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86 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
7
Educación, Enseñanza y Psicología
El mayor defecto de una cinta tan meritoria y estupenda como “Profesor Lazhar” es que quedan todavía muy recientes las olas con las que emergió la indispensable “La clase” de Laurent Cantet. El territorio dramático, no obstante, en el que se mueve la película de Philippe Falardeau es completamente distinto a lo visto y vivido en las aulas en las que tantas veces hemos estado atrapados en la ficción. Se trata de una historia que en realidad es una fábula sobre la educación y la sanación interior de las personas frente a una tragedia que son capaces de comprender.

Resulta difícil unir la pedagogía, la psicología y la educación, que parecen ir por tres caminos totalmente separados en la sociedad. Actualmente el menor es sobreprotegido desde todas sus perspectivas y desde su base primordial: su enseñanza y supuesta educación. El detonante de “Profesor Lazhar” es el suicidio, en la propia aula donde imparte clase, de una profesora. Sus alumnos que no superan los doce años son incapaces de entender esa decisión y dos de ellos ven su cuerpo inerte colgado. Precisamente son ambos los que establecen el dialogo y conexión con el profesor sustituto, un inmigrante argelino que se ofrece para el puesto al leer la noticia en un periódico. Pero esa capa de suave thriller sobre el secreto de una muerte se convierte en el reflejo del misterio que envuelve el pasado de ese ‘profesor Lazhar’. La película, adaptación de la obra de teatro de Évelyne de la Chenelière, trata sobre la imposibilidad de sanación del individuo y más de un joven traumatizado si no existe un contacto físico, propio de nuestra condición y la naturaleza del ser humano.

El fin justifica los medios, y el sentido pedagógico clásico de Lazhar contrasta con los métodos modernos mientras que la sanación de su tragedia personal y familiar cicatriza paralelamente a la de esos pequeños que no entienden por qué la maestra a la que querían decidió abandonarles sin despedirse. La puesta en escena está plasmada desde el transcurso y paso del tiempo y las estaciones. Del duro y gélido invierno al sol primaveral que derrite esa endurecida y enraizada capa de hielo que se había clavado en el corazón de todos los protagonistas. Esta la historia realmente de un triángulo compuesto por Lazhar, el profesor, y sus dos alumnos, Simon y Alice, que son los únicos capaces de restablecer el equilibrio del resto de compañeros de aula.
La película de Falardeau habla de abrazos y despedidas, de honestidad y de continuar el camino pese a las rutas quebradas por las que pasamos en la vida. Un bellísimo y sencillo cuento, plasmado gracias a unas grandes interpretaciones, y un sentido de la sensibilidad y la emoción. Merece la pena, merece la pena dejarse emocionar y enseñar a otros el camino a la catarsis y la paz interior en esa lección de la vida dentro de un(a) aula.
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77 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Los renglones torcidos de la Educación
Desde la Seminci 2011:

La película canadiense "Profesor Lazhar" ha sorprendido y destacado en la Sección Oficial por ofrecer una necesaria y admirable reflexión sobre el sistema educativo en las sociedades contemporáneas (al menos las occidentales), el cual cuestiona seriamente y del que rechaza que la mera transmisión de conocimientos haya sustituido por completo a la educación integral en contenidos y valores por parte de los educadores, evitando la implicación personal de estos en el desarrollo completo (intelectual, cultural, físico, moral, sentimental…) de los niños.

Un fatídico suceso en una escuela del Canadá francófono lleva al protagonista, un profesor argelino, a solicitar trabajo en la misma, donde comprobará por sí mismo las deficiencias del sistema y los imperativos legales que, basados en la estúpida idea de lo que hoy se considera correcto, anulan la voluntad y capacidades educativas de los profesores.

Muy estimable película, con una buena interpretación de su protagonista y una escena sobrecogedora hasta la emoción por parte del niño al que más protagonismo da la película.
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81 de 94 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La crisálida que no llegó a mariposa
Un peculiar maestro argelino aparece para ofrecer sus servicios en un centro educativo de Montreal al poco de haberse vivido en el colegio una terrible circunstancia; sobre todo para los alumnos, entre 11 y 12 años, que acaban de perder a su profesora por auto-ahorcamiento en su propia aula.
El señor Lazhar tiene métodos que difieren de los reglamentos imperantes, pero su buen hacer le irá granjeando el respeto y la simpatía de la mayoría de sus compañeros; no así de algunos padres que le conminan a enseñar pero no a educar.

