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117 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
7
El poder de las palabras.
"Unwanted".
Indeseado.

Así se percibía a sí mismo Churchill antes de ser nombrado primer ministro; así era percibido por el rey de Inglaterra, por su propio partido y por buena parte de la población. El desastre de Gallipolli y ciertas acciones que llevaron a la muerte por fuego de varios anarquistas lo pusieron en solfa, así como sus actitudes hacia las huelgas mineras debido a la ojeriza que tenía a los sindicatos anarquistas, socialistas y comunistas.
Pero era el único que, a parte de Hallifax, podía tolerar la oposición cuando se descabeza a Chamberlain.

La película parte en este punto y termina con el salvamento de Dunquerke. Entre tanto, podemos disfrutar de una fotografía maravillosa que remarca los claroscuros al más puro estilo de Rembrandt o Velázquez; de una banda sonora correcta y de una cinemática que tiene sus momentos más logrados en los discursos en el Parlamento.

Sin embargo, lo más destacable son las palabras y quien las pronuncia, pues fueron sus discursos (según la película, no según la Historia), las que hiceron del 'Never Give Up' ("No rendirse jamás") casi un lema nacional.
Y es Gary Oldman el que se mimetiza con el personaje, tanto en dicción (asomboroso cómo lo hace. Por favor, vedla en versión original), en lenguaje corporal y en expresión facial aún bajo las extensas capas del oscarizable maquillaje. Magnífico. Lo borda en la que, creo, es la mejor actuación de los últimos quince años.
Y con Oldman es mucho decir.

Volvendo a las palabras, donde más deslumbran es en ese momento populista en el tren, muy bien filmado y guionizado, y en las dos arengas finales, que llegan a emocionar por más palpable que sea la manipulación emocional en la que se basa la susodicha escena del tren, pues es bien sabido que el propio Churchill era firme defensor de una coalición anticomunista y para eso estaba disspuesto a pactar con la Alemania nazi bastante antes de que pasara todo esto. Concretamente, en una reunión mantenida en 1938, Von Ribbentrop (embajador de Alemania en el Reino Unido), ya le confía a Churchill que Alemania iba a invadir la URSS. Y no dice nada. Es más, se alegra.
Cosa que se le olvida mencionar a los pasajeros del tren. Curiosamente.

Pero como la vida te da sorpresas, el que estuviera dispuestísimo a pactar con Hitler contra las soviéticos, como el novio desengañado, como el fumador desengachado por fin, se revuelve como un loco y pasa a ser el mayor enemigo de lo que antes deseaba: HItler. Y los periódicos de esa época, tras poner verde a los rusos y sus atrocidades en Finlandia y otros países, de repente pasan a ser no tan malos y el demonio pasa a ser Alemania. La prensa y su objetividad, ya saben. Cosa que dura hasta hoy.
Y debido a ello (y otras razones, pues es política, donde la integridad brilla por su ausencia y dado que, como dicen en la película, Churchill solo miraba por él mismo), se opone con uñas y dientes a cualquier tratado de paz (que ocupa buena parte del film). Y tuvo razón, por demás. Y supo ganarse a los políticos y al pueblo, al menos durante la contienda, pues al acabar esta fue vencido y desalojado del 10 de Downing Street.

Nada de esto aparece en la película, por supuesto. Como el Lincoln de Spielberg, es una especie de hagiografía donde hasta sus exabruptos nos parecen encantadores y donde se le engalana con unos valores que están en el imaginario nacional y colectivo, pero no en la realidad.

En definitiva, una película dignísima de ver, cuyos 120 minutos pasan en un suspiro y donde a veces te olvidas de que Churchill está muerto gracias a la intensidad discursiva y a la interpretación de Oldman, quien opaca al resto de excelentes secundarios hasta convertirlos en meras comparsas, por más entidad que quieran darles, como en el caso de su mujer (Kristin Scott Thomas) y su secretaria (Lily James).

