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53 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
Hinojo
Las cuentas con el pretérito fascista, tardaron en ser saldadas en el cine italiano, al igual que a Alemania le ocurrió con el pasado nazi. “Una Jornada Particular” es una película radical, nada condescendiente con la ceguera del pueblo italiano que apoyaba en masa a su Duce.

Los hechos suceden a lo largo de un día, el 6 de Mayo de 1938, en el que Hiler visitó Roma y fue recibido con todos los honores por los ciudadanos romanos y el ejército. Sin embargo, lo que sucede en las calles no se ve, nos lo cuenta una radio que pone la portera del bloque de edificios donde viven los personajes interpretados por Mastroianni y Loren.

El bloque se vacía al acudir todos en masa con sus mejores galas al desfile. Antonietta se queda sola para ejercer como ama de casa aunque su deseo era acudir a la parada. El azar determinará que se encuentre con la otra persona que se ha quedado en el edificio, además de la portera. Es Gabriele, un locutor de radio al que desde el principio se nos muestra que no le hace ni puñetera gracia tal parafernalia en las calles de la capital.

Charlan y toman café. Poco a poco van conociendo las mutuas frustraciones y sinsabores que les produce el sentirse ignorados. El tono de la fotografía es mustio y contribuye a ese pesimismo. El drama es contenido en la realización y la complicidad entre ambos permite momentos de plena identificación de un espectador que comprueba como la inmensa mayoría del pueblo apoyaba al fascismo y se enorgullece de ello. Este es el gran escándalo que causó el largometraje, ya que expone la ausencia de resistencia al mismo y la soberana estupidez de unos italianos que soñaban con fastos imperiales.

“Una jornada particular” es original y sencilla. Con momentos para la sonrisa amarga y para la desolación tranquila. Si fuese italiano, sentiría vergüenza de mi nacionalidad y su pasado. Vergüenza que también siente Scola y le lanza a la cara a sus compatriotas en este film.
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107 de 123 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Ese día el Gran Hermano también se fue al desfile…
… y dejó a solas a Mastroniani y a Loren.

El encontronazo entre ambos es un momento culminante en el sinsentido de sus vidas. Apenas unas horas, mientras nos radian la retórica del discurso fascista en las calles de Roma, la pareja escapa a la cerrazón del régimen, a la opresión que se respira fuera de ese edificio que les sirve de refugio. El inmueble que se hace cómplice de sus confesiones, frustraciones existenciales, abusos maritales, orientaciones sexuales.

La película, magistralmente interpretada por estos dos grandes, con una Loren abatida y en bata, de zapatillas rotas, cabello descuidado y un Marcelo impecable pero deprimido, guasón pero destronado de su propia vida, es una apuesta por internarse en la psicología de una mujer que acepta lo que le ha venido dado, sin posibilidad de renuncia o siquiera escarceo hasta el momento en que conoce al vecino homosexual amante de las novelas de Alexandre Dumas. Él, encuentra en esa mujer madre de seis hijos, esclava marital, ignorante, rendida a los encantos de Mussolini a su confidente. A la única persona en el mundo que será capaz de comprender cuáles son sus ansias, cuál su indolencia, dejadez, apatía.

El único momento en sus vidas en que se han recuperado el uno al otro, en que han vuelto a ser ellos mismos, en que han sido libres. En el que dos completos desconocidos empatizan al grado de salvarse el uno al otro.

Hitler y Mussolini en las calles, arrastrando a la muchedumbre, han dejado por una jornada particular, que dos personas recuperen y vivan las únicas horas de libertad de sus anodinas vidas.

Sin duda lo mejor de esta magistral película es el logro de esa atmósfera asfixiante que se cuela de la calle al inmueble y a través de las ondas y los megáfonos que radian el desfile de cuando Adolf, encontró a Benito. Además de las sublimes interpretaciones, en especial de Sofía. El momento sublime, el baile bajo las sábanas rotas en la terraza. El momento culminante, esa tortilla compartida.

Qué poco hace falta para convertir una película en una obra maestra que rinde homenaje a algo tan grande como escaso: la libertad.

