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28 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
LOS OSCUROS INTERESES DE LOS OSCAR
12 nominaciones y únicamente el Oscar al mejor guión adaptado. Esta es una de esas veces en que me cuestiono los oscuros intereses que se esconden en los premios de la Academia americana. Me pregunto ¿Que están premiando? ¿Que están reconociendo? ¿El trabajo puro y duro de actores y actrices, directores, cámaras, fotógrafos, guionistas, etc., u otras cosas?
Acabo de ver a Peter O'toole en una interpretación histórica (no solo por la temática del film sino también por su grandísimo valor) y me entero que el Oscar se lo dieron a Rex Harrison por My Fair Lady de Cukor (por cierto, también premiado). Mejor será correr un tupido velo y dedicarme a comentar la película.

Me estoy acostumbrando a las “exageradas” interpretaciones de O,toole y en este caso su exageración contrasta con la sencillez rayana con la parquedad de Burton, sencillez que exige el guión pero que no obsta para que la interpretación de Richard Burton también pueda calificarse de buena. Pero Peter O,toole le toma la medida al personaje y nos trae, desde los libros de Historia, a un Enrique II absolutamente creíble para todos nosotros. Tan creíble que le volverá a dar vida posteriormente con El león en invierno. Y de esa exageración interpretativa de la que hablaba, hace arte, auténtico arte.

La película tiene auténticos valores, el vestuario, los decorados, la música, pero me quedo con dos, la interpretación de O’toole y Burton junto con la de John Gielgud como rey de Francia y como segundo valor el guión. El guión es genial, los diálogos no tienen desperdicio, derrochan fuerza, humor, ironía, contundencia y mantienen viva nuestra atención en las dos horas y media de proyección. Menos mal que este mérito fue reconocido por los sesudos académicos cinematográficos.

En resumen, una de esas piedras preciosas del llamado séptimo arte que, de tanto en tanto, se tiene la suerte de encontrar.
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90 de 93 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Inescrutables designios.
Al hilo de la excelente crítica de FATHER CARPIO sobre la notabilísima película “Becket ó el honor de Dios” 1 Oscar de 12 nominaciones. Me gustaría añadir lo siguiente: 1.949 Belinda (0 oscars de 12 nominaciones), 1970 Aeropuerto (1/10), 1977 Paso decisivo (0/11), 1980 El hombre elefante (0/8), 1983 Totsie (1/10), 1985 El color púrpura (0/11), 1994 Lo que queda del día (0/8), 2002 Las horas (1/9), 2008 El curioso caso de Benjamín Button (3/13), etc. Es evidente que no podemos saber, el porqué actúa de ésta forma la Academia de Hollywood, es muy cierto que algunas de ellas quizás ni merecían ser nominadas y en otras se pasaron, seguro que se merecían mucha más consideración de la que consiguieron, ¿Porqué actúa así la Academia? ¿Para promocionarlas o para hundirlas? Y me habré dejado muchísimas que ni fueron nominadas caso de “Cadena perpetua”, favor que le hicieron, porqué al final es el público el que realmente toma en consideración el valor de un film y le hace pasar a la historia. Lo verdaderamente indignante, es que grandes y magníficos actores y directores no hayan recibido el reconocimiento por su trabajo, por parte de la Academia, puede que al final de su vida se les entregue un Oscar Honorífico, o peor aún a "título póstumo". Así podemos entender las ausencias de grandes actores y directores en las entregas de los oscars, Marlon Brando, Woody Allen, George C. Scott, etc.

“Becket” es una espléndida película de Peter Glenville, un drama histórico con guión adaptado por Edward Anhalt (el único Oscar que tiene la película), de la pieza teatral del autor francés Jean Anouilh. Que relata la verdadera historia de la amistad entre el rey Enrique II de Inglaterra (brillante Peter O’Toole) y Thomas Becket (perfecto Richard Burton), un cortesano leal y habitual compañero del Rey en sus incursiones nocturnas a los burdeles, de los que suele sacarle siempre su fiel amigo. Becket es un plebeyo de origen sajón, amigo incuestionable del Monarca, nunca fue bien aceptado por los barones normandos y menos aún por la reina y la reina madre, que ven a Becket como una influencia antinatural e impropia para el personaje real.

Todo empeora cuando el veleidoso Enrique II, a la muerte del Arzobispo de Canterbury, (con el que se encontraba siempre en conflicto, ya que se oponía a que los bienes de Iglesia sirvieran para apoyar las campañas militares de Enrique en su lucha con Francia) nombra Thomas para ese cargo muy a pesar de este último, pues sabía muy bien que no se puede servir a la vez a Dios y al Rey.
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78 de 86 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Yo soy la Ley.
Aunque el absolutismo es una forma de gobierno que comienza a partir del siglo XVI por parte de algunos reyes europeos, pueden señalarse casos en siglos anteriores que ya nos muestran que ciertas tendencias de despotismo se han dado siempre.

