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46 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
Cine y lenguaje
‘Vivir su vida’ es cine literario. Literatura en múltiples niveles, metacine. Es un retrato de la musa del artista. Un cuadro lleno de frescura en que Godard ensaya un modo fascinante de mirar. Y es, sobre todo, una excelente reflexión sobre el lenguaje.

La película se abre con una cita de Montaigne: “Préstate a los otros; date a ti mismo”. Y qué mejor ilustración de ese precepto que la vida de una prostituta.

La historia está cifrada en un microrrelato que escuchamos al principio: “La gallina tiene un interior y un exterior. Si se quita el exterior, nos encontramos con el interior. Si se quita el interior, nos encontramos con el alma.” En el argot francés, gallina ['poule'] significa puta.

Como señala Susan Sontag en ‘Contra la interpretación y otros ensayos’, la cinta empieza con Nana recientemente despojada de la capa más externa de su ser (su circunstancia familiar).

Godard subvierte los preceptos clásicos del cine con inteligencia e inventiva: divide la película en una docena de episodios vagamente estructurados entre sí, que constituyen un viaje vertical hacia la esencia de la 'poule'; descarta la retórica del plano-contraplano; disloca imagen y sonido (vemos y no oímos, oímos y no vemos…); como James Joyce en el Ulises, experimenta con las formas narrativas (reportaje, citas, ruidos y lecturas, cine dentro del cine, información legal, filosofía, preguntas y respuestas, un interrogatorio policial, la factura de una carta de solicitud de empleo cuya letra es casi una radiografía de Nana, al igual que la factura de la cinta es el autorretrato de Jean-Luc…); aborda incluso lo inefable, utilizando música y ausencia de palabra a la manera de Bresson.

No veo azar en la elección de textos y recursos. Desde el nombre de la protagonista que apunta a Émile Zola, hasta la lectura del ‘Retrato oval’ de Edgar Allan Poe, pasando por el célebre “Je est un autre” [Yo es otro] de Rimbaud, con su juego de máscaras, o la reflexión de Brice Parain acerca del final de Porthos en ‘Veinte años después’, todo está pensado como un mecanismo de relojería emocional en varios tiempos.

Godard conmueve en lo más hondo manejando sabiamente la distancia entre lo que se muestra en la pantalla y el espectador. Transforma en cine puro el verbo literario; comparte con la gran literatura occidental del siglo XX la preocupación por las fronteras del lenguaje.

Explora, busca, encuentra y, con el cine como único testigo, da vida a un pensamiento: Tan sólo ante el amor y ante la muerte quedan mudas las palabras.
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199 de 210 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
DOCE TRAZOS PARA CREAR CINE
1. Para muchos, lo más interesante de Godard es lo primero, hasta Pierrot (1965). Para algunos, es lo único interesante.
Godard da carácter a la cámara, la saca de la discreta objetividad y la convierte en sujeto.
En el primer episodio se niega a moverse y a facturar el habitual plano/ contraplano. Los personajes que dialogan aparecen de espaldas, los primeros planos lo son de los cogotes, y los rostros se reflejan borrosos en el espejo frente a la barra.

2. La acción pasa por la protagonista y es por ello luminosa e ingenua, pero pasa en medio de una negrura de género, demasiado poderosa.
En paralelo, hay reflexión sobre el lenguaje, el discurso se ramifica.

3. Los presupuestos de producción eran mínimos pero, por la riqueza del idioma visual, lo último que la película sugiere es pobreza.

4. Las acciones aparecen frescas y espontáneas, y están medidas y analizadas al milímetro.
Bresson está presente en los silencios y en el sonido directo; Dreyer es citado explícitamente con amplitud.

5. Karina es tratada como actriz del mudo, como una Falconetti menos desgarrada pero inmersa igualmente en lo trágico: sus ojos, mil primeros planos, mil cosas no verbales que se dicen, las serias miradas a cámara, que enuncia su belleza misteriosa.

6. Se busca la variedad de recursos: el informe sobre el funcionamiento de la prostitución, en off, con procedimiento de preguntas y respuestas, abriendo distancia brechtiana, enfriando.

7. Fríos desnudos quietos, cada uno en una habitación, blancos traseros de estatua, pero no Nana, que desnuda su alma.

8. Ingenua y elemental, Nana se autorretrata en una carta de presentación para trabajo, mucho más en la grafía que en el contenido. La cámara lo lee con avidez según se va dibujando cada letra.

