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23 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
Trincheras de Tiniebla
Salir al mundo es, a la fuerza, una empresa mortal, abandonar el seno materno nos escupe a un universo lleno de peligros y desdichas donde las lágrimas se mezclan con la sangre, la esperanza con el desconsuelo, la ilusión con el desencanto. Sacar adelante una familia – en un sentido amplio e inclusivo – es tarea titánica, tanto más si nos encontramos inmersos en una guerra donde lo de menos es triunfar y lo que en realidad se persigue es aniquilar al prójimo, destruyendo su autoestima o segando su vida. Matar por matar, humillar por venganza, deshonrar por prepotencia, destruir por vanidad… El catálogo de torturas y exterminios es infinito pero todo se reduce a lo mismo: cercenar al adversario, ya sea física o anímicamente. ¿Para sentirse superiores? Quizás, pero en realidad para creer que hemos alcanzado la condición de un semidiós y hemos vencido a la fugacidad de la vida y nos hemos convertido en demiurgos, donde dictamos las tablas de la ley por las que se han de regir todos.

Película desoladora, inquietante, tristísima y funesta. Pero también rebosante de amor, respeto, nobleza y solidaridad. Se me ha quedado grabada una imagen inmóvil y amarga en su mudo grito de auxilio. Un anciano – el patriarca reservado, el abuelo privado de dignidad y galones – se sienta frente a una aburguesada librería repleta de libros silentes. No vemos si añora o maldice, no sabemos si lamenta o agradece. Pero tuve que pensar en al austriaco Stefan Zweig y en su exilio suicida: cuando callan los libros, cuando prohíben las palabras, sólo nos queda el estruendo de las bombas y el pandemónium del juicio final… en la tierra. Nada de lo que puedas hacer va a cambiar nada, sólo nos queda apartarnos del mundanal estrépito y empuñar la melancolía.

Con elementos mínimos y un magistral uso del fuera de campo (todo lo peor se nos hurta a la vista, permaneciendo en un inquietante limbo visual), con un excelente uso del sonido y un soberbio uso del travelling que nos oprime y recluye a un espacio apenas salubre, apenas alumbrado, donde se quiere representar la fantasía de la normalidad y la esperanza de la superación en medio del caos y la infamia. Con unos actores excelentes – entro los que descuellan una grandiosa Hiam Abbass, cuyo desolado rostro nos infunde tanta compasión como rabia, así como una etérea e ilusa Diamand Bou Abboud, cuya toma de tierra en medio del cenagal de la carne nos llena de furia y desamparo – y con un metraje modélico, alcanza así casi la perfección: hablar de la quimera de la vida en medio del laberinto de la muerte.

Sin lugar a dudas excelente. No se la pierdan.
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18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Crítica de Alma Mater por Cinemagavia
El director belga, Philippe Van Leeuw, conocido también por “El día en el que dios se fue de viaje” sobre el genocidio de Ruanda, es un director de cine comprometido que intenta dar a conocer cómo afectan los conflictos a los civiles que se ven envueltos en ellos. Escenifica el día a día, sin caer en lo macabro, solamente mostrando con pinceladas la crudeza de la guerra.

Alma Mater muestra el transcurso de un día en la vida de una familia que vive encerrada en un piso en Damasco, en plena guerra civil de Siria. Nueve personas atrapadas en un piso, en un ambiente que si no fuera por la luz que entra por las ventanas a las que apenas osan asomarse, sería sumamente claustrofóbico.

No pueden salir de casa, pues los francotiradores disparan a todo aquél que transita por las calles; los alimentos son escasos, la mayoría de las veces no hay agua corriente, y continuamente se oye el estruendo de las bombas y los disparos de los francotiradores.

Al comienzo del día, la criada (Juliette Navis) será testigo involuntario del disparo de un francotirador; horrorizada, se lo contará a la matriarca (Hiam Abbass) de la casa, que, velando por la seguridad de los que están bajo su techo, tomará la decisión de no hacer nada y seguir adelante.

La madre, sobreponiéndose a su preocupación y su miedo, aun en medio de una guerra, intentará llevar una vida lo más normal posible, limpiando la casa, cuidando del bienestar de todos, y vigilando que nadie abra la fortificada puerta para que no penetren en la casa fuerzas hostiles que deambulan por la ciudad, arrasando, violando y matando.

Constantemente se oyen disparos, bombas, explosiones. Por las ventanas entra un sol radiante, pero tienen las cortinas corridas, como si estas pudieran defenderlos de los ataques, y casi no se atreven a mirar el ambiente de muerte y destrucción que hay fuera.

Cada vez que una bomba cae cerca, la matriarca ordenará a todos atrincherarse en la cocina, que está más alejada de las ventanas. Allí, tras un recorrido agónico de nueve personas hasta llegar a una cocina estrecha, la familia pasará horas escondida en un silencio tenso hasta que momentáneamente los ataques den un respiro.