Creo que no os defraudará. Incluso os puede gustar.
Eso sí, olvidaos de la historia detrás de la Historia que han dibujado.
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125 de 150 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Winston, el cerdito valiente
(Esta crítica me va a costar la vida hacerla. La lucha entre las risas y las lágrimas, al recordar lo visto, va a suponer un enorme obstáculo para que fluya con soltura mi prosa y su desmesura. Coraje. Lo intentaremos)
El soberano sueco fue saludado por los soldados con siete salvas.
Hay muchas formas de aproximarse a los acontecimientos históricos más señeros. Por ejemplo:
- Con sarcasmo feroz y compasivo humanismo. "Senderos de gloria". Viva.
- Con humor salvaje y libertario. Esperpéntico y voraz. "M.A.S.H". Bravo.
- Con mirada documental, muchos testimonios y largas horas de observancia pasmada. "Shoah". Bien.
- A través de series que recreen esos hechos con atenta exhaustividad. Ya sean documentales o ficcionales.
Pero sobre todo hay un modo que triunfa como la cerveza y agrada a toda la platea. La solemnidad sentimental propagandística patriotera patotera. O digámoslo de otra forma: el espectáculo circense que traduce la Historia a una gran farsa, gran guiñol o monstruos de feria que maquillados casi parecen superhéroes (de la Marvel). O casi mejor: como el concierto de un solista genial, elegido, iluminado y bendecido por la gracia de Dios que nos salva a todos del mal, la oscuridad y el miedo.
No sé por qué pero empiezo a tener la extraña sensación, dos y dos suelen ser más que tres, de que el Imperio Británico que parecía muerto y enterrado está renaciendo de entre sus cenizas como el ave Fénix. El caso es que han puesto la maquinaria de propaganda a todo trapo. ¿Quieren lavar su imagen por los últimos acontecimientos y sus dudosas actitudes como serviles del amo americano y tahúres en el espacio europeo? ¿Nada que ver?
Juntemos varios hechos (artístico-peliculeros).
- Dunkerque. Nolan. Los ingleses somos héroes y salimos de todos los atolladeros con el apoyo de nuestro hermoso pueblo.
- The Crown. Serie sobre la corona británica de alta calidad pero de evidente regodeo patrio y ensalzador de su máxima mandataria regia que casi ya a los cien nos llega. La condenada.
- Casi que la última de Branagh, aunque de producción americana, en su sorprendente desenterramiento in extremis de su diosa literata popular Christie y de sus, por añadidura indirecta, patentados métodos filosófico deductivos inductivos. Por no hablar de la un poco más fuera de fecha aunque en la misma línea cachondo histórica de cuchufleta, la recordada "El discurso del Rey".
Hagiografía o loa o genuflexión o felación serían términos ralos, chabacanos, cortos.
Nos muestran a Winston como un superhéroe de tebeo (grotesco). Por muchos momentos, aquello parecía una película de Spiderman o Superman más que el retrato de un alcohólico y rechoncho gobernante/gerifalte.
"Sobre ti recae el peso del mundo". Le comenta su santa esposa. Y claro, no pude evitar pensar en frases como "un gran poder conlleva una gran responsabilidad". Es decir, reducen un asunto de una envergadura monstruosa, la Segunda Guerra Mundial en sus inicios, a las bravatas, ocurrencias y barrabasadas del bueno de Winston. La reduccion infinita de un problema gigantesco supone un proceso (anti)intelectual de simplificación, puerilidad y mala intención que casi no se puede creer (¿por quién nos toman, a nosotros, a todos, nada menos?).
Vayamos al spoiler que hay mucho más.
Nos sacan a Winston con todas las cualidades tópicas (hasta el vómito) de los grandes hombres que en el mundo han sido, mala leche, brillantez, espontaneidad, valor, generosidad, improvisación, gruñón, cachondo, enfadado, salvaje, libe y muy hermoso (en espíritu, como un mesías que nos redime).
Hasta sus, al parecer, abundantes y celebradas cagadas nos (casi) enseñan. Del cerdito (así se tratan en la tierna intimidad los sempiternos enamorados, entre mimos y delicados gruñidos -los dioses cuando se visten de humanos también son vulgares, como todos, aunque no lo parezca) todo tiene provecho y gozo.
Y hay que arroparle, darle un coro, una claque que le inspire, apoye, aliente y aplauda. Algún mediador que insista en su humanidad y cercanía, que resalte el aspecto más sentimental del brutal titán.
Para esa digna, encomiable función tenemos a la secretaria. No se puede ser más guapa, pundonorosa y buena. Le mataron al hermano y por su país ella daría su misma mano. Quiere a Winston como al Papa o a su papa. Enamorada de su fulgor y verdad, de su talento y grandeza hasta las trancas de su bella alma. Si ella le adora tanto, que es tan pura y plena, cómo tú no, truhan.
Y la santa parienta. Que no, que aquí no es un simple florero, que le da los mejores consejos y le recuerda, en los raros momentos de flaqueza del gran hombre, lo mucho que vale y lo importante que es para el futuro del mundo libre. Por si se le ha olvidado ya que anda tan ocupado que no tiene descanso ni un segundo.
Y también tiene sus enemigos (de pega, pura fachada, todos en el fondo del fondo de sus corazones le quieren mucho, así es, algunos tardaron más en darse cuenta, eso es todo), intrigas y dudas.
Y unas naciones y compays presidentes de otros países que le dejan tirado para que él tenga que luchar solo contra los malos (hay que ver... ).
A la heroica Gran Bretaña la abandonaron a su suerte Francia y los USA (y Holanda y Bélgica y... ). Así que ella/ellos tuvieron que ganar la guerra solos contra los nazis demoníacos.
¿Y los rusos algo hicieron? ¿O no? Parece que no, aquí ni se les nombra. ¿Para qué, si fueron pura comparsa, chirigota gaditana, solo pusieron los muertos, más de veinte millones, dicen? Eso fue después, casi al final, cuando Winston ya se había hecho cargo y tomado las riendas del caballo. Él solo y sus súbditos fieles. Ya, por entonces, estaba todo ganado.
¿Y los rumores que dicen que hubo al principio ciertas dudas respecto a una posible alianza con los nazis diabólicos? Nada, imposible, Winston dijo que no y no, y a callar, que a los malos ni agua. Ya los conocía. No se equivocaba. Los vio venir con su habitual perspicacia y lucidez.
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216 de 333 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Yo me bajo en Wentminster, ¿y usted?
Corren nuevos tiempos para el biopic, y eso lo sabe ya hasta el más pintado. Ahora ya no se lleva eso de contar de punta a cabo la vida y milagros de la celebridad de turno, y más bien de lo que se trata es de centrarse en un momento concreto de su existencia y desarrollarlo con profundidad, independientemente incluso de si éste supone un antes y un después dentro de la trayectoria del homenajeado. El cine nos ha dado ejemplos recientes al respecto en películas dedicadas a Lincoln, luchando para que el Congreso apruebe su famosa enmienda contra la esclavitud, a la reina Isabel, en los días posteriores al fallecimiento de Lady Dy, o a Hitchcock, intentando ligarse a Janet Leigh durante el rodaje de “Psicosis”. Dentro de esta misma variante, “The darkest hour” vendría ahora a relatarnos lo que fueron las primeras semanas de mandato del presidente británico Winston Churchill, en unos tiempos especialmente delicados para el mundo tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Son momentos cruciales también para el propio Reino Unido, que no deberá demorarse demasiado en determinar cuál va a ser su verdadera posición en el conflicto. Churchill accede además al cargo después de un vacío de liderazgo en su propio partido. No es el candidato deseado por la mayoría, y sus primeras decisiones tampoco van a ser del agrado de muchos. En esos primeros días, el nuevo presidente tendrá que lidiar entre otras cosas con la operación Dynamo que supondrá la célebre evacuación de las tropas aliadas en la playa francesa de Dunkerke, muy de moda últimamente por cierto en las pantallas de cine (¿será cosa del Brexit?)

A priori, podría presuponerse que “The darkest hour” no es sino una gigantesca excusa para hacer que su protagonista principal, Gary Oldman, arrample con todos los premios habidos y por haber, y consiga- por fin- el primer Oscar de su carrera. Lo que el tópico llama un vehículo de lucimiento, vaya. Y es cierto que Oldman está soberbio, con su dicción – ver esta película doblada es pecado mortal-, con sus gestos, con su sola presencia, con una caracterización perfecta además. Pero no es menos cierto que, afortunadamente, el film es algo más que Gary Oldman. Tampoco, en principio, el proyecto parecía encajar con la personalidad de un director como Joe Wright, y eso que su fijación por el episodio de Dunkerke le viene de lejos, como quedó sobradamente demostrado en aquel recordado plano secuencia circular que aparecía en “Expiación”. Wright hace gala de su habitual virtuosismo, que en esta ocasión resulta menos irritante que otras veces, con una esmeradísima puesta en escena y los aderezos imprescindibles de la dirección de fotografía de Delbonell y la banda sonora de Marinelli. Por si fuera poco, el guión esta vez también acompaña, y “The darkest hour” termina siendo la lección de historia amena y eficaz que todos esperábamos que fuese desde el principio.

