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243 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
El peine de los vientos.
Película absolutamente tramposa e inverosímil, con un final ridículo, precipitado, que manipula desde el más chabacano embeleco. La trama no se sostiene por sí misma, está claro. Pero la sostiene, entre trapisondas varias, el propio espectador. Y la sostiene un poco por la simpatía que le genera Laughton y un poco sin saber por qué, pero con un interés que no le prestaría, normalmente, a una peli actual de estas características.

Quizás sí sea una obra maestra, aunque a mí no me lo parezca. Y si finalmente lo fuera lo sería por unos diálogos estupendos, un guión milimétrico en su despropósito pero de tremenda precisión técnica, etc. Pero sobre todo, creo yo, lo sería por su condición de película consistente, inoxidable; que está ahí, y ahí se queda. No la mueve ni el tiempo. Permanece fresca, joven. Aguanta la ventolera de los años y la marejada de sucesivas generaciones de espectadores.

Por ello, es digno de alabar el método mágico e indescifrable de algunos directores para generar películas (no sé si obras maestras o no, no entro en ese debate) capaces de mantenerse como el primer día, capaces de conectar con el espectador y hacerle vibrar 40 ó 50 años después (con lo difícil que es eso en el terreno audiovisual, nos criamos con imágenes y nos condicionan las imágenes).

Y no me refiero al cinéfilo medio, ni siquiera. Voy más allá, me refiero al aficionado a las películas, no al cine, que se traga lo que le echen siempre que sea en color y de no más de 15 años. Incluso ése, en su mayoría, se zamparía esta peli sin rechistar. Y por muchas protestas que formule por el desenlace y por mucho que adelante su resolución (que lo hará), se lo pasará de la hostia con un espectáculo en que engañarle y sorprenderle no es lo prioritario (aunque le engañen), y porque se le ha contado de manera estupenda una historia entretenidísima, apuntalada con elementos (una introducción impecable, actores, guión y realización de soberbia capacidad narrativa) de primer nivel. Y en esos elementos radica la diferencia entre películas como ésta y el grueso del thriller sorpresivo actual. No existe comparación posible partiendo de confrontar finales y sorpresas... Esta cinta condensa un enorme trabajo artesanal en un desarrollo que va más allá del final, el disfraz, el acento o el cuchillo. Cuestiones irremisiblemente pasajeras puesto que se dirigen a un público concreto, a la sensibilidad y la ingenuidad, en este caso, de una época determinada. Pero... ¿contar bien una historia? Eso no tiene fecha de caducidad.

En esto de la longevidad de las pelis Wilder es, probablemente, el gran especialista, el mejor (junto a Hitchcock). Siempre que busco cine clásico para ponérselo a no aficionados al cine recurro a ¡Qué bello es vivir! o al maestro Wilder. Siempre que busco cine imperecedero, ése que hace hincapié en el nudo tanto o más que en el desenlace, recurro a películas como ésta.

Y la verdad es que normalmente acierto. Bueno, Wilder... Wilder acierta.
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369 de 459 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Tanto tiempo después sigue siendo ejemplar
Es “Testigo de cargo” una de esas películas que de tanto rizar el rizo en su final, se vuelve todo inverosímil pero que te quedas con una agradable sonrisa en la cara. Sonrisa al comprobar unos diálogos ingeniosos, con grandes toques de humor, con un sarcasmo tan sutil que pasa desapercibido.

Magistralmente interpretada por su trío protagonista: Tyrone Power, Marlene Dietrich, Charles Laughton. Laughton lleva la interpretación en esta cinta hasta confundir su personaje con su propia persona. Cercano, ral, bonachón y pícaro. Fantástico durante todo el metraje.
La película se hace corta. Ni el tiempo, ha podido borrar la brillante realización del director Billy Wilder.

Divierte, fascina, inquieta y sorprende. ¿Qué más se le puede pedir a una película?

