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30 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
7
La vitalidad de los besos robados.
Agradable comedia romántica considerada por algunos, de forma exagerada en mi opinión, el mejor tratamiento del amor juvenil en el cine. Sin duda es encantadora (la película se ve sin pestañear), pero también algo volátil.

La película avanza con un tono casi improvisado, con personajes que parecen flotar alrededor de la cámara (aparecen y desaparecen sin las ataduras propias de una férrea narración). Todo encaja con el clima que Truffaut trata de insuflar a la película: un tono adolescente de inconsciencia, de besos furtivos, de vertiginosos amoríos... Un tiempo en que la vida parece ir por delante de nosotros mismos con un vigor incombustible, una energía que se alimenta de la calle y una naturalidad que se va perdiendo con los años.

Por ello es una película de momentos, de escenas puntuales de puntual intensidad emotiva. Es una película para decir ¡coño, qué bien plasma este tío tal sensación!, aunque luego el desarrollo del resto de la película parezca relleno. Y eso es lo que Truffaut buscaba. La simplicidad de lo directo, el efímero fogonazo. Suavizar y, de alguna manera, reparar aquello que quedó erosionado tras los 400 golpes.

Y sí, Truffaut era un tremendo romántico y un tremendo soñador. Para él la vida era el cine, y alguien con ese amor por lo cinematográfico tiene que ser por fuerza, pese a aquello de que “el cine es mejor que la vida”, un pertinaz vitalista (no sé si el cine es mejor que la vida pero sí sé que el amor al cine es amor a la vida). Y el amor a la vida necesariamente, en mi opinión, lleva al desencanto, a la decepción, a la nostalgia.

En cuanto a lo de que no es una narración convencional, que es más un ensayo... Bueno, es que era lo que Truffaut pretendía. Sus intenciones eran precisamente ésas. Otra cosa es que no guste o que, ya puestos, prefiramos propuestas más radicales como Jules et Jim, las narraciones de Vivamente domingo, El pequeño salvaje... o el tono hitchckoniano de La novia vestía de negro etc. Pero en todo caso es perfectamente comprensible que ese aire de descuido, ese tono de atolondramiento adolescente, no conecte con un buen número de espectadores al carecer de un riguroso hilo narrativo (la cinta, es cierto, parece no tener rumbo).

Pero Truffaut trató de impregnar el metraje de sensaciones más que narrarlas (cualquiera puede pensar que los devaneos amorosos van a ser lo fundamental de la película cuando en realidad están sólo apuntados). Evocar más que contar. No es el único camino (ahí está el ejemplo de Matar a un ruiseñor, una de las películas que mejor han retratado la infancia con su perfecta narrativa). Pero no me parece un mal camino.
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94 de 98 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Besos furtivos
Séptimo largometraje de François Trufaut. Fue nominado a un Oscar (lengua no inglesa). Producido por Marcel Berbert, se estrena el 14-VIII-1968 (Avignon Film Festival).

La película, cuya acción tiene lugar en Paris en 1967/68, combina drama, comedia y romance. De tono ligero, alegre y aparentemente descuidado, se desarrolla a un ritmo muy vivaz. Incluye un punto de nostalgia y melancolía, subrayado por la canción "Que reste t'il de nous amours", compuesta e interpretada por Charles Trenet. El relato traspira sinceridad y cotidianeidad, derivadas en gran parte de las referencias autobiográficas que incorpora. Utiliza con frecuencia la técnica de sugerir, insinuar y evocar, con lo que el relato adquiere un aire ligero, fresco y fascinante.

El protagonista, Antoine Doinel, de unos 24 años, se mueve en un entorno de inestabilidad y provisionalidad, se siente desconcertado y desbordado por la sucesión de hechos y carece de seguridad en si mismo. Como método de autoafirmación repite ante el espejo su nombre y apellido, con evidentes deseos de elevar la autoestima. Trabaja en oficios mínimos: soldado de 2ª de reenganche, portero de noche de un hotel de barriada, auxiliar ("periscopio") de un detective privado, reparador domiciliario de televisores. Siempre le acechan la mala suerte, la fatalidad y el despido. En relación con las mujeres, la imprevisibilidad de las situaciones que se suceden no le permite racionalizarlas y gestionarlas. Opta por dejarse llevar, como si la vida fuera una aventura azarosa y contingente. Conoce, también, los primeros problemas con las mujeres (amores imposibles, celos). A la vez descubre que, más allá del amor físico, hay otro amor, el amor que es entrega mutua, libre y sin contrapartidas.

