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59 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
6
Palabras no le faltan. Le falta formar una frase.
He aquí un claro ejemplo, señoras y señores, de cómo NO debe de contarse una historia. He aquí un ejemplo de que el cine no se vale únicamente de un buen guión y de unas actuaciones que valgan la pena. He aquí un ejemplo de que la dirección es dura y de que la forma vale tanto como el fondo. He aquí una película que llega al espectador pero no. He aquí un quiero y no puedo.

"El ladrón de palabras" no es una mala película (es más, supera a la media) pero entristece ver como unas ideas tan buenas se ven arruinadas por no saber cómo contar una historia. Hay demasiada voz en off, demasiada historia dentro de una historia a lo largo de toda la película.

También es justo decir que es la primera película como directores de Brian Klugman y Lee Sternthal, autores del guión de TRON (otra película con buenas ideas que se pierde por el camino), y los principios no son fáciles. Por lo que debutar con una película de la calidad de "El ladrón de palabras" debe tenerse en cuenta, y habrá que apuntarse sus nombres para futuras ocasiones.
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42 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Todos decidimos. Lo difícil es vivir con ello.
Adoro terminar de ver una película y quedarte mirando sin sentido con la mirada perdida hacia los créditos intentando recolocar cada escena y palabra reflejada en la pantalla.
"The Words" es una película que se escapa de la línea actual cinematográfica. Para gustos los colores, a mí me ha parecido brillante.

La película aborda 3 historias conectadas por lo más importante de la cinta: la literatura, los libros, las historias, las palabras. 3 historias, cada una más intensa y buena, de las que siguen una línea temporal evidente: la primera centrada en la posguerra parisina, la segunda abarca la anterior en un Nueva York actual a base de recuerdos y palabras y la tercera y última un futuro a corto plazo que abarca ambas historias.
Todas tienen una conexión, y todas tienen su romanticismo.

La película nos invita a reflexionar si es posible borrar el pasado de cada uno, por muy grande que sea el éxito y fama que oculte la miseria de ese pasado. "The Words" arranca con una narración por parte de Dennis Quaid en la que narra una historia, cuyos protagonistas son Bradley Cooper, inexpresivo completamente y plano interpretativamente, y Zoe Saldana, notable actriz que dará que hablar en un futuro, son una pareja que intentan afianzar su vida con la ayuda de la carrera de escritor de Cooper que intenta dar sus primeros pasos con su primera novela. Hasta que encuentra un manuscrito escondido en un maletín de una tienda de antigüedades, a lo que el personaje de Cooper aprovecha para publicar tras el fracaso de su primera novela a la que ningún agente quería en sus manos.
Tan atormentado e inmenso es el éxito, que pronto un personaje anciano interpretado formidablemente por Jeremy Irons se encuentra con el joven para relatarle toda su vida llena de amor, muerte, literatura y depresión. Le confiesa que ese viejo manuscrito que fortuitamente encontró era de su propiedad y que merecía saber la historia que había detrás. Le había robado su libro y ese libro hablaba de la vida del anciano, cuyo deseo era que ese relato debía formar parte de la vida del joven por las consecuencias del robo.

Mientras ambas historias se entrelazan para unirse en una, Dennis Quaid, autor del libro que abarca las dos historias descritas anteriormente, se encuentra con una joven apasionada de los libros interpretada por Olivia Wilde que pronto buscan la seducción del otro buscando posiblemente la honestidad por parte del escritor de por qué surgió aquella trama.