Haciendo alusión a la crítica de Pas, que os gustará; amigo: yo no me avergonzaría de ser italiana. Al contrario, me enorgullecería de que Ettore Escola haya impartido una clase magistral sobre la idisincrasia de su propio pueblo. Qué buena es la autocrítica y qué poco la valoramos en este país en el que no nos aguantamos los unos a los otros.

Cuando llegue el día en que una película denuncie lo que Franco hizo en su Patria, sin demagogias, sin rojos y fascistas a la gresca, sin escatológicos momentos como los de Berlanga en “La Vaquilla” (único cineasta digno de obrar el milagro, por cierto) quizás en ese momento, puede ser, llegue sentir algo de eso que Escola consiguió para Italia, con esta obra maestra y para su redención: orgullo.

Muy recomendable, primero para Berlusconi; luego, para todos vosotros.
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81 de 88 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Sin palabras me dejó
Hitler y Musolini se reunieron el 1938 en lo que constituyó uno de los encuentros más nefastos y horteras de toda la historia de los encuentros, con himnos militares a todo trapo y multitud de banderitas y camisas negras...
Y la que liaron!

Pero Ettore Scola prefiere narrarnos la historia de otro encuentro/desencuentro, que se produce simultáneamente al de los líderes de masas.
Así pues, Sofía Loren conoce a Marcello Mastroianni... y pasa lo que pasa.

Las pelis malas me divierte destriparlas, pero las que son tan buenas como ésta sólo puedo recomendarlas.

Nota: un excelente.
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86 de 113 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Cruce de caminos
Scola es un cineasta singular que realiza sus trabajos alejado de modas y, con un estilo reposado y contemplativo, aquí nos cuenta un momento de la vida de dos seres anónimos en la plenitud del fascismo en Italia.

De actores tan grandes como Loren y Mastroianni extrae interpretaciones concisas pero carnales y veraces acercándose estrechamente a ellos, pero también marcando la distancia adecuadamente.

Sophia Loren raya a gran altura con su ropa raída, aspecto fatigado y un rostro que sólo por momentos se ilumina, Mastroianni hace nuevamente una demostración de que nadie como él es capaz de pasar de lo dramático a lo cómico y viceversa.

Fotografiada exquisitamente por el maestro Pasqualino de Santis, es un sereno encuentro de dos personas a las que la vida no trata bien pero, ¿hay un futuro para ellos?
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49 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Sanando mi ignorancia
Tenía 1 hora y 20 minutos antes de que empezara la novela de mi abuela.
Sabía que la película duraría más, pero podía acabar de verla en otro momento, si era necesario.

Los rótulos me informaron "Sophia Loren y Marcello Mastroianni", y entonces pensé "será la primera vez que veo a estos actores en una película".
A continuación me dije "Pobre de mí y de mi ignorancia! Cuánto me queda por aprender!"

Me reí, sonreí, me exalté, me dolió, me enojé y sentí los sentimientos de los personajes como si fuesen los míos.

Y si no lloré fue porque el cine nos hace cada vez más fuertes, porque podemos ser otros protagonistas y seguir viviendo situaciones reales y sentirnos identificados en muchos momentos.

Siento que hoy Scola me enseñó y yo también logré aprender.

Y por eso mandé a mi abuela a la cocina hasta que terminara la película.
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51 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El amor, el dolor, la soledad, y tantas, tantas cosas más.
Las historias que llegan así, con la mayor sorpresa, sin aviso alguno, sin esperarlo ni imaginarlo, son las que hacen que piense que el cine es una forma de expresión especial. "Una jornada particular" se ha convertido de repente en un título de diez, diré por qué.

Una película se convierte en única cuando los actores combinan perfectamente con la historia, cuando no hay nada que se le pueda echar en cara, nada sobra y nada falta, todo fluye inevitablemente, lo diré claro, una película es especial cuando te toca el alma, cuando sientes y padeces como si aquello fuera real, cuando el interior se altera necesariamente, aunque te encuentres ante una pantalla de TV, aunque eso sea ficción. "Una jornada particular" me ha sorprendido porque me ha dolido, puede que porque se trata de una de las historias con el derroche de sentimientos (por parte de la pareja protagonista) más intenso en tan breve espacio de tiempo que haya visto nunca. Se conocen y se despiden en... el tiempo que dura un mitin fascista!! Con mayor acierto no se pueden hacer las cosas, pocas veces he visto a dos actores interpretando a tan elevada altura a la vez.

