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122 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
10
MAGISTRAL CRÓNICA DE UNA HISTORIA ETERNA
¿Alguien dijo por ahí que John Ford fue un carca dedicado al género machista del western?.

Pues bien, nos encontramos ante una de las obras más socialmente comprometidas en la historia no sólo de la literatura (gracias a la inestimable colaboración del autor de la obra epónima, John Steinbeck), sino de la cinematografía mundial, por delante o al mismo nivel de autores como Eisenstein o Visconti.

Uno de los mejores papeles encarnados por Henry Fonda sin lugar a dudas, y una de las mejores y más convincentes interpretaciones en la historia del celuloide.

Tom Joad emerge en la pantalla por los áridos desiertos de Oklahoma camino de casa, al igual que lo hiciera Travis en la obra de Wim Wenders; Paris, Texas.

La diferencia radica en que al contrario que con Travis (Harry Dean Stanton), con Tom Joad sí sabemos lo que sucede. Acaba de salir de la cárcel bajo la condicional por homicidio (prodigiosa escena inicial en la que Fonda nos brinda todo un alarde de contención interpretativa).

Como el personaje de Wayne en centauros del desierto (Ethan), Joad encuentra que en su pueblo no queda NADA ni NADIE. El tempestuoso tiempo impide las cosechas en régimen de aparcería, por lo que los verdaderos propietarios de las tierras, las sociedades cooperativas agrícolas se quedan sin financiación por parte de los bancos.

Por el camino Ford nos narra a través de su asombrosa técnica y maestría habitual y siguiendo de manera fidedigna la obra maestra de Steinbeck la penosa historia de continua lucha por la supervivencia, la identidad y la pertenencia no sólo a un lugar sino a lo material como privativo de uno mismo.

Al final, hartos de las incipientes y opresivas maneras capitalistas, nuestros protagonistas, se dan cuenta de que California no es la panacea. Recoger melocotones está bien para los que no tiene nada, pero como diría Casey (el peculiar predicador reconvertido a lider del agit pop obrero), si "unimos nuestras fuerzas haremos presión y nuestra dignidad se verá fortalecida...".

Todo se resume en las inolvidable frases que Tom Joad refiere a su madre antes de partir por última vez: "... Allí donde haya un policía pegando a un muchacho, allí donde un recién nacido llore porque tiene hambre, allí donde haya una lucha contra la sangre y el odio en el mundo, mírame allí mamá porque allí estaré.
Allí donde haya alguien luchando por asentarse en algún lugar, o por un trabajo decente o una mano amiga, allá donde haya alguien que luche por la libertad, míra en sus ojos mamá porque allí estaré yo...".

Magnífica también como siempre la fotografía del maestro Tolland.

Parece como si el espacio temporal durante el que se desarrolla la película no hubiera pasado...En pleno siglo XXI aún andamos con las mismas historias y los mismos personajes...

Inmigración, racismo, desconfianza hacia lo de fuera, precariedad en el trabajo, insolidaridad....Reflexión algo está pasando y no hemos actuado.
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228 de 248 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
No es Germinal. Es en blanco y negro.... Y es de John Ford.
Porque ante determinadas críticas me quedo petrificado. No se habla de valores cinematográficos, sino del guión. Es decir, hay gente que prefiere asistir a un mitin político que ver buen cine, el que sea, provenga de donde provenga. El problema es que la demagogia sólo convence al ya converso, el resto no puede sino reaccionar al lavado de cerebro con una sonrisa. Se critica esta peli porque en ella no intentan cambiar la sociedad. Falta el manierismo de los buenos y malos, el heroe enfrentado al mundo cual rambo con rastas. Se hecha de menos que aparezca un superman combatiendo el mal, o el capital, o lo que sea. pero que lo combata. Y un final tipo vivieron felices y comieron perdices, o floreció la revolución y se quedó entre nosotros, amén. Cuanto más simple y más clarito, mejor. Sin complicaciones que den para pensar.

Grandiosa película de ford, que lleva al cine una novela de Steinbeck. No hay grandes heroes que cambian el mundo, porque no existen en la obra (ni en la realidad) por eso nos es tan cercana y actual, lo otro es cosa del subconsciente pajero de los políticamente adeptos.

Lo único real e invariable es la gente que sufre. Y Ford acierta de pleno al encarar lo difícil, hacer cine de sentimientos, y no acabar de forma almibarada ni panfletaria. Tres pimientos le importaba al irlandes el mitín. Por eso convierte una obra formalmente marxista (la novela) con personajes, ahí si, alienados, en una película humanista, que le llega a todo el mundo, con gentes que a pesar de todos los pesares, no han perdido todavía su condición humana y su dignidad de personas. Por eso no intentan cambiar nada. Sólo quieren ser felices y vivir en paz. Como todo el mundo, que coño.

