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23 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
7
El capitán Hornblower
Primero de cuatro films realizados por Raoul Walsh sobre aventuras en el mar ("El pirata Barbanegra, 1952", "El mundo en sus manos, 1952" y "Los gavilanes del estrecho, 1953"). Se basa en las tres primeras novelas ("The Happy Return", "A Ship On The Line" y "Flying Colours") de Cecil S. Forester, según adaptación del mismo. Se rueda en exteriores de la Riviera francesa y de Villefranche-sur-Mer y en los Warner Firts National Studios (Inglaterra, RU). Producido por Gerry Mitchell, se estrena el 10-IV-1951 (RU).

La acción tiene lugar en el Pacífico, entre el Cabo de Hornos y un lugar próximo al istmo de Panamá, Plymouth, Londres, La Tete-de-Buch, el río Loira y el puerto fluvial de Nantes. Los hechos tienen lugar a lo largo de unos 12 meses, en 1807/08, después de la batalla de Trafalgar (1805), en el marco de la guerra de Inglaterra y Napoleón.

La película combina acción, aventuras, drama, romance, comedia y guerra. El relato está dividido a la manera clásica en introducción, tres actos y epílogo. Los primeros minutos del metraje se dedican a la presentación de los personajes y de su situación, mediante un encadenado de planos precisos y diversos que familiarizan al espectador con la tripulación. La acción se inicia con la llegada de la fragata Lydia al lugar de destino, sólo conocido por el capitán, seguida de una batalla con un galeón, primera batalla naval de Walsh, vibrante y visualmente muy atractiva. El film luce una grata sencillez narrativa, que se apoya en el uso de elipsis y sugerencias. Pocos realizadores han sabido decir tantas cosas con tan pocos fotogramas como Walsh en el film. Yuxtapone texturas narrativas diferentes, que dan ligereza al relato. Éste es el caso (no el único del film) de la última batalla, precedida de una secuencia dramática y seguida de un episodio en clave de comedia. Destaca el buen manejo del humor (apuestas sobre las previsiones del capitán, hizado de una dama a bordo, gritos de miedo de la sirvienta) y de la farsa (extravagancias grotescas de Alvarado). No descuida la épica de la historia y su grandeza: admiración de la tripulación por el capitán, su capacidad de sorprender al enemigo y su habilidad para concluir acciones relevantes. No faltan toques de humanidad: el capitán cocone a los miembros de la tripulación por su nombre, rechaza los castigos físicos, etc.

La música subraya el sentido de la acción, como el despliegue de las velas ("Main Tittle"), la ternura del bebé (melodía de caja de música), la próxima separación de los enamorados (bajos), su reencuentro (melodía romántica). La fotografía aporta momentos culminantes como el movimiento de cámara que acompaña la lectura por el capitán de la carta de su esposa, de la que muestra la butaca, el cuadro de bordar y el clavecín. La interpretación de Gregory Peck es austera y sobria, como corresponde al papel. La de Virginia Mayo es desenvuelta y seductora. El capitán Hornblower es un personaje de ficción literaria.
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46 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
RAOUL WALSH A SUS 64 AÑOS EN LA CUMBRE DEL MUNDO CINEMATOGRÁFICO
Raoul Walsh dirige con acierto esta película de aventuras, sobre Horatio Hornblower, héroe de una saga novelística sobre la marina británica en las guerras napoleónicas, escrita por Cecil Scott Forester. El propio Forester intervino en la elaboración de un guión que conjuga batallas navales, duelos de capa y espada y un romance central, pues según Walsh :”En todas mis películas la historia gira siempre alrededor de las escenas de amor”.

Y el romance Gregory Peck – Virginia Mayo es el eje del film, tanto, que en el guión se fusionaron distintas novelas para conseguir que la aventura nunca abandonase el romance. Esta sensación de historias "cosidas" queda patente cuando en Portsmouth, la pareja debe separarse para desconsuelo de los aficionados a los "happy ends". Pero no. Una nueva aventura y nuevas dosis de caprichoso azar y “tutti contenti”. No se confundan, la película es muy buena, las batallas navales son de lo mejor que he visto en cine, incluso y a pesar de los 53 años de diferencia entre una y otra, superior a Command and Conquer (basada en otro personaje novelesco, Jack Aubrey), pero el añadido se percibe con claridad, incluso para quienes desconocíamos la saga de Mr. Forester.