Y duele, duele mucho. La conjunción tan arriesgada de la esencia de ambos, se puede leer en las sinopsis, un homosexual y una ama de casa adicta al régimen fascista, me ha hecho dudar de que el resultado pudiera ser destacable.

Entonces he visto la soledad de él, he visto la soledad de ella; he sentido la soledad de ambos, el querer y no querer de ella, la lucha interior de él; las razones, las de él, las de ella, sus almas, puede que la mía también, gritando; un encuentro casual que se convierte en trascendental para su vida, la de ella; la amargura, la desdicha, la de los dos; mirar por la ventana para buscarlo, eso ella; buscarlo y no encontrarlo, eso ya no será posible, a partir de entonces lo llevará siempre dentro suyo.

Y tantas, tantas cosas más; puede que sea verdad aquello de que el amor cuando duele, es porque es amor de verdad.
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30 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
CUANDO LOS ACTORES LO SON TODO
Pocas películas consiguen captar tanto un ambiente como esta excelente película de Scola. El comienzo ya nos sitúa casi físicamente en en una casa romana dominada por la sombra del fascismo. Es un hogar patriarcal en el que el hombre y los hijos lo son todo. Un universo viril y discriminatorio con la mujer.

En el piso de alado un personaje extraño, aislado, casi marginal que tiene un delito inadmisible para la época: es homosexual. Entre la sumisa esposa y el periodista solitario surge una complicidad, un deseo de comprensión mutua en la inmensa soledad de su existencia. Son dos seres trágicos que terminan necesitándose cuandodo todo lo que les rodea en el exterior es muy lúgubre y trágico, aunque revestido de pompa institucional y euforia exterior.

Scola recrea la angustia de estos dos desclasados de forma concisa, sin tapujos de ningún tipo, dando lugar a uno de los más increibles romances que ha conocido la historia del cine. Y la pareja Mastroianni-Loren consigue algunos de los mejores momentos interpretativos jamás vistos.
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18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Cuando Gabriele encontró a Antonietta
Debo bajarle la nota porque la primera vez la encontré de notable, pero la segunda se me ha hecho algo lenta. No obstante, no deja de ser una buena película. Sustentada sobre los que quizá sean los más grandes actores que ha dado el cine italiano (Sophia Loren y Marcello Mastroianni), "Una jornada particular" es desde luego el título más apropiado. Jornada, porque efectivamente el metraje abarca desde que una familia se levanta hasta que se acuesta; y particular, porque ambos protagonistas creen que van a vivirla de un modo individual y distinto, hasta que se encuentran fortuitamente (quizá la escena que propone Scola para que lo hagan es algo forzada, pero después el guión es perfecto al dejar que fluya esa amistad).
Mientras Roma entera celebra la llegada del que su dictador asegura les ayudará a construir un mundo nuevo al haber sido elegidos para ello, dos personas que no cuentan para ese régimen totalitario (una resignada esposa nacida para "cargar" con las tareas de la casa y un locutor de radio no aceptado políticamente) encontrarán por un día la libertad que se les ha negado.
Creo que es un acierto apostar por la fotografía grisácea y sucia como el barrio donde viven Antonietta y Gabriele. Es cierto que la película tiene altibajos y a ratos se hace un poco monótona al transcurrir en un único escenario (el inmueble de pisos), pero sólo por la escena que describo en spoiler merece la pena subirle la nota.
Sophia Loren sigue siendo una bella mujer pese a que traten de demacrarla y no la maquillen. Por su parte Marcello Mastroianni borda su papel, ya que se comporta como un caballero educado, culto y discreto. Curiosamente lo contrario a la portera que tanto critica.
Nota: 6,8
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19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Rosamunda.
135/10(13/09/14) Ettore Scola realiza una valiente oda en contra de los fanatismos y sus injusticias, y al entendimiento entre diferentes, en una cuasi-obra teatral con apenas dos personajes, se vale para exponer con sutilezas las frustraciones de dos personajes arrastrados en una vorágine de amrgura existencial, arrollados por un tiempo de extremistas que marcaban a fuego su territorio y donde cabían los que pensaran o actuaran fuera de las reglas fascistas. Todo esto atomizados por dos intérpretes en su cumbre de madurez, estableciéndose entre los dos una química ardiente y sofocante, una Loren y Mastroiani Gloriosos. Sinopsis omitida por falta de espacio.