Uno de los casos de protoabsolutismo fue sin lugar a dudas el de Enrique II, rey de Inglaterra, que en plena Edad Media quiso controlar la mayor parte de instituciones y mecanismos que pudiera. Tuvo conflictos con casi todos, desde los exteriores, más lógicos, con los franceses, con los irlandeses, con Roma; pero también internos con sus nobles y con su Iglesia.

La película se centra en esto último, en esas extrañas relaciones entre el rey y Thomas Becket, que posteriormente se convirtió en el Arzobispo de Canterbury, puesto ahí como hombre de paja del propio rey y que sin embargo acabó volviéndose contra él.

“Becket” es una de esas películas canónicamente inglesas - aunque también con las limitaciones que cuenta este estilo tan marcado-, es decir, un guión adaptado de una obra literaria, puesta en escena teatral, magnificas interpretaciones y sobria dirección.

De esto último se encarga Peter Glenville, más director de teatro que director de cine, que en “Becket” firma su obra más redonda.

Capítulo aparte merece el tema de los dos actores protagonistas. Un Peter O'Toole en su mejor momento, venía de rodar “Lawrence de Arabia” y luego haría “Lord Jim”, realiza uno de sus mejores trabajos a pesar de que tenga menos bombo que otros. Excelente, aunque un punto por debajo de O'Toole en este película se encuentra Richard Burton, que demuestra que es uno de los actores más minusvalorados de la historia del cine con el que es muy fácil meterse.

Destacaría en sobremanera el fantástico guión, que es para mí el alma mater del cine, que e un texto igualmente de bueno para leer que para ver, y que es de una precisión histórica brutal. Por cierto al que le guste el arte le encantará esta película, es un verdadero repaso a monumentos románicos de lo mejor que recuerdo.

Como ya se apuntó por ahí, que obras como “Becket” o “Teléfono rojo” perdiesen contra “My fair lady” en los Oscar ese año sigue siendo un expediente X

Nota: 8,3.
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46 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Thomas Becket
Notable drama histórico y biográfico realizado por el antiguo actor y luego director de cine, de origen inglés, Peter Glenville (1913-1996). El guión, de Edward Anhalt, adapta la obra de teatro “Becket ou l’Honneur de Dieu” (1959), del francés Jean Anouilh. Se rueda entre mayo y septiembre de 1963 en escenarios naturales de Bamburg Beach, Bamburg Castle y Alnwich Castle (Inglaterra, RU) y en los Shepperton Studios (Shepperton, Inglaterra, RU), con un presupuesto estimado de 3 M. USD. Nominado a 12 Oscar, gana el del mejor guión adaptado. Producido por Hal B. Wallis para Paramount, se proyecta por primera vez en público el 11-III-1964 (EEUU).

La acción dramática tiene lugar en Inglaterra y en Normandía y otras localidades francesas, entre 1155 y 1170 (s. XII). En 1155 Becket es nombrado canciller del reino y muere el 29-XII-1170. Thomas Becket (Burton), nace en Londres en el seno de una familia burguesa originaria de Ruán (Normandía), por lo que era más normando que sajón. En el film es inteligente, sutil, frío, sagaz y astuto. Consciente de su valía personal, se siente profundamente insatisfecho de sí mismo hasta que acontecimientos imprevistos le impulsan a cambiar la orientación de su vida. Enrique II es impulsivo, caprichoso, egoísta, irascible, juerguista y mujeriego. Es tenido por un gran rey de Inglaterra, que gobernó bien, incluso después de la muerte de Becket, y que se enfrentó a numerosos conflictos por sus deseos de detentar el poder absoluto del reino.

Un excelente guión transcribe con precisión pasajes íntegros de la obra original de Anouihl, que adquiere una rica y convincente dimensión cinematográfica. Hace uso de una acertada y emotiva superposición de diversos niveles de figuras simultáneas o paralelas de contraste y contraposición, de las que se extraen recursos de un poderoso dramatismo y de una gran intensidad. La contraposición entre los dos protagonistas ocupa el centro del sistema y determina la evolución y el avance de la acción.

El enfrentamiento permanente entre los protagonistas se da acompañado de una amalgama de enfrentamientos adicionales: el rey y su familia, la Corona y la Iglesia, Inglaterra y Francia, los barones y el rey, el anciano obispo de Canterbury y la Corona, la jurisdicción real y la eclesiástica, el Papa y los cardenales, etc. Algunas contraposiciones se muestran encadenadas y relacionadas entre sí: la guerra con Francia, el aumento de impuestos y la oposición de la Iglesia, etc. La suma de conflictos diversos se administra con la mesura y el acierto necesarios para producir en el ánimo del espectador sensaciones positivas, alejadas de la saturación y el agobio. Contribuye en este sentido el estilo del guión, que es sencillo, claro y de fácil comprensión.

