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6 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
7
DE UN POLI, UN CACO Y LA POSGUERRA
En sus inicios el gran director Mario Monicelli firmó varias películas en colaboración con Steno, mostrando ya sus grandes dotes para la comedia, como en el caso presente. "Guardias y ladrones" nos presenta a Esposito, un timador especializado en pequeños engaños a turistas e incautos que, por desgracia, comete el error de estafar a quien no debía, siendo perseguido y atrapado por un obeso policía, Bottoni; no obstante, el ladronzuelo logra escaparse, y los jefes del guardia le conminan a detenerlo so pena de despido. Con tal fin, Bottoni investigará a la familia de Esposito.

Pese al tono cómico que lógicamente preside el filme, también son de destacar las acertadas pinceladas que nos ofrece acerca de la sociedad italiana de posguerra; la ayuda estadounidense, la pobreza de los extrarradios urbanos, las estrecheces a que se ven sometidas las familias humildes, etc. Así, cuanto más indaga Bottoni acerca de Esposito, más se identifica con su problemática, y la ayuda interesada que al prinicipio presta a su familia acaba convirtiéndose en una honesta solidaridad.

La película destaca fundamentalmente por su acertado guión (resulta aconsejable verla en versión original, para captar los giros y tonos) y por sus geniales interpretaciones, con el célebre Totó a la cabeza, componiendo al digno timador, y Aldo Fabrizi encarnando al policía. La mano de Monicelli se deja sentir en la secuencia inicial, muy ingeniosa y bien contada, y también en la conversación que más adelante sostienen Esposito y Bottoni en la escalera de la casa del primero, magistralmente rematada con la comida familiar. La conclusión de la historia, aunque esperada, es divertida y triste a la vez, dejando en el espectador ese regusto agridulce que tantas veces es indicio del buen cine.
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21 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Se busca
Genial película del dúo Steno-Mario Monicelli, con dos actores, Totò y Aldo Fabrizi, sencillamente inconmensurables. Totó es un ladronzuelo de poca monta que tiene como una de sus especialidades el timar a turistas recién llegados a Roma. Tras una de estas aventuras, tiene la mala pata de volver a coincidir con una de sus víctimas, se inicia entonces una larga, larguísima persecución, a cargo del regordete policía Bottoni (Aldo Fabrizi), que al final logra detenerlo, pero el bueno de Totó es muy escurridizo y logra escaparse, entonces sus superiores lo ponen ante una difícil tesitura: si en el plazo de tres meses no lo atrapa, se quedará sin trabajo.

Como ya he comentado, Totò y Aldo Fabrizi están sencillamente inconmensurables. Pocos actores tan divertidos como Totó, su largo rostro puntiagudo, su boca saliente, sus ojos grandes y caídos ayudaban a una comicidad que él sabía conducir por los caminos de la ternura, fantástico, maravilloso como ese ladronzuelo de poca monta al que todos le tomemos afecto. Grande, grande también el trabajo de Aldo Fabrizi, el extraordinario sacerdote de “Roma, città aperta”, que mostraba aquí sus espléndidas condiciones para la comedia y que consigue que también los policías de “Guardias y ladrones” sean vistos con cierta simpatía.

A simple vista podría parecernos la típica comedia de enredo en la que acabemos desternillándonos de la risa, pero yo de vosotros no me fiaría, aquí reside la gran magia del director italiano, poco a poco acabaremos embaucados hasta llegar al magistral final de la película, donde sin darnos cuenta seguramente notaremos que la película nos ha llegado adentro, hasta la más sensible de nuestras fibras y probablemente descubriremos con sorpresa que una pequeña lagrimita rueda por una de nuestras mejillas.
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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Vidas paralelas
"Guardias y ladrones" es una estupenda obra dirigida por Monicelli y Steno (en una etapa, fines de los años 40 y principios de los años 50, en la que Monicelli dirige sus primeros largometrajes en colaboración con Steno) que aúna la comedia y el drama con la crónica de costumbres, con una sensibilidad social claramente relacionada con el movimiento neorrealista. Totò, en el papel de ladrón, y Aldo Fabrizi,en el papel de policía, están muy bien en sus respectivos papeles.