Moralidad, culpabilidad, romanticismo, literatura.
Un cóctel perfecto para elaborar buenas películas.
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45 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Historia de historias.
“El ladrón de palabras” es una historia de historias, un famoso escritor presenta una novela, en la cual presenta a otro escritor que sin merecerlo, ha alcanzado el éxito literario plagiando un manuscrito anónimo que encontró por casualidad, el verdadero escritor de dicho manuscrito, aparece a su vez para contar su historia, la historia que dio vida a las palabras y que cuenta como un joven se enamora durante la Segunda Guerra Mundial.
El reparto de la película cuenta con nuevas y viejas estrellas de la gran pantalla, en el papel protagonista, Bradley Cooper, el cual está recientemente casado con Dora Jansen (Zoë Saldana), el escritor que presenta la novela, Clay Hammond, es el de sobra conocido Dennis Quaid, cuya mayor fan aunque ocasiones parece casi mas una acosadora que una fan, es Daniella (Olivia Wilde), y por último pero no menos importante, el siempre increíble Jeremy Irons, en el papel del anciano. Sin embargo, a pesar de este más que respetable reparto, la película parece en ocasiones quedarse a medias, contar tres historias a la vez en 102 minutos desde luego que no es sencillo, pero intentar contar demasiado, puede llevar a que al final se cuente demasiado poco, el papel de Jeremy Irons, revestido de gran importancia, prácticamente se reduce a dos frases, Bradley Cooper que además del protagonista, es el “chico guapo” de la película, solo tiene que sonreír, o consolar a su mujer en determinados momentos, y el papel de Olivia Wilde, es seducir a Dennis Quaid. Lo mejor de la película, sin duda alguna, las miradas al pasado durante la guerra, la historia que dio lugar al libro, el pasado del anciano, Ben Barnes y Nora Arnedezer, transmiten en sus momentos verdadera pasión, alegría, tristeza o rabia, son desde luego, los momentos más intensos de la película, cuando nos hacen creer que el amor lo puede todo, pero que la obsesión también lo puede destruir.
La fotografía que marca la película es sencilla pero efectiva, una calle de New York o una gran escena en Central Park entre Bradley Cooper y Jeremy Irons, cuando nuestro protagonista conoce al anciano y toma verdadera conciencia de lo que ha hecho, o un café parisino de la época donde los dos jóvenes se ven por primera vez.
En definitiva, “El ladrón de palabras” es una película entretenida, pero genera unas expectativas que no consigue satisfacer del todo, los momentos mas intensos de la película son los que nos muestran en el tráiler, y cuando terminamos de verla, a mi parecer, tenemos la sensación como ya dije antes, de habernos quedado a medias.
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26 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
No se merece una crítica tan dura
Como todos sabemos no siempre hay que dejarse guiar por las críticas a la hora de decidir que película ir a ver al cine. Tras leer diversas opiniones y críticas y sorprendido por la dureza de estas he de romper la balanza a favor de esta película original, con grandes diálogos y una trama sencilla pero que esconde un gran temor que todos tenemos. ¿ Seremos capaces de superar nuestros errores cometidos en el pasado cometidos ciegos por nuestras obsesiones? Película con mensaje,original y diferente a lo que hoy nos ofrece la taquilla.
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22 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Mucho mejor de lo que mi calificación refleja
Un cinta muy entretenida cuya virtud es su buen ritmo en combinación con una historia atractiva, impecablemente narrada, de una forma muy sencilla y disfrutable, logrando atrapar gracias a la complejidad que va alcanzando la trama, convirtiéndose en una historia dentro de una historia dentro de otra historia. La parte en la que falla es en dar contundencia y un final con suficiente fuerza a la historia principal que pudiera englobar el sentido de toda la narración, y aunque esto no es un defecto tan demasiado grave, hay que sumar que no hay realmente originalidad o elementos extraordinarios en toda la película más allá de lo ya señalado y una muy buena actuación de Bradley Cooper. En general, absolutamente prescindible pero muy disfrutable y que deja un enigma en qué pensar.
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15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
¿Soy el único? ¿Era tan evidente?
Le he dado un 6 la película, pero a medida que voy recordando cosas de ella, estoy tentado en dejar la nota en 5. Sobre todo porque:
-Me cuesta muchísimo creer que esa pareja que parece estar a dos velas, es decir, sin un mugriento chavo en el bolsillo y que va pegando sablazos al padre de Bradley Cooper, decida emplear sus prácticamente inexistentes recursos en darse una vueltecita por París. ¿Y la pasta?
-Ejerciendo de turistas con ciertas posibilidades económicas, se dejan caer por una tienda de anticuario y allí se topan con la famosa cartera vieja. Lo más inverosímil de todo es que nadie ha reparado hasta entonces que en su interior está nada más y nada menos que el original de una novela inédita. ¿Pero puede haber algún alma cándida que se trague que el peso y el volumen de una novela de unas 250 hojas -hoy en día, menos sería simplemente una novelita corta- pase desapercibida para todos los que han tenido contacto con esa cartera? ¿Quién puede admitir semejante fantasía?
-¿Es tan fácil para un viejo con piernas achacosas esperar horas y horas frente al edificio donde vive Bradley Cooper?
-Por cierto, ¿todo ese esfuerzo sólo para darle en las narices con "oye, que el libro era mío" y rechazar altivamente una compensación económica?
En varios de los comentarios que he leído, aparte de resaltar que el papel de Oliva Wilde es de una simple calientabraguetas, se asevera que su lugar en la película es perfectamente prescindible. Yo no lo creo así porque sirve para tirar del hilo de la madeja que esconde Dennis Quaid, en el supuesto caso de que en realidad sea Bradley Cooper, pero de mayor, y lógicamente habiéndose cambiado de nombre para ocultar esa vergüenza de juventud.
Respecto al reparto, a quien yo considero del todo prescindible es al personaje que encarna Zoe Zaldana. ¿Por qué está ahí? ¿Para dar la nota de "color"? ¿Para cubrir la estúpida cuota de actores que no son de raza blanca y que por imperativo legal han de aparecer en toda película americana? Qué cosa más ridícula y absurda.
Y llegamos ya al título de esta crítica. De las muchas que he leído en esta sección sobre la película, sólo en una su autor confiesa tener alguna duda sobre si Dennis Quaid es en realidad Bradley Cooper con unos cuantos años de más. ¿Soy el único junto con este otro firmante que tiene la misma duda? La verdad es que saqué esa conclusión cuando vi el filme, pero como nadie -salvo la excepción mencionada- alude a ese pasado de Dennis Quaid, me entra alguna duda sobre si estaré equivocado o no; después de todo, tanto la ropa, los coches, los ordenadores y mucho más no son distintos de los que aparecen en el tramo de la historia que corresponde a Quaid.
¿Alguien quiere pronunciarse sobre esto? Gracias por anticipado.
Por cierto, voy a tratar de cambiar mi puntuación del principio por un 5, dejando la película en una calificación de "pasable" y nada más. Es lo justo.
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15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
No es país para novelistas
El personaje de Bradley Cooper me recuerda a un mal blogger. Desde que Internet permite la creación de espacios 'literarios', muchos tienen capacidad de mediatizar sus escritos, con la pretensión de ser leídos, sin que realmente tengan nada que contar. A años luz del respeto debido a este arte, que necesita una cantidad considerable de lágrimas, desesperación y, aquí flaquean muchos, de lectura previa. Conforme más lee uno, más respeto le inspira la literatura.

