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114 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
QUISE REÍRME EN TU CARA DESDE EL MOMENTO EN QUE TE VÍ; ERES VIEJO, FEO Y ME PONES ENFERMA
Una de las muestras de la perversidad más cruel y despiadada que se hayan filmado nunca, a cargo del maestro del expresionismo alemán, el cineasta de origen austríaco Fritz Lang, quien repite el exitoso reparto coral de su celebrada "La mujer del cuadro" tres años antes, con Edward G. Robinson, Joan Bennett y Dan Duryea como protagonistas.

Basada en la novela del escritor y novelista francés Georges de La Fouchardière titulada "La Chienne(La Golfa)" que sirvió para que el cineasta galo Jean Renoir la llevara a la gran pantalla por primera vez en 1931 bajo el título original homónimo en francés de la novela, y traducida como "Isn't Life a Bitch?", es homenajeada a su vez por Lang en esta especie de remake del original francés sacando si cabe mayor tajada del trasunto, y con la colaboración en las lides de guionista de Dudley Nichols ("La Diligencia" 1939).

La fotografía en blanco y negro es un claro y digno ejemplo paradigmático de la escuela expresionista alemana a que antes aludía, con el fabuloso trabajo en blanco y negro del prestigioso Milton Krasner ("Eva al desnudo", "Los cuatro jinetes del Apocalipsis") quien repitiera también con Lang desde los tiempos de "La mujer del cuadro", describiendo perfectamente esa perversidad a que hace referencia el título a través de la inicial candidez y bonomía del personaje de Christopher Cross magistralmente interpretado por un brutal Edward G. Robinson y su descenso a los abismos arrastrado por ese maelstrom que sería la pérfida femme fatale de este paradigma del cine azabache sin detectives de por medio, la despiadada Katharine 'Kitty' March (Joan Bennett) en connivencia con su violento amante y despiadado también Johnny Prince (Dan Duryea)... )...¿Y ese Chris del final, cual protagonista de "El corazón delator" de Poe torturado por los recuerdos de la perversa y nefasta Kitty...?

La música sin embargo pasa desapercibida completamente en el conjunto primoroso de la obra, sin apenas protagonismo salvo por los énfasis finales en la demencia y mendicidad en que cae indefectiblemente el personaje de Chris Cross.

Una obra emblemática del film noir, imprescindible para cualquier aficionado al maestro Lang, y sobre todo al buen cine de siempre, con MAYÚSCULAS por supuesto.

F A S C I N A N T E
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123 de 147 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Voces de muerte sonaron...
La historia en "Perversidad" no es relevante, ya que es una historia-modelo. Hay muchas historias semejantes. Lo que transforma a"Perversidad" en una obra de raro poder hipnótico reside en su ejecución y en la forma en que ésta ejecución es iniciada.

En la primera escena, el director de un banco preside una cena en honor a su empleado más leal, al que obsequia con un valiosísimo reloj de oro: acto seguido, abandona la mesa para reunirse con su joven amante que le espera en la calle. La cámara retorna al rostro de Christopher Cross, ese empleado ejemplar. Y entonces, se advierte que se ha abierto una grieta en donde antes parecía haber un terreno llano. ¿Y qué supura a través de la grieta? Añoranza, deseo, envidia, tristeza y conformismo.

A partir de este instante, no hay retorno. La historia se acaba de definir. El barco se dirige al arrecife y no queda más que rezar porque la agonía no se haga eterna. Poco importa si el faro se llama Kitty, Johnny o Adele: estaba escrito.

Hay que tener cuidado con lo que se desea. Puede cumplirse. Y no hay aquí, pese a toda evidencia, rastro de mujer fatal, sino presencia de hombre terriblemente fatalizado.

(En las últimas escenas, sucede algo extraño: acosado por sus fantasmas, Christopher Cross mira a cámara con el cuerpo y el rostro exacto del vampiro de Düsseldorf)
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76 de 86 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Descenso a los infiernos
Christopher Cross, un cajero infelizmente casado, es un gran pintor de talento. Cross tiene una aventura con Kitty, una hermosa mujer, y por ella comete un desfalco en su empresa, para que siga creyendo que es un hombre rico. Pero Johnny, el malvado amante de Kitty, aprovecha los cuadros de Cross para venderlos como si fuesen obras de ella.

Perversidad es una de las películas más pesimistas y desgarradoras del cine negro americano. La historia basada en la novela “La chienne”, esta construida a partir de sus tres protagonistas principales; Christopher, un hombre casado, honrado y cumplidor que ha llevado una vida tranquila sin mayores sobresaltos, que cae perdidamente enamorado de Kitty, una bella joven que se halla completamente dominada por su novio Johnny, un ser agresivo, cruel que usa el éxito que tiene con las mujeres con el único fin de buscar el máximo provecho para si mismo. De estos tres personajes, Christopher se alza como un ejemplo de humildad y buena fe hasta que conoce a Kitty, que tampoco resulta ser una típica mujer fatal, propia del cine negro, si no más bien una victima del obsesivo amor que siente por Johny, el verdadero causante del desastre que esperará tanto a Christopher como a Kitty, e incluso al propio Johny. Desde el comienzo se nos advierte de la fatalidad con la que se resolverá el relato, pues la relación entre Kitty y Christopher está basada únicamente en el engaño y la mentira, llegando a situaciones limite que no acarrearan más que un trágico final. En este aspecto la cinta aborda a la perfección el hundimiento de Chris, fruto del penoso trato que recibe por parte de las dos únicas mujeres del film, por un lado su esposa y por el otro Kitty. Sorprende la digresión entre los dos personajes masculinos, mientras que Chris se somete fácilmente al poder femenino, Johny ejerce una completa dictadura sobre su novia, llegando incluso al maltrato físico y psicológico.

Estéticamente la película se muestra notable. Lang trabaja esta vez con poca fluidez de planos medios, orientando más su dirección al empleo de amplios movimientos de cámara que logran sumergir al espectador de lleno en la historia. La fotografía también consigue crear un ambiente de sordidez y desamparo mediante el uso de sabias combinaciones de luz, buena muestra de ello es la secuencia rodada en el hotel, que supone el inicio de la tortura de Chris. El reparto esta muy bien equilibrado destacando sobre todo un maravilloso Edward G.Robinson. La banda sonora aporta a través del sonido del gramófono en el piso de la pareja de novios excelentes temas musicales que a medida que la trama avanza se tornan en partituras estrambóticas que persiguen una sensación de angustia referida a la locura de Chris.

En resumen, nos encontramos ante un maravilloso film negro, que recordará a otras producciones caso de la mujer del cuadro, con la que comparte reparto, temática y dirección.
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65 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
BUENOS Y MALOS: CÁNDIDOS Y PERVERSOS
Hay actores que de tan encasillados en cierto tipo de personajes no resultan creíbles en otros menesteres. Sin embargo a Edward G. Robinson, duro donde los haya, lo creemos a pies juntillas en su rol de cándido sin remedio. Ni aún restregándole por la cara, la pura y dura verdad del engaño, parece despertar del sueño de una noche de verano, ó mejor dicho, de invierno pues las nieves del Kilimanjaro ya cubren sus sienes. Y claro, así se las dan todas en el mismo carrillo…

Fritz Lang nos ofrece un film absolutamente claro en sus planteamientos. Aquí no se trata de conspiraciones, ni de sobornos, ni de intereses creados, ni otras filigranas. Aquí solo hay buenos y malos, que en grado sumo significa cándidos y perversos. Y con esta simple propuesta cinematográfica compone un film absolutamente magnífico al que pequeños defectillos (otros compañeros los comentan en el spoiler) impiden que le otorguemos la categoría de obra maestra. No obstante, utilizando el argot ciclista diríamos que figura escapado en el pelotón de cabeza, juntamente con otras esplendidas obras del director alemán.

Contrastando con Edward G. Robinson, encontramos a una Joan Bennett que a mi parecer no da la talla suficiente y a un Dan Duryea en uno más de sus arquetípicos papeles de matón del tres al cuarto y absolutamente limitado en sus registros como actor. La habilidad de Lang es absolutamente patente en esta película pues aun con esta carencia de calidades artísticas consigue dejarnos momentos increíbles como la escena de la Bennett boca abajo en la cama, pareciendo que llora y en realidad riendo a carcajada batiente. Probablemente boca arriba el efecto hubiese sido radicalmente opuesto. Este tipo de cosas definen y dan valor a un director como Lang, no en vano, uno de los mejores exponentes del llamado expresionismo alemán.

Por mis muchas carencias cinéfilas, suelo valorar las películas no tanto por sus aspectos técnicos (hay otros compañeros verdaderamente bien preparados para ellos) sino por las sensaciones que provocan y dejan en mi. En este sentido Perversidad me ha dejado absolutamente lleno de buenas vibraciones, que dirían los chicos de la playa…
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40 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Scarlett
Décimo largometraje norteamericano del realizador de origen austriaco Fritz Lang (1890-1976). Escribe el guión Dudley Nichols (“La diligencia”, Ford, 1939) a partir del film “La chienne” (Renoir, 1931), que adapta la novela y la pieza teatral del mismo título (1930) de Georges de la Fouchardière y de André Mouézy-Éon. Se rueda durante los 3 meses del verano de 1945 en los Universal Studios (Universal City, CA). Producido por Fritz Lang para Universal, se estrena el 28-XII-1945 (EEUU). La acción dramática tiene lugar en NYC (Greenwich Village, Brooklyn, Central Park…) a partir de la primavera de 1945.

Los protagonistas son Christopher Cross (Robinson), empleado de la firma J. J. Hogarth y Cia durante los últimos 25 años, por lo que es galardonado con una cena de homenaje y compañerismo, presidida por Hogarth, con asistencia de los principales ejecutivos de la casa. Cross, cajero de la empresa, es leal, serio, cumplidor, tímido, algo apocado, pausado, inocente, rutinario y sombrío. Adele (Ivan), su mujer, con la que lleva 5 años de matrimonio, es autoritaria, antipática, chismosa, huraña, impertinente y egoísta. Katharine “Kitty” March (Bennet) es joven, agraciada, perezosa, mentirosa y cruel. Desea ser actriz y ejerce la restitución. Asume con cara de ángel el papel de una de las mujeres fatales más perversas del cine. Johnny Prince (Duryea), el chulo de Kitty, carece de escrúpulos, haría cualquier cosa por dinero y es manipulador, tramposo, violento, inseguro y maltratador. La fotografía de Homer Higgins (Kemper), primer marido de Adele, preside la sala comedor de la casa de Cross.

La obra constituye un remake del film de Renoir con el que mantiene elementos comunes y soluciones diversas. El relato es mucho más pesimista, desgarrador y sombrío. Hace uso de un estilo que da gran importancia a la sugerencia y a las indicaciones rápidas y sutiles. Los caracteres se definen con precisiones nuevas, que ahondan los trazos de fragilidad, frustración y desolación de los personajes. Lang desarrolla un relato denso, angustioso y claustrofóbico, sin dar un momento de respiro al espectador. El resultado es un drama agobiante, pesimista, melancólico y desgarrador, que penetra en el alma y deja en ella huellas que pueden durar semanas o años. Crea una atmósfera agobiante, de pesadilla, que se apodera del público y de la que éste no puede escapar. No faltan abusos, violencia de género, violencia emocional, humillaciones, manipulaciones turbias y actos de sumisión. En la mayoría de los casos estas incidencias se presentan desde la distancia o desde posiciones que dificultan la visión directa y clara. Las elipsis y los sobreentendidos dejan en manos de la imaginación cruel del espectador la definición de sugerencias cortadas antes de tiempo en fundidos que equivalen a puntos suspensivos. Es uno de los trabajos más personales de Lang.

…/
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35 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Un pobre hombre
Lang nos presenta las vicisitudes de uno de los personajes más pusilánimes que haya filmado el cine jamás. La interpretación de E. G. Robinson es magistral gracias a la hondura psicológica que le proporciona el personaje. La actitud del espectador experimenta cambios a lo largo de la visión, lo que ya es, sin duda, un gran logro, hasta el desenlace final. Una obra maestra.
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34 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Los límites del control
Evidentemente, todo tiene un límite. Y cuando éste se sobrepasa, las consecuencias suelen ser funestas. Un ejemplo muy claro lo constata esta peli. Concretamente cuando al bonachón de Christopher Cross (Edward G. Robinson) se le hinchan las pelotas, empuña un picahielos y deja hecha un colador a Kitty (Joan Bennett), la vampiresa más necia y chabacana de la historia del cine.

Porque sí, de acuerdo, la víctima es una mujer y el homicida no actuó en defensa propia pero, coño, lo que llega a soportar el timorato y calzonazos de Cross antes de perder el norte es para mear y no echar gota. Os lo aseguro. ¿Significa eso que yo también me hubiera cargado a Kitty? Pues no lo sé, pero tampoco quiero saberlo. Lo único que sé es que todos tenemos un límite y que cuando lo rebasamos puede pasar de todo.

Quizás por todo ello considero que el mayor logro de esta magistral combinación de melodrama y cine negro radica, precisamente, en la empatía que Lang consigue establecer entre su protagonista principal (soberbio Robinson, por cierto) y el espectador. Una empatía que nos empuja inexorablemente a compadecernos del pobre Cris y que contrasta, al mismo tiempo, con la rabia y la indignación que nos provocan los infames trapicheos de Johnny y Kitty.

En fin, que sí, que lo de la tolerancia cero respecto a la violencia de género está muy bien, pero si alguna vez os cruzáis con una mujer como Kitty procurad no tener un picahielos a mano. Por si las moscas.
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45 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Me siento culpable, y no he hecho nada
Sin duda, ningún productor estaría tan loco para meter dinero en una película como la que reseño en estos momentos. A principios de los años 40, posiblemente la época dorada del cine estadounidense, la idea de llevar una historia tan cruda a la pantalla se me hacía impensable. Y sólo un consagrado Fritz Lang, aportando su propio dinero, pudo hacerlo.

Se regodea en el patetismo de un personaje, transformándolo en víctima para después hacerle verdugo, en el sentido más simbólico, glorificando al personaje para luego arrebatarle todo nuestro apego por un parte o conseguir que el peor de los crímenes sea justificable. Ya en “M” se veía claramente que el maestro Lang no retrata personas bajo un único prisma, le gusta añadir muchos matices a sus protagonistas para impedir maniqueísmos.

Pero si los personajes son importantes en este filme, la clave de su éxito es lo que acojona, tengo los susurros clavados en mi cabeza. Me siento culpable, y no he hecho nada.
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27 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Reinvención
Perversidad es mucho más perversa de lo que parece a simple vista. Cabe decir que es muy Lang, pero el Lang de Perversidad es mucho más desgarrador que en otras ocasiones. Así, en Perversidad encontramos una crueldad poco explicitada en la filmografía de Lang, pero sin duda siempre presente en todas sus películas. Por eso, el espíritu de Perversidad es más duro, y ello hace del film una película de grandes dotes cinematográficas. Más que la anterior peli de su director (La mujer del cuadro), esta película perfecciona el sentido de la intriga, pero sobretodo de la posesión y de la ingenuidad. La femme fatale es, en este caso, más 'fatale' que nunca, y el pobre inocente que cae en sus brazos (Robinson) es más inocente que de costumbre (Robinson nos demuestra una vez más su gran versatilidad, pues es capaz de hacer de gangster -Hampa dorada- hasta avispado detective -Perdición-). Por tanto, Lang exagera algo las constantes del film noir y, al fin y al cabo, la concepción del género (si fuera algo más atrevido diría que lo reinventa) para elaborar un mensaje contundente sobre la las consecuencias de la venganza. De nuevo, aunque aquí más espléndidamente, Lang aprofundiza en el sentimiento humano.
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23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Scarlet Street
Esta es una película menor de Fritz Lang. Por momentos me pareció un poco tonta, con giros difíciles de creer. Sigo pensando que al cine clásico se le otorgan ciertas licencias que a películas hoy en día no se le perdonan. Algunas las nombro en el spoiler.

Por otra parte la tan aclamada Bennett no me parece nada de otro mundo, ni aparece tan linda en esta película ni tampoco actúa muy bien. Raro, porque en Woman in the Window está mucho mejor, en belleza y en actuación. La esposa de Chris sobreactúa demasiado. De Edward G. Robinson tengo la mejor consideracion pero tampoco descolla en ésta, no me creí el papel de ingenuo enamorado por momentos. Pero demás está decir que es un actorazo, de los mejores.
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51 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Mil veces le engañarían
Ay, pardillo. Christopher Cross, cajero con nombre de cantante, es más parado que un charco.

Esta perversidad cuenta la avidez de amor que tienen esas figuras grises que van por el mundo como seres de otros mundos, esperando el momento. ¿Qué momento? No se sabe. Perversidad se entiende como engaño sumo, pero con el añadido del cachondeo, de la burla. Tomar el pelo con ganas, con mala leche, con saña. Es una proyección auténtica del mundo interior de uno, sensible, con la cruel realidad, insensible.

Hay 2 circunstancias algo ajenas a este drama perfectamente presentado: la pintura y el hombre que regresa del mundo de los muertos: la sensibilidad y la realidad tangible y macabra. Es significativo el parche en el ojo que lleva; puede indicar que es un mero guiño del Señor Lang, pues el tipo no es tuerto. Éste le coloco aquí un poco bajo cuerda porque me viene bien para el cantazo que preparo al señor Cross.

Por otro lado es notable, claro, explícito a más no poder, la definición del cajero, su personalidad, el retrato del tipo de hombre que es cuando se pone a fregar, a pintar en el baño, a ir de un lado a otro de la casa según le va echando la mujer de su lado como un perro. Un ser sumiso que se sabe despreciable y lo asume.

Memorable cinta sobre el engaño y su mejor herramienta: la manipulación.
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23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Cuando la perversidad lleva el nombre de una mujer
Maravillosa película al estilo de las de Fritz Lang, concretamente recuerda mucho a "La mujer del cuadro", del mismo director y actor. Destacar a todos los actores porque todos estan completamente soberbios, por supuesto Edward G. Robinson que borda su papel y destacar la calidad interpretativa de Joan Bennett que es capaz de darle rostro a la perversidad. Es una película que reflexiona sobre la pasión, esas pasiones deelirantes, tanto la de ella, que por su amor a un hombre que dudosamente la ama, la lleva a engañar de manera perversa y cruel a Robinson, y la de él, que le llevara a cometer una locura y a quedar él mismo así. Para todos los amantes del buen cine, no se la pierdan, engancha de principio a fin
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24 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Los fracasados
De títeres e incapaces también se hace el cine, sino pregúntenle a Lang, un directorazo que con Perversidad logra mostrar el lado impotente de ciertos personajes comunes dentro del cine negro, que de pronto son más idiotas que lo que el género acostumbra ofrecer. Y es que en esta peli hay, desde luego, serios atisbos de maldad, interés, morbosidad, malsana dependencia y claro/oscuros notorios, pero con una diferencia al respecto del cine negro: todo va mal, todo se hace mal, todo inicia mal.

La femme fatalle parece haber consumido su carisma ante la debilidad que siente por su esposo/pareja, quien la juega de malo maloso pero con una carencia predominante: la inteligencia. Porque simula estar de vuelta, pero en realidad no sabe nada, ni de arte ni disimular su verdadera condición ante el manipulado de turno. El manipulado de turno es un tipo inteligente, da cuenta de que algo definitivamente no anda y que huele a podrido, pero es su propia autoestima ausente lo que lo arroja al sendero de las marionetas desechables, fluctuando entre una mujer que lo usa y una madre castradora que lo denigra en su condición de hombre: basta ver el cuadro de la ex pareja colgado en una de las paredes del salón para sentir lástima por él, que ni reaccionar ni defenderse sabe.

Los críticos de arte no saben diferenciar un plagio, la policía no sabe entender un caso evidente. Todo es tan cerrado, oscúramente patético y asfixiante que Lang sólo puede seguir con esta peli hasta su culminación y trascender el cine negro: porque en última instancia son tan fuertes las negras motivaciones y las malas predisposiciones psicológicas que presentan los personajes que todos los tópicos del género se rinden ante una obra que lo da vuelta, que demuestra que se puede partir de una base para romperla después.
Pero claro, todo esto bajo la atenta mirada de un genio trás las cámaras.
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21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Crónica de perdedores
Tremendísima obra maestra del genio Fritz Lang, negra hasta sus últimas consecuencias y perfecta en el aspecto técnico; cada fotograma de esta película es una genial postal expresionista.
No tan conocida como "La mujer del cuadro" (realizada un año antes), "Scarlet Street" es un desgarrador relato de como el ser humano puede descender a los infiernos de la forma más imprevista. Conviene no dar más datos de la trama para que el espectador se de cuenta de la maestría de Lang, del oficio de Robinson y Bennett (y Duryea, papelón), pero sobre todo para reflexionar sobre la calidad y cantidad del añejo cine clásico y compararlo con el esporádico buen cine de hoy día. Esto es CINE con mayúsculas, señores.
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20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
¡Por Fritz Lang!
Cómo se nota el peso de un director de renombre. En ocasiones, quien la dirige induce al espectador una opinión o puntuación excesivamente benévola. No necesariamente, por ser un buen director, todo lo que toque va a ser oro, y más cuando hay una versión anterior de por medio que es la idea original, hecha con menos sutileza (en mi opinión), pero va directa a la yugular. A mí no me ha persuadido con ésta. Admiro a Fritz pero en la otra versión te lo cuentan claro, esto es así y punto.
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18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Cruel
Acostumbrados a los virtuosismos técnicos y al detalle y realismo con el que se muestra la violencia en el cine de los últimos tiempos, determinadas secuencias de ‘Scarlet Street’ pueden parecer un tanto ñoñas; es posible que lo sean, pero tengamos en cuenta que Lang filmó esto hace 65 años. Además, como en toda gran película, lo que realmente importa es el argumento, los personajes y la temática.

En este caso, el argumento gira en torno a un maduro e infeliz cajero con afición a la pintura autodidacta, tipo kitsch, casado por aburrimiento, para más señas. El segundo vértice del triángulo lo forma una hermosa prostituta –es evidente, aunque no aparece como tal de modo explícito-, vaga y sin escrúpulo. Y el tercer ángulo de la cuestión lo representa el chulo de ésta, un maltratador proxeneta y vividor, con menos escrúpulos todavía. En cuanto surge la posibilidad de aprovechar económicamente el bobo aunque sincero enamoramiento que siente el pintor frustrado por la ‘actriz’, comienza la humillación. Robinson y Duryea están espléndidos, pero no me atrevo a decir lo mismo de Joan Bennett, una agradable presencia física pero, desde luego, no una gran actriz. Está bastante mejor en ‘La mujer del cuadro’.

De cualquier forma, es una película políticamente correcta en las formas pero nada complaciente en los contenidos, que ilustra un proceso de ciego enamoramiento no correspondido que desemboca en tragedia. Quizá el desenlace resulte un tanto atropellado en comparación con el ritmo firme y pausado del resto del metraje, pero ‘Perversidad’ sigue siendo un estupendo ejemplo de bajas pasiones llevadas al cine. Y sin estridencias, que es quizá menos impactante, pero mucho más duradero. Otra de esas escasas obras que no envejece.
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16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Perversión
Película extraordinaria. Todo funciona a la perfección: el guión, la dirección, los actores. Película redonda que no defraudará a quien la vea. Perversidad es una historia de seres pequeños, de pequeñas miras, de seres solitarios y perdidos en busca del reconocimiento, o sólo del conocimiento, del otro. Una historia de amor y, por supuesto, de egoismo. Una historia subyugante, irritante por momentos, magistralmente narrada.
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19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La flor de Scarlet St.
'Scarlet Street', en cierta manera, me recuerda a 'Sommaren med Monika' de Ingmar Bergman, en tanto que ambas películas tratan sobre personajes zafios y vulgares y de ellos extrae una condición más cristalina que ellos. Aquí, él es un pusilánime, ella una pérfida ramera y el tercero en discordia un oportunista. No obstante, el corazón de la película es la inocencia que albergan las ilusiones puras, aún cuando surgen de aquello que está predestinado al fracaso.

—I've just painted this flower.
—Do you see that flower instead of the real one?

Del mismo modo que Hitchcock afirmaba que la naturaleza del suspense consistía en que un personaje ignorase la bomba que estaba a punto de explotar bajo su sillón mientras que el espectador era conocedor de ello, en 'Scarlet Street' la segunda línea de este escueto diálogo habla por nosotros. Lo que a todas luces es una zarza hiriente, para Cross es una radiante y voluptuosa flor.

Asistimos, pues, a un desengaño inevitable. Ni siquiera podemos avisar al triste contable de las muecas de desagrado que ella adopta cuando él la abraza.

...

Sobre 'Casablanca', la crítica popular y anecdótica ha dicho alguna vez que es la película donde "más se fuma". Recuerdo que, respecto a 'All about Eve', se ha apuntado en alguna ocasión que es el film donde "más se habla". Yo añadiría 'Scarlet Street' como la película donde más se miente.

—That's true. I never painted anything.
—Don't see!? He's lying!

Es irónico que, tras la letanía de inexactitudes, maledicencias y mentiras en que incurren los llamados a declarar y los subterfugios y omisiones que durante toda la película se van acumulando, una sola mentira escandalice tanto a uno de los que, durante más de una hora, ha sido uno de sus mayores artífices.

...

La película finaliza con un Cross sumido en los meandros del remordimiento en los que ya se extravió el joven Raskólnikov de Dostoievski, exculpando a su veleidoso amor de manera obsesiva (—"You were pure, he corrupted you"), que aún muerta ejerce una implacable tiranía sobre la debilidad de su carácter.

Del talento de Cross para la Pintura no quedan más que unos cuadros sin dueño y un irrisorio culmen en las uñas de los pies de ella, que él alguna vez él pintó como muestra de su infinito servilismo.

Gracias.
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13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Actores arrugados.
¡Que expresividad tienen las arrugas de Edward G.Robinson, joder!

Esas arrugas que se le forman a los lados de la boca y los ojos transmiten mas que mil líneas de dialogo.
En esas arrugas apreciamos la amargura del hombre que odia su vida pero la soporta estoicamente, la esperanza del que cree haber encontrado un nuevo amor, el ardor en el estomago del que se siente traicionado, la locura que desemboca en venganza y el sentimiento de culpa que pesa como una losa y puede conducir a la locura.

El blanco y negro de la película no hace sino incrementar esa expresividad a base del juego de luces y sombras.

Otros ejemplos de actores arrugados que transmiten más que todos los mohines juntos de la mitad de actores y actrices de la actualidad son Clint Eastwood y Tommy Lee Jones. Espero que todos esos actores manden a la mierda el botox de los cojones, porque nos esperan unas actuaciones de aquí al futuro del tipo muñecas de porcelana (a mayor gloria de Nicole Kidman).


¡Y que grande es ver a Edward G con delantal y echo un pelele!
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13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Te di todo mi cariño con tostadas y tú sólo me diste alforfones.
Cuando algunos piensan en cine clásico, les pueden venir a la mente títulos como Star Wars, Los Goonies o alguna peli de Elvis con camisas hawaianas. A mí siempre me viene a la mente Perversidad. Soy un tipo con clase, y no puedo remediarlo. Si me tengo que identificar con alguien, me identifico con un Edward J. Olmos que deambula por las calles mientras escucha voces en su cabeza, antes que con un hipertrofiado mental hormonado que dice "Yo soy tu padre". Es así de sencillo.

Perversidad es de ese tipo de films que a uno se le antojan que tenían que existir, sí o sí. Sin grandes efectos especiales, sin malos malosos del estilo Falconetti, sin Orlandos Blooms lanzando flechas a tsunamis, el señor Lang hace cine de verdad, cuenta historias ficticias de verdad y hace travellings mejor que nadie. Bravo.
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14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
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