21 Críticas de los usuarios

A priori solemos suponer que la obra artística, para ser tal, debe tener universalidad. Bueno... no siempre. Mientras que a los espectadores españoles el film parece no haberles emocionado, a los de por aquí les ha resonada más íntimamente.
Con solo leer la nacionalidad y valoración que se le ha dado hasta este momento, podemos comprobar que las mejores opiniones surgieron de argentinos, mientras otros han sido más críticos. ¿Por qué?

En nuestra sociedad "paralegal", de descendientes de supervivientes llegados de diversos lugares del mundo, las alianzas construídas a partir de la amistad son propias de nuestra idiosincracía (entendida ella desde una perspectiva intersubjetiva, no ideológica). Y de ahí que esa relación simbiótica entre dos hombres maduros, esa peculiar "homosexualidad heterosexual" que caracteriza el vínculo que dá lugar a la historia que nos ofrece el autor, es como el abrazo de los futbolistas al convertir un gol.

El Misterio de la Felicidad tiene - para quien esto escribe - el notable mérito de ser profunda sin ser tortuosa. De ser compleja sin ser complicada. Cuenta una historia posible, lo hace correctamente, no es pretenciosa en sentido efectista y resulta efectiva.
Y si bien plantea un dilema existencial que atañe a todas las edades, contradictoriamente no son los jóvenes quienes vayan a entenderla en su real dimensión, por la sencilla razón de no haber vivido lo suficiente como para aún les ocurriera lo que a los protagonistas.
Dicho de otro modo, difícil es caer en la alienación que lleva al cuestionamiento existencial cuando todavía no ha pasado el tiempo vital que requieren los vínculos y las experiencias para detonar el conflicto.

No es una comedia, estrictamente; es un drama con unos cuantos momentos simpáticos. Y una película romántica, tanto temática como filosóficamente. Una película sobre lo dicho y lo oculto. Sobre lo aparentemente íntimo y lo profundamente personal.
Y discurre a través de una suma de situaciones de color local que, si bien pueden tener correlato universal, se abordan con un nivel de lenguaje - puramente porteño - que solo a quienes lo han mamado les resulta "expresión de verdad". Empáticamente.

Tal vez no se trate de una "gran" película, pero a mi - "un reblandecido jóven de 60 años" - Burman me ha conmovido otra vez.
La recomiendo.

Bueno, no soy de las críticas y muchos menos de buscarle pelos al huevos para ver puntos flojos.

Fui con pocas espectativas, o mejor dicho con cero espectativas, con la idea de pasar el rato, a sabiendas que estaba Francella, y sin ver otros títulos que me resultaran de interes en cartelera.
Tambíen confieso que fuí sin siquiera ver quien dirigía la película.

Entonces ....

Me encontre con una película de guion clásico, con un conflico clásico (un socio-amigo desaparece como si se lo hubiera tragado la tierra), el cúal hay que ir resolviendo en el trancurso de la peli.
Lo que puedo decir, es que, es más drama que comédia, y que si algun desprevenido va en busca de de las morisquetas franccelianas, no las va a encontrar, el que evidentemente trata de despegarse de ese encasillamiento. En ningun momento la historia logra explotar (y no lo intenta), sino más bien que trancurre, y deja lugar para ir haciendo pequeñas reflexiones, al meollo del asunto indicado en el titulo de la misma.
Por otro lado, en ningun momento se hace tediosa, al contrario es de facil visionado y se deja ir contando sin aburrir.
Tambien nos encontramos con una experiencia plastica mediante la puesta en escena y la edicion para el armado de la simbiosis de los personajes.

Por lo tanto, buena y pasatista. Y en mi caso que fui sin espectativas, senti que me sumo ... y pase el rato sin quejas. Y hasta reflexione un poco .. confieso!

La idea, el leitmotiv de la película es extraordinario, aborda un tema tan universal como el agua.... La Busqueda De La Felicidad.
Ahora, lo que no entiendo es por que la califican como género Comedia, solo por que hay situaciones risueñas? Esta película es decididamente un DRAMA y seguramente, todos los SOLVENTES NO FELICES que la hayan visto, se habrán vistos reflejados en esta trama.

La película en Filmaffinity tiene HOY 6 críticas ( 7 con la mía ) , el promedio de esas 6 críticas es 7.16 y creo q es justo, es una BUENA película, aunque personalmente creo que es MUY BUENA. A los votos sin crítica, nunca los tomo en cuenta.

