arrow

60 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
10
Más allá de las olas
Aparentemente, no es El desprecio el prototipo de película de Godard, en tanto que apenas se hallan en ella sus rasgos estilísticos más reconocibles: el montaje entrecortado, los cambios bruscos de tono y de género, el ritmo sincopado, el uso de carteles, el humor grotesco, etc. Bien al contrario, se trata de una estilizada historia contada básicamente a través de elegantes planos-secuencia de brillante y hermosa textura fotográfica, asemejándose a la estética del cine clásico "convencional".
Pertenece también a la primera etapa de su obra, que podríamos denominar "narrativa", en el sentido que todavía "cuenta una historia" con una linealidad argumental definida que el espectador puede seguir sin ningún problema.
Pero, precisamente porqué Godard no filma una película "de Godard" —como ya había hecho en más de una ocasión limitándose, en el fondo, a dar lo que ya se esperaba de él— se muestra más valiente y audaz que nunca.
En mi opinión, asistimos a su primera obra de auténtica madurez, donde se muestra menos interesado en llamar la atención sobre sí mismo que en adecuar, de manera magistral, lo que cuenta con la manera de contarlo. De ahí que el impecable discurso fílmico nos lleve inexorablemente al discurso de fondo más genuino y, probablemente, más complejo de este autor: la disección de los problemas de comunicación en la pareja, el pesimismo existencial, los sentimientos contradictorios respecto del cine y de la industria del cine... se muestran en El desprecio de manera más desnuda y menos artificiosa que nunca, libre también de los momentos pedantescos que de vez en cuando lastran algunas de sus obras. E incluso consigue que una actriz tan limitada como B.B. nos parezca insustituible en su rol.
Mención especial merece la partitura de Georges Delerue, a mi juicio una de las más hermosas de la historia y que consigue que cualquier evocación de El desprecio —como ocurre con El tercer hombre o Solo ante el peligro— no pueda llevarse a cabo sin rememorar a su vez la maravillosa música que la acompaña.
[Leer más +]
133 de 168 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Entre dimensiones
Habitación. La cámara se desliza suavemente por el cuerpo de Camille, recorriendo con tacto su belleza, como un escultor de la Grecia clásica moldeando delicadamente con sus manos. La enumeración de sus partes es intrascendente, lo importante es el conjunto; la perfección en el arte viene por su análisis global, no por su fragmentación.

Cinecittá. Fritz Lang se aleja en solitario de la escena, en la pared posters de películas de Hawks y Hitchcock, de fondo la música de George Delerue, un homenaje sentido, único, reivindicativo del amor de Godard por una serie de autores antaño menospreciados y ahora elevados al puesto que se merecen. Ligero travelling y una pequeña anécdota, casi imperceptible en los gestos, se convierte en el motor dramático de la trama. Un estallido de emociones que se desencadena sin más ruido que el del motor de un coche que aleja para siempre el amor entre los protagonistas. Paul se pierde entre las ruinas de los estudios, una panorámica que refleja un mundo cinematográfico del pasado y a la vez el interior del protagonista. La confusión de la pérdida, la sordidez de la soledad y sin embargo, sus ojos muestran su vano intento de racionalizar estos sentimientos, de intelectualizar el fracaso.

Interludio (casa de campo). La cámara muestra una gran extensión de terreno, sin embargo los personajes se agolpan en un espacio reducido, la composición nos indica que está pasando, no se miran se dan la espalda y divagan en su propia lengua. Se hace patente la incomunicación. Progresivamente todo se focaliza en Paul y Camilla y aunque el plano se acerca la distancia entre ellos aumenta. Finalmente Camilla abandona, sólo su espalda se acerca a nosotros, su gesto no es revelado pero un montaje de insertos dinámico lo aclara; sus dudas sus recuerdos, el proceso mental del pensamiento conectado con el arte cinematográfico. (sigue en spoiler)
[Leer más +]
98 de 114 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El desdén
Sexto largometraje de Jean-Luc Godard (París, 1930), es una de sus películas más conocidas y acreditadas. El guión, del Godard, adapta libremente la novela “Il disprezzo” (1954), de Alberto Moravia (Roma, 1907-1990). Se rueda en escenarios naturales de Roma y Capri. Producido por Georges de Beauregard (el productor de la “Nouvelle vague”), Carlo Ponti y Joseph L. Levine para Roma-París Films (París), Films Concordia (París) y Compagnia Champion (Roma), se estrena el 29-X-1963 (Italia).

La acción dramática tiene lugar en Roma y Capri durante varias semanas del verano de 1963. Paul Javal (Piccoli) y su joven esposa, Camilla (Bardot), forman una pareja enamorada de recién casados. Paul, que se dedica a escribir obras de teatro, acaba de recibir una oferta para escribir el guión de una nueva adaptación de la Odisea, de Homero, al cine. Se la ha planteado el productor norteamericano Jeremy “Jerry” Prokosch (Palance), que desea un guión más comercial que el que le ha propuesto Lang (Lang). Paul es indeciso, indolente y poco resolutivo. Camilla, de 20 años, es celosa, sensible, independiente y muy atractiva. Jerry, de media edad, es arrogante, fanfarrón y oportunista. Lang, de unos 70 años, encarna al cineasta acreditado, insobornable y riguroso, que sabe que el cine está por encima del dinero y la fama.

El film suma drama, comedia, romance y cine en el cine. Construye un relato en el que se superponen tres líneas narrativas que se desarrollan en paralelo, entrelazando secuencias, diálogos, observaciones y propuestas. No sólo no se interfieren, sino que a aprovechan las interrelaciones que se dan entre ellas. El hilo conductor viene dado por la historia de amor. Sobre ella descansa una profunda reflexión sobre las relaciones entre arte y cine, cine y comercialidad, cine y realidad, etc. Se añaden referencias a episodios de la historia de Ulises, Penélope y Poseidón, que constituyen el material de rodaje del film en el que se trabaja. Entre las tres líneas narrativas Godard establece relaciones, cruces, coincidencias y paralelismos.

