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31 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
"Agnes de 5 a 7"
Agnès Varda no era muy consciente de lo que su obra representaría para la historia del cine. Tampoco era consciente de que posterior a ella se la conocería como “la abuela de la Nouvelle Vague”. Este movimiento que agrupaba varios directores, pero con estilos disímiles. Por ello la Nouvelle Vague no tiene características específicas, excepto que todos sus artistas tienen una nueva forma de crear cine, y también que la mayoría era miembro de Cahiers du Cinéma, una revista especializada. Pero Agnès no. Ella supo abrir su carrera desde un lugar diferente, lo cual no quitó que sea una de las fundadoras de la nueva ola francesa.
Como buena feminista supo representar en este film, la mirada de una mujer estereotipada, superficial, burguesa; que luego de descubrir que padece una enfermedad mortal se deshace de lo banal de su vida, y comienza a percibir su alrededor de una forma mas sensible. En tiempo real Varda nos muestra la cotidianidad de una joven cantante, de belleza desmedida, que descubre que no todo perdura.

La pionera de la Nouvelle Vague nos muestra una nueva forma de narrar historias: relatando en tiempo real, siguiendo la unidad temporal del estilo aristotélico. Y aunque no termine en tragedia, sí nos deja una moraleja.

El cambio de color al inicio de la película, busca trasmitirnos su angustia, y la manera en que Cleo comenzará a ver su vida: monocromatica, vacía y determinante.

Varias escenas memorables: como cuando Cleo entona un triste bolero, como si le cantara a la propia muerte. Y hermosos fotogramas que nos recuerdan a los films de su contemporáneo Michelangelo Antonioni, con grandes travellings a los paisajes urbanos de francia (en este caso), que no hacen mas que resaltar el vacio existencial de Cleo.
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70 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Sobre los ángeles que caen
Agnes Vardà, la hermana rebelde y feminista de la nouvelle vague crea en este film un canto a la vida cuando la protagonista descubre su tremenda fragilidad.
La evolución del ser humano que encarna Corinne Marchand se reconstruye con escenas emotivas, sugestivas y cargadas de acción simbólica.
Su canto desgarrador, con alas de ángel caído y lágrimas en las mejillas descubren una carga feminista de una mujer que quiere desprenderse ante todo de lo que lleva siendo toda su vida.
Demasiado tarde, quizás. Unos travellings fantásticos por la ciudad a través de los ojos de una mujer que acaba de darse cuenta del tiempo y la vida.
Imprescindible para los amantes del buen cine frances.
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49 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Vida y angustia en el París de la Nouvelle Vague
Cléo de 5 a 7 es una de las películas menos conocidas de la Nouvelle Vague y una de las obras más celebradas de Agnès Varda, que todavía ahora sigue fiel a su estilo documental e impúdico. El film es un doble viaje: el recorrido por una ciudad y el trayecto que realizamos hasta descubrir las entrañas de Cléo, una diva en horas bajas de la que nunca se sabe si actúa fruto de cierta hipocondría teatral o desde la lucidez más activa. Puestos a decidir qué trayecto tomar, sin duda Varda consigue que la visita por los lugares emblemáticos de París, y por lo tanto la parte externa y puramente formal del film, sea la más interesante: pocas veces el cine presenta una dirección de fotografía tan magistral y una coreografía de planos que bajo su aparente sencillez esconde un gran trabajo de orfebrería cinematográfica. Con todo, aunque Varda llena el libreto de símbolos y en todo momento se respira una atmósfera de 'júbilo tenso', la película acaba afectada por la nula atracción que tiene en el espectador un personaje protagonista vacuo cuya transformación vital sabe a giro forzado de guion.

Cléo de 5 a 7, más que pensarla, me gusta estar en ella, rebuscar curioso cada detalle de cada plano, disfrutar de la estudiada cronología y la rapidez de su argumento. Es, ante todo, la crónica de una tarde, que según se mire puede ser la última o la primera de una existencia futura más libre. Sensorialmente me llena, como reflexión sobre la futilidad del tiempo no termina de cuajar. Cojan a Cléo de la mano y síganla sin pensar si acabarán en las puertas del cielo o del infierno: Cléo de 5 a 7 es una experiencia que no deben perderse.

