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127 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
10
Quien ha contemplado la belleza.....
Film polémico como pocos, “Muerte en Venecia” siempre ha sido fuente de discusión entre los cinéfilos de todo el mundo. Desde quien la considera una obra maestra absoluta y la obra cumbre de Visconti, hasta quien opina que es un film fallido del maestro milanés, decadente y de un esteticismo afectado que lastra negativamente el film. En cualquier caso “Muerte en Venecia” es sin ningún genero de dudas un film fascinante y se hace muy difícil, por no decir imposible, olvidar la serena belleza de sus imágenes bañadas en la sublime música del Adagietto de la 5ª Sinfonía de G. Mahler.
La fuerza poética que destila cada uno de sus planos no ha perdido nada de su fuerza visual con el paso de los años, y son el reflejo perfecto de la fusión de los universos Manniano, Viscontiano y Mahleriano, tres mundos distintos y a la vez complementarios. Nadie podía filmar la búsqueda de la belleza absoluta salvo un director con el legado cultural y el genio creador que poseía Visconti Duque de Modrone, obsesionado en la constante búsqueda de la “belleza de lo sublime”, y que baña el film de una pátina de melancolía y de un cierto fatalismo de espíritu por un mundo que se derrumba.
Una forma de entender el cine basada en una puesta en escena brillante y barroca, una ambientación perfecta que roza la obsesión y una técnica impecable, hacen del cine del maestro milanés una experiencia vital inigualable. Probablemente uno de los mejores directores de actores de toda la historia del cine es obligado hablar de la maravillosa, y poco recompensada, interpretación de Dirk Bogarde impagable en su papel del compositor Gustav von Aschenbach “alter ego” del propio Gustav Mahler, que busca en Venecia la paz de espíritu y donde encontrará al joven Tadzio, encarnación de la belleza física, por quien se sentirá irremediablemente atraído, que le inspirará nuevos deseos de vivir y renovados anhelos de creación artística, y que sin embargo acabará por llevarlo a la muerte en una de las secuencias más sublimes, fascinantes y misteriosas de la historia del cine, mientras contempla como Tadzio, que dirige su mirada hacia el, señala con el dedo un punto perdido en el horizonte.
En fin, un film asombroso, sublime, testamento fílmico de un artista que no encajaba con el siglo que le toco vivir y cuyo espíritu se podría resumir en la frase que Visconti deseaba que fuese el eslogan promocional del film.....”Quien ha contemplado la belleza con sus propios ojos está consagrado ya a la muerte”.


Francesc Chico Jaimejuan

Barcelona 15 de mayo de 2006
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196 de 242 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Breve descanso en Venecia
Segunda entrega de la “trilogía alemana” de Luchino Visconti (1906-76). Es una de las obras de mayor renombre del autor, aunque no es la mejor. El guión, de Visconti y Nicola Badalucco, adapta libremente la novela “Der Tod in Venedig” (1912), del novelista alemán Thomas Mann (1875-1955), inspirada en la vida del compositor Gustav Mahler (1860-1911). Se rueda en escenarios naturales de Venecia (Plaza San Marcos, Teatro La Fenice, Lido...), en Bolzano y los Dolomitas y en los platós de Cinecittà Studios (Cinecittà, Roma). Nominado a un Oscar (vestuario), obtiene 4 premios Bafta y el premio especial del 25 aniversario del Festival de Cannes. Producido por Luchino Visconti para Alfa Cinematografica, se estrena el 1-III-1971 (RU).

La acción tiene lugar en Venecia, durante el verano de 1911. El compositor alemán, residente en Munich, Gustav von Aschenbach (Bogarde) se hospeda en el Hotel des Bains, del Lido de Venecia, al objeto de descansar, recuperarse de una crisis cardiaca y recomponer los ánimos tras el fracaso de su último concierto, recibido con abucheos por el público. Llega solo, extenuado y embargado por sentimientos de frustración debidos a la pérdida de la felicidad familiar, recuerdos de la hija pequeña fallecida y el rechazo de sus últimas composiciones de vanguardia. Sólo habla, escasa y esporádicamente, con el gerente del hotel (Valli), el jefe de recepción, un cantante callejero, un gondolero ilegal, el cajero de un banco y el barbero (Fabrizi). Queda fascinado de la belleza ambigua de Tadzio (Andrésen), un adolescente polaco, de unos 13 años, que se aloja en el mismo hotel con su madre (Mangano), sus tres hermanas y una institutriz. Con el chico intercambia miradas, pero nunca tienen una conversación.