Y aquí, trompetas, clarines, fanfarrias y todo lo demás para Gregory Peck. No afirmo que sea su mejor papel. Discutiría entre su capitán Ahab (Moby Dick) y Atticus Finch (Matar a un ruiseñor). Pero si hay un artista al que el traje marinero le venga como anillo al dedo ese es Peck. No solo por la percha, sino porque, como los toreros, templa y manda. Cuando reprende a un oficial por infringir azotes a un marinero, sin apenas palabras, el espectador sabe con quién se juega los cuartos. Su fiero caparazón no es tal y a lo largo de la película se irá resquebrajando, a lo que no será ajena Lady Bárbara Wellesley (Virgina Mayo). Vemos a un miembro de la tripulación sorprendido de que el capitán recuerde su nombre, al propio capitán azorado por las palabras de Bárbara y otros muchos detalles donde el león pierde su fiereza. En esta mezcla de picaresca y solemnes seriedades Peck se mueve como pez en el agua, nunca mejor dicho.

La elección de Virginia Mayo tuvo ciertas críticas pero el resultado es excelente. No aporta la pomposidad de la nobleza que, probablemente, otras actrices hubiesen aportado pero da lo que se espera de ella, naturalidad y simpatía a los ojos del público, sin lo que no puede imaginarse una historia amorosa que cale en el espectador.

Curiosos los tipismos. Los españoles representados por un impresentable dictador que se apoda El supremo. El término galáctico no se había acuñado aún. Los franceses en su rol de perdedores tampoco salen bien parados. Los ingleses, evidentemente los buenos de la película.

Con una fotografía excelente de Guy Green (Oscar por Great Expectations de David Lean) y unas maquetaciones y efectos de batallas, increíbles, Raoul Walsh a sus 64 años volvía a demostrar que estaba en la cima del mundo cinematográfico.
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30 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Ya no hay películas de aventuras como estas
Estupenda película de aventuras dirigida por Raoul Walsh. Pese a lo comentado, tiene u excelente ritmo, y en ningún momento se hace larga. Magnífica interpretación de Gregory Peck, bien Virginia Mayo y magníficos los diálogos entre los dos oficiales del barco, cruzando apuestas sobre las decisiones del capitán.

Sin ser una obra maestra, es una buena película que hará pasar un rato agradable
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22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La tos del capitán Hornblower.
Raoul Walsh lleva a cabo una adaptación ficticia de la novela de C.S. Forester, sobre el capitán Horatio Hornblower.

Uno de los primeros alicientes con los que cuenta la película es la fotografía inundada en ese technicolor resplandeciente, la mano de Walsh en las batallas, Gregory Peck y Virginia Mayo... aunque a los españoles nos traten un tanto despistados y nos dejen de lado aquí luchan contra el mismo enemigo.
"El hidalgo de los mares" es una cinta de aventuras agradable y entretenida, que no se puede comparar con "El mundo en sus manos" más épica y con más sentido del humor, aún así no pierde para nada el interés del espectador que asiste a una sesión de buen cine y para nada aburrida.
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19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
El anglosajón y su superioridad manifiesta
Recordaba esta película por haberla visto de niño y guardar un buen recuerdo de ella. Sin embargo, al verla estos días ha habido varias cosas que me han chocado y -está claro- molestado, pese a que estoy muy distante de una quisquillosa actitud patriótica.

Lo primero, el pintoresco título que se le puso en español, pues si puedo imaginar algo bien distante de la hidalguía es el comportamiento del capitán Hornblower. Es un buen colega de su tripulación, pero no tiene empacho en izar una bandera que no es la suya para engañar al enemigo; a ver, si para ganar hay que dejar de lado la hidalguía, allá va. Tampoco le hace ascos a vestir un uniforme que no es el de su país, porque se trata de vencer como sea. Eso sí, sin que los uniformes de la tripulación y del protagonista sufran grandes daños salvo en los momentos cumbres de los combates. No quiero ni imaginarme el taller de planchado y costura de a bordo.

Los españoles aparecemos como medio lelos, desorganizados, sucios y oscuros de piel, incapaces de defender un barco que era muy superior al navío británico. Nada que ver con los impecables oficiales del imperio, más bonitos que un san luis de madera. Incluso no pierden la oportunidad de menospreciar los mapas españoles, por poco fiables; curiosamente los únicos que ellos llevaban a bordo.