9. La conversación con el filósofo en el bar es enjundiosa pero fluye coloquial. El sencillo pensador Brice Parain, expresándose con precisión y claridad maravillosas, habla del lenguaje como una segunda y verdadera realidad.
Es aplicable al lenguaje cinematográfico de la película.

10. Nana hace de palabra un pequeño manifiesto existencialista: se responsabiliza de lo que toca vivir, al instante lo elige; de fumar un cigarro, de girar la cabeza, de hablar o callar, de ser prostituta.

11. En la película sale un ejemplar de “El retrato oval”, de Poe. Al culminar el retrato, el pintor dice (con voz de Godard) que es la vida misma, y la retratada acaba de morir. El primer título del relato era “La vida en la muerte” (“Life in Death”).

12. Doce secciones separadas por títulos con epígrafes y cortina musical. Cada una con núcleo propio, y agregadas, asociadas. Godard decía que una película debe tener planteamiento, nudo y desenlace, sí, pero no necesariamente por ese orden.
El 12 es un bello número que compone con amplitud. Apostolar, zodiacal, artúrico. Y el siguiente es ya el 13, así que aquí paramos…
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97 de 107 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Nueva ración de vampirismo cinematográfico
Que sí, que la película de Godard es un estudio único de la prostitución desde un punto de vista sociológico, psicológico y también sartriano, que a su vez es sólo una excusa para tratar temas existenciales como la palabra y la realidad, la existencia y la esencia. Que sí, que sus doce tableaux forman un conjunto coherente, bellísimo e irrepetible (por mucho que Lars von Trier pretenda repetirlo). Que sí, que tiene escenas antológicas, como esa de Anna Karina viendo La pasión de Juana de Arco de Dreyer en un cine...

Sí, en todo eso estoy de acuerdo. Pero lo que de verdad me ha gustado de esta película, como buen admirador del vampirismo iconográfico que soy (vean Arrebato, La bella mentirosa, Peeping Tom, Relámpago sobre agua o El retrato de Dorian Gray y se adherirán a mi causa), repito, lo que más me ha gustado, ha sido una nueva ración de carne fresca devorada por el celuloide (explicación en spoiler).

Maravillosa película.
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57 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Del silencio a la palabra... pretenciosa y vacía.
Uff, Jean-Luc Godard en la Nouvelle Vague... No, por lo que sea, no me convence con este drama sobre la prostitución.
François Truffaut me convenció. Y Alain Resnais. Y Eric Rohmer. Todos con sus premisas rompedoras, filosóficas, existenciales.
¿Por qué entonces he empezado mal con Godard?
Porque llega a irritarme. Sus experimentos con la cámara, sus audaces encuadres, su irregular empleo de la música... No me dicen gran cosa. Como también me deja fría el bello rostro de Anna Karina. Una cara bonita muy fotogénica que sabe posar, demasiado consciente de la seducción que ejerce, o que cree ejercer. De espaldas, de frente, de perfil. Venga a lucir careto. Si Godard lo que quería era hacer propaganda para el Vogue, que me hubiera avisado. Que cuando la Karina incluso se pone a mirar ya descaradamente a la cámara, vamos, es que es para decirle al Godard: "¡Se te ve el plumero, tío!"
Para tratar de meter un poco de relleno al insulso desarrollo en el que lo único destacable son los ojos de Karina, nos sueltan un rollo intelectualoide que, pese a tener momentos interesantes, parece un pastiche pegado de cualquier manera para darle alguna pretensión a la película de que es más que una sesión de posados de la que fue mujer del realizador.
Anda ya, Godard. Que lo que querías era que tu mujer chupase cámara. Se nota a la legua. Y si por lo menos ella transmitiese algo... Pero sólo me contagia apatía, tedio y la misma indiferencia que mirar en la tele un anuncio de inversiones en las Letras del Tesoro.
El 5 es por la nutrida información sobre el ejercicio de la prostitución y su regulación en Francia, y por las reflexiones del hombre de la cafetería.
Los puntos que no le he puesto son: por las simplonas actuaciones de la mayoría, por el aburrimiento incontrolado, por las mediocres elipsis, por el guión chirriantemente artificial. Y ya el remate es la escena final, que me pareció ridícula por lo mal interpretada. Vamos, hombre, si hasta mi primo de seis años lo haría mejor.
Todo muy estudiado y medido, pero hueco. Tan sólo son rescatables algunos momentos.
Para ver una buena película sobre prostitución, mejor veo "Las noches de Cabiria" de Fellini, o "Mamma Roma" de Pasolini, que no son acartonadamente intelectualoides pero que están llenas de fuerza y de vida.
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89 de 136 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Vivir su puta vida
La chica de provincias que ejerce la prostitución en París es bastante anecdótica en esta historia, aunque sí, es la protagonista absoluta. Pero mira a la cámara como diciendo "soy consciente de que me estais observando; sois conscientes de que os estoy observando". Es decir, no actúa como personaje, pero sí como sujeto de experimento. Es bastante curioso.

