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127 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
10
Perder
Creo que fue la primera o segunda película que pusieron en ¡Qué grande es el cine! Mi cinefilia en ciernes encontró puntual alimento en ese programa sin duda; supongo que a muchos les pasó igual. Iniciaba yo mi travesía universitaria entonces, el camino del éxito según decían, la vida engullida entre ansias de triunfo a toda costa. No entré al trapo, la verdad. La universidad me proporcionó una pseudo formación, no lo discuto, pero no me inculcó el ansia de triunfo que parecía asolar los rostros de los que, con fruición, tomaban apuntes moviendo los codos, afilándolos para los costados ajenos.

Y es que siempre he tenido una atracción malsana por la figura del perdedor. Siempre, quizás inconscientemente, he dirigido mis caminos hacia emular, de alguna manera, ese nihilismo existencial del que entiende y comprende la languidez vital del fracasado. Del que gusta de vivir la vida con la intensidad del desengaño.

Esta película es una obra maestra de eso que estoy diciendo. Los detalles técnicos, argumentales y dramáticos se los dejo a otros. De este film solo puedo decir que hay que verlo. Poco más.

El personaje de Paul Newman en esta película es un icono imprescindible ya. Una aparente contradicción que este actor (el más exitoso de su generación) fuera, en mi opinión, el único capaz de dar vida a "Fast" Eddie Nelson.
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284 de 333 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La película de cada uno
En la vida de todo aquel que ame el cine o simplemente con que le guste un poco hay una serie de películas a las que se vuelve una y otra vez, cada vez que se empiezan a ver se desea volver, y cada vez que se terminan deseas no volver para que esa vez no se acabe. Son lo que yo llamo obras maestras, o poniéndolas un nombre más personal, películas de mi vida. "El buscavidas" es una de esas películas.

Todo lo que aquí escriba sé que no le hará justicia, porque es una película que significa demasiado para mí, un sentimiento casi afectivo que es imposible describirlo con palabras, al menos, palabras que la ajusticien. Incluso las diez estrellitas se me quedan cortas. Es una película elegante y sobria en la superficie, pero en el interior late todo un corazón, un corazón amargo, desencantado, trágico, lúcido, dolido, un corazón perdedor, pero un corazón al fin y al cabo. Un corazón lleno de vida.

Es una historia como otra cualquiera pero al tiempo única, que ejemplifica no sólo el tema del perdedor que se le atribuye, sino que habla de la vida, en general, de lo que buscamos en ella y de lo que vamos perdiendo en el camino para llegar a un final en el que no hay nada y en ese camino hemos perdido todo lo que teníamos para que después ese mismo camino venga a cobrarse un 75% de esa nada. La nada es ese trono inexistente que siempre lo va a ocupar otro, esa felicidad que busca el sueño americano, un sueño hipócrita soñado por máscaras pervertidas, retorcidas y lisiadas, un sueño que se va por el váter en un motel de Louisville donde se pierde toda esa fantasía inútil para ganar algo tan mísero y deprimente como el carácter.

Eddie Felson vivirá toda su vida acompañado de ese carácter, sabiendo lo que pudo tener y todo lo que perdió, y probablemente conformándose con lo que ahora tiene. No quiero comprobarlo, me conformo con imaginármelo, así que quizás no vea esa revisión llamada "El color del dinero" del gran Scorsese porque creo que hay que dejar ciertas cosas como están y no tocarlas, y esta obra maestra que nunca terminaré de conocer es una de ellas. Una grandiosa película, una grandiosa lección de cine, de vida. Una película que está filmada por Robert Rossen pero que es mía.

"Dime, Bert, ¿cómo puedo perder?
Tenías razón no basta tener talento hace falta carácter también.
Estoy seguro de que ahora tengo carácter.
Lo encontré en un hotel de Louisville."
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204 de 215 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Cine experimental
Podría haber sido otra película pero incuestionablemente "El buscavidas" me viene como anillo al dedo para poner en práctica un personalísimo experimento cinéfilo.

Yo, TAYLOR_1968, como usuario de FilmAffinity y responsable de esta iniciativa, declino cualquier acusación o querella derivada del seguimiento incorrecto e imprudente de las instrucciones a continuación explicitadas y remito a quien pueda sentirse ofendido, vilipendiado o menospreciado a ejercer su soberano derecho a pulsar el botón del NO. A continuación, todo el que en pleno uso de sus facultades mentales quiera prestarse a participar -sin interés económico de ninguna índole, lógicamente- a esta humilde prueba empírica, lea y siga con atención y detenimiento las siguientes instrucciones:

1.- Acomódese en su sillón o butaca favorita.

2.- Introduzca en su aparato reproductor de DVD la película "El buscavidas" de Robert Rossen.