En fin, una pena que España no haya dispuesto nunca de una industria cinematográfica potente, para poder contar las cosas como quisiera, aunque sea saltándose la historia real. No puedo dejar de recordar aquella "Orgullo y pasión" en la que hasta alteraban radicalmente el mapa de la península, por conveniencias del guión.
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16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Cuando pica la garganta...
Gregory Peck representa aquí muy bien a un hombre valiente, tranquilo, muy pasota con el tema militar que predominaba entonces en el Imperio Británico —y sigue—, que cumple con su deber pero sin obsesiones, viendo pasar los días sin mucho entusiasmo, ajeno por completo a los avatares del país. Él está más a las cosas mundanas que preocupan de verdad: el amor, los hijos, el trabajo, etc. Este capitán está lejos del espíritu de la Armada Británica, de la victoria, de los detalles de si la cubierta está limpia, de si las velas están bien colocadas, si los marineros están afeitados... Esas cosas que el capitán Bligh de la Bounty, por ejemplo, tenía tanto en cuenta.

El hidalgo de los mares, tampoco nos confundamos, como persona responsable conoce mejor que nadie su profesión. No consiente que nadie se ría de su Rey, ni de su país, porque al fin y al cabo es su país y si las cosas están así, tampoco es cuestión de ser un renegado. No le gustan nada los que reniegan, los que andan siempre a la contra, protestando de todo, egoístas y supremacistas pero sin dejar de chupar del bote. Está claramente representado en la película, si os dais cuenta. El capitán tiene que hablar con unos renegados españoles y estos renegados españoles son más feos que el copón, con una pinta de garrulos que no pueden con ella, por eso mismo, porque son unos renegados y todo renegado está claro que se convierte en un tío feo sin remedio que le van a dar por culo; pero aún así, el capitán habla con ellos con corrección… ¡Eeejem-ejem-eeeJEM! Luego vienen los españoles normales y ya son gente apuesta, educados, con el pelo rizado, etc…

Pero, a lo que me refiero, es que el capitán, hidalgo como nadie, no es el típico obsesionado con las reglas y todo eso. Si un marinero ha cometido una falta pues hay que ser un poco indulgente… Se lo echa en cara bien claro a su lugarteniente: “Joder, ahora hay que dar de latigazos a este marinero que es un buen marino y un buen hombre y quieres castigarlo porque te ha ofendido… Cuando tampoco tenía tanta importancia la contestación que te ha dado”. Yo he visto claramente que se ha callado lo de: “La próxima vez tenlo en cuenta, so gilipollas”.

Exacto. Si una persona ha cometido un desliz, hay que hacer la vista gorda, coño, que están todo el día currando. Además, el capitán tiene muy presente a todos los marineros, los conoce por su nombre, y ellos valoran detalles así. Eso dice mucho de un capitán, que conozca a su gente por nombre y apellidos, significa el aprecio que los tiene. Agradece personalmente sus esfuerzos, su trabajo. Por eso es el Hidalgo de los mares y por eso tanto los marineros como sus oficiales le respetan al máximo. Sería genial en la vida tener jefes, vecinos, compañeros y amigos así.

Pues aunque parece fácil, es muy difícil encontrar personas como este capitán porque la gente, en realidad, no es que vayan a lo suyo, si no que además quieren joder a todos los que puedan como sea, piensan que así ellos se beneficiarán de alguna manera. Y esto pasa en la película y está bien relatado. Hay que ser hidalgo, en el mar y en tierra, plantar cara a los vientos si vienen enfurecidos; esta película lo demuestra y ya por la intención y por la historia tan sencilla que sirve de ejemplo, tiene su mérito y es digna de verla.
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10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La aventura en toda su dimensión
Fechada su acción en 1807, durante las guerras napoleónicas, ambientado en los dos océanos que rodean a América Latina, asistimos un relato épico con sus posiciones estratégicas y movimientos entre los ingleses, los españoles y los franceses. Este extraordinario film está dividido en un prólogo, cuatro movimientos dramáticos y un epílogo o final. La presentación de unos personajes a bordo del navío inglés capitaneado por Horatio Hornblower (un grandioso Gregory Peck) en su hábitat natural, un microcosmos familiar donde la disciplina, la camaradería y el castigo ejemplar dispuesto para afirmar el valor ético y social de la jerarquía a bordo de la fragata de su majestad.

