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10 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
10
Un camino tortuoso
Este es uno de esos raros filmes que puede considerarse ya de culto. Para comenzar, su director filma desde la cárcel. La trama de aparente sencillez encierra toda una crítica al sistema opresor turco de los años ochenta. A varios reos se les brinda la oportunidad de estar en libertad una semana y de visitar a sus parientes. La película, sin ningún tipo de concesiones y por momentos, de una gran violencia, explora las consecuencias de un sistema social represivo y de una religión intolerante tanto ante los otros como consigo misma. En ciertas escenas esta obra de arte roza lo sublime. Envuelta en una especie de hálito musical y una rara belleza ambiental, el director hace gala de una técnica cinematográfica depurada y al mismo tiempo sencilla. Me parece que capta todos los matices del rostro que sufre. El director escapó de su país y lo condenaron por reclamar la libertad de expresión. Esta joya es imprescindible para cualquier cinéfilo que se precie de serlo. Extraordinaria
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20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La Anatolia Profunda
Cinco hombres encarcelados reciben un permiso de una semana para recorrer la durísima carretera ("Yol", en turco) que les conduce a su vida anterior al presidio. Un recorrido por la Turquía más profunda, pero también por los abismos más insondables del ser. Mirada a la sociedad pero también al individuo, a lo más íntimo. Parajes de inhóspita belleza donde nadie se reconcilia con su pasado. Realismo y épica a un mismo tiempo. Una obra de arte perdida en las tierras secas en las que nació.
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18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Desamparo y belleza
Esta es una película que debería entrar en la historia del cine, pero como la historia la hacen los vencedores...al menos le dieron la Palma de Oro, más que merecida. Es una de esas películas que conjugan algo difícil de conjugar, la crítica político-sociológica, que es la base, y una cierta belleza lírica.
No hay lugar para la complacencia con el gobierno y la sociedad de un país que no deja respirar a sus hijos, ni siquiera en el momento en que habrían de poder respirar, al habérselo ganado después de "pagar", es decir, de estar en la cárcel. Se trata de un permiso que les va a pasar factura, o alguno de ellos sale para pasar factura, saldar cuentas, es decir, que ni ellos se salvan de la miseria moral, aunque sí que se salvan, debido a la reflexión que posibilita la cárcel -quizás lo único positivo de ella- que hace que intenten salvarse de la degradación moral in extremis. Pero salen de guatemala para ir a guatepeor, salen de una cárcel para salir a otra, cada uno de ellos con un tema determinado, pues son historias paralelas. Y los desenlaces sacan a desgarro lo humano, que a veces, sobre todo con los estigmas sociales y los prejuicios, se erige en peor que lo animal.
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11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El camino a ninguna parte
Tras ver "El camino" me doy cuenta que estamos ante una obra más que excelente, una obra que cuenta cinco historias pero que también retrata la realidad de un país como Turquía, una realidad dura y cruel, donde los presos salen de permiso de la prisión para ver a sus familiares pero se encuentran de nuevo prisioneros en una cárcel inmensa que es su propio país. Como si de un documental se tratase, se nos presenta a la sociedad turca tal como es, compartiendo con ellos su entorno, sus hogares, viajando con ellos en tren y en autobús. Así mismo, asistimos con un realismo pasmoso a la contemplación de sus costumbres, donde la mujer es una mera piltrafa y es tratada como tal dentro de una sociedad machista a más no poder.

Aparte de una lección de buen cine, donde la expresividad de los actores hace innecesario el diálogo entre los mismos, donde una mirada vale más que mil palabras, "El camino" es un retrato fiel de la Turquía de finales de los setenta; un retrato donde se ven las influencias neorrealistas de Yilmaz Güney, reconocido comunista kurdo que pronto se granjeó las antipatías de las autoridades turcas. Gracias a una discusión con un juez anticomunista en un restaurante donde desgraciadamente tras un disparo por parte de un sobrino del director el juez murió, Güney termino condenado a dieciocho años de cárcel, donde escribió el guión de sus obras más importantes. Gracias a esto podemos disfrutar de esta magnífica obra.