3.- Arroje con fuerza, lo más lejos posible, sus gafas de pasta. No las necesitará.

4.- Si ud. es fumador o bebedor de whisky, provéase de uno o ámbos elementos.

5.- Inspire profundamente y déle al botón del PLAY de su aparato reproductor de DVD. Dispóngase a ver una Obra Maestra.

6.- Recréese en la oscarizada y exquisita fotografía en B/N de Eugene Shuftan.

7.- Disfrute de la banda sonora. Aprecie esos clamorosos silencios que nos ofrece la película. Escuche el suave rumor de la bola rodando por el tapete del billar.

8.- Deléitese ante las memorables interpretaciones de sus 4 protagonistas, en especial de Paul Newman y George C. Scott.

9.- Paladee todos y cada uno de los diálogos. Empápese de su esencia, de su filosofía.

10.- Si después de haber seguido a pies juntillas los pasos anteriores ud. no ha disfrutado como un camello ante este rotundo, brutal y apabullante ejercicio de CINE, descarte cualquier posibilidad de llegar algún día a adquirir el preciado status de cinéfilo. No tiene ud. remedio, es un caso perdido. Dedíquese al macramé, la repostería o la papiroflexia.
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300 de 439 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Un bálsamo infalible.
Tras llevar una racha de pelis malas, masacrándome las neuronas a través de las córneas, necesitaba ver buen cine. Y el azar quiso que fuese esta peli la primera que sacase de mi caja de dvd's. Como dijo aquel: a veces el diablo se pone de nuestra parte.

Maravillosa película, con una impresionante y necesaria enseñanza: no es en la habilidad concreta que uno domine donde se demuestra el éxito o el fracaso, sino en que los frutos que de ella obtenga sean sabrosos o estén podridos.

Paul Newman no interpreta. Eso, se mire como se mire es fingir. Haciendo que parezca sencillo lo dificilísimo, simplemente da vida al personaje, lo hace real y palpable. Miradas, gestos, y -sobre todo- sonrisas, traspasan el celuloide, la pantalla, y lo que haga falta, para crear un nivel de credibilidad pocas veces vistos en toda la historia del cine. Eddie está vivo, deseamos conocerlo, y soñar, amar, y sufrir junto a él. Impresionante es decir poco.

A su lado, Piper Laurie deció contagiarse de genialidad, y sabe darle la réplica con una muy dolorosa y convincente recreación de persona sola, débil, dependiente, y con fondos de nobleza, con quien es dificil no llegar a sentir auténtica pena. Esto si es cine.

George C. Scott (cada vez que veo un documental o peli de la segunda guerra, en el que nombren a Patton, veo su cara), no necesita derrochar expresividad ni ademanes para componer el prototipo de cinico sin escrúpulos, que con una media sonrisa torcida o una mirada clavada a las pupilas, logra disimular intenciones o encontrar puntos débiles en sus presas. Uno llega a despreciarlo de verdad, y a eso en un actor se le llama talento.

Y Jackie Gleason, el último vértice del cuadro. Inolvidable su Gordo de Minnesota. Derrochando clase y elegancia. El rival que todos deberiamos tener alguna vez en nuestra vida, para poder esbozar una auténtica sonrisa de satisfacción de llegar a vencerlo. Magistral su interpretación, metáfora de los sueños que se quieren alcanzar, al aparecer -al ser- principio y final de la historia.

Rodada en gloriosos blanco y negro, con toda su gama de grises -como la vida misma- no es una peli que vaya a recomendar. Eso seria tan absurdo como decirle a alguien que algún dia ha de morir. Todo el mundo sabe que tarde o temprano llegará a ese punto, y esta película es algo que cualquiera que bucee -un poquito tan solo- en el mundo de las películas gloriosas, llegará a descubrir, a gozar, y a admirar. Lo quiera o no.
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109 de 127 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Ganar, ¿pero a que precio?
Adaptación cinematográfica de Robert Rossen de la novela de Walter Tevis (The Hustler), sobre el mundo subterráneo de los tahúres del billar, de almas perdidas, de seres a la deriva, y de otros aprovechados y sin escrúpulos, todos ellos saben dónde se encuentran hoy, pero no saben dónde amanecerán mañana, seres sin un futuro determinado sencillamente por qué no tienen nada, por no tener ni tiene un futuro medianamente determinado. “El buscavidas” es una obra maestra absoluta, una de las mejores películas de la historia del cine, y lo es porqué Rossen supo buscar unos interpretes adecuados, desde Michael Constantine, hasta llegar a un inconmensurable Paul Newman, el trabajo de este último merece un capítulo aparte.