Libremente extraído de tres novelas de Cecil S. Forester, “El hidalgo de los mares” es uno de los cuatro films, quizás el mejor, que Raoul Walsh filmó sobre el género de aventuras marinas. Rodada en estudios londinenses y exteriores de la Costa Azul, no faltan las históricas batallas navales, las puntuales divagaciones cómicas, las reñidas apuestas entre oficiales, el esfuerzo agotador, la cruel enfermedad del escorbuto, la fiebre amarilla y el aislamiento durante meses, una bella dama (Virginia Mayo) a la que proteger, rufianes dictadorzuelos henchidos de arrogancia y toda clase de rebeldes filibusteros.

Todo ello entre precisas selecciones de encuadres, en pocos minutos el maestro Walsh describe un mundo y nos hace partícipes de las aventuras de sus personajes, participando con emotiva solidaridad en sus alegrías y en sus penas. Se trata, por encima de todo, de una mirada limpia sobre el relato, relato humano y vigoroso con ritmo y pulso maestro. Con una estupenda y llameante fotografía, Walsh nos ofrece un divertido y emocionante ensayo sobre su capacidad para narrar mediante la elipsis y definir situaciones y personajes con el menor número posible de planos. Es la alegría de una caligrafía cinematográfica ya perdida, en la que la primacía de la acción no obviaba una mirada o un gesto a la vez objetivo.

Es ahí, en la sabia alteración de los tonos, incluyendo la aventura romántica, donde Raoul Walsh revela toda su grandeza como narrador, nunca alcanzada por otros cineastas del género aventurero. El cine de Walsh nunca deja nada a la casualidad y, quizá, como su capitán Hornblower, navega siempre hacia una meta clara y consciente, su cine no tiene edad porque su arte está a la altura de cualquier espectador, desde el más pulcro cinéfilo hasta el niño amante del cine más sencillo de aventuras. El arte del pionero consiste en contar con alegría la complejidad del mundo y de la vida, sin renunciar por ello al placer y la fascinación por la aventura.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Captain Horatio Hornblower
Desde niño, siempre estuve enamorado de las batallas navales de aquellos buques de guerra con mástiles y velas, con la destrucción de los cañones, con el sabor de los abordajes, con la libertad de los piratas y su anarquismo democrático, donde sólo su capitán tenía la autoridad suficiente para dar órdenes y ello mientras todos estuvieran de acuerdo y tuvieran un gran botín para repartirlo.

El Capitán Horatio Hornblower es un personaje de ficción cuyo momento histórico se produce con las guerras napoleónicas y donde España tiene un papel de bisagra dependiendo de con quién se aliase.

"El hidalgo de los mares" es una película de aventuras a la vieja usanza, pero también una película bélica, donde las batallas navales son espectaculares y donde la sapiencia y la pericia de sus capitanes y su tripulación son fundamentales. Raoul Walsh es un maestro en la recreación de las mismas, un espectáculo dentro de un espectácula que proyecta a la película al sobresaliente.

El conocimiento del espectador de los principales tripulantes, a los que se coje cariño, la personalidad del capitán y su carraspeo que demuestra su incomodidad, el coqueteo seductor de la dama, los retazos de humor y el romance presunto, además de una gran banda sonora que acompaña los mejores momentos de la cinta, redondean un espectáculo inolvidable.

Reseñar por último las grandes actuaciones de su pareja protagonista, con la seductora Virginia Mayo a la cabeza, mujer muy atractiva que no especialmente bella que en aquellos tiempos de adolescencia te parecía el sumum de las mujeres, y la seriedad de Gregory Peck en un papel contenido y una actuación cabal de lo que tiene que ser un Capitán, un verdadero héroe para su tripulación, a la que conoce y estima, son otro de los grandes aciertos de Walsh junto con su puesta en escena de las sucesivas y extraordinarias batallas navales.

Sobresaliente 9 y a mi rincón de favoritas.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
En la cima del mundo cinematográfico.
Uno bucea en la biografía de un artista tempestuoso e incontenible como Raoul Walsh y cree encontrar como rito de paso de su juventud a la edad adulta nada menos que un naufragio; con dieciséis años cumplidos, Walsh se había embarcado rumbo a La Habana en la galera de su tío Mathew, en este periplo a través del sugerente mar Caribe, la embarcación de los Walsh cerca estaría de hundirse bajo la ira de una terrible tempestad. Era de justicia, pues, que Walsh devolviese el favor de esa decisiva experiencia marítima volcando su fascinación por la aventura y la libertad del océano en una serie de películas sobre lobos de mar y piratas que realizaría en los primeros años de la década de los cincuenta, fruto de esta fascinación son “El hidalgo de los mares”, “El mundo en sus manos”, “El pirata Barbanegra” y “Los gavilanes del estrecho”.