@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities
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31 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Dos horas de Cleo
Cleo de 5 a 7 es un claro exponente de la nouvelle vague francesa. En este caso de su miembro femenino más destacados: Agnès Varda.

La espera ante un momento importante. Todos hemos estado pendientes de resultados, decisiones, instantes concretos en nuestra vida. Aquí, seguimos las dos horas previas a que Cleo descubra los resultados de un análisis médico que le podría diagnosticar una
grave enfermedad.

La película es muy elegante. Desde el exquisito uso de la música, al vestuario, la interpretación de Corinne Marchand, la cámara de Varda pasando por el fluir de los personajes que acompañan a Cleo de 5 a 7. El repertorio de planos es asombroso: desde el plano general que la observa a lo lejos, a las penetrantes miradas que los parisienses le dirigen, al rostro huidizo de Cleo, a las múltiples miradas a los espejos, etc.

La estructura del relato y como enlaza las escenas es la gran esencia de la película. Como cuando Cleo observa a un niño aporreando un piano de juguete y la melodía que el niño adivina se convierte en la música que acompaña a la escena. Es el ir y venir de Cleo, de su incertidumbre, de buscar nada en concreto, de la necesidad de huir a ninguna parte. Está acompañada de muchas personas a lo largo de la espera pero con todas se siente vacía. Como siente el vacío cuando pone su canción en el café y observa las conversas y como la vida pasa sin más ante sus ojos. Al final todos nos preguntamos si influimos de alguna manera en el mundo que nos ha tocado vivir. Muchas veces no somos más que meros espectadores.

Cleo de 5 a 7 es pura belleza. Especialmente toda la parte final en el parque, las conversas, el personaje interpretado por Antoine Bourseiller, los encuadres y el cierre de la película. Fantástica obra.

https://incertidumbreycine.wordpress.com/2016/04/06/cleo-de-5-a-7-cleo-de-5-a-7-agnes-vard-1962a/
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19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Agnes Varda (1928-2019)
Lo que le pasa a la bella Cleo en ese espacio de tiempo es sólo un retal de su vida, un pequeño capítulo que Agnes Varda, que nos dejó recientemente, inventa para ofrecer una película que destaca por su rareza, por su innovación y por su feminismo. No soy un seguidor de la Nouvelle Vague, paso de las corrientes, de las etiquetas y de las banderas, pero creo que todo cinéfilo debería pasarse por "Cleo de 5 a 7", que es francesa, por lo visto encuadra con la corriente cinematográfica señalada y sobre todo, la firma Varda, que es a quien quería homenajear.

Por lo visto acostumbraba a mover poco presupuesto para sus películas, algo que contrastaba, según ella misma, con el éxito que sí se le reconocía a su cine. No sé si se nota mucho ese bajo presupuesto en la historia de Cleo, el caso es que en mi opinión destaca por sus exteriores, por unos travellings bien colocados y en cuanto a lo que le sucede a la protagonista, personalmente me acaba convenciendo en su parte final. La imagen que se nos ofrece de Cleo es la de alguien materialista, estúpidamente supersticiosa y con quien es difícil simpatizar. Una más de entre las tantas que podría haber.

Pero no, por fortuna para nosotros a Cleo le da por conversar con un militar en un parque cuando lo normal hubiera sido que lo hubiera espantado, así que ante nosotros por sorpresa, cuando parecía imposible, tiene lugar la magia del cine.

Cleo cambia de vida, se muda de planeta, se olvida del ridículo Vilallonga y por fin toca de pies a tierra. Casualidades, casi son las siete, es la hora de despedirnos y toda su insignificante vida cobra otro valor. Son cosas que quizás sólo los franceses saben hacer, porque él le dice que ojalá pudiera quedarse con ella, no se han dado ni un beso, sí salen agarrados de la mano del hospital (lo cual es precioso), y ella le responde con su mirada como diciéndole lo mismo, ojalá no tuvieran que separarse ahora que se acaban de conocer y empiezan una nueva vida.