Viven encerrados, enterrados en vida; los niños casi no han conocido otra cosa, piensan que ese modo de vida es normal. Temen morir en la calle, de un disparo de un francotirador, de un bombardeo, pero también tienen muchísimo miedo de que alguien entre en la casa, y ese momento llegará…

Philippe Van Leeuw, que también es el guionista de Alma Mater, intenta mostrarnos en esta película que solamente cuenta la historia de un día en la vida de una familia siria encerrada en un piso, la dureza de las condiciones de vida en que vive la gente en una ciudad sitiada por la guerra.

Alma mater está rodada con muy pocos medios técnicos en Beirut, con cámara portátil, que consigue una atmósfera intimista, haciendo penetrar al espectador en la vida doméstica de unas personas corrientes. En su desesperación y su tormento. Como fondo, tenemos el retumbar de los bombardeos.

La luz juega un factor importante. Entra el sol a raudales por unas ventanas a las que no se pueden asomar, es como si fuera el mundo exterior inalcanzable, mientras que el interior del piso, donde viven encerrados, es oscuro y silencioso como su vida.

Aunque el hilo conductor lo lleva la madre en la película, todos los personajes son importantes y necesarios para la obra, y se nota la complicidad de los actores entre ellos, consiguiendo un resultado más que aceptable en el trabajo final.

Con esta película, atisbamos ligeramente la vida en una ciudad sitiada. Sin apenas imágenes explícitas, sin sangre, solo con el sufrimiento y tensión de los personajes y el claustrofóbico entorno en el que viven. Pero nos hacemos perfectamente a la idea del horror en el que viven las familias sirias víctimas del asedio.

A la familia protagonista no la vemos preocupada por la política. Siria se ha transformado en un tablero maldito donde intervienen muchos intereses, y se ha convertido también en una ratonera donde civiles, familias, y niños se han visto atrapados, masacrados. Las mujeres son violadas a la mínima de cambio, los edificios se derrumban atrapando a la gente dentro. Los hospitales han sido destruidos, no hay médicos para asistir a la población.

Asimismo, aquí no se habla de bandos de la guerra. Los disparos matan, los bombardeos matan, no importa de qué bando vengan. Cuando no hay agua o faltan víveres, da igual que facción corte el suministro. Se pasa sed, hay suciedad, y no hay comida. Es una guerra y eso lo dice todo.

Es una guerra televisada, que asalta al resto del mundo cuando están en su salón y salen las imágenes en los telediarios. Imágenes durísimas que por desgracia ya casi no hieren las retinas de los televidentes. La gente se horroriza unos segundos, y después pasa a ver noticias más amenas. Todo esto pasa muy lejos de su zona de confort, a ellos no les afecta. Están seguros viendo la guerra por televisión.

Siria es un polvorín con tantos contendientes, que ya no se sabe casi ni quién ni porqué empezó la guerra. Pero son ya seis largos años de guerra, miles de muertos. No hay sitio ya para tanta tumba. Hay niños que no han conocido otro modo de vida, piensa que eso que viven es la normalidad. No hay otra vida para ellos, y el futuro es incierto, muy incierto.

Alma mater es una película muy recomendable que nos ofrece la oportunidad de conocer cómo se sobrevive en una ciudad sitiada, como es vivir bajo el miedo y el fuego cruzado, y, de alguna manera, seguir adelante con las tareas cotidianas. Veremos cómo la gente vive realmente en una ciudad aniquilada por la guerra, y que no son unas simples cifras citadas en las noticias. Son personas. Tienen corazón, y las esperanzas perdidas.

Escrito por Luz Nogués
https://cinemagavia.es/alma-mater-pelicula-critica/
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14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Dura, pero necesaria
Drama real, situando la acción en un piso donde sus ocupantes oyen y sienten la guerra en sus carnes.
Muy conseguida, con gran veracidady donde la claustrobofia se vive de forma desgarradora.
Película tan dura como necesaria.
No había leído nada sobre este film, pero después de su visión lo he hecho y compruebo que tiene tres premios del público. Para mí, son los premios en los que más me fijo, por estar concedidos sin las presiones de los jurados.
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Afuera nadie es nada, sólo adentro
Película en toda regla, no en vano ha ganado el premio del público en el Festival de Berlín (Sección Panorama), en el Festival de Copenhague y en el Festival de Sevilla. Premios del público, sí, porque al fin es el espectador el que no engaña, el que podría considerarse como principal garante de premios y reconocimientos. Y es que, cualquiera que vaya a una sala de cine a visionar esta cinta se dará cuenta casi de manera inmediata que es sobrecogedora, que mantiene en vilo al espectador viendo como una mujer que no quiere el recurso de la huida, tiene que mantener encerrada a su familia en su modesto apartamento, y desde esa restringida área no salimos en los 87 minutos que dura el metraje. Escasos metros cuadrados para un drama de dimensiones homéricas.