La película que ahora nos ocupa, “El hidalgo de los mares” (Captain Horatio Hornblower, 1951) es una sensacional película de aventuras, en la que se nos narran las aventuras del capitán Horatio Hornblower, héroe de una saga novelística sobre la marina británica en las guerras napoleónicas, escrita por Cecil Scott Forester. Uno de los más ejemplares films que se han filmado nunca en cuanto a combates navales, reconstrucción histórica, guión, técnica, una referencia ineludible para todos los que después han intentado narrar aventuras marinas, de capitanes intrépidos, ambientes exóticos y pura estirpe marinera inglesa. Walsh una vez más dirige, a sus sesenta y cuatro años, con una energía sencillamente apabullante, y con un sentido casi juvenil del drama, es imposible volver a poner esta película en una pantalla y no quedarse absolutamente prendado de sus imágenes, arrastrados por una hemorragia de cine puro, esencial, que en su sencillez y en su poderosa alquimia nos hace olvidar la vida real, hace caer nuestras defensas, y se entrega al delirio aventurero más esencial.

Gregory Peck (que recogió el testigo de un proyecto que estaba destinado para Errol Flynn, y que no acabó en manos de Lancaster porque no daba el papel) es un héroe calmado, comprensivo, justo, tolerante, riguroso y, sobre todo, provisto con el don de la genialidad que le eleva incluso entre sus pares de la Armada, es una imagen británica perfecta, con su aspecto de hombre sereno y en quien confiar, y borda los momentos de tensión casi sin parecer esforzarse por ello. Virginia Mayo hermosísima y sensual como siempre, y en el capítulo de los estupendos secundarios que jalonan la obra sorprende ver a un joven Christopher Lee como capitán español.

Una aventura inolvidable, superlativa, que nos devuelve a la infancia y a la sensación de que el mundo es nuestro, una auténtica gozada volver a verla para escribir sobre ella. Con una fotografía excelente de Guy Green y unas maquetaciones y efectos de batallas increíbles, Raoul Walsh a sus 64 años volvía a demostrar que estaba en la cima del mundo cinematográfico.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Cine clásico de calidad
Lo que más me ha gustado de esta película es que está filmada con seriedad. Es una producción al estilo de los años 50 pero con calidad en todos sus aspectos, aún a pesar de estar rodada casi toda ella en estudio, y de ahí viene uno de sus méritos junto con el buen oficio siempre del director Raoul Walsh. La fotografía es excelente, así como la intepretación del maestro Gregory Peck, junto a todos los secundarios. El film se sigue con interés gracias también a los diálogos muy bien escritos en una película que quiere dar sensación de realidad y buen hacer.
Es de destacar en una producción del año 1951 la buena calidad del sonido de la versión española(doblaje), que seguramente fué realizada nuevamente no hace mucho tiempo, lo cual beneficia la calidad sonora de dicha versión sin los defectos del paso del tiempo en la banda de sonid0.
Muy recomendable en los tiempos actuales para los amantes del buen cine de siempre.


José Antonio ZG
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Los maestros también fallan
Muy floja y sin ritmo, para haber sido filmada por un todoterreno del Séptimo Arte como era Raoul Walsh. Aceptable hasta el momento en que se separan Gregory Peck y Virginia Mayo. A partir de ese punto, la película deambula sin rumbo fijo para acabar de la forma que ya todos presagiábamos. Ambos protas están muy guapos. Y las escenas de barcos, muy bien rodadas. Pero la película no llega a funcionar como debiera.
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7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Horatio Hornblower
Al término de las guerras napoleónicas, el capitán Horacio Hornblower regresa a casa convertido en héroe de la Armada británica. Allí espera reunirse con su esposa.

Raoul Walsh dirige este clásico del cine de aventuras marítimas, alrededor de un personaje literario creado por C.S. Forester. Aunque pierde fuelle en su último tercio, el film posee una construcción muy sólida y un brillante ritmo narrativo, desplegando espectaculares batallas navales. El adusto Gregory Peck encaja a la perfección en el papel, secundado por la guapa Virginia Mayo. También hay fugaces intervenciones a cargo de futuras glorias como Christopher Lee, Stanley Baker y Richard Johnson.