El guión escrito por el propio realizador junto a Ruggero Maccari (“La Escapada” o “Perfume De Mujer”), de la historia rezuma ternura, hondura emocional, sutilidad, tocando temas como el hastío matrimonial, la homosexualidad, la libertad sexual, la alienación hacia el diferente, el borreguismo fascista, los prejuicios sociales, la hipocresía moral, en lo que es un notable homenaje al espíritu de Libertad personal, quedando un crudo drama, en el que se radiografía un tiempo en Italia donde todos se suponían que debían ser “buenos fascistas” y adoradores de Benito Mussolini, esto se expone en el film como si las ideas fascistas fuesen un tsunami que arrasan con todo, todos los italianos buenos fachas, y el que no era buen italiano, se hace un fresco desalentador de los ciudadanos, soñadores de hacer renacer el milenario Imperio romano de los Cesares, ilusos que firmaban con sus egos cheques que su nación no podría cubrir. Scola se detiene en un solo día de una típica mujer musolininiana, Antonieta, una ama de casa con 6 hijos, que se dedica a sus labores, con un esposo metido en los grupos fascistas, una abnegada madre que cree fielmente en el Duce, pero en realidad tras su coraza de fortaleza se esconde una mujer frustrada, vacía, desilusionada, infeliz, en realidad sola, y en estas se encuentra con Gabrielle, un alma arrinconada por su condición sexual, un apestado del fascismo, un verso suelto para el Estado Imperial, dos seres solitarios que parece nada tienen que ver uno con otro pero que encuentran lo mucho que les une, sus amargas existencias tienen por un día alguien que les acepte, que les comprenda, que les de cariño, esto en alegórica contraposición con lo que se oye de fondo, a los 2 Monstruos de la Intolerancia, Hitler y Mussolini,

Sophia Loren a sus radiantes 43 años está sublime, el glamur y encanto erótico de antaño ha sido enmascarado con mérito para dar paso a una ama de casa desaliñada, con el pelo alborotado, sin maquillaje, clásico retrato de la Mamma fascista, una procreadora acérrima, sin quejas, sin cultura, servicial y mujer florero, que su gran afición es coleccionar botones perdidos que no tienen pareja, quizás como ella se siente, sin su media naranja, y esto lo transmite con hondura, con una profunda mirada tristona, con una gestualidad cansina, esto se invierte al ilusionarse por ese ser enigmático que es Gabrielle, Loren es un torbellino de emociones, que magnetiza por la fuerza de la pasión que pone en lo que hace. Curiosamente el relato tiene un hecho autobiográfico, la historia de cómo se desmayó Antonieta al ver una tarde pasar al Duce a caballo en Villa Borghese, y entonces supo que estaba embarazada de otro de sus hijos, Littorio, metáfora del poder cuasi-divino en la procreación de Mussolini, pues a la madre de Sophia Loren, Romilda Villani, le sucedió esto tras ver al dictador, y estaba en cinta de su hermana Maria. Marcello Mastroiani es otro que da una vuelta su registro de galán mujeriego, haciendo aquí de sensible, melancólico homosexual, sabe expresar que tras la careta de simpatía jovial hay un sufridor, es la cara opuesta a Antonieta, es el hombre culto, elegante, atento, el compresible, el que escucha, el que sabe ver el dolor ajeno, excelso, es un exponente de las víctimas del “Paraíso Fascista”, Marcello sabe emitir toda una gama de sentimientos sin tener que recurrir a la sobre actuación, su labor es contenida, pero sentida, sabe hacer que veamos la tormenta que vive en su interior. Y entre los dos mana una chispeante compenetración, se complementan de forma formidable, con juegos de miradas portentosas, fascinantes sus trabajos. También destaca la villana presencia de Françoise Berd que en pocos segundos en pantalla consigue crear un ser repelente que huele a auténtico.