Paul Newman, realiza un trabajo excelente, todos sus gestos, sus miradas, sus acciones de hombre incontrolado y sin seguridad, realzan totalmente la película. Estoy completamente seguro (qué riesgo escribir esto) que sin Paul Newman “El buscavidas”, habría resultado una película diferente y menor. Realiza a la perfección el papel de perdedor, su trabajo es para sacarse el sombrero.

Sobre el resto de actores, a quién tenemos que descubrir, todos bordan su papel: Jack LaMotta, que hace de barman; George C. Scott, esa especie de proxeneta del taco, cínico, malvado y falso, está que se sale; Una estupenda Piper Laurie, en uno de los mejores trabajos de su vida como la autodestructiva dama enamorado del perdedor Eddie (Relámpago) Felson; Jackie Gleason como el “Gordo de Minnesota”, nunca estuvo mejor. No podemos olvidar la magnífica iluminación y fotografía de Eugene Shuftan.

Actualmente el cine ha evolucionado, muchos más medios, pantallas en 3D, grandes efectos especiales, etc., pero aún no ha encontrado, ni guiones como los de hace unos años y ni mucho menos actores carismáticos, que con solo su presencia llenaban la pantalla.
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94 de 98 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Quién fuera taco o un whisky JTS Brown...
... en las manos de Eddie, el Relámpago de California.

Newman, un desecho, es acusado por George C. Scott, corredor de apuestas, por beber whisky como pretexto para perder en la mesa de billar. Y sin embargo eso no es lo trágico.
El trago más amargo que ahoga a Newman es el pretexto fatal que encuentra para ganar: Sarah.

La película es lúgubre y oscura. Algunos podrán pensar que Scott entra en escena como un faro para iluminar esa penumbra; esa "impenetrable oscuridad que nos rodea" a la que se refiere Sarah y que se recoge en cada fotograma durante dos horas.

También inquietan los silencios, sólo rotos por el clack-clock de las bolas y el golpe seco de los vasos contra la barra del bar donde Scott le pone las pilas a Newman: "uno de los mayores deportes que existe, es sentir compasión de uno mismo, un deporte que gusta a todos. Especialmente a los fracasados".

Para mí el fracasado mayor en esta historia es ese gangster reconvertido en caja registradora, el que pone el dinero, los dedos rotos, la sodomización y la muerte por el medio. El que se queda sólo, al fin y al cabo: Scott.

Eddie al menos podrá recomponerse a pedazos. Pedazos rotos porque su historia de amor con Sarah es la de un contrato de mutua tristeza. Él le dice: "¡Inventa algo más alegre!" y ella responde clavándole la mirada y esperando: di, "te quiero".

Eddie no lo dice. Al menos a tiempo. Sí se lo dice al gordo de Minessota: "jugaste como un maestro", por representar el fair play, la honestidad (virtudes de las que Newman carece) pero sobre todo por reencarnar la razón por la que al menos, sea un poco menos doloroso haber empujado a alguien al borde del precipicio.

Scott, en el espejo:

- Pervertido (en la vida y en la cama)
- Retorcido (en la vida y en la cama)
- Lisiado (en la vida y en la cama).

¿Y eras tú el que acusaba a Eddie de no tener temperamento en el cuerpo? Siempre lo tuvo: al menos podía sentir los nervios de un taco, de un pedazo de madera.

- En fin, Newman en un papel atípico para él por el contraste de los sucios planos, el humo y el whisky contra su apolínea imagen.

- Scott, en un personaje que reta en duelo a Newman durante toda la película y compartiendo escenas (compartiendo barra con él... ayyy), mientras debaten sobre la filosofía de la superación individual. "¿Pero quién te crees que eres, la General Motors?, le dice Paul.

- Y Piper Laurie, la voz de la razón aún estando coja, alcohólica y enamorada.
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72 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Perder la sonrisa
The Hustler es la historia de una sonrisa, la sonrisa de Eddie.

Eddie Felson sonríe cuando juega, cuando bebe, cuando ama.

Eddie, algunas veces, no dice la verdad, pero no miente al sonreír.

A lo largo de la cinta (o de la vida) Eddie Felson aprende a ser un ganador.

===

Esta es la historia de un muchacho apuesto, vital y casi ingenuo, que pierde la sonrisa.
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58 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Ganar.
Fast Eddie apura el vaso en un trago rápido. Se inclina sobre la mesa empuñando el taco. Lo más difícil ya está hecho, ha echado el cebo y con ciega vehemencia han picado. Mucho trabajo para tan pocos dólares. Él, que juega para ser el mejor, está ya cansado de estas estafas de medio pelo. Se concentra un momento antes de golpear, superando fácilmente el aturdimiento del alcohol. Sonríe. Ni tan siquiera vemos el destino de las bolas.

