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87 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
El pasado borra el dolor por el pasado
François Ozon dirige una película llena de sentimiento en la que reina el misterio. No podemos dar nada por sentado hasta el último minuto, y ahí reside la fuerza de la película, la cual se te hace corta si consigues dejarte atrapar por la historia de un desconocido que necesitamos conocer. Anna es una joven alemana con toda la vida por delante pero aferrada al pasado por culpa de la muerte de su prometido en la I Guerra Mundial, pero es el mismo pasado el que le hace sonreír y mantener la esperanza en la vida gracias a Adrien, un francés que conoció a Frantz en la guerra. La estructura de la historia, las narraciones del pasado, la evolución de los personajes, la presencia de la música, el juego del color y el blanco y negro... Una perfecta melodía de recursos audiovisuales y narrativos que la convierten en una obra maestra del séptimo arte.
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101 de 106 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
De entre los muertos
El sentimiento de culpa y la necesidad de que nos perdonen es un motor poderoso de la vida. Parece una nimiedad, pero los remordimientos pueden ser una losa tremenda que pesa sobre nuestra conciencia y lastran el normal devenir de nuestra existencia. Buscamos la paz y el sosiego de nuestra alma y solemos entregar la potestad de aliviar nuestra pesadumbre a aquellos que creemos que tienen la capacidad de redimirnos o de exonerarnos de nuestros errores o faltas cometidos. Pero olvidamos que nada borra el recuerdo y que nuestro afán por que nos indulten es una quimera peregrina y falaz, ya que ante todo debemos de aprender a perdonarnos nosotros mismos, todo lo demás acaba siendo un esfuerzo vano.

La Gran Guerra es un fermento fértil para reflexionar sobre los males que nos asolan ahora: nacionalismos, patrioterismos, violencia, muerte y destrucción. En esta cinta es el telón de fondo que permanece siempre fuera de campo pero que impregna todo el metraje. Y por ello su inequívoco mensaje pacifista resulta tanto más intenso y eficaz, al mostrarnos los efectos desgarradores que la contienda tuvo sobre aquellos que sobrevivieron pero cuyas vidas quedaron paralizadas, truncadas o diezmadas por aquella fatídica conflagración, fruto del chauvinismo fanático, del regionalismo más cateto y rampante, de un fanatismo más atento a resaltar y glorificar las diferencias que en encontrar puntos de acuerdo y colaboración. ¡Tanto que deberíamos haber aprendido y que, sim embargo, repetimos como autómatas desmemoriados!

La tragedia y el romanticismo del desamor unidos por el abismo de la pérdida del paraíso terrenal. La frontera como encrucijada insalvable que marca la diferencia entre buenos y malos, como si fuera un juego de ajedrez o una realidad incuestionable que confiriera un salvoconducto para eximir de responsabilidades. La recreación de época es excelente e intensifica la veracidad y profundidad de los sentimientos que se nos muestran. Las heridas y llagas que sus protagonistas tratan de disimular supuran una nauseabunda pestilencia a podredumbre estancada y rancia. Los que no quieren aprender de los errores y de los horrores campan a sus anchas y se engalanan con fabulaciones grandilocuentes de venganza y restitución, desoyendo las enseñanzas del inmediato pasado.