El film suma drama, drama psicológico, enfermedad, vejez, fantasía y homosexualidad. El protagonista sufre en su interior una lucha abierta entre lo que le dicta la razón (junto a la costumbre de toda la vida) y los impulsos que recibe de sus apetitos y deseos. Decide no ceder al deseo y regresar de inmediato a Munich, pero unos imprevistos se lo impiden. A partir de este momento el film aborda una pausada reflexión sobre los conceptos de arte, belleza y vida. Lo hace por medio de unos diálogos interiores que el realizador explica con la ayuda de flashbacks.

El ambiente que envuelve el relato presenta un enrarecimiento progresivo de la mano de la presencia cada vez más próxima y determinante de la muerte. De ella hablan el reloj de arena, el indigente que se desploma en la calle, las imágenes de una Venecia envejecida por el paso del tiempo, la erosión y la humedad, la desinfección de las calles, el avance silencioso de la enfermedad, etc. En este marco, melancólico y sombrío, la película centra la atención en varias cuestiones capitales.
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87 de 98 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Presque rien
Entre tanta opinión encontrada (los que la odian, los que la adoran), yo me situaré en el medio. Como denota mi puntuación, para mí no es una obra maestra (en realidad no sé qué es una obra maestra), pero tampoco una película que haya que borrar de la historia.
A su favor, creo que la película tiene escena bellas, intenisificadas por una música evocadora y una fotografía muy cuidada. Además, la metáfora que se supone que se esconde detrás de la historia es preciosa -aunque quizá poco elaborada para dos horas y pico de película, al menos para mí, que igual los entendidos ven muchos más matices.
En su contra, decir que la sensación que me ha transmitido, como le ha pasado a otros, es que se trata de una historia vacía. Para empezar porque no creo que el guión supere las 10 página a Times New Roman 12 (es decir, no hay casi diálogos). Luego, se supone que es una historia de amor o algo así, pero lo único que veo es una historia de "el-viejo-le-mira-y-el-joven-gira-la-cabeza-lentamente-para-mirarle-sutilmente". Porque casi en eso consiste la película, flashbacks aparte.
En definitiva, es un clásico, y creo que como tal, puede ser interesante verla, aunque sólo sea para formarse una opinión propia. Y creo que aunque os decepcione, seguro que alguna de sus imágenes se os queda grabada en la cabeza durante algún tiempo.
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89 de 116 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Soy cinéfila y no me gusta esta película
He leído críticas que afirman que este tipo de cine no es apto para todo el público. Bien, en ese caso será eso. Porque me resulta una película tediosa, interminable y desesperadamente cargante. Si no fuera por la brillante banda sonora del gran Mahler, no hay quien aguante los monótonos e insistentes planos tan cargantes como lentos que predominan en toda la película.

Desde luego esta lejos de ser la mejor obra de un maestro como Visconti. Porque quien afirma que este cine no es apto para todo el mundo y que solo los cinéfilos tienen la suerte de entender, solo esta defendiendo la película menospreciando al espectador, y esa es la peor manera de defender una película.

Se puede ser cinéfilo y no gustarte esta película. Doy fe de ello. Y mi nota la ha elevado, gracias a Mahler y en especial a su 5ª sinfonía.

No soy quien para recomendar ver esta película o no. Solo aviso a navegantes que se trata de una película lenta y aburrida. Y lo dice alguien a quien el cine de Bergman, por ejemplo, no le resulta ni lento ni pesado, sino todo lo contrario.
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95 de 149 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La lucha de un hombre contra su propia sombra
La contemplación de la belleza, el disfrute de la alegría y el goce afectivo en el encuentro humano, son poderosas razones para la lucha diaria de un hombre cualquiera. Aunque, con frecuencia, por falta de visión y abundancia de torpeza lo que se termina encontrando es pura sombra, lo que siempre se anhela es aquello que da sentido a la vida y que, en definitiva, permite la realización del ser humano. Todo obstáculo espera una superación, todo error merece una corrección, toda carencia ansía ser llenada... y la belleza, la luz, la abundancia y la alegría, surgen como la grata compensación que se nos ofrece ante todo progreso.