La Dietrich siempre refinada, puesta para nuestro disfrute dice: “Nunca me desmayo porque no estoy segura de caer con elegancia“.

Y yo contesto: señora, con frases como esa y directores como el que le ronda la elegancia esta garantizada.
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182 de 191 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Absolutamente sobrevalorada
Me sorprende mucho que “Testigo de cargo” ocupe una de las posiciones más altas del top de FilmAffinity y que las dos obras maestras indiscutibles de Billy Wilder: “Con faldas y a lo loco” y “El apartamento” se encuentren en posiciones “menos dignas”.
No considero en absoluto a “Testigo de cargo” una mala película: sus diálogos son extraordinarios, la dirección es excelente, los actores están magníficos y sus primeros veinte minutos son de una comedia perfecta. El problema reside en que la trama va descubriendo errores monumentales que hacen que su final sea uno de los más tramposos y aparatosos de la historia del cine. Paso a relatar los hechos:
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333 de 579 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Testigos de una burla
Testigo de cargo es una obra de engaños y mascaradas en lo que nada es lo que parece. Marlene Dietrich nos regala una interpretación perfecta. Charles Laughton, quien junto a Spencer Tracy y James Cagney me parece el mejor actor clásico, despliega en Testigo de Cargo toda su dosis de inteligencia, recursos y sarcasmo. También su cuerpo es un campo de batalla y satisfacer sus necesidades exige un espíritu subversivo.

La elegante alternancia entre comedia y drama brilla con luz propia en este film que para mí, junto con Herencia del Viento, es de lo mejor sobre dramas judiciales.

Tras las críticas leídas sobre este film en esta página me gustaría decir en favor de Wilder que observo la escena final más bien como una secuencia onírica que como un desenlace serio. Es cierto que no está brillantemente rodada, pero presiento que fue deseo del director. Y Con Faldas y a lo Loco es bastante cutre, por cierto.

Un clásico judicial para disfrutarlo en cualquier ocasión. 9.4

"Señorita Plimsoll, si fuese una mujer la azotaría ahora mismo."
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133 de 183 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El mejor juicio de la historia del cine
Sin ningún tipo de duda estamos ante una de las mejores películas del maestro Wilder junto con “El apartamento” o “En bandeja de plata”. Estamos ante una obra maestra.
Se trata de un adaptación de una pieza teatral de Agatha Christie, considerada como una de las mejores adaptaciones hachas para el cine partiendo de un relato de Christie.

Lo primero ha destacar es el guión, es un guión perfecto, sólido, ligero... con todo el sello de garantía de Wilder. Lleno de un humor extraordinario, con unos diálogos llenos de ironía, de humor... Y también donde se deja ver esa sentimentalismo especial de Wilder conjugado con su particular ironía. Ambas cosas tan bien enlazadas.

Es una película de actores, destacando evidentemente por encima de todos el gran Charles Laughton, haciendo aquí uno de los mejores trabajos de su vida. Hace una interpretación tan portentosa que deja sin habla. Yo creo que junto con su trabajo en “Tempestad sobre Washintong”, esta es su mejor interpretación, está en el mejor momento de su vida. Destacar también a Marlene Dietrich, muy pocas veces ha estado tan maravillosa como aquí. Su presentación y su puesta en escena es soberbia. Y por supuesto destacar a Tyrone Power, en su última interpretación ya que moriría meses después. Wilder hace una excelente dirección de actores, hace que los personajes sean todos entrañables y les da esa encarnadura vital. La propia Agatha Christie reconoció que Wilder había conseguido hacer a sus personajes más humanos.

Es una película que reflexiona sobre la moral en el ejercicio de la defensa, la duplicidad de testigos, una película sobre la traición, la pasión, la frustración... En este sentido en una película que anticipa mucho a su posterior “La vida privada de Sherlock Holmes”, en el sentido de retratar la curiosidad y la frustración del investigador. Es una película de detalles, de esos detalles con importancia y que nos revelan el carácter de los personajes; el monóculo, las pastillas, el termo, los sombreros, los puros...