'El ladrón de palabras' no se adentra en la lucha del hombre contra la blanca fiereza del papel, infinito medio en el cual ha de depositar sus entrañas. Juega más a mostrarnos al hombre ávido de trascender, de lograr 'dejar su nombre', de conquistar el mundo editorial, de alcanzar la plenitud en su trabajo, de 'hacerse famoso'... Son luchas diametralmente opuestas, y mucho más interesante la primera que la segunda, que recuerda a los autores de esa sacarina literaria en forma de blogs que he citado antes. El planteamiento ya de por sí me resulta algo desacertado.

Jeremy Irons, actor que sí deja ver en su rostro algo del bello estereotipo de escritor maldito, hace su desgraciadamente breve aparición mientras el protagonista lee 'Pregúntale al polvo', de John Fante. Es, posiblemente, el momento más atinado de la película, sin dejar de ser un mero guiño.

Gracias.
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14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
EL SUEÑO QUE NO TE PERTENECE.
Tanto Brian Klugman, como Lee Sternthal relatan un episodio que podría resultar atractivo, si se hubiera construido un guión más sólido con mayor inspiración. Tal vez el resultado fuese otro, al observar el sobresaliente el material con que contaban. Jamás concluyen las expectativas generadas.

"El hombre perfecto" una película francesa de 2.015, se enfrenta a la misma temática pero con una resolución fascinante, debido a los giros tan bien elegidos, para mantener la intriga y generar ese interés, carente en el cine actual.
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9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
El plagiador de plagiadores
Parece que cuando a Hollywood le da por un actor no hay marcha atrás, y ahora han decidido que Bradley Cooper tiene que ser una estrella, así, porque sí. Parece que no se quieran dar cuenta de que no tiene el más mínimo carisma y que acostumbra a pasarse las pelis con cara de atontado. Y 'El ladrón de palabras' no iba a ser la excepción.

Si bien la cinta mantiene la incertidumbre durante todo el metraje, su falta de chispa y de alma acaban lastrando a un conjunto ya muy mermado por el exceso de tiempos narrativos. Seguramente la línea narrativa del personaje de Dennis Quaid era totalmente innecesaria, por lo que se tendrían que haber centrado más en la historia del escritor - plagiador y en la de la juventud del escritor plagiado (soberbio Jeremy Irons). A ello hay que sumarle personajes intrascendentes como el de Zoe Saldana o el de Olivia Wilde, en el papel de una especie de acosadora.

La cinta se ve con agrada y no aburre, pero la falta de cohesión del conjunto hace que sea una experiencia de lo más fallida. Y es una pena, porque tenía mimbres para que hubiera salido algo mejor.

Lo mejor: Jeremy Irons.
Lo peor: La historia de Dennis Quaid sobra por completo, lo que entorpece el desarrollo de la cinta.

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11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Lo que hay detrás del éxito y del fracaso
Por debajo de la trama del plagio que comete el joven escritor frustrado, se esconden varias reflexiones de total actualidad.
Cuando llega la hora de elegir qué será uno de mayor, es raro tener muy clara una vocación. Algunos la tienen. Y esto, como casi todo, puede ser una suerte o una desgracia.
Es una suerte si puedes seguir esa vocación y ganarte la vida con ella.
Pero es una desgracia cuando hay que elegir otra cosa y dejar la vocación relegada. También lo es seguirla y fracasar porque no alcanza para poder comer, pagar el alquiler o la hipoteca y las facturas.
Y lo peor es cuando, por más que te esfuerzas, no es suficiente, te convencen de que te falta talento a fuerza de puertas cerradas en las narices, negativas y hasta burlas en toda tu cara.
Si eres un don Nadie, ni un alma se fijará en tus posibilidades. Los mercados y la publicidad dictan las modas, las tendencias, los best-sellers, hoy día quien no es famoso es un alfeñique sin interés, su obra no merece ser considerada, como dice el refrán, quien no tiene padrino no se bautiza. Cuánta gente talentosa ve cómo sus creaciones no sirven más que para papel de wáter, porque no se apellidan tal o cual, no son parientes de fulano, no vienen recomendados por el archiconocido mengano.