Se advierte que Paul, Camilla y Jerry se comportan como encarnaciones vivas de Ulises, Penélope y Poseidón. Una observación adicional permite descubrir relaciones entre Paul, Camille y Jerry con el trío formado por Godard, Ana Karina y Joseph L. Levine. La asimilación más patente es la de Godard y Paul por el uso continuado del sombrero y la afición a los cigarros puros. El paralelismo de Camilla y Ana Karina, pareja entonces de Godard, lo pone de manifiesto la peluca negra de Camille. Los problemas de la historia de ficción evocan y reflejan los de la pareja real de Godard y Ana Karina. Los problemas de Godard con los productores, en especial con Levine, se glosan a través del conflicto entre Paul y el americano Jerry. Por lo demás, Godard se explica a sí mismo a través de la figura eminente de Lang, el cineasta admirado y, a la vez, entronizado como figura capital del cine de todos los tiempos.
[Leer más +]
62 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
zzzzzzzzzzzzzzz (Vol. 3)
Un amigo mío me recomendó esta película hace un tiempo. Según él (no tengo por qué desconfiar de su palabra) era la mejor película que había visto en toda su vida. Casi nada. Cuando yo contemplé en pantalla la palabra FIN, después de soportar durante 2 horas el mayor monumento al tedio jamás imaginable, me entraron ganas de llamarlo por teléfono y recomendarle que viese alguna otra de vez en cuando. Para poder comparar, más que nada.
EL DESPRECIO, título tremendamente apropiado que entra en sintonía directa con las sensaciones que me embargaron al final de la película, habla del proceso de descomposición de una joven pareja francesa. Punto y final. Hay dos personajes principales, uno de ellos interpretado por una bellísima Brigitte Bardot antes de volverse gilipollas perdida, que se limitan a discutir mucho por razones muy poco interesantes. Hasta ahí todo perfecto. Y a partir de ahí nada más que añadir. Como en toda obra pretenciosa, aburrida y plana el espectador erudito, que de esto sabe mucho, se entretiene imaginándose cosas muy tremendas que pasan entre los personajes, haciendo lecturas que sólo ellos pueden ver y dándole al intelecto para poder entresacar algo potable de una sucesión de secuencias que se limitan a girar y girar en torno a lo mismo. Finalmente todo desemboca en un desenlace bastante discutible que a nadie sorprende.
Recomendada para todos aquellos que se entretienen mirando el papel pintado de las paredes.
[Leer más +]
112 de 184 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
PARA OLVIDAR
Es curioso. Hay críticas valorando con un 10 y otras con un 3. Esto es típico de las películas llamadas “de culto”. Pero ¿Culto a quién? ¿O es que hay que ser culto para entenderlas?.

Por si acaso hay que rendir culto a Godard pues, servidor tiene sus dioses cinematográficos, léase Wilder, Lubitsch, Hitchcock ó Eric Von Stroheim, y Godard, a pesar de “Al final de la escapada”, no tiene su residencia en mi Partenón particular. Y por lo que hace a mi capacidad cultural de entender la oferta que se me propone puede suceder que aun no esté lo suficientemente preparado para este tipo de películas donde se mezclan , cual cóctel veraniego, la tragedia griega, el mundo del cine, el erotismo, la sensualidad, los problemas de pareja y la psicología post freudiana, ah, con unas gotas de encuadres absolutamente magistrales y un chorrito abundante de una banda sonora muy pero que muy interesante.

Eso es todo. Así son las cosas y así se las hemos contado. ¿Brigitte Bardot? : Erotismo y nada más. ¿Piccoli?: El mejor, con diferencia. ¿Palance?: Trata de sacarle partido a un papel, el de productor de cine, que, de tan exagerado, no resulta para nada creíble. Y por último Fritz Lang, del que no entiendo se prestase a ese papel de director de cine con filosóficas disquisiciones entre lo humano y lo divino.

Da para algo más de un 3 pero muy lejos del 10, salvo que nuestra devoción hacia el director francés sea ciega. No es mi caso. Prefiero seguir teniendo los ojos bien abiertos para poder seguir viendo buenas películas. En cuanto a El desprecio, acabo de verla y ya está empezando a pasar al olvido.
[Leer más +]
70 de 106 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Del mal lugar
La villa de Curzio Malaparte es una mastaba color peonía que observa el mar desde uno de los lugares más impresionantes de la Tierra. Esta casa fue el lugar elegido por Jean-Luc Godard para rodar "El desprecio". A la muerte de Malaparte, la casa pasó a ser propiedad de una fundación: los turistas no pueden acceder a ella.

"El desprecio" también es una obra muy personal y gran parte de ella también permanece cerrada al público: demasiadas corrientes íntimas que ninguna biografía podrá desentrañar nunca. Tiene un algo de testamento o de última voluntad sepultada bajo tres niveles. En un primer nivel, la historia de absurdo desamor entre el escritor y su mujer, que carece de importancia como tal; en un segundo nivel, la reflexión evidente sobre la creación artística; y en un tercer nivel, se empieza a rastrear el alma. Creo que la suma de sus niveles no da más resultado que el de la derrota: es la insuficiencia de las palabras para expresar una imagen y la insuficiencia de las imágenes para dar forma a palabras para las que todavía no existe un lenguaje.

Película por tanto, profundamente imperfecta: es la angustia del perseguidor que no conoce lo que persigue y sin embargo, lo desea. Lo busca a través de la belleza, lo busca a través de los mitos, del arte y lo busca a través del amor. Pero ¿acaso no lo buscaron todos los demás? Sin embargo, es imposible encontrarlo. Sea lo que sea, él también desconoce su naturaleza pero finalmente decide escoger la nada. La nada, que a fin de cuentas, es el reverso de lo inabarcable.

Lo mitológico y lo vulgar se dan de la mano en una historia que habla de dos tragedias: la fatalidad, que fue la tragedia de los héroes en tiempos de los dioses; y la banalidad, que es la tragedia de los artistas en los tiempos de los hombres.

La villa de Curzio Malaparte, solitaria y misteriosamente inaccesible, seguía mirando al mar la última vez que visité Capri. Del mal lugar.
[Leer más +]
36 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Las tersas, mórbidas y sinuosas nalgas de BB
Desde luego, la peli es rara. Rara de cojones. Aunque, claro, tratándose de una peli de Godard que sea rara tiene -hasta cierto punto- su propia lógica. De hecho, lo raro hubiera sido que “El desprecio” no fuera una peli… rara. Aún así, le agradezco a Jean Luc que después del martirio sensitivo y cerebral que me supuso el visionado de “Al final de la escapada” haya tenido el detalle de rodar una peli -al menos desde una perspectiva eminentemente formal- mucho más serena y comedida.