Excelente propuesta que gira en torno a un personaje ausente que tortura sin tregua a los damnificados de un combate que sólo ha dejado juguetes rotos y almas en pena. Aquelarre funesto de unos rescoldos feroces que no hace distingos entre vencedores y vencidos, porque todos son víctimas del infortunio y la desolación. Muy bien interpretado por todo el elenco, hace además un uso creativo del tránsito entre el blanco y negro y el color. Desasosegante y conmovedora.
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74 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Distinguido y melancólico
Hermosa y triste película. Romanticismo furioso y lánguido.
Un hombre y una mujer con muerto al fondo. Francia y Alemania. Verlaine y Rilke. La Primera Guerra Mundial ha terminado, pero nunca se acaba del todo. Las consecuencias del desastre se eternizan. Los hijos muertos son como fantasmas que ensombrecen la vida de los que quedaron y les mandaron al moridero. Los supervivientes apenas se tienen en pie, las heridas son demasiado grandes y siempre están abiertas.
Hay amores rotos, identidades truncadas y trocadas, infelicidad, esperanza y muchas mentiras. Se habla de la fragilidad humana y del dolor amenazante, de la necesidad de juntarse y de la ficción como consuelo. Hay desesperación, intriga y pasiones contenidas.
Mucha belleza en el narrar y mucha precisión en la muestra de sentimientos. La trama discurre, fluye con delicadeza y buen hacer. Es una película que se degusta, que se admira y paladea poco a poco; con intensidad, placer y sentido. Quizás en la parte final se iluminan demasiados recovecos y se le da demasiadas vueltas a la historia, pero en su conjunto es una obra apreciable, entretenida, de tan buen gusto como gran oficio. Bien. Muy bien.
Soberbios los actores, la fotografía (se juega/alterna el color y el blanco y negro de manera acertada), la música, la dirección y en general todo.
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38 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Dolorosamente fallida, visualmente espléndida
En la parte visual y sonora no se le puede reprochar nada a la película de Ozon. Tampoco en la actoral, con unos intérpretes que dan la talla y una protagonista que llena cada plano y expresa con gestos contenidos emociones intensas. El problema, ay, está en la historia. En lo que cuenta.
Por un lado, creo que la historia se podría haber cerrado en la primera hora de metraje. Le habría salido un film redondo, coherente y sólido. Sin embargo, en lugar de culminar "Frantz" con un clímax y deselance, se saca de la manga una segunda línea narrativa -y hasta tercera- como si en lugar de una película destinada a ganar festivales estuviera acometiendo la segunda temporada de Velvet, con trucos y artificios de guionista manidos o que, simplemente, no encajan.
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45 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Admirable acierto
Frantz

Es probable que exista gente en el mundo, incluso de apariencia normal, que ha sobrevivido con razonable naturalidad sin haber visto "Remordimientos", aquel angustioso drama profundamente humano que Ernst Lubitsch filmó hace ahora 85 años. "Frantz", la versión que hoy reseño, sigue sus huellas pero no es una copia, o un "remake", como se dice ahora, de aquella. Tal vez sí una aproximación en la que el reconocidísimo director francés Fraçois Ozon, convertido en uno de los directores más cotizados del cine francés y al que afortunadamente descubrí en la cinta "En la casa", imprime su personalísimo sello distanciándose de Lubitsch prudentemente con un guion que sorprende y seduce desde el principio por su inteligente ambigüedad. Sutileza, elegancia, sobriedad, sean quizá calificativos de muy corto alcance para describir esta maravilla que acabo de ver.
Porque "Frantz" es uno de esos milagros que, de cuando en cuando, sacude nuestros sentidos, despierta la conciencia que el sopor de una despreocupada existencia mantiene anestesiada o nos golpea inmisericorde en esa zona apacible del alma que mantenemos protegida y al resguardo de la intemperie. Ozon nos estremece sin estridencias, con pausada serenidad y nos contagia todo el dolor, la tragedia y el arrepentimiento que puede tolerar un ser humano para finalmente encontrar su propia redención en el perdón. No hay trampas, ni guiños cómplices, estamos ante una realización airada pero contenida, asombrosamente equilibrada bajo la batuta de una dirección que no pierde la fe en sus frágiles y atormentadas criaturas. Un drama antibelicista que deja al descubierto nuestro estúpido comportamiento, ridiculiza nuestra ceguera -secuelas posiblemente de una educación tan anómala como extraviada- para convertir a seres humanos que comparten idénticos anhelos y preocupaciones en enemigos irreconciliables, envìados al gigantesco matadero de una guerra brutal cuyo saldo no fue otro que millones de cadáveres esparcidos sobre las tierras, ahora yermas, de dos países vecinos: la dulce Francia y la laboriosa Alemania.
Ozon filma en un nítido y luminoso blanco y negro. Puntualmente, de forma casi imperceptible, como la piel de un camaleón, colorea la pantalla con tonos pálidos y suavemente difuminados. La ambientación -el comienzo de la historia se sitúa en un pueblecito alemán en 1919 recién terminada la Gran Guerra- es sencillamente perfecta mientras violín y piano, solos o acompasados, nos acompañan en delicadas composiciones de Chopin o Chaikovsky cuando no las del propio director musical Philippe Rombi.
¿Y quién es esa aparición, cuándo descendió a nuestro infierno terrenal ese ángel berlinés de apenas 22 años al que yo desconocía? Con qué soberbia seguridad Paula Beer da vida a la desolada Anna y con qué descarado oficio defiende, a pesar de su edad temprana, a este personaje. Sin un sola expresión de más, su rostro, dulce a veces, acerado otras, pero siempre cautivador, es una luz de infinito poder que brilla a través de su desgarradora mirada. Tampoco le va a la zaga el también joven actor francés y ya consagrado Pierre Ninev en el papel de Adrien y que dio vida a Yves Saint Laurent en aquel biopic del famoso diseñador producido hace ahora tres años. Ninev es un hombre de apariencia extraña y gran personalidad, alto, elegante, de tez lívida, aflautada, con cierto aire descuidado que nos recuerda a algún personaje salido de una pintura del romanticismo. Ambos, sin duda, forman una formidable pareja que se muestra imbatible en esta admirable película.
Y yo, mis queridos amigos, qué puedo decirles. En esta noche de frío invierno, regreso al calor de mi casa con el ánimo de los grandes días, aquellos en los que el espíritu rebosa satisfacción después de haber tenido la inmensa dicha de contemplar, desde la oscuridad de una sala, el resplandor de las estrellas.