En definitiva estamos ante una obra maestra por la que no pasa el tiempo, sino que conserva esa frescura y enganche. Es una película de una fluidez narrativa tan conseguida que el espectador entra y se siente participe de la película. En ese sentido es una película joven, que ha resistido muy bien el paso del tiempo. Imprescindible.
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94 de 106 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Gracias, Billy
Paradigma del género judicial, "Testigo de cargo" merece disfrutar indiscutiblemente de un puesto honorífico en el Olimpo de los grandes clásicos cinematográficos. Admitiendo de antemano la existencia de algún que otro gazapo o despropósito intrascendente en el clímax final, no estimo en ello motivo suficiente como para entablar polémicas bizantinas sobre si la película está sobrevalorada respecto a otros trabajos del director como "El apartamento", "Perdición" o "El crepúsculo de los dioses".
Wilder entremezcla sabiamente drama y comedia ( las escaramuzas verbales entre Sir Wilfrid y su enfermera son antológicas ) hilvanando magistralmente, al mismo tiempo, un entramado argumental repleto de diálogos que no decae ni resulta tedioso en ningún momento.
Laughton está grandioso, Tyrone Power sobreactúa oportunamente y la hiératica Marlene borda su papel, sobretodo en la metamorfosis final de su personaje, contribuyendo a construir uno de los desenlaces más insólitos e inesperados de la historia del séptimo arte.
Gracias, Billy, allá donde estés, por seducirnos con tu cine sencillo, ingenioso y ameno. El público es soberano y no es casualidad el grado de devoción que te profesa.
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60 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Orgía dialéctica
Permítanme unos segundos para recoger aire después de tan inmenso placer...


Gracias.


Se le nota una frescura y una fluidez tanto en el guión como en la dirección que parecen atemporales. Como si Wilder, aparte de genio cinematográfico, secretamente hubiera hecho sus pinitos en la física y hubiera creado una burbuja espacio-temporal y allí hubiera escondido la bobina con la que grabó esta película.
No me viene de nuevas encontrar tales sensaciones en una película de Billy, pero estamos tan mal acostumbrados actualmente que no puedo controlar una euforia como esta. Sí, la acabo de ver por primera vez, y sí, se que ahora mismo muchos sentís envidia, como así yo la sentiré en un futuro.
Esos diálogos electrizantes, llenos de vitalidad y socarronería.
Esos encuadres hábiles que parecieran un personaje más.
Charles Laughton... por Dios, ¡¡Charles Laughton!! Y Dietrich haciéndole frente sin desmerecer en absoluto.
Grandes papeles secundarios como es costumbre en una película de Wilder y bueno... el final tan comentado... Primero diré que la película ya es grande mucho antes de llegar al susodicho, y cuando este pasa, sigue siéndolo pese a alguna incongruencia y desaguisado. No entraré en detalles porque ni falta que hace, pero lo que hoy he descubierto tras todo esto es que eso de que una buena dirección y/o guión se puede ver lastrado por pequeños fallos o detalles desatidados es falso, o al menos no es del todo cierto. Una buena técnica siempre eclipsa esos detalles, y si se roza lo extraordinario durante todo el metraje más aún.
Para mí Billy Wilder es la personificación del Cine, y "Testigo de cargo" una buena muestra de ello.
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50 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La preferida del público
Título nº 15 de la filmografía de Billy Wilder. Escrito por éste, Harry Kurnitz y Larry Marcus, adpata la pieza teatral "Witness for the Prosecution", de Agatha Christie, publicada originariamente como un relato breve (1925). Se rueda en los platós de MGM Studios (Hollywood), con un presupuesto de 3 M dólares. Nominado a 6 Oscar, gana un Globo de oro (actriz reparto-Lanchester). Producido por Arthur Hornblown Jr., se estrena en diciembre de 1957 en sesión restringida (EEUU).