El film contiene escenas surrealistas, de una fantasía cautivadora, como el envío de cartas postales a través de una imposible red de tubos de aire comprimido o el encuentro con un extraño personaje que suma lucidez y extravío mental. Otras escenas crean situaciones mágicas, como el informe trasmitido por teléfono a la secretaria de los detectives, quien, tras tomar nota del mismo, pregunta: ¿Esto es un informe o una declaración de amor (a la mujer que Ud. investiga)?

El humor se hace presente a través de personajes pintorescos, con un punto de excentricidad, hechos hilarantes (detective que se hace pasar por catedrático), situaciones insólitas (detectives que investigan el adulterio de una mujer con un desconocido, que es uno de ellos), tratos poco habituales (hazme el amor ahora y luego te olvido para siempre), sorpresas mortíferas, visitas inoportunas. Las referencias cultas se centran en Balzac y su obra "El lirio del valle", evocación del amor de Fabienne Tabard. Es memorable la difereciación que establece entre cortesía y tacto.

Tercera entrega de las aventuras de Antoine Doinel. La música incorpora insertos vigorosos, alegres y románticos, como "Antoine" y "Fabienne".
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42 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Lección de ficción
Los personajes de Truffaut se caracterizan por gozar de una enorme y elaborada personalidad. El caso de Antoine Doinel es el perfecto ejemplo de ello, y si vuelve a aparecer en más películas y éstas siguen funcionando es porque el personaje da mucho de sí, y gracias a la desbordante imaginación del director francés se permite el lujo de mirar hacia delante y dejar de lado a aquel recién adolescente para dar paso a un recién adulto más desorientado aún que por entonces. Y es que en esta película el polifacético Doinel no da respiro alguno, con una ambición laboral y amorosa delirante.
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28 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Directamente al Olimpo de las comedias románticas (Christine Darbon, Christine Darbon , Fabienne Tabard , Fabienne Tabard)
Género: comedia. Subgénero: romántica. Clase: Paris oh la lá
"Besos robados" es una película muy divertida, eso lo primero. Jean Pierre Leáud, el actor fetiche de Truffaut es el actor ideal para sostenerla (no podía ser de otra manera) y consigue "contar" sin "decir" (mientras que Woody Allen "dice" para"contar" -siento el galimatías, no me sé expresar mejor, pero alguno me entenderá). No os extrañe que se utilicen términos como "encantadora", "deliciosa" o "elegante", para definirla. Es todo eso y algo más. Es cierto que algunos tramos no están del todo bien encajados, pero esto forma parte de su encanto y también de ver la vida, y el cine, o ambas cosas a la vez, de Truffaut.
Divertidísima, con algunas escenas de antología (Fabienne Tabard, Fabienne Tabard, Fabienne Tabard, Fabienne Tabard...). Ah, y un sobresaliente a la banda sonora, no menos "encantadora" y sugerente.
Aunque sean muy distintas, posiblemente te guste si disfrutaste con "Descalzos en el parque" o "Desayuno con diamantes". Tampoco decepcionará a los fans de Woody Allen.
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29 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Truffaut, ¿y los detalles?
Y es que esta es una de las películas de Truffaut menos sugerentes que he podido ver, ya que los bellos pasajes de los que suele impregnar el realizador sus films, aquí no se dan cita en demasiadas ocasiones, siendo solo en un par de momentos cuando el realizador francés usa su cámara del modo más acertado y atractivo.

De todos modos, y pese a no ser una historia demasiado embriagadora, como mínimo sabe entretener y mantener la atención del espectador durante todo el transcurso de la misma, y aunque en alguno de los terrenos que intente destacar, resulte bastante fallida, como mínimo nos topamos con algo distinto, un film romántico que no llega a evocar como fuera necesario, pero que contiene momentos extrañamente divertidos.

Que no es una de las mejores obras de Truffaut salta a la vista, pero sus trechos distintivos siguen ahí, como el ritmo vertiginoso que suelen adquirir algunas de sus propuestas en los primeros instantes, el trabajo con la cámara por momentos y secuencias tan apresuradas como bien encajadas en el metraje.