La cinta te atrapa desde su inicio, primero con las llamativas imágenes de archivo sobre la llegada de Hitler a Italia, y después con el impresionante travelling, una brillante plano-secuencia de más de 45 minutos, la cámara flota por las ventanas de un gran bloque de pisos, vemos que amanece y la gente empieza a levantarse, de pronto se detiene en uno que una mujer de mediana edad en bata se prepara un café, la cámara lentamente se introduce cual voyeur en el interior de la vivienda, la mujer con la taza en la mano se mueve por el hogar despertando a su numerosa prole, Umberto, Fabio, Arnaldo, Romana, Maria Lui, la cámara la acaricia suavemente en su paseo desperezador por la casa, ella dirige como deben entrar al baño, mientras se toma el café sin parar de moverse, acabando de avivar a su esposo Emanuele, al que le da su café, este se queja de que es poco a lo que ella vivazmente le responde que es concentrado, Emmanuele se queja del poco tiempo que tiene para ir a la concentración, Antonieta le dice que se hubiera acostado antes, él dice que si es que no puede divertirse con los amigos, ella repite sus palabras socarronamente, dando a entender que no le cree y que hay algún affaire extramarital de él, esto mientras saca al pequeño Littorio de entre las sábanas de su cama, exultante presentación de la protagonista, y dejando Scola estela de su prodigiosa maestría filmando, pero además Scola realiza un relato circular, termina con otro plano-secuencia, soberbio,… (continua spoiler por falta de espacio)
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17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Un día diferente
Qué gran director es Ettore Scola. Italia siempre ha puesto el listón muy alto en el cine Europeo (y a veces, mundial), y, aparte de Tornatore, Benigni, Fellini, De Sica y Visconti, se ha colado ya Scola definitivamente en mi ránking de realizadores italianos preferidos.
El dúo Loren-Mastroianni desprende una química tan aplastante que verlos juntos en pantalla es sinónimo de deleite. En cuanto me percaté de que tenía “Una jornada particular” en mi larga lista de películas pendientes y que en ella intervienen ellos dos, no me lo pensé y la hice pasar por delante de otras.
Suscita emociones y reflexiones muy profundas para lo poco que dura. Es de las que me llenan corazón y espíritu. Quisiera pasarme horas comentándola, pero hay que restringirse al corto espacio de que se dispone y casi todo lo que quisiera expresar se quedará, como siempre, guardado en el vasto cajón de las cosas no dichas.
Scola tomó un acontecimiento crucial, un día muy marcado en el calendario romano: el 6 de mayo de 1938, día en que Roma entera se echó a la calle para presenciar el desfile militar en honor de Hitler, que estaba de visita. La película se inaugura con imágenes de archivo y la voz del locutor que retransmitió por la radio el acontecimiento.
En la casa de los Tiberi, ese día comienza tan temprano como de costumbre para Antonietta, un ama de casa entre las miles que se despiertan demasiado pronto, antes que los demás, con un perpetuo cansancio en los huesos, con la sensación de no haber dormido bastante. Nunca se duerme bastante cuando se tienen seis hijos y puede haber alguno más en camino, un apartamento donde a duras penas se termina de recoger, ordenar, limpiar, fregar, cocinar, reparar algo estropeado, coser y zurcir la ropa que hay que reaprovechar y estar en mil cosas a la vez. La familia numerosa tradicional, el macho latino que preña a su mujer