No spoilearé la que sin duda es la escena más memorable y emotiva del film, pero nos habla de lo bien que le vendría a los políticos mezclarse de vez en cuando con el vulgo y con el pueblo llano. Tiene algo de ese espíritu humanista del cine de Clint Eastwood cuando, por ejemplo, se detiene a reflejar la dimensión moral de Mandela codeándose con su selección de ruby o con los empleados de su residencia oficial. En este sentido, yo me acuerdo también del biopic dedicado a Jorge VI- en la línea también de los dedicados a Lincoln, a Hitchcock o a la reina Isabel- aunque sólo sea por mera asociación de ideas y porque el personaje protagonista de allí aparece aquí como secundario en la trama. Qué importantes son también los discursos en esta película, no sólo vemos como se declaman, también como se ensayan o se redactan. A Churchill, un mago de la elocuencia y la oratoria (no olvidemos que ganó el Nobel de Literatura) le precedían su bombín y su puro, pero también su perseverancia, su famoso “Never, never give up”. De ella se sirvió para fraguar su leyenda; “The darkest hour” da cuenta de cómo ésta empezó a forjarse.
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36 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
“Lo que poco cuesta aún se estima menos”
“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.” Al terminar de ver esta cinta británica que nada a contracorriente del pensar mayoritario y cándido que anega las mentes de tantos crédulos bienintencionados – atiborrados de consignas idealistas e ilusas arengas contra la guerra y en favor de la paz – tuve que pensar en varias citas del Quijote de Miguel de Cervantes que nos devuelven a la realidad, sin engaños ni fingimientos, y nos enfrentan a la dureza y crueldad de la vida, llamando a las cosas por su nombre, tanto si nos gusta como si no.

La figura del político Winston Churchill (1874-1965), de tan conocida y publicitada, se ha convertido casi en una marca comercial tras la que no sabemos lo que se oculta ni lo que pueda significar. Intuimos que fue alguien importante, algunos dicen que escribía bien y hay casi unanimidad al afirmar que fue un gran orador parlamentario… pero para otros fue un noble latifundista, un mimado ególatra, un obcecado enemigo del nazismo y un defensor de sus privilegios sociales. Quizás todos tengan algo de razón, pero su importancia histórica viene marcada porque fue uno de los primeros y más vehementes opositores a Hilter, quien vio desde el inicio lo que estaba en juego durante los años treinta del siglo XX: la supervivencia de la libertad y de las democracias liberales europeas bajo la amenaza totalitaria, expansionista y batalladora del resentido racista austriaco que se había hecho con el poder en Alemania.

Esta película se centra en las primeras semanas de su mandato como primer ministro del Reino Unido – mayo de 1940 – cuando los éxitos militares y anexionistas del demente Adolf Hitler parecían no tener fin ni contención posible, cuando parecía más sencillo negociar una rendición incondicional (para salvar la vida) en vez de enfrentarse a la bestia y poner freno al desatino enloquecido de un maniático inculto y populista (lo cual podría significar la muerte casi segura). Pero supo poner en pie lo imposible: una defensa quijotesca contra la barbarie y el odio, primero con palabras, luego con hechos, finalmente con la victoria.

Quizás la dirección de Joe Wright pueda pecar de alambicada y preciosista, pero es innegable que dota de agilidad y fluidez a un relato que por previsible corría el riesgo de perderse en una maraña de discursos y sermones rancios. Además cuenta con la complicidad inestimable de un Gary Oldman inconmensurable, de una fotografía angustiosa y de una música perfecta. El resultado es mucho mejor de lo que uno se pudiera imaginar. Apasionante y necesaria.
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31 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Churchill millenial.
Tal vez el momento cumbre de la historia moderna de Gran Bretaña, accediada por los nazis, cuando era inminente la caída de Francia, y sin contar todavía con Estados Unidos, Churchill es elegido primer ministro, luego de la renuncia de Chamberlaine, para hacerse cargo de un gobierno de coalición, varios sectores quieren obligarlo a firmar un acuerdo de paz con Alemania, para evitar el derramamiento de sangre inglesa y la destrucción del país, esas horas, que se convierten en días y semanas, son las más oscuras que pasa Churchill.
Con una estética de lo más cuidada, buen pulso narrativo, para atraer al espectador moderno a un drama histórico, encima político, temas que en general el público rehuye, pero que aquí logran hacerlo de forma entretenida y ágil.
Buenas interpretaciones, en fin, la típica propuesta hollywoodense con sabor británico que siempre es una de las nominadas, aunque en general solo está entre las candidatas para hacer bulto digamos.
Lo malo es que hacen demasiadas concesiones para lograr gustar, transforman a Churchill en algo que nunca fue, o sea luego describiré con detalle en la zona spoiler, pero de verdad llega un momento en que se vuelve ridículo ese afán por hacer que los millenials lo vean de forma cercana, traicionan al personaje, en vez de retratarlo como lo que era, un hombre nacido y educado en el período victoriano, con ideas y razonamientos de su época, no de la actualidad, por lo que obvio que varias de sus opiniones hoy serían consideradas reaccionarias, provocando que mucho de lo que sucede en la película carezca de sustento, razón, coherencia, lógica, y verosimilitud, con lo que fue el verdadero Churchill.
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17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Muy buena recreación de un momento muy específico de la historia, Inglaterra en Mayo de 1940 y su dirigente: Winston Churchill.
Desde el punto de vista histórico, creo que está sobresalientemente recreada, eso sí, no esperen ver la vida completa de Churchill, ni siquiera 3 años de su vida... La peli describe lo que fue la investidura de Churchill tras Chamberlain y los conflictos con sus asesores sobre si debían hacer o no hacer frente a la bestia nazi. Los decorados, los personajes y la trama histórica es excelente. No sabía que el rebelde y enfant terrible Gary Oldman acabaría sus días haciendo de Churchill... Bueno, también se expone con creces su adicción al alcohol, a los puros y a la comida grasienta... pero ante estos vicios y a pesar de su avanzada edad, se proclama como un gran orador y un excelente diplomático al servicio de sus ideales, a muerte a por los nazis, cueste lo que cueste, y vista la situación que había en mayo de 1940, y su situación de falta de apoyos internacionales en ese momento, no cabe duda de que le echó un par de cojones, con el apoyo del pueblo británico. Eso sí, como no te guste la historia, la política o las relaciones internacionales.., mejor ve otra películas, no hay apenas escenas bélicas propiamente. Película con algunos momentos francamente emotivos y estelares.
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17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
El hundimiento, pero inglés
Biopic de Churchill, de cómo fue elegido y alzado como gran líder de la nación y estandarte de los aliados, para luchar en uno de los acontecimientos más importantes de la historia y más adaptado al cine. Pero vayamos a lo gordo, el período concreto, a Dunkerque.