Los protagonistas cumplen, siendo Léaud una de sus principales bazas, interpretando con vitalidad un personaje que, sin esa misma característica, no habría dado tanto de sí mismo. También Seyrig y algún que otro secundario, como la mayoría de los sujetos con los que convive en su agencia, otorgan buenos momentos y singulares tramos. Sin embargo, a este trabajo le falta algo.
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30 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Formalismo naif
El ardor de la juventud, su estúpida inocencia, su envidiable inconsciencia, su larga vida por disfrutar... sus besos por robar. Así se podría resumir el espíritu de la obra de Truffaut, que en su cuarta película reincide en esta temática.
Jean Pierre Leaud (sí, el niño de los 400 golpes) es Antoine un despistado y desorientado joven que solo tiene algo claro, su amor por las mujeres y en especial por la apocada Fabienne, mientras su vida discurre de trabajo en trabajo, algunos con más éxito y otros con menos.
Truffaut utiliza el tono desenfadado y lubistchiano de la comedia para retratar a la juventud. Esa etapa de la vida donde los errores pueden corregirse, cuando todavía hay tiempo para el amor y desamor, para desear y soñar, para equivocarse y que el tiempo te de una segunda oportunidad.
Sus intenciones, se quedan en eso, intenciones. Vista desde la distancia que da la lejanía en el tiempo, la obra parece más un ensayo, una experimentación, una propuesta formal más que una narración como tal . Tiene esa atmósfera del cine francés de su tiempo, ese aire naif, intencionadamente ligero y descuidado. Me deja frío y como si en la hora y media no hubiese pasado nada.
Lo mejor de la obra la canción del comienzo, ejemplo de la mejor chanson francaise.
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32 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
El tiempo pasa y pesa
Leo elogiosas críticas de esta película y, la verdad, parece que he visto otra. Le concedo ciertos momentos de brillantez –faltaría más-, pero, en general, creo que le ha pasado el tiempo por encima y la ha aplastado definitivamente.

Sencillez, frescura en el guión… ¿En serio? Me parece un guión destartalado, con unos personajes también destartalados, de dudoso origen y discutible eficacia. ¿Qué son? ¿Qué es la película? ¿Una comedia? ¿Una crónica? ¿Un lo que salga y ya veremos después?

Me enamoré de la “nouvelle vague” y, en particular, de “Los cuatrocientos golpes”… Pero me temo que lo que en su momento fueron hallazgos ahora pueden ser anacronismos. No tener un guión definido en ese momento de “rebeldía con causa” cinematográfica era un trampolín para la creatividad de todos, incluido el director. Cuarenta y dos años después nos parece una incoherente sucesión de momentos deshilachados en dirección a un final tan tonto como el mismo transcurso hacia él.

Y Jean-Pierre Léaud, que fue un magnífico actor infantil y un pésimo actor adulto, no sabe ni contesta acerca de ese Antoine Doinel que Truffaut pensó para él. ¿Puede haber menos expresividad, menos gracia actuando?
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18 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Esa manía de bajarse los pantalones...
El otro día tuve doble sesión: vi por primera vez este título de Truffaut y a continuación “La impetuosa” de Cukor, por segunda vez. En Filmaffinity ésta tiene un 6’8, mientras que aquella tiene un 7’4. Me sorprende que entre mis Almas Gemelas valoren más a “Besos robados”. Se dirá que el equivocado soy yo. Ya sé que estos dos títulos no deben equipararse pero si tuviera que llevarme a una isla desierta uno de los dos...etc, etc, está claro cuál llevaría (y eso que la de Cukor tampoco es de las mejores de su filmografía). Me gustaría saber cuál elegirían ellos. Porque la de Truffaut no pienso volver a verla y la de Cukor seguro que la veré una tercera vez. Voy a apartarme de los méritos técnicos de la película (esos en los que los críticos favorables se apoyan cuando hay que valorar un film del “director de culto” y no encuentran otras virtudes) y voy directo al grano para aquellos que aún no la han visto.

