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136 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
7
Trash Kingdom
Existen más parques temáticos de los que parece en Florida.
Están Disney World, que se compone de Magic Kingdom, Hollywood Studios, Animal Kingdom y Epcot, luego está Universal Studios, Sea World... y otro más, uno más difícil de contemplar.
Uno en el abundan los castillos de colores chillones, y gigantescos magos de plástico saludan al paseante. Uno en el que no faltan las noches de fuegos artificiales, y un edificio ardiendo es la mejor atracción que se puede desear. En él, la diversión nunca termina y otros dirían que nunca acaba de empezar.

'The Florida Project' abre una ventana a la periferia de los sueños infantiles, versión estadounidense, en esa zona en la que un puñado de visionarios creyeron necesarios lugares de evasión, donde la gente podría olvidarse de sus frustraciones y saludar a su personaje de dibujos animados favorito.
Por supuesto, orbitar esa clase de anhelados lugares de recreo no puede ser tan fácil como estar en ellos, y pronto se demuestra así: Moonee y su pandilla pasan las horas del verano en las cunetas de la carretera, rodeados de adultos negligentes y miseria social, que malvive en moteles baratos como la pintura de colores que los cubre.
Pero, sorpresa, algo que nunca nadie imaginaría viendo todo eso desde fuera, es que los niños nunca han necesitado nada más, porque todavía son niños.

Ellos no conocen la tristeza o la crueldad, porque se han criado con ella y sus madres (solteras y jóvenes, que se quedaron a la espera de un padre irresponsable) procuran que se olviden de todo eso como cualquier madre haría.
Hasta los castigos los toman como un juego, como una excusa para conocer una nueva amiga, tan desconectados están del mundo adulto que ni de sus gritos o reproches se enteran.
En este verano, la diversión no conoce límites para ellos y adultos buenazos como el gerente Bobby (maravilloso Willem Dafoe) solo contribuyen a ella.

Se podría discutir que la historia no parece tener un camino lineal, que más bien parecen una recolección de vivencias, o quizás que Sean Baker está demasiado enamorado de sus perlas entre la mierda... pero basta echar un vistazo más cercano para apreciar un triste relato de fin de la infancia, contado en un lugar en el que todos creemos que vive por siempre.
Sin necesidad de ver a Mickey o visitar el castillo de Cenicienta, Moonee y sus amigos se las apañan para divertirse, mientras de fondo sus madres luchan contra la marginación social día tras día, buscando un empleo por horas que les permita mantener un crío y salir de fiesta de vez en cuando.
Es tan miserable el contraste, pero está tan bien hilado dentro de este reino de colores vibrantes, que sólo nos damos cuenta de lo horrible que estamos viendo cuando son los niños quienes lo sufren directamente: como testigos silenciosos permanecen ante las acciones más brutales de sus mayores, incapaces de procesarlas en su mente infantil, marcados inevitablemente con la violencia y vileza que les demuestran.

Porque hemos creído que estos niños lo tienen todo sin tener que visitar a Goofy, y ese pensamiento nos alegra, pero no es así: "este es mi árbol favorito porque a pesar de caer siguió creciendo" confiesa Moonee a su nueva mejor amiga Jancey, inesperadamente consciente de su situación y trazando un paralelismo con miles de familias que, como ella, crecen hacia donde les dejan y donde les permiten, muchas veces luchando con uñas y dientes de la manera más rastrera posible.
En ese punto, cuesta poco simpatizar con Moonee por una infancia que nunca tendrá: ella imagina su habitación ideal en unos apartamentos abandonados, y nos damos cuenta de que sus deseos tienen tanto futuro como ese cascarón vacío (pero colorido), abandonado al sol inclemente de Florida.
No nos extraña que Bobby, habiendo confesado sus flaquezas en dos frases (porque a veces no hace falta decir mucho más para imaginar mil desgracias), haya querido ser el guardián de la inocencia de estos pequeños, pero hasta él poco puede hacer sin rendirse a la evidencia de que el árbol ya está podrido, y la pequeña rama con ello debe vivir, aunque no tenga cabeza ni ánimo para darse cuenta.

Pienso que igual no hacía falta recrearse tanto en la pobreza moral de Halley, la madre de Moonee, o que me sobran muchas escenas que solo inflan las vivencias de estos niños y poco aportan.
Pero también pienso que, cuando alguien va a Florida, tiende a ignorar apresuradamente a estos merodeadores del atardecer, porque son los reinos de fantasía los que importan: por una vez, aunque se cargue el ritmo de la película, y aunque una madre así tenga difícil redención, no me parece mal que nos mande a todos a la mierda, aunque sea desde una cuidada ficción.

