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21 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
Una historia de la decadencia sociocultural
Esta película es un ensayo fiel de la vida en los barrios periféricos de las sociedades industriales "desarrolladas" -lo que desde el ámbito de la sociología se denomina el "cuarto mundo"-.
Nos muestra la historia social de una familia víctima del desarraigo económico y de la exclusión social.
Recordemos quienes son los marginados en los continentes que han tenido como experiencia histórica la colonización -América, África, Ocenanía-: los nativos o los pueblos foráneos utilizados como mano de obra esclava.
Enlaza lo presente con lo pasado, contrastando el auge cultural de lo que fué un pueblo con identidad con una vida actual marcada por la decadencia y la decrepitud.
Buen intento de dar una visión de conjunto acerca del problema de las minorías étnicas en el mundo.
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26 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Yo soy Jake, el Músculos
Duro relato sobre cómo la población maorí trata de sobrevivir en una sociedad (la del hombre blanco) que los ha dejado de lado en una tierra que paradójicamente era suya.
Jake el Músculos es el cabeza de familia de una típica familia maorí de los suburbios neozelandeses. Es el ejemplo perfecto del antiguo guerrero maorí, orgulloso, duro y temible; sin embargo, los tiempos han dejado atrás a la gente como él; el enemigo ya no es un oponente visible y combatible, sino un sistema imparable que poco a poco va dejándole a él y a los suyos cada vez más al margen. De modo que Jake y los suyos no pueden hacer más que pasar el día bebiendo en los bares, de fiesta en fiesta y de un trabajo mal pagado a otro, irónicamente orgullosos de aquello en lo que se han convertido.
Esa marginalidad los frustra hasta el punto de que Jake (la personificación del hombre perdido) se vuelve contra aquellos que precisamente debería proteger, su propia familia; y es que de eso trata Guerreros de antaño, de cómo el desarraigo cultural, la marginación y la rabia pueblan la vida de una raza cuyas costumbres le fueron arrebatadas a cambio de imponerles otras, tras lo cual fueron abandonados, y de cómo puede salvarles el hecho de recordar quienes o qué fueron.
De modo que esta gente lucha. No Jake, quien a pesar de parecer tan duro es el único que se da por vencido y asume lo que es (y que solo sabe expresarse con rabia), sino su familia. Cada uno trata de reencontrarse con sus orígenes de modo distinto pero válido, ya sea reviviendo las leyendas de su pueblo, a través de las bandas (que parecen preservar su cultura, aunque sea su vertiente más violenta) o centrándose en el honor y las tradiciones de un pueblo que en otro tiempo fue famoso por su valentía.
Aquí nadie es famoso (salvo quizá Temuera a raíz del Ataque de los Clones), pero todos los actores son convincentes. Hay escenas duras y difíciles de interpretar a pesar de lo cual se resuelven con soltura, y la dirección, sin ser genial, logra expresar el mensaje de que abandonarse al destino es la muerte del alma. A veces llega a encogerse el estómago de la crudeza de algunas secuencias, y deja claro que un héroe puede ser fácilemente un villano si no sabe a quién debe amar y a quién odiar...
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17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
LOS HEKE
Duro retrato de una familia de maoríes que vive en la periferia de una gran ciudad v que intentan salir adelante y hacer frente a problemas como la delinquencia y el alcoholismo. Beth Heke (Rena Owen), madre luchadora y ama de casa no soporta que su marido Jake (Temuera Morrison, que interpretó a Jango Fett en "Star Wars II; el Ataque de los Clones") se emborrache y monte fiestas nocturnas en casa con sus amigos y delante de sus hijos. El consuelo de su adolescente hija Grace (Mamaengaroa Kerr-Bell) ayudará a Beth a sentirse orgullosa por el hogar que ha creado, sin una gota de arrepentimiento de lo que en un día de su vida fue decidirse por dejar a la comunidad de su pueblo para irse a vivir a la ciudad con el que sería su cruel y despiadado marido. Mientras tanto el hijo mayor Nig (Julian Arahanga), para aliarse a una banda callejera de tatuados, sigue su rito de iniciación basado en la pelea y la lucha cuerpo a cuerpo convencido que lleva la sangre de sus antepasados. Otro hijo, Boogie (Tauingaroa Emile) se halla en el reformatorio después de intentar robar. La cólera de Jake se acelera sin parar de beber hasta que un día le propina una fuerte paliza a su mujer Beth.