Buena parte de las editoriales son tan aves de rapiña como el que más. Cuántos manuscritos se quedarán cogiendo el polvo de la indiferencia y del olvido en los cajones de las cosas sin valor, simplemente porque quienes los redactaron no se llaman X. Claro, la excusa es que el mercado manda, el libro que no venda un montón de ejemplares no es rentable.
Los artistas anónimos que están empezando tienen muy poquito que hacer. Casi todos acaban dejando de lado su vocación, o como mucho conservándola como afición para ratos perdidos.
Por eso yo no creo que Rory Jansen sea tan mediocre, sencillamente es que como no lo conoce ni Cristo para qué se va a molestar ninguna editorial. Muchos de los que publican y son tan famosos no son genios literarios, ni siquiera brillantes, pero se llaman X, y aunque Rory tampoco sea un genio, la diferencia la marca algo tan injusto como no tener padrino, ni dinero, ni proceder de un entorno privilegiado.
Y el pobre Rory paladea el sabor de la decepción, uno de tantos cuya vocación no les sirve un pimiento. Entonces encuentra de pura casualidad un texto de origen desconocido; nada más leerlo sabe que ese escrito podría ser su llave al éxito. Rory saborea con amargura el abismo de sus propias limitaciones y de su mala fortuna, se compara con el anónimo autor de ese pequeño prodigio... y acaricia un sueño loco. Si yo me hiciera pasar por el autor, ya no me mirarían más con desprecio, las puertas se me abrirían y ya no seguiría trabajando en una porquería de empleo. Mis propias obras serían ponderadas con ojos aquiescentes. Todo eso debe de pensar el muchacho en una fracción de segundo.
Qué curioso, un lienzo con un punto y una rayita se considera una obra de arte invaluable si lo firma un Miró, y el mismo lienzo firmado por Pepito Pérez se lo comen las moscas.
Entonces concluyo que el chico hace trampas porque en esta sociedad ganan los que las hacen. El plagio es un acto deleznable si te pillan. Pero claro, el artista plagiador nunca tendrá la conciencia tranquila. ¿Cómo va a sentirse realizado si el mérito no es suyo? El triunfo no siempre sabe dulce. El precio de la fama a menudo es demasiado caro.
No todo lo que brilla es oro en la vorágine del éxito, ni todo son campanillas y perdices.
El plagio de Rory nos conducirá hacia el pasado del autor del libro perdido. Una historia dentro de otra. Y estas dos, dentro de la del escritor que les ha dado vida, Clay Hammond.
El paralelismo entre los tres, ya sea persona real o personaje literario, es palpable. Un libro contiene parte del alma de su creador, mucho de lo que es. Nos revela cosas sobre su interior.
Y no estoy muy de acuerdo con lo que le dice Clay a la chica buscona: que la vida y la ficción son cosas muy distintas. Opino que se lo espeta para quitarle la ilusión de ser escritora, para evitarle la pena de darse de batacazos y sentirse mediocre, como él mismo se sentiría alguna vez, cuando era un muchacho que empezaba, y de continuar sintiéndose mediocre durante toda la vida, e incluso, probablemente, culpable.
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9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
El policía de palabras
Aquí una historia guarda otra historia que esconde a su vez otra historia, es como un secreto que a su vez tiene otros secretos. El espectador ve tres capas en la historia y a lo mejor le sobra una porque un espectador no necesita que le cuenten nada desde un escenario, para eso está la historia, pero el caso es así y así hay que seguirlo, lo que pasa es que ese narrador, Dennis Quaid, no aporta más que un episodio pedante porque una rubia, Olivia Wilde, en un papel francamente artificial, indefinido, le ha entrado de forma interesante y él se deja adular para deslumbrar, pero el policía de palabras que es el espectador, no necesita más palabras, tiene el olfato ya demasiado desarrollado y ve inútil ese esfuerzo superfluo.