La belleza está en las cosas, pero, sobre todo, está en la esencia de quien contempla una forma cualquiera, pues es él o ella, quien determina lo que, para su fuero interior, resulta bello o no... y casi invariablemente, el encuentro con un ser o una cosa bella produce exultación, atracción, fascinación… y deliciosamente, la vida renueva su más poderoso sentido toda vez que se produce una percepción de este tipo.

El profesor, Gustav Aschembach, ha ido a Venecia en busca de otros aires que calmen, o quizás alivien, su maltrecha existencia que, acabando de recibir el fracaso de su última composición musical, ahora se encuentra enferma y con el corazón obstruido. Gratos y desgastados recuerdos se agolpan en su mente, mientras ocupa la mejor habitación del Hotel Lido... y la imagen de su esposa y de sus hijas a quienes ama profundamente; la figura de Alfred, su amigo también músico, que debate con él sobre la música y la belleza, tirando por la borda muchos de sus conceptos; la atractiva y sorprendente presencia de la joven prostituta capaz de interpretar a Beethoven en el piano… y otras especiales remembranzas que se entremezclan con esa realidad pesarosa, pero irresistible, que está tirando por la borda la rigidez de sus principios morales.

Entre los turistas, hay un chico llamado Tadzio, miembro de una noble familia, cuya singular y andrógina belleza deslumbra al dubitativo profesor. Más allá de la inefable admiración por las facciones de aquel rostro surge, en su interior, un sentimiento que se supone homosexual y que ansía desfogarse, pero que se ancla en la pura contemplación dadas las circunstancias que envuelven aquel ambiente. “Eso no es vergüenza sino miedo. –Testimonia en sus recuerdos su amigo Alfred- Temes el contacto sincero y directo con lo que sea”. ¿Será eso cierto? ¿"Lo que sea", se referirá a un niño o a cualquier ser humano? ¿Verá el maestro, ya enfermo, en esa figura a un hombre o a una mujer? ¿O acaso verá solamente la belleza que se impone más allá de lo físico?

Partiendo de la novela, "Der Tod in Venedig" de Thomas Mann, una clara simbiosis de autor-protagonista, ese gran maestro que fuera, Luchino Visconti, concreta un filme íntimo, interiorizante, donde el personaje central -brillantemente interpretado por Dirk Bogarde- transmite una compleja e intrincada emocionalidad, valiéndose principalmente de gestos, ademanes y miradas, con los que -si nos hacemos de un poco de sensibilidad-, es posible conectarse para sentir y padecer el intenso conflicto por el que su ser atraviesa.

La grandiosa música de, Gustav Mahler, hace el resto, creando una atmósfera nostálgica, apesadumbrada, romántica e irremisiblemente bella, y así, todo se junta y se entremezcla, de manera sutil y fascinante, para darnos como resultado otra obra cumbre del arte cinematográfico.
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48 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Mortal y rosa
Ignoro qué interpretaciones puede contener "Muerte en Venecia", supongo que serán múltiples y bien distintas, pero lo que sí sé es que me importa un bledo cuáles sean. Esa estética que aparentemente maneja tan bien Visconti, aquí deviene en caricatura que no hace sino acentuar lo ampuloso y recargado de su discurso, discurso que ni logro ni quiero captar.

Porque aquí nada me parece bello. Nada. Que Visconti utilice como personificación de la belleza a un adolescente andrógino me parece patético. Quizá sea el símbolo de la belleza inalcanzable, o alguna gilipollez poética y trascendental de ésas, pero a Visconti se le ve el plumero y se ve que el rubio le debía poner bastante porque la mitad de los planos son del chaval y la otra mitad de Bogarde perdiendo el culo por éste.

Porque para ilustrarte que Bogarde está encoñado hasta maneras demenciales del crío, Visconti lo confía todo en dos personas: Gustav Mahler para que lo subraye absolutamente TODO, y Bogarde, pero por mucho que éste se esfuerce su personaje es insalvable.

Porque detrás de Bogarde mirando al chaval, de la música de Mahler, de una Venecia presa del cólera, de una aristocracia decadente, yo sólo alcanzo a ver una cosa mucho más sencilla que las interpretaciones que se le atribuyen: la nada más absoluta, inflada hasta límites exagerados por pretensiones que no logran nada hermoso ni poético, sólo afectado e irritante.