Impecable el trabajo de Ines Estévez, la mejor actriz argentina de ficción en tv ( hasta que decidió retirarse ). Muy bien Guillermo Francella en su nueva etapa de actor serio en películas serias, y quiero destacar a Fabian Arenillas (el infeliz asumido) que me sorprendió su personalidad actoral cuando lo descubrí en El Hijo De La Novia de Juan José Campanella (no figura en Filmaffinity como parte del elenco)

Mis felicitaciones a Daniel Burman que escribió , produjo y dirigió la película y que por su filmografía es un especialista en pintar y retratar stereotipos de situaciones de la vida real y siempre dejar un mensaje o una moraleja.

El título ya es sugerente: la felicidad es un misterio, no algo simple y previsible. Entonces también es un misterio la repentina desaparición sin causa aparente del amigo inseparable/ socio/ casi hermano de Santiago (Guillermo Francella). La película es pasatista sin pretender ser profunda. Al espectador que no le moleste que las cosas queden por la mitad, entonces se sentirá satisfecho. En lo personal, la película no se me hizo larga, pero tiene demasiadas situaciones y personajes a medio plantear (repito: esto no tiene porqué ser imprescindible para muchos). Las actuaciones de Francella como tipo estructurado que queda desorientadísimo cuando le falta su amigo y de Inés Estevez de mujer insoportable son más que creíbles.
El resto, ya lo dije, se queda a medio camino (Por ejemplo, el personaje pseudo bizarro del detective no se entiende). Si ese tipo de cosas no le molesta, entonces véala sin esperar mucho más, excepto alguna reflexión (que nunca vendrá mal) sobre que hicimos con nuestros propios sueños

Me asombra la escasa puntuación que alcanza esta película en FA. Será que me he vuelto blando, o que la sensibilidad se ha instalado justo ahí donde estáis pensando. Pues romperé una lanza en favor de esta cinta, qué demonios. Sin duda es la mejor obra de Daniel Burman, un cineasta irregular, que en esta ocasión apuesta por una historia sentimental, pero sin estridencias, como quien no quiere la cosa. Tenemos a dos amigos de toda la vida, inseparables, socios en la misma empresa, comparten similar afición por las apuestas de caballos, los mismos gustos, los mismos coches... A veces, uno casi sospecha cierta pulsión homosexual en su relación, pero nada así lo indica. Un día, de repente, uno de ellos desaparece. Su esposa va a ocupar su lugar en la oficina, ante los recelos de Santiago. Pero ella es inflexible y se queda. A medida que van ahondando en su relación, inician la búsqueda del amigo y marido desaparecido, pero... ¿querrán encontrarle, al final? Una película iluminada por la sonrisa del gran Guillermo Francella, bien secundado por la pizpireta Inés Estévez, una historia construida a base de miradas, sonrisas insinuadas, silencios pausados y un inmenso amor por sus personajes. Le bastan unos pocos planos bien estudiados a Burman para situarnos, por ejemplo, en la estrecha amistad que une a los dos socios, no hacen falta palabras ni subrayados. Y la historia de amor entre Santiago y Laura está narrada sin aparatosidad, memeces sensibleras o grandes cascadas de violines. El mejor cine argentino de los últimos años. Nada que ver, como insinúa un crítico, con esas aborrecibles comedietas de la aborrecible Meg Ryan. Aunque no me extrañaría que a los yanquis se les metiera entre ceja y ceja manufacturar un remake de El misterio de la felicidad, aderezado con sacarina y puestas de sol. Al tiempo.

¿Qué puede más en la vida de una persona? ¿Los sueños propios y personales o los sueños compartidos con otro/otra? Este dilema a veces se resuelve de manera sorpresiva. Y las reacciones de los que eran parte de esos sueños pueden ser bien distintas. Daniel Burman, como lo hiciera en El Abrazo Partido, nos vuelve a mostrar las consecuencias que causa en los demás, la partida de un hombre que decide dejarlo todo y cambiar de vida. Francella compone maravillosamente a un hombre desconcertado y que necesita respuestas. Inés Estévez hace un personaje muy creíble, a quien la decisión del Ausente no la sorprende tanto- Estamos frente a un film con una temática muy humana, que dará tema de conversación en rondas de amigos- En mi caso, fui a verla con mi esposa y una pareja amiga, y derivó en una interesante charla. Me gustó, la recomiendo.