Después de esta película, Lee Tamahori saltó del trampolín de Hollywood con una filmografía irregular que va desde "Mulholland Falls; la Brigada del Sombrero" (1996),"La Hora de la Araña" (2001) o la jamesbondiana "Muere Otro Día" (2002). Pero su ópera prima "Guerreros de Antaño" (1994) es insuperable en cuanto a drama social para denunciar la situación de muchos aborígenes maoríes destinados a su suerte en el infierno urbano; presas del asfalto, las drogas, el alcoholismo y la violencia de género.

En febrero de 2006 Tamahori, nacido en Wellington (Nueva Zelanda) en 1950, fue detenido en Los Ángeles por intentar ejercer la prostitución y vestido de mujer cuando intentaba ofrecerle servicios sexuales a un agente de paisano.
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15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Intensidad pura
Es una película espectacular, con excelentes actuaciones y lamentablemente muy poco conocida.
La vi en cine cuando se estrenó, y recuerdo la sensación de plenitud al irme de la sala, esa sensación que nos dejan las buenas películas, como de haber visto algo realmente bien hecho, contundente, sin situaciones inverosímiles ni golpes bajos innecesarios. Brillantes las escenas de violencia, al punto de que se crispan los dedos o se aferra uno a la butaca debido a la visceralidad de las actuaciones. La recomiendo a quién no la haya visto, y también la segunda parte, mucho menos conocida aún, y que está enfocada en la maduración del personaje principal, de forma gradual y totalmente creíble.
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12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Heridas de guerra
Durante cientos de años, los maoríes, habitantes primigenios de Nueva Zelanda hicieron suya la tierra que los vió nacer, y lo que es más importante, la amaron de verdad. En los albores del S. XXI, los últimos descendientes de esta maltratada cultura milenaria han quedado "desheredados" de lo que antaño fueron las tierras que les pertenecieron. Los hermosos parajes naturales que tomaron como hogar ahora han quedado reducidos y apiñados a su suerte en los suburbios de las grandes ciudades. Discriminados por la raza invasora, son obligados a convivir en una jungla de asfalto en la que a duras penas consiguen salvaguardar sus costumbres ancestrales.

Todos ellos son obligados a sobrevivir diariamente a sus heridas de guerra. El cabeza de familia, Jake "Músculos" Heke, posiblemente hubiera sido el más letal y el más respetado de todos los guerreros de su tribu. En nuestros días sobrelleva los días de su vida entre trabajos basura y haciendo pasar las horas entre litros de alcohol y peleas. Usa la violencia como único método para ganarse un respeto que ni su inteligencia ni su temperamento son capaces de otorgarle.

Su obstinada esposa, Beth, es el orgullo vivo de todas aquellas madres guerreras que ya en su momento eran capaces de sacrificar su vida entera por la de su familia. Muchos siglos después, Beth es el mayor honor que cualquiera de estas mujeres hubiese podido tener. Un personaje dotado de una fuerza especial y a la vez de una vulnerabilidad únicas.

Sus hijos muestran con detalle todos los problemas sociales y el desamparo al que se ven abocados. El mayor, Nig, cree que solo será capaz de sobrevivir a través de la violencia en bandas callejeras a la par que cree que así rendirá honor a sus ancestros. Gracie es el soplo de aire fresco de la familia, un ángel condenado al infierno de la más absoluta incomprensión, mientras que Boogie es incapaz de creer en un futuro mejor que no esté alejado de la delincuencia. Los dos hermanos pequeños serán protegidos con el objetivo de tratar de prolongar al máximo posible su inocencia y la candidez que perderán una vez que se vean abocados a la desidia y al modo de vida al que serán relegados de por vida.

Tamahori no escatima en golpes para mostrar la dureza de una existencia que no les corresponde a estos guerreros de antaño. Primero los de Jake contra cualquier desapercibido rival para mostrar su respeto, después los que le propina su propia esposa como fruto de su propia virilidad e incapacidad para ser capaz de amar. Una película seca, áspera como el propio paso del tiempo, en las que las decepciones y la desilusión avanzan a golpe de mamporro, mostrando fielmente que a veces hay realidades en la que la escapatoria puede llegar a ser realmente imposible.