Maravilloso, la magia del cine nada menos...
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15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Cleo nos pasea por París.
220/07(11/09/08) Agnes Varda nos regala una notable muestra de lo que puede ofrecer la nouvelle vague francesa. Nos relata en tiempo real (de ahí el título), la angustia vital de una cantante parisina (Corinne Marchand) que está esperando los resultados de un examen médico para saber si tiene cáncer, durante la espera deambula por la capital gala, encontrándose con varios personajes a través de los cuales asistimos al derrumbe de la protagonista. Por medio de travellings prodigiosos, nos pasea por Montparnase, todo ello con el telón de fondo de un París convulso por la guerra argelina, un París que es un actor más que raya la perfección Corinne Marchand realiza un trabajo brillante, encarnando a esta mujer al borde de del abismo. Recomendable a los amantes del buen cine. Fuerza y honor!!!
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19 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
“Todo lo que necesitas para confiar, es amor”
Florence, ya no es esa mujer floreciente y esa cantante de éxito que pudo haber sido en tiempos pasados. Sigue siendo muy bella, y todavía tiene a su lado a Bob y a Maurice, dos compositores que siguen haciendo canciones para ella y acaban de traerle un nuevo éxito, “Sans Toi”. Pero, supersticiosa hasta el absurdo y debidamente respaldada por Angele, su asistente, Cléo Victoire -éste es su nombre de cantante-, acaba de acudir a donde una pitonisa… y ¡su lectura la ha dejado en la más completa desazón!

Lo que vendrá luego, responde a lo simple de la vida, está enmarcado en la existencia cotidiana… pero, en esta ocasión, quizás tenga otro significado porque, a veces, es necesaria la crisis para poder crecer y para poder ver las cosas gratas que, estando siempre presentes, no conseguíamos verlas. La película fluye como un río sosegado, disfrutando a plenitud las calles sesenteras de París y trayéndonos uno… y otro… y otro… personaje, que llegará a la vida de Cléo como un indicado instrumento del universo.

Con el filme, “La Pointe Courte” (1956), Agnès Varda, había sido precursora del sonado movimiento cinematográfico conocido como, La Nouvelle Vague (La Nueva Ola), más interesado en lo interno que en lo externo, y con más afán de alma y de sentimientos que de acciones puramente físicas. “CLÉO DE 5 A 7” -título que no debe entenderse como si la historia transcurriera entre las 5 y las 7 pm de un mismo día-, también se enmarca en este movimiento y Varda se entrega de pleno a ese instante en el que, el ser humano puede llegar a sentir que, sin haber vivido suficientemente, el fin está demasiado cerca.

Con una belleza muy fina, Corinne Marchand, consigue irradiar encanto y simpatía, y en su largo trajinar nos contagia con su angustia, pero también nos permite ver y comprender lo que ella logra con cada nuevo encuentro. Parece, Cléo, la clase de mujer que ha creído más en los demás que en sí misma, pero, su nueva condición quizás se convierta, a fuerza de ver, en un nuevo despertar.

La edición ha sido debidamente cuidada… y ciertos momentos resultan muy creativos como reflejo de sensaciones y pensamientos. Narrativamente, pareciéramos estar, en ciertos apartes, ante un filme autobiográfico -el guion también es de Varda- porque, el cariño que la directora inyecta en su protagonista, sólo se siente por alguien con quien se está muy íntimamente conectado.

Los intensos colores que apenas se dan en los planos en que se leen las cartas, parecieran ser la realidad como, hasta entonces, la ve la protagonista… y quizás, también pretenda centrar nuestra atención en ese popularizado y tantas veces traumatizador ejercicio; y el gris intenso del resto del filme, hace ver el mundo como, muy seguramente, lo está viendo la bella y acongojada Cleopatra.

Con, <<CLÉO DE 5 A 7>>, una nueva y muy valiosa realizadora, se hacía ya un lugar en el arte cinematográfico.

Mención para, Michel Legrand, inolvidable compositor de tantos éxitos cinematográficos, quien aquí aparece como el pianista que ofrecerá, a Cléo, la bella canción que será su nuevo éxito.