Por cierto, en los diálogos entre los gafapastas de Bogarde y el amigo, intentando no perderme nada de esas fascinantes y nada pedantes reflexiones, sólo alcanzo a entender una palabra que resume toda la película: “mediocridad”. Un coñazo pretencioso.
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96 de 169 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Viejo verde mirando a niño andrógino
Este podría ser el titulo de esta película si se tratase de un cuadro y la verdad es que se podría decir que estamos ante un cuadro con imágenes en movimiento y con sonido, que no con dialogo.

En la película no ocurre más que lo que describe el título de mi crítica. No os dejéis engañar por comentarios como el de la decadencia del individuo y de la civilización representados en la enfermedad del protagonista y la que sufre Venecia, patrañas. No es más que una manera de justificar uno de los mayores tostones de la historia del cine. Esta película es como ver crecer una flor, la flor puede ser muy bonita pero mirarla más de cinco minutos cansa.

Lo confieso no me gustan nada directores como Visconti, Antonioni, Pasolini o Godard, que eran unos ególatras de mucho cuidado. Prefiero mil veces historias sencillas y honestas que transmiten sentimientos que no este tipo de obra, porque difícilmente puedo llamarla película, en la que todo es impostura, frialdad y banalidad.
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35 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El arte como principio, fin, fundamento y necesidad
En el artista casi siempre se supone una disposición especialmente sensible frente al mundo que lo rodea, lo cual lo lleva a producir obras de arte.

El artista es un individuo que ha desarrollado tanto su creatividad como la capacidad de comunicar lo sentido, mediante el buen uso de la técnica.

La aptitud artística es considerada una disposición o capacidad, natural o adquirida, para producir un tipo especial de objetos considerados artísticos. Como todas las aptitudes, la aptitud artística se educa y se desarrolla a través de una aplicación constante.

Cuando se trata de talento, hablamos de una aptitud poco frecuente, que distingue y singulariza a quien la tiene. Normalmente el talento se atribuye a los artistas con cierto reconocimiento social que han conseguido un estilo o manera propia de hacer las cosas.

La genialidad se refiere a una aptitud de carácter superior: aquella de la que está dotada una persona con una gran capacidad de invención, de organización, de creación. El artista genial es aquel cuyas obras llevan un sello tanto personal como universal. Se considera que sus obras influyen sobre la sociedad y la cultura a la que pertenece.

El artista es también aquel que crea sin poder elegir crear. Para él, crear y transmitir es algo innato, como para todo el mundo comer no es una decisión, o respirar es una necesidad fundamental.

El artista no solo ve, vive y disfruta de la belleza, sino que la siente y necesita entenderla; esta puede ser de muchas maneras, puede ser la juventud, puede ser lo más etéreo que se imagina, o lo más triste y oscuro, pues el artista es capaz de ver belleza y arte en potencia en todo lo que le rodea.

El artista vive con muchos fines, al igual que cada ser humano, pero su fin superior es crear para transmitir, lo cual se puede hacer escribiendo, pintando, componiendo, interpretando, esculpiendo; pero siempre bajo un concienciado trabajo de observación y empatización.

Muerte en Venecia, en el apartado del cine como arte, es el máximo exponente. Cuatro nombres dan entidad a esta obra maestra: Visconti, Mann, Mahler, y Bogarde. Cuatro hombres que plasmaron para la posteridad lo que significa ser artista, lo que eleva y destruye de esa necesidad por crear.

Muerte en Venecia es también una alegoría de la belleza, la decadencia y la juventud, el más incisivo análisis sobre cuestiones que han preocupado a todo artista, desde Miguel Angel, a Mozart, pasando por Jane Austen hasta llegar a cineastas y compositores actuales.

Por ello, ver Muerte en Venecia está mucho más allá de disfrutar de una (bellísima) película. Es sumergirse en las inquietudes y las necesidades inherentes de un artista, sin pudor ni posibilidad de escape. El artista crea, y crea desde lo que se ha destruido o se destruirá; porque en él está la necesidad de que el arte, su arte, permanezca, como ejemplo de los miedos, alegrías, dichas, temores, virtudes y oscuridades humanas.
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21 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Una "obra maestra" para la hora de la siesta...
Hombre, pues yo no digo que el señor Visconti no sepa hacer cine...

No dudo de su papel influyente en la Historia del cine contemporáneo...

Incluso me parece bien que tenga esa visión poético-bucólico-contemplativa de la vida...