Emilio Castelló Barreneche
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27 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La mirada de Paula Beer
"Remordimiento" (1932) fue una interesante película de Lubitsch, basada en la novela de Maurice Rostand, y cuando se presentan versiones de las películas antiguas siempre hay prejuicios en su contra. Pero la coproducción franco-alemana "Frantz", resulta una versión superior al original y saca excelente partido de esta triste historia, repleta de dilemas morales. Manteniendo el mismo tono antibelicista, el ritmo y la progresión dramática son mejores (se toma su tiempo en aquellas situaciones que merecen la pena), modifica el argumento siempre con acierto y los dos protagonistas están fantásticos. El rostro de Pierre Niney parece sacado de aquella época y Paula Beer transmite toda su tristeza, esperanza, o decepción. No es casualidad que alguien eligiera la mirada de la actriz para protagonizar el cartel de la película. Se ha dicho que era una película de corte clásico. Yo añadiría que de los clásicos buenos e inolvidables.
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16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Las mentiras de la guerra
Hay películas, como Frantz, que antes de verse ya están marcadas por la trascendencia. Dirigida por el laureadísimo y alabadísimo François Ozon, revisión de una historia de Lubitsch, contextualizada en la Europa posterior a la Gran Guerra... todo eso añade cierta carga de espectativa inevitable al espectador, y que puede ser una mala judada si la prpopuesta posterior es algo más ligera.

Porque esa es la impresión que da inicialmente Frantz: la de ser una novela rosa, esteticista y pausada, rodada en bellos e idílicos pasajes naturales, donde la tragedia entra en el salón de personas educadas y respetuosas, y donde los prejuicios existentes (entre franceses y alemanes, nada menos), son algo que se puede saldar con un buen baile regional. Todo es bastante previsible y monótono, y a pesar del excelente trabajo de la pareja protagonista, y en especial de un soberbio Pierre Niney (tras su Ives Saint Laurent le llueven los papeles, y con razón, qué actor tan extraordinario) pierdo el interés al poco tiempo, porque nada parece importar demasiado, ni siquiera los velados y contenidos sentimientos de su pareja protagonista.

Después, en el último tercio de la película, ésta se traslada a Paris. Y ahí se comienza a gestar algo que hace comprender lo anterior, justo después del mejor plano de la película (aquel en el que Paula Beer ve a través de la ventana del tren, y nosotros de su reflejo, las ruinas del país galo desde la comodidad de su asiento y de su ausencia). Es en ese momento, cuando la película comienza a mostrar sus bazas, es cuando se convierte al menos en una pieza de cámara interesante, y no sólo en una bonita colección de preciosas postales (todo hay que decirlo, la fotografía es maravillosa). Son las mentiras que contamos y nos contamos para sobrevivir, las mentiras que armamos para estar menos solos, o visto desde fuera, con el arribismo de encontrar una vida mejor o más apasionada que la Guerra, El Recuerdo, aquello a lo que siempre habíamos guardado respeto, nos aportaban.