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29 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
DEL PODER Y LA AMISTAD
Con cierta frecuencia se ha afirmado que el cine británico, por su cercanía cultural al norteamericano, carecía de auténtica personalidad, especialmente en comparación con cinematografías como la francesa o la italiana. Como toda generalización planteada en términos absolutos, la precedente afirmación resulta en realidad un tanto gratuita, y en ocasiones injusta. Si hay algún aspecto en el que el cine británico ha destacado siempre es en el peculiar tratamiento que reflejan sus filmes históricos, aprovechando para ello su rica tradición teatral, que se deja notar en la concepción de las películas, así como en la calidad y el matiz de las interpretaciones. A ello han sabido sumar virtudes puramente cinematográficas, como el cuidado que prestan a los decorados, localizaciones y vestuario.

Ejemplo de todo ello puede ser esta estupenda obra, que narra las contradictorias relaciones de amistad que mantuvo Thomas Becket con el rey de Inglaterra, Enrique II. Como ya se ha apuntado en otras críticas, parte del interés del filme radica en la concepción del poder real que encarna Enrique y los conflictos que dicha concepción le acarrean con otros estamentos del reino, singularmente la Iglesia, cuyos intereses defiende Becket, arzobispo de Canterbury, antaño canciller real y amigo íntimo del rey. No obstante, yo creo que el tema central de la película es la soledad de los poderosos, que erigidos en símbolos de grandes instituciones, han de renunciar a todo lo demás, amistad incluída. Así, ambos personajes tienen clara cuál es su misión, su deber, y el concepto del honor del que están imbuídos les impide dar marcha atrás o transigir en exceso. Mientras que el rey es retratado como un hombre caprichoso, juerguista y mujeriego, pero al tiempo celoso de su poder y sensible a la verdadera amistad, Becket se nos presenta como un personaje frío, calculador, sumamente inteligente, pero al que le cuesta experimentar y manifestar sentimientos. Será su honda transformación interior (marcada por sus nuevas responsabilidades eclesiásticas) la que arroje por tierra su relación con Enrique.

Más allá de las interpretaciones, que son todo lo buenas que podía esperarse de actores como O'Toole, Burton o Gielgud, y del guión, maravillosamente adaptado y justamente premiado, yo destacaría la fabulosa ambientación, que muestra un exquisito gusto y cuidado por el detalle. Las localizaciones, como el castilllo de Alnwick o la catedral de Canterbury (con sumo cuidado de no mostrar añadidos góticos), así como los decorados y el vestuario, están pensados al extremo, siendo de lo más sobresaliente del filme. La labor de Glenville tras la cámara es buena, destacando dos momentos magnéticos: el comienzo, con un bellísimo picado que simboliza la condena del rey (no en vano entra en la catedral para cumplir penitencia), y el encuentro de éste con Becket junto al mar, plasmado en un hermoso gran plano general.

No se la pierdan.
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22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Cine, en estado puro
Basada en una obra teatral de Jean Anouilh, esta película está realizada con el tradicional esmero que pone la cinematografía británica cuando aborda algún pasaje histórico de este pais. Peter O´Toole, que volvería a encarnar a Enrique II, en el filme "El león de invierno", realiza una magnífica interpretación, que le llevó a ser nominado al óscar al mejor actor, al igual que sucedió con Richard Burton, cuya actuación como Becket es asimismo extraordinaria. Esta película sólo ganó el óscar al mejor guión adaptado, pero obtuvo además otras once nominaciones, pues junto a las ya citadas logró esta distimción en los apartados relativos a la mejor película, director, (Peter Glenville), actor secundario (John Gielgud, por su trabajo como Luis VII de Francia), fotografia en color, decoración en color, sonido, banda sonora original, montaje y vestuario en color. "Becket" es pues toda una superproducción cinematográfica rodada en 70 mm y con todo lujo de medios.
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20 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Richard Burton y Peter O´Toole genios del cine
Cuesta creer que estos dos genios del cine no tengan oscars.
Enfrentamiento entre el arzobispo de Canterbury Beckett ( Richard Burton) y el rey de Inglaterra Enrique II ( Peter O`Toole), a partir de la obra de Anouilh. Uno de los grandes clásicos del cine histórico inglés, meritorio en cuanto logra trascender inteligentemente el obvio origen teatral de la historia. Para observadores, reconocer en qué planos Burton y O´Toole interpretaban borrachos y en cuáles no, son más o menos el cincuenta por ciento.
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18 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La Historia elevada por el cine
No hay nada mejor para entender la Historia que irse a la biblioteca y empaparse de todo lo que a uno le parezca, asumir puntos de vista diferentes, valorar datos y opiniones y crear una imagen convincente de los hechos pasados. Todos sabemos que el cine es diversión y que muchas veces cuando se aproxima a determinados hechos históricos, la falsedad o no de lo que se nos cuenta es más importante que otras cualidades. Dicho esto, personalmente no me importa si la Inglaterra del S.XII era tal cual se nos presenta en "Becket", me da igual si el rey Enrique II mantuvo esa relación o no con Thomas Becket, no me importa dudar en este caso sobre los hechos que presenciamos. Reconozco que otras veces me mosquea que el cine se tome ciertas licencias creativas y se desvíe de la realidad histórica. En este caso, mil aplausos por "Becket".