Hay mucha poesía en esta puesta en escena del canadiense Philippe Falardeau, que extrae parte del guión de una obra de teatro, un monólogo en el que sólo intervienen el profesor y sus reflexiones en voz alta.
Pocas veces puede paladearse un humor tan fino y sensible envolviendo lo irremediable de la muerte y las negativas consecuencias si no se admite.

El actor elegido para dar vida a Monsieur Lazhar (Seddik Benslimane), habitual hombre de teatro en París, demuestra tener un increíble magnetismo y una presencia que llena la pantalla, empapándote de sensaciones con cualquier simple movimiento. Hay momentos en que un reclinar de cabeza te pone el corazón en un puño, en otros te hace reír con un escueto parpadeo. Aunque esta es una de las primeras películas que se ponen en esta Seminci del 2011, no me extrañaría que alguien le tenga ya en sus quinielas para el premio de interpretación.
Más que recomendable, para todos, pero especialmente para los maestros que dudan qué camino tomar: el de la humanidad o el protocolo establecido.
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55 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Una clase magistral de buen cine social
Profesor Lazhar sorprende gratamente. Uno se espera un relato sobre la enseñanza y la figura del profesor, un poco en la línea de los films más representativos que suceden en pasillos de colegios e institutos como Ser y tener, Hoy empieza todo o La clase, por citar tres películas francohablantes. Y lo que nos propone el canadiense Philippe Falardeau es más profundo y novedoso. Habla de la muerte, y lo hace desde el minuto uno: un niño descubre el cuerpo sin vida de su profesora pendiendo de una viga, y a partir de aquí, en medio de la conmoción del centro educativo que afecta a docentes, padres y alumnos, el relato nos presenta al misterioso señor Lazhar, el nuevo profesor de francés que sustituye a la antigua profesora y que en sus clases enseñará más cosas que las conjugaciones de los verbos.

Profesor Lazhar propone una cuestión tan necesaria como provocativa: la necesidad y la obligación de hablar de la muerte cuando esta nos ha afectado de algún modo, asumiendo que ese es un tema tabú que se evita o se calla a propósito con tal de esquivar momentos incómodos. Porque... ¿se puede educar desde la evasiva? ¿Cómo seguir creyendo en el sistema cuando algo ha roto el orden establecido? ¿Cómo evitar que lo vivido no influya a la hora de dar o recibir clases? ¿Cómo enseñar lengua cuando extramuros de la institución educativa suceden guerras, atentados terroristas y cosas atroces? Hechos que, precisamente, llenan la historia de la mejor literatura. ¿O realmente todo ello se puede evitar desde el microcosmos del aula?

La carga social de Profesor Lazhar es potente: nos obliga a debatir qué debemos enseñar y cómo enseñarlo, y para ello establece una radiografía de padres ausentes, un equipo directivo que responde con evasivas y un profesor abandonado a su suerte que debe elegir entre ser transmisor de contenidos o receptor de sentimientos. Agradezco que Profesor Lazhar no sea un elogio más a la figura del profesor, que lo es y lo debe ser, sino una reflexión sobre aquello que no se enseña en el aula (y desgraciadamente tampoco en casa) y que al final es más importante que cualquier teoría de manual. De gran dureza pero de recuerdo agradable. Una clase magistral de buen cine social.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities
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40 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Las dimensiones de la pedagogía
Profesor Lazhar constata con suma efectividad la importancia de un aprendizaje simbiótico; hasta dónde puede llegar a ser positiva la reciprocidad en el constante proceso de formación, ya no en un marco escolar sino global. Philippe Falardeau parte de esta premisa y rueda un film tan terrenal por su historia y personajes como importante por la suma trascendencia e intemporalidad de su mensaje, más allá de cualquier contexto. Pero es que allí, en ese contexto, reside también buena parte de su lucidez: un profesor argelino que proviene de un país con graves problemáticas sociales desembarca en una clase, en Canadá, con unos conflictos de mucha menor escala aunque del mismo modo sintomáticos. El microclima que allí se genera, enrarecido al principio y canalizado poco a poco por el profesor y sus alumnos, es descrito de manera sensible y magistral, nunca exenta de rigor narrativo, implosionando al final con una escena tan sencilla como memorable.