Es en la dualidad de esa tercera parte, en la sutil ironía, y en los recovecos más incómodos de los personajes, de Frantz tiene verdadero sentido, aunque haya sido de una forma desigual, preciosista, y algo monótona.
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14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Obra Maestra del 2016
La mejor película del 2016 a mi gusto, tan solo la fotografía es totalmente artística, y solo por eso vale la pena, te cuenta con las imágenes si los protagonistas están recordando o soñando.
Un guión en círculo, muy difícil de lograr.
Diálogos llenos de retórica y muchísimo contenido.
No es una película antibelicista, es un poema a la continuidad de la vida, a seguir viviendo a pesar de los acontecimientos, a superar las circunstancias, para ser felices y hacer felices a nuestro entorno.

Francois Ozón borda esta historia para la eternidad.
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13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Sobre la culpa
La última película de François Ozon plantea una reflexión interesante sobre la culpa, la violencia, la guerra. Cómo una persona necesita el perdón para continuar, no se puede olvidar sin afrontar de alguna manera lo que hemos hecho cuando ha producido dolor. He descubierto a Paula Beer, actriz que da a su papel tonos de tristeza y serenidad naturales, siendo el eje sobre el que pivota, con éxito la película. También me ha gustado la actuación de Pierre Niney, que da el punto trágico que precisa su personaje. El blanco y negro, más allá de que puede resultar una moda en años recientes en cierto tipo de cine, pienso que es muy adecuado al tono de la narración. Película muy recomendable para quienes gusten del cine que transmite e invita a la reflexión
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9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
BUENA, AUNQUE MUY LIBRE, ADAPTACIÓN DE LA PELÍCULA DEL MAESTRO LUBITSH
Hablar de Ernst Lubitsch es nombrar a uno de mis maestros. Sus forma de implementar los guiones ha sido parte de mis estudios en busca de ese "toque Lubitsh". No olvidemos que su mas aventajado discípulo, Billy Wilder, está considerado como uno de los mejores guionistas de la historia del cine. Y, para mi, el guión de Enrst "To be or not to be" (1942) es el mejor guión que he podido ver en pantalla.

Esto me llevó a la sala de cine a ver esta adaptación de su película "Remordimientos" (1932) de su etapa en la que pasó de cine mudo al sonoro y se nota en el histrionismo exagerado de las interpretaciones. Reconozco no haberla visto antes de ver "Frantz" pero sí que la busque para verlas y comparar.

Este film cuenta la historia de un soldado francés que, durante la II Guerra Mundial", mata a un soldado alemán lo que le produce tal remordimiento que decide buscar a su familia para pedirles disculpas por tan atroz acción. La diferencia esencia que encontré entre las dos películas es el enfoque de los personajes. En la de Lubicht todo giraba en torno a un atormentado soldado mientras que en la de Ozon es la familia y, sobre todo, la novia-viuda del soldado alemán la que acapara la trama principal.

¿Un drama origina que se convierte en una película de amor?. Demasiado tramposo. Está claro que en esta nueva revisión ha primado su aspecto comercial de intentar arrastras al público femenino a las salas. No creo que, hoy en día, con la trama original se consiguiera un efecto de taquilla como el que se ha conseguido. Lejos del tormento que nos plantea la versión original, ahora tenemos una historia de amor que detona a partir de ese tormento.

Pero me gustó ver de nuevo una película de Françoise Ozon. En mi colección persona figuran títulos suyos como "8 Mujeres" (2002) que me sirvió de inspiración para escribir un libreto para teatro musical (que nunca terminé pero que no descarto hacerlo) y "En la casa" un drama de un niño inadaptado que quiere escribir. En esta cinta me confirma que es un autor que hay que tener siempre en cuenta. Sus relatos tienen un ritmo adecuado y te atrapan. Basa sus historias en conceptos como los giros inesperados y las tramas con fuerza dramática y eso hace que te enganches a la historia. A mi, "Frantz" me inquietó durante toda la película aunque fuera tan distante narrativamente de la que hizo Lubitsch.

Valorar también a los dos actores protagonistas. Pierre Niney, soberbio, ha estado nominado a los premios César de la Academia Francesa que ya ganó con anterioridad por su papel de Yves Saint Laurent. Su compañera de viaje, en este caso Paula Beer, me enamoro. También estuvo nominada a los Cesars y gano, por este papel el premio a la mejor actriz joven el el festival de Venecia. Dos valores jóvenes de la cinematografía francesa que pronto veremos dar el salto a Hollywood. Al tiempo.

