/nos someten unos personajes que buscan la supervivencia y el beneficio propio a cualquier precio.

La película respeta los tres actos de la obra literaria, y las sorpresas se suceden sin control desde que el primero de ellos (y sin lugar a dudas el mejor) llega a su fin. Lo que prometía ser un estudio con mayor o menor profundidad sobre la lucha de clases, los efectos de la colonización y el sometimiento de los personajes femeninos ante las despiadadas e hipócritas figuras masculinas, no logra trascender el simple, grotesco y estrafalario juego de manipulación que propone Chan-Wook desde las primeras escenas. Este juego de manipulación es entendido a nivel narrativo como un sinfín de piruetas virtuosas que, paradójicamente, consiguen cualquier cosa menos narrar. Entre continuos y mareantes movimientos de cámara (presten especial atención a unos horribles zooms de retroceso), las posibilidades de disfrutar con esta locura sin pies ni cabeza, superficial y sin más pretensiones que epatar al espectador con la falsa belleza de sus sobrecargadas imágenes (pese a todo, bellas en interiores e incomprensiblemente cutres y artificiales en exteriores), desaparecen de inmediato.

Como decíamos, la funcionalidad narrativa del virtuosismo en la dirección es cuando menos discutible, siendo clarividente al respecto la necesidad de que una engañosa voz en off marque en todo el momento el camino, incluso cuando son repetidos los acontecimientos que ya hemos visto desde una nueva perspectiva. Por lo tanto, la supuesta y pretendida belleza de las imágenes es un fin en sí mismo. La acumulación de planos detalle es inoportuna y no hace sino subrayar el destino de los personajes y los subsiguientes giros de guion, que tienden con mayor frecuencia al ridículo que a la sorpresa.

En la cinta se esconde un fútil e insignificante trasfondo feminista, en cuanto a la subversión de los roles de dominación/sumisión y a la pasión que subyace a la relación ama-sirvienta. Aunque son pocas las imágenes que arrojan algún tipo de significado que logre trascender el esteticismo de la propuesta, hay una que lo hace con contundencia: cuando la segunda parte de la película nos ofrece un nuevo punto de vista de una situación ya visionada y que creíamos controlada, es definitorio respecto a las intenciones del director que el único plano repetido sea el más vulgar y gratuito de todo el metraje. Así pues, el suave y mal entendido discurso a favor de la liberación de la mujer, tanto en el ámbito social como en el sexual, deja de ser tal en el momento en que la forma de filmar determinadas escenas responde a las fantasías sexuales de un cineasta que se siente realmente cómodo ofreciendo una mirada hipermasculinizada de la homosexualidad femenina; mientras lo erótico roza lo pornográfico, lo bello se vuelve vulgar.

La doncella ofrece un juego de ambigüedades y alianzas cuyas formas lo echan todo a perder, destapando así las carencias de un guion tan estúpido como superficial. Entre los pocos aspectos rescatables de la cinta, hay que destacar el conveniente uso de la ecléctica banda sonora de Cho Young-wuk, influido por los sonidos de Phillip Glass y por algunos trabajos de Hans Zimmer. Por otra parte, el trabajo de montaje consigue transmitir la fluidez buscada por el coreano, que con un poco de autoconsciencia podría haber creado un divertimento de calidad. No obstante, lo que queda es un ejercicio de estilo fallido y grotesco a partes iguales.
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25 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Suavemente...
Tres años después de rodar y, de paso, dar una clase magistral de cine con su primera película en Estados Unidos (‘Stoker’), vuelve Park Chan-wook. Lo hace adaptando, en todas las formas, una novela de Sarah Waters. No en vano, la historia se traslada de la época victoriana al dominio que durante treinta y cinco años tuvo el Imperio de Japón sobre Corea en la primera mitad del silgo XX.

Y con, tal vez, la premisa más clásica de todas sus anteriores obras, el surcoreano hace lo que quiere. Park Chan-wook se homenajea a sí mismo con piruetas de cámara que nos balancean de escena en escena junto a la música, mira hacia Francia en una escena de sexo portentosa, planifica cada escena como partida de ajedrez y finaliza con la más grande de todas sus venganzas: el hombre ridiculizado por sus propios impulsos frente a la pureza de lo femenino. La ineptitud del poder frente a los sentimientos humanos. La provocación final de un genio, convertido en pulpo omnipresente, que habla con cada giro y grita a la historia más reciente.