“El desprecio” constituye, pues, una rareza bastante digerible en la que el hilo narrativo es absolutamente lineal y en la que los experimentos de montaje aparecen en su justa medida. Es más, igual voy a decir una tontería pero yo añadiría, incluso, que la incuestionable predilección de Godard por los planos largos y la inmejorable amortización de esa espléndida melodía que los acompaña en todo momento le confieren a esta peli un aspecto considerablemente ‘clásico’.

Lo que ya no me parece tan sereno, ni tan comedido, ni tan ‘clásico’ es el planteamiento argumental del que parte Godard para explicitarnos esa extrañísima crisis matrimonial que padecen Paul (Piccoli) y Camilla (Bardot). Ni tampoco me parece claro y meridiano el trazado que utiliza el gurú de la nouvelle vague para poner de manifiesto lo complejo que puede resultar rodar una peli cuando la incomunicación y la falta de consenso entre sus máximos artífices (productor, guionista y director) es total y absoluta. Ahí creo que Godard es deliberadamente abstruso. Y qué queréis que os diga, pero a mi eso de ser deliberadamente abstruso porque sí me parece malicioso, petulante y, sobre todo, estéril.

Total, que si he decidido concederle siete estrellitas al creidito de Godard es porque su film ha conseguido dispensarme algún que otro momento de goce ¿intelectual? y porque debo admitir que su persistente afán experimental -en esta ocasión- obtiene buenos resultados. Pero más allá de todo ello y más allá del incuestionable aliciente que supone ver reunidos -en una misma peli- a Brigitte Bardot, Michel Piccoli, Jack Palance y Fritz Lang, lo que más y mejor ha influido en mi valoración global de la peli de Godard es el indescriptible placer de poder contemplar detenidamente las tersas, mórbidas y sinuosas nalgas de BB. Una mujer por la que cualquier hombre perdería la cabeza. Y quién diga lo contrario, o es gay… o miente.
[Leer más +]
49 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Arte con mayúsculas y en cinemascope
La lenta e irreversible descomposición de una pareja. Pocos directores han tratado este tema con tanta elegancia y sutileza. Aun estoy alucinado y convencido de haber visto una película extraña, pero también excepcional e inolvidable.

En primer lugar habría que mencionar a Brigitte Bardot y su tremendo atractivo hoy casi olvidado. Junto con "La Verité" es esta, seguramente, una de sus mejores películas, en una filmografía por lo demás escasa en grandes titulos.

Otra de las cosas fascinantes de esta película es esa mezcla entre vida y cine, realidad y ficción, con la inclusión de Fritz Lang interpretándose a si mismo y los ecos de la relación que tenía por aquella época el propio Godard con su musa Ana Karina, de cuya imagen parece apropiarse Bardot cuando se enfunda una peluca negra.

En su fascinante e inusual puesta en escena llama la atención el predominio de planos generales y su relativo estatismo, tan alejado del nervioso desenfado que caracteriza a la mítica opera prima de Godard "A Bout de souffle". Ese empequeñecimiento de los personajes en medio de los escasos pero muy bien escogidos escenarios (magníficamente fotografiados por Raul Coutard) podría ser una elección estilística con la cual Godard querría subrayar la soledad de los personajes y/o cierto distanciamiento en su forma de mirarles. Aunque, por otra parte, con lo que pesaban las inmensas cámaras de cinemascope, intentar un estilo "a lo A Bout de souffle" hubiera sido imposible. Me han fascinado esos decadentes estudios cinematográficos invadidos por la vegetación y que se supone son los míticos estudios Cinecittà, aunque en realidad son los menos conocidos y ya desaparecidos estudios Titanus.

También el maravilloso apartamento donde se produce el largo y fascinante "set piece" central entre Bardot y su marido en la ficción, Piccoli, filmado con una planificación alejada de los modos narrativos habituales en el cine comercial. Es magistral el modo que tiene Godard de crear una larga escena con mínimos elementos y moviendo un par de personajes en un espacio cerrado, y ademas dándole a todo un aire espontaneo y con pizcas de extravagancia. En cuanto a esa extraña casa junto al mar, construida en Capri por el escritor Curzio Malaparte, hay que decir que Godard ha sabido sacarle un tremendo partido.

Sería injusto, por otra parte, olvidar la influencia de Antonioni y su trilogía de la incomunicación, no solo en la concepción abstracta de esos espacios, sino también en el pausado ritmo narrativo y en el propio argumento (una adaptación de un texto de Moravia). Debo señalar, así mismo, que la evocadora banda sonora compuesta por Georges Delerue es, en mi opinión, uno de los elementos más sobresalientes e inolvidables de la película (¡Y pensar que en la versión italiana la sustituyeron por otra de tipo jazzistico, y además recortaron el metraje!).

En conclusión, vi "El desprecio" hace años y me gustó, pero ahora, al verla de nuevo en HD, me ha encantado, porque su narrativa no del todo lineal me estimula y porque visualmente es aun más excepcional de lo que recordaba. Y, también porque, como entonces, la he encontrado poética, distinta, desolada, y fascinante. Arte con mayúsculas.
[Leer más +]
26 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Cine al amor
"Ve con él. Volveré hablando con el Sr. Lang".
--

VIAGGIO IN ITALIA

La misma trama opera a varios niveles. Una historia de desamor que se vincula con la integridad del artista y con la propia obra adaptada –La Odisea– en ese “cine dentro del cine“ (el triángulo amoroso protagonista evoca a Ulises, Penélope y Poseidón).

Jose Luis Guarner afirmó que la película hablaba del mundo de las apariencias, y que la crisis amorosa se relacionaba con la crisis entre la mirada del espectador y la apariencia. Y es que es solo apariencia, no realidad, lo que ofrece el cine como espacio donde los deseos, como en la cita de Bazin que abre la película, se proyectan.

Esa autoconsciencia de la apariencia y la ilusión fílmica permite multitud de reflejos y resonancias, aspectos donde el cine se mira a sí mismo y a sus elementos sin atender a convenciones clásicas: reflexiones monologadas, el cine deja de ser objeto de la cinefilia para ser la cinefilia objeto del cine, se rompen los márgenes y limitaciones de la ficción como hilo narrativo, cambios de filtros de color, raíles y cámaras, etc. En todo caso, don´t panic. La puesta en escena de Godard es asequible. La continuidad y encadenamiento lógicos se ven poco alterados.