Es imposible, primero, mostrar mis sospechas a la auto-publicidad que se hacen dos películas entre ellas, estrenadas casi a la par. Una, la de Nolan, que habla de la parte de campo, los hombres de a pie que de forma valiente hicieron su parte, y la otra, la de Wright, que nos cuenta el mismo hecho, pero desde el punto de vista político y de salón, donde no te manchas las manos sino la honra, que tratan a miles de soldados como trato yo a mis personajes del Sims.

La película es como una clase de historia magistral, si estas interesado en el período histórico aguantas 50-60 minutos atendiendo y disfrutando del aprendizaje, si tienes clases de dos horas necesitas un descanso o al menos poder interrumpir y hacer preguntas. En biopics tan correctos suelen incluirse amoríos o heroicidades, más lejanos de la realidad, pero haciéndola más accesible, aquí poco se sale de lo marcado, exceptuando alguna escena de su mujer o de su secretaria, pero cortas y directas. Por un lado, me hubiera gustado algo más que el simple hecho de intentar no dormirme, pero sin llegar a incluir escenas familiares sin sentido en la trama. A falta de una crítica constructiva mejor yo hubiera acortado el metraje.

Los hechos que acontecen y las personalidades de los personajes históricos son datos que se pueden comprobar, y que probablemente amantes de la historia lo harán y criticarán. No conozco muy bien al director, pero espero que haya sido lo más fiel posible y que todas las escenas donde el público reía con los comentarios de Churchill no hayan salido solo de la pluma de un guionista, para intentar mantener al espectador atento, sino que en la intimidad este personaje hablaba catalán y todo. Yo no tenía a Churchill como un personaje gracioso.

La película mantiene una apariencia claustrofóbica. Churchill la mayor parte del tiempo está encerrado en un búnker, camina por pasillos estrechos y mal iluminados, al más estilo “El hundimiento”, incluso el palacio y sus conversaciones con el rey son tristes y oscuras. El problema es cuando insiste en meter algunas escenas que chirrían, intentando hacernos ver lo que había en la calle, pero sin venir muy a cuento ni quedarnos muy claro cuál era la verdadera sensación que se vivía en las calles, más parece que el director quiera lucirse con el travelling ese feo o las escenas abriendo y cerrando zoom que un sentido lógico. Y qué decir de la escena del metro, en muchas ocasiones lo más absurdo de una biografía es lo más verídico, mientras que lo trivial y recurrente se embellece y modifica para la gran pantalla, por lo que no me cabe duda de que ocurriera, pero poner el metro de CGI y darle un diálogo a todos los pasajeros tipo Espartaco... Que el rey Jorge le diera ánimos y que él lo celebrara yéndose de putas para volver todo borracho al parlamento y declarar la república hubiera sido un clímax menos vergonzoso. Otro recurso, poner las fechas de esos días. Esto aporta una sensación de contrarreloj, de que todo se va a ir al carajo, pero ponerlo en pequeño en una esquina, visible pero discreto, me parece una decisión más acertada que en Arial Black 100 ocupando toda la pantalla. Y, para terminar, el final, por no terminar por el principio. Churchill dedica todo el tiempo a dar grandes discursos y la mayoría son de los que te llenan el espíritu, pero el parlamento levantándose haciendo la ola tampoco creo que fuera la respuesta que esperaba cuando escribía su discurso.

Terminar hablando de Oldman, un actor tan bueno que olvidas quien es durante esta película, solo al alcance de grandes como el que sale en el nombre del padre, ese tío que era el último mohicano, pero que en realidad no, porque el último mohicano era el otro, ese tío. También le tendrá que agradecer (si le premian) a los/as maquilladores/as con un trabajo de OSCAR. Imposible no comparar con dos casos recientes de maquillaje hiperrealista como son “J. Edgar” de Eastwood, que solo merece nuestras risas, y Hitchcock, que tampoco es un gran maquillaje, pero Hopkins tampoco se esforzó mucho.

En general, un biopic correcto, es decir que te aburre en gran parte, pero sales con una sensación de haber aprendido algo, no sé muy bien el qué, pero se agradece. En cuanto a pronósticos, mejor actor y maquillaje, además es el estilo que le va a la academia. En todo lo demás espero que haya alguien que lo haya hecho mejor porque si no lo llevamos claro.
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19 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Gary Oldman resucita a Winston Churchill.
A la espalda del famoso Big Ben, frente a la Abadía de Westminster, y con el Parlamento a escasos metros, en pleno corazón de Londres, se encuentra la estatua de los primeros ministros ingleses más destacados, y de entre todas ellas, es sin duda la de Winston Churchill la que más llama la atención del visitante, por su evidente relevancia histórica, y su relativa cercanía temporal, figura clave indiscutible de un momento crítico, que estuvo a punto de cambiar el destino de Europa en plena Segunda Guerra Mundial.

Era lógico esperar, que un personaje tan destacado acabara ocupando su espacio cinematográfico, como protagonista absoluto de unos hechos insinuados ya por otras producciones, que entre Discursos del Rey o evacuaciones en Dunkerque, ya hacían notar, recientemente, algunos de los encuentros o episodios acontecidos alrededor de tan oronda y característica silueta.

A los mandos se encuentra el director Joe Wright, uno de los valores más fiables del cine británico, responsable de joyas del calibre de Expiación, y por tanto, el candidato perfecto para regresar a 1940, como cronista de un periodo del que salió más que airoso hace apenas unos años.