Lo más interesante quizás del desarrollo narrativo y argumental de este film es que nos hace ver que, a pesar de que el ladrón y el policía son personajes antagónicos, enfrentados, ambos tienen más puntos en común de lo que querrían creer: el policía es un poco malo, y el ladrón es un poco bueno, y ambos tratan de sacar adelante a sus familias. La ironía se extiende a las esposas, a los hijos, al ambiente que rodea a los dos personajes.

Cabe destacar la presencia en el equipo técnico de Mario Bava, futuro director especializado en cine fantástico, como director de fotografía.
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Reconstruyendo Italia
Excelente muestra del neorrealismo italiano. Como es usual, el escenario no está en los estudios sino en las calles y plazas de la destruida Roma. Pero pareciera que todo empieza a recomponerse y la película muestra uno de esos aspectos. En efecto, se trata del imperio de la ley aun en los casos del robo famélico (robo por necesidad). El policía debe convencer al ladrón de que acepte ir a la cárcel. Este aduce que su familia depende de sus pequeñas diarias rapiñas con el destino.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El cuadriculado guiri rompe el sabio equilibrio del chanchullismo.
En la posguerra neorrealista se jugará a polis y cacos para que se haga justicia y nos vayamos a la cama tranquilos después de habernos echado unas risas. Nos reiremos de una inofensiva imagen de los ejecutores de la violencia legítima y de los ejecutores del mal porque la cruda realidad normalmente no da risa. Los convertiremos en pueblo -en masa para algunos- porque solo nos reímos de lo que consideramos igual o inferior. La chanchullería y la improvisación, la acomplejada xenofobia contra el guiri, un impreciso espíritu político individualista y anarcoide, la exuberancia escandalosa de las maneras, pero también la arraigada compasión que forma parte de una moral transversal y única, cuadro de costumbres de una Italia identitaria que podría ser una España de Berlanga, que cada vez más queda como alimento para la nostalgia, porque somos ya muy europeos y sofisticados, pero que sigue mostrando que cuando el río suena, agua lleva, y que queda algo del poso histórico, por lo que aún nos vemos reflejados en estos antepasados mediterráneos y se sigue produciendo, sesenta años después, el milagro del humor. La bestia hilarante Totò deja claro aquí porque es uno de los actores cómicos más grandes de todos los tiempos, y Aldo Fabrizi le sostiene la mirada, lo que indica la altura cómica de éste.
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7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Aldo & Totò.
21/21(20/01/22) Brillante dramedia italiana, que he visto por cumplir 70 años desde su estreno (21/12/1951), dirigida por Mario Monicelli y Steno, teniendo de protagonista a dos extraordinarios Totò y Aldo Fabrizi, dos colosos de la comedia que desbordan humanidad en sus caracteres de perdedores antagonistas, dos actores que disfrutaron improvisando muchas de sus escenas que transmiten una naturalidad mundana fabulosa, entre los dos Titánes surge una química que desborda la pantalla y que eleva aun más el gran argumento y dirección. Para un guión que pasó por muchas manos antes de pulirse, y que incluso los mencionados protagonistas aportaron, ello con mucho de improvisación, donde en algo que se criticó (hasta que incluso la censura intervino), como fue poner en paralelo a policías y ladrones, pero ello en realidad en un nivel muy del tiempo, pues el policía es retratado como un buenazo simpático, torpe, afable, pero muy cercano, y el ladrón es un hombre pobre, con una gran familia a su cargo (esposa, padre, cuñado, e hijos), ello enmarcado en el duro escenario de la post-guerra, donde la pobreza y miseria campaban a sus anchas, y en este ambiente los ‘robos’ del delincuente en realidad son pellizcos de monja, es solo un timador (lo de ladrón no le encaja con lo que el vemos hacer) que vemos ‘sacarle’ a un estadounidense 50 $ (él ladrón, como buen italiano, solo tima a extranjeros ¿?) por una supuesta moneda antigua, o intentar sacar paquetes de regalo para los necesitados (en realidad esto lo podría haber hecho con sus hijos, y no tener que ‘contratar’ en la calle). Tratando temas duros con gran sentido mordaz del humor, desde la desoladora postguerra, el ‘mesianismo’ estadounidense (en cierto modo parecido al de la berlanguiana “Bienvenido Mr.Marshall!), el espíritu de supervivencia, y sobre todo un canto a la amistad más contranatura.