Incluso no sabiendo cosas de cine, como es mi caso, no es difícil apreciar que prácticamente cada plano es un compendio de lecciones aprendidas por un director que practica el juego de la reinvención. Algo no muy distinto de lo que hace Tarantino hoy día. Pero mientras que con Tarantino es posible aislar las influencias y ponerles nombre, en "Vivir su vida" están tan mezcladas que resulta complicado decir de qué padre es cada hijo. Es como si se hubiesen utilizado caracteres o pictogramas de un lenguaje para tratar de elaborar otro lenguaje distinto. En este caso, el lenguaje resultante no es tan original como pretende, pero es algo mejor, es más bello.

El valor más importante de "Vivir su vida" es que siendo como es una historia conmovedora y triste a más no poder, también es un ensayo sobre el cine y de las dos maneras, es un filme apasionante. Quizás esto no hubiera sido posible sin la tristeza de khôl que subraya los ojazos de la Karina, por momentos impresionante (la escena del baile en el bar es hipnótica) y muy entregada a su personaje/conejillo de indias. Su trabajo es primordial para que tanto la película como el invento funcionen y la cosa no acabe transformándose en el ejercicio de pedantería que anunciaba que iba a ser.

Ya puestos, vamos a hacer otro experimento: cambiad a Nana, el personaje, por el Cine, materia y comprobareis que no haría falta cambiar casi ni una palabra de los diálogos.

Y me pregunto, si la "Naná" de Zola, otra chica de trayectoria oscura, simbolizaba la decadencia de un imperio....¿es la Nana de Godard una metáfora de la decadencia de un arte?
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55 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Un blanco seco
Hola, me llamo Jean-Luc Godard. Mis películas son como los culos, que aunque en un momento dado pueden llamarte la atención, incluso gustarte, la mayoría son fofos y pestilentes. Y, como los culos, también hay una panda de pervertidos que siente una irrefrenable adoración por ellos, independientemente de la calidad de los mismos.

En esta película me paso los 20 primeros minutos enseñando nucas. Soy así de chulo, y así de nouvelle vague, que es la forma pedante de decir 'pedante' en franchute.

Aquí cuento la historia de una prostituta, que en la vida real es mi esposa, que le deja al cliente que fije él la tarifa, y que no le gusta que los clientes le besen en la boca. Son dos tonterías que aparecerán 28 años más tarde en 'Pretty Woman', así que fijaos si soy adelantado a mi época. Un visionario diría yo.

Aquí las prostitutas no son maduras fondonas de aspecto triste y con menos formación que un melón. Al contrario que en la vida real, son jóvenes, sofisticadas, bonitas, esbeltas, y que filosofan sobre lo divino y lo humano. Además tienen los pies más grandes que las manos, y los ojos más grandes que los pies. Son tan perfectas que cuesta creer que hayan terminado siendo putas.

Hacer una película pretendidamente seria sobre la prostitución a principios de los 60 es todo un acto de valentía. Los genios somos así, echados "p'alante". Aunque dentro de 50 años ya no parezca tan fidedigna, si no más bien un mondongo gafapasta. Hasta hay una parte de "preguntas frecuentes" sobre la prostitución, con más normas que el carnet de conducir, oiga. Eso lo hago para culturizarte, oh pobre mortal, que pensabas que para ser prostituta sólo había que abrirse de piernas.

Hacia el minuto 54 mi esposa se marca un bailoteo extraño y pretendidamente sensual. No penséis, pese a los movimientos estrambóticos, que se trata de una subnormal profunda. Es que en los 60 los modernos bailábamos así de raro.

¿Has oído hablar de las prostitutas universitarias? Pues las de mi peli están a otro nivel filosófico, a la altura de los mismísimos Platón o Descartes. Por 4.000 francos te puedes tirar a un pivonazo y de paso discutir con ella sobre Georg Wilhelm Friedrich Hegel (para ti, enano mental, simplemente 'Hegel').