año tras año y hace cosas de machos y la mujer latina hacendosa, esposa y madre devota, un mueble más que se mueve y habla, una fregona andante. Nadie, ni marido ni hijos, se detiene a considerarla más allá de su rol estrictamente impuesto y delimitado por la decentísima moral nacional. Nadie se para a interesarse por sus necesidades, no le preguntan si es feliz, si echa de menos otro tipo de vida que no puede tener, inconcebible para ella. Todos dan por hecho que la donna italiana de clase trabajadora ha de ser una matrona abnegada, sin identidad propia, supeditada a quienes la rodean, siempre dispuesta a atender, satisfacer, comprender y perdonar.
Antonietta está tan ocupada que no tiene tiempo para sí misma, muy raras veces dispone de un ratito pero es casi un pecado emplearlo en distraerse o simplemente darse un pequeño respiro. Ella es admiradora, como tantos, del Duce y respira la ideología fascista como si fuese el mismo aire. Tal y como hacen millones de italianos que se saludan con el brazo en alto. El desfile que tiene a Roma en vilo tal vez le habría hecho ilusión si no estuviese tan cansada y, sí, secretamente desilusionada. Prepara a toda su familia para asistir al evento, pero ella se quedará en casa con su viejo vestido, sus raídas zapatillas y su cabello a medio peinar, pues nadie hará las tareas en su lugar si se va al desfile, que promete prolongarse durante buena parte de la jornada.
No está segura de que tener la casa entera para sí la anime mucho, con todo lo que hay por hacer, pero al menos la tímida sensación de libertad, sin los niños de por medio, y la insólita tranquilidad del edificio hoy prácticamente vacío, le conceden una tregua casi agradable, dulce.
Un intervalo a solas, que toda ama de casa, por diligente que sea, agradece. Entonces interviene la casualidad, el destino o esa oportunidad que tan pocas veces se presenta en la vida. Y, no estando rodeada por una vez de toda la gente que la anula (exceptuando a la chismosa, cotilla y suspicaz portera, abanderada de la ultradecencia fascista), mirará por primera vez por la ventana y descubrirá otra ventana con otra vida, que aunque distinta podría ser un espejo de la suya...
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13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Qué par... de inmensos actores éstos Loren y Mastroianni.
Qué bella y emocionante película del signore Scola sin caer en la sensiblería lacrimógena, y tiene su mérito porque la temática daba para ello. Desesperación a cada plano de una ama de casa anclada a sus cuatro paredes en tiempos convulsos de la Italia fascista. No le va a la zaga el locutor sin plataforma donde locutar por su condición sexual.
Lo mejor: SOFIA LOREN (9.9), Marcello (casi es la única vez que le veo en una película y no me parece lo mejor de ella), la familia faccetta-nera, el condominio con sus terrazas, el molinillo de café...
Lo peor: Que ocurrió de verdad a muchos.
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15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Dos grandes en una jornada particular.
En el marco de una Italia en pre-guerra Mundial, en una jornada de alabanzas a Hitler y la Duche, una mujer, Sophia, se queda en casa, sola, cansada de una vida de trabajo casero, 6 niños gritones, juguetones, joviales, un marido gruñón sin corazón, sin alabanzas ni cariño, sin esperanzas de mejorar, a causa del destino se topa con un vecino, Marcello, un hombre decaído, un hombre sin esperanzas, hasta que ella aparece.