Sin condición, estará entre lo mejor del año. Dentro de su filmografía será otro diamante para todos aquellos que en el futuro dejen de lado los prejuicios y echen una mirada hacia el cada vez más cercano Oriente. Ese que, año tras año, nos demuestra estar por encima de la media en esto del celuloide y seguro que en millones de cosas más.

La provocación pocas veces fue tan sutil. Tan letal.

Portentosa.
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12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Liberarse para satisfacer las fantasías del hombre
Así que un director hombre hace una película con escenas de sexo lésbico explícito y regodeo sádico para denunciar las perversiones masculinas y el maltrato a las mujeres... ¿En serio? Me parto de risa.

Debo decir que los primero cinco minutos de «La doncella» me encantaron: años treinta, mundo oriental, chica joven, una mansión, un señor misterioso aficionado a la lectura... Qué ilusa soy, por favor. En cuanto se desvela el argumento, lo que sería el primer giro de guion de los muchos que hay, sospeché que la película iría de mal en peor. Luego hay un segundo giro que me sorprendió totalmente y que podría haber convertido la película en algo de verdad escandaloso y provocativo, pero para nada, la historia se sabe cuál va a ser y de ahí no sale por muchas vueltas que quiera dar y engaños que quiera hacer. Hablando de engaños, hay algunos que no se pueden permitir en un guion bien escrito, sin trampas.

A pesar de casi dos horas y media que dura no me ha resultado especialmente tediosa, aunque la última parte sin duda se hace más pesada porque ya está todo contado en realidad y sabes lo que va a pasar desde una hora antes mínimo. El director Park Chan-wook imprime desde el principio un tono de humor negro, casi de chiste, al que no le encuentro razón de ser y que diría que es muy del estilo del cine surcoreano. Los aspectos técnicos se han alabado mucho y sí, están bien, pero vamos a la historia, al meollo de todo esto, al ¿pozo de jade? No, no, es broma.

Bien, «La doncella» tiene una parte erótica que, claro, es que es fundamental para la denuncia del patriarcado heterosexual, en este caso no blanco sino amarillo, en el que viven estas dos mujeres, la señorita Hideko y la doncella Sookee. Me remito a mi primer párrafo. ¿Park Chan-wook se burla de nosotros? No es que me molesten estas escenas, es que me parecen producto de la mente calenturienta del director, muy comprometido con la liberación y el empoderamiento femenino… para luego poner a dos mujeres desnudas en la cama a fo…, perdón, a hacer el amor. Además, a mí estas señoritas me parecen unas hipócritas: tanto condenar la biblioteca del señor Kouzuki y van ellas ¡y hacen lo que han aprendido de esos libros!

Luego volvemos a lo habitual: para justificar que dos mujeres sean lesbianas tienen que poner unos hombres asquerosos, todos viejos, sádicos, estafadores que piensan que «una mujer disfruta más si se la fuerza» y pervertidos de todo tipo; siempre que veo estas cosas me pregunto en qué categoría se incluye el creador, en este caso Park Chan-wook, ¿o es que él está a salvo del pecado de ser hombre? Si el macho es tan, tan, tan malo, la única solución es la hembra, pero esto no es amor, es desesperación, huida, supervivencia. Es más, puede pensarse que ninguna de estas chicas ha tenido un desarrollo sexual sano y por lo tanto su homosexualidad sería una desviación, una perversión de tantas. Creo que esta no era la intención del autor, pero es que a veces se quiere quedar tan bien, ser tan progre, que al final ya no sabes ni lo que estás haciendo.

