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299 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
Una putada
Disculpen el taco, pero es exactamente eso.

Una putada de película que atrapa y obliga a pasarlo mal desde el primer minuto en que se advierte que algo no va bien en la salud de ella, una Emmanuelle Riva que se marca una actuación de diez, en la cual todos aquellos que hayamos tenido la mala suerte de tener un ser querido en similares circunstancias podemos reconocer.

Se trata de una de las películas más intimistas de Haneke, una merecida Palma de Oro que dejó con la boca abierta a toda la crítica en Cannes. De dirección sobria, la acción se desarrolla en la casa de ambos, para reflejar el encierro que supone una enfermedad así para quien la sufre.

Y duele. Duele, duele, duele.

Son bofetadas sin manos de Haneke, que una detrás de otra, suelta para enseñar su visión sobre el amor. "En la salud y en la enfermedad" que diría el cura de la boda.

Tras aparecer los créditos y salir de la sala, la sensación es de sobrecogimiento. Una chica por detrás, dejó escapar uno de los pocos comentarios que los impresionados espectadores hicimos mientras nos encaminábamos algo aturdidos hacia la salida: "Parece que venimos de un velatorio".
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271 de 310 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
VERLO/VIVIRLO
VERLO:

No se puede negar que Michael Haneke es un verdadero autor. Sus señas de identidad están intactas en su última película. Los planos largos y desasosegantes, así cómo un perfecto dominio espacial de la vivienda de Georges y Anne, en el que uno diría que puede moverse sin haber estado allí. Uno casi puede recorrer sus estancias y empaparse de la tragedia de la pareja. Haneke se concede incluso algunos segundos magistrales de terror dentro la la propia pesadilla en sí; en una pesadilla dentro de la narración. Todo un prodigio técnico/artístico que me hace darle mi sobresaliente en la realización.

VIVIRLO:

Haneke no me emociona con su película, porque solo cuenta la realidad de la vida. Hace unos años mi abuela enfermó gravemente. De su inicial vitalidad pasó poco a poco a un estado indigno. Recuerdo ayudar a mi madre cuando mi abuela se cagaba y meaba en su habitación, recuerdo sus gritos de locura en mitad de la noche. Gritos desgarradores, sin sentido y escalofriantes, con algunos momentos de lucidez que hacían el martirio practicamente insoportable. Nosotros fuimos durante un año fantasmas al servicio de la muerte, porque finalmente murió.



Me fascina la técnica de Haneke, sus intérpretes, el uso de la cámara y la música clásica en momentos puntuales. Pero no me emociona, porque la realidad diaria supera con creces esta ficción. Además no empatizo con la tragedia, por la aséptica narrativa, que en este caso no beneficia al tejido vivo de la película.
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267 de 388 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Nitrógeno líquido
Nitrógeno líquido, así es. Creo que es lo que mejor puede definir el cine de Michael Haneke. El cine del austriaco es frío, helado. Pocos directores pueden decir que son tan sumamente gélidos como él. Pero quema. El cáustico cine de Haneke quema igual que un hierro incandescente. Es tan frío que quema: nitrógeno líquido.

"Amour" es puro Haneke. El director nacido en Munich no se empeña en horrorizarnos a nivel visual, pero si al nivel sentimental. Es un auténtico genio del terror, del terror psicológico. Le basta con contar un drama sencillo y cotidiano y convertirlo en una película sombría, dolorosa y siniestra, pero de una belleza inusual.

Haneke es inigualable. Creo que es el único director del mundo que consigue horrorizarme y emocionarme en una misma película. Porque "Amour" es puro horror, pero también es puro amor (valga la redundancia). Creo que pocas veces he visto una historia de amor tan veraz, pura y auténtica como la de este film. En el amor del mundo de Haneke no hay besos, ni abrazos, ni sexo. Hay cariño, afecto, comprensión, sensibilidad y apoyo en las buenas y en las malas, y sacrificio. Eso es el verdadero amor, que no os engañen por ahí.

Viendo "Amour" me ha sido imposible no acordarme de otras hermosas historias de amor y vejez, como: "Dejad paso al mañana", de Leo McCarey, "El hijo de la novia", de Juan José Campanella, "Cuentos de Tokio", de Yasujiro Ozu o "En el estanque dorado", de Mark Rydell.

Técnicamente el film es muy del estilo del director, muy europeo. Planos largos, profundos y austeros. Guión sencillo pero que solo un genio como Haneke puede convertir en obra de arte. Mención aparte merece el trabajo de Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva. Sencillamente impresionantes ambos, de diez.

Haneke ha vuelto a dar en el clavo. Ha vuelto a deslumbrar con una historia preciosa a la par que saca los monstruos más retorcidos de su cabeza. Una de las mejores películas de uno de los mayores genios cinematográficos de nuestro tiempo.
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139 de 160 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Enfrentandonos con nosotros mismos
No, no es una historia de un pobre anciano cuidando de su amada enferma, no. Tampoco pretende llevarnos por ningún camino. Es un regalo para todos aquellos que deseen pensar por si mismos y sacar sus propias conclusiones.
Una película honesta de principio a fin. La manera de contarnos la historia es tan humana, honesta, transparente y terriblemente cruda, que nos hace enfrentarnos con nosotros mismos. Con nuestra conciencia. Volvemos a ser tratados como librepensadores.... GRACIAS.