El director y guionista, el belga Philippe Van Leeuw, hace una reflexión sobre la cobardía de huir, de dejar atrás a los tuyos, y sobre las situaciones límite en las que apenas caben la solidaridad o el heroísmo. La situación es tan difícil que existen pocas decisiones razonadas, si acaso algún impulso heroico irracional. Pues bien, en esta localización irrespirable y limitada, Van Leeuw es capaz de lograr una puesta en escena ágil, sin afectaciones ni sacudidas de cámara. Así, en unos pocos metros cuadrados de habitáculo, recorriendo la casa, consigue construir el centro universal más peliagudo y espinoso del comportamiento humano.

Alma mater está rodada con escasos medios técnicos, con una cámara portátil que consigue una atmósfera intimista y que consigue introducir al espectador en la vida familiar y arriesgada de unas personas corrientes.

Tiene la película una música meritoria de Jean-Luc Fafchamps que cubre el drama unida a sonidos de helicópteros de bajo vuelo, disparos y proyectiles explosivos. La iluminación de Virginie Surdej da un brillo misterioso al apartamento y esta esta excelente fotografía de Surdej se desplaza por los espacios de la casa con la tensión a cuestas, a modo de acta notarial angustiosa que se da de bruces con dramas poderosos.

En cuanto al reparto, el trabajo de los actores está encabezado por la grande y descomunal actriz palestina Hiam Abbass que está sencillamente apabullante y con una descomunal vis dramática. Y aunque la vertebración del film corra de parte de la madre, todos los personajes son substanciales y precisos para la obra.

La película es, en cierto modo, un ejercicio de juego macabro donde fuera está la guerra y dentro una familia atravesada por la tensa sensación de una muerte que acechay en esa agonía y falta de sentido, una mujer incalificable que se mueve por los escenarios restringidos del film con la certeza de que hay infinitud de precipicios que necesariamente hay que saltar.

Película desasosegante y terrible, pero tomada de situaciones reales que están ocurriendo, escenarios y situaciones que vemos cada día en noticiarios televisados, en prensa escrita u online, realidades a las que ya nos hemos habituado y por las cuales hemos perdido sensibilidad. Pero quienes vean esta cinta no podrán dejar de empatizar con sus protagonistas. Es una manera de interiorizarnos de un conflicto que respiramos a diario y al que hacemos oídos sordos. Por eso esta película puede servir para despertar conciencias. De hecho, Van Leeuw ha declarado que esta película ‘proviene de un sentimiento de injusticia’.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
EL ALMA DE UNA MADRE.
Hiam Abbass, actriz que como la mayoría no conocíamos, realiza una soberbia construcción del personaje.

Su director llega al espectador describiendo con exactitud ciertos matices, que son capaces de conmovernos a lo largo de su recorrido; al tiempo que se entrega dotada de una complejidad que va desdibujándose a medida que la trama avanza.