A lo mejor soy yo, que en mi calidad de "aficionadillo de andar por casa" al cine, no haya sabido pillarle el tranquillo y no capte sus metáforas, sus silencios, sus movimientos de cámara ni haya visto por ningún lado ni un solo ápice de la [presunta] obra maestra a la que [casi] tod@s se refieren cuando hablan de esta película...

A lo mejor es que estas pelis se tienen que ver de una forma diferente a todas las otras y yo todavia no me he enterado...

.....pero es que ME HE ABURRIDO COMO UNA PUTA OSTRA viendo esta peli...

Me ha parecido pretenciosa y pesada hasta casi caer en el surrealismo...
Un tostón infumable de campeonato que deberia entrar en el puto "Guiness de los Records", como la peli perfecta para echar la siesta despues de una opípara comilona, que tambien tiene su mérito; hay que reconocerlo...


Aunque claro, a lo mejor soy yo; que todavia no se apreciar algunas de las [presuntas] joyas del septimo arte...
En fín, que le vamos a hacer...
Quizás algún dia, cuando me encuentre viejo y decrépito y persiga señoritas en algunos parques infantiles o en algunos aseos publicos; me sienta como un viejo león detras de inalcanzables gacelas y me dé que pensar....
Quizás me sienta identificado con el protagonista de la peli, la vuelva a ver y consiga valorarla en "su justa medida"...
Quizás....
Pero de momento, lo siento pero no...
No cuela...


Pd:
La música es muy buena y le queda muy bien a la peli, eso sí....
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40 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El arte (Crítica larga, aburrida y pedante)
- ¿Qué es el Arte?

- Helarte es morirte de frío.

- Aplausos del rebaño.

Muy bien. Algunos nos quedamos con el arte. El resto, quedaos con vuestros frigodedos.

La razón por la que películas como ésta no son tan populares como otras, es la misma por la que una inmensa mayoría prefiere gastarse el mismo dinero en una hamburguesa y una coca-cola de franquicia que en un bocadillo de jamón ibérico y un buen vaso de vino. El que esté de acuerdo conmigo ya sabe por qué y el que no nunca lo va a entender, pues es cuestión de sensibilidad.
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25 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Belleza por todas partes, menos donde tiene que haberla.
Estuve tentada de ponerle más nota por la carga artística que tiene el film. La música, las imágenes impresionistas, recargadas, llenas de luz... No me detendré más a recrear lo que otros ya han hecho en su crítica. La película está llena de belleza, por todas partes. Pero después de pensarlo, me di cuenta de que eso no hace sino empeorar mi opinión sobre ella y su director. ¿Cómo, con esa materia prima, que ya quisieran otros, es capaz de hacerse tan poco? Visconti se ha atrevido a juntar un montón de cosas hermosas para hacer... ¡nada! Y eso es lo que más me indigna.
Los escasos diálogos, que uno presupone profundos y reveladores, están vacíos de significado, y por el contrario, repletos de palabras pedantes y repipis.
Las interpretaciones bleh. Qué queréis que os diga, me esperaba un conflicto interno más creíble, no unas risitas más que prescindibles en una estación de tren ante la perspectiva de pasar unos días más al lado del angelical objeto deseado. No un patético llanto sobreactuado. Nos toman al público por tontos (mirad, ahora está triste, ahora está contento, veis?), y luego quieren que entendamos la carga de un amanecer digno de Monet, por favor.
Como ya decía alguien por ahí, considero que lo mejor que se puede hacer si se planea ver esta película es cambiar de planes, y teclear en Google "Joaquín Sorolla" y "Mahler" en el Spotify. Mil veces más enriquecedor.
Y además, lo que me alucina es que con todo ese alarde de referencias culturales, de imágenes bellas y de música conmovedora, lo que se hace es ocultar la verdadera historia: un viejo verde que se obsesiona con un angelito. Porque nos lo pondrán como ideal de belleza pura y tal, pero yo creo que lo último que provoca en Bogarde ese chico es pureza. Y las miradas entre ambos, por favor, los quince primeros minutos se aguantan, pero es que en dos horas no se ofrece ningún nuevo material.