La acción tiene lugar en Londres en 1952. El famoso abogado londinense sir Wilfrid Robarts (Laughton), convalenciente de un infarto de miocardio, es asistido por la enfermera Miss Pimsoll (Lanchester). Acepta la defensa de Leonard Vole (Power), acusado de asesinato. Vole está casado con la alemana Christine (Dietrich).

El film suma los géneros de drama, misterio y thriller, a los que añade elementos de comedia de humor. Wilder asume la adaptación de la obra de Agatha Christie a instancias de Marlene Diatrich, a la que encarga la que es la segunda colaboración entre ambos. La obra tiene un tono teatral, ya que la mayor parte de la acción se desarrolla en el despacho de Robarts y en la sala de juicios. Intercala sugestivo "flashbacks" que explican antecedentes de la acción. La narración es brillante y fluida, la puesta en escena es excelente, los diálogos son magníficos y las interpretaciones memorables. La atmósfera de misterio y de intriga se desarrolla en un crescendo bien administrado, que absorbe la atención del espectador. Los personajes están bien definidos, sobre todo el del abogado defensor: gruñón, cascarrabias, testarudo, sagaz, lúcido e intuitivo. La obra obtiene el favor del público, que se hace cómplice del abogado. El relato está salpicado de humor, que se basa en palabras y expresiones de doble sentido, relaciones de amor/odio de Robarts y la enfermera, sagacidad del abogado, etc. No faltan constantes del autgor: encendido de una cerilla, coches de época, estaciones de tren. Como en "El crepúsculo de los dioses", el protagonista desea una última oportunidad. La lograda intensidad del suspense ha hecho que el film se comparara con los de Hitchcock, de quien Wilder toma aquí elementos tan característicos como el falso culpable, la mujer rubia que gobierna al hombre, los giros argumentales, etc. Son deliciosamente cómicas las profesiones sucesivas del acusado: probador de juguetes infantiles en unos grandes almacenees, reparador de máquinas extrañas, inventor de una batidora de huevos que separa la yema de la clara.

La música, de Matty Malneck, ofrece una partitura emotiva e intensa, con temas de amor, confianza y decepción. No hay temas de sorpresa. Añade la canción "I Never Go There Any More", que Christine canta en un cabaret nazi. La fotografía, de Russell Harlan ("Río bravo", Hawks, 1959), en B/N, presenta planos largos, numerosos planos a cámara fija, movimientos de barrido horizontal y encuadres precisos desde posiciones diversas e intercambiables.
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43 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Divertimento criminal
Desde la primera vez que vi a Charles Laughton en una película, es la escala de medida que utilizo para valorar el trabajo de cualquier actor: me sorprende constatar que ningún Robert DeNiro, ningún Pacino, en fin, ninguna de esas supuestas luminarias del cine actual son dignos ni de besarle las suelas de los zapatos a este actor que fue pirata, abogado, capitán, contrabandista, rey, jorobado y sobre todo, inmenso director que con una única película se situó de golpe y porrazo en el especial Olimpo que reservamos para los muy grandes. Cuando un talento como este se junta con otra gran mente como la de Billy Wilder, obtenemos como resultado esa maravilla que es "Testigo de cargo". Basada en un relato corto de Agatha Christie, mezcla soberbiamente el ritmo y los diálogos marca de la casa Wilder (aprende, Tarantino, esto sí que son diálogos) con la trama criminal de Christie, un juego de sospechosos, culpables e inocentes que cambian de signo. La película es en todo momento autoconsciente de su propia levedad: el relato de Christie, como muchas de sus novelas, nacen marcadas por un espíritu de divertimento, un juguete criminal para lectores y espectadores deseosos de convertirse en detectives.
"Testigo de cargo" no sólo rescata admirablemente las letras de Christie, además ofrece un recital de talento por parte de sus tres protagonistas, una encomiable agilidad narrativa que prohíbe el aburrimiento y uno de los finales más sorprendentes de la historia del cine (hay quienes consideran "previsibles" aquellos finales que pueden adivinar: cuando no lo consiguen, los llaman "engañosos"). Una película emblemática que sobrevive al transcurso de los años con la frescura intacta.
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40 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Fascinante pero....
Película realmente fascinante, diálogos perfectos, una trama con un ritmo impredecible. unos actores de verdad excelentes, una dirección espectacular, y un final que merece un punto y aparte en la historia del cine, ya que por ese final le pongo un 9 y al mismo tiempo no le pongo un 10.
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37 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Juzgando, que es gerundio.
Bueno, pues otro clásico más que me parece sobrevaloradísimo y otro clásico menos para demostrame a mí mismo que me equivoco cuando digo que el cine antiguo no es en absoluto mejor que el contemporáneo.