Son casi las ocho y, como todas las noches, Minnesota Fats sube las escaleras que llevan a la sala de billar. Piensa en lo que encontrará en las páginas del periódico vespertino, anticipa el olor del cigarro. Juega de vez en cuando para dar sentido a todas las horas que pasa y ha pasado en ese local, aunque él ya no lo busque. Es el mejor. Por eso le espera una silla y una copa de aguardiente tras esa puerta. Menos esta noche. Tras su primer golpe, el sonido de las bolas al chocar entre sí -la música repetida y amortecida de su vida- hoy le hace bailar.

La silla empieza a torturarle. Son ya muchas las horas que lleva sentado en ella, pero sabe que hay que tener paciencia. Juega porque gana, eso es sólo la consecuencia. Lo suyo es establecer el sentido de esa relación y dejar bien claro que el reverso de la moneda, la fortuna esquiva, no tiene nada que ver con ella. Tantea el ánimo de los jugadores, oye madurar la fruta. No sonríe, pero sus anteojos negros ocultan la satisfacción del ave de rapiña.

La tragedia consiste en que de la confluencia de estos tres hombres el más perjudicado de todos no sea ninguno de ellos.
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56 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El drama del éxito americano
Nunca pensé que un director tan desconocido para mi como Robert Rossen pudiera sorprenderme con una película tan digna como ésta. El drama se hace cada vez más denso en una cinta que bebe de lo mejor del cine de Elia Kazan (concretamente me recuerda mucho a "La ley del silencio" en su estética), quedando una de las mejores estampas del cine social de finales de los cincuenta y principios de los sesenta; en el que el cine americano descubrió (gracias a la sangría llamada McCarthy) que el sueño de su país distaba mucho de ser lo que aparentaba. Sin duda muchas figuras salieron mal paradas de aquellos fatídicos días, pero los guiones, la temática y la visión del cine comenzaron a cambiar.

En este contexto se encuadra esta película. Sin duda una dirección muy conseguida unida a una gran fotografía hacen de su visionado una sesión memorable. Pero lo más fascinante resulta ser la actuación de un impagable Paul Newman en un absoluto estado de gracia que llena la pantalla con una solvencia total, sin necesidad de apoyos. Además se ve acompañado por un Scott profesional y dignísimo como siempre (una gloria muy poco reclamada a mi gusto). Las escenas de billar son magistrales, con algunos golpes inauditos, al menos para un profano como yo, y están grabadas con un finura exquisita.

Así queda una película amarga pero perfectamente contada que rezuma emoción en cada plano. El fracaso de un sueño ahogado en la exigencia de una moral estúpida, la de la competencia a todo coste. El drama del juego servido con estilo y buena factura.
No sabrán si irse directamente a la sala de billar más próxima o no volver a pisar una.
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42 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Pareciere gabacha.
Cuando una película es buena de verdad, no hace falta dar muchas exlicaciones. Hay cosas que saltan a la vista, y ésta, que sólo posee cualidades, no necesita de opiniones de expertos. Tampoco somos tan gilipollas.
Otras requieren un punto de vista, una polémica, una interpretación. En esta todo encaja y se hace bien sin necesidad de jugar al escondite. Pues ya está.
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53 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
EDDIE “RELÁMPAGO” NELSON VS EL GORDO DE MINNESOTA (La senda del perdedor)
El poco prolífico Robert Rossen realizó uno de los mejores dramas, sino el mejor, sobre la eterna figura del fracasado irredento, contando con la presencia de un Paul Newman en estado de gracia, un George C. Scott comedido y maquiavélico, la distinción personificada en Jackie Gleason y la fragilidad mutilada de Piper Laurie. No es este el típico dramón lacrimógeno, sino un retrato severo y pesimista sobre la condición humana, cuestión que recuerda sobremanera al tono de algunos relatos de Bukowski.

La elegancia y circunspección de la que hace gala “El buscavidas” es simplemente sublime, séptimo arte en bruto como sólo poseen las obras mayores. Planos y secuencias con una excelsa fotografía en blanco y negro, que han pasado a la posteridad como ejemplo de garbo y sabiduría narrativa. De esta manera se recrean los decadentes ambientes de billares, donde perpetuamente cuelgan carteles de "Prohibido hacer apuestas", que nadie respeta. Lugares de encuentros y desencuentros entre los disfuncionales personajes, rodeados por el humo, el whisky y el sudor adrenalítico. Un relato nada benévolo que nos lleva a través de los derroteros vitales de un talentoso jugador de billar, el cual se mueve de ciudad en ciudad en busca de la siguiente víctima a estafar y cuya meta final consiste en vencer a “El Gordo de Minnesota”, el as invicto en todos los estados.