En resumen, las grandes pretensiones son muy peligrosas en el cine y en cualquier otra parte. Cuando se pretende hacer entretenimiento y sale muy bien, se puede conseguir hacer arte. Pero cuando se intenta arte y no se logra... el sabor de boca es horrible, y por supuesto que no hay entretenimiento. Es mi humilde y airada (sobre todo airada) opinión.
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17 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
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Hablar de Muerte en Venecia en el año 2014 parece ya una odisea inútil. La película del director italiano Luchino Visconti se ha convertido por méritos propios en una película de culto, que cuenta con sus acérrimos seguidores así como mucha otra gente que considera el film como una obra fallida. Como poco más se puede aportar en torno a la gran cantidad de críticas ya realizadas, voy a destacar algunos puntos que personalmente me parecen interesantes.

En primer lugar, Visconti domina la imagen a la perfección. La domina tan bien, que de hecho no debe recurrir a la palabra más que en ocasiones contadas, como pudiera ser las discusiones mediante flashbacks en las que vemos debatir sobre arte a nuestro personaje principal (interpretado por el maravilloso Dirk Bogarde) con un antiguo compañero suyo. Pero quitando estas momentáneas frases, la película alcanza unas grandes cotas de saber contar gran cantidad de detalles sin utilizar los medios literarios. Un gran ejemplo es la secuencia en que nuestro protagonista entra por primera vez al hotel. Ahí está reunida la más alta burguesía, que hace ostentación de todo su alto status, así que la mirada de nuestro actor va del inevitable caos de discusiones en idiomas inimaginables y el periódico que tiene entre manos. Pero de repente observa un muchacho con aspecto angelical (o andrógino, como ustedes prefieran) que será la perdición de nuestro personaje.

Porque sin duda Gustav, es un idealista que ha viajado a Venecia para tratar de encontrarse mejor de una enfermedad que le está aquejando. Tiene la vida más o menos solucionada, pero la aparición de la belleza misma, idealizada por el joven muchacho (que en todo el film no habla ni una vez con él, lo que ya nos da una idea sobre que tipo de belleza estamos hablando) trasvasará todos los esquemas de Gustav. Y eso que mediante los diversos flashbacks que nos retraen a las discusiones con su antiguo compañero sabemos que el personaje de Gustav no es de aquellos que se deja llevar por las pasiones tan a la ligera. Sin embargo, la joven figura le llegará a embelesar tanto que su pasión por él llegará hasta el límite de la obsesión. Múltiples y frecuentes (por no decir que es el hilo conductor de la película) son las secuencias de nuestro protagonista que yendo detrás del muchacho, y si no fuera por la elegancia con la que presenta Visconti esta búsqueda nos parecería un caso de voyeurismo extremo y degradante.

El detonante final se encuentra en una secuencia muy inteligente que sucede en la primera mitad del metraje. Cautivado de manera sobrenatural por el embrujo del joven muchacho (interpretado por Björn Andrésen, actor desconocido, que consiguió Visconti después de múltiple procesos de selección y de castings entre gran número de jóvenes) y asqueado por sus propios sentimientos, Dirk Bogarde decide marcharse inmediatamente de Venecia. Desgraciadamente para él, hay un pequeño problema con su equipaje, por lo que no podrá abandonar la ciudad inmediatamente. Visconti entonces nos enfoca el rostro de nuestro protagonista. Lo que en un principio podemos calificar como frustración en el rostro de Bogarde, pronto se convierte en placer culpable. Bogarde ha sucumbido finalmente a la tentación, y está perdido para siempre.

Justo en esta secuencia sucede una advertencia muy interesante, con la muerte de un mendigo en la estación. El hombre cae derribado por la asfixia de alguna enfermedad o de un infarto, pero el caso es que nadie hace nada por ayudarlo, ni tan siquiera se inmutan ante el inminente cadáver. A nuestro personaje le quedan pocas jornadas de vida, como nos adelanta Visconti.

También la muerte y Venecia quedan reflejadas en la película. Las constantes advertencias de que una enfermedad está infiltrándose en la ciudad dan una continua sensación de locura que imprime en la película un cierto tono surrealista. Desde luego parece extraño que la enfermedad haga acto de aparición de una manera tan onírica, como algo oculto que la gente de Venecia trata de ocultar ante las miradas extranjeras. Y por supuesto, la muerte acabará haciendo su acto de aparición en uno de los finales más majestuosos y brillantes de la historia del cine.