A estas alturas, una historia de mujeres que se liberan del hombre patriarcal no escandaliza a nada ni a nadie. Seamos más originales.
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16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La doncella- La ambivalencia de los puntos de vista
En una intensa temporada cinematográfica, Cannes se volvió a ver anegada por una vasta y muy buena cosecha, que se trasladó intacta con un puñado de sus más relevantes títulos a Sitges, cómo es el caso de la última película del maestro coreano Park Chan-Wook, retornando a tierras natales tras el estimulante experimento norteamericano que fue Stoker para filmar una perversa y erótica adaptación de Fingersmith, obra literaria de Sarah Waters. Una película de aromas clásicos y formas del thriller orbitando sobre el engaño, la identidad ubicua y la perversión sexual. Una obra sobria y elegante aunque intensa en su gélida intriga y manejo del misterio, acompañada de la excelencia formal propia del cine de este país. Al igual que El gemido, afronta tabúes en un metraje extenso, y al igual que El demonio de neón, ha ido ganando una creciente comunidad de fans tras una acogida inicial tibia. Y según descubrí, una película fiel al estilo de su realizador pero bien distinta a nivel temático. Las expectativas estaban de nuevo por las nubes, y la visita a la sala de cine era cita obligada y ansiada. Y no podía ser de otra manera. Pues aunque inicie con un primer tercio timorato y aqueje cierto insípidez en su contexto argumental y excesivo regocijo en su vertiente sexual, sus giros argumentales, su ritmo, iconografía, y la excelencia visual con la que está acometida hacen de ella una de las grandes películas de este 2016.
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8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Descubriendo el Deseo
En un ambiente pobre y degradado, se ve a una familia renunciar a su hija entre lágrimas y lamentos.
Sook-Hee va a ser llevada a la casa de una poderosa señora, Hideko, con el objetivo de ser su principal criada, y para ello debe despojarse de todo: familia, nombre y posesiones. Vivirá para ser el complemento de alguien, la posesión de alguien, y eso no admite vivencias ni afectos anteriores.

'The Handmaiden' se abre con esa decisión injusta, perfectamente racional en el fondo, completamente aceptable en su período histórico de los años 30.
No será hasta un poco después que descubriremos como la casual adquisición de Sook-Hee no tiene nada de casualidad, ni los lamentos de su hermana son de afecto, sino más bien de reproche y odio. El amor no es una emoción en según qué sitios, sino tan sólo una moneda de cambio.
La recién nombrada criada, sabiendo esto, acepta servir a la señora, y lo hace bajo la promesa de que podrá irse lejos, a otro sitio donde quizá la quieran de verdad. Parece un pensamiento inocente, pero es que ella también lo es.

Esa inocencia será lo que guíe sus primeros pasos en la villa de Hideko, con el ambiente de una especie de cuento de hadas, donde casi se podría decir que ella empieza a entender como funciona la esquiva emoción llamada amor, sumada a la inevitable atracción que surge entre señora y criada.
Es sorprendente que el cuento de hadas que estaba siendo se transforme en un romance callado entre ambas, bajo la excusa de no saber de besos o sexo con hombres, pero aún más sorprendente es ver como Park Chan-Wook convierte cada gesto y cada caricia desinteresada en una insoportable muestra de lujuria: Sook-Hee y Hideko se desean hasta lo más profundo, a un nivel de atracción salvaje que calienta hasta un sencillo acto servil en una bañera (jamás un dedo y una boca provocaron tanto).
La razón por la que la han metido en esa casa, para tender una trampa a la en el fondo atrapada Lady Hideko, empieza a perder foco para Sook-Hee, sumidas ambas como están en el disfrute de sus sexualidades reprimidas, en intensas escenas eróticas con las que Chan-Wook tiene el buen gusto de no dejar fuera de foco sus rostros: el sexo podrá ser increíble, pero lo que importa es la expresión de las dos mujeres, sabiendo que por primera vez se sienten satisfechas, libres y completas.

No tienen nada que ver esas muestras de sentimiento a flor de piel con las desnaturalizadas lecturas sobre erotismo de Hideko: muestrarios de patetismo humano entre hombres mayores que han perdido la capacidad de sentir ningún tipo de deseo sexual, y creen que sus reuniones son algo refinado, cuando cualquier cosa que no implique piel con piel parece una triste parodia después de lo que hemos visto.
Las dos maneras de concebir el deseo se contraponen y se analizan, se sienten y se observan, hasta que acabamos enfermos de lecturas vacías, que sólo cobran sentido cuando Hideko traslada a sus palabras la pasión compartida con Sook-Hee.

