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21 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
6
El circo de los famosos
Esta película le sienta como un guante avant la lettre a nuestra sociedad de mundos rosáceos, bazofia mediática y personajillos detestables a granel. El planteamiento es cristalino: desde el primer fotograma se nos invita a presenciar un espectáculo circense. En él, se exhibe a la famosa de turno, que vende su dignidad a cambio de treinta denarios de plata.

Lola Montes no baila, no canta, no se ha doctorado en astrofísica por la universidad de Harvard, pero es hermosa y atractiva y no le hace ascos a airear sus intimidades por un plato de caviar –ay, si al menos fuera de lentejas. Su hábitat es el escándalo escabroso. Sus armas, el encanto, la capacidad de seducción y ese aura de femme fatal, tan cotizado en el mercado de la carne y los pastiches del corazón, ¡puaj! A pesar de todo, Ophüls y Martine Carol consiguen hábilmente que sintamos compasión por el personaje retratado (salud precaria, peligrosas adicciones, infancia desgraciada y ojos tristes). Y es que Lola destila una infelicidad auténtica y profunda.

Peter Ustinov encarna al jefe de pista; un típico presentador de late night que sabe cómo darle carnaza a la audiencia. Es éste un actor al que se tiende a ensalzar con desmesura; el papel que representa es aseado, no genial –tampoco el personaje daba para mucho lucimiento. Se trata, sin más, de un hombre del show business que conoce su trabajo.

En lo puramente cinematográfico, la cinta es algo insulsa; uno tiende a fijarse en los detalles técnicos (movimientos de cámara, colorido, puesta en escena) para distraerse de una historia que resulta, seamos sinceros, un tanto plomiza. La factura es notable; la idea, espléndida. Pero… ¡no sólo de culebrones vive el hombre!

Una última consideración: si Lola es un producto de consumo, tan vistoso como digno de lástima, ¿a quién deberíamos despreciar? A su público, evidentemente. Ruin y soberano.
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52 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Fin de una época
Lola Montes narra una jornada de circo en la que una condesa escenifica su propia vida. La película tiene innumerables niveles de lectura:

1. Lola Montes ha vivido en su infancia y adolescencia hechos traumáticos ( muerte de su padre y traición por su madre, concertación de un matrimonio con un viejo aristócrata, matrimonio fallido con el oficial inglés ) que han condicionado su desarrollo posterior. Hechos que han supuesto para ella la pérdida de la inocencia y el envejecimiento prematuro físico y espiritual.
2. Desde otro punto de vista este filme expresa el final de una época: la pérdida de la inocencia, el acceso de la masa a la cultura ( totalmente necesario y democrático, pero empobrecedor ) y los pocos escrupulos de los comerciantes del espectáculo ( Peter Ustinov expresa: " No me importa como bailas, lo que me importa es el escándalo ", terribles palabras que anticipan el empobrecimiento de la cultura colectiva, de la que tenemos muestra en la actualidad con determinados espacios televisivos ) suponen un influjo banalizador. Fin de la inocencia y de la decencia que también puede extrapolarse a un mundo cinematográfico en el que Ophüls no encuentra ya su espacio.
3. Es también una singular reflexión sobre el cine: durante todo el metraje se van entremezclando sombras, personajes y situaciones de tal manera que el mundo del circo, de la ficción se confunde con la realidad distorsionándola, moldeándola a las necesidades del espectáculo, lo mismo que ocurre en el cine. El cine concebido como una escenificación de la realidad que a veces debe moldearse o limitarse teniendo en cuenta razones comerciales ( en el circo el público sediento de morbo y escándalo, el el cine el público sediento de emociones inmediatas, poco propenso a la reflexión ).

Al margen de las posibles lecturas cabe destacar el apartado técnico: la fotografía consigue una plasticidad insuperable dándole a veces una tonalidad onírica muy adecuada y los movimientos de cámara son magistrales.
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45 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La cortesana
Último largometraje de Max Ophüls (Max Oppenheimer) y único que realiza en color. El guión, de Jacques Natanson, Annette Wademant, Franz Geiger y M. Ophüls, adapta la novela corta “La vie extraordinaire de Lola Montes”, de Jacques Laurent (1919-2000), que firma con su pseudónimo habitual de Cécil Saint-Laurent. Se rueda en escenarios naturales de Niza, Paris y Baviera (Bamberg y Castillo de Pammersfelden) y en platós de Bavaria Filmstudio (Munich) y Franstudio (Joinville-le-pont), con un presupuesto de 7 M DM. Producido por Albert Caraco para Florida Films, Gamma Film, Union Film y Osaka Film, se proyecta en sesión de preestreno el 23-XII-1955 (Paris).