Disfrutad de mi película. Semejantes dádivas sobre las tribulaciones del alma sólo las encontraréis dentro de muchos años en las películas argentinas.
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42 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Robar su vida
* Mi película favorita de Godard, de quien he visto solo media docenita de trabajos.
Este director tiene un estilo que me atrae; me encanta mientras guarda cierta contención, pero me exaspera cuando se desboca. En “Vivir su Vida” veo un par de aspectos que alejan este film de los demás que he visto de Godard (“Al Final de la Escapada”, La Chinoise”, “Masculin, Féminin”…): tiene una narración “lineal” (entre comillas porque es de Godard de quien hablo), de desarrollo más o menos razonable, en lo que a la evolución de la protagonista se refiere; y creo que el personaje de Nana genera una empatía que no logran otros personajes del director, por ser, en mi opinión demasiado impersonales, o incluso caricaturescos. Por lo general, los personajes que he visto en sus películas tienen una dimensión marcadamente intelectual o actitudinal, tan marcada que resultan poco creíbles; que me pueden caer mejor o peor, pero que no me provocan el interés emocional de Nana. Quizá sea porque nos presenta a Nana en el transcurso de su ruina, mostrándonos como ella experimenta y procesa su situación, como la va encajando en el terreno personal (aunque bien es cierto que sin excesiva profundidad), más que desde un punto de vista analítico o ideológico, que es lo que suele pasar con el resto de figuras “godardianas”.
Aún así, la película está llena de reflexiones, en este caso sobre la prostitución y su situación en la Francia de la época. Y aunque Nana tenga un protagonismo tiránico, muy agradecido al deslumbrante trabajo de Anna Karina, de la mano de varios personajes fugaces tenemos un montón de lúcidas perlas discursivas, incrustadas en una narración rota, esporádicamente contenida para largarnos esta u otra cavilación.

* 40 años después de Godard, Moodysson en “Lilja 4-ever” (como ya comenté en la entrada dedicada a la cinta sueca) cometerá la misma villanía que el director galo con Nana: sorber la vida de su personaje con cada secuencia (que acertada es la inclusión de la lectura de Poe). Pero cada escena en la cinta de Godard es un golpe, y un escalón hacía lo inevitable. Cada una de las doce viñetas que el director se digna dedicar a su creación es un paso en falso, y la vida de Nana va quedando atrapada en cada una: una cuenta atrás, marcada por un despiadado reloj cuyas manecillas son sables.


* Como curiosidad, esta película la vi hará relativamente poco tiempo en el cine, cuando por fin fue estrenada en España. No se porque razón la primera escena en el bar me trajo a la mente “La Pasión de Juana de Arco” del grandísimo Dreyer: imaginaos que cara se me quedó escenas mas tarde. ¿Será que en la misma primera secuencia Godard logra transmitir su vampírica intención de arruinar a su protagonista? Como Moodysson 40 años después, y Dreyer casi 40 antes. La pasión de Godard; Nana 4-ever.
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35 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
El director como protagonista
Existe en esta película un personaje femenino principal, el interpretado por Anna Karina, sin embargo la sensación que deja el visionado no es la de haber asistido al periplo de su protagonista, sino al discurso de su director, puesto que en esta obra Godard se siente particularmente locuaz. Me explico: El director explota las capacidades del film para expresar sus propias inquietudes y reflexiones estilísticas, en detrimento de la fluida exposición de una historia narrativamente tradicional.

En esencia el relato de la protagonista es bochornosamente pobre. Reducido a sus situaciones se convierte en una mera anécdota que difícilmente puede hacer sentir algo al público. Un aséptico resumen sería: Una chica en Paris pasa dificultades. Tiene sueños y esperanzas de futuro, pero el avance imparable de la realidad la está asfixiando. Conoce a un proxeneta y prueba suerte en el mundo de la prostitución. Su vida es solitaria y totalmente aislada. La chica trata de cambiar de vida pero el destino se lo impide y muere.

Esta historia, pasada por el filtro de la industria de Hollywood, o en manos de un guionista ambicioso, habría contado con muchos más giros efectistas, más personajes, y probablemente un final no tan trillado y más espectacular. Pero, a mi parecer, la intención de Godard no era la de contarnos una buena historia, como hizo en “Al final de la escapada”, sino la de utilizar su film como medio para comunicarse directamente con el espectador.

Convencido, personalmente, de que Godard es un realizador petulante, no puedo evitar pensar que esas escenas carentes de ritmo, aderezadas por conversaciones vacuas, no son más que el airado alegato de un intelectual contra las convenciones del cine de Hollywood y del cine tradicional en general.