Agnés Varda (1928-2019): ¡Namasté!
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13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Al azar de la improvisación y la anarquía
Pequeña y discreta propuesta que nos trae la Nouvelle Vague, donde una joven cantante espera impacientemente los resultados de sus exámenes médicos. Es una película que filma solamente dos horas donde nuestra protagonista es víctima de todos los temores e incertidumbres de conocer una verdad que probablemente marcará su vida. El movimiento francés libertino llamado Nouvelle Vague no es mi fuerte, y pese a que tiene representantes de lujo, “Cleo de 5 a 7” no es una de ellas, contiene demasiadas escenas que parecen filmadas a la improvisación de una cámara en mano que intenta justificar un argumento que realmente pudo dar mucho más de sí, pero se queda a medias y aporta muy poco a una situación tan asfixiante como las horas previas a enterarte de algo de pronóstico grave. Por momentos aburrida y lenta. Aunque se puede argumentar que posee grandes tomas y travellings maravillosos de parís, además su protagonista realiza un buen recital interpretativo.
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24 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Recomendable
Algunos episodios encajan mejor que otros. Quizá en algunos puntos la peli haya resistido mal el paso del tiempo, en especial en lo que se refiere a la estética y estilo de inicios del pop que marcan algunas fases de la película. La peliculita de minuto y medio que se inserta dentro del film, a día de hoy, no parece tener más interés que el de los cameos que contiene.

De todos modos, me ha parecido una obra cautivadora, que seguro que resultó rompedora cuando se estrenó. Agnès Varda consigue confrontar el conflicto interno del personaje principal con el luminoso escenario en el que se desenvuelve. Por eso, la película es un homenaje a Paris, pero también, y no en menor medida, es un canto a la vida en general. Grandes planos y travellings sobre el París más deslumbrante: tiendas, cafés, parques... Pero basta mirar a los ojos de la protagonista para entender su angustia. Su mundo ideal se desmorona. El lujo es absurdo, pero la austeridad también... Y todo ello al ritmo de un reloj que corre lentamente, pero sin detenerse nunca. No hay elipsis. Bueno sí, hay dos: una gran elipsis al principio, no sabemos cómo la protagonista ha llegado allí; y una gran elipsis al final, abierto a todo. En medio hay un lento e ininterrumpido proceso que vive la protagonista de conocimiento de si misma como individuo, de todo lo que la envuelve, y de todo el género humano.

Qué trascendente me he puesto. De todos modos, una joyita muy recomendable.
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12 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Un trozo de vida
Innovadora y original película, un clásico de la nouvelle vague, su originalidad está sobre todo, en como lo cuenta más que lo que cuenta, una exquisita y femenina Corinne Marchand hace suya la historia, bien arropada por varios secundarios, unos más acertados, otros menos, como por ejemplo, la supersticiosa secretaria, los alocados letristas de sus canciones, su amiga modelo de espíritu libre y el militar seductor algo poeta y filósofo. Todo eso recorriendo una ciudad tan bella como inolvidable Paris, con sus barrios, sus cafés y sus parques, con esa angustia de querer saber y no querer saber al mismo tiempo el resultado de la biopsia. Sólo una mujer, podía retratado tan bien un espíritu femenino.
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Después de la cara bonita.
Cleo es de una actualidad tan brutal, tan moderna y tan terrible que dan ganas de exigir al ministerio de educación que la proyecte en los institutos. Esos institutos llenos chicas que piensan que sin lo bello no son nadie, que sin una buena estética no se consigue a nadie, que sin un buen maquillaje no se llega a nada. Cómo las redes sociales han llenado las cabezas de necesidad por ser visto, y ser visto lo más guapo posible. Es decir, lo más parecido a lo que significa para el mundo ser lo más guapo posible. Como aquella cantante, como esa modelo. Como esa actriz que anuncia esa crema hidratante en su 'instagram'. El vacío cuando la vida se pone delante es tremendo.

Fotográficamente es una delicia de planos, juegos de espejos y escenas llenas de ruido y detalles. Antológico el momento de la cafetería con Cleo rodeada de vida.
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7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Cleo es poesía
Existe algo en esta película que me perturba los sentidos, y que la hace más irreal que creíble, pero en el buen sentido: son los diálogos de Cleo, sus acciones, y los numerosos elementos que se elevan al rango alegórico y que convierten a esta pequeña obra maestra en un largo poema cuya estética no deja de resultarnos a día de hoy muy original.