Desgraciadamente, Wright parece abrumado por el peso de la responsabilidad, su pulso es tibio, y particularmente torpe cuando se trata de escenificar los asuntos domésticos de Churchill, todo se muestra convencional, académico, hilvanado para contentar al respetable asumiendo los mínimos riesgos posibles, plasmando por tanto, una preocupante falta de ambición.

Mención aparte merece la caracterización de Gary Oldman, que incluso bajo la capas de maquillaje, consigue acercarse tanto al personaje, que no es que limite a interpretar a Winston Churchill, sino que sencillamente, consigue convertirse en él, adoptando toda una serie de gestos y maneras, que sin duda, configuran el principal hallazgo del film.

Acompañan en el reparto a Oldman, una muy veterana y algo excéntrica Kristin Scott Thomas, y una correcta Lily James, que parece ocupar el lugar nostálgico que Wright hubiera entregado indudablemente a Keira Knightley, la musa de sus películas más recordadas.

En los apartados técnicos, Dario Marianelli aporta, batuta en mano, su habitual trabajo de calidad, como compositor de cámara del realizador, que aquí se posiciona esforzado, peleando contra unos elementos menos favorables a los que suele acostumbrar este binomio ganador.

Finalmente, este biopic de época, será justamente recordado por el brillante trabajo de su protagonista, pero no tanto por lo que se suele esperar en este tipo de producciones, despertando la sensación de oportunidad perdida, la cual recorre el metraje de una obra que se deja ver con agrado, pero que en ningún caso, consigue acercarse al terreno de lo memorable.



<Lee esta crítica, y muchas más, en Fusion-Freak.com>
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14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Un camaleón suelto
Sin duda a estas alturas no sorprenderá a nadie el hecho de que Gary Oldman es un gran actor, si es cierto que el personaje de primer ministro Winston Churchill parece hecho a su medida,perfecto sencillamente soberbio es como está este gran actor, pero “el instante más oscuro” es más que eso. Wright nos cuenta la eleccion del primer ministro y sus días posteriores, humanizando al personaje con sus decisiones y dudas por igual. Bien rodada, con talante y buen pulso. Una de las mejores películas del año para un servidor.
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21 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Ciencia Ficción
Otra película de propaganda, y van....
Lo único destacable, las actuaciones, la ambientación y la música.
El resto es pura propaganda para hacer ver a Churchill como un amigo de la humanidad, y un representante de la misma. El amigo Winston, tan bueno, entre las cientos de barbaridades que ha dicho y hecho, mas adelante en el tiempo diría "No dejen que Argentina se convierta en potencia, arrastrara tras de si a toda América Latina.... Hay que humillar a Argentina". Tipazo!
La película se centra en la diyuntiva sobre si acordar la paz con los alemanes o continuar con la guerra (que los brítanicos habían declarado). Alemanes que por cierto en reiteradas ocaciones habían pedido la paz y antes hasta incluso una alianza militar con Francia, cosa que esta peli desconoce.
La verdad, otra decepción sobre temas históricos mas. Nada tiene de historia, todo propaganda aliada.. aburre ya. Si nos educa Holliwood y la tele estamos en el horno.

3 PUNTOS.... Si fuera cierta en un 50%, le pondria un 6
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22 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Con este Churchill habrían ganado los nazis
Últimamente tengo la sensación de estar en otro planeta. Desde luego no en el del séptimo arte al que tanto debo y respeto proceso.

Leer las críticas de esta película me hicieron ir a verla dispuesto a ver una interpretación arroladora de Gary Oldman y, por supuesto, a visionar, una vez más, una historia mil veces contada pero con un toque muy personalísimo de director y actor.

Pues nada de eso he visto, o mejor dicho, he sentido con esta película que peca de un formalismo "británico" tanto en la historia como en la puesta en escena. Flema y más flema es lo que he recibido mientras intentaba emocionarme e interesarme por la figura de un Winston Churchill que parecía una caricatura de si mismo.

Cuando ya se han hecho tantas revisiones de este personaje histórico lo mínimo que se puede exigir es un toque diferente, un punto de vista arriesgado o una historia donde secundarios aporten lo que el protagonista no consigue hacer a lo largo del metraje.

Reitero el título: con este Churchill los nazis habrían ondeado su esvástica en el palacio de buckingham.
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10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Imprescindible verla en versión original
El 80% de la película recae en la interpretación de Gary Oldman en su mimetismo con Churchill. El resto de la película está basado en escenas de interiores sin dar sensación de la situación real que se vive.
Grandes dosis de propaganda anglosajona exaltando una vez más su papel en la guerra mundial en detrimento de otras naciones.
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Retrato de Una Decisión
¿Cuánta responsabilidad puede aguantar un ser humano sobre sus hombros, y solo los suyos?

El director Joe Wright nos transporta en "El instante más oscuro" a la Inglaterra de 1940, cuando Winston Churchill es elegido primer ministro británico, y debe enfrentarse al dilema de negociar la paz con los nazis ante la inminente invasión, o por el contrario ir a la guerra con todo, por tierra, mar, y aire. La interpretación de Oldman como Churchill le valió su segunda nominación a los Oscar como mejor actor principal, y su primera estatuilla como vencedor, y no es para menos; Oldman es Churchill, el maquillaje juega un elemento crucial en la caracterización del personaje, pero es el actor quien transmite una gran variedad de registros en una de las mejores actuaciones de los últimos años. El resto del reparto cumple con el papel. Y la ambientación está cuidada al detalle.