"¡Ejem... ejem!"
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
El placer de la aventura
Uno de los más emblemáticos títulos del cine de aventuras, aventuras marítimas en este caso, basado en los relatos de C.S. Forester, que de la mano de Raoul Walsh, nos sumergen en ese período fascinante de la Historia como son las Guerras napoleónicas y sus batallas navales, donde nos narran las andanzas de su protagonista , el capitán Horacio Hornblower, justamente calificado en su título en español como " El hidalgo de los mares".
Walsh, ese director fogoso, enérgico, brillante narrador de las escenas de acción y maestro del movimiento y de la concisión era, sin duda, el más adecuado para llevar esta historia a la pantalla.
Fue el inventor de la máquina del tiempo y el espacio.
Uno, procedente de este prosaico y ahora asfixiante siglo XXI le da al play y, de repente, se encuentra transportado a un idealizado y romántico 1805, a bordo de un buque cañonero de la marina real británica, faenando en su cubierta con la comida y el agua racionada, bajo la amenaza del escorbuto y la muerte.
! Sujetad los obenques!. ! Sopla viento entablado! ! Timón a la vía!. ! Aseguren la arboladura! ! Cuidado con el puño de escota! ! Castillo de proa! ! Recojan el cabo de remolque! ! Velocidad, 31 nudos, señor!...
Mientras, bajo una actividad frenética, música épica y fotografía fantástica en delicioso technicolor, nos despliegan las gigantescas velas, faenan con las numerosas cuerdas ¿ o se dicen cabos?, palos, vergas y trinquetes que, por fin, la aparición del ansiado viento, ha devuelto a su utilidad inicial. Ya se pueden guardar los remos.
Pero es que, además de la acción, en estos primeros minutos, Walsh ya ha tenido tiempo para trazarnos un perfecto bosquejo de la situación histórica, la misión encomendada, el ambiente de la tripulación, los personajes secundarios y el carácter de nuestro héroe al que ya tenemos perfectamente perfilado y, por lo tanto, instalarnos también en el drama.
! Que no me digan que esto lo hace cualquiera porque no, esto está al alcance de pocos, poquísimos en realidad!
La emoción ya se ha adueñado de mí. La sed de aventura y épica y la admiración por los honorables códigos de conducta, valentía, serenidad y templanza que Peck encarna como nadie.
Walsh, continúa con su estilo y ritmo. El humor, que nunca falta en este director, ya empieza a asomar. El romanticismo, que aquí se le dota, casi, casi, de novela rosa, sin complejos, pero con buen gusto. Virginia Mayo vendrá a aportar ese toque y se nos presentará bellísima. El valiente y honorable capitán, se revelará tímido e inseguro ante las mujeres, !ejem, ejem!.
Una indeseable alianza en esos rumbos cambiantes de la guerra nos traerá el conflicto detonante del film. Un aliado, quizá, excesivamente caricaturizado, constituye una pequeña sombra en el film, pero que Walsh redime al proporcionarnos unas de las escenas de batallas navales más hermosas e imperdibles de la Historia. Y, encima, uno aprende estrategia naval. No sé de qué puede servirme pero el saber no ocupa lugar. Y, ahora, sé cómo tengo que maniobrar por si un día se me pone delante un cañonero enemigo.
Con la técnica disponible entonces, hay que ver con qué maestría y con qué documentación están rodadas.
Considero ésta, una de las mejores películas de aventuras marinas jamás hechas y sólo la pongo en un peldaño un poco por debajo de otra de este mismo realizador " El mundo en sus manos", para mí, perfecta. Aventuras, acción, drama, comedia, romance, para todos los públicos, niños y adultos. Que la disfruten.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Maravillosa
Un clásico en toda regla. Una de veleros en el XIX con un Gregory Peck en estado de gloria y una Virginia Mayo tan guapa como siempre. Lo tiene todo la película: acción, aventuras, valor, amor, color, diálogos, pasión, energía. Es una preciosidad. Así de sencillo.
No creo que se corresponda con una historia real, ni mucho menos. Es todo ficción. Sobre una base histórica determinada, que efectivamente es comprobable se construye una historia muy bonita.
El tempo de la cinta es espléndido, cada acontecimiento transcurre suavemente, sin prisas, en su momento. Con solvencia y sin apresurarse. Una auténtica película de aventuras.
No tiene el 'gancho' de las cintas de aventuras en el oeste, o en el ártico, en concreto no es comparable con "El mundo en sus manos" que es del año siguiente, porque aquella es más completa, más global. Más actoral también. Sin embargo esta es más entretenida. Aquella tenía una lectura más intelectual, ésta es un cine más amigable, más divertida.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Magistral historia de piratas
Es una película en la que no nos falta de nada.
La acción en combate a cañonazo limpio entre navíos, un humor sofisticado, una gran historia de amor imposible por el compromiso matrimonial de la bella "Virgina Mayo" y los lazos ya conyugales del gran "Gregory Peck" y su nueva paternidad del cual a mi parecer hace una interpretación soberbia durante todo el film.