A la crítica anterior, recomiendo la visión de Octubre. Excelente película. Claro que, maniquea, y demagóga (que lo es y mucho). Supongo que en ese sentido el guión si hará feliz a las mentes simples, todo clarito; buenos, malos, etc. Pero para mí si es una gozada disfrutar de Eisenstein detrás de la cámara. Una pena que por lo visto, mucho crítico ideologizado no pueda disfrutar de una película de Ford y de otra de Eisenstein, por ser incompatible con el gusto doctinario (de los unos o de los otros). Con lo que se admiraban mutuamente. Claro, ellos eran inteligentes. Y además sabían de cine. Los dos mejores.
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118 de 150 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Los parias de la tierra
Jamás se me ocurriría sacar pecho de mis limitaciones literarias, os lo juro, pero a veces -aunque parezca increíble- ser un gañán también tiene sus ventajas. Ayer mismo, por ejemplo, mientras visionaba “Las uvas de la ira” pensaba: “Qué suerte tengo! Si fuera un gafapasta de verdad y hubiera leído previamente la novela de Steinbeck seguro que ahora mismo no estaría disfrutando como lo estoy haciendo”. Y es que poder visionar la peli de Ford con la mente abierta, relajada, sin verte obligado a dirimir si la novela es mejor o peor que la peli, es algo que no tiene precio. De verdad. No me importa demasiado saber, por consiguiente, si ésta es una buena o mala adaptación literaria. Solo sé que si la novela es mejor solo puede serlo por poco. Por muy poco.

No me explico, si no, de qué manera pueden dibujarse mejor las penurias y el infortunio de la depresión americana. Porque si bien es cierto que lo más fácil y cómodo era que Ford hubiera tirado de lagrimita, la opción de mostrarnos la entereza y la dignidad con la que estos parias de la tierra van encajando golpe tras golpe le confiere a la peli un halo épico, si cabe, aún mayor. Y aunque las míticas frases pronunciadas por Tom (Henry Fonda) o su madre (Jane Darwell) no hacen más que subrayar con rotulador fluorescente algo que el propio film ya destila por sí mismo, a mi no me molestan en absoluto. Por muy quiméricas que suenen.
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71 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Los desheredados
Uno de los films culminantes de John Ford (1884-1973). El guión, de Nunnally Johnson (“Tierra de audaces”, King, 1939), adapta la novela “The Grapes of Wrath” (1939), de John Steinbeck, ganadora del Pulitzer. Se rueda en escenarios naturales de Oklahoma, Arizona (Petrified Forest National Park), Nuevo Méjico y California (Iverson Ranch, San Fernando Valley...) y en los platós de Fox Studios (Century City, L.A., CA). Nominado a 7 Oscar, gana dos (director y actriz de reparto). Producido por Darryl F. Zanuck y Nunnaly Johnson para la Fox, se ofrece en sesión de preestreno el 24-I-1940 (NYC).

La acción tiene lugar en el recorrido de 1.600 km. de carretera, de la ruta 66 (que une el NE y el SO del país). Salen de Oklahoma, pasan por Arizona y Nuevo Méjico y llegan a California. La familia Joad abandona sus tierras de Oklahoma, que les han sido arrebatadas por banqueros y terratenientes, y se dirigen a California donde esperan encontrar trabajo como temporeros en la recogida de fruta y algodón. Viajan en una camioneta destartalada Pa Joad (Simpson), la madre Ma Joad (Darwell), el hijo mayor Tom (Fonda), el hijo Al (Whitehead), la hija casada y embrazada Rosasharn (Bowdon), su marido, Casy (Carradine) amigo de Tom, los abuelos, dos nietos, etc.

El film presenta un drama de miseria, desarraigo, marginación, lucha y esperanza, de una familia arrancada de sus tierras de Oklahoma a causa de la crisis económica de los años 30. Ford compone un retrato magistral e impresionante de las consecuencias económicas y humanas de la Gran Depresión que siguió al crack de la Bolsa de Nueva York del 24-X-1929. Crea una composición conmovedora que sitúa al espectador a la época en la que el país y el resto del mundo se ven azotados por la miseria, el paro y la recesión económica. La historia es dura, los sufrimientos de los protagonistas durante el viaje son enormes, el trato xenófobo que como forasteros reciben a lo largo del recorrido y en los lugares de destino son irritantes, etc. Éstos y otros hechos no menos graves permiten a Ford construir un fresco realista, objetivo, detallado y demoledor de cómo fue la vida de los desheredados durante casi una década. A ello se añade el patetismo de la búsqueda de un paraíso en la tierra que no existe. La narración se presenta desde el punto de vista de Tom (Fonda), el hijo mayor y protagonista del film.

El crack de 1929 marca el inicio de una larga etapa de crisis y recesión, en la que proliferan el paro, la pobreza, el hambre y la desesperación. Se volatilizan patrimonios, se producen quiebras de empresas, cierres de fábricas, fallidas de negocios, etc. Hay desapariciones y suicidios. Sobre todo hay trabajadores de la industria y los servicios que se ven abocados al paro, sin posibilidad de encontrar trabajos alternativos, sin coberturas sociales y sin ingresos suficientes para subsistir.

(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
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64 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
¿Pasas o te quedas?
La última vez que ví "Las uvas de la ira".

Aquel día me puse a pensar. Las patadas de la vida. Te hacen cojear con caracter. Sentir vs. agradecer. Luchar, luchar y luchar. Pirarte si es menester, pirarte cojeando y con la cabeza a media asta, que mirar demasiado arriba marea. Ponerte tus vaqueros con gesto triste y perdido para ir a, por ejemplo, una mierda de trabajo que te aplasta, y encima creer que haces lo que debes (vamos, en serio).