Una partida a tres bandas que chocan y se destruyen entre sí y a sí mismas. A Eddie le vence su propio carácter impaciente y su ego, a Bert su maldad y ambición apáticas, a Sarah su autodestructivo odio a sí misma y el miedo a ser abandonada. Todos, aparentemente ganadores o perdedores en el juego o la vida, acabarán por descubrir la sombría realidad: cada uno a su manera, han nacido para perder.

La sensación final de desazón es impepinable: “Relámpago” Nelson podrá ganar en todos los juegos que se proponga, pero en la partida de la vida el precio que ha pagado es tan alto que cualquier victoria sabrá amarga; todo por culpa de una habitación de hotel de Louisville. Triste y magistral.
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21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Épica de la derrota
Eddie Felson es un joven, arrogante y amoral buscavidas que frecuenta salas de billar, dejando pelado a cualquiera que empuñe un taco. Decidido a ser aclamado como el mejor, Eddie busca al legendario Gordo de Minnesota, apoyado por Bert Gordon un agresivo jugador. Eddie podría batir al campeón, pero se ve derrotado por su baja autoestima. El amor de una solitaria mujer podría volver a sacarle de esta vida, pero Eddie no descansará hasta vencer al Gordo de Minnesota, sin importarle el precio que tenga que pagar por ello.
Hay películas que duelen. Jamás una película se me había quedado tan grabada en la mente. Nunca una historia tan ajena ha entrado a formar parte de mi vida. No, amigos, ésta no es una película sobre el billar. A partir de una olvidada novela del desconocido Walter Tevis, un Robert Rossen surgido de sus propias cenizas escribe sobre el tapete su más bello poema, dedicado a la épica de la derrota. La magnífica fotografía en blanco y negro deja en evidencia el color del dinero y del éxito, pilares de una sociedad que se precipita tronera abajo.
El buscavidas no necesita ser un clásico. Simplemente es intensa. Si emocionalmente no te impacta, te envidio, y te compadezco. Es casi perfecta. Desde una técnica magnífica, impecable puesta en escena, esa música, la sucia ambientación y el trabajo del veterano Eugene Shuftan contribuyen a crear las imágenes para una historia sin fisuras. Obra de Rossen.
Eddie Flash, el as ambulante del billar. Su apolíneo y flemático rival, El Gordo de Minnesota. El rapaz apostador, Bert Gordon. El contrincante vencido. Y Sarah. El personaje de la desamparada novia de Eddie Flash es antológico y la actuación de Piper Laurie es genial. Qué sabor tan fuerte y amargo.
"Claro, tenías el mejor pretexto del mundo para perder, no importa perder con una buena excusa. Pero ganar... resulta a veces como una carga, pesa mucho. Es un fardo del que puedes deshacerte con una excusa, lo único que tienes que hacer es compadecerte a ti mismo. Es uno de los mejores deportes: sentir compasión de uno mismo, un deporte que gusta a todos."
Nunca olvidaré la fuerza entre Eddie y Sarah. La intensidad que tienen sus miradas, sus amargos diálogos, la desesperación que reflejan sus rostros. Sentiré lástima por Fats. Odiaré por siempre a Bert Gordon. Y Eddie. Recompuestos los pulgares, a Eddie le hacía falta coserse el alma. Demasiado tarde. Demasiado doloroso para ser un triunfo.
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25 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El lado gris de la victoria
Casi todo el filme se desarrolla en las salas de billar, pero a lo largo de la película lo que está en juego es muy distinto... The hustler no es sólo una película sobre la competitividad, la ambición y la superación, es una película sobre la vida, sobre las relaciones humanas y, en especial, sobre el amor; que, en ocasiones, es tan sólo un punto de apoyo en una vida vacía, una forma de compartir la soledad, confuso y aparentemente prescindible, salvo cuando se pierde... y se pierde cuando el miedo y el orgullo se mezclan, cuando las ambiciones personales no dejan pensar en que la partida más importante y difícil en la vida es la de ser feliz. Soberbio guión, con frases para el recuerdo, el personaje de Newman, con su inmenso ego, hipnotiza y crispa a partes iguales, su personalidad es un fiel reflejo de como, a veces, la ambición y la soberbia no dejan ver qué decisión es la adecuada.
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19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Trabajo.
A veces tengo rachas de no ver durante un largo tiempo ninguna película buena. Tanto que uno se empieza primero a desilusionar y después a conformar. Tanto con el cine moderno como con los clásicos antiguos que mas de una vez lo dejan a uno con cara de no entender nada ante su fama y gloria.
A veces es tan larga la racha que hasta uno empieza a ver cosas buenas donde no las hay. "Bueno, esto no está tan mal" se empieza a decir uno.
A veces, si se extiende demasiado esa racha o no se revisan cada tanto los "clásicos" propios, uno se puede llegar a olvidar también porque era que le gustaba el cine, que era lo que tenía de especial.