Algo que posibilita este realismo, hilo conductor de una historia con honda carga emocional, es la espléndida dirección de actores, con Mohamed Fellag al frente y seguido de una veintena de niños de inaudito desparpajo y naturalismo. Impresiona la calidad del elenco como lo hace en definitiva la película, sin excesos ni trampas oportunistas. En este sentido, es inevitable no pensar en la interesante La Clase (Laurent Cantet, 2008), que exploraba con una fórmula similar los entresijos de la pedagogía, los incentivos, disyuntivas y dificultades de una profesión tan compleja como edificante. Sin embargo, así como la obra de Cantet era más bien fría y flirteaba con lo documental tanto como huía de cualquier sentimentalismo, la de Falardeau, en tanto que cine realista y desacomplejado, no teme a lo emotivo, intrínseco al fin y al cabo a la naturaleza humana.

Profesor Lazhar es, con todo, una obra de enorme relevancia por su capacidad de trascender más allá de lo académico, en todos los sentidos, hacia una percepción integral de la educación. Eso, junto al afinado trenzado argumental que Falardeau confecciona a los personajes y sus trances –y con permiso del escrito original de Évelyne de la Chenelière–, configuran una película de imprescindible visionado y profundo poso.

Lo mejor: por citar sólo una de sus virtudes, su sereno optimismo.

Lo peor: que se pueda considerar la hermana pequeña de La Clase, siendo más bien mayor.

[Tupeli.es]
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25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Una película construida sobre preguntas
El pasado viernes se estrenó en España la película canadiense Profesor Lazhar, ganadora de diversos premios internacionales.

La influencia de películas francesas de temática educativa como Hoy empieza todo o La clase se deja notar. De ellas coge ese punto de vista distante que permite al espectador reflexionar sobre lo que está ocurriendo con una mayor perspectiva. Sin embargo, es esta una película menos documental, y finalmente mucho mas emocional.

Su pretensión de alejarse del sentimentalismo la ha llevado quizá a distanciarse demasiado de los hechos.

Por tanto, tenemos ante nosotros una película de contrastes, donde el distanciamiento, incluso la frialdad en ciertos momentos, se entremezclan con la emotividad. Donde las situaciones, todas ellas reconocibles, y rodadas con realismo, sin excesos o artificios, se nos antojan a la vez ajenas.

El protagonista, interpretado por Mohamed Fellag, es una buena muestra de ello. Se trata de un personaje entrañable, al que queremos querer pero con el que terminamos por no sentirnos totalmente implicados.

Lo más interesante del film son las preguntas que se plantea. ¿Es correcto el camino que ha tomado el sistema educativo occidental, que no permite la implicación del profesorado en la formación completa del alumno? En los países desarrollados, el profesor es un mero instrumento de transmisión de conocimientos. Se anula su iniciativa para inculcar algo más allá de la mera información.

El aspecto personal no se toca. Se opta por enseñar y no por educar, se elige el protocolo antes que la humanidad. Con esto se evitan miedos comprensibles como son que un desconocido introduzca valores o hable de sentimientos a nuestros hijos. Sin embargo, ¿no debería ser la influencia del profesorado indispensable en el desarrollo de los niños? ¿Pueden los padres solos ocuparse de semejante tarea? ¿No es enriquecedor que los chavales tengan diversos puntos de vista? De hecho, si el profesorado no tiene una actitud receptiva y cercana, ¿no estás mandando ya un mensaje educativo a los alumnos?

El miedo, una vez más, nos hace estructurar las relaciones de forma más impersonal y deshumanizada. ¿Merece la pena el precio?

El director, Phillippe Falardeau, mantiene una cierta objetividad durante una gran parte del metraje, como queriendo no influir demasiado en la respuesta a todas estas cuestiones. Sin embargo, hacia el final toma partido, y la implicación del film aumenta.

Parte del guión se ha extraído de una obra de teatro, y el resultado, aún siendo sumamente interesante, puede aburrir a más de uno por su ritmo pausado, y su trama asentada en la reflexión y la psicología.
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17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Si tu profe se suicida, pon un argelino en tu vida
No, por mucho que algunos lo pretendan, esto no es “La clase” ni se le parece lo más mínimo. Sí, tienen en común que las dos transcurren en el ámbito escolar, que son películas sobre la educación, que plantean conflictos de aula, pero nada más.