Es cierto, para Moonee todos los días eran una celebración, porque vivía en el parque temático más desconocido y más extraño de Florida.
Pero solo se puede ignorar la edad adulta hasta determinado momento, hasta que sus extremos asoman, y lo que antes fue perfecto ahora doloroso e injusto se queda.
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218 de 241 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La América fantástica
Sean Baker, fenómeno indie gracias a "Starlet" y "Tangerine", firma en "The Florida Project" su consagración como una de las voces más atrevidas del cine estadounidense. Baker sitúa la acción de su película más redonda en las inmediaciones de Disney World, un espacio marginal con tintes de irrealidad. En ese entorno, que para unos funciona como lugar de paso y para otros de purgatorio extravagante, un grupo de niños hacen y deshacen a su antojo, con una espontaneidad y una ingenuidad que Baker filma con una verdad inconmesurable, rayando incluso el estilo documental. "The Florida Project" es, por lo tanto, el retrato de unos pillos, una sucesión de travesuras, juegos, idas y venidas entre luces de neón, piscinas vacías, descampados, fuegos artificiales y edificios teñidos de amarillo y púrpura. También, en su resolución, un descenso a los infiernos que su director, cómplice de la desdicha de sus personajes, mitiga con un plano final precioso, un ejercicio escapista que reivindica la fantasía aun cuando apremia la realidad más desfavorable. "The Florida Project" consigue dibujarnos una amplia sonrisa sin obviar las aristas más tristes de su historia, con un dominio de la luz, los tonos pastel y la dirección de actores al alcance de pocos superdotados. Con momentos, además, que se quedan grabados en la memoria del espectador: destacamos el concurso de eructos, la discusión que termina con una compresa pegada en el cristal o el helado que los niños chupetean y comparten entre tres. En resumen, una película energética y elegíaca que, irremediablemente, se gana el afecto de todos, como esas personas que afrontan sus problemas con una sonrisa de boca a oreja, o como ese árbol caído que sigue creciendo y que, a la postre, se convierte en el símbolo de toda la película.

@CinoscaRarities http://cachecine.blogspot.com
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68 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Over the rainbow
Crónica desoladoramente exacta de una infancia robada (el azar le dio una madre sin esperanza. Que seguramente también en sus años de infanta tuvo y sufrió lo suyo. La rueda que gira y se ceba muchas veces con los mismos, con los que comparten sangre y estirpe).
Retrato perfecto de una mujer derrotada, en apuros, sin recursos.
Una madre y una hija. En Florida. En verano. Sin nada que hacer. Ella no trabaja. Espera. Nada. La hija pequeña juega. Con las vecinas.
El tiempo pasa. Nada sucede. Todo ocurre.
Gota a gota. Mansa/morosamente el tiempo se derrite y expande.
Pequeños hechos inadvertidos se van sumando. Uno tras otro hacen un puñado.
Se palpa el desastre. Se tensa el ambiente.
Y al final se rompe el cántaro, se acaba el cuento, se piden cuentas. Siempre habrá alguien que pagará el pato.
Spoiler:
La madre pierde la única ayuda, a su amiga. La hija, a su compañero de juegos.
No importa mucho. Pero ahora están todavía más solas.
Ella, la madre, trapichea, vende perfumes de aquella manera. Hasta que también se acaba eso. Teme ir al talego.
Se prostituye. Era el final inevitable. El único medio (aquí no lo muestran de manera explícita. Otra decisión hermosa). El más fácil/difícil.
Le quitan a la niña. También era previsible.
Es un reguero de desgracias, en definitiva, en sordina. Un recorrido muy triste (y vitalista; y lleno de amor a pesar de todo. Claro que sí, suelen darse a veces los extremos) por un sonoro fracaso.
Lo importante es cómo se cuenta. De forma (casi) milagrosa. Por su completa ausencia de trampas, trucos o añagazas sentimentales/sensibleras, por no utilizar el énfasis o buscar la sensación morbosa más impactante. Por todo lo que acertadamente omite y evita, sin excluir lo esencial.
Lo cual demuestra que se puede mostrar lo más penoso o sórdido de forma elegante, elíptica, educada, sin caer en groserías innecesarias que nada aportan o sin tener que gritarlo todo con altavoces para tontos/sordos.
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34 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
The florida project- La cara oscura de Disney World
Fue el turno de otra perla a las 12:00 en el mismo Victoria Eugenia: el drama independiente estadounidense The florida project, obra de Sean Baker que ya se pudo ver en Cannes, dónde fue una sensación crítica. En un verano caluroso en las inmediaciones del Walt Disney world Resort de Florida, viven en un motel de color púrpura y humildes instalaciones la niña Moonee y su madre soltera veinteañera Halley. Los infantes jugarán y se divertirán con ignorancia y explosividad en un divertido y vivo verano, mientras la precariedad laboral y la ruina económica asola a sus jóvenes madres, perturbando paulatinamente el bienestar de estas familias disfuncionales hasta límites incontrolables.
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37 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La crisis, ingenua y colorista
Disney World, Florida. Resorts de lujo, grandes atracciones, espectáculos noche y día… un paraíso que nos transporta a un imaginario fantástico instaurado ante la más patente de las miserias. The Magic Castle, Futureland… moteles-cuchitril de los que huyen brasileños en busca de un lugar donde celebrar su luna de miel para cobijarse en el lujo, paredes pintadas de morado, una historia en cada habitación —al que siempre viene a buscar la policía, a la que está casada con Dios…—, y las mínimas circunstancias para poder salir adelante ya sea en condiciones, o no. Dos universos tan cercanos, pero al mismo tiempo tan lejanos que, paradójicamente, Sean Baker no confronta en ningún momento. Un hecho, huir de esa confrontación, que sin embargo el autor de Tangerine contrasta al situar a sus personajes cerca de un complejo turístico cuya presencia se sugiere en todo momento, exponiendo de ese modo un contexto muy distinto: de la fantasía fomentada por un lugar quimérico e inalcanzable hecho realidad, a la imaginación y el dejar fluir la propia esencia como si de un mecanismo de escape se tratase.