Y si tenemos en cuenta la cantidad de películas que deben existir en el mundo entero y en todos los años que lleva existiendo el cine, también tendría que usar (lamentablemente) el "a veces". Porque dentro de ese numero y en porcentaje, solamente a veces, simplemente se trabajó, se ideó o se tomó una historia bien armada, con sentido, con trama, con buenos diálogos, con ideas y sentimientos. Y se contó la historia eficazmente, con buen pulso, con ambiente e imagen bien logradas, la trama se desarrolló hábilmente, bien acompañada por la música justa y necesaria, fue interpretada mas que correctamente y dejó una obra bien hecha, como esas que duran mas allá de su época.

Solamente eso, nada digo acerca de la historia, las ideas o los personajes. No importa realmente ahora.
Esta película es el trabajo de un montón de gente que se puso a tratar de ser lo mejor que pudieran en lo que hacían y dar lo mejor. Y así salió.
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18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Nervios y alas
Todo un referente cinematográfico, «El buscavidas» despierta pasiones. La pasión me la despierta a mí Paul Newman por obvias razones en las que no ahondaré para no aburrir al personal.

Una dirección fuerte de Robert Rossen que utiliza las elipsis de una manera espectacular y una fotografía blanca y negra que embellece todo lo que nos está contando la historia son dos de sus elementos destacables, a los que habría que añadir las interpretaciones masculinas, la de Newman y la de George C. Scott. Esta vez quiero resaltar al fenómenos Scott, quizá nunca lo bastante reivindicado. Este actor era, y está aquí, absolutamente genial. Cara a cara con Newman desprendiendo esa naturalidad que tanto echo en falta en los actores modernos y con un dominio escénico apabullante. Bestial.

Precisamente su personaje de Bert Gordon es quien da pie a una serie de interpretaciones de la historia que no comparto en absoluto. ¿Por qué tanto odio a este Bert? Se le tacha de villano por la simple y llana razón de que dice la verdad. Eso de decir la verdad equivale en nuestros días a no ser buena persona y tal parece que lo correcto, lo adecuado, es callarse y mentir para que todos vivamos en nuestro propio mundo ideal y falso. Tanto Eddie como Sarah (Piper Laurie) viven en un mundo cerrado y degradante que les proporciona una falsa felicidad, una mentira compartida en la que ninguno está satisfecho, hasta que llega Bert con su sabiduría y les dice a la cara la verdad que les duele pero a la vez les despierta.

Que Eddie fracasa pese a su talento porque no tiene templanza ni autocontrol, en definitiva madurez, es una verdad incontestable. Que Eddie mantiene con Sarah una relación afectiva enferma condenada a la extinción por el bien de ambos, es una verdad tan dura como certera. De hecho, es imposible que se pretenda tomar como válida la dicotomía que la película plantea erróneamente entre el billar como algo negativo y el amor de Sarah como la salida positiva. La relación amorosa de «El buscavidas» está viciada desde el principio y el desequilibrio emocional de Sarah es una bomba de relojería que nada tiene que ver con Bert, Eddie o los billares. Si esa era la idea, retratar la destrucción que la ambición produce en las personas, primero debería haber sido todo mucho más sucio de lo que es y, segundo, Sarah debería haber sido una chica normal y corriente que en contacto con esa forma de vida de su pareja acaba arruinada. Entonces sí que la historia cobraría un esclarecedor dramatismo.

De esta manera, lo que se supone que es un retrato de la derrota, que sinceramente no se ve por ninguna parte teniendo en cuenta que Eddie sí gana, se delata en realidad como el relato de una evolución personal de un hombre inmaduro en un mundo, el del juego y las apuestas, que puede ser tan beneficioso como dañino si no tienes el carácter necesario. Nunca nos parecerá tan hermoso el billar como cuando Eddie describe sus sensaciones al jugar y tener el taco entre las manos: madera con nervios y brazos convertidos en alas.

¿Y de verdad queremos que Eddie abandone su pasión? Que ni se le ocurra.
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20 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
TAN OBLIGATORIO ES VERLA COMO VOLVERLA A VER
Escribir algo original sobre El Buscavidas es imposible. La página en blanco del procesador de textos parece más blanca si cabe. ¿Que les digo? ¿Que la he visto 3 veces y cada vez me gusta más? Esto es como esas patatas chips del anuncio. No se puede comer (ver) solo una. Voy más lejos, debería ser obligatorio verla y además repetir cada cierto tiempo. ¿Piensan que exagero? ¿De verdad la han visto?.

