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17 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
El teatro como símbolo de libertad
Título nº 19 y penúltimo del realizador François Truffaut. Se basa en un argumento del realizador y Suzanne Schiffman, desarrollado como guión por ellos y Jean-Claude Grumberg. Se rodó en exteriores de Clichy y en Paris Studios Cinema. Nominado a 1 Oscar (lengua no inglesa), ganó 10 César. Producido por Truffaut, se estrenó el 17-IX-1980 (Francia).

La acción tiene lugar en Paris entre septiembre/1942 y agosto/1944. Ante la persecución de judíos, Lucas Stein (Heinz Bennent), productor y director de teatro, desaparece y deja la empresa en manos de su esposa Marion (Catherine Deneuve), que contrata como primer actor a Bernard Granger (Gérard Depardieu).

La película describe la opresión y miseria de la población parisina en los dos últimos años de ocupación nazi. Muestra la triseza contenida, la ira sorda y la rabia ahogada que informan la atmósfera de la ciudad. Los susurros, los secretos, los gestos leves y los sobreentendidos, son los medios de comunicación obligados. El espionaje, la delación y la represión, alimentan temores y silencios. Escasean alimentos, leña y carbón y abundan hurtos y robos, en un mundo de racionamiento, colas y mercado negro de bienes de primera necesidad, mientras prolifera la furia antisemita y la perversidad de los colaboracionistas. El film constituye un homenaje al teatro. A través de los ensayos, la interacción entre actores y dirección y sus vivencias comunes, pone de manifiesto la fuerza de la escena como medio de defensa y afirmación de la libertad. Por ello levanta censuras, deseos de control y afanes de dominación. El film es la segunda entrega de la trilogía que Truffaut quería dedicar al mundo del espectáculo y que quedó inacabada al posponer el rodaje de "La agencia mágica", título de la tercera entrega, dedicada al "Music Hall". La primera había sido "La noche americana". El film recoge constantes de Truffaut, como la admiración por la mujer y su fortaleza (Marion), el amor y sus contradicciones, la infidelidad, el amor triangular, el respeto a la homosexualidad (Arlette y Jean-Loup), la ternura por la infancia. Salpica el relato de humor (jamón en estuche de contrabajo, detenciones sucesivas de Jean-Loup, chiste de las cañas de pescar). Incluye citas cultas (Chejov), cinéfilas (Jean Gabin), melómanas (Edith Piaf).