Son muchas las emociones, ideas, sabores y luces que despierta en tu cerebro. Tantas, que a mi me sobrepasa. Va muy por delante de mi. Pero eso me gusta. No te da nada masticado. Te da auténticos icebergs que desafian la razón.

La misma sensación de amarga plenitud que deja el cine del maestro Bergman.
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122 de 137 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Tiene puntos, pero tampoco es que te estés partiendo toda la peli.
Pocos matrimonios quedan que lleguen ambos a la vejez y en tal armonía. Se necesita una educación excelente, un temperamento suave y mucha compenetración intelectual. De todos formas, a este par de ancianillos les falta algo. Y lo digo porque cuando vienen mal dadas, las tardes se vuelven largas. Les falta un televisor.

Haneke mantiene la tónica de planos fijos con gente en movimiento sin apariencia teatral, lo cual es muy loable. Por ejemplo, al comienzo, un teatro lleno espera charloteando que comience el concierto. La cámara enfoca al público. Cuando has terminado de contarlos a todos, por hacer algo, se apagan las luces y aplauden. Les ves palmear un rato y suena un piano. Entonces el espectador (de la peli) se siente músico, vive en primera persona la sensación de cientos de personas admirando tu obra.
Esto es lo que dirán los críticos empalmaos, que tratan de buscar lecturas más allá de la órbita de plutón. A mí me parece que cuando por fin le coges el tranquillo a la escena, te cortan la música de golpe, cosa que jode un huevo. Y es que la música es excelente, pero tal vez no se trate con el suficiente respeto. Si llevas aguantando un plano quince minutos, ¿qué más da ya aguantar tres mas para escuchar el movimiento completo?
Sobre todo con esas semicorcheas tan delicadas. Y las semifusas... ¡oh! qué delicatessen, mon amour!

Son dos horas de dos ancianos en una casa vieja con dos pequeños impactos en el guión, y se llevan bien, a pesar de no salir Bruce Willis, pero se puede hacer lenta para cualquiera que espere algo más salvaje para remediar el semitedio, como deseaba el menda presente, que se tragó enteras Caché y El Séptimo Continente por el premio.
Pero si tienes buen gusto, cultura cinéfila, paciencia y la música te gusta sólo para presumir, la peli te fascinará.

Desde luego no puede decirse que no sea buena. En mi caso, asistí el martes a una sesión matinal, para evitar las horas de la siesta y la verdad es que he salido de la sala el miércoles por la tarde con muy buenas sensaciones.
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131 de 187 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
«Hace que “Saw” parezca una comedia romántica» (John Waters)
Michael Haneke escribe su película sobre la imprenta de la vida, la muerte y el amor para formar un impecable y certero libro. No nos engaña. Nos muestra las páginas finales para revelarnos aquello que conocemos y se encuentra al final del camino: nuestra propia muerte. Pero, finalmente, cede a los sentimientos y escribe un epílogo por encima de la propia obra, como esa película de la que habla Georges: «No recuerdo el título de la película pero sí los sentimientos». Los planos serán palabras y los fotogramas hojas… pero el sentido físico y perceptivo de los mismos resonará en nuestros propios corazones cuando rememoremos una historia. Se equivoca, no obstante, porque “Amor” está condenada a la eternidad y a ser recordada desde su título a la estela que transcurra por todo su camino.

Cualquier director buscaría una sinfonía de primeros planos en las cartografías emocionales de los provectos rostros de Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva, pero Haneke se queda en la distancia… como si el mismo no quisiera implicarse emocionalmente en la propia historia. Quiere ser un testigo como el espectador sin adornar ni manipular la representación que tiene delante. Como si el propio director, filósofo, psicólogo y dramaturgo, mantuviera el análisis personal desde sus planos fijos distantes y delegando al espectador a la elipsis y al rol de Isabelle Huppert. Pero los planos se van acortando a medida que avanza el metraje: nos acercamos al horror, a la muerte y también al… amor. Porque “Amor” es un filme de terror que arrastra en su teatralidad el encierro y claustrofobia de los propios protagonistas y espectadores, para emerger desde su aura a lo etéreo en nuestro subconsciente.