Película en donde nos muestra lo que seriamos capaces de hacer por seguir un sueño inconcluso. Esta comedia dramática nos cuenta el camino que recorren Francella y Estevez en busca del marido de esta última y socio de él. Esta película no pretende demasiado y se conforma con solo entretener. Correcto Francella alejado de las morisquetas habituales y mas cerca de ser un actor en serio, bien Inés Estevez. Se deja ver.

O también, como títulos: "Entre la bañera y el semáforo" o "Buscando a Eugenio", que me hacía ilusión ponerlos. Pero "Casandra" es el leit motiv por excelencia cuando se trata de buscar una regeneración vital. Y ésta corre a cargo del amigo extraviado por voluntad propia, el mejor de los extravíos si acaso un poco cobarde.

Es una mezcla de géneros: comedia, ficción, cuento de hadas, pero la conjunción es agradable y esos ojos de Francella no puedes dejar de mirarlos, siempre como un imán. Además, a resaltar, que Fabián Arenillas que así, a priori, no da gran talla como perfil del amigo, sí la da en bañador, floreado para más inri y dicho sea con simpatía que no con subterfugios.

Pero para llegar hasta ahí y resolver el misterio llamado felicidad, hay que transitar antes por un negocio electrónico, una ex-esposa atractiva -con fijación por las pastillas-, un coatch muy peculiar (con los rasgos de Alejandro Awada) que desvela los secretos ocultos tras la verdad, celebrar los domingos como un ritual lúdico y, lo que es más importante, darle cancha a una historia que aunque sea irregular entretiene y reivindica el no tener que renunciar.

Detrás de una apariencia inocente, esta comedia nos clava sus dardos penetrando en dilemas existenciales que difícilmente no nos alcancen en algún aspecto.
La actuación de Guillermo Francella es absolutamente impecable, alternando con habilidad humor y expresiones sutiles de sentimientos.
El regreso de Inés Estévez a la actuación es excelente, haciéndonos lamentar su largo tiempo de retiro pero festejar su retorno.
Otro acierto de Daniel Burman.

Un prometedor primer acto, da lugar a un correcto segundo acto que desenlaza en un decepcionante tercer acto. En el momento en el que se convierte en una "road movie" todo pierde interés y te queda la impresión de que al director o al guionista se les ha escapado una buena película, con unos estupendos protagonistas, de las manos.

Daniel Burman (El abrazo partido) demuestra en su film que el cine argentino, su humor, no es universal. Hasta puede parecer reticente y pesado. Eso es una cosa y la otra tener puntualmente escenas graciosas. Ha olvidado por otra parte sus premisas creativas y arriesgadas. Diseña una narración en cierto modo dramática solo para arrancar la sonrisa del espectador. Para que pueda pensar durante 95 minutos que pueden lograr su sueño. Dos amigos,socios, colegas que repiten incluso sus mismos movimientos y actitudes componen el guión cuando uno de ellos desaparece y su mujer ocupa su lugar con los mismo tics y rituales. Costumbrismo social de clase media alta dibujado con tinta gruesa. Contribuyen a esta indigesta verborrea boluda, Guillermo Francela, InesEstevez, Fabian Arenillas y Alejandro Awada.