La calidad estética del film es realmente sobresaliente. A veces la película recuerda vagamente al film Ordet de Dreyer, en el sentido que ambas películas parecen no ser una recreación de ficción, sino que parecen captar una realidad inexpugnable que sólo ha sido abierta para el ojo del artista. Antes Dreyer y ahora Visconti consiguen que sus dos películas parezcan espejos de una realidad no filmada.

http://neokunst.wordpress.com/2014/03/25/muerte-en-venecia-1971/
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12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La impureza de la vejez
Visconti realiza un magnífico ejercicio cinematográfico para buscar la belleza de las personas y de las cosas, utilizando, así mismo, la fealdad como muestra de la no belleza, especialmente en las personas, o una Venecia sucia y maloliente. Por supuesto lo más fácil es oponer la juventud a la vejez, y en eso se recrea de forma tan sublime que consigue casi una obra maestra. Visconti ha cuidado absolutamente todo para conseguir su objetivo, decorados, vestuario, actores y ahí ha utilizado una vez más a un modelo de belleza, Silvana Mangano, que cada vez que aparece llena la pantalla y el espectador ya no tiene ojos para nada que la cámara pueda ver que no sea ella. También la música ha sido cuidadosamente seleccionada, y la utilización del adagietto de la 5ª sinfonía de Gustav Mahler es el mayor logro. Se habrán escrito miles de palabras para hablar de esta película, unas a favor y otras en contra, pero como pasa la mayoría de las veces, el cine es “para ver” y después cada espectador sabrá si le ha llegado lo que el director pretendía mediante imágenes. Quizás el continuo movimiento de la cámara y un zoom que no cesa le resten a la película naturalidad, o a lo mejor es pretendida esa artificiosidad para el espectador se sitúe más allá de la realidad. Como sea, es algo muy hermoso de ver.
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12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Mahler,Mann, Visconti
Muerte en Venecia es una obra de arte ya que sólo hay un camino, la búsqueda de la belleza absoluta, idea que todo artista intenta plasmar al final de su proceso de creación. Pero la obra de Thomas Mann y de su posterior representación en el cine llega a lugares insospechados pero gratificantes: el devenir del tiempo, la juventud y la vejez, sucesos vitales que marcan toda existencia, de ahí la creación artística como un deseo de alcanzar la inmortalidad que se nos escapa en nuestra vida real y racional.
El film de Visconti es reflexivo y contemplativo, respetando el espíritu de la obra literaria. La decadencia invade toda la obra fílmica y literaria, y no hay mejor lugar para recrear ese ambiente que la deteriorada, brumosa y poética Venecia.
Pero también muestra la decadencia de una burguesía conservadora y de una aristocracia declinante y ampulosa. Sociedad que conoce muy bien Visconti y donde el barroquismo está perfectamente representado en los ambientes arquitectónicos y en los ricos ropajes de los personajes.
El enamoramiento platónico de Gustav Von Aschenbach por el joven Tadzio que contrastará con la decrepitud que sufre la ciudad producida por la peste que corrompe toda existencia. No es un simple deseo homosexual: es la fascinación del hombre maduro por la belleza y que descubre en la última etapa de su existencia.
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13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
El guapito que me cautivó.
Un agente secreto que se parece mucho a Dirk Bogarde pero con gafas, bigote y sombrero, se aloja en el Casino Royale dispuesto a desbaratar el malévolo plan de los Illuminati. Los Illuminati quieren propagar el virus del cólera por Venecia y joder a todos los veraneantes.

Dirk Bogarde se hará el tonto para disimular y así atraparlos in fraganti pero entonces aparece un joven hermafrodita. Este joven es en realidad un peligroso agente de Spectra que se enfrentará a él mosqueándolo a base de miradas insinuantes.

a) ¿Se volverá loco Dirk Bogarde?

b) ¿Tomará el sol en la playa con el señor Hulot?

c) ¿O se teñirá el pelo para que le ignore el muchacho?

Solución en el spoiler.