Es así como a partir de situaciones mínimas, inalterables para el devenir de sus protagonistas —dar la bienvenida a los ‹freshies› en el Futureland, importunar al gerente de cualquier modo… hacer y deshacer sin responsabilidad alguna, en definitiva—, Baker fomenta un microcosmos complementado por ese ambiente kitsch y colorista que les rodea. Las ruinas —ya no sólo esos moteles dominados por lo estridente de sus colores, también esos complejos abandonados que sirven como cobijo para drogadictos— que bordean Disney World, anidando cerca del lujo, mutan en torno a una óptica genuina e inocente: la de Moonee y sus compañeros de fatigas, que exploran cada rincón habido y por haber, y amoldan sus características a un parque de recreo donde ellos parecen tener el control absoluto, por más que en alguna ocasión se les escape de las manos. El cineasta reformula de este modo todos y cada uno de los espacios donde se mueven, y esas “ruinas” dejan de serlo para acontecer una suerte de extensión vívida de la perspectiva que sostienen los dos protagonistas, como si el drama que les rodea —el clima viciado en el que policías, peleas callejeras e incluso pederastas se dan cita— no importase lo más mínimo y, conscientes de ello o no, todo formase parte de un proceso liberador.

Sean Baker logra escindir de tal modo el entorno de la realidad, abordando a través de ese tono atenuante un carácter social que no condiciona a sus personajes en apariencia, por más que en el fondo sepamos que su circunstancia es otra. The Florida Project se aleja de la miseria que debería reflejar un marco como el que se nos presenta, minimizando su efecto hasta que sólo queda la desacomplejada e incontrolada mirada de Moonee, mitigando un conflicto que en realidad no existe. Y es que, como ya sucedía en sus anteriores trabajos —como en Starlet, donde sorteaba con acierto ese choque dramático que se podría haber producido en su conclusión—, el de Nueva Jersey vuelve a jerarquizar la importancia de lo liviano, impulsando así la búsqueda de una humanidad más cercana, en pos de un contexto que, sin dejar de ser una herramienta mediante la cual dar voz a esas situaciones desfavorables, nunca consigue ganar terreno a sus personajes, tan independientes como presos de una coyuntura ineludible al fin y al cabo.

Toda esa composición, dotada de unas capacidades escénicas tan coherentes como particulares y guiada por esa apreciación del sentido dramático que lo logra desposeer de todo su peso, se ve reforzada por un elenco que rebasa sus propios lindes para conectar a la perfección con el microcosmos descrito. Baker se confirma pues como un gran director de actores, algo no únicamente reflejado en interpretaciones como las de una Brooklynn Prince que, pese a su edad, se come la pantalla a bocados, o un Willem Dafoe que revela tanto una autoridad como una ternura encomiables, también en una química que logra imbuir a cada nueva secuencia un extraño magnetismo; como si el buen ambiente que se deduce del rodaje —la complicidad entre Dafoe y Bria Vinaite parece delatarlo— fuese capaz de contagiarse al propio espectador. The Florida Project es, en ese aspecto, un film que delata pasión y mimo, una complicidad que es difícil ver en pantalla y que Sean Baker ha transformado en un milagro, en un escenario rebosante de autenticidad donde tan fácil es reír como llorar, o incluso palpitar con una maravillosa conclusión que deviene consecuente extensión de su imperecedero universo.


Crítica para www.cinemaldito.com
@CineMaldito
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30 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Los olvidados
Cine independiente: ¡qué pereza! Sin embargo, esta vez parece que se ha conseguido la cuadratura del círculo, porque tan importante son las travesuras nada inocentes de la tenaz y enredadora niña protagonista como todo aquello que no vemos (o sobre lo que no se habla) pero sobrevuela e impregna, tácito y sigiloso, todo el metraje. Vivir en Florida pudiera semejar a vivir en el paraíso aunque, en realidad, estamos ante las puertas de una inminente tragedia familiar que borrará de un plumazo todo lo que nos es querido y conocido hasta el momento. Hay puntos sin retorno que una vez alcanzados es imposible revertir.

El director y guionista Sean Baker es un hacendoso y modesto clásico del cine realizado al margen de la industria hollywoodiense – es decir, que busca financiación para sus proyectos alejado de los canales habituales de las grandes productoras norteamericanas – para poner en pie sus historias marginales sobre perdedores irredentos, algo que casa mal con el tan vanagloriado mito del ‘sueño americano’. Pero conviene recordar y tener presente que todo relato de un éxito conlleva también su porción de sombra y suele ser útil y beneficioso no desatender que también existen los perdedores, los desdeñados, los infelices que luchan por sobrevivir al día a día con las cartas marcadas que la rueda de la fortuna ha ido repartiendo a ciegas según es su malhadada costumbre.

Pocos personajes bastan para pintarnos un lienzo atiborrado de colorines chillones como es costumbre en la zona. Y la mirada tierna e ingenua de una niña de apenas seis años nos sumerge en un mundo arbitrario y fantástico lleno de aventuras y acontecimientos que nos desvelan los pormenores de una lenta e inexorable caída, el descenso a las puertas del averno (o de la edad adulta, que viene a ser lo mismo) hasta que una última y antojadiza gota indolente hace rebosar el vaso de la paciencia y nos arrastre al precipicio del edén perdido, a la fatalidad de la desdicha. El verano se agota, el juego declina, la infancia concluye: comienza, por sorpresa, la ponzoñosa realidad de unos hechos que nos apresan entre sus grilletes y nos vuelven esclavos de nuestro sino, sin otra escapatoria que una fantasía inútil, como si pudiéramos dejar atrás, por arte de magia, todo aquello que nos anega y oprime. Vana utopía.

