15 Críticas de los usuarios

Película con una historia de corrupción policial. Muy buen reparto con interpretaciones correctas. Ritmo pausado y armónico que consigue mantener el interés del espectador. Destacables los planos conjuntos que dan mayor fuerza a la cinta, así como una música mal seleccionada que se la quita.
El argumento contiene momentos de sorpresa en la mitad final, pero flojea por su poca credibilidad, con un desenlace nada emocionante.

Va de más a menos.

En los 80 acabó el buen cine. Hubo y hay películas buenas desde entonces, pero ya no se hace buen cine en general.
Esta peli no está mal. Pero con su guión y presupuesto, en los 40 ó 50 se habría hecho una obra maestra.
Lo mejor: de Richard Gere es la primera vez que me da asco el personaje y no el actor.
Lo peor: la fotografía. Demasiado ochentera.

Cinta clasica con trama policial en la que Gere y García trabajan muy correctamente. Siendo la corrupción policial el centro nos encontramos con una película eficaz, dinámica y por momentos interesante. Lo más destacable es la vuelta a la estética americana policial de los ochenta que se repite con buena armonía.

Acabo de verla, 27 años después de su estreno, y la sensación que me deja es la de una pequeña excelente obra. Andy García desempeña un gran papel, ensombrecido por el de Richard Gere, mucho más agradecido por encarnar a un desalmado. La dirección de Mike Figgis, se ajusta a una puesta en escena clásica, concisa, sobria, que se engrandece con un buen elenco de secundarios y una fotografía de gran plasticidad.

Algo se ha perdido por el camino, pues, pese a sus evidentes aciertos, no consigue romper o traspasar una invisible barrera, que limita el conjunto de todo el trabajo.

UN 6,5

La historia de 'Internal affairs', así de inicio, es tentadora. Se presenta, a priori, como un buen policíaco, atesorando los ingredientes precisos para ello. Además, a modo de engalanar, aparecen dos pesos pesados en el cartel: Richard Gere y Andy Garcia. Uno, admirador de este género, se frota las manos a la espera de darle al play y disfrutar del espectáculo.

Sin embargo, el resultado de la obra de Mike Figgis no es convincente. No tenemos un guión suficientemente sustanciado, careciendo, he ahí la cuestión, de una historia bien hilada y completa. El perfil dado a los personajes es superficial. Es decir, el malo y el bueno, sin más preocupaciones. Todo parece liviano, ligero y plano. La investigación policial es de risa, centrándose más, Henry Bean (guionista raso de profesión), en resaltar un enfrentamiento entre los dos titanes, Gere y Garcia, basado en pugnas sentimentales, cuestiones personales y líos de faldas. Por momentos, parece que estamos asistiendo a un culebrón venezolano en clave policíaca, en el que las indagaciones del bueno de Garcia acerca de las corrupciones generalizadas de Gere, los chanchullos inmobiliarios, las putas, los asesinatos de compañeros y demás cuestiones de dudosa ética, parecen secundarias. Todo se resuelve de un modo chapucero, rocambolesco y pretencioso. La astucia del malo se convierte en torpeza, y la inteligencia del bueno pasa ahora a ser mezquindad. La ley no existe, pues la lucha ya es personal. Vaya engaño.

En fin, película que rezuma mediocridad por todos los lados. Dirección rutinaria (y factura técnica, en general) del tal Figgis (más tarde, parió, para sorpresa de muchos, la hiriente 'Leaving Las Vegas'). Un guión, como ya se ha comentado, flojísimo en el que no se da lo que se promete de inicio. A lo que se le suman unas interpretaciones irregulares, estando decente Andy Garcia e irrisorio Richard Gere (el papel tampoco daba mucho más de sí). Total, se han hecho bastantes policíacos, con temática similar, mucho mejores que esto.

Es bastante curioso ver a Richard Gere, el galán por autonomasia de los noventa, en la piel de un malo malote. A Gere, sin perder un ápice de su atractivo aún vigente, le va como anillo al dedo este personaje: Dennis Peck, un policía de intachables méritos que hace de 'el fin justifica los medios' una especie de estandarte. No importa que estos 'medios' lleven consigo acabar con la vida de personas inocentes, traficar con lo que sea, presentarse como el sicario definitivo para borrar de la faz de la tierra a una persona incómoda... Todo vale para este personaje, dotado además de carisma, con varias ex-esposas e hijos a cuestas.