Los dos ‘némesis’ tendrán su choque en una persecución que durará todo el metraje, de ahí el título haciendo referencia al juego de niños. Iniciándose en una portentosa escena (parece duró dos semanas en rodarse) de persecución primero en autos y luego campo a través por zonas rurales, con claras reminiscencias al slapstick del cine mudo, sobre todo al de Chaplin por aquello de que Totò se mueve cuasi como un clon del Icónico ‘vagabundo’, toda una oda al humor descacharrante más puro ver a estos tipos mayores perseguirse cual niños, con perros, gallinas, pozos, barro, ello hasta desfallecer, glorioso tramo. Esto nos lleva unos 40 minutos, y nos queda otra hora, y aquí la persecución se convierte en una contrarreloj del policía por atrapar a quien le hará mantener el trabajo o perderlo. Para lo que se implicará con la pobre familia del ladrón para poder llegar al escurridizo patriarca, ejemplificando la bondad humana y la solidaridad. Todo ello regado de secuencias divertidísimas, como las de la barbería, el modo del ladrón de conseguir un chorizo ‘barato’, la de la llamada telefónica entre ambos protas, o la de cuando un hijo del ladrón le narra la redacción describiendo al padre (Homérico). Todo esto para desembocar en un rush final donde el cariz se altera hacia lo conmovedor, donde te resulta imposible ponerte de un lado u otro, hasta terminar y dejarte un nudo en la garganta.

En su primera mitad es una comedia descacharrante, ya desde la escena inicial en el Foro Romano con el ingenioso timo a unos turistas americanos (Haciendo de guía turístico le enseña la tumba de Colón ¿? y la bañera de Poppea ¿?), y posteriormente con otro intento de timo que comienza con el fichaje de un puñado de niños callejeros para su siguiente plan de sisarle paquetes de comida al UNRRA, derivando en el trepidante clímax de la persecución mencionada, describirla sería. Pero en su segundo tramo la película entra en una historia costumbrista entrelazando el humor y el retrato deprimente de un país colapsado, ejemplo es como vemos los barrios mugrientos romanos con la cúpula de San Pedro al fondo, un magnífico contraste. Ello también donde se funden las dos familias de modo enternecedor, con favores y regalos unos a otros, formándose una pareja de novios, ayudándose en la comida y los estudios, hasta llegar a el almuerzo entre amabas proles, entrañable, desde la sentida charla en la entrada del edificio entre los dos protagonistas, los dobles sentidos durante la comida, la tensión por si se escapa Ferdinando, y como Bottoni se siente apenado por este, como se compadece de él. Hasta desembocar en un final ciertamente agridulce, de los que recordaras para siempre (spoiler).

El papel de la mujer del guardia, inicialmente concebido para Magnani, fue confiado a una solvente Ave Ninchi; La mujer del ladrón fue a una estupenda Pina Piovan, actriz de la revista teatro, que ya había hecho un pequeño papel en una película anterior de Steno y Monicelli (La vida de los perros).

Posee una grácil fotografía en contrastes grises de Mario Bava, posterior director especializado en el terror; La bonita música con resonancias a Nino Rota es obra de Cicognini (“Ladrón de bicicletas”).

Spoiler:

El final con Bottoni remiso a llevarlo a un a comisaria a Ferdinando, mientras esto quiere ir cuando antes, acaba con el ladrón tirando del policía, recordándome en cierta medida a la berlanguiana (otra vez) “El Verdugo”, Cuando el preso tiene más dignidad que el verdugo que tiene que llevarlo entre dos.

El tema inicial nació de Piero Tellini, se inspiró en una idea original de Federico Fellini. Al principio, el guionista le propuso la película a Magnani, quien se suponía que iba a hacer el papel del ladrón. La tarea de dirigir la película recayó en el director Luigi Zampa, quien inmediatamente se comprometió con el guión con Brancati y Flaiano, y a principios de 1949 anunció el estreno de la película: declaró el 28 de febrero a la revista Cinema que tenía la intención de asignar el papel de brigadier a Peppino De Filippo y el de su esposa a Anna Magnani... (sigo en spoiler)
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
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