Por encima de la transformación dramática de la protagonista (que si bien es soberbia), lo mejor para mi es cómo se muestran todas esas situaciones que hacen rodar la historia: Varda elige dotar su guion de elementos que representen algo más que lo meramente observable (símbolos), y estos juegan con los personajes, el entorno, la cámara, y en definitiva con nosotros, constituyendo así unas bases estéticas a la película más propias de un poema literario que del cine. Y es por esto por lo que creo que se conoce a Varda como una de las predecesoras de la Nouvelle vague, aunque no estoy seguro.

Por poner ejemplos, me encanta el juego de los espejos para reflejar la belleza de Cleo, quien la asocia (al menos al comienzo) con la vida: ``Espera, bonita mariposa. La fealdad es una especie de muerte. Mientras sea hermosa estoy más viva que otros ´´. Adoro también cómo hace la directora para recordarle a Cleo esa atadura que la tiene sometida toda la película, como la escena del espejito roto, o al principio, cuando ve en los ecaparates de las tiendas esas máscaras tan feas. Pero la mejor secuencia de todas para mi gusto es la del ensayo de Sans toi, con sus dos colaboradores musicales: se trata probablemente de la secuencia más bella de toda la película, con un movimiento de cámara muy lento y suave; una gran cortina negra que se desplaza lentamente tras la cantante; una iluminación que resalta ligeramente el brillo de los colores más blancos, y que otorgan a Cleo un aspecto casi angelical; y esa música melancólica, que habla sobre la belleza desperdiciada. Todo en su conjunto termina por recordarle la agobiante cita a la que debe asistir en tan sólo una hora, y que podría confirmar la peor de las noticias. Me parecen dos minutos maravillosos, con una potencia pocas veces igualada. Varda dice muchísimo con muy poco.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Cleo de 5 a 6:30 Notas
Justo una hora y media del 21 de junio de 1961. Un preámbulo en color y trece capítulos en blanco y negro.

Un filme ligero y denso, claro y barroco, natural y emblemático, delicado y brutal, curioso y actual.
Pura Novelle Vague que abre miras, que canta a la vida. Nos habla del amor, la amistad, el éxito, la curiosidad, el saber y la música.
Una banda musical de Michel Legrand magnífica y heterodoxa. Ante las cámaras, aparece tocando el piano -como Bob-, acompañado por el letrista Serge Korber -como Maurice- en el simpático capítulo VI 'Bob' 17:31 a 17:38 y en el capítulo de transición VII 'Cléo' 17:38 a 17:45

Una lección de cine, también un documental del París de 1961. Incluso un homenaje al cine mudo (cine dentro del cine con las actuaciones de Jean-Luc Godard, Anna Karina, Samy Frey, Georges de Beauregard, Danièle Delorme, Yves Robert, Alan Scott, Jean-Claude Brialy y Eddie Constantine. A mi modo de ver, en Cléo de 5 a 7 hay hasta un manifiesto oculto sobre el espectáculo cinematográfico.

Un filme que a cada nueva visualización lo amaremos -con todos sus defectos- un poco más, hasta terminar siendo totalmente entrañable y delicioso.

Una Cléo (Corinne Marchand) espléndida, adorable, llena de vitalidad y su amiga Dorothée (Dorothée Blanck) una belleza exquisita y alegre.

Precioso blanco y negro (color solo en los cuatro minutos iniciales) con encuadres peculiares y novedosos. Agnès Varda provenía del mundo de la fotografía como ya observamos en su primer film “La pointe courte” (1955).

Recuerdo la extraña casa-estudio- de Cléo donde encontramos las islas de vida: el tocador, el piano, la cama... y esos gatitos jugando por doquier que animan la acción

Un insólito tiempo real, sin cortes, 90 minutos de la vida de de Cléo. Nada aburrido, ni académico. Especialmente memorable cuando te fijas en ello.

A la mitad del film, en el capítulo VII 17:38 a 17:45, es cuando canta la emocionante canción “Sans toi”, (‘si llegas tarde estaré enterrada’) cuándo se impregna del sentido de desesperación y muerte. Quitándose la peluca dice “¡si me pudiera sacar también la cabeza!” Es el inicio de la segunda parte, con la transición del blanco al negro, del interior al exterior, del ensayo musical de Cléo a ese niño tocando el piano de juguete en la callejuela...

Simplemente genial.