Los planos detalles, como sucedía en “El séptimo continente”, se revelan como constante del cambio: los cuadros y los espacios… ante el deterioro del tiempo… como concesiones del legado. Los pocos elementos circulantes a modo de metáfora, como la paloma ‘torera’, la música, el agua… emergen como detonantes. El ‘amor’ realmente es la pesadilla y la ensoñación del protagonista: lo etéreo del contra-plano imposible y divisado como la mentira… La mentira contra la que se enfrenta el ser humano al dibujarse frente al espejo de la enfermedad y la vejez. Somos ese rastro perdido, esos sentimientos que rememorarán otros. La muerte es el vacio que dejamos, la eterna ausencia de los lugares que visitamos y donde yacimos. Realmente hay conexiones entre “La cueva de los sueños olvidados” y el final de “Amor”, brutal filme y uno de los mejores que ha filmado el imprescindible cineasta, al que únicamente le podemos achacar las generosas propinas de 10 € que suelta Jean-Louis Trintignant (Georges) como si fueran billetes del Monopoly. Perdone, eso es ya lo que casi vale una entrada de cine… ¡Duele! ¡Duele! ¡Duele! ¡Duele! ¡Duele! ¡Duele!…
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78 de 98 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Haneke, el gran intocable
Ante el alúd de premios y honores, que ya no le caben en la cesta y sigue sumando, que está recibiendo “Amor” y el reconocimiento unánime que tiene su director, me da el relax y la libertad (sin faltar al respeto, porque se lo merece, dicho sea de paso, aunque esté muy sobrevalorado) para, al menos, manifestar ciertas reservas ante esta película, supuestamente intachable. Creo que a excepción de sus tres primeros largometrajes, para mí los más logrados, siempre me ha dado la sensación de que Haneke se iba creando un mundo antojadizo tanto de circunstancias como de personajes traumáticos. Y digo antojadizos porque, como ocurre también en “Amor”, los pasos dramatúrgicos entre las acciones se los pasa por el forro, su final se contradice con su principio, o viceversa y se recurren a elipsis para salvar escollos. Me remite al cine de autor con ínfula que se idolatraba en cine clubs y sesiones experimentales de hace medio siglo. De hecho el mundo que describe es la consecuencia que hemos visto repetidas veces en esta clase de cine: pareja heterosexual que cena una loncha de jamón de york acompañada de una hoja de lechuga, que mientras toman una pequeña copa de vino escuchan a Schubert, por ejemplo, y hablan de cuando en cuando, durante largos silencios, de algo profundo. De hecho, si Haneke hubiera centrado su historia en los caseros españoles igual habríamos presenciado una historia más lógica: hubieran buscado más el sol y habrían salido a la calle, habrían puesto más canciones (o coplas), verían algo la tele, quizás tendrían algo de sentido del humor o gritarían más hablando, a saber. Pero la opción escogida por Haneke es la más austera y la más mortecina, sin hacer “cine de cámara” bergmaniano, que hubiera sido más moderno y para mí más meritorio, dicho sea de paso, aunque el pilar sean los actores. No sé por qué Trintignant no ha sido nominado al Oscar cuando está ante el papel de su vida, menos lucido que el de su conmovedora y estupenda compañera nominada Emmanuelle Riva. Ellos llevan la película con pequeñas intervenciones de otros actores, como la estupenda Huppert en un personaje, que como el resto poco aportan al conjunto. Quizás por último creo que su título es erróneo. Puede que Compasión, Misericordia o Marrón podían haber definido mejor la propuesta, porque amor lo veo sólo en varias secuencias muy concretas. Aunque me parece una película interesante y con algunos logros, creo que tampoco es como para lanzar campanas al vuelo, sobre todo porque si estremece al espectador es porque su historia, tarde o temprano a todos nos irá llegando, pero no porque nos haya perforado.
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81 de 108 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Haneke, ¿por qué me haces esto?
Ha llegado ese momento, extraño y algo desgarrador para alguien que ama el cine, de admitir que una película es excelente pero renegar de ella. La verdad es que ya me pasó en su día, después de "El séptimo continente", pero no lo quise ver, ni siquiera cuando me deshice del dvd pirateado tirándolo al fuego de la chimenea y miraba con tristeza cómo proyectaba fulgores verde azulados mientras se retorcía en silencio. Es posible que esos pequeños fuegos fatuos de colorines hayan sido la más amable impronta dejada por aquella despiadada película.

En "Amor" todo conspira a favor de la idea de Haneke en una inteligentísima utilización de los recursos. Las interpretaciones son perfectas. Haneke es un gran director, un maestro. Conoce a la perfección su oficio; hay infinidad de críticas de otros usuarios que tratan sobre sus logros y aciertos técnicos, no voy a extenderme en esto.

Lo que ocurre con Haneke, es que con mucha frecuencia utiliza su dominio del oficio para recrear el horror, para llevarme al infierno, y yo ya no sé si una película técnicamente impecable que me lleva al infierno sigue siendo una gran película. No lo sé.

En "Amor" todo desazona. Cualquier esperanza se desvanece, cualquier belleza se agrisa, cualquier ternura llega a asustar. "Amor" hurga dentro, pero no limpia. Remueve, pero no transforma. En "Amor" no hay nada de amor. Haneke nos muestra una vez más el horror de ser persona, sin esperanza, sin una luz al final del túnel. ¿Para qué quiero yo esto? Vivir es difícil, ya sin las películas de Haneke, no quiero que nadie, por muy buen director de cine que sea me lo ponga más complicado.