Una buena película, dotada de un lirismo que atrapa. Cine que hay que ver de vez en cuando para ver que con la buena elección de los planos y los movimientos de cámara, se pueden generar sentimientos y sensaciones y que, con un buen guión, podemos llenar las salas de cine. Y el juego de hacer la película en blanco y negro la dota de ese homenaje al maestro Lubitsch. La interpretación de la causa por la que algunas secuencias se tornan en color la dejo a la interpretación del espectador. Yo tengo mi versión y que va en relación a el estado anímico de uno de los personajes. Hasta ahí puedo leer.

La tarde que quieran ver una buena película, que no pretende más que entretener pero lo hace con creces pueden ver esta historia de amores a partir de las frustraciones personales.



​Valoración: TE ATRAPA POÉTICAMENTE

TWITTER: @luisalserrano
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9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Frantz.
Cineasta que personalmente me desconcierta, pasa de una cosa a otra con cierto desparpajo y libertad, abordando temáticas y formas muy dispares. Lo hace sin pudor, con cierta habilidad para no resultar pedante, a veces con un humor muy blanco. Otras, _en Frantz_, queriendo dar trascendencia filosofal a sus obras pero sin lograrlo en esta ocasión. En su película más formal y academicista. Y es que no. Ozon, no es un todoterreno. Tampoco es Lubitsch, en cuyo título, Remordimiento (Broken Lullaby), se basa esta cinta.

Drama romántico que partiendo de bellas formas e interpretaciones conmovedoras arriesga acercándose por varias veces al remilgo casi ñoño. Rondando la catástrofe, Ozon consigue contenerse en el último instante para no traspasar esa delgada línea que habría dado al traste con su proyecto convertido en folletín. En lugar de eso, ofrece un precioso envoltorio a un caramelo que se prometía delicioso, pero que sólo es eso: bonito.

Me corrijo a mí misma: hay romance, cierto, pero si esta que escribe tuviera que priorizar un género, la destacaría como cine político y ante todo profundamente antibelicista. Pese a estar ubicada temporalmente en 1919, año de la gran infamia, _aquel en que en Versalles se reunía la Troika de la época para humillar a la joven nación alemana tras su derrota en la Gran Guerra_, la película es rabiosamente actual.

¿Por qué? Por el giro a la ultraderecha, a la xenofobia y a esa amenaza permanente que a cada poco pone en jaque la fragilidad del eje franco-alemán que vertebra esta Europa sobre una espina dorsal de mantequilla. Francia y Alemania son las verdaderas protagonistas de esta historia. Es fácil ver hoy resurgir de lejos los fantasmas del pasado. Y en definitiva, de 1919 a 2016, pareciera que en poco han cambiado ciertas cosas.

¿De qué trata? En un pueblo alemán después de la Guerra, un joven excombatiente francés, Adrién (Pierre Niney), deposita flores sobre la tumba de su enemigo de armas, Frantz.

Anna (Paula Beer), prometida del difunto, descubre a Adrién e inevitablemente las ansias por saber qué relación une a ambos jóvenes, la llevan a citarlo a una reunión en casa de sus suegros, pese a la reticencia inicial del padre, para quien todo fracés es, _indefectiblemente_, responsable de la muerte de su hijo.

Pese a ser especialmente triste, reposar sobre una fotografía melancólica, es esperanzadora. Los individuos pueden sobrepornerse al rencor de las guerras que el poder político busca a toda costa en aras del expansionismo y so pretexto del nacionalismo como excusa para todo. Una pareja de antagonistas puede amarse, mentirse piadosamente, superar su enemistad y reconciliarse. De ahí el antibelicismo de Ozon: en la reconciliación y la superación del rencor radica la lectura de su obra. O de la de Lubitsch, para ser justos.

El cineasta francés vuelve a recrearse en la mujer. Sus actrices son maravillosas. Paula Beer, mejor actriz "nueva" en el Festival de Venecia, es el alma de la película. Sin ella, sin su fragilidad, esta cinta carecería del sentido trágico de su esencia. En realidad, carecería de cualquier sentido. Por eso es de alabar su dirección de cásting. Artística y técnicamente la cinta es impecable.

Pero hay un resto importante: una película de poco más de hora y media no puede hacerse tediosamente larga. Si, su ritmo es pausado, porque se detiene en la belleza de sus imágenes. Los espectadores somos observadores de la estética, pero forzarnos a la contemplación asceta como a penitentes, es otra cosa.