Guión poco elaborado.
Personajes sin chispa ni interés.
Diálogos que no captan mi atención.
Actores nada notables.
No me conmueve el amor (?) de los protagonistas.
¿Una comedia? Ni una sola carcajada, ni una única sonrisa.
Lo peor: la secuencia de Antoine ante el espejo repitiendo sin parar los nombres de sus dos amadas y el suyo. ¡Puf! Habrá quien se baje los pantalones por esta “genialidad” del director.
Lo mejor (lo único bueno): el tema musical “Que reste t’il de nos amours?” que merecía unos planos más adecuados al romanticismo de su música y letra y no ese insípido comienzo con un plano en las antípodas de la belleza y del sentimiento.
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30 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Un agradable pellizco en la vida de un protagonista corriente
El niño al que Truffaut metió 400 golpes y con el que a mí personalmente no me convenció, sigue encarando la vida dando sus primeros pasos en una nueva etapa vital, en la París que ya conocíamos y saltando de trabajo en trabajo. Un chaval enamoradizo que podría ser cualquiera, mi vecino del quinto o mi primo, no tiene ninguna cualidad que resalte y eso me gusta, no es un superhéroe, es la personificación de una época concreta. Hablamos de 1968 y en Francia, no es un año cualquiera, la capital gala vivió acontecimietos muy serios tanto para su historia particular como para la de toda Europa. Truffaut sin embargo cede al mensaje ideológico y a través de ese medio niño medio hombre nos ofrece un pellizco de la vida del protagonista y sus circunstancias. No es una comedia para no parar de reír y sin embargo es agradable. No aburre, lo cual ya es un mérito notable y eso se debe a que suceden muchas cosas, unas con más gracia que otras, pero lo que más destaco es ese rasgo ordinario y común, del protagonista y de las cosas que pasan.

A mi manera de ver no se ganó el cielo Truffaut con esta película, es una más, pequeña y resultona, se puede recomendar sin problemas.
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9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Sencillo y tierno
Así es Truffaut, sobre todo en sus películas más de la vida cotidiana. Lo que no entiendo es a quien dice que no es una historia, claro que lo es, con su principio, su desarrollo y su final, y vendría a ser algo así como el paso de la adolescencia a la madurez en noventa minutos, claro que esto es decir mucho, por eso la película puede quedarse en un ensayo simpático, en tono de comedia ligera, que a muchos no gustará y a otros les encantará, como suele suceder con todo en esta vida.
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14 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
De lo mejor de Truffaut
Tercer título de la serie de películas que el maestro francés dedicó al personaje de Antoine Doinel, que empezó en 1959 con 'Los cuatrocientos golpes'. El protagonista ya no es el muchacho problemático de aquella, sinó un joven que se busca la vida como mejor puede (de soldado a detective) pero al que su atracción por todo lo bonito que lleve faldas acaba trayendole problemas.

La mejor comedia de su director donde el humor no lo provocan situaciones retorcidas o momentos ridículos sinó que nace de la propia cotidianidad de los personajes y de las cosas más sencillas. La sencillez con la que Truffaut trata momentos y personajes es ejemplar.
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15 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Las aventuras y desventuras de Antoine Doinel (Parte III).
043/05(04/02/10) Nostálgica comedia romántica con el inquebrantable sello Truffaut, una historia que toma por tercera vez al problemático Antoine Doinel (brillante Jean Pierre Leaud en los tres films, actor fetiche de Truffaut), primero fue en ‘Los 400 golpes’, la segunda en el corto ‘L'amour à vingt ans’, incrustado en la cinta ‘L'amour à 20 ans’, y nueve años después de la primera llegamos a esta ‘Besos robados’. En esta tercera comienza con que a este despreocupado y nihilista joven lo han expulsado del ejército, encuentra trabajo en un hotel, del que despiden tras un altercado por un detective, este detective en compensación lo coloca en la agencia detectivesca, donde realiza trabajos de seguimiento e indagaciones, mientras realiza uno en una zapatería se enamora de la deliciosa esposa del dueño Fabienne Tabard (Delphine Seyrig). La cinta se desenvuelve en un clima naif, donde los personajes desprenden superficialidad, presentándonos a toda una galería de personajes excéntricos, donde su tono ligero transmite un humor elegante, en medio de situaciones divertidas refinadas, entiendo yo que queriendo acercarse al estilo exquisito del maestro Lubitsch, donde el romanticismo lo impregna todo, empezando por su enamoradizo protagonista, un inseguro que busca su lugar en el mundo mientras los picores sexuales propios de su juventud le salen a flote. La película posee escenas de un delicadeza dulce, donde los gestos y las miradas denotan ternura, con diálogos brillantes, destacando dos, uno cuando Doinel describe por teléfono a Fabian, maravilloso, el otro cuando Fabian le explica a Doinel la diferencia entre cortesía y tacto, colosal, propio del mejor Lubitsch. Hay una secuencia innecesaria, propia de los dibujos animados pero que a la vez queda muy graciosa, es la de la carta dirigiéndose por un entramado de laberínticas tuberías subterráneas por París hacia su destino, no encaja con la historia pero no estorba. Recomendable obra a los que gusten de buenas comedias románticas. Fuerza y honor!!!
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Peripecias de juventud.
Truffaut decidió resucitar a su “alter ego” Antoine Doinel apoyándose en la base de su talento y su naturaleza de autor, el realismo al estilo Renoir, centrado en los pequeños acontecimientos de la vida diaria y en personajes auténticos llenos de vida. Doinel ha crecido y es un joven adulto algo marginal, que se ha adaptado mal a la sociedad. Apenas liberado de la mili, asistimos a sus aventuras y desventuras en el trabajo, el amor y las relaciones sociales, el argumento es simple y lineal, dejando mucho espacio para la improvisación y los detalles autobiográficos de su autor. Truffaut utilizará a menudo este método de “verificación a través de la realidad” para darle consistencia y autenticidad a sus recuerdos.