Tras ver una película así, ni se me ocurre plantearme que los hechos sean o no ciertos porque se trata de una película inmensa, así de sencillo. El duelo interpretativo Burton/O'Toole supone un hecho colosal, es imposible determinar quién de los dos brilla más. Jamás pensé que una película basada en los entresijos palaciegos, con la Santa Iglesia por en medio y con un tarado como el rey me llegara a gustar tanto. Mi respuesta a la película es tal cual: es un largometraje de dos horas y media cortas.

Todo el jugo que se pueda extraer a la personalidad de Enrique II es poco. Es alguien que tiene celos de Dios siendo él una de las personas con más poder en la Tierra. ¿Y su enfermiza amistad con Becket?; ¿y su dolor interior por tener que enfrentarse a su mejor amigo, la única persona que ha apreciado sinceramente en su vida? No lo escribiría nunca las veces que lo merece: inmenso O'Toole, inmenso, capaz de transmitir su dolor, capaz de que el espectador sienta rabia y sin embargo es posible comprenderlo.

Una maravilla, aunque no iba a titular mi crítica así creo que es muy cierto decirlo tal cual sigue: "Becket" es un claro ejemplo de la labor del cine por elevar el valor de la Historia. Los académicos no estarán de acuerdo, los de un lado y los de otro. Que si hay muchas falsedades históricas, que si sajones, normandos.... E incluso se le puede protestar su innegable aspecto teatral. ¿Qué más da? A mí me ha dado mucho más de lo que esperaba. De hecho, aún ni me lo creo...
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12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
EL SANTO QUE CAMBIÓ SU AMOR AL REY POR SU AMOR A DIOS
La historia que nos presenta este drama histórico es una de las maravillas más preciosas del mundo. Un hombre, Thomas Becket, se enfrenta a si mismo por escoger entre su amor a su rey o su amor a Dios.
La interpretación de Richard Burton deja a un lado al borracho Marco Antonio de Cleopatra para convertirse en el magnífico santo inglés que desafió a Enrique II. Burton interpreta de manera magistral, una vez más, a un personaje atormentado por sus decisiones (tal como lo había hecho en La Túnica Sagrada o en Alejandro Magno) y que no puede dejar a un lado ni su obligación para con la monarquía ni su obligación hacia el clero inglés.
Junto a Burton encontramos al magnífico Peter O'Toole, que demuestra poder ser algo más que Lawrence de Arabia en un papel de borracho y fiestero que le iba como anillo al dedo. No podemos olvidar que años más tarde volvería a interpretar a Enrique II en la también magnífica El León en Invierno.
Estos dos magníficos actores nos muestran una historia dentro de la historia, la de la ambición y la del hombre que la destruye. Santo Thomas Becket es un auténtico símbolo del catolicismo inglés y una auténtico martir para la Iglesia de Roma, ya que antepuso su deber como arzobispo a su deber como amigo.
A la historia que nos narra la película la apoya el vestuario. Una mitras y unos ornamentos magníficos alrededor de los obispos y una realidad en los banquetes genial, verosímil por encima de todo, cuando vemos a Becket discutiendo con Enrique II sobre el nuevo invento refinado de los florentinos: el tenedor.
"Sirve para llevarse las viandas a la boca.
- entonces se manchará el tenedor.
- se puede lavar.
- También las manos, no le veo utilidad"
Esta es sólo una pequeña muestra del genial guión de la película que no deja de mostrarnos situaciones cómicas en la figura del rey, un rey que puede ser tan divertido como implacable con aquellos que le van en contra.
Allí esta Thomas Becket, en la carne de Richard Burton, para mostrarnos la vida del santo que cambió su amor al rey por su amor a Dios.
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12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Simplemente magnífica
Hace mucho tiempo que llevaba intentando encontrame ante una película histórica de tan largo alcance, en cuanto a dirección, decir que la labor de este poco revisado cineasta, es especialmente minuciosa en cada plano, y mima la labor actoral de estos dos monstruos de la
interpretación, que no tenga ninguno un oscar me parece una aberración, y creanme que me encantan estos premios, Richard Burton mucho más contenido e hipnótico, pero la labor de Peter se encuentra a mi manera de ver el cine en una de las más completas y mejor logradas, como bien recuerda otro usuario de esta página, en la película Un león de invierno vuelve a hacer de Enrique II, junto a Katherine Hepburn, también los dos estuvieron nominados y ella finalmente lo ganó, pero centrando en esta película, que si no parece que no es una crítica, destacar absolutamente todo, música, fotografía, decorados, vestuario, incluso el secundario y tambien espléndido John Gielgud; la tensión que se genera cuando los protagonistas comparten escena es increíble, y sin ganas de diseccionarles la película, la escena del encuentro en la playa y ver al rey gritar ¡¡Tomás!!!, es bueno no sé, se me acaban los adjetivos, de verdad pasen y vean esta película que hará sonrojar a los amantes de series como Los Tudor, sin dudo una serie maniquea, pero eso es otra historia...
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12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Al Rey ni vida y mi hacienda he de dar....pero el honor solo es patrimonio de Dios.
Siempre, me han atraído especialmente las películas históricas ,pues aparte de ver buen cine te estas empapando de un trozo de historia. Los Británicos siempre han tenido buena mano para ellas sobre todo si se trataba de un pedazo de su historia.
Cuantas versiones se han echo de Enrique VIII, de Isabel I, Thomas Moro, María Estuardo y demás personajes de la realeza.
Casi todas ellas, con buen oficio y rigor histórico. Además de grandes medios y excelentes actores que ya habían curtido antes sus papeles en el teatro.
Becket, debe de estar sin ninguna duda en los mas altos peldaños del escalafón del cine históricos por muchos y variados motivos.
-Gran respeto a los hechos históricos acaecidos, pues creo que los acontecimientos que aquí se narran, no defirieron mucho de la realidad del momento.
-A pesar de su origen teatral, la obra tiene ritmo cinematográfico. La acción transcurre de manera ágil y dinámica.
-Sobria dirección, a cargo de un hombre que no se había distinguido antes con grandes películas, salvo "El cardenal" sí acaso.
-Muy buen plantel de actores, sobre todo Richard Burton, Peter O´Toole, y Jhon Gielgud. Sus trabajos son tan sentidos, que es difícil imaginarse a otros en su lugar.
-Y por encima de todo, creo que si algo deslumbra por encima del resto, es su inmaculado guión. Que maravilla de diálogos cargados de sabiduría, ironía, cinismo, pasión, tensión, y hasta un agudo sentido del humor.
Sin duda, una cinta larga, pero que se hace corta, porque paladeas con satisfacción cada escena, cada dialogo, cada plano, cada gesto...muy recomendable.
No diré nada, sobre la ofensa que le hizo la academia al darle un solo Oscar, sobré once nominaciones, porque ya lo han contado perfectamente otros usuarios.
Pero, sí quiero terminar diciendo que es una lastima, que a día de hoy solo, se haya editado la película en DVD, en una edición de kiosco, sin restaurar, sin la calidad de visionado que la obra se merece. Cuando se hacen innumerables ediciones de otras cintas de calidad muy discutible.
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10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Sajón de mierda!!! Sajón de Truanca!!! Sajónnnnnnnnnnnnnnnn!!!!! Aaaaaa!!!!
Siglo XII, los intereses del rey normando Enrique II de Inglaterra (Peter O’toole) chocan con los de la iglesia, con quien no logrará congeniar de ninguna manera. Para lograr hacerse con el poder del clero, Enrique II nombrará a su amigo y sirviente Tomás Becket (Richard Burton) como Arzobispo de Canterbury para así tener a la iglesia de su lado.