Tampoco debe repetirse lo que ya se nos ha contado como ocurre en varios momentos abundando en lo anterior: su relativamente corto metraje se hace de más. Ni echar anzuelos para jugar al despiste, esbozando un halo de suspense sobre una narración que no tiene vocación de tal y, cuando mucho antes del final hemos previsto su desenlace. Darle un aire Hitchcockiano a esta historia no tiene sentido. Y resulta ciertamente tramposo. Como también queda forzado colar artificios que, siendo totalmente innecesarios, _"el momento Casablanca"_, lejos de dignificar esta historia, la ridiculiza.

Pero vuelvo a insistir en que Frantz es una obra destacable en sus interpretaciones, en cualquier aspecto de su apartado artístico y en su técnica fotográfica. Aunque, por momentos, hace aguas narrativamente.

En suma, el buen hacer del director es indiscutible y el conjunto armonioso pese a su guión, manifiestamente irregular. Se le perdona, por la belleza de la composición en su resultado final.

Lo dicho, desconcertante Ozon para bien y para mal.

www.cinemaldito.com
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9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Sobreponerse al dolor
Bonita película, y un poco perturbadora también, que nos habla sobre la guerra y el nacionalismo, sobre el dolor que estos generan y la manera de sobreponerse a él.

Visualmente es bella, y, como ya se ha dicho, juega bien con la transición del blanco y negro al color.

Las interpretaciones son estupendas.

La película trata de una chica que ha perdido a su prometido en la Primera Gran Guerra, y a cuya tumba vacía va a depositar flores de vez en cuando. Pero un día ve a un extraño joven, extranjero, en la tumba, el cual, según parece, fue un buen amigo del prometido antes de la guerra, durante la estancia de este en Francia.

La película nos muestra la evolución de una relación basada en el dolor de la ausencia, entre el joven extranjero, cuya presencia no es bien recibida en la ciudad, y la familia del joven fallecido, especialmente la prometida.

En el spoiler desarrollo más la cuestión, pero desvelando partes de la trama.
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9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Hondura y delicadeza
FRANTZ es una cautivadora película de Francois Ozon, un cineasta que huye del sello de autor y que cambia de registro y de estilo en cada nueva obra. Aquí se marca un melodrama en blanco y negro de época, pacifista, bello, hondo.. Un sincero y delicado canto a la vida y al amor a traves de la historia de un joven ex soldado frances que tras la priemera guerra mundial se presenta en casa de la familia del alemán al que mató en el frente para pedir perdón... y todo lo que se desata entonces. Original, sutil, profunda , filmada con elegancia y pausa es sin duda un pequeña obra de arte que deberías ver..
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Doble viaje iniciático de ida y vuelta
Siempre he considerado que sólo el buen cine francés es capaz de convertir en cine determinados retratos íntimos de la pareja, esos que están dibujados por manos impresionistas y que emergen con la première avant-garde, precisamente, frente al hipnótico expresionismo germano.

Me vienen a la memoria impresionantes películas de Jean Renoir, Rohmer, Clair, Man Ray, capaces, por otra parte de aportar, aunque parezca conadictorio, esas dosis de naturalismo y de romanticismo, apoyándose en guiones que son, en sí mismos, auténticas obas maestras de la literatura.

En la académica película de Ozon, también todo un mosaico de diversidad artística conjuntada, se encuentra siempre presente Édouard Manet, a través de su cuadro 'El suicida' [1877-1871], como canto a la reacción vital, en todo momento plasmada a través de contínuas exploraciones visuales, de luces y sombras, de blanco y negro o color, también del puro simbolismo. hasta el punto de que la película es toda una sinfonía audiovisual gracias una maravillosa fotografía, apoyada por un esmerado montaje y una banda sonora preciosa y esmeradamente engarzada.

Con una historia detrás que en realidad trata de abarcar toda una filosofía en torno a una época, las postrimerías de la Gran Guerra [1914-1918], y su condición humana alrededor de dos países -Francia y Alemania- condenados antropológicamente a combatirse. Ambas sociedades, por tanto, compartiendo, en defensa de sus respectivos intereses grupales, su convivencia en torno a la mentira, el perdón, la vida y la muerte, la guerra y la paz, la soledad del indivíduo dentro de su propio grupo social.

Si algún pero tengo que ponerle a este gran film es que no soy nada partidario de que los guiones lleven la firma del realizador. Porque, entre otras cuestiones, ello confunde, iremediablemente, la obra de arte, la dirección cinematográfica, con el mensaje, la idelogía del autor.