Pero es cierto. Haces lo que debes (por no acabar viviendo en un barril y en pelotas). Pero yo podría vivir en un barril y en pelotas si no fuera por el temor a que me viese alguien conocido. No somos tan fuertes. Aunque podríamos serlo.

Bien. Cojeas, luchas, sientes, agradeces, te aplastan, te conciencias, dudas...Te piras, te marchas. Naranjas de la china en California. Existe una ilusión que es algo así como fé. Una segunda oportunidad, la penúltima copa que apuras por ver si se arregla la noche. Esos viajes forzados por la carencia se afrontan con la excepcional ilusión de esas segundas oportunidades.

Lo que le ocurre a Henry Fonda en la película. El tipo se va...de la cárcel...de la granja...del pueblo...de la amargura. Con la familia. La familia, ay, la familia. Para los que somos familiares hasta la imbecilidad, muchas veces nos mata. Lo que le ocurre a Henry Fonda en la película (no literalmente, esto no es un spolier). Henry se desFonda, se sacrifica. Por hacer lo que debe, por escapar del barril. Por ilusionarse.

Eran épocas difíciles.

No para John Ford.

En una época - difícil - como ésta en la que hay genios a gogó, saborear la verdadera genialidad es un deleite. Esta película suya de cojos que se piran con toda la fé de las californias, es un extensísimo viñedo. Que fué Gran Reserva. Que siempre me inspiró buenas cosas. La ira por ejemplo, porque olvidaba decir que sin ella las patadas te son definitivas. Te quedas. No marchas.

Te quedas comiendo pasas.
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64 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La vida y la nostalgia
Me pasa algo con esta película. Recuerdo mi niñez. Recuerdo una televisión sin mando a distancia y un pequeño salón. Recuerdo unas persianas de madera hinchada por el sol y la lluvia que pesaban una tonelada y no subían del todo. Recuerdo que ponían “Las uvas de la ira” en la televisión y no entendía un carajo. Recuerdo que alguien mayor, llamado yayo, me miraba mosqueado por mi incomprensión se levantaba renqueante y se iba a su pequeña biblioteca. A la vuelta me tiró un libro y me aconsejó que primero lo leyera. Era amante de Ford y de los western. Era un lector empedernido de las novelas vaqueras que se compraban en quioscos en mi niñez. Sé que el libro que me lanzó al regazo se llamaba como la película y que sólo vi un tocho de letras impresas que me pareció igual de aburrido que la película.

Decidí hacerle caso a este viejo y sabio hombre. Cojo por un balazo en la rodilla; serio y bonachón. A pesar de las oportunidades jamás quise ver esa película hasta que no leyera el libro.

Un día mi abuelo murió y yo busqué ese libro por toda la casa. Registré meticulosamente todos los cajones y todos los libros pero “Las uvas de la ira” nunca apareció. Me puse a penar si no lo había soñado todo, si jamás ese libro estuvo en mis manos y nunca vi esa película con mi yayo.

Era muy fácil buscar el libro en cualquier librería o biblioteca pero prefería que fuera el libro el que llegara a mí. Un día una buena amiga me lo regaló. Sabía que iba a empezar un vaivén de recuerdos en el momento que abriera la primera página. Espere el momento oportuno para empezarlo.

En un avión hacia un extraño país comencé a leer. Y sus páginas quedaron impresas en mi memoria y en mi corazón. Tiempo después me puse la película.

Es una gran película. Quizá sea una buena adaptación, que lo es. Quizá plasme una época y unas ideas del libro. Seguro que esta película está bien dirigida y bien interpretada. Emociona hasta la médula el personaje de la madre interpretado por Jane Darwell. Pero no es John Steinbeck. No me dice lo mismo. No me llena como lo hace la pluma de un hombre que me emociona hasta descomponerme. Que recrea la vida y la nostalgia con la magia de los grandes.

Estoy seguro que esta película me hubiera gustado mucho más de no haber leído el libro. O de no haber tenido la historia que tuve con “Las uvas de la ira”. Esa historia que mezcla vida y fantasía con mi abuelo cojo por un balazo en la rodilla.

Quiero dedicar esta crítica a Bloomsday que consiguió hacerme recordar muchas cosas con “El extraño recuerdo de la bayoneta que nunca existió.”
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79 de 106 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Elogiemos ahora a John Ford
El 16 de mayo de 1955, en el asiento trasero de un taxi neoyorkino, el corazón de James Agee decidió dejar de latir. Al morir, Agee tan sólo tenía 45 años, pero había sido capaz, en tan breve espacio de tiempo, de convertirse en uno de los críticos de cine más agudos y exigentes de su época, de firmar los guiones de “La Reina de África” y “La noche del cazador” y de escribir dos novelas, una de las cuales, al menos, es una auténtica obra maestra. Sin embargo, si por algo se recuerda a James Agee es por un artículo que nunca llegó a publicarse. En 1936, la revista “Fortune” encargó a Agee un reportaje acerca de las duras condiciones de vida de los campesinos durante la Gran Depresión. Acompañado del gran fotógrafo Walker Evans, Agee viajó a Alabama, donde pasaron ocho semanas conviviendo con tres familias algodoneras. Tanto el artículo que Agee escribió acerca de aquella experiencia como las fotos tomadas por Evans fueron rechazados por la revista, que entendió que era un material demasiado crudo para ser editado. Agee, sin embargo, revisó y amplió sus textos hasta convertirlos en un libro, y en 1941 él y Evans lograron que una editorial publicara su trabajo, que se ha convertido en uno de los documentos más hermosos y terribles que vieron la luz en el siglo XX. El libro se tituló “Elogiemos ahora a hombres famosos” y John Huston, tras leerlo, dijo de Agee que era un “Poeta de la Verdad”.