Voy a empezar comentando lo mejor de la cinta: sus diálogos, Laughton, un par de coñas y lo que es la trama en sí, pero esto no es mérito de Billy Wilder sino de la Cristie. Señoría, no me extiendo más en este apartado ya que cuenta con cien críticas más donde se cuenta con todo lujo de detalles lo maravilloso y estimulante que es este film y lo bien que huele el sobaco de Wilder.

Extendámonos en su acusación. Como película básicamente esto es: un juicio + Escenas de Matrimonio entre Laughton y la tal Srta. Plimsoll (que si no juzgo mal me parece que salía en Mary Poppins). Giros de guión aparte, es eso, no tiene más, un elaborado juicio. Si yo ahora grabase un juicio de estos con testigos sorpresa y frases elocuentes que se dicen como si hubiera un historiador al lado tomando nota, no llegaría al 5. Y no porque yo no dirija una mierda (que también) sino porque en el numerito entre paréntesis pondría 2011 y no 1957. Porque la rodaría en color y no en blanco y negro. Porque yo no estaría criando malvas. Porque los actores hablarían y reaccionarían con naturalidad y no actuarían como si solo existiesen sus líneas en el guión (eso va por ti, Srta. Plimsoll). Ya está, ya lo he dicho. Ahora proseguiré Señoría en cuanto cesen los gritos de "¡Protesto!", "¡Hereje!" y "¡Madafaca!"

Interpretaciones: ¡Alabada sea Dietrich por hacer tan bien de maniquí! ¿Tan difícil es gesticular con naturalidad? ¡Alabado sea Power por parecer una mujer cuando se desespera y grita! Ay Laugthon... menos mal que estás tú.

Wilder intenta mezclar tensión y comedia con gags que dejaron de hacer gracia allá por la Edad de Piedra salvo que seas una Srta. Plimsoll. Un par de gracias me hicieron dibujar una sonrisa pero también he sonreído cuando alguien se ha tirado un pedo, así que ya ves.

Resumiendo, para mí es lo de siempre: un clásico bueno para su época, obsoleto a día de hoy y sobrevalorado por el hecho de ser de Wilder y porque cualquier tiempo pasado fue mejor, la la la la... De hecho, creo que yo también le he puesto más nota de la que creo que merece. ¿Quieren un buen juicio? 12 Hombres Sin Piedad, el único clásico que para mí es clásico.