Montaje competente para una intriga claustrofóbica.
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8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Retrato descarnado de una guerra
Sin aliento, sin apenas resuello. Así se queda el espectador tras la medida, escueta, perfecta en su sencillez, película que nos regala el belga Van Leeuw. Plano a plano, secuencia a secuencia, con silencios largos y miradas inteligentes, con una suave música que aparece solo cuando se necesita, el director construye una película que es casi una obra de teatro, en el que el exterior es solo una amenaza que se escucha, que se intuye tras los visillos de un piso en el que una madre de familia se desvive controlando a los suyos y a los que vienen desde fuera y que también acoge. Todo esto no se imagina sin la presencia magnética, inconmensurable, de la gran Hiam Abbas, aquella que hace ya 10 años nos enamorara como actriz y como mujer, plena en su madurez artística y femenina, en la gran LOS LIMONEROS, otro film que nos habla de un conflicto, más soterrado que el que aquí se muestra, pero tan terrible y limitante como cualquier guerra. Porque de esto se trata, de mostrar el miedo, el coraje, el conformismo ante la fatalidad de unos y de otros. El ser humano expuesto a todas sus miserias. Una mención especial para Juliette Navis, una actriz secundaria de mucho empaque que ya me gustó mucho en la serie franco-británica EL TUNEL. Una película necesaria y que hay que ver.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Me dejó sin palabras y me arrancó el alma
supongo que el sentido final del cine es algo parecido a ésto... dejarte tan impactado que cuando la película termina uno se queda paralizado en la silla y sin capacidad de reacción hasta que pasan unos cuantos minutos.
Soberbias interpretaciones sobre un guion inteligente, sin una pizca de concesión a la mediocridad. Brutal este cine que nos llega de Bélgica y que vuelve a poner encima de la mesa una realidad tan cruda como ineludible. Y todavía hay gente que habla de legalidad y de papeles... qué sabrán ellos de burocracia cuando tu vida está inmensa en esta barbaridad.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Real y angustiosa
Esta película parte de un planteamiento sencillo que podía ser una obra de teatro, narra un día de una familia en la guerra de Siria. En realidad podría ser cualquier guerra y cualquier familia. El guionista no ha querido contar una historia con nudo y desenlace porque todavía no se vislumbra un desenlace próximo, así que siguiendo a la madre protagonista de una película coral, espléndidamente interpretada por Hiam Abbass, muestra el quehacer diario de una familia con las bombas, el miedo, la angustia, pero también con la rutina del paso de las horas dentro de una casa sitiada.
El director nos transmite perfectamente la angustia y la desazón de unas personas azotadas por el horror de una guerra y lo hace tan bien que sufres y estas incómodo todo el relato y hasta asustado.
Quizá le sobra la exposición de la violencia explícita en la escena central más cruda que se podría haber contado de otra manera, sin necesidad de exponerlo con ese destello tan hiriente sin deslucir el mensaje. Pero es una película tan necesaria como dura y esclarecedora que lamentablemente se puede trasladar a cualquier guerra y época.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
DETRÁS DE LA PUERTA
Ninguna cinta de terror me ha hecho pasar más miedo y vergüenza de pertenecer a una especie tan despiadada consigo misma que las únicas dos películas de este belga de 64 años y quizás alguna de Lars von Trier. Del horror que es capaz de infligir el ser humano ya dio buena cuenta sin ningún tapujo en la brillante y espeluznante "El día en que Dios se fue de viaje" (2009) sobre el genocidio ruandés. Ahora le toca a Siria. Es igual, cualquiera de las dos cintas se acerca con lupa al sufrimiento individual, a la tragedia personal e imborrable de cada una de las victimas de una guerra cuyo dolor queda desdibujado por las estadísticas, por la rutina diaria de constatar que periódica e incansablemente nos matamos los unos a los otros como mandan los dioses a los que invocamos para justificar la barbarie, el abuso y la saña con la que lo hacemos.

Todo transcurre en el interior de una vivienda donde están atrapados todo el espectro generacional de una familia y sus vecinos. Desde el abuelo a un bebé. Una más de las guerras de turno los confina sin escapatoria posible, los convierte en victimas propiciatorias donde descargar toda la maldad que anida acechante en el hipotálamo de cada uno, esa misma parte del cerebro que también nos ayuda a sobrevivir.

La cámara queda recluida como uno más entre habitaciones y pasillos en una atmósfera donde los hechos cotidianos son la última frontera psicológica para afrontar la violencia que revolotea en torno a ellos, detrás de la puerta que ingenuamente guardan dos listones de madera. En este caso el director diversifica el horror entre la espera de la llegada inminente del mismo y el propio hecho violento. Las interpretaciones son excelentes, medidas, con una Diamand bou abboud magnífica.

No sabemos si desear que Van Leeuw no tarde tanto en ejercer de notario de la barbarie con su cine ejemplar. El último plano sobre el rostro plagado de arrugas del abuelo nos confirma que  su vuelta será inevitable.

cineziete.wordpress.com 
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Bombardeando conciencias
Insyriated, el acertado título original del film que ha sido titulado en nuestro país como Alma Mater ha llegado al fin a nuestros cines, tras ganar en el 2017 el Premio del Público en la sección Panorama de la Berlinale y en el Festival de Sevilla, y recientemente batir un récord en los Premios Magritte (el equivalente a nuestros Premios Goya en Bélgica), alzándose con los 6 premios a los que optaba, entre ellos el de Mejor película, Mejor Dirección y Mejor Guión.

Alma Mater es un film muy reivindicable en los tiempos que corren por todo lo que conlleva. Y lo es porque nos introduce de lleno en la actual Siria en guerra, pero lo hace desde una perspectiva muy cinematográfica: exclusivamente desde el interior de una vivienda en medio de la guerra. Apenas llegamos a ver nunca el exterior, más allá de lo que pueden ver los propios personajes desde sus ventanas -con planos subjetivos-. Y por ello, cobra una inmensa fuerza el fuera de campo, que nos sugiere constantemente el horror que se vive allí desde hace ya demasiados años.

En dicha vivienda, a modo de piso franco, conviven distintas personas que se han juntado y que son los últimos inquilinos que quedan en el edificio. Sobreviven como pueden, con recursos reducidos. La puerta, siempre queda blindada, para protegerse de los saqueadores que surgen siempre en toda situación inestable -forma parte de la condición humana, por desgracia-. A lo largo del metraje hay bastantes planos secuencia que siguen a los personajes por la casa, realizando acciones que pretenden ser cotidianas -en una realidad que no debería serlo, pero que para ellos ya casi lo es-.