Una cinta altamente recomendable, donde la crudeza y el realismo de sus imágenes no dejará indiferente a ningún espectador.
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8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Salir de la cárcel y hacer camino
Pocas almas se detendrán a día de hoy a ver "Yol" ("El camino"), bien entrados ya en el siglo XXI y con toda la distancia cultural entre lo que se vive (o vivía) en la Turquía profunda y nuestro mundo occidental. Si yo me he parado a ver esta película es precisamente porque han pasado más de treinta años de su realización y porque es turca, es decir, su punto de partida está basado en una serie de rarezas ante las que me he entregado. Y la verdad, la película es un drama como una casa, realizado muy correctamente, pero un drama de principio a fin.

Se compone de las historias de diferentes reclusos que viven una semana de permiso, cada uno con sus cuentas pendientes y cada uno con muchos asuntos que arreglar. Lo peor de todo es que los protagonistas, más allá de su cautividad, no encuentran en esa circunstancial libertad una situación idílica. Dejando de lado lo concreto, la Turquía que queda retratada es cruel y represora, y teniendo en cuenta la crítica brutal que se realiza, no me extraña que se trate de una película cuyos realizadores fueran objeto de severas represalias. Tanto en las heladas montañas como en la árida meseta cada uno de los protagonistas encuentra obstáculos a través de la religión o de la represión estatal.

Hablar de machismo es quedarse corto, va más allá de lo que entendemos nosotros como machismo, se trata de una inhumana conducta de coacción al ser humano, dentro de la familia, anclados en una sociedad incomprensible. No sé cómo estarán las cosas ahora, pero en esa Turquía de los 80 las cosas no pintaban nada bien. Me imagino que el realismo que ofrece es innegable. De la vida de los reclusos no se habla en la cárcel en la que transcurre su condena pero esa condena, fuera de la cárcel, es desalentadora.

"El camino" no ofrece esperanzas, muestra la condena en la que viven los turcos, supone una crítica bárbara al Estado y la sociedad. Por ello, porque no hay esperanza alguna, no puedo considerarla una película de notable para arriba. A veces, en el tren, en el autobús, en las casas, no parece que haya cámara filmando, no parece que esos actores lo sean, parece tan real que asusta. Por ello es innegable su calidad, a esto yo lo llamo buen cine.
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8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
De lo mejor que he visto. Inolvidable
Cuando salí del cine estuve más de una hora sin poder hablar, tal fue la emoción que me produjo.
Hace más de 23 años que la vi y no la olvido.
Lamentablemente es una película minoritaria, su director murió, ya no interesa promocionarla y no la encuentro en DVD para volver a verla.
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10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Rudeza melancolía de una sociedad cuarteada
El cine turco es poco conocido a nivel internacional, y dentro de lo poco que se sabe, está esta película premiada en el festival de Cannes con el máximo galardón, la Palma de Oro.

Quizá haya razones para este triunfo más allá de las de la calidad estríctamente cinematográfica, porque en ese mismo año se premió a la película de Costa-Gavras "Desaparecido", que tiene como poco, algunos puntos en común con "El Camino". En las dos tenemos la búsqueda o reencuentro familiar en una atmósfera política y social autoritaria. Se desarrollan en países que se encuentran bajo regímenes militares llegados tras un golpe de estado, y nuevamente en las dos existe una crítica hacia la sociedad y ciertos anhelos de rupturismo con lo que se estaba viviendo en esos países en aquellos momentos. Me barrunto que también hubo razones de índole político para que durante ese año, dos directores de marcada ideología socialista, por no decir, decididamente comunista, consiguieran este éxito. Lo cierto es que ya sea por casualidad o por causalidad, estas dos cintas fueron premiadas ex aequo.

El Camino es una película áspera, contada desde las entrañas de una sociedad cuarteada anclada en las tradiciones medievales de una rusticidad primitiva, en los que el poder lo sustenta el patriarca, sobre el que pivota el dominio de la mujer. La vida y el reseco paisaje se funden en unas historias marcadas por la religión y dictadas por la tradición y la honra. El retrato de la mujer no puede ser más devastador: un felpudo, sin voz ni voto, que lo único que puede hacer es ver, oír y callar. El ambiente es sofocante. Nos montamos, junto a un grupo de prisioneros con permiso de unos días para ver a sus familias, en un autobús o en el tren, y al expectador le llega un olor humano que no es precisamente agradable.