Al policía -el espectador-, le interesa el caso del ladrón. El ladrón se ha hecho con el sueño de uno que es como el de muchos: que le publiquen una obra; porque todo el mundo tiene algo que contar pero sólo unos pocos después de muchas carambolas, de que acierte con el tema, con el día y con el editor en estado receptivo, tendrá la suerte de ver su obra publicada. Muy difícil, a no ser que seas del famoseo, de la tele, uno de los payasos del pequeño dictador Jorge Javier o, también vale, presentadora de telediarios que se lo tienen creído y tienen contactos o favores que cobrar. El caso es que de esta forma el ladrón ya guarda un secreto, la obra no es obra, y con ese secreto tendrá que ir guardando los demás que vayan surgiendo por culpa del primero. Y será como una bola de nieve, que irá engordando hasta que choque finalmente sin resistir uno más.

El policía-espectador ve un matrimonio y que su transcurrir en el tiempo se limita a ese asunto de la obra, no hay otra vida, otros problemas, otros alicientes, de tal forma que ella le recrimina de mala manera cuando el tema no es para tanto. Son palabras y no robadas, no es un millón de dólares conseguidos en el asalto a un banco con muertos por medio. Son palabras y al fin y al cabo, publicadas ¿qué más da por quién? Cela, en su día tuvo un negro a su servicio que copió una obra ajena y con ella ganó el premio Planeta (La cruz de San Andrés) y entonces, su recién estrenada mujer, un siglo más joven que él (más o menos), la puta de turno, que se las daba de periodista sin tener la carrera, se aupó a la fortuna del escritor para pervivir en la abundancia el resto de su vida, era cuestión de adular nada más, el caso es que ella no le montó un cirio al pobre Cela por ser ladrón de palabras; la vida son multitud de pequeñeces y problemas serios a centenares. Aparte de esta limitación, la película consigue que el espectador entre en la moral del tema y aprecie el sentido de la narración.

