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11 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
7
Ararat
Cualquier película dispuesta a arrojar algo más de luz sobre aquel terrible suceso histórico que acabó con la matanza indiscriminada de miles de armenios a manos de los turcos ya merece todo mi respeto y admiración, pero si el que lo firma es Atom Egoyan uno espera encontrarse además ante algo más que una simple película histórica. Y Ararat es algo más que una simple película histórica. Planteada como un juego de muñecas rusas que se arman y desarman al antojo de su director, Egoyan nos habla de muchas cosas (quizás demasiadas), que sólo van cobrando cuerpo tras una desconcertante primera media hora; es en ese momento cuando el relato empieza a adquirir sentido, aunque el resultado no sea igual de satisfactorio en todas sus partes. Para entendernos: hay un abismo entre los diálogos que mantienen Christopher Plummer y el joven que viene de filmar en Oriente (lo mejor de la película, magistral en su definición final) y las relaciones del resto de personajes en tanto a fuerza, interés y presencia. Con lo que se deduce que lo que realmente se le da bien al autor de Exótica es el interiorismo humano, el buceo libre en el alma y la cabeza de sus personajes.

En Ararat brillan más los sentimientos que los decorados, de ahí que los episodios de reconstrucción histórica y las cuitas cinematográficas queden bastante por detrás de los conflictos paterno-filiales, en parte porque en aquellos la cabeza apenas deja paso al corazón. Y aún así la película emociona y asombra, perturba y conmueve, pero conmueve con el presente más que con el pasado: un presente, no obstante, que necesita al pasado para sobrevivir y comprenderse a sí mismo. Así y todo, da un poco de pena que un proyecto tan bien pensado y ejecutado haya desembocado en un film destemplado y un tanto discursivo, pese a que lo positivo se imponga a lo negativo. En cualquier caso, una obra bella, interesante, compleja y muy recomendable, que incita a reflexionar sobre el significado de la historia y el papel que juegan en ella las nuevas generaciones.

Lo mejor: el careo entre Christopher Plummer y David Alpay.
Lo peor: las momentáneas pérdidas de interés.
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27 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
PEREGRINACIÓN AL ORIGEN
1) Créditos iniciales sobre planos-detalle del estudio de un pintor: Arshile Gorky joven, elaborando “El artista y su madre” a partir de foto.
Pintor y cuadro son centrales en una superproducción del ficticio director Saroyan en Turquía, drama épico sobre el genocidio armenio. Coincidencia, una profesora da un ciclo sobre ese cuadro, a su vez pieza estelar de una retrospectiva de Gorky, pero sólo con obras de aprendizaje, figurativas.
Tanto cuadro como foto existen, y en el film el tratamiento de su creación es experto, de primera.
En la obra de Gorky (nacido Vostanig Adoyan pero se cambió de nombre y se fingía pariente de Maxim Gorki) ese cuadro influido por Cezanne y Picasso tiene valor muy secundario. Gorky fue fundador del Expresionismo Abstracto, la apuesta americana para competir con las vanguardias europeas.
La presentación sesgada del personaje responde al forzamiento general del argumento.

2) Egoyan suele desplegar un mundo propio. Sus seres tienen vínculos ambiguos, abren sus mentes en raros discursos. Mezclando tragedia y sensualidad da su toque de incertidumbre, acrecentado por los saltos temporales que entrecortan el relato. Así ha cargado de misterio intrigas psicológicas como “El liquidador” o “Exótica.
El compromiso con la causa armenia le lleva a cambiar en “Ararat” al registro épico para ocuparse del genocidio perpetrado por los turcos en Anatolia.

3) Un veterano policía interroga en el aeropuerto de Toronto a un viajero: Raffi, joven de origen armenio que trae de Turquía sospechosas latas de películas. Con toda paciencia, escucha explicaciones sobre esos rollos y la película de Saroyan, en la que Raffi participa como ayudante; sobre el argumento y los tenebrosos acontecimientos que busca testimoniar; sobre la huida de Gorky niño...
Durante el examen psicológico, un cursillo de historia armenia.
¿Por qué sin límite de tiempo, extrañamente? Sufre el policía la incomunicación con su hijo (cuyo novio es de otra religión), y la actitud del interrogado le remueve el conflicto. Este dilema del inspector, con la sinceridad y lo ético en juego, interesa.