Juzgar hasta qué punto esta transgresión es pertinente no es fácil. Sin lugar a dudas Godard auspició una pequeña revolución en las reglas del cine, y su contribución al cine de nuestros días, narrativamente menos encorsetado que el de hace unas décadas, es indiscutible. Pero pienso que este tipo de nuevas ideas se podían haber expresado de una manera menos agresiva. No estoy diciendo, por supuesto, que esta fuera la única película de la que Godard se sirviera para librar su lucha contra las convenciones, pero ésta en concreto creo que podría haber sido mucho más brillante si se hubiera mimado más la historia, y se hubiera pensado más en el público.

Como una radiografía del alma del realizador, esta película nos muestra una faceta especialmente egocéntrica de Godard.
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32 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
¿Y cómo estaba el CICUS? Abarrotaaooo
Vamos, que ya me esperaba algo así: Godard, Anna Karina y el añadido de "Una película en doce cuadros". Era el plato fuerte de la programación semanal del CICUS, y el hecho de que no quedara un solo asiento libre (incluso esquinas donde sentarse) quince minutos antes del inicio lo corroboraba. Porque el exceso es la palabra, y parece que hasta el público quedó contagiado por ella. Exceso ejemplificado en típicos recursos llevados hasta la degeneración.
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25 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
¿Y por qué es tan buena?
¿cómo es posible que se considere a este un buen director? Pues porque innova e innova porque hace cosas que nadie había hecho antes y que nadie volvió ha repetir...barridos de cámara sin sentido, planos sin encuadrar, diálogos forzados, fundidos a destiempo, banda sonora con una sola melodía que se repite y repite sin importar la escena en la que se esté escuchando y un final pobre, muy pobre.

Dicen que es innovador porque:

* "Introduce digresiones (desviación en el hilo de un discurso para expresar algo que se aparta del tema que se está tratando)". Lo que parece es que los actores han perdido el hilo o son unos desviados.
* "El guión recoge sólo algunas ideas anotadas; de esta forma, los actores pueden improvisar". Y de esa forma los actores hablan de filosofía y se nota que no tienen ni idea además de ser todo muy forzado.
* "Se salta las leyes del cine, altera el raccord, los movimientos de cámara, los fundidos, provocando asincronías". ¿Y por eso es un buen director? Pues vamos a filmar sin luz o a girar la cámara y ponerla de lado a ver si nos dan un premio en Cannes.
* "Los encuadres son ilustración del diálogo, que a menudo transcurre en tiempo real". Demasiado exagerado, llega a aburrir y desesperar.
* "Sus personajes tienen una formación cartesiana y flirtean a menudo con la ideología marxista". Ah, debe ser eso, vo a volver a ver la pelíicula.

Si no le doy menos nota es por no mezclarla con películas que realmente son malas y porque los actores no lo hacen del todo mal. Si tiene un 7,9 es porque Godard tiene nombre y puntuarle por debajo del cinco es mucho atreverse.

Decepcionante. El año siguiente Billy Wilder utilizó una historia parecida con mucho mejor resultado: Irma, la dulce.

Un saludo
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26 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
No es una película cualquiera
A diario sucede que no encontramos explicación a muchos hechos que pasan por delante de nuestros ojos. Hasta que un alma razonable no levanta la mano, pide la palabra y nos presenta su descripción de esas cosas raras, hechos indeterminados, no nos es posible (para algunos) entender la realidad que nos rodea. Lo incomprensible, lo ininteligible, lo indescifrable, es bello para muchos. Mi enhorabuena a todos aquellos que disfrutan con el cine de Tarkovski por ejemplo, a los que disfrutaron con Joyce y a los que se ponen delante de un cuadro abstracto y flipan. Yo con Godard no puedo pasármelo bien y sin embargo, aunque eso no hace elevar mi nota sobre "Vivir su vida", me encanta leer las interpretaciones de aquellos que sí han entendido la película. Y además de descifrarla entiendo que se deleitaron viéndola. Yo no puedo.

Lo que más me gusta es la chica, Anna Karina de nombre, que a mí me recuerda físicamente a la Amélie de Jeunet. Esta afirmación debe ser ofensiva para los seguidores de Godard, qué le voy a hacer, escribir mejores cosas es imposible. Uno de los capítulos se nos presenta como algo así: "ella filosofa sin saber que filosofa..." Lo cual indica que Godard sí sabe filosofar porque sabe lo que ella sí hace. Esa etiqueta, esa presentación, me ha mosqueado: cuidado, avisaos estáis, vamos a filosofar, nada menos que sobre el silencio, la verdad, el amor, el lenguaje... Ahí es nada. Así que lo mismo nos presenta lo más jodido de la vida, la existencia de una puta, como se nos pone a filosofar.