Visconti eligió la novela de un premio Nobel. Una gran obra literaria sobre el deseo perdido, el tiempo perdido, las oportunidades perdidas, el amor perdido, los sueños desvanecidos, los amigos perdidos, joder, lo hemos perdido todo... El resultado se puede ver como cualquier cosa... ¡Incluso como un thriller! El caso es que el guapito es lo único curioso del film, si no, no valdría un pimiento.
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13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Hermosamente vacua
He leído algunas de las opiniones que hay escritas aquí y creo que estoy de acuerdo con casi todas, desde la que le da 10 estrellas a esta película hasta la que le da 1 sola estrella. Y es que, estando en el término medio, no me cuesta mucho entender unos argumentos y otros. Creo que a ninguno le falta razón y que la clave está en lo que subjetivamente pese más en la particular balanza de cada uno.
“Muerte en Venecia” está demasiado lastrada como para parecerme una obra maestra, pero no seré yo quien niegue la belleza y el poder de seducción que, con paciencia, indudablemente tiene. Lo que ocurre es que no sirven para nada la belleza y la seducción si no hay algo más detrás que nos convenza. Y ese algo no termina de estar en la película…
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11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
O como amagarte con un menor sin que pongan el grito en el cielo.
Supongo que todos los señores maduros que se fijan en jovencitos tienen el mismo dilema; Como acercarse y entablar contacto con ellos sin que se note demasiado. Primero hay que buscarse una coartada moral, que justifique el picor de entrepierna producido por el muchacho. Visconti encuentra justificación en la fascinación que siente el protagonista por la belleza, belleza que le turba y casi paraliza, (el mozo parece un querubín, quien no le echaría un ojo) en contraste con la decadencia, la enfermedad (la suya propia y la plaga que asola la ciudad) y la muerte que inundan Venecia. Una vez tenemos nuestra coartada moral procederemos al clásico seguimiento del sujeto donde quiera que vaya y el intento de cruzar miradas con el insurrecto, que en este caso se dejará querer y las corresponderá con sonrisas.Como todo buen amor platónico que se precie, la cosa no irá mas allá, suficiente para el personaje de Bogarde, ya que seguramente debido a que la ley no vería con buenos ojos esa relación y en aquella época además no había viagra, se hubiera llevado un buen chasco como respuesta.
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19 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Prolongado y agonizante suicidio sin consumación mortal
No hay Dios que conciba mayor tortura que la de ver esta película. Ni belleza, ni decadencia, ni reflexiones ni hostias.

Tío, Visconti, para esto ESTÁN LOS CORTOMETRAJES. Momento miradita y muerte del viejo verde, y hala, ya está: los otros 122 minutazos a tomar por saco.

Aquí los votos de esta película tendrían que ir para la paciencia del equipo técnico, que podríamos sospechar que las cámaras están sujetas con palos, aunque la secuencia final de la grúa la tuvo que manejar alguien (sí sí, me la zampé enterita).

Si se hubiera quitado el bigote igual se lo hubiera camelao.
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16 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Belleza corrupta
Muerte...es una obra de relojería. Cada plano, cada movimiento siguen una idea fija. Se pueden observar los travellings de acercamiento y de distanciamiento dispuestos sobre personajes que entran y salen de una peli que desborda en emociones y sin embargo sufre por la misma frialdad preciosista que la rodea.

Visconti nunca deja de ser contemplativo: la visión del mundo que efectúa desde la historia posee una crudeza que no pierde su fineza en el armado del concepto, y esta palabra es determinante. Muerte es un desfile de ideas y conceptos que se desprenden de imágenes poderosas, aunque no necesariamente vivas. Se percibe una pena enorme detrás de esa búsqueda inútil por la belleza artística, belleza que se muere con los años y que ninguna "crema" logrará tapar. Las imágenes son distantes, parece que estuvieran de vuelta: no pretenden revelar nada, solo confirmar ese ciclo de corrupción con su posterior resignación.

Visconti, en definitiva, nos presenta un cuadro precioso en su armado, pero distante desde su intelectualidad. Cuando la epidemia se hace visible, las emociones parecen desatarse y aún asi, siguen siendo mesuradas. Como si hubiera pudores o, esto es más probable, un dolor íntimo, infinito pero privado.
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9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
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UN PLACER PARA LOS SENTIDOS
Muerte en Venecia debe constituir un referente estético en la historia del cine. Las secuencias iniciales de la llegada a Venecia del barco en el que viaja el protagonista son realmente fascinantes, de las mejores, junto con las escenas de playa, que se ofrecen a lo largo de la película. Muchos de los planos fijos recuerdan por su preciosismo las obras de Canaletto, y de Sorolla.La dureza del argumento, del viaje vital del profesor, se contrapone con la belleza de los paisajes, de la ciudad, de la feliz estancia de la que disfrutan el resto de los veraneantes del hotel Les Bains, alejados de problemas y disfrutando plácidamente del verano.
El sabor que deja es amargo, pero las imágenes se graban en la retina de tal forma que el recuerdo es imborrable.
Para disfrutar con mucha paciencia, y, a ser posible, en pantalla grande.
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