Poeta de la Verdad. ¿Hay mejor manera de referirse a John Ford? El bronco Ford, el misógino Ford, el racista Ford, el fascista Ford. Cuántas idioteces ha habido que tolerar asociadas a su nombre. Mucho antes de que docenas de marisabidillos descubrieran el significado del verbo “sobrevalorar” y se pasaran el día conjugándolo como monitos, Ford ya era uno de los artistas más sutiles y delicados de la historia. Nadie ha llegado al fondo del corazón humano de modo más limpio, honesto y sencillo, sin afectación ni aspavientos ni vacuas coartadas intelectualoides. Lo único que nos exige Ford es que prestemos atención a los detalles, que leamos entre líneas, que entendamos que el hombre es la suma de mil pequeños momentos, minúsculos e insignificantes: gestos, silencios, miradas, tal vez palabras. Recuerdos que arderán con nosotros cuando dejemos para siempre nuestra casa, abandonada al polvo y el viento, y busquemos con las manos la tierra que nos vio nacer.

“Todo lo que existe es sagrado”. Lo dice Casy, el predicador sin fe encarnado por John Carradine. No es extraño que James Agee cierre con esas mismas palabras una de las últimas secciones de su libro. Tanto Ford como Agee cantan la invencible entereza humana, intentan restituir la dignidad perdida de unos seres que no comprenden por qué han sido condenados a vivir y morir como perros. “Las uvas de la ira”, como el libro de Agee, es a la vez hermosa y terrible: hay muerte, desolación y miseria, y también risas y baile, alegría y esperanza. Hermosa y terrible como la música de la vida, así es esta película.
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51 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
LA EXCEPCIÓN ÉTICA
1) La indignación de Ford al dar voz a los desheredados e indefensos provoca algunas estridencias narrativas, es verdad. Ciertos alegatos, sobre todo, son como los discursos freudianos que un personaje acababa soltando cuando estaba de moda explicarlo todo mediante el psicoanálisis, pero seguramente más disculpables porque no nacen de la pedantería sino de la vehemente denuncia de una injusticia insoportable: que los pobres paguen la crisis financiera pauperizándose aún más mientras los ricos aprovechan para seguir amasando dinero.

2) Lo que carga de indignación son las familias expulsadas de las tierras que labraban. Los tractoristas que arrasan las casas, unos mandados. Los manda una compañía remota, sin explicaciones. Los manda la banca y nadie da la cara.
Empujadas por la necesidad a la emigración forzosa, las familias son tratadas como ganado. Buscan la Tierra Prometida donde hay chabolas y barro, ladridos, hambre y miseria, empresarios sin escrúpulos y policías corruptos.

3) Henry Fonda, con su planta y aplomo, confiere dignidad de hierro a su personaje, aunque salga de la cárcel tras pagar por un homicidio no detallado.

4) Se le puede aceptar a Ford la exaltación, por lo justo de la causa y porque mientras tanto no escamotea excelente cine, en escenas estremecedoras, como la del predicador descreído que bebe y vaga como un fantasma de los campos, la del relato a la luz de unas velas que dan contrastes tan duros como lo relatado, el camión increíblemente sobrecargado en odisea a través de la épica US-66 camino de California, la llegada al campamento en largo plano subjetivo que recoge en “primera persona” todas las miradas de la muchedumbre hacinada y pone de golpe al espectador en medio de un mundo opresivo, o el momento tan fordiano de la familia que al final del día reúne jornales en torno a la mesa, como en la película de los mineros galeses, canto inapelable a la honradez sencilla; una familia que antes tenía un mundo, tierra propia y estaba unida, y ahora es un grupo errante vapuleado por una crisis de la que no son responsables, como le sigue pasando hoy a demasiada gente.
Y tantas secuencias más…

5) El director carga las tintas para dar voz al pueblo y llamar a la conciencia social, y sigue siendo John Ford.
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34 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
EL ESPÍRITU DEL VINO
"Hace tiempo cuando teníamos tierra éramos una familia tan completa y unida... pero ahora ya no es así..."

Ya nada es lo mismo, toda crisis tiene como consecuencia inmediata el cambio (sea para bien o para mal) y la depresión que sufriera el sistema capitalista luego de la crisis del ´29 sucumbió a gran parte del mundo, pero por sobre todo el territorio estadounidense.

La historia de "Las uvas de la ira" se centra en la depresión y la pobreza es la protagonista, basada en la genial novela epónima de John Steinbeck de 1939 y dirigida por el genial John Ford, que en esta película sí alcanza el nivel de excelencia.

Posee un gran contenido social, da testimonio de una dura realidad, tan antigua como actual, pues lo mismo que le pasa a la familia Joad sigue y seguirá pasando en la realidad (y lo digo no solo por verla en la TV sino también por verla desde tan cerca como hijo del tercer mundo que soy).