4) Ver, nada más empezar, al armenio Aznavour contando con tal sentimiento esa historia de la granada que simboliza éxodo y madre patria, lleva a preguntarse si viene una obra nacionalista, de inspiración condicionada por la vindicación histórica.
Pues sí: en la primera película del autor centrada en la conciencia colectiva, lo épico tiene aliento indeciso, y asoma el maniqueísmo. Las escenas de masacres pecan de obvias. Aparte su valor propagandístico, restan valor estético. Egoyan subordina su talento al servicio de una causa. A pesar del insistente recurso al cine dentro del cine, la inserción de lo histórico en lo vital es débil y forzada. A ratos desaparece el pulso habitual, aunque la calidad técnica nunca se pierda.
Porque, pese a todo, estamos ante un gran director. Queda claro que también es un buen armenio. Y que la épica no es lo suyo.

(6,5)
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21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
“Supersuper Producciones Supersuper Épicas” presenta...
Atom Egoyan no nos ofrece una cinta convencional en 'Ararat'. Aunque menos “autoral” que en otras ocasiones, no se resiste tampoco a sus frecuentes recodos narrativos, dividiendo el film en tres visiones generacionales que son algo más que un mero pretexto argumental:

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1) Aznavour, el anciano cineasta.

Su perspectiva es la previsible, lo que cualquier espectador de cine espera de un testimonio cinematográfico de estas características. Un “péplum” otomano del que Egoyan toma distancia mediante dos mecanismos: el recurso del “cine dentro del cine”, que le permite cuestionar la supuesta espectacularidad de la épica; y por otro lado una intención de mediación o ironía (visible en exageraciones que denuncia el propio personaje de Ani −Arshiné Khanjian−). Esto último lo vemos en elementos como la histriónica interpretación de Koteas; ese americanazo con el viento a sotavento y las banderas ondeando en su balcón; un ataque a los turcos ametralladoraza en ristre, etc. Es la visión, por tanto, que se “espera” de una película de estas características pero que Egoyan caricatura e hiperestiliza porque no confía en la reconstrucción histórica a lo 'La lista de Schindler'. No confía en la “claridad” melodramática del Cinemascope. Esta distorsión llena de tópicos comerciales sirve en 'Ararat' más de contexto exagerado que otra cosa. No está ahí el objetivo de la cinta.

2) La Khanjian

Una opción intelectualizada (profesora, erudita de la historia armenia, conocedora de la obra de Gorki). Es parte biográfica del propio Egoyan, puesto que es autor de una tesis doctoral sobre el genocidio armenio. Ejemplifica los personajes que han recibido una herencia en el boca a boca y se han preocupado por investigar y conocer. Han hablado con testigos directos del genocidio ( https://es.wikipedia.org/wiki/Genocidio_armenio ).

3) El hijo

Más un acercamiento vital, no tan racional, a lo desconocido (“tengo que entender los motivos de mi padre”). Viaje a la semilla como experiencia matricial o trayecto iniciático de una generación que vive en el silencio y la tergiversación. Reconstruir el horror de la condición armenia pasa por superar el olvido y la negación. El dolor armenio radica no en la obviedad de un revisionismo histórico, sino en las dificultades para la memoria. Esta opción encaja también con la biografía de Egoyan, que sufrió un proceso donde renegó de su condición armenia durante su adolescencia para interesarse activamente por ella después. En el film 'Calendar' existe un atisbo de esta cuestión en el autoparódico fotógrafo que rechaza sus raíces y se centra únicamente en hacer su trabajo sin involucrarse, pese a las interpelaciones constantes del guía.
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El dolor armenio −volviendo a 'Ararat'−, el que le interesa a Egoyan, radica en las distorsiones que aún, hoy día, quedan. En el vacío de una tierra expoliada. En la dificultad del recuerdo en la materia opaca que es el tiempo. Es ahí donde late la denuncia, el dolor y el desamparo de una diáspora eterna de muertos y silencio. De negación, ignorancia y duda. Ahí radica la película, en el acercamiento a un hecho histórico desde la intimidad victimista de túneles y relaciones. No en la emotividad, la heroica o el sentimentalismo “spielbergriano”.