Algunas películas de Haneke se emponzoñan, dejan dentro algo negro que tarda mucho en irse, como el carbón de las tostadas. Haneke nos coge un dedo y nos lo returece sin piedad. ¿Por qué nos hace esto?

Ha llegado el momento de decir ¡BASTA! Se acabó, Haneke. Declaro mi independencia, declaro mi libertad. No voy a creer a los críticos, no voy a creer la publicidad, no me voy a creer los premios, y me voy a cuidar. Haneke, ya no me vas a hacer más daño, no pienso volver a ver ninguna otra película tuya, a menos que tenga la información suficiente como para asegurarme que no me vas a volver a hacer daño.

Y gracias, la verdad, por hacer que me plantee un nuevo criterio para determinar si una película es buena. Y reflexiono acerca de esto: si es técnicamente impecable pero te arroja al pozo de un sufrimiento estéril y desesperado, entonces no es buena; si finalmente ha sido dañina, entonces no es buena.
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55 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Predisposición vs. Resultado
Sin el malsano clima de La Pianista, la inteligencia que aunaba denuncia e inquietud de Caché o la sutil crítica al nacimiento del nazismo de La cinta blanca, Amor es una película que aporta bien poco a la carrera de Haneke.

Nos encontramos ante un film que de forma testimonial narra la desintegración humana de una persona anciana sustentada a duras penas por la abnegación y amor incondicional que le profesa su pareja. Dramas de altos vuelos que, por desgracia, todos hemos vivido de una forma u otra y que para trascender a la dura vida real debe tener un valor añadido que es lo que aporta el arte, y en este caso, debiera aportar el cine. Pero, y ahí radica lo alarmante, la cinta trascurre por lugares comunes mil veces transitados y donde, además, la sutilidad se confunde con la reiteración y el recurso fácil.

Una de las virtudes del cine de Haneke, la insinuación, se pierde casi por completo y el desarrollo adopta una previsibilidad alarmante para quien la firma. Al menos el sacrificio se muestra con buen tino y ajeno a la vergüenza ajena que transpiraba en el "gore para familias burguesas de vivienda unifamiliar" al que va dirigido Lo Imposible.

Es de justicia decir que las interpretaciones de Jean-Louis Trintignant y, especialmente, Emmanuelle Riva rallan la excelencia en todo momento y son el auténtico sustento de la película.

Por último no quiero dejar por señalar el aura intelectual que llevará a muchos a defender este film "porque es Haneke" y que si hubiera firmado, pongamos, no sé, el Benito Zambrano de Solas, la casi unánime crítica positiva se diluiría como un azucarillo.
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82 de 129 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Sobran más que minutos.
Descarnada visión de la vejez, que podría hacernos reflexionar sobre la importancia de terminar el camino de la vida con la misma dignidad con la que se recorrió, de no ser, porque a la película le sobran 45 minutos, en los que el director se recrea en el sufrimiento con una lentitud que va in crescendo hasta la exasperación y que parece ser que muchos confunden con la genialidad de profundizar en el discurso narrativo. Lejos de eso, resulta tediosa cayendo en la autocomplacencia de la que tanto gusta el cine europeo.
Los actores están soberbios.
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61 de 97 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Aunque de insensible peque, yo me paso por el forro el AMOR a lo Haneke
El título de esta película ya es de por sí pretencioso a más no poder: "Amor". Punto.

Llamar a una película "Amor" es casi como decir : "Voy a definir cinematográficamente el AMOR. Voy a hacer la gran película sobre el AMOR, la que en sí misma llevará inscrita, suscrita y prescrita la propia idiosincrasia del AMOR".

Y cómo lo hace nuestro Michael Haneke. Pues nos cuenta una historia de viejos. Porque los viejos conmueven, y no hay cosa que nos parezca más sincera y auténtica que el amor entre dos viejos que han pasado toda una vida juntos. Para la mayoría de la gente eso es el maximum del AMOR, la pareja de abuelillos que no puede vivir el uno sin el otro y que se profesan un sentimiento eterno e impreciso que roza lo sublime para el resto de los mortales que aún no hemos llegado a ese nivel.

Y lo flipante es que la pretensión de Haneke de hacer "la gran película sobre el AMOR" ha colado y que muchísima gente se lo ha tragado hasta el fondo. Oye, pues si Haneke lo dice y encima le ha puesto ese título a la película, será que esto es el AMOR.

Bueno, pues conmigo, por ejemplo, no ha colado. De hecho conmigo Haneke cuela poco generalmente. Yo voy a contaros exactamente lo que he visto, que no tiene nada que ver con lo que ha visto la mayoría de la gente en esta historia:

Yo he visto a dos viejos que se quieren como se quieren la mayoría de los viejos, con un querer rutinario y acomodaticio que hace la vida más segura y llevadera. Hay bastante complicidad entre ellos y un fuerte grado de dependencia mutua, como suele ocurrir en todas las relaciones largas. Si quieres llámalo amor. Personalmente creo que en este tipo de relaciones se mezclan con el amor otro tipo de sentimientos algo menos románticos, pero bueno, esto es sólo una modesta opinión.