En fin, ahora empezará mi juicio. Spoileo un poco.
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52 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Uno de los mejores dramas judiciales que se han rodado
Billy Wilder, gran maestro de la comedia, hizo algunas incursiones en otros géneros, como el cine negro ("El crepúsculo de los Dioses", "Perdición"), el drama más puro ("Días sin huella") o el drama judicial ("Testigo de cargo").
No hace falta decir que la maestría de Wilder se bastó y se sobró para realizar grandes obras en cualquiera de estos géneros. Es más, en cuanto al drama judicial, "Testigo de cargo" es, sin duda, uno de los mejores films de ese genero que se han filmado a lo largo de la historia del cine.
Con muy pocos decorados, en blanco y negro y sin ningún efecto especial el maestro Wilder da una lección de dirección de actores y sólido pulso narrativo que resultará inolvidable para la mayoría de los espectadores que se aventuren a revisar esta gran obra.
Grandes dosis de intriga y de humor negro, una atmósfera incierta y amenazante, unas actuaciones estelares, sobre todo de Marlene Dietrich (Christine Vole-Helm) y de Charles Laughton (el brillante abogado criminalista Sir Wilfrid Robarts), unos secundarios geniales (el ama de llaves Janet McEnzie -Una O´Connor- o la enfermera Miss Plimsoll -Elsa Lanchester-) y uno de los mejores finales que he visto completan un puzzle difícil de superar.
Destacar, para finalizar, el fino alegato en contra de los prejuicios hacia los extranjeros -alemanes en este caso- que lanza con sutileza el autor, polaco de nacimiento pero criado en Austria y emigrado a los Estados Unidos unos años antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial.
Obra imprescindible para los amantes del cine de Wilder y del drama judicial.
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29 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
¿Quién engaña a quién?
Decenas de veces habré visto Testigo de Cargo, la adoro y nunca me canso, así que podría estar hablando horas, pero voy a intentar ser breve y centrarme en varios aspectos.

Toda la primera parte de la película, lo que transcurre en el despacho de Sir Wilfrid, es prodigiosa, de lo mejor de la historia del cine; ritmo, guión, gags y la interpretación de los actores, todo es puro Wilder. Nosotros en todo momento sabemos lo mismo que Sir Wilfrid y eso nos hace cómplices, nos reímos con él, dudamos del acusado como él, nos vamos sintiendo implicados poco a poco en la trama al igual que él…. incluso llegamos a sufrir la “tortura” de Miss Plimsoll al igual que él…. ¡por favor, deje fumar un puro a ese hombre!!!!
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25 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El gran teatro del mundo
Si bien se mira, todo el cine de Billy Wilder gira alrededor de una idea fija: la mentira es el motor del mundo. Cuando se rastrea a fondo en su filmografía, no encontramos más que seres conmovedoramente patéticos atrapados en mascaradas, metidos de grado o por fuerza en historias que ellos u otros han ideado y en las que deben representar un papel que no es extraño que acabe devorándolos o mostrándoles, muchas veces entre risas crueles, la fea cara de la vida a la que se han visto arrastrados. Vendedores de seguros cínicos y amorales, apocados e ingenuos empleadillos, guionistas aprovechados, periodistas poco escrupulosos, cuñados caraduras, policías convertidos en chulos por el amor de una puta, los personajes de las pelis de Wilder viven en un mundo de falsedades, engañan y son engañados y acaban experimentando, en un momento u otro y de una u otra manera, las desagradables consecuencias de ver arrancada la máscara que cubre su rostro y a través de la cual contemplan el mundo. Lo que ven entonces es el escenario desnudo que les devuelve, acabada la farsa, las verdaderas dimensiones de su miserable estatura humana.

Se ha dicho muchas veces que “Testigo de cargo” es una de las películas más impersonales de Billy Wilder, que apenas se nota su mano en ella, y hasta cierto punto es posible que eso sea así. Se trata de una adaptación de una historia de Agatha Christie en la cual Wilder apenas introdujo cambios y que el genio vienés se propuso dirigir, como él mismo confesó en alguna ocasión, como un simple desafío: quería rodar una peli de Hitchcock mejor que las de Hitchcock. Todas sus aportaciones parecen limitarse a modificar el papel del abogado Sir Wilfrid Roberts, rehecho aquí a la medida de su adorado Charles Laughton, a quien se acompaña además de una enfermera tan severa como risible, encarnada por Elsa Lanchester, esposa de Laughton en la vida real, cuya actuación en la peli le valió una nominación al Oscar. Los divertidos y feroces diálogos entre Laughton y Lanchester, repletos de guiños a su vida privada, pasan por ser lo más genuino de Billy Wilder que hay en esta peli.