Es verdad, el policía de palabras comprende la reacción del bueno de Bradley Cooper, su primer secreto tenía ya muchos secretos dentro y no cabían más, como hemos dicho. El delito tendrá que juzgarlo alguien autorizado pero está claro que el mayor robo que existe, el que más perjudica, el que más dolor causa, es el intelectual.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Las desgracias nunca vienen solas
"The words" es un fallido intento de entretener, contando un hecho ficticio con trasfondo literario y analíticas pretensiones sobre la autoría del artista y el código de honor de los creadores. Y es un fiasco, fundamentalmente, porque sus jóvenes realizadores y guionistas parten de un arranque mentiroso cual es la novela parida en quince días por un novel aficionadillo a la lectura. Por lo poco que yo entiendo de esto, tan trascendente creación, aunque desaparezca la copia escrita, no desaparece de la cabeza del autor en tan poco espacio de tiempo, máxime cuando deja tal huella en el individuo que sesenta años después es capaz de reconocerla en la primera línea.
Si a este inestable cimiento le sumas la increíble caracterización de Dennis Quaid (como si en España Belén Esteban hiciera de Rosalía de Castro), es fácil entender que el resultado final no sea ni medianamente satisfactorio.

El posible suspense y el desenlace quedan lastrados por lo expuesto con anterioridad y de poco sirven las buenas intenciones y la esperanzadora presencia de Jeremy Irons; el naufragio es inevitable.
No ha sido la mejor manera de acabar esta Seminci del 2012 que ha terminado con una nota colectiva, bajo mi punto de vista, que se instala en el notable (7), en lo que concierne a las 18 películas proyectadas en la Sección Oficial y a los cortometrajes que las acompañaron.
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7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Una buena idea mal desarrollada y peor interpretada
Con esta película sucede una cosa que nunca debería suceder en una buena película: el actor (Bradley Cooper) sobre el que recae toda la acción no resulta creíble, la historia (como toda historia que cuenta a su vez varias historias) tiene algunos capítulos realmente flojos (como el que sucede en París) y el conjunto es tan irregular como una circular por una vía romana con una bicicleta de madera. Se deja ver e incluso puede entretener pero “El ladrón de palabras” esa, a todas luces, una ambiciosa película que consigue pocas metas de las que se propone. Es maniquea, es cursi, está mal dirigida y es plana. No consigue transmitir apenas nada y eso es culpa de un actor equivocado y un guión tan estúpido que asusta. Y no porque lo que pretenda contar no sea interesante, la premisa está bien pero el desarrollo (tanto en la forma como en el fondo) es de telefilme de sábado por la tarde. Podrá engañar a algunos espectadores de lágrima fácil pero es el conjunto es peor de lo que parece (o de lo que debiera).
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
El ladrón de palabras
Historia dentro de otra historia para hablar de una tercera; excelentes actores que eclipsan la pantalla y dignifican el relato contado. Ha excepción del tramo protagonizado por Dennis Quaid y Olivia Wilde, cuya sintonía juntos no funciona ni pegados con cola y cuyas actuaciones son de los peor..., el resto de los participantes están excepcionalmente en sus respectivos papeles -destaca un soberbio Bradley Cooper que le saca todo el jugo a su principal personaje-, elaborando un conjunto muy atractivo, interesante y de perfecta ejecución en la gran pantalla. Sin grandes aspavientos ni un soberbio guión, es capaz de mantener tu atención toda la velada, de atrapar tu fascinación por la historia a pesar de la no dificultad de adivinar el enlace que se esconde detrás de cada una de ellas y en su conjunto. Un rompecabezas sobre la profesión de escritor, de la obsesión por las palabras y de la ambición de conseguir lo que no está a tu alcance; diferentes niveles interpretativos y narrativos que van a juntarse en el tramo final con una presentación honorable, de gran estilo y arrogancia, con un poco de decepción por la simplicidad del desenlace, por la no elección de más riesgo expositivo dada la fuerza con la que inicia su aparición, sales contento y satisfecho de haber visionado una buena película, curiosa unión de literatura y cine -cogidas de la mano-, bien contada pero rematada de forma demasiado justita. Lo mejor: un veterano Jeremy Irons y un ya-confirmado Cooper cuya elegancia física combina perfectamente con sus artes interpretativas; sin ser resultona o expectacular, el regocijo y contento al final de la misma están asegurados.