El caso es que en un momento dado esta pareja se enfrenta a algo de lo más normal, sobre todo a su edad: la enfermedad. A mí lo que más me sorprende de toda la historia es la falta de preparación de ambos para asumir esto. Y aquí es donde me falla toda la película.

Porque cualquier viejo de nuestro entorno está más familiarizado con la enfermedad que estas dos criaturas a las que parece que la vida no les haya pasado factura ninguna en este terreno. No saben lo que es una estancia en un hospital, no parecen ser conscientes de tener una edad en la que pueden ponerse bastante malitos, y sobre todo, a pesar de no faltarles los recursos económicos, están totalmente faltos de recursos emocionales y pragmáticos para afrontar el problema.

Todo en esta historia me suena irreal y forzado. Incluso pequeños detalles como el hecho de que los viejos no dispongan de una televisión en casa y ni siquiera la adquieran para entretener a la vieja cuando se queda imposibilitada en la cama.

Ya, ya sé que hablamos de Haneke y que para él la tele debe de ser una ordinariez como la copa de un pino, pero... la realidad es que la tele entretiene muchísimo a las personas que no pueden moverse de la cama. Y la radio. Y mira, ya puestos, los best sellers, que se leen casi ellos solos. Ya, ya sé que son cosas para el vil vulgo, pero es que... yo pertenezco al vil vulgo y no me cabe en la cabeza que alguien pueda estar todo el día tumbado en una cama sólo a base de Bach, Mozart y Beethoven.

Por eso alucino aún más cuando este tipo de pelis Hanekesianas tienen tanto éxito y la gente se vuelve loca con ellas. Oye, que vosotros sois vil vulgo igual que yo. Y vuestros padres y vuestros abuelos. Que casi todos sois de barrio, joder. Cómo es posible que este tipo os haya colado que vuestra vida se parece en algo a la de estos dos abuelos musicólogos, que no saben lo que es sentarse a ver una telenovela de sobremesa y que están dispuestos a pasar por el duro trance de la enfermedad y la muerte a base de sinfonías y sonatas.

Para terminar, nada que objetar a la interpretación de los dos personajes principales. Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva hacen exactamente lo que se espera de ellos: mostrarnos lo dura que es la enfermedad y dar mucha pena. Si fueran personajes reales yo desde aquí les daría unos cuantos consejillos prácticos:

1. Existen personas, sobre todo si dispones de medios económicos como es el caso, que pueden incluso quedarse a vivir internas en las casas para cuidar a las personas dependientes. Muchas de ellas son inmigrantes y lo hacen por sueldos bastante miserables, y no hay que llevar al enfermo ni al hospital ni a una residencia. Conozco un montón de casos, aunque se ve que Haneke no debe estar demasiado informado al respecto.

2. La tele y la radio, sí, es verdad, son medios de comunicación burdos y populacheros, pero oye, entretienen un huevo cuando alguien no puede moverse de una cama. Y siempre se puede seleccionar la programación, no hace falta ver cosas como "La voz" o "Sálvame". Si eres muy sibarita se pueden ver sólo películas, por ejemplo. O deportes. O cadenas gastronómicas. O incluso conciertos. La oferta en 2012, cuando se rodó esta película, ya era infinita. Aunque es muy posible que Haneke, en ese mundo particular en el que vive, no lo supiera.

3. A unas malas, si no te convence pasar por una enfermedad degenerativa que te lleva directo a la muerte pasando por momentos muy desagradables, existen organizaciones a nivel internacional que te pueden ayudar a morir dignamente sin pasar todas las penalidades que te esperan. Ellos saben cómo hacerlo sin sufrimiento, sin dolor y sin repercusiones legales para tu familia. Si alguna vez desgraciadamente te ves en un caso parecido al de esta peli infórmate bien y no hagas el gilipollas por tu cuenta. Haneke es un imbécil tocapelotas y no tiene ni puta idea de casi nada útil y práctico en esta vida. Pero para eso está Internet.
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65 de 108 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Arrugas, Amor y Muerte
El muy galardonado director Michael Haneke (“La Cinta Blanca”, “Funny Games”…etc) cambia de estilo e historia dando un intimista giro para rodar un nuevo acierto titulado “Amor” (Amour). Su película se alzó con la palma de oro en Cannes, así como recibió el premio Fipresci durante la 60 Edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, entre otros reconocimientos.

“Amour” nos acerca al día a día de un matrimonio de la tercera edad, su complicidad, sus actos de cariño, sus disputas… su vida, su amor. Pero la senectud no tarda en cobrarse su precio, la enfermedad atenaza a la mujer, y una sombra oscurece toda su pacífica existencia poniéndolos a prueba.