Manifiesto oculto sobre el cine

Agnès Varda nos habla del auténtico cine, el séptimo, el que contempla al arte, el que se convierte en él. Esos elegantes travellings en una especie de recorrido iniciático, como quien descubre el Partenón, nos introducen muy bien en el mundo del arte, de la escuela de escultura Couturier y de la belleza del cuerpo humano (Dorothée Blank). Recuerda de alguna manera la adoración que hace Chaplin al inicio de ‘Luces en la Ciudad’ cuando se queda contemplando una escultura de una mujer desnuda en un escaparate de una galería de arte (justo después de mofarse del cine sonoro). Una clara protesta de Chaplin a la prohibición del desnudo que el código Hays impuso. Protesta a la que, de forma elegante, Agnès Varda se suma, como tantos otros y otras que encuentran excesivamente casto o ridículo el cine norteamericano al empeñarse en vestir los desnudos.

Pero el film también incluye, a mi entender, un manifiesto metafórico de rechazo a los espectáculos de terror y violencia que a tanta gente atraen y gustan. Esos corros de parisinos en la calle mirando al hombre que se come unas cuantas ranas vivas y después las vomita (nauseas y terror) o el exhibicionista que se atraviesa el brazo con un hierro (violencia y tortura) producen en Cléo una repulsa contundente e instintiva. La misma que muchas personas sienten ante el terror y la violencia que a menudo aparecen en el cine.

Ello nos lleva a ciertas reflexiones y preguntas ¿Que emociones y sentimientos nos transmiten ese tipo de cintas? ¿Hasta que punto nuestro sistema límbico queda afectado por visionar películas de terror, torturas o violaciones? ¿Quien se plantea la ética de lo que vemos y aprendemos en el cine? ¿Realidad y ficción están interrelacionadas?
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Tragando sapos
Tan snob como su protagonista, el estilo nouvelle vague es pretencioso y a ratos irritante. Quizás por eso no me toca el corazón una historia que por el tema que trata debería hacerlo, el de una chica cool que se enfrenta a la posibilidad de una muerte cercana.
Visualmente es bonita, bien hecha, con una fotografía y unos travellings sorprendentes. Pero me carga. Es solo mi opinión.
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15 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Última etapa, Cleo, París y el crono.
¿De qué va?:

Cleo, una joven y muy cool cantante parisina que espera impaciente unos resultados médicos, queda tan sugestionada tras la visita a una médium que se convence de que le quedan pocos días de vida y durante dos horas vaga por París en busca de respuestas que no encuentra.

Críticas:

Da gusto ver ciertas películas sólo por lo bien hechas que están; ésta en particular goza de una fotografía y unos encuadres portentosos, toda la película es un homenaje a la ciudad de París rodado con una meticulosidad tan grande que hace que todo parezca casual, no forzado, mientras asistimos por medio de cortos capítulos a un par de horas de la vida de Cleo, una feliz belleza parisina hasta que cree que ha llegado su hora (Leone) tras una visita a una pitonisa que despierta en ella sus instintos más aprensivos.

Toda la reflexión sobre la vida y la muerte, con el militar que va a ir a combatir a Argelia en contraposición con la banalidad de Cleo y su egocentrismo galopante, encajan perfectamente dentro de la que es la verdadera protagonista de la película, la convulsa París de la época, la de la guerra de Argelia, la que a pesar de todo aparece reluciente como una patena todo el metraje, llevando de la mano siempre a los protagonistas, y es que...