La cruel realidad nos golpea en esta realización y la fotografía de Gregg Toland logra agudizar el golpe, una fotografía únicamente de grises y negros, es destacable la falta del blanco puro pues los blancos que aparecen son sucios y opacos logrando fielmente la sensación de la suciedad que trae consigo la pobreza, en parte está basada en las fotografías originarias de esa época que quedaran como importante documento. La música es correcta también.

Narrada linealmente de forma simple, sobriamente pero firme gracias a la maestría de John Ford, se centra en la búsqueda de un buen futuro de una familia que ha perdido todo cuanto tenía, una familia en lucha ferviente por la supervivencia, por la identidad y el sentido de pertenencia, de sentir aunque sea solo un pequeño pedazo de tierra como suyo.

Gran parte de la cinta se entrevé como una road movie, la familia toda junta en el pobre vehículo que va sufriéndo, parece, como los demás. El viaje es desde Oklahoma donde han perdido sus tierras hacia California, pensada como la tierra prometida del trabajo y el salario digno, después se descubrirá que ya no es así. Los dueños de las tierras en plan aprovecharse lo máximo de la situación explotan a los obreros obligados a aceptar cualquier tarea solamente para satisfacer el hambre suya y de su familia.

Tom Joad (Henry Fonda en uno de sus mejores papeles), salido bajo palabra luego de estar 4 años en la cárcel por homicidio, es quién protagoniza esta epopeya, una odisea por la libertad. Luego será quién busque mediante la conciencia colectiva cambiar la explotación a la que todos son en parte sometidos, no busca nada más que un trabajo digno para poder llevar alimento a su casa todos los días

John Ford no solo nos deja un clásico inolvidable en la historia del cine sino también cumple el papel de genial artista, quién no solo debe crear sino también dejar testimonio de su época y creo que es con esta película que logra este objetivo.

"Somos el pueblo... existiremos siempre"
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31 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La agonía de la tierra en la América profunda
En los fatídicos años treinta, la Gran Depresión asoló los Estados Unidos y se extendió por otros muchos países en una reacción en cadena.
La legendaria Ruta 66, que discurría desde el noreste hasta el suroeste, atravesando los estados de Illionis, Missouri, Kansas, Oklahoma, Texas, Nuevo México, Arizona y California a lo largo de unos 3.945 kilómetros, se pobló de miles de familias de granjeros que, desahuciados de sus tierras y bajo la amenaza de la inanición, se pusieron desesperadamente en camino hacia promesas de trabajo y sustento en el oeste, en las ricas áreas de cultivo de California.
La América profunda agonizaba. Aquella América de campesinos que trabajaban de sol a sol sus propios terrenos, que durante generaciones habían heredado las propiedades de sus antepasados; gentes sencillas que veneraban el suelo que les ofrecía su medio de vida y que bendecían el cielo y a Dios por cada nueva cosecha, por cada año de bonanza, por estar vivos. Que estaban preparados para soportar condiciones de gran dureza, porque la tierra es tan exigente que quienes la trabajan se vuelven casi tan duros y resistentes como el lecho de piedra que se encuentra debajo del cieno fértil.
Y aquel honor inquebrantable de ser supervivientes de la madre naturaleza y de estar unidos como una piña. De comprender verdaderamente el valor de la unidad y lo que significa sentir el tacto de la arena en tus manos, esa arena que te permitirá continuar y perpetuar el ciclo vital.
Pero llegó un momento en que aquellas gentes perdieron lo que poseían. Perdieron su estabilidad. Se les arrebató el sentido de sus existencias. Y se las condenó a ser nómadas hambrientos.
Por la Ruta 66 desfilaban incesantemente campesinos macilentos, demacrados, sucios, muchos de ellos terriblemente delgados. Avanzando a duras penas en sus camiones destartalados, viajando hacia un destino que se anunciaba como nubes oscuras en el horizonte, pero tratando por todos los medios de disfrazarlo de esperanza y de un sol bienhechor.
Miles de personas azuzadas por el hambre y el miedo, caminando entre penurias y rodeadas de lobos que se acercaban a llevarse su buen bocado, explotadas por la avaricia de los peces gordos sin escrúpulos que se aprovechaban. Esas ratas que debían de lucir generosas carnes de copiosas comilonas obtenidas quitando el pan a otros menos afortunados, con sus trajes caros, sus puros habanos y sus coches de lujo. Ratas que no debían de tener grandes remordimientos de conciencia mientras condenaban a montones de infelices a destrozarse la espalda recogiendo toneladas de fruta por una miseria, a no tener hogar, a malvivir de campamento en campamento de deshauciados.
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31 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Menos mal que esa época ya pasó, ¿o no?
John Ford, el que para muchos ha sido el mejor director de todos los tiempos, dirigió en 1940 una película muy actual (ambientada en la Gran Depresión): Las Uvas de la Ira. Es actual porque no veo apenas ninguna diferencia con respecto a la situación laboral que sufrimos hoy día. Seguimos trabajando como esclavos para ganar el dinero suficiente para sobrevivir (no confundir con vivir). Y todo para beneficio de unos pocos. Por otro lado podemos mencionar los desahucios que sufren los personajes de la película, muy parecido a lo que está pasando en el presente. Por ello ver esta película produce eso, ira. Pero no podemos esperar a que las cosas cambien de un día para otro. La solución está en nosotros mismos.