“Amour” introduce al espectador de la mano en la intimidad de la vida del matrimonio protagonista. Los planos fijos, la inteligente ubicación de la cámara y consiguiente perspectiva del espectador, transforma a la audiencia en observadora de todo cuanto acontece entre los muros del conyugal domicilio, la hace voyeur de lo más íntimo, el amor, la enfermedad, la muerte… y todo ello realizado con una veracidad, un nivel de verosimilitud inusitado en el cine que conecta directamente con lo más profundo del espectador, no sólo en su emoción sino en lo visceral, consiguiendo una catarsis que hace al público abandonar la sala con un considerable nudo en el estómago, y eso, tiene mérito, mucho mérito.

Nada de esto sería posible si bajo el perfecto despliegue técnico no hubiera unas interpretaciones magistrales que rubriquen tanta verdad como desprende esta película. En “Amour” el trabajo de sus dos protagonistas es titánico, Jean-Louis Trintignant (“Tres colores:Rojo”), borda el retrato de un marido amante y sufriente, y Emmanuelle Riva (“El skylab”, “Mi hijo”) elabora una de las interpretaciones más sobrecogedoras y veraces que he podido ver jamás en pantalla encarnando a la mujer presa de la enfermedad, despidiéndose de la conciencia, la realidad, del amor y la existencia. Impresionantes los dos, cercanos, reales, dos actuaciones que junto a la labor del director engarzando todas las piezas no invitan a otra cosa que al respeto y admiración por crear una obra tan impactante partiendo de los elementos, emociones y miedos más básicos y cotidianos.

Es con todo ello, “Amour”, una película que si bien resulta lenta, lentísima, en su desarrollo, merece la pena visitar aunque sea una vez. Un trozo de gran cine, un pedazo de vida real atrapado en celuloide que hace sonreír, aterroriza y sacude cada fibra de emoción. Una película no para todos los gustos, pero de innegable calidad, Haneke firma una obra imprescindible.

-Enoch-
www.raven-heart.com
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33 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Maravillosa
Maravillosa película, de lo mejor de los últimos años. El nivel de la dirección y las actuaciones son increíbles, de hecho es inexplicable que Emmanuelle Riva no haya ganado el Oscar, frente a la sobrevalorada Jennifer Lawrence, a mejor actriz.
El guión es muy potente, demasiado realista y conmovedor. Al terminar, no queda otra cosa que guardar el silencio que el director le dio a los créditos. El silencio de estar completamente conmovido, en lo más intimo. Todo es sutil, todas las escenas tienen sentido.
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25 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Innecesaria
Mis 3 puntos. Uno por el viejo, otro por la vieja y otro porque la película en si, su realización es aceptable, no se puede decir que sea una película mala, para nada.

Pero innecesaria si, totalmente innecesaria. Porque no tiene nada de malo hacer una película realista, ni tampoco hacer una película sobre enfermedad, tristeza, muerte... Me gustan los dramas y el cine para mi es mas un arte de expresión que un producto de entretenimiento. Pero por lo menos a mi me dejó un vacío y no por lo triste, si no por lo que nos llega, por lo que queda una vez finalizada la película.
Para alguien que vivió algo parecido (que seguro es MUCHA gente) no creo que le haga gracia repetir estos acontecimientos y, mas que nada por el hecho de que no encierran ninguna visión mas allá de los meros hechos, no hay ningún sentimiento oculto tras las cosas. Y para alguien ajeno a esta situación entonces le va a aburrir inevitablemente porque, insisto, mas allá de las cosas que pasan, muy bien actuadas y todo, no hay nada que nos deje un sabor, una sensación de que fue lo que vimos. Supongo que nadie esperaría nada de ver las cámaras de seguridad de el departamento de dos viejos, pero si vamos a hacer una película de eso, por lo menos dejar en claro cual es la idea de tener que pasar por esa experiencia desagradable.

IMPORTANTE: En esto es cuando alguien podría decirme: "¿Y porque tiene que decir algo la película?, ¿Porque tiene que dejar una sensación o algo? Es hiperrealismo y la vida es así y que se yo...
De acuerdo, pero entonces... ¿Porque la película se llama "Amor"? Amor así, a secas... Si se llamara "Los dos viejos" o algo así entendería este punto perfectamente. Pero al llamarse "Amor" da a entender que si hay una intención de mensaje. "Esto es el amor" es seguramente lo que siente el director al ponerle ese título. O cualquier otro mensaje mas específico.
Pero lo que se ve no es eso. Primero que nada discrepo de la definición de amor, porque mas allá del final, hay 2 horas de película para meter el mensaje y en esas dos horas no pasa nada. No digo que no se quieran pero de ahí a decir esto es el amor me parece que hay una gran distancia. Y segundo no hay casi visión humana sobre los personajes. Simplemente están ahí y los lleva la corriente toda la película. Me parece ese un gran vacío. Cuando está ese vacío en una película de acción, tiros, persecuciones y cosas así pasará mas desapercibida porque no es la idea. Pero una película dramática que transcurre enteramente en un departamento con dos personas...