El ritmo vivo que su director imprime a la cinta, que además de hacerla realmente entretenida aporta un constante dinamismo, y un reparto perfectamente entonado encabezado por un Temuera Morrison que impone y dota de una vigorosidad realmente asombrosa a su personaje, un contenido Cliff Curtis afincado en Hollywood desde hace unos años, y ante todo una Rena Owen que literalmente se come la pantalla en todas y cada una de sus apariciones hacen el resto de esta cruda y gran producción con la que Tamahori rinde un sentido homenaje a los últimos descendientes de sus propios ancestros.

Unos guerreros de antaño que quizás comparten con nosotros mismos muchas más cosas de las que de verdad desearíamos. Por tanto, el mayor acierto de Tamahori en su película es que en ella no solo habla de la inadaptación del pueblo maorí en la actualidad, habla de la nuestra, de la de todos nosotros al mismo tiempo. Y es que a veces, por más que lo intentemos nos tocará darnos de bruces contra un mundo para el que no estamos preparados.

·LO MEJOR: Su ritmo ágil. Los títulos de crédito, similares a los del propio Tarantino.

·LO PEOR: El efectismo en la mayoría de sus momentos clave.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Una vez fueron guerreros
El primer plano de la película anticipa ya de forma resumida su argumento: durante unos segundos se nos muestra el paisaje idílico de un lago rodeado de montañas (la imagen de una Nueva Zelanda primigenia), pero luego la cámara retrocede y, al ampliarse la perspectiva, descubrimos que se trata de un cartel publicitario en la autopista; junto a él sobreviven como pueden los “guerreros de antaño”, los maoríes desposeídos de su tierra por el hombre blanco y arrojados a una vida marginal en la periferia de las ciudades de finales del siglo XX.
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Pueblos originarios.
A muchos sorprendió esta película, que muestra el lado menos amable de un país desarrollado como es Nueva Zelanda, que uno se lo imagina como un paraíso terrenal. La historia centrada en los integrantes de una familia de origen maorí, nos muestra la dura vida en los suburbios de Auckland y como el alcoholismo y la violencia destruyen la vida de éstas personas. Lo interesante es que la película no muestra actos de discriminación de la población blanca hacia los maoríes, no es necesario, ya viven marginados del desarrollo del país y desde ésta marginalidad se nos muestra la autodestrucción de ésta familia, donde la inocencia encarnada por la hija de la familia es aplastada sin piedad. Convincentes actuaciones de Temuera Morrison, intimidante con su violencia, y de Rena Owen como la estoica esposa, así como también los jovenes actores que interpretan a los hijos. El guión más que contar una historia, es mas bien descriptivo de la realidad social en la que esta inmersa ésta familia maorí, a la cual le ocurrirá una tragedia, que cambiará sus vidas.
A pesar de ser una película que transcurre en Nueva Zelanda, la marginación de los pueblos originarios es una realidad que lamentablemente afecta a muchos países; desde Chile puedo decir que los mapuches viven en su mayoría sumidos en la pobreza, luchando por mantener su identidad cultural.
Lamentablemente, como ha ocurrido muchas veces con nuevos cineastas que logran destacar, Lee Tamahori se fue a Hollywood y terminó dirigiendo una película de James Bond (otro talento perdido).
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
LEJANA E INTRASCENDENTE.
A mi no me ha gustado, no está bien interpretada, ni resuelta, ni la trama me ha sugerido algo diferente al tedio. Parece como si estuviéramos necesitados de pertenecer al rebaño. He visto críticas negativas con valoraciones altas.
Tenemos por norma valorar con elevada nota, cuando una minoría encuentra absurdeces intelectualoides que rodeadas de frases elaboradas, parece que entienden más de cine que el resto, y nos ofrecen sus profundos argumentos, que no podemos más que seguir en ordenada piara.