La superposición de niveles desde los que ver o interpretar el film recuerdan –el propio Godard lo sugiere con un cartelón publicitario– a `Viaggio in Italia´ (`Te querré siempre´), cinta que habla de la crisis amorosa de Rossellini y la Bergman bajo la apariencia de melodrama.

Aquí, en `Le mepris´, el desprecio amoroso se podría relacionar con el desprecio hacia el autor que se prostituye por dinero (viene a ser lo mismo usar a la mujer de cebo que aceptar un cheque). Son partes de un mismo todo; la ruptura, el desprecio, ese cambio sugerido en ´La Odisea´ donde Penélope es infiel y la integridad del autor frente a la tentación del dinero. Manifestaciones caleidoscópicas de un único conflicto. Porque en el film el amor al cine y el amor romántico vienen a ser lo mismo.

También se suceden reflexiones godardianas con respecto a su pareja en la vida real, Anna Karina. BB se coloca una peluca de pelo negro remitiéndonos a la protagonista de `Banda aparte´, M. Piccoli aparece con ropa del propio Godard…

Existe una injerencia última en una suerte de metacine. De la letra impresa –el doloroso y ampliado "adiós, Camille"– se pasa a la venganza. Pero no la venganza de este dramaturgo personaje de ficción (Michel Piccoli), sino la del propio demiurgo Godard que, cual deus ex machina, encadena la carta de despedida con un brusco desenlace.


LA NOCHE AMERICANA

Vemos la tramoya de un rodaje en el que Fritz Lang encarna el amor al cine y el productor, interpretado por Jack Palance, la brida del dinero y la taquilla. El desprecio se dirige también, así, hacia el cine industrial: "hace unos años los nazis decían revólver en lugar de talonario". Lang es el "auteur" (capaz de una visión intelectual del arte y de citar a Hölderlin) cuya integridad –esa integridad de la que tenemos constatación visual en la imagen de lo que Ulises ve al volver a Ítaca– entra en conflicto con el productor dictatorial.

La observación autorreferencial del proceso de filmación y las referencias cinéfilas conectan con la celebración del cuerpo de BB. Ella, en un reflejo de la también godardiana `Vivir su vida´, no incorpora un personaje sino un icono. No interpreta, no elabora un rol. Con su culo juega Godard como el arquetipo publicitario y documental que es: sex-symbol y estrella del cine.


YA NO CREO EN EL AMOR

Godard, bajo el seudónimo crítico de Hans Lucas, afirmó: «Cinema does not enquire about a woman´s beauty, it only casts doubts about her heart».

Ese indagar en el corazón de las tinieblas femenino llena el metraje de `Le mepris´. La duda, el abismo de la relación de pareja cuando surge el fracaso, los silencios duelen y las palabras empiezan a calcularse: "cuanto más dudábamos, más nos aferrábamos a una falsa lucidez en la esperanza de racionalizar sentimientos que se habían vuelto muy oscuros".

Godard pretende un testimonio más emocional que lógico sobre la incomunicación y el fin de la pareja. Quizás tratando de, como decía el propio realizador a propósito de `Vivir su vida´, «filmar un pensamiento en marcha».


LO IMPORTANTE ES AMAR

Para ese testimonio, la música tiene un papel fundamental inmiscuyéndose en el metraje para el repunte del desamor y el miedo. Aparece de pronto, como un ataque de nervios, una melodía que nos deja vencidos a la pura melancolía del fracaso.

http://www.youtube.com/watch?v=S5Bcdmkiua

La intromisión de la partitura, como si el paroxismo se desbordara dentro del film arremetiendo contra el discurso lógico, provoca el efecto de que, de repente, la secuencia se independice de la acción en beneficio del arrebato. Hay una opinión en esta página que habla en profundidad del asunto (Berenice), yo tan solo quiero añadir que de este recurso haría buen uso-homenaje Zulawski en `Lo importante es amar´ (con música también de Delerue). Un ejemplo (min. 00:20):

http://www.youtube.com/watch?v=_KUmIem7vIQ
[Leer más +]
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
“La Odisea” versión Godard
Gran admirador del director Fritz Lang, Jean-Luc Godard aprovechó la ocasión de tenerlo de nuevo en Europa, y lo invitó para que se representara a sí mismo en su película, “EL DESPRECIO”, basada en la novela homónima que, Alberto Moravia, publicara en 1954. Cine dentro del cine, se trata de un productor americano, Jeremiah Prokosch (Jerry), quien viaja a los estudios Cinecittá con el deseo de realizar una adaptación de “La Odisea” de Homero, que el propio Lang está llamado a dirigir.

También, Prokosch, contrata a un guionista francés -a quien conoceremos como Paul-, para que escriba una nueva historia, pero, éste, dizque muy enamorado de una rubia de nombre Camille, entrará en conflicto con ella cuando comienza a mostrarse dispuesto a que acompañe al productor de “La odisea”, aunque ambos bien saben que pretenderá seducirla (acuérdense de “While the City Sleeps”, Lang, 1956). Esto lo pondrá en baja motivacional... y el guión entrará en la onda de que sí y que no resulta.

En la línea de ese cine godardiano con mucho margen para la improvisación, y en un ambiente de intelectualidad escéptica en constante alegato contra la creencia en Dios y en mordaz crítica contra los semidioses conocidos como productores, el filme parece prometer en principio, pero, luego comienza a diluirse en una sosa historia de amor que, aunque se pretende asemejar al mítico romance entre Ulises y Penélope (“Sabiendo que Penélope le era fiel, Ulises le pidió que fuera amable con los pretendientes, pero, Penélope empezó entonces a despreciarlo y por esta conducta dejó de quererle”), no cuaja suficientemente y resulta bastante fría y con muy escasos relieves.

Con la venia de quienes tanto han exaltado la labor de Brigitte Bardot, yo no vi más que a una modelito muy poco convincente y sus planas escenas con Michel Piccoli, son complementadas con una música tan romántica y emotiva, que resulta algo así como ver a tu prima discutiendo en casa con su marido y, la 5ª sinfonía de Gustav Mahler, sirviéndoles de fondo.