La acción dramática tiene lugar en un circo francés instalado en Nueva Orleans (Louisiana), en un momento indeterminado que se sitúa entre 1855 y 1860. Los recuerdos en flashbacks se ubican, entre 1825 y 1850, en Paris, Munich, Viena y otras ciudades europeas y en un crucero en barco. La antigua cortesana y bailarina Lola Montes, conocida en toda Europa, que dice ser española sin serlo, recuerda su vida escandalosa ante un público ávido de relatos sensacionalistas. Responde a las preguntas que le formulan y realiza un arriesgado número acrobático. El nombre verdadero de la protagonista es María Dolores Elisa Regina Gilbert o María Rosa Gilbert, según las fuentes. Hija de un militar, nace en 1818 o en 1821, en Irlanda o Escocia. Fallece en 1861 en EEUU, prematuramente envejecida a causa de una vida de excesos. Entre sus amantes se cuentan Franz Liszt, Luis I de Baviera, artistas, militares, empresarios, estudiantes, etc. De temperamento independiente y aventurero, es liberal, lujuriosa, fumadora de tabaco, atractiva y seductora. Tras una vida intensa e itinerante, termina trabajando como telonera en un circo de los EEUU.

El film suma drama, romance, leyenda, farsa, viajes y aventuras. El guión se inspira en hechos recientes del mundo de Hollywood, como los amores tumultuosos de Zsa Zsa Gabor, los romances efímeros de Elizabeth Taylor o las depresiones de Judy Garland. Adapta una novela inédita todavía, que se publicará años más tarde, basada libremente en hechos reales y en un personaje eminentemente romántico, real pero mitificado y rodeado de leyendas. A Laurent, autor de la novela, no le interesa la historia, sino la literatura, y la comunicación de ideas y emociones. Algo parecido le ocurre a Ophüls, a quien interesa sobre todo la creación de un espectáculo visualmente admirable, crítico, de reflexión y denuncia, centrado en algunos de sus temas preferidos, como el protagonismo de la mujer, su condición histórica de objeto de placer para el hombre, su realidad de víctima de un machismo que le cierra los caminos de la felicidad, etc. Como en otros films (“El placer”), rinde testimonio de admiración a la figura simbólica de Venus (retrato al óleo).
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29 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Grandiosa
La bailarina, , aventurera, amante de grandes artistas y reyes, representa en un circo su propia vida, humillada como un animal, literalmente enjaulada a ratos. En color y formato panorámico, es uno de los films más apabullantes estéticamente que en mi vida he visto y es probabilísimamente la referencia primaria para el Moulin Rouge de Baz Luhrmann, no solo en la estética sino en bastantes aspectos de la trama y en el carácter de varios personajes. Todo el mundo debería de verla: los largos y complejos movimientos de cámara, el original diseño de vestuario y decorados y el dinamismo de la representación, que alterna con los recuerdos de la artista, merecen sin duda la pena. Movilizar tal cantidad de elementos para escenas a veces muy breves, me parece, sinceramente, alucinante.
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18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Retrato de una dama con el alma muerta.
Fue una superproducción para la época y un fracaso en taquilla, lo cual acabó con la carrera de Ophüls, quién pensaba realizar "Los amantes de Montparnasse", luego dirigida por Jacques Becker.
"Lola Montes" no es la mejor película del cineasta austríaco pero sí una culminación barroca, extravagante e inolvidable de su obra. Narra la vida de Lola Montes, una mujer de gran belleza que fuera amante de multitud de importantes hombres (especialmente Luis II de Baviera) y que ahora trabaja en un circo representando su propia vida, en un espectáculo cruel, estoicamente masoquista y denigrante, con un clímax trágico final genial en el que paradójicamente resulta peor seguir con vida que morir. Con "Lola Montes" Ophüls hace una reflexión agridulce sobre el amor y el desamor, la infelicidad y el incesante y penoso paso del tiempo, pero lo mejor de la película es el maravilloso retrato que se hace de esta dama con el alma muerta, quien desvela su intimidad, su vida, esa misma alma, en el metafórico circo, perfecto ejemplo de lo que pudiera ser hoy Internet o la televisión, es decir, cuando uno desvela su alma, desvela su misterio y muere en vida.
Película de perfecta puesta en escena, con una impresionante composición de ese extraño, fascinante y barroco escenario circense (para mí gran parte del cine inventivo, persolanísimo y genial de Fellini está aquí) y un extasiante gusto por los encuadres, "Lola Montes" desprende sofisticada pureza, delicadeza abigarrada y trufada de genuina complejidad, un clasicismo vanguardista, una poesía colorista y plástica en medio de un tono magistralmente melancólico y sinfónico, de recargado lirismo, de amarga intensidad. Ya lo he dicho: no es la obra cumbre del austríaco, pero sí una película indispensable, una obra maestra.
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16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
deslumbrante
La última obra de ese cineasta único que fue Ophuls. Si el estilo es lo que caracteriza a un artista, es evidente que Ophuls lo es. Cualquiera de las últimas 4 películas rodadas en Europa son geniales, pero creo que esta es la mayor de ellas. Narrando en flash-back los episodios amorosos de una dama del siglo XIX que sobrevive como mero espectáculo circense en sus últimos días, la trama - o la ausencia de ella- supone la perfecta excusa para que el autor pueda hacer lo que mejor sabe hacer y más le gusta: recreación de ambientes exquisitamente europeos, escenarios lujosos y artísticos, la vida como una mera frivolidad; y todo ello plasmado en su estilo: su travelling, la cámara en movimiento, haciendo una y mil acrobacias con ella , tantas que como James Mason decía: " Si se le priva de su travelling, el pobre Max sufre como un niño".
Todo ello en un color deslumbrante, con una esplendorosa puesta en escena.
Son por películas como estas , y no con aquellas en las que el autor pretende imponerse aún a costa de romper con todo lo bueno que tiene el cine americano, con las que el cine europeo puede mostrarse orgulloso y combatir con sus propias armas al cine extranjero. Creando, no destruyendo.
Genial, de un romanticismo atroz , el final de una fantástica época que se ve reflejado en los tristes últimos días de la protagonista, convertida en un simple reclamo circense de unas masas incapaces de entender la sensibilidad y ávidas de morbo.
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13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La metáfora del circo...
Última película de Max Ophüls, y única en color, es de visión imprescindible para todo amante del Séptimo Arte.