El cine es un arte y como tal, así debemos disfrutar esa obra pictórica, o una escultura, o una interpretación musical. Cualquier expresión artística debe transmitir emociones. Ahí radica la auténtica esencia del arte; no en la cola de un rebaño.
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8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Sobreviviendo
Lee Tamahori, Rena Owen, Temuera Morrisson, Mamaengaroa Kerr Bell…Como podemos comprobar, no son nombres que suenen demasiado europeos. Guerreros de Antaño (1994) trata precisamente este tema, el de la etnia maorí que ha quedado desplazada por la cultura europea que llegó a los prados vírgenes de Nueva Zelanda para imponer su cultura a la fuerza. El director de la película, Lee Tamahori tiene precisamente ascendencia Maorí (por parte de padre) y con este film nos ha querido mostrar los problemas de adaptación que sufre su etnia, que se ha obligado a vivir y a trabajar en un ámbito de vida ajeno en el que la mayoría de los descendientes de los guerreros de antaño, se siente totalmente inutilizada.

En este sentido es más que significativo el primer plano de la película, en que aparece la vista de un hermoso paraje. A todos nos han llegado de oídas comentarios acerca de las maravillosas vistas que debía ofrecer el territorio antes de la llegada de los europeos, y más después del boom que supuso la saga del señor de los anillos, la cual ambienta muchas de sus ubicaciones fantásticas en Nueva Zelanda. Pues bien el plano resulta ser el de un montaje fotográfico publicitario, a continuación la cámara realiza un movimiento para mostrarnos el engaño y se nos muestra la industrialización (y deshumanización) de la zona. Es en este nuevo mundo donde los maoríes tienen que aprender a vivir ahora.

Los maoríes eran guerreros sí, pero antes, cuando vivían en una vida totalmente diferente a la moderna de ahora. El padre de familia era el que se encargaba de proteger a su familia y el de administrar justicia. El problema viene cuando el padre de familia tiene que adaptarse a unas nuevas leyes que no tienen nada que ver con las de antes. La película nos muestra un núcleo familiar totalmente destrozado, donde el maltrato doméstico forma parte de la vida cotidiana de la familia, precisamente porque el padre no puede hacer nada más que sentarse en un rincón y llenarse de cerveza. El alcohol es otro elemento degradante que se ha introducido en la etnia maorí, y que hace auténticos estragos ante una población que está poco acostumbrada a su uso.

La película tiene muchas coincidencias con el cine de Spike Lee, director de origen afroamericano y que en casi todas sus películas nos habla de los problemas raciales y de cómo los negros han tenido que intentar sobrevivir en los barrios más marginales de los Estados Unidos. No sólo porque muchos de los temas parezcan muy semejantes (y las coincidencias entre el pueblo maorí y muchos de los guetos de negros son más que parecidas) sino también por el tratamiento de sus personajes.

Si tenemos al padre de familia que es un auténtico monstruo, y que a duras penas sabe llevar a una familia, en la otra cara de la moneda tenemos al resto de los miembros de la familia, que intentan aclimatarse y sobrevivir de la manera que pueden. La película dignifica el papel de la mujer, como es la esposa, interpretada por Rena Owen y que tiene que aguantar toda la carga familiar (podemos comprobar además el maltrato en una secuencia magnífica que pone los pelos de punta) Es interesante la óptica del director, porque propone una solución muy interesante para que sus personajes puedan seguir adelante.

No traiciona su herencia, sino que pretende rescatar parte de su memoria, para que los maoríes puedan seguir sobreviviendo. No hay que quedarse anclado en el pasado, como personifica en el papel del personaje interpretado por Temuera Morrisson, pero se puede recuperar la memoria para afrontar el presente.

Por este motivo, vemos como la película se pone a favor de ciertas soluciones como el de reforzar los lazos de la comunidad (como hace el hijo mayor de la familia, que se integra en una especie de banda) o recuperar la historia (uno de los hijos aprende en el reformatorio muchas de las tradiciones que había perdido). En todo caso el amor es uno de los pilares básicos para que la familia pueda redimirse, y eso queda bastante claro en la figura de Rena Owen.

Es cierto que la película es bastante rutinaria y que muchas de sus acciones se vienen venir desde lejos, y en este sentido el guión resulta bastante plano. Por otra parte el director cuenta con un reparto totalmente de etnia maorí (muchos no son actores profesionales) que cumple de una manera magistral con el cometido.