La cinta cuenta con un estilo heterodoxo, en ocasiones bastante tosco y rudimentario, con una puesta en escena sencilla y funcional y un acompañamiento musical bizarro e hipnótico, que evoca sonidos musulmanes con cierto toque occidental, motivo por lo que lo hace extrañamente sugerente.

Las historias de un dramatismo fuera de toda medida, dan reflejo de lo que es Turquía. Dentro de esa camisa de fuerza en la que se encuentran los personajes, tienen que enfrentarse desde un punto de vista personal a un medio hostil, confrontando sus deseos más profundos de amor o perdón, con los límites dictados por la familia, estableciéndose, de esta forma, un debate interior en cada uno de ellos, entre lo que se espera de sí mismos y lo que realmente sienten que deben hacer. Esta lucha interior, esta dicotomía entre el deber a uno, y a los demás, es lo que marca el complejo drama interior que atormenta a los personajes, y que la película desarrolla como transfondo del propio debate personal que el director de la cinta plasma a través de las diferentes historias.

Película para hacerte pensar y reflexionar sobre la naturaleza del ser humano. Al final, algunos pocos, podemos sentirnos afortunados por haber nacido en un mundo tan distinto al que retrata esta cinta.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
YOL
Ya cuando la vi con 14 ó 16 años me llamó la atención. Hoy la he vuelto a ver y me parece una obra de arte. Indispensable para entender la miseria humana y moral del individuo y del grupo. Una crítica atroz, dramática y realista, de la Turquía de los 80 donde no deja títere con cabeza (y que desgraciadamente tiene mucha conexión con el mundo actual): la represión política, las leyes escritas (y no escritas), las tradiciones destructivas, la miseria del hombre. Las cárceles morales que nos creamos.. El honor, la venganza, el odio, la sinrazón....

Tiene infinidad de matices y escenas sublimes: la del caballo, la de la mujer, la de los niños fumando. Fotografía, guion, planos, secuencias... Y todo rodado por Yilmaz Güney desde la cárcel cumpliendo condena por luchar por la libertad de expresión. De ahí que consten dos directores.

Y, por último, lo que me ha dejado claro es que el cine de Nuri Bilge Ceylan bebe mucho de esta película. Obra de arte, lo dicho...
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Retrato con Turquía al fondo.
239/27
(28/08/23) Drama turbulento turco, una descarnada estampa del país euroasiático tras el golpe de estado otomano en 1980. Dirige Şerif Gören y Yılmaz Güney, guión escrito por Güney y dirigido por su asistente Şerif Gören, Güney estaba en prisión en ese momento. Posteriormente, después de que Güney escapara de la prisión de Imrali, llevó los negativos de la película a Suiza y posteriormente la montó en París. Un lienzo desesperanzado a través de un relato coral, cual mediante la historia de cinco prisioneros (al final se terminan centrados en tres de ellos) en la isla de Imrali (Mar del Mármara) a los que se le da una semana para visitar a sus familias en el este de Turquía, y con ellos viajamos a diferentes lugares del país y de situaciones, todas ellas de una crudeza malsana en su reflejo de una nación anclada en el tradicionalismo más opresor, una sociedad lastrada por el heteropatriarcado más vejador, donde la mujer es peor que un objeto, es una esclava que debe sumisión total a su marido.

Una narración muy visual, donde la cámara traduce los muchos silencios, exhibiendo con trazas cuasi-documentales la vida en Turquía, en sus ciudades, aldeas, trenes, buses, en el campo, una mirada áspera a un universo claustrofóbico, en una clara alegoría que el director pretende hacernos ver que los presos salen de un presidio para entrar en la cárcel que es Turquía, donde reina el temor, el terror, las frustraciones, el peor de los costumbrismos, una sociedad lastrada por el peso de la tiranía de su tradicionalismo. Se le puede achacar que los protagonistas son muy parecidos físicamente, incluso todos con bigotito, lo que hace complicado situarse entre los diferentes saltos entre historias. Las actuaciones en si son cumplidoras, mayormente son rostros serios y rígidos.