“Profesor Lazhar” parte de un hecho completamente incomprensible, demencial, pero al que Philippe Falardeu no da una explicación mínimamente satisfactoria en todo el filme: la profesora de unos niños aparece ahorcada en su clase. Por qué una persona decidiría suicidarse en un lugar lleno de niños, sabiendo que ellos encontrarán su cuerpo y quedarán traumatizados de por vida. Pues ni lo sabemos al principio de la película ni lo averiguamos al final.

A partir de ahí un despropósito tras otro. De repente aparece un profesor argelino ofreciéndose a dar clases a estos niños y sin curriculum ni papeles ni nada es contratado inmediatamente. Bien podría haber sido un terrorista o un pederasta o un farsante sin titulación ni experiencia, pero nada, lo contratan y lo colocan al frente de una clase con un montón de chiquillos hechos polvo por el suicidio de su profesora. Y que sea lo que Dios quiera.

Por otra parte, lo que en “La clase” era un exquisito respeto por todos los elementos del sistema educativo, un difícil ejercicio de objetividad, de retratar la realidad tal cual sin intervenir en ella, aquí es como una especie de alegato a los métodos del profesor argelino.

Una versión moderna de “Rebelión en las aulas”? No, tampoco, imposible, porque el profesor Lazhar carece por completo de atractivo personal, nada que ver con ese profesor revolucionario y lleno de carisma que interpretaba Poitier, cuya mera presencia física ponía los pelos como escarpias. Lazhar es un tipo triste, gris, nada dinámico, que lo primero que hace al entrar al aula es cambiar los pupitres, que estaban en círculo para trabajar en grupo, y ponerlos en fila, como toda la vida de dios. Vamos, la antítesis del docente innovador y deslumbrante.

Y es normal, luego nos enteramos de que este hombre tiene un pasado terrible y que su situación presente es bastante problemática, así que poco dinamismo puede aportar a su clase. Es un tipo destrozado por la vida y, a diferencia del personaje de Poitier, da más pena que otra cosa.

Lazhar no es magnético, no impresiona, no tiene madera de líder, así que es imposible entender el entusiasmo que supuestamente despierta en sus alumnos. Ni, por cierto, en la profesora de la clase de al lado, que de forma incomprensible le hace ojitos. En fin, que este caballero de triste figura, aparte de despertar una inmensa piedad no puede ser nunca ese profesor emblemático, de los que nunca se olvidan, que el director pretende colarnos. Vamos, ni de coña.
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26 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La muerte y la crisálida
Temática valiente y poco común en la cartelera actual. Tratar el tema del enfrentamiento ante la muerte y su constante aparición en nuestras vidas, añadido a que lo hace desde la perspectiva psicológica y/o emocional de unos niños (aunque también de adultos), es una muestra de la inquietud del narrador por querer sacar a la luz argumentos tabús como éste, extrañamente olvidados en el cine contemporáneo, a pesar de ser algo cotidiano, con lo que convivimos inevitablemente cada día.