Sólo las escenas en el circo, alegoría perfecta, girando alrededor de la vida de la conocida bailarina, y dirigidas por un magnífico Ustinov, hacen de esta obra una de las mejores de Ophüls ( mostrando nuevamente su virtuosismo en la puesta en escena y en los movimientos de cámara ) y una de las grandes de la historia del cine.
Quizás los flashbacks, que relatan las vicisitudes de esta "femme fatal" cortesana entre la realeza europea del siglo XIX, puedan no interesar a algunos espectadores ( especialmente a aquellos a quienes no les gustó "Madame de" ), pero sería una pena perderse esta maravilla por tener cierta aversión a la "historia".
Si pueden disfrutarla en un cine, en formato CINEMASCOPE, mejor. Un servidor así la ha disfrutado.
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11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Personalísima
Sí, no encuentro otra palabra para definirla. Primera película de Ophüls que veo , además de la gran suerte de verla en cine en VOS y en copia remasterizada. Había oído hablar de ella, pero llegué a la sala bastante "virgen", sin haber sido influenciado por críticas, ni siquiera sabiendo el argumento.
Pero ya desde el principio sabes que estas ante algo diferente, trangresor, brillante, con un argumento que quizá es un poco ...¿increíble?. Solo por ver como el sr Ophüls domina los encuadres, las composiciones, los movimientos de cámara, el cinemascope (¡maravilloso!) merece la pena. Los colores rompedores, el decorado a un paso de la maravilla y a un paso también del pastiche edulcorado. Y los actores con un Ustinov con un personaje que borda y que le va como anillo al dedo, o el desconocido pero efectivo Anton Walbrook...y Martine Carol...una actriz con una biografía truculenta y una interpretación que roza en ocasiones la esfinge de Gizeh
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8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Figuras en un paisaje
No se pueden retratar las individualidades del Romanticismo, (las más genuinamente individuales), estando más preocupado del bonito arco que sujeta el techo de una posada que de las personas mismas. Así, Franz Liszt no es nadie, una pieza de belén. El alma de Lola Montez no comparece casi en ningún momento, porque está rodeada de enanos, juegos de luces circenses, planos generales... y Martine Carol es una actriz que me parece tremendamente limitada. ¡Cómo lo hubiera hecho Sara Montiel! No puede ser que en el palacio del rey Ludwig siempre haya tanta luz, tanta falsa luz de focos de cine, pero, con todo, el romance con el rey loco de Baviera es lo más conmovedor del film. Barroquísimo film, hasta la náusea, donde los personajes pululan casi todo el tiempo en planos generales, entre todo tipo de objetos, apretados, comprimidos, sin dejarse ver nunca del todo. Si es pudor, no lo sé. Si es estilo, es un manierismo algo cargante.
De Peter Ustinov, siempre a varios kilómetros del espectador, no se puede decir nada, salvo que pocas veces le recuerdo tan don nadie, tan mediocre. La escena en que le ofrece el contrato a Lola, digámoslo sin rubor, pertenece a lo más pedante de la historia del cine francés, (al margen de que no esté de acuerdo con otros críticos sobre la degradación pública y pagada que anuncia; eso es mucho más viejo). Y la transmutación de la vida al circo, y del circo a la vida, al estilo del Wedekind/ Berg de "La caja de Pandora" y "Lulú", (probable referencia para Ophüls, aunque no he visto la versión cinematográfica de Pabst), queda diluida en un océano escenográfico y de movimientos de cámara a la postre inofensivos, complacientes en sí mismos. A la femme fatale que acaba devorada a sí misma en medio de la tristeza hay que olerle el aliento, si no no es "fatale". Ophuls siempre tuvo estas tendencias, pero en otros filmes sí lograba conmover a base de estilo frío, lo cual era un milagro cinematográfico.
Mención final a la partitura del gran Georges Auric, lejanas ya sus extravagancias de los años 20 y 30. Excepto en el vals principal, remedo acomodaticio de un éxito reciente, (Moulin Rouge, John Huston, 1952), sabe quitar brío romántico a la partitura, conectando con el espíritu del film, usando poco la cuerda y buscando sonoridades circenses y metálicas. Uno de los grandes autores de bandas sonoras de todos los tiempos, hoy no tan recordado como debería.
Una vez vista la película, y con su recuerdo de pocos días, se cae en la cuenta de que es un film singular, único, pero fallido. Y también hay que confesarse: aburre bastante. No verlo en versión original, con el acento cansado y triste del rey Ludwig, es estropearlo definitivamente.
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8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
El tostón
He intentado ver esta película 3 veces y no lo he conseguido, siempre me quedo dormido. Me parece un tostón insoportable. Puede que la manera de contar la historia sea muy original, pero lo que cuenta me aburre muchísimo. Es la primera película que veo de Ophuls y no me ha gustado nada. Por lo que he leído, creo que la temática de sus películas no va conmigo, pero le daré una segunda oportunidad con la de la carta a una desconocida.
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17 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La vida de los otros: un obsceno espectáculo
Da gusto ver un clásico como éste en pantalla grande y versión original. Todo gracias a su vuelta a la actualidad por la remasterización de 2008. Desde luego eligieron bien, porque la película es bastante más "moderna" que la mayoría de las que se ruedan hoy en día. La puesta en escena me parece impactante, y el modo de narrar refinado. El hecho de presentar a una mujer "liberada" como monstruo de circo (ese circo tan surrealista y onírico) retrata a la sociedad que paga por verla. Es lo de siempre, la masa que exorciza sus propios demonios riéndose del vecino. Pudiera pensarse que en la actualidad esto está superado, pero sólo hay que ver a los "famosos" de la tele para desmentirlo. Sólo que ahora las "víctimas" carecen de la grandeza de Lola Montes (el público en cambio sigue siendo igual de grosero). Los famosillos de ahora no son frikis porque el mundo les hizo así (en Lola hay una rebeldía contra una sociedad hipócrita), sino directamente para llenarse el bolsillo. Volviendo a la peli, me parece llena de detalles y hallazgos, como las contínuas muestras de humor sofisticado, desde los enanos enmascarados que cobran por todo, hasta el striptease pictórico. Todo en el filme es pura elegancia, sugiriendo más que evidenciando, sin subrayar nunca nada.
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7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
PASEN Y VEAN
Técnicamente "Los amantes de Montparnasse" fue la última película en la que se embarcó Ophüls, pero murió antes de completarla y la terminó Jacques Becker estrenandose en el 58. "Lola Montes" pues fue su última obra acabada en la que el director contó con el mayor presupuesto para una película europea y como se suele decir, a mi juicio, se atracó de balón.