Sólo se me ocurre decir para acabar que de vez en cuando vuelvo a Godard. Y seguiré volviendo. Y seguiré aburriéndome. Y seguiré sin encontrarle alma a sus películas. Y seguiré decepcionado. Eso sí, lo mejor es que seguiré quedando satisfecho y encantado con los comentarios de quienes sí lo disfrutan.
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18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
"Tarde, nunca, mientras, entre; y otras cosas de la existencia"
Godard nos propone un interesante ejercicio intelectual, en esta deslumbrante película en la que todo es perfecto. Se trata de enfocar la mirada en la vida de la joven y bella Nana, sin esperar las convenciones típicas del cine. Es la vida de Nana, y en su vida (en la nuestra), no existe el clímax ni el orden. Las situaciones se despliegan sin hacer caso a bloques "temáticos" de introducción, nudo y desenlace, que supondrían un modo prefijado de mirar la película.
Se trata de que el espectador decida el clímax. Que sea la propia existencia de Nana, una vez ha sido descodificada por nuestro cerebro, la que despierte capacidades innatas en el espectador para relacionar núcleos de contenido que, en el film, se nos presentan a modo de capítulos.
Es una delicia prestar atención al subtexto introductorio de cada capítulo y descubrir así, por ejemplo, que Nana se pregunta si es feliz mientras baila, zalamera, para tres hombres en un bar (¿O baila quizá, esa "tonta" melodía, para impedir que afloren horribles pensamientos sobre su vida? Para cortar, con la tijera de la danza y lo superficial, el pensamiento circular; el tiovivo al que permanece atornillada).
Pero no sólo de puentes construídos por el espectador entre texto e imagen se alimenta "Vivre sa vie". Nana acude al cine para ver "Juana de Arco", y llora, rompiendo de este modo la imagen superficial y caprichosa que nos ofrece al principio: "Me quiero morir".
Sin duda, es digna de mención, la conversación que entabla con un desconocido en un bar, donde la protagonista, filosofa sin saberlo. Esta conversación construye, en mi opinión, el único "elemento-convención-cinematográfica" que existe en la película. Aunque poderosamente perfilado y magníficamente escrito: Porthos, el mosquetero bobo, decide pensar por primera vez en su vida, aunque quizá demasiado tarde.
Nana, llega al metraje final transfigurada en mosquetera, pues decide por vez primera, tomar las riendas de su existencia.
Quizá no es cierto aquel refrán que rezaba: "Más vale tarde que nunca". En el caso de Nana podría atreverme a invertirlo, y lo haré: "Más vale nunca que tarde". ¡Swing, swing, swing!
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18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Si es una mujer de mundo, sonreirá...
Doce momentos, doce suspiros que se convierten en acontecimientos.

Luz, rayos luminosos que se separan de Nana a cada movimiento. Un pequeño derroche a cada parpadeo. Una sonrisa que dice más sin palabras que frente a un cigarro.

Una sencilla señorita y un complejo mundo. Tal vez una enrevesada mujer que tiene a sus pies una percepción de lo que en realidad se mueve a su alrededor.

Ahoga con silencios la música cuando exiges más. Analiza un gesto durante segundos eternos y disfruta de una voz que te dice sus verdades y escucha sus dudas. Sigue con la mirada esas líneas que con letra clara y limpia te van a mostrar quien quiere comprender, compartir, conservar una vida que todavía se debe formar.

Doce secuencias, en cada una de ellas un instante inolvidable, puede ser una conversación, tal vez un baile, quizás solamente sean esas miradas y el tono de su voz.

Porque por y para ella está creada esa vida, sólo tiene que seguirla para vislumbrar hacia donde le lleva. La emoción seguirá desde dentro y desde fuera y la poesía se escribirá con imágenes para siempre.

"Dices que me quieres, pero no me consideras alguien especial. Casi no te quiero ya, pero te considero especial aún."

Aunque sea el reflejo de un espejo quien dice esto, nunca pareció tan cierto e incomprensible que un par de frases formaran un amor incondicional por lo que todavía no se conoce.

Por el continuo movimiento de la película que asaltaba la mirada, por la marcada presencia de la muchacha que influía en la percepción, por las flameantes palabras que rozaban los oídos. Simplemente por la forma de sentir todo lo que se aferraba a la pantalla y que de forma directa afectaba, con lentitud y profundidad, dejando una marca en un alma no tan fácilmente impresionable, pero sí agradecida de nuevo, por descubrir y compartir doce instantes, doce suspiros que se convierten para siempre en recuerdos.
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21 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Vivir su vida (1962)
Maravilloso ejercicio de estilo de Godard, el personaje más deslumbrante de la Nouvelle Vague. La vida de una prostituta, contada en doce secuencias, le sirve para recrearse con su musa y amante, Anna Karina, mediante unos extraordinarios primeros planos que inundan toda la pantalla.