Sorprende el desparpajo y espontaneidad de Brooklynn Prince, toda una presencia escénica que nos conmueve cuando, por fin, da rienda suelta a sus desconsoladas lágrimas de niña golpeada por la desventura. Bria Vinaite nos brinda una exuberante y alocada madre amorosa y protectora que hace cualquier cosa por salir adelante… y fracasa. Y Willem Dafoe encarna a un desvalido ángel de la guarda que es incapaz de preservar del hundimiento a sus protegidos. Tierna, sutil, mágica y amarga, en nuestra memoria reverbera esa última escena esplendorosa como una quimera inalcanzable.
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30 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
¿De tal palo tal astilla?
A los dos minutos de película, te presentan a dos niños tan despreciables que te dan ganas de... llamarles de todo menos bonitos. Se entienden las travesuras, no que llamen "gorda y puta" a alguien unos niñatos que no levantan dos palmos del suelo.
Pero sigues viendo la película porque te imaginas lo que viene después. Lo que va a ser la moraleja. Deseas que no se confirme. ¡Joé!, después de todo, tiene buena nota en todas partes. No puede ser tan obvia. ¿No?
A los diez minutos, esas ansias de llamarles de todo menos bonitos se acentúan. Pero sigues esperando por si acaso te sorprenden.
A los veinte minutos, esa sensación se transmite a la madre... o lo que sea eso. Los temores de la moraleja se van fundando.
A los treinta, ciertas actitudes inquisitoriales se te vienen a la cabeza. Lo están consiguiendo: ya odias a la madre y la hija, incluso a pesar de las escenas con juegos. Bravo por el guion (o su ausencia, porque apenas hay. El 50% está improvisado... y se nota) y por la dirección que consiguen lo que se proponían.
¿Pero se confirmarán las obvias intenciones de Sean Baker?

A los cuarenta, le obvia moraleja queda clara: de tal palo, tal astilla.
Horror.

A la hora, empiezan las tomas repetitivas de la miseria moral de la madre, que está contagiando a su hija, y de los juegos de los niños. Y empieza a aburrir. Como el director también se da cuenta de que está agotando los recursos, decide solucionarlo embutiendo frases en la boca de la niña que de ningún modo una niña de esa edad podría construir: "me encanta ese árbol porque siguió creciendo después de caer" y colocándola en una casa que sueña que es suya. Y que acaba ardiendo. Como dijo Kevin Costner en JFK: "tan sutil como una cucaracha sobre la nieve". Lo intenta solucionar también abriendo cuadro al mundo adulto: la conversación en la piscina que doña top-less, del mannager con el trabajador, la lucha entre madres... Pero todo se siente ya forzado, repetitivo una vez más.
A partir de ahí, la película cae en picado porque no sabe contar otra cosa, solo reincidir en lo mismo. Una, otra y otra vez.
Y todo se vuelve un desastre.
Y como se da cuenta, pues entonces metemos un poco de drama al final. ¿Pero sabes por qué no es drama? Porque estás deseando que ocurra eso. Y, por tanto, más que emocionarte, solo dices "¡ya era hora!". Sin emoción.

Lo que empezó siendo una original visión subjetiva del mundo a los ojos de la niña, se destruye a lo largo de los siguientes cincuenta minutos. Solo sientes repetición, repetición, hastío y repetición de nuevo.

Lo que comenzó siendo una muy buena antítesis de mundo adulto triste vs mundo infantil alegre, te empieza a dar igual. Porque aunque comprendes a la niña, ya no la soportas. Das gracias a todo cuando llegan quienes llegan a la puerta. Eso sí, como buen estadounidense amante de la familia a pesar de todo que debe de ser el director... el amor. ¡Ay, el amor! Pero como en muchos casos es cierto, se lo compro. Vale, venga.

Lo que era una buena idea, reflejar la miseria moral y la supervivencia en un mundo despiadado de ricos/pobres, se lo carga el propio director al mostrar que la mayor parte de los que están en esa situación en el motel no optan por lo que hace esa madre. Se carga su propia idea de base. ¡Olé!

Así que lo mejor de esta película es la excepcional interpretación que hace la niña acompañada de un más que correcto Williem Dafoe y una estupenda madre (a la que odias), lo bien que muestra el mundo infantil y sus juegos y la escena que da cierre al film desde que rompe a llorar en la puerta de su amiga hasta que acaba donde acaba.
Una metáfora muy lograda.
¡Chapeau! Y esto sí lo digo en serio.

Esta película habría sido un cortometraje fabuloso. Le sobra al menos una hora de metraje. Y hubiera estado de cine. Literalmente.

Lamentablemente, alguien decidió que era un excelente idea hacer un largometraje. Y el resultado es The Florida Project.