Las interpretaciones de O’toole y Burton son notables, destacando la del primero que da vida al rey Enrique II de Inglaterra, un hombre caprichoso, egoísta, juerguista y porque no decirlo, un Don Juan en toda regla de la época. Virtudes que no descreditaban su gran habilidad como Rey de Inglaterra, Duque de Normandía y Aquitania y Conde D’Anjou. Destacar que Peter O’toole repetiría cuatro años más tarde el papel de Enrique II en la adaptación teatral llamada “El león en invierno”. Burton, interpreta a Tomás Becket, un hombre sin un ideal definido que se acabará ganando la confianza del Rey hasta tal punto, que se convertirá casi en su mentor. Destacar que se convirtió en el primer inglés, desde la Conquista normanda, en ocupar un alto cargo. Así pues, en la película podemos apreciar como en no pocas ocasiones llaman a Tomás Becket “sajón” de manera despectiva, lo que da a entender que a los normandos no les hacía mucha gracia que un inglés tuviera un cargo tan alto dentro de la corte real.

La trama se centra en torno a estos dos personajes, los cuales a medida que avanza la cinta irán distanciándose poco a poco hasta tal punto que la amistad que conservan, se acabará difuminando sin poder tener opción a recuperarla.

Es curiosa la casi obsesión que mantiene Enrique II de Inglaterra por Tomás Becket, al sentirse traicionado y sólo tras ser nombrado su amigo, Arzobispo de Canterbury. Una serie de hechos que harán que Becket sea asesinado tal y como vemos al principio y que a medida que vayamos viendo el film se nos irán explicando.

Los diálogos que se ofrecen en la historia son excelentes, resaltando los que mantienen Enrique II y Becket de gran interés. Unos diálogos que le valieron a Becket (1964) para alzarse con el único Oscar al mejor guion adaptado de las 12 nominaciones a las que optaba.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento por falta de espacio)
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10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
“Lo que hay que hacer es preciso hacerlo bien”
Un hombre íntegro, con principios, y predispuesto siempre a la búsqueda de la lucidez existencial, sólo le debe lealtad a Dios, al amor y a la verdad. Pero, un rey, aferrado a los privilegios del poder y del vasallaje, sólo le deberá lealtad al sostenimiento de su trono a como dé lugar, pues cuando se cae en la trampa de la “superioridad”, es más fácil traicionarlo todo que renunciar a la “grandeza”.