La susodicha tal felicidad no ha sido para tanto, sólo breve amago de esplendor y carisma ocasional, se quedó en visión apacible y ligera, leve y poco intensa pues con el buscado error de marketing y venta que ofrecen al hablar de comedia argentina y el drama lento y moderado, suave y llevadero que encuentras hay un choque, desnivel que deja un mínimo de sinsabor que se corrige gracias a las interpretaciones de sus protagonistas -Inés Estévez fantástica, acapara la atención y es la nota alegre y festiva en la pantalla- y a un guión sencillo y austero, sin grandes miras ni propósito llamativo a simple vista pero que habla con calidez, conformidad y ternura de los efectos trágicos de la desaparición de un socio-amigo-hermano del alma y las más llevaderas secuelas en la mujer del mismo.
Daniel Burman deja muchas puertas abiertas, sin explicación, sin un por qué que complemente la narración, se limita a presentar personajes que pretenden ser graciosos, simpáticos y estrambóticos que transpiran una peculiar combinación de ironía, chiste y honestidad y un argumento que vive de escenas de supuesta parodia cómico-graciosa que, en nada, se transforman en lágrima, tristeza y desconsuelo ante la pérdida de su eterno y leal compañero.
Intenta ofrecer un poco de todo, una pizca mínima de ambos géneros, tragicomedia con un andar suave y comprensivo, de absorción tenue y actitud mansa y un final de bella tarjeta de postal para turistas con el que redondea el supuesto caos divertido visionado previamente, panacea de una conclusión exquisita, dulce y hermosa ante la tragedia, angustia y melancolía de su camino.
Su resultado es una observación agradable y standard, asimilación de digestión rápida y neutra, sencilla y sin novedades que alteren tu calma pero lejos de ser placentera y complaciente en toda su magnitud, una chispa de humor en alguna frase, sinceridad en otras, mucha habla y verborrea de exigua consistencia , tirantez amigo-viuda que se anticipa como evolucionará, secundarios sin una buena y específica definición..., un tentempié liviano y ameno que no explota ni gestiona sabiamente todas sus posibilidades pero gusta moderadamente, menú del día barato, accesible y cordial que no sacia todos tus deseos pero quita el hambre, se consume con agilidad, de efecto blando y etéreo y recuerdo ínfimo en tu memoria.
El misterio de la felicidad como valentía de elegir tu camino, libre de ataduras y de la mala conciencia que le acompaña..., sutil pero poco penetrante, ni profundiza con potencia ni con esmerada energía o voltaje ni aporta un meritorio calado emocional, sencillamente comodidad, suavidad y poco mareo para este filme sobre el objetivo principal de toda existencia, la tan mencionada, sobreexplotada y tantas veces malograda felicidad.

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No será el último filme de Daniel Burman un icono generacional, ni el taquillazo del siglo, ni una película de culto, ni cualquier otro reconocimiento oficioso importante que se le quiera dar a una obra cinematográfica. Pero resulta sorprendente como una película como El misterio de la felicidad, huyendo de cualquier pretenciosidad o y simplemente siendo algo detallista con una trama sencilla y liviana, consigue no decaer en su intento de combinar la dualidad entre la amistad de un par de socios de toda la vida y la relación matrimonial que uno de ellos mantiene y, en cierta manera, también sufre.

La línea argumental se subdivide por tanto en ambas relaciones, aunque la interacción entre los dos socios sólo la vemos durante los primeros minutos de la película, concretamente hasta que Eugenio deja plantado a Santiago y toma las de Villadiego sin que éste sepa el motivo concreto, ya que estaban a punto de cerrar la venta del negocio que compartían. Sin embargo, la relación entre ambos personajes se seguirá examinando a través de la búsqueda que Santiago emprende junto a Laura, la mujer de Eugenio, que tiene pocas dudas de que la fuga de su marido se debe a que realmente no era feliz. Cosa entendible, ya que como el propio Burman deja claro en el título, la felicidad es un misterio. Y bien que lo sabe la historia del cine, vaya.

Con tal base, era entendible que muchos pudieran tener cierto miedo a la hora de afrontar esta película. En innumerables ocasiones, se ha tratado este tema de la felicidad desde una manera artificiosamente trascendental, cuando no vacua y cursi. El mérito de Burman es alejarse de esos terrenos pantanosos y centrarse en narrar una historia pequeñita, pero creíble y natural. Empero, al hacer esta apuesta por rebajar el tono pretencioso del filme, también se corría el serio peligro de que su liviandad generara bostezos entre la gente. Por fortuna, tampoco se llega a tales extremos.

Así, Burman construye con El misterio de la felicidad un gratificante relato que cimenta su punto de partida sobre el coste de oportunidad, esto es, cuando una persona deja pasar una ocasión que en su interior quiere tomar, pero que por diferentes motivos decide dejar pasar. En el caso de esta película, descubrimos que fue un pacto entre ambos socios el que dejó a ambos sin posibilidad de vivir otra vida que pudiera haber sido gratificante. A partir de ahí, las conversaciones entre Santiago y Laura van construyendo cada vez más y más detalles sobre el pasado de los dos compañeros y amigos, cuya amistad quizá alcanzó cotas tan elevadas que ya resultaba ligeramente estrambótica, como bien nos demuestra una escena paródica al comienzo de la obra.