Hubiese sido una obra maestra, en mi humilde opinión, si se hubiese acentuado más la relación de Lazhar con la profesora Claire y con su alumna preferida, Alice, porque así habría conseguido una mayor emoción y empatía con el magnífico personaje protagonista y con el clímax final de la trama.
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12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Una buena lección
El profesor Lazhar es una buena película. Rodada con la actual factura del cine independiente que toca tema social, sin grandilocuentes pretensiones y con mucho sentido de la honestidad, se convierte en un ejemplo no sólo de lo que se puede hacer, sino de lo que se debe hacer si se quiere ser creíble en este tipo de género. En esta ocasión la historia se nos sitúa en un colegio, que acoge a pequeños alumnos, y que es escenario de una peliaguda problemática como el suicidio de uno de sus profesores. Uno de los mayores aciertos ha sido la decisión de su director y guionista Philippe Falardeau de no pisar terrenos escabrosos o sensibleros, siendo contenido y objetivo. El otro punto fuerte es su excelente casting, no sólo en los personajes adultos, si no sobre todo por los pequeños. Hacía tiempo que no veía rostros infantiles tan expresivos y bellos como el de Sophie Nélisse, capaces de trasmitir tantos sentimientos y que además sepan actuar de forma tan natural como puede demostrar sobre todo gracias a su personaje de Simon Emilién Nerón.
El hacer cine de bajo presupuesto, con respecto a grandes producciones, no tiene por qué ser con una inversión cutre, a estas alturas debe quedar bien claro. De hecho su banda sonora o su fotografía están muy a tono con la propuesta. Y sobre todo, que tomen nota gran parte de los directores de casting españoles. Los niños que funcionaron en taquilla, como por ejemplo, los míticos Pablito Calvo o Marisol, siguen siendo iconos sin sustitutos, niños que tenían talento pero que para eso hace falta que elija gente con vista, aunque no tengan mucho en cuenta el arte y sí el negocio. El elegir a dedo o por influencias provoca que el cine español cuente una extensa y olvidable galería de los horrores con niños mostrencos exentos de naturalidad y sobre todo de verdad, capaces de levantar los sentimientos más depravados del espectador. Que sirva “El profesor Lazhar” de excusa para empezar a cambiar cosas que nos beneficiarán a muchos, sobre todo al espectador.
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11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Alumnos radioactivos.
Casi siempre son agradecidas las películas cuyo protagonista es un profesor recién incorporado a una escuela. Las reticencias iniciales, el rechazo por parte de los alumnos, la pedagogía para superar los conflictos y la aceptación y la estima finales son características comunes en este tipo de historias a las que “Profesor Lazhar” no hace ascos aunque probablemente de una manera más sutil y sin que estas se conviertan en el leitmotiv de la película en si. Porque si algo caracteriza el film de Philippe Falardeau es que carece de un tema central. Sirviéndose de la llegada del nuevo profesor substituto toca una serie de temas diversos como la muerte, la inmigración, la educación o la soledad. Importantes temas que por si solos merecerían una sola película y que Falardeau solo puede apuntar en un intento, no del todo conseguido, de aglutinarlo de una manera uniforme. Así pues el director quebequés no puede evitar que “Profesor Lazhar” ofrezca un aspecto algo irregular dejando cabos sueltos por el camino. Si Laurent Cantet en la espléndida “La clase” ponía el dedo en la llaga del estado actual del sistema educativo, Falardeau extrae del personaje de Lazhar las contradicciones de un mecanismo en el que no siempre sus ejes evolucionan al mismo ritmo. Sin deja por ello de mandar un mensaje de esperanza en un mundo en el que Balzac deje de ser una rémora y en el que un abrazo tenga el mismo valor que una excelsa lección de historia.

Lo mejor: la reunión de profesores.

Lo peor: esa incipiente historia de amor que no acaba de progresar.
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9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Cumple su función
Entre las razones por las que aconsejaría este largometraje, la principal y una de las más importantes es porque trata como personas adultas e inteligentes a los niños, la siguiente razón seria porque habla sin sensacionalismo de un tema tan delicado como es la muerte violenta, otra podría ser porque refleja problemas actuales en la enseñanza, como hasta donde está el límite del maestro al alumno y viceversa, también porque no busca el sentimentalismo fácil exceptuando la escena final.
El sentimiento de culpa y el remordimiento nos lo muestra a través de un niño de doce años, y temas como la necesidad de salir de tu país y la pérdida de los seres queridos a través de la figura del profesor.
Quizás al querer abarcar tantas cosas en tan poco tiempo, no se llegue a profundizar en la personalidad y las motivaciones de los personajes. Pues es poco lo que se nos revela de los dos niños protagonistas.
La película cumple su función de distraer la mente durante la hora y media que dura.
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8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Recordando al viejo profesor
Profesor Lazhar es una tierna película canadiense sobre un profesor, el señor Lazhar, que tiene la difícil tarea de dar clase a unos niños cuya querida profesora se ha suicidado recientemente. Éstos no son especialmente rebeldes, ni traviesos, y, aunque hagan cosas de niños, no se trata de una película infantil ni para los infantes, sino más bien para los progenitores (A y B, por respetar la nomenclatura gubernamental).

Lazhar es un buen hombre, argelino, que ha cambiado su lugar de residencia a la Canadá francófona unos años atrás. Pero Canadá no es como Argelia, los niños tampoco son iguales, y la educación ha cambiado bastante en los últimos tiempos, sobre todo en lo referente a los métodos y actitudes pedagógicas. Por eso, los comienzos como docente no son fáciles, pero todo el mundo se da cuenta rápidamente de que hay mucha sabiduría y benevolencia en ese extraño hombre cuyos orígenes guardan un poco de misterio.