Y sin embargo, viendo cómo se recrea Wilder en las escenas judiciales, encaradas como si de una obra teatral se tratara, en las solemnes fórmulas de los letrados, en sus rimbombantes parlamentos y sus réplicas y contrarréplicas tintadas de veneno, en los giros abiertamente melodramáticos del argumento, uno no puede dejar de preguntarse si Wilder no estaría hurgando en su tema favorito, el de las falsas apariencias y sus efectos sobre los seres humanos, y acentuara adrede por ello su aire de representación teatral, de artificio que no oculta su tramoya, cuyas pirueta y tirabuzón finales dejan al descubierto los rostros de sus protagonistas y desmienten así esa simetría que, como muy bien sospecha Sir Wilfrid, la vida tiene muy raras veces, y que, a pesar de todo, seguimos buscando en el gran teatro del mundo.
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22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Le adoramos señor Wilder.
Sin llegar a los límites de Fernando Trueba cuando dijo "me gustaría creer en Dios pero sólo creo en Billy Wilder", he de reconocer que mi admiración por este genio del séptimo arte es mayúscula. Seguramente se podrán contar con los dedos de una mano los directores que alcanzan su sobresaliente nivel, el cual le permitía abarcar todos los géneros de manera extraordinaria.

"Testigo de cargo" es brillante, divertida, convincente, intrigante y definitivamente sorprendente en su resolución. Te deja sin aliento gracias a ese frenético ritmo lleno de diálogos sugestivos e ingeniosos y a unas sobresalientes interpretaciones sin excepción, que se apoyan en un maravilloso guión adaptado de la obra de teatro de Agatha Christie.

Mención aparte merece Charles Laughton, que como bien decía siempre Billy Wlider, probablemente sea el mejor actor de todos los tiempos. Su sola presencia era capaz de llenar la pantalla (y no es ironía).

Película recomendable de todas todas a la que el paso del tiempo no resta ni un ápice de frescura, más bien todo lo contrario.

Gracias de todo corazón señor Wilder.
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21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
No es para tanto
Charles Laughton es insuperable. Su papel le da peso a la película, gracias a él gravita el humor necesario, fluye la trama y concentra un protagonismo justo.
Sin embargo, sospecho que la valoración de "Testigo de cargo" aumenta por el nombre del director, me temo que si no tuviera la firma de Wilder (y/o Agatha Christie) no llegaría al notable.
Porque, de hecho, no creo que sea para tanto. Tiene bastantes puntos flojos.
Si no fuera por el personaje de Laughton...
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35 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Wilfrid 'el zorro'
Qué gran película. Una verdadera joya ¿Pero es que los guionistas y directores actuales no ven este tipo de cine? En fin.

Las interpretaciones son soberbias, incluso la de la Dietrich, que no es santa de mi devoción. Por supuesto, la palma se la llevan Ch. Laughton ('el zorro' Wilfrid) y T. Power. También me gustaría reclamar atención para la gran actuación de Una O' Connor que está brillante como siempre.

En mi opinión lo más notable de la cinta reside en la finísima mixtura de un humor, vía Ford (pero personalísimo Wilder), que contrasta con la intriga general y con el drama final creando un conjunto muy atractivo para el espectador.

Yo no he dudado en votar con un rotundo diez esta maravilla. Sin embargo, sí es verdad que el final chirría un poco. Probablemente yo hubiera preferido un desenlace diferente. En cualquier caso, la, tan escasa hoy en día, inteligencia de los diálogos y el hecho de que en el fondo toda la trama, pasando por alto algunos detalles, está bien motivada y de que todos los personajes están presentados de una manera excepcional, por no volver a mencionar que las interpretaciones son soberbias, creo que justifican una baremación superior.