Aunque encontré grato ver a Fritz Lang por vez primera delante de la cámara, su presencia resulta bastante tibia al limitarse, la mayor parte del tiempo, a repetir frases en desuso de algunos antiguos poetas. Mejor resulta, Jack Palance, con ese divertido detalle de sacar un pequeñísimo texto de citas orientales para responder cuando él mismo carece de palabras.

Habrá homenajes a Howard Hawks con los carteles de sus películas (¿le parecería esto bien a Fritz Lang?), se promocionará un libro sobre el director alemán... y todo transcurrirá entre el intelecto y las frivolidades sin que nos quede, al final, ese gusto por lo bien hecho.

Estoy seguro de que, por “EL DESPRECIO”, tampoco Fritz Lang consiguió sentir demasiado aprecio.
[Leer más +]
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
HUYANNNNNNNNNNN!!!!!!!!!!!!!!!!!
Por favor, no pasen a engrosar la lista de los estafados. El gran Frank Capra decía: "En el cine no hay normas, sólo pecados, y el pecado capital es aburrir". Esta película es lisa y literalmente una tomada de pelo: un guión que consta de dos páginas: desafío a cualquiera que cuente cuántas veces se repite la pregunta: "Vas a ir a Capri ? ¿ Quieres ir a Capri ? Si voy a Capri. No voy a Capri...POR FAVOR...AUXILIO. El guión es tan malo que buenos actores como Piccoli y Palance quedan totalmente desdibujadas y la muñeca Barbie se mueve a sus anchas y sale favorecida por la vaciedad del mismo. La fotografía: unas cuantas vistas de Capri muy buenas pero que de ninguna manera podemos decir que son un aporte al cine. El gran Fritz Lang soltando unas cuantas frases intelectualoides para que los pseudo intelectuales califiquen a esta película con sietes, ochos y nueve...POR FAVOR!!! Sr.Godard...sinceramente LO FELICITO...es Ud. un gran embaucador y sin duda que nació con estrella porque es la única explicación de que con películas como esta sea recordado como uno de los grandes directores de la historia del cine...POR FAVOR....¿ cuál es el gran aporte de esta película a la historia del cine ? ¿ cuáles son las grandes innovaciones que trajo ? Es la primera vez que califico una película con un UNO...¿ quién se lo ganó ? La música, lo único rescatable de esta película.
[Leer más +]
27 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
El desengaño.
"El desengaño" no solo podría dar título a esta crítica, sino que podría valer también para resumir el sobrevalorado trabajo del señor Godard en "El desprecio".
Tenía gran interés en verla ya que aparte del gran reparto, en estas páginas se le concedía una gran valoración (7,7). Tengo que añadir siendo sincero me ha dejado bastante desencantado, ya que esperaba una historia de más fuerza y tensión argumental que una tibia historia de un matrimonio en crisis emocional.
Los actores no me convencieron en absoluto. Hablemos un poco de ellos.
Brigitte Bardot: Se pasa toda la peli luciendo palmito, que por cierto lo tenía estupendo, sobre todo las piernas y el trasero. Pero aparte de esos encantos su interpretación es sosa y desangelada. Le falta fuerza.
Michel Piccoli: !Otro que tal baila!, con menos recursos interpretativos que mi abuela. No transmite nada. Salvo que se pasa todo el tiempo con un sombrero en la testa para disimular una alopecia galopante.
Jack Palance: Quiere dar vida a un productor de cine, pero solo consigue resultar patético en sus arrebatos de ira. Que se dedique a hacer papeles de villano o de gladiador romano.
Fritz Lang: Merece mis mayores respetos como el gran director que fue. Aquí se interpreta a sí mismo y es la nota curiosa de la película. Salvo eso, sólo tengo que añadir... zapatero a tus zapatos.
En el plano positivo resaltar los magníficos paisajes de la isla de Capri, así como el buen trabajo fotográfico de Raoul Coutard.
Concluyendo: Una película que se deja ver con cierto agrado, pero que ni emociona, ni engancha. Facilmente olvidable en el terreno argumental. Aunque en el físico me quedo con el cuerpazo de la B.Bardot que estaba de toma pan y moja.
[Leer más +]
17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El día de la muerte de Juan de Panonia
Si tuviera que escoger un solo cuento de Borges no sabría decantarme entre “El milagro secreto” o “Los Teólogos”. Quizás el primero, que explica la quintaesencia del fracaso borgiano del que trae causa su éxito, o al revés, y el que lo haya leído lo entenderá (lamento la pedantería, pero no quiero extenderme mucho, este no es un texto sobre Borges). O quizás el segundo, que culmina con el párrafo más pasmoso de toda la Literatura universal (lamento la pretenciosidad, pero este es un texto sobre Godard).

Es en “Los Teólogos” donde se recoge una frase que me ha fascinado desde que la leí: al presenciar la muerte de su mayor enemigo, el protagonista “…sintió lo que sentía un hombre curado de una enfermedad incurable, que ya fuera parte de su vida.” El cine, por desgracia, nunca se curará de Godard. Sin embargo, es cierto que personalmente debo decir que mi vida como amante del cine es parte importante de mi vida como persona, y Godard ha sido parte de esa vida.

La suprema idiotez de “Lenny contra Alphaville”, la falsa originalidad de “Dos o tres cosas que sé sobre ella”, el encefalograma plano de “La Chinoise”, el caos sin gracia de “Pierrot el Loco”, que es verdad que anticipa la posmodernidad, algo tan importante como poner en valor que una película sea un adelanto de los reality, las tonterías metacinematográficas de “Banda aparte”, el esnobismo de salón de “Week End” y “Une femme est un femme”, todo ello bien encubierto por Raoul Coutard, no hacían sino esconder una verdadera falta de imaginación visual, de construcción ideológica real y, en resumen, de talento cinematógráfico. En cuanto Coutard se esfuma, a partir de 1968, se esfuma parte de la cortina que protegía a Godard. Si todo lo que digo es verdad dirán que es sorprendente que la modernidad haya seguido a Godard; no, es exactamente lo contrario: es lógico. La modernidad cinematográfica es mucho más arcaica que el clasicismo, porque la auténtica modernidad no tiene nada que ver con la forma de contar una historia, a pesar de lo que diga la crítica, que sigue pensando que la manera clásica de narrar es la acuñada en la novela del Siglo XIX, sino con la forma de construir una imagen.