En ocasiones he comentado que los Oscars no siempre responden a intereses puramente cinematográficos. A veces se nota una cierta zona oscura en cuanto a las razones de su concesión. Por ello no siempre hay que tomarlos como indicador de la calidad de una película. En este caso, los premios conseguidos no se corresponden con los méritos argumentados. Verdad absoluta que la fotografía es de un blanco y negro majestuoso. Verdad incontestable que los actores están dirigidos de forma magistral. Con tanta calidad no debió ser difícil, Pero...

La música es tan adecuada que me atrevería a decir que es la única posible.
Pipper Laurie no sé cuantas películas protagonizaría pero esta vale por todas. George C. Scott me hizo hasta olvidar su papel en Teléfono Rojo volamos hacia Moscú, donde se salía literalmente. Jackie Gleason siempre será, por secula seculorum, el Gordo de Minnesota y en cuanto a Newman ¿qué decir que no se haya dicho? Si hacemos una encuesta respecto a sus mejores películas, seguro que acaba con un triple o cuádruple empate. Una de ellas, El Buscavidas, sin ninguna duda.

Si alguna vez una película de perdedores nos ganó absolutamente para su causa esta fue El Buscavidas.

Desde este mismo instante comienza a contar el plazo para verla de nuevo...
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16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La strada
I. Microcosmos

La serigrafía del Ames, en el plano de apertura ('SDRAILLIB'), ya nos impele a entender que 'El buscavidas' refleja un submundo marginal, de realidad revertida. Sus espacios se distribuyen con la uniformidad, asfixiante, de una constelación. Las salas de billar como oasis, ilusorias; después, barrios marginales, impersonales estaciones de autobús, moteles y licorerías baratas. Incluso los edificios de la alta aristocracia son desangelados, purulentos de indecencia, y tristes. Rossen evoca a los escritores "malditos". La cuneta americana; a Walter Tevis y Hemingway, "el arroyo" de Bukowski, la "gente del abismo" de Jack London. A los hermosos perdedores.

...

II. Iconografía

JTS Brown sin hielo. El humo de cigarrillos casi compacto, de no disiparse jamás. Carteles prohibitivos en la pared, sin validez. El relámpago de los billetes arrojados en la mesa. El público en las partidas, carroñeros sin rostro, ávidos de atestiguar el fracaso. La propia imagen de Paul Newman y de Jackie Gleason rompiendo el juego es una inmortal estampa del Cine americano.

...

III. Momentos

1. Los 30 primeros minutos de partida, donde casi no hay diálogo y la narrativa recae en el balance entre silencio, sonido ambiental de la bola en la tronera y lenguaje facial, es Cine mudo de altos vuelos. La partida dura más que la noche, pero, hasta que no se acabe la partida, el Gordo no dejará que se corra la persiana y que el amanecer llegue allí dentro.

2. Quiebran los pulgares a Eddie. Él acude a Sarah, cuando más indefenso y destruido se encuentra. Ella le abre, su rostro está demacrado por la resaca (nunca la volveremos a ver así, en todo el film). Se abrazan. Su contrato de necesidad, en tal desnudez y vulnerabilidad, es emocionante y tierno.

3. La aspereza de los ambientes de 'El buscavidas' tiene un feliz paréntesis. Eddie y Sarah toman una merienda en el campo, el único escenario de la película que es completamente diferente al resto. Eddie diserta sobre su pasión por el billar, sobre lo invencible que le hace sentir jugar bien. "Eres un ganador, Eddie; algunos jamás sienten algo así por nada". ¿Por qué, Eddie, no te diste cuenta, allí sentado, de que tu dichosa pasión era tu verdadero triunfo?

...

IV. Tapiz.

El billar es, en mucho, geometría cartesiana y fuerza: dibujar mentalmente un trazado y ejecutarlo. Influido quizás por esto, creo ver dos figuras en las relaciones entre personajes.

1. Un triángulo. Eddie, Bert y Sarah ocupan los vértices. Eddie es la potencia virtuosa y descontrolada, y la fanfarronería ingenua, "¿cómo puedo ser el mejor, si no gano al Gordo?". Bert es la advenediza y taimada araña, su único talento es saber aprovechar el ajeno, ha construido su palacio con huesos de los demás, "¿cómo vas a ser el mejor, si yo no te enseño cómo serlo?". Sarah, el vértice superior, es el punto de desencanto, realista y templada; sabe que el éxito es un ideal emponzoñado procedente de una competitividad endémica, "triunfar, ¿para qué y para quién?". Este triángulo se deforma en cada tacada, volviéndose asimétrico, da pie a las fricciones personales de los personajes, y alimenta el sustrato reflexivo de la obra.