En el otro lado de la balanza tenemos a Raymond Ávila (Andy García), un policía honesto de asuntos internos que tiene la tarea de desenmascarar a Dennis Peck, el policía que interpreta Gere. En su turbulento camino, Ávila se encontrara con su sinfín de complicaciones y Peck no dudara en utilizar actos criminales y golpes bajos para con su perseguidor.

Thriller típico de los noventa, al viejo estilo del gato y el ratón, aunque a veces, y aquí está en parte la gracia, no se sabe quién es realmente el gato y quién el ratón. Tanto García como Gere están correctos, aunque me inclino más por este último dado que la falta de moralidad y de escrúpulos le convierten en un personaje más interesante. García, dando vida por enésima vez al poli latino honesto que se ha labrado su lugar con esfuerzo y dedicación, tiene varios momentazos salidos de tono, como cuando abofetea a su esposa hasta derribarla en un restaurante abarrotado o como cuando le ladra en plena cara a la susodicha "te mato si te acuestas con otro", que rozan ya el matralto físico y psicológica.

El final se ve venir de lejos, sin embargo, se ve con entretenimiento. No está mal. Remarcable también el trabajo de los actores secundarios como Laurie Metcalf, William Baldwin, Annabella Sciorra, Nancy Travis y un pequeñajo Elijah Wood.

En la cima de su carrera el gran Andy García protagonizó junto a Richard Gere este interesante policíaco que narra las corruptelas de un policía investigado por asuntos internos. Después de llamar la atención con Lunes tormentoso, Mike Figgis consigue uno de sus trabajos más logrados con una película curiosa que mezcla las relaciones de pareja con la corrupción policial. Gere es un agente corrompido que tiene nueve hijos y un montón de ex-mujeres a las que pagar la pensión. Tiene montada una de red policías que trabajan para él a los que hace favores mientras se lucra con toda clase de negocios sucios. Andy García y su compañera serán los encargados de investigarle.

Llaman la atención varias de las caras conocidas que figuran en el reparto. Desde los atractivos Richard Gere y Andy García pasando por un joven William Baldwin en uno de sus primeros papeles, junto con un jovencísimo Elijah Wood, Annabella Sciorra y el secundario habitual Xander Berkeley. El mismo director tiene también un pequeño papel y además colaboró en la composición de la banda sonora. La fotografía es del reputado John A. Alonzo.

Cierto que la trama tiene un arranque prometedor que poco a poco se va desinflando y aunque la historia daba para más, la película siempre me ha parecido buena. El final echa a perder buena parte de la posibilidades de un film que podía haber sido notable pero que en conjunto no decepciona.