El rodaje de “Besos robados” (precioso y romántico título), es uno de los periodos más excitantes de la vida de Truffaut, tras ser destituido en febrero el amigo y director de la Cinemateca Francesa, Henri Langlois por una oscura maniobra de André Malraux, entonces Ministro de Cultura, Truffaut encabeza una protesta contra una maniobra que pretende recortar las libertades, nos acercamos a Mayo del 68, Francia sufrirá una revolución cultural y de protesta social contra el régimen autoritario de Charles De Gaulle. Truffaut encabeza una insurrección que afecta al Festival de Cannes de aquel año, dividiendo su tiempo con el rodaje de esta película.

Hasta “Besos robados” su cine seguía los pasos de una modernidad que él había ayudado a imponer, una modernidad prudente, moderada, bajo la influencia de los maestros. Esta película, marca el regreso, sorprendente, a la tradición francesa del vodevil popular, defendido con las actuaciones de los numerosos intérpretes que se reparten los primeros y segundos papeles, pintorescos y truculentos. En esta película Michael Lonsdale y Delphine Seyrig componen unos personajes inolvidables, imprescindibles para el encanto de la película. La mejor comedia de Truffaut, en mi opinión, por la frescura de sus imágenes, por su cotidianidad auténticamente nostálgica y real. Las escenas de amor están llenas de ternura, autenticidad y belleza.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Un romántico empedernido
En Besos Robados Truffaut vuelve a interesarse por el destino de su predilecto Antoine Doinel, eterno Jean-Pierre Léaud. El alter ego del director ya es todo un hombre, aunque en el fondo siga siendo el mismo adolescente rebelde, idealista e inmaduro de siempre. Expulsado del ejército, Antoine ejercerá de vigilante nocturno, detective privado, dependiente encubierto y técnico de servicio. Tampoco sus amoríos permanecerán estables, entre la esquivadiza Christine (Claude Jade) y una idealizada Delphine Seyrig cuyas infidelidades a su marido (Michael Lonsdale) emulan a las de El lirio del valle de Balzac. Así, la historia del film es un continuo ir y venir de vivencias y contradicciones en las que trata de encajar un protagonista patoso pero encantador en su inocencia. Al éxito del film contribuyó sin duda la maravillosa partitura de Antoine Duhamel, con el que Truffat volvería a contar para La sirena del Mississippi y Domicilio Conyugal.