Al final nada es lo que parece y ni el zorro es tan zorro, ni el malo tan malo, ni el inocente tan inocente. Toda una lección de vida.
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18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
¿MÉRITOS INDISCUTIBLES?
Viendo las anteriores críticas de mis colegas de Filmaffinity podría llegar a dudarse que esta película es excepcional, antológica e imprescindible, por compediar la bondad en tres de los adjetivos más elogiosos. Para algunos hay exceso de trucaje, para otros hay otras direcciones de Billy Wilder muy por encima de ésta... y algunos otros defectillo más, porque puestos a objetar no habría ninguna obra indiscutible. La verdad es, a mi parecer, que a todos nos encadiló, que da gusto volverla a ver, que el tiempo no pasa por élla, que las interpretaciones del trío Power-Dietrich-Laughton son fabulosas (y sobre todo, la de este último, en su papel de abogado perspicaz y cascarrabias) -sin olvidarse de secundarios como la secretaria de Laugthon-, que todo el proceso judicial se lleva a un ritmo de interés creciente, hasta desembocar en un final sorpresivo, como corresponde a una película de este género; y en fin, qué cuantos grandes maestros la hubieran querido dirigir.
Así que si tiene o no tiene los defectos que se le imputan, me uno decididamente a los que no los vemos, ni tenemos que disculparlos. Chapeau, con todas las condecoraciones que se merece.
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19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Y el acusado es...
Un espléndido Charles Laughton encarna a un prestigioso y entregado abogado de mermada salud que se encuentra bajo la estrecha vigilancia de una preocupada enfermera de la que desearía librarse. A pesar de que los médicos no recomiendan al prestigioso defensor Sir Wilfrid Roberts aceptar casos importantes que puedan estar ligados a fuertes emociones que perjudicarían la salud del letrado, éste hace oídos sordos y junto a otro colega toma las riendas del caso perseguido por las tabletas, inyecciones y cuidados que le proporciona su enfermera.

El caso, de asesinato. Como acusado, un gentil Leonard Vole (Tyrone Power), a quien se le imputa el asesinato de la adinerada señora French para adquirir su herencia, móvil demoledor que su abogado, Sir Wilfrid Roberts, intentará derribar ante la sala que juzga a su cliente.

La película es de visión indispensable y es sin duda -si no la mejor- de las mejores de esta categoría. El trabajo de todo su reparto es intachable y se nota la buena mano de la dirección de la que se encarga Billy Wilder (El apartamento, El crepúsculo de los dioses). Se agradece enormemente el carácter del que se dotó al personaje de Charles Laughton, bañado en un malhumor encantador que le convierten en la joya de la corona de una cinta con ciento y un ases en la manga que hacen que finalmente quedes prendado de ella.
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15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Ni el ruiseñor, ni los doce hombres sin piedad la superan
A propósito del cine judicial me quedo antes con "Doce hombres sin piedad" o con "Matar a un ruiseñor". Pero "Testigo de cargo" aventaja a éstas con la necesaria presencia de un personaje crucial que omiten las otras dos: la colérica, impetuosa e intrépida mujer que... ¿quién se explica por qué?, (¿quizás por amor?) lo entrega todo aún a riesgo de conservar su propia integridad.
De esta figura femenina prescinden, claro, los Doce Hombres Sin Piedad adiestrados por Henry Fonda. Pero, ¿hubiese podido Fonda adiestrar a Marlene Dietrich, ahora germana impermeable, ahora gitana amante y pasional? Ni siquiera el padre protector y tierno, Gregory Peck, abogado de las causas perdidas e imposibles, tan tenaz y justo como que el más primoroso canto de los pájaros es el del ruiseñor, hubiese doblegado a Marlene, invocándola a renunciar a una convicción tan grande como su grandísima interpretación en la cinta de Billy Wilder.

Es una de las películas con las que me educó mi padre. Actuó como Gregory Peck, mostrándome la integridad de Marlene Dietrich.

Es la película adalid de la abnegación y del amor irreductible. Diez, sin titubeos, aunque 12 puntos merezcan los despiadados hombres de Henry Fonda y tantos como plumas tiene un ruiseñor la esperanzadora historia defendida por el tenaz idealista, Gregory Peck.
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20 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
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