La obra de Godard es un monumento casi total al anticine. Digo “casi” porque hay dos películas que salvaría, quizás no de un diluvio, pero acaso de una tormenta de verano. Una es “Vivir su vida”. Visualmente, “Vivir su vida” está en línea con el resto de las películas en blanco y negro que filmó Godard en los sesenta, basadas en la iluminación natural, dominadas por tonos grisáceos y depresivos, aunque en ella se va más allá del habitual artificio godardesco y de la frivolidad godardiana.

La otra es la que comento aquí. En “El desprecio” sí veo cine. Al contrario que en el resto de sus películas en color de los sesenta, que configura un universo pop de tonos pastel entre paródico y discursivo, en “El desprecio” Godard se olvida de Mondrian y se inclina por la luz natural, el color natural, la belleza natural. El esplendor de la villa Malaparte inserta en el acantilado, la música de Delerue acompañando la mirada de la Bardot o Fritz Lang hablando de los mitos griegos, se reivindican por sí mismos, más allá de toda farsa pseudocinemática.
[Leer más +]
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Ya no te quiero, ¿cenamos esta noche?
Los franceses son los únicos seres del mundo que no sólo siguen siendo amigos de sus parejas tras separarse, sino que las invitan a cenar y a todo tipo de eventos junto a sus nuevas parejas. En esta película la relación no hubiera acabado nunca, está claro, si ella no sufre ese final, una de tantas chorradas de la película. En “El desprecio” no hay ningún desprecio de verdad; sólo se lo dice a su marido francés, de palabra, una apática Brigitte Bardot, pero luego sigue dale que dale, hablando con él, paseando con él, dando la brasa con él. Por cierto, que el marido es francés, vaya si es francés: después de toda su actuación, hostias incluidas, se extraña de que su mujer ya no le quiere. Ay, tanta pose y tanto giro, tanta impostación cultureta para indicarnos hastío, amargura… la cajita de cenizas de la canción de Sabina. El tono intelectualoide es tirando a ridículo, y se manifiesta en mil poses y mil amaneramientos, y en otros tantas “godardeces”, tanto de guión como de realización. Particularmente estúpida es la escena del auditorio con la chica cantando, cuando se va el sonido de la sala cada vez que hablan. En fin, son tantos los experimentos vanguardistas a los que se les va el gas con el tiempo que no se lo tenemos en cuenta. Supongo que esta película tenía que hacerse, hacerse así, y punto. Es más tragable que casi todo lo de Godard, al fin y al cabo.
Pero no todo hace gracia de la mala en el film. La planificación de algunos largos planos secuencia es absolutamente magistral, (maravillosa la escena del apartamento, de principio a final, toda: composiciones, movimientos de los dos personajes, cámaras, gestos, acciones de cada uno, idas, venidas…). Los diálogos también atraviesan largos momentos de brillantez y credibilidad, en especial cuando la pareja habla como una pareja y se dejan a un lado las tontunas de poetas, dioses y pedanterías varias. El cuarteto actoral está simplemente genial, incluido ese Fritz Lang que era un maestro muy superior a Godard retratando psicologías, e infinitamente menos pedantorro. De BB, otro usuario ya ha remarcado su inolvidable culo, la única razón por la que esta película quedará en la memoria. Piccoli, genial, como siempre. Y el grandullón Palance, todos saben que ha sido uno de los más grandes, y compone con su actuación todo un personaje que no estoy seguro que estuviera tan bien perfilado en el guión. Como el tono de amargura, de desaliño, de hastío puede, (a pesar de las mil tontunas que pueblan el film), traspasar la pantalla de vez en cuando, la catalogaremos al final como una película que se puede ver aunque aburra en muchos tramos.
Mención aparte para la tan alabada “banda sonora” del gran Delerue. No es una banda sonora, es una sintonía: la sintonía de la amargura. El uso que se hace de ella es muy superior a la calidad intrínseca de la música en sí. Es corta, bachiana, facilonamente triste en su movimiento secuencial; aparece siempre igual, y asimétricamente, en cualquier momento, lejos o cerca de su anterior aparición, aparentemente independiente de lo que está ocurriendo en ese momento, como esas torturas nuestras que parece que nos han dado tregua, y súbitamente aparecen en medio de cualquier sitio: un parque, una cola en un banco, al arrancar un coche…, para recordarnos que nunca se fueron.. Esta sintonía se convierte, así, en el quinto personaje de la película.
[Leer más +]
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El cine dentro del cine
Tanto Moravia como Godard plantean un alegato contra el cine comercial americano.
En la novela a Ricardo Molteni (en la película Paul) se le oferta reescribir un guión para una película de Rheingold, un director alemán (en la película Fritz Lang interpretado, cine en el cine, por el verdadero Fritz Lang, cuestión esta ya insinuada por Moravia).
Ricardo está casado con Emilia (Camille en el film). Son una pareja feliz. Battista (Prockosh en la película), el productor es el donjuán clásico sin escrúpulos y desea y ronda a Emilia. Ricardo parece que cede confiada e interesadamente la compañía de su mujer. Entonces ella inicia el camino del desprecio.
Sí, cine dentro del cine. El comienzo es espectacular: se graba a una cámara que en travelling paralelo a su vez graba a la secretaria de ese productor de cine, que va caminando; así ambos (personaje grabado y cámara que graba) se acercan hacia nosotros, la cámara gira y, en picado, parece que nos graba. Mientras tanto, una voz en off ha ido diciendo los créditos de la película. Buen comienzo.
Y más: vemos como actor a Fritz Lang interpretándose a sí mismo.
Hay además constantes referencias a películas, que son un homenaje hacia esas películas y sus directores:
-Paul cuenta a su mujer que Lang fue el que hizo un western con Marlene Dietrich (se refiere a Rancho Notorius, de 1952); Fritz Lang dice que la preferida de las suyas es M. (1931).
-vemos varios carteles de películas: en este orden, Hatari (1962, de Howard Hawks), Vivir su vida (1962, del propio Godard), Vanina Vanini (1961, de Rossellini) y Psycho (1960, de Hitchcock).
-en otra escena vemos que están proyectando Viaggio in Italia (de 1954, de Roberto Rossellini).
-se dice que en la ciudad están poniendo Río Bravo y Bigger than Life (de ésta se nombra a su director Nicholas Ray y Lang dice que la escribió él, aunque en realidad los guionistas fueron Cyril Hume y Richard Maibaum).
La Casa Malaparte en Capri, de Curzio Malaparte, es parte del escenario donde Paul y Camille llevaron a cabo su odisea moderna, donde él desestima matar al pretendiente de esta nueva Penélope, encarnada por BB, que toma el sol desnuda y tranquila en la cubierta de una casa que también es cubierta de un barco que enfila el Mediterráneo y busca el derrotero hacia Ítaca. Pero no, Paul no quiso ser Ulises, no quiso volver a Ítaca ni quiso ser un verdadero héroe griego que diera muerte a cualquier pretendiente de su Penélope. Por ello Camille sintió verdadero desprecio y se bajó del barco, desnuda, y desapareció nadando, para marcharse con el pretendiente que su héroe no quiso matar.
Mención especial merece la fotografía, destacando las escenas del interior del apartamento de Paul y Camille, el juego de colores con su indumentaria: blancos y rojos con algún toque de amarillo y negro. Nótese especialmente la composición en el interior del blanco baño en la que ella fuma Marlboro enfundada en una toalla roja.
[Leer más +]
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Viaje en Italia
'Le mépris' plantea un laberinto intelectual, muy francés, intrincado en altura y profundidad, saturado de niveles analíticos.