Porque Godard, perdidamente enamorado de su musa, decide atravesar los límites de su intimidad y convierte aquel rostro en el protagonista absoluto del filme. Sus sensuales labios, y sus angelicales ojos, capaces de descifrar que están siendo observados, brillan en esta película llena de extraordinarios momentos.

Como aquel en el cine viendo 'La pasión de Juana de Arco' donde Godard, fragmenta el espacio y el cuerpo hasta lograr confundir los planos de Maria Falconetti con los de Karina. Ambas lloran y 34 años las distancian. Una larguísima línea temporal cinematográfica que queda desvanecida por el dolor.

'Vivir su vida' es un acontecimiento intelectual lleno de literatura. Una formidable introspección sobre las formas de comunicación y una mirada a cámara que reta a nuestra moral. La más acertada obra vanguardista de un director que jugaba con el cine a su manera.
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13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Argumento valiente desperdiciado por una pobre narración
Pese a haber podido ser una buena película, Jean-Luc Godard puso su empeño en conseguir que no lo fuese. Comienza bien, el discurso meticuloso nos va metiendo de lleno en la vida de Nana, en sus sentimientos y en su lucha por la supervivencia en un París en decadencia, con conflictos socio-políticos palpables, y con una migración campestre que empujaba a las poblaciones a agruparse cada vez más en los aledaños. Todo funciona bien hasta que a Godard le da por filosofar demasiado, transforma a Nana en su "alter ego" femenino y nos empieza a aburrir con escenas intrascendentes con eternos diálogos a cuál más pedante, que no ayudan a avanzar a la historia, sino todo lo contrario, para, finalmente, crear un desenlace sin clímax, sin empatía alguna hacia la protagonista, debido al hastío al que somete al espectador en el último tramo de la narración.

Todo lo contrario que sucede en "Al final de la escapada", un Godard más maduro, y a la vez, con cada película que realizaba, más ególatra, consigue que un buen argumento inicial se convierta en una floja película.

