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90 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
¿Quién ha hablado de asesinato? ¿Quién ha dicho alambre de espino? (9.5)
El guión es una maravilla impredecible, de una inteligencia poco común y con un sentido del humor irresistible. Parte de tres ideas básicas realmente interesante (aunque destripo conceptos muy genéricos, es recomendable que no las leas si no has visto la película): por un lado, hacer que el asesino sea un reputado profesor experto en este tipo de crímenes; por otro, hacer que él mismo se vea inmiscuido en el proceso de investigación policial sin resultar sospechoso a pesar de estar metiendo la pata continuamente; y por último, la atracción fatal irreprimible tan del gusto de Lang y tan presente en este género. Y no se para ahí: también hay chantaje.
Robinson, Bennett, Massey y Breon están perfectos.

Contras: podría haberse mejorado la música en un par de tramos; aunque Duryea no lo hace mal del todo, no me parece el actor perfecto para ese papel. Por decir algo que justifique el no haberle dado un 10.
Pero no estoy para nada de acuerdo con la crítica de un usuario anterior al que el guión le parece poco trabajado y que considera infantiles las meteduras de pata del criminólogo. Yo no he asesinado nunca, pero entiendo que los nervios te pueden traicionar (yo soy "experto" en robótica y me traicionan cuando tengo que hablar en público, o sea que no os quiero ni contar lo que me pasaría a mí bajo semejante presión). Pero, claro, si hubiera sido Hitchcock el director, todos a chupársela. Pues para mí esta película supera a la mayoría de las que ha firmado el orondo británico –quien, por otra parte, está entre mis cineastas favoritos–. Por ejemplo, podemos encontrar aquí, en 1944 y con un tratamiento aún más ingenioso, las escenas que Hitchcock prácticamente repetiría en 1960 cuando Leigh se pone nerviosa mientras le sigue el policía en la primera parte de Psicosis.

La elegancia se está perdiendo en el cine y en la vida. Es una pena, pero siempre quedarán los clásicos negros de intriga, como éste, que es uno de los que más me han gustado en lo que llevo de existencia. Y no es el único de Lang entre mis favoritos.
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126 de 155 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
El retrato de Alice Reed
Una de las más notables películas de la etapa americana de Fritz Lang. Fue nominada al Oscar a la mejor banda musical. Se basa en un "bestseller" de J. H. Wallis.

La acción se sitúa en Nueva York, en los años de la II Guerra Mundial. Narra la historia del profesor de la Universitad de Gotham, Richard Wanley (Edward G. Robinson), hombre honrado, oscuro, taciturno y dominado por la mujer. Tras despedir a la familia (esposa e hijos) que marchan unos días de vacaciones, reparte sus horas de ocio entre una tertulia con dos amigos, el fiscal Frank Laloy (Raymond Massey) y el médico Michael Barkstane (Edmund Breon), y la lectura hasta las 10 de la noche de obras poéticas clásicas. Junto a la entrada del club, se expone en el escaparate de una tienda, el retrato al óleo de una mujer joven y atractiva, que le cautiva y le atrae enormemente, según explica a los amigos. A la salida del club vuelve sobre sus pasos para admirar de nuevo el retrato, junto al que aparece el reflejo de la imagen real de la modelo, Alice Reed (Joan Bennett).

Las imágenes expresionistas del rostro del protagonista, las tomas no convencionales, la escasa iluminación de los escenarios, la presencia extemporánea de la lluvia, la reflexión de imágenes en el espejo de la casa de Alice, la presencia multiplicada de relojes (símbolo de que el tiempo se acaba) y otros elementos confieren al relato un tono trágico e inquietante de vigor inusitado. Añade Lang toques de humor, de sabor más europeo que americano, basados en la lógica del absurdo, que contribuyen a elevar la tensión del espectador: un guardaespaldas con antecedentes penales por chantage, una medicina contra la astenia con posibles efectos secundarios mortíferos, si se administra en dosis superiores a las prescritas, etc.

Producida por International Pictures, fue distribuída por la RKO. Comparte con "Jennie", "Laura" y "El retrato de Dorian Gray" el tema de la fascinación producida por un cuadro. Es una obra emblemática de la etapa dorada del cine negro americano.
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81 de 86 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Bravissimo!
No es mi intención valorar los aspectos técnicos ni la música, la dirección ni el trabajo del reparto. No, porque la calidad de la película ya está más que constatada y porque hoy, como de costumbre me he hecho amigo de la noche y me está entrando un sueño que parecen dos.

Sólo decir que hay veces en las que te suceden cosas fantásticas y lo primero que circula por tu mente son aquellas personas que te hubiera gustado tener al lado y se han perdido esos momentos. Hoy, al terminar de ver “La mujer del cuadro” me he acordado de todos aquellos que ignoran su existencia.
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44 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Drama, thriller, intriga, y al final...
Veo que "La mujer del cuadro" está clasificada como película de cine negro. Sin duda este es un género muy delimitado y abstracto en el que otras muchas películas podrían ser incluidas en este género. En mi modesta opinión, yo no diría que la película de Lang pertenece a este formato, más bien diría que es un thriller dramático o un film de intriga, pero la frontera a veces es tan pequeña que se confunden... o me confundo.

En todo caso tenemos una película brillante. Un pobre hombre y una buena mujer que le mete en problemas. Entre los dos tendrán que deshacerse de un cadáver fruto del enfrentamiento entre el profesor Wanley (Edward G. Robinson) y el amante de la mujer del cuadro.

La policía investiga y el testigo soborna, una mezcla explosiva que hará que los días pasen muy despacio para los dos protagonistas. El final es soberbio.
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43 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
No es lo mismo el asesinato en defensa propia que el asesinato con ánimo ocioso
He decir que esta me ha parecido una de las 5 o 5 mejores películas del maestro alemán, y viendo su monumental filmografía, quiere decir mucho. Una de esas grandes películas que contribuyen a considerar a los europeos como los maestros del cine negro, y en particular a este soberbio genio en la cúspide de los 6 o 7 directores más grandes de todos los tiempos, con una capacidad de retratar el agobio psicológico como nadie es capaz de hacerlo, y aún así insertarle algunos brochazos del mejor humor absurdo europeo, que siempre se agradecen para relajar la tensión, que por momentos en la cinta se puede cortar con un cuchillo.

Teniendo el talento de Lang, un guión tan milimétrico como este sólo vale para convertirse en una obra maestra de la historia del cine, ya que el director demuestra un manejo del suspense sencillamente abrumador, dejando detalles fácilmente apreciables por el espectador, y casi estúpidos, además de tópicos del género, para luego ir dejando que la trama se desarrolle de forma totalmente inesperada, permitiendo al espectador sorprenderse ante hechos que parecían cantados pero que rompen lo que en un principio estaba predestinado a ocurrir. Podría achacarse al guión de cierta debilidad en ciertos puntos, siendo muchas casualidades las que ocurren para permitir el desarrollo de la trama, pero todas ellas se rompen con el hitchcockiano giro final, dotando a la historia de un toque casi paródico, y parafraseando a John Ford, sin las casualidades no tendríamos cine.

Parece que Lang se propone crear un decálogo del cine negro, siendo esta obra un muestrario de las mejores características que dejaron sello en el género, aunando sus conocimientos estéticos alemanes con un guión que le permite el lucimiento. Una pantalla en continua oscuridad, desarrollándose la trama en un 90% en lugares interiores, y con un ambiente opresivo, permiten colocar en el centro de la trama uno de los temas preferidos de este género: el inocente que no sabe cóm ni por qué ha llegado hasta allí, pero que tiene que aprender sobre la marcha a tratarse con chantajistas, mujeres fatales y policías cuyo aliento puede sentir en la nuca. La inteligencia de Lang para engañar al espectador le convierte en una de las películas más mentirosas junto a La soga y Con la muerte en los talones, aunque quizás estas no cuenten con la maldad y el cinismo de Lang. El reparto está perfecto, sin una sola pega, especialmente Edward G. Robinson, uno de los actores más infravalorados de la historia, un auténtico monstruo de la actuación, dejando aquí un papel derrotista y abatido, y Joan Bennet, que aparece tremendamente seductora. Lo dicho, si no perfecta, poco le falta
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31 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
ROZANDO LA PERFECCIÓN
Fritz Lang es, con total seguridad, el director del que he visto (y comentado) más películas en los últimos tiempos. Esta es la octava. Y debo decir que el viaje por su filmografía es una aventura plenamente satisfactoria para cualquier amante del séptimo arte.

La mujer del cuadro es una película que roza la perfección, sustentada por un guión genial, una fotografía muy pero que muy profesional y una interpretación de Edward G. Robinson de las que se fijan en la retina. ¿Qué le falta pues? Prácticamente nada pero hubiese sido muy bien recibida una actuación más convincente (no tan floja) de Joan Bennett, actriz de calidad contrastada como demostró en Secreto tras la puerta, también de Lang y sobre todo le sobra ese aire final de convenientes irrealidades que Lang, en entrevista concedida a Bogdanovich defendió quizás enmascarando un poco sus propios pensamientos.

El film tiene muchos elementos comunes con Perversidad, obra posterior pero cuyo íntimo planteamiento es, igualmente, el auto-afianzamiento de la personalidad sobre la persistencia de la capacidad de seducción en la edad adulta (ahí es nada la frasecita). Quienes hayan visto ambas películas lo entenderán y quienes aun no las hayan visto pues que se animen que van a disfrutar seguro.

Mención especial y aparte para un maestro de las artes interpretativas como Robinson. De investigador implacable en Perdición a incauto de hacerselo mirar en Perversidad, pasando por toda la gama posible de personajes habidos y por haber, tiene y deja un sello especial en cada película en la que participa. Si en La mujer del cuadro no hubiese participado Edward G. Robinson, aunque Lang es mucho Lang, seguro que estaríamos hablando de otra manera. Ustedes me entienden.
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24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Lang es más que todo esto.
La etapa americana de Lang sigue teniendo altibajos, tan pronto da una de cal como una de arena. Me sigo haciendo la misma pregunta cada vez que me pongo a ver un film del alemán... ¿Cómo es posible que habiendo firmado tan grandiosas creaciones en alemania y llegue a Hollywood y reinicie sus capacidad creativa poniendola en manos de la industria americanoide? No quiero sercruel con esta cuestión, simplemente me llama poderosamente la atención, cómo fue capaz de cambiar este hombre el chip tan radicalmente, es irreconocible el Lang americano del alemán, tanto en argumentos como a nivel artístico y plástico, su forma de enfocar las películas es totalmente diferente, menos cuidada, mucho más sencilla, argumentos menos agudos, y escenas que en ocasiones rozan la ridiculez son arregladas con otras de una calidad a la altura del Lang que conozco y que no olvido.
Hay que reconocer que esta película es de las mejores de dicha etapa, junto con "Perversidad" (¿tendrá algo que ver Edward Robinson en ello?). En este film se juega con planos y escenas buenas, al nivel del mejor cine negro, con un argumento sólido y muy inteligente, que causan cierta tensión y sobresalto en el espectador (como de be ser) pero que en ocasiones se ve estropeado por acciones estupidas y soluciones lamentables (en el spoiler indico cuales son algunas de ellas).
En definitiva, una buena película en lineas generales, sustentada en parte por la excelente actuación de Robinson. Es más, creo que si el intérprete hubiera sido Glen Ford o Robert Ryan, la nota final se degradaría seguramente en dos o más puntos.
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39 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
EDWARD G. RODRÍGUEZ
El protagonista, el profesor Wanley, da clases en la Universidad Gotham, pero la película no tiene nada que ver con Batman.

Lo que le pasa al profesor es que está de Rodríguez, ya que su mujer y sus chiquillos se han ido de vacaciones, y bueno… el hombre aprovecha para quedar con sus amigos y charlar y tomar alguna copilla… pero no se siente con ánimos ni con edad de ir más lejos. Sus amigos le instan a echar una canilla al aire, pero el hombre no parece muy interesado… Aunque, ¿quién sabe?

La noche es joven, y aunque el profesor Wanley piense que él ya no lo es, lo mismo se encuentra con alguna inesperada aventura…

“La mujer del cuadro” tiene todos esos ingredientes imprescindibles del cine negro (la chica de mal vivir, el cadáver, la investigación policial…) pero además hay que añadir la magna presencia de Edward G. Robinson y lo original del planteamiento, que no descubriremos hasta el sorprendente final. En ambas cosas radica la magia de la película.

Y, para cuadro, el que pinta Lang. Un magnífico retrato del suspense.
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21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
El miedo del Hollywood antiguo al final triste
Decepcionante final de una pelícla que hasta ese momento, estaba siendo un auténtico peículón, un magnífico thriller que queda muy descafeinado después. Y es que el filme cuenta con buenas interpretaciones, con un fenomenal guión lleno de enredos, situaciones inteligentísimas, humor negro, una buena fotografía, etc.

Sin lugar a dudas, una magnífica historia pero que dista mucho del 8,3 de media que tiene en esta web debido a su conservador final, absolutamente imprevisible, pero igualmente difícil de explicar. Pese a esta gran deficiencia la pongo un 6,25 por los buenos momentos pasados durante hora y media aunque el desenlace me generó una gran decepción.
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36 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
La femme fatale
He visto poco cine negro, como la mayoría, pero qué paradójico que el género que menos explotado tienen nuestros sentidos nos parezca el mejor de todos. Personalmente ya estoy convencido de emplearlo como comodín antipestiños en mis próximos visionados. Desde ya.
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21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Lang carcajeándose a nuestra costa
No es imprevisible el final, es imprevisible la película cabo a rabo. Y además, el genio de Viena, acierta al regalarnos dos desenlaces en un último minuto hasta ese entonces inédito en el cine.

Escucho a Lang reirse burlonamente cuando más nos cabreamos ante el sinfín de torpezas de G. Robinson, empeñado en delatarse una vez tras otra hasta resultar irritante. También se habrá dicho, "¡pobres inocentes!" pensando en sus espectadores, que nos tragamos una buena dosis de desasosegante calma _personalmente la he sufrido y a la vez disfrutado como con pocas películas_, a medida que la trama se complica y el chantaje oprime hasta resultar insoportable.

Pero qué mal nos lo hace pasar el cabrón...

Huelga decir que en tales logros Edward G. Robinson tiene mucho que ver gracias a una interpretación a la altura de las circunstancias. Como por supuesto también a todo lo que atañe a los aspectos técnicos y puramente estéticos de una película de cuidada y fina ironía en sus diálogos y de belleza irreprochable en el plano de nuestro protagonista ante la imagen de la mujer que tanto le perturba.

Y lo mejor es que al final, sirviéndonos una magistral lección de cine no queda más remedio que reir con Lang, darnos por vencidos con la cabeza gacha y un poco avergonzados por morder el anzuelo durante toda la película y claro, sacarse el sombrero que es lo que toca, pues conseguirnos hacer pasar en cuestión de segundos del puro abatimiento a la sensación de alivio con más gracia de su cine es casi un milagro.

Qué cándidos que somos...
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17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
EL HOMBRE DE LA CÁMARA
Como ya he escrito en otras ocasiones, mi primer comentario es para envidiarle a usted, mi querido amigo, si se dispone a ver esta maravillosa película por primera vez. Le va a envolver un fantasmagórico y seductor blanco y negro que le hará pasar de su acogedor y confortable sillón del elitista Salón de fumadores del Club al desasosiego, la ansiedad y el temor de calles oscuras con pavimentos mojados que esconden secretos inconfesables. Lang le conduce de la mano por un mundo fascinante, por un mundo que es de él, que sabiamente modela, en el que su percepción de genio sabe matizar cada detalle. Lang no sólo le da la mano, se la aprieta con fuerza para que se quede, para que aprenda, para que ame. El hombre de la cámara sólo busca que usted ame y respete, como hizo él, ese maravilloso arte llamado cine.
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17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Suspenso en el remate final
Puede que sea excesivo basar la valoración global de la película en el final (spoiler, lógicamente), pero el genial alemán hace gravitar el interés de los hechos y de la narración alrededor de un desenlace que considero totalmente fallido. La trama posee un ritmo buenísimo y ciertos detalles del enredo son dignísimos, seguramente todo es mejor aún gracias a Edward G. Robinson, sobresaliente y en estado de gracia. Pero todo se derrumba con ese final, no va conmigo, confieso que lo he pasado bien, es cierto, por eso tampoco es para suspender y prefiero dejar mi valoración final como se ve.
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26 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La vulnerabilidad del ser humano.
Después de su etapa de films sociales y anti nazis, “La mujer del cuadro” inaugura dentro de la obra de Fritz Lang una aproximación al cine negro atendiendo a una clave melodramática, ligada a nuestro subconsciente, y que dará lugar a un estimable grupo de películas, entre ellas “Perversidad” y “Secreto tras la puerta”. Se trata de historias donde el protagonista es arrastrado a un onirismo cautivo, atrapado en las raíces atávicas de una sexualidad reprimida, soterrada y oculta, que aflora a la superficie toda una variedad de deseos frustrados, de actos fallidos, presuntamente dormidos y resucitados por un azar caprichoso barnizado por un sentimiento de culpabilidad y de profunda frustración vital.

Desde sus primeras imágenes “La mujer del cuadro” deja claro el territorio de la ficción de Lang al presentarnos a Richard Wanley (Edward G. Robinson), un reconocido profesor penalista, dando una conferencia sobre “algunos aspectos psicológicos del homicidio” y, particularmente, el crimen en defensa propia. A continuación pasamos a una estación de tren donde Richard despide a su esposa e hijos, que se van de vacaciones, y finaliza la tarde en la tertulia de su club social, del que forma parte junto a un reputado fiscal, que más adelante nos aportará las pesquisas policiales tanto a su amigo Richard, como al espectador para crear el pertinente suspense.

Lang nos muestra la tipología del otoñal profesor, un hombre que parece haber superado el riesgo de la aventura amorosa y estar instalado en los placeres burgueses de una vida sin sobresaltos. El cineasta no subraya aspecto alguno de su personalidad que pueda alterar su apacible existencia por un inesperado suceso, que tendrá mucho de miedo a lo desconocido. Filmado todo con gran capacidad de síntesis. Inspirado en un relato “Once off Guard”, de J. H. Wallis, Nunnally Jhonson nos sirve un guión hábil y un tanto tramposo, con un aire sórdido y angustioso, gran fotografía de Milton Krasner, invitándonos a la empatía con el profesor que por un estúpido desliz con una modelo (Joan Bennett) como encarnación del ideal sexual, se ve implicado en un oscuro asunto de crimen y chantaje.

Todo el relato se impregna de la relatividad de la moral que da Fritz Lang a sus obras, del sentido de culpabilidad otorgado al deseo adúltero del protagonista, de la falsa equidistancia entre el bien y el mal. Sugerido todo por una planificación austera, armónica y nada evidente que tiene en el encuadre, sin apenas desplazamientos de cámara, el centro de un universo personal, el profesor (E. G. Robinson). Así, desde una fisicidad que aúna deseo y ambigüedad, transgresión y culpa, Robinson nos muestra la vulnerabilidad del ser humano, el escaso margen que separa a un honesto ciudadano del crimen más abyecto y cómo la justicia no deja de ser una maquinaria exculpadora utilizada por la sociedad en su propio beneficio para purgar culpas propias y ajenas, así como las de sus servidores. Los diálogos entre el fiscal interpretado por Raymond Massey, y el honorable penalista dejan al descubierto el pesimismo congénito de ese determinista insobornable que fue Fritz Lang.
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15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Buena, pero....
Primero que todo, dos cosas:
1) Me encanta el cine negro y;
2) Fritz Lang es un genio.

"The woman in te window" es una de las grandes obras del director austro-húngaro. Muchas son las virtudes, entre ellas un guión impecable muy bien interpretado por el protagonista y secundarios, una brillante banda sonora y una dirección que logra crear un ambiente que encaja perfectamente dentro de las características del cine negro de aquella época y sobre todo, anterior a la década de los cuarenta.

Es una cinta que ha envejecido bien, a pesar que hay situaciones forzadas, como algunos golpes, típicos del cine de antaño, pero que aún así, no afectan la calidad de la obra. Insisto, es una buena película, pero hay dos detalles que en mi opinión le restan puntos.

En primer lugar el personaje de Robinson, a pesar de no ser un criminal "profesional", actúa estúpidamente en muchas situaciones, ya sea con acciones o comentarios que resultan evidentes para el espectador y sobre todo para la credibilidad de la historia. El segundo punto me lo reservo para el spoiler.

Independiente de estas observaciones, la obra de Lang es destacable, necesaria y agradable de ver, no sólo porque es cine de calidad, sino también porque su autor es uno de los grandes genios del séptimo arte y esta obra en particular se erige como una de aquellas imprescindibles de visionar para todo aquel que se considere un fanático del cine. Recomendada.
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16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Cuadro maestro.
Descubrir el cine de Fritz Lang con "Furia" y "Los Sobornados" me supuso una gratísima experiencia pero con éste siguiente escalón de su filmografía casi llego al orgasmo.

"La Mujer del Cuadro" es esa despedida inicial, es ese paseo por la 5th. Avenue, es la fotografía de ese escaparate con el misterioso y bello rostro del cuadro, es la cara de Edward G. Robinson observándolo, la imparable espiral de sucesos que acontecen durante la noche de los hechos, la incesante lluvia, es la angustia psicológica a la que se somete al espectador de ahí hasta el final, y qué final señores..!

El ritmo es trepidante, el interés siempre in crescendo, la atmosfera insufrible, su fotografía a veces amenazante, la decoración artística del club social y del apartamento perfecta, su banda sonora envolvente, en definitiva, es prácticamente redonda, de principio a fin.

La comedida y abatida interpretación de Edward G. Robinson es inolvidable. Creedme literalmente si os digo que sufres con él, literal. La Bennett está irresistible (hecho de menos un poco más de carga dramática en su interpretación) y los dos secundarios, el jefe de policía y el médico, amigos de nuestro protagonista, están fantásticos. Fritz Lang encaja de manera soberbia a todos estos personajes en una trama simplemente genial con un guión milimétricamente planificado y el resultado es perfecto, y lo es porque consigue que el espectador suelte una bocanada de aire a su conclusión y esa reacción es tan difícil de obtener..

Vaya cuadro maestro!
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12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Sencillamente magistral
Pedazo de clásico; lo tiene todo. Hasta el nombre de la película es pura poesía. Una historia que empieza a ir creciendo, llegando a ser de una angustia que no te deja respirar, (¿será por lo grandioso actor que era Robinson?), donde la acción va trancurriendo con una tensión, que va a llevar a nuestro protagonista a una situación existencial extrema y para la que no está preparado, ni el ni nadie.
Es un "carpe diem" aplicado a un cuarentón, tratado con un regusto tortuoso, cuya moraleja sería: hay edades en las que ya hay que tener cuidado con lo que se hace. ¡Viva Fritz Lang!.

Ella, no es tan mágica como una "Laura", pero sus anchuras si que pueden volver loco a un cuarentón, y tiene una dulzura que atrae. Robinson, sencillamente está magistral en su papel de profesor de psicología criminal, modelicamente casado y con hijos, que comete un desliz (no se trata de promover la infidelidad, pero creo que le comprendo), que le va a llevar al otro lado de la vida, al del infierno.

Con una fotografía casi irreal, el plano de Robinson mirando el cuadro (¡que bonito joder!), esa lluvia, en esa calle, en ese portal, en esa casa, donde la fotografía alcanza una brumosidad mágica y siniestra, o su huida en el coche, en esa noche infernal, vamos, ¡sin palabras!

El final puede ser criticable o no, para mi es un encaje de bolillos que cuadra ese reloj que es esta película, para acabar levantándote del asiento impregnado de felicidad por haber visto algo único, porque " la Mujer del Cuadro" es un poema cinematográfico, de esas películas que cualquier cinéfilo que se precie, tendría que tener guardadita como una de las joyas de la corona, junto con "Retorno al pasado" ,pedazo de obra maestra, y "Forajidos", otro poema cinematográfico.


Algún día me leeré el Cantar de los Cantares.
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14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El hombre torpemente atrapado
El destino juega tan en contra nuestra que sólo nos dejamos llevar por la cadena de infortunios que poco a poco nos arrastran a la más inevitable de las perdiciones.
No pudo estar mejor expresado este concepto en la obra que nos atañe, paradigma del espíritu fatalista del cine negro.

Es, además, una de las joyas en la larga carrera de Fritz Lang durante su etapa de inmigrante en EE.UU., del mismo modo que en el género en el cual está enmarcada; dicho proyecto se basa en un contrato que realiza International Pictures con el dramaturgo, guionista y productor Nunnally Johnson, genio responsable de los libretos de "Prisionero del Odio", "Tierra de Audaces" o "Las Uvas de la Ira". Éste, tomando una novela de J.H. Wallis publicada en 1.942, se encarga de la producción, en la que terminarán compartiendo protagonismo dos veteranos del cine como Edward G. Robinson y Joan Bennett.
El director austríaco, por su parte, ya deja entrever algunas de sus más notables obsesiones durante la escena de apertura. Su cámara filma de lejos, entramos como alumnos a una clase de Richard Wanley, profesor universitario de psicología que nos habla acerca de los impulsos y motivos que llevan a un ser humano a cometer un crimen; qué maliciosas se empiezan a atisbar las intenciones del director con respecto a la actitud de este hombre, enteramente ordinario, silencioso y juicioso que aprovecha el tiempo que su esposa e hijos están de viaje para refugiarse en su intimidad y ociosidad.

La realidad también se halla expuesta desde su reflejo más embaucador cuando un cuadro en un escaparate figure para Wanley un ideal de belleza; el espejo, no así, se rompe y la fantasía penetra en la realidad al personarse la mujer pintada en dicho retrato ante él, una Bennett que encarna la sensualidad y elegancia femeninas como Alice. Lang maneja códigos reconocibles del "noir" al hacer que este tipo quede embelesado por la anterior, que durante un tramo expone, muy cuidadosamente, eso sí, sus armas de "femme ¿fatale?"; la composición espacial del escenario elegido, los cuadros como señuelo, un hombre rabioso que irrumpe en el apartamento...
Son catalizadores de una atmósfera opresiva cuyo desasosiego aumenta a límites insospechados al aparecer unas tijeras que Alice (conveniente e inteligentemente) proporciona a Wanley para defenderse del agresor. Que todo estuviese minuciosamente planificado por ella o sea fruto de la coincidencia y la mala suerte no importa ya en absoluto; la invasión de lo terrorífico conforme al lugar que ocupa el inocente, sin escapatoria ninguna, remite al determinismo fatalista tan propio del cine de Lang, no hay duda.

Pero la forma en que aquél se decide a atravesar los pliegues de esta dimensión, a priori dispuestos cual indigesta pesadilla, para cruzar al otro lado, el mundo real, se sustenta en la presencia del humor, negro y malévolo hasta la médula, en el epicentro de lo horrible, y esto enlaza directamente con la vía "hitchcockiana". Pues, una vez planteado el crimen, descarnado, el guión pretende otorgar el beneficio de la inteligencia al profesor en los pasos subsiguientes para encubrirlo...y él lo niega a ojos cerrados; bien mirado, el guión es un manual exhaustivo de cómo cometer el crimen perfecto, sin dejar huellas, sin levantar sospechas...
Pero el protagonista rompe con esta lógica y con cada acción que comete la desgracia se encuentra más cerca de él; motivo de elogio es cómo el director modela situaciones de pura asfixia y las estira hasta desesperar a su público. En ellas Wanley comete errores, uno tras otro, y las pistas se acumulan sin cesar para unos agentes de policía muy estoicos, duros y metódicos, elementos que elevan la tensión (una mancha en la alfombra, un bolígrafo olvidado, unas tijeras en mal lugar, unas huellas de neumáticos, un corte con un alambre...). Y de por medio una mujer fría y calculadora escondida tras la dulce inocencia de una chica desvalida, y desconocida ante el protagonista y ante nosotros.

Imaginada como el epítome de "femme fatale" por Lang: conocemos su nombre y lugar de residencia, pero un personaje al fin y al cabo que carece de pasado y de ninguna información que nos revele lo más mínimo. ¿De dónde viene, adónde va o a qué se dedica?, cuestiones ellas que quedan a nuestra libre interpretación; todo ello refuerza el cariz de absurda pesadilla que se mantiene en todo el film, como conseguía por ejemplo Ulmer en "El Desvío". Advertido por sus colegas del club, puesto sin saberlo contra las cuerdas por Lalor, Wanley se precipita a una espiral de desgracia observada con impotencia.
Y esta sensación de imposible escapatoria vendrá a tomar forma humana durante el tercer acto con la presencia de Heidt, guardaespaldas y otrora policía corrupto, cínico y violento ser con el rostro de un magnífico Dan Duryea que encaja a la perfección en este pérfido papel y formando un dúo con Bennett donde lo seductor y sensual cruza la línea de lo perturbador con total elegancia (sus escenas en el apartamento hablando de un posible futuro juntos así lo demuestran). Lang se beneficia de una preciosa y elegante fotografía en blanco y negro y una gran banda sonora para resaltar los aspectos más escabrosos del suspense, y de un montaje de precisión cirujana para imprimir el ritmo perfecto a la historia.

Aquél, sin embargo, debe lidiar con el molesto Código Hays, y las alternativas le llevan a tomar una arriesgada decisión, huyendo así de la conclusión fatal y lógica imaginada por Wallis y Johnson y planteando otra, original para la época y al estilo de su romanticismo ingenuo y su gusto por lo onírico, la desfiguración de la realidad, pero que deja un regusto tan increíble como decepcionante. La sensación no es fácil de describir...
Por su parte, el trío protagonista se confirma un lujo ante las críticas y el público, y demostrará su gran compenetración en la siguiente "Perversidad", de gran parecido a la obra maestra del género que nos ocupa, pero sin duda mejor acabada...
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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La vida de color negro.
Adoro esta película. No, eso es poco. La reverencio.
Creo que fue mi primer contacto con Lang, allí, en mi prehistórica infancia.
Fue mi primer contacto con el secreto mundo de los adultos, en sus debilidades, deseos sexuales reprimidos, obsesiones, tentaciones y cobardías.
Fue el descubrimiento de que los adultos guardaban en su interior un alma débil y vulnerable, como el de los niños, y de que el mundo, las circunstancias y la fatalidad, también podían cernirse sobre ellos y engullirlos, lo que, visto desde mi prisma infantil, me provocó un temor profundo.
Edward G. Robinson, es un honorable profesor de psicología. Un hombre de mediana edad, como mi padre, respetable y de vida rutinaria, como mi padre.
Un hombre que, cruzando la linea de la madurez, parece que lo mejor de su vida ha pasado ya y que echa de menos la aventura, la emoción y la ilusión de la juventud perdida.
Por eso cuando, casualmente, se tropieza con la modelo del cuadro que le fascina, no duda en iniciar una conversación con ella ni en ir a su apartamento a tomar una copa.
Este gesto inocente y espontáneo culminará en una tragedia que le traerá las más funestas consecuencias.
Naturalmente, he ido revisando esta película a lo largo de mi vida en muchas ocasiones. Es una de mis favoritas y el paso del tiempo y mi diferente mirada sobre ella no la han devaluado en mi aprecio por ella.
Y sí, estoy de acuerdo con muchos de los que dicen que es una película tramposa.
Y ¿ QUÉEEEEEEEEEE?.
Si nos ponemos a hablar de películas tramposas y empezamos a desecharlas por ello, tendremos que tirar a la basura el cincuenta por ciento de las películas de la Historia, empezando por Hitchcock, el tramposo por antonomasia, que le debe mucho al señor Lang, pasando por Nolan, Aronofsky, Iñárritu, Demme, De Palma, Leone, Scorsese y no sé cuántos más que no me vienen a brote pronto, que son tan, tan tramposos, si no más.
¿ No creéis que, a cambio de semejante peliculón, los espectadores entramos gustosos en el juego?.
Yo sí, desde luego.
Y además hay que tener en cuenta una cosa.
El final, que no voy a revelar, es una concesión de Lang a la comercialidad de la película, no cabe duda. Él jamás le hubiera otorgado ese final si no fuera por las demandas de catarsis del público. Él, se habría ceñido a la más estricta realidad que, habría sido otra.
Pero, reconozcámoslo, esta cinta no sería ni la mitad de popular de lo que es ahora. Necesitamos esperanza. Y a Lang, lo habrían botado rápido de Hollywood.
Un guion colosal. Una atmósfera perturbadora. Interpretaciones fantásticas. Personajes ambiguos ( el personaje de Joan Bennett, a mí me encanta).
A un usuario le parece risible las constantes meteduras de pata del asesino. Ja.
Cuánto daño ha hecho todo este cine de super asesinos implacables, capaces de asesinar a todo un ejército con la sola ayuda de un mechero y un abrelatas.
Me gustaría ver que pasaría si os trincasen tan solo haciendo un simpa en el bar de la esquina, no digamos viéndoos involucrados en un caso de asesinato.
Porque Lang no perdía nunca de vista la realidad. Y la realidad es así de puñetera. Somos unos panolis, unos tontainas que, a la mínima, nos echamos a temblar y a balbucear como los niños.
Lang fuiste GRANDE. Tan GRANDE, que a veces, me duele. Te Quiero.
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9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
La mujer del cardo
Entretenida, pero floja película de Lang en su irregular carrera americana, donde alterna el cultivo de dalias, como "Perversidad, con cardos como la arriba mencionada. Es curioso que para la crítica especializada lo más destacable sea su (abro comillas) "guión perfecto". Y digo curioso, porque para mí es de lo más ridículo.

El argumento, tan alabado él, consiste en una mujer que, a principios de los años 40, (sin duda, al igual que Rosa Luxemburgo, es una adelantada a su época), baja de noche a la calle cuando se siente solita en casa a buscar al primer tío que encuentre mirando su retrato en un escaparte cercano. No contenta con eso, y dado que en esa época aún no existía meeting.com (recordemos que la mujer está muy solita y que es una adelantá a su época), le invita a tomar una copa y a irse a su casa. Es claro que es la mujer que todos los hombres quisieran encontrar en sus alcohólicas y patéticas salidas del sábado noche.

Una vez en su nidito de amor, de repente, aparece otro tío, el cual de cuando en vez se lo pasa por la piedra, pero del que no sabe ni siquiera su hombre. Después de una situación un tanto rocambolesca, su último ligue acaba dándole de tijeretazos a su antiguo churri de nombre desconocido.

Y a partir de esta historia tan, digamos, infantil y esperpéntica, se asienta la película para contar las argucias de los asesinos en intentar ocultar su crimen. Las filigranas de Lang durante el resto del metraje resultan entretenidas pero, evidentemente, son insuficientes para lograr un resultado digno partiendo de una premisa tan paupérrima. Sin embargo, lo peor llegaría con el final, que cual paso a desguazar en el spoiler.
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