La música, de Georges Delerue, ofrece fragmentos breves, al gusto del realizador, instrumentales, vocales y mixtos, con temas dramáticos como "Paris sous l'ocupation" y "Depart de Nadine et Bernard". La fotografía, de Néstor Almendros, establece dos resoluciones de color: una realista para la vida real y otra irreal para la representación teatral. Se sirve de largos planos-secuencia, leves giros de cámara, encuadres precisos y de una paleta de color con predominio de los dorados, cremas, ocres y rojos, contrastados con marrones oscuros y negros. Las interpretaciones de Deneuve y Depardieu son brillantes. Está considerada como la mejor de las últimas películas de Truffaut.
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46 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
“Escucho mentiras en la radio, leo mentiras en la prensa…”
Francois Truffaut (1932-1984) no es recordado como un símbolo de los artistas comprometidos. Nunca se afilio a ningún partido, ni solía pronunciarse sobre temas políticos en sus entrevistas y declaraciones. Firmo un manifiesto contra la guerra de Argelia en 1958 y dio su apoyo al movimiento obrero y estudiantil de mayo de 1968, hasta el punto de asistir a alguna manifestación. Pero no se declaro marxista como Jean Luc-Godard, y sus películas no se caracterizaban por denunciar las injusticias, ni por estar cargadas de reivindicaciones políticas. Únicamente, su trabajo, El ultimo metro, película ganadora de 10 premios Cesar, tiene ciertas muestras de contenido político y reivindicativo.
En esta obra de 1980, Truffaut pretende hacer un homenaje al mundo del teatro castigado bajo los nazis. La acción transcurre en el Paris ocupado de 1942, mostrando las dificultades de la vida cotidiana de un grupo de artistas: censura, presión gubernamental, guerra, racionamiento, etc.
Aparece un personaje con facetas desconocidas en películas de Truffaut, ese es Gérard Depardieu; que encarna a un valiente y antifascista actor de teatro, que siente asco por el sistema de opresión impuesto por la GESTAPO, hasta el punto de querer ser un miembro de la Resistencia. “No solo se llenan los teatros, también las cárceles”. Así es como expresa su irritación y enfado contra el régimen nazi, al que cree necesario combatir, aunque tenga que sacrificar su devoción.
Pero a su vez, sobretodo tenemos elementos tradicionales de su cine, una natural homosexualidad, el interés por los sentimientos de los personajes y sus dificultades afectivas, introduciendo su cotidiano triángulo amoroso.
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15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Dirigiendo desde las catacumbas
Durante la ocupación nazi de Paris la actividad teatral fue una de las pocas actividades donde los ciudadanos podían sentirse algo más libres. El promotor teatral Stein, de origen judío, se ve forzado a esconderse en el sótano del teatro para evitar su detención dejando la dirección del espectáculo en manos de su mujer, quien contrata a Depardieu como primer actor. Pero Stein sigue dirigiendo las funciones desde el sótano sin que nadie lo sepa. La película refleja la opresión nazi y las dificultades de vivir en un ambiente delator, con escasos suministros y colaboracionistas agazapados. Quizá el teatro fue una afirmación de la libertad, dentro de lo que cabía, en unos años tan deprimentes. Destaca en el director la admiración por la fortaleza mental de la mujer de Stein, el amor en triángulo y otras cosas de Truffaut que nunca fallan. En este mundo de suspicacia no faltan las notas de humor. Es una película sencilla, taquillera en su día, pero lejos de ser un alegato contra una situación política, de la que el director nunca fue un adalid. Tampoco le interesaba utilizar su cine como ariete contra ninguna situación política. Su cine era otra cosa: su cine.
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10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Evasión en tiempos difíciles.
Truffaut refleja los difíciles años de la Francia ocupada a través de una compañía de teatro, que sirve de distracción a muchos franceses, durante los difíciles tiempos de la segunda guerra mundial. Durante el transcurso de la cinta observamos los diferentes temas ideológicos dentro de esta época de barbarie, como la represión de los judios, la fulgurante lucha de la resistencia o el despotismo nazi. Si a todo ello le unimos un reparto encabezado por Depardieu y Deneuve nos hallamos ante un film sencillo, pero exitoso, que muestra los horrores de la guerra más famosa de los tiempos recientes de una manera indirecta, pero eficaz.
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10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
En torno a un escenario.
La película reúne dos temas que le rondaban a Truffuat desde hacía bastante tiempo: el teatro y la ocupación nazi de París. El cineasta pretende encontrar un equilibrio entre dos envites: convocar sus recuerdos de infancia, de una época gris y confusa, y evocar la vida cotidiana de los parisinos sin compromiso ideológico ni heroísmo. El film relata la vida de un teatro, Montmartre en la Francia de Vichy, los esfuerzos y compromisos que hay que hacer para que el espectáculo continúe. Truffaut aplica el esquema dramatúrgico de “La noche americana” a un contexto menos frívolo: visto desde bastidores, la creación es un arreglo permanente entre las preocupaciones de la vida y la necesidad del trabajo.

Truffaut dirige su más grande producción hasta la fecha, nueve años después de su ruptura sentimental con Catherine Deneuve, y escribe para ella el grandioso y soberbio papel de Marion Steiner, la directora del teatro, una mujer capaz de afrontar unas circunstancias muy difíciles como esposa de un autor teatral judío perseguido por los nazis. Para el papel de Granger, el joven actor enamorado de Marion, contacta con la joven estrella del cine francés Gerard Depardieu, al que convence para el papel de un joven actor impulsivo y visceral influido por una cierta vena patriótica de simpatía con la resistencia.

El último metro al que alude el film, era el medio de transporte para volver a casa a la salida de los espectáculos antes del toque de queda en el París de la ocupación alemana. Pese a las apariencias, Truffaut, como en él es costumbre, no hizo un film político porque pensaba que este tipo de cine era una grosería. El cineasta prefiere centrarse en la exposición de los sentimientos de sus personajes, lealtad y traición, placer y arrepentimiento, alegría y tristeza. Otro cualquiera hubiera hecho un folletín, Truffaut ha conseguido una obra serena y equilibrada, desbordada de sensibilidad, humanidad y dulzura, ligeramente poética, aliñada con los convenientes toques de ironía, humor y hasta crueldad.