Sin embargo, el principal aspecto positivo de esta película es cuando el guión muestra los entresijos del nombramiento de Churchill, las consecuencias del mismo, las dificultades que tuvo dentro de su propio partido, y la multitud de interesantes debates morales en que deriva todo. No hace falta ser fan de la Segunda Guerra Mundial para apreciar esta película, solo ganas de conocer uno de los personajes más importantes de la historia de la humanidad, en una versión humanizada que muestra tanto sus fortalezas como sus debilidades, un retrato en forma de película indispensable.
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7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Nunca, Nunca, Nunca Rendirse
Terminando de ver “Darkest Hour” (2017) de Joe Wright con Gary Oldman, Ben Mendelsohn, Kristin Scott Thomas, Lily James, Stephen Dillane,Richard Lumsden, entre otros. Drama histórico que muestra a Winston Churchill en un punto clave en plena Segunda Guerra Mundial, cuando Hitler se decide a invadir Gran Bretaña, al tiempo que el movimiento civil impulsado por El Primer Ministro británico logra salvar miles de vidas en Dunkirk. A propósito, llama la atención que esta es la 3ª película que tiene a La Operación Dynamo como parte de su trama, los otros filmes son el filme “Dunkirk” de Christopher Nolan y “Churchill”, aunque el primero no tenga al “Bulldog” como protagonista. Aquí, toda la historia se centra en el estadista británico, GRANDE desde cualquier punto de vista, un ser tan complejo como interesante, y toma el título “Darkest Hour” de uno de sus discursos más elocuentes. La narración es clásica, predecible porque es historia real, con algunos momentos muy inspirados, como la escena de Churchill en el tren, con un gran poder que lo lleva al discurso final. Técnicamente hace uso de la iluminación y fotografía bastante bueno, así como el apartado de maquillaje y peluquería es muy logrado; por lo que la película es Gary Oldman, y sobre él bien recaería el premio Oscar al Mejor Actor, que se lo deben, pues es un actor de una calidad insuperable, que se mimetiza y honra todos sus personajes con registros únicos y eso llega al espectador de manera muy satisfactoria porque ha visto de Churchill, no a Oldman. La película es importante ante los tiempos aciagos que vivimos, y nos deja un mensaje importante: “Nunca, Nunca, Nunca Rendirse”
RECOMENDADA
PRONTO una nota en el blog de Lecturas Cinematográficas.
http://lecturascinematograficas.blogspot.com/
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15 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Rey y patria
“El instante más oscuro”, de entrada, no ha sufrido transformación en su título traducido. Podían haberlo hecho, pero se agradece que no lo hayan manipulado, porque realmente lo que narra precisamente es eso, uno de los momentos más oscuros y preocupantes de la historia británica: el año 1940, durante la Segunda Guerra Mundial. Quizás este género histórico, en la actualidad, sea necesario para “animar” a sus ciudadanos por el hecho del “brexit”, la salida del Reino Unido de la Unión Europea, lo cual ha generado una división entre sus ciudadanos, creando una gran incertidumbre sobre su futuro pero pretendiendo que no haga mella en el concepto ya conocido del “orgullo británico”.

Personalmente ha supuesto una agradable sorpresa, ya que a mí el cine de Joe Wright no me ha conmovido especialmente y el caso es que “El instante más oscuro” me ha parecido una buena película, difícil de hacer y adulta. En su planificación puede que haya un exceso de planos del rostro del protagonista, pero no suena a egocentrismo del actor si no a un director que le reverencia, y sobre todo, a su magnífico maquillaje. Realmente en este apartado, con el paso de los años, se han obtenido unos avances prodigiosos. También es verdad que Gary Oldman pone hasta el alma en su interpretación, por la que recientemente obtuvo el Globo de oro entre otros galardones, ha sido nominado por la Academia de cine británico y está en espera de ser nominado a los “Oscars”, siendo uno de los favoritos para llevárselo este año. Parece mentira que este extraordinario actor fuese nominado por primera vez al “Oscar” hace muy poco, en la edición de películas de 2011 por “El topo”: “Sid y Nancy”, “Ábrete de orejas”, “J. F. K: Caso abierto”, “Drácula de Bram Stoker”, Romeo Is Bleeding (Doble juego)”… la lista de injusticias por la que ha sido ignorado sería interminable y esta es una oportunidad para enmendar semejante barbaridad. El resto de sus compañeros, como es costumbre en las producciones inglesas que están cuidadas, también es elogiable, desde Kristin Scott Thomas a Stephen Dillane o Ronald Pickup. Puede que Lily James en el rol de Elizabeth Layton, la secretaria, sea la que brille menos, pero no es porque esté mal, si no porque entre tanto peso pesado su juventud es evidente en muchos aspectos.

Dario Marianelli crea una banda sonora que insta a levantar el ritmo en todo momento, sobrando en los momentos más intimistas, quizás porque Wright como director desconfiaba de su propio pulso, sin ser consciente que estaba ante su mejor creación. Prefiero el trabajo musical de Marianelli en “Kubo y las dos cuerdas mágicas”, por ejemplo, pero su trabajo es bueno. Mejor es la labor de Bruno Delbonnel a la fotografía, siempre trabajando con claroscuros y tonos grises, como requería la época retratada, o su vestuario… es decir, nada nuevo en el cine británico, pero siguen siendo estupendos a la hora de recrear ambientes, aunque los “zooms” que arrancan desde los sótanos para acabar casi en la estratosfera evidencian un exceso de digitalización. También es de alabar que en esta producción ya amortizada, su presupuesto de treinta millones de euros no haya sido motivo para no llevarla a cabo. En otros países hubiera sido imposible realizarla, y en el caso de hacerla, más difícil hubiera sido que hubiera llegado a buen puerto.