De todas maneras, Lazhar no sólo ofrece misterio, sino que también lo sufre, al no saber cómo actuar en una situación tan dramática para unos críos, y desconocer los modernos sistemas educativos que, como bien resume un compañero suyo en el claustro, consisten en “tratar a los alumnos con tanta distancia como a un producto radioactivo”. Este conflicto es el que le da verdadero sentido a la película, como se va comprobando según avanza la trama, y el que nos engancha haciéndonos reflexionar sobre si, últimamente, nos estamos pasando con el papel de fumar, y si eso es lo mejor para las generaciones venideras.

¿Cómo se consigue un personaje como Lazhar? Pues teniendo en el reparto a un desconocido como Mohamed Fellag, el cual, desde el primer fotograma, nos recuerda a ese viejo profesor que no sólo enseñaba, sino que también educaba. Fellag consigue que su rol se nos haga más que creíble y, de paso, no lo identifiquemos con un rostro conocido e incluso estereotipado. Y no, no es que no haya otros personajes en la película, pero es que éste es el que absorbe todas las reflexiones posteriores.

Definitivamente, veredicto recomendable para este humilde título de un país que no suele copar las carteleras con sus películas. No permanecerá en la memoria del cine, pero a todo el que la vea le recordará aquellos tiempos pasados que, tal vez, fueron mejores.

http://diarioenred.com/2012/06/recordando-al-viejo-profesor/
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La muerte ronda la escuela
“La muerte no es real. No es sino nacimiento a una nueva vida… e iréis adelante, y adelante, y adelante, a planos de vida superiores y cada vez más altos”. (El Kybalion)

Dentro del plantel en una escuela de Montreal, se ha suicidado la profesora Martine Lachance. En su reemplazo, ha llegado un refugiado argelino de nombre Bashir Lazhar. Para la profesora, su problema parece ser que venía ya de largo, pero todo lo que sabremos es que abrazó a un chico que no acogió con agrado este gesto y la denunció ante sus padres exagerando un tanto lo ocurrido. Sucede esto en tiempos en que, en Canadá, “hay que tratar a los niños como si trataras con residuos radiactivos. No los toques o te quemas”. –Dirá uno de los profesores de la escuela.

Para el profesor Lazhar, la vida tampoco ha sido fácil, pues, por un libro que escribió su esposa en contra de la política de reconciliación nacional con la que se concedió amnistía a numerosos asesinos del Estado, su casa fue incendiada cuando ella se encontraba dentro con sus niños. Por suerte, él había salido antes hacia Montreal con la intención de preparar un lugar para toda la familia.

Ahora, el profesor quiere dar a otros niños un aliento de vida, y frente a la crisis que se cierne en esta institución, tratará de sembrar esperanza y reconciliación en los corazones de sus alumnos. “Es difícil entender por qué alguien quiere suicidarse, pero es imposible comprender porqué lo hizo aquí” -comentará Lazhar sobre el caso de la profesora-. Pero, no es imposible, profesor. Quizás Martine quería denunciar los malos tratos, la intolerancia y los prejuicios que, también y en numerosas ocasiones, reciben los maestros de parte de algunos padres o acudientes. Pues, solemos ver al mayor como victimario del menor, pero parecemos incapaces de ver las comunes ocasiones en que, el mayor es víctima de las mentiras, las exageraciones o los maltratos del menor.

Resulta muy válida y necesaria, esta película basada en la novela “Bashir Lazhar”, escrita por Evelyne de la Cheneliére, ya que muestra el otro lado del conflicto en la educación y se solidariza con aquellos profesores que lo dan todo de sí mismos y no siempre reciben aplausos o congratulaciones… y mucho menos reconocimiento del Estado.

Creo que, el director Philippe Falardeau, ha conseguido con “PROFESOR LAZHAR”, un filme que complementa lo hecho hasta ahora por otros realizadores, y fueron muy merecidos los 6 premios Genie por mejor película, director, actor (Fellag), actriz de reparto [Sophie Nélisse], guión y edición, que recibió en la gala del cine canadiense.

Por supuesto que “la escuela y la violencia no van juntas”. Pero esto será cuando el compromiso de cambio lo asumamos todos, porque, mientras sigamos creyendo que son los demás los que tienen que cambiar, que el mal está en los otros pero nunca en mi, todo va a seguir igual. Y así no debe ser.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
EL ENGAÑO.
Decidí verla, después de leer una crítica en esta página. Lo cierto es que era más interesante la crítica que la propia película.

