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45 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
Interesantísima (7.65)
Niños linchando a un borracho, un pobre viejo argelino inocente que se ve asediado por las injustas acusaciones que lanzan los franceses desde sus balcones... ¿No lo habría firmado el mejor Buñuel? Estos pequeños detalles son los que permiten catalogarla como drama cinematográfico y no estrictamente como documental informativo. El estilo de Pontecorvo es muy descriptivo, pero también entretenido. Usa bien el sonido, la fotografía y el montaje. Gracias a ello, a su espíritu socialmente comprometido y al "desengaño" que se llevó su profunda ideología comunista con la invasión soviética de Hungría, ha conseguido hacer películas serias, realistas, interesantes y bastante objetivas.

Gillo, que huyendo del régimen fascista –no por cobardía, pues luego regresó a su país natal para unirse a la resistencia– ya había desempeñado labores como corresponsal en Francia para varios periódicos italianos, se interesó pronto por el conflicto argelino. Tuvo que esperar algunos años hasta que, ya finalizadas las hostilidades, el propio Saadi Yacef, ex comandante de las tropas del FLN (Frente Nacional de Liberación de Argelia), le propuso una película basándose en sus propias experiencias. Gillo aceptó, pero su película no resultó panfletaria. Alterna magistralmente los levantamientos colectivos con historias individuales –algo mucho más equilibrado que lo que hacía el sobrevaloradísimo Eisenstein–, no se muestra explícitamente ninguna tortura –con ese comienzo no hacía falta para entender que las hubo–, y sí se muestra a los terroristas argelinos colocando en lugares públicos las bombas que matan a gente inocente y disparando por la espalda a algunos militares y policías franceses. Ha conseguido explicar las motivaciones sin llegar a justificarlas.
Otro aspecto a destacar es la puesta en escena. Pontecorvo era un director que seguía los conflictos mundiales y que sentía la necesidad de abordarlos inmediatamente, lo que le permitía ponerse a rodar en los escenarios reales justo después de que éstos terminaran. Aquí consigue que las revueltas parezcan rodadas en directo por un corresponsal de guerra.

Sólo pongo dos objeciones: a pesar de todo lo bueno, el tono descriptivo del que hablaba antes me mantuvo distanciado en algunos momentos, y no pasé por alto la falta de medios en los atentados con armas de fuego, que contrasta con el realismo de las explosiones y de las revueltas.
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80 de 96 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Ni V de Vendetta, ni Munich, ni leches...
Acabo de ver ésta película/documento y me ha parecido lo más veraz e impresionante que he visto nunca sobre el terrorismo.
Multiplicidad de puntos de vista, razonamientos de las conductas de las dos partes, escenas de una credibilidad y crudeza implacables, personajes cuya caracterización traspasa la pantalla, un ritmo interno que no deja respiro,...
Hacía tiempo que una película no me impresionaba tanto, de verdad.
Su estilo semidocumental pero con un fuerte sentido de la estética me ha recordado a una mezcla de "United 93" y "Ciudad de Dios" (quizás también por la música) para que os hagaís una idea.
Es una película que DEBERÍA VER TODO EL MUNDO por muchas, muchímas razones pero fundamentalmente porque está de plena actualidad, porque todo lo que nos cuenta está sucediendo ahora en éste preciso instante con otros nombres y en otros lugares pero exactamente lo mismo... ¿Por qué todo cambia pero todo es igual?, ¿Por qué una y otra vez caemos en los mismo errores?, ¿Por qué una película como ésta donde se pueden extraer tantísimas conclusiones sería imposible de ver ahora en cualquier televisión española como si viviéramos todavía en una dictadura?
Sólo tengo una cosa más que recalcar OBRA MAESTRA.

P.D: ¿la mejor película sobre el terrorismo? Por méritos propios debería estar entre las 3 primeras...
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74 de 88 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Aullidos
Film de culto de Gillo Pontecorvo (1919-2006), es su obra más conocida y acreditada. El guión, de Franco Solinas y G. Pontecorvo, se inspira en “Souvenirs de la bataille d’Alger” (1962), de Yacef Saadi (Argel, 1928), comandante militar del FLN en la zona autónoma de Argel durante la guerra. Se rueda íntegramente en escenarios reales de Argel, con actores no profesionales, salvo Jean Martin en el papel de coronel Mathieu. Nominado a 3 Oscar (director, guión y película extranjera), gana 3 Silver Ribbon (director, fotografía y productor) y dos premios de Venecia (León de oro y Fipresci). Producido por Yacef Saadi y Antonio Musu para Igor Film (Roma) y Casbah Film (Argelia), se estrena el 8-IX-1966 (Italia).

La acción dramática tiene lugar en Argel entre noviembre de 1954 y diciembre de 1960. Alí La Pointe (Haggiag) es un muchacho argelino, analfabeto y rudo, que conoce los reformatorios y la prisión por hurtos, pequeñas estafas y escándalo público (riñas escandalosas). Tras haber visto desde la ventana de la celda de la prisión la ejecución en la guillotina de un patriota argelino, se fuga de la prisión y se alista en el FLN, organización armada clandestina que lucha por la independencia del país. Gradualmente escala posiciones dentro de la organización. Se relaciona con el comandante El-hadi Jafar (Saadi), el pequeño Omar (Kassen) y otros activistas como Halima (Kader) y su marido Mamouth.