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6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Leer un libro sin leer una palabra....
Después de muchos años de ver muchísimas películas ,buscar y encontrar obras de arte escondidas hoy ha sido la primera vez que una de ellas me ha hecho sentir algo diferente y especial, es casi como si alguien me la hubiera contado al oído, un libro que en dos horas el propio escritor me lo ha relatado para mí solo, una historia tan real y a la vez tan imposible que tardaré tiempo en olvidar, espero que algunos de vosotros tengáis no solo la suerte de verla sino de disfrutar con ella como lo he hecho yo.
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6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
CREADORES
Interesante investigación sobre el oficio de escritor visto en forma de bien trazado rompecabezas a través de tres historias unidas de forma un tanto insólita. La ambición por ser famoso y romper los mercados frente a la creación literaria como forma de expresión personal mas allá del gusto del público ha sido un debate nunca cerrado en el mundo literario.
El Ladrón de Palabras incide en esa cuestión con un planteamiento atípico, tal vez mejor intencionado que resuelto, aunque no por ello carente de interés. También aborda el siempre crudo tema del plagio, nunca resuelto de forma definitiva en cuanto a los literatos de mas éxito.
Las vidas de sus protagonistas giran en torno a la escritura: el fracaso o éxito de los seres que poblan la pantalla depende del azar de los gustos del público, y en uno de los casos la trasteienda del éxito es un fraude que sólo el propio interesado conoce.
Bien interpretada en lineas generales, sobresale un excelente Jeremy Irons, actor irregular aunque en ocasiones ciertamente inspirado.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Me robaron la expectativa...
Con el título de la crítica creo que digo todo . The Words intenta ser una buena película ( casi que lo consigue ) pero se queda a mitad de camino . Sus directores y guionistas tuvieron una buena idea ( quizá la robaron ) pero les faltó un Jeremy Irons de joven ( Ben Barnes ) con la inspiración necesaria para simplificar el guión. Me fuí decepcionado
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5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Cómo convertir una gran propuesta en un aburrimiento sin pegada
Una película que va de más a menos. Con un planteamiento narrativo y una propuesta argumental sumamente interesante, a partir de la mitad del metraje va perdiendo fuelle a marchas aceleradas y se queda en un producto vacío.
Con un reparto de caras muy conocidas, que desempeñan sus papeles de forma decente (excepto un desubicado Dennis Quaid), y una banda sonora hermosa que ayuda a introducir al espectador en la historia, es una verdadera lástima que a partir de la escena en la que el personaje principal destapa la verdad a su esposa y agente literario, el film se pierda bastante y no sabe cómo acabar la historia o cómo darle una perspectiva original.
Al final todo queda la sensación de haber disparado con balas de fogueo.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Reflexiones sobre literatura
¿Hasta qué punto la creación artística es una necesidad natural, un impulso, pero también un deseo de reconocimiento, de diferenciación con respecto a los demás? ¿Cómo surge la verdadera obra de arte? ¿A través de la entrega? ¿Por medio del dolor? ¿O de ambas? ¿Y no podría ser por una concatenación de circunstancias? Estas son algunas de las cuestiones que plantean los directores del film, más acertados en sus planteamientos que desgraciadamente en los resultados. No obstante lo mejor del film, en mi opinión, es que la película te invita a pensar, a reflexionar sobre lo que empuja a una persona a plasmar negro sobre blanco, cualquier emoción, reflexión, fábula o experiencia vivida. En mi caso, modestamente puedo decir que mi impulsa una emoción y unas ganas de expresar lo que siento, tras ver un film y el deseo de compartir con otros mis opiniones más o menos acertadas, pero siempre sinceras.