Con respecto a los aspectos puramente cinematográficos hay que resaltar la fotografía en blanco y negro, compuesta a veces como si de cuadros se tratasen. Además existen varias tomas con una iluminación sombría que deja pasar la luz hacia aquellos elementos que interesan, haciendo así una constitución original. Y, por supuesto, hay que aludir varias escenas que son una verdadera maravilla, como la última escena entre Jane Darwell y Henry Fonda, la cual deja, en mi opinión, el mensaje y la esencia de la película.

En definitiva, Las Uvas de la Ira es una película necesaria, de obligatorio visionado y atenta comprensión.
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22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Los ojos que rezan
La mirada perdida de Henry Fonda, atenazado por el miedo que le produce no poder alimentar a su familia y a su anciana madre es el testimonio cinematográfico más explícito que la Gran Depresión provocó entre millones de personas.

No los suicidios en Wall Street, anecdóticos y poco más.

Pero sí la mirada suplicante de Henry Fonda, en busca de un Dios que le de una respuesta. ¿Qué hacer? Ya sé que me repito: sus ojos están rezando, durante toda la película.

Su cuerpo, un saco de huesos recuerda al de un pobre desgraciado prisionero de un campo de concentración nazi. No dista mucho el prisionero de Auswichtz que el trabajador forzado, Henry Fonda, en los barracones que el New Deal instaló para condenar a millones de personas a partirse el lomo y recuperar un país que habían arruinado los especuladores multimillonarios de esa Florida que hizo que un país, y por ende el mundo entero, se desmoronase.

En fin, creo que es la mejor película referida al crack y a la Gran Depresión; mucho mejor que el "Resplandor en la Hierba" de Kazan, en la que sí, hay suicidios de los millonarios, rápida elección de esos cobardes que no se plantean empezar de nuevo proporcionando alimento y cama a sus hijos.

Los auténticos héroes de esos tiempos de ira, fueron los Henry Fonda que sacaron fuerza de flaqueza y siendo pobres de solemnidad, levantaron de nuevo a los gloriosos United States of America. Roosevelt debiera haberlos condecorado a todos. El cine, desde luego ya lo hizo, con un tal Fonda jovencísimo, que se va haciendo viejo, eso sí, por echarse a sus espaldas la desesperación de millones de norteamericanos que hierven ortigas para sobrevivir.

Esupenda película. Algo añeja. No es de extrañar, se rodó en 1940. Difícilmente puede dejar de pasar por "añeja". ¿Otro aval además de Fonda? Ahí tenéis a John Ford, el cronista de la historia americana.
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19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
VIVIR CON MINUSCULAS
Cuando al finalizar la película el espectador se queda pensativo es que John Ford ha logrado el objetivo perseguido. Y en verdad que lo logra. Lo logra en el año 2006 como lo logró sin ninguna duda en el 1940 y en todos los años intermedios. Porque no es un tema de un año concreto ni de una década determinada, ni de una época más o menos amplia, es un tema de hoy y siempre. Veamos sinó que es lo que está sucediendo en España ó en Europa ó en los mismísimos Estados Unidos, gente que lo deja todo, ¿voluntariamente?: no, a la fuerza, a la fuerza del hambre y de la miseria. A fuerza de querer sobrevivir, de querer simplemente vivir, vivir con minúsculas que las mayúsculas son un lujo.
Y el pensamiento del espectador hubiese sido otro, evidentemente, si Tom Joad y su familia hubiesen conquistado un poco de justicia, pero no, eso no sucede así porque eso no es lo que quiere contarnos Ford. Estoy de acuerdo con una crítica que habla de que no hay que buscar buenos y malos. Hay lo que hay. Y es mucho.
En el aspecto interpretativo, la actuación de Jane Darwell como la madre es sobresaliente, magistral, eclipsando a todos los demás y debo reconocer que Fonda, sin ser santo de mi devoción, está francamente bien.
Los méritos de la película como tal son muchos pero por encima de los puramente cinematográficos está su función de denuncia social en los mismos años en que están pasando los hechos que se cuentan.
¿Alguien sigue creyendo que John Ford es solo "La Diligencia"?
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18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Magistral.
A John Ford le preguntaron una vez: ¿puedes describirme miseria amigo?. No te preocupes voy a regalarte Las Uvas de la Ira, haber si te queda claro, pero antes te deleitaré con un extracto del guión que quizás te aclare las ideas, ¿de acuerdo?.
Por supuesto señor Ford, adelante.
Ahí va :

-Me mandaron a deciros que estáis deshauciados.

-Quiere decir que me echa de mi tierra.

-No hay porque enfadarse conmigo, yo no tengo la culpa.

-Pues entonces ¿quién la tiene?.

-Ya sabes que la dueña de la tierra es la compañía Sonvilland.

-¿Y quién es la compañía Sonvilland?

-No es nadie es una compañía.

-Pero tiene un presidente.Tendrán alguién que sepa para que sirve un rifle, ¿Verdad?.

-Pero hijo ellos no tienen la culpa, el banco les dice lo que tienen que hacer.