Pero ¡ey!, la crítica la pone por las nubes. Y el público, por lo que veo.
Así que el equivocado debo de ser yo.
Otra vez.
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101 de 186 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El color y la mugre
El verano y varias niñas han sido, curiosamente, los pilares sobre los que se han asentado dos de las mejores películas que heredamos de 2017, la española 'Estiu 1993' y la estadounidense 'The Florida Project'. Ambas comparten mimbres, aunque su premisa es diferente. Si en la cinta de Carla Simón se narra algo general –cierta búsqueda identitaria a edades muy tempranas y la pérdida de la inocencia–, pero de manera muy personal e intimista, a partir de unas vivencias de la infancia e intentando abarcar un sólo núcleo familiar, Sean Baker trata de exponer aquí el camino inverso y retrata, a partir de una familia desestructurada –una de tantas–, a toda una generación de perdedores azotados por la crisis económica reciente.

Es en esa América pre-Trump, hostil, pero atractiva, inaguantable a ratos y envuelta en un halo preciosista y colorido –necesario porque la hace soportable–, pero de fondo mugriento, donde se desarrolla este 'Proyecto Florida'. Un mundo, un parque temático, compuesto por moteles de mala muerte, polígonos semiabandonados y restaurantes de comida rápida, que gira al ritmo pesado que marcan el estío y las penurias, y donde la vida golpea a sus habitantes que, no obstante y de manera imparable, consiguen abrirse camino con mejor o peor éxito.

Baker bebe del pop luminoso, irreverente y hortera de 'Spring Breakers' al que suma esa parte más social que ya reivindicó, un año antes, Andrea Arnold en su notable 'American Honey' o Barry Jenkins en la premiada (y también fluorescente) 'Moonlight'. De la de Arnold no sólo toma cierta influencia, sino que, además, la complementa a la perfección y añade, así, la enésima capa de pintura a una realidad, la del gigante Estados Unidos, desconchada casi hasta los cimientos.
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15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
La niña y su entorno.
Es muy meritorio el naturalismo que maneja, y el retrato de un grupo de infantes pobres, sin caer en el morbo, logran retratar esa vida en la que se ven sumergidos según el tipo de madre que tengan, porque en la mayoría de los casos los padres brillan por su ausencia, interesante también que de los 4 chicos que salen en la película, ninguno tiene un hogar donde sus padres estén juntos, y tampoco por lo que se ve tengan contacto con uno de sus progenitores, solo con el que viven, también los peligros que los acechan, excelente e hiper realista la escena del pedófilo.
Lo que me molesta es su condescendencia con la madre, está bien que no la juzgue y trate de entenderla, pero se pasan, la tipa es una persona nefasta, marginal, de lo más autodestructiva que puede haber, vulgar, haragana, viciosa, violenta (no con su hija, pero si con el resto), con una absoluta incapacidad para hacerse cargo de alguien, bueno, ni de sí misma.
También creo que dura más de lo necesario y se regodea en la simpatía de la niña, esos minutos se los podrían haber dedicado al personaje de William Dafoe, del cuál dejan entrever cosas, pero nunca llegamos a saber nada concreto de su vida.
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17 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Baker, maestro de lo cotidiano y poeta de la américa profunda
Película más reciente del director, productor, guionista, editor y cinematógrafo, Sean Baker (Starlet, Tangerine). Baker sigue puliéndose como maestro de lo cotidiano y poeta de la américa profunda. Con “The Florida Project”, nos cuenta otra historia que rebasa humanidad, naturalismo, la oscuridad y dureza de la realidad; y al tiempo, la luminosidad de la mirada infantil, y de los momentos de la vida. Un grupo de familias pasan el verano en un pequeño motel muy cercano a Disneyworld, en precarias condiciones, pero los niños disfrutan de los encantos del paisaje y la amistad. La mirada de Baker es humanista, y en esta película especialmente, al abordarla netamente desde la mirada y perspectivas de los niños. Baker narra y filma la infancia con maestría, la composición de los planos, la fotografía y el diseño de producción lleno de colores bonitos, y artificiales al tiempo, sirven de reflejo a la cruel realidad que se asoma de fondo. Los niños actores brillan, especialmente Brooklynn Prince, y por supuesto, el nominado al oscar (injusta única nominación de la película) Willem Dafoe, compone uno de sus personajes más sensibles y humanos. Delicada, detallista, hermosa, triste y muy conmovedora. Sin dudas, de las mejores películas que se vieron en el 2017. Y Baker, otro hit. Y esa escena final, que Baker grabó con celular dentro de Disneyworld, porque no se le permitió grabar adentro del parque, también tiene un gran mensaje que acompaña la película… esas imágenes borrosas y difuminadas.

Frases y Diálogos de la película:
http://frasesdecineparaelrecuerdo.blogspot.com.co/2018/02/frases-pelicula-the-florida-project-sean-baker.html
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13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
la cara amarga del capitalismo
De las mejores películas que pude ver en el Festival de San Sebastián, una historia enternecedora de un grupo de gente que malvive en un motel de mala muerte en las inmediaciones del parque de Disney World en Orlando, la inocencia de unos pequeños niños ajenos a los problemas de sus padres y un encargado del hotel entrañable que se desvive en ayudar en lo que puede, como una figura paternal permitiendo que vivan allí familias marginales permanentemente por no tener donde ir.