Y del director…resulta bastante paradigmática su propia carrera. Lee Tamahori, después del éxito que supuso esta película, que incluso consiguió ganar el premio de mejor ópera prima en el festival de Venecia, se marchó a las Américas para continuar su carrera. Y ahí está, aclimatándose a la industria cinematográfica americana, perdiendo su esencia y creando historias comerciales (dirigiendo películas como la secuela de Triple X) que poco tienen que ver con su primera película. Quizá Tamahori sea el caso más famoso de un Maorí que ha tenido que renunciar a casi todo por seguir sobreviviendo.

http://neokunst.wordpress.com/2013/11/20/guerreros-de-antano/
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La majestad del matriarcado.
Al principio parece que se reivindica un costumbrismo de machotes en las Antípodas. En esta primera parte, los tópicos, aunque demasiado conocidos, funcionan: Jake el Músculos ganándose el sobrenombre en el bar, el hijo adolescente problemático, la hija tan buena que es de película, un marido que es un encanto pero un desastre en el trabajo, y las juergas que justifican la posible sordidez moral. Y entonces, cuando la trama parece que se va a deslizar por el derrotero de una más sobre bandas, moteros tatuados y violencia vistosa, se produce el giro drástico al infierno y se cambia de tercio. La película se centra en la protagonista y la ilusión se desvanece. Ante nosotros, la tragedia del maltrato doméstico, la marginación social y la degradación moral. Se escenifica así un poderoso drama familiar con unos personajes protagonistas que son también alegorías de dos universos de valores enfrentados: Por una parte, la masculinidad guerrera, totalmente fuera de lugar en nuestra aburrida sociedad sin héroes. Misógina, violenta, hedonista, despreocupada, excesiva, en esta cultura no tienen cabida la vida doméstica, la felicidad conyugal y, allá en el horizonte, la civilización. Por otra parte, como contrapartida, el esplendor del matriarcado: Integrador, amante, irreductible a la maldad sin ambages, respetuoso con lo mejor de la tradición, promotor de la vida familiar y del sedentarismo, uno de los óptimos refugios de la dignidad en nuestra libérrima sociedad abierta y plural, que también podría ser Nueva Zelanda, allá en las antípodas.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Retrato incompleto
- Me faltan mimbres.

- Hay una referencia al mundo del pasado, a los "guerreros de antaño", a los restos de una cultura que se encuentra prácticamente calcinada.

- ¿Se hace algún tipo de referencia a ese mundo, se lo describe de alguna manera?

- Pues no, se apunta a un pequeño poblado en las montañas, en el que se supone pervive aún algún resto de esa antigua cultura, pero no hay descripción ni referencia concreta alguna.

- ¿Cómo entonces se puede saber de lo que se está hablando?

- Pues no se puede saber, se puede intuir nada más, supongo que porque nuestro inconsciente guarda aún las semillas... pero la película no enseña nada... o casi nada... pues parece que que la danza maorí es, digamos, uno de los últimos vestigios de ese mundo antiguo...

- Turbio me lo pintas, Sancho... y es que los chavales que retoman esa danza tribal, la han aprendido en una institución estatal, una especie de reformatorio, "el hogar" lo llaman... démonos cuenta que el desarrollo desmesurado del Estado es el máximo responsable de la desaparición de toda cultura y forma ancestral de vida, el Estado (de cualquier país) es el que ha favorecido la homogeneización de la población, la atomización de los individuos, el desarraigo de las culturas madre, la proliferación de los comportamientos agresivos y egotistas...

- ¿Pero esa danza no la podríamos considerar un símbolo vivo de esa cosmovisión popular antigua?

- En parte sí, pero el que sea impartida su enseñanza por funcionarios institucionales no puede por menos que llenarnos de desconfianza. La película es equívoca a la hora de enfocar el problema, sí es cierto que nos enseña cómo el individuo de la modernidad ha perdido todas las referencias y es un cúmulo de nocividades...

- Podemos ver ese aspecto negativo del sujeto de la modernidad, con sus drogas y estupideces....