El film suma drama, guerra, historia, colonialismo y falso documental. Narrado en flashback, hace uso de un estilo realista, próximo al neorrealismo de Rossellini, que en buena medida toma de su película “Paisà” (Rossellini, 1946). Elabora descripciones minuciosas y detalladas de los hechos. Abundan las tomas de cámara al hombro, las filmaciones con teleobjetivo, los análisis visuales a cámara parada, el ritmo intenso, las aproximaciones a los lugares en los que han tenido lugar los atentados, la descripción del silencio que se produce tras ellos, la desorientación de los supervivientes, la abundancia de mirones que quieren ver las imágenes de la tragedia, etc. Relata los hechos a la manera de un telediario o un documental televisivo.

La narración ejemplifica los hechos mediante escenas construidas con imaginación y sentido dramático. Destaca la secuencia de las tres mujeres jóvenes argelinas (Djamila, Zohra y Hassiba), vestidas a la europea, que se proponen burlar separadamente los controles del ejército, los niños que derriban a un mendigo en las escaleras, el anciano asustado que es detenido por los gritos que contra él se lanzan desde algunos balcones, la voladura nocturna de una casa habitada, el ensañamiento del público con un pequeño vendedor de golosinas y otras similares.
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55 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
¿En serio es una película?
Una olvida que está viendo una película. Ficción. Una recreación o réplica en la que las personas actúan y los hechos no ocurren de verdad. Pero a una le cuesta creerlo. Nunca he tenido la costumbre de morderme las uñas, pero con “La batalla de Argel” me han entrado verdaderas ganas de mordérmelas por la tensión.
Me ha costado recordar que se trataba de un film, que los sucesos auténticos acaecieron unos años antes del rodaje, que toda esa gente interpretaba unos roles que habrían existido anteriormente.
Los disparos parecen de verdad, no impostados. La violencia, las explosiones, los derrumbamientos, los asesinatos, la sangre. El odio popular y acendrado entre argelinos y franceses.
¿Estaban interpretando? ¿Todo eso es de mentirijillas? ¿No es cierto que linchan a niños, que maltratan a inocentes, que dejan bombas en sitios públicos o muy poblados repletos hasta las trancas, que se cometen actos tan vergonzantes que a una se le sonrojan las mejillas por pertenecer a esa misma especie, la humana?
¿De veras lo que veo es falso, de pega?
No lo parece.
Y ése es el mayor elogio que le puedo dirigir a Gillo Pontecorvo. Creo que es el mayor que le puedo dirigir a cualquiera.
Que consiga que la sangre se pueda oler, y la dinamita, y la chamusquina, y el miedo, y las lágrimas, y el odio.
Una de veras cree que está contemplando una segunda batalla de Argel.
Bravo por un drama-documental capaz de hacer temblar a las piedras.
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53 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La guerra es muy perra (otro capítulo, otro lugar)
El trabajo de Gillo Pontecorvo nos coloca en un escenario nada habitual en el género. Estamos acostumbrados a ver los tiros y las bombas de la IIªGM, Vietnam o la Guerra Civil española, de manera que meternos en las callejuelas del barrio árabe de Argel, presenciar los asesinatos, el terrorismo y la guerra abierta entre los militares franceses y los nacionalistas argelinos es algo que, para empezar, se agradece. La primera impresión es que tiene mucho que ofrecer, el interés no podría ser mayor, y lo más grande, según pasan los minutos, es descubrir que su desarrollo no podía ser mejor, que de los primeros atentados del FLN se pasa a un frente amplio de atentados masivos y guerra urbana. Ha habido un momento que he tenido que parar, la verdad, no me creía lo que estaba viendo, no sé dar las razones pero me he empapado tanto por lo que veía que he necesitado parar un rato para asumirlo del todo.

Luego se puede leer lo que uno quiera y creerse nada, todo o la mitad, que si Gillo Pontecorvo recibió el encargo de las altas esferas argelinas, que si objetividad, imparcialidad, historia, concienciación o lo que cada uno piense. Opino que "La batalla de Argel" tiene una tendencia evidente, peca de lo que todos vemos, no se ajusta a la objetividad necesaria y presenta unos colonizadores franceses malignos y un terrorismo, el del FLN, lejos de lo que probablemente fue. A mí me interesa decir que la película me ha atrapado y que he vivido con intensidad su desarrollo, ¿por qué?, los actores claramente aficionados pero tan bien puestos, los aires de documental, las escenas de violencia y... por favor!!!! ya lo diré por fin, esa escandalosa fotografía en B/N que tanto ofrece, una maravilla, un portento.

Puede que la batalla la ganaran los franceses, pero como tantas otras veces, eso no significaría que ganaran la guerra, o dicho al revés, perderla por parte del FLN no supondría su derrota. Buena moraleja bélica, aún así, la guerra siempre será muy perra.
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21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La casbah no se rinde
Partiendo de la base que “La batalla de Argel” fue una peli encargada por el gobierno argelino, no debería extrañarnos en absoluto que Pontecorvo nos describa a los magrebíes como un pueblo heroico que lucha por su libertad y a los franceses como un clan de blancos que se creen superiores y que se resisten a renunciar a una de sus colonias más importantes en el norte de África. Considero, pues, que Pontecorvo es tremendamente honesto y coherente con su propia ideología y la de su cliente y que cualquier otro planteamiento (en teoría más imparcial) hubiera estado fuera de lugar en pleno 1965.