El director es Sean Baker que hace unos años hizo “Tangerine” una película muy impactante e incómoda sobre la vida de una prostituta con guión de el y de Chris Bergoch y que en esta cinta vuelven a colaborar. Willem Dafoe está impresionante en el papel del gerente del Hotel y las niñas derrochan naturalidad sobre todo la protagonista Moone (Kimberly Price) así como su joven madre Halley (Bria Vinaite).

La sensación de sobrevivir como se puede junto a un centro turístico del capitalismo más duro entre turistas y visto desde los ojos de unos traviesos niños, hacen que el drama se convierta en algo mágico y conmovedor.

El uso del color en la fotografía es fundamental en la narración sobre todo en los colores del hotel”Magic Castle” en rosa y púrpura convirtiendo el reino de Disney en una cruel realidad. Avalada por un montón de premios la película está entre las 10 mejores del año segun la asociacion de criticos de Usa.
Destino Arrakis.com
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16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Me he tenido que echar dos siestas para tragarme este tostón.
Qué eufórico me he sentido cuando he visto tanta crítica positiva dirigida hacia "The Florida Proyect", estaba preparado para ver una gran película, y, sinceramente... qué decepción: aburrida y soporífera.

Se aprecia ese aire de cine independiente. Se aprecia una gran crítica al sistema, que permite que los más adinerados disfruten de sus vacaciones en un parque de atracciones, mientras que los pobres tienen que arreglárselas para pagar a un gran Willem Dafoe el alquiler del mes. Se aprecia una evasión a nuestros tiempos mozos con unos niños que hacen lo que quieren a cada momento. Se aprecian muchas cosas...

Pero al final lo que yo veo es un collage de escenas superpuestas en las que unos criajos malcriados hacen gamberradas con el consentimiento de sus padres. Además, con un metraje excesivo, ya que a partir de la media hora te sientes totalmente acostumbrado al entorno y ya no hay nada que te sorprenda... Monotonía.

PD. Un aplauso a esas pequeñas interpretaciones que suman tanto al producto. (Madre de Jancey)
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19 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
¿Sabes por qué éste es mi árbol favorito?
"Porque parece que está acabado pero todavía está creciendo".

The Florida Project es una película preciosa por el gran reflejo de realidad que supone. Mostrando tanto las penurias por las que pasan sus personajes, como la alegría, felicidad, y ganas de vivir que se esconden tras esos pequeños niños.

Me quedo alucinado con la pequeña Moonee -como casi todos los que ya han visto esa película-, muy tierno el personaje de Defoe como protector del pequeño motel (merecida su nominación a los Oscar), y también me gusta mucho la interpretación de Bria Vinaite quién teniendo un personaje tan rebelde y hostil, transmite todo el sentimiento que tiene por su pequeña.

Te sumerges enseguida en esta pequeña historia, en la cual, no corresponde esperar un gran acontecimiento, sino disfrutar de cada escena para llegar a un final muy emotivo, y según leído, rodado con un Iphone en sus últimas secuencias.

The Florida Project sí podría estar nominada a mejor película en los Oscar, mucho mejor que unas cuantas que hay seleccionadas. Totalmente recomendada.

PD: Con las grandes interpretaciones de niños y niñas que estamos viendo en los últimos años, en este año 2017 además de Brooklyn Prince en esta película, también se puede ver otro crack llamado Jacob Tremblay en Wonder -protagonista de "La Habitación"; ¿no merecería la pena incluir una categoría para premiar a estas pequeñas grandes promesas?
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13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Por favor, dejar de describir la pelicula
Leyendo críticas tan solo me topo con textos descriptivos.

¿Podéis dejar de analizar y describir? ¿Podeis dejar de buscar palabras en el diccionario?

Esta es una historia de emociones.

Una historia de amargura. De pereza. De locura. De ''joder, ya no volveré a ser niño, que mierda''.

Una historia que no constara como ''basada en hechos reales". Pero que te deja amargo desde el minuto 1 porque es tan real como un documental. Porque USA nos da mucho asco, y aqui la confirmacion.

Una ''mini'' historia que retrata otra vez unos USA decadentes, extremos. Una emoción de alivio de no vivir en ese país. -y de miedo de pensar que no vamos en esa direccion.

Y poco a poco otra emoción te va invadiendo, la tristeza. De vez en cuando ríes, y como quien toma un poco de chocolate, te anima la tarde.

Hasta que llega un final.

Miedo. Algo va a pasar.

Un final con el que sino te saltan las lágrimas es que estas hecho de cartón-piedra.

Un final maravilloso. Porque a veces no hacen falta palabras
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12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
No consigo empatizar con nadie en esta película
Pues me voy a arriesgar y sabiendo que todo el mundo se va a meter conmigo, por lo que ya he escuchado de la película, pero voy a escribir lo que pienso de ella.

Según la estoy viendo, no puedo evitar pensar, que cuando yo era niño, ninguno de mis amigos ni yo éramos tan mal educados ni tan desagradables. Si nos decían algo, agachábamos la cabeza, no se nos ocurriría contestar a nadie. Debe haber cambiado mucho la educación en el mundo, peor no paro de escuchar, que vayan niños más encantadores y a mí me resulta todo lo contrario. No se trata de ser pobres o ricos, si no de tener una educación y respeto. La madre de la niña, consigue ser tan desagradable que solo puedo pensar, como no va a ser la niña tan desagradable. Que educación le va a dar si no la tiene. Nosotros también hacíamos gamberradas, pero eran sanas y no como estos niños.
¿Que los niños están muy bien? Y tanto que están muy bien, consiguen parecer tan desagradables como se supone que quiere el director. Y la madre igual. Todos los actores están bien, pero no para el Oscar. ¿Willem se merece el Oscar? Pues la verdad, creo que tiene muchas mejores interpretaciones que esta. Además está muy poco en pantalla.