La vida y milagros de esta bailarina irlandesa que se hacía pasar por española y que alcanzó la fama como cortesana internacional da para muchas y mejores películas que la singularisima de Ophüls, la versión alemana del 22 y la española del 44. Sabido es que en su estreno fue un tremendo fracaso de crítica y público. La crítica con el paso de los años ha tenido que reconocer sus muchas virtudes formales y darle el mérito que se merece. Algunos incluso la han calificado de obra maestra. El público entre el que me incluyo sigue sin perdonarle que sea aburrida hasta decir basta, por mucho que intentaran a posteriori "arreglarla" con cortes y recortes que la masacraron hasta sus últimas ediciones restauradas.

Da la sensación que al director alemán le importa poco la vida de Elizabeth Rosanna Gilber condesa de Landsfeld, en cualquier caso mucho menos que sus vestidos y la recreación de todos los ambientes arquitectónicos, mobiliario y atrezzo que la rodeaba. La indisoluble vena teatral de Ophüls se ceba a conciencia en ese circo imposible que aparenta ser el hilo conductor de los episodios a modo de postales coloreadas de la vida de Lola, pero que en realidad es el auténtico protagonista con todo su aparataje escénico con el que seguro disfrutó el director. Sus afamados movimientos de cámara siguen estando ahí, pero en este caso como alarde técnico, sin que puedan impulsar una historia y una construcción de personajes del nivel de "Madame de..."  o "Carta a una desconocida". Fue su primera película en color y demostró que podía sacarle partido autoral. La actriz francesa Martine Carol especializada en rubias seductoras, aquí teñida de negro, no está a la altura de un personaje omnipresente por mucho que su vida personal tuviera ecos tan azarosos como la de Lola.