-Muy bien, ¿dónde está el banco?.

-En Tulsa, pero no vas a resolver nada allí, sólo está el apoderado. Y el pobre sólo trata de cumplir las órdenes de Nueva York.

-Entonces ¿ A quién matamos?

Señor Ford puede ser la miseria , ¿lo que les sirve a los ricos para hacerte daño, humillarte y volverte loco?.

No sólo eso hijo , sino que es la que consigue humillarte hasta que eres sólo una pobre basura que se arrastra por el suelo.

Un saludo
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19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La vida y la muerte; las imágenes y las palabras; Ford y Steinbeck.
Es una obligación por mi parte reconocer que no he leído la obra de Steinbeck y que así, estoy convencido de ello, es más fácil digerir la película, ya que opino igual que muchos a la hora de colocar por encima del cine a la literatura cuando es buena, y Steinbeck era de los buenos. Aún así mi nota es la que es y de ahí no se mueve porque el hilillo de esperanza que ofrece es tan mínimo como descartable. Sí, el personaje de la madre es el que ofrece con sus palabras la posibilidad de que más allá del final hay una continuación digna, pero la sensación que tengo del cuadro que se ofrece de la familia es que no hay solución, que malviven en una condena de la que la esperanza por mejorar es sólo una ilusión y allá donde se mueven no hay más que desgracias.

¿Cine social?; que se apunten este título en la agenda aquellos que señalan a Ford de fascista, un derechón cualquiera no hubiera apostado por unos personajes huelguistas así y por una represión tan malintencionada. Mientras, a mí me parece sencillamente lo mejor, el personaje del expredicador es el que más dice con su presencia. Aquellos que en la actualidad, en pleno S.XXI creemos en la base de la pirámide, en las condiciones de la clase trabajadora, la reflexión que "Las uvas de la ira" hace es tan actual como necesaria. Hay más, en lo que se encalla y que a mí no me atrae en absoluto es en el rancio concepto de familia, prescindible aunque necesario como hilo argumental.

Y por supuesto está Fonda, el mejor actor de la galaxia, aquellos que lo idolatramos tenemos muchos motivos para sentirnos satisfechos ya que luce, y de qué manera, todo el brillo que es capaz de desarrollar. Eso sí, palo tras palo no parece que la familia aguante más cuando reciben otro y claro, no es fácil, sólo digo que no es fácil asumirlo sin más, es lo que tiene el drama, lo sé, pero puede que sea demasiado.

Que no la vea nadie con tendencia a la depresión, esta película le puede hundir más.
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16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Las uvas de la ira (1940)
Duro retrato de los abusos que padecieron una familia de jornaleros durante la Gran Depresión que azotó al mundo en los años 30. Esta película junto a '¡Qué verde era mi valle!', ayudaron a contradecir la etiqueta de hombre ultraconservador que tenía el director estadounidense.

'Las uvas de la ira' es un relato espantosamente agrio que pone de manifiesto el comportamiento humano ante situaciones extremadamente adversas. Ford exhibe su capacidad para definir la psicología de la clase obrera, sin incidir en el maniqueísmo y la sensiblería.

El uso evocador del blanco y negro sumerge a la cinta en una atmósfera surreal. Cada encuadre se compone con absoluta maestría llevándonos por ese sendero mágico que tienen las películas de Ford donde cada momento está lleno de emoción, rebosando poesía y belleza.

Aunque sea considerado el maestro del wéstern, el cineasta cuenta en su extensa filmografía con diversas obras maestras de diversos géneros, como ésta que nos ocupa. Ya lo dijo el gran Orson Welles al ser preguntado por quiénes eran sus directores de cine favoritos: “John Ford, John Ford y John Ford”.
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15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
¿Les suena esto de algo?
Esta película se puede ver siempre y siempre será actual. Sus valores son eternos, y por eso contiene hallazgos formales, oficio, talento, sabiduría cinematográfica. Sin embargo, en estos tiempos de crisis global adquiere una desgraciada y rabiosa actualidad.

¿Quién son los responsables de las condiciones materiales que deben soportar estos inmigrantes a lo largo de su periplo por los Estados Unidos de América? Desde luego, ellos mismos no. Víctimas de decisiones tomadas a distancia, emanadas de unos seres insensibles que solo piensan en sus propios intereses, en su propio afán de enriquecimiento egoísta. Bancos, empresas, especuladores, capitalistas lejanos, con sucursales cercanas, que en los momentos en que su codicia desmedida hace estallar la banca toman decisiones que condenan a la desesperación a quienes durante la bonanza ya eran pobres pero vivían honestamente sus propias vidas. Mientras tanto, ellos se refugian hasta que el aguacero amaine, para volver a empezar de nuevo.

¿Les suena esto de algo?

El crack del 29 produjo miles de historias similares: dramáticas, anónimas, ejemplares. La que nos cuenta John Ford es una de ellas. No hay truculencia, ni demagogia. Hay moderación, resignación, rabia contenida. Hay esperanza también, fe en las posibilidades de salir adelante, nostalgia de lo perdido, que parecía poco mientras estaba y todo un mundo, y nunca mejor dicho, cuando se desvaneció.