En apariencia es otra más de corrupción policial. Otra de estrellas, con los guapísimos Gere y García como jefes y rivales. Violencia y sexo. Intriga y mucha negrura.
Pero, hay que reconocer, que tiene algo más, que por lo menos lo intenta. De entrada, hay un gran personaje, original y excesivo, más grande que la vida; el supermacho alfa, el gran semental, el padre definitivo, el rey de la policía y del mucho mambo, el amo de los bajos fondos, el proxeneta, el asesino, el marido, el amante y el hombre, el puro mal arremolinado. Con un harén que le sigue ciegamente, sexualmente, con muchos hijos que sacar adelante, un montón de compañeros agradecidos y mantenidos bajo su mirada patriarcal y un pequeño imperio económico, mobiliario y criminal que le respalda y que ha creado con sus argucias, carisma, perversión y maquiavelismo. El hombre en la sombra que maneja los hilos, que trasciende los (miserables) medios para llegar a grandes fines, que utiliza su profesión para darse gusto y "mejorar" la vida de su gente, un mafioso sin escrúpulos y un hombre de grandes valores familiares, un remedo modesto, policial, de los grandes padrinos italianos. Un psicópata humano, complejo y desmadrado, que se pasa la película follando y causando dolor, procreando, haciendo proselitismo, como una especie símbolo cutre de la acción sin moral, de la guerra y la política, de la supervivencia y la crueldad, de la ley de la vida y de la calle, de la fuerza ciega e implacable de las cosas.
Y enfrente de él está el bien; García como niño bonito, insulso, limitado y estirado; buen chico, pero mediocre y aburrido. Personaje bastante pobre que carga con uno de los tópicos más recurrentes, increíblemente repetido, de la ficción policial, el de la eterna, e insoportable, discusión con la pareja de turno (en este caso la estupenda Nancy Travis) sobre las muchas ausencias de él y la terrible soledad de ella (¿y si por una vez fuera al revés, por probar algo nuevo que la costumbre mata y hay que regar la planta, que la parienta se alegrara enormemente de las salidas de su hombre, aunque disimulara algo para guardar las formas y así él no se ofendiera, que ella provechara para irse de picos pardos o, por qué no, sacarse el doctorado en física que había dejado tanto tiempo olvidado, a la eterna espera, o que simplemente pasara el rato criando a sus queridos niños y después, en los numerosos interludios matutinos y también vespertinos, se fuera de café con las amigotas a la cafetería más cercana a comentar la jugada, todo lo acontecido durante el discurrir del día, como antiguamente se decía o estilaba, nada menos?).
Otra de las virtudes de esta historia, en el fondo tristemente convencional, es Laurie Metcalf, por la actriz y por el personaje; sobria e inteligente policía lesbiana que hace crecer la película cada vez que aparece y que, una pena, es sacrificada en el guion por la inevitable entrega a las boberías del García.
Y, finalmente, se agradece el tono canalla, gamberro, esquinado, que aporta Dennis. La trama es anodina, sin interés; la gracia está en las muchas marrullerías y bajezas de él, en sus morbosidades sexuales, en sus muchos polvos y felonías, en su ironía y caradura, en su aire de capo de medio pelo, en sus manejos y corrupciones.
También se quiere jugar con la idea, interesante, del posible acercamiento o identificación del bien con el mal, de Gere con García, de cómo, en el fondo, no son tan diferentes, incluso parecidos. Lo malo es que esa sugerente posibilidad queda aparcada claramente en aras de lo más trillado y manso, de una corrección comercial sobada y aguada en la que todo queda muy claro, debe estarlo para que nadie se confunda o enfade, quien es el bueno y quien el malo.
Por todo lo dicho, se puede resumir en que parece más de lo mismo, que hay características que son un poco diferentes, y mejores, y que termina rindiéndose a lo mil veces visto, al tópico y la tontería, a la mamarrachada violenta y sin sentido.

Película aburridilla protagonizada por un Richard Gere un poco cochino en esta versión, y que me animé a verla sólo porque sale Elijah Wood. Lo mismo de siempre, poli bueno y otro no tanto,con un aderezo tan cutre que no merece la pena, escenas de acción decepcionante y personajes planos. Yo sinceramente, pienso que Richard Gere la hizo por hacer porque en este papel yo no lo reconozco, bueno, tantos asuntos, inducen a la siesta y a la pena porque tiene un buen reparto exceptuando los patéticos papeles que les han dado a las mujeres, porque las actrices que salen aquí son buenas, se merecían más.

Una historia sugestiva y llena de personajes a primera vista interesantísimos, se desinfla poco a poco por culpa de un guión inundado de situaciones entre inverosímiles y surrealistas. Richard Gere encarna un personaje de villano supermacho absolutamente magnético para el espectador, de esos papeles que que marcan toda una carrera... pero termina convertido en una caricatura. Lo mismo que el matrimonio Davila (Andy García y Nancy Travis), cuyos celos mutos tienen un tratamiento de telenovela, muy poco realistas para lo mucho que podrían haber dado de sí con dos actores (y un guionista) menos histriónicos (sobre todo García) y más creibles.

Thriller fallido con una historia que daba para muchísimo más.

Raymond Ávila (Andy García) es un policía de Los Ángeles perteneciente a asuntos internos (vigilancia y control de la propia policía). Recién llegado al cuerpo le toca investigar las actividades heterodoxas y delictivas del agente Dennis Peck (Richard Gere). El tal Peck ha creado todo un entramado de de influencias perversas que afecta a otros policías que cobran dinero sucio del narcotráfico.

Se trata de una historia irregularmente dirigida por Mike Figgis, que habría dado para mucho más de no ser por un guión flojo y mal hilado e incompleto de Henry Bean, y un montaje, sobre todo al final, algo precipitado y confuso. Las interpretaciones son desde mi modo de ver mediocres, sobre todo en sus personajes principales: García y Gere; el primero sobreactúa y el segundo repite sus estereotipias actorales que tan pingües beneficios le han proporcionado. La fotografía de John A. Alonzo deja mucho que desear y parece anclada en una década anterior.