2. Un círculo oval. Dos puntos en extremos opuestos: Eddie y el Gordo. Eddie es el mejor, pero se anega de su propia energía. Si le retas, irá con todas. Si pones en duda su técnica, te dará un recital. Si le dices que es el mejor, responderá que así es. No sabe beber, ni esperar. El Gordo es un corredor de fondo; no es mejor que Eddie, pero es bueno más tiempo que él. Si le retas, te mirará sereno. Si menosprecias su técnica, hará una mueca. Si le dices que es el mejor, responderá "¿en serio?". Es un gran bebedor, y entiende que la victoria no es inmediata.

[La primera partida acaba con el Gordo fresco como una flor, perfumado y reluciente, y con Eddie sucio de sudor y alcohol, derrumbado en el suelo]

Eddie cree que Bert, que "sabe mucho", puede llevarle hasta donde está el Gordo por el borde superior del óvalo. Eddie es un timador del billar, y persigue un ideal de victoria que, paradójicamente, es una mentira; él no engaña a los demás menos que a sí mismo. Bert dispone el camino: "buscas excusas para perder, la auto-compasión es un vicio" y le 'apadrina'. Sarah, sabedora de lo inútil de la empresa de Eddie y del oportunismo de Bert, le advierte: "no le supliques". [De hecho, ella salva a Eddie desde la primera escena en que aparece, pagándole el café que deja a deber, por quedarse dormido]. Durante el tramo final de su periplo por el borde superior del círculo, de la mano de Bert, ve al millonario Findley beber penosamente cuando le derrota, y él recuerda su primera partida con el Gordo. ¿Merece la pena vencer, a costa de ver humillados a los demás?
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15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El talento al servicio de la nada
Historia de perdedores, de cómo el intelecto va por delante del talento. Eddie Felson interpretado (de Oscar) por Paul Newman se mete en la piel de un excelente jugador de billar que a pesar de tener todos los atributos para ser el mejor jugador, no sabe ni mucho menos como aprovecharlos. Su juventud está marcada por una precaria situación social, sobrevive a costa de jugarse el físico en antros de mala muerte con un viejo amigo que intenta infructuosamente orientarle en una buena dirección. Su soberbia y adicción por el whisky harán de él una persona huraña con carácter intratable que no hace sino agravar su situación. Tan solo la circunstancial presencia de una mujer con problemas similares que termina compartiendo, le servirá para zafarse esporádicamente del mundo oscuro en el que está Eddie. La estupenda dirección de Robert Rossen, nos enclava en la trama y nos la dibuja desde perspectivas antagónicas. Las de aquellos dotados de dotes que son explotada s por otros que terminan esclavizándolos. Precisamente el personaje Georce C. Scott es un ser diabólico de gran habilidad para entender las aptitudes y debilidades de aquellos que caen en sus garras. Felson termina siendo esclavo no sólo de sus adicciones y estallidos de orgullo sino también de la figura de Scott, capaz de apartarle de aquello que (sin saberlo) más le importa sin que sea capaz de darse cuenta hasta que es demasiado tarde. Un maravilloso film, sobre la utilización, pesimista, serio, de una corrección y maestría intachables.
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17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Hasta la espina dorsal...
Si ya en el primer visionado me gustó, en este segundo, varios años después y en pantalla grande, me ha calado hasta la espina dorsal.

En fin, no hay palabras que hagan justicia a la grandeza de esta película.

Para mi gusto, la mejor obra de Newman, directamente.
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11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
EDDIE EL RÁPIDO NELSON
Maravillosa cinta protagonizada por lo que para mi ha sido y es la mayor estrella de todos los tiempos.
La historia de ese gallito jugador de billar que no encuentra su camino pese a ser un genio en lo suyo te deja una sensación muy amarga, porque la línea que separa la victoria de la derrota es muy leve, es una historia de perdedores en busca de un mañana mejor, de vencedores y vencidos a la vez (esto sería aplicable tanto como al personaje de Newman como para el de Piper Laurie, la novia alcohólica).

El buscavidas como cinta no tiene parangón ya no solo por ser la mejor película que se ha rodado sobre el billar en la historia, sino también por ser un drama tan demoledor y humano que puede dejarte secuelas en el alma, por no mencionar esa maravillosa fotografía en blanco y negro (que nos quitan el placer de ver los mejores ojos azules de la historia del cine) y un reparto sin fisuras como por ejemplo George C. Scott, encarnando al buitre que piensa que puede sacar tajada del ingenuo de Newman, llevándole por caminos en lo que lo único que sirve es la victoria en la mesa de billar y no hay más persona en el mundo que tu rival, un modo de ver la vida un tanto cínica y egoísta que no traerá pocas tragedias al bueno de Eddie.

¿Y que decir de Newman?, simplemente que esta soberbio representando la vida de este pobre diablo, pero Newman es uno de esos actores que sobresalen por encima del material en el que trabajan y pese a que es inolvidable su encarnación de Eddie Nelson es justo aceptar que no hay otro actor con más carisma que Paul Newman.
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15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
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