No quise entrar en detalles de cosas específicas pero creo que se entendió mi idea, si alguien no está de acuerdo, me escribe y lo leeré y contestaré. Gracias por leer.
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43 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
CRONICA DE UNA MUERTE REALENTIZADA
Desde la hiperrealidad más bestial que podamos imaginar el director hace de tu tarde una experiencia agónica en lo que lo único que deseas es que la película se acabe. Sin aportar nada más que sufrimiento innecesario al espectador, Haneke te va martirizando con una secuencia de escenas lentísimas en las que nunca llega a pasar nada. Tu vecina de butaca rememorará la muerte de su abuelita, abuelito, madre o padre, incluso es posible que su muerte no se haya producido todavía sino que esté en trámites, por lo que llorará a moco tendido y se emocionará hasta límites insospechados.
El guión podría escribirlo cualquiera que haya vivido una experiencia similar, falto de imaginación y sin aportar ni una sola sorpresa a lo largo de más de dos larguísimas horas. Llega un momento en el que deseas la muerte de todos los personajes de manera fulminante.
Sorprende esta avalancha de premios y que todas las críticas sean no sólo positivas, sino que se llegue a calificar de obra maestra. Es obvio que soportar este tipo de pestiños nos hace más humanos y por supuesto nos convierte en personas muchísimo más cultivadas e interesantes pero no espere aprender nada nuevo ni mucho menos pasar un buen rato. l
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49 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El último momento
"Los jóvenes de 30 años hablan del amor que empieza. Yo tengo 70 años, hablo del amor que termina".

¿La película más tierna de Haneke? ¡Hasta él mismo parece corroborarlo! Y yo, que la veo casi rotunda. Casi concluyente...

...

El protagonista de 'La náusea', de Jean-Paul Sartre, decía que sus múltiples viajes, en los que lo había visto todo, le habían conducido a un último momento. ¿Qué momento? El último momento consciente, el presente más inmediato. Su agitada vida le había conducido, en última instancia, a pasar una tarde lánguida y aburrida, vegetando en una cafetería, escuchando desapasionadamente una actuación musical y tomando un café. Ensimismado y solo. Tanto pasó, para desembocar en tan poco.

Uno piensa siempre su vida como proceso ascendente. 'Hoy solo esto, pero mañana, más'. Imagino que, de algún modo, es una expresión innata de optimismo.

Georges y Anne... ¿Qué historia de amor les precede? No lo sabemos. ¿Cómo se conocieron? ¡Ah! ¿Cómo era ella, como era él? Se dedicaron a la música: estuvieron en contacto con el Arte. Fueron jóvenes, estuvieron llenos de sueños, ¡seguro que eran hermosos! Se quisieron, e imaginaron el futuro juntos; como todos, a cada instante. Como yo, y como tú, que nos hemos hecho promesas de futuro.

Imaginaron, supongo, que la vida no les negaría un claro en el que descansar al final del camino.
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18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Amor (2012)
Conocido por su estilo desconcertante y oscuro y por una filmografía llena de obras que han causado polémica tratando algunos problemas de la sociedad moderna, Haneke nunca había rodado una película tan sentimental y humana como lo es esta historia de amor entre dos ancianos.

En 'Amor', un veterano matrimonio lucha frente a la pausada y a la vez interminable enfermedad terminal de uno de sus miembros. Gradualmente, contemplaremos como el cuerpo y la personalidad de la anciana se va deteriorando con el imperdonable paso del tiempo, ante el triste cambio afectivo que irá sufriendo el anciano.

El director austriaco, un maestro colocando la cámara en el sitio adecuado, utiliza planos largos y un extraordinario juego de planos y contraplanos, juego cuya mejor síntesis es ese momento donde la mujer, con la mirada perdida, se bloquea por vez primera. Un preludio del desastre que se aproxima, ante la aterrada mirada del marido.

El apartamento terminará vacío, como la huella que deja la muerte. Un doloroso y a la vez lírico epílogo a la historia de un hombre que se entrega a su esposa fervorosamente en sus últimos días de vida. Y, de entre todos estos espantosos momentos, Haneke logró extirpar amor.
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16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Emmanuelle Riva: sublime
Se merece llevar el título de esta crítica. Jamás he visto una persona actuar de manera tan perfecta y real en un rol tan dificil.

Amour es una película sin excesos, bella, simple, sincera. Una película en la que eres espectador, espectador de un drama familiar. Te deja sin aliento mientras eres testigo del deterioro inevitable de una persona. No busca, ni encuentra, la lágrima fácil. Es una película que lentamente y sin darse uno cuenta se introduce en lo más profundo del espectador. No hay emociones superficiales.

Ahí está lo duro de la película, no te permite desahogarte, mas bien acaba asfixiandote. Los escenarios, la música, los cuadros, no podrían ser más pacíficos y tranquilos. Son un placer para la vista y el oído. Esa calma contrasta con la historia de la que somos testigo y esconde grandes angustias.

Su realismo, humildad y sinceridad, genera tal dureza que te hace pensártelo dos veces antes de recomendarla. ¿Cómo valorar una película que te deja la sensación de que acabas de salir de un funeral?