Y en tal sentido, Ozon, no puede remediar -aprovechando la adaptación de Lubitsch- su apuesta por un pacifismo tan buenista como irreal pero tan de moda hoy en día gacias a las nefastas corrección política y posverdad; mucho más si tenemos en cuenta que nada tiene que ver la legítima defensa francesa con el ilegítimo imperialismo alemán. Este posicionamiento resulta tan trascendental cuanto que la película ha sido politizada por quienes se empeñan en confundir intencionadamente el patriotismo con el nacionalismo, aprovechando la intríseca maldad del segundo para cargarse al segundo, que es tanto como liquidar el derecho a luchar por la supervivencia el grupo frente a ataques externos.

Tsmbién considero innecesaria la introducción de alguna concesión al suspense motivacional ya que nada aporta y sí ensombrece, alargando el metraje en su perjuicio.

Quiero destacar, en cualquier caso, el magnífico reparto de actores y, de enre ellos, la deslumbrante actuación de Paula Beer, impresionane actriz alemana que me recuerda también a mí a Jeanne Morerau y que, con un poco de acierto en sus próximos papeles, pueder consolidarse como una de las grandes.

En resúmen: no se pierdan por nada del mundo este sublime doble viaje iniciático de ida y vuelta.

Recomiendo la versión original, también por la importancia del doble idioma empleado.

Ese gran cine intimista sólo puede ser francés [8 sobre 10]

EQM

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elquiciodelamancebia.wordpress.com/2017/01/06/frantz-2016-de-francois-ozon
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Nadie puede reemplazar a un ser querido, ¿verdad?
Deliciosa, conmovedora y por momentos exquisita película, aunque pesimista y deprimente. Es evidente que estamos ante una gran obra cinematográfica, peo sale uno con un sabor amargo en la boca.
Una cinta muy europea que denota perfectamente las diferencias entre el cine yanqui y el nuestro. Es una cinta que parece hecha como se hacían antes las buenas películas y las cosas en general, con talento y cariño. El empleo del BN y el color está ya un poco gastado y por tanto es peligroso pero, como casi todo en esta película, se realiza con tino y sobriedad. El ritmo es majestuoso. La música muy acertada y a veces hasta grandiosa. Los actores brillan, en general, a gran altura. Lamento decir que el protagonista nunca me da el punto, quizá porque de salida me parece poco humano ese rostro suyo tan extraño y porque le he visto desmerecer con su actuación otras grandes obras. No me parece capaz de aguantar el peso de una gran interpretación y de nuevo me lo parece aquí. A veces excesivamente apasionado, a veces excesivamente hierático. A cambio, la actriz principal me parece sensacional. Últimamente creo que se están destapando multitud de grandísimos talentos femeninos. La ambientación es más que impecable y hay que agradecer ese buen tono y buen gusto que flota todo el tiempo sobre la obra.
Lo que más me ha gustado de la película es que en ningún momento se sabe lo que va a pasar a continuación. Algo inaudito actualmente en que es triste y aburridamente evidente lo que viene de seguido y solo aspiramos a que el entretanto sea pasable y/o visible. No es que sea la historia más original que se pueda esperar y tampoco el guión ofrece grandes recovecos y por eso, precisamente por eso, me parece extraordinaria la capacidad del director para sorprendernos todo el tiempo.
Y lo que menos me ha gustado es el antibelicismo de manual y un patrioterismo comprensible para el momento, pero no necesario por excesivo y sobre todo por culpable (celebrar el fin de la guerra bailando sobre un montón de muertos).
Por último destacar el factor humano de la historia, su gran atractivo. El suicidio siempre revolotea y podrían darse muchas vueltas y revueltas al drama producido por un complejo de culpa ejemplar, por lo que prefiero quedarme solamente en que al final la pobre Ana al menos acaso pueda consolarse con que a su prometido le mató alguien que también valía la pena. Algo kafkiano, real y miserable como la vida misma.
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Un cóctel casi perfecto.
Película bella donde las haya,un matrimonio alemán llora la muerte de su hijo en la 1ª Guerra Mundial, con el apoyo de la que iba a ser su nuera.El inesperado encuentro de la novia con un joven francés ante la tumba de su antigua pareja abre la puerta a un mundo de posibilidades donde lo esperado no sucede.François Ozon nos propone a un joven francés, sensible, decidido y sobre todo equívoco, como el motor que moverá la historia.