A la familia protagonista no la vemos preocupada por la política. Siria se ha transformado en un tablero maldito donde intervienen muchos intereses.

“La guerra acabará pronto…” dice uno de los personajes. Pero ya sumamos más de 8 años de conflicto bélico.

En el exterior suenan de fondo los desagradables ruidos de la guerra: disparos de francotiradores, bombas explotando, helicópteros, etc. El sonido es un protagonista más, y el tratamiento que le han dado resulta muy acertado. Su presencia, y como lidian con él los personajes, resulta escalofriante a momentos, y emotivo en otros, como cuándo los niños se ponen a cantar durante un bombardeo para combatir el miedo.

Uno de los conflictos que trata el film, es precisamente el de una pareja que discute sobre si irse de Siria o no, y convertirse en un par de refugiados más de los que nadie quiere saber nada. Toda su vida está enraízada en Siria (o en lo que queda de ella); parecen ser de clase media acomodada. Y este matiz es importante por el triste hecho de que en general las personas no logran solidarizar y empatizar con un conflicto lejano y que desconoce.

A modo de pequeña disertación, la imagen que suelen tener muchos sobre los refugiados, es el de gente pobre que huye de un lugar en busca de una vida mejor en nuestros países que son más prósperos. Pero de Siria, llevan años huyendo todo tipo de personas: también abogados, médicos, militares, profesores, etc. Porque tantos años de guerra y destrucción, hacen la vida imposible para todos. ¿Alguien piensa en esos miles de niños que llevan 8 años sin poder ir a la escuela, por ejemplo? Muchos ni siquiera conocen lo que es una vida normal, sin guerra.

Imaginad por un momento que en vuestra ciudad de pronto, estallara una guerra, y en la cual encima se involucran países ajenos que empezaran a bombardearla durante años. ¿Que hariáis? Tener el valor de dejar toda tu vida atrás, todas tus pertenencias, y huir a otro país desconocido en busca de un futuro, requiere de muchísimo valor. ¿Y cómo hemos tratado en Europa a estos millones de refugiados? Muchos deberían reflexionar al respecto, y considero que este film es una herramienta muy importante para ello, que podrá hacer que muchos empaticen al fin con los refugiados -aunque por desgracia llegue ya un poco tarde-.

El director belga, partió precisamente de esta idea, haciéndose a si mismo las preguntas: “¿y si eso me ocurriera a mí? ¿Cuáles serían mis mecanismos de defensa? ¿Cómo lo resistiría? Para responder a estas preguntas no es necesario ir a preguntar a Siria ni documentarse ni leer testimonios. Lo importante es ahondar en lo humano.

Por todo ello, creo que Alma Mater es una película imprescindible de ver, porque trasciende más allá de la pantalla, y nos muestra de primera mano un conflicto que está sucediendo ahora mismo en bastantes rincones del mundo (no solo Siria, no nos olvidemos de Yemen, por citar otro ejemplo). No es fácil empatizar con lo que es vivir bajo el miedo y el fuego cruzado, en una ciudad sitiada, cuando los del mundo privilegiado nunca lo hemos sufrido. Los que lo están sufriendo, son personas, personas con esperanzas perdidas. Y también con corazón. No perdamos nosotros el nuestro.

Publicado originalmente en Caméra-Stylo:
https://www.ecib.es/camerastylo/2018/04/21/alma-mater-de-philippe-van-leeuw/
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
En la ratonera
Alma mater (Insyriated)