Lo extraño, y a la vez admirable, en este maravilloso filme dirigido por Peter Glenville, es que vemos al rey, Enrique II, como un hombre que reconoce la amistad donde ésta se da y la valora casi hasta el límite de sus propios intereses.

La relación que se da entre él y su amigo, canciller, y luego su arzobispo de Canterbury, Thomas Becket, contiene el más notable, conmovedor y entreverado conflicto de emociones que hayamos visto por mucho tiempo en una obra cinematográfica. Diálogos agudos, profundos, capaces de sustraer la dualidad que se agita en el hombre conteniendo su grandeza y su fragilidad. Unas actuaciones vividas hasta rozar las entrañas de sus personajes (magníficos Peter O´Toole y Richard Burton); una recreación histórica de gran rigor, y el más impecable registro fotográfico por parte de Geofrey Unsworth.

Lo que resplandece en el filme son dos seres humanos con todas sus contradicciones, sus matices y su capacidad de enfrentar al mundo para defender una amistad que, en el ejercicio de lo que es justo, quizás encuentre sus propios límites. La obra da para trascender la epidermis de sus gloriosos personajes, y permea el alma, presiente el corazón y teje un hecho “histórico” que merece recordarse para siempre.

Estamos en el siglo XI. Se vive una época de confrontación entre los Normandos quienes detentan el poder con un régimen de opresión harto excluyente, y los Sajones (pueblo de origen germánico que se estableció en Inglaterra desde el siglo V), que repelen, sin mayores recursos, a un rey que es “un eterno adolescente atento sólo a sus placeres”. Pero, cuando el poder pretende jugar con la voluntad de los seres humanos, llegará el momento indefectible, en que se llevará las más extrañas e inesperadas sorpresas.

“BECKET” es cine esplendoroso que renueva el sello de la perennidad al arte cinematográfico.
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11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Celos de Dios.
122/05(05/04/10) Buena cinta histórica con el elegante sello británico, donde los actores brillan de forma extraordinaria y el guión destila gran fuerza. El argumento está basado en una obra de Anouilh, situado en el Siglo XII, va sobre la pugna entre el Rey de Inglaterra Enrique II (soberbio Peter O’Toole), frente a el arzobispo de Canterbury Becket (excelente Richard Burton), en Inglaterra había un gran choque entre la Iglesia y los intereses del país, y la solución es para Enrique II colocar a su mejor amigo de Arzobispo de Canterbury, Thomas Becket, o sea el que gobierne la curia inglesa, pero una vez es embestido Arzobispo, Becket siente la llamada de Dios y decide defender los intereses de la Iglesia en contra de su mejor amigo y Rey. La historia en su comienzo me recuerda al film de Orson Welles ‘Campanadas a medianoche’, donde un Rey inglés, Enrique IV es un parrandero que lleva en sus andanzas a su mejor amigo, en este caso Falstaff (fantástico Welles), aunque en su desarrollo difiere bastante y se acercar a otra cinta histórica inglesa ‘Un hombre para la eternidad’, donde la amistad de otro monarca, aquí Enrique VIII (Que curioso, todos Enriques) y Tomás Moro, deriva en un enfrentamiento encarnizado donde la integridad y el Honor de Dios es un muro insalvable entre los dos antiguos colegas. El guión de Edward Anhalt es un prodigio de grandes diálogos, donde el cinismo y la pasión se desbordan, creando situaciones de enorme vigor, de las que emocionan, donde las dos fuertes personalidades nos regalan dos soberbias interpretaciones antagónicas una de la otra, mientras Peter O’Toole compone a un soberano extrovertido, carismático, arrollador, que ensombrece a todos con su portentoso carácter, Richard Burton es todo lo contrario, sutilidad, matizado, contenido pero desprendiendo majestuosidad, hidalguía e integridad, los dos juntos paren un duelo magnífico. He leído bastantes críticas de esta película y en ninguna he visto referencia a la evidente relación amorosa-homosexual entre los dos protagonistas, más de una vez Enrique II dice lo mucho que ama a Becket, de ahí lo mucho que le duele que no esté de su lado, no es porque traicione a la monarquía, no es porque traicione su fuerte amistad, es por celos de que Becket ame más a Dios que a él, yo entiendo el argumento como una historia de amor entre dos hombres que evoluciona hacia un dramático desenlace. Tiene el hándicap de estar lastrada por una más que marcada puesta escena teatral, nunca dejas de tener la sensación de estar ante un escenario representando una obra teatral, esto le resta veracidad y dinamismo al relato, parece todo muy artificioso. Recomendable a los que gusten de magnos duelos actorales en medio de hechos históricos. Fuerza y honor!!!
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8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Para más datos, consultar la historia
Acercamiento a dos figuras vitales de la historia medieval, concretamente, del siglo XII, Thomas Becket, el Arzobispo de Canterbury (Richard Burton) y el Rey de Inglaterra, Enrique II (Peter O'Tole). La relación de estos hombres o bien la figura del religioso ha dado para numerosas recreaciones literarias que pueden ir desde "Asesinato en la catedral" de T.S. Eliot a "Los pilares de la tierra" de Ken Follett. En el caso concreto que nos ocupa Peter Glenville lleva a la gran pantalla la adaptación cinematográfica de la obra teatral de Jean Anouilh, "Becket o el honor de Dios", dicho sea de paso y a modo de crítica, pieza no muy fiel históricamente.