Lola Montes o Montez a quedado a la postre como una extravaganza de un director genial. Lo que llaman una película de culto.

cineziete.wordpress.com
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
En este mundo retorcido todo escándalo es una mina de oro
Tan solo 15 años tenía, Eliza Oliver, cuanto contrajo nupcias con el militar británico, Edward Gilbert, y éste de inmediato la embarazó. Como, Elizabeth Rosanna Gilbert, fue bautizada la niña que nació en el condado de Sligo, Irlanda, el 17 de febrero de 1821. Tan solo dos años cumplía la niña, cuando su padre muere víctima del cólera y su madre pronto se volvió a casar, enviando a la pequeña, Elizabeth, a vivir con unos familiares y luego con el padre de su segundo esposo. La niña creció con escasa disciplina al punto que, cierta vez, la vieron corriendo por una calle completamente desnuda y, en otra ocasión, le hizo una travesura a un respetable señor en una iglesia.

La capacidad de decidir siempre por sí misma y su fuerte temperamento, fueron rasgos permanentes en la vida de Elizabeth… y es así como, en 1843, cuando había cumplido 22 años, elige convertirse en bailarina y actriz y, en Londres debuta haciéndose llamar, Lola Montez, “la bailarina española”. El nombre lo eligió, seguramente, porque le encantaba el flamenco, la seguidilla y otros ritmos de este país.

Desde entonces, y más que como bailarina o actriz teatral, Lola Montez -quien no destacaba por ser una mujer especialmente hermosa y quizás atraía más por su personalidad-, se hizo famosa por haber tenido romances o aventuras con célebres compositores, como Franz Liszt y Richard Wagner; también con numerosos aristócratas y hombres adinerados… y en una lista que, se dice superó los 200 nombres, también incluyó al rey, Ludwig I de Baviera, quien la convertiría en, Condesa de Lansfeld, en 1847.

Sobre su vida y sus aventuras, el mismo autor de la recordada, “Caroline Chérie”, Jacques Laurent (bajo el seudónimo, Cécil Saint-Laurent), escribió una novela biográfica titulada, “La Vie Extraordinaire de Lola Montès”, y aún sin haber sido publicada, interesó de inmediato a los productores de cine quienes la dieron a, Jacques Natanson y Annette Wademant, para que la adaptaran, y con la colaboración en el guion del también director, Max Ophüls, la historia comienza con los días difíciles de Lola Montez en un circo de New Orleans convertido, éste, en un paradójico purgatorio, donde la célebre amante debe contar y representar, una y otra vez, sus aventuras amorosas a un público ávido de desnudar su intimidad.

Aunque éste ir y venir del presente al pasado y viceversa, pudo ser de gran impacto, Ophüls no logra un verdadero dramatismo y, además de que las escenas de circo terminan siendo bastante aburridas y reiterativas, el recuento de los principales amantes de Lola, parece un avance (trailer) de lo que fue cada aventura. Exceptuando su relación con el Rey de Baviera que es la más desarrollada -pero, que también falla en la pobrísima recreación de la histórica revuelta y, más aún, en el supuesto baile ante la aristocracia donde se supone que Lola se luce, pero nunca la vemos-, no hay otra escena en la película que logre un verdadero desarrollo o que tenga algún significado distinto al desprendimiento con que vivía la bailarina.

Ni siquiera el personaje de la Lola resulta llamativo por su belleza o su personalidad, y a, Martine Carol, no se le da ocasión de mostrar algún rasgo fuerte de su carácter ni ningún talento como la artista que se supone que fue.

Así las cosas, <<LOLA MONTES>>, se me antoja un filme excesivamente sobrevalorado, pues, unos bellos decorados, un lujoso vestuario y unos colores llamativos, no son suficientes para alcanzar una historia que llegue al alma.

He visto la copia reeditada por el productor, Pierre Braunberger, en 1968, reconstruyéndola como la deseara el director, pero, en definitiva no ha logrado conmoverme.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
critica de lolla montes
Sálvame, ¿sabes el programa?. sí, ¿sabes de lo que hablo?, ¿no?, sí, sí, el programa para marujas, ¿no?, pero claro si lo piensas, los que dicen que es un programa para marujas se sienten filósofos mientras lo dicen así que no tiene mérito. Se ven brillantes en el fondo, ágiles, a ellos no los estafan, yo no soy tonto, a mí no me engañan. Busca lo mejor, libros, documentales y telediarios, entérate de la vida, siempre son los mismos, dando vueltas sobre el mismo círculo vacío, a lo mejor estallados por el sol. ¿Ya te sacaste el curso?, ¿y tu sueldo?, el universo es una carrera después de todo, ¿no?, sé listo, gana siempre, no pierdas nunca, bien hecho. ¿No?.

En España hay un programa que habla de personas famosas que se acuestan con personas famosas, o personas anónimas que se vuelven famosas al acostarse con personas famosas y ellos a su vez se acuestan con nuevos anónimos y la rueda va girando y girando y algunos se quedan y otros van. Lleva años en antena durante horas enteras, ¿por qué?, ¿entretiene o no?, melodrama, crítica, histerismo, diálogos inacabables, jugadas traperas, reconciliaciones una y otra y otra vez, si lo piensas no es tan diferente del cine, la telenovela, la literatura, tanto grande como pequeña, en un formato enlatado, pero no lo olvides, aqui todos somos angelitos y niños dorados, en serio si no fuera por la malvada sociedad no haríamos daño ni a una mosca. Todo es culpa de la tele. Todos somos buenos chicos y buenas chicas, ni lo creerías, en serio.