Sin embargo, Chan-Wook no sólo se queda en el lado menos malo del deseo, sino que desarrolla todo lo que surge de él: celos, provocación y vouyerismo cruzan la línea que separa el amor de la posesión, como emociones difusas que no pueden existir las unas sin las otras. Para mostrar esto, la historia primero cuenta lo imprescindible, y después da una segunda pasada sobre lo ya visto, desterrando lo idílico y sacando a la luz las fealdades que rodean a las dos mujeres, que amenazan por cambiar su pasión por triste ansia económica si ambas se dejan llevar por lo que inicialmente planeaban.
En principio, solo tendría que haber sido un preparado baile, algo donde "todo el mundo cumpliría su papel", eso pensaban las dos. Pero el deseo es impredecible, y difícil de fingir cuando se experimenta.

Hideko y Sook-Hee dan rienda suelta sin medida a su lujuria viciosa, imparable, inevitablemente envenenada por una época y un lugar que no la admite. A pesar de todo, eligen entregarse a ella, aunque eso pueda condenarlas.
Será poco después, cuando puedan realizar lo que antes Hideko solo leía, cuando se dan cuenta de que no había cadena alguna: lo que existe entre las dos la rompió hace tiempo.
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8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Muñecas rusas
Una producción dividida en tres partes, que solo encontrarán sentido cuando se visualicen en su totalidad. Un ingenioso y perverso juego de muñecas rusas, donde nada es lo que parece y las verdaderas intenciones van saliendo a la superficie poco a poco. Así es La doncella, del coreano Park Chan-Wook, quien invita al espectador al mismo turbio y sexual engaño que se despliega en la pantalla.

La inglaterra victoriana de la novela Fingersmith de Sarah Waters se traslada aquí a la era colonial de 1930 en Corea. En el interior de una peculiar mansión se encierran los 4 personajes principales: un sádico y despreciable adicto (Kouzuki, interpretado por Cho Jin-Woong), un sinvergüenza (Ha Jung-Woo) que se hace pasar por Conde para hacerse con las riquezas de una joven (Hideko, interpretada por Kim Min-Hee), con la ayuda de una ladrona que se hará pasar por su doncella (la debutante Kim Tae-Ri como Sookee).

Como si de un laberinto se tratase, el Conde, Hideko y Sookee van desplegando sus estratagemas en un astuto y taimado tablero con una meta incierta, mientras la pasión y el deseo devoran a sus personajes en una carnalidad explícita.

El hambre se apoderá así de los cuerpos, en una maraña de sensualidad, deseo y dominación. El sexo no es solo pasión sino libertad, dentro de un puzzle de erotismo, choque de voluntades y ambición. Porque así es la esencia del cine de Park Chan-Wook, un mago que solo muestra sus cartas cuando ya has caído sin remedio en su ardid final.

Hay que destacar las generosas interpretaciones de sus protagonistas femeninas, así como una maravillosa fotografía, en una cinta donde la dirección de producción y artística se han mimado especialmente.

Sin duda las propuestas del realizador coreano no son para todos los públicos, pero el mundo del arte, del cinematográfico en especial, sería mucho más gris y sinsentido sin creaciones como Oldboy, Stoker o esta singular La doncella.

Lo mejor: la capacidad de Park Chan-Wook de absorbernos a su propio universo.

Lo peor: la larga duración de la cinta (144 minutos) puede lastrar un poco la parte final.

http://www.bollacos.com/la-doncella-munecas-rusas/
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Adios a Hollywood alabado sea Park Chan-wook
Park Chan-wook lo ha vuelto a hacer, otra patada donde más duele al cine norteamericano.
Es agradable disfrutar de un cine hecho para adultos, sin los filtros Disney, ni lo políticamente correcto.
La película me ha parecido "fascinante", el guión no es nada nuevo pero suficiente paraque las dos horas y media de metraje pasaran volando.

El cine coreano está conquistando mi ajado corazón.

Un saludo
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11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
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