Esta película es un trabajo sólido, no en vano tuvo 14 nominaciones a los Oscars, en el que destaca la gran labor de sus primeros actores, un buen guión, una puesta en escena monumental en el que priman los espacios amplios y abiertos y la sobriedad del cine británico. Sin embargo me suena demasiado teatral y su visión es demasiado ácida y fría para entusiasmar. Para visión de la Edad Media prefiero a Robin Hood. Claro que aquí hay un duelo humano entre dos amigos y enemigos que es lo mejor de la película si bien resulta parcial. Os confieso que me cae mejor el rey que este arzobispo tan poco simpático (SPOILER).

Becket lo que demuestra es una obstinación fruto del orgullo y un fanatismo que le convirtió en el clásico asceta de cilicio y disciplinas. Además, su defensa de la independencia del clero respecto al poder civil, lo que le llevó a enfrentarse con el rey, era una tremenda injusticia. Recordad que hasta por un homicidio, un religioso, incluso con órdenes menores, salía bien parado pues no existía en su ley ni pena de muerte, ni apenas cárcel sino sólo multas y penitencias. Por lo demás, Enrique II fue un gran rey que puso en orden un reino caído en la anarquía e hizo justicia, y no una especie de pelele envidioso como sale aquí.
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9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
LAS AMISTADES PELIGROSAS
Película magnífica, basada en una obra de teatro de Jean Anouilh, en torno a la tormentosa amistad entre Thomas Becket, arzobispo de Canterbury, y Enrique II, rey de Inglaterra. Interpretación de calidad e imágenes excepcionalmente buenas rodadas fuera del estudio en Inglaterra. Edward Anha obtuvo el Oscar por el guión.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
“¡Oh Dios!, qué pesado de sostener es tu honor”, Thomas Becket
La existencia de Thomas Becket en el siglo XII, amigo y canciller del rey Henry II, a quien éste designó más tarde arzobispo de Canterbury, le sirve al productor Hal Wallis (Casablanca, 1943; Valor de ley, 1969), interesado en la Historia británica, producir para la Paramount una obra grandiosa, de la mano de Peter Glenville, especialista en grandes montajes escénicos, a partir de una obra del francés Jean Anouilh. Inteligentes diálogos y una sobria puesta en escena presiden este mano a mano impresionante entre Richard Burton (Becket) y Peter O´Toole (quien casualmente volvería a hacer el mismo personaje, Henry II en “El león en invierno” de 1968). El drama histórico de Becket había sido representado con éxito anteriormente en Broadway, siendo Laurence Olivier (Becket) y Anthony Quinn (Henry II).

El film, con guión adaptado por Edward Anhalt (el único Oscar que tiene la película, de 12 nominaciones), plantea abiertamente una reflexión en torno a los límites del poder, la tentación absolutista y la necesidad de clarificación y de delimitación de los poderes eclesial y político. Sin preocuparse en demasía por ocultar su origen teatral, la cinta se inscribe de lleno en esa tradición británica del cine histórico que tantos títulos reseñables dará en los años siguientes (Un hombre para la eternidad, 1966; Cromwell, 1970), tradición caracterizada por ese respeto a la fuente escénica, por esos diálogos brillantes y rebosantes de ironía, con una perfecta dicción verbal (recomiendo VOSE), por una irreprochable profesionalidad y una realización pulcra, de una belleza formal, sobria y academicista.

Narrada en un extenso “flashback”, conoceremos la influencia de Becket, un leal y fiel sirviente sajón del rey Hery II de Inglaterra, amigos inseparables de correrías alcohólicas y mujeriegas, que provoca recelos en la nobleza dominante, los normandos y mantiene una larga disputa por un viejo conflicto entre la Iglesia y el Estado. Becket, inflexible seguidor de las directrices de Roma, es nombrado por el rey arzobispo de Canterbury, en un intento estratégico de alterar la situación. Pero el nuevo arzobispo que antes se sentía vacío ha encontrado en Dios, la luz interior y se seguirá oponiendo con todas sus fuerzas a los deseos del monarca de poner coto al incremento del poder papal en Inglaterra.

El film va adquiriendo progresivamente tintes sombríos que tienen su mejor y más intenso refuerzo en los severos decorados de palacios y lúgubres templos cuya atmósfera se intuye irrespirable. Glenville se toma su tiempo para contraponer el carácter de ambos personajes, sin descuidar por ello la importancia del fondo compuesto por los barones normandos, la familia real que el rey detesta y el clero. Becket, de origen sajón, es sutil, profundo, frío y reflexivo, mientras se cuestiona el sentido del honor, en tanto que Henry es impulsivo, iracundo y por tanto dado a la ofensa verbal. La atracción que el rey siente por Becket tiene un fondo homosexual nada oculto en la obra. Una película fascinante en cada visionado, CINE CON MAYÚSCULAS.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
EL AMIGO DEL REY
Un drama centrado en la amistad de dos hombres hasta límites obsesivos. Thomas Becket es presentado como la única relación sana que mantiene el monarca inglés Enrique II, un hombre autoritario, arisco, estrafalario y presionado en todos los frentes (el pueblo, la iglesia, su propia familia, etc).