Sin duda es una película que no nos defrauda en ningún momento. Se disfruta durante toda la duración de la misma.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El Gran Capitán.
123/19(15/04/21) Entusiasta propuesta de aventuras (me retrotrae a mi inocente niñez) de batallas navales napoleónicas que cumple con gran frescura 70 años desde su estreno (10/Abril/1951), dirigida con ritmo eléctrico por el gran artesano de la acción Raoul Walsh, teniendo de protagonista a un carismático y formidable Gregory Peck (afirmó que este era uno de sus roles favoritos, junto con el de otro mítico capitán, Akhab, y con el del icónico abogado Atticus Finch) encarnando al mítico capitán de marina inglés Horatio Hornblower, se siente realista como gran líder al que todos seguirán dando órdenes en medio del caos de la batalla, o muy jocoso con su clásico carraspeo, o por supuesto creíble en su faceta amorosa. El guión de Ivan Goff (“White Heat”), Ben Roberts (“Los Ángeles de Charlie”), y Aeneas MacKenzie (“Ivanhoe”), adaptando a la gran pantalla una mezcla de tres novelas de Cecil Scott Forrester (“La Reina de África”), “The Happy Return” (1937), “A Ship On The Line” (1938) y “Flying Colors” (1938), el novelista (escribió unas diez novelas sobre el capitán Hornblower entre 1937 y 1966) también colaboró con el guión en la adaptación.

En 1807, durante las Guerras Napoleónicas, el Capitán de la Marina Real Horatio Hornblower comanda la fragata de 38 cañones HMS Lydia en una misión secreta a Centroamérica. Proporcionará armas y apoyo a un megalómano llamado Don Julián Alvarado, que se hace llamar "El Supremo", en su rebelión contra España, un aliado de la Francia enemiga de Gran Bretaña. A su llegada, se le dice a Hornblower que se ha avistado un buque de guerra español mucho más grande y poderoso, el Natividad de 60 cañones.

Nos adentran con la ágil y experimentada labor de la dirección en el mundo de la navegación con velas, haciéndonos sentir uno más entre la tripulación del legendario Hornblower (con ese lenguaje marino de trinquetes, cabos, vergas,...), donde la mayor parte de la acción transcurre en alta mar, con castigos corporales, asaltos a barcos, abordajes, cargas de bombardeos, estrategias de fintas de barcos, batallas navales mostradas con un brío y nervio realista impresionante en sus fabulosos efectos visuales, incluso fugas en tierra, toda una lección de buen cine de entretenimiento, con una fenomenal cinematografía de technicolor de Guy Green (primer director de fotografía británico en ganar un Oscar, (por “Great Expectations” de David Lean en 1946).

Walsh es un maestro alternando los tiempos, la acción, la descripción de personajes, el humor (ejemplo las apuestas entre los lugartenientes del capitán), el romance (dulce, gradualmente expuesto, y sin estorbar a la acción del capitán con la bella Virginia Mayo como Lady Barbara Wellesley), y ello sin que nada se sienta tropellado. Añádase en su primera parte un villano caricaturesco muy divertido en su pomposa megalomanía, algo que echo en falta en la segunda parte, un antagonista de peso (solo medio lo es su celoso superior el contralmirante Sir Rodney Leighton encarnado por Denis O'Dea). Primero de cuatro films realizados por Raoul Walsh sobre aventuras en el mar ("El pirata Barbanegra, 1952", "El mundo en sus manos, 1952" y "Los gavilanes del estrecho, 1953"). La película fue un éxito, el mayor éxito del año 1951 para la Warner.

La historia resulta muy atractiva, con personajes muy bien definidos, con un protagonista que encarna la valentía y nobleza, con giros narrativos ingeniosos como que el que antes era aliado de pronto se convierta en enemigo, con descripción hábil de la dura vida en alta mar (los castigos, el hambre, la sed, las enfermedades,…), con deslumbrantes enfrentamientos navales, donde las velas caen sobre la tripulación, donde los agujeros en el casco destrozan, con cañones infernales, con sagaces maniobras bélicas.