Un trabajo limitado, de escaso conflicto, donde prima el actual sentir general abocado a eso que tanto abunda, centrado en lo políticamente correcto, tanto en la vida como en las aulas de este pequeño film.
Evitar los riesgos es lo que mejor queda reflejado, porque siempre existe alguien a quien se ofende.

No la considero una pérdida de tiempo, pero he de admitir que ofrece escaso entretenimiento. Nudo reiterativo y final acomodaticio, y desesperado.
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7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Película con niños, pero no para niños.
Mohamed Fellag nos ofrece una clase magistral de interpretación comedida: cada ademán de su cuerpo, su mirada, su sonrisa, su inseguridad... Película minimalista que nos describe, sin exageraciones inútiles, alguna de las lacras de nuestra civilización moderna o al menos occidental:
la soledad, la intransigencia. País:Canadá, lugar:una escuela interracial, donde un día se suicida una profesora adorada por los niños.
Película que se ve con gusto. Comienza con la nieve y termina en primavera. La fotografía nos va mostrando, brillantemente, las distintas tonalidades de este cambio, cuando los niños juegan en el patio, o Lazhar volviendo a casa, o por la claridad que entra en las ventanas de las aulas.
Nos hará pensar en como educamos hoy día a nuestros niños, jóvenes. Nada de collejas
ni castigos físicos, pero tampoco abrazos, besos, y con un final un tanto triste, ¿debido a la intransigencias de los padres y de un gobierno paternalista? ¡Ah! y todo ello contado con un toque de humor que nos hará sonreir ante las ocurrencias de los niños y adultos.
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Clases sobre lo incomprendido
Varios sucesos trágicos, que se escapan a la comprensión racional, provocan que Bachir Lazhar se introduzca, como profesor, en las vidas de niños y niñas de una escuela de la Canadá francófona.
Las clases se convierten en improvisadas sesiones de terapia colectiva, sin doctrina, sin lecciones de moral, terapias donde se permite que fluya el dolor, la culpa, la incomprensión, la frustración, el abandono y la más impotente de las desilusiones.
Bachir Lazhar, solitaria victima del fundamentalismo más cruel, encuentra su particular redención en impartir dosis de afectividad y ternura en sus alumnos/as, un grupo de niños y niñas, tan utópicamente “diseñados” en el guión como magníficamente interpretados.
Son muchas las películas las que nos han acercado a la vida de profesores y profesoras que consiguen ganarse el “corazón” de sus alumnos/as adolescentes con técnicas alternativas, trasgresoras que conectan con el espíritu rebelde de una época o una edad. Pero pocas veces, nos habíamos acercado a esta empatía entre profesor-alumno/a desde el dolor, y desde la incomprensión que supone el misterio y la crueldad de la muerte. En un contexto desolador, el director Falardeu y el actor protagonista Fellag, consiguen recrear una pasiva y emotiva reflexión que se instala desde ya, en nuestros recuerdos, desde la ternura, desde el cariño y no desde la tragedia.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
¡Bachir!
La película me ha sorprendido gratamente. Simplemente muestra que en ocasiones los niños también sufren traumas severos y por desconocimiento los adultos no muestran ningún afecto por ello.
El argumento es excelente en todos los sentidos. Trata sobre un grupo de niños que durante un curso experimentan la muerte y su proceso de duelo correspondiente de distintas maneras, desde la inexperiencia explícita que conlleva este tipo de situaciones en caso de niños hasta la inusual madurez de ciertos alumnos que suelen sorprender al personal con sus mentalidades.
Bachir Lazhar es argelino, se muda a Canadá por motivos personales que explican durante el film de forma discreta pero emotiva. Se presenta a una vacante de docente en un colegio público (me supongo) tras la tragedia. Se mezcla la relación psicológica con los alumnos y el proceso judicial que se somete el protagonista al emigrar al país.
Lo más destacable de “Monsieur Lazhar” es la gran y sorprendente capacidad emocional e interpretativa de los niños que más intervienen (Simon y Alice). Espléndido. Las personas que realmente han experimentado este tipo de situaciones siendo niños comprenden perfectamente las emociones cerradas que incluso mediante catársis ya es difícil el desbloqueo emocional.
En definitiva, la película es una sátira al sistema educativo actual donde se refleja perfectamente las discusiones y preocupaciones de Lazhar que comparte con la responsable de la escuela tras ir conociendo personalmente cómo se encuentran en realidad los niños.
Notable película que fue nominada a los Óscar 2011 en el apartado película de habla no inglesa. No recomendable para amantes del blockbuster.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
EDUCACION PRIMARIA
Salí algo decepcionado de este trabajo de Falardeau, quizás por que mis expectativas a razón de lo bien que lo había tratado la prensa especializada eran muy altas.