Cierto es que el italiano se recrea mostrándonos las torturas y las ejecuciones (por Madame Guillotine no pasan los años) a los presuntos terroristas del FLN por parte de los militares franceses y quizás no se preocupa tanto de exhibirnos la sangre, las vísceras y los miembros amputados de las víctimas terroristas francesas pero, por Dios, no perdamos la perspectiva. La casbah de Argel no era un nido de fundamentalistas religiosos que se dedicaban a poner bombas en nombre de Alá. La casbah de Argel fue el germen de un sentimiento de rechazo hacia una contexto político y militar a todas luces tiránico e injusto (el colonialismo francés) que emergió en forma de grupúsculo terrorista piramidal (el FLN) y que, con el tiempo, se instaló en todo el país. Y fue entonces, cuando la insurrección popular se hizo incontrolable, cuando por fin Francia cedió y Argelia logró la codiciada independencia. Sería absurdo y penoso, por lo tanto, que alguien quisiera censurar el buen hacer de Pontecorvo trazando cualquier paralelismo entre el terrorismo del Frente de Liberación Nacional Argelino y cualquier otro grupo terrorista actual como ETA o Al-Qaeda. Nada que ver, vaya.

Pero bueno, dejemos de politiquear y centrémonos en los aspectos formales de la peli porque creo que precisamente en ellos radica gran parte de la enjundia y la trascendencia de “La batalla de Argel”. Me estoy refiriendo, como no, a la extraordinaria fotografía en b/n de Marcello Gatti y a ese estilo de falso documental que adopta Pontecorvo y que le otorga a su peli una credibilidad y una verosimilitud (las dos cosas) abrumadora. Un estilo que alterna magistralmente el empleo de primeros planos y de planos generales con muchos figurantes (en plan Eisenstein) y que, pese a su frialdad descriptiva, consigue algo muy importante: que el espectador crea lo que está viendo.
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24 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Para criticar hay que empezar por tu propia casa.
Hay dos formas de valorar “La batalla de Argel”. Una es como obra artística, sin más componentes. Esa es la que les gusta a mucho snobs cuando hablan del Potemkin o del nacimiento de una nación. Si solamente me quedo en ese nivel, totalmente superfluo tengo que decir que estamos ante una película descomunal, inigualable en su estilo y en su forma, que supone mayor realismo que el neorrealismo. En este capítulo Gillo Pontecorvo se lleva mi sobresaliente.

Pero vamos más allá. La intencionalidad de la obra, los motivos, los fines, a quien trata de convencer, a quien trata de combatir, que verdad nos quiere vender... el que no pase a este nivel se quedará con los anfibios en el estado evolutivo.

Y aquí es donde tengo que ser mucho más crítico con esta obra. Voy hacer dos análisis, el de la película y el de la persona. Vamos con ellos.

En primer lugar se dice por parte de algunos que la película es más o menos imparcial. Esto es claramente falso, es más no lo es en ningún momento. Los paracaidistas franceses son los torturadores, mientras que los atentados de FLN, son mucho menos crueles. Incluso cuando estos vuelan un bar, la música es de intriga, y no hay apenas primeros planos de los cadáveres, a colación la masa de energúmenos franceses enseguida apalean a cualquier árabe viejo o niño que encuentren para provocar rechazo en el espectador, por el contrario en la voladura de la casa de la Casbah la música es dramática y se recrea bien en la sangre. Presenta a los dos sociedades de forma contrapuesta, los argelinos humillados y trabajadores, los franceses opulentos, racistas y ociosos. El millón de franceses que vivía allí no se dedicaban sólo a ir a las carreras de caballos o bailar en las discotecas, eran ingenieros, taxistas, profesores, abogados, médicos, electricistas, transportistas, pescadores...

Borra por completo las coacciones, amenazas y asesinatos del FLN a la población argelina que no siguiese sus instrucciones (sólo aparece un tipo presentado como despreciable que trapichea con droga). Obvia también las decenas de miles de argelinos que apoyaron a los franceses, los llamados harkis, que luego fueron castigados y fusilados impunemente después de la retirada francesa. Olvida varias cosas más, como que después de la independencia –donde termina la película y parece que llega la libertad- se instauró una dictadura de partido único en Argelia, y donde las purgas internas estuvieron presentes día sí día también. E incluso no explica a los espectadores que Argelia no es más que un producto de la Francia colonial, de territorios muy dispersos conocido como las Argelias (el Argerois, el Aurés, Constantina, la Kabylia, la Oranie, la Saida y la Tiaret), que si tienen unidad hoy en día fue gracias a Francia que las convirtió en una única provincia francesa.
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95 de 173 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
HERMANOS DE LA CASBAH
Docudrama ganador del León de Oro en el Festival de Venecia. Gillo Pontecorvo es todo un profesional en lo referente a cine de idearios políticos, con un conflicto como eje vertebrador. Un ejemplo claro fue su posterior "Operación Ogro" retirada del Festival de San Sebastián y en el que reconstruía minuciosamente los preparativos del atentado contra Carrero Blanco.

"La Batalla de Argel" destaca por tratarse de un histórico documento sobre unos hechos que precipitaron la independencia de Argelia, que llevaba más de ciento treinta años anexionada a Francia; una colonia multicultural que en su agonía colonial la administración gala realizó todos los esfuerzos posibles (y opresivos) para evitar que la FLN (Frente de Liberación Nacional) alcanzase sus objetivos. El martillo de la justicia francesa se aplicaba allí, con ejecuciones a la guillotina, hasta que una gran mayoría árabe, que provenía de la Casbah, inició la revuelta prolongada por varios años, atacando desde la clandestinidad los intereses establecidos en este país del Norte de África.