[La voz en off cesa, la cámara se inclina en picado a los ojos del espectador, y le devuelve una imagen de ese mundo amoldado a nuestros deseos, que es el Cine]



La imagen pasea el cuerpo de Brigitte Bardot.

La fotografía muta. Rojo: sensual, primerizo, pasional. Neutro: realista, contenido. Azul: helado, elegíaco. Es la misma textura de la imagen la que ya revela las inevitables paradas de la travesía. Godard consigue trocar una escena de lozana desnudez en una declaración de melancolía. Los muslos de la Bardot, al alcance de un dedo, se antojan tan lejos como el paraíso.

—¿Te gusto, entonces, entera?
—Te quiero total, tierna, trágicamente.



En un teatro de carteles ajados ('Psicosis', John Wayne, Vanina Vanini...), Godard plantea la recurrente trinidad asimétrica; el director, el productor... y el comparsa, ¿de quién?

—Está en el guión, pero no es lo que veo en pantalla.
—Claro, porque en el guión está escrito, y en la pantalla aparece la imagen. Se llama película.

De un lado, Lang disertando, con serenidad y hondura, sobre la significación de lo que se ha de ver en pantalla. Del otro lado, Palance esputa su implacable ideario de rentabilidad cinematográfica; sonríe cuando ve un desnudo en pantalla, sabedor de lo que el público desea ver. En medio, Piccoli, que ha de escribir una escena.

[Una mezcolanza de lenguas irreconciliables, a las que la figura de la traductora, mediadora entre no ya lenguas sino concepciones cinematográficas diferentes, intenta poner rigor. El malentendido más notorio, irónicamente, se produce entre marido y mujer, que hablan el mismo idioma. En ese coche, se va ella, pero para siempre]



'La Odisea'

En la villa de Capri la arquitectura es diáfana y clara, nos imbuye en ella un sentimiento de épica soterrada semejante al que nos puede abordar al observar las ruinas del oráculo de Delfos. El lugar está presidido por el vasto mar Tirreno; y en escenario de tan traicionera amplitud, de robusta vetustez, un escritor intenta recuperar el amor perdido de su mujer. Lo más importante es que no sabe, a ciencia cierta, cómo lo ha perdido.

—Te he querido mucho. Sólo sé que ya no.

Las imágenes, oníricas, profundamente expresivas, de los recios rostros de héroes mitológicos observan la escena. Si hay algo que nos une con la fantasía de la mitología, es que a menudo los motivos emocionales han sido los mismos, desde que el mundo es mundo. Nuestra Odisea real es la del hombre literario, desde que se pergeñó hecho carne y se trajo consigo el dolor universal.



Un sangriento accidente, que a bien podría ser una fantasía terminal del hombre rechazado ("han llamado de Roma, han muerto", a lo que la traductora ni siquiera responde). En lo que nos respecta, el olvido es ya una muerte temprana. Camille ha muerto en nuestra realidad.



Lang y Piccoli se despiden, cordialmente. Finalmente, el abrumador mar, como el alma de nuestra desconocida esposa, parece despreciarnos en nuestra eterna confusión.

Gracias.
[Leer más +]
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Incomprensión y tragedia
A partir de una obra del escritor italiano Alberto Moravia, Jean-Luc Godard, el director de la controversia, de la ruptura con todo lo establecido, esboza una historia con aires de tragedia clásica.
La pareja formada por Brigitte Bardot y Michel Piccoli atraviesa una crisis de difícil solución que se salda con la inevitable ruptura; una tercera persona, el recientemente fallecido Jack Palance, contribuirá a afianzar esta situación, basada en términos de deslealtad, de traición.
La incomprensión del sentimiento amoroso alcanza cotas mayúsculas en un relato a la usanza de Michelangelo Antonioni, en el sentido de abordar la incomunicación de la pareja, el hastío en las relaciones personales, la soledad en medio de una multitud opresiva.
En el marco del rodaje de una adaptación del texto de Homero La Odisea, el cineasta francés propone una revisión del fenómeno cinematográfico, de su significado e influencia afectiva sobre el ser humano. El excepcional director alemán Fritz Lang, autor de obras como Metrópolis o Perversidad, se pone esta vez delante de la cámara para encarnar a una figura que funciona como ejemplo prototípico del lenguaje del celuloide, de sus peculiaridades, de su capacidad para transmitir determinados mensajes.
[Leer más +]
15 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
VERSO SUELTO DE UN POETA ÚNICO
Al nombrarse esta película, creo que todos los cinéfilos debemos ponernos firmes, y dejarnos llevar por la mitomanía y la evocadora cinefilia que a todos nos puede llevar el pensar en un film que posee el casting más impactante de la historia del cine (Bardot, Piccoli, Palance y Lang), la creo que mejor banda sonora que se haya compuesto jamas para una película, y la batuta del, nada más y nada menos, mayor revolucionario de la historia del cine, Jean-Luc Godard.