Eso sí, entre cubrir su vida política y personal parece que casi se les olvida integrar el punto de vista del pueblo, cosa que hacen casi a última hora y no de forma muy acertada, pero al menos lo hacen, ya que era interesante el que lo incluyeran. El final de la película culmina con cierto exceso de triunfalismo, pero creo que en esta ocasión no podía ser de otra forma, sobre todo porque es acorde al poder de convicción popular que en ese momento disfrutaba Winston Churchill. Lo digo porque muchas veces, cuando se cierra un film así, se le acusa de propagandístico y aquí está más que justificado. No conviene confundir ni los conceptos ni las intenciones.
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5
El instante más oscuro- Propaganda británica
A punto de iniciar el mes de febrero, y ya conocidas las nominaciones a los próximos premios Óscar, llega el momento del maremágnum de estrenos de filmes que optan a las estatuillas doradas. A falta de saborear las últimas perlas de Spielberg, Paul Thomas Anderson o Del Toro, lleva un par de semanas en las salas españolas una producción británica que opta a seis galardones: El instante más oscuro, nueva película de Joe Wright, segunda película sobre Winston Churchill en menos de un año y tercera dedicada al papel de los isleños en la Segunda Guerra Mundial. El realizador londinense atesora una trayectoria irregular pero interesante: se hizo famoso con sus notables Orgullo y prejuicio y Expiación, servidor disfrutó sobremanera con Hanna y su Anna Karenina, con todo, tenía un dispositivo formal muy jugoso. Por ello, tras la presentación en Telluride y Toronto de una película histórica de alta producción que pronto adquirió un papel predominante en la temporada de premios, los motivos por los que desear ver el filme eran evidentes. Por lo que, pese a un tibio recibimiento crítico en España, me acomodé en la sala de cine para descubrir si la película era algo más que un Gary Oldman maquillado luciéndose para cazar un óscar que ya es prácticamente suyo. Y si, lo es, pero no por ello deja de ser un filme decepcionante. Técnicamente encomiable, con desempeño excelente en los departamentos formales y buen trabajo de sus actores, pero ñoña y acartonada, de guión manipulador y propagandístico, de fácil exaltación emocional. Un resultado académico y peliculero en el mal sentido.
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7
AQUELLOS QUE NUNCA CAMBIAN DE OPINION, NUNCA CAMBIARAN NADA
EL INSTANTE MAS OSCURO es un biopic que aborda el primer mes en el poder de WINSTON CHURCHILL , en un momento tan difícil como fue el MAYO de 1940 y todo lo que conllevaba el inminente ataque nazi a GRAN BRETAÑA.
Película histórica que nos muestra los entresijos de los lord ingleses y cómo dichos políticos, son capaces de cualquier cosa por salirse con la suya, todo con malas artes y en especial cómo cuando se tiene poder en política, a veces hay que tomar duras decisiones sacrificando a unos para salvar a otros.

JOE WRIGHT es un especialista en el cine histórico ingles y como casi siempre realiza un interesante trabajo para acercarnos los duros momentos que debió vivir CHURCHILL para contener a sus compañeros y para tomar una de las decisiones más importantes en la segunda guerra mundial que cambiaría la historia. El director opta por contar la historia a través del primer ministro, de su forma de ser, de su poder de oratoria y de su fuerza como político. Una narrativa que trata con virtuosismo, con una gran riqueza de diálogos, con planos oscuros que se mezclan a la perfección con la situación y destacando una excelente ambientación inglesa de dicho tiempo, desde las ropas, la fotografía y como no, pasando por la excelente caracterización de CHURCHILL.

El plato fuerte del film es dicha caracterización y el trabajo que realiza el veterano GARY OLDMAN detrás del estupendo maquillaje. Son muchas las grandísimas actuaciones de este actor pero en esta ocasión roza la perfección acercándonos a un CHURCHILL balbuceante, con su fuerte y especial carácter que sorprenderá a los que no conocen su historia (curioso ver como fumaba y bebía en abundancia desde el punto de la mañana). Gracias a este trabajo ha recibido su segunda nominación al OSCAR (después de EL TOPO)
Junto a OLDMAN , cantidad de actores que le acompañan de manera adecuada pero eclipsados por el poder de el primero. En particular, destaca su joven y bella taquígrafa ELISABETH LAYTON, encarnada por la estupenda LILY JAMES.

En definitiva, EL INSTANTE MÁS OSCURO es una película histórica que nos empuja a adentrarnos en aquellos momentos de la historia, con una muy buena ambientación y un magnífico trabajo de GARY OLDMAN que se pierde dentro del rudo y gran cuerpo de uno de los mejores oradores que ha dado la historia como fue WINSTON CHURCHILL.

Para finalizar, destacar la que para mí es la mejor secuencia de la película, que para no realizar spolier, solo indicaré que en mi humilde opinión, es la que acontece en el metro.Apuntar que el film puede interactuar a la perfección con otro de los estrenos importantes del año como es DURKERQUE. Además, también puede buscarse relación con la excelente EL DISCURSO DEL REY, en la que vemos las vicisitudes del rey JORGE VI y sus relaciones con el propio CHURCHILL.

Ojito para los despistados, que ya he conocido a alguno que confunde EL INSTANTE MAS OSCURO con otro estreno ingles en estas mismas fechas titulado CHURCHILL (a secas) y que narra mas historias del primer ministro pero en una época temporal posterior.
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6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
El instante más falseado
Dentro de mi ingenuidad había supuesto que el presente trabajo de Joe Wright, que no es un retrato de la vida de Winston Churchill (Gary Oldman), ni de su carrera política, ni siquiera de su labor como primer ministro durante la Segunda Guerra Mundial, sino sobre ese mes antes y después de ocupar el poder, entre el 8 de mayo y el 4 de junio de 1940, iba a estar perfectamente documentado, motivo por el que se basaría en una biografía. En el 2018 salió una de las últimas del personaje, firmada por Andrew Roberts, pero como la película es anterior, del 2017, recurrirá a otra. Tal vez a la de Roy Jenkins, del 2001, que es la que tengo yo en la biblioteca de mi casa.

Pues bien, con esta idea comienzo a ver "El instante más oscuro" y resulta que desde el principio no me suena nada, escena tras escena. No podía ser, todo inventado, todo falso. Más tarde releí el capítulo del libro de Jenkins y efectivamente es así. Pero no hay que ser un lince para percatarse de que escenas como la del viaje en metro son un auténtico pegote falaz para soltarnos el discurso político. En definitiva, Joe Wright se mueve en un contexto histórico ajustado, a fin de cuentas todo es verídico, no hay gazapos groseros salvo un par, pero en cambio las situaciones, el día a día, son ficticias, irreales. Esto admito que me sacaba continuamente de la película.