La FLN en un intento desesperado para organizar sus revueltas, perpetró atentados en la denominada "ciudad europea" acribillando a gendarmes y atentando a cafeterías. Declarado el estado de sitio y con la casbah aislada, mujeres árabes militantes de la organización eludieron los controles con bonitos trajes y bolsos que nunca habían llevado y que una vez cerca de la playa los depositaban con su bomba a punto de estallar. Los Paracaidistas intervinieron en un asunto que, para el resto del mundo así como Francia, preveía negociaciones por ambas partes. La difícil situación opresora en la que vivía la población árabe fue denunciada por el escritor Jean-Paul Sartre en sus innumerables artículos periodísticos mientras la Nación callaba. Incluso el coronel paracaidista que organiza el que debía ser el aplastamiento final contra los insurrectos se refiere al autor de "La Nausea" con una extraño gesto de animadversión y admiración a la vez cuando es preguntado por la prensa en lo referente a sus tácticas militares; "¿Le gusta Sartre Coronel? No, pero me gusta menos como adversario".
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14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La historia de la Historia
No hay mejor historia que la propia realidad. En este caso , un ejemplo , entre muchos, de la convulsa Historia del siglo XX: el nacionalismo argelino y su posterior independencia.
Los atentados terroristas del FLN y el despiadado castigo inflingido por el ejército francés son narrados con veracidad documental, pero con una fotografía en b/n formalista y con un poderoso ritmo puramente cinematográfico, acompañada del portentoso aporte musical de Ennio Morricone. El impacto que consigue crear en el espectador es desolador, y demuestra que estos horribles sucesos nos conciernen a todos , y debemos ser conscientes de ellos en su total crudeza para no recaer en el presente.
Cine con mayúsculas, nos encontramos ante una imperecedera obra maestra de la Historia del Cine.
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13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Galería de villanos (III): El coronel Mathieu
"- El éxito de un método es su resultado.

- El FLN pide a sus miembros que guarden silencio durante 24 horas tras la captura. Ese tiempo es el que necesitan para que la información sea inútil para nosotros. ¿Qué forma de interrogatorio debemos adoptar? ¿El procedimiento judicial que tarda meses para una simple falta?

- ¿El problema es evitar la ilegalidad? No, el problema es éste: El FLN quiere echarnos de Argelia y nosotros queremos quedarnos. Y todos ustedes, incluidos los comunistas, están de acuerdo en eso.

- Somos soldados, nuestro deber es ganar. Los que nos llaman fascistas olvidan que muchos de nosotros estuvimos en la Resistencia. Los que nos llaman nazis no saben que algunos hemos sobrevivido a Dachau o Buchenwald.

- Y ahora yo tengo una pregunta para ustedes: ¿Debe Francia permanecer en Argelia?"
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16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Psicopatía o sociopatía idealista
En un momento u otro, un hombre ha de juzgarse a sí mismo y acotar el espectro social de ciudadanos a los que no le suele importar su sufrimiento. Han sido mucho los ciudadanos ejemplares, de corte izquierdista, que han esperado ávidos la caída de Urdangarines, sin tener conocimiento real de los procesos por los cuales se les imputa. Éstos primeros, los Urdangarines, son enseñados desde pequeños a mirar hacia otro lado ante la precariedad de sus semejantes.

Parecería lo lógico pensar, que la muerte del joven Álvaro Ussía, benefició enormemente a la sociedad, acelerando la legislación sobre las normativas que ha de cumplir los porteros de discoteca, colectivo, éste, que ya había abusado y dado palizas a adolescentes de todo espectro social de perfil medio a bajo (Lolita Flores expuso de forma descarnada los brutales acontecimientos en el caso Ussía, y que conocía al chico por ser amigo de su hijo y que jugaban juntos por la Moraleja, o cualquiera que fuera el barrio).

Si pudiéramos hacer eso, comprender la equidad como una ecuación, todo sería más justo. Yo soy el primero que si me preguntan por mi ideales, tendría que decir: “ Soy un psicópata convencido; no soy lo suficientemente fuerte”. O peor, pues no es que no pueda ponerme en la piel del otro perteneciente a la clase que no soportó, sino que quiero, en el fondo, verla en desgracia. Y me extraña tanto, que nadie, no lo proclame, sino lo acepte, aunque sea en petit comité. Pero no, “Estos son unos desgraciados”, sino “qué hijo de puta soy, qué clasista”.

Todo esto se deja en el tintero. Se cambia de canal tranquilamente a pesar del llanto de Lolita en el programa de Ana Rosa, pidiendo justicia por su vecinito al que le rompieron el costillar y reventaron el corazón a pisotones. Se mantiene una educación y se tilda de inmadura cualquier salida de tono en esos momentos, a pesar de que sobre el papel, esa muerte adelantó los trámites para controlar a un colectivo que se estaba pasando de madre.

Cine político, cine social, cine necesario. Pontecorvo no habla como un político habla como un científico, un tecnócrata (formación científica, hermano de ilustres físico nuclear y biogenético). Un cine de equidad extrema que es potenciado por un tipo de retórica cinematográfica expositiva y documental, pero a la vez enfática, descarnada y que toca hueso. Rara avis y película proeza, que nada tiene que ver con Costa-Gavras y demás.