Cada día, cómodamente repantigados ante el televisor en el sofá de nuestra sala, desfilan, ante nuestra mirada, insufribles pesadillas del horror. Desde esa distante y confortable atalaya contemplamos imágenes dantescas, vemos cómo millones de personas cargan como pueden con sus escasos enseres; familias enteras arrastran a sus niños y ancianos en un humillante y doloroso éxodo hacia un destino tan incierto como desolador; miles de rostros demudados por el cansancio, el miedo y la desesperanza avanzan sin rumbo fijo; espectrales ciudades difuminadas entre el polvo y la humareda, demolidas, casi sepultadas, castigadas por continuos ataques de la artillería pesada, obuses y bombardeos han sido reducidas a cenizas; fachadas, que antes cobijaron familias felices, aparecen ahora agujereadas como un queso gruyere por la mortífera acción de las ametralladoras y los kalashnikov. Y aunque en la distancia parezcan ciudades deshabitadas en las que sólo las ratas se enseñorean, aún late en su interior la vida de cientos de seres humanos que resisten y sobreviven, atrapados vivos en unas condiciones que jamás hubieran imaginado.
El belga Philippe Van Leeuw, director y guionista de "Alma mater", nos introduce en el interior del departamento de uno de esos edificios en ruinas de alguna ciudad de Siria en el que se oculta, encerrada a cal y canto, una de estas familias. El pulso de Van Leeuw no tiembla cuando mueve su cámara con asombrosa agilidad por las distintas estancias de la vivienda para hacernos vivir la angustiosa y pavorosa realidad de estas desdichadas criaturas mientras, en el exterior, francotiradores, agazapados entre los escombros, disparan contra cualquier sombra que se mueva tras ventanas, patios o callejones.
Aterrados, los veremos resistir entre el amor y el odio, la solidaridad y el egoísmo, la culpa y el arrepentimiento, el valor y el miedo, la fe y la desesperanza, en el término de una sola jornada que se hace interminable. Y sentiremos sobre nuestras cabezas el estremecedor estruendo de las bombas, el constante repiqueteo de las ametralladoras perforando nuestros oídos y, a cada instante, sin apenas una breve tregua, el soplo helado de la muerte girando a nuestro alrededor.
Hiam Abbass, actriz de origen palestino, con ciudadanía israelí y francesa, dueña de una personalidad arrolladora, nos ofrece un soberbio recital en una actuación inolvidable. Su extraordinario talento nos trasmite en cada gesto y en cada mirada la ansiedad, la tristeza y el pánico que ha de soportar una madre abrumada por la responsabilidad de mantener la serenidad de su pequeña camada en un escenario que ni en nuestros peores sueños hubiéramos deseado pisar.
Y en la demoledora imagen del último plano, como síntesis, tal vez, de esta indescriptible realidad, las cuencas ya secas de los ojos del anciano abuelo pugnan por desprenderse de la última lágrima que les queda.

Emilio Castelló Barreneche
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8
Alma mater – Angustiosa convivencia
En una cartelera la nuestra tan sobrepoblada de películas estadounidenses, francesas o, lógicamente nacionales, es siempre muy agradecido poder saborear propuestas de otras geografías. En estos meses de calma, sin grandes propuestas mediáticas, es un momento perfecto para hincarles diente. La película que nos ocupa, aún siendo belga, presenta una clara identidad de Oriente Próximo por su argumento y por el idioma de sus personajes. Hablamos del filme Alma mater, condecorado con los Premios del Público de la Sección Panorama del Festival de Berlín, del Festival de Sevilla y del Festival de Copenhague durante el 2017. Una película de atractivo reparto e inquietante premisa, y precedida por un buen recibimiento crítico y social. Hiam Abbass es una actriz excelente, y su sola presencia es suficiente motivo como para que una película merezca la pena. El listado de películas de interés a ver en las salas era amplia, pero al poder disfrutar tempranamente de Isla de perros pude finalmente ir a descubrirla a los Cines Renoir. Y visioné una película excelente, de las mejores que llevamos del año, que superó ampliamente mis expectativas. Su argumento, duro por mera temática, bordea pero nunca llega a ser el dramón social que temíamos pudiera ser en base a la sinopsis. Ofrece sobre-énfasis en los momentos dramáticos y maniqueismo en la representación de las amenazas, pero también estupendas interpretaciones y una medidísima construcción del espacio y del tempo. Muy recomendable.
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8
Buena pero....
Buena película, tiene buen ritmo y manejo de la cámara. La fotografía es buena, así como la iluminación. Las actuaciones de las principales actrices es excelente. Pero, de manera inexplicable, la película se cae en la parte final y no se consigue levantar. Mal por el director que no consigue terminar bien una película que podría haber sido excelsa.
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7
El monstruo de la guerra
Francis Ford Coppola, con su humildad habitual, comentó en el Festival de Cannes tras el estreno de su mítico filme Apocalypse Now que «ésta no es una película sobre la Guerra de Vietnam, esto es Vietnam». Si tomamos como referencia la invasión de Iraq, aunque el documentalista Nick Broomfield no dijera nada a ese respecto, su cinta La batalla de Hadiza, rodada con soldados profesionales, se parece mucho a tener la impresión de que va a salir un tiro de la pantalla para mandarte al otro barrio.

Ahora toca Siria, claro, y el director Philippe Van Leeuw, quien ya demostrara sobradamente su oficio al hablar sobre dramas humanos y bélicos con su Opera prima El día en el que Dios se fue de viaje (2009), nos sorprende de nuevo con Alma Mater, una película seca, con buena parte de su metraje rodado en planos secuencia desarrollados dentro de una vivienda y que muestra con la sencillez de la realidad objetiva algunos de los motivos terribles por los que cientos de refugiados se juegan la vida en el mar y malviven como si fueran criminales al otro lado de nuestras fronteras.