Lola Montes es eso, Lola Montes es sálvame. Lola Montes es ese programa que habla de famosos hablando de famosos, ¿pero es una película o no lo es?, ¿porque haya colores y decorados mas o menos imaginativos y coloridos en el circo se merece estos elogios?. Pero es solo el mismo programa de tertulia hace un siglo, eso es ese circo, ¿entiendes?. Lola Montes es sólo un capítulo de sálvame de hace siglo y medio, solo, ni más ni menos, sí, muy bien, lo intenta, claro que sí, es un buen chico, la película sabe jugar sus cartas para que no te sientas viendo sálvame, te juega a que la pobre mujer se está jugando la vida, te juega a que el hecho de estar ahí es trágico, pero es sólo un juego, un triquiloque, juego de cartas, a las duras y a las maduras, hablando claro, en plata, nos birlaron, ya no nos queda nada, ni en el bolsillo de atrás, acabamos de presenciar un salvame deluxe con buenos decorados y buenos actores, bueno, ¿y qué?. El dragón también sangra. Nada. Tienes que agarrarte a que es una buena película europea y no un programa de telebasura de un sábado cualquiera, nada más. Volvemos a la oscuridad. Pero no me engañas, te vi, ahí, no tenían tv pero tenían circo, no saltaban pero tenían canguros, su presentador metiendo cizaña, sus enanos y sus colores, iluminación para deslumbrar y quedarte enganchado a una historia de amoríos superficiales, la gloria te arrastra. ¿Te acostaste con reyes?, wow, no puede ser, cuenta, cuenta. todo lo mismo, pasará el universo y seguirá igual. ¿Es una gran película?, no, buenilla a lo más, entretenidilla con un illa largo y enorme. Los amoríos de esa mujer, la pobre, apasionamiento en los palacios, pobrecilla, ya sabes, amoríos descalabrados y hechos a las prisas porque a nadie le interesa. Antes todo era hermosísimo ahora no tenemos ni ojos. ¿Vamos al cielo?. Da igual. Es mentira. La película no da, es una cosita de famosos entre famosos, emm, ¿si?, ¿te tiraste a Lizst?, no puede ser, impresionante, ¿y cómo fue?, cuenta más, cuenta, cuenta. ¿Y a quién?, ¿a quién?, ¿a un rey?, a un conde?, eso debe ser ... ¿cómo es?, cuenta, cuenta... di, di... sigue. Muy interesante. No se cieguen por la elegancia, vieron un sálvame, no se cieguen. No somos los niños buenos, olvídense, somos carnaza y nos gusta la carnaza, como dios manda. no lo engalanen para sentirse mejor, mi primo se llama Hank, ¿a alguien le importa?, no creo, déjennos tranquilos. invítennos a lo que quieran, ¿por que se llama Hank?, no lo sé, a nadie le gusta. Recuerdo que... ¿Empiezo?.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La condesa María Dolores Landsfeld en carne y hueso.
“Lola Montes” es la última película del gran Max Ophüls, la rodó en 1955 y su estreno se vio acompañado de la incomprensión casi general, pues sólo una pequeña parte de la crítica francesa, los futuros jefes de la “Nouvelle vague”, comprendió el merito real de esta fascinante película. La protagonista que nos cuenta su vida es Lola, convertida en atracción de circo después de haber pasado su vida eligiendo cada uno de sus numerosos amantes y desafiando todas las convenciones, ella es Martine Carol y ellos son Antón Walbrook, Peter Ustinov, Oskar Werner, Henri Guisol e Ivan Desny. A Lola le gusta ofrecerse desnuda a la mirada de los demás, le apetece ser atracción, en tanto que protagonista, sacar provecho de su carácter libre e independiente, ella lo dice bien claro: “No soy una máquina de fabricar escándalos, todo es mucho más sencillo, siempre hago lo que me apetece”.

De nuevo los travellings, los movimientos circulares, el perfecto vals de las panorámicas, siguiendo los personajes que se entrecruzan y que dibujan el vacío de su existencia. Lola es un torbellino de pasión, un ser capaz de saltarse todas las normas sociales para conseguir sus objetivos, una persona que lo pudo tener todo, explotando su belleza femenina para enriquecerse y satisfacer un ego desmedido, pero en realidad, era un ser vulnerable, débil, que cayó tan pronto como subió. “Lola Montes”, una obra maestra.
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5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Crítica de Lola Montes por Cinemagavia
*Lola Montes, bailarina y cortesana

Lola Montes, personaje real cuyo verdadero nombre era Elisabeth Rossana Gilbert, fue una bailarina del siglo XIX que tuvo romances con personajes celebérrimos de su época. Entre sus amantes estuvieron el rey Luis I de Baviera o el compositor Franz Liszt. Su vida estuvo jalonada de escándalos, siendo parte de lo que hoy denominaríamos jet set. Irlandesa de nacimiento, se hizo pasar por española; su estilo de baile era marcadamente hispano, incluyendo fandangos, boleros… Su vida acabó en Estados Unidos donde vivió aún una serie de curiosos acontecimientos.