Gregory Peck da vida con gran sentido de señorío al ‘héroe’, ya con una brillante presentación durante el castigo a latigazos de un marino, donde da una lección a un subordinado por cómo debe de medir sus palabras si no quiere provocar dolientes consecuencias. Se le encumbra mediante los comentarios de su tripulación, la loa a sus tácticas en la batalla, a como su ración de comida es la misma que el resto, como sabe del peligro cuando baja a tierra para tratar con un aliado (El Supremo) y pone medidas por si acaso. El actor de San Diego lo encarna con tremenda hidalguía (de ahí su título en español), imprime serenidad, flema, honor, teniendo una grácil química con Virginia Mayo, la bella actriz cumple con creces con su papel de elemento romántico con obstáculos de por medio; Entre los secundarios destaca Alec Mango como Don Julián Alvarado ‘El Supremo’, que realiza un muy solaz rol como un endiosado reyezuelo con aspiraciones faraónicas ("El virrey español envió a un diplomático que me advirtió que frenara mis ambiciones políticas. En respuesta, envié parte de él de regreso a Panamá. Su cabeza, para ser precisos"); James Robertson Justice como el marino Quist, el que representa a la tripulación de a pie, lo hace con gran vigor.

Desde la visión española puede molestar la visión que se da de nosotros, cuando son capaces de abordar un gran navío de guerra como el Natividad sin que nadie perciba (es que no había guardia?) que decenas de ingleses se adentran en él desde el agua, se enfrentan unos y otros a espadas y por supuesto ganan los de la Pérfida Albión. Nótese que el capitán del Natividad es un cuasi-imberbe Christopher Lee; Tampoco es que los hispanoamericanos queden mejor, estos a los que dan vida los de un país centroamericano que se ha rebelado contra España, expuestos como sucios, vestidos como mexicanos folclóricos, todos con bigote (eso me pareció), y encabezados por un loco endiosado.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Descafeinado
A mí las películas de piratas no me gustan mucho, pero es lo mismo que las de oeste, que tampoco me gustan, pero hay unas pocas que son joyas. Esta no es una excepción, si no, que es una decepción.

¿De que va la peli? Pues ni idea, porque va de un momento absurdo a otro, y así todo el rato.


En fin... entretenida porque hay acción, pero vacía de contenido. Al menos se disfruta viendo a un Gregory Peck muy atractivo.
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5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Una de mis favoritas
Hacía eones que no la veía y tenía curiosidad por volver a verla de adulto. La verdad es que me sigue pareciendo tan buena como siempre. Ha envejecido estupendamente.

Las espectaculares batallas navales magníficamente rodadas, la hermosa fotografía a todo color y el apasionado romance de su atractiva pareja protagonista, convierten a El hidalgo de los mares en otro espléndido título del cine clásico de aventuras de los años cincuenta.

Basada en las novelas de Scott Forester, cuenta la historia del valeroso capitán inglés Horatio Hornblower y sus emocionantes aventuras navales durante las guerras napoleónicas a comienzos del siglo XIX.

Como curiosidad señalar que éste fue uno de los primeros trabajos del gran Christopher Lee.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Las tribulaciones de un marino en el mar, y fuera de él
"El hidalgo de los mares" podría haber sido una notable película de aventuras marítimas, si no fuera por la inclusión de Virginia Mayo en el argumento. No es que moleste ver a una actriz atractiva, al contrario, pero cuando el personaje no aporta nada directamente es incomprensible su presencia. Por lo demás, las ideas inicial y final son buenas, aunque nos presente a ese estrambótico dictador centroamericano que parece salido de la revolución mexicana en lugar de una fortaleza militar de ultramar. Sin embargo, la parte central de la película flojea mucho derivando hacia un melodrama que, como digo, no sirve más que para aturdir al honorable capitán Horatio Hornblower.
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Aventuras en el Mar
Buena cinta con el notable Gregory Peck. Nos muestra las aventuras de Horacio Hornblower y la difícil vida a bordo de los navíos de aquella época. También muestra algunos momentos románticos en la travesía entre el capitán y la hermana de Wellington. Especial mención para la excelente fotografía del filme, considerando que es una cinta que data de 1951. Buena actuacion de Virginia Mayo y especialmente entre os secundarios, destaco a Robert Beatty. Especial para los amantes de las películas de aventuras.-
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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