- Ya, pero se regodea demasiado en eso y sólo fomenta el odio al final, el auto-odio mejor dicho, porque todos cargamos con algo de esa clase de comportamientos dañinos. La película se pierde en las violencias, en los odios, en los maltratos, en la ira, en el descontrol... no aporta nada nuevo en eso, ya lo conocemos.

- Pero algo es algo, ¿no? señalar al problema.

- Señalar el problema sin mostrarte su procedencia es dejarte las manos vacías. Y lo que consigue es infectarte de lo oscuro, además de favorecer que se demanden más medidas coercitivas a los responsables gubernamentales.

- Pero la película es entretenida...

- Como argumento dramático tiene poco de novedoso, recorre caminos trillados. Las actuaciones son buenas, pero habría que hablar también entonces de las incongruencias: La madre Beth está contaminada de todo ese mundo de podredumbre, es responsable también de la destrucción que sufre la familia, por lo que la resolución argumental es bastante acomodaticia; la "conversión" del hijo mayor no se entiende, no se la cree nadie; el amaestramiento y transformación del hijo que es juzgado resultan tramposos (las instituciones "le salvan", claro);
el desenlace con el chaval que vive en el coche debajo del puente es un cosido trapero...

- ¿No se lo pasa uno bien viendo este filme?

- Su ritmo es dinámico e intenso, con imágenes nada amables. Pero insisto en que la hipótesis que se baraja no está nada bien planteada. Hay incluso unas escenas que en mi opinión demuestran lo falto de coherencia de la película con el mensaje que se supone se quiere transmitir (lo comento en el spoiler).

- Los personajes son muy creíbles, tienen fuerza, te permiten la empatía...

- Tal vez sí, pero esa empatía no te va a ayudar mucho a entender, pues si empatizas con personajes mal construidos te perderás en sus carencias y limitaciones...


Pues sí, quizás se deja ver, pero que le vamos a hacer, lo nuclear es tan difuso y secundario que, a mi parecer, una película que podría haber sido buena se queda en un pasable raspado: Un 5,2.
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3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Lo malo es que no es una peli
Yo diría que encaja más en un documental, pero disfrazado de peli. Narra la historia de un seno familiar con un "padre" muy violento. Diría, que se vería mejor si se ve como un documental que si se ve como una peli, ya que así no te esperas nada sobre la trama, y no te llevas chasco de ningún tipo ni al principio ni al final. Aunque lo de documental lo digo sólo figurativamente, porque no tengo ni idea sobre cuán de aproximada está a la realidad de los mahoríes neozelandeses. En fin, feilla la peli, y a ratos, bastante desagradable...
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4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
ENTORNO FAMILIAR CONFLICTIVO.
La película nos sumerge en un conflictivo entorno familiar. El principal causante de todos los problemas es, a mi entender, el padre. Su comportamiento se basa en emociones de lo más primarias, hace permanentemente uso de la ira y la violencia para solucionar cualquier problema.

La hija, es el mejor personaje que nos vamos a encontrar. Es como un haz de luz en medio de un ambiente de lo más sórdido.

Los amigos del padre, que pasan mucho tiempo en la casa, no solo no son una buena influencia, sino todo lo contrario.
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7
Muy buena
Me llama la atención las magníficas notas que tiene la cinta en Filmaffinity (7.1) y en IMDb (7.9). Y, desde luego, no sé por qué. Además pensaba que era otra cosa. Algo más ligero y menos denso.
Realmente no me aporta nada. La terminas de ver por la curiosidad de qué ocurre con los personajes, pero nada más. Tampoco me deja un mensaje particular o singular. Es una especie de vacío existencial el que provoca. No he aprendido nada de esa película.
Sí son muy bonitas las imágenes de cuando practican la haka típica de los aborígenes.
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8
Un peliculazo lleno de violencia y buenas actuaciones.
Una gran película, desconocida para la mayoría del público. Tiene un final buenísimo y unas actuaciones brutales.
La película trata de una familia, cuando menos atípica, que tiene bastantes problemas internos. Tanto descontrol puede terminar muy mal.
Recomendada.
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5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Suburbios oceánicos.
El cine australiano y neozelandés tiene verdaderas joyas, algunas descubiertas, pero muchas otras por descubrir. Entre las joyas relativamente famosas está este “Guerreros de antaño”, donde se muestra la marginalidad y la situación de exclusión social a la que se ven sometidos los descendientes de los indígenas y esclavos de antaño. Las que fueron sus tierras ahora están recorridas por carreteras, cubiertas de chabolas y basura y manchadas de humillación. La escena inicial es soberbia, donde aparece un idílico paisaje, recuerdo de lo que fue y ya dejó de existir, donde al abrir el plano se ve que solo era un anuncio en medio de toda la urbe, con su polución ambiental y moral.