(Spoiler inofensivo)
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14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La batalla de Argel por El cine de Ramón
Gillo Pontecorvo, un director italiano comprometido con la causa antifascista y perteneciente al partido comunista en Italia, empatiza en esta ocasión con la causa del Frente de Liberación Nacional argelino al mostrar su causa en la película La batalla de Argel; situando el contexto histórico en el inicio de las revueltas argelinas llevadas a cabo en la capital del país que desencadenaron en la independencia de estos con Francia, país colonialista de Argelia desde 1830 hasta 1962, cuando al fin los habitantes de este país consiguieron después de años de enfrentamientos callejeros con la policía y el ejército francés la ansiada independencia.
El guion, escrito por el mismo director junto con Franco Solinas, está basado en hechos reales y muestra la tragedia de aquellos sangrientos años sin paños calientes, mostrando todo tal cual sucedía, con las muertes de personas inocentes y no tan inocentes que eran causa del odio contenido durante tantos años. Dicha trama, es llevada a cabo con pasión y con mano experta por un director comprometido con su causa que sin ser demasiado objetivo, si plasma con esmero y sin dilación (ya que los hechos narrados habían pasado pocos años atrás), una historia desgarradora que dejo muchos muertos atrás en una sinrazón colonialista que tenía sus días contados.
La fotografía en blanco y negro, no reduce el dramatismo de unas imágenes violentas que exponen sin miedo a excederse los hechos tal cual sucedieron, siendo por tanto uno de los detalles técnicos más remarcables del film. También la música de Ennio Morricone añade inquietud y sobre todo zozobra a la trama en los momentos oportunos, gracias a una música rítmica de tambores que consigue desconcertarte cuando esa es su intención. Y por último, mencionar especialmente las interpretaciones de caras no demasiado conocidas que gracias a unas realísimas actuaciones consiguen calar en el espectador sin empatizar en absoluto.
Por lo tanto, considero La batalla de Argel una obra sobresaliente indiscutible que saca a la luz unos hechos nada populares que apenas lograban llenar los informativos de una época en la que la gente prefería vivir fuera de la realidad, o que tal vez eso es lo que querían y conseguían los medios de comunicación. Ya que los hechos irreverentes que veras en su interior, son tan reales y están tan repletos de dramatismo que te transportarán eficazmente al momento y lugar en cuestión para hacer justicia social y al menos de conocimiento de lo que ocurrió en aquellos aciagos años en la capital argelina, cuando miles de civiles y militares morían por una causa impopular y repleta de una injusticia que tenía sus días contados.
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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Magnifica
Magnifica película que narra, en clave documental y con un ritmo trepidante, la lucha armada del Frente de Liberación Argelino contra el colonialismo francés a través de la historia de un joven argelino que contacta en la cárcel con este grupo y que acabaría siendo uno de sus dirigentes.

Uno de los mejores filmes sobre terrorismo de la historia, protagonizado y escrito por uno de los miembros del FLA.

Como curiosidad reseñar que el ejercito américano ha hecho visionar esta película a sus soldados en Irak para intentar desentrañar las claves organizativas de la resitencia iraquí.
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14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Argelia.
148/08(07/05/22) Excelente muestra de cine pseudo-documental, comprometido socialmente con mostrar una realidad cruda. Filmado 4 años después de la Independencia, dirige con pulso de hierro por el combativo de izquierdas, el ítalo Gillo Pontecorvo en su film más aclamado y a la vez controvertido (en Francia se prohibió su exhibición hasta 1971), con guión propio y de Franco Solinas (“Salvatore Giuliano”), inspirándose en el libro “Souvenirs de la bataille d’Alger” (1962) de Yacef Saadi, comandante militar del FLN en la zona autónoma de Argel durante la guerra, que escribió este mientras estaba prisionero de los franceses, y sirvió para levantar la moral del FLN y otros militantes. Basándose en hechos protagonizados por los rebeldes durante la guerra de Argelia (1954-1962) contra el gobierno francés en el norte de África, siendo el más destacado la batalla homónima de Argel, capital de Argelia. La cinta reconstruye los hechos ocurridos en la capital de la Argelia francesa entre noviembre de 1954 y diciembre de 1957, durante la Guerra de Independencia de Argelia.

Un recorrido detallista y minucioso que consigue atraparnos por la solidez narrativa de los hechos, filmándose con actores no profesionales (muchos de ellos protagonista reales de lo ocurrido) para dotar de más autenticidad la historia (excepto Jean Martin dando vida al Col. Mathieu, que si es un actor de teatro), desde la agilidad del ritmo, lo diáfano de cómo se relatan los eventos; fenomenal trabajo de cámara de Marcello Gatti (“Queimada” u “Operación Ogro”), en glorioso b/n con matices grises extraordinarios, con una cámara en mano que transmite ser reportero urbano de guerra (llevándonos por todos lados, desde prisiones, cuarteles, salas de tortura, azoteas, serpenteo de calles en el Casbah, desfiles militares pomposos, ruedas de prensa turbadores, zulos-escondites, cafés, salas de estrategia, puestos de control concurridos por masas, manifestaciones, etc), mucho teleobjetivo, con mucha toma de los rostros ajados que emiten verité; manejo sublime de las masas para dar veracidad, el brillante rodaje sobre los mismo lares que sucedió todo (sobre todo el Casbah); la epidérmica música creada por el propio Pontecorvo junto a su amigo Ennio Morricone, de resonancias étnico-bélicas que te remueven en tu asiento, cual toque de corneta para la rebelión; coros enardecedores que parecen aullar, una edición sensacional Mario Morra (“Queimada” o “Cinema Paradiso”), Mario Serandrei (“Rocco y sus hermanos” o “El Gatopardo”), dando impresión de estar en medio de un noticiario.

Todo ello en una miscelánea espléndida produce una película incisiva, intensa, escalofriante, dura (muy valientes las escenas post-atentados de bombas donde vemos los cuerpos muertos bajo los escombros, incluso niños, provocando la flor de piel, sobre todo porque estos se produjeron realmente), adusta, un retrato de un momento y lugar soberbio, tanto que la película fue parte aguas en como muchos cineasta han bebido de esta obra, siendo influidos con furor por la fuerza dramática que proyecta. Siendo eficaz en como muestra a ambos bandos de modo sanguinario, ambos juegan un partido de tenis donde cada pelota es un acto de brutalidad que intenta superar al anterior, es el modo de decir que no cejaran en sus objetivos, unos en rebelarse y anhelar la independencia, con asesinatos de policías y atentados con bombas que dejan decenas de muertos (el triple ‘bombardeo’ en el llamado distrito europeo de Argel), y otros para gritar que resistirán y no se irán del país norteafricano, con también bombas (la que vemos ponen unos supuestos policías en una vivienda en el Casbah) y represión policial. Una escalada de violencia donde cada acto del contrario es respondido con más ferocidad por el adversario, intenta ser objetivo (aunque hay elementos sutiles que le hacen desnivelar la balanza).