Amor a primera vista, durante horas, interrumpidos por la fisgona hitleriana portera, entre susurros y revelaciones, los vecinos, los amigos, los amantes, bailan al son de la falsa alabanza de una radio vecinal. El drama se palpa, el drama al igual que los sentidos bailan, para un final hermoso pero triste, o simplemente, para un final trágico para los amantes, rodeados de la aura de Romeo y Julieta, en una jornada particular.

Dos grandes actores, para un film donde explayarse, demuestran que son grandes del cine, que saben actuar y por supuesto, hacen sentir al espectador de forma magistral esos sentimientos. Imposible perdersela.
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11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Sophia y Marcello, una vez más, cátedra de actores geniales
Cuando llegan a esta película ya hicieron juntos todos los géneros, excepto esta clase de drama naturalista de dos que, a priori, jamás se hubieran conocido ni entendido, pero que en uno de los episodios más dramáticos de su vida descubren formas de sentir, de sufrir y de amar desconocidas.

Y aquí están ellos, el ama de casa desdichada y el intelectual perseguido, mientras la calle bulle desfilando para el Duce que poco después traicionará al pueblo que le aupó.

Conmovedora historia en la que todos los prejuicios se hacen añicos en nombre de la solidaridad y el amor verdadero que puede aparecer en cualquier esquina.
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15 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
teatro en el cine
¿Alguien cree que hoy se puede hacer una película de esta manufactura para que sea vista por la masa? NO. Esto es arte y desgraciadamente el cine arte se fué al tarro. Esta es una joyita de hacer teatro pero en el cine. Más de una hora y media viendo a solo dos actores (¡Y que actores!) Drama, desazón, tristeza y alegrías en un diálogo suave pero permanentemente agredido por un evento político que es mejor olvidar. Marcelo y Sofía nuevamente muestran que son el dueto preciso. El manejo de la cámara y de los tiempos de Ettore Scola me dejan impresionados. Lo repetirá nuevamente en "El Baile". Es una película impresindible para los que creen saber de cine.
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13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
"No soy padre, marido, ni soldado"
Admirable ejemplo de cine antifascista. Celebre y conmovedora interpretación de Marcello Mastroianni, dando vida a un homosexual antifascista, que teme su detención por la policía italiana el mismo día que Hitler se encuentra visitando Roma.
Sophia Loren asume de una forma brillante el papel de una explotada ama de casa, de mentalidad atrasada, que acepta sin críticas al Estado fascista y el modelo familiar coercitivo del que ella misma es victima. Pero, sin embargo en solo una tarde abre su mente hasta replantearse y dudar de algunos de sus prejuicios, llegando a concienciarse de las injusticias políticas y sociales que imperan en la Italia de Mussolini.
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12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Viejos hábitos, nuevas costumbres.
Ettore Scola se superó a sí mismo, cosa nada fácil, y creó junto a Ruggero Maccari (co-guionista) y los irrepetibles Sophia Loren y Marcello Mastroiani, una obra redonda en la que con gran austeridad y tres escasos escenarios inventa un universo, una montaña de sentimientos y sensaciones. Supongo que, por su construcción, alguien la habrá llevado al teatro aunque la losa de no contar con los protagonistas originales debe ser muy pesada.

En la primavera de 1938 Hittler visita Roma, el pueblo, hipnotizado por el populismo fascista, se echa a la calle vestido con camisas negras, gorras castrenses, pantalones bombachos y todo tipo de simbología "mussoliniana". En un bloque de viviendas de la ciudad apenas quedan una portera con mostacho, un ama de casa cuyas labores le impiden sumarse a la fiesta y un educado y sospechoso vecino que había sido locutor de radio.
Lo que sobreviene tras esta presentación es una catarata de descubrimientos y desnudamiento espiritual, aderezado por la machacona voz del cronista oficial que, a través del transistor y los megáfonos, retumba en el vacío edificio, y el resoplar de las ollas que imaginamos, siguiendo el aroma, han quedado encima del fuego.
La vigilancia de la fiel cancerbera y el mariposear de los amores imposibles llenan el vacío que se hará más grande con la vuelta de los que se apuntan a un bombardeo, satisfechos por haber visto al führer atusarse medio bigote.