Es cierto que su director pone sobre la mesa un montón de buenos ingredientes y actores con un tono elegante y sutil para hablar de temas trascendentes como la inmigración, la educación, la infancia y como aceptar, enfrentarnos y en la medida de lo posible aceptar convivir con nuestros traumas personales por muy duros que estos sean.

Sin embargo uno tiene la sensación de que amontona frases para la discusión y abre caminos que no acaba de explorar y como dice el refrán abarcando mucho y apretando poco. Y si bien lo importante está en el fondo, no me acabo de creer la forma, encontrando las relaciones entre los distintos personajes más bien forzadas: el juicio, la contratación, la relación con la profesora, incluso con los niños, mucho más auténticos cuando se relacionan entre ellos.

La labor de Falardeau me recuerda al "Capitan Araña", ese personaje que propone y nos implica a todos para luego él no mojarse en nada.

A nivel personal y dado mis años de experiencia en la educación creo que la escena final se da mucho más en la vida real del día a día del profesorado que no como esta transgresión valerosa y especial para cerrar emotivamente una película.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Se queda en crisálida
Lo siento, le he puesto un 6.
A mí también me ha gustado mucho el aura que envuelve a Fellag, y de hecho, creo que eso y la expectación de saber qué narices le pasó a ese niño con la profesora, es lo que hace que sigas viendo la película con curiosidad.

Pero me ha parecido extremadamente fría, se insinúan interrelaciones entre los personajes que en realidad no se sienten. La interacción que vemos entre Lazhard y los alumnos es mucho menos intensa de lo que nos quieren hacer pensar al final de la película. Es decir: con lo que se le ha mostrado al expectador es imposible creerse que haya dejado tanta huella en sus pupilos.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Fábula sobre la enseñanza
"Monsieur Lazhar" (Profesor Lazhar"), adaptación de la obra teatral de Evelyne de la Chenelière, es la última película del premiado director canadiense Philippe Falardeau y supone una compleja crónica sobre la educación y la enseñanza, en la línea argumental de "Hoy empieza todo", de Bertrand Tavernier, y "La clase", de Laurent Cantet.

Narrada desde lo cotidiano y alejada por completo de cualquier atisbo teatral, "Monsieur Lazhar" acierta a reflejar con rigor y sinceridad los pros y los contras, las vicisitudes y esperanzas, la espectacularidad y la controversia que acompañan al ejercicio de la enseñanza. Dando idéntico protagonismo a los alumnos y al profesorado, atendiendo las implicaciones colectivas y familiares, aludiendo igualmente a los contenidos y progresos como a las complicaciones laborales o psicológicas.
Falardeau toca con sutileza temas raciales, políticos, judiciales, lagunas del sistema educativo y segundas oportunidades al ritmo de Bashir Lazhar (excelente Mohamed Fellag) que, con sus virtudes y sus defectos, nos seduce y nos obliga a interrogarnos sobre nosotros mismos, a menudo tan desplazados e ignorados como él mismo.

"Monsieur Lazhar" es una fábula moral y reflexiva sobre una dura realidad que afecta a todo tipo de personas, comenzando por los alumnos, pasando por los enseñantes y llegando con fuerza al conjunto de la sociedad. Incluso los métodos, las necesidades, las implicaciones de cada cual, las responsabilidades, van desgranándose, apareciendo y colocándose ante el espectador como en una pizarra, inquiriéndonos sobre modelos y actitudes que, en muchas ocasiones, no responden con la firmeza y el compromiso que los conflictos requieren.

El film suple su falta de originalidad y previsibilidad gracias a su elegante puesta en escena, su naturalidad y al tono sencillo, mezclando tragedia y humor, con el que se desarrolla la historia a lo largo de su ajustado metraje.
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