Un fresco donde no hay lugar al sentimentalismo o el maniqueísmo. Con escenas de rezuman salvajismo en los tiroteos, vejaciones, o en cómo se exponen los prolegómenos (epítome el tramo en que tres mujeres musulmanas cambian su imagen para occidentalizare y con ello poder cometer actos terroristas entre los franceses). Pontecorvo ataca el colonialismo desde la visión de la opresión de los ocupados, aunque alterne atrocidades de unos y otros, deja claro que las formas de terrorismo de los rebelados era su única salida, y que daba igual matar a todos los líderes, la espiral que arrojaría fuera de Argelia a los galos era imparable, podrían ganar la Batalla, pero no la guerra.

Mostrando la dualidad en que vivían ambos continentales. Por un lado los argelinos que viven en la pobreza, en este caótico barrio de Casbah, en medio de la miseria social, apartados de los lujos de los europeos, de ahí el caldo de cultivo contra los franceses; por otro lado tenemos a los galos, que viven al modo occidental. Con fiestas en jardines, cafés donde bailan los jóvenes, disfrutando en los hipódromos. Pero lo que es peor se nos muestran como racistas desde el minuto uno cuando zancadillean a Ali, cuando tras un atentando contra ellos intentan linchar a un pobre niño árabe, cuando un policia acosa a un muchacho que va junto a él (no sin razón), o cuando desde ventanas y balcones gritan a un anciano mendigo temeroso tras un atentado y es golpeado por la policía por ser culpable de ser de raza árabe. Esto quizá debería haberse contrapesado por que viéramos que los del FLN tampoco es fueran angelitos con incluso los suyos, faltándome como también estos atacaban incluso a los suyos que no seguían sus normas, como también faltan los argelinos que colaboraron con los franceses, y que no vemos, mostrando los bandos como monolíticos y no fue así; También hay lugar para arremeter contra la prensa que cual perro del hortelano, quería que pararan la revuelta pero le molestaban los métodos.
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9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Una de las mejores películas realizadas sobre colonialismo, terrorismo y movimientos revolucionarios.
“La batalla de Argel” retrata los orígenes, el desarrollo y el fin del enfrentamiento entre el Frente de Liberación Nacional (FLN) de Argelia y las autoridades coloniales francesas en la ciudad de Argel entre 1954 y 1957, con un rápido salto final que conduce hasta el momento de la independencia de Argelia en 1962. Para ello, sigue los pasos de uno de los más destacados activistas de la casbah de Argel, Omar Alí La Pointe, desde sus años de juventud en los que se gana la vida como trilero y macarra hasta su muerte en septiembre de 1957, acorralado por las tropas paracaidistas francesas.

La idea de filmar esta película nació de un proyecto del primer gobierno independiente de Argelia, dirigido por Ahmed Ben Bella, que fue propuesto a directores italianos de cine social. La primera idea partió del futbolista retirado, y antiguo dirigente del FLN, Yacef Saadi, en 1964 el gobierno de Argelia encargó a Saadi buscar a un director italiano que rodase la que sería la primera película de ficción argelina. El resultado fue una de las mejores películas realizadas sobre colonialismo, terrorismo y movimientos revolucionarios. Aunque está rodada a la manera de un documental, la acción no pierde ritmo en ningún momento de la película. El film además cuenta con una excelente fotografía en blanco y negro, en la que destacan sobre todo las tomas de los rostros.

Ganadora de numerosos premios (entre ellos el León de Oro y el FIPRESCI del Festival de Venecia), la película fue filmada íntegramente en Argelia, Gillo Portecorvo utilizó, a la manera de los viejos maestros de cine ruso (Eisenstein o Pudovkin), a las masas populares con el fin de crear un verdadero corazón de tragedia griega, así, casi los 80.000 habitantes de la Casbah de Argel participaron en el rodaje como intérpretes o como figurantes. Igual que en el film soviético "Octubre", algunos de los actores fueron los mismos protagonistas de los hechos (Yacef Saadi), de forma que su memoria y su propia trayectoria queda reflejada en el film de una forma inusitada.
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Delacroix, levántate y anda.
Voy a dejarme de tecnicismos de cine, porque desconozco los misterios de la imagen y el sonido.

Lo que acabo de ver, fotograma a fotograma, sin pestañear, y sin que me sobrase -por primera vez en... ¿cuánto tiempo?- un solo segundo de metraje, es una OBRA MAESTRA. Así, en mayúsculas, y sin paliativos.

No puedo hablar de cine con propiedad, pero me ha dejado embelesado el manejo de cámara, de encuadre a encuadre, todos perfectos. Esas secuencias abarcando el griterío del pueblo desde sus casas, gritando, en definitiva libertad, cual Wallace. Ese blanco y negro que no lo parece, de puro bien fotografiado que está. Esos primeros planos que lo dicen todo sin decir nada. Ese realismo nada forzado, sin necesitar staccatos, cámaras con parkinson, o naranjitas de la China. Ese maestro Morricone que, por una vez, más se intuye que domina. Porque los silencios también son sabios, y también saben contar.

No, señores. Esto no es una película de terrorismo. No se engañen.

Esto es emoción pura, para quien la sepa entender y disfrutar. Sin ánimo de ofender. Es un pueblo luchando por -y consiguiendo- su LIBERTAD. Es Braveheart en Argelia, pero mejor contado incluso.

Es, ni más ni menos, lo que el maestro Eugène Delacroix también plasmó, no en celuloide sino en lienzo, en una de las imágenes más conocidas e icónicas de todos los tiempos: el de la libertad guiando al pueblo. Allí -mire usted- bandera de Francia en ristre, los propios franceses detrás, todos a una también, acabaron, también, por conseguirla.

Algo que en nuestra España sucedió, que yo sepa, tan sólo una vez, cuando el estado -el rey de turno- dejó tirada a la nación (los ciudadanos), con ocasión -y seguimos con la ironía- de la invasión francesa. Estado, sepan, son las instituciones que gobiernan una nación; puede ser democrático -los menos-, dictatorial, colonialista, totalitario, puede tener muchas formas. Pues por una vez, la nación española lo hizo. Con su estado escapado, cogió su soberanía por los cuernos, y echó ella solita, con un par, al entonces mejor ejército del mundo. El de Francia y Napoleón, oiga. La pena es que como somos "asín", recuperamos como los argelinos la soberanía, pero nos debió de parecer un exceso, caramba, eso de elegir nuestro propio destino, tener esa responsabilidad, quita, quita, así que la volvimos a regalar. Nos gusta que mande otro, ser súbditos. Primero caudillos, luego reyes, luego dictadores, y ahora, partidos "políticos" que se representan a sí mismos o a quienes les pagan sin control alguno, y nunca al ciudadano, al que le sueltan migajas para que estorbe poco.

En esta enorme película, el estado tampoco representa a los argelinos. Porque es un estado extranjero, colonialista por más señas, que ha sometido por la fuerza a otra nación. Aquí sí que hay, señores, un ejemplo de autodeterminación, de búsquese la libertad de decidir que le han robado. Como lo fue en la propia Francia, cuando la nación estaba sometida no por un estado colonial extranjero, sino del propio país (el rey y la nobleza). En ambos casos, argelino y francés, cada uno en su época y en su contexto, un pueblo, una nación, unos ciudadanos, lograron su libertad, recuperando la soberanía que habían perdido, y sacudiéndose el yugo de un estado que, por bueno que pudiera ser -que en ninguno de los dos casos lo fue-, no había sido elegido por los ciudadanos: el estado no los representaba, sino que los sometía. Por eso no eran realmente ciudadanos, sino súbditos.

Así que no, señores, no.

Aquí el concepto no es el terrorismo. Es la LIBERTAD. Quien lo confunda, es como el que se cree eso de que en España hay o hubo alguna vez democracia, salvo cuando acabó con lo de Pepe Botella y su hermano. Pontecorvo nos regala, nos hace vivir, cómo un pueblo lucha y logra su independencia, su libertad política colectiva. El derecho, ni más ni menos, a decidir su propio destino. Una independencia, una LIBERTAD, que en este caso lo es con todas las letras, sin ser prostituida como hacen algunos, para convencer a otros que son o fueron nación, y colonizados. Y no miro a nadie.

Pontecorvo lo pintó con Argelia, Gibson con Escocia, y Delacroix con Francia.

En cuanto a los atentados, no dejan de ser una táctica de guerra (la de guerrilla). Y es que la libertad, cuando te colonizan, no se la recupera a besos. Se la recupera con sangre, porque el colonizador conquistó con la fuerza, y sólo con la fuerza se le puede echar. A menos que un día se invente otra receta con más vaselina. Que ojalá.

¿Película de terrorismo?

Hablen con monsieur Delacroix. Escúchenle. Lo pueden hacer sin necesidad de especial sensibilidad artística, con sólo ver su famoso cuadro.

Pero tengan cuidado. Porque quizá la lección se les atragante. Y la vergüenza ajena es muy mala, pero la propia es peor. Más cuando nos cuentan, con tal brillantez como en esta obra maestra, cómo otros tuvieron que remar, y remaron, para echar a un estado que les robó la soberanía. Cosa que hoy (sí, hoy) ocurre en casi toda Europa, donde se gobierna, señores, sin separación de poderes, sin diputados de distrito (sin representación REAL del ciudadano), y sin independencia judicial: o sea, con el poder concentrado -absoluto o totalitario-, como lo era el de los emperadores, o los reyes que cayeron, en un buen día para los franceses, bajo el invento de monsieur Guillotin. O los reyes ingleses, que tuvieron la decencia -o la buena vista- de dar un paso a un lado cuando su pueblo inventó el Parlamento, el de verdad, y recuperó su soberanía.

Ya ven que quería seguir sin mirar a nadie, pero que me cuesta. Y tras haber asistido a tal homenaje a la soberanía nacional, me cuesta mucho más. Me enerva ver, tan cerca, que nuestros antiguos caudillos y reyes, hoy reconvertidos en partidos políticos, que mola más y hasta se vota, tengan secuestrada nuestra soberanía, sin que nos importe un huevo.

¿Película de terrorismo? Y un cuerno. Lección de libertad. Para quien la quiera, o tenga bemoles de aprenderla.
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8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Brillante documento histórico donde se reflexiona hasta qué punto está justificado el terrorismo.
Ante todo, hay que remarcar que no existe la entera imparcialidad, aún así, no se puede negar que Pontecorvo, su realizador, supo crear una buena película que trata de forma muy profunda temas como la rebelión y el terrorismo desde todas las vertientes, dejando cualquier títere sin cabeza.

Des de un inicio, su director muestra la opresiva vida de los argelinos ocupados por los franceses, y cómo se rebelan con el paso de los años realizando todo tipo de atentados y asesinatos.

Puede resultar un poco incomodo y difícil valorar hasta que punto cada una de las dos vertientes está justificada en relación a sus actos, pero es allí donde reside el verdadero interés del film, ningún bando es inocente, todo finalmente es una reacción proveniente de una causa.

Es probable que muchos vean que la película gira más a favor de los argelinos que en los franceses, pero se puede contemplar cómo cada uno de ellos cometen actos de lo más atroces con tal de mantenerse y reivindicarse.

Pese a esta división de opiniones, no se puede negar que estamos ante un más que notable documento de carácter histórico que trata de forma excepcional hasta que punto el terrorismo y el asesinato están justificados. La cinta no deja a nadie indiferente, pues su mensaje es muy poderoso y polémico, una película que ofrece mucho y que otorga la oportunidad de hablar y de reflexionar.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
¿Mártir o Terrorista?
Las personas descritas como "luchadores por la libertad" a menudo también se llaman asesinos, rebeldes, insurgentes o terroristas; esto lleva al aforismo "el terrorista es el luchador por la libertad del otro"
La muerte de civiles NO SE JUSTIFICA y me parece ABSOLUTAMENTE REPUDIABLE.
En La Guerra no existen vencedores ni vencidos, TODOS son victimas y cobardes.
Si quieren VIVIR lo que es una guerra, el terrorismo, y experimentar la delgada línea entre la ficción y el documental, me permito recomendar LA OBRA MAESTRA ABSOLUTA "LA BATTAGLIA DI ALGERI" (1966) una película tan tensa, terrorífica y horripilantemente real y ACTUAL, lo que es lamentable, que dejará consciente al espectador de una situación que todavía azota al mundo.
Ali La Pointe, fue un personaje central en La Guerra por La Independencia de Argelia, que hoy se revisa como "mártir" o como "terrorista"
La película "La Battaglia di Algeri" (1966) puede ayudar a dilucidar la respuesta.
RECOMENDADA.
PRONTO una nota en Lecturas Cinematográficas
http://lecturascinematograficas.blogspot.com/
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Cuando el cine es un perfecto espejo.
La película es de 1966, la guerra de independencia de Argel contra Francia fue hasta 1962. El acontecimiento y hechos que se relatan eran aún recientes cuando se hizo la filmación, y si desconocieras que estás viendo una película sobre un evento histórico podrías pensar por momentos que estás frente a un documental que se introdujo osadamente en las calles y vidas de algunos miembros de la resistencia y lucha por la autonomía de Argelia como nación.

Es realmente buena a nivel visual, muy buena fotografía en blanco y negro, excelentes planos secuencia sobre el movimiento de la resistencia a través de las calles de Argel, a la par que un seguimiento de la coyuntura y luchas políticas a nivel local y al interior de Francia. Es una filmación dinámica y muy ágil, profunda y realista.

Por ser un tema histórico conocemos el desenlace aún sin ver la película, no hay posibilidad de hacer spoilers al respecto. Pero lo genial de la obra es que relata visualmente y de manera genuina la estrategia de guerrillas urbanas usada por los argelinos contra los franceses, el uso del profundo conocimiento de la ciudad, de sus calles irregulares y laberínticas para imponerse sobre los recursos militares: la estrategia sobre la fuerza.

Tenemos en este film un documento que muestra la cara sucia de Francia, el país de los derechos civiles, la libertad, la igualdad y la fraternidad, mientras pisotea los derechos de los pueblos ocupados, recurriendo a acciones terroristas y fuerzas paramilitares, vemos el choque del Estado contra algunos de sus propios ciudadanos, vemos la labor de la prensa independiente francesa, y sobre todo vemos un pueblo argelino en resistencia que lucha de una manera estratégicamente articulada a través de células independientes y casi invisibles para los franceses ¿Cómo combatir a alguien a quien no logras identificar plenamente porque se mueve en su territorio como pez en el agua, agua de la que sólo conoces la superficie? Y más aún cuando hay también franceses que están en contra de la ocupación?

Las calles de Argel crecieron siguiendo las formas de sus montañas, como en el estilo griego la geografía es la que determina la urbanística, no se impusieron allí las cuadrículas romanas. Esto hace que quien no sea local se extravíe fácilmente. Hay una profunda belleza en ese concepto, no sólo en materia de urbanismo sino en el reconocimiento del propio ser como fortaleza y del desconocimiento que el invasor tiene sobre lo local como su mayor debilidad. Y la película lo muestra, al igual que muestra que cuando la guerra se degrada ambos lados terminan con las manos sucias.

Esta película es una joya tanto para quienes gustan del cine que aborda problemáticas políticas, como para aquellos que disfrutan analizar estrategias militares y de combate. La Batalla de Argel es también un ejemplo de como una represión brutal puede tener efectos contrarios a los esperados, por ejemplo el ayudar a fortalecer un movimiento que había sido minoritario en sus inicios, conducir a enlistarse en la lucha a personas que no pensaban combatir pero que ya no puede evitarlo cuando ven la condena a muerte de amigos e inocentes. También para aquellos que quieran o necesiten hacer memoria sobre las terribles huellas que los imperios coloniales dejaron en África, huellas que aún hoy causan daño.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Obra maestra boicoteada
Película que muestra descarnadamente la lucha de los argelinos por su independencia. Es un cine no acostumbrado a ser mostrado (Z de Costa Gravras o Los traidores de Raymundo Glayzer)con un tono documental. Se muestra como funciona el estado en todos sus resortes ocultos; manipulación, tortura, represión, aniquilación... y el estado lo hace abiertamente. Una película que por la temática que toca hace mucho tiempo que no se puede hacer. Ahora todo es más sutil.
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13 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
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