¿Quién coño iba a querer morirse en la ciudad de la luz?.
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8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Ella se balancea en su columpio de marfil
Todo se reduce a un hermoso rostro,
ese es el triunfo de la vanidad.
Tras cada palabra el vacío,
tras cada silencio la nada.
Si arrebatamos todo anhelo,
si arrebatamos toda esperanza.
¿Qué nos queda?
¿Qué permanece?
Tan solo sobrevivir.
Tan solo seguir adelante.
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6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Nunca se cumplen los mayores deseos... ni tampoco los mayores miedos.
La Nouvelle Vague siempre me teletransporta en el tiempo, y todo el aroma desprendido de cada plano de cada una de las películas de esta corriente logra sacarme, por instantes, de la trama para que me sienta un transeúnte más de la tan anárquica como clásica ciudad de París. Agnès Varda fue un genio, una pionera, una mujer que se abrió hueco el aquella corriente protagonizada por hombres que, cámara en mano y en un exquisito blanco y negro, se esmeró en retratar un París sin grandes clímax, de personajes sin grandes éxitos, a retratar la vida misma, sencilla y compleja, en films donde el mundo cabe en una cafetería.
Y la película en cuestión es eso: en paseos sin grandes aventuras, en taxis mundanos, en encuentros cotidianos, entre risas y conversaciones superfluas nada el pánico a la muerte, la brevedad de la vida como símbolo nuevo que aparece ante la espera de una prueba; en un piso escueto donde una tarotisa lee tus cartas cabe el terror de un condenado a muerte. Pero todo parece liviano, etéreo, ligero, porque la vida tiene ese absurdismo. Y, oh, le debemos tanto a la Nouvelle Vague, que lejos de los melodramas de Hollywood recargados de música dramática y rostros sobreactuados y estereotipos manidos nos trajo una mirilla hacia un mundo real, veraz, hermoso, cruel, cambiante.
El viaje de Cleo es tremendo, pero ligero; tiene miedo, pero es valiente; ama la vida, y por ello teme perderla; nada importa tanto, y todo importa demasiado.
El día más largo del año en todos los sentidos, el paso de la primavera al verano, de Géminis a Cáncer; el géminis de Cleo son sus dos caras en el espejo, la jovial e ingenua vestida de blanco entre cachorros de gato y la mujer madurada y más áspera que, vestida de negro y con rostro impávido, camina por París mirando los desasosegantes ojos de los transeúntes...
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La vanidad ante la muerte
Nunca había visto una película de Agnes Varda, lo tenía en mi agenda de pendientes y sinceramente, lo que hace con una cámara me parece pura magia. Es capaz de reflejar los sentimientos de los personajes de una forma arrolladora, simplemente siguiendo a la protagonista rodando cámara en mano, transmitiendo la vida de la ciudad, recorriendo sus calles a bordo de taxis y autobuses, fotografiando los rostros de la gente.

Agnes Varda se encuadró desde un principio con la Nouvelle Vague, se identificaba con ese cine realista que mostraba la sociedad francesa, pero ante todo fue una pionera. Luchó y promulgó a viva voz para que las mujeres salieran de sus hogares, de sus cocinas, de sus deberes domésticos. Ellas también eran capaces de dirigir, producir y realizar películas.

La película nos muestra dos horas (prácticamente en tiempo real) en la vida de Cleo, una joven cantante frívola y mimada que solo se preocupa de su belleza y juventud. Aunque su vida esté amenazada por la enfermedad y la muerte no deja de verse en los espejos, en el bar, en la tienda de moda, en su casa. Incluso ella misma lo reconoce, mientras sea guapa, estará mucho más viva que los demás. Una dura reflexión sobre la vida y la muerte, pero sobre todo ante la falta de humildad de la protagonista. Todo ello acompañado de una banda sonora que me parece una obra maestra.

La actuación de Corinne Marchand me parece impecable, retratando en su rostro la belleza y delicadeza de una mujer preciosa. Realmente, la cámara la adora. Lástima que su filmografía sea más bien escasa.