A pesar de que algunos consideran que la situación política de Mayo del 68 quedó reflejada en la película, Besos Robados es un film sin excesivas pretensiones, aunque ahí queda el homenaje a Henri Langlois, apartado por el gobierno de De Gaulle de la Cinémathèque Francesa. Truffaut rueda el devenir de su protagonista como una serie de situaciones inconexas que van de lo cotidiano al surrealismo, Antoine frente al espejo, las tostadas del desayuno o un imaginario sistema de correo subterráneo. Pero detrás de esta aparente insustancialidad hay una incuestionable ternura, la del amor entendido como algo inestable, volátil, la eterna nostalgia a la que se refiere la canción de Charles Trenet que abre y cierra la película. Y a tenor del perseguidor de Christine, nunca se es lo suficientemente adulto para no volverse loco por alguien. No cabe duda de que detrás de la cámara de Truffaut había un romántico empedernido.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La urgencia de vivir
Preciosa apología de la dulce inconsciencia de la juventud, de su inocencia en camino de ser perdida, con el mundo entero como escenario por descubrir , el amor por encontrar y la urgencia por vivir.
Como un vendaval que recorre las calles de París , el protagonista, Antoine Doinele, no para, no camina, sólo acude corriendo al encuentro de la vida, impulsado por la prisa de vivir y amar, de conocer y sentir cada momento, antes de que el tiempo le robe la juventud y le alcance en una de sus carreras por París.
En un tono entre la comedia y el romanticismo, el personaje se lanzará al comienzo de la vida adulta buscando su primer amor, su primer trabajo y sacar sus primeras conclusiones sobre la vida.
Continuación de la saga de las andanzas de Antoine Doinel que Truffaut comenzó con "Los 400 golpes" y que en esta ocasión nos muestra a un Doinel en la veintena, más maduro y experimentado que en la anterior "El amor a los 20 años", y dispuesto a abordar la vida tal y como se le presente.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Romática
Quizás sea la película que más me ha hecho soñar con un amor platónico, intocable y virginal.
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12 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
El aprendiz
Desconcertado me he quedado, ya que me esperaba una de las mejores comedías de todos los tiempos y la verdad es que no ha terminado de convencerme. La película es verdad que tiene cosas interesantes como buena banda sonora, ritmo singular con unos personajes que van sobrevolando el filme y algunos gags graciosos pero vaya también tiene muchas lagunas en cuanto al guión, montaje y ritmo bastante tedioso. Me parece que el director más que una película estaba ensayando sobre algo que no logra concretar.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
"Antoine Bond, con licencia para matar"
Más que una película, “Besos robados” es la crónica de Antoine Doinel (Jean-Pierre Léaud) álter ego y actor fetiche de un director que ya lo plasmó como un niño problemático en “Los 400 golpes” (1959) y en “Antoine y Colette” (1962); desde la adolescencia hasta la madurez, Jean-Pierre Léaud da vida al alter ego de François Truffaut, la antítesis del héroe contemporáneo, un personaje lleno de energía y defectos, inteligente, despistado, nervioso y, pese a todo, profundamente adorable. Truffaut aborda la evolución del personaje en un tono ligero, en clave de comedia punteada por distintos elementos dramáticos, marcando ciertas distancias con la necesaria dureza de los episodios narrados en “Los cuatrocientos golpes”; el sencillo relato “Antoine y Colette” de el amor a los veinte años esbozaba los rasgos básicos del personaje a los 17 años, al hilo de sus primeros amores juveniles, un retrato que matiza y desarrolla “Besos robados”, Antoine continúa siendo a sus 23 años un joven tímido, inseguro y decididamente romántico, refleja la propia independencia de Truffaut, y se desenvuelve algo al margen de lo establecido por la sociedad, tal vez por las dificultades en su crecimiento.

“Besos robados”, que da comienzo con la bella partitura “Que reste t’il de nos amours?” , puede entenderse como el retrato de la transición entre la niñez y la edad adulta, aquella en la que hay que empezar a asumir responsabilidades, sin que por ello deje de ser uno de los ejemplos más puros y limpios del amor juvenil en la pantalla grande. Truffaut, que se reafirma en esta película como un eterno romántico, presta especial interés a los devaneos amorosos de Antoine, sumergiéndose en la excéntrica y compleja personalidad de su álter ego, así, nos ofrece un perfil de una persona despreocupada, escéptica, con tintes nihilistas, pero en todo momento honrada, un joven que, por cierto, necesita el apoyo incondicional de una mujer que lo salve de existencia casi corrompida que ha marcado su vida desde sus primeros años, aquellos en los que, en “Los 400 golpes”, se fugaba de casa en busca de su propia identidad.