Es una película dura, pero realmente merece la pena, así como merece la pena prestar atención al cine que se hace en la lejana Oceanía. La mejor película de Lee Tamahori.
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7
Drama Maorí
La historia parte de una familia Maorí afincada en la urbe, perdiendo los valores de sus costumbres, alcohol, drogas y violencia. Así transcurre con pequeños atisbos de que es la vida perfecta pero rápidamente se convierte en los problemas de perder los valores de familia y cultura. Los actores cumplen con ese papel a la perfección incluso los peques que participan. La historia es de una cultura pero se puede trasladar a cualquier sociedad donde los valores son transgredidos en beneficio de la nada.
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6
En todas partes cuecen habas
Guerreros de antaño cuenta lo difícil que resulta a veces para una minoría étnica adaptarse al mundo de los colonizadores. Todos tenemos a Nueva Zelanda, aparte de por un país exótico, por una nación con una alta calidad de vida, como reflejan los estudios sobre el tema que salen a menudo en los medios de comunicación.
Pero parece que en todas partes cuecen habas y Nueva Zelanda no parece ser una excepción. También hay barrios marginales y familias conflictivas. Ese es el caso de la familia maorí que protagoniza esta película, más en concreto del cabeza de la misma, que desahoga sus frustraciones dándole a la botella, y, cuando se le cruzan los cables, maltratando a su mujer. Por si no fuera poco, tienen que aguantar las fiestas que da a sus amigotes en su casa, las cuales tienen más bien poco de ejemplares. Hasta que tras un acontecimiento traumático, ella y sus hijos se cansan y deciden formar un hogar lejos de tan poco recomendables personajes.
Quizás falte cierta sutileza a la hora de narrar las escenas clave de la película, pero es una película que se deja ver.
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9
Un lugar llamado Marae
Es el lugar donde las almas de los ancestros se estrechan con las de los vivos en un vínculo místico, donde todo rastro de civilización es eliminado, donde el espíritu de la tradición emerge de la tierra y la piedra para instalarse en el cuerpo.
Allí se reúne un pueblo, un pasado, una sangre, una cultura, de guerreros.

Puede que una de las etnias aborígenes que menos haya destacado en el panorama cinematográfico haya sido la de los maoríes (por lo menos en comparación con la nativa americana, para todos ya muy familiar), ese peculiar pueblo de cultura guerrera y costumbres caníbales que desde el Este de la Polinesia emigró hacia las tierras de Nueva Zelanda alrededor del siglo XIV a.C. y que, como todas las tribus nativas, sufrió la terrible invasión de los colonos europeos, quienes los "civilizaron" y los adaptaron a sus costumbres, surgiendo así los pākehā (mestizos neozelandeses-europeos).
El autor de orígenes maoríes Alan Duff se convertiría en uno de los más importantes del país (junto con Witi Ihimaera) y de la tradición cuando su novela casi autobiográfica "Once Were Warriors" se publicara en 1.990, logrando el éxito de inmediato, en la cual reflejaba con un gran sentido de la honestidad y crudeza sucesos que marcaron su infancia y su vida. La obra sería adaptada poco después por Riwia Brown, también de ascendencia maorí, en cuyo guión, se invertía (¿por motivos cinematográficos?) la realidad del pasado familiar de Duff: mientras la madre maorí de aquél era alcohólica y abusiva, como algunos de sus familiares, su padre, de tradición pākehā, era respetuoso y educado.