Mientras espera los resultados que le confirmen su diagnóstico, conoce a un soldado que está a punto de irse a Argelia, ante el que se muestra por primera vez en toda la película de forma natural y espontánea. Incluso ante las terribles noticias que le da el médico, ha perdido el miedo que tenía ante un posible futuro abierto. Termina la primavera, comienza el verano.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Epígono aventajado
Película extraña a la que cuesta coger el aire, y ello pese a presentar destellos de genialidad desde los mismos títulos de crédito, con esa lectura del tarot en lacerante color. No ayuda la indefinición en que Agnès Varda chapotea durante el primer cuarto de su metraje, a medio camino entre un experimentalismo de raíz godardiana y el amateurismo y las texturas documentales de los Resnais y Truffaut primeros, como si, epígono aventajado de la “Nouvelle vague”, tratase de impresionar a sus maestros.
Perfecta metáfora de lo que vendrá a continuación, Corinne Marchand se arranca la barroquizante peluca y sale a las hermosísimas calles de París, dejando en casa sus insufribles mohines y a sus todavía más molestos aduladores —eso sí, ver a José Luis de Vilallonga quejarse de estar muy liado con el trabajo constituye un sarcasmo glorioso, rayano en el dadaísmo—. A partir de entonces, Varda parece encontrar su propia voz, de lo cual se beneficia sobremanera una historia que, de hecho, se convertirá en uno de los emblemas de la revolución iniciada por aquellos jóvenes y feroces cahieristas. Porque la cinta gana en naturalidad y frescura, pródiga en travellings subjetivos y conversaciones escuchadas al paso, las mismas que atraparíamos en cualquiera de los apretados veladores que hasta hace nada poblaban las aceras parisinas, más valiosas, si cabe, ahora que la COVID-19, como tantas otras cosas que dábamos por sentadas, se las ha llevado, y mucho me temo que para siempre.
En fin, insisto en que si no le tenemos en cuenta el desconcertante planteamiento, el casi-debut de Agnès Varda —su opera prima es “La pointe courte” (ídem, 1955)—, con su sencilla lírica urbana y el virtuosismo en el manejo de la cámara, se cuenta con todo merecimiento entre la media docena de joyitas que aquilataron la “Nouvelle vague”, movimiento renovador que, seis décadas después, conserva la lozanía que ostentaran sus veinteañeros protagonistas.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Crítica de Cleo de 5 a 7 por Cinemagavia
*La nouvelle vague

Dentro de una corriente mayormente masculina, Agnès Varda consigue hacerse un hueco entre los grandes nombres. Cleo de 5 a 7 muestra todas las características de la Nouvelle Vague francesa desapercibidamente. Comienza con unos planos en color de una pitonisa que le tira las cartas del tarot a Cleo, pero este es el único resquicio del color que se ve en la película. El blanco y negro se adueña de toda la cinta.

La protagonista es una mujer de distinguida relevancia social y sobre ella se ciñe una gran preocupación: ¿cuáles serán los resultados de la biopsia que se realizó hace unas horas? Las dos horas de espera a las que se enfrenta Cleo son narradas casi en tiempo real por Varda. Durante estas horas, la cámara acompaña a la cantante en sus paseos por París, en los cafés de la ciudad y en los trayectos en coche y autobús. En todos ellos las miradas de los parisinos hacia la cantante son constantes restándole y sumándole importancia al personaje a la vez.

*Entre Florencia y Cleopatra

Aunque Corinne Marchand no haya sido una actriz que haya pasado a la posteridad, su trabajo a la hora de retratar a Cleo es magnífico. La protagonista es una cantante con delirios de grandeza que se encuentra al comienzo de su carrera profesional. Varda realiza un viaje psicológico hacia el interior de Cleopatra, cuyo nombre real es Florencia. A través de la cámara, la introspección se balancea sobre dos polos: la superficialidad y la intimidad.

En la escena de la sombrerería, acompañada por el ama de llaves, Cleo se deja llevar por su lado más frívolo y superficial. Probándose sombreros de todo tipo, termina escogiendo un sombrero de invierno aun siendo verano y siendo reprobada por su ama de llaves. Esta decisión está marcada por la ambición de Cleo. Más tarde, cuando se encuentra a su amiga ella misma confiesa que no iba a ponerse ese sombrero. La belleza y juventud son para la cantante su bien más preciado. Ya lo dice al principio de la película: Mientras seas guapa, estarás mucho más viva que los demás.

Por otro lado, Marchand también deja ver el lado más íntimo de la cantante. Es el lado de Florencia. Cuando canta en su casa junto a los compositores con los que trabaja, Cleo se muestra más tierna. Además, cuando conoce en el parque a un joven soldado a punto de partir de Argelia, muestra su preocupación sobre su posible enfermedad. Ante este desconocido se muestra tan vulnerable, que la frivolidad y superficialidad de las escenas anteriores queda relegada en el olvido.

*Conclusión

La cinta de Agnès Varda es un diamante en bruto que no ha sido valorado lo suficiente. Siendo un clásico de la Nouvelle Vague, no se conoce tanto como otros títulos de la corriente. La excelente introspección sobre un personaje femenino que se enfrenta a una noticia que puede cambiar su vida es majestuosa de principio a fin.

Escrito por Lucia Blazquez
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