Protagoniza la película magistralmente la directora y actriz palestina de nacionalidad israelí Hiam Abbass, quien ha alternado en su carrera papeles brillantes (Los limoneros, 2008 o Paradise Now, 2005) con otros de los que difícilmente se puede salir airosa (Exodus: Dioses y reyes, 2014). Obviamente Alma Mater, el título escasamente afortunado con el que ha aparecido en las carteleras de nuestro país, hace referencia a Oum Yazan, el personaje que interpreta Abbass, alma de la fiesta, pero en buena medida puede minimizar el trasfondo real del drama acerca de la imposibilidad de mostrar sensibilidad en mitad de una barbarie donde parece que lo único sensato es racionalizar el caos.

Habrá que mantenerse atento a la próxima película de Van Leeuw. Ya no será una promesa.
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5
La cara de los conflictos que raras veces te cuentan
“Alma Mater” lleva al espectador, en primera persona, a ese lado de las guerras que “Informe semanal” nos muestra desde lejos y en tercera persona: al conflicto visto por los civiles atrapados entre dos fuegos. La película parece ambientada en alguna de las guerras de Líbano, pero podría reflejar perfectamente cualquier conflicto moderno – Siria, Libia, Bosnia – en la que no hay dos ejércitos regulares claramente identificados en un campo de batalla, sino conflictos entre milicias y facciones que pelean por cada esquina, por cada calle, por cada casa en ciudades que no han sido evacuadas y donde los civiles malviven sin saber qué desgracia les caerá hoy ni desde qué bando.

Conceptualmente, tiene mucho de obra de teatro. Con tomas hechas cámara al hombro, los espectadores parecemos un miembro más de una familia que se sostiene gracias a la madre – del padre sólo hay referencias a que parece en el frente- que cuída de sus hijas, de un sobrino y de su suegro, además de acoger a algún vecino. Esa madre que tiene que hacer malabares para conseguir y racionar el alimento para todos, además de llevar en silencio el peso de toda clase de decisiones, a cada cual de una dureza moral mayor que la anterior.

A nivel divulgativo, “Alma Mater” se propone y consigue varios objetivos. Por un lado, a los que estamos acostumbrados a ver imágenes de Damasco en ruinas, nos recuerda que en esas ruinas malvive gente que no son de ningún bando, es más, suelen ser objeto de agresiones y saqueros por parte del ejército que los mete en el saco de los rebeldes, de los rebeldes que considera que todos los que no luchan con ellos apoyan al régimen y de un tercer bando, absolutamente repugnante, pero cosustancial a la guerra en sÍ: los que luchan para sí mismos y aprovechan el río revuelto para enriquecerse saqueando y violando en medio de la confusión. Por orto lado, pone al espectador en la tesitura de juzgar, si se atreve, las decisiones que se toman en momentos difíciles, como elegir al miembro de tu familia que se queda sin comer cuando no hay para todos o anteponer la familia a tu querido vecino y cerrarle la puerta en las narices.

A nivel espectador la película es dura de ver, incómoda, áspera. Tiene buen fondo y la técnica es correcta, se deja ver bien, pero no se disfruta. Es más una obra protesta, una cinta de denuncia, una dramatización del Canal de Historia, que una película en el sentido comercial del término.
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7
Gran Guión
Esta película que se desarrolla en Siria. Pasa en un día y practicamente en un escenario. La historia de una mujer que tiene en su casa como refugio a sus vecinos, hijos a su suegro.... Con un francotirador fuera. La historia gira dentro de la casa. Con un buen desarrollado guión que narra la historia de un episodio triste actual. El director deja que la historia fluya y con un buen ritmo. Con unos extraordinarios actores
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7
Relajada pero sin pausa
Buen drama en el que todo fluye con rapidez y elegancia, sin pausas, sin prisas, reflejando hasta el ultimo síntoma de dolor y penuria que sufre esta familia, podría haber sido mucho mas drama todavía pero se ve que el guion deja un leve respiro al espectador. En definitiva cinta bastante atrayente y llena de emociones que rescatar, un film mas que recomendable; una aventura por el sufrimiento y el dolor ajeno.
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7
Dentro del asedio.
La acción, en el presente, transcurre en el barrio de Mazzeh (Damasco). Sin embargo se puede deducir que lo que esta historia nos refiere va mucho más allá de lo ocurrido en un tiempo y lugar concretos, que el interés principal de Philippe Van Leeuw, director y guionista, es mostrarnos el comportamiento humano en una situación límite como es un asedio militar.