El film narra a través de un trío de escritores que protagonizan las tres historias entrelazadas a modo de cajas chinas (técnica literaria). El autor de éxito, Clay Hammond (Dennis Quaid), que lee unos pasajes de su nueva novela “The words”, ante un entusiasmado auditorio, relatando la historia de Rory (Bradley Cooper) un joven con pretensiones literarias cuyos escritos son continuamente rechazados por las editoriales hasta que, de manera fortuita halla un viejo manuscrito cuya calidad hace caer en la tentación de transcribirlo y firmarlo como suyo, obteniendo un clamoroso triunfo como escritor. Embriagado de popularidad y reconocimiento, un enigmático anciano (Jeremy Irons) se acerca en un parque neoyorquino a Rory para contarle sus vivencias en el París de posguerra, las dramáticas circunstancias que le llevaron a escribir una novela que extravió.

Reconozco que es difícil acertar cuando se navega en las procelosas aguas de la creación artística porque se suele recurrir más a los aspectos románticos, anecdóticos o conflictivos que giran sobre el artista que por el propio hecho creativo en sí. El problema de Rory es más una cuestión de falta de talento y de deseo de reconocimiento que por el dolor que implica el acto de crear o por sufrir un bloqueo creativo ( el miedo al papel en blanco). Los directores del film navegan en otro sentido, tratan de englobar el fenómeno de la creación literaria a partir de contraponer tres tipologías de autores: el escritor que goza de reconocimiento, Clay, el joven con aspiraciones a serlo pero de dudoso talento, Rory, y aquel que, sin una aparente vocación literaria, concibe en un arrebato una obra maestra, el ahora anciano.

Sin embargo, el peligro que corre este planteamiento radica precisamente, en la posible variabilidad del interés y la calidad de unas con respecto a otras. Y es ahí donde reside el desequilibrio del film, porque el episodio de los recuerdos parisinos del anciano, mostrado en “flashback”, es el que posee un interés, una densidad dramática en la pareja parisina y una intensidad emocional mayor que los demás, por la concepción de los personajes y la propia puesta en escena, infinitamente superior a las desventuras de Rory y su esposa (interpretaciones muy planas), así como el acoso de una joven estudiante al arrogante y madurito ligón que es Clay.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
El ladrón de palabras o cómo la historia es el personaje principal.
Rara vez me ocurre esto, a saber, que el elenco de la película se diluya a favor del personaje principal, la historia.

Nos presentan a un joven, guapo y entusiasta escritor, que además deja entre ver que es buena persona. Junto a él a su preciosa chica, dulce y sexy. El anciano se presenta casi a media función y los frustados enamorados del cielo de París nos dejan echar una ojeada a su historia.

Pero ninguno de ellos es capaz de hacer sombra a la historia, a esa historia que está intentando salir a la luz, que nos va dejando pistas con cada uno de los personajes. La historia, la verdad. Me ha encantado.

La puesta en escena es idílica, como estar dentro de una novela triste, de esas que gustan de ser leídas despacio, por tiempos. Los actores elegidos ciertamente no me parecen destacables, ni siquiera Irons que parece que lo hayan metido como recurso pesado para captar público.

Es algo previsible partiendo de la base de que ya sabemos que se trata de una historia de plagio y que acaba siendo una lección de vida por tanto que nos recalca aquello de "siempre tomamos decisiones, lo difícil es vivir con ellas". Pero me ha encantado

Lo tiene absolutamente todo para llegar realmente a emocionar (yo he llorado con la escena de la estación en la que se despiden sin palabras pero porque a mí esos dramas me van) y sin embargo le falta.....desgarro, sal en la herida, certeza....que siempre duele más. De verdad, me ha encantado.

Es como lo que he leído de alguna crítica de aquí "quiero y no puedo". Bueno, no pasa nada, se ha intentado y aunque falta riesgo ya habrá otra oportunidad.

Por otro lado algo más técnico, los malabarismos para encajar las tres historias como muñecas rusas llegan a buen puerto, aunque tampoco lo ponen difícil. Los protagonistas vacíos a pesar de la buena combinación de la pareja Saldana-Cooper, la historia perfecta.

No pasa nada, se ha intentado y el futuro promete. Relájate, métete en una historia contada sin prisa y sin pretensiones y.....
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11 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
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