Seyit Ali (Tarik Akan) debe viajar a un lugar hostil remoto en las montañas nevadas, en su casa y descubre que su esposa Zine (Şerif Sezer) lo ha traicionado y ha sido prostituta. Ahora se encuentra encadenada en el establo por su familia y mantenida cautiva para que Seyit Ali termine su vida en un asesinato de honor. El desarrollo deriva en una épica travesía por los montes helados, con el padre y el niño delante, y con la madre detrás, oímos los pensamientos de ella mientras sufre en silencio la agonía del caminar mientras se te hunden los pies a cada paso. Posee un final pesaroso esta sub trama, donde la actitud del hijo deja entrever que poca esperanza hay, pues parece perpetuarse el machismo. Un relato del honor en le peor de los sentidos, los sentimientos de propiedad sobre la mujer, el ciclo tóxico del machismo, todo esto se aborda con adustez en esta sub trama.

El kurdo Mehmet Salih (Halil Ergün) fue arrestado por su papel en un atraco con su cuñado, a quien abandonó cuando la policía le disparó. Sus suegros lo han desheredado, y finalmente se ve obligado a decirle la verdad a su esposa Emine (Meral Orhonsay); Muestra las miserias humanas, los sentimientos de culpa, la frustración ante la verdad. Tiene un formidable tramo en el tren, donde Mehmet y su mujer se esconden en el servicio del vagón a tener sexo, siendo descubiertos, y provocando una turba de desatados puritanos pidiendo linchamiento por tal hecho, exponiendo con aspereza la intolerancia represiva de la cultura islámica.

Otro kurdo, Ömer (Necmettin Çobanoğlu) regresa a su aldea situada cerca de la frontera entre Turquía y Siria, y hace arreglos para cruzar la frontera y escapar de la prisión. Ömer encuentra su pueblo en el medio de una batalla entre contrabandistas kurdos y soldados turcos; Expone la opresión a que está sometida la población kurda en Turquía, con secuencias del horror que sufren estas pobres aldeas. También se aborda el tradicionalismo de como la responsabilidad de una mujer que enviuda, recae sobre el hermano del muerto, que ‘hereda’ mujer, con lo que nos dicen que da igual con turcos o kurdos, el machismo es la nota que rige.

Uno de los que dan permiso es apresado en un control militar al no llevar sus papeles, y siente el pesar de no poder llevarle el pajarito que crio en prisión a su esposa.

Notable la cinematografía de Erdogan Engin, trasladando sensación de realidad, con aires (ya mencionados) de documental, con mucho plano general; También destaca la neurálgica música de sintetizador de Zulfu Livaneli, que crea sensación cuasi religiosa a la historia.

Yilmaz Güney es un cineasta izquierdista que ha pasado la mitad de su vida adulta en prisión. En 1974, mientras filmaban una escena en un restaurante lleno de gente en Adana, Güney y su esposa fueron insultados por un juez de derecha. Se disparó un arma; el juez murió. En la audiencia de Güney, los hombres se levantaron para proclamar que ellos, y no él, habían matado al juez. Güney fue declarado culpable termino condenado a dieciocho años de cárcel; permaneció en prisión hasta octubre de 1981, cuando escapó a Europa. El día que Güney recibió la Palma de Oro por Yol en el Festival de Cine de Cannes, Turquía exigió su extradición. Después de esta película solo dirigió una más en 1983, “Duvar”. Yılmaz murió de cáncer gástrico el 9 de septiembre de 1984 en París, Francia. Está enterrado en el cementerio Père Lachaise de París.
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7
Desgarradoramente fría.
Tenía muchas ganas de ver esta película. La he visto en VOS, y la verdad es que me ha costado seguirla. Me ha costado entender el sentido de la cinta, pero al final he recordado todo el cine que he visto de estas características, y he llegado a la conclusión de que Ghobadi, ha tenido que ver necesariamente esta película de Güney. Y es que el desencanto de los personajes, el peso de las tradiciones, las escenas del caballo en la nieve, han sido retomadas por Ghobadi en "Un Tiempo para los caballos borrachos", por ejemplo.

El reencuentro de los presidiarios con sus costumbres anquilosadas, sus miedos, frustraciones, sus familias, su pasado en esa sociedad rural machista, extremedamente religiosa, que olvida la humanidad para ocuparse de la moral. Dura y cruel como sería la sociedad turca más cerrada, como puede que sigan siendo tantas sociedades cerradas y temerosas.
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4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
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