Por último, se mantiene el habitual sistema de reverberaciones típicas en su cine: la hermanastra (desconoce los motivos del suicidio de su padre), el aduanero (dificultad para la comunicación con su hijo homosexual) o el actor turco (interpretado por Elias Koteas, que niega el genocidio y defiende un conflicto armado)… Personajes secundarios que actúan como caja de resonancia de los personajes principales y el hilo argumental rector. Aunque esta vez más matizado que en sus películas anteriores y, además, menos conseguido. Mi nota es alta, pese a todo, por la dificultad última de la transposición de claves egoyianas a un tema histórico tan controvertido (Armenia no fue independiente hasta principios de los 90, Turquía no reconoce el genocidio y aún existen múltiples reivindicaciones territoriales pendientes entre ambos países).
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16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Sí, recordamos.
Instrospección del director armenio-canadiense sobre sus ancestros y el genocidio armenio, a manos turcas, de 1915.
Atom Egoyan homenajea a un pueblo orgulloso y a quienes intentaron parar la masacre, para que la frase que se atribuye a Hitler: ¿quién se acuerda ya del exterminio armenio?, no tenga valor alguno. Es pues, al margen de sus valores cinematográficos, un ejercicio terapéutico para restablecer la memoria.

Enlazando a todos los personajes, directa o indirectamente, en torno al rodaje de un film sobre la represión turca de principios del siglo XX, el director analiza de forma individual a los miembros de dos familias desestructuradas y sus problemáticas.

Un aduanero al borde de la jubilación y un joven de ascendencia armenia en constante búsqueda de la verdad son los ejes de esta historia que se ramifica de manera creíble y eficaz.
El compromiso y el claro posicionamiento del autor (Atom Egoyan) no permiten finales efectistas, ni falsos.

Hay tanto que ver, oir y reflexionar en esta película que mejor que os pongáis manos a la obra y agradezcáis con un aplauso la sinceridad y la apuesta por el debate y el diálogo.
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14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Lejanos y desconocidos conflictos, contados con demasiada frialdad.
Película de la que francamente esperaba bastante más. Había leído en diferentes medios buenas críticas, pero la verdad es que me parece una cinta bastante corriente, aceptable, con unas particularidades que la hacen singular, pero en ningún momento nada que haga “quitarse el sombrero”, ni mucho menos.
La particularidad a la que hago referencia es la forma de contar la historia, desde mi punto de vista singular, digamos que un experimento con éxito, de algún modo. (Puede que en realidad no sea nada nuevo, pero a mí me gustó) El 95% de la película son momentos que recuerda el protagonista, escenas aclaratorias, etc, y el 5% ocupa realmente el suceso que origina la historia, el motor, digamos.
Un joven se dispone a entrar en Canadá. En la aduana ven que tiene material de un rodaje. Es sospechoso. El agente de la aduana, en vez de abrir el contenido sospechoso, hace mil y una preguntas al joven, sobre su vida, sobre la película que supuestamente ha grabado, etc. Y al final entra en Canadá... o no. (no lo diré, por supuesto)
Las escenas que se muestran tienen un sentido, van informando y metiendo al espectador en la historia, pero realmente es algo que no termina de “calar”, por lo que difícilmente transmite. El desarrollo de los acontecimientos es quizá un poco lento, además de muchas escenas de escasa importancia. Las interpretaciones están bien, pero es que la película en sí tiene un toque “frío”, serio, riguroso, mecánico, que a mi modo de ver le resta bastante. Los escenarios dejan bastante que desear, quizá sea cosa del bajo presupuesto.
Entretiene y resulta interesante (en dosis justas, como suelo decir), pero más por el destino incierto del protagonista que por otra cosa. Ritmo cero.
En definitiva, por mi parte una pequeña decepción, pero para el que no se espere gran cosa (o vea con otro prisma la cinta) puede resultarle una buena experiencia. En cualquier caso, está bien, aunque hay un porcentaje elevado de posibilidades de que al espectador medio le aburra soberanamente y prefiera ver algo más de “movimiento y colorido”, como dicen.
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7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
"¿POR QUÉ NO OLVIDAMOS LA PUTA HISTORIA Y SEGUIMOS ADELANTE?" EGOYAN CONTESTA NO, ....
..... Esta es una pregunta que se plantea en un momento de la película, y además se hace en un contexto donde quizás lo razonable sea contestar que si, pero Atom Egoyan, de origen armenio, no puede más que decir no, ya que lo que se dispone a contarnos es una historia, poco conocida y nunca aparecida en cine, del genocidio armenio por parte de los turcos durante la primera guerra mundial, que tiene un punto de especial crueldad, al no haber sido aun reconocido por el país que ejercio de verdugo.