Ahora bien, cabe preguntarse si es tan grave tomarse tantas licencias, si es obligatorio que un largometraje sea absolutamente fiel a la historia. Quizás la respuesta sea que depende, según para qué. En este caso, Wright retuerce, ignora, fantasea para ofrecer en definitiva un producto más actual, más al gusto del espectador moderno y especialmente norteamericano. Es decir, una americanada. Como algunos dicen esta obra está concebida para cosechar Oscars, Gary Oldman el suyo, que se le merece, pero por contrapartida me sirven un Churchill, una clase política y un país a los que no reconozco. Y de paso nos cuela su ideario progre-populista-democrático.
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8
Winston "Oldman" Churchill.
26/26(26/01/18) Notable drama realizado por Joe Wright, biopic fascinante sobre la magnética figura de Winston Churchill aborda un pequeño tramo de su vida como epítome de su poderosa personalidad, sus primeros días como primer ministro cuando Hitler se acerca a Gran Bretaña durante la WWII, y debe decidir si ir a la Guerra o pactar con los nazis, como le empujan muchos a su alrededor, historia que dio origen a uno de los más famosos discursos de la historia “Lucharemos en las playas…” (4 de junio de 1940). Con vibrante guión de Anthony McCarten (“La teoría del todo”), se despliega un relato apasionante, thriller político subyugante, destaca una apabullante escenografía atomizada por la extraordinaria fotografía del galo Bruno Delbonnel, componiendo en sus claroscuros de interiores una sensación agobiante de claustrofobia anímica que hace mucho no sentía, pero sobre todo por la Homérica transmutación (esto no es interpretar) de Gary Oldman como Churchill, no actúa, se reencarna, es una metamorfosis a la altura de las más grandes actuaciones de la Historia, tanto que hace de la cinta un One Man Show, se apodera de la pantalla y la desborda, y el director a través de un argumento “talking” consigue atraparnos y a la vez captar las esencias del controvertido político, haciéndonos entender sin hacernos farragoso el desarrollo las complejas y cruciales decisiones a tomar, haciéndonos entendible este tablero histórico, ello aderezado por secundarios a los que se da cabida con pinceladas bien delineadas. Esta es una película que pondera el poder sugestionador de la palabra como el arma más poderosa para cambiar las cosas, ensalzando que hay veces que un liderazgo es vital para no tomar la decisión fácil, si no la justa ante la tiranía. Se da la casualidad que cual vasos comunicantes este es el segundo film que sobre Winston Churchill se ha estrenado ester año, el primero fue “Churchill” de Jonathan Teplitzky, en este caso aborda la previa al Día D, el otro análogo es “Dunkirk” de Christopher Nolan, con que se podría hacer un crossover, sucediendo en los mismos días. Ha obtenido seis nominaciones a los Oscar (Mejor película; Mejor actor principal; Mejor fotografía; Mejor diseño de producción; Mejor vestuario; Mejor maquillaje), el de Gary Oldman es indiscutible, si no hay que pensar en tongo.

Thriller trepidante apremiado por la sobreimpresión constante de como pasan los días desde el 9 de mayo de 1940, mientras Francia está siendo arrasada por los nazis, y se acerca el momento clave en que Inglaterra debe decidir si pactar o batallar, el Parlamento británico ha perdido la confianza en el pacifista primer ministro Neville Chamberlain, esto mostrado como si esta cámara fuera la antesaladel purgatorio, y él único que tiene el consenso con el pala mayoría de la cámara es el combativo Winston Churchill, él único que vio venir de lejos el peligro nazi, el director posee el ingenio de tardar en presentar al protagonista, creando tensión a su alrededor en su fuera de campo, y cuando aparece lo hace entre la semi-oscuridad de su dormitorio, iluminado por vez primera con el fósforo con que va a encender uno de sus puros, y a partir de entonces su poder de sugestión se mantiene intacto durante todo el metraje, ello con un Wright vigoroso, ágil, electrizante incluso en los momentos más serenos sabe dar algo sustancioso, haciendo elogio del poder de las apalabras como un arma poderosa. Creando en todos los escenarios una uniformidad estética, ello con el elemento del cenital como alegoría de estar ante un tablero de ajedrez, ejemplo es cuando nos salimos de Londres para ir al campo de batalla de Calais, el enérgico plano que arranca en el suelo y sube hacia el cielo nocturno para darnos la situación de nimiedad de ese cuasi-Álamo, y como es fulminado por las bombas de los stukas que hacen desvanecer el lugar. Maneja los interiores el director deforma extasiante aprovechando el magnetismo de Gary Oldman en sus andares por los estrechos y semi-oscuros pasillos. Asemejándose al film germano “El hundimiento” (2004) en el mencionado manejo de los búnkeres y en ser un One Man Show, aunque a mí me ha gustado más este film inglés que el teutón.

La puesta en escena, pese a ser un thriller despachos es sencillamente Abrumadora en su poder de expresar un estado de animo sombrío, con un espléndido diseño de producción de la seis veces nominada al Oscar (este año dos junto con esta por “La Bella y la Bestia”) Sarah Greenwood, rodando mayormente en interiores (Ealing Studios-London; Warner Bros. Studios, Leavesden; Houses of Parliament, Westminster; Wentworth Woodhouse para el Buckingham Palace), recreando con realismo los diferentes escenarios, los palacios, parlamento, cuarteles, búnkeres, salas de guerra, o epicentro bélico (Fort Amherst-Chatham-UK para Calais); Pero lo que maximiza estos escenarios es la superlativa cinematografía del galo nominado al Oscar por este trabajo Bruno Delbonnel (“Amelie”), con una labor fuero de lo común, haciendo de cada escena un cuadro expresionista, ya arrollando desde su inicio con un plano cenital (cenitales que surcan la cinta con hondura dramática) en un Parlamento envuelto en la oscuridad más tétrica, jugando con los claroscuros de forma epidérmica, que cala en el espectador la opresión y asfixia ambiental, jugando con los grises, con las sombras, con “zooms” gloriosos, con travellings enardecedores, con angulaciones emocionantes, con una iluminación velada que turba, envolviendo el metraje en un halo estético de resonancias góticas como hacia años que no veía en cine, con influencias a Rembrandt o Velázquez, Majestuoso, dos escenas pinceladas, una en la soledad de pequeña habitación habla por tfno. con el presidente USA Franklin D. Roosevelt y la cámara parece alejarse a millas de distancia empequeñeciendo a Churchill en una especie de túnel lóbrego en sinfonía con su ánimo por el desplante del mandatario USA,… (sigue en spoiler)
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5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Maniquea y manipuladora, pero muy recomendable
A pesar de la ausencia de rigor histórico y de su vergonzoso maniqueísmo y espíritu manipulador, no se le puede negar la buena factura a esta película, ni la brillante interpretación de Gary Oldman, secundado por muy buenos compañeros de reparto, como Ben Mendelsohn, Kristin Scott Thomas y Ronald Pickup. La banda sonora es magnífica, la trama tiene buen ritmo y mantiene el interés en todo momento, a pesar de su larga duración. Para mí, todo eso justifica con creces su visionado, aunque no le perdono a Wright el pretendido -que no logrado- chantaje emocional de la escena del metro -por citar la más evidente, aunque no es la única-, ni la descarada manipulación histórica.
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4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
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