A pesar de las estrellas, las grandes presencias de la película y la notable producción (quizás la más ambiciosa en la carrera del director), la película es Godard, que meciéndose en la magistral música de Deleure nos lanza una historia misteriosa de amor y sobre todo desamor, en un mundo vacío con paisajes y decorados desérticos, y con una pareja en el centro de todo, desasosegada y magnética.

Vemos a una bellísima Brigitte Bardot (imposible ser más guapa) al borde del precipicio por el que quiere despeñarla Palance, con un marido contemplativo al que le falta un paso adelante que es Piccoli, y ante dos testigos que han visto pasar de todo tanto en el cine, Lang, como en la vida, la mitología griega.

Godard, fiel a su estilo, nos salpica el film de cinefilia y referencias culturales, sin olvidar las interminables, y de intensidad variable, conversaciones de alcoba donde todo sale, de lo más profundo a lo más prosaico, y con un final como él nos tiene acostumbrados, en forma de puñetazo en el estómago. Sin embargo, esta vez reconozco un sentido de la estética que no había practicado, aprovechando los paisajes, dando una luminosidad impropia de sus films, y dotándole de un tempo dramático, soportado por la banda sonora, en un film que se vuelve icónico e inolvidable.

Creo que es una pieza única que impacta, que no se olvida, que gana más en el recuerdo que durante su visionado, que posee momentos inolvidables, y de un romanticismo incómodo y extremo, donde el amor ... deja paso al desprecio, ¿por qué? ... no hay una respuesta clara, quizás simplemente por que siempre ha sido así, y todos en un momento dado hemos pasado de amar a despreciar, sentimiento este que sólo se da en toda su magnitud cuando antes ha estado el primero, y que como este, aparece sin conocerse el resorte mental que lo provoca, y quizás sea este el mensaje del film, mostrarnos ese momento del amor al odio, donde el entusiasmo y la emoción se convierten en desidia, aburrimiento, hartazgo, y al final, desprecio.
[Leer más +]
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
El desprecio de Godard por los espectadores
El desprecio de Jean-Luc Godard por los espectadores de sus films, o si usted lo prefiere, su afinidad por hacer en sus pelis lo que más le gustaba y le interesaba con total desconexión de cualquier demanda o deseo del público del otro lado de la pantalla, fue a la vez su virtud y su defecto durante toda su carrera.

El resultado de su auto-paja mental cinematográfica estaba dado por el estado mental: Godard masturbandose relajado y juguetón daba como resultado pelis deliciosas como Banda Aparte, Pierrot o Una Mujer es una Mujer. Godard masturbándose reflexivo y pretensioso desembocaba en truños infumables como "El Desprecio".

La ¿historia? que nos presenta aquí es la de un guionista franchute cuya hermosa esposa modelito digna de almanaque, llega a la conclusión de que su marido la ha entregado como parte de pago durante las negociaciones con un productor.

Aunque el film está basado en una novela, es inevitable trazar el paralelismo con Godard y su bella esposa, y preguntarse si Jean Luc no está confesando haber alguna vez entregado el rosquete de Anna Karina a cambio de financiación. Hombre, la Bardot era medio apática, pero por la Karina yo le hubiera producido una saga entera, más larga que Saw y Viernes 13 juntas.

Cinecittá, plomos superficiales discutiendo y peleándose sin parar, Jack Palance haciendose el banana, Fritz Lang representandose a sí mismo y enarbolando frases y reflexiones pretensiosas... Un cóctel de tedio y aburrimiento para una película que te venden como una gran obra, pero que en realidad toda la repercusión que tuvo se debió a la colita al aire de la Bardot con su bandana negra, las pompis que se llevan la mayor parte de la atención y del metraje.

Una imagen que el autor de esta crítica conocería muchos años antes de ver la película, siendo recreada por Pamela Anderson para la famosa producción de Playboy, a la que tantas tardes de ebulliciente adolescencia le ha dedicado. Pero ustedes no quieren saber eso.
[Leer más +]
17 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Al fin encontré un sinónimo de belleza
La Nouvelle Vague fue un movimiento cinematográfico de origen francés que pretendía hacer cine sólo por el arte y el placer de disfrutar del séptimo arte. Eran cineastas muy cultos y que realizaban obras muy profundas alejadas de lo comercial. Hablaban de forma personal y realista del mundo y el ser humano.

Estos artistas franceses se quejaban de que el cine se convertía en demasiadas ocasiones en un negocio, en un insulso pasatiempo, en un producto de consumo. El Desprecio no es una de las películas más famosas de la Nouvelle Vague pero el autor Jean-Luc Godard si que es uno de sus más ilustres miembros. Esta película habla un poco de la personalidad del genial cineasta.

Brigitte Bardot está casada con un humilde autor que se gana la vida escribiendo, son felices, no necesitan grandes cosas pero la rubia actriz se horroriza al comprobar como su marido actúa frente a sus colegas de profesión ya que se acompleja y achanta, e incluso parece que la vende ante un productor americano importante y otros mecenas que le quieren contratar para que escriba el guión de una película inspirándose en la Odisea de Homero, Bardot será la actriz del film y es muy importante que el contrato salga adelante porque no tienen mucho dinero. En un primer momento, el guión lo escribe Fritz Lang (se interpreta asimismo) pero los productores no están muy conformes con el resultado.

Surgirán roces, malentendidos entre la pareja y se aprovecha para retratar el cine, el amor, los celos, el dinero, el poder, la costa italiana, la Odisea de Homero…

Y Bardot analizará su relación, su vida, el cine, el mundo viendo como las cosas son tan complejas mientras Godart da una lección de como se rueda una película y se cuenta una historia. El desprecio es una grandísima película, una obra de arte. Está muy bien realizada y dirigida.

No obstante, en mi modesta opinión todo queda en segundo plano y alcanza la vacuidad (la Nouvelle Vague, la película, estas líneas y el mundo entero) cuando Bardot mira a la cámara que Godard tan magistralmente dirige ya que por fin, tras largos años vagando por la historia del cine, encontré un sinónimo de belleza.

Gracias Jean-Luc Godard y sobre todo Brigite Bardot por darme un sinónimo honesto de lo que realmente significa belleza.
[Leer más +]
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ver críticas con texto completo
Más información sobre
Fichas más visitadas