Decir que Egoyan es uno de los más grandes y personales directores de cine que hay, es obvio, en su haber además de haber realizado varias obras maestras, está el de tener un estilo personal único y envolvente.

En el film se superponen varias historias, con cine dentro del cine (no sólo es una película sobre el rodaje de una película, sino que además se nos plantean los conflictos argumentales que el propio Egoyan tuvo al escribir la historia, como es por ejemplo el rol del pintor Arshline Gorky en la misma), conflictos familiares y el propio genocidio armenio como centro de todo. Es un film sobresaliente, con una emoción que emana desde el intelecto más que desde el alma, y un trasiego de mensajes y emociones impactantes, y una puesta en escena, tan sobria como enigmática donde todo está relacionado.

No alcanza la redondez de otras obras (quizás la historia que rodea a Christopher Plummer, el rol de la hermanastra de uno de los protagonistas e incluso las un poco light imágenes del genocidio en si, no están del todo bien ensambladas en el conjunto), pero si es una obra de gran valía artística e intelectual, muy bien interpretada, y manejada con maestría por un director único a la hora de acercarse a las historias.

Sobresaliente y necesaria.
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6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
El exterminio armenio.
Una película del sobrevalorado Egoyan (aquí, otra vez) acerca del muy poco conocido genocidio del pueblo armenio en los años 20 a manos de Turquía.
Egoyan entrelaza pasado y presente, lo hace a varias voces, con distintos personajes en un todo que más que una indagación histórica o una exposición de hechos, quiere ser una metáfora acerca de lo importante que resulta la verdad y la reconciliación en el mundo que habitamos.
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6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Ararat de plástico
Mal, amigo, mal. Si pretendes dar a conocer en el mundo occidental el genocidio armenio, no montas una historia en la que el peso dramático de dicho genocidio se pierde casi por entero. Si quieres que la gente sienta un mínimo de todo aquello no recurres a un cine dentro del cine para contar la historia, que al final simplemente te deja frío cada vez que hay un corte temporal que nos devuelve al rodaje.
Para lo que se propone, a mi juicio, la película está terriblemente focalizada. Quiero decir, no te da tiempo de involucrarte en la historia del genocidio, porque al plano siguiente ya estás saltando a los dilemas psicológicos que tienen los diferentes personajes, que es que están metidos con calzador y sobran enteramente.
Está bien el intento, porque hay ciertamente pocas películas que traten el tema, pero es muy plana y no llega a emocionar, que al fin y al cabo es lo que pretenden este tipo de películas.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Genocidio Armenio.
58/20(21/02/22) Loable film que escribe, produce y guioniza el canadiense de origen egipcio, pero con sangre armenia, Atom Egoyan, que precisamente reivindica la memoria sobre velado genocidio Armenio de 1915, donde el ejército turco (hecho que es negado por el gobierno turco) masacró cientos de miles de armenios (las cifras bailan) con la excusa de que creían que se iban a unir cual quinta columna al Imperio Ruso en la Gran Guerra, basándose en la matanza de Van. Además de explorar el impacto humano de ese acontecimiento histórico, la película también examina la naturaleza de la verdad y su representación a través del arte.

Pero el ensalzable empeño se ve entorpecido por una estructura narrativa atropellada en varios tiempos y subtramas que terminan por confundir y sesgar la emoción. Es una mirada al pasado (87 años después) desde la perspectiva del presente ve explícitamente el pasado desde la perspectiva del presente, manejando el errado dispositivo de una película dentro de una película. Se desarrolla en medio de saltos de un lugar a otro no hacen más que desorientar al espectador y no nunca poniendo el foco en el núcleo, pretende ser un caleidoscopio tan amplio que acaba siendo su propio enemigo, abarcando demasiado y apretando poco. Teniendo un tramo inicial donde uno está perdido entre tantas idas y venidas.

El análisis del recuerdo y de la percepción tras años de un suceso quedan encriptados entre situaciones un tanto carentes de punch, ejemplo claro para mi es el formato de una película dentro de una película, donde asistimos al rodaje de la tragedia queda anestesiada porque esto crea distancia pasional con el espectador, no puedes conectar con una masacre de un rodaje, se siente todo prefabricado (por mucho que nos pongan una escena con una mujer siendo violada sobre un carro con su hija bajo el cogiéndole la mano, impacta, pero de modo sensacionalista).