La cinta centra su principal atractivo en un duelo interpretativo de primero. Richard Burton enfoca con profesionalidad y solvencia la disyuntiva de un hombre que debe elegir ser fiel al hombre que le consiguió el cargo o mostrarse digno de ese gran honor. Becket es una figura extraña y muy interesante, que a buen seguro suscitará la atención del público.

En el otro lado, Peter O´Toole realiza una interpretación maravillosa como Enrique II, con unos diálogos dignos de ser visto en versión original, con una facilidad pasmosa para cambiar un estado de ánimo a otro, en otro ejemplo más de la inagotable fuente de riqueza que este maravilloso actor británico, uno de los grandes de siempre.

Además de una buena obra histórica, trata un tema no muy conocido, lo cual hace que resulte aún más atractivo. Peter Glenville dirige con encantadora corrección y discrepción inglesa, bien acompañado por una maravillosa banda sonora.

Una pequeña joya de 1964, no siempre valorada en su justa medida.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Entre Tomases y Enriques anda el juego
Al igual que Thomas Moro supuso un quebradero de cabeza para Enrique VIII por su obstinación en no darle la razón en el conflicto matrimonial entre éste con Catalina de Aragón y el Papa, siglos antes también en Inglaterra hubo otros tocayos de aquéllos - en este caso, Thomas Becket y Enrique II - donde el poder real también fue cuestionado por un hombre de la Iglesia Católica. Esta película trata de reflejar la tortuosa relación afecto-odio que ambos se profesaron y las consecuencias de la desobediencia de Becket. Históricamente se le puede reprochar tan sólo la introducción de algunas escenas que podrían haber sido suprimidas perfectamente, pero cinematográficamente hablando resulta larga y pesada, con un metraje excesivo en mi opinión. Es por ello que la califico únicamente como interesante y pienso que está muy sobrevalorada.
Sin embargo, no se puede decir lo mismo de la actuación de los protagonistas. Tanto Richard Burton como Peter O' Toole realizan unas interpretaciones antológicas, casi con tintes shakesperianos en esos soliloquios que muestran su ideología y perfil psicológico. El clérigo, pasando de ser defensor a ultranza del libertinaje de su Príncipe (siendo el único que lo llama así, lo cual manifiesta su cercanía, confianza y amistad con él), sin que le importe que lo llamen traidor, a darse cuenta de que no todo vale, ni siquiera para el Monarca. Éste, por su parte, como un auténtico déspota absolutista que no admite que nadie le contradiga.
Por último, y a modo de anécdota, como muchos recordaréis la sinopsis de "Los pilares de la tierra" (Ken Follett) dice que la novela comienza con el ajusticiamiento de un inocente y termina con la humillación de un Rey. Pues bien, sin revelar el final y pese a que la historia ya esté escrita, ese Rey humillado no es otro que el Enrique II de "Becket". Aunque hay que ver la película o documentarse para saber por qué un Monarca de su pensamiento cedió a algo tan mundano y terrenal.
Mi nota: 6,4
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
¿Homosexualidad?
Bonita película con dos actores enormes. Peter O’Toole estaba en todo su apogeo, viniendo de hacer una de las grandes obras del cine mundial: “Lawrence of Arabia”. En un papel muy diferente, el de este rey caprichoso, defiende el papel y lo ensalza.

Richard Burton no le va a la zaga. Un tipo con gancho, sin lugar a dudas, ya sea por su voz, su mirada, su pose…, un magnetismo descarado, huérfano de toda duda.

En cuanto a los escenarios elegidos: los castillos de Bamburgh y de Alnwick, absolutamente fidedignos al tiempo de narración: la Edad Media. Esta gran dedicación del autor ha hecho que la película sea respetada por el tiempo de una manera mágica. Desconozco si el principio y el final están rodados en Canterbury, ya que no he podido contrastar el dato.

La película tiene un claro tinte homosexual, en ese amor loco que tenía Henry II por Thomas Becket, del que sin duda quedó seducido por su alta inteligencia, a pesar de ser Sajón, y ser sospechoso de posible enemigo normando.

Por último, precioso el trato de la lluvia que hay en esta película. Hace poco visioné con gran agrado la serie “Downton Abbey”, rodada en UK, ambientada en la Inglaterra de principios del siglo XX, donde todos los planos exteriores siempre eran soleados. Esa profanación de la realidad, una Inglaterra lluviosa e inestable, me irritó. A la vez que me engancha en esta película, “Becket”, que aunque quizá algo más larga de lo que debería, hecha con muy buen gusto.
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4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
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