La película no va a ningún sitio. Solo es un tramo del verano, que podría haber durado media hora más o menos y eso para mí es un fallo.

Tiene una fotografía de cine independiente, ósea no tiene fotografía. Tiene demasiada luz y no te ayuda a la trama.

No me gusta la dirección. Nada. Por qué no va a ningún sitio. Solo saca buena interpretaciones. La cámara esta siempre mal colocada.

Bueno imagino que me a llover criticas de todos los sitios, pero que le vamos a hacer, así la veo
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49 de 90 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
¿Un mundo de fantasías?
Para gastar una caja de pañuelos descartables por las lágrimas y la emoción, he aquí casi una obra maestra que te romperá en mil pedazos el corazón.

Sean Baker, también responsable de la maravillosa «Tangerine» que fue filmada con un teléfono celular, aquí no necesita usar clisés ni estereotipos lacrimógenos conocidos como deformidades físicas, niños muy crueles, otros buenísimos, acoso escolar o la muerte de una mascota para enviar un potente mensaje respecto a la niñez, fuente tanto de felicidad como de la desgracia.

En los suburbios de Miami y en casi todo el estado de la Florida, lejos de los famosísimos parques temáticos de diversiones para los turistas, existen hoteluchos que más parecen enormes pensiones en los que se alojan gente muy pobre, especialmente madres solteras con ausencias paternas que deben luchar a brazo partido para pagar el alquiler semanal y obtener comida.

En ese contexto, la infancia transcurre con la inocencia propia de la edad y que busca el regocijo entre los más simples juegos y la férrea amistad que suele darse entre niños. El elenco es extraordinario, pero los niños son absolutamente sobresalientes (hay momentos que no parecen actores y que todo se trata de un crudo documental), por ejemplo compartiendo un mismo helado entre tres amigos, o soñando cómo sería tener una habitación propia en un edificio abandonado, o hablando con los adultos usando el lenguaje que poco a poco están aprendiendo de tanto escuchar a sus mayores (no me imagino la reacción de los padres de las actrices y actores niños cuando leyeron los parlamentos que sus hijos tendrían que repetir en el rodaje).

Tal vez haya que tener un poco de paciencia en los primeros 20 minutos, pero si la historia te atrapa vivirás una experiencia vivificante y a la vez desgarradora, con un final magistralmente desolador (ver Spoiler). La recomiendo calurosamente.
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16 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Somewhere, ¿over the rainbow?
No es una película agradable The Florida Project. Lo cual no quiere decir que sea una película desagradable. Es necesaria, es potente. El cine independiente es el dado a mostrar las crueles (des)virtudes de la América outsider, de la América alternativa, de la América que sólo aparecerá en los Oscars con películas cómo ésta. Para entender The Florida Project hay que entender el boato, hay que entender la primera plana de la tontería mediática, hay que entender por qué un actor semi-olvidado (y totalmente desaprovechado ya) como Willem Dafoe es la máxima estrella de esta película, la única estrella. El único actor reconocible. Los demás, todo lo que tendrían en cualquier película de Hollywood sería una frase o dos. Pero aparte, dejamos para darles de comer a los seis años.

Niños recién sacados de la calle, que habrán pasado un casting evidentemente pero que bien podrían ser unos aprendices de qinqui a la edad prematura en la América invisible de hoy. Unos niños filmados en ese plan documental de la clandestinidad, pero en un permanente estado de prodigio. No parece que haya dirección ni puesta en escena sino que el director, Sean Baker, parece que haya puesto la cámara para que nos dejemos llevar por la visión del mundo desde los ojos de un niño, ese tópico tan cinematografico, pero que en esta ocasión ofrece un resultado más que estimulante. Niños que construyen su propia realidad, porque el presente no lo captan del todo, más allá de que es un lugar hecho para dar rienda suelta a sus travesuras (las que, por otra parte y en mayor o menor medida, todos hemos perpetrado en alguna ocasión de nuestra más tierna infancia). Y ese futuro que es algo que para ellos es ciencia ficción y que ni les preocupa, es para los ojos del espectador, los ojos corruptos propios de otras edades, francamente preocupante. Hay, pues, otras estrellas en la cinta, esos niños que, como verdaderas estrellas cubren un cielo de un verano gélido de sentimiento, a excepción de una excelente escena en la que se asoma un arco iris “uninvited”.

Con qué nos quedamos además de The Florida Project. Pues con un final como pocos (spoiler), con un Willem Dafoe minimalista, convincente y premiable, con una realidad poco agradable pero que está ahí a la vuelta de la esquina o, mejor, a la vuelta de una fantasía, de la magia de un Disneyland acartonado y poco veraz, de un mundo tan cercano para la vida de sus protagonistas (ellos viven en Orlando, tierra del Disney mágico) como lejano y fútil.
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
LA PELI QUE DISNEY NO QUIERE QUE VEAS
Interesantísima sorpresa del cine independiente norteamericano que nos relata la precariedad absoluta en la que malviven quienes se encuentran alrededor de los parques temáticos de Disney en Orlando, la antítesis de esos templos del consumismo derrochador más absoluto, dos mundos totalmente contrapuestos y separados únicamente por una simple valla.