Durante las horas que tiene la luz de un día asistimos a la angustia con la que se vive en el único piso aún habitado de un edificio ya en parte destruido por efecto de las bombas. Oum Yazan (Hiam Abbass) junto a sus tres hijos (entre unos 15 y 8 años de edad), Yara, Aliya y Yazan; su suegro, Abu Monzer; la criada, Delhani (cingalesa e hinduista), interpretada por Juliette Navis; el novio de Yara, Karim; y Halima (Diamand Bou Abboud) junto a su bebé, a quienes se les ha dado cobijo, pues su piso, en el mismo edificio, ha sido destruido. Los maridos de Oum Yazan y Halima se encuentran ausentes. El de Halima ha salido temprano para agilizar los trámites de la huida, esa misma noche, tanto de él como de su mujer e hijo rumbo a Beirut; de lo que le ha ocurrido al tratar de alcanzar la calle, de lo cual Delhani ha sido testigo, Oum Yazan impide que su mujer, Halima, se entere, al menos de momento, para tratar de mantener, de alguna manera, el orden en el hogar. El marido de Oum Yazan ha quedado bloqueado sin poder regresar a su domicilio.

Así las cosas, con los cortes intermitentes de los suministros de agua y luz, el sonido de disparos de fondo, Oum Yazan trata de evitar que el pánico se apodere de los habitantes de la casa y, de esa manera, ganar tiempo hasta que su marido vuelva.

Con un buen argumento, un guion que no está a la altura de aquel (lo teatral prima sobre lo cinematográfico) y una brillante dirección, con buenos encuadres, utilizando bien los gran angulares y persiguiendo durante buena parte del metraje a los personajes con la cámara, con lo que se gana, posiblemente, una dinamicidad más natural que con el trabajo en la sala de montaje, lo que en este caso puede ser adecuado, Van Leuw traslada al público de manera eficiente la zozobra existente en ese interior; del exterior solo conoceremos, y solo en instantes, lo poco que se ve de él a través de los cristales de un par de ventanas.

Corto y exhausto espacio de tiempo en el que presenciaremos la lucha de esa madre coraje por mantener a salvo a sus hijos en una situación muy desesperada y con escasas posibiliadades de que haya una salida satisfactoria a ella. Pero toda la lucha, en la que todo no será entrega absoluta por parte de ella al prójimo, sino también bajeza moral, no llegará solo de parte de esa madre de familia, sino que el papel de Halima (inmensa en su creación Diamand Bou Abboud) será el del sacrificio real, no querido, por supuesto, en un principio, pero al poco tiempo asumido para lograr la salvación de su propio hijo y también de los demás. Dos mujeres enormes en la demostración de lo más excelso de su humanidad mientras el único hombre en la casa, el abuelo, no tan mayor como para no poder ayudar, se muestra ausente y rendido en todo momento. Esta circunstancia no queda tampoco pasada por alto por el espectador, ni lo que el guionista y director ha querido manifestar con ella.

De mi opinión sobre el desenlace escribo en la 'zona spoiler'.

Como he ido avanzando, las actuaciones de las tres mujeres protagonistas son magistrales; de Hiam Abbass ya se tenían suficientes evidencias de su calidad; en el caso de Diamand Bou Abboud y Juliette Navis casi se puede hablar de geniales y felices descubrimientos.
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7
Donde caben dos caben tres
Amal es un ciclo de películas euroarabes donde se pretende dar a conocer el drama de los pueblos árabes a través de su cinematografía y, si es posible, llegar a ser más tolerante con esa gente que solo busca otra oportunidad.

Bien. Dentro de este ciclo se proyectaron cosas tan interesantes como esta película, donde se narra la historia de una familia que dan asilo y protegen en su casa a distintas gentes con el conflicto sirio como telón de fondo.

Excelentes interpretaciones de las dos actrices protagonistas, especialmente de la dueña del apartamento. Me falla, en ese sentido, la del novio de una de las hijas de la dueña, pero es un mal menor.

La película también tiene decisiones un tanto forzadas y que no acabo de entender. Véase spoiler

La película tiene también un momento donde lo que no se ve resulta más duro y desagradable que lo que aparece en plano.
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7
La guerra en tu barrio
Lagrimas infinitas por todos aquellos que se ven abocados a tener que vivir una guerra en su país, en su ciudad, en su propio barrio.

Los dirigentes del mundo ordenan, los militares obedecen y las metralletas, los cañones y las bombas hablan con su diálogo destructor quedando la población civil, inocente, indefensa, en la peor de las situaciones, a los pies de los caballos, viviendo un horror diario que parece no tener fin.

Pero el mundo sigue su curso, impasible, girando mientras en los televisores se dan cifras de muertos, fríamente, solo son unos dígitos más que junto al resto de las noticias más variopintas cotidianas no nos impiden acabarnos la sopa.

Excelente película de Philippe Van Leeuw que nos sitúa durante una hora y media en la realidad más absoluta de todos aquellos, seres humanos con una vida tan normal como la nuestra, que se encuentran inmersos sin buscarlo en una de las peores tragedias posibles del destino de alguien … vivir en una guerra.
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