Ophüls decide contarnos la vida de Lola Montes desde un punto de vista original. La misma Lola (Martine Carol) participa en un espectáculo circense en EE.UU, en los años finales de su vida, que va narrando su propia biografía. El maestro de ceremonias del espectáculo es Peter Ustinov, quien además oficia de narrador mientra Lola se dedica a hacer números acrobáticos en la pista del circo. Varios flashbacks, correspondientes a diversos momentos de la vida de Lola Montes, se irán intercalando.

*Teatralidad y evocación

Lola Montes se puede dividir intuitivamente en dos tipos de narración que se van sucediendo e intercalando. Por un lado está la parte del número circense-acrobático y por otra los flashbacks con las peripecias tal como fueron. En ambos casos la forma de filmar es casi tan importante como lo que se cuenta. En cada segmento, la fotografía es exquisitamente colorida, lujosa y brillante. La dirección artística es de primer orden y Max Ophüls se afana en dejarlo patente; la profundidad de campo es grande y casi nunca acerca la cámara demasiado a los personajes, utilizando como mucho el plano medio y muy a menudo el plano general.

En la puesta en escena hay como un especie de horror vacui, toda la pantalla está llena de elementos más o menos ornamentales que dan una potente sensación de barroquismo. En el caso del espectáculo circense hay un juego de tramoyas, acróbatas y figurantes cada vez más complicado; la filmación, además, es dinámica y es profusa en travellings y movimientos diversos.

En la parte de los flashbacks todo está medido al detalle, todo el campo de la pantalla está lleno de algo, de figurantes u ornamentos; da igual si la secuencia se rueda en estudio o en escenarios naturales. Esta manera de filmar da la sensación de un deliberado alejamiento sentimental y de una preeminencia de la forma sobre el fondo. Sin embargo,no es así del todo.

*Placer, morbo y humillación

Ophüls ya había trata el tema del placer en una película anterior, llamada de hecho «El Placer (1952). Se trata del placer contrapuesto a formas radicalmente contrarias. Normalmente las relaciones de Lola Montes, ya sea con el inglés pretendiente de su madre, con Liszt o con el rey de Baviera, suelen tener un punto frívolo causa del placer, pero no finalizan del todo bien. El contraste final es el del placer con la humillación. Lola Montes termina convertida en un espectáculo de circo, se ha cosificado, se ha transformado en un objeto de morbo por parte del público.

En este asunto hay algo de contemporaneidad. Vivimos en una era en que no poca gente presta una atención desorbitada a la vida privada de personajes más famosos por sus lances amorosos que por alguna cualidad valiosa o interesante. Peter Ustinov dice claramente a Lola que a él no le interesa cómo baila, porque considera que no lo hace muy bien, sino que lo que le importa es su capacidad de arrastrar al público a causa de sus escándalos. Este juego de superficialidades se parece mucho a lo que sucede con la prensa rosa moderna. Quizá Ophüls quisiera hacer un estudio sobre la superficialidad, lo frívolo. Aunque no olvidemos que la Lola Montes, ya veterana, que se afana en los ejercicios acrobáticos desprende una genuina sensación de humillación.

*Actuaciones rodeadas de barroquismo

Los dos personajes principales, sin duda, son Lola Montes (Martine Carol) y el presentador del número circense (Peter Ustinov; su personaje no tiene nombre). Dadas las características de las película, es fácil que la atención se desvíe a las florituras técnicas o artísticas que a las actuaciones. Peter Ustinov es quien más se luce en el tramo del circo, aportando una adecuada dosis de teatralidad, fácil de conseguir por el actor británico (recordemos su papel de Nerón en «Quo Vadis»). En cierto modo, además, es lo más parecido a un villano que tiene la película.

Por otra parte Martine Carol,, en la parte de los flashbacks, tiene que lidiar con varias características de su personaje. A veces es frágil, otras veces temperamental y sensual. También tiene algo de superficial, y solo algunos de los finales de sus escarceos parece afectarla realmente. En la parte circense su personaje, como sucede con otros, es oscurecido por la pericia técnica de fotografía y movimientos de cámara. Sin embargo consigue transmitir una notable sensación de humillación al verse convertida en partícipe de un espectáculo lleno de morbo.

*Conclusión

Lola Montes es una auténtica reserva natural de virtuosismo y lenguaje cinematográfico, cuyo barroquismo a veces anula la posible carga sentimental de la historia. Ophüls no nos ofrece un drama de época al uso, sino que usa su singular sentido de la exquisitez para entregarnos una obra asombrosa que, a la postre, supuso su despedida del cine.