Emocionante y dolorosa, "Una jornada particular" es un amargo trago que cura. Y es una de esas películas que enmarcarás y colgarás en la imaginaria y amplia estancia del castillo en la que te recoges, cuando te ataca la melancolía, para mirar las paredes y acariciar el gato.
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9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Dos mosqueteros
Maravillosa película, con una no menos genial Sophia Loren, a la altura de todas las posibilidades que le ofrecía un argumento tan imposible como alejado de su perfil de mujer exuberante. Un largomentraje ni sobre el amor, ni sobre la amistad, sino SOBRE LA LIBERTAD, en el que su director entrega en paralelo un relato radiado de los acontecimientos a la vez que la historia de sus personajes fluye hasta su final. Muy bien e inteligentemente dirigida (esos planos del edificio, los picados de cámara, cuando la pareja dobla la sábana en la terraza,...), e interpretada. Por supuesto, muy recomendable.
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Una jornada de libertad.
En pleno régimen fascista, y durante la visita de Hitler a Roma, con la multitud agolpada en las calles, el destino une dos personajes antagónicos que se quedan en sus respectivas viviendas, un ama de casa ( Sofia Loren), mujer casada con un imbécil que idolatra al "Duce", y un locutor de radio homosexual (Marcelo Mastroianni) que repudia el régimen. Sutil y conmovedora apología de la tolerancia y la libertad en tiempos conflictivos y castradores. La candidez y la ignorancia de ella, por un lado, la convierten en una fácil víctima de una abominable ideología política y, por otro lado, la lucidez de él lo condena como un paria, como refractario al sistema y por eso será inexorablemente perseguido, además de tener que cargar con la tara de la homosexualidad en un mundo prejuicioso e intolerante. Hay una escena, ya mítica, en la que los dos doblan una sábana blanca (con toda esa carga simbólica que asociamos a este color) en la azotea hasta que sus rostros se unen en uno de los más bellos y líricos primeros planos que uno recuerde. Curiosamente esa sábana blanca que ondea en la azotea contrasta con la aparatosidad y pompa de los estandartes que se esgrimen en la visita del líder nazi, de tal manera que apreciamos por un lado la poesía silenciosa de una escena cotidiana y por otro, el ruido, la pompa y el insidioso artificio de la barbarie. Las dos actuaciones, la de Sofia Loren (una suerte de "Madame Bovary" romana algo desaliñada pero irresistiblemente bella) y la de Mastroianni, son sencillamente memorables.La mirada de Scola es compasiva y tolerante hacia los dos, esgrimiendo la amistad y el amor como los dos antídotos más eficaces contra la barbarie.
Un único escenario, un bloque de viviendas, y dos actores en una de las cumbres del cine europeo. Una película a la que siempre vuelvo.
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Jornada particular...pero efectiva
Nominado en los Premios Oscar como Mejor Película Extranjera y como Mejor Actor a Marcelo Mastroianni. En el Festival de Cannes, Ettore Scola fue nominado a la Palma de Oro. En los Golden Globes ganó como Mejor Película Extranjera y Mastroianni también fue nominado como Mejor Actor.

En la Italia fascista de Mussolini, Antonietta (Sophia Loren) era una ama de casa con 6 hijos, infeliz y oprimida. Su esposo, un fanático fascista, junto con todos sus hijos, se dirigen junto con los habitantes que viven en su edificio a recibir a Adolf Hitler, quien ha venido a visitar Roma, quedándose Antonietta practicamente en un edificio vacío y desolado. Su vida tomará un vuelco enorme, cuando casualmente conozca a Gabrielle, un hombre educado y sensible, muy distinto a su marido, un fascista autoritario y vulgar.

La vida de Antonietta describe el papel subordinado de la mujer en el régimen. Emotiva historia personal de como un breve e intenso encuentro puede cambiar la vida para siempre. Lo que al comienzo es una realidad de dos seres opuestos, se convierte en una relación de afecto y comprensión.
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8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
EFECTOS DE LA GUERRA EN LO INDIVIDUAL
Scola propone una dura crítica contra la sociedad italiana en masa. Y se vale para ello desde romper con los mitos estelares (Loren y Mastroianni) y de retomar las acciones tal como fueron captadas en ese día muy particular, los noticiarios de cine y sobre todo el uso de la radio, hasta el amrco arquitectónico en que tiene acción el relato.
Lo demás es por cuenta propia de un director que siempre trasgrede los cánones sociales y los vuelve añicos hasta llegar al nervio mas doloroso del asunto.
Un Día muy Especial es un drama con tintes de comedia en algunos momentos que saca a la luz como los totalitarismos empujaban a las almas "especiales" a pensar y actuar diferente frente a lo que el vulgo piensa es lo correcto y que hay que actuar para creer que estamos ante la(s) solución(es) que la sociedad "convencional" necesita.
La contrapartida sin embargo es para Scola insistente hasta en el mas inusitado momento cuando la arpía y hombruna celadora fisgonea y trata de dar concejos con tintes moralistas a Antonieta sabiendo que el vecino Gabriele está dentro de su apartamento.
Es indudable que este film crece con el tiempo y es una obra sencilla y hermosa , llena de todo el sentimiento con que la mano de una gran director como Scola pudo mandar desde lo alto de ese bunker en que tiene acción la película para el pensar de todos aquellos que aún creen en ciertos modelos fascistoides revestidos de una moralidad caduca.
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