Hay una marejada de sub historias que desconcierta, resta cualquier cohesión y solidez, algunas rebuscadas (como esa joven que se mete con una historiadora durante una conferencia por un suicidio), la historia de un cuadro representativo, el rodaje, una relación paterno-filial con un hijo gay, el amor entre unos hermanastros. Cuando en realidad lo único que medio se te queda es el duelo entre un agente de adunas encarnado por siempre efectivo Christopher Plummer y un joven canadiense, Raffi, recién llegado de Armenia con unas latas de película que levantan sospechas al que da vida David Alpay (muy efusiva e intensa su actaución), un tour de forcé cargado de efusión en como el joven intenta hacer ver al hombre mayor (está en su último día de trabajo antes de la jubilación) lo que sufrieron los armenios, y él intenta comprenderlo (seguramente con la intención de con ello entender a su hijo), tomándose su tiempo, pues lo que hace al final de abrir las latas a oscuras lo podría haber hecho de inicio, escucha con devoción la historia que le cuenta. Aunque realmente esto es un recurso metido con calzador para ofrecernos una clase de historia sobre el Genocidio. Siendo protagonizada la cinta por actores con raíces armenias muchos, como Charles Aznavour (tiene una bonita historia cargada de simbolismo con una granada), David Alpay, Eric Bogosian y Arsinée Khanjian (esposa en la vida real del director Egoyan), además de Elias Koteas (gran actor, desdibujado aquí en un rol un tanto estereotipado como la visión actual de los turcos del genocidio armenio, entre negarlo y justificarlo) como un descendiente de turcos.

Conocemos a una historiadora del arte llamada Ani (Arsinée Khanjian) que da una conferencia sobre el artista armenio Arshile Gorky, cuya madre fue una de las víctimas turcas, con la excusa de esto tenemos los flash-backs que nos llevan al tiempo y lugar del genocidio en Armenia. El marido de Ani murió en un intento de asesinar a un funcionario turco unos 15 años antes. Tiene un hijo llamado Raffi (David Alpay) de su primer matrimonio, y una hijastra llamada Celia (Marie-Josee Croze) de un segundo matrimonio con un hombre que, según Celia, fue llevado al suicidio por Ani. Cuando Ani da una conferencia sobre Gorky, Celia a menudo asiste para interrumpirla con preguntas sobre su padre muerto. Para complicar aún más este enredo emocional, Raffi y Celia son pareja. Cuando Raffi intenta pasar por un puesto de aduanas canadiense con varias latas de película de Europa, un inspector de aduanas llamado David (Christopher Plummer), que está en su último día de trabajo, lo interroga largamente. Raffi dice que las latas contienen imágenes documentales no expuestas necesarias para la película. Sabemos, por una escena en el desayuno de ese día, que el hijo de Plummer, Philip (Brent Carver), es el amante de un actor llamado Ali (Elias Koteas), que interpreta al bárbaro general turco Jevdet Bey en la película. Conocemos al director de la película, llamado Edward (Charles Aznavour), y lo vemos en el set, filmando escenas que a menudo se presentan como realidad antes de que la cámara retroceda para revelar otra cámara. Y conocemos al guionista, Rouben (Eric Bogosian). También está Clarence Ussher (Bruce Greenwood), un personaje de la película de Aznavour, dando vida en el rodaje de la tragedia a un médico estadounidense que fue testigo presencial de las masacres y escribió un libro sobre ellas.

Créditos iniciales sobre planos-detalle del estudio de un pintor, Arshile Gorky joven, elaborando “El artista y su madre” a partir de una foto. Pintor y cuadro son centrales en una superproducción del ficticio director Saroyan en Turquía, drama épico sobre el genocidio armenio. Coincidencia, una profesora da un ciclo sobre ese cuadro, a su vez pieza estelar de una retrospectiva de Gorky, pero sólo con obras de aprendizaje, figurativas.
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6
No es tan buena como otras de Egoyan
Lo mejor es que te hace tomar conciencia del silenciado genocidio del pueblo armenio por lo turcos. Y lo peor, que no está a la altura de otras estupendas películas de Egoyan como Dulce Porvenir, El Viaje de Felicia o Exótica.
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2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Ararat
Excelente película sobre el genocidio armenio, contando desde diferentes formas pero con el mismo resultado. Muy buena historia y mejor fotografía. Los actores están realmente bien y consiguen trasladarte sus sensación
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10 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
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