Amour es sin lugar a duda una obra maestra.
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26 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Pacto de silencio. Sobre las repercusiones subjetivas de “Amour” (Michael Haneke, 2012)
Mi abuelo falleció hace poco más de un año. Era un tipo simple, de barrio, que disfrutaba del pan con roquefort y un buen western los sábados por la tarde. Era un trabajador, un tipo que vivió de sus manos toda la vida y abría las puertas de su casa sin que nadie lo pidiese. Que podía confundirse en cuestiones geopolíticas pero creía en la justicia cotidiana, en los gestos desconsiderados y en dar sin ver lo que vuelve. También era un cabrón, por qué no decirlo, uno de esos entrañables puteadores de indignación cotidiana que encuentran la forma de desquitarse con los boxeadores que caen en el primer round, los arqueros de fútbol que salen a cazar mariposas en los corners, los dentífricos con gusto a cualquier cosa, los zagueros que pierden la marca y las nubes que cubren el cielo durante los días de verano.

Mi abuela falleció poco antes que él y había pasado sus últimos cuatro años postrada en un sillón sin poder valerse por sí misma ni para las cuestiones más básicas. Eso fue décadas después de haber pasado su infancia en una España demasiado católica, de haber criado a sus hijos y haber sobrealimentado a todos sus nietos. Pero esos cuatro años fueron cruciales. Mi abuelo se encargó de mi abuela y no pidió ni dejó que se le diera una mano. A veces lo hacíamos forzosamente, porque era demasiado o porque era necesario; pero él había tomado una decisión y no íbamos a cambiar su opinión. Digamos que no era una decisión sino lo contrario: una acción que se desarrollaba sin opciones posibles, la consumación de una vida dedicada al otro, el desenlace de una protección que ambos se habían otorgado. Eso era lo más emocionante de pasar los días junto a ellos: no lo era la enfermedad y no lo fue el fallecimiento de mi abuela, no lo era el sufrimiento de ambos sino la presencia de un pacto casi secreto, susurrado, profundo y sincero, de mutua compañía. Porque en cuatro años ese lazo (relegado a tantos poemas, a tantos sonetos, a tantas descripciones lúcidas, a tanta crítica despectiva y tanto romanticismo idealista) se volvió acción, pura y llana, movimiento hacia el otro, cuidado. Se volvió brazos levantando, manos acariciando y lavando, ojos atentos, esfuerzo sin solemnidad. Se volvió sangre, basura por el piso, gritos sin sentido y frustración constante. Se volvió un desastre cada vez peor. Se volvió estar para lo que fuera. Se volvió, de a poco, una apelación al futuro, una certeza en cada dedo que se apoyaba, en cada mancha que se limpiaba y en cada comida que se cocía porqué había que vivir con uno mismo, y había que vivir cuando esto acabara, y había que encontrar lo que permitiera seguir sin recriminarse nada, sin flagelarse, sin derrumbarse, sin quebrar ese pacto silencioso con la vida.

Mi abuelo me llamó esa mañana cuando mi abuela no pudo levantarse. “Se nos fue”, me dijo. Y la vi acostada, ya sin aire, ya sin nada en los ojos. Y vi a mi abuelo llorar por primera vez, y no parar de llorar y putear al aire. Y lo abracé. Y me di cuenta que había necesitado esos años de dedicación pura, que podía despedirse porque el pacto estaba todavía vivo, porque no tenía nada más que hacer y no se debían nada. Falleció poco después.

Pasé ese último tiempo con él y, quiero decirlo cálidamente, fueron sus años más esplendorosos.


(Escrito originalmente para: http://laplumaenelojo.wordpress.com)
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17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
La insoportable frialdad de Haneke
Sentir que los personajes o situaciones de una película forman parte de tu propia vida y entorno es una de las mejores experiencias que una obra audiovisual puede provocar. Pero Haneke no es amigo de la empatía y presumo que, además, debe importarle un bledo. No creo que haya rodado esta película ni para conectar con un nuevo público ni para llenar su salón de premios y/o prestigio profesional. No le hace falta. La barrera que establece entre su obra (en este caso, "Amour") y el espectador es a veces insalvable. Los silencios; las secuencias innecesarias o directamente alargadas hasta el hastío; las metáforas; la antipatía general del conjunto... Todo ello descoloca y "molesta". A pesar de su trama aparentemente sencilla, no es una película fácil de digerir. A lo mejor, es precisamente eso lo que la hace grande. A lo peor, no es más que una decepción encumbrada en obra maestra por críticos cinematográficos y plumillas de circuitos festivaleros... Sea lo que sea, es el señor Trintignant el que levanta y sostiene la función con tremendo pulso y buen hacer, a pesar de tener, quizá, el papel menos agradecido... El hecho de que la Academia de Hollywood no le haya nominado a él como actor y sí a Riva y al propio Haneke pasará a la historia como un nuevo "crimen" de los académicos (y ya son muchos en la lista...).
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18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
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