Una película así siempre necesita apoyarse en la interpretación de sus actores. Con Guillermo Francella, al que hace poco vimos en Corazón de león y que hace no mucho tiempo también nos regaló una gran actuación en El secreto de sus ojos, esa parte está solventada. Francella combina bastante bien el tono cómico de su rostro con otros gestos más dramáticos, acorde al espíritu de la obra. Menos gratificante, pero también aceptable, es el papel de Inés Estévez como la esposa abandonada que tiene que afrontar una nueva vida, en un registro que por momentos puede resultar algo cargante.

Así, la película de Daniel Burman resulta muy recomendable para todo aquel que quiera disfrutar de un relato agradable, sutil, que no pone a prueba al espectador porque tampoco lo intenta. Esta ausencia de ambición es a la vez su mayor virtud y su mayor defecto, y depende exclusivamente de lo que sus receptores esperen encontrarse. No perdura, no atosiga, no conmueve, pero El misterio de la felicidad ofrece 100 minutos entretenidos en los que trata diversos temas por los que todos hemos pasado o pasaremos a lo largo de nuestra vida, sin medias tintas y sin ridiculizar el intelecto del espectador. Cosas de la que no todas las películas pueden presumir, por cierto.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para www.cinemaldito.com (@CineMaldito)

Una historia y argumento con mucho contenido, aunque hay que saber encontrarlo, pero que lo tiene, lo tiene. Te hace pensar todo el tiempo hacia dónde se dirige esta historia?, qué curva tomará?, dónde se detendrá?, o qué otra dirección adoptará?. Tiene humor (claro!, y aún en lo dramático, cuándo no podría haberlo si actúa Francella?, uno de los mejores histriónicos del cine, tanto, que cuando aparece hasta nos podemos distraer con su actuación ignorando por momentos a los demás personajes!), tiene sarcasmo, tiene sensibilidad, tiene sentimientos, y, principalmente carece de vulgaridad. Es una historia armada para llevarte intencionalmente hacia terrenos de pronto incongruentes y escabrosos, mientras el espectador se encuentra con salidas distintas en ese cruce de relaciones humanas impensadas. Las idealizaciones no son por lo general buenas consejeras para la vida, pues las desilusiones se encargan siempre de poner las cosas en su verdadero sitio, quebrando los sueños y transformándolos solo en nostalgias. Es un relato con vaivenes horizontales y sin sobresaltos que vale la pena ver por su ingenioso enfoque de la vida sobre una minúscula rama de ese vastísimo árbol. Por último: una inicial y floja actuación de Inés Estévez, va creciendo ininterrumpidamente hasta el final, acompañando muy bien a Guillermo Francella.

Comedia reflexiva que aboga por no complicar nada la trama, haciendo de ella un viaje al conocimiento de los sueños cumplidos e incumplidos, de lo que una persona piensa sobre otra o todo lo que cree conocer de lo que piensa es un alma gemela. Esta película se mueve con esa parsimonia de comedia de género íntimo, de leves sonrisas y de amplias miras racionales.

Daniel Burman (El Abrazo Partido) dirige esta pequeña obra con buen toque a la hora de manejar a sus actores, que son lo mejor de una producción falta de ambición pero con el talento de sus intérpretes. El siempre estupendo Guillermo Francella (El Clan) aporta su buen hacer con un papel muy sincero y hasta exagerado en el rol de un personaje la mar de curioso. Inés Estévez (Acusada) da una buena réplica al personaje de Francella y nos deja un papel muy puro y realista. Sin dudas, la pareja intérprete es lo que más destaca de esta comedia sencilla y sutil que no alcanzará el Olimpo del cine pero que cumple con el expediente de hacer pasar un rato entretenido.

La película empieza con unos planos buenísimos que sirven para contar la amistad y la absoluta simetría entre los dos socios de un negocio de electrodomésticos. Esa originalidad se pierde y el guión fluye hacia otro lado. Como en todas las películas de Burman hay momentos mágicos: un club y un baile armenios con un Alejandro Awada oficiando de detective lacaniano; un salón de baile de ritmos latinos; el cuento debajo del mosquitero. A mí Francella no me gusta: es un actor gestual y pierde mucho cuando habla. Inés Estévez hace un papel maravilloso y aunque la evolución del personaje no se justifica, la actuación de esa evolución es excelente. Fabián Arenillas, para mí un desconocido, me pareció perfecto. En mi opinión Burman es un gran director aunque, como en esta película, transmite ciertas flaquezas en el guión y el film parece una suma de sketchs y no un film.