El film está rodado en blanco y negro y en color, en alemán y en francés, esta dualidad no le quita fuerza a la película, al contrario refuerza su carácter de película de raza
.
La segunda parte de la película supone un giro importante, la intriga quizá ya no nos mantenga tan en tensión, pero se ve al director capaz de nadar contra la corriente de una trama que empieza a complicarse y que , quizá, sea más abstracta más difícil de entender para la mayoría de los mortales.
La trama, el argumento, los actores, la calidad, el misterio, el lirismo nos conducen a un cóctel casi perfecto.Los temas como la venganza, el nacionalismo, la busqueda del perdón, la hacen muy profunda.Quizá, el único pero podria ser el tono más bien naíf con que se trata el tema del pacifismo.

En resumen, estamos ante una película francesa como “las de antes”, pero con un ritmo y una intriga que dificílmente decepcionará al espectador
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Apuntes negativos
Ya que lo positivo lo ha visto todo el mundo, simplemente hacer algunos apuntes negativos en la parte de spoiler:
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9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Pequeño comentario de cine. Frantz.
Esta historia de amor contenido e imposible entre la novia de un soldado alemán caído en el frente y el soldado francés que lo mató en el contexto de la I Guerra Mundial sirve a François Ozon para introducir una variedad de reflexiones de base más emocional que cognitiva sobre las consecuencias de matar a otro. Consecuencias para el muerto que ve truncadas todas sus expectativas existenciales, todas sus posibilidades vitales desintegradas por la irracionalidad que pueden alcanzar conceptos como patria, enemigo, lealtad política, valentía u obediencia. Consecuencias para los que amaban al fallecido los cuales quedan con el desgarro del ser arrebatado, con una nostalgia irremediable e infinita que acosa y amenaza la continuidad de la vida. Consecuencias para el que mata cuando recupera la cordura de que ha matado a un hombre del que nada sabía y al que posiblemente hubiera amado y sido su amigo si el sometimiento a la ideología no lo hubiera trasformado en su delirio en un simple y despreciable enemigo. Demasiado tarde siempre, los enemigos ya han muerto sin que supiéramos quienes eran para sí mismos, para sus familias y para Dios. Nuestro gran Federico padeció la visión de la vida triturada:
Agonía, agonía, sueño, fermento y sueño.
Éste es el mundo, amigo, agonía, agonía.
Los muertos se descomponen bajo el reloj de las ciudades,
la guerra pasa llorando con un millón de ratas grises,
los ricos dan a sus queridas
pequeños moribundos iluminados,
y la vida no es noble, ni buena, ni sagrada.
Tanto sufrimiento baldío debe hacernos reaccionar con el compromiso de enfrentarnos decididamente a todo lo que haga sufrir, desde el dolor de muelas hasta ese monstruo devorador de inocentes que es la guerra.
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8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Amar a tu enemigo
En un momento de inmensa soledad y tristeza llega a su vida alguien que le consuela desde el amor comun a un ser querido que la salvaje guerra les ha arrebatado. Con este comienzo el director nos presenta a la protagonista de esta historia de amor, amistad, mentiras y pena. Con el transfondo de una guerra acabada pero con las heridas abiertas del odio de quien ha perdido a los suyos. Donde se insinua la semilla del comienzo de una revancha que desembocó en otro horror.
No termino de entender los cambios del color al blanco y negro, porque el motivo no termina de explicarse, si son los recuerdos, los sueños o los momentos felices los que lo provocan, porque no hay un denominador comun.
Destacan el doctor y su esposa que encarnan a la buena gente que siguen viviendo para honrar la memoria de su hijo y por supuesto destaca la pareja formada por los dos protagonistas y aunque ella resulte fria en algunos aspectos es conmovedora y las miradas de él lo explican todo.
El director compone una historia que abusa de los simbolismos y las metaforas pero que resulta y se sigue con espectacion hasta el final.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
película enamorable
El rastro de lo evocador de la hermosura de los protagonistas deja una una percepción de belleza general de la obra que conmueve.
conmueve la imperturbabilidad de los protagonistas que en sus secretos enamoran, confunden, fascinan, conmueve la exquisitez de la fotografía, el dolor de la intrahistoria, la magia de las sugerencias del protagonista masculino, la impresionante descripción de la marsellesa, todo un conjunto de planos que dejan una buena sensación de cine bien contado.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
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