La nota media es fiel reflejo de lo sobrevaloradas que están algunas películas por el mero hecho de ser antiguas y ser obras de "reputados" autores. Las obras son buenas o son malas, no debemos dejarnos cegar por quién firma la misma.
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12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Pedantería elevada al cubo
No me han gustado ninguna de las películas que he visto de Godard, pero esta ya ha llegado a irritarme. Con la excusa del rupturismo de las formas y leyes cinematográficas se convierte para mí en algo de visión insoportable. Enfoques a la nuca del actor o actriz en lugar de a la cara, barridos absurdos de la cámara, encuadres vacios de personajes mientras se habla fuera de campo, etc, etc. El final merece punto y aparte por lo mal rodado y ridículo. Parece filmado por malos aficionados.
La escena de la reflexión filosófica de un personaje está metida con calzador en la “acción”.
Para mí solo se salva la fotogenia de su musa y mujer en aquél tiempo Anna Karina.
Menos mal que el estilo de rodar de Godard no ha sido seguido por nadie al cabo de los años.
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12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Vacía
Esta película trata de decir mucho y trata de ser rompedora, en su tiempo, en la forma de rodar una escena, pero si le quitamos a la chica bonita y fotogénica que tenemos por protagonista y ponemos a otra menos agraciada, ¿qué tenemos? nada. Lo único que vale la pena en todo el metraje es la chica, una belleza, ella es lo único que interesa, sólo nos interesa cómo va paseándose por París, ejerciendo el oficio más antiguo del mundo.
Del resto nada de nada y lo peor de todo es el final, que es de lo peor y más vergonzoso que he visto en mucho tiempo, ridículo, parece rodado por aficionados y estudiantes de primero de cinematografía y eso que hablamos de Jean-Luc Godard, me quedo con Al final de la escapada, que aunque no sea tampoco de mi agrado, es mucho mejor que ésta obra vacía y carente de contenido.
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11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
El Picasso del cine
Siendo un film de Godard, estamos ante una película en la que importa más el cómo se cuenta que lo que se cuenta. Si Al final de la escapada era rompedora en su forma, en Vivir su vida Godard vuelve a destrozar y a hacer pedazos las convenciones del cine, y mediante una serie de encuadres horribles y planos feísimos nos cuenta una historia dedicada a las películas de serie B. ¿Podríamos imaginarnos una conversación articulada con los personajes de espaldas? Pues Godard en esta película lo hace. ¿Y unos planos que capturan el cogote de los personajes desde un ángulo antiestético? Pues Godard en esta película lo hace. ¿Y unos movimientos de cámara injustificados? Pues Godard en Vivir su vida mueve la cámara cuando le da la gana y porque le da la gana. No obstante, hay que decir en beneficio del rey de la nueva ola, que salta a la vista que son errores de alguien que conoce las reglas del cine a la perfección. Decía Picasso que primero había que conocer las normas para después saltárselas. Pues bien, creo que en este sentido Godard es el Picasso del cine, puesto que él sabe cómo se debe hacer una película, qué normas hay que seguir y qué principios hay que aplicar, pero sencillamente no le da la gana aplicar ningún principio y seguir ninguna norma, haciendo en cine el equivalente de un Picasso en pintura. ¿Para qué vamos a respetar el raccord?
Uno de los mejores elementos del filme es, aparte de la triste música que entra de vez en cuando, la preciosidad de Anna Karina, que fue, por cierto, mujer del propio Godard. Si para la obra representativa de la nouvelle-vague veíamos a una bellísima Jean Seberg, en Vivir su vida Anna Karina es quien nos deja boquiabiertos al mirar a cámara con esos ojazos. No así con su gracia para bailar, por cierto.
Como no podía ser de otra forma en un cinéfilo empedernido como es Godard, los guiños al séptimo arte vuelven a estar presentes, y si en Al final de la escapada veíamos una cartelera que anunciaba la Hiroshima mon amour de Alain Resnais, en Vivir su vida vemos, aparte de una proyección de La Pasión de Juana de Arco de Dreyer (con la que el personaje de Nana guarda cierto paralelismo), la Jules et Jim de su compañero Truffaut. Pura nouvelle-vague.
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10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
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Bienvenidos al gran timo, la nouvelle vague!!!
232/19(19/09/08) Hacía tiempo no veía un film tan corto, 82 minutos, y a la vez tan aburrido.Ese comienzo de dos personajes hablando de espaldas a la cámara me resulta irritante, menudo listillo este Godard, que mierda de experimento, que conversaciones mas cansinas, se suponen que son diálogos existenciales y la ostía de profundos, si son profundos, en lo hondo de un pozo negro. Un guión estructurado en doce episodios, que nos cuenta la vida de una idiota prostituta (Anna Karina), no sigue ninguna línea argumental, incoherente hasta decir basta, con un final de lo mas ridículo. Se supone inspirado en Dreyer, pero debe ser inspirado en el ojo del culo de Dreyer, pues el director danés tenía mas ingenio en el dedo meñique, que Godard en el mejor de sus días. Este es uno de los máximos exponentes de uno de los mayores engaños del cine, la nouvelle vague, cine experimental, cine para "intelectuales", pero no me rindo seguiré viendo este éstílo, aunque solo sea por curiosidad. Recomendable a ... Fuerza y honor!!!
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48 de 88 usuarios han encontrado esta crítica útil
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Paradigma de gafapastas pedantes y esnobs cum laude
De Godard con haber visto un par de pelis suyas de los 60 ya tienes bastante. Yo me tragué Pierrot el loco y Al final de la escapada en una sola tarde de filmoteca y ya tuve suficiente tortura. Casi me muero. Su cine es la "deconstrucción derridiana en imágenes experimentales y la ruptura del discurso tradicional" ¡¡¡¡¡OOOOOOOOOHHHHH!!!!!, "el absurdo y el vacio existencial sartriano", +¡¡¡OOOOOHHHH!!!! (y también de ideas, osea la nada mental nadea), como no, hecho arte en papillas pildorazos de culturetismo para tipos listos 3 carreras, 2 doctorados y 6 masters en la Sorbona y Yale. Prohibido quejarse, ojo, bajo excomunión del Comité cisne negro o condena de por vida a tragarte Sálvame deluxe por analfabeto y vulgar.
Seguramente en los 60-70 ese cine sería la repanocha de rompedor, experimental y revolucionario. Especialmente para un público joven e impresionable y una crítica esnob y relamida. Hoy, 2011, aburre hasta a las piedras y se le ven los costurones por todas partes: pedantería, falsa crítica social izquierdista (esto tiene de anarquismo o algo parecido lo que Franco de democracia orgánica) y morro, eso sí, mucho morro.
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21 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
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