Una película sencilla, de presupuesto casi inexistente, contenida y de factura humilde pero absolutamente desagarradora, que además utiliza una complicadísima y siempre peligrosa manera de contarnos la historia: enseñarnos la realidad a través de los ojos de una niña.

La película fue ignorada en los Oscar, algo comprensible teniendo en cuenta que es una crítica a la crisis de vivienda americana que fue la que desató la madre de todas las crisis económicas, y encima metiendo el dedo en el ojo de Mickey Mouse que es, no lo olvidemos, quien manda en Hollywood. Sólo Willem Defoe, la única cara conocida de la cinta, consiguió una nominación.

La cinta nos muestra cómo pasan los días de un verano abrasador un grupo de niños que crecen sin reglas, normas de conducta ni la más mínima educación, a los que en los primeros minutos ya tachamos de “insoportables-niños-diablo” cuando vemos una travesura detrás de otra (por llamar “travesura” a incendiar casas). El director nos engaña haciéndonos creer que toda la cinta va a ser una sucesión de “travesuras” sin nada más que aportar, pero poco a poco nos va metiendo en esa historia de mujeres que no tienen más remedio que sacar adelante ellas solas como pueden a sus hijos/nietos mientras, curiosamente, esos niños son tan felices como los que al mismo tiempo y muy cerca visitan Disneyland gastando en unas horas el dinero con el que ellos comerían, se vestirían y pagarían alquiler durante semanas.

Una de las cosas que más llama la atención es la fotografía, tan luminosa que casi te hacen falta gafas de sol para mirar la pantalla. Esa luz que todo lo inunda en medio de una historia de vidas tan oscuras refleja a la perfección las felices vidas de esos niños que no necesitan más, que se lo pasan bomba mientras ignoran que a pocos metros de ellos su madre se prostituye, los servicios sociales quitan custodias o que hay mundos de fantasía para niños ricos.

Una película dura de ver, en la que prima la naturalidad y un grupo de actores fantásticos en los que destacan un Willem Defoe soberbio y sobre todo esa niña de nombre surrealista que consigue que se te encoja el corazón con un simple gesto.
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Infancia reveladora.
El cine puede ser algo revelador.
Películas como THE FLORIDA PROJECT son reveladoras.
Sean Baker, director del film, ya me sorprendió con TANGERINE (2015). El mejor cuento de Navidad moderno que he visto. Después de ver THE FLORIDA PROJECT, certifico mi fe en el cine, mi convicción que estamos delante de un AUTOR (con mayúsculas) y algo más…
Ese “algo más” me sacude, se convierte en algo revelador, que remueve algo en mi interior. Curiosamente otro film reciente centrado en la figura de la infancia, ESTIU 1993, produce ese efecto
Como es esperable de toda crítica, aportare cierta información sobre el film:
Es una historia costumbrista sobre cómo una niña Moone (Brooklynn Prince) pasa su verano en un motel marginal a la sombra del Glamour de los parques temáticos de Disney en Florida. Vemos también como el encargado del motel, Bobby (Willem Dafoe) intenta convivir con la precariedad material, pero con una inmensa humanidad.
Sean Baker se pasa del digital (IPHONE) al celuloide (35mm) e incluye en el casting una estrella de Hollywood al uso (Willem Dafoe) sin perder un ápice de frescura en las interpretaciones. Magistral el papel de la madre de Moone, Halley (Bria Vinaite), descubierta por el director a través de Instagram.
Con un tono costumbrista, el film no juzga a sus personajes, pero nos presenta sin tapujos, ( pero sin caer en la llamada “pornomiséria”) toda la marginalidad de los expulsados del sueño americano. Eso nos hace cuestionar nuestra posición moral ante todo lo que vemos suceder. Drogas, sexo, relaciones de poder…
La estética del film (con esos colores ultrapop con estética Miami+Disney), el tono nada moralista, ni lacrimógeno, el ritmo frenético (que ya vimos en TANGERINE), nos confirma la presencia de Sean Baker detrás de la cámara con un lenguaje claramente reconocible como autor con personalidad propia.
Pero más allá de estos datos, lo que hace de THE FLORIDA PROJECT un film revelador, es ese “algo más”, difícil de describir, difícil de encontrar, que pocas veces consigue una película. Conseguir remover algo en tu interior. Tocar la fibra con la libertad que transpiran personajes como el de la madre de Moone, con la alegría de vivir que rebosan los niños protagonistas, a pesar del entorno. Emocionar con la humanidad de Bobby. Y a la vez, disfrutar del dominio de la estética, del ritmo, de los colores, los silencios (brutal aparición de la música), en definitiva de todos los elementos cinematográficos.
Todo eso, renueva mi ilusión en el cine, como forma de comunicación, con capacidad para emocionar y trascender. Pero más que eso, señala la inocencia de la infancia, como esperanza para un mundo en el que “vamos mal” (como el film muestra). THE FLORIDA PROJECT presenta una mirada megalúcida al mundo de la infancia y consigue ser una celebración a la vida y una lección magistral de cine.
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12 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Moonee
Esta película es una obra maestra
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9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
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