Este guión llegaría entonces a las manos de Lee Tamahori (también de origen pākehā), un veterano asistente de dirección que había realizado sobre todo anuncios y series televisivas encaminado a dar el salto con éste, su magistral debut para el cine, el cual arranca de una manera mordaz, con el plano general de un bonito paisaje desértico. Esto no es más que un puro espejismo y la intención del director es clara, pues la cámara se mantenía sobre una valla publicitaria para luego bajar, situarse a ras de suelo y así captar la realidad; lo que vemos es una sociedad de colonos y nativos dividida desde el principio (literalmente, por una verja), con la autopista y los coches circulando a un lado representando la sociedad moderna, limpia y civilizada.
Al otro se erige el mundo de los pobres, los desplazados, los olvidados, en definitiva las tribus oprimidas; esta sociedad será escudriñada hasta en las mismísimas entrañas por la cámara de Tamahori y en ella residen los protagonistas, la familia Heke, cuyos padres son Beth y Jake. La primera una mujer fuerte, de carácter, descendiente orgullosa de los maoríes, para la que no existe nada más que sus cinco hijos (seis en la novela) y resignada al explosivo temperamento, al alcoholismo y a la irresponsabilidad de Jake, apodado "El Músculos", cuyos orígenes pertenecen a la tradición neozelandesa esclava. Dos familias enfrentadas por naturaleza, una bomba humana imposible de desactivar.

Además de en los padres nos centraremos en los tres hijos mayores de la familia: Nig, Mark (reflejo de Duff) y Grace, los tres recurriendo a diferentes formas de vida como evasión al resquebrajamiento familiar y a los abusos paternales de los que son testigos mudos (todo ello supervisado por la mirada melancólica y a menudo insoportablemente indiferente de Beth). Con el primero conocemos otro tipo de tribus, que a su modo imitan a las tradicionales; son las de la calle, familias improvisadas de jóvenes que han sido abandonados a su suerte y quienes no conocen otro mundo salvo el que rige la ley del más fuerte, la ley de la fuerza, del coraje, de la sangre.
Mark también se ha lanzado a la calle, pero practicando la delincuencia. Grace, por su parte, se refugia en la imaginación, en sus cuentos, la ventana hacia un universo de ilusiones y esperanza donde no existe la violencia, siendo ella el único atisbo de pureza que reside en su destrozado hogar; ambos protagonizan los dos puntos de inflexión de la trama. Ante el descontrol familiar, subyugado al alcohol, el odio y el maltrato (quedando esto patente en una secuencia tremendamente cruda e indigesta, y no así inolvidable, en la que Beth es víctima de la furia de Jake), Mark será recluido en un reformatorio; situación en principio triste pero provechosa para él, pues poco a poco conectará con sus raíces y la olvidada tradición maorí.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Hoy "Guerreros de Antaño" permanece como uno de los más impresionantes e importantes (en especial para la comunidad nativa maorí) debuts de la Historia del cine, obra de un director que jamás volvería a superarse tras su marcha a EE.UU., y que llegaría a manchar su reputación con mediocridades del calibre de "Next", la segunda entrega de "XXX" o la "bondiana" "Muere otro Día" (...además de con el vergonzosos escándalo que protagonizaría en 2.016).
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8
FUERON GUERREROS
Recuerdo que esta película pasó en su día sin pena ni gloria por las carteleras españolas, y recuerdo que quise ir a verla y me quedé con las ganas porque en los cines de mi ciudad la retiraron en menos de una semana y me pillaron con el pie cambiado. Muchos años después la pillé en la liquidación de un videoclub que cerraba sus puertas y me quité la espina. No parecía, por su buen estado, que la hubiese alquilado mucha gente en su momento, y tengo la impresión de que pocos la recuerdan por estos lares.

Y sin embargo, es muy buena.

Se trata de un drama intenso y a ratos bastante crudo sobre una familia maorí desestructurada, marcada por el alcoholismo y la violencia del padre y por la pérdida del contacto con sus raíces. Así, "Guerreros de antaño" analiza a un tiempo las consecuencias de la violencia dentro de la familia, la marginación social de los nativos neozelandeses, y los efectos de la aculturación (pérdida de referentes culturales, apatía, etc.) sobre un pueblo. Está rodada en un tono austero, sin florituras, basando su apuesta en los diálogos y las interpretaciones, buscando la mayor verosimilitud posible, cosa que consigue en todo momento, y gracias a la que logra mantener la atención del espectador hacia una historia universal pero contada desde las particularidades locales del pueblo maorí.

Muy recomendable.
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