Tal vez sea uno de los títulos más divertidos de Truffaut y de Léaud, nos encontramos con un tipo de comedia muy ágil, muy espontánea, huyendo de los convencionalismos, de los estudios y del acartonamiento. Su ritmo tiene frescura, tiene gracia, tiene encanto, con un Doinel rebelde pero algo patoso en cuestiones amatorias.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
El actor, nueve años después.
"Trabajas duro para crear una emoción, y una vez la emoción está creada, trabajas más duro para mantenerla, no puedes disolverla o romperla" Hitchcock.
A lo largo de mi crítica hablaré de diversos detalles de la película.
Comienzo con esta frase de Alfred que el propio Truffaut utilizó para explicar la escena en la que Antoine toma el café con la mujer del zapatero. Efectivamente, se crea en este plano una gran tensión, en la que el director inserta al espectador mismo tomando café con los dos protagonistas de la secuencia. Así, el sobresalto es mayor, y además mantiene la acción, insertando música y persiguiendo a Doinel por las escaleras, la tienda, etc...
La película está llena de guiños hacia el protagonista. Otro ejemplo es cuando Antoine está aprendiendo inglés con el viejo giradiscos que ya aparecía en Antoine&Collette, cuando era empleado en una fábrica de vinilos.
Y también tiene grandes planos de la cotidianeidad resueltos desde el punto de vista del artesano cinematográfico, que Truffaut ha hecho tan bien, como el de la carta que recorre todos los bajos y las cloacas parisinas. El director siempre apasionado por la maquinaria.
Sí, Truffaut es grande, no cabe duda, pero algo ocurre en esta cinta, algo que me inclino a pensar que tiene que ver con las revueltas del 68. Algo que le distrajo, que hizo que el guión se quedara un poco blando, o tal vez a la deriva.
Truffaut probó con la comedia, el drama, la aventura, la protesta,...pero Doinel ya era en sí mismo un género cinematográfico, por eso no creo que a esta película se la deba catalogar de forma convencional. Conocemos al protagonista, le hemos visto crecer, es el mismo, sólo vamos a ver más de sus aventuras, vamos a ver como se desenvuelve por la vida.
Forzado por la recreación de un guión, a pesar de la libertad de interpretación, este filme pierda la frescura de las aventuras de Antoine Doinel.

Por cierto, ¿alguien puede decirme por qué aparece en varias películas del director ese cartel de un interior de tren con una mujer frente a una litera?¿Sería algo que al director le fascinaba?
También aparece en "La novia vestía de negro", y además con cierto peso narrativo, no como aquí que tan sólo desempeña un papel decorativo, y aparece aún en otra más, que no consigo recordar.

Mi sensación es que no ha dejado fluir el Doinel interior que llevaba dentro, intentando mediante combinados de géneros atrapar a un espectador "fácil". Desde la comedia hasta el pseudosuspense hollywoodiense con salpicaduras musicales. No obstante, celebro cómo se ríe del papel de detective de la misma procedencia.

La película la salvo por la peculiaridad de su personaje protagonista a lo largo de los diez últimos años (1959-1968), más que del director, que nos ha dejado grandes sensaciones en su filmografía. Más sinceras, claras y centrado en lo que estaba haciendo.
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5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Joven, loco, soñador...
Así es Antoine Doinel, a quien nos encontramos al inicio de la cinta en un lío por culpa de escaquearse del Ejército, pero atolondradro como es él no ve la menor gravedad en el asunto. Tras ello se verá obligado a buscarse la vida de cualquier modo, y quiere la fortuna que el padre de una amiga especial lo recomiende para un empleo vacante. De este modo comienza la tercera cinta que gira en torno a la persona de Antoine, al cual dejamos en plena adolescencia en "Antoine et Colette" para encontrarlo ahora convertido en un hombre hecho pero no tan derecho.

No sé porque me gusta tanto este personaje, pero le guardo especial cariño. Será su modo de tomarse la vida, sus ocurrencias que a veces le cuestan caro o su carisma en particular, pero a mí me tiene enamorada. Da igual lo que le ocurra, él nunca pierde el brillo en la mirada. Ese modo de entender la vida creo que lo convierte en especial. No son pocas las peripecias que le suceden a lo largo de la película, que gira en torno a temas tan vitales como la soledad, el amor, las dudas y la elección. No es baladí decir que a menudo una decisión puede cambiar el rumbo de los acontecimientos en la vida de una persona, por eso a veces es tan difícil tomar el impulso necesario y atreverse a elegir. Tener dudas, es por tanto, lo más normal. Y cuándo se habla de sentimientos, ese estado se magnifica por mil. Entonces vendrán canciones, pasiones, deleites, y se irán, confundirán nuestros pensamientos y nos impedirán pensar con lucidez. Y puede que nos demos cuenta que lo mejor es fluir, dejarnos guiar por lo que sentimos. Ser honestos, sin más, como Antoine.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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