Daniel Burman tiene un modo particular de narrar los acontecimientos que ocupan lugar en sus proyecciones. Esto no quiere decir que posea un estilo complejo, rebuscado, confuso ni mucho menos; simplemente trata de explorar, de modo afable, ameno y a veces en demasía manso, las relaciones afectivas entre los personajes que constituyen sus obras. En ocasiones, al director de Dos hermanos, le cuesta decolorar el gris de las circunstancias que expone, alejándose del blanco y del negro, sin terminar de profundizar con el vigor necesario que se requiere para conmover y enlazar de lleno al público.
En El misterio de la felicidad, Santiago (Guillermo Francella) y Eugenio (Fabián Arenillas) comparten todo tipo de experiencias. Son amigos desde hace apróximadamente tres décadas. También son socios en un local de electrodomésticos. El vínculo que los une parece pegarle o percibirse más fuerte en Santiago. Este mira a su colega, le brillan los ojos, sonríe y disfruta de cada momento que vive en compañía de Eugenio. Son más que compinches. Abren el negocio al unísono, desayunan, almuerzan, apuestan en el hipódromo, festejan, escuchan la misma emisora radial (cada cual desde su auto mientras viajan ambos vehículos pegados), se ríen del mismo chiste y se hacen cómplices al asentir observándose ante la humorada. Todo prácticamente de forma coreográfica. Además juegan al padel, almuerzan y cenan. Eugenio y Santiago no son pareja. Pero a veces, dicen, un amigo es la mejor pareja. Laura (Inés Estévez), la esposa de Eugenio, parece agobiarlo con tanto palabrerío. La mirada de este buen hombre lo dice todo. Algo lo invade. Santiago, lo conoce casi de taquito. Casi, porque un día, Eugenio desaparece de la faz de la tierra, sin previo aviso. No atiende llamados, no dejó ninguna nota. Y la búsqueda y el enigma emergen.
La película no acaba de encuadrarse con claridad en un género específico. Es que así como le cuesta excavar en un desarrollo sólido de los eventos que se van sorteando a lo largo de la narración, de igual forma le ocurre a la hora de definirse como drama, comedia dramática o romance. La falta de fuerza emotiva necesaria para enternecer, si se permite el término, es uno de los aspectos tal vez mayormente desaprovechados. Desde el flanco que apela a lo cómico, El misterio de la felicidad se vale de una apreciable y pequeña pizca de salidas o bocadillos bien logrados.
Las interpretaciones son estables y creíbles. Francella, la figura central de historia, convence y se muestra comprometido con su rol. Inés Estévez se hace firme desde lo insoportable, de a ratos, de su personaje, mientras que a Arenillas le basta con poca participación para hacerse entender a base de la expresividad que sugieren sus miradas. Vale destacar la colaboración del carismático papel que le toca a Alejandro Awada, de acertada tarea.
Diálogos interesantes y frases bien construidas se presencian en una cinta que, redondea una performance aceptable, con falencias y con un desenlace que, dependiendo como se lo contemple, oscila entre lo ingenioso y lo discutible.

LO MEJOR: amena en su desarrollo. Las actuaciones. Muy prolijamente filmada.
LO PEOR: le cuesta conmover, sin fuerza emotiva.
PUNTAJE: 6,5

http://cinefiloclub.blogspot.com.ar/2014/04/el-misterio-de-la-felicidad-critica.html

Lo mejor de la película es el recorrido de cada uno de los personajes, como les vemos descubrir, evolucionar y resolver...

Lo peor, es que en un momento dado se te hace un poco repetitiva, pero cambia de ritmo, y vuelve a enganchar...

Recomendable si no te atrae nada de la cartelera, esta es una película con todos los ingredientes.

Sin misterios. Así va quedando esta película, a medida que avanza en su desarrollo.

A pesar de una idea que prometía, algunos chistes, situaciones divertidas y, por supuesto, el gran esfuerzo de Guillermo Francella, nada resulta. La película va cuesta abajo hasta su final.

Lamentable.
Cinco de diez.

La película empieza con intriga sobre lo que va a pasar. Te deja con ganas de seguir viendo por lo menos hasta la mitad de la película.
En el desenlace te das cuenta que es una película en la cual NO PASA NADA, no tiene nada de interesante.
No tiene ningún tipo de gracia. NO la recomiendo. Le pongo un dos de puntaje porque vi películas peores.