En definitiva, el film es un policial, un Thriller típico de los noventa con flecos de los ochenta, que delata la archisabida corrupción de la policía, en este caso en EE.UU., con un desarrollo predecible de los honestos que se imponen a los corruptos. La cinta tiene un adecuado ritmo que mal que bien mantiene la atención en la pantalla del espectador. Pero la trama carece de ingeniosidad y la necesaria complejidad como para que resulte una buena película.

Por un lado, podría clasificarse como una muy tópica película policíaca de corrupción poco destacable. Está al nivel de cualquier serie del montón del género, con nada que la haga sobresalir.
Por otro lado, aparecen varios buenos actores en su momento álgido de fama, que compensan un poco un guion mediocre que no da ni frío ni calor.
Richard Gere hace un personaje alejado de lo acostumbrado, pues aquí no es ni el protagonista absoluto ni el cacho de pan que suele ser siempre.
Pero el guion es poco potente. Habiendo visto películas como “Training day” y series como “The shield”, los policías corruptos que vemos aquí parecen monjas de la caridad. Además, la investigación del personaje de Andy García es pura rutina carente de emoción.
Los dilemas éticos no impactan porque casi ni existen. Se empatiza claramente con el bueno y no con el malo.
El juego psicológico entre personajes tampoco es excesívamente intenso.
Así que la película, sobre todo comparándola con otras similares, sabe a poco, a pesar de tener el interés justo en la trama como para no cruzar el límite de lo malo.
En una palabra, mediocre.

El siempre vistoso thriller policial con la corrupción de por medio tiene un nuevo capítulo con "Asuntos sucios", trabajo de Mike Figgis que destaca principalmente por su reparto. Junto a los incuestionables Richard Gere y Andy García, un primerizo William Baldwin, Nancy Travis, la bella Faye Grant, atención a su look inmejorable de finales de los 80 y principio de los 90, popular por su aparición en la serie "V-Invasión extraterrestre" (1983) como la doctora Juliet, y hasta un Elijah Wood que no llegaría a los nueve años, en un pequeñísimo papel. Buen reparto, historia y comienzo, cosa que te hacía concebir esperanzas de ver un gran trabajo. De hecho, durante los primeros minutos me recordó a la enorme "Los amos de Brooklyn" (2009) y no solamente porque también aparece en ella el de "Pretty Woman" (1990).

Desgraciadamente comienza a perder fuelle para dejarnos una recta final en caída libre tanto en personajes, trama y montaje. Todo se vuelve alocado e inverosímil echando por la borda buena parte de lo visto anteriormente, que a pesar de contar con un guión que va un poco al salta de la mata, te mantiene expectante. Al final no está mal y encima hay una mirada sobre lo que se llama violencia de género, que merece un apunte. Primero, ¿no sé da cuenta ella que le va a zurrar? Pues yo desde el principio. Segundo, ¿qué impide a un hombre enfadado o herido golpear a una mujer? Desde luego no la igualdad, esto más bien lo anima, sino una especie de tabú que nace precisamente de la idea de la desigualdad femenina, que quiere decir en este caso, que no la puedes tratar igual que a un hombre.

Policial entretenido que logró juntar a dos actores en franco ascenso como Richard Gere, extrañamente haciendo de malo y un joven Andy Garcia incursionando en los protagónicos. De todo esto sale una película de acción típica de los 90 en donde un policía de asuntos internos comienza a investigar a otro lo que desentraña extorsiones, muertes, droga y prostitución avalada por los agentes de la ley. A partir de allí es un duelo permanente entre Gere, quien parece estar siempre un paso adelante y Garcia que comienza a odiarle con todas sus fuerzas y a hacer cualquier cosa por atraparlo. Si bien tiene algunas partes algo inverosímiles, las actuaciones son correctas, especialmente Gere que realmente logra que uno lo odie. Para ver ya que este tipo de film hoy no son usuales.

Ritmo cansino, técnicamente malilla, el guión muy flojo con personajes tontos y situaciones inverosímiles.

Richard Gere es el único que hace un esfuerzo por resultar creíble, y curiosamente ejerce como villano. Andy García me ha dejado de piedra, parece que se toma el film a cachondeo, siempre esbozando una sonrisilla chulesca en todos los planos...


Una película a evitar, o bien para olvidar con rapidez si se ha tenído la desgracia de verla.