El cineasta nos propone la reconstrucción de una época partiendo de una recuperación estética casi cercana a lo retro. Asistimos a una representación teatral que se confunde con la vida y viceversa, en una prolongación del escenario. Una vez más el tratamiento fotográfico de Néstor Almendros es evocador y sugerente. Mención especial merecen la pareja protagonista, empezando por una Deneuve, que se nos presenta absolutamente distinta. Despojada de esa máscara de mujer fría y distante que le colocó Buñuel en “Belle de jour” y “Tristana” y que ha conservado durante unos años para transformarse en una actriz próxima, seductora, apasionada y vulnerable. En cuanto a Depardieu es, sin duda, un actor que sabe sacar a su personaje todo lo que lleva dentro.
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9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Truffaut y el teatro
Truffaut comenzó la década de los ochenta firmando uno de sus trabajos más emblemáticos con esta película ambientada en el París ocupado. Allí Marion Steiner se ve obligada a tomar las riendas del teatro de su marido bajo la estricta censura del régimen y el corazón dividido entre la fidelidad conyugal y su compañero de reparto. Truffaut refleja todo lo que toca al montaje de una obra teatral tal y como hiciera en La noche americana con el mundo del cine. De hecho, el director concibió esta película como la segunda de una trilogía dedicada al espectáculo que debía cerrar La agencia mágica, sobre el Music Hall, un proyecto que su muerte dejó inacabado. Una vez más, ficción y realidad se confunden y la vida no es sino un decorado plagado de intérpretes. Tras siete años y cinco películas ausente, la música de Georges Delerrue vuelve a acompañar a la fotografía de Néstor Almendros. El film obtuvo nada más y nada menos que 10 premios César.

Aunque la Segunda Guerra Mundial sea un marco propio de algunos realizadores asociados a la Nouvelle Vague como Jean-Pierre Melville, a Truffaut no le interesa tanto el conflicto como las personas, una actitud que reflejan con respecto a la Gran Guerra Jules y Jim y La habitación verde. Así, al discurso sobre el teatro se unen las temáticas habituales del director, el triángulo amoroso, la sexualidad o el poder liberador del arte, que alcanza aquí cotas inéditas. En efecto, esta es una de sus pocas películas en la que los protagonistas no terminan trágicamente. La pareja Catherine Deneuve-Gérard Depardieu -con permiso de Heinz Bennent- es bastante menos visceral que la que formara con Belmondo en La sirena del Mississippi. El amor ya no es fou pero sigue siendo tan hermoso que duele mirarlo, un sufrimiento a ambos lados del telón que el escenario reconcilia milagrosamente entre aplausos.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
No parece de Truffaut
Salvo en su breve epílogo, resultaría casi imposible identificar esta película como dirigida por Truffaut. O el genial director francés quería dejar a un lado su inconfundible identidad, o realmente no estaba inspirado.

La verdad es que el film decepciona, ya que no despierta verdadero interés durante su larga primera parte, y no llega a remontar el vuelo ni cuando parece que por fin va a suceder algo emocionante (la aparición de la pareja de la Gestapo en el teatro para inspeccionar el sótano).

Por lo demás, no se sabe muy bien lo que mueve a los personajes, el ritmo es lento, no hay una progresión clara y, en general, resulta aburrido.