Todo esto se puede decir de muchas maneras, pero para que un mensaje se convierta en eterno es preciso que se instale en unos signos imperecederos. Como aquí.

Todo es excepcional. La interpretación, por ejemplo. Henry Fonda está magnífico, pero también lo están los demás, incluida naturalmente Jane Darwell, por la que ganó el Oscar a la mejor actriz secundaria. Pero también la música, la fotografía –excepcional-, la creación de un ambiente dramático reconocible, el guión, exacto, eficaz, con un pie puesto en la crónica y otro en la reflexión existencial, en la poesía épica de la desesperación colectiva.

Estamos ante una de las catedrales de la cultura contemporánea, de esas que crean formas de hacer y de ver el cine, de esas que dotan a este lenguaje artístico de una capacidad demoledora para movilizar las conciencias.
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15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Atemporal obra cumbre del cine
Con los tiempos que corren esta película está más viva que nunca. La historia de una familia que se ve obligada a dejar sus tierras por culpa de la avaricia del gran capital es una de las más conmovedoras que ha dado la historia del cine. Es imposible que no te lleguen las penurias y calamidades de la familia Joad, que no sientas que puedes ser uno de ellos. Desheredados en busca de una tierra prometida (en este caso California) que muestran fotograma tras fotograma como la dignidad del ser humano es indestructible si se lo propone.

La interpretación de Henry Fonda es magnífica, con una rabia contenida soberbiamente plasmada. El resto del reparto le va a la zaga, especialmente y por encima de todos el papel de Jane Darwell como matriarca, sencillamente sublime y de una calidad que ya no se ve hoy en día. A pesar de los infortunios siento la sensación de que no me importaría ser un miembro más de esa familia.

De entre los sobresalientes aspectos técnicos de la película destacaría la dirección de fotografía de Gregg Tolland, extraordinaria a todos los niveles y fuertemente influenciada por el expresionismo y sus recurentes juegos de luces/sombras. Qué decir de la puesta en escena de John Ford, inmejorable. No falla absolutamente nada, no sobra ningún plano, no chirría ningún encuadre. Su manejo de la cámara es extraordinario. Basta mencionar, por ejemplo, la escena en la que los Joad llegan a un campamento y como lo resuelve Ford a través de un plano subjetivo desde el vehículo destartalado que se va abriendo paso entre la multitud hambrienta.

"Las uvas de la ira" tiene dos de las mejores escenas dela historia del cine y las dos se dan al final dela película. El monólogo de Henry Fonda cuando se ve obligado a partir y el discurso final de la madre en el vehículo sobre las mujeres y su "somos la gente". Escenas que ponen los pelos de punta y hacen reflexionar y buscar paralelismos con nuestra sociedad actual.

Hay pocas películas tan atemporales e imperecederas como ésta. Una lección de cine, de historia, de solidaridad y de lucha por la dignidad humana. De oligado visionado.
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13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
''Siempre adelante'' (10.0)
¿De qué coño me quejo yo, que como tres veces al día y cago en retrete acrílico? Esto es algo más que política, es la dura realidad que asola a muchas familias, es la realidad que el día menos esperado puede llegarle a cualquiera. Pero la vida sigue y las heridas cicatrizan si uno no sucumbe. Muchos de nuestros antepasados pasaron por ello, y aquí seguimos nosotros.

Es el primer 10 que le doy a una película de Ford. No es que le tenga manía ni nada de eso, es que creo que, de las que he visto, es la única que realmente se lo merece. Me quito el sombrero ante él y Steinbeck, y, sin olvidarme de actores y demás implicados, les hago una reverencia.
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23 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Lo mejor de Ford y Fonda
Mi primera crítica no podría ser de otra película. El porqué es muy sencillo, "Las uvas de la ira" es una de Ford, es una de Fonda, pero no una cualquiera, nos encontramos ante la que para mi es la mejor película del gran John Ford, que ya es decir mucho, y además estamos ante la mejor interpretación de Henry Fonda, donde nos da una clase maestra de contención interpretativa.
Las uvas de la ira es una película de solidaridad, de esperanza, de lucha y esfuerzo y de fe, que transcurre en uno de los momentos más oscuros, difíciles y desesperanzadores de la historia de los EE.UU, la Gran Depresión de los años 30 del siglo pasado. La tremenda depresión castiga con mayor virulencia a los más débiles, en este caso una familia al completo, padres, hijos, nietos, que pierden su pequeña granja y han de emigrar a California en una travesía de miseria, desarraigo y deshumanización. Una cinta cruda que refleja la miseria humana, el miedo y rechazo al extraño, donde se denuncia el abuso de las autoridades, pero a la vez y a pesar de todo refleja como pervive la dignidad humana. Todos los valores humanos que desprende Las uvas de la ira, fe, dignidad, solidaridad, esfuerzo, esperanza, sufrimiento, se pueden ver en el rostro de Henry Fonda en un alarde expresivo sin exceso alguno. Nunca nadie ha expresado tanto con menos esfuerzo interpretativo. ¡Ah! no perderse el papel de la madre de Fonda, Jane Darwell ¡esplendida!
Y ¿qué decir de John Ford? Mejor callarse y tan solo ver su cine. No recuerdo quien dijo que los tres mejores directores de la historia eran Ford, Ford y Ford, pues eso.
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10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
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