Escrito por Mariano González
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Mal de amores.
246/03(03/10/08) Entretenido melodrama, historia sobre una femme fatale de mediados del S.XIX, Lola Montes (Martin Carol) mediocre bailarina y extraordinaria cortesana que se movio por Europa enamorando a toda clase de personas, destacando el Rey Luis I de Baviera, todo ello contado a través de números circenses. La cinta del maestro del melodra Max Ophuls fué su primera obra en color y la última que rodó, tiene su sello particular por todas partes, sobre todo en la elegancia del film, en el tratamiento deprimente de los personajes, unos personajes que en la mirada de Ophuls siempre están a la búsqueda de un amor imposible. Martin Carol simplemente está correcta, quizás le vino algo grande este papel, el que está sobresaliente es Anton Walbrook, que encarna a un rey simpático, sordo y mujeriego, que se deja dominar por Lola, hasta el punto de provocar una revolución. Se agradecen los momentos de humor inteligente, son una válvula de escape para esta triste historia. Recomendable a los que gusten de buenos melodramas. Fuerza y honor!!!
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3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
236. MÁGICO OPHULS
La puesta en escena de esta película es maravillosa. Para quien lo haya visto, recuerda muchísimo al circo del Sol, pero 70 años antes. Ophuls logra fusionar el relato con el show del circo, con precisión quirúrgica, sin que apenas se note y con un alarde de talento impresionante. Los actores no llaman la atención, es quien hay detrás. Fue su última película y es una pena, porque no se sabe cuál habría sido su techo y qué habría inspirado a otros cineastas.

Sin embargo, la historia en sí no es el fuerte de la película, diluyéndose por momentos y haciendo destensar un poco la atención de quien la sigue, destacando sobre manera la genial ambientación que hace, una vez más, de un siglo que me fascinaba, el XIX, que nadie como él supo reflejar.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
EL MAESTRO DE CEREMONIAS, PETER USTINOV
Excelente film de Max Ophüls que sufrió graves problemas de montaje y cortes por parte de la propia productora. Por fortuna, hoy disponemos de versiones más cercanas a la visión de general director, lo cual nos permite disfrutar de este canto a una época perdida, incomprensiblemente fracasada en taquilla durante su estreno.

Película elegante y que bebe de la sensual presencia de Martine Carol, hace una muy particular y original recreación del universo vital de Lola Montes, una femme fatal cuyos mejores días quedaron atrás y ahora se ve obligada a peregrinar en un circo ambulante donde se narran sus desventuras y galanteos amorosos.

Y ello nos lleva también a un actor soberbio, uno de esos que se cuentan con los dedos de la mano: Peter Ustinov. Siempre soberbio en cada uno de sus papeles, aquí vuelve a demostrar su gran versatilidad y es uno de los mejores hilos conductores para esta deliciosa recreación.

Un film que siempre conviene rescatar y sacar del baúl de los recuerdos.
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Logradísima
Pasa por ser una de las obras mayores de Ophüls, que tiene cosas buenas de verdad.
Martine Carol es la protagonista, probablemente en su papel más célebre. Peter Ustinov el Maestro de ceremonias del circo. Anton Walbrook es Luis I de Baviera, y Will Quadflieg es Franz Liszt.
La película es mítica por varios motivos. Es la última película del último estilista, un cineasta de detalles, de historias muy trabajadas, apoyado en el guión pero sobre todo en el tratamiento visual de la imagen. Un cineasta que vio -y esta es la segunda razón- machacada su película por público y por los estudios, que cortaron la cinta, la montaron de nuevo en sentido cronológico y la destrozaron, naturalmente. En tercer lugar porque es un mito para los directores franceses de la segunda mitad del siglo XX, que la tienen por una obra de arte expresiva y hasta cierto punto revolucionaria. En cuarto lugar, por el atrevido montaje que tiene, dieciséis años después de una de las primeras que lo hace (Ciudadano Kane, Orson Welles, 1939), articulados en reportes hacia atrás que explican qué ocurrió para llegar a donde se llegó.
De un atractivo visual inevitable, con una belleza clásica intemporal, en el atrezo, en la música, en la producción, ahonda en la decadencia de una mujer libre y salvaje -muy empoderada- que hizo, literal y prácticamente, lo que le apetecía en cualquier momento. Se aprovecha el número de circo con el que principia la historia para ir contando quién fue y qué hizo Lola Montez, personaje real que sale bastante bien parado de este biopic como mujer aguerrida, atrevida, conscientes de sus encantos y dispuesta a explotarlos. Mito o realidad, lo cierto es que fue un personaje real, amante de sus amantes y ambiciosa cuando tocaba serlo. Soñadora pero realista, femenina y feminista (al parecer tenía ideas muy progresistas sobre el talento femenino y sus capacidades en la sociedad) pero sobre todo una mujer bella hasta la locura, guapa y enigmática.
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