El único interés de su visionado radica en completar la filmografía de Truffaut.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Un magnífico retrato del París de la ocupación
La película está ambientada durante el París de la ocupación, con un título apropiado dado que refleja la inquietud que se vive en los lugares donde hay un Toque de Queda. La ambientación del momento está muy lograda aunque echo en falta más escenarios abiertos, más exteriores, no tantos interiores como si la película fuera una obra de teatro, por cierto, eje de la trama dado que la mayor parte del metraje sucede en un teatro.
Al igual que hace en "La noche americana", Truffaut juega con nosotros al despiste, al ponernos escenas que pensamos que son una cosa y son otra, aunque en La noche.. . lo hace al principio en esta de la que estamos hablando hoy lo hace más entrada la película. Nos dejaría poco después de rodar esta película que, como otras muchas, no nos dejará indiferentes, como no nos dejó ni Jules y Jim ni la inmortal Fahrenheit 451.
Al suceder la mayoría en interiores, el ritmo es intimista y da lugar a un mayor lucimiento de los actores. Así tenemos en primer lugar a una siempre deslumbrante Catherine Deneuve finalizando la década de los treinta y alcanzando así una madurez interpretativa y personal que transciende la pantalla. Una mirada de esta actriz justifica ya el visionado de la película. Con ella tiene a dos actores que le dan la replíca: el atormentado Heinz Bennet y el beligerante Depardieu, en una de sus mejores interpretaciones, con un cariz dramático de principio a fin y huyendo de otros papeles cómicos que también resolvió con soltura, lo que denota lo buen actor que es.
El último metro nos traslada a un París muy distinto al que conocemos, lleno de miedos y de precauciones, de terror solapado y también de esperanzas.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Antepenúltima
Antepenúltima película de Truffaut y casi un canto de cisne. A diferencia de otras más fragmentarias, aquí hay una unidad de lugar (un teatro en París durante la ocupación nazi de parte de Francia) que contribuye a dar cohesión al relato. Es también el marco de los personajes, en el doble papel de actor/actriz y la realidad. Es más, hay una pirueta conclusiva sobre esto que es una feliz idea.
Además de la trama principal, hay varias subtramas a las que Truffaut concede toda la importancia y de las que nos comunica información.
Gérard Depardieu y Catherine Deneuve están inmensos en esos dobles papeles, e incluso triple para Deneuve. Y no se puede hablar propiamente de secundarios porque aquí, como en el teatro, todos son principales.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Digna de verse
El último metro, de François Truffaut, narra las vicisitudes por las que pasan los trabajadores (actores, directores, dueños) de un humilde teatro parisiense, al tratar de representar una obra en mitad de la Segunda Guerra Mundial, cuando Francia estaba dominada por los nazis.

Una de esas vicisitudes sirve de hilo conductor de la trama, y es el hecho de que Lucas Steiner, un reputado director teatral judío a quien le habían encargado el montaje de la función, se ve obligado a esconderse en el sótano del teatro para evadir así la persecución antisemita llevada a cabo por los alemanes; desde allí, oculto, sigue los ensayos y va corrigiendo a los actores a través de su mujer, la protagonista de la representación, quien, al ser la única que conoce su escondite, le visita con secreta asiduidad para cuidarlo y para escuchar sus directrices.

Por sus características argumentales y técnicas (prácticamente un único escenario, pocos personajes, muchos diálogos…), El último metro se asemeja más a una frívola obra de teatro que a un largometraje muy profundo; pese a su evidente contenido político, no deja de ser una narración intrascendente. No obstante, al estar magistralmente dirigida y muy correctamente interpretada, entretiene en todo momento; es digna de verse.
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5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
El antepenúltimo Truffaut.
335/05(08/10/20) Interesante y algo sobrevalorado drama escrito y dirigido por François Truffaut, protagonizada por Catherine Deneuve y Gérard Depardieu en el zenit de sus carreras. Truffaut había querido crear un film sobre el período de ocupación francesa durante mucho tiempo, ya que su tío y su abuelo formaba parte de la Resistencia francesa y una vez fue captado mientras pasaba mensajes, este evento finalmente fue recreado en esta cinta. Truffaut se inspiró en la autobiografía del actor Jean Marais, basando la película en este y otros documentos de la gente del teatro durante la ocupación. Truffaut comentó que “esta película no se ocupa solamente del antisemitismo sino de la intolerancia en general” y se muestra una tolerancia a través de los personajes de Jean Poiret interpretando a un director homosexual y Andrea Ferreol como diseñadora lesbiana. Como en películas anteriores de Truffaut, “Jules et Jim” “Las dos inglesas y el amor”, existe un triángulo amoroso entre los tres personajes principales, Marion Steiner (Deneuve), su esposo Lucas (Heinz Bennent) y Bernard Granger (Depardieu), actor de la última película del teatro producción.

Película que es un homenaje al teatro, creando Truffaut juegos con el espectador intentándolo despistarlo con escenas que parecen reales y luego vemos es teatro (como ya hizo en “la noche americana” con el cine como telón de fondo). Nos acercamos a una obra de teatro en París en medio de la ocupación nazi, con todos los problemas de censura inherentes, donde el director de la misma está escondido en el sótano cual Fantasma de la Ópera, donde su cicatriz desfiguradora es su religión judía, seguimos los avatares de la compañía, los ensayos, lo que ocurre entre bastidores, en los camerinos, los amores, los miedos, la lucha contra el nazismo, problemas con las autoridades, donde la gran parte del escenario de la cinta es el mismo teatro, con extensos diálogos, pero que no son especialmente sustanciosos, con una trama nimia, a base de cuasi-anécdotas, donde las situaciones se nos presentan a modo cuasi- de apunte a pie de página, no sucede nada especialmente emotivo o dramático, todo acontece, pasa, hay algún momento de tensión, pero no hay sensación de sufrimiento por las condiciones de ocupación, algún rifirrafe con un crítico pro-nazi, pero nada amenazante. Idea que tiene mucho más potencial que el que exprime el realizador de “los 400 golpes”, tanto que cuando termina no me deja poso alguno en su liviandad.

1942 durante ocupación alemana de Francia, sigue la suerte de un pequeño teatro en el área de Montmartre de París, a pesar de la censura , el antisemitismo y la escasez de material, intentan poner en pie una función teatral, de la traducción francesa de una obra de teatro noruega, "La Disparue" ("La mujer que desapareció"). El título evoca dos hechos sobresalientes de la vida de la ciudad bajo los alemanes: la escasez de combustible llevó a la gente a pasar sus tardes en teatros y otros lugares de entretenimiento, pero el toque de queda significaba que tenían que tomar el último tren Metro a casa. Los personajes principales son Marion Steiner (Catherine Deneuve), la bella y sensata estrella y directora del Theater Montmartre; su esposo, Lucas Steiner (Heinz Bennent), ex gerente y director del teatro, ha pasado a la clandestinidad para escapar de la deportación escondiéndose en el sótano del teatro; Bernard Granger (Gerard Depardieu), nuevo protagonista de Marion, ex actor de Grand Guignol está consiguiendo su primera gran oportunidad en Montmartre; Jean-Loup, director de escena del teatro, homosexual galante; Ariette (Andrea Ferreol), la diseñadora de vestuario.

La trama se abre en varios frentes sin mucha chicha en ninguno de ellos. Estamos en como el todopoderoso crítico de teatro antisemita Daxiat (buen y viscoso Jean-Louis Richard), arremete contra el proyecto por estar detrás Lucas Steiner, un judío, teniendo que sortear las trabas que este pone. Esta amenaza pseudo-nazi resulta liviana, no hay tensión prácticamente en ningún momento, en alguna escena se atisba, pero no se aprieta, no hay apenas sensación de peligro, apenas un pequeño estado de ánimo opresor. Quizás este es un rol de Daxiat en que Truffaut se mira el ombligo, pues él se inició en el mundo del cine siendo crítico de películas. Se podría haber sacado más partido a esta subtrama, cuando termina te das cuenta de que no ha sido determinante en nada sus ataques; Está el segmento con Lucas Steiner (notable Heinz Bennent), oculto en las ‘catacumbas’ del teatro por ser judío, dueño y director del teatro, intenta llevar la obra a través de su esposa Marion Steiner (correcta Catherine Deneuve), única persona que sabe está allí. Me es otra trama que se queda en algo que no se explotan la cantidad de jugo podría haber dado los choques entre el director de arriba y el de abajo; Está el romance entre sutil entre Marion y Bernard, epítome de los amoríos que se dan entre protagonistas de bien de una obra de teatro o una película. Este se da tan tenuemente que nunca termina por llegarme, tanto que cuando terminan besándose me resulta grimante, por no hablar de que Depardieu está desubicado, en un error de casting enorme, pues no me lo creo como galán; Todo esto coronado por un final que te deja frío, sin emocionarte lo más mínimo.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Truffaut y la Segunda Guerra Mundial: el arte como resistencia
El cine francés es muy académico. Y con una parsimonia que no es para todos los gustos. El último metro es impecable como obra de cine que recrea al teatro desde adentro en un contexto terrible como lo es toda guerra. Además, el tema es sensible porque los franceses perdieron la guerra.

Truffaut nos muestra como los artistas tuvieron que sobrevivir ese nubarrón negro y como a su vez se las ingeniaron para mantener vivo sus prestaciones. Se sabe que en París, los nazis la trataron bien y que su vida nocturna y bohemia se mantuvo bastante normal durante la ocupación.

En la película hay miembros de la Resistencia, los usuales colaboracionistas y la mayoría apática. Aunque lo más importante es el triangulo que se crea entre el matrimonio del dramaturgo escondido en el sótano del teatro, su mujer y uno de los actores.

Truffaut nos quiere mostrar la cotidianidad y un heroísmo civil sin estridencias y lejano al panfleto. El último metro es una obra limpia aunque sin mucha pegada.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Un judío que come jamón.
No recuerdo haberla vuelto a ver desde que se estrenó. Después de tanto tiempo, sólo recordaba el contexto de la historia, la situación dramática principal y que salí del cine (recuerdo de cual, ya no existe) con una sonrisa. Lo que se van perdiendo son los pormenores, que son lo que acaba por dar intención y sentido a una ficción.

Cierto que después de ver la resplandeciente “La noche americana”, esta palidece, pero en sus más mortecinas imágenes hay una suntuosidad en la miseria en la que brilla un grupo de personas que aportan sus talentos para crear un artificio que ilusione y de calor a un público hambriento y asustado. Y que esas personas tan dispares sólo tienen en común su amor a su propia libertad y el respeto a la de los demás. Y que en las peores circunstancias, cuando campean las inquisiciones, hay que luchar por preservar la libertad de pensar, de opinar, de sentir o, simplemente, de ser.

Truffaut nos dosifica en fluida sucesión secuencias de drama, de comedia, de suspense, de romance, las inevitables citas literarias (es como sí los “autores” de cine francés tuviesen algún complejo de inferioridad respecto de los escritores, a los que constantemente homenajean), surtidito y ligero pero lleno de fugaces y relevantes gestos. Las imágenes recuerdan el lujo ajado de las tapicerías de terciopelo granate de los viejos cines y sobre ellas refulge como un joyón la Deneuve, acompañada de sus brillantes complementos. Y de postre, una secuencia de trampantojo y un homenaje a los creadores (libres) de artificios.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Interesante
Los que vengan de ver la pentalogia de Jean Pierre Léaud (400 golpes) lo echaran de menos, pues cambian mucho las películas de Truffaut si aparece o no aparece él (La noche americana).El aire de la cinta cambia.

Sin embargo se puede disfrutar de una estupenda Catherine Deneuve y de un principiante Gérard Depardieu.

La fotografía de Nestor Almendros se hace notar por algunos encuadres, texturas y algunas escenas buenas de verdad y eso que la mayoría de la película transcurre en interiores.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Sutileza interpretativa
He visto esta película del señor Truffaut y puedo decir que me ha mantenido interesado en gran parte de ella.

Sobre todo destaco la sutileza narrativa del enamoramiento entre los protagonistas, la transnmisión de sentimientos que se hacen verosímiles, gracias a las buenas interpretaciones de los personajes y los toques de cine de autor que nos propone el francés.

Se la recomiendo al que le guste degustar buen cine francés...
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5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Un guiño al mundo del teatro.
En “ El último metro “, Truffaut (ya, con muchas tablas y horas de vuelo a sus espaldas ) recrea con gran efectividad, aunque con menos espontaneidad que en su ópera prima, ( 400 golpes ), la invasión francesa por parte de los nazis. Esta cinta es un guiño al teatro, y narra la odisea que tiene que padecer una compañía francesa de teatro para poder sacar los proyectos escénicos adelante, y a su vez, sortear la censura nazi.
En definitiva, una película interesante que sirve para entender, el porqué se le bautizó al cine francés de la posguerra, como el de la “ nueva hola“.
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3 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
La confesión de que el nazismo es de izquierdas
Película servida como si fuera una obra de teatro, ya que están siempre sobre las tablas, cerca de ellas, en los camerinos o a lo sumo, en decorados. Largos diálogos, pocos personajes y trama prácticamente inexistente, son el resultado de un trabajo de François Truffaut con el que intentaba mostrarnos el día a día de la ocupación alemana de Francia durante la Segunda Guerra Mundial, con una sorpresa incluida respecto al director del teatro. El tema es atrayente pero esta concebido con una carencia de medios, una simpleza insustancial y una dejadez, que hacen que la obra sea tremendamente aburrida.

"El último metro" se queda en un pose, una obra europea de estas pesadas, que no se sabe de qué va y que deja de interesarte a los pocos minutos por su falta de concreción. Yo tan sólo destacaría algunas ideas de matiz político. Por ejemplo, el ajuste de cuentas de la "heroica" Resistencia tras la Liberación. O que el lugar de acogida para los judíos perseguidos era... la España de Franco. Pero lo mejor es que este periodista antisemita, pronazi y escritor del infame "Je suis partout" se declara socialista, anticapitalista, izquierdista y a favor de la revolución. ¿Veis como el nazismo es de izquierdas?
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8 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
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