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12 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
El honor Samurai.
Sin duda una de las películas donde mejor se ve representado lo que se ha conocido como el honor samurai. Basada en una de las leyendas más arraigadas de Japón, ésta es la mejor versión, junto con la de Mizoguchi, del mito de los 47 Ronin. Cuenta la historia de la venganza de los vasallos del noble Asano, que tras quedarse sin amo (y por lo tanto erigirse en Ronin, una deshonra para los samuráis) idean un plan para acabar con el corrupto Kira, responsable del fin de su honrado señor. Relato tan hermoso como duro y cruel, quizá difícil de entender para la moral occidental.

Larga y densa película, plagada de estrellas niponas (aquí están tanto los Mifune y Shimura, tan conocidos de las películas de Kurosawa, como la dulce Setsuko Hara, pródiga en las películas de Ozu), toca muchos de los temas esenciales de la cultura japonesa feudal, como la corrupción del Shogunato, la injusticia del sistema nobiliario, la desigualdad de clases, la extrema rigurosidad de las leyes, la severidad de las conductas y convenciones sociales o, por supuesto, el honor samurai. Viene a remarcar, a la manera nipona feudal, la diferencia entre la ley dada y la ética personal. Rodada con maestría, sobriedad y solvencia (aunque seguramente sin genio) por un director tan notable como Inagaki, repleta está de momentos tan bellos como trágicos. Uno de los mitos esenciales de la cultura nipona.
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23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Plato frío
La historia real de Asano Naganori (Yuzo Kayama) y Kira Kozukenosuke (Chusha Ichikawa), ha sido escrita, representada y filmada en numerables ocasiones, pero me atrevo a decir que no existe mejor versión que la que el director nipón Hiroshi Inagaki (célebre por su trilogía Samurai) filmó sobre los 47 ronin (siervo sin dueño) de Asano Nagori.

Dice el refranero popular que la venganza es un plato que se sirve frío. El Chamberlain Oishi Kuranosuke (Koshiro Matsumoto) espero dos años para poner en práctica su plan. Un plan que conducía irremediablemente a la muerte.

Hoy en día el código samurai no tiene cabida en este mundo, pero cuando termino de ver esta película mi admiración por ese loco código no tiene límites. Para contar los dos años que trascurren Inagaki necesita filmar tres horas y media. Muchos dirán que su metraje parece excesivo; a mí me parece casi insuficiente.

Aunque se puede considerar como una película coral debido a la multitud de historias y personajes que Inagaki consigue ensamblar en la historia con tremenda pericia, sobresalen las portentosas actuaciones de Kayama y Matsumoto. La participación de Kayama es exigua, pero participa en la escena más importante de la película y a pesar de que quedan aún más de dos horas de película en el momento en que desaparece, su presencia no nos deja hasta el final de la cinta.

Matsumoto reta a un personaje que cambia de registros durante la película. Crea tanta veracidad, que si no se conoce la historia de antemano, consigue que el espectador caiga en la absoluta inopia. Unido ello a la mano maestra de Inagaki para narrar la historia (llenándola de brillantísimas elipsis temporales) convierte a 47 Ronin en un ejercicio de sutileza donde el espectador debe de prestar toda su atención en la historia. Kuranosuke (Matsumoto), con gesto severo, visita dos años después de la muerte de Asano a su viuda Aguri (bellísima Yôko Tsukasa). Creo que si en ese momento quitara la voz a la escena, me parecería igual de hermosa y poderosa. Y es que, amigos, hay momentos en que el cine se trasforma “sólo" en imagen y aquí ambos actores son imagen y emoción viva. Lo que se esconde en lo que no se dice, es un argumento más de la sutilidad que Inagaki está impartiendo desde el inicio de esta película.

Con el último haiku escrito por Asano antes de su muerte se compone el tema principal de la banda sonora de la película. Es una pieza que pone los pelos de punta y cada vez que suena, el plato se enfría un poquito más. Hasta que llega la nieve.
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21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Ética personal Vs devoción al grupo
Estamos ante una de las multiples versiones cinematográficas del célebre relato de los 47 ronin, entre las cuales se encuentran la de Kenji Mizoguchi, Kinji Fukasaku (que la filmó en dos ocasiones) o una muy reciente realizada en el año 2006 por Hirozaku Kore-eda y que lleva por título "Hana", aunque parece que ésta última posee características bien distintas a las versiones anteriores.

La acción acontece en 1701, hacia el final de la era Genroku, y narra unos supuestos hechos históricos según los cuales el Daimyo (amo feudal) Asano, es condenado al suicidio ritual del hara-kiri (literalmente "corte de estómago") por herir a otro Daimyo, Kira, un viejo celoso y despreciable que solo piensa en el poder y el placer, que agravia y ridiculiza tanto al noble pero temperamental Asano, que cuando enfurecido éste desenvaina su katana en el palacio del Shogun, resulta un alivio para el espectador similar a la matanza que ocurre al final de Dogville -de Lars Von Trier-. El sentimiento de agresividad, de violencia, viene acompañado por otro de liberación, de desahogo. El chambelán del desdichado Asano, en lo que es un conflicto típicamente japonés y que es un tema recurrente en esta película como lo es tambien en el cine humanista nipón posterior a la 2ª guerra mundial, movido por su conciencia y obviando el compromiso con la colectividad, decide vengar a su señor junto a un grupo de 47 samurais ahora convertidos en marginales ronin.

Hiroshi Inagaki ha sido calificado por algún crítico de mediocre, flemático o comercial. Esto último viene confirmado por el hecho de que un cierto número de sus películas sobre samurais fueron bien distribuidas en Estados Unidos.

En cualquier caso, "47 ronin" es una muy buena película con momentos maravillosos, como por ejemplo la escena del relevo del palanquín, acompañada por una partitura que es un claro preludio de la tragedia en la que ya estamos inmersos pero que irá en aumento hasta el final. Final éste, donde, a mi juicio, falta la épica de Kurosawa para rematar la película de modo que quedara un film redondo.

Una advertencia: en algún dvd pone que la película dura 115 mínutos, cuando en realidad su duración es de 208 minutos. Pero que no os importe verla aunque sea por etapas porque merece mucho la pena.
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19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La leyenda de los cuarenta y siete ronin
En el año 1703 tuvo lugar en Japón el incidente Chushingura. La lealtad de los antiguos vasallos de Asano conmovió a las gentes de Japón, incluso hubo una serie de protestas populares en contra de su destino. Desde entonces, esta historia ha pasado a formar parte de la cultura popular nipona, y la historia se ha mezclado con la leyenda. Esta película narra la leyenda de los cuarenta y siete ronin, no la historia, del mismo modo que Excalibur hace lo mismo con el rey Arturo.

(El idílico jardín en la última hora de Asano).
(La visita de Kuranosuke a la tumba de su señor).
(La batalla final en la nieve).

La película es muy larga. Está tratada de forma correcta, una serie de acontecimientos dirigen todo hasta el inevitable final. Por eso, y porque abarca mucho, a veces el ritmo puede ser demasiado lento, según para quién. Yo la vi en tres partes, porque noté que me gustaba pero no la aguantaba del tirón. Y me enganchó. Y la he vuelto a ver otras dos veces. Y sí, de nuevo por partes.
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Honor, pasión, crimen, intriga, venganza, amor...
El cine japonés de la época estaba de gala. Eso es indudable. Durante los años 50 y 60 directores como Kenji Mizoguchi, Akira Kurosawa, Yasujiro Ozu o Hiroshi Inagaki pusieron a Japón en primera línea cinematográficamente hablando y demostraron que el país nipón tenía mucho que ofrecer. 47 ronin es una muestra de ello.

Cuenta la historia de honor y venganza de un grupo se samuráis que a raíz de un injusto altercado con un alto funcionario del Shogun se han quedado sin señor y planean vengarse. Entre la ejecución del noble y su posterior venganza asistimos a un argumento que va desenmascarando la trama y a los propios personajes que siendo víctimas de las pasiones de otros se ven obligados a cometer actos terribles para salvar su propio honor y el del clan humillado y desposeído de su líder. Es posible que el espectador tenga la sensación de que la obra se atasca y no sepa bien a donde lleva la trama exactamente pero una vez empieza a desenlazarse no queda cabo sin atar. Entre tanto asistimos a muchas referencias de la cultura y folklore japonés pocas veces visto antes en tantísimas películas de samuráis (para mi, a pesar de la falta de suspense en buena parte del film, es lo que la caracteriza del resto de películas de la época) teatro Kabuki, poesía nipona, geishas, luchadores de sumo, guiños a las incursiones Ninja, la presencia europea en el lejano país, el reflejo de la belleza de la naturaleza y el paisaje japonés aportando poesía a la propia historia...todo enmarcado en una historia verdaderamente apasionante y de gran belleza tanto visual como argumental.

La obra dura mas de tres horas pero créanme que no tiene desperdicio y que está a la altura de las grandes obras épicas americanas e inglesas de la época, aparte del añadido de saber que fue una historia real que ocurrió en el Japón feudal de principios del siglo XVIII.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La venganza samurái se sirve tan fría como una noche de invierno
Nunca podré comprender de verdad el honor samurái, porque yo no nací en Japón. No crecí con ese código en las venas. No compartiré jamás esa inquebrantable aceptación del sacrificio ritual. ¿Hay cosas que valgan más que la vida? Puede ser, para algunos. Yo creo que si no hay vida, no hay nada. Como decía el genial Tyrion Lannister de “Juego de tronos”: “La muerte es tan definitiva... En cambio, la vida está llena de posibilidades.” Mientras haya algo por lo que latir, hay esperanza, por pequeña que sea. Nada hay, aparte de las personas que más se ama, por lo que valga la pena sacrificarse y morir. Eso es lo que yo he aprendido en esta cultura occidental en la que no sabemos aceptar la muerte.
A ojos de aquellos venerables guerreros, yo sería indigna, porque para mí no tiene sentido elegir la muerte antes que la palabra honor. Aferrarme como una fiera a mi corazón palpitante y despreciar esa palabra que no es más que eso, una palabra, un soplo en el viento, un suspiro breve que se deshace en el aire.
Pero los samuráis lo veían de un modo radicalmente distinto. El honor estaba por encima de todo.
¿Cómo se puede entregar la vida sin vacilación por una palabra? No, nunca lo entenderé en el fondo, soy una occidental demasiado analfabeta de ese sutilísimo lenguaje oriental. Comprendo esa perspectiva como simple observadora, pero no la siento como propia.
Pero aunque yo sea demasiado cobarde y descreída porque elijo vivir y desconozco el sentido más profundo del honor, algo sin embargo se me estremece un poco cuando veo “47 ronin” y observo el sacrificio de esos casi cincuenta hombres que eligieron renunciar a todo por vengar a su señor. Sí, renunciaron a intentar llegar a viejos, a permanecer junto a sus mujeres, sus hijos y sus amigos, a seguir viendo amaneceres y atardeceres, a reír, a llorar, a seguir respirando.
Y me doy cuenta de que es algo tan absurdo como... abrumador. Extrañamente conmovedor. Uno de esos actos de entrega descabellados que escriben los episodios más épicos de la historia de la Humanidad, precisamente porque... ¿Cuántos locos harían algo así? No muchos.
No creo que abunde una lealtad semejante. Tan inmensa como para que servir a un señor, que ni siquiera es sangre de tu sangre, que aunque sea un buen hombre no es tu igual porque las leyes sociales dictan que está por encima de ti, sea todo el horizonte por el que te muevas, el astro alrededor del cual giras. Es muchísimo más que la fidelidad entre amo y sirviente, infinitamente más que trabajar por un salario. Un samurái no es un mercenario, no es un simple soldado, no es un simple guerrero.
En su código no entran en absoluto las palabras “deserción”, “traición” ni “derrota”. Su honor y lealtad son su vida. Literalmente. Así de simple. Así de terrible.
Por ello, la leyenda real de los 47 ronin (samuráis que perdieron a su amo), que llevaron a cabo la que probablemente sea la venganza más admirada de toda la historia de Japón, adquiere unas proporciones que nosotros los occidentales somos muy ciegos para apreciar, pero que son enormes para los japoneses.
Incluso yo, tan escéptica, me he tenido que rendir ante tal perseverancia. ¿Quién no flaquearía? ¿Quién no mandaría al cuerno tanta zarandaja y diría que a vivir, que son dos días? ¿Quién no perdería el propósito por el largo camino? ¿Quién no se dejaría envolver completamente por los brazos de la primavera floreciente y pensaría que el haraquiri se lo practique la puñetera madre que parió a los que crearon esas leyes?
Porque la venganza samurái se sirve tan fría como una gélida noche de invierno. Tan fría como para hacer dudar al más fuerte. Tan increíblemente paciente como ver a un feroz guerrero disfrazado de hombre corriente que se pasa hora tras hora fingiendo ser un vendedor, un artesano, un vividor borrachín y mujeriego que esconde la katana.
Día a día, semana a semana.
Por eso esta leyenda causa tanto impacto cuando uno se involucra en ella.
Por esos hombres que pudieron haber elegido intentar llegar a viejos, permanecer junto a sus mujeres, sus hijos y sus amigos, seguir viendo amaneceres y atardeceres, reír, llorar, seguir respirando.
Pero no lo hicieron. Porque había algo más grande que ellos mismos.
Sí, eso que yo nunca comprenderé del todo.
El honor.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Flores y (por fin) nieve
Son más de tres horas de buen cine lo que hay detrás de "47 Ronin", una película que firma Hiroshi Inagaki y por lo tanto son suyas las culpas o los méritos, eso ya depende de la opinión de cada uno. A mí me parece que es mejor verla como una película entera, sin divisiones, aunque entiendo que por su extensión haya quien prefiera recomendarla como la suma de dos partes, "Flores" y "Nieve". Como con otras producciones épicas, tanto europeas como financiadas a base de dólares, yo he preferido verla del tirón porque creía que merecía la pena al menos intentarlo. Eso sí, es recomendable saber un poco de qué va el cine de samuráis, posiblemente es mi mejor consejo: antes de atreverse a meterle mano a "47 Ronin" hay que ser conocedor mínimamente de las bases de una cultura que nos es ajena totalmente al blanquito occidental.

Si uno está al tanto de lo que es la moral del samurái, de su famoso código, si a uno no le importa ver kimonos, peinados muy particulares y esa estética tan especial, entonces sólo es posible acabar disfrutando de "47 Ronin" de Inagaki. Hay mucho peligro de perderse entre tanto nombre propio nipón, la película se centra en unos hechos muy sencillos pero la descarga de historias secundarias es considerable, se trata de una película muy rica y variada. A muchos les pesa tanto contenido y ven lentitud donde hay exuberancia cinematográfica.

Yo me doy la enhorabuena por haber sabido disfrutarla porque cuando ya la nieve está por todas partes y se acerca el final es posible creer en el popular código del samurái, por arcaico que sea, por extinto que sea, a través de una película así el espectador (yo mismo levanto la mano ahora) puede entender y creerse la conducta y el sistema de pensamiento de unos hombres que viven apegados al honor y a la fidelidad por sus ideas. ¿Romanticismo? Mucho; y me quedo corto... Hablamos de dar la vida, de morir por un intangible, por un ideario. Eso es como poco sobresaliente y además, Inagaki no lo hace nada mal, a través de un color especial y una fotografía exquisita.

La ambientación es una maravilla, sobre todo, insisto, cuando ya la nieve ha llegado y se precipitan los hechos últimos. Hablar de una película inmensa como "47 Ronin" supone sentir que no se ha dicho todo lo importante. Creo que afirmar que no me importaría volver a verla es lo mejor que puedo decir.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Kill Kira!
54/23(24/02/11) Segunda versión sobre esta leyenda-historia real japonesa, dirigida por el competente Hiroshi Inagaki (La trilogía ‘Samurái’) es la más famosa sobre el código de honor samurái, el Bushido. Es el épico relato de 47 samuráis que se convierten en ronins al quedarse sin Señor al verse obligado este, Asano (Yuzo Kayama), a infringirse el seppuku tras haber agredido al noble Kira Yoshinaka (Chusa Ichikawa), este le había provocado y humillado. Estos ronins esperaron año y medio para realizar su venganza, asesinar a Kira y a toda su familia en su mansión. Cuenta la historia con minuciosidad, con una ambientación excelente, pone especial énfasis en criticar el sistema feudal en el que estaban sumidos, un régimen que les hacia esclavos de su superior jerárquico y si ofendían a este su honor les empujaba al harakiri, nos habla de la venganza, del honor, de las injusticias, de las diferentes capas sociales, de valores universales que han hecho a este relato en icono de la tradicional cultura ancestral nipona. La cinta posee una cadencia narrativa demasiado oriental, con todo lo bueno y malo que esto conlleva, su ritmo es lento, le cuesta avanzar, la evolución del relato es muy redundante, se alarga en demasía, pero esto es el estilo minucioso japonés, y este es su mayor defecto, el comienzo es muy bueno, una hora magnífica en la que asistimos a un brillante fresco de la vida en una mansión esperando la llegada de un correo del Emperador y como la tensión entre Asano y Kira va en aumento hasta derivar en su climax final, pero a continuación la historia se embarra, sobrándole mucho metraje que hace se haga muy espesa su trama, está dividida en dos partes y perfectamente le hubiera sobrado con una. La cinta en su último tramo vuelve a arrancar con fuerza para deleitarnos con un final épico-romántico de resonancias legendarias, pero la impresión es que esto en manos del Gran Akira Kurosawa hubiera sabido hacer que su lánguido ritmo fuese mucho más vivo. Recomendable a los que gusten de buenos retratos de la sociedad antigua del país del Sol Naciente. Fuerza y honor!!!
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Se hace más larga que un día sin sake
Con lo que los japonés hacen una épica historia sobre el honor y la venganza no me cabe duda que está historia en España hubiese ido por otros cauces más cómicos. Kira podría ser el típico viejo vividor y mujeriego pero en el fondo con buen corazón, que se aprovecha de su posición privilegiada para sacar el máximo beneficio de sus súbditos. Por su contra Asano el típico estirado incorruptible que le gusta hacer las cosas bien y con justicia pero por otro lado,no sabe disfrutar de los placeres de la vida. Con este panorama Kira y Asano estarán condenados a entenderse dando lugar a una serie de malentendidos y risas mientras el bueno de Kira intenta hacerle la vida imposible al estirado de Asano. Edulcorando un poco el final sería la comedia perfecta estilo a 'La cesta' o la genial 'Duplex'.

"Muchos" pensaréis qué aporta el primer párrafo a la crítica. La respuesta es nada, igual que lo que aporta el metraje comprendido entre la hora y media y las tres horas de película. Cuando la pelicula te invita a entrar de nuevo ya te ha dado tiempo a hacer la lista de la compra, mirar los movimientos del banco, adelantar algo de trabajo e incluso hacer la cena. Si eres capaz de atender las tres horas anteriores puede que el final te guste, si no lo único que llegas a ver es a gente con media cabeza pelada matándose entre ellos, eso sí en una buena escena de acción.

La película es buena pero llega a hacerse muy larga en su desarrollo. Se divide en dos partes; una primera parte llamada 'Flores' de aproximadamente dos horas y la segunda parte de hora y media llamada 'Nieves'. Aun dividiéndose en dos partes, el final de la primera parte y el principio de la segunda de hacen larguísimos. Aparecen muchísimos personajes todos peinados igual y con la misma voz (por lo menos en lsversión original), parece que lo digo de broma pero tienes que estar muy atento para identificarlos. Además de parecer iguales todos los personajes, el montaje realiza unos cambios de escenas y localizaciones rapidísimas que resultan muy confusas lo que hace que sea complicado seguir la trama a partir de la hora y media más o menos.

Aunque es muy disfrutable en bastantes momentos, en general se hace aburrida por su cantidad enorme de personajes que provoca que sea complicado seguir una trama que en principio es muy simple; y por su excesiva duración, llegando a las tres horas y media. Cierto que que una vez que vi el final, que es bastante épico, me arrepentí de no haber prestado más atención; pero pensándolo en frío no tengo que hacer yo el esfuerzo de atender en una película sino que la película debe hacer el esfuerzo de captar mi atención, y hay un buen tramo de película que no lo consiguió.

P.D. Puede que con el tiempo además de ver alguna de las otras versiones, le dé una segunda oportunidad ya que tiene varias tramas paralelas que si las sigues bien seguramente sean interesantes.
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Japovendetta
Inagaki lleva al cine una de las historias más conocidas dentro de la tradición oral japonesa, para poner en cinta los valores a los que nos tiene acostumbrado este tipo de cine donde el honor y la lealtad son temas más que recurrentes. Algo tiene la historia cuando la literatura, el cine, o el teatro han hecho hincapié en ella a lo largo de la historia, comenzando por uno de los grandes como Kenji Mizoguchi, que ya adaptó al celuloide esta trama en 1941. Ahora le toca el turno a los americanos quienes están realizando su propio remake en un filme que verá la luz en noviembre de este mismo año, con Keanu Reeves como protagonista. Antes de que eso se produzca quiero hacer esta reflexión con esta historia engendrada en Japón y por los japoneses, según muchos la mejor adaptación que se ha realizado sobre los 47 ronin.

La historia tiene lugar entre 1701 y 1703 cuando estalla la rivalidad dialéctica entre dos jefes de clanes japoneses que finalmente desembocará en catana. El agresor será obligado a cometer hara-kiri, pero desde ese mismo instante los samurais que le juraron lealtad comienzan a establecer un lento plan hacia la venganza, fría y sin remordimientos para lavar el honor de su clan, a la batalla final llegarán 47 guerreros que, al no tener ya amo, se consideran ronin no samurais.

Si la venganza se sirve fría y es un plato lento de cocinar en esta ocasión lo es más todavía. La película dura 207 minutos (casi cuatro minutos y medio por ronin) y eso es mucho pese a que Ingaki recorta casi 40 minutos al filme que había realizado Mizoguchi dos décadas atrás. A simple vista no parece necesaria tal longitud de metraje, ya que muchas escenas e incluso tramas secundarias enteras son perfectamente prescindibles. Ingaki trata de contar la historia desde todos sus aspectos e implicaciones, pero esta carga puede resultar pesada para el espectador, aunque el ritmo no se resiente en demasía pese a la longitudinal percepción del director japonés.

La sucesión de tramas a lo largo de tanto tiempo, hace que también el filme tenga que responder a diversos problemas de montaje que no terminan de resolverse del todo bien. La película cuenta con cortes abruptos en su narración, que no le permiten la continuidad deseada, y que dejan demasiado tiempo las escenas sin desarrollarse. El único intento de organizar el filme que hace el director es el de dividirlo en dos partes diferenciadas, ‘flores’ y ‘nieve’.

Pese a todo, el valor principal de la película es la historia, e Inagaki sabe contarla, con toda su pasión, su venganza, su historia de amor, sabe detectar el honor en la filmación y enaltecerlo, en definitiva, sabe contar.

http://palomitasconchoco.wordpress.com
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0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
¿Por qué es tan larga?
Tremenda decepción la que me lleve con esta película, yo que soy amante de todo lo que huela a samurái. Dura 3 horas y media y es incomprensiblemente lenta, porque a partir de la hora de proyección y hasta los últimos 20 minutos la película no nos cuenta casi nada y se vuelve confusa por momentos. Cuando llevas más de 90 minutos viéndola ya es que ni diferencias a los personajes secundarios de lo mal definidos que están.

Resumiendo: que a la parte central del film le hace falta un tijeretazo de los que hacen época. Que yo sepa hay otra adaptación de la obra de teatro filmada por Mizoguchi, pero creo que pasarán muchos años antes de que me atreva a verla, porque dura otras tres horitas y media…
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4 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
47 fotogramas
No sé por qué me dio por alquilar esta bazofia. Cuando llevas una hora parece que llevas dos, cuando han pasado dos te parecen seis y al ir ya por la tercera deseas que termine cuanto antes. Le sobran dos horas de tijeretazo siendo benévolo. Y encima en la carátula marca 107 minutos de duración. Los jodidos se comieron el dos por el uno. Avisados quedáis.

El coñazo es supino. Un noble muy malote quiere hacerle la puñeta a nuestro héroe (noble también, pero de provincias) porque no le indica cual es la fórmula que utiliza en sus almacenes de sal. Como se niega, le humilla en casa del Shogun para que pierda los papeles y termine haciéndose el hara-kiri. Los samurais a su cargo quedan deshonrados y sin señor y se convierten en ronines que jurarán vengarse.
Pues bien, esta breve sinopsis se alarga 207 minutos del ala, contándonos lo justito cada hora, con una parsimonia digna del mismísimo Dreyer pero uniendo dos de sus películas.

Interminables conversaciones sobre tatamis cuyo resultado es intrascendente en el desarrollo formal de la película... se me antoja de juzgado de guardia. Me dice que este tipo quiso lucir demasiado todo el aspecto visual y se olvidó de un ritmo más acertado para una película de este pelo. Hasta sale Mifune como instructor de lanza pero su aparición es breve debido al enorme tocho que nos brinda